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Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.18 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2012

 

DOSSIER

Migración, género y sexualidad. Brasileñas en los mercados del sexo y del casamiento en España*

 

Adriana Piscitelli**

** Universidade Estadual de Campinas/UNICAMP, Núcleo de Estudos de Gênero-PAGU y Programa de Doutorado em Ciências Sociais.

* Fecha de recepción: 29 de agosto de 2011.
Fecha de aceptación: 1 de noviembre de 2011.

 


Resumen

En este artículo considero cómo las fronteras etnosexuales interfieren en la inserción de migrantes brasileñas en los mercados del sexo y del casamiento en España. Basándome en estudios etnográficos desarrollados desde 2004, analizo como esos límites afectan la posición de esas migrantes en un país en el que las brasileñas tienen particular visibilidad en la industria del sexo y también constituyen el principal colectivo nacional extranjero que se casa con españoles. En ese contexto, nociones ambivalentes de brasileñidad, marcadas por género, sexualizan y racializan a las mujeres y al mismo tiempo las vinculan a la domesticidad, la maternidad y el cuidado. Esas conceptualizaciones, que afectan a las migrantes de manera diferenciada, en función de la clase social de origen y también del "color", contribuyen a la inserción de las brasileñas de grupos populares en nichos ocupacionales específicos, estigmatizados o con baja remuneración. Sin embargo, lejos de operar apenas como marcadores de jerarquía y opresión, esas nociones también posibilitan la construcción de espacios de agencia.

Palabras clave: Migración; Género; Sexualidad; Mercados del sexo; Casamiento.

Abstract

In this article I consider how ethno-sexual frontiers interfere in the integration of Brazilian female migrants in the Spanish sex and marriage markets. Taking as reference ethnographic studies carried out since 2004 I analyze how those frontiers influence their social positions in a country where Brazilian women are highly visible in the sex industry and are also the main foreign women that marry with Spanish men. In this context, ambiguous gendered notions of Brazilianness racialize and sexualize these migrants and also associate them with domesticity, motherhood and care. These conceptualizations affect these women in differentiated ways, according to their social class and also their "color" and contribute to place low strata migrants in low paid and/or stigmatized jobs. However, far from being only markers of hierarchy and oppression these notions also contribute to create spaces for these migrants' agency.

Key words: Migration; Gender; Sexuality; Sex markets; Marriage.


 

Introducción 1

     Desde hace unas pocas décadas, Brasil fue considerado un país predominantemente "receptor", en términos de migración internacional (Menezes, 2001; Seyferth, 2001). En la década de 1980, en el contexto de una crisis económica, el país presentó por primera vez una emigración significativa. A partir de ese momento, la falta de oportunidades laborales y de posibilidad de movilidad social, particularmente para algunos sectores de las clases medias, alimentaron los flujos de migración al exterior. Ese movimiento se alteró en 2009, cuando los efectos de la crisis económica en diversos países "ricos", coincidiendo con un momento de crecimiento del Brasil, comenzaron a producir el retorno de inmigrantes y la disminución de los flujos de salida.
     En 2006, los informes de Gobierno estimaban que había 3.000.000 de brasileros viviendo en el exterior (Magno, 2006), una estimación que se mantiene en 2011.2 En la segunda mitad de la década de 2000, la presencia femenina era particularmente relevante en las comunidades brasileñas en diversos países del sur de Europa. (Instituto Nacional de Estadística, 2006; Serviço de Estrangeiros e Fronteiras, 2006; Piscitelli, 2009).
     En España, la migración brasileña es numéricamente reducida en relación con los migrantes de otras nacionalidades. Según las estimaciones de agentes consulares brasileños, a fines de 2011 eran 140.000 personas "empadronadas". Sin embargo, ese flujo presenta particularidades que han llamado la atención del Gobierno español. Se trata de una migración predominantemente femenina, que creció aceleradamente, triplicando su número entre 2004 y 2008 (Piscitelli, 2011). Y la presencia de las mujeres brasileñas se tornó particularmente visible en el ámbito de la prostitución (Gobierno de España, 2007). El trabajo en ese sector de actividad no es la principal ocupación de las brasileñas; trabajan asimismo en el comercio, en servicios administrativos, educacionales y de salud, y también como pequeñas empresarias (Cavalcanti, 2006). Además, como otras mujeres del Tercer Mundo, también desempeñan actividades en el servicio doméstico y de cuidados (Oliveira, 2006). Sin embargo, en ese escenario la sexualización que marca a las brasileñas afecta también a las mujeres desvinculadas de la industria del sexo.
     Paralelamente, en términos del mercado matrimonial, el mayor número de casamientos heterosexuales "mixtos" entre dos nacionalidades realizados en España en 2008 era formado por un hombre español y una mujer brasileña (Roca i Girona Jordi et al., 2008). En un momento en que los casamientos entre personas españolas con migrantes de regiones "pobres" del mundo son vistos con desconfianza, asociados al "interés" y a contratos de compra para obtención de "papeles", las uniones que involucran brasileñas intensifican esas sospechas debido a la vinculación que se hace entre ellas y la prostitución.
     De esta manera, en este texto exploro, en una perspectiva antropológica, aspectos que interfieren en la inserción de migrantes brasileñas en los mercados del sexo y del casamiento. Presto particular atención a las fronteras etnosexuales, delimitaciones trazadas en la intersección entre etnicidad y sexualidad (Nagel, 2003) que, de acuerdo con el contexto, afectan a las mujeres de manera diferenciada según la región o el país. Para ello, tomo como referencia material de etnografías que realicé entre 2004 y 2011 en España (Piscitelli, 2007a, 2007b, 2009, 2011).
     En ese contexto migratorio nociones ambivalentes de brasileñidad, marcadas por género, sexualizan y racializan a las mujeres. Sin embargo, a pesar de las tensiones específicas que se suscitan en las superposiciones entre los mercados del sexo y del casamiento, los estilos de femineidad vinculados a esas nociones, lejos de constituir aspectos exclusivamente limitantes, posibilitan márgenes de agencia para esas mujeres. En la primera parte del texto describo el universo de la investigación. Considero después los atributos que, vinculados a la brasileñidad, son accionados por las migrantes en los mercados del sexo y del casamiento. Finalmente, comento los efectos de la activación de esos trazos étnico-nacionales en el marco de las tensiones específicas que surgen en las imbricaciones entre prostitución y casamiento.

