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Mora (Buenos Aires)

On-line version ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.19 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires June 2013

 

RESEÑAS

Imaz, Elixabete (2010). Convertirse en madre. Etnografía del tiempo de gestación, Madrid, Cátedra, 420 págs.

 

Los cambios que se dieron a partir de la década de 1960 en los roles y en las relaciones de género, los modelos y vínculos familiares y los modos de considerar y vivir la sexualidad generaron importantes transformaciones en las representaciones, valoraciones y experiencias de la maternidad. Si bien las prácticas anticonceptivas y de control de la natalidad datan de mucho antes, fue a partir de esta época, con la difusión de la píldora y de los dispositivos intrauterinos de nueva generación, que las mujeres comenzaron a contar con herramientas más eficaces y propias para escindir con éxito el coito de la reproducción. La "autonomía corporal", la "libertad de elegir", el "derecho a disponer del propio cuerpo" estuvieron entre las principales consignas del movimiento feminista de la segunda ola, mientras nuevas premisas geopolíticas impulsaban (e imponían) las bondades de la "planificación familiar". Así, las "buenas maternidades" serían las elegidas, las planificadas. Lo que hoy deberíamos reflexionar es en qué medida estas posibilidades de control reproductivo hicieron de la maternidad una experiencia más libre, más placentera, vivida con menos sentimientos de culpa y necesidad de sacrificio. Las investigaciones académicas y lo que puede observarse cotidianamente en los libros y revistas de crianza, los programas televisivos para madres, las salas de espera pediátricas, las puertas de los establecimientos educativos parecieran muchas veces indicar lo contrario. Por eso se vuelve necesario indagar en profundidad cómo negocian hoy las mujeres sus propias expectativas vitales, sus deseos, su desenvolvimiento cotidiano, con las ideas, mandatos y exigencias que siguen rodeando a la maternidad.

El libro de Elixabete Imaz plantea algunas respuestas a estos interrogantes a partir del análisis de las experiencias de mujeres que se han convertido en madres en el despertar del siglo XXI. Su investigación analiza este proceso en sus dimensiones corporales, afectivas y relacionales, observando lo que las mujeres/madres dicen y lo que las mujeres/madres hacen. No se trata solamente de señalar el peso de los mandatos socialmente heredados que recaen sobre la maternidad, sino de rescatar las aportaciones, resistencias y negociaciones de las mujeres que la transitan, asumiendo que ellas tienen el suficiente potencial para dejar sus propias improntas.

Su marco teórico, de gran amplitud, pertinencia y solidez, incluye referencias a algunos autores clásicos de la antropología y de la sociología (por ejemplo, Marcel Mauss y su Ensayo sobre el don), quienes son convocados en adaptaciones creativas para analizar un tema que despertó poco interés en estos campos. Efectivamente, la maternidad no ocupó un lugar destacado en la agenda de temas de la antropología y, cuando lo hizo, los estudios se concentraron en lo "marginal" y lo "exótico", si así pueden denominarse a las madres adolescentes, las familias "desestructuradas" y la monoparentalidad. En este sentido, la autora aquí traza una demarcación que, como sucede con todo recorte, no deja de ser arbitraria, aunque también imprescindible para el tipo de estudio en profundidad que realiza. Así, la maternidad que estudia Imaz es solamente la que resulta del parto, la mayoritaria, la que se ha visto como "normal", dejando de lado a las madres adoptantes o a las co-madres en el caso de las parejas lésbicas.

Su decisión metodológica coloca entonces el acento en la convergencia entre lo biológico y lo social, entre lo que se vive en el cuerpo y lo que se dice y espera sobre esos cuerpos. Y en estos análisis se utilizan y referencian conceptos propuestos por los nuevos temas que ocupan a la antropología, como el estudio del cuerpo y de las emociones, así como los valiosos aportes de la antropología de género, la historia cultural y de las mujeres, y la teoría y crítica feminista. La metodología combina la perspectiva biográfica de las mujeres en proceso de ser madres y la observación participante en diversos cursos de preparación para la maternidad, además de algunas entrevistas a matronas y otros especialistas. Las mujeres fueron entrevistadas entre 2004 y 2007 en el País Vasco, antes y después del parto, y se inscriben en diferentes grupos según la franja etaria, estatus social, situación laboral, tipo de relación de pareja, contexto geográfico y adscripción ideológica, con el propósito de dar cuenta de las diversidades y, finalmente, subrayar la homogeneidad en ciertas percepciones y prácticas.

