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Mora (Buenos Aires)

On-line version ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.23 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2017

 

DOSSIER

María Rosa Oliver: Mundo (de letras), su casa*

 

Margarita Pierini
UNQ

 


Resumen:
Este trabajo se propone abordar la participación de María Rosa Oliver en el mundo de las letras. Si bien Oliver ya es ampliamente reconocida por su actividad fundacional en la revista Sur, hay muchas otras facetas que la investigación va descubriendo en su práctica como escritora, como traductora, como creadora de redes entre intelectuales de distintos países, como intermediaria entre diversos grupos orientados a la difusión de la cultura, a la promoción de los derechos de la mujer y a la defensa de los derechos de los pueblos en su lucha por la paz y la liberación.

Palabras clave: Grupo; Sur, Memorias; Epistolarios; Feminismo; Redes culturales.

Abstract
This paper aims to address the participation of María Rosa Oliver in the world of letters. Even though she is already widely known for her foundational activity in the journal Sur, there are many other facets that research is discovering in her practice as a writer, as a translator, creating networks between intellectuals from different countries, and also as an intermediary between different groups oriented to cultural diffusion, women rights promotion, defense of people rights for peace and liberation.

Keywords: Grupo; Sur, Memoirs; Collected Letters; Feminism; Cultural networks.


 

Cada vez que la contemplamos, la clásica foto del grupo fundador de Sur en la escalera de la casa de Victoria Ocampo en Rufino de Elizalde se abre a múltiples lecturas. Están allí los amigos y colaboradores que acompañaron a la directora en esos años iniciales: Ansermet, Ramón, Oliverio Girondo, Borges, Mallea, Henríquez Ureña…Y abajo, en el último escalón, María Rosa Oliver se destaca por el lugar que ocupa: a un costado -descentrada- y a la vez, en la base: en lo que funda y fundamenta. De aquella imagen quisiera partir para esta breve exposición de una larga, creativa y excepcional trayectoria.

1. Mundo de letras, su casa

Para la mayor parte de los lectores argentinos, y aun para buena parte de los que hacemos de las Letras una profesión, el nombre de María Rosa Oliver1 no es demasiado conocido. Ocupa en el canon un lugar menor, con letra pequeña. Y sin embargo, al empezar a investigar sobre su trayectoria, se van hallando las marcas -no siempre escritas, no siempre visibles en la página impresa- de una presencia continua, multiplicada en espacios tan diversos que solo una minuciosa tarea de rastreo -como la que afortunada y justicieramente están realizando ahora jóvenes investigadores- puede empezar a sacar a la luz para modificar la percepción de ese lugar marginal.

Entre el diario que, según confiesa en algún lugar de sus recuerdos (Oliver, 1969:131), inicia a los veintitrés años durante su segundo viaje a Europa (1919), hasta el volumen tercero de las memorias que concluye en el último de sus veranos en la bella casa de Las Toninas2 , hay desde la escritura una producción sostenida y constante. Y hay, paralelamente, actividades en múltiples espacios vinculados con el mundo de la palabra: la palabra que es manifestación de sentimientos y de creencias, de vínculo con las personas queridas, de invitación a la acción y lúcida expresión de una vitalidad siempre renovada.

En este trabajo quisiera recorrer algunos de esos espacios en los que María Rosa Oliver se inserta y actúa, tratando de que no se convierta en un mero catálogo de referencias que, de todos modos, no llegaría a agotar su extensa producción. He elegido para ello algunos de los ámbitos en que participó a lo largo de sus ochenta años de vida de -glosando una frase suya- no siempre plácida inquietud.

Antes de empezar este trayecto, evoco un fragmento de una carta que le escribe a Gabriela Mistral en diciembre de 1949, desde la casa de Victoria en San Isidro. Ante el reclamo de la amiga chilena por no recibir noticias suyas, le contesta:

 […] Cuanto más quiero a una persona más tiempo necesito para escribirle y ese tiempo me ha faltado últimamente, Gabrielita grande. Mira mis últimas tareas: trabajar por la paz en una asociación femenina de la cual soy vice presidenta y donde me toca redactar todo lo que va impreso; organizar un beneficio para que la Sociedad Argentina de Escritores pudiese hacerse de los 15.000 $ m/argentina, que necesita para pagar anualmente la hipoteca de su local; formar parte del cuerpo de redacción quincenal de Nueva Gaceta (arte, crítica y literatura al alcance del hombre común) […] Todo ello durante estos dos meses pasados. Ya no daba más; tenía la cabeza como un bombo y sentía esa especie de intoxicación provocada por no poder escribir ni una línea a mi gusto, mía, no sometida a discusión sobre si conviene o no decir esto o aquello.

Ahora bien, tú dirás: ¿Para qué hace tantas cosas esta bendita mujer? Yo también suelo hacerme esta pregunta pero ¿qué quieres? No puedo negarme a la acción. Si me niego a ser útil por escribir lo mío luego lo escrito me da rabia; siento que no vale la pena. Sin embargo, sólo estoy mínimamente satisfecha y serena cuando escribo a mi gusto. Pero no sé decir: NO. (Cf. Barrera Calderón, 2010: 220).

Cito in extenso estas palabras porque, creo, explican en buena medida el lugar que asume MRO en el campo de la producción literaria, a la vez que dan cuenta de la tensión -compartida con tantos creadores- entre la obra más personal y aquella que se propone como una herramienta al servicio de un proyecto colectivo.

