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Mora (Buenos Aires)

versão On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dez. 2013

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Clorinda Matto de Turner en Buenos Aires: redes culturales y estrategias de (auto) legitimación de una escritora en el exilio

 

María Vicens*

* Instituto de Literatura Hispanoamericana, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires - CONICET.

Fecha de recepción: 4 de febrero de 2013. 
Fecha de aceptación: 12 de abril de 2013.

 


Resumen

Uno de los aspectos más interesantes que surge de la trayectoria literaria de la novelista peruana Clorinda Matto de Turner son las estrategias de (auto) legitimación que implementó para consolidar su carrera en el exilio y promover la figura de la escritora latinoamericana en la sociedad porteña de entre siglos. Tanto su identificación con la narradora argentina Juana Manuela Gorriti, como sus vínculos con el Ateneo de Buenos Aires y la Sociedad Proteccionista Intelectual le permitieron contactarse con los integrantes más importantes de ese campo literario e intervenir en los debates de la época en torno del rol social de la mujer, y así convertir su revista Búcaro Americano (1896-1908) en una importante tribuna centrada en defender una literatura de corte continental y la profesionalización de las mujeres dedicadas a las letras. 

Palabras clave: Escritoras; Redes culturales; Latinoamérica; Ateneo de Buenos Aires; Legitimación.

Abstract

One of the most interesting aspects arising from the literary biography of the Peruvian novelist Clorinda Matto de Turner are the strategies of (self) legitmation that she implemented to consolidate her career in exile and to promote the figure of the Latin American female writers in the Buenos Aires society of late nineteenth century. Her identification with the argentine narrator Juana Manuela Gorriti, as well as her links with the Ateneo de Buenos Aires and the Sociedad Proteccionista Intelectual allowed her to contact the most important members of that literary field and participate in discussions about the social role of women which were developing at this time, turning her magazine Búcaro Americano (1896-1908) into an important platform focused on defending a literature of continental dimensions and the professionalization of women interested in pursuing writing as a career.

Keywords: Women writers; Cultural Networks; Latin America; Ateneo de Buenos Aires; Legitimation.


 

Clorinda Matto de Turner (1852-1909) llegó a Buenos Aires en mayo de 1895, con poco equipaje y mucho para decir. Había dejado Perú a raíz del levantamiento del militar Nicolás de Piérola, responsable de la caída del gobierno de Andrés Avelino Cáceres, entonces presidente y fundador del Partido Constitucional. La escritora peruana apoyaba abiertamente a esta fuerza política desde Los Andes, el periódico que dirigía en Lima, por lo que se vio directamente afectada por estos eventos. Luego de que su imprenta La Equitativa fuera incendiada, la novelista partió hacia el exilio, sola y en una precaria situación económica. Frente a este panorama de inestabilidad, Matto de Turner apeló a dos herramientas que manejaba muy bien para poder integrarse a la sociedad porteña y mantenerse económicamente: su pluma y sus contactos literarios. Ambas mostraron sus primeros resultados a pocos meses de su arribo a la capital argentina: en diciembre de 1895 Clorinda se convierte en la primera mujer en ser invitada a dar una conferencia en el Ateneo de Buenos Aires y dos meses después, en febrero de 1896, sale a la luz Búcaro Americano (1896-1908), uno de los periódicos clave para visualizar la situación de las escritoras latinoamericanas a fines del siglo XIX y comprender qué estrategias desarrollaron para insertarse en el campo literario de ese momento. Estos dos hechos demuestran que, si algo distinguió a Matto de Turner de sus contemporáneas, fue su conciencia sobre el funcionamiento de las redes culturales y los círculos de sociabilidad de su época y cómo un escritor o escritora debía moverse en ellos para dar a conocer su obra.

Autodesignada "hija del corazón" (Matto de Turner, 1902: 183) de la escritora argentina Juana Manuela Gorriti1, la novelista peruana aplicó en el exilio tácticas similares a las que había implementado décadas atrás su madre literaria en Lima y logró recortar un lugar propio en el cambiante panorama del campo literario porteño de entresiglos. En este artículo nos concentraremos en analizar las estrategias que Matto de Turner desarrolló para consolidar su posición en Buenos Aires, a través de su inserción en los círculos sociales que aglutinaban a figuras de mayor o menor peso en el campo cultural porteño, contactos que se plasman en las páginas de Búcaro Americano. Estas tácticas se concentran en tres aspectos fundamentales: la identificación con la figura de Gorriti y su (auto)postulación como seguidora de la tradición dejada por la narradora; los vínculos desarrollados con el grupo de letrados que nucleaba el Ateneo de Buenos Aires y su participación en este ámbito de debate literario como instancia de legitimación de su figura; y la relación con la Sociedad Proteccionista Intelectual, entidad integrada por mujeres jóvenes con aspiraciones literarias dedicada a estimular y proteger el trabajo intelectual. Estos tres aspectos muestran cómo Matto de Turner aprovechó su conocimiento de las redes culturales latinoamericanas para insertarse en su patria por adopción y desarrollar allí un proyecto periodístico-literario que promovió una literatura de corte continental y la figura de la escritora profesional. 

Herencia y desvíos de una hija literaria

El estudio de las redes culturales ha ganado importancia en los últimos años en el campo de la crítica especializada como un modo de comprender la emergencia de movimientos literarios, así como la circulación de ideas y textos más allá de las fronteras nacionales. Es una perspectiva que obliga a adoptar una mirada muldimensional que alterna y entrecruza, por un lado, la atención sobre el entorno local, la aglutinación de agentes de un campo literario a partir de determinados eventos y/o proyectos literarios; y, por el otro, un interés por lo global, los contactos con otros centros urbanos y circuitos a partir de la correspondencia, los viajes y los contacto personales. Una dimensión que es particularmente importante a la hora de pensar el desarrollo de la literatura latinoamericana a finales del siglo XIX, sobre todo en Buenos Aires, ciudad que en ese momento funcionaba como uno de los puentes de pasaje entre América y Europa y que se encontraba en pleno proceso de modernización a través del desarrollo de instituciones de formación y consagración y la expansión de un emergente mercado de bienes culturales.2 Este enfoque también es central a la hora de analizar qué lugares ocuparon las escritoras en ese contexto y cómo, a pesar de que todavía se las marginaba en el plano político y cultural de la esfera pública, fueron ganando espacios donde hacer oír su voz. En este punto, la figura de Gorriti se presenta como una pieza clave de ese proceso, no solo por su trayectoria y reconocimiento como literata, sino también por las actividades que organizó para contactar a escritores y escritoras de Argentina, Bolivia y Perú, a través de la dirección de proyectos periodísticos como El Álbum (Lima, 1874), La Alborada (Lima, 1874-1875) y La Alborada del Plata (Buenos Aires, 1877-1878 y 1880), y la organización de ámbitos de debate y legitimación literarios como su ya famosas Veladas Literarias (1877-1878) en Lima.

En estos encuentros realizados en la casa de la escritora salteña participaban mujeres y hombres de reconocida trayectoria literaria (como Ricardo Palma, Abelardo Gamarra y la novelista Mercedes Cabello de Carbonera), así como figuras emergentes que daban sus primeros pasos literarios. Además, las Veladas tuvieron la particularidad de incorporar a periodistas que relataban el contenido de estas reuniones en la prensa.3 Esta última característica y el hecho de que Gorriti alternara en ese momento su residencia entre Lima y Buenos Aires aceitaron las relaciones entre los círculos literarios de ambos países, como puede observarse por ejemplo en las páginas de La Ondina del Plata (1875-1881), periódico literario dedicado a las mujeres, que dio a conocer en Buenos Aires gran parte de los textos leídos en las Veladas limeñas y en el que varias escritoras peruanas colaboraron de manera asidua. Así, las literatas nucleadas en torno a la figura de Gorriti -como Cabello de Carbonera, Teresa González de Fanning, Matto de Turner, Carolina Freyre de Jaimes y Adriana Buendía, entre otras- comenzaron a publicar sus trabajos de manera sistemática, tanto en Lima como en Buenos Aires, y a leerse mutuamente, conformando un incipiente circuito de escritoras al que se sumaron argentinas como Josefina Pelliza de Sagasta y uruguayas como Lola Larrosa (dos escritoras también muy cercanas a la salteña, cuando regresa a la Argentina a mediados de 1870).4 Estos contactos se plasmarían en los periódicos literarios dedicados a la mujer y/o las familias de esa época, como La Ondina del Plata, dirigida por Luis Telmo Pintos, El Álbum del Hogar (1878-1880 y 1886-1887), de Gervasio Méndez, y La Alborada de Plata, revista porteña de la propia Gorriti.

