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Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.18 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2012

 

DOSSIER

Revisitando la relación entre géneros y migraciones. Resultados de una investigación en Argentina*

 

Ana Inés Mallimaci**

** Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género / CONICET.

*Fecha de recepción: 8 de junio de 2011.
Fecha de aceptación: 1 de noviembre de 2011.


Resumen

En los últimos años existe un interés creciente en la agenda pública sobre las mujeres migrantes. Un tema que hasta hace pocos años resultaba marginal se instala como elemento insoslayable de los temas migratorios contemporáneos a través, especialmente, del discurso sobre la feminización de las migraciones y los hogares y maternidades transnacionales.
     Si bien mi análisis parte de la crítica construida por los estudios de género y feministas al canon migratorio, el caso que he investigado me obliga a tomar cierta distancia del, ahora, legitimado discurso científico sobre las migraciones generizadas.
     En este sentido, el objetivo del artículo es doble: por un lado, demostrar que gran parte de las categorías que se han instalado en la actualidad responden a un tipo de migración femenina, aquella experimentada en los países europeos y norteamericanos, que no necesariamente colabora en la comprensión de las migraciones entre países latinoamericanos. Por otro lado, se mostrarán los aportes de la perspectiva de género en la comprensión de las migraciones de varones y mujeres, a partir de los resultados de una investigación realizada entre familias bolivianas residentes en la ciudad de Ushuaia. En el caso analizado, las mujeres bolivianas se trasladan en contextos familiares, y suelen ser los varones quienes cumplen el papel de pioneros de la migración. Aun así, se demostrarán los aspectos productivos y económicos que atraviesan los proyectos migratorios de estas mujeres cuyo tipo migratorio ha sido invisibilizado en los estudios clásicos y opacado por el discurso de la feminización centrado en las mujeres pioneras.

Palabras clave: Migración boliviana; Género; Mujeres; Ushuaia.

Abstract

In recent years witnessed a growing interest on migrant women in the public agenda. One issue that until recently was marginal, is defined as a necessary element of contemporary migration, especially the discourse on the feminization of migration, transnational motherhood and transnational households.
     While my analysis comes from the criticism contained in gender studies and feminist to the immigration canon, the investigated case leads me to take some distance from the, now legitimated, scientific discourse on gendered migration.
     In this sense, the purposes of the paper are: firstly to show that many of the main categories of the contemporary field of gender studies and migration respond to a type of female migration, that experienced in European and North American countries, which not necessarily contribute to the understanding of migration between Latin American countries. It will further examine the contributions of the gender perspective in understanding the migration of men and women on the basis on the results of research about Bolivian families residing in the city of Ushuaia.
     In the present case, Bolivian women move with their families and are often men who play the role of being the backwoodsmen of migration.
     Even so, the article proved that these women include economic and productive dimensions in their migration projects. It is this type of migration that has been invisible in classical studies and overshadowed by the discourse of feminization.

Keywords: Bolivian migration; Gender; Women; Ushuaia.


 