2. María Rosa Oliver, lectora

La figura de María Rosa Oliver como lectora merecería todo un trabajo en sí mismo. Este podría pensarse en diálogo con el mundo de lecturas de su amiga Victoria, con quien comparte tantos intereses como desencuentros. Solamente me detendré en puntualizar algunos hitos de esta trayectoria de lectora: desde la evocación de la biblioteca familiar -"[…] atalaya desde la cual oteaba imaginariamente todo cuanto afuera y lejos sucedía, cambiaba, se transformaba" (Oliver, 1965: 139)-, donde se forma entre los clásicos de la literatura universal, hasta su estar al día en las obras más contemporáneas, como las que reseña para Sur, en una selección que mucho dice tanto de su gusto estético como de sus elecciones en la vida; o en las que sugiere y recomienda con entusiasmo a los amigos en su correspondencia. Así, en una carta a Gabriela Mistral (julio de 1952):

Gabriela, en tus andanzas ¿conociste al poeta haitiano Jacques Roumain? Te lo pregunto porque acabo de leer su novela póstuma Gouverneur de la Rosée y me parece una preciosidad. Si no la has leído haz que te la consigan. En grado mucho menor también me ha gustado El Cristo de espaldas, del colombiano Caballero Calderón, editado por Losada (Cf. Barrera Calderón, 2010: 229).

Sus lecturas son un espacio de reflexión y de diálogo con sus propias vivencias sobre la realidad que le toca vivir. Le escribe a Alfonso Reyes, desde su casa de Merlo, en enero de 1932:

Estoy leyendo la vida de Trotzki (sic), y al comparar, es desolador pensar en los que aquí se creen hombres de Estado ¾un consuelo; el pueblo, en las ciudades ya vota con inteligencia ¾ ya los del Jockey Club no pueden burlarlo, como hacen con los provincianos. Oyera Vd. ciertas opiniones "conservadoras": al oírlas me siento enrojecer, ¡que eso exista aún! ... y voy cada vez más hacia la izquierda.3

Así, Oliver es una lectora de obras de candente vigencia, que alguna vez se deslizan como una alusión en medio de un áspero cruce con Victoria. En abril de 1961, La Nación reproduce las declaraciones de Sur contra la Revolución Cubana; MRO le escribe entonces a su amiga pidiendo que se la desvincule del Comité de Redacción y señala, entre otros fundamentos de su discrepancia: «El actual gobierno de Cuba no fusila indiscriminadamente ni realiza "operaciones masacre" como aquella que hace cinco años, una medianoche, se realizó en Boulogne».4 (La investigación de Rodolfo Walsh sobre los fusilamientos en el basural de José León Suarez, recordemos, había aparecido en una serie de notas publicadas por la revista Mayoría en 1957. La edición del volumen, que contó con el decisivo aporte de Marcelo Sánchez Sorondo, tuvo lugar en diciembre del mismo año; su título completo era Operación masacre. Un proceso que no ha sido clausurado; cf. Baschetti, 1994:19).

3. María Rosa Oliver, editora

Los estudios recientes en el campo de la edición dan cuenta del creciente interés por ese lugar productivo, de verdadera creación, que los grandes editores han ocupado en el mundo de la cultura escrita: los nombres de Paco Porrúa, Arnaldo Orfila, Gaston Gallimard -la lista es larga- van asociados a los de los grandes autores que han renovado el pensamiento y las letras contemporáneas.

En el mundo editorial de Sur, la tarea de MRO es reconocida como uno de los pilares de su creación y de su desarrollo. Como antecedente, hay que remontarse al proyecto de revista que, según relata en un par de ocasiones, sus amigos y compañeros la impulsaban a crear. Le escribe a Alfonso Reyes en mayo de 1930:

De nuestras vidas literarias no sé más que esto: que Victoria llegó hace dos días de New York, y que la idea de resucitar a "Martín Fierro" quedó en nada. Siguen insistiendo mis amigos en que publiquemos la revista de que le hablé, pero aunque me facilitan la tarea de hacerla, temo la lidia, las dificultades que surgen de la falta de acuerdo entre los muchachos, el no tener quizás toda la libertad de acción que desearía, y también, por qué no decirlo, el de no estar segura de poder discernir en mí las preferencias, de no saber hasta qué punto el afecto nos impide ver claro.5

La historia que sigue es bien conocida: el viaje de Victoria a finales de ese año, primero a Europa y después a Nueva York, de donde regresa ya convencida, por el empeño de Waldo Frank, de la necesidad -y la posibilidad- de crear la revista que llevará el nombre y el emblema de Sur. En un artículo aparecido al cumplirse los veinticinco años de la publicación ("Años de plácida inquietud"6 ), MRO relata los pasos de ese inicio, que será también su iniciación en el fascinante campo de la edición. Durante el verano de 1930 van a diseñar bajo los árboles de San Isidro "la revista de Victoria, como yo desde hacía tiempo la llamaba, [que] no dependería solo de su voluntad y de su criterio, sino también de su bolsillo". Y el proyecto se pone en marcha:

Por primera vez leía originales con la obligación de opinar sobre ellos, por primera vez pude comprobar hasta qué punto la letra de molde altera lo escrito a mano o a máquina, por primera vez vi corregir pruebas y junto con Angélica ─inmejorable compañera en toda tarea que requiera sutileza y juicio sereno─ aprendí, más o menos, a hacerlo; por primera vez me di cuenta en qué consiste la buena composición tipográfica de una página y descubrí que la diagramación puede ser un arte. De nuevo me sentí fascinada por la pericia artesanal que permite saber, sin las dudas que subsisten al terminar otra obra de creación, a qué grado de perfección se ha llegado (ibíd. p. 17)7

En estas pocas palabras traza una perfecta síntesis de la tarea del editor, tarea que ella sabe valorar en sus dos facetas: el trabajo intelectual y el diseño estético.

