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Mora (Buenos Aires)

versão On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dez. 2013

 

PRESENTACIÓN 20 AÑOS DE IIEGE

20 años  del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género

 

En 2012 se cumplieron 20 años del inicio del Instituto. Durante ese año se llevaron a cabo diferentes actividades pero, sin duda, las principales se concentraron  entre el 12 y 16 de noviembre con una Muestra fotográfica a  cargo del APIM (Archivo Palabras e Imágenes de Mujeres), bajo la dirección de Mirta Lobato, que se expuso en el hall central de la Facultad y con el acto en el que se rindió homenaje a los miembros fundadores y que contó con la presencia de diferentes grupos de la comunidad universitaria. En una primera mesa participaron Luis Yanes, Decano de la Facultad en 1992 cuando se fundó el AIEM (Área Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer); quien entonces fuera su secretaria, Mirta Rosovsky que cumplió un papel fundamental en dicho proceso; Susana Zanetti quien  fue fundadora y participó en el primer Comité editor de la Revista Mora;  Graciela Morgade, también miembro fundadora y actual Secretaria Académica de la Facultad; Teresa Suárez como representante de los centros provinciales de Estudios de Género y Dora Barrancos, primera Directora del IIEGE y la actual Secretaria Académica, Ana Laura Martin.

También se refirieron a sus experiencias académicas y personales dentro del IIEGE representantes de los diferentes grupos que tienen sede aquí  o actúan gestionando proyectos en el IIEGE: Valeria Pita por el Grupo de Historia Social, Juan Pechin, como investigador que lleva adelante proyectos sobre diversidad sexual y Débora Daich por el Colectivo de Antropólogas Feministas (CAF).

A continuación se presentó la obra de teatro "Egresadas",  dirigida por Mónica Maffía, a cargo del grupo de Teatro de la Facultad y finalmente cantaron Daniela Andújar y Liza Casullo.

 A continuación se presentan algunos de los discursos pronunciados en ese encuentro.

Palabras de Nora Domínguez

Las lenguas latinas y griega señalan siempre direcciones. Esta vez dicen que el verbo mover tiene un sentido transitivo absoluto "poner en movimiento, mover" y "ponerse en movimiento, moverse". Como el verbo griego kinéo, cubre tanto lo físico como lo moral. Indican también sentidos abstractos (impulso, movimiento, cambio) y concretos  que pueden aludir a la  "causa que determina una decisión" o a un momento, una división en el tiempo. Un pasaje, podríamos decir, cambiando de etimología. Del lat. passāre viene de passus, paso y deriva en  "extenderse, desplegar, salir, abrir".

Al pensar en el diseño de esta muestra, en la forma que le daríamos a este acto, dos imágenes se conectaban. La idea de movida, un derivado, un neologismo de movere y la de pasaje, la apertura, el desplazamiento. Me gustaron sus volutas. Ambas  practican la dirección y se inclinan por la deriva y el rumbo intuido, el camino y el tránsito.

Lejos de ser exclusivo de las movidas tropicales, las del ajedrez o los pestañeos seductores, en esta Facultad, en 1992 se dio una movida. En principio, fue decisión, emplazamiento, sintonía con la marcha de los tiempos que otras mujeres, otras universidades, otros papeles transplantados en valijas que en los años 80 volvían del exilio y llegaban para confabularse con aquellas militancias fuertes pero precarias de los años inciertos de la pre-dictadura. Ya, para entonces, Néstor Perlongher había hablado de las censuras, el prohibicionismo, las persecuciones y de "la moralización a las patadas" del estado Argentino y había recordado el "trabajo de zapa de las mujeres contra la supremacía masculina". También había dicho: "La pretensión de definir a un sujeto conforme a su elección de objeto sexual es mitológica pero es una mitología que funciona" ("El sexo de las locas").

Nuestras movidas y pasajes fueron aquí, en esta Facultad. Pero " el 'adentro' de las instituciones universitarias -un adentro situado bajo el dominio de los sistemas de control y vigilancia del poder/saber constituido e instituido académicamente- es tan político como su 'afuera', aunque habitualmente no lo crean así ni el feminismo militante ni el activismo gay. Ambos movimientos suelen oponer la calle (marchas, protestas) al cierre/encierro de la academia, como si la institución universitaria que estructura lo académico no fuera en sí mismo y de por sí el estratégico campo de batallas que es: un sitio de pugnas en torno a la legitimidad de los saberes considerados socialmente transmisibles y sus escalas de valoración social"1. Se trata de una cita de una colega amiga, la franco chilena Nelly Richard. Me interesa en ella la noción de conflicto y su imagen, la de un campo de fuerzas que asume como posición de escritura dejando de lado toda pose lavada, toda pátina de neutralidad que reconoce que entre las codificaciones de los espacios (adentro/afuera, extramuros/intramuros, academia/calle, militancia y activismo/universidad) es donde actúan y se filtran las acciones y deseos de los sujetos y donde ellos trazan sus líneas de acción y producen sus agenciamientos.  Habrá que reiterar con Nelly Richard que hay poder, hay acción política y hay teorías a uno y otro lado de los muros. 