Escenarios: el universo de la investigación

     Entre 2004 y 2007, realicé seis meses de trabajo de campo en Barcelona, Madrid y Bilbao, con el objetivo de comprender diversos aspectos de la inserción de brasileñas en la industria del sexo en España (Piscitelli, 2009).3 En virtud de que algunas de mis entrevistadas se casaban con clientes o con hombres que las habían conocido en el mundo de la prostitución, y motivada yo por explorar la relación de los mercados del sexo y del casamiento, decidí continuar el trabajo tomando en consideración esa vinculación. Para comprenderla, me pareció importante trazar una perspectiva tomando en cuenta las experiencias de mujeres brasileñas casadas con hombres españoles, pertenecientes a otros sectores de actividad.4 Con ese fin, realicé seis meses adicionales de trabajo de campo, a partir de 2009, en Granada, Barcelona y Antequera.
     Barcelona es la segunda ciudad española en términos de concentración de habitantes brasileñas. Granada es una de las ciudades del sur de España que atrae migrantes de distintas nacionalidades. En las dos tuve acceso a una gama variada de brasileñas originarias de diferentes estratos sociales y con variados niveles de escolaridad. Antequera, en Andalucía, con 45.000 habitantes, cuya principal actividad económica es la agricultura, tenía en 2008 un contingente de más de 1000 inmigrantes brasileñas, originarias principalmente de Mato Grosso, Paraná, Roraima y Rondônia (Larentes da Silva, 2009). En esa ciudad, entrevisté a brasileñas originarias de grupos populares que se casaron con hombres españoles vinculados, de una u otra manera, al trabajo agrícola.
     En este trabajo contemplo las experiencias de treinta y tres entrevistadas. Son mujeres heterosexuales que cubren una franja etárea que va de uno a dieciséis años de residencia en España. El conjunto de esas mujeres comparte algunos aspectos. En términos de los criterios raciales vigentes en Brasil, la mayoría de ellas se considera blanca, solo cinco en el total de entrevistadas se autoclasifican como negras, mulatas o morenas. Sin embargo, todas se consideran afectadas por los criterios de racialización presentes en España, que marcan también a las que son consideradas blancas en Brasil. Además, no dejaron parejas en ese país, pero varias dejaron, por lo menos de manera temporaria, hijos.
     Dieciocho de esas entrevistadas trabajaron en la industria del sexo. Ellas presentan algunas características distintivas. Son mujeres predominantemente jóvenes, en la franja de los 20 a 30 años, aunque cuatro entrevistadas tienen más de 40 años. La mayoría realizó estudios secundarios, incompletos o completos; las restantes hicieron la escuela primaria y solo una de ellas inició estudios universitarios que no llegó a concluir. Al dejar Brasil, la mayor parte integraba los sectores más bajos de los estratos medios y dos estratos más bajos.
     Casi todas habían ejercido la prostitución en Brasil, de manera intermitente o más profesional, viviendo exclusivamente de ella antes de migrar a Europa. Tres partieron de contextos de "turismo sexual", en Natal, Salvador y Río de Janeiro. Las restantes ofrecieron servicios sexuales en otras ciudades brasileñas, principalmente en las regiones sudeste y sur del Brasil. El objetivo de la mayoría fue migrar para trabajar en la industria del sexo en España, considerando que obtendrían mayores ingresos que en Brasil. Solo dos viajaron con el fin de trabajar en el servicio doméstico y una en un restaurante pero, decepcionadas con sus ingresos, o desempleadas debido a la crisis económica, optaron por ofrecer servicios sexuales. La mayoría lo hace en clubs y "pisos", y algunas, en la calle.
     Una pequeña parte de estas mujeres (cinco) se casó con españoles, hombres que fueron sus clientes o clientes de otras mujeres en los clubs en que ellas trabajaban. Mientras la mayoría luchaba por la obtención de "papeles", las que se casaron obtuvieron residencia legal, pero en ningún caso se trató de casamientos "comprados". Solo dos de ellas dejaron la prostitución.5
     Las mujeres que no trabajaron en la industria del sexo constituyen un universo mucho más heterogéneo. Esa heterogeneidad remite a la diversidad presente entre los brasileños en España. Son mujeres entre los 20 y los 50 años, originarias de diversos estados de Brasil, centro-oeste, nordeste, y también de los estados, considerados más ricos, del sudeste, Río de Janeiro y São Paulo.
     El grado de escolaridad de estas entrevistadas es considerablemente más elevado. Aproximadamente, la mitad tiene estudios superiores, y la otra parte, estudios secundarios completos o incompletos. Algunas son alumnas de postgrado y otras son profesoras universitarias, médicas y enfermeras que ejercen sus profesiones en España. Otras se dedican a cuidar ancianos, trabajan en el servicio doméstico y, ocasionalmente, en la agricultura. Entre estas mujeres, las que dejaron hijos en Brasil acabaron llevándolos a España. Y varias tuvieron hijos con sus parejas españolas.
     En ese universo, algunos de los encuentros que llevaron a la migración tuvieron lugar en el contexto del turismo, de viajes asociados a la cooperación internacional y de acuerdos interuniversitarios. Uno de ellos empezó en Jericoacoara, bella playa del litoral nordeste de Brasil, donde una entrevistada preparaba caipirinhas en el forró, local donde se bailan danzas regionales. Actualmente, ella está casada con un ingeniero catalán, es ama de casa, madre de una niña nacida en España y vive en un enorme departamento con vista al mar en Barcelona. Otras historias empezaron en São Paulo, en Río o en Europa, en momentos en que las entrevistadas hacían viajes de turismo o trabajo.
     En ese universo de mujeres, estos viajes adquieren mayor relevancia que la weben términos de espacios que favorecen los encuentros que las llevaron a migrar. En algunos casos, los novios españoles intentaron permanecer en Brasil y, ante la dificultad de conseguir trabajo, o la imposibilidad de ingresar en algún postgrado o de obtener un visado de permanencia, retornaron a España, acompañados por las novias brasileñas. Esos traslados parecen remitir, de una u otra manera, a la idea de "migrantes por amor" (Roca i Girona Jordi et al., 2008). Sin embargo, la mayoría de los casamientos ha resultado de encuentros que tuvieron lugar cuando las brasileñas, solteras o separadas, ya estaban en el contexto migratorio. Eso vale tanto para las mujeres que estaban haciendo un postgrado como para las que cuidaban ancianos o trabajaban en la agricultura.
     En el conjunto de las entrevistadas, algunas mujeres creen que, a pesar de los ingresos menores, sus ocupaciones en Brasil eran mejores. Es el caso de entrevistadas que fueron vendedoras en tiendas, peluqueras, profesoras en escuelas y que, en España, trabajaban en el servicio doméstico, cuidando a ancianos o en la agricultura. Según una entrevistada de 48 años, de Campinas, São Paulo, madre de cuatro hijos nacidos en Brasil, que un año atrás se había casado con un español de la región de Antequera:

He trabajado cuidando a personas mayores… Es una experiencia dura… Te quedas encerrada dentro de una casa con una persona toda la semana, y cuando sales el sábado quieres reírte, y acabas por emborracharte, porque es mucha presión… Yo aprendí la manera de cuidar, ¿sabes? Aquí no tienen cariño… También [trabajé] en el campo… fui a recolectar aceitunas, habas… Y es duro. Casi me reventé la espalda y yo gritaba… Dicen que aquí es el primer mundo, [pero] esta es una tierra de esclavos.6

Otras, como la mayoría de las trabajadoras sexuales, desempeñaban la misma actividad que ya ejercían en Brasil, pero, hasta el comienzo de la crisis económica en España, con mayores ingresos y en condiciones de trabajo que consideraban más satisfactorias. Los niveles de ingresos individuales oscilaban entre los 600 euros mensuales, en el caso de una joven que cuida a una anciana en Antequera, y los 4000 euros mensuales, en el de una trabajadora del sexo que ofrecía servicios en la calle, al comienzo de la crisis, en Barcelona.