1. Introducción1

     Cuando fui convocada a formar parte de este dossier, rememoré inmediatamente una anécdota personal cuyo recuerdo atraviesa los fundamentos del presente artículo. Meses atrás presenté a una reconocida revista internacional un artículo sobre el análisis de las trayectorias femeninas de las mujeres bolivianas que he investigado. El trabajo se centraba en mujeres que habían migrado en contextos familiares, las unidas en pareja lo habían hecho junto o posteriormente a sus compañeros (incluyendo a los/as hijos/as, en el caso que los/as tuvieran), las solteras con hijos/as también habían migrado con ellos/as. Se trataba de una modalidad "clásica" de migración. Mis argumentos, sobre los cuales volveré en este trabajo, enfatizaban la importancia de incorporar la perspectiva de género para analizar las trayectorias "clásicas" de estos varones y mujeres, cuyo patrón migratorio suele interpretarse en análisis desgenerizados. En el dictamen de evaluación se me pedía que incorporara textos sobre hogares y maternidad transnacional, a lo que respondí que estaban incorporados en la parte introductoria como repaso de los temas y perspectivas que habían trabajado con mujeres migrantes. Era inútil incluirlos en el análisis dado que las mujeres sobre las que indagaba habían migrado junto con sus hijos/as, y no se trataba de mujeres pioneras de la migración. Independientemente del final de la anécdota, este intercambio me resultó revelador y expresivo de un debate, aún, pendiente: ¿qué significa hacer estudios que vinculen trayectorias migratorias con problemáticas de género? En el caso de la anécdota, aquello que se esperaba de un artículo cuyo tema abarcaba a las mujeres migrantes e incorporaba una mirada generizada sobre las migraciones se vinculaba a un tipo de mujer migrante: la pionera, "trabajadora" que produce nuevas formas familiares ancladas en la transnacionalidad. La temática sobre las mujeres migrantes se expresaba en el lenguaje de la feminización de las migraciones laborales.
     En el campo de los estudios de género y migración nos encontramos en la actualidad en una etapa de reflexión y balance sobre el estado y alcance de las investigaciones realizadas. Es el caso de los artículos de Pierrette Hondagneu-Sotelo (2011), Laura Oso Casas (2008) y Catarino y Morokovasik (2005). Tal como lo señalaron estas últimas, parte sustancial de las estrategias que legitimaron la realización de investigaciones sobre mujeres migrantes se basó en subrayar la contradicción existente entre la feminización de las migraciones, en términos cuantitativos, y la ausencia de las mujeres como sujetos activos de las mismas. Sin embargo, como lo destacan las propias autoras, ya no es tiempo de denunciar silencios, olvidos y la invisibilidad con relación a las mujeres migrantes cuando se constata la rica y expansiva producción científica sobre migración y género. En la región latinoamericana, y en nuestro país específicamente, de modo quizás no tan prolífico pero con igual importancia, también se ha instalado el tema superando el momento inicial de la denuncia científica. Se han producido investigaciones sobre el efecto del género en las trayectorias migratorias (Caggiano, 2003; Courtis & Pacecca, 2010; Magliano, 2007), en las mujeres migrantes y el mercado de trabajo (Cacopardo, 2002, 2004), en su relación con el trabajo doméstico (Buccafusca & Serulnicoff, 2005) y las vinculaciones con la trata (Courtis & Pacecca, 2008). También debe destacarse la visibilidad que alcanza la mujer migrante como actor social relevante en los discursos, recomendaciones y lineamientos de la agenda global y regional sobre migraciones (Magliano & Domenech, 2008). Sin duda, el propósito de los primeros trabajos se ha logrado: el hablar hoy de las migraciones no puede hacerse sin hacer, al menos, referencia a la presencia de mujeres migrantes. Esta nueva etapa habilita y requiere la elaboración de nuevas preguntas, ya no sobre la invisibilidad de mujeres migrante, sino por el modo en que se han "visibilizado". Parte de la respuesta radica en la constatación de que en los países europeos y norteamericanos se produce un pasaje de la denuncia de la invisibilidad al discurso de la feminización de las migraciones (Oso Casas, 2008). La influencia de esta definición es considerable en el campo de los estudios migratorio latinoamericanos, especialmente aquellos financiados por las agencias internacionales, que hacen propio este discurso.
     El valor de los trabajos realizados sobre los tópicos relacionados con la feminización de las migraciones es invalorable. Nos han mostrado a mujeres migrando, trabajando y sosteniendo lazos familiares, redefiniendo las categorías clásicas sobre la migración y los/as migrantes, ejerciendo ciudadanías y maternidades transnacionales, emprendiendo empresas informales, etc… Se trata, asimismo, de categorías cuyo origen se asienta, en los mejores casos, en profundas investigaciones empíricas. El problema radica, sin embargo, en la descontextualización de los conceptos y la suposición, implícita en la anécdota que inicia estas palabras, sobre los contenidos obligatorios que debe presentar un trabajo sobre las migraciones y los géneros.
     En el primer apartado me propongo deconstruir los elementos centrales de este discurso para recontextualizarlo como una descripción particular de un tipo de trayectoria femenina en las migraciones. Se trata de objetar lo que Alejandro Grimson denuncia como "ilusión academicista" que busca ocultar la propia contextualidad de sus postulados (Grimson, 2011: 37). Las descripciones y categorías analíticas producidas desde esta perspectiva han mostrado rostros novedosos sobre la migración que requieren ser resituados con el fin de visualizar su real alcance.
     En la segunda parte del trabajo, serán presentados los resultados de una investigación realizada en Ushuaia sobre la construcción de la comunidad boliviana. Si bien la investigación no tuvo como objeto las trayectorias migratorias femeninas, sino otras áreas de los estudios migratorios -como aquellos relacionados con las modalidades de movilidad y permanencia, la forma de construcción comunitaria y un análisis sobre la desigualdad local-, se argumentará sobre las virtudes que una mirada generizada tiene en los estudios sobre las migraciones, aun cuando en ella las mujeres migren en contextos familiares. El análisis generizado y la introducción de los "temas feministas" (entre ellos, las diferencias y desigualdades ancladas en la construcción simbólica y cultural sobre lo femenino y lo masculino, las críticas a las dicotomías privado-público, productivo-reproductivo) fueron aportes necesarios para la comprensión profunda de los fenómenos estudiados. Los resultados seleccionados para este artículo se organizan en torno a dos ejes: la dimensión productiva presente en la trayectoria de las mujeres migrantes "acompañantes" de los pioneros y, luego, la articulación entre la problemática de la discriminación y las relaciones de género.