A pesar de que, al momento de instalarse en Lima, Matto de Turner ya tenía cierto reconocimiento literario gracias a la publicación de su revista cuzqueña El recreo del Cuzco (1876) y la colaboración en periódicos como El Heraldo y El Eco de los Andes, tanto su incorporación a las Veladas como su amistad con Gorriti operaron como una experiencia legitimadora fundamental. Así se encargarían de enfatizarlo sus prologuistas cuando comience a publicar libros de manera sistemática durante las décadas de 1880 y 1890, como se observa en el texto introductorio de Abelardo Gamarra a Bocetos al lápiz de americanos célebres (1890), escrito por Matto de Turner. Recordando las Veladas Literarias de Gorriti, el escritor peruano resalta:

Allí fue donde conocimos por primera vez a esa joven de 20 años, esbelta y con todos los encantos de la juventud, realzados por los de un talento notable y una educación esmerada. Con sus propias manos la señora Gorriti adornó las sienes de la hermosa tradicionista con una corona rica de filigrana, semejando las enlazadas ramas del simbólico laurel, y colocó en sus manos una valiosa pluma y tarjeta de oro, a la par que un magnífico juego de botones de no poco valor, como recuerdo de sus amigas y homenaje de sus hermanas en las letras(Gamarra, 1890: 7, el destacado es nuestro).5

El fragmento relata la introducción de la escritora peruana al círculo de Gorriti como un claro momento de legitimación, pero más interesante aún nos resulta el modo en que la escena es construida: como en el caso de su madre literaria, Matto de Turner  recurre a una figura de autoridad masculina para que prologue (respalde) su libro, pero este funciona como un mediador, un cronista que da cuenta de una relación de reconocimiento entre dos mujeres. Es Gorriti quien corona a la joven Clorinda, y no Palma o Gamarra (quienes también estaban presentes en esa reunión). Este gesto se refuerza con la mención del "homenaje de sus hermanas en las letras", es decir, colegas que, como ella, integran el entorno de la salteña. Una referencia importante no solo para entender el lugar central que ocupó Gorriti en el entramado de ese incipiente circuito latinoamericano de escritoras, sino también para percibir la diferencia que presentan los perfiles de la argentina y la peruana: si Gorriti, como destaca Graciela Batticuore (2005), era reconocida por sus contemporáneos como una excepción, Matto de Turner sería valorada como parte de un grupo emergente de literatas.6 Lo que nos importa analizar en este contexto es qué lugar pretende ocupar la novelista y qué tácticas desarrolla para lograrlo. En este punto, del prólogo de Gamarra surge otra imagen para destacar: un perfil de la joven Clorinda como una empresaria emergente, otro dato significativo para rastrear su inserción en el campo literario porteño de fin de siglo. El escritor relata su reencuentro con Matto de Turner luego de la muerte de su marido en los siguientes términos:

Su esposo había muerto dejándole una fortuna quebrantada, y la joven escritora, sin dejarse abatir por la desgracia, se había puesto al frente del comercio de su casa y vivía consagrada al trabajo con la constancia, fe y talento de una verdadera norte-americana. Así no nos fue menos grato, a nosotros que la habíamos visto coronada en los salones de la señora Gorriti, encontrarla, al ir a visitarla, en su escritorio rodeada del libro mayor, del borrador y del de caja, pluma en mano, haciendo el balance de partidas numéricas, como pudiera haber estado registrando antiguallas para encantarnos con una tradición. […] ¿Qué hubieran dicho Madame de Staël, Jorge Sand, Fernán Caballero, Carolina Coronado, María del Pilar Sinués de Marco y todas aquellas sobresalientes escritoras al ver a la tradicionista americana, hermosa y joven, ni más ni menos que un banquero, un tenedor de libros o un jefe de casa mercantil personalmente dirigiendo, ordenando, trabajando ella misma y hablando de negocios como en un salón pudiera hablar de literatura? ¿No es verdad que esto es encantador y respetable? (Gamarra, 1890: 10-11).

 Los problemas financieros que habían llegado junto con la viudez para Matto de Turner se convertirían con el tiempo, y de la mano de su legitimación autoral, en una posibilidad de ser gestora de sus propios proyectos literarios y periodísticos. La descripción de Gamarra muestra una imagen de escritora inmersa en plena actividad comercial, profesionalizada por necesidad (su viudez, en este punto, es el rasgo que "autoriza" su contacto con el mundo laboral) y distanciada del modelo propuesto por sus antecesoras inmediatas en el contexto internacional. La frase del prologuista disocia a este grupo de pioneras españolas y francesas en el campo de la publicación de la descripción que hace de Clorinda, y esta distancia está directamente asociada al mundo profesional. En este aspecto puntual,  Europa ya no es el modelo a seguir, sino que se apela al referente del progreso femenino durante el siglo XIX: Estados Unidos. En la escena de Gamarra el espacio doméstico solo está referido y lo que aparece con fuerza es el ámbito  laboral. Esta imagen "empresarial" de Matto de Turner asocia su figura al mundo del dinero y de la profesionalización, aspectos que se impondrán como preocupaciones centrales en el campo letrado porteño de entresiglos, y prefigura en parte los reclamos de derechos políticos y laborales femeninos que ganarían resonancia a finales de 1800 en el mundo occidental.7

Una imagen de escritora profesionalizada por necesidad que la propia Clorinda buscará respaldar a través de múltiples iniciativas periodísticas y literarias. Entre las décadas de 1880 y 1890 la novelista alterna la dirección de periódicos comerciales como La Bolsa (1884), con la publicación de revistas literarias como El Perú Ilustrado (que dirige entre 1889-1890),8 así también libros como Tradiciones cuzqueñas (1884) y su trilogía novelística Aves sin nido (1889), Índole (1891) y Herencia (1895), entre otros. Además, funda su propia imprenta, La Equitativa (1893), que financiaría la edición del periódico político Los Andes (1893-1895) y el libro Leyendas y Recortes (1893). Es decir que, para el momento en que se instala en Buenos Aires, Matto de Turner había desarrollado una extensa carrera como escritora profesional en la que, además, no había evitado intervenir de manera activa en los debates políticos y religiosos de su tiempo, estimulando un alto perfil público.9

Un perfil que en Buenos Aires reorientará y concentrará en la promoción de la literatura americana y el ingreso de las mujeres al mundo laboral, especialmente a través de las llamadas profesiones liberales, como la enseñanza y el periodismo. En este punto, la conferencia que Matto de Turner ofreció en el Ateneo de Buenos Aires emerge como un hito en ese proceso de inserción: es un gesto de reconocimiento del campo letrado porteño a la escritora. Sabemos que esta intervención le brinda a la novelista un escenario de gran visibilidad pública y de legitimación. Pero, ¿qué es lo que los integrantes del Ateneo ven en ella para ofrecerle esta tribuna? Porque Matto de Turner no solo va a aprovechar este espacio para mostrar su conocimiento del panorama de las letras continentales (validándose en este gesto como intelectual), sino que también va a usarlo para exhibir una tradición de literatas latinoamericanas en la cual se inserta y defender a partir de su exposición el derecho de las mujeres a profesionalizarse como escritoras. Esta agenda basada en la defensa de una literatura de corte americanista y en la expansión de los derechos laborales femeninos será retomada y expandida en las páginas de Búcaro Americano.