Fronteras etnosexuales

     En Brasil, el debate sobre la integración de las mujeres del país en el mercado transnacional del sexo está marcado por la percepción de que la construcción de la femineidad nacional, sexualizada y marcada por el "color", es un aspecto central en diferentes dinámicas de consumo de sexo permeadas por la desigualdad: en el "turismo sexual internacional", en la prostitución de brasileñas en el exterior y en la trata de mujeres (Cecria, 2000). El supuesto es que esa construcción, originada en las imágenes de mulatas y negras producidas en el Brasil y difundidas en el exterior, explica la elevada demanda de brasileñas. Esas imágenes, asociadas a trazos fenotípicos vinculados a mujeres de piel oscura, como los que constituyen la figura de la mulata (Corrêa, 1996), se habrían difundido en el exterior, donde las brasileñas se convirtieron en exóticos productos de consumo.
     Esa explicación, en la que la "raza" es sexualizada, se relaciona con la percepción de cómo, históricamente, fue creada y diseminada esa noción acerca de la femineidad brasileña. Pensadores sociales nacionales y también extranjeros consideran que una apreciación sexualizada de la brasileñidad es parte de los valores en términos de los cuales los brasileños se perciben. La idea es que esta construcción está basada en la literatura científica y de viajes de los europeos que visitaron el país desde el siglo XVIII (Heilborn & Barbosa, 2003).
     Nociones presentes en esos escritos, recreadas en diferentes períodos históricos, habrían sido incorporadas por la población, inclusive por estudiosos que discutieron la constitución de la nación en la década de 1930 (Rago, 2001). En las articulaciones entre raza y género que marcan la actualización de esas nociones, la imagen de la mulata, construida como objeto de deseo y símbolo nacional, aparece como síntesis de la percepción sexualizada de la brasileñidad (Moutinho, 2004; Corrêa, 1996). En décadas recientes, las construcciones sobre el Brasil producidas en el país fueron difundidas al exterior. Las propagandas oficiales de agencias gubernamentales, como Embratur, responsable por la regulación del turismo, ofrecen un ejemplo. Entre 1970 y 1980, esa agencia eligió a las mulatas, conjuntamente con las playas de Río de Janeiro y la samba, para estructurar la imagen de Brasil en el mercado turístico internacional (Alfonso, 2006).
     La idea de que las convenciones de erotismo producidas históricamente en el Brasil fueron exportadas y asimiladas linealmente en el exterior presenta, sin embargo, problemas. Uno de ellos es pensar que las marcas de identidad vinculadas a la brasileñidad que se difunden a través de las fronteras repiten a aquellas producidas en el Brasil. Un segundo problema es que los significados atribuidos a la etnicidad difieren en distintos contextos migratorios. En este sentido, vale recordar la observación de Igor Machado (2006), en la que llama la atención sobre la existencia de procesos de exotización diferenciados en las distintas sociedades de recepción de los migrantes. Comprender la circulación de imágenes vinculadas a rasgos étnicos requiere prestar atención a la articulación de flujos, múltiples y simultáneos, de ideas diferentes en contextos específicos.
     La experiencia de las migrantes brasileñas se ve afectada por la imbricación de las nociones de sexualidad, género, raza, etnicidad y nacionalidad. En el lugar desigual atribuido al Brasil en el ámbito global, la nacionalidad brasileña las racializa. Y esa racialización es sexualizada. En los últimos años, la inclusión del Brasil en los circuitos mundiales de "turismo sexual" y la visibilidad adquirida por las brasileñas en la industria del sexo en países del sur de Europa acentuó las relaciones entre esas categorías en el escenario global.
     Comprender cómo esos procesos operan en la investigación presentada aquí implica considerar las imágenes de brasileñidad que circulan en España y a cómo son accionadas por las entrevistadas en ámbitos diferentes, en los mercados del sexo y del casamiento. Cuando inicié la etnografía en España, la visibilidad del Brasil y la integración de la brasileñidad en las convenciones eróticas aparecían de manera diluida. Ese cuadro está en proceso de modificación. El crecimiento del número de inmigrantes brasileños/as, la creación de organizaciones comunitarias y la realización frecuente de festivales culturales, que abarcan música, danza, cine y exposiciones de arte, están dando mayor visibilidad a esa nacionalidad.
     Paralelamente, en investigaciones recientes se observa que los medios están contribuyendo a difundir una imagen de la brasileñidad marcada por el género y sexualizada. En 2008, las emisoras de televisión españolas difundieron determinadas noticias en las que el Brasil adquiría protagonismo entre los países de inmigración, particularmente en relación con los de América Latina. Y las noticias presentaron una particularidad. A diferencia de aquellas noticias dedicadas a los migrantes de otros países que, cuando estaban marcadas por género, se referían básicamente a los hombres, las noticias sobre el Brasil aludían a las mujeres y estaban relacionadas con tres temas: prostitución, violencia de género y actos delictivos. En lo que se refiere a la prostitución, Brasil encabezó una lista en la que fue seguido por Rusia, Rumania y Colombia (Badet, 2009).
     En este proceso, las brasileñas, de manera análoga a otras latinoamericanas, parecen haber comenzado a ser objeto de "tropicalizaciones", es decir, a ser vinculadas a imágenes sexualizadas y racializadas asociadas a los trópicos (Aparicio & Chávez-Silverman, 1997), que no afectan a todas las mujeres de regiones pobres. Vale recordar que en España el servicio doméstico y de cuidados absorbe latinoamericanas de diversas nacionalidades. Pero las nacionalidades predominantes en esos servicios no necesariamente coinciden con las más visibles en los mercados del sexo. En estos últimos, las nacionalidades asociadas a los trazos considerados indígenas, particularmente andinos, percibidos como poco sensuales, son considerados con "poca salida", y lo mismo sucede con aquellas nacionalidades vinculadas a la negritud.
Brasileñas, colombianas y, en menor grado, cubanas, mujeres de países asociados a "mezclas" que incluyen rasgos africanos, adquieren visibilidad en ese mercado. Los procesos de racialización, sexualizados, que afectan a las mujeres de esas nacionalidades, no están libres de racismo. Pero se trata de un racismo "étnico-cultural", distante de la intensidad de aquel que afecta, entre las latinoamericanas, a las mujeres vistas como negras o indígenas. Y esa racialización étnico-cultural involucra también otras nociones de femineidad: la idea de ser, además de sensuales, amigables, vinculadas a la domesticidad, muy limpias y portadoras de una tendencia "natural" para el cuidado.
     Las migrantes brasileñas no constituyen un contingente homogéneo y son afectadas de maneras diferenciadas por esos procesos de racialización, los cuales trazan fronteras etnosexuales más o menos permeables en torno de ellas en función de una diversidad de aspectos: la clase social de origen, tener o no permiso de residencia en el contexto migratorio, gozar de oportunidades laborales, casarse con hombres residentes de los países receptores y, también, tener hijos con esas parejas españolas. Además, la forma en que se vinculan esas mujeres con las diferencias que las sexualizan y racializan no es estable. Hay movimientos de resistencia y rechazo. Al mismo tiempo, en situaciones específicas, algunas migrantes "performan" los aspectos de las imágenes creadas sobre ellas, que se tornan parte del arsenal utilizado en la lucha por un lugar mejor en esos escenarios, negociando sus posiciones sociales en los contextos migratorios. Ese procedimiento diluye algunos estereotipos en cuanto refuerza otros. Veamos cómo se producen esos movimientos en los mercados del sexo y del casamiento.