El primer capítulo ubica históricamente el momento en que la maternidad se transforma en centro de la identidad femenina. Imaz, siguiendo trabajos ya clásicos, como los de Élisabeth Badinter, Yvonne Knibiehler y el de Philippe Ariès sobre la infancia, lo sitúa en el siglo XVIII, y destaca la paradoja del planteo de que "la maternidad es algo natural en las mujeres" y las fuertes intervenciones que comienzan a desplegarse sobre esta función. Mientras el instinto maternal nace como construcción social y se retroalimenta con el nuevo valor que se le otorga a la infancia, las mujeres comienzan a ser instruidas en clases de puericultura y economía doméstica. Retomando las ideas de Marie Blanche Tahon, Imaz traza correlaciones entre el momento en que se demarcan las diferencias entre el ámbito privado y el público y el momento en que la función maternal se erige como freno a la autonomía y la igualdad de oportunidades para las mujeres. Tomadas por las hormonas y por eso incapaces de razonar, ante el peligro que constituye para la calidad de la raza su trabajo extradoméstico, las mujeres deberán cumplir con su rol puertas adentro. El recorrido histórico finaliza en la segunda mitad del siglo XX, cuando el psicoanálisis y sus teorías imprimen nuevas consideraciones sobre la maternidad y las relaciones filiales, y la figura del niño como rey de la casa impone nuevas demandas y desafíos.

El capítulo dos presenta algunas lecturas feministas sobre la maternidad y los importantes debates que estas aún generan. Vale recordar que la mayoría de las feministas de la primera ola se valieron del lugar de maternidad para avanzar en sus derechos civiles y políticos, mientras que las militantes de los sesenta reivindicaban los derechos de las mujeres en tanto individuos, y menos en tanto madres o futuras madres. Separar el sexo de la reproducción fue una de sus principales demandas y logros, aunque la insistencia en denunciar la maternidad como principal causa de la sujeción de las mujeres nubló las visiones de sus potencialidades emancipatorias. De forma particular, Imaz analiza tres autoras, Simone de Beauvoir, Shulamith Firestone y Adrianne Rich, y también menciona algunas corrientes contemporáneas que vinculan la maternidad con el pacifismo y el ecofeminismo, aunque no llega a profundizar en esas vertientes. En esta selección, Firestone es considerada como la más radical, al responsabilizar a la naturaleza por producir esta desigualdad básica que los varones aprovecharon para sí, mientras que Rich es presentada como quien inaugura una línea de pensamiento que propone a la maternidad como un espacio de poder, placer y conocimiento específicamente femenino del cual hay que reapropiarse. Lo que Imaz plantea aquí es que situar el origen de la dominación masculina en la maternidad, de alguna manera, coloca la explicación sobre el origen de la desigualdad en la biología, y así le da un carácter necesario más que histórico y social. Frente a esa mirada que tiende a paralizar, la autora procura recuperar estrategias de resistencia y negociación concretas que evitan que la maternidad sea siempre una fatalidad.

En estos pasos, en los capítulos tres y cuatro presenta un tema de difícil abordaje, como es el deseo de convertirse en madre y su puesta en acción. No le resulta sencillo preguntar a sus entrevistadas sobre las razones que las llevaron a tener hijos, a algunas les suena ajeno pero también impertinente. Esto le permite reflexionar sobre las dificultades para racionalizar algo que supuestamente solo pertenece al campo de la emoción. Los testimonios muestran las ambivalencias en esta etapa del proceso, como el caso de algunas mujeres que dejaron de tomar los anticonceptivos para embarazarse, pero que luego reciben con sorpresa, y hasta enfado, el haberlo logrado en el primer mes de prueba. Esto muestra que, si bien el planificar resulta esencial en un mundo en donde el individuo racional es el centro, esto no elimina los miedos, dudas y altibajos por la decisión tomada. Por eso los cursos de preparación del parto, las compras, las primeras imágenes ecográficas serán otros elementos que llevarán al reconocimiento del/de la hijo/a, situación que finalmente podrá darse en el embarazo, en el parto, o quizás tiempo después. Como afirma la autora: "Una identidad de madre surge de querer un hijo o hija, el deseo de ese hijo o hija (concreto) es lo que hace a alguien madre" (p. 230).