El Ateneo como espacio de consagración

  El Ateneo de Buenos Aires funcionó desde su inauguración en 1893 hasta su dispersión a principios de 1900 como un importante ámbito de debate cultural del campo literario argentino. Este círculo de sociabilidad atravesado de tensiones nació como idea en las tertulias que se realizaban en la casa de Rafael Obligado a mediados de 1892  y, como señala Alejandra Laera, funcionó como "un espacio de sociabilidad cultural relativamente formalizado" (2007: 20) en el que se entremezclaron generaciones y tendencias literarias que se pueden dividir a grandes rasgos entre los escritores "consagrados" -como Obligado, Lucio V. Mansilla, Carlos Guido y Spano, Calixto Oyuela y Ernesto Quesada, entre otros-, los "jóvenes" -como Roberto Payró, Joaquín V. González, Leopoldo Lugones, Luis Berisso, Carlos Vega Belgrano-, y los "artistas" -Eduardo Schiaffino y Eduardo Sívori, entre otros-.10 Fue en este sentido un escenario de alto perfil público (especialmente debido a la atención que sus conferencias y muestras recibieron en la prensa) en el que se plasmaron preocupaciones del campo letrado de ese momento, vinculadas a la construcción de una literatura nacional y/o americana, y a su relación con la tradición europea, así como el lugar de los escritores en una sociedad que ya percibía el impacto del proyecto modernizador del estado liberal y la emergencia de un mercado de bienes culturales. En este contexto, Laera destaca el año 1896 como un momento de giro en la historia del Ateneo, en el que el grupo de los "jóvenes" gana protagonismo de la mano de la publicación de Los Raros, de Rubén Darío, y la injerencia de Vega Belgrano como presidente de la entidad y mecenas del grupo modernista (Laera, 2007: 24). Este último tuvo un rol central en la difusión del modernismo latinoamericano, a través de su diario El Tiempo y la financiación en 1897 de dos libros fundamentales para este movimiento: Prosas Profanas, de Rubén Darío y Las montañas del oro, de Leopoldo Lugones.

Con una extensa trayectoria literaria y periodística que la respaldaba, Matto de Turner surge como una figura atractiva y de consenso dentro del campo de tensiones que plantea el Ateneo.11 El interés por parte de los diferentes grupos que nucleaba este espacio se debe, en gran parte, a su identificación como hija literaria de Gorriti, quien había muerto tres años antes con todos los honores del Estado nacional, dejando un espacio vacío en ese prestigioso casillero de la literata americana. En este sentido, se puede pensar que el grupo de los "consagrados" del Ateneo veía en Clorinda una continuadora de las ideas defendidas por su antigua amiga: Gorriti había sido una figura cercana al grupo de Obligado, Guido y Spano (quien pronuncia su discurso fúnebre) y Quesada, promovida por ellos tanto por su calidad literaria como por sus posturas políticas e iniciativas culturales.

También juega un rol importante en este punto la condición de exiliada de la escritora peruana, situación que funciona como otro foco de atracción para los letrados argentinos, herederos de una generación que había combatido al rosismo desde el extranjero. Además de ser un nuevo punto de contacto que identifica su figura con la de su madre literaria (la leyenda biográfica de Gorriti como exiliada del rosismo es otro de los aspectos que la vincula con los románticos argentinos y la promueve en este círculo), la abierta defensa que Matto de Turner hace del liberalismo, la pérdida de sus bienes durante el levantamiento de Piérola y su amistad con el presidente derrocado (también exiliado en Buenos Aires), así como sus críticas al clero peruano en Aves sin nido (1889) realzan su imagen en los círculos de sociabilidad porteños, de tendencia liberal y laicista a finales de 1800.12 Esta condición de exiliada será capitalizada por la novelista en las páginas de Búcaro Americano, revista que presenta como: "[el] hijo de mis dolores, nacido en el ostracismo al que me condena el duelo del hogar con la muerte de un hermano idolatrado y el infortunio en política provocado por las convicciones difíciles de quebrantar" (Matto de Turner, 1896: 2).

Una imagen de ostracismo que contrasta con las actividades de la escritora cuando llega a Buenos Aires. Lejos de permanecer encerrada en su hogar, Matto de Turner trabaja para insertarse en su nueva ciudad: visita el diario La Nación gracias a Roberto Payró, a quien conoce durante el viaje que la lleva de Perú a la Argentina,  y logra ser entrevistada por El Tiempo, periódico en el que además colaboraría desde su arribo a la capital argentina, entre otras actividades. Destacamos estas referencias porque muestran los contactos de Matto de Turner con el grupo de los "jóvenes", cuyos textos y perfiles biográficos serán publicados en Búcaro Americano y en Boreales, Miniaturas y Porcelanas (1902). De hecho, este es uno de los aspectos más interesantes sobre cómo se inserta Clorinda en el campo cultural porteño de entresiglos ya que, si bien no comparte con el grupo de los "jóvenes" (modernistas, en su mayoría) sus premisas estéticas y/o su estilo de vida vagabundo, sí logra atraer su atención a partir de otros puntos de interés compartidos como la crítica al avance del lujo y el mercantilismo, la promoción de una literatura de corte continental (ya presente en la generación romántica) y la progresiva profesionalización del campo letrado.13 Más allá de que, al momento de llegar a Buenos Aires, Clorinda fuese conocida como una novelista asociada con el realismo y un incipiente indigenismo (Cornejo Polar, 1992; Peluffo, 2005), su revista publica textos de numerosos representantes del grupo modernista y sus contactos con algunos de ellos (Darío, por ejemplo) se remontaban incluso a la época en que estaba a cargo de El Perú Ilustrado en Lima.14    

En este sentido, Matto de Turner se instala en el campo literario porteño de ese momento como una figura de transición, ya que puede dialogar con los diferentes grupos que tensionan los debates del Ateneo, alternando un perfil más vinculado a los románticos (y que se relaciona, por ejemplo, con la atención al color local en su narrativa como tradicionista y novelista, así como su defensa de un modelo de mujer virtuosa como eje del hogar ilustrado), con una faceta más moderna en lo que respecta a sus prácticas literario culturales, que se evidencia en sus proyectos comerciales, su abierta defensa de la profesionalización femenina y su voluntad de intervenir en la esfera pública de manera activa como conferencista. Esta también es la faceta que va a mostrar en su discurso en el Ateneo, centrado en exhibir una tradición de escritoras latinoamericanas y organizarla de tal manera que ella misma pueda ocupar un lugar central en ese panorama, como promotora de una nueva generación de literatas y de su profesionalización.   

"Las obreras del pensamiento de la América del Sur", discurso pronunciado el mismo día en que se oficializó la aceptación de las mujeres en el Ateneo de Buenos Aires, promueve el reconocimiento de las escritoras latinoamericanas, planteando como modelo a la sociedad estadounidense en lo que refiere a rol social del sexo femenino y realizando un detallado relevamiento sobre las mujeres que se dedican a la literatura en el continente. Este último punto es el que más nos interesa en términos de estrategias de legitimación: Matto de Turner aprovecha esa tribuna de gran visibilidad que es el Ateneo para exponer un extenso discurso en el que nombra a 90 literatas latinoamericanas del pasado inmediato y de ese momento. Tanto el recorte que elige, como la insistencia en mencionar los nombres de estas mujeres y la organización que plantea en esa enumeración pueden ser leídos como tácticas para organizar una incipiente tradición literaria femenina.

De estos tres aspectos, lo primero que debe destacarse es el recorte: la novelista peruana va a referirse siempre a las escritoras americanas (no peruanas, ni argentinas, ni sudamericanas) optando una vez más por reforzar los lazos continentales que durante todo el siglo XIX habían sido estimulados por los letrados de las ex colonias españolas a partir de viajes, actividades culturales y revistas. En la misma línea que Gorriti, Matto de Turner elige apoyarse en esta dimensión transnacional, decisión que se puede pensar en relación con tres factores: la necesidad de reunir un grupo considerable de mujeres que escriben (dispersas e invisibilizadas en cada uno de sus países); el aprovechamiento de su situación de exiliada y la posibilidad de actuar como intermediaria entre diferentes círculos culturales; y la identificación con un discurso de tono americanista en plena expansión en el contexto de entresiglos, de la mano de movimientos literarios en boga como el modernismo y el arielismo. 