Mercados del sexo

     Investigadores/as y agentes que trabajan en entidades que atienden trabajadoras/es del sexo consideran que en España el perfil de la prostitución, así como el de la ocupación en sectores como el servicio doméstico y la agricultura, se modificó a partir de la década de 1990, y pasó a contar con una presencia importante de personas extranjeras (Agustín, 2005). Diversos informes de investigación señalan que la presencia de latinoamericanas se volvió significativa en algunas regiones de España. En ese proceso las mujeres brasileñas se concentraron sobre todo en espacios cerrados, pisos y clubs, conjuntamente con chicas de Europa del Este (rusas, rumanas, de la antigua Yugoslavia, checas) y otras, latinoamericanas (Pons, 2003). En esos espacios sería menor la presencia de mujeres africanas, nítidamente desvalorizadas.
     Uno de los primeros aspectos que me llamó la atención al desarrollar este trabajo fue percibir cómo, en esos espacios, la nacionalidad brasileña tendía a diluirse en una categoría regional, latinoamericana. En este ámbito, la "sexualidad tropical", racializada como morena, no excluye a las brasileñas, pero es frecuentemente asociada a mujeres de las antiguas colonias españolas, entre las que se destacan, según los nichos de prostitución, las colombianas y cubanas. La competencia con ellas es registrada en las palabras de una joven trabajadora sexual que ofreció servicios en Andalucía y en Cataluña:

No hay muchas cubanas, pero hay... Tenemos mucho en común las brasileñas y las cubanas, la religión…, eso de bailar; somos muy parecidas. Pero, claro, en el piso, a ver, las cubanas son tan calientes cuanto las brasileñas, entonces [risas] la competencia... más aun que [con] las colombianas; yo creo que por eso no hay mucha amistad...7

     Esa disputa por clientes, comentada en los estudios sobre el tema en España, es considerada feroz (Oso Casas & Ulloa Jiménez, 2001). Según Pons (2003), en Cataluña los empresarios clasifican a las trabajadoras con base en nociones que atribuyen a latinoamericanas y africanas "el sexo a flor de piel" y, por lo tanto, las perciben con una predisposición natural hacia él. Esto no sucedería con las mujeres del este de Europa, consideradas más cultas y de más categoría. En un ranking organizado sobre la base a de la juventud, belleza, educación y nacionalidad, las españolas encabezarían la jerarquía, seguidas por mujeres del este europeo, latinoamericanas y, en último lugar, africanas.
     En ese escenario, permeado por una lógica que exige diversidad y novedad, los propietarios y gerentes de clubs y pisos eligen a las trabajadoras sexuales buscando variedad en las nacionalidades y estilos corporales considerados atrayentes y evitando
los extremos, representados en su percepción por mujeres negras y, más recientemente, por "orientales". En esos espacios las brasileñas no son privilegiadas, pero son incluidas en el abanico de nacionalidades que, entre las latinoamericanas, tienen "salida" en el mercado.
     Los criterios de los clientes que entrevisté no son coincidentes con los de los empresarios. No obstante, ellos tampoco prefieren a las brasileñas. La heterogeneidad de los consumidores de sexo en España, en lo que se refiere a trazos regionales, edad, clase social, escolaridad, nivel de ingreso y origen impide realizar generalizaciones sobre ellos. Sin embargo, los relatos de los clientes españoles de estratos medios de grandes ciudades, usuarios de clubs y de pisos, con diferentes intereses en la industria del sexo, muestran la relativa irrelevancia de la nacionalidad. Esto es evidente entre los que conceden más importancia a la variedad sobre la singularidad, y también entre los que procuran "naturalidad" y cuidado/cariño en la prestación de servicios sexuales, de acuerdo con lo manifestado por clientes que frecuentan clubs y pisos en Madrid y en Barcelona:

Voy siempre al mismo lugar… Allí hay de todos los colores… rusas, belgas o rumanas, y rubias, hasta negras… Lo que menos hay… son españolas… [He estado]… seguro, con una rumana, una rusa, albanesa… brasileña, argentina… Son todas iguales, al final es todo igual.8

Las últimas veces que he ido… había muchas del este, que, para mí, son las que están más a disgusto… Son de Rusia, Rumania, blanquitas… Esto de los países, yo no soy así. Me gustan ellas como personas, claro, en la cama tiene que estar bien… Pero es el trato que te da… Las latinoamericanas, he estado con brasileña, venezolana, dominicana. Son diferentes de las mujeres europeas, de las marroquíes. Son mucho más naturales a la hora de afrontar la relación entre hombre y mujer, más abiertas, más simpáticas. Creo que la cultura es así, el trato es más agradable.9

Yo no soy alguien que se sienta atraído por la diversidad racial o geográfica… no estoy a ver cuál es el penúltimo grupo de mujeres de procedencia exótica que llega a la calle… Las… latinoamericanas tienen un carácter personal y una cultura sexual diferente de las africanas y de las mujeres de otros países de Europa… Tienen una forma de vivir la sexualidad más cariñosa, más contacto con la piel… Quizás las mujeres africanas sean un poco la antítesis… Y las mujeres del este europeo estarían en el medio, tipo, a veces frío, un sexo de poca caricia, poca ternura... 10

     Según estos relatos, existe una relación entre estilos de sexualidad y región de procedencia de las mujeres, pero no hay una preferencia por una nacionalidad determinada; además, muestran la utilización de las posibilidades abiertas por el mercado, ya que los clientes "aprovechan" la diversidad ofrecida para encontrar relaciones sexuales que, a pesar de ser comerciales, puedan considerar íntimas y cariñosas.
     ¿Cuáles son las marcas de identidad resaltadas por las trabajadoras del sexo brasileñas en este escenario? Ellas tratan de afirmarse en el mercado como brasileñas y, en ese intento, subrayan los mismos atributos. Ser "caliente" y, en algunos casos, "morena", forma parte de ellos, pero las cualidades más destacadas, englobantes, son la alegría, el cariño y el cuidado con relación a los clientes. En los términos de dos hermanas de Rio Grande do Sul, en la franja de los 30 años, rubias, en un club en Bilbao:

¿Las nacionalidades más comunes en los clubes, aquí? Colombianas y brasileñas. Los hombres nos prefieren porque somos más cariñosas, nos preocupamos más por ellos y también somos más naturales...11

     Según lo manifestado por una brasileña con piel del color del chocolate, que se consideraba mulata, de cabellos larguísimos, dorados, con rulos, de 38 años en el momento de la entrevista, trabajadora sexual en la calle, en Barcelona, al reflexionar sobre el "color" de la piel y racismo en España:

Aquí, el racismo es diferente que en Brasil. No está asociado al color, sino a la nacionalidad. Hay lugares en los que no entra ecuatoriano, no importa si es más claro o más oscuro, o moro. Ya, si es brasileño, es más difícil que tenga problemas. Les gusta el Brasil, Ronaldinho, Carlinhos Brown. A ellos les gustan las morenas. Pero lo que más les gusta de mí, como de otras brasileñas, es que soy cariñosa y alegre.12