El capítulo cinco se focaliza en la vivencia del cuerpo durante el embarazo y plantea tres formas de entenderlo. Una es ver el embarazo como fusión, fácilmente reconocible cuando se dice que el cordón umbilical une a la madre y su hijo, o en la creencia popular de que una marca de nacimiento en un bebé es señal de un antojo no satisfecho de la madre. El embarazo como invasión y el feto como parásito es otra manera de pensar una maternidad que se plantea desde la abnegación, el sacrificio y la pérdida de la individualidad. Y como tercera representación Imaz propone la del embarazo como cuerpo escindido, en el que aparece el feto-individuo. Asociada al poder médico y las tecnologías, el feto adquiere autonomía a costa de la mujer gestante. Vale señalar que esta visión es la que privilegian los grupos antiaborto y que tanto debate trae en el campo de la bioética y el derecho, temas que no son tratados en profundidad en el libro, porque no es su objeto, pero que constituyen sin duda una consecuencia importantísima de esta representación del embarazo.

La embarazada cuestiona el concepto cartesiano de un sujeto singular unitario y en función de ello habilita intervenciones por parte del poder médico, pero también por otros que actúan, aun sin saberlo, en su nombre. "No fumes", "no bebas", "no comas de más", "mejor no vayas a ese tipo de lugares" son frases que estas mujeres oyeron con frecuencia, que las molestaron, rebelaron, pero que también acataron. En este capítulo Imaz llama la atención sobre el uso que estas mujeres hacen de la palabra "recuperación": hay que "recuperar" la antigua imagen corporal, hay que "recuperarse" como sujeto. Pero tampoco todo se presenta como pérdida, sus entrevistadas refieren a la plenitud y la creatividad que devino del embarazo, algo que ya adelantaba cuando presentaba el pensamiento de Rich y que ahora toma cuerpo en testimonios concretos.

Y así llega, en el capítulo seis, a ocuparse de los efectos de la maternidad en diversos espacios sociales. Para eso recurre a Sharon Hays y su descripción del proceso de "intensificación de la maternidad" producido en los últimos doscientos años. Esta se caracteriza por la centralidad otorgada al niño, es emocionalmente absorbente, está guiada por expertos, es costosa, porque exige cada vez más comodidades materiales, y considera a la madre como la principal responsable del bienestar presente y futuro de su hijo. Estas exigencias llevan, siguiendo a Hays, a las "contradicciones culturales de la maternidad" y sus consiguientes conflictos. Maternidad y trabajo, para citar el ejemplo más potente, se presentan en veredas opuestas. En este apartado también se ocupa de ver los nuevos grupos de pertenencia, como el de las madres de las guarderías o el de las que se juntan en los parques, aunque no atribuye a estos lugares capacidades de generar acciones colectivas y minimiza sus posibilidades de solidaridad de género.

No es objeto de este trabajo el análisis de las políticas sociales y familiares existentes, como tampoco lo son las relaciones que estas mujeres plantean con sus parejas en la gestión del cuidado, pero en sus conclusiones, al preguntarse por las posibilidades de ser madre de otras maneras, estos temas aparecen. En este sentido, algunas de las visiones negativas que asumen sus entrevistadas respecto de la lactancia a libre demanda pueden no ser más que la reacción a las posibilidades existentes de hacerlo. Si no hay licencia, si no hay condiciones de higiene, pues mejor no asumir que lactar es lo deseable, porque aunque lo quieras no podrás hacerlo. En estos ejemplos es cuando más duramente se ven las contradicciones entre lo que se espera de una madre y lo que efectivamente se hace para que esas expectativas sean posibles.

El libro de Imaz es una exhaustiva y profunda etnografía del devenir madre que nos invita a seguir preguntándonos por las posibilidades de resistencia a los discursos hegemónicos y las nuevas experiencias maternales emergentes; a ver a las maternidades como experiencias únicas, intransferibles, necesarias y por eso poderosas.

Karina Felitti