El segundo rasgo a resaltar es el uso de la enumeración como estrategia para valorar la obra de estas literatas. Luego de una introducción en la que se refiere al escaso reconocimiento que habían recibido las escritoras latinoamericanas hasta ese momento, la disertante se dedica a nombrar las figuras femeninas destacadas en ese campo, estrategia que tiene un efecto de visibilización. Ella quiere demostrar la gran cantidad de mujeres que escriben en Latinoamérica, y que apenas son conocidas fuera de sus ciudades. Al finalizar su extensa enumeración, la escritora peruana resalta a modo de cierre:

La enumeración, aunque incompleta, que he hecho sirve de recuerdo agradecido para las obreras del pensamiento en América del Sur; verdaderas heroínas, repito, que no solo tienen que luchar contra la calumnia, la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades para obtener elementos de instrucción, sino hasta correr el peligro de quedarse para tías, porque si algunos hombres de talento procuran acercarse a la mujer ilustrada, los tontos le tienen miedo  (Matto de Turner, 1902: 265-266).

La estrategia que ensaya Matto de Turner en este discurso revela el carácter político de las preocupaciones de las escritoras latinoamericanas de fines de 1800. El foco en "Las obreras del pensamiento en la América del Sur" no está puesto en precisar rasgos literarios específicos, sino en hacer visible el trabajo de un grupo de mujeres que comenzaba a reclamar abiertamente, si no su profesionalización, al menos su reconocimiento público. Lo importante en este punto es recuperar a una serie de literatas que habían sido ignoradas y vincularlas con sus colegas contemporáneas, enhebrar en una misma tradición a todas esas figuras, intención que va a enfatizar más tarde desde las páginas de su revista.

Este gesto abarcador, sin embargo, presenta cierto ordenamiento que puede ser leído como una tercera estrategia: si bien Matto de Turner utiliza el término escritoras americanas, el eje de su conferencia va a estar puesto en sus países de recepción y procedencia, contextos en los que ella puede tener algún tipo de intervención político-cultural, y no en criterios "objetivos" basados en la cantidad de mujeres que publican o cierta tradición de escritura femenina ya instalada. El caso más claro es cuando se dedica a México, fragmento del discurso en el que solo menciona a Sor Juana Inés de la Cruz y otras cuatro escritoras, señalando que es la nación con más literatas pero que "enumerarlas sería extender mucho este bosquejo" (Matto de Turner, 1902: 258). La hermandad continental también tiene sus límites: más allá de reconocer los lazos que unen a toda América (latina), México se presenta como un contexto lejano, con su propia historia y dinámica, y a Matto de Turner le interesa destacar los ámbitos en los que ella puede tener algún tipo de injerencia. En este punto, resulta particularmente interesante la forma en que introduce a las argentinas, las primeras a quienes se dedica. La que inicia esta serie es, por supuesto, su madre literaria, Juana Manuela Gorriti, sobre quien señala: "rodeada del respeto y de la admiración, no por haber sido esposa y madre de presidentes de una república, sino por haber sido escritora" (Matto de Turner, 1902: 252).15

A esta afirmación le siguen breves comentarios sobre Eduarda Mansilla, Josefina Pelliza de Sagasta y Juana Manso, momento en que interrumpe la enumeración para afirmar: "[…] ellas, más que las de la presente generación, tuvieron que sostener lucha tenaz contra las preocupaciones, pues lo que en Europa y América del Norte constituye una profesión honrosa y lucrativa, en América del Sur es casi un defecto" (Matto de Turner, 1902: 253, el destacado es nuestro). La frase resalta dos cuestiones centrales para este trabajo: por un lado, la defensa de la escritura como una profesión honrosa y lucrativa para las mujeres, postura que, apenas algunos años atrás, pares como Pelliza de Sagasta y Larrosa no defendían abiertamente, si bien escritos pioneros como los de Domingo F. Sarmiento y Juana Manso ya habían planteado. El otro aspecto destacado en la cita también nos parece clave: Clorinda da por sentada la existencia de al menos dos generaciones de escritoras argentinas. Distanciándose de los críticos que valoraban las obras de estas literatas como casos aislados y excepcionales, Matto de Turner las agrupa como una generación pionera: Gorriti, Mansilla, Pelliza de Sagasta y Manso fueron excepcionales, pero porque abrieron el camino a las más jóvenes.

Este corte, creemos, también apunta al lugar que pretende diseñar la novelista para sí misma: Clorinda ha compartido espacios y periódicos con todas ellas (ya fallecidas) y es quien es capaz de articular ese grupo de pioneras con el que está dando sus primeros pasos literarios en ese momento. En este punto, es significativo el hecho de que gran parte de las escritoras jóvenes que menciona en su discurso -las novelistas Carlota Garrido de la Peña y María Emilia Passicot, así como la ensayista y educadora Elia M. Martínez, entre otras- serán colaboradoras de Búcaro Americano, revista que comenzaría a publicarse apenas dos meses después de la conferencia ofrecida en el Ateneo. La misma situación se va a repetir con literatas de otros países que Matto de Turner enumera en su discurso y que, más tarde, colaborarían o serían homenajeadas en su publicación, como las uruguayas Lola Larrosa, Dorila y Adela Castell, Ernestina Méndez Reissig y Casiana Flores; las peruanas Carolina Freyre de Jaimes, Mercedes Cabello de Carbonera y Margarita Práxedes Muñoz; la venezolana Carmen Brigé y la colombiana Soledad Acosta de Samper. En este sentido, el espacio de legitimación y visibilidad que le ofrece el Ateneo de Buenos Aires es aprovechado por Matto de Turner para defender una postura que será puesta en práctica en su revista: una posición basada en la defensa de la profesionalización de las escritoras y el armado de una incipiente tradición de literatura femenina de dimensión continental, centrada en los países en los que ella tiene mayor trascendencia y contactos, Perú y Argentina, y en la que también se propone como una figura capaz de articular el pasado con el presente. Esta relación entre la conferencia ofrecida en el Ateneo y Búcaro Americano será remarcada por la propia Clorinda, al incluir en el número inaugural de la publicación el extenso discurso, buscando mostrar el lugar de importancia que ella ocupa como recién llegada en el campo literario porteño.

Búcaro Americano, americanismo y profesionalización

"Las obreras del pensamiento de la América del Sur" expone desde su título dos aspectos que Matto de Turner tomaría como ejes de su revista: el interés por lo americano y la defensa de la profesionalización de las mujeres. Estos dos focos temáticos se materializarían en la publicación periódica a través de ensayos firmados por su directora, además de numerosas colaboraciones de escritores y escritoras de todo el continente y en la atención dedicada a iniciativas de asociaciones y círculos literarios como las del Ateneo de Buenos Aires, la Sociedad Proteccionista Intelectual, el Club del Progreso, el Consejo Nacional de Mujeres, y la Liga Patriótica Femenina, entre otros. Este último aspecto demuestra la agudeza de Matto de Turner para identificar una tendencia nueva y en ascenso, como el asociacionismo, en una sociedad porteña que se expandía aceleradamente y buscaba organizarse para enfrentar problemáticas modernas como la profesionalización del campo letrado o la defensa de los derechos de las mujeres.16 Búcaro Americano se apoyará en este proceso desde un comienzo, alimentando sus páginas de sociales con los eventos organizados por las asociaciones con las que su directora estaba conectada, destacando en tapa a los/as responsables de estas entidades y publicando colaboraciones ensayísticas y literarias de sus integrantes. El protagonismo de estas entidades en la revista funciona como una estrategia más de inserción (y legitimación) para la escritora exiliada que presenta, al menos, tres características: en primer lugar, expone su participación en el campo cultural porteño, así como los diferentes intercambios y gestos de reconocimientos con los personajes que intervenían en él; en segundo lugar, la relación con las asociaciones de mujeres específicamente presenta un matiz económico, ya que éstas oficiaban como protectoras e incluso mecenas de la revista;17 y, por último, el vínculo con agrupaciones como la Sociedad Proteccionista Intelectual funcionaría para Matto de Turner como una oportunidad de intervenir en la promoción de esa nueva "generación" de literatas argentinas que la propia Clorinda había postulado en el Ateneo de Buenos Aires como herederas de Gorriti, Mansilla, Manso y Pelliza de Sagasta.