2. Formas, sentidos y supuestos de la feminización de las migraciones

     La "feminización" hace hincapié en dos dimensiones centrales: un aumento cuantitativo de las mujeres en las migraciones y un cambio cualitativo en su rol dentro de las migraciones. No se trata únicamente de un aumento en la cantidad de mujeres migrantes, sino de su participación como pioneras del movimiento, es decir, como el primer eslabón de la cadena migratoria; lo que las diferenciaría de sus antepasadas, cuyo movimiento era explicado, sobre todo, bajo el modelo de la "reunificación familiar".
     La "migrante ideal" construida desde esta perspectiva es la mujer "trabajadora" que migra sin pareja motivada por cuestiones estrictamente "laborales" o "económicas". La feminización de las migraciones hacia los países desarrollados está asociada al crecimiento de una "cadena mundial de cuidados" (UNFPA, 2006) que no es otra cosa que la transferencia transnacional del trabajo reproductivo (Pedone & Gil Araujo, 2008) como respuesta a una "crisis de los cuidados" que afecta a los países centrales. Se trata asimismo de una nueva estratificación del mercado de trabajo a nivel mundial que genera una demanda de mano de obra femenina que ha acelerado los movimientos. Este tipo de trayectoria migratoria ha generado temas novedosos y fructíferos, como lo son aquellos relacionados con el estudio de las "familias transnacionales" y la maternidad trasnacional (Hondagneu-Sotelo, 2000; Hondagneu-Sotelo y Avila, 1997; Pedone, 2002; Pedone & Gil Araujo, 2008; Poggio & Woo, 2000). La feminización de la pobreza, juntamente con la demanda laboral de mano de obra femenina, particularmente para el servicio doméstico, son las condiciones que explican la presencia de mujeres migrantes que se desplazan dejando a sus hijos/as en la ciudad de origen, pero que se esfuerzan en continuar ejerciendo lo que consideran que son sus "deberes maternales"; así, permanecen atentas a la crianza de sus hijos/as comunicándose con ellos/as y con quienes están a cargo, gestionando "el cuidado a la distancia" (Ambrosini, 2008). Los trabajos más interesantes, como los de Hondagneu-Sotelo, Pedone y Gil Araujo, utilizaron el material empírico para reflexionar respecto de los nuevos desafíos y significados sobre la maternidad, la familia y las migraciones que estas condiciones han forjado. Muchos otros dejan intactas las metáforas de la familia heteronormativa y nuclear y la ideología de las esferas separadas entre lo público y lo privado.
     Estas tendencias en los flujos migratorios -y su relación con los mercados de trabajo del mundo desarrollado- no siempre se replican en las migraciones en Latinoamérica y, específicamente, en la Argentina. En este sentido, si bien existe un efectivo crecimiento en el número de mujeres migrantes en la Argentina en las últimas décadas,2 se trata de un fenómeno que, por un lado, se especifica en relación con la nacionalidad de las migrantes (aumenta entre las paraguayas y peruanas, disminuye entre las bolivianas) y, por el otro, resiste su calificación como "novedoso".
     En lo referido a este último aspecto, en el año 1976, la socióloga Elizabeth Jelin mostraba que las mujeres migraban más que los hombres hacia las grandes ciudades latinoamericanas. Para el caso de Buenos Aires, los datos disponibles en la fecha de elaboración del artículo (a partir de un informe de Recchini de Lattes) mostraban un cambio importante en la composición migratoria medida desde el año 1915: hasta ese año, la inmigración extranjera era predominantemente masculina, mientras que, después de ese momento, la migración interna, predominantemente femenina, fue ganando importancia (Jelin, 1976: 4). El servicio doméstico en las grandes ciudades argentinas fue ocupado históricamente por mujeres jóvenes que habían migrado poco tiempo atrás3 (Jelin, 1976: 8).
     En relación con los flujos provenientes de Europa hacia la Argentina, los trabajos de Carina Frid de Fiberstein muestran que, en ciertos períodos de la denominada "inmigración de masas", existía un porcentaje de mujeres que viajaban solas (entre el 13% y el 18%). Estos resultados son construidos por la autora, por un lado, a partir de una mirada crítica sobre el tipo de fuentes utilizadas por los historiadores de la migración y, por otro, a través de la deconstrucción de los estereotipos elaborados tanto por las estadísticas locales como por los registros del país de origen. Fuentes y estadísticas provocaron la "invisibilización de mujeres migrantes autónomas" (Frid de Fiberstein 1997: 104). De esta manera, en Argentina no solo hubo presencia de mujeres en las migraciones europeas e internas, sino que, además, es considerable la proporción en que lo hicieron de modo "autónomo" con el propósito de insertarse en el mercado de trabajo.
     Asimismo, como ya se ha señalado, hay variantes significativas de acuerdo a la nacionalidad de los flujos migratorios. Fueron las migrantes peruanas quienes durante la década del noventa mejor encarnaron la "feminización" de las migraciones. Durante este período creció el total de migrantes peruanos/as (según el censo nacional de población, de 8561 peruanos/as registrados en 1980 pasan a 87546 en 2001),4 especialmente a través de las mujeres migrantes que se insertaban en el servicio doméstico de las grandes ciudades, particularmente de la Ciudad de Buenos Aires. El tipo de cambio fijo que rigió en Argentina durante este período (igualando la moneda nacional con el dólar) permitía el envío rápido y abundante de remesas hacia las ciudades de origen. En el año 2001, las mujeres representaban al 59% de la población peruana, provocando una disminución drástica del índice de masculinidad (en adelante IM). Las/os migrantes paraguayas/os de presencia antigua en Argentina representan, según los datos más recientes, la población extranjera más importante (19,8% del total de la población nacida en otro país). Una parte importante de las mujeres paraguayas se insertó tradicionalmente en el servicio doméstico de la Ciudad de Buenos Aires. Si bien no puede hablarse de una feminización reciente y acelerada, como en el caso de la migración peruana (y de algunos de los flujos recibidos por los países europeos), la presencia de mujeres trabajadoras "autónomas" forma parte de la historia de la migración paraguaya con un aumento registrado en las últimas décadas.

Tabla 1
Argentina: evolución de los índices de masculinidad de los migrantes según país de origen, 1960-2001

Fuente: Courtis, Corina y Pacecca, María Inés (2008). "Inmigración contemporánea en Argentina: dinámicas y políticas", Población y Desarrollo (CEPAL/CELADE), núm. 84.
Nota [de la fuente original]: no hay datos de 1970 porque los tabulados publicados de ese censo no permiten discriminar según nacionalidad y género.

