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Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.18 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jul. 2012

 

RESEÑAS

Becerra, Marina (2009). Marxismo y feminismo en el primer socialismo argentino. Enrique del Valle Iberlucea, Rosario, Prohistoria Ediciones, 222 págs.

 

     Originalmente, el contenido de este libro apareció en una tesis doctoral presentada en el año 2007. Afortunadamente, su autora, Marina Becerra, la revisó para publicarla en forma de libro dos años más tarde. La cantidad de nuevo material que se incluye es extremadamente importante para aquellos interesados en los estudios de género, su relación con el pensamiento político y la noción de ciudadanía. En principio, parecería un desacierto tratar de cubrir un área tan extensa en un solo libro, pero esta es precisamente la razón que justifica la elección de Enrique del Valle Iberlucea. A través del estudio de su obra puede verse cómo se podía ir en contra de un orden patriarcal "compartiendo con la elite dirigente las mismas creencias en la Ciencia como discurso legítimo", uno de los dilemas más importantes para muchos intelectuales del fin del siglo diecinueve. De la misma manera, el oponerse a este orden dominante sin destruir las ideas científicas y racionales implicaba necesariamente un proceso de resignificación de los "discursos que sostenían la distribución desigual de derechos y de poder" para poder sostener, al mismo tiempo, las ideas iluministas que habían originado la revolución científica de la segunda mitad del siglo diecinueve (p. 14).
     Debido a que Del Valle Iberlucea fue una de las voces más importantes en reclamar los derechos civiles para las mujeres, un estudio detallado de su obra, como se presenta en este libro, nos permite revelar las conexiones existentes entre el discurso científico y las "relaciones entre ciudadanía y género establecidas por el primer socialismo" (p. 14). En este sentido, podría decirse que este libro es de gran importancia para aquellos que estudian la continuidad del pensamiento del siglo diecinueve en el veinte. El protagonista de este libro nació en España en 1877 y fue parte del movimiento migratorio que tuvo a la Argentina como uno de sus principales destinos. A los ocho años Del Valle, junto con su familia, se estableció en Rosario, y en esta ciudad comenzó su formación intelectual. Más tarde se trasladó a Buenos Aires para completar sus estudios de Abogacía, y es durante este período que se involucra en la creación del Centro de Antropología y de Sociología Criminal. Una vez egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, en 1902, comenzó una importante actividad como editor de publicaciones socialistas que culminaron con su nombramiento como director de La Vanguardia entre 1916-1917. Además de estas actividades, fue el primer senador socialista de América (p. 15), lo cual lo convirtió en una figura famosa de la época. Es decir que, si bien este personaje es poco conocido en el presente, ocupó un lugar fundamental en el desarrollo del pensamiento y en las decisiones políticas del Partido Socialista. Becerra ve a Del Valle como un "nexo político entre el mundo masculino partidario del socialismo y lo que comenzaba a articularse como movimiento feminista" (p. 15). Es precisamente este estudio de un pensamiento en transición lo que resalta la importancia de este libro. En él no se intenta ver al mundo de las ideas como algo permanente y definido que no cambia, sino como un reflejo de las contradicciones existentes en el ambiente cultural y científico de la época.
     El interés de Becerra en entender las complejidades del pensamiento de Del Valle determina, en cierta medida, la organización del libro. En el primer capítulo, la biografía del personaje central se encuentra contextualizada en el estudio de las ideas de la época en la que le tocó vivir. Este análisis pormenorizado de las principales corrientes intelectuales da lugar al segundo capítulo. En él se relaciona la información anterior con las luchas por los derechos femeninos, particularmente en lo que atañe a proyectos para una ley de divorcio y las discusiones sobre el aborto. En el tercer capítulo, probablemente uno de los más interesantes, Becerra analiza las contradictorias, y a veces confusas, ideas políticas que Del Valle Ibarlucea defendió en el período que va desde la Primera Guerra Mundial a la Tercera Internacional. Es importante destacar que estos años son fundamentales para entender la crisis del pensamiento científico heredado del siglo anterior y el posterior surgimiento de las vanguardias artísticas que comenzaron a influir en la cultura del momento. El último capítulo nos introduce a un análisis del trabajo cultural y educativo de este gran pensador socialista, lo cual es muy necesario para entender el sendero que llevó a la Reforma Universitaria de 1918 que tanta influencia tuvo en América Latina en general.