La novelista ve en su relación con este tipo de entidades una oportunidad de influir en la organización del campo cultural latinoamericano en función de ciertos propósitos y principios. Así, la directora de Búcaro Americano no solo va a publicar la conferencia que ofrece en el Ateneo de Buenos Aires en el primer número de la revista, sino que tres números después retomaría esta experiencia para expresar sus opiniones sobre las dos temáticas que funcionan como ejes de la publicación: la literatura americana y la escritura femenina. Ambas son analizadas por Clorinda a partir de las posturas de diferentes asociaciones que integran el campo de las letras hispanoamericanas, no desde perspectivas individuales, sino enfatizando su interés por promover mecanismos institucionales que organicen el campo cultural.  En el cuarto número de Búcaro Americano, Matto de Turner publica en tapa un retrato de Carlos Vega Belgrano y abre la revista con una nota titulada "La mujer en el Ateneo Argentino", texto que comienza criticando el rechazo de la Real Academia Española al ingreso de la novelista Emilia Pardo Bazán a esa entidad. Frente a esta postura, Clorinda contrapone dos modelos: el americano y el de una institución española más joven -la Unión Ibero Americana- que, por supuesto, ella integra. Señala Matto de Turner:

América es, ciertamente, la que imprimirá el verdadero carácter á las escritoras del porvenir. América, la que reparte su savia oxigenada, rica y vigorosa en ondas que marchan pujantes hacia el objetivo de la libertad por la instrucción y la igualdad por el pensamiento. En España mismo, frente al edificio de la Real Academia se levanta el de la Unión Ibero Americana que ha desplegado la bandera bajo cuyos repliegues caben todas las ideas elaboradas por el cerebro masculino ó femenino y en cuyas filas tenemos la alta honra de contarnos  (Matto de Turner, 1896: 74). 18

América se erige para la escritora como el futuro, el modelo a seguir, frente a una desgastada Europa, y el lugar que la mujer ocupa en esas sociedades funciona como un fuerte indicio sobre el estado de progreso de las mismas. Esta postura es central en el ideario de la escritora, ya que a partir de ella plantea una agenda americanista en las páginas de Búcaro Americano: sin definirse por determinada corriente estética y enmarcándose dentro del ideario liberal (a partir de la defensa de nociones generales como las de progreso, democracia y libertad, así como la crítica al lujo y al materialismo), Matto de Turner promovería la unión de las jóvenes naciones americanas (cada vez más orientada al hispanoamericanismo), aún no "pervertidas" por el utilitarismo de algunos países europeos pero herederas de las premisas de la Ilustración. En esta línea, apelaría en repetidas ocasiones a la época de la Independencia para enfatizar el sentimiento fraternal entre los países latinoamericanos -especialmente, sudamericanos- y defender una literatura de corte continental, sin intervenir de manera más precisa en las polémicas estético-políticas del período.19 En el artículo sobre el Ateneo de Buenos Aires, por ejemplo, Matto de Turner destaca la aceptación de socias en el Ateneo de Lima y la Academia de Bellas Letras de San Salvador desde la fundación de ambos, en oposición a la conservadora actitud de la Academia Española.

El punto central de todo ese rodeo argumentativo, descubrimos, es comunicar que el 14 de diciembre de 1895 (fecha de su disertación) el Ateneo de Buenos Aires había modificado su reglamento para aceptar como socias a las mujeres. Lo interesante en este punto es que, a diferencia de la postura adoptada respecto a la Academia Española, la actitud de Matto de Turner es conciliatoria. Al introducir esta noticia, la escritora explica: "[…] por una de aquellas omisiones de que no sabemos darnos cuenta, el Ateneo Argentino, al formular sus estatutos, no hizo mención siquiera de esa mitad del género humano que hoy piensa, siente y quiere con los mismos componentes educativos con que funciona el corazón del hombre" (Matto de Turner, 1896: 76). Lo que es abiertamente reprochado como una actitud antigua de la Academia Española, en el caso del Ateneo de Buenos Aires es apenas una "omisión", un olvido que sus integrantes se habían tomado tres años en subsanar. Además de esta actitud moderada respecto a la marginación de las mujeres en la asociación hasta ese momento, Matto de Turner refuerza su valoración de este círculo homenajeando a su entonces presidente y dando un gran despliegue al artículo con la inclusión de grabados de la sede de la asociación.

Si bien la directora de Búcaro Americano se muestra abiertamente optimista respecto a esta reforma del reglamento, al afirmar que con esta decisión el Ateneo había salvado "felizmente la edad de la infancia y la educación" para entrar en "el período de la obra" (Matto de Turner, 1896: 76), las repercusiones de la aceptación de las mujeres en esta entidad son limitadas: la revista no menciona ninguna otra conferencia ofrecida por una escritora en este ámbito y apenas hemos encontrado referencias en esta línea en la prensa de la época.20 Más allá de esta falta de menciones, tanto la invitación del Ateneo como la insistencia de la directora de Búcaro Americano en la ampliación de los derechos femeninos (especialmente los profesionales) y en la organización de asociaciones que se proponen visibilizar la participación del sexo femenino en la esfera pública, reflejan cuánto habían avanzado las mujeres en este campo y el interés que ciertos sectores de los letrados argentinos tenían en ese momento por "la cuestión de la mujer".21 

En este sentido, la actitud conciliatoria de Matto de Turner no solo está relacionada con el hecho de comunicar la aceptación de las mujeres en este ámbito (un nuevo espacio de la esfera pública conquistado), sino también con su interés en estar contactada y ser reconocida por ese circuito de escritores. La novelista no se mueve por fuera de las redes culturales masculinas; busca insertarse dentro de ese panorama. Además de presentarse en el Ateneo de Buenos Aires como disertante, los contactos con los escritores de este circuito pronto se materializarían en su revista, a través de colaboraciones y canjes con publicaciones argentinas y latinoamericanas. La revista busca plasmar esa mirada multidimensional que planteábamos al comienzo de este trabajo: por un lado, la atención a los círculos de sociabilidad locales y, por el otro, el énfasis en lo transnacional, en dar cuenta de lo que está sucediendo en los ámbitos culturales de otras ciudades. De hecho, no existe un número de Búcaro Americano en el que haya solo colaboradores/as argentinos/as: siempre se busca mostrar una amplia gama de escritores/as, personajes políticos y culturales de diferentes países del continente, intención que más tarde se va a subrayar agregando al nombre del/la colaborador/a su país de procedencia entre paréntesis. Estas referencias le dan a Búcaro Americano una dimensión continental a partir de la cual Matto de Turner convierte su exilio en un puente cultural (estrategia que retoma de Gorriti) aprovechando los contactos literarios transnacionales que había desarrollado a través de sus publicaciones peruanas y sumando nuevos en el contexto cosmopolita de la Buenos Aires de fin de siglo.

