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Mora (Buenos Aires)

versão On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.19 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./dez. 2013

 

RESEÑAS

Nuñez, Paula. Distancias entre la ecología y la praxis ambiental: una lectura crítica desde el ecofeminismo, Biblioteca Crítica de Feminismos y Género, EDULP, La Plata, 2011, 201 pp.

 

Paula Nuñez es una destacada teórica del ecofeminismo en la Argentina que trabaja la relación problemática entre las sociedades humanas y la naturaleza.  Actualmente se encuentra radicada en el Instituto de Investigación en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio de la Universidad de Río Negro. Allí, aborda la temática de la relación que se establece entre las mujeres mapuches y su entorno en los parajes y pueblos de la Línea Sur. Nuñez sostiene que la teoría ecofeminista es la más adecuada para analizar la dominación y subordinación de las mujeres, junto con sus formas de resistencia y agenciamiento, así como también la violencia contra la naturaleza en un contexto complejo como el de la estepa patagónica rionegrina. 

En Distancias entre la ecología y la praxis ambiental parte del hecho de que la actual forma de producir y consumir nos esta enfrentando a un futuro poco prometedor, que ya estamos vislumbrando a  partir de la crisis ecológica actual. A su vez, busca el fundamento del agravamiento de la problemática ambiental pese al conocimiento disponible, que debería permitir nuevas formas de organización en relación a la extracción, la producción y el deshecho de basura, así como maneras alternativas de relacionarnos con el ambiente. Lejos de eso, las sociedades urbanocéntricas se rigen por otra lógica, una lógica de pensamiento que tiene su raíz en la modernidad. Y justamente, el ecofeminismo no esencialista es una herramienta que permite vislumbrar que el androcentrismo, el   sexismo y el antropocentrismo ―que subyacen a estas prácticas― se refuerzan mutuamente y  tienen supuestos comunes. En ese punto encontramos la pertinencia de un doble abordaje crítico: la ecología y el feminismo, a fin de poder desarticular estos supuestos y desnaturalizar/visibilizar las relaciones jerárquicas que ocultan. 

La autora parte además de una fuerte critica a la fantasía humana de independencia de la naturaleza. Este es, justamente, el nudo de la cuestión. Toma como guía la dualidad sociedad-naturaleza, que es la que ha construido la teoría y la praxis moderna, y que se decanta hasta nuestros días, desencadenando consecuencias nefastas tanto a nivel ideológico como pragmático. Somos animales y dependemos de la naturaleza, en tanto es la base de la  existencia humana tanto a nivel del individuo como a nivel de la sociedad, al igual que lo es para los demás seres vivos. Pero "[…] el modo en que se ha edificado el saber occidental, sustentado en jerarquías que implican  diversos ejercicios de dominio ha llevado a pensar la sociedad y la naturaleza como ámbitos aislados e independientes […] dado este modo de considerar el mundo ―presente también en el contexto de globalización actual― la reducción del medio ambiente a recurso es cada vez mas profunda [...]" (p. 17). La división excluyente entre ambos conceptos esta asociada a la conceptualización de hombre como el ser "más desarrollado" cuya capacidad de razón y habilidades relacionadas ―que considera que son suyas de manera excluyente― permitiría justificar la dominación sobre todo aquello no-humano. Lo no-humano, es este esquema, es pensado como inferior y por ello, cosificable e instrumentalizable. De manera complementaria a esta observación, Nuñez da otro paso: observa la tendencia histórica a pensar que lo natural podía desarrollar sus potencialidades de manera idónea si un ser racional las dominaba. Allí, entonces, los pueblos no occidentales, los sectores económicos desfavorecidos y las mujeres fueron grupos más ligados en el imaginario y en el discurso social a la idea de naturaleza, y por lo tanto, muchas veces fueron "despersonificados" o bien animalizados y, entonces, tratados como objetos de uso mediante la operación ideológica señalada.

El libro se desarrolla considerando diversas temáticas entrelazadas y puntos de abordaje. En un primer momento analiza el surgimiento de la ecología como ciencia neutral subsidiaria del modelo de producción capitalista, dentro de la rama de las ciencias biológicas. No obstante,  avanza hacia el desarrollo de la ecología bajo una nueva concepción ―a finales del siglo XX―, a partir de la apropiación del término por grupos activistas, que la reivindican como práctica crítica y política. Esta última acepción, con la que estamos más familiarizados, es la que conlleva a repensar una ética en relación a la complejidad del mundo y a la responsabilidad social respecto el tejido de la vida, del cual somos una pequeñísima parte. Aparece como pregunta por el "qué hacer ahora" en paralelo al conocimiento disponible ―divulgado y también en desarrollo― sobre las formas de vinculación de organismos y microorganismos, equilibrio ecosistémico, etc., que derivó en una reflexión del impacto negativo de las sociedades humanas sobre las demás comunidades biológicas, los ciclos naturales, los organismos, su autoregulación, etc. Así, la ecología comienza a tener un doble carácter, natural y social, con el que hoy la conocemos, al abrirse de manera interdisiciplinaria en el abordaje de sus tópicos centrales también desde nuevos enfoques y disciplinas, entre ellas, las ciencias humanas.

Finalmente, se cierra con un análisis relativo a la praxis ambiental como desafío pendiente. En palabras de la autora: "[...] la edificación de una praxis ambiental en nuestra sociedad occidental, inaugura desafíos porque su misma posibilidad toma en consideración a los otros: humanos en su diversidad, no-humanos, identidades intermedias, organismos vivos o paisajes, expone y enfrenta los recortes y las limitaciones edificadas desde la praxis occidental. Por eso entiendo por praxis ambiental a las acciones concientes sobre las cuales edificamos formas de vinculación específicas. Acuerdo con Descola en la convergencia de aspectos materiales y 'mentales',  pero recupero la propuesta original de Marx de que la praxis nos debe llevar necesariamente a un compromiso con el cambio. No se trata ya de un cambio asumiendo como única o prioritaria la relación de producción, sino por el contrario del que produce a partir de reconocer la bastedad de formas relacionales, donde el afecto y la estética no son aspectos que se subsuman o eclipsen por la productividad [...]" (p. 149). Esta manera de relacionarse con los otros en el mundo sobre la que reflexiona Paula Nuñez refiere a una praxis de un yo en relación con otros, no aislado  ni completa  y artificialmente autodeterminado, sino, más bien, dentro de una actividad y que repara en  las formas de vinculación que establece con aquellos "otros" a los que se considera relevantes ―independientemente de entrar en una relación de tipo utilitaria―. Esta propuesta no es equivalente a la mera denuncia de las problemáticas ambientales ni a la militancia ambientalista per se, muy por el contrario, supone reconocer la problemática ambiental en un plano más general y más complejo, referente a la lógica de dominio de sociedades fuertemente patriarcales y paternalistas, como las nuestras.

Micaela Anzoátegui

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