     Otras entrevistadas añaden al cariño la propensión para la higiene, el ser muy limpias. De manera aparentemente paradójica, ninguna de esas trabajadoras sexuales afirma ser portadora de un saber específico sobre el sexo o realizar prácticas sexuales diferenciadas. De acuerdo con una mujer de 48 años, que se considera blanca, rubia y de ojos verdes, que trabaja en la calle, en Barcelona:

[Las otras], por ejemplo, dejan que el hombre goce en la boca de ellas, sin preservativo, no pasa nada. A los españoles les gustan mucho esas anarquías. Nosotras no lo hacemos. Pero está el otro lado, somos más cariñosas con los clientes.13

     El punto importante es que, en estos sectores altamente mercantilizados de la industria del sexo en España, los atributos que esas migrantes subrayan para afirmar su brasileñidad son la afectuosidad y el cuidado. En este escenario, la supuesta sexualidad exacerbada, asociada a un saber específico y vinculada a la valorización del color "moreno", se torna secundaria. En la performance del sex-appeal étnico, que parece ser afirmado como un "bien" por las trabajadoras del sexo entrevistadas, las cualidades destacadas tienen cierto sabor a domesticidad. Accionándolas, ellas procuran posicionarse en un contexto marcado por la competencia por clientes entre mujeres de nacionalidades diversas.

Mercados de casamiento

     Las entrevistadas que no trabajaron en la industria del sexo y que se casaron con hombres españoles convergen en afirmar la presencia de estereotipos sobre la brasileñidad, que se manifiestan de manera recurrente. Se trata de la vinculación del Brasil con la música, el samba, la alegría, la abertura y la sensualidad, el gusto por cuidar de la pareja y de los niños y la valorización de la maternidad. Paralelamente, la idea de que la sensualidad brasileña está vinculada a la prostitución se repite incesantemente.
     En las experiencias de las entrevistadas casadas con españoles, sin embargo, esa relación afecta de manera distinta a las mujeres en función de diferentes factores. El "color" es uno de ellos. La sexualización es más intensa cuando ellas son percibidas, en términos del fenotipo, no como mestizas, sino como negras. Esa intensidad depende también de la posición social que las mujeres tienen en España, asociada, más que a los ingresos, a una combinación del grado de escolaridad, que entre las entrevistadas tiende a estar vinculado a la clase social de origen, con la inserción social de la pareja española.
     Las mujeres que se consideran negras y las migrantes con menos escolaridad sienten con más fuerza el peso de la sexualización, con una doble carga negativa de promiscuidad y de desconfianza que las persigue en la búsqueda de pareja y en las relaciones amorosas estables, en las que a los celos se suma la duda relativa a la realización de casamientos por interés, "papeles" y beneficios económicos.
     Los relatos de tres entrevistadas, recolectados en Barcelona, Granada y Antequera, ofrecen una idea de los efectos diferenciados de los procesos de sexualización y racialización que afectan a las brasileñas en el ámbito del mercado matrimonial en España. El relato de una carioca de 42 años que se considera negra, enfermera en un hospital de Granada, madre de una niña nacida en España, muestra el peso que tiene ser "de color", inclusive para alguien que, como ella, conoció a su marido viajando como turista, y lo recibió después en Río de Janeiro, donde era profesora en una de las universidades con más prestigio en el país:

Aquí en España dicen: "Ah, qué bien que te has casado con un español"… Son llenos de prejuicios… Aquí [siendo] de color… Todos: "Ah, eres brasileña, ¿no?". Ya piensan en nosotras en cosas ligadas al sexo, "¿Trabajas en eso?" Lo primero que piensan, brasileña que se casa con español tiene el estigma de que la sacó de un prostíbulo. Hija, estás equivocada, soy enfermera… Entonces, para que veas, tengo un auto, si tienes un auto, debes ser una puta de lujo… Si vas muy bien vestida, uy, debes cobrar caro… Desde el comienzo tuve muchos problemas con la familia de él, por ser de color… No me aceptaron. Los españoles dicen que, cuando nos casamos con ellos, es como si hubiéramos ascendido y mejorado. Y no es así. Adriana, vivo aquí hace 13 años. [Esto] es el norte de África, no es Europa. Río es mucho más evolucionado.14

     La entrevista con una pareja "mixta", un profesor universitario catalán, de 51 años, y su esposa brasileña, de 28, alumna de postgrado y profesora en el Ayuntamiento de Barcelona, muestra la percepción de esa noción y las estrategias para neutralizar la idea de "casamiento por interés" en la ciudad de origen del marido. El relato de él, con algo de humor, es atravesado por una mezcla de irritación e indignación.

Hay dos cosas que tenemos que contarte. La primera es la boda y después el tema legal… La boda, en el pueblo, era una boda civil. Pero lo hicimos de tal manera… que demostrara que no es ninguna boda por interés... En todo caso, que es una boda buena porque ella es guapa y yo soy más viejo… Fue estratégico el hecho de llegar al pueblo, decir que nos casamos… presentarla en el bar... Invité a los que gobiernan la ciudad, el alcalde. La presenté a todo un círculo… La boda fue en el ayuntamiento… Había gente del Gobierno allí. Lleno de simbolismo brasileño… Después… en el juzgado... [fue la] entrevista para matrimonios extranjeros... A mí me daba vergüenza que mi país, que el juez me preguntara cosas, me daba aun más por ella... Finalmente, le dije: "¿A ver lo que usted quiere saber? ¿Usted me pregunta las cosas para saber si me caso por interés, o si ella se casa por interés, por los papeles? Pues sí. Si señor, me gustaría ser brasileño…". Siempre se parte de la idea de que es la brasileña que quiere ser de aquí. Nunca se parte de la idea de que yo quiero ser brasileño.15

     El tercer relato, de una entrevistada de 42 años, con escuela secundaria completa, madre de dos hijos brasileños, que trabaja en el servicio doméstico y también en un bar, en Antequera, remite a la fuerza que, en esa ciudad y en el sector social en el que ella circula, adquieren las narrativas sobre casamientos "por conveniencia," a punto de interferir en el fin de una relación duradera con un español:

Conocí al español en el bar. Era muy guapo. Alto… Cuando fuimos a vivir juntos, él se quedó sin trabajo, y entonces iba mucho a la calle y se quedaba conversando con uno y otro, y aquí hay muchos problemas de extranjeros… Las rumanas, la mora, que no quiere más que sacar plata... tienen interés, de papeles, también de dinero. [Pero] yo no necesitaba nada, tenía papeles, tenía trabajo. Me separé por eso… Los dos años en que estuve con él no miré a otro hombre, lo respeté, como una tiene que respetar… [Pero el] empezó a cavilar… Yo llegaba a casa, trabajaba en dos lugares. Él no me hablaba más… empezaba a decir cosas que había escuchado en la calle…16