Esta propuesta se entrecruza con el estímulo de las asociaciones de mujeres y la promoción de las escritoras latinoamericanas, homenajeaban a través de perfiles y miniaturas a las literatas que habían fallecido y promovían a escritoras jóvenes que empezaban a participar en el campo literario porteño. Esta intención se evidencia de manera más clara en su relación con la Sociedad Proteccionista Intelectual, entidad que participaría en el financiamiento de la revista e intervendría en su realización: en enero de 1897 Matto de Turner anuncia el ingreso de María Emilia Passicot (presidenta de la asociación) y de Elia M. Martínez (consejera externa) a la redacción de Búcaro Americano. Mientras que la primera alterna artículos ensayísticos con textos literarios, como el folletín "La gota de rocío" (la revista la promueve como una promisoria novelista), la segunda publica ensayos de carácter moral sobre el rol social de las mujeres que se centran en la crítica al lujo y la defensa de la ilustración de la mujer, destacando su influencia dentro del hogar. Ideas que funcionan como elementos cohesivos en los discursos de la época en torno a "la cuestión de la mujer" y que se entrecruzan con planteos vinculados a la profesionalización del sexo femenino y la ampliación de sus derechos sociales y políticos que comenzarían a ganar importancia a principios del siglo XX.22 Estas tensiones pueden observarse en la autodefinición de la propia Sociedad Proteccionista Intelectual: según Passicot, la entidad había sido fundada en 1893, con el nombre de "Sociedad Hermanas de los Desgraciados" y el objetivo de "proteger a las personas que se dedican al trabajo intelectual" (1897: 228), sin precisar las medidas adoptadas para conseguirlo ni un proyecto concreto a seguir. Por su nombre inicial y la vaguedad de su propio programa, la iniciativa parece estar a mitad de camino entre el antiguo modelo de la sociedad de beneficencia y el formato moderno de las asociaciones de mujeres, que comenzaban a ganar fuerza por esos años. Un modelo de transición que responde a los procesos de transformación que atravesaba la sociedad argentina en ese período.23

Más allá de estos rasgos, quisiéramos detenernos en dos aspectos sobre la relación con esta entidad que consideramos importantes para precisar las estrategias de Matto de Turner respecto al manejo de las redes culturales de esa época. El primero se relaciona con una extensa crónica publicada en los primeros dos números de Búcaro Americano, que se refieren a un homenaje organizado por esta asociación a raíz del reciente fallecimiento de  Lola Larrosa. La revista dedica un amplio espacio a este evento, al reproducir todos los discursos (pronunciados por Matto de Turner, Ponce de León, Martínez, Passicot y José J. Biedma) que, en general, realizan una caracterización idealizada de la escritora uruguaya como una esposa instruida, abnegada y sufriente, forzada a trabajar por la enfermedad de su marido, cuyo valor esencial como literata había sido la probidad moral de sus escritos. En este sentido, el homenaje a Larrosa muestra, por un lado, la persistencia de una determinada construcción discursiva sobre la figura de las escritoras, que se remontaba a décadas atrás y que aún va a sobrevivir en el siglo XX, centrado en enfatizar sus virtudes morales y domésticas, más allá de su actividad intelectual. Una estrategia que buscaba evitar críticas de los sectores sociales más conservadores que asociaban el desarrollo de actividades profesionales por parte de las mujeres con el deterioro del ámbito familiar. Este discurso comenzará a mostrar sus grietas a principios de 1900, con una nueva generación de escritoras (basta solo pensar en figuras como Alfonsina Storni o Salvadora Medina Onrubia), pero seguiría teniendo una fuerte pregnancia en las décadas siguientes en la sociedad argentina.

Más interesante resulta la iniciativa en sí, ya que demuestra la clara intención de este grupo de mujeres de intervenir en el espacio público de manera organizada, es decir, aglutinadas en una asociación con un objetivo en común. El hecho de que se busque homenajear a una escritora uruguaya también es significativo, ya que muestra la voluntad de este círculo de construir una tradición de literatas latinoamericanas (que se refuerza a través de las referencias a otras escritoras como Gorriti en los discursos pronunciados), y a dar cuenta de una red de conexiones entre ellas, enlazada a través de las revistas, los viajes y la correspondencia compartida. En este punto, el homenaje de la Sociedad Proteccionista Intelectual materializa las ideas postuladas por Matto de Turner en su conferencia del Ateneo: la entidad integrada por mujeres jóvenes con aspiraciones literarias reconoce a las escritoras del pasado y busca apoyarse en esta tradición para legitimar su participación en el campo cultural.24 Una postura particularmente atractiva para la directora de Búcaro Americano ya que su trayectoria le permitía funcionar como una figura articuladora en ese circuito, ser el nexo entre las literatas "pioneras" del siglo XIX y las escritoras jóvenes que buscaban reconocimiento público.

Esta intención de intervenir en el contexto de la época también se plasma en la composición de la entidad, detallada en el texto que publica Passicot previamente mencionado. Mientras que la integración de la comisión general directiva (todas mujeres) no muestra figuras literarias de renombre, tanto los socios honorarios como los beneméritos dan cuenta de las conexiones de la asociación con los círculos literarios porteños más importantes de la época. Además de Matto de Turner, Sara Eccleston y Delfina Mitre, se mencionan como socios honorarios a personajes del mundo periodístico, literario y artístico como Bartolomé Mitre, Lucio V. Mansilla, Carlos Guido y Spano, Calixto Oyuela, Rubén Darío, Rafael Obligado, Martín Coronado, Luis Telmo Pintos y Ernesto Della Cárcova, entre otros. Es decir, figuras relacionadas con la Academia Argentina de Letras, el diario La Nación y el Ateneo, núcleos sociales del campo cultural de fines del siglo XIX. Asimismo, aparecen como socias beneméritas Cecilia Grierson -figura clave en la defensa de los derechos femeninos y la creación del Consejo Nacional de Mujeres- y a otras escritoras extranjeras como la venezolana Carmen Brigé. Se señala además que la Sociedad Proteccionista Intelectual cuenta con 800 socios, número no menor para este tipo de iniciativas. Estos datos, en nuestra opinión, precisan un poco mejor la inserción de esta asociación en el campo cultural porteño: protagonizada por mujeres (y con actividades que demuestran un claro interés en promover la figura de las escritoras latinoamericanas, como el homenaje a Larrosa y el financiamiento de Búcaro Americano), la entidad también busca conectarse con los ámbitos culturales dominantes, entonces integrados por hombres, así como persigue un perfil público en sus iniciativas.

En este contexto, consideramos que la alianza que Matto de Turner entabla con la Sociedad Proteccionista Intelectual plasma las estrategias que la escritora peruana implementa para insertarse en Buenos Aires y el lugar que busca diseñar para sí en este espacio cultural. Su relación con la entidad funcionaba, por un lado, como un respaldo social y económico para quien había llegado exiliada y sin dinero al país y, por otro, le permitía capitalizar su trayectoria (y su lugar de prestigio en tanto "colega" de aquellas pioneras ya fallecidas) como madrina de una nueva camada de literatas. Un dato significativo en este punto es que durante sus últimos años en la Argentina Clorinda deja de escribir ficción: todos sus libros publicados en el exilio se centran en relatos autobiográficos, perfiles de políticos y escritores/as y conferencias. Boreales, Miniaturas y Porcelanas (1902), Cuatro conferencias sobre América del Sur (1909) y Viaje de recreo (1909) son textos que, como su revista, están atiborrados de nombres, contactos y escenas que buscan legitimar la figura de una escritora consagrada que ya no persigue su reconocimiento a través de la ficción, sino que se ubica en un lugar de autoridad como promotora de las más jóvenes. Un proyecto que mostraría sus límites con el avance de la primera década del siglo XX y la emergencia de nuevas figuras de escritoras como Onrubia y Storni, ya que la mayoría de las mujeres jóvenes que Clorinda respalda desde su revista tuvieron escasa o nula trascendencia en el campo literario argentino: solo Carlota Garrido de la Peña se afianza como escritora y logra publicar varios libros. Este "fracaso" de las discípulas predilectas de Matto de Turner enfatiza su importancia como una figura de transición que logra articular a esas literatas "pioneras" en una tradición propia de escritura femenina latinoamericana que cierra el siglo XIX y se proyecta al siglo XX, cuando ya sean otras las mujeres encargadas de defender con distintos perfiles y estilos la profesionalización de la escritora en el continente.      

Notas:

1 Así se autodenomina Matto de Turner cuando se refiere a su editor Juan A. Alsina en Boreales, miniaturas y porcelanas: "Los primeros pasos del jovencito Alsina en la profesión de tipógrafo fueron componiendo los originales de la insigne novelista argentina Juana Manuela Gorriti que, en sus Sueños y Realidades, legó al arte la realidad de sus propios sueños, adormida por el susurro del Pampero. Y, quién había de decirle en aquel tiempo, que la imprenta de su propiedad editaría Búcaro Americano, bajo la dirección de una hija del corazón, de la genial escritora cuya gloria comparten las tres repúblicas del Perú, la Argentina y Bolivia" (Matto de Turner, 1902: 183).