Es también una tarea absorbente, que deja poco espacio para la escritura propia. Alguna vez Victoria le reclamará que colabora poco en la revista.8  Pero MRO no solo forma parte del Comité de Redacción -Victoria, Silvina y ella son las únicas mujeres- y como tal es una presencia activa en las reuniones mensuales en las que se debaten temas de actualidad9 , sino que cumple un papel de mediadora entre la directora de Sur y los intelectuales amigos. De su correspondencia con Alfonso Reyes:

Ayer prometí a Victoria escribirle a Vd.; se trata de lo siguiente: […] acaba de llegar a Buenos Aires la traducción francesa de The Plumed Serpent, libro al que alude Drieu La Rochelle, en un artículo breve que saldrá en el tercer número de "Sur". […] Con Victoria, le pido para "Sur" una nota sobre el Méjico que vio Lawrence.10

Años más tarde, en 1938, le transmite por pedido de Victoria (que "está muy atareada estos días") la propuesta de dirigir una colección de clásicos americanos en la editorial que se está proyectando desde Sur.

Querido Alfonso: Se están terminando estos días los trámites para la creación y la organización de una gran editorial en la cual el grupo de SUR, y especialmente Victoria, tendrá las directivas. Entre las iniciativas hay una de la cual Victoria me pide que le hable a Vd, pues de Vd depende su éxito. Se trata de hacer una colección de clásicos americanos (del norte y del sur) y de ponerla bajo su dirección. Se anunciaría como la "Colección de Clásicos Americanos. Dirigida por Alfonso Reyes".11

En la correspondencia con Victoria se hace visible su papel como consejera, organizadora de números especiales -como el dedicado a Brasil, en septiembre de 1942- y lectora atenta de las publicaciones extranjeras que le permiten sugerir, recomendar temas, artículos y traducciones, . De ello da cuenta, por ejemplo, un fragmento de la carta del 11 de enero de 1971, fechada en Las Toninas:

Querida Victoria: Por una de esas casualidades que no parecen tales, al día siguiente de que hablamos del proyecto del Cuaderno de Sur sobre los derechos de la mujer, recibía de EU un libro que es imprescindible leer antes de tomar cualquier decisión al respecto. Se titula Sisterhood is Powerful: An Anthology of Writings from the Women Liberation Movement. […] Si lo pides por avión antes de un mes podrás estar engolfada en su lectura y subrayando a más no poder. Pero a medida que lo vayas leyendo irás viendo los problemas que podría acarrear aquí y ahora mucho de lo que en él se sostiene […]. Al leerlo he estado dialogando continuamente con vos. Creo en la telepatía, pero claro, en este caso cuenta más lo mucho que durante años hemos estado hablando de este problema.12

A partir de su actividad como editora, destaca especialmente la tarea realizada por el equipo que produjo la obra, de clara gestión femenina: "El libro ha sido concebido, escrito, editado, revisado, diagramado e ilustrado por mujeres". Y no deja pasar por alto que, si no ha sido también impreso por ellas es "porque el trabajo de imprenta les está cerrado a las mujeres" (ibíd.).

4. María Rosa Oliver, mediadora en el campo intelectual

En los múltiples y muy diversos campos en los que MRO desarrolla su actividad a lo largo de su vida se manifiesta su capacidad para entablar vínculos y armar redes que confluyen en objetivos y amistades en común. Destacaré aquí una de esas mediaciones, por la especial significación de las personas involucradas: es ella quien presenta a Alfonso Reyes con Carmen de la Serna, quien había sido el último amor de Amado Nervo durante su breve estadía en Buenos Aires como ministro plenipotenciario de México. Reyes relata este encuentro en su Diario.  

1929. 2 de mayo. María Rosa Olivar (sic) obtuvo gran triunfo: que Carmen de la Serna (ahora esposa del joven poeta Cordoba (sic) Iturburu me confiara el cuadernito de versos y pensamientos íntimos que Amado Nervo, que la amó antes, le consagró en abril de 1919, un mes antes de morir. Lo voy a copiar para el homenaje del 24 de mayo: a los 10 años de su muerte

3 de mayo. He copiado con viva emoción el cuadernillo de Nervo a Carmen. Ya empiezo a escribir sobre eso. ¡Qué trágico dialogo entre el amor y la muerte!

4 de mayo. Visita a Carmen, quien me confía cartas de Nervo y me cuenta algo de su vida aquí. No quiere que se publique cuadernito, sino que yo lo aproveche todo en mi artículo. (Reyes, 1969: 273-275).