Dejamos el caso de la migración boliviana para el final de este breve repaso de las características de la población migrante en la Argentina por ser el caso que trabajaremos en profundidad. Los datos muestran un efectivo aumento de la presencia de mujeres en la composición total de la migración. Sin embargo, para el año 2001 se registra una paridad entre las presencia de mujeres y de varones de origen boliviano. Por otra parte, como lo muestran especialistas en la inmigración boliviana hacia la Argentina (ver al respecto, Balan 1990; Benencia, 2004; Benencia & Karasik, 1995) y trabajos cualitativos recientes (Magliano 2007, 2009; Mallimaci Barral, 2011), el "tipo ideal" de mujer boliviana migrante llega a nuestro país a través de relaciones familiares previas y, en el caso de estar en pareja, suele ser el varón el encargado del movimiento pionero hacia la Argentina. No existe, como en el caso de España (Blanchard, 2007), una fuerte presencia de mujeres que viajan sin pareja. En palabras de una entrevistada:

     Como hace la mayoría de la gente de nuestra colectividad; primero vino el hombre a abrir camino, a abrir horizontes. Entonces, cuando ya se ubica con trabajo, un lugar donde tener a la familia, así, entonces ni siquiera a veces va a buscarlo, sino directamente llama a la familia y ahí viene la mujer con los hijos (Alcira).

     De esta manera, la mujer boliviana en la Argentina no se asocia, en términos generales, a las características de las mujeres migrantes delineadas en el diagnóstico de la "feminización de las migraciones", al menos no de modo evidente y con variaciones de importancia a través del territorio nacional. Tal como lo demuestran Courtis y Pacecca (2008, 2010) las migrantes residentes en la Ciudad de Buenos Aires y en otras grandes ciudades, incluso las bolivianas, aumentan su importancia en el flujo nacional (bajando el IM) por el alto impacto de las inserciones en el trabajo doméstico, que fue históricamente provisto por mujeres migrantes (Courtis & Pacecca, 2008, 2010). Para el resto de las ciudades, la migración boliviana continúa a grandes rasgos sus formas clásicas y las mujeres bolivianas en la Argentina en su gran número continúan migrando en contextos familiares.5 Se trata de trayectorias distantes de las utilizadas en los trabajos sobre feminización, lo cual podría suponer que la comprensión de sus desplazamientos podría prescindir de la importante renovación, en las categorías analíticas en los estudios migratorios, generada por las posturas feministas y los estudios de género.
     Resumiendo, considero que:
     1) El énfasis puesto en la feminización enfoca el aspecto cuantitativo (el aumento de la proporción de mujeres migrantes) descuidando el análisis sobre las causas que invisibilizaron a las mujeres migrantes, causas que no remiten únicamente a la poca o gran presencia femenina en los grandes flujos, sino a la vigencia de ciertas representaciones sobre las mujeres, los varones y las migraciones. Durante demasiado tiempo, la movilidad, el trabajo y la autonomía fueron naturalizados como ámbitos exclusivamente masculinos (Green, 2002).
     2) El modo en que se ha visibilizado a las mujeres migrantes en el discurso de la feminización descuidó el análisis del movimiento migratorio de las mujeres con proyectos migratorios familiares suponiendo que la "reunificación familiar" explica de manera exhaustiva las motivaciones de su desplazamiento. Se omite así un terreno rico en tensiones para analizar las vinculaciones intrínsecas entre la esfera familiar y la laboral y los roles asociados a lo productivo y lo reproductivo, lo cual constituye una de las mayores promesas del pensamiento crítico feminista (para un mayor desarrollo de este argumento, ver Mallimaci Barral, 2005).
     3) La convergencia sin mediación entre el análisis de las mujeres migrantes y las formas de maternidad y configuraciones familiares refuerza la naturalización de las mujeres con estos ámbitos. Tal como lo recuerda Ambrosini (2008), mientras que los emigrantes eran los miembros masculinos de la familia, los estudios no se concentraron en identificar una forma familiar emergente como producto de las migraciones, y tampoco tematizaron un sufrimiento particular de los sujetos implicados.
     Estos tres factores tienen, conjuntamente, una consecuencia destacable: las mujeres se vuelven relevantes para ser contadas y analizadas cuando se las considera "trabajadoras" y "autónomas". El monopolio del discurso sobre la feminización de las migraciones ha visibilizado un tipo particular de proyecto migratorio, individual y familiar, que impacta por su novedad (especialmente la migración de mujeres con pareja e hijos/as como pioneras de la migración), pero en el mismo movimiento opaca otras trayectorias de mujeres y varones migrantes que, en el caso de la migración boliviana en nuestro país, son de gran relevancia. Han quedado opacados los proyectos migratorios de las mujeres que migran en contextos familiares y usan la entrada "familiar" al país, pero que no por ello subsumen la totalidad de su movimiento al deseo de "reunirse" con su familia.
     En estos casos, no es posible categorizar, tematizar ni indagar las migraciones de la misma manera que se lo hace en los casos de feminización de las migraciones. Aun así, sostendré que los análisis desde una perspectiva de género tienen muchas e importantes cosas que aportar al análisis migratorio.

3. Situando las relaciones entre género y migraciones: el caso de la migración boliviana en Ushuaia

     La investigación cuyos resultados parciales sirven de base para esta argumentación fue llevada a cabo entre los años 2005 y 2009 en la ciudad de Ushuaia.6 Fueron entrevistadas/os mujeres y varones nacidas/os en Bolivia y se observaron escenas cotidianas y extracotidianas relacionadas con la construcción de una "comunidad boliviana" en la ciudad. De acuerdo a los objetivos, fueron mujeres y varones con proyectos migratorios "propios" (es decir, sin que medie coacción en el movimiento), que conformaron una muestra de 45 mujeres y varones nacidas/os en Bolivia y que llegaron a la ciudad siendo jóvenes activas/os. La mirada generizada se introdujo como una vía para comprender las migraciones en general, tanto de varones como de mujeres, en todas las etapas de las trayectorias migratorias (desde la movilidad, hasta la institucionalización de sociabilidades étnicas). De esta manera, la investigación sobre "género y migración" pasó a tener como principal objetivo el análisis de las diversas marcas de género que estructuraban y eran producidas por las prácticas migrantes, tanto en su movilidad como en su permanencia.
     Organizaré los resultados parciales de la investigación sobre dos ejes cuyos contenidos me permitirán demostrar la importancia de recuperar la "promesa feminista" para las ciencias en general, y los estudios migratorios en particular. El primero se refiere a las formas de llegada a la ciudad y su relación con la dimensión productiva; el segundo está vinculado al análisis de las relaciones de opresión cotidiana, especialmente asociada a la racialización de los cuerpos bolivianos, y su impacto diferencial entre varones y mujeres.