2 Para un estudio más amplio sobre las redes culturales latinoamericanas y su funcionamiento nos remitimos a los trabajos de Álvaro Fernández Bravo y Claudio Maíz (2009), Francois-Xavier Guerra (2003) y Beatriz Colombi (2004), entre otros. 

3 Respecto a las Veladas Literarias y el contexto limeño nos remitimos a los trabajos de Graciela Batticuore (1999) y Francesca Denegri (1996).

4 Un ejemplo muy claro es la forma en que la escritora uruguaya Lola Larrosa comienza en 1876 a colaborar en La Ondina del Plata, ya que en un principio se presenta a sí misma como una lectora que responde a las adivinanzas del semanario. Muy pronto, sin embargo, Larrosa comenzaría a dedicar cartas a otras colaboradoras de la publicación, que le son respondidas por sus destinatarias, y, más adelante, textos ensayísticos y relatos. De esta manera, la uruguaya se apoya en las dedicatorias a otras escritoras y en los juegos que plantea la revista de Pintos para insertarse en el campo literario porteño, exhibiendo un reconocimiento público y recíproco con otras literatas. Su estrategia tendría buenos resultados: durante la década del 80 codirigiría con Gorriti La Alborada Literaria del Plata y publicaría varios libros. Este tipo de contactos se expandirán en las revistas literarias de y/o para mujeres del período y funcionan, en nuestra opinión, como un fuerte indicio de una red emergente de escritoras latinoamericanas que se conocen y valoran entre sí.

5 El prólogo que el escritor ecuatoriano Nicanor Bolet Peraza escribe para el libro de Matto de Turner, Leyendas y recortes (1893), introduce la misma escena de consagración y la describe en términos muy similares. Tanto la obra literaria como los posicionamientos de la escritora peruana presentan numerosos puntos de contacto con la figura de Gorriti: el interés por los perfiles históricos (la salteña publica Perfiles en 1892), la dirección de publicaciones periódicas que toman como ejes la literatura americana y la ilustración de la mujer, así como la organización de espacios de intercambio literario en el que participan hombres y mujeres (Matto de Turner intenta resucitar las Veladas en Lima durante la década del 80, cuando Gorriti ya está instalada en Buenos Aires) son algunos de los aspectos que Clorinda retoma como herencia de su madre literaria.

6 Batticuore destaca cómo, en el caso de Gorriti, vida y obra se imbrican y alimentan una leyenda biográfica con fuertes rasgos románticos que estimula la curiosidad del público y de la prensa. En este punto, la investigadora señala: "[…] la exaltación de su obra puede leerse como un paso en la legitimación de la autoría femenina, en momentos en que la figura de la escritora pública no está aún convalidada ni exenta de polémicas. Aunque Eduarda Mansilla, Rosa Guerra, Juana Manso son nombres que resuenan en la escena cultural porteña de los años 50 y 60, ninguna de ellas es objeto de un esfuerzo tan vehemente y de conjunto para que sus textos sean difundidos, ni de una apropiación tan fuerte por parte de un círculo intelectual que se presenta como defensor de la cultura nacional […]" (Batticuore, 2005: 287).

7 Para un estudio más amplio de los procesos de modernización en el campo cultural latinoamericano de fines del siglo XIX y la incipiente profesionalización de los escritores nos remitimos a los trabajos de Ángel Rama (1985), Julio Ramos (1989) y Graciela Montaldo (1994).  

8 El Perú Ilustrado era una de las revistas literarias más importantes de Lima cuando Matto de Turner asume la jefatura de redacción y en sus páginas se difundió la obra de escritores consagrados (Palma y Manuel González Prada, entre otros) así como autores emergentes como Rubén Darío. La renuncia de Clorinda a este cargo se originó a causa de la publicación del cuento "Magdala", del brasileño Enrique Coelho, en el que se relataba el deseo de Jesús por María Magdalena. Esta decisión de Matto de Turner fue también la que provocó su excomunión de la iglesia peruana, un año después de que publicara Aves sin nido, novela en la que se denuncian los abusos del clero provincial hacia la población indígena de las regiones cuzqueñas y que pasó a integrar la lista de libros prohibidos por la iglesia en su país en 1891.  

9 Este último dato también la distancia de su madre literaria y propone un modelo más profesionalizado de escritora, completamente dedicada a la escritura como oficio y con un abierto perfil de participación pública: si bien Gorriti había intervenido en el contexto político de su tiempo a través de la crítica al rosismo en sus relatos literarios y su participación en las revueltas populares que se originaron en Bolivia a raíz del asesinato de su marido, Manuel Isidoro Belzú, la escritora salteña optaría, como señala Batticuore, por una "táctica de la prudencia" (vinculada a un modelo femenino de matriz romántica) para pensar en la figura de la escritora, el tipo de literatura que esta debería escribir (distanciándose del naturalismo, postura que marca el quiebre de la relación con una de sus ex discípulas, Mercedes Cabello de Carbonera) y su intervención en los debates sobre la profesionalización de las mujeres (Batticuore, 2005: 125).

10 Respecto al Ateneo y los círculos de sociabilidad de la época, también nos remitimos a los trabajos de Roberto Guisti (1954), Alejandra Laera (2006), Laura Malosetti Costa (2001) y Reyna Suárez Wilson (1967).

11 Estos vínculos se visibilizan en las páginas de Búcaro Americano, donde aparecen alternativamente textos de y/o sobre escritores "consagrados" como Rafael Obligado y Carlos Guido y Spano, así como de "jóvenes" como Rubén Darío, Ricardo Jaimes Freyre, Leopoldo Lugones, Alberto de Solar y Carlos Baires, entre otros. Estas menciones serán retomadas en Boreales, Miniaturas y Porcelanas (1902), libro en el que la escritora enfatiza su relaciones en el campo cultural porteño. En la miniatura dedicada a Carlos Vega Belgrano, Matto de Turner señala: "cuando arribé a Buenos Aires en el año de 1895, hacía pocos meses que el señor Vega Belgrano había fundado El Tiempo, y fue éste el primer diario al cual debí la atención de la visita de un reporter […]" (1902: 225). Más allá de que la referencia funciona como una táctica más de (auto)legitimación, no deja de llamar la atención la buena recepción que tuvo Matto de Turner en Buenos Aires, al punto de que la entrevista de El Tiempo fue realizada apenas un día después de que la novelista recalara en la capital porteña. Así lo afirma su entrevistador, quien al presentarla señala: "En su patria ha ejercido una influencia que pocos hombres públicos han tenido, desde la tribuna de la prensa y como novelista" (Anónimo, 1895). La escritora publicó además varios artículos para este periódico, como "Del Perú a la Argentina" (1895) y "¿Educación o Ilustración?" (1896), entre otros.

12 El levantamiento de Piérola en 1895 desencadena la formación de un núcleo de exiliados liberales peruanos en Buenos Aires de cierta importancia, ya que incluye nada menos que al presidente derrocado, Andrés Avelino Cáceres. Este grupo, en el que están incluida Matto de Turner, recibe especial atención de la prensa, especialmente, del El Tiempo (diario alineado con el radicalismo), que se dedica a publicar entrevistas al mandatario depuesto y notas de opinión que asocian a Piérola con el rosismo y defienden las premisas liberales del Partido Constitucional. Esta empatía se ve reforzada además por uno de los numerosos conflictos limítrofes que la Argentina tiene con Chile en los siglos XIX y XX. Daniel Omar De Lucía (2012) analiza la inserción de estos exiliados peruanos en Buenos Aires y señala cómo Clorinda remarca la asociación entre este círculo con los opositores del rosismo, al elegir como una de las madrinas de Búcaro Americano a Julia Moreno de Moreno, peruana hija de argentinos llegados a Lima en las épocas de la Federación, y destacar en la tapa del primer número a Leonor de Tezanos Pinto de Uriburu, otra peruana hija de exiliados argentinos antirosistas y esposa del entonces presidente argentino José Evaristo Uriburu.