     Uno de los aciertos de este libro es la forma en la que entrecruza los diferentes discursos, sea a nivel de género, o de clase. Este entrecruzamiento está organizado alrededor de la noción de lucha por la hegemonía política, y el lazo que une las diferentes variedades discursivas es la "compleja redefinición de las relaciones entre feminismo, socialismo y ciudadanía", lo cual organiza la lectura de una manera clara y bien estructurada (p. 21).
     Curiosamente, a pesar de que su libro aporta datos interesantísimos para aquellos interesados en el estudio de la ciencia, particularmente en el primer capítulo, Becerra no explota lo suficiente las conexiones de esta información con los debates científicos dominantes. Por ejemplo, ella afirma que la crítica disonante que Del Valle propone a la ideología del progreso "no resuelve la tensión entre civilización y barbarie" (p. 31), pero si hubiese tomado en cuenta la naturaleza de la crisis científica de fines del diecinueve, y la forma en que transformó las definiciones sobre las ideas de civilización, barbarie y progreso, hubiera podido dar una explicación más clara sobre la imposibilidad de resolver dicha tensión. En este sentido, creo que esta es la debilidad del libro; a pesar de que contiene un análisis detallado de la fuerzas científicas que formaron a su protagonista, no hay una clara relación con los problemas que afectaban el pensamiento científico, no solo en Argentina, sino a nivel internacional. Lo anteriormente dicho no pretende ser una crítica, sino un énfasis en la importancia de este libro aún en aspectos que Becerra no le reconoce abiertamente.
     El complejo y fascinante estudio de las contradicciones de Del Valle en su búsqueda de una estrategia que provocara hegemonía política va más allá del plan original del libro y nos ayuda a ver las complicadas negociaciones que los intelectuales de la época tenían que hacer para crear un pensamiento coherente en medio de la crisis intelectual y científica que se vivía en Europa, particularmente durante y después de la Primera Guerra Mundial. El rescate en este libro de una figura que ha sido casi olvidada está justificado, y es necesario para entender los complejos tejidos que formaban no solo el pensamiento socialista, sino, en general, el de aquellos personajes que estaban implicados en la resignificación de los conceptos de progreso y civilización.
     Si el tratamiento del discurso científico resulta en cierta medida decepcionante, particularmente en el capítulo 1, el análisis de la evolución del pensamiento marxista y los problemas que enfrentó, desde el punto de vista argentino, es excelente. Utilizando la obra de un autor singular, Becerra logra demostrar el complejo entramado que la Revolución rusa creó en el pensamiento político de los socialistas. Describiendo el desarrollo de un pensamiento periférico, este libro articula perfectamente las razones que explican la Reforma Universitaria de 1918, y las divisiones entre los "'terceristas' -que apoyaban los veintiún puntos de la Tercera Internacional-" y eran liderados por Del Valle, lo que dio lugar a que algunos miembros se incorporaran al Partido Comunista fundado en 1920 (p. 146). Como mencioné anteriormente, el tercer capítulo es una brillante exposición de las conexiones entre los discursos políticos y las nociones de género y ciudadanía.
     En síntesis, este libro es de lectura imprescindible para aquellos que investigan el fin del siglo diecinueve y la primera etapa del veinte en la Argentina. Becerra no solo restituye la importancia de una figura principal de la época, sino que además demuestra claramente cómo su pensamiento es relevante para aquellos interesados en el estudio de la formación de discursos hegemónicos y su relación con el contexto periférico.

Adriana Novoa

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