3.1. Movilidades migratorias. Llegar, producir y permanecer

     La mayor parte de las mujeres que entrevistamos llega a Ushuaia después que sus maridos. Ante la pregunta directa y simple por los motivos de la migración, las respuestas apuntan, en términos de Schütz (1995), a los"motivos para"7de la acción: la necesidad de reunirse con sus parejas que ya estaban radicadas en la ciudad o deseaban hacerlo. Es decir, si comprendiéramos la migración como un movimiento simple y lineal, podríamos afirmar que se trata de mujeres motivadas por lo que en la literatura clásica se ha denominado como reunificación "familiar". Generalmente, una vez identificadas estas motivaciones, las trayectorias migratorias se suponen como desvinculadas del mundo económico y productivo y las mujeres son consideradas como dependientes y pasivas.
     Sin embargo, propondré aquí que la forma de migrar poco nos dice acerca del sentido de la migración para sus agentes. Por el contrario, lo que vuelve más interesante el estudio de la migración de estas mujeres es que una mirada superficial puede fácilmente reproducir los modelos clásicos de interpretación, comprendiendo su movimiento como "dependiente" de la primera (y "verdadera") migración masculina. Es decir, se corre el riesgo de seguir el corolario que indica que, cuando las mujeres migran después de sus maridos, lo hacen con el único fin de la "reunificación familiar".
     Basándome en los diferentes mecanismos que posibilitan y estructuran los desplazamientos hacia la ciudad, diferencié en mi trabajo las llegadas de los "pioneros" y los arribos de los/as no pioneros/as (estos/as últimos/as usan cadenas y redes migratorias, los primeros las generan). El análisis de los pioneros se refiere al pasado y se expresa en la llegada de los primeros bolivianos a la ciudad a finales de la década del setenta y principio de los ochenta. El movimiento de los "pioneros" está masculinizado por tratarse de una corriente laboral producida por la demanda estacional de la industria de la construcción, como consecuencia del boom poblacional inaugurado con la ley 19640 de promoción industrial en 1972. Los" pioneros" son varones, obreros de la construcción que en su condición de "ya migrantes" (es decir, se trata de bolivianos residentes en la Argentina) arriban a la ciudad como trabajadores temporarios.8 A través de las prácticas de estos pioneros y de su opción, en algunos casos, por la permanencia, se genera un nicho de mercado "boliviano" en la construcción. Asimismo, el establecimiento y las acciones de los pioneros y sus familias comienzan a estructurar y conformar un campo migratorio permanente, que tiene entre sus elementos el tejido de redes y cadenas migratorias que empiezan a funcionar desde Ushuaia hacia otras ciudades, y luego hacia Bolivia. Entre sus efectos se encuentra la llegada de nuevos/as migrantes bolivianos/as desde la Argentina o desde la propia Bolivia. De esta manera, en la actualidad quienes van llegando encuentran redes sociales ya establecidas y una comunidad formada de migrantes más antiguos a la cual poder agregarse.
     Los/as no pioneros/as son tanto mujeres como varones enlazados en redes no solo laborales, sino también familiares. Entre ambas categorías se encuentran a las primeras mujeres que llegan a la ciudad y que, aun cuando lo hacen mediadas por la presencia anterior de sus maridos, comparten ciertas características con los pioneros (en el sentido de la creación de un nicho de mercado propio) y, asimismo, hacen posible la permanencia de estos. En este sentido, la condición de posibilidad para que los trabajadores temporarios se conviertan en definitivos, y en "migrantes fueguinos", está dada por la instalación de sus familias, especialmente de sus mujeres. La transformación de la temporalidad se relata en términos conyugales.
     A partir de los testimonios de las mujeres de los pioneros es posible desentrañar el sentido de este tipo de asentamientos. Estas mujeres aceptan la residencia en Ushuaia si, y solo si, representa una estrategia "familiar", y para serlo debe proyectarse la posibilidad de algún tipo de inserción productiva para ellas. El problema principal en Ushuaia respecto de la época de llegada (década de 1980) era la no evidencia de inserciones laborales relacionadas con las experiencias anteriores de estas mujeres, ya sea en contextos urbanos (donde se desempeñan generalmente como comerciantes en puestos o ferias en la vía pública o empleadas en pequeños y medianos talleres textiles), o en contextos rurales (vinculadas a tareas agrícolas). No solo "no había mujeres", sino que además resultaba poco visible el tipo de trabajo que podrían realizar. Así, las primeras mujeres que llegan se resistieron a trasladarse a Ushuaia, y prefirieron el régimen de temporalidad permanente, que asegura el diferencial de ingreso sin tener que renunciar a lo ya acumulado, personal y familiarmente, en las ciudades argentinas en las que residían. Juana, por ejemplo, termina accediendo a acercarse "de visita" a la ciudad, es decir, en un viaje temporal en el que evalúa sus posibilidades particulares de generar un ingreso propio.