De este encuentro nace el artículo "El viaje de amor de Amado Nervo", que incluye algunos de los últimos textos del poeta mexicano, dedicados a Carmen de la Serna.13

En el mismo epistolario, son una constante las cartas de recomendación, las invitaciones a apoyar tal o cual iniciativa de algún artista, conferenciante o dramaturgo que vaya a pasar por Brasil o México, según los sucesivos destinos de su amigo Reyes; o las sugerencias para pedir que se atiendan las necesidades de los exiliados republicanos14 , una empresa a la que Oliver dedicó toda su energía desde el comienzo de la Guerra Civil.15 Dicha tarea será valorada por una de las grandes mujeres del exilio español, María Teresa León, con quien comparte -entre otras cosas- las páginas de la revista Saber Vivir. Una muestra de ese reconocimiento -que no es solo agradecimiento sino reconocimiento de valores comunes- es una breve nota que León incluye en una de las tantas publicaciones producidas en aquellos años de exilio: "Nuestro hogar de cada día. Breviario para la mujer de su casa" (1958). En este manual para el ama de casa, en el que se alternan consejos domésticos con lecturas de grandes poetas (Machado, Miguel Hernández), inserta un homenaje a María Rosa Oliver en la sección de mujeres destacadas:

María Rosa Oliver: Sí, el ser humano necesita de ejemplos para apoyarse después de sus crisis y seguir. Quien conozca a María Rosa Oliver, nacida en Buenos Aires, escritora por vocación, podrá contar a sus hijos que conoció la más alta ejemplaridad de nuestro tiempo. Reducidas sus fuerzas por la parálisis infantil, sacó de esa flaqueza, de esa disminución de sus posibilidades, tanta milagrosa energía, que asombra saber lo intensamente que trabajó por los aliados durante la Gran Guerra y cómo todos los minutos de su vida están entregados a la tarea de la Paz para todos los hombres (León, 1958:48).

5. María Rosa Oliver, traductora

La traducción es también una tarea de mediación, igualmente discreta, casi invisible -cuando está bien hecha-. En los textos de María Rosa Oliver no abundan las referencias directas a esta actividad, que ejerce a lo largo de su vida de manera casi "natural", como es su estilo. Donde queda registrada es en su correspondencia, de donde tomo algunos ejemplos.

Mientras traduce la obra de su amigo Vinicius de Moraes, le escribe a Eugenio Guasta, en noviembre de 1972:

Me fue fácil, a pesar de estar en verso, traducir el Orfeo de la Concepción de Vinicius de Moraes (en cine: Orfeo Negro). Como yo me rehusara porque no sé versificar, Vinicius me pidió que lo vertiera en prosa y buscó para la métrica a un poeta que hace versos para las composiciones de Piazzolla: Horacio Ferrer. (Oliver-Guasta, 2011: 154).16

Entre las décadas de 1960 y 1970, en su acercamiento a algunos curas de la Teología de la Liberación, colabora con las traducciones de obras de su amigo, el padre Arturo Paoli. En la misma carta a Guasta le comenta: "He pasado gran parte del invierno corrigiendo la traducción del último libro de Arturo Paoli, que él ha dado a la editorial Siglo XXI. Un trabajo de negros porque a través de la traducción tengo que aclarar las oscuridades del autor, propenso a hacer frases que quedan sueltas" (ibíd.).17 En una carta anterior, fechada en "Las Toninas, sábado de gloria, 1970", le informaba: "Estoy revisando la traducción del libro de A. Paoli, Diálogo de la Liberación, hecha por Magdalena Ruiz Guiñazú. La traducción es buena, pero Arturo no siempre es claro. Tendré que pedirle ayuda" (Oliver-Guasta, 2011: 93).

A partir de su propia experiencia, conoce bien lo precarizada que suele estar esa anónima tarea del traductor. En esta línea, en carta a Gabriela Mistral (julio de 1952) y acerca de la defensa del trabajo intelectual, le pregunta: "¿Quién negará que la mayoría de nuestros escritores se mueren de hambre por no tener dónde publicar lo que escriben o porque si les dan traducciones las pagan a un precio miserable (¡así salen!)?" (Barrera Calderón, 2012: 228).

Y es así como elige recordarla Victoria, en la carta que le escribe como despedida y homenaje -y sobre la que volveré más adelante-: en ese papel de traductora en un momento dramático de la Historia que compartieron:

Durante la última guerra mundial […] pasábamos horas, de noche, rodeadas por el silencio del jardín marplatense, escuchando la radio. Nos traía voces de la BBC, noticias directas de Europa. […] Una vez oímos un discurso de Hitler, otra, uno de Goebbels. Yo no entiendo el alemán. Me traducías lo esencial. 18

6. María Rosa Oliver en las tramas de la vida literaria

En las cartas de MRO se hace patente su inserción en la vida literaria de su tiempo, vida que nos revela muchas veces desde sus entretelones, observándolos con su agudo sentido crítico, mechado con divertidos y ácidos comentarios que desliza en confianza a sus corresponsales amigos. Me limito a algunas muestras:

En una carta a Gabriela Mistral (1952):

En cuanto a la literatura la producción es casi nula -me refiero a la Argentina-: los que quieren decir algo auténtico, escriben mal; los que escriben bien, copian a Europa, son formalistas, aburridos. He leído una novela corta de un colombiano católico, Caballero Calderón, titulada El Cristo de espaldas y me ha gustado. Otro colombiano, refugiado aquí, Jorge Zalamea, acaba de editar, pero no para la venta, algo así como un poema satírico en prosa, sobre el entierro de un tirano, que también es algo más que palabras bien ensartadas (Barrera, 2012:231).