     En las narrativas, entre las mujeres que sufrieron con las sospechas de familiares del marido, de conocidos y vecinos de haberse casado "por interés", varias habían regularizado su situación migratoria antes de la boda. Una parte significativa de las mujeres, de diferentes orígenes sociales y económicos, ocupadas en distintos sectores de actividad en España, sin embargo, se había casado "por papeles", pero esos enlaces fueron el resultado de relaciones duraderas y estables, formalizados para resolver la situación migratoria del compañero o de la compañera.
     Varias de las entrevistadas se esfuerzan por separar la noción de "interés" de sus casamientos. Ese procedimiento, asociado a la necesidad de enfrentar los estigmas que afectan los casamientos "mixtos" que incluyen personas de países "pobres," remite a nociones diseminadas sobre la contaminación que la presencia de los intereses, principalmente los económicos, produce en las relaciones íntimas (Zelizer, 2009). En términos analíticos, sin embargo, los "intereses" están presentes en el conjunto de relaciones consideradas, lo que no es en absoluto sorprendente, teniendo en cuenta la larga tradición antropológica de estudios sobre estrategias matrimoniales. Me refiero al análisis de Bourdieu (1972) de cómo tradiciones culturales particulares desarrollan principios dirigidos a la reproducción social, interiorizados por los agentes sociales. Se trata de principios que incluyen "cálculos" cuidadosos que operan de manera predominantemente inconsciente y, según la clase social, se dirigen a asegurar la transmisión del patrimonio o la reproducción de la fuerza de trabajo.
     El conjunto de los relatos permite percibir que, más allá de los "papeles" e incluso entre las personas que ya tenían una situación migratoria regular cuando se casaron, los matrimonios implican otros intereses que, a veces, abarcan aspectos económicos, pero no se reducen a ellos. Entre las mujeres originarias de los estratos sociales más bajos y con menos escolaridad, dos nociones difundidas en Brasil, ayuda y estabilidad, favorecen la comprensión esos intereses.
     En Brasil, la ayuda remite a contribuciones económicas que, aunque consideradas relevantes, no constituyen la principal fuente de recursos para la subsistencia (Gregg, 2006). La ayuda puede contribuir para la estabilidad, en el sentido de permitir una vida sin dificultades económicas, con algún "futuro". Esos dos términos nativos son reconfigurados en el exterior.
     En el contexto migratorio, en el ámbito de las relaciones con hombres españoles, esas nociones van más allá de los aportes económicos directos. Por distintos motivos, varias de las entrevistadas obtienen ingresos más elevados que sus maridos. Algunas con más escolaridad que ellos, después de homologar sus diplomas universitarios, principalmente en las áreas médicas, que tienen gran demanda de mano de obra en España, tuvieron acceso a trabajos con ingresos más elevados que los de ellos. Otras, con menor escolaridad, porque los ingresos obtenidos en la industria del sexo eran superiores a los de los maridos, o porque la crisis económica en España afectó con mayor intensidad el trabajo de sus parejas, en la construcción y en la agricultura, que el trabajo femenino, como asistentes domésticas o de cuidar ancianos.
     En el entorno migratorio, la ayuda también evoca un apoyo emocional que, en algunos casos, contribuye para el abandono de la industria del sexo o para la fuga de los trabajos en el servicio doméstico, en los cuales hay una intensa presión para que las migrantes también ofrezcan servicios sexuales. En las palabras de una brasileña de 24 años, que había llegado cinco años antes a Antequera, de una ciudad de 15.000 habitantes en Mato Grosso, y que se casó con un andaluz diez años mayor que ella, hijo menor de una familia de pequeños propietarios rurales:

Fui a trabajar, cuidando a una mujer mayor... Ella tenía cuatro hijos, ya mayores también, y uno de los hijos empezó a pasarse un poco. A abusar… Eran cuatro hijos solteros. De cuarenta y ocho años, cincuenta y tantos años. Me decían cosas. Yo dormía al lado de la mujer mayor y, para ir para la habitación de ellos, tenían que pasar dentro de esa habitación. Cuando nosotras ya estábamos acostadas… él venía a tocarme los pies y se pasaba, ¿sabes? Y yo le decía que me dejara en paz, que lo iba a denunciar, y la madre, como no estaba muy bien de la cabeza, decía: "Niño, déjala quieta". He estado seis meses para pagar el billete que estaba debiendo en Brasil… Ahí conocí a mi marido, me lo han presentado, estaban buscando una novia para él, le presentaron unas tres o cuatro brasileñas, mira [risas]. Es que él nunca ha tenido novia antes. Tenía treinta años…, nos presentaron…, nos fuimos conociendo, ya vino a llamarme para salir, para ir a ver películas, esas cosas, y ya está…17

     La idea de estabilidad alude a cierto bienestar económico. Según la peluquera de Campinas, que trabajó en la agricultura y hoy es ama de casa después de haberse casado con un camionero de Antequera:

Mi marido está bien. Trabaja en una empresa, hace ya seis años, es un buen empleo, gana 1800 euros. Es una persona dedicada. Español, cuando es para ser trabajador, es trabajador. Hoy mismo salió a las 4 de la mañana de mi casa. Trabaja mucho… Tengo una vida estable con él.18

     Esa noción también incluye el proceso de completar de manera exitosa el proyecto migratorio, mediante la realización del casamiento. Los lazos conyugales permiten una considerable ampliación de redes sociales que ofrecen diversos tipos de recursos, incluso emocionales y, de manera directa o indirecta, posibilitan el acceso a una posición social y política más elevada, en términos transnacionales. En ese punto, la noción de estabilidad también encuentra ecos en las relaciones de las entrevistadas que provienen de estratos sociales más altos de Brasil. Estas últimas destacan el nivel socioeconómico equivalente o hasta superior, que tenían en ese país, en relación con las parejas españolas. Pero, como observa Thai (2003), al evaluar las posiciones sociales de las personas que concretan un casamiento transnacional, más allá de la que poseen en su país de origen, es relevante considerar la jerarquía de nacionalidades en términos globales.
     Esas uniones "mixtas" pueden exponer a las mujeres a riesgos determinados, particularmente a aquellas sujetas a un grado más intenso de desigualdad y racismo. Esos casamientos, sin embargo, son deseados por diversos motivos. Más allá de constituir la vía principal para obtener visados de residencia en el marco de políticas migratorias cada vez más restrictas, para las entrevistadas originarias de estratos más bajos en Brasil, contribuyen, con frecuencia, a modificar su posición social en ese país. Esto involucra cierta movilidad en términos de clase social, obtenida mediante la compra de casas, pequeños negocios o tierras, y también el aumento de su influencia en la familia de origen, mediada por el poder económico que se traduce en remesas de dinero y compra de inmuebles. Y, para todas las entrevistadas, incluyendo a aquellas originarias de clases sociales más elevadas, esos casamientos operan como unos de los principales medios para obtener la ciudadanía cultural (Ong, 1996) en España.
     En la búsqueda y manutención de esas relaciones, entrevistadas de diversos orígenes sociales accionan atributos de brasileñidad. Pero revelan atributos distintos, combinando de maneras diferentes aquellas cualidades que se vinculan a la nacionalidad. Las mujeres que tienen grados más elevados de escolaridad no dejan de aludir a la sensualidad, la alegría, la propensión al cuidado y la valorización de la maternidad y la familia. Sin embargo, subrayan otros atributos: la flexibilidad, la maleabilidad y la creatividad. Entre profesoras, médicas y empresarias, esos atributos son percibidos como aspectos que contribuyeron en sus relaciones amorosas y que también les abrieron caminos, en términos laborales, en diferentes sectores de actividad.
     Las entrevistadas originarias de estratos sociales más bajos en Brasil, con menor escolaridad, revelan otras cualidades. También incorporan la alegría y la sensualidad, pero afirman rasgos asociados al cuidado, basados en una intensa afectuosidad, y a la limpieza como marcas destacadas de la brasileñidad. En el proceso de neutralización de los estereotipos negativos vinculados a la sexualización y racialización de la que son objeto, estas entrevistadas acentúan su inmenso compromiso con la domesticidad y la familia, particularmente con los hijos. Estas mujeres actúan, sobre todo, la imagen de esposas dulces, domésticas, dedicadas, ávidas por ser madres y también sensuales. Sin duda, parte de las cualidades con las que tratan de valorizarse en el mercado matrimonial también mantienen vinculación con las áreas laborales en las que ellas se ocupan. El punto que me interesa subrayar, sin embargo, es qué parte significativa de los atributos accionados como rasgos étnicos por estas mujeres se aproxima a las cualidades destacadas por brasileñas originarias de los mismos estratos sociales, que disputan clientes en los mercados del sexo en España. Y esto nos conduce a considerar los efectos de las actuaciones de la brasileñidad en las imbricaciones entre prostitución y casamiento.