Las marchas institucionales, y por qué no los objetivos propuestos, nos llevaron a un primer intento como Área. Por entonces en 1992, un espacio precario, incipiente, muy frágil que muchos miraban con desconfianza y sospechaban o descreían sobre su posible estabilidad en el tiempo. Las sorderas y cegueras de muchos sectores de esta Facultad tenían su fuerza.

En cinco años pasamos de Área a Instituto y así obtuvimos una carta de identidad más firme que nos posibilitó el marco para que se diseñaran y promovieran otras acciones y otras ambiciones. La movida inicial dejó de ser un mero impulso para pasar a convertirse en la potencia de un grupo más numeroso, nunca compacto ni homogéneo porque nunca creímos que la uniformidad fuera un valor a portar con orgullo. Esta diversidad y heterogeneidad fue, es una de nuestras marcas, una de nuestras potencias.

Me parece que las movidas y los pasajes fueron modelando la forma de un trayecto que desde el dibujo inicial fue marcando hitos, desplegando bifurcaciones, dando lugar a espacios físicos y simbólicos en los que los caminos seguidos armaron topologías y cotos diversos de saber. Hubo idas, abandonos, pérdidas dolorosas, fuertes ganancias  que se afincaron en nuestras sedes, las afectivas del corazón y la memoria, y las otras, las que están en el 4to o el 5to piso.

Así no se dibujaron una sino varias líneas: las que fueron armando las disciplinas y los grupos, los equipos de investigación que se crearon, los temas que se abrieron a la investigación a través de las becas y sus realizaciones, los congresos, las jornadas, los proyectos internacionales, las innumerables publicaciones de las cuales solo una parte están hoy expuestas.

Este sujeto colectivo que hoy es el IIEGE no estaba antes de su realización. No fue pensado por nadie en particular sino por muchas voluntades, no tiene un rostro singular sino varias caras que van describiendo, descubriendo y armando su dinámica. Como dijo la filósofa Rosi Braidotti  se  precisa de un feminismo no dogmático que parta de la comprensión desencializada, compleja y multiestratificada del sujeto femenino2 y en esto nos aventuramos.

Decíamos que no había nada previo, aunque somos concientes y reivindicamos no haber nacido de un repollo; pero sin embargo, con el tiempo, con estos 20 años, al revés de lo que se esperaba, fuimos echando raíces no en uno sino en varios lugares, en diferentes puntos de nuestras ajetreadas superficies. Tensionadas entre la recuperación de aquellas zonas del pasado que aun tienen capas de sentidos para dilucidar y una pasión por el presente que busca abrirse camino entre lo nuevo y calibrar las posibilidades de experimentación o de radicalidad, avanzamos confiadas en la posibilidad de las reconfiguraciones y en la convicción de no licuar diferencias en formulas compasivas.

Produjimos varios itinerarios, nos hicimos cargo de los pasajes: de Área a Instituto, de mujer a género, de género a diversidad sexual. Los pasajes no implicaron renuncias, las investigaciones, los proyectos personales e intelectuales continúan en todos estos órdenes.  A pesar de las conquistas sabemos que aún quedan muchas materias por saldar. Siempre supimos que estas bifurcaciones o expansiones no tenían que arrogarse a ninguna autoridad indiscutible sino que tendrían que ser el marco para que la amplitud diera por resultado una dinámica y potente productividad y conflictividad donde las interseccionalidades y los saltos del género pudieran expresar y dar cuenta de todas las zonas de lo social, político y económico que lo define, lo maniata y lo provoca.

No hay posibilidad de pensar al género sino en relación con el mundo social, político y económico que nos circunda. No hay posibilidad de pensar y pensar un cambio en estas zonas  sin la ingente prioridad de pensar el género.