     Ahí, en los campamentos, y después de todo me decían "no", dicen que no tienes que irte, "tienes que quedarte", como yo ya empecé a trabajar con pensión, ya conocía cómo se trabaja, de tal manera, bueno, no sé, me quedé (Juana, que migra a la Argentina en 1976 desde Cochabamba).

     Paradójicamente, es este contexto masculinizado y de trabajadores temporales el que genera la grieta de las oportunidades laborales. Recuérdese que los varones bolivianos trabajan en la industria de la construcción, contratados por las empresas y, en un primer momento, por un tiempo acotado. Las empresas constructoras asumen el costo de los "campamentos" (llamados "gamelas" por los/as entrevistados/as), donde duermen y viven los obreros en los tiempos no productivos -que, según los testimonios, son acotados-, ante el deseo de acumulación de dinero para ser reinvertido en las localidades de residencia. Mientras los varones viven "solos", es decir, sin sus mujeres (los familiares presentes son también varones), existe una subordinación absoluta de lo no productivo a lo productivo, instalada sobre el supuesto de la residencia temporaria. Lins Ribeiro (2006), en su estudio sobre la experiencia de los obreros en la construcción de la ciudad de Brasilia, observa algo similar, y concluye que el campamento, como forma de vivienda, hace efectiva la subordinación de la vida cotidiana del trabajador a la esfera productiva (2006: 107, 128). Son estas condiciones las que posibilitan los emprendimientos de las primeras mujeres que construyeron un nicho de mercado asociado a la inserción previsible y esperada de los varones. La temporalidad asumida de la permanencia, la vida en los campamentos y la sobredeterminación de lo productivo generan grietas de oportunidad para negocios "novedosos", encarados por las mujeres que parecen mediar y atenuar la experiencia de una vida entregada a lo productivo. Las mujeres, las comidas, las tradiciones y las nostalgias de Bolivia se asocian para dar cuerpo y asegurar el éxito de las pensiones y comedores ofrecidos por las primeras mujeres bolivianas en la ciudad.
     Puede verse así cómo la industria de la construcción, ya prefigurada e instituida, posibilita una novedosa "construcción" femenina que genera la potencialidad de tareas productivas asociadas a la nostalgia del mundo no productivo sometido absolutamente a la lógica productiva.
     El destino laboral de los varones está definido y naturalizado: ellos se insertan en la industria de la construcción. En cambio, las mujeres debieron construirlo y definirlo: sus inserciones laborales se asocian mucho más a destrezas personales; ellas, con el tiempo, han construido un pequeño mercado de comidas y servicios ofrecidos "para bolivianos".
     En este caso, se trata específicamente de actividades informales, no reguladas y periféricas, enmarcadas en relaciones generizadas, etnificadas o nacionalizadas. Las bolivianas producen (con ayuda, a veces, de otras mujeres migrantes) para bolivianos. Justamente el rasgo propio de sus mercancías se sustenta en el hecho de ser "bolivianas". Aquí sí se está en presencia de emprendedoras "étnicas", cuyas actividades y ganancias explican, en gran parte, la posibilidad de mantener la reproducción familiar durante épocas de falta de trabajo en la construcción o durante temporadas bajas, y no como salarios "suplementarios". La permanencia de los primeros grupos familiares en Ushuaia depende tanto de las inserciones de los varones como de las ganancias de las mujeres. Aún más, serán estas prácticas enteramente estructuradas en clave nacional el esbozo de lo que llamaré luego el "espacio boliviano" de la ciudad. Estas mujeres también han "mandado" a llamar o "traído" a otras mujeres, deseosas de moverse de sus pueblos nativos para colaborar en los comercios, limpiando o cocinando, especialmente en las temporadas altas de construcción. Es decir que estas mujeres también activan cadenas, que suelen ser femeninas, con el propósito final de proveer mano de obra barata y de confianza para los comercios ascendentes. Perder de vista este tipo de inserciones y constitución de redes impediría explicar el éxito de algunos/as pioneros/as y el desarrollo de lazos e interacciones "entre" bolivianos por fuera de las relaciones laborales.