En 1969, MRO integra, junto con Onetti, Sarduy y T. E. Martínez, el jurado del Premio de Novela Primera Plana, que es objeto de muchas presiones a favor de "un argentino cuya novela19 [Sarduy] y yo conocíamos, además de muchas otras personas". Le escribe a Eugenio Guasta -en esos años en Europa- sus impresiones sobre los colegas:

Sarduy es inteligente, divertido, simpático y superficial; Onetti es inteligente, más bien pesado, bueno y profundo. […] Ay, Eugenio, cómo me gustaría chimentar sobre las presiones; Sarduy y su enjambre de admiradoras; la índole de algunas "obras" enviadas, etc. (Oliver-Guasta, 2011: 31)20 .

También a su amigo Guasta le escribe, entre inquieta y divertida, sobre la mesa redonda a la que la han invitado a participar, en septiembre de 1972, junto con Victoria y Borges, como contribución al Año del Libro declarado por la UNESCO. Las dos, le comenta, van a asistir con bastante prevención, dadas las provocadoras declaraciones publicadas poco antes por JLB en La Nación:

Dice cosas como éstas: que lo malo respecto de los negros fue enseñarles a leer y a escribir porque así se enteraron de que fueron esclavos… Que Suiza no es un país aburrido porque las esquinas de sus calles son todas diferentes, al contrario de las de Buenos Aires [...] que su bisabuela le contaba… que su tía le decía..., etc. etc.  […] Hablé con Victoria dos días después de publicadas las susodichas pelotudeces y ella me dijo que después de haberlas leído pensaba en renunciar al debate. La convencí de que eso parecería tenerle miedo a B. (Oliver-Guasta, 2011: 142-3).

Y concluye: «La falta de ética me crispa y no sé si podré mantenerme serena […]. Te contaré de la "reunión infantil" del día 4. Con tal de que los nervios no den al traste con la poca memoria que me queda…»21

7. María Rosa Oliver, escritora

La primera imagen de María Rosa Oliver, decíamos, es la de una escritora con escasa obra escrita: sus tres volúmenes de recuerdos, el texto sobre el viaje a China -en colaboración con Norberto Frontini-, el registro de sus charlas radiales en 1945 (América vista por una mujer argentina) y su bella Geografía Argentina (1939) son los únicos libros -en el sentido más habitual del término- que fueron publicados. Hay, sin embargo, dos espacios en los que es posible relevar una vasta producción: sus cartas y sus colaboraciones en numerosas revistas, dirigidas a públicos muy diversos.

Su correspondencia, afortunadamente, está empezando a editarse y, en tal sentido, el primer volumen publicado (las cartas con Eugenio Guasta entre 1960 y 1976) marca un hito y un modelo, por el interés que poseen en sí mismos -como testimonio de una época de su vida que no llegó a registrar en sus memorias- y por el rigor de la edición, al cuidado de Ernesto Montequin.

Sus textos dispersos en revistas -sobre los cuales Paula Bertúa realiza en su tesis una tarea de relevamiento que contribuye a descubrir nuevas facetas de MRO22 - merecerían también ser objeto de una recopilación y una edición crítica.

Quisiera volver ahora a aquella frase de la carta a Gabriela Mistral: "Si me niego a ser útil por escribir lo mío luego […] siento que no vale la pena. Sin embargo, sólo estoy mínimamente satisfecha y serena cuando escribo a mi gusto".

Anteriormente hice referencia a esa tensión del escritor entre lo útil y lo placentero, entre lo destinado a servir a alguna causa y lo que está -o al menos así se lo considera- volcado exclusivamente sobre los propios sentimientos, lo más personal, lo íntimo. Sin embargo, en todos los escritos de Oliver el lector puede descubrir un hilo común que los conecta con sus convicciones, con sus afectos, con las causas y las personas que admira. Repasando los números de Sur, es visible esa presencia coherente con sus ideas; como en los números monográficos sobre Brasil y sobre la Mujer23 , testimonios de su compromiso con América Latina y la causa feminista24 .;  en las reseñas, como las que publica sobre El señor Presidente, de M. A. Asturias25 ; Por quién doblan las campanas, de Hemingway26 ; Cartas a una señora sobre temas de derecho político, de Ángel Ossorio y Gallardo27 ; Adiós a Berlín, de Isherwood28 ; en las rectificaciones que se siente obligada a presentar ante los juicios sesgados que ofrece algún columnista de Sur o la misma dirección de la revista sobre sucesos vinculados con movimientos o figuras de la izquierda (rectificaciones que encuentran una segunda versión más personal -y más incandescente- en su correspondencia con Victoria). Así, la nota de Sur (sin firma), publicada en el número correspondiente a enero-febrero de 1958, "Premios literarios argentinos. El premio Lenin" -que acababa de recibir MRO- tiene su réplica indignada y dolorida en una carta fechada en "Moreno, febrero 15 de 1958", que inicia así:

Querida Victoria: Acabo de leer en Sur la nota sobre el Premio Lenín. Como no quiero tener reservas mentales contigo […] te escribo enseguida. Por haberse publicado en tu revista la nota me ha entristecido: si hubiera aparecido en otra publicación la habría olvidado no bien leída […]