Las personas  que esta noche tomarán la palabra ofrecerán un breve testimonio de estos pasajes, de estas movidas,  de estos diálogos entre el pasado y el presente, es decir, entre los deseos intelectuales de las primeras y de las actuales, de estas maneras de comprometerse con un espacio, el del Instituto, con un sitio de fuerte identidad, el de una universidad pública

Discurso de Elsa Rodríguez

Para hablar de por qué estoy hoy acá, sin ninguna duda, tengo que hablar de dos (H)Elenas (una con hache y otra sin hache, una real y otra literaria) y recordar los teóricos de Elena Huber de Lengua y Cultura Griegas IV (año 1989) donde ella, docente, y nosotros, alumnos, analizábamos los thrénoi, los lamentos fúnebres de las mujeres en honor a Héctor en el canto XXIV de la Ilíada (Helena -ahora con hache- junto con Hécuba y Andrómaca). Esas clases fueron un viaje de ida (en el que felizmente sigo) ya que provocaron en mí la idea de un proyecto que se convirtió en 1991 en la primera adscripción que tuvo el Departamento de Letras Clásicas, dirigida por Elena. A partir de allí nunca dejé de estudiar a las mujeres de la antigüedad griega, focalizando luego en tragedia (y en Eurípides). Marco que fui la primera simplemente para ver cómo a veces las instituciones en las que una está acompañan los caminos que emprendemos. Gracias a esa adscripción no dudé en aceptar la invitación que un grupo de docentes, graduadas e investigadoras hicieron para formar parte del AIEM y tuve la suerte de participar de ese grupo desde los comienzos.

En 1992 terminé la carrera de Letras y -siempre es clave contextualizar los momentos- un dato fundamental fue que cuando me recibí en esta facultad (y creo que en Clásicas más aún) el doctorado "coronaba" la carrera académica muy cerca de la jubilación y las maestrías eran prácticamente inexistentes (creo que en nuestra facultad no había ninguna). A nadie se le ocurría anotarse al doctorado cuando terminaba su carrera de grado. Es decir, las becas o las "recientes" adscripciones eran los primeros pasos de la investigación. Las becas de UBA no estaban como ahora relacionadas directamente con un proyecto UBACyT (de hecho, los UBACyTs estaban comenzando) y empezaron a dar becas por determinadas áreas y tuve la enorme suerte de ganar en diciembre de 1994 la "Beca de Iniciación UBACyT" por el AIEM (dirigida siempre por la Prof. Elena Huber), donde trabajé el discurso femenino en la Medea de Eurípides y en la Medea de Séneca. La beca era de dos años y se podía prorrogar un tercero (hecho que ocurrió en mi caso hasta diciembre de 1997), esta beca fue la segunda que se otorgó por el AIEM. No hace falta decir que fue un cambio total en mi carrera y que fue clave para afianzarme como investigadora y como investigadora de género en la antigüedad (cuando digo "afianzarme" quiero aclarar que estoy hablando de un camino interno, propio). El siguiente paso fue tratar de obtener la Beca de Perfeccionamiento UBACyT y es aquí donde se da un cambio muy importante ya que las secretarías de Investigación de las diferentes facultades notaban el serio problema de tener doctores de edad avanzada, lo que provocaba entre otros inconvenientes la gran dificultad o imposibilidad de intercambiar experiencias (pensando principalmente en becas, posgrados, etc.) con países que tenían un grado más corto y un posgrado a continuación del grado. Es por ello que en 1997 nos ponen como condición sine qua non para obtener la Beca de Perfeccionamiento estar inscripto en el doctorado. Vean hasta qué punto esta práctica no estaba instalada en la facultad que si bien era una condición que me exigía la misma institución recuerdo perfectamente hoy los nervios que tuve cuando hablé con Elena del tema. Por supuesto así lo hicimos y el hecho de que los "becarios/as" que pasábamos de una beca a la otra habilitáramos la inscripción al doctorado movilizó a que cada vez egresados más jóvenes se inscribieran en él. Obtuve esta beca desde 1998 al 2000. El tema fue el discurso femenino en las tragedias troyanas de Eurípides (Andrómaca, Hécuba y Troyanas). Como ya dije el tema de la beca anterior, es claro que iba a  presentarse en el futuro como problema ya que como no estuve desde un comienzo focalizada en un tema de investigación que fuera mi doctorado, significó que los tres años de mi primera beca no se consideraron en él por incompatibilidad de tema. Hoy estas dos becas ya no existen así y ambas conforman la beca doctoral. Lo cierto es que en mi caso obtuve una beca de la Fundación Antorchas para terminar el doctorado y me doctoro en el 2007. El título del libro que tiene mi tesis como base es Cautivas Troyanas. El mundo femenino fragmentado en las tragedias de Eurípides, Córdoba: Ordia Prima, 2010. Fue la primera tesis de la facultad que cruzara género y antigüedad griega, (unos años después tuvimos la primera tesis que cruzó género y antigüedad latina: Jimena Palacios "Modelos y perversiones de lo femenino en Metamorphoses de Apuleyo", dirigida por Elizabeth Caballero de Del Sastre y Nora Domínguez).