3.2. Discriminaciones. "Las mujeres son más otras"

     En Ushuaia, las representaciones sobre los y las bolivianos/as expresan relaciones discriminatorias, al igual que lo que sucede en varias ciudades de nuestro país -según el caso, puede consultarse Baeza (2006), sobre Comodoro Rivadavia; Ciarallo (2006), con relación a Río Negro; Caggiano (2003), respecto de Jujuy y Buenos Aires; Grimson (1999), también sobre Buenos Aires-. Estas semejanzas pueden comprenderse a partir del análisis de la experiencia nacional y el proceso de alterización de la bolivianidad, vinculado a la indigenidad a partir de la significación de ciertos rasgos corporales. Si bien los y las bolivianos/as son definidos/as como "extranjeros", con una justificación que se visibiliza como patriótica, y se justifica en la diferencia nacional, la nacionalidad boliviana/otra/extranjera se "presupone" en las interacciones con quienes comparten ciertos rasgos, aunque sean ciudadanos/as argentinos/as. De esta manera, los/as bolivianos/as aparentemente marcados/as y automarcados/as como grupos étnicos y/o nacionales se enfrentan en la materialidad de su cotidianidad a su racialización basada en rasgos fenotípicos, al igual que sus hijos/as y todos/as quienes se les parecen.
     En Ushuaia, los discursos discriminatorios que tienen a los bolivianos como objetos "privilegiados" llegan a tal punto que la antinomia transitoriedad/permanencia (y la valoración del segundo de los términos),9 que es parte nodal de la memoria social fueguina, se invierte al referirse a los bolivianos residentes. Cuando los/as bolivianos/as se quedan, se trata de una permanencia desvalorizada, ilegítima, que paradójicamente hace añorar y desear la transitoriedad en las trayectorias migratorias de los/as bolivianos/as. De esta manera, la migración boliviana se convierte en "problema" cuando los trabajadores (temporarios) se convierten en residentes (permanentes).
     Permanecer en la ciudad, tal como se percibe que lo hacen las y los bolivianas/os, aparece como un acto de intromisión "extraña" y se lo juzga desde la antinomia clásica nacional/extranjero, donde lo nacional es imaginado desde la metáfora de la homogeneidad. Las personas de origen boliviano, y quienes lo "parecen", son así sospechadas de permanecer en un lugar "indebido", que no les corresponde. En palabras de algunos/as fueguinos/as: "Los chilenos vienen y se van, los bolivianos quieren todo, casa, trabajo, piden todo, todo el tiempo, traen a sus familiares"; "Los bolivianos vienen y llaman después a todas sus familias"; "Hacen parir a sus mujeres en Bolivia y traen a sus hijos acá para cobrar la asignación familiar, y a veces ni siquiera son sus hijos". Surge aquí una noción de abuso que solo se sustenta por la "primera falta", la de ser migrantes y estar en un lugar incorrecto, anormal e inmoral. Sin embargo, existe un espacio en el que son realmente "valorados": el trabajo de la construcción. En palabras de empleadores de trabajadores de la construcción bolivianos, "los bolivianos son buenos trabajadores, eso nadie lo puede negar"; "hacen lo que los argentinos no quieren hacer". En este sentido, la bolivianidad en Ushuaia también debe asociarse inmediatamente con la dimensión productiva. Los bolivianos (varones) suelen ser identificados en relación con su rol de "trabajadores", más allá de cualquier otra dimensión de su presencia. El lazo que une a Ushuaia con los y las bolivianos/as está mediado por su relación con el trabajo. Llegan en tanto "trabajadores" y han quedado reificados en esa situación. Lo productivo aparece como una de las principales virtudes morales expuestas públicamente. En realidad, la presencia boliviana solo es legítima en tanto se origina por efecto de relaciones laborales que producen la llegada, definida como "necesaria" para la economía fueguina: la industria de la construcción. Sin embargo, la legitimación de "la presencia" vía el trabajo forma parte de una ilusión y naturalización de categorías sociales que refuerzan y reproducen la alterización de la bolivianidad y que se deslegitima ante la permanencia de los trabajadores supuestamente "temporarios".
     El trabajo legitima la "presencia" de bolivianos, pero no su permanencia como residentes. La temporalidad produce la transformación de los "trabajadores" en "usurpadores". Frente a las evidencias de algún tipo de permanencia, estos cuerpos racializados son considerados portadores de una falta originaria, que propicia su ubicación en un lugar "incorrecto". Mientras los varones bolivianos trabajan en la construcción legitiman su permanencia, que se define por su condición de obreros y no como residentes permanentes de la ciudad.
     La precariedad de este tipo de legitimación se evidencia ante la permanencia, que convierte a la migración boliviana en un "problema", y en las exclusiones que produce: ante la masculinización del trabajo temporario, la presencia de mujeres, personas mayores y niños/as tiene negada la posibilidad de legitimación y, por el contrario, la presencia de "la familia" es el principal signo del corrimiento moral de la migración boliviana, de su incorrección, que se traduce en las figuras de "abuso" a las que he hecho referencia. Frente a la representación del varón trabajador que migra "solo", y por tanto conformando una migración "inofensiva" al ser tratado como si fuera "transitorio" (Sayad, 1999: 57), la presencia de las mujeres, representadas como el vínculo con "la familia" en tanto dominio opuesto a lo productivo, transforma lo transitorio en permanente, lo inofensivo en peligroso y lo positivo -en términos de desarrollo local- en un problema a ser resuelto por los diferentes actores vinculados a las políticas fueguinas.
     La idea de abuso asociada a la figura femenina boliviana se refuerza con otros procesos sociales. Por un lado, el tipo de tareas a las que se dedican la mayor parte de las mujeres migrantes (comercio informal y trabajo doméstico) son escasamente visibles, ocultando la dimensión productiva de la permanencia de las mujeres. Pero, además, como la condición para acceder a tierras o viviendas para los no nacionales es tener hijos/as fueguinos/as,10 las mujeres representan un nuevo "peligro"; ya no solo vuelven y hacen permanente lo que "debería ser" temporal, sino que la posibilidad de reproducción produce una nueva conversión: los trabajadores se convierten en competidores no legítimos de los recursos estatales. Es común escuchar frases como "vienen a tener sus hijos acá" o "los tienen allá y los inscriben acá". Las mujeres bolivianas se encuentran en una posición de sospecha continua.