Para cerrar esta trayectoria, quiero hacer una breve referencia a sus obras más difundidas hasta la fecha: sus tres libros de recuerdos. Hace ya medio siglo, en un trabajo convertido en clásico de nuestra historia literaria -La literatura autobiográfica argentina-, Adolfo Prieto refutaba la teoría de Ortega de que los hispanos, por su peculiar visión de la vida, no tienen interés en fijarla ni en revivirla en Memorias (1966: 15). Lamentablemente, el corpus incluido en su libro llega solo hasta los memorialistas de la primera mitad del siglo XX (Cárcano, Ibarguren). Pero en los años que siguen, críticos como Viñas, Molloy, Catelli -por citar solo algunos nombres- han destacado el lugar de la autobiografía de Oliver dentro del género. Estos textos, que cumplen con el deseo de su autora de detenerse en lo propio, en lo íntimo, pero que a la vez hablan de su lugar en el mundo y de su fe en el hombre, tienen una prehistoria que vale la pena rastrear. En la revista Saber Vivir, dirigida por José Eyzaguirre, aparecen ya en 1941 y 1942 varias notas de María Rosa Oliver -bellamente ilustradas por Antonio Berni, Horacio Butler, Luis Macaya, Mané Bernardo- que evocan momentos y lugares de sus primeros años: "Encuentro con el mar. Recuerdo de infancia" (n. 7, feb. 1941); "El olor a casa de campo" (n. 8, marzo 1941); "Navidades porteñas" (n.17, dic. 1941). "Buenos Aires en verano" (n. 19, feb. 1942); "Días patrios. Recuerdo de infancia" (n. 22, mayo 1942). No todos estos textos serán recogidos en sus memorias, pero mucho de lo que allí se expresa puede ser leído entretejiéndolo con distintos pasajes.

Veinte años después de la publicación de esas notas -y el espacio temporal entre aquellos cuarenta y estos sesenta es, como sabemos, especialmente intenso en la vida de MRO y del mundo- vuelve a volcarse sobre sus recuerdos. En septiembre de 1960 aparece en Sur su artículo "Navidades", que se anuncia como "Capítulo de un libro de recuerdos" (y que cinco años después se reproduce, bastante abreviado, en Mundo, mi casa29 ).

Demos un paso más en esta prehistoria de su autobiografía. En enero de 1964 aparece en Hoy En La Cultura, la revista dirigida por Juan José Manauta y a cuyo comité de colaboradores permanentes pertenece MRO, una nueva sección titulada Anticipos, destinada a "someter la obra no acabada o inédita a la prueba del público […] con el objeto de que [el autor] anticipe su contacto con el lector". Antes de presentar allí un fragmento de sus Memorias -el que narra la construcción del Plaza Hotel, observada desde la casa familiar30 -, Oliver ofrece unas líneas que son una suerte de justificación frente a compañeros de ruta, como Leónidas Barletta, que se han referido "en tono despectivo a la literatura de las quintas de San Isidro, Adrogué, Merlo…". Más allá del debate interno que busca confrontar a tres integrantes de la élite de Sur (VO, JLB, MRO) con los escritores de la izquierda argentina, las palabras de Oliver contribuyen a dar una clave para la lectura de su obra, destacándola y diferenciándola de las memorias de otras contemporáneas suyas que vivieron experiencias similares31 .

No pretende excusarse, dice María Rosa, por el lugar donde le tocó nacer:

Puedo, eso sí, señalar hechos que, por contraste, delaten la injusticia tremenda del orden social en el que me ha tocado vivir. Creo que esa noción me ha permitido recordar mi infancia sin que eso implique una "huida", y me ha librado de toda nostalgia de tiempos pasados, salvo la de los años -aunque todos no sean iguales para todos- en que miramos al mundo con ojos inocentes.32

Y concluye: «Si mis recuerdos impiden que algunas conciencias se "calmen" habrán servido para algo más que para dar testimonio».

A lo largo de estos trayectos se perfila, entonces, la obra de una escritora que -como vemos- sí escribe, y que, parafraseando al gaucho Martín Fierro, "escribe siempre opinando, que es su modo de escribir".

Como en el caso de muchas otras mujeres de la cultura y de otros órdenes de las prácticas sociales, la "presencia invisible" de MRO resalta y va saliendo a la luz cuando al revisitar la foto clásica de un grupo o un listado de colaboradores, asesores, consejeros o participantes de diversos foros, se pone el foco en este nombre, en esta imagen.  Así, se toma conciencia de la constancia y la coherencia con las que siempre está presente en los múltiples espacios en donde hace oír, con distintos matices y entonaciones, una palabra propia e inconfundible.

Imagen última de María Rosa

El número de Sur de abril de 1977, dedicado a André Malraux (1901-1976), ya estaba impreso cuando inesperadamente fallece MRO, el 19 de ese mes. Pero Victoria agrega un pliego, a modo de separata, con una emocionada carta A María Rosa -la última de su larga correspondencia- y una fotografía. En la carta hace referencia a ese número de la revista sobre el que tanto habían conversado, como siempre, en esa tarea de consultora que era una de las facetas de su vínculo intelectual y afectivo.

La foto que elige para el homenaje es la foto del grupo que imaginó a Sur. Sentados en la escalinata de piedra de la casa de tantos veranos felices en Mar del Plata, están Victoria, Mallea, Waldo Frank y María Rosa.

Ella, como siempre, en la base; en el fundamento.

Notas

* Dedicado a María Teresa Bortagaray.

1. Abreviamos más adelante como MRO (María Rosa Oliver), VO (Victoria Ocampo).

2. Mi fe es el hombre (1981), publicado póstumamente por su amigo Carlos Lohlé.

3. Carta inédita del 15/1/1932; del Archivo de la Capilla Alfonsina. Agradezco a la Dra. Alicia Reyes la autorización para  publicar esta correspondencia.