13 La profesionalización de los escritores y su relación con un mercado emergente de bienes culturales es un aspecto particularmente problemático en el campo cultural porteño durante este período, que genera diversas figuraciones y tensiones. En este contexto, más allá de que los jóvenes modernistas sean identificados con la figura del artista que rechaza la mercantilización del arte y es asociado a una vaga noción de bohemia (especialmente a partir de la publicación de Los raros de Darío), trabajos como los de Julio Ramos (1989) y Carlos Battilana (2006) enfatizan la relación de representantes del modernismo -como Rubén Darío y José Martí-, con la progresiva profesionalización de los letrados latinoamericanos, especialmente, a través de su participación sistemática en la prensa.

14 Susana Zanetti destaca las "vacilaciones, reparos y usos medianamente insólitos" (1994: 272) que Matto de Turner expresa respecto a los modernistas en las páginas de Búcaro Americano, ya que en esta publicación se afirma abiertamente su disención con las premisas estéticas de este movimiento, al mismo tiempo que la mayoría de las colaboraciones masculinas pertenecen a poetas modernistas. En este punto, Zanetti aclara que Búcaro solo incluye los poemas "presuntamente más decorosos, menos transgresores respecto de las concepciones morales y estéticas que los textos femeninos incluidos en la revista evidencian" (1994: 272).

15 El énfasis que Matto de Turner da al perfil de escritora de Gorriti no deja de ser sugestivo, sobre todo si se tiene en cuenta, no solo que la narradora salteña había sido esposa de un presidente de Bolivia e hija de un militar de la Independencia, sino también que estas referencias biográficas aparecen en sus textos literarios y alimentaban la curiosidad del público respecto a la figura de la literata (Batticuore, 2005: 280).  

16 Para la emergencia del asociacionismo durante este período, nos remitimos al trabajo de Hilda Sábato (1998) sobre la vida pública en Buenos Aires.

17 Así lo explica la propia Matto de Turner en una carta en la que anuncia a Ricardo Palma la publicación de Búcaro Americano: "El periódico que voy a fundar bajo la protección de varias sociedades de señoras creo que aparecerá el 15 del presente" (citado en Arango-Keeth, 2012: 199). De su correspondencia con Palma surge la precaria situación económica en que la escritora llega a la Argentina y que recién mejora cuando es contratada por el Estado argentino como directora de una escuela normal.

18 Más allá de esta crítica a la Real Academia, y alineada con una tendencia emergente entre los escritores de su generación, Matto de Turner buscaría en España un nuevo aliado, en oposición al decadentismo parisino (tópico muy de moda en esa época) y al expansionismo estadounidense. En este contexto, la Unión Ibero Americana sería para la novelista peruana un ámbito de renovación e integración continental, en el que, además, las mujeres participaban de manera activa. La escritora Concepción Jimeno de Flaquer, por ejemplo, dirigía Álbum Ibero Americano (1897-1901), revista de la entidad en la que colaboraron latinoamericanas como Matto de Turner y Cabello de Carbonera. Búcaro Americano también daría cuenta de estas redes intercontinentales, al publicar textos de Jimeno de Flaquer (1906: 704-705 y 714) y Carmen de Burgos (1906: 736-737), así como artículos sobre ellas, como el que anuncia la visita a la Argentina de Emilia Pardo Bazán (Garrido de la Peña, 1896: 58-59). Pero donde se hace más evidente esta postura hispanoamericanista es en Viaje de recreo (1909), memorias sobre su viaje a Europa, en las que Matto de Turner relata sus encuentros con las españolas y las conferencias que ofrece en la Unión Ibero Americana y en el Ateneo de Madrid. Para un análisis de este libro nos remitimos al trabajo de Vanesa Miseres (2012).  

19 Estas ideas sobre la hermandad latinoamericana se observan en notas de Búcaro Americano como "Vinculaciones"  (Matto de Turner, 1897: 230), "Un paso más", nota sobre el Congreso Científico Latino Americano realizado en Buenos Aires en 1898 (Matto de Turner, 1897: 246) y especialmente en las conferencias que ofrece en España en 1908 (publicadas en Buenos Aires con el título Cuatro conferencias sobre América del Sur, 1909), así como en Viaje de recreo (1909).

20 La única mención encontrada fue una conferencia que ofreció Margarita Práxedes Muñoz en el Ateneo en 1896, según apunta Daniel Omar De Lucía (2012), aunque no descartamos otras intervenciones ofrecidas por mujeres aún no relevadas. Quienes sí aparecen en los estudios críticos son las artistas porteñas, como Eugenia Belín Sarmiento (nieta del ex presidente), Sofía Posadas, Eleonor P. Quesada, Elisa y Ana Udaondo, entre otras, quienes exhibieron sus obras en los cuatro salones organizados por el Ateneo entre 1893 y 1896, como señala Laura Malosetti Costa (2001) en su trabajo sobre los primero modernos.

21 Francine Masiello señala que entre 1880 y 1910 las mujeres argentinas se convierten en beneficiarias de las luchas por el poder y atraviesan un período de gran liberalización, así como destaca que en ese contexto emerge "un gran debate alrededor de la 'cuestión de la mujer'" (Masiello, 1997: 115) que se refleja en trabajos como La cuestión femenina (1899), de Ernesto Quesada, y la tesis doctoral de Manuel F. Pereyra (1898).

22 Es necesario aclarar que en ese momento los debates respeto a "la cuestión de la mujer" son aún difusos y ambiguos, como puede observarse en la composición del Consejo Nacional de Mujeres, asociación fundada en 1900 que englobaba a agrupaciones con objetivos políticos muy distintos (como las sufragistas, las socialistas y las damas de beneficencia) con la premisa común de defender los derechos y mejorar las condiciones de vida de las mujeres argentinas. Estas alianzas, sin embargo, no se mantuvieron en el tiempo: para 1910 las integrantes del Consejo se habían dividido, hasta el punto de  organizar dos congresos feministas internacionales simultáneos y disociados entre sí (Carlson, 1988). Búcaro Americano da cuenta del proceso de constitución y diversificación que estaban atravesando estas asociaciones, en artículos como "La mujer avanza" (Matto de Turner, 1901: 606), sin adoptar posturas definidas en estos enfrentamientos.

23 Las figuras femeninas que Matto de Turner destaca en sus tapas y miniaturas también responden a este momento de transición, ya que alterna mujeres con perfiles más tradicionales como las integrantes de la Sociedad de Beneficencia, con otros "modernos" como la educadora Sara Eccleston y la médica Cecilia Grierson. También dará importancia a las presidentas de distintos tipos de asociaciones como Clemencia Salvadores de Pérez, entonces titular del Asilo Naval; Carmen Nóbrega de Avellaneda, presidenta de las Damas de la Caridad; y la ya mencionada Passicot. Marcada por sus peleas con los opositores de Cáceres y con la Iglesia en Perú, Matto de Turner se vuelve progresivamente conciliadora en el exilio, buscando respaldos locales y transnacionales, nombrando, por ejemplo, a tres mujeres de diferentes países latinoamericanos como madrinas de la revista: María C. de Blanco (argentina), Julia M. Moreno (peruana) y Margarita V. de Cometti (uruguaya).

24 Esta red presenta más connotaciones políticas -vinculadas a la búsqueda de legitimación pública- que literarias, postura que también se vincula con los escritos de la propia Clorinda: a pesar de que sus novelas pueden ser enmarcadas dentro de un emergente indigenismo, Matto de Turner se resistió a adherir de manera exclusiva a una escuela literaria durante sus años porteños. Esta posición es expresada de manera clara en la entrevista que la escritora concede a El Tiempo, en la que afirma: "Todas las escuelas que aparecen en Europa, aún las más extravagantes, tienen en el Perú gran número de adictos […] Por mi parte, lo que me caracteriza es ser trabajadora. Sin estar afiliada a ninguno de estos bandos que se disputan el imperio de la literatura, he cultivado la literatura con sinceridad, y teniendo presente siempre la idea de patria. En todas mis obras me he propuesto un fin patriótico, moral o social." (Anónimo, 1895).

Bibliografía

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