Imbricaciones

     Tres décadas atrás, siguiendo líneas análogas a las formulaciones de Bourdieu sobre estrategias matrimoniales, Alain Desroisières (1978) delineaba distinciones entre los mercados del sexo y del casamiento. De acuerdo con el autor, ellos no son independientes, pero tampoco coinciden. Las relaciones situadas en el mercado del sexo son externas al casamiento. Regidas por la libido y por relaciones interpersonales, siguen leyes diferentes a las que rigen el casamiento. Este último es la forma jurídica de un tipo de relación que, socialmente aprobada, se aleja de la idea de transgresión, constitutiva del mercado del sexo. Y, en un marco en el que la acumulación de capital material y simbólico posibilita el acceso masculino a la sexualidad de un número mayor de mujeres, para los hombres de clases populares, con recursos económicos y sociales inferiores, el casamiento se impone como única vía de acceso a la sexualidad femenina.
     Esas formulaciones fueron elaboradas tomando como referencia la sociedad francesa de la década de 1970, que aparece como cerrada y marcada sobre todo por diferencias entre clases sociales. Pero en la década de 2000, en el marco de la transnacionalización de los dos mercados, cuando algunos hombres europeos se casan con mujeres del Tercer Mundo que encuentran en los mercados del sexo, las fronteras entre ellos parecen desdibujarse en lo que se refiere a la elección del cónyuge. Esa disolución no es banal, pues incide en la irrupción de la transgresión en el ámbito del mercado matrimonial. Me refiero al desafío de normas homogámicas y "homocromáticas", cuando el casamiento une a personas en situaciones desiguales, en términos del posicionamiento estructural de sus países de origen, de clase social y de acceso a la documentación, que son afectadas por procesos diferenciados de racialización, de los que forma parte la erotización de las personas situadas en posición inferior.
     La afirmación de atributos análogos, vinculados a la brasileñidad, por mujeres originarias de estratos populares en Brasil, en el ámbito de los mercados del sexo y del casamiento, podría sugerir que esa afinidad facilita el tránsito entre unos y otros. Sin embargo, cuando los hombres españoles escogen como esposas a brasileñas que encontraron en el ámbito de la prostitución, surgen importantes tensiones.
     Entre las entrevistadas que trabajaron como prostitutas en España se delinean tres estilos de relaciones amorosas estables: el casamiento con un cliente, mientras permanecen en el mercado del sexo con el conocimiento del marido; el casamiento que redunda en el abandono de esa actividad; y el noviazgo, con el ocultamiento del trabajo como prostituta. Pero las cualidades que contribuyen al posicionamiento de estas mujeres en la industria del sexo no necesariamente las auxilian en la apertura de espacios de agencia en el ámbito de esas relaciones.
     Una de las pocas entrevistadas que afirma la compatibilidad entre el casamiento y el trabajo en la industria del sexo me invitó a almorzar en su casa de Barcelona un lunes, día libre para ella y para el marido, camarero de un bar. Él, hijo de andaluces, amable y alegre, preparaba aperitivos en la cocina. El departamento, confortable, estaba muy limpio, organizado y repleto de fotografías de familia, la familia brasileña de ella y la familia española de él, colgadas en paredes opuestas. Mientras él trabajaba en la cocina, bromeando al decir: "¿Has visto cómo ella me explota?", nosotras conversamos en la sala, sentadas en un sofá de color rosa Dior. Ella contaba que el trabajo había empeorado en Barcelona después de la crisis y, bajando la voz, me dijo que tenía ganas de probar suerte por un par de semanas, trabajando en la prostitución en Australia. Pero creía que él, que estaba de acuerdo con que mantuviera su trabajo para acabar de pagar las tierras que compró en Brasil, no vería con buenos ojos ese nuevo viaje. Y ella no quería crear problemas:

¿Has visto cómo es? Es bueno. Estoy bien con él, no estoy enamorada… Pero la pasión, eso pasa, él es bueno, alegre, bebe una cervecita y ya está, le gustan las fiestas, es compañero.19

     En las narrativas de esas mujeres, sin embargo, la armonía en las relaciones con clientes o con hombres que saben que ellas trabajan en el mercado del sexo es considerada inusual. En ese punto los relatos coinciden con observaciones presentes en otros estudios sobre el mercado del sexo en España (Oso Casas, 2010). Las narrativas de otras entrevistadas remiten a relaciones en las que la recreación de cualidades vinculadas a la domesticidad no siempre neutraliza el estigma que envuelve el trabajo sexual. En el relato angustiado de una brasileña, que dejó el trabajo en un club al casarse con un vasco, madre de dos niños pequeños:

Él dice que nuestra relación no es normal, porque en una relación normal las personas se conocen en otro lugar y no en un club… Vive humillándome, me dice que soy asquerosa... Y yo, aguantando... No me arrepiento de haber venido acá, de haber tenido mis hijos… de trabajar en el club tampoco. A veces me da una locura por volver, porque no hay trabajo en el que se gane ni la mitad. Me arrepiento de no ser más yo, de estar dependiendo de él…20

     Las narrativas remiten a tensiones cotidianas en el ámbito de la intimidad, revestidas de nociones de "diferencia cultural" en un juego en el que, en cuanto ellas afirman sus cualidades de limpieza corporal y temperamento cariñoso, sus parejas las rebajan alternativamente, como brasileñas, o remitiendo a la categoría más englobante, sudamericanas. Una trabajadora sexual de São Paulo describió las relaciones sucesivas que tuvo con novios con los que se fue a vivir en los siguientes términos:

El primero era un catalán, y no funcionó. Él sabía de mi trabajo. Salimos un mes y medio, y me fui a vivir con él. Él no quería que continuase trabajando, y dejé. Pero… en un mes me fui de su casa. Fue terrible… Los catalanes tienen una cultura así de ser avaros… El primer choque cultural fue en relación con la higiene. En Brasil nos bañamos dos veces por día y nos cepillamos los dientes tres veces por día… Aquí, no. Se bañan y cepillan los dientes una vez por día, ¡y no usan hilo dental! Y eran unas peleas. Mi baño era de 20 minutos y él golpeaba la puerta: "¡Estás gastando agua y gas!"… Yo le decía que era un sucio… Aquí las personas son muy frías. Los brasileños son más cariñosos, si te gusta la persona, haces sexo un montón de veces y él no, solo una vez por semana. Tenía grandes prejuicios con relación al Brasil. Y en cualquier discusión salía que yo había sido prostituta. Cuando terminamos y volví a trabajar [en la prostitución] amenazó con denunciarme si no pagaba las cuotas de una moto que compró… Después tuve un novio alemán. Duró dos años… Con este dejé claro que no iba a parar de trabajar. Él nunca tocó el asunto. Pero tuvimos una discusión porque él fue infiel… descubrí que él continuaba yendo a clubes [de prostitución]. Y ahí él me dijo: "¿Pero acaso tú no vas todos los días?" Y, sexualmente, quería cosas que yo sé que, con una novia normal, él no pediría… Un hombre, cuando sale con una mujer que trabaja en la prostitución, ya siente esa libertad. No veo eso tan negativo. Pero, después quiso otras cosas, ir a un lugar de intercambio [de parejas]. Y yo pensaba: "Ya hice eso cobrando, pero no tengo por qué hacerlo con un novio…". Para él una sudamericana solo podía trabajar en la limpieza o en la prostitución. Terminé la relación, pero sufrí mucho… Por eso, mi novio de ahora no sabe nada.21

     Estos relatos indican que la superposición entre los mercados del sexo y del casamiento produce tensiones específicas. La elección de pareja en el ámbito del mercado del sexo parece sugerir modificaciones en el trazado de límites morales. Sin embargo, estas narrativas sobre relaciones amorosas y conyugales muestran el esfuerzo constante realizado para delinear las cualidades morales apropiadas para ese tipo de intimidad. En este punto, a pesar de que los atributos afirmados en uno y otro mercado sean análogos, las fronteras morales interfieren en cómo las parejas españolas los leen. En los términos de Zelizer (2009), las relaciones de intimidad sexual implican a menudo transferencias de dinero, pero distintas clases de intimidad envuelven distintas cualidades morales. Esta idea contribuye a la comprensión de la tensión constante suscitada por los procesos de sexualización que afectan a estas entrevistadas en sus relaciones amorosas y el poco éxito de varias de ellas en sus esfuerzos para neutralizarlos.

Conclusión

     En los contextos migratorios aquí considerados, las relaciones entre género, raza, nacionalidad, sexualidad y clase se articulan en el trazado de fronteras etnosexuales en cuyo marco se localizan las experiencias de migrantes brasileñas. En el ámbito de estas delimitaciones, las intersecciones entre las mencionadas categorías dotan de sentido tanto la percepción que se tiene de esas migrantes como sus acciones, que ponen en combinación diferentes atributos. La neutralización de los atributos considerados negativos activa otros, también asociados a rasgos étnicos, que ellas vinculan a la brasileñidad, en procesos en los que la "identidad nacional" aparece como recurso de autoafirmación en el contexto migratorio para mujeres migrantes de diferentes estratos sociales de Brasil.
     En principio, esas articulaciones de atributos ubican a estos grupos en posiciones de inferioridad, en especial a las mujeres con menores recursos y a aquellas consideradas negras, lo que, con frecuencia, tiene efectos concretos en su inserción laboral; y también afecta de manera negativa a algunas trabajadoras del sexo en sus relaciones amorosas y conyugales. Al mismo tiempo, las ambigüedades y contradicciones involucradas en esos procesos de racialización/sexualización, articulados con nociones de género y nacionalidad, abren brechas para las negociaciones de muchas de esas mujeres en esos contextos migratorios. Estas negociaciones solo pueden ser comprendidas si consideramos que las formas de categorización pueden limitar, pero también favorecer, la construcción de espacios para la agencia.

Notas

1Agradezco el apoyo de las agencias e instancias que posibilitaron la realización de este trabajo, FAPESP, CAPES y CNPq y el máster Erasmus Mundus GEMMA, coordinado por la Universidad de Granada.

2Ver: < http://www.itamaraty.gov.br/assistencia-consular> [consulta: 20/08/11].

3Esa fase del trabajo de campo incluyó la observación en entidades que apoyan a trabajadoras/es del sexo, en espacios destinados a la oferta de esos servicios en la calle, pisos y clubs, y entrevistas en profundidad a dieciséis mujeres y cinco travestis brasileñas, la mayor parte trabajadoras del sexo; a cinco clientes españoles y a cuatro propietarias/os de establecimientos destinados a la prostitución. Esas entrevistas fueron realizadas en pisos en los que se ofrecen servicios sexuales, cafés y bares "étnicos" brasileños y en sus propias casas. También se realizaron entrevistas en profundidad a veintiocho agentes vinculados a diversas entidades de apoyo a migrantes y/o a trabajadoras del sexo, funcionarios de los Consulados de Brasil en Barcelona y en Madrid, al representante legal de la Asociación Nacional de Clubes de Alterne (ANELA) en Barcelona y a funcionarios de la Comisaría de Extranjería. La investigación incluyó también el análisis de fuentes y de material secundario, y de una página web española destinada a clientes de prostitutas.

4En esa fase del trabajo de campo, en las tres ciudades, además de la observación en espacios de trabajo y sociabilidad, en hogares y organizaciones de apoyo a migrantes, he utilizado otras herramientas de registro para las entrevistas, como un grabador. Es el caso, por ejemplo, de las entrevistas a quince migrantes brasileñas, a tres hombres brasileños y a tres españoles.

5Observo que ninguna de esas entrevistadas estaba en situación de trata, a pesar de que dos de las que viajaron con el objetivo de realizar servicios sexuales en España lo hicieron contrayendo deudas con propietarios de clubs, que saldaron en algunos meses (Piscitelli, 2009).

6Entrevista realizada en Antequera, febrero de 2009.

7Entrevista realizada en Barcelona, septiembre de 2007.

8Entrevista realizada en Barcelona, diciembre de 2004.

9Entrevista realizada en Madrid, abril de 2007.

10Entrevista realizada en Madrid, marzo de 2007.

11Entrevista realizada en Bilbao, diciembre de 2004.

12Entrevista realizada en Barcelona, diciembre de 2004.

13Entrevista realizada en Barcelona, noviembre de 2004.

14Entrevista realizada en Granada, marzo de 2009.

15Entrevista realizada en Barcelona, marzo de 2009.

16Entrevista realizada en Antequera, marzo de 2009.

17Entrevista realizada en Antequera, febrero de 2009.

18Entrevista realizada en Antequera, marzo de 2009.

19Entrevista realizada en Barcelona, marzo de 2010.

20Entrevista realizada en Bilbao, noviembre de 2009.

21Entrevista realizada en Barcelona, marzo de 2010.

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