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Mora (Buenos Aires)

versão On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.18 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jan./jul. 2012

 

RESEÑAS

Cosse, Isabella (2010). Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta. Una revolución discreta en Buenos Aires, Buenos Aires, Siglo XXI, 264 págs.

 

     Durante el 2010, la historiadora e investigadora Isabella Cosse participó, de diferentes maneras, en dos libros que rescatan, de forma novedosa y con una perspectiva interdisciplinaria de género, una serie de problemas, controversias y discusiones que atraviesan los años 60, una década agitada en términos generales y de crucial relevancia para el contexto latinoamericano y argentino. Junto con Valeria Manzano y Karina Felliti, editó Los 60 de otra manera. Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina (2010, Buenos Aires, Prometeo), un volumen que se propone revisar los transitados años 60 "de otra manera" y que recopila un conjunto de trabajos que abordan diversas temáticas: desde la nueva ola musical y la modernización de las costumbres de las nuevas generaciones, el trabajo femenino en el hogar, los debates candentes en la sociedad de entonces -como los que estimulan la píldora anticonceptiva, el control de la natalidad, el aborto- y la vinculación de ellos con la industria cultural, hasta la historia reciente en relación con la Agrupación Evita y la imaginería política en el contexto del Peronismo, haciendo foco en la Juventud Peronista. Además de como editora, Cosse colabora allí como autora con un artículo sobre la cultura divorcista reinante en la Argentina, cuando aún faltaban más de 20 años para la sanción de la ley de divorcio.
     Por su parte, Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta es fruto de una exhaustiva investigación de la autora y corresponde a la reformulación de su tesis doctoral en Historia. Este libro explora cómo los años 60 se constituyeron en un punto de inflexión en tanto se verifican quiebres en los modos de representación del orden familiar y la moral sexual que regían en los años previos. Y esas rupturas se dan especialmente en las distintas modalidades de parejas, la vida cotidiana, las costumbres, el papel central de "contestación" que los jóvenes comienzan a desempeñar en el escenario sociocultural y político y la distribución de los roles familiares en relación con las asignaciones de género (cifrados en los modelos hegemónicos de normatividad social como la "familia nuclear", la "mujer doméstica", madre, esposa y ama de casa, y el "varón proveedor", jefe de familia que pasa la mayor parte del tiempo extramuros y no participa activamente de la crianza de los hijos). Para estudiar los cambios que sufren los sujetos, la vida ordinaria, los comportamientos y la familia -burguesa, de clase media- en Buenos Aires entre la década del 50 y el año 1976, cuando el golpe de Estado abre otra etapa histórica, la autora recurre a un arsenal heterogéneo de fuentes y discursos: una gran variedad de publicaciones periódicas que circulan en un marco de amplificación de la oferta y el mercado editorial y de masificación del público lector, que va desde revistas "para la mujer", como la tradicional Para Ti o la moderna Claudia, y semanarios de actualidad política y "de influencia", como Primera Plana o Confirmado, hasta revistas satíricas, como Rico Tipo, y otras de corte intelectual como Los Libros; textos instruccionales, como los manuales de crianza y sexología; comedias televisivas y programas radiales; películas francesas de la nouvelle vague; y también los testimonios y recuerdos de personajes de la época, recogidos por la propia autora.
     Una "revolución discreta" la de los 60, entonces, que Cosse analiza sin pasar por alto los sentidos que cobran las contradicciones y paradojas de la época, como las que despierta en el contexto nacional la convivencia del ala modernizante (con imágenes emblemáticas, como la pastilla anticonceptiva, la libertad sexual, la propagación del hippismo, el Mayo francés, e incluso la renovación estética del boom de la literatura hispanoamericana) con el ascenso del autoritarismo, la radicalización política, la censura y, en palabras de Cosse, el "incremento de la represión moralista".
     Hagamos un alto: Julia y Ricardo Stepens son novios. Un noviazgo que pronto  culminará en matrimonio, si el personaje varón, ya admitido en la sala de la casa por el régimen de visitas y frecuentemente tentado y retenido por las delicias gastronómicas de su suegra, no se escapa al Uruguay antes de las nupcias. Las convenciones socioculturales de la época que regulan el ingreso y la permanencia en el rótulo de una "niña bien" y no quebrantan ni la moral sexual ni el orden familiar no admiten las relaciones extramatrimoniales y, menos aún, la pérdida de virginidad previa al casamiento. Ellos, los personajes del relato "Noche terrible" (El jorobadito, 1933), de Roberto Arlt, aplacan sus deseos en el zaguán, un espacio "adentro-afuera" que no es ni el interior opresivo ni la calle a secas, una "zona liberada" donde Julia masturba, sin los "peligros" del coito, a su novio. Una célebre escena literaria tomada del libro que Arlt, acaso irónicamente, dedica a su esposa, desplegando toda una retórica amorosa. Una escena, entonces, que, aunque responde a una época anterior al período estudiado por Cosse, ilustra algunos de los tópicos y varias de las figuras, forjados en torno de la familia, la pareja y las conductas amorosas, que se desarrollan en los capítulos de su libro. Un vasto elenco formado por el cortejo, el noviazgo, el flirteo, el festejo, el ideal conyugal, el "franeleo", el debut sexual, la maternidad, la paternidad, entre muchos más.