4. Carta a VO, 29/4/1961; la correspondencia entre VO y MRO citada en este trabajo procede del Fondo Victoria Ocampo en la Biblioteca de la Academia Argentina de Letras.

5. Carta inédita del 26/5/30; del Archivo de la Capilla Alfonsina.

6. Sur, núm. 298-299, enero-abril de 1966, pp. 14-18.

7. El episodio se reproduce, con leves modificaciones, en La vida cotidiana (Oliver 1969: 275-277).

8. Escribe MRO: «Me dices, también, "hace tiempo que no colaboras seriamente en Sur"»; carta del 24/2/1958.

9. En los años 1940 y 1941 se realizan en la redacción de la revista diversos Debates sobre temas sociológicos, algunos de los cuales serán publicados en una sección especial. Cf. Sur núm. 71, 72 y 83.

10. Carta inédita del 21 de julio 1931; en la Capilla Alfonsina. Los subrayados corresponden al original mecanografiado.

11. Carta inédita manuscrita,  del 10 de agosto de 1938; en la Capilla Alfonsina.

12. Carta del 11 de enero de 1971; subrayados en el original.

13. El cuadernillo de tapas oscuras que Nervo le regaló a Carmen antes de partir para un viaje a Montevideo, donde falleció inesperadamente (mayo de 1919) fue conservado por la familia Córdova. En el año 2002, Carmen Córdova de la Serna nos cedió generosamente una copia para publicarlo como parte de un proyecto de edición de las obras inéditas del poeta mexicano: Amado Nervo: Lecturas de una obra en el tiempo, dirigido por Gustavo Jiménez Aguirre, de la Universidad Nacional de México. El texto completo puede consultarse en el sitio http://www.amadonervo.net.

14. Así, en el caso de la pintora Maruja Mallo, sobre la cual MRO pide la mediación de Reyes: "Y ahora esto que se me ha ocurrido, y que Vd. verá si es factible: Maruja Mallo está muy preocupada pues con la llegada de Ossorio y Gallardo, a quien no conoce, tendrá que dejar su alojamiento en la Embajada, y esto le crea una situación económica sin solución, ¾ esto pensé: si a Vd. le sería posible hablarle a Ossorio y Gallardo (a su paso por el Brasil) de Maruja, y decirle, al pasar, lo vinculada que está ella a los grupos intelectuales de Buenos Aires. Quizá entonces a Ossorio se le ocurrirá dejarla de 'attaché' en la Embajada. Todo esto es idea mía; Maruja no sabe nada de este pedido; sabe únicamente que estoy muy preocupada con su situación". (Carta inédita del 12/7/1938). Angel Ossorio y Gallardo fue el último embajador de la República Española en Argentina.

15. Sobre su actividad en este ámbito, me remito a sus memorias, en especial el capítulo II de Mi fe es el hombre: "España peregrina. (Españoles en Buenos Aires)".

16. La nota al pie de Ernesto Montequin (editor de esta correspondencia)  añade que la obra fue publicada en 1973 por Ediciones de la Flor.

17. La nota al pie señala que se trata del libro La perspectiva política de San Lucas (1972). La traducción está firmada por Julio Saquero.

18. Sur, núm. 340, junio de 1977.

19. La nota al pie informa que se trata de Manuel Puig, cuya novela Boquitas pintadas fue presentada al concurso con el título Tangos y boleros. (Oliver-Guasta, 2011:31).

20. El libro premiado  fue Los hijos del orden, del peruano Luis Arteaga Cabrera. En la nota al pie  se informa que la censura -bajo el gobierno de Onganía- impidió la publicación de  la novela, que narra un motín en una cárcel de menores; la obra fue editada finalmente en 1973 en Perú, donde recibió el Premio José María Arguedas. (Oliver-Guasta, 2011: 39).

21. La nota de Montequin informa que la crónica de ese diálogo público apareció en el Suplemento Cultural de La Opinión, 1° de octubre de 1972 (Guasta-Oliver 2011: 143).

22. Paula Bertúa: Entre lo cotidiano y la revolución. Intervenciones estéticas y políticas de mujeres en la cultura argentina (1930- 1950). Tesis doctoral realizada bajo la dirección de Nora Domínguez y defendida en abril de 2013 (FFyL-UBA).

23. Núm. 96, de 1942, y núm. 326-328, de 1970-1971 respectivamente.

24. En este campo, vale recordar que son suyas las palabras de homenaje a Alfonsina que Sur publica en octubre de 1938, tomadas de la intervención de MRO en nombre de  la Unión de Mujeres Argentinas (UMA).

25. En la carta a Gabriela Mistral (diciembre de 1949) señala la intención política de su reseña: "No sé si habrás leído mi nota en Sur sobre el Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. Allí pude decir, indirectamente, algo de lo que siento" [sobre el gobierno de Perón].

26. Que reseña de la versión original,  For Whom the Bells Tolls; Sur, núm. 76. Enero de 1941.

27. Sur, núm. 50, noviembre de 1938. El libro, que publicó Losada,  se presenta a la vez que se eleva a las Cámaras  el proyecto a favor del sufragio femenino, objetivo que se conquistó finalmente casi diez años después, durante el primer gobierno peronista.

28. Sur, núm. 170, diciembre de 1948.

29. Oliver, 1965: 63-71.

30.  (Oliver 1965: 99 ss.)

31. Desarrollo este tema en un trabajo anterior (Desde nuestros balcones), donde analizo las autobiografías de María Rosa Oliver, Victoria Ocampo y Delfina Bunge (Pierini, 2010).

