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Mora (Buenos Aires)

versão On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.19 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2013

 

RESEÑAS

Geler, Lea (2010). Andares negros, caminos blancos. Afroporteños, Estado y Nación. Argentina a fines del siglo XIX, Rosario, Prohistoria Ediciones / TEIAA (Universidad de Barcelona), 408 págs.

 

En su libro Andares negros, caminos blancos…, Lea Geler analiza los derroteros transitados por la comunidad afroporteña entre finales del siglo XIX y principios del XX, período signado por profundos cambios ante el proceso de conformación del Estado nación argentino y la afluencia de millones de inmigrantes de diversos países del mundo, llamados a "poblar el desierto". En ese momento, se afianza el ideal de progreso perseguido por los grupos hegemónicos locales, avalado por las teorías positivistas en auge -como el evolucionismo-, que abogaban por la "regeneración social" de su componente poblacional, y sustentado en un imaginario de nación perfectible, blanca y homogénea y en la "desaparición" de las poblaciones negras. La consideración de este particular "momento bisagra" le permite a la autora abordar los problemas sociales de manera novedosa, en el contexto en que comienzan a sucederse, y, por lo tanto, detenerse en sus variadas posibilidades iniciales, aunque estas no perduren en el tiempo.

Desde allí, Geler argumenta que el discurso que gestó esta historia de dilución de las poblaciones negras durante la conformación del Estado nacional fue en razón directa de su importancia. Su hipótesis se relaciona con ello, ya que propone que los afroargentinos "sirvieron de marco a la negritud del mundo popular, de la plebe o de las que devendrían ‘clases obreras', mientras se constituían en un grupo subalterno capaz de sostener las ambiciones políticas y económicas de las élites, en un contexto de gran movilidad social y de búsqueda de homogeneidad" (Geler, 2010: 19). A partir de ello, la autora reconstruye las huellas y andares dejados por las comunidades afroporteñas en su paso por la Buenos Aires finisecular mediante la lectura de los periódicos que ellos mismos dirigían, redactaban y leían, los cuales circularon en la ciudad entre los años 1873 y 1882.

De esta manera, el libro, resultado de una investigación interdisciplinaria de antropología histórica, entabla un estrecho y lúcido diálogo con las publicaciones afroporteñas del período que conforman la densa trama del relato. Por su intermedio, Geler muestra las aspiraciones, proyectos y conflictos que atravesaron la vida cotidiana de esta autodenominada "comunidad" en el preciso momento en que se la declaraba desaparecida.

El libro está dividido en tres partes, y cada una de ellas se organiza en capítulos; en cada parte se presentan los temas que sirven de introducción a diferentes problemáticas, cuyos sentidos se retoman y amplían a lo largo de todo el texto. En la primera parte, se presenta a "la comunidad afroporteña" y a quienes serán los protagonistas de la investigación: los editores, periodistas y redactores de los periódicos, denominados por la autora "intelectuales subalternos"; esta noción le permite señalar el papel activo que cumplían en el interior de su comunidad, ya que poseían cierto prestigio, visibilidad e influencia sobre sus lectores. Estos hombres, sumados a la voluntad disciplinadora y educadora promulgada por las élites del período, se erigían en "propulsores del cambio social" y adoptaban los códigos de la esfera pública burguesa, aunque manteniéndose en un ámbito marginal y paralelo al de aquella. A lo largo de la primera parte, la autora analiza cómo estos intelectuales subalternos ejercían un fuerte control social sobre su comunidad a través los periódicos -que eran sus principales dispositivos para ello-, al dirigir mensajes en tono didáctico y disciplinario, "ventilando" noticias sobre algunas personas y denunciando de manera pública a los "desviados". A su vez, estas publicaciones eran capaces de generar una "imaginación comunitaria" que, al congregar a sus miembros, habilitaba en ellos identificaciones emergentes que los iban diferenciando cada vez más entre sí, vistos como una "comunidad de color", como "grupos inferiores" o asumiéndose por momentos como el "pueblo obrero" que iría a cimentarse, tema que explora a lo largo del libro.

En la segunda parte, la autora aborda el profundo proceso de disciplinamiento y jerarquización acaecido en la sociedad de aquel entonces, y lo hace a partir del análisis de las diferentes manifestaciones culturales y los espacios de sociabilidad de la época. Se detiene en el caso del cine, el teatro, los carnavales, la payada, la literatura, las artes plásticas, así como la música, que tenía sus propios referentes entre los afroporteños. Se reseña el proceso de profesionalización de algunos exponentes de la comunidad, que logran destacarse y visibilizarse ante los círculos de élite, aunque muchos de ellos fracasaran en sus intentos por pertenecer al ámbito de la "alta cultura", que comenzaba a separarse y a diferenciarse del "mundo popular" en el que quedaban ubicados. A pesar de ello la autora, atenta siempre a los contraejemplos, nos muestra en su libro las distintas formas en que estos miembros se las ingeniaban por posicionarse en los ambientes de élite, y las diversas colaboraciones entre ambas esferas culturales. Por último, las mujeres afroporteñas son especialmente destacadas hacia el final de esta segunda parte; aquí, la autora menciona cómo ellas irrumpían en un ámbito mayoritariamente masculino y, aunque eran las principales receptoras del impulso disciplinador del período, participaban de la esfera pública subalterna con gran nivel de presencia, incluso mayor que el de sus pares blancas pertenecientes a la élite, quienes no habían accedido al mundo del trabajo, y tenían por este motivo menor autonomía que las primeras.

Finalmente, en la última parte del libro, la autora se concentra en el conflictivo ingreso de los afroporteños en el cuerpo de la nación "blanca y homogénea" y las tensiones intracomunitarias que conllevó negociar estas identificaciones. Resulta interesante cómo Geler resalta que los afroporteños, lejos de ingresar como personas marginales al imaginario nacional que se estaba conformando, reflexionaron activamente acerca de los términos de su acceso, al calor de los debates estimulados por los periódicos y de la intensa actividad política que signó el período; esto habilitaba un semillero de pasiones y tipificaciones que les permitían adscribir a identificaciones alternativas y de mayor vigencia en ese entonces, y reconocerse como "trabajadores", "obreros" o "patriotas", participando del discurso nacional hegemónico y reivindicando los derechos conquistados, así como las batallas libradas antaño. De esta forma asumían identificaciones comunes al resto de la población, al tiempo que se desmarcaban como "comunidad negra" o "gente de color".

María Cecilia Martino