     En cada uno de los capítulos, la autora señala las rupturas pero también las continuidades de las convenciones y los patrones de normativización sociocultural que, respecto de la década anterior, ocurren y se institucionalizan en los años 60. De este modo, en el primer capítulo se detiene en el trayecto "clásico" del cortejo, cuyo punto de llegada "deseado" es la formación de una pareja estable, monógama y heterosexual, para señalar cómo ya en los años 50 las pautas reguladoras de esa unión se flexibilizan en favor de formas más laxas de sociabilidad y de encuentros, que cambiaban el patrón del cortejo y la sala familiar por la cita a solas (sin el ojo vigilante de las madres de las muchachas), y del trato más libre e informal entre un varón y una mujer, que salen juntos a tomar algo en una confitería, al cine o a dar una vuelta. Así, cobra relevancia el rol de las diferenciaciones (importa el plural pues no hubo una única modalidad de refutar el statu quo) en cuanto a costumbres y prácticas de los y las jóvenes en relación con el modelo de las generaciones anteriores, precisamente las de sus propios padres y madres.
     El segundo capítulo analiza los patrones de comportamiento sexual de hombres y mujeres que llevan a la autora a referirse a los 60 como años de una "revolución sexual discreta", en cuyas bases también funciona el eje de fracturas y continuidades, uno de los pilares metodológicos que atraviesa el libro, respecto de las pautas y modelos heredados del período previo. Al tiempo que en algunos casos seguía en vigencia el ideal doméstico femenino, el mandato de la virginidad de la mujer casadera hasta el matrimonio entraba en crisis, y el "franeleo", cuya lógica difiere de las reglas del cortejo y el noviazgo, se constituía en una práctica que paulatinamente iría aceptándose. Asoman nuevos patrones que quebrantan la natural unión entre sexo legítimo y matrimonio, y entre sexo y pecado, y que dan lugar al ejercicio de la sexualidad como "prueba" para el matrimonio, como expresión del amor y/o como un paso del cortejo. Los cines, los asientos traseros de los colectivos, los hoteles alojamiento, el auto en "Villa Cariño", entre otros sitios, oficiaron de sede de encuentros íntimos (principalmente, eran "ablandamientos" y, en algunas ocasiones, también comportaban contactos sexuales) entre muchachos y muchachas, que conocían, por ejemplo, los efectos preventivos de los anticonceptivos. Interesa resaltar también el apartado en el que Cosse se detiene en las lecturas y valoraciones en torno de la virilidad que suscitan otros modos, alternativos al prostíbulo, que encuentran los varones para superar la escena meramente masturbatoria con el debut sexual; así las "pares" (que representan la modernización) reemplazan a las prostitutas (que representan el universo moral tradicional), no solo en el imaginario y el horizonte de los medios de comunicación o de libros de sexología y manuales de crianza, sino incluso en las propias prácticas y deseos de los y las jóvenes.
     El cuestionamiento pero también las prolongaciones que en los 60 y mediados de los 70 sufre el ideal conyugal que se aplicaba en los años 50 constituye el objeto de estudio del tercer capítulo. Un ideal que proponía para la familia "deseada" un prototipo de matrimonio indisoluble ("para toda la vida", "hasta que la muerte los separe"), con roles desiguales para varones y mujeres, y cuyo significado sociocultural radicaba en que garantizaba el orden del hogar, la reproducción, la respetabilidad familiar (con el reconocimiento legítimo de los hijos), el estatus social y el pasaje a la adultez. Sin embargo, esa reprobación no va dirigida al vínculo estable, sustentado en el amor, la monogamia y el compañerismo, sino, antes bien, a un tipo de relación de pareja en el que operan atavismos culturales y las inequidades de género que imponía el modelo doméstico de conyugalidad. Tanto es así que la autora estudia cómo este modelo irá desmoronándose ante los nuevos sentidos que van adquiriendo no solo otro estilo de pareja matrimonial, sino también los modos diferentes que encuentran los varones y las mujeres de relacionarse y/o de desvincularse, como las distintas formas de la unión libre y la consolidación de una cultura y una práctica divorcistas. Asimismo, resultan de interés los párrafos en que la autora estudia los alcances político y amoroso del término "compañero/a" para referirse a quienes compartían ya fuera un compromiso militante, o un lazo afectivo, como también aquellos párrafos destinados a las "reglas" estatuidas para los miembros de las parejas militantes y revolucionarias (fidelidad, acoplamiento de militancia y vida, seguridad interna, entre otras) y las vinculaciones entre la izquierda (el amor militante) y el cristianismo (el amor familiar cristiano) en un contexto de radicalización política e innovaciones socioculturales.