32. Hoy en la Cultura, núm. 12, enero-febrero de 1964. Agradezco el aporte de este texto a Javier Geraldi.

Bibliografía

1. Obras de María Rosa Oliver:

a) Libros

Oliver, M. R. (1939), Geografía Argentina, Buenos Aires, Sudamericana.
Oliver, M. R. (1945). América vista por una mujer argentina, Buenos Aires, Salzmann y Cia.
Oliver, M. R. y Frontini, N., (1955)., Lo que sabemos, hablamos…Testimonio sobre la China de hoy, Buenos Aires, Botella al Mar.
Oliver, M. R. (1965). Mundo mi casa, Buenos Aires, Falbo Librero Editor.
Oliver, M. R. (1969). La vida cotidiana, Buenos Aires, Sudamericana.
Oliver, M. R. ( 1981). Mi fe es el hombre, Buenos Aires, Carlos Lohlé.

b) Artículos

Oliver, M. R., Alfonsina Storni. En Sur núm. 49, oct. 1938: pp. 88-89.
Oliver, M. R.. Reseña de Ángel Ossorio y Gallardo: Cartas a una señora sobre temas de derecho político (Losada 1938). En Sur, núm. 50.
Oliver, M. R.. Ernest Hemingway: From Whom the Bell Tolls. En Sur, núm 76 , pp. 111-120.
Oliver, M. R.. Encuentro con el mar. En Saber Vivir, núm. 7, pp. 18-19.
Oliver, M. R.. El olor a casa de campo. En Saber Vivir, núm. 8, pp. 21-22.
Oliver, M. R.. Navidades porteñas. En Saber Vivir, núm. 17, pp. 22-23.
Oliver, M. R.. Buenos Aires en verano. En Saber Vivir, núm. 19, pp. 32-33.
Oliver, M. R.Homenaje al Brasil. En Sur, núm. 96.
Oliver, M. R.. Una película mejicana. En Sur, núm. 157, pp. 140-143.
Oliver, M. R.. Rectificación a un comentario de SUR. En Sur, núm. 168..
Oliver, M. R.. Reseña de Isherwood: Adiós a Berlín. En Sur, núm. 170.
Oliver, M. R.. Reseña de MA Asturias: El señor presidente. En Sur, núm. 177.
Oliver, M. R.. Rectificaciones: Contestación a Criterio. En Sur, núm. 195-96,pp. 79-80.
Oliver, M. R.. Navidades (Capítulo de un libro de recuerdos). En Sur, núm. 266.
Oliver, M. R.. Años de plácida inquietud. En Sur, núm. 298-299, pp. 14-18.
Oliver, M. R..La salida. En Sur, número monográfico sobre La Mujer; núm. 326-328, pp. 117-127.

c) Correspondencia:

Oliver, María Rosa-Guasta, Eugenio (2011), Correspondencia 1960-1976, edición al cuidado de Ernesto Montequin, Buenos Aires, Sur.
Oliver, María Rosa-Reyes, Alfonso: Correspondencia inédita (1930-1956); Archivo de la Capilla Alfonsina, México.
Oliver, María Rosa-Ocampo, Victoria: Correspondencia 1958-1974; Fondo Victoria Ocampo en Biblioteca de la Academia Argentina de Letras.
Oliver, María Rosa: Cartas a Gabriela Mistral. En Gustavo Barrera Calderón,; Camilo B. Brodsky y Tania Encina (eds.), (2012). Epistolario americano: Gabriela Mistral y su continente, Santiago de Chile, Das Capital.

2. Bibliografía de referencia

1. Baschetti, R. (comp.), (1994). Rodolfo Walsh, vivo. Buenos Aires, de la Flor.         [ Links ]

2. Bertúa, P. (2013). Entre lo cotidiano y la revolución. Intervenciones estéticas y políticas de mujeres en la cultura argentina (1930-1950). Tesis doctoral defendida en abril de 2013. FFYL, UBA.         [ Links ]

3. León, M. T. (1958). Nuestro hogar de cada día. Breviario para la mujer de su casa. Buenos Aires, Fabril.         [ Links ]

4. Ocampo, V. (1977). María Rosa Oliver, 1898-1977. En Sur, núm. 340.         [ Links ]

5. Pierini, M. (2005). Carmen y Amado. Última luna en Buenos Aires. En Amado Nervo. Lecturas de una obra en el tiempo. Proyecto CONACYT-UNAM. Director Gustavo Jiménez Aguirre (IFFL- UNAM), México. Página web: http://amadonervo.net.         [ Links ]

6. Pierini, M. (2010). Desde nuestros balcones: lazos familiares y poder político en las memorias de tres escritoras argentinas. Ponencia presentada en las X Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y en el V Congreso Iberoamericano de Estudios de Género: "Mujeres y Género: Poder y Política". Universidad Nacional de Luján.         [ Links ]

7. Prieto, A. (1966). La literatura autobiográfica argentina. Buenos Aires, Jorge Álvarez.         [ Links ]  

8. Reyes, A. (1969). Prólogo de Alicia Reyes. En Diario 1911-1930. México, Universidad de Guanajuato.         [ Links ]

9. Reyes, A. (1983). El viaje de amor de Amado Nervo. En Visión de Anahuac y otros ensayos. México, FCE/SEP, Colección Lecturas Mexicanas, pp. 107-117. (Publicado originalmente en La Nación, mayo de 1929).         [ Links ]

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