Desde el año 1995 he participado y participo en Proyectos de Investigación UBACyT, PICT, PIP como investigadora en formación, investigadora tesista y ahora dirigiendo, y el tema ha sido y es la mujer en la antigüedad. He dirigido en codirección con Emiliano Buis dos Proyectos UBACyT y el cierre de ambos fue un libro con el cual estamos muy contentos. Uno fue publicado el año pasado: La pólis sexuada: normas, disturbios y transgresiones del género en la Grecia Antigua, Buenos Aires: Editorial de la FFyL/UBA, compuesto por trece trabajos, y el de cierre de este año está en prensa y tiene como título: El oîkos violentado. Genealogías conflictivas y perversiones del parentesco en la literatura griega antigua, conformado por nueve trabajos. Lo cierto es que estamos encantados con el grupo de investigación que se ha formado; entre investigadores formados, en formación, becarios, maestrandos, doctorandos, adscriptos y alumnos llegamos a ser 17 miembros.

El IIEGE organiza, como sabemos, muchos y variados eventos: en mi caso, siempre estuve relacionada con el de "Monstruos y Monstruosidades", aquella idea de Fernanda Gil Lozano que venimos organizando con un grupo ya de amigas desde el año 1998 cada cuatro años y en el 2008 publicamos Criaturas y saberes de lo monstruoso y en el 2011 Miradas y saberes de lo monstruoso.

No siempre es fácil responder por qué una se dedica a algo pero lo voy a intentar. Me seduce estudiar (y no debe ser un detalle que lo haga desde Argentina) lo periférico, lo que está en el borde, lo que calla, lo que no tiene voz o lo que la tiene a destiempo o prestada o tergiversada. Es decir, trabajar ese juego con la alteridad, y qué hacemos con ella, dominación, esclavismo, animalización, sacrificio, teratologización, etc., etc., etc. Y creo que Eurípides es una mina de oro para el tema de la mujer en la Grecia antigua: no solo un corpus interesante para no necesitar por mucho tiempo un cambio de autor sino también (y esto es lo más importante) un manejo de la condición femenina que despliega una gran cantidad de diferentes análisis que obligan siempre a lecturas múltiples y complejas. La sensación es que siempre está tensando más de la cuenta los mecanismos institucionales del género trágico para poner en escena situaciones, temas y elementos que no siempre son a primera lectura (o a primera vista) tan evidentes. Creo que es una de las razones clave para trabajar la mujer en Eurípides.

Quiero cerrar diciendo que es una verdadera alegría estar festejando aquí los 20 años de este instituto tan querido. Por una charla que voy a dar en breve en España estuve visitando la página del instituto y molestando a Nora y a Ana Laura con pedido de material e información del IIEGE. Es francamente emocionante ver todo lo que se ha hecho durante estos veinte años. Estoy muy orgullosa de pertenecer a este Instituto. Felicitaciones a todas/os. Muchas gracias.  

Discurso de Catalina Trebisacce

En el marco de esta celebración, por los 20 años de vida del instituto he sido convocada a acercar unas palabras como representante aleatoria de una generación de jóvenes investigadoras del instituto, de las últimas camadas que han nacido a su amparo.

Entiendo que mi relato viene a completar la historia entretejida por las exposiciones de mis antecesoras en esta mesa (y en este camino).

El registro testimonial que tendrá mi intervención no posee otro valor que el de ser un medio para esbozar una radiografía parcial, desde mi experiencia, de lo que son los estudios de género en esta facultad y del lugar que allí tiene el instituto que hoy celebramos.

Soy graduada en Antropología, y en el marco de las cursadas corrí la misma (mala) suerte que la mayoría de las/os estudiantes de la carrera (al menos las/os de mi generación), jamás me topé con el feminismo o con los estudios de género en las aulas.

Y esto es realmente irónico si se tiene en cuenta que la teoría antropológica ha sido crucial para el desarrollo de la teoría feminista de los años setenta. Y es irónico por partida doble, si se tiene en cuenta que el período al que me refiero, los años 70, constituyen la edad de oro de la bibliografía de la carrera.

Cuando me encontraba finalizando el grado, la currícula había comenzado a ofertar un seminario, sólo uno, de teoría de género dictado por la que hoy es mi directora, la Dra. Mónica Tarducci. El mismo era (y es aún) optativo y  se encontraba en el tramo final de la carrera. Condiciones estas que en mi caso se tradujeron en desencuentro.