     Antes de las conclusiones, el último capítulo aborda distintas concepciones y paradigmas de la maternidad y la paternidad. En la década del 60, si bien no se altera el papel medular que desde siempre ha ocupado la maternidad en la configuración de las identidades femeninas (excepto en las voces del feminismo), sí comienzan a propagarse los discursos de los expertos (cifrados en las figuras del psicólogo y el pediatra) acerca de qué significaba en ese entonces "ser madre" y también "ser padre", vale decir, qué se esperaba de ellos, cuáles eran sus responsabilidades sobre los niños que traían al mundo y cómo debían prepararse las mujeres para las nuevas tareas maternales. Los requerimientos para la mujer excedían el mandato del mero cuidado de los hijos en el hogar (para el que muchas veces bastaban las tradicionales recetas de abuelas, madres y tías) y abarcaban tareas de mayor complejidad. Entre ellas, debían procurar el equilibrio psicológico, la autonomía y la madurez afectiva de sus hijos, para lo cual se imponía un modelo de madre moderna (diferente al de la madre abnegada), canalizado en la figura de mujer satisfecha, equilibrada y con aspiraciones que, empero, no dejaba de sentirse tironeada por los deberes maternales y el deseo real de estar con sus hijos y advertir cada cambio en las etapas de su crecimiento y el trabajo extradoméstico, que en muchos casos constituía también un ámbito de realización profesional y personal. Al mismo tiempo, es en los 60 cuando se afianza un nuevo modelo de paternidad que, al disponer para los padres tareas tradicionalmente "feminizadas" (dedicación de tiempo, afecto, comprensión y paciencia para los hijos), desafía las inequidades de género y se aleja del tipo de padre autoritario, distante, único proveedor, representativo del "viejo orden". Los cambios y las nuevas ideas que rigen para la familia en un marco de transformaciones socioculturales, como los que trae la década en cuestión, sin embargo, no dejan de despertar entre sus protagonistas, como señala Cosse, resistencias, contradicciones, resignificaciones y distintas implicancias de género.
     En suma, los años 60 en la Argentina se han convertido en un blanco de elección, en un objeto de estudio privilegiado de numerosos investigadores, cuyos libros resultan hoy insoslayables para cualquiera que pretenda rodear el período con seriedad. Dichos estudios se inscriben en distintas áreas del conocimiento, como la historia, la filosofía, el periodismo, la psicología, la literatura -los libros de Silvia Sigal (1991), Oscar Terán (1991), Sergio Pujol (2002), Mariano Plotkin (2003), Claudia Gilman (2003) son solo algunos ejemplos de enfoques diferentes- y, a primera vista, podrían despertar el temor que irrumpe en muchos estudiosos ante la pregunta "¿Qué más puede decirse hoy sobre los años 60?". En relación con las investigaciones más consabidas sobre las transformaciones dadas en la cotidianeidad y la familia, y pese al extenso estado del arte, que el libro de Cosse releva prolijamente, el aporte de Pareja, sexualidad y familia resulta fundamental al inscribirse en las contribuciones teórico-analíticas de los estudios de género y de la historiografía de la familia y al direccionar la reflexión hacia la situación de las mujeres, que nacen, crecen, forman familias, crían hijos, escriben, trabajan, se profesionalizan, es decir, viven y mueren en la época, sin descuidar los mandatos y discursos que desde siempre las han atravesado y condicionado.
     No debe pasarse por alto, además, el contexto de publicación y difusión de este libro, al que los medios gráficos más relevantes destinaron un espacio (y no solo las secciones feministas) para comentarlo críticamente y entrevistar a la autora, que también fue invitada a programas de televisión. El año del Bicentenario nacional (en el que por primera vez en la historia argentina gobierna una presidenta mujer elegida por voluntad popular, y que, también, es el año de importantes conquistas, como la sanción de la Ley 26.618, de matrimonio igualitario, que habilita la constitución formal y el reconocimiento legal de nuevas familias) acaso haya sido el escenario propicio para rever en otra clave un sinnúmero de problemáticas sociales, históricas, políticas y culturales que afectaron desde siempre directa e indirectamente a las mujeres y a las familias y que, con rigurosidad y una pulcra escritura, recogen las páginas de este libro.

Lucía de Leone

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