4. Palabras finales

     Habiendo señalado los límites del discurso de la feminización, me propuse mostrar otras maneras de introducir la perspectiva de género en los estudios migratorios. En este sentido, el trabajo propuesto intenta saldar una de las principales deudas que Hondagneu-Sotelo (2011) señala en el balance del trabajo sobre estudios de género y migraciones: la escasa articulación entre las áreas de los estudios migratorios (en realidad, se refiere a una sordera casi total de los académicos que trabajan en otras áreas sobre los resultados de las investigaciones sobre género y migraciones).
     El análisis del primer eje permite desafiar la antinomia entre migración laboral temporal y migración familiar permanente mostrando cómo una y otra se enlazan causalmente y forman parte, así, de un mismo proceso migratorio, amplio y largo. Son algunos de los pioneros y de los/as no pioneros/as, que suelen arribar con la expectativa de un trabajo temporal, quienes se convierten -con el transcurrir del tiempo, de idas y venidas múltiples-, en las familias residentes de bolivianos/as de la ciudad. Asimismo, es la acción de los pioneros, incluso de los "temporales", la que produce la posibilidad de migraciones familiares a partir de la construcción y activación de las redes migratorias. Quienes migran hacia la ciudad, mujeres y varones, asientan su decisión en una posibilidad real de inserciones laborales o seguridad brindada por la red, como el alcance del alojamiento, la comida, la apertura de redes laborales y sociales. Mucho más que durante la primera migración hacia la Argentina, las redes cumplen su función básica de disminuir las incertidumbres. Como parte del mismo proceso, los desplazamientos se encuentran más condicionados por estas mismas redes.
     De este modo, la separación entre pioneros y "seguidores" es meramente formal, multiplicándose los lazos entre unos y otros y dependiendo unos de otros para su definición. No solo los seguidores dependen de los pioneros para su existencia, sino que la condición de posibilidad para que los primeros pioneros se constituyan como tales depende del establecimiento de esos/as otros/as. No existen pioneros "activos" y "seguidores pasivos". Por lo tanto, quienes acuden al llamado de sus parejas y quienes dependen de un lazo familiar o de amistad conforman trayectorias mediadas, pero que no suponen pasividad del actor/a, ni mero "seguimiento", ni la exclusión de motivaciones vinculadas al mercado laboral. Se desprende de lo dicho que la suposición de que las mujeres que migran después de sus maridos expresan desplazamientos secundarios, que quedan explicados por la existencia misma del llamado (supuesto no revalidado para todo el resto de las mediaciones migratorias), devela más bien definiciones generizadas de los/as investigadores/as, y no tanto descripciones de los itinerarios migratorios.
     En el segundo eje, se intentó develar las diferentes formas en que los varones y las mujeres bolivianos/as pueden (o no) legitimar su presencia en un contexto hostil hacia la bolivianidad. Se ha mostrado como no solo las mujeres se encuentran excluidas de los beneficios simbólicos de la valoración de lo productivo, sino que su presencia indica permanencia convirtiendo a la migración boliviana en un "problema". Frente a la representación del varón trabajador que migra "solo" y que, por tanto, conforma una migración "inofensiva" al ser tratado como si fuera "transitorio" (Sayad, 1999: 57), la presencia de las mujeres, representadas como vinculadas a "la familia" en tanto dominio opuesto a lo productivo, transforma lo permanente en transitorio y en peligroso lo inofensivo. La perspectiva de género permite develar las diferentes formas en que se posicionan mujeres y varones migrantes y las desiguales posibilidades de agencia.
     Este caso de estudio no pretende ser más que un ejemplo sobre otras maneras de pensar las relaciones entre las migraciones y los géneros por fuera de la gramática del discurso de la feminización. La imposición de ciertos sentidos puede y debe ser discutida desde el análisis empírico mientras se generan conocimientos renovados. Se trata, en definitiva, de retomar la promesa crítica del análisis feminista proponiendo miradas renovadas sobre temas nodales en nuestras disciplinas, que incidan en las temáticas centrales de los estudios migratorios.

Notas

1 Agradezco la invitación a formar parte de este dossier a la Dra. Ana Domínguez Mon y, en su nombre, a todo el equipo editorial de la revista Mora.

2 Entre la población extranjera, el índice de masculinidad (cantidad de hombres cada 100 mujeres) pasa de 120 en 1960 a 84 en el 2001 (fuente: INDEC, Censos Nacionales de Población).

3 Se trata de una realidad asociada a la presencia antigua de servicio doméstico en las casas de la burguesía ascendente urbana.

4 Las cifras utilizadas corresponden en su totalidad al censo nacional de población realizado en el año 2001. Si bien se realizó un nuevo censo en el año 2010, aún no están públicamente disponibles los datos necesarios para estos tabulados.

5 Como desarrollaremos más adelante, la mayor parte de las bolivianas en la Argentina migran en contextos familiares, especialmente cuando no se instalan en Buenos Aires. Es en esta ciudad y sus zonas de influencia donde existe una real demanda de empleo doméstico cubierto por las mujeres migrantes (en Buenos Aires, la cantidad de mujeres supera a la correspondiente a los varones para el conjunto de nacionalidades latinoamericanas (fuente: INDEC, Censo 2001).

6 Sus resultados integrales se encuentran en la tesis de doctorado preparada para la UBA y EHESS y defendida en Junio de 2010. Esta investigación fue financiada con becas otorgadas por el CONICET.

7 Para Schutz (1995), la acción social está determinada por un "proyecto", un "estado de cosas" proyectado por el actor. El "motivo-para" es el futuro estado de cosas a ser realizado por la acción proyectada, y el proyecto en sí mismo es determinado por el "motivo-porque".

8 El empleo en la construcción es una inserción clásica de los varones bolivianos en la ciudad de Buenos Aires y otros centros urbanos. Para un análisis mayor sobre este tema ver Vargas (2005) y Benencia y Karasik (1995).

9 Ushuaia es una ciudad con un poblamiento "tardío" en el contexto de la historia nacional, incluso de la patagónica, como efecto de políticas estatales que motivan la inmigración y residencia (especialmente, la ley de promoción económica). El poblamiento reciente genera el temor y la sospecha de quienes se relacionan con la ciudad desde lazos explícitamente transitorios; las críticas se concentran en que "se van", "no les importa lo que pasa acá", "nunca invierten en la ciudad".

10 El sentido de la legislación es incentivar la permanencia en la ciudad.

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