Debo admitir, de todos modos, que por entonces género y feminismo no representaban para mí palabras con sentido. Eran, con suerte, palabras de mi madre.

El feminismo arribó a mi vida no como una revelación teórica sino como una preocupación práctica. Esta perspectiva crítica del mundo que es el feminismo, esta propuesta de una comunidad otra, me sorprendió en la calle, en la militancia barrial, no en las aulas.

Vivencié su descubrimiento como un despertar. Y recuerdo que por un tiempo me sentí rabiosa… ¿cómo no había llegado a él antes?, ¿cómo nadie me lo enseñó?, ¿cómo no supe escucharlo?...

Decidí que en mi doctorado apostaría a la recuperación de las memorias de las feministas. Y elegí a las feministas de los setenta, a la generación de mi madre, creo yo, para honrarla, buscando reparar tantos años de indiferencia…

Inicié mi doctorado cuando conseguí apoyo (un apoyo algo precario) dentro del equipo de investigación al que pertenecía, lejos aún de este instituto. Algunos de mis colegas de entonces respetaron mi decisión, pero otros, importantes en número y en jerarquía, insistieron para que me alejara de ese tema, quizás, en un gesto protector ante una academia hostil a estas cuestiones.

Pero sus intentos desertorios no llegaron a buen puerto, no porque yo tuviera una férrea determinación y una voluntad arrasadora, sino porque tuve la fortuna de dar con al IIEGE y conseguir allí apoyo institucional.

 En este proceso debo agradecer a la Dra. Andrea Andújar, quien no solo tomo con entera responsabilidad la codirección de mi doctorado sino que también se convirtió en un sostén académico emocional determinante para mí.

Con ella comencé a participar dentro del IIEGE del grupo de estudio e investigación Historia, género y política de los años 70. Espacio de reflexión historiográfica donde ensayamos lecturas sobre el pasado que buscan develar lo que tienen de violento y de ficcional el higiénico relato positivista de la historia blanca, varonil y heterosexual.

Descubrir al IIEGE fue también descubrir a Nora Domínguez, quien dijo que sí a las distintas propuestas que me animé a acercarle con mi colega y amiga Paula Torricella.

Con Paula compartimos la preocupación y la ansiedad por llenar las lagunas teóricas de nuestra formación, en lo que concierne a la teoría feminista. Diseñamos un Proyecto de Reconocimiento Institucional  (comúnmente llamado PRI) que hoy reúne a estudiantes y a graduadas de historia, antropología, letras, psicología, sociología y filosofía. Todas allí participamos de la misma necesidad, de la necesidad de autogestionarnos colectivamente este conocimiento que en nuestras respectivas carreras nos fue negado.

Por lo tanto, en mi biografía académica que es, supongo yo en más de un punto,  similar a tantas otras y tantos otros, el IIEGE ha jugado y juega un rol fundamental al palear las carencias, al combatir las perspectivas sesgadas, al confrontar a los tradicionalismos autoritarios que aún son una moneda corriente, un signo dominante, en la producción de conocimiento en esta respetada facultad.

El festejo del natalicio del instituto es ante todo la oportunidad para mantener viva la memoria de lo que nos costó estar donde estamos. Entonces, quiero acompañar el festejo que hoy hacemos, porque es la ocasión para tomar conciencia de su importancia y de dimensionar todo el trabajo que se ha hecho.

Quisiera aprovecha para agradecer la tremenda hospitalidad con que el IIEGE recibe y acoge a los distintos grupos de investigadoras, respetando sus particularidades e incentivando su compromiso con el espacio. Desde el año pasado el instituto cuenta con la instancia de las reuniones de junta, en la que se encuentran y debaten, democratizando aún más el espacio, estudiantes, becarias, docentes e investigadoras.

Quiero aprovechar la ocasión también para agradecer a mis antecesoras, por el enorme trabajo que han hecho para levantar este instituto, agradecerles por esta herencia tan valiosa con la que nos honran. Agradecerles por el gesto de hacernos lugar a las que estamos llegando y por permitirnos las diferencias. Y finalmente, también, por qué no decirlo, agradecerles por invitarnos a esta mesa.

Notas

1 Richard, Nelly (2011). "Posfacio/deseos de… ¿Qué es un territorio de intervención política?", en  Por un feminismo sin mujeres. Fragmentos del Segundo Circuito Disidencia Sexual. Santiago de Chile, Territorios Sexuales ediciones, Coordinadora Universitaria por la Disidencia Sexual, pp.156-178.

2 Braidotti, Rosi (2004). Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Barcelona, Gedisa.

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