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Mora (Buenos Aires)

versión On-line ISSN 1853-001X

Mora (B. Aires) vol.26 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jun. 2020

 

Reseñas

La cruzada de los niños. Intelectuales, infancia y modernidad literaria en América Latina. Alejandra Josiowicz (2018). Bernal, Universidad Nacional de Quilmes

Isabella Cosse1 

1UBA-Conicet/UNSAM

Alejandra Josiowicz ha escrito un libro ambicioso. Antes que nada, es ambicioso porque trata un tema crucial. Estudia las configuraciones intelectuales en torno a la infancia desde finales del siglo XIX hasta los años setenta del siglo XX. Es un período de profundas transformaciones sociopolíticas y culturales que demarca el apogeo y crisis del proyecto modernizador y la emergencia del campo intelectual per se que colocaron en el centro a la infancia y a los/os niños/as en sí mismos. Dada su importancia, el tema ha sido decisivo en el impulso y expansión del campo de estudios de la infancia. De allí que contemos con numerosos estudios sobre el modo en que la infancia -como categoría- y los/as niños/as -como sujetos- fueron pensados, concebidos e imaginados por las elites intelectuales en diferentes países, regiones y más recientemente a escala global. Este libro se inserta así en esa vasta y rica acumulación. Los diferentes enfoques, resultados y perspectivas de esos estudios nos han mostrado la entidad de las intervenciones intelectuales sobre la infancia para comprender la propia configuración del Estado, las políticas públicas y los procesos socioculturales que las enmarcaron. Decidir trabajar sobre este tema suponía, entonces, dialogar con esa producción y dar con un aporte original.

La entidad del desafío de Josiowicz no solo estriba en el tema. También radica en el espacio y el tiempo en el que situó su indagación. La autora se propuso escribir una obra sobre América Latina y se tomó en serio esa apuesta. No estudió un solo país ni elude las singularidades locales. Colocó la atención en tres centros nodales de América Latina -Cuba, Brasil y la Argentina- otorgándoles entidad a los contextos regionales y nacionales para comprenderlos. Se ocupa de un período que sigue siendo clave para comprender el proceso histórico latinoamericano y las singularidades del continente. En ese sentido, la autora, cuyo libro es la reelaboración de una tesis doctoral defendida en la Universidad de Princeton -dirigida por Gabriela Nouzeilles- se posiciona críticamente frente al legado de los estudios latinoamericanos anglófonos que con frecuencia dan una visión simplificada de la región. El libro destila el diálogo entre la riqueza de esa formación doctoral con su formación en la Argentina y su experiencia de investigación en Brasil.

La ambición alcanza al enfoque y al posicionamiento en el campo de estudios. Por un lado, Josiowicz parte de los estudios literarios y, con esa decisión, le otorga originalidad a su investigación. Eso le permite volver sobre las configuraciones intelectuales acerca de la infancia con un ángulo nuevo. Desde ese ángulo, el libro instala su interés en la zona de confluencia entre política, ficciones y sensibilidades que con obstinación la autora conecta con los procesos socioculturales. El esfuerzo por recuperar estas dimensiones, siempre en diálogo con el análisis literario, suma otro elemento a los desafíos. Para hacerles frente, Josiowicz tomó una decisión clave -y acertada-: se centró en cuatro figuras, que podríamos considerar “escritores faros” parafraseando a Oscar Terán: José Martí, Horacio Quiroga, Mário de Andrade y Clarice Lispector.

Estas obras y autores son estudiados a partir de una mirada interdisciplinaria. Josiowicz puso en relación los estudios culturales y literarios con los históricos, de los que se nutrió ricamente y, además, prestó atención a los análisis antropológicos. En ese diálogo, la autora fue construyendo un enfoque teórico complejo. Se sitúa entre quienes parten de una mirada biopolítica de la infancia -retomando los clásicos estudios de Foucault- pero, además, recupera el pensamiento de Arendt sobre la condición humana y el sentido político del recién nacido que contrapone con la lectura de Agamben, para quien ese hito es quiebre en la diacronía y sincronía, pura discontinuidad. Esta discusión refracta en un análisis preocupado por entender la genealogía tanto como la discontinuidad, las líneas de larga duración y los puntos de fuga.

En su libro, Josiowicz logra un intenso diálogo con esa vasta producción sobre la infancia en América Latina, a la que me referí al comienzo. Sabe usarla críticamente. Parte de un acertado diagnóstico de la falaz contraposición entre la perspectiva de los estudios políticos, intelectuales e institucionales de la infancia y aquella que reivindica la voz de los niños y el sujeto infantil.

Ubicándose en la primera perspectiva por su propio objeto, se preocupa, en ciertos tramos, por entender cómo los/as niños/as leyeron y recrearon la producción literaria. Y, a la vez, les otorga un papel activo a los/as niños/as en el propio impulso de la escritura, la subjetividad de los autores y la autora estudiada y las matrices asumidas por ellos. Posibilita, además, volver a hacer de la literatura una vía de entrada para comprender a los/as niños/as. Sobre esa mirada de la infancia y del campo de estudios, se inserta el interrogante por el género. Este cruza la producción, las circulaciones y las apropiaciones de la literatura.

El resultado es la reconstrucción de cuatro proyectos, cada uno de los cuales da lugar a un capítulo que, a su vez, está centrado en cada autor. El análisis de cada figura hace confluir lo literario, el contexto histórico y los proyectos políticos, estéticos e intelectuales en una urdiembre densa. Con un análisis que, entonces, pone en juego esa apuesta interdisciplinaria para estudiar la infancia a escala latinoamericana.

El primer proyecto y capítulo está relacionado con un modelo de ciudadanía centrado en el “niño rey” -en la entronización de la infancia según mis términos-, con un sujeto que unificó el hogar y la nación con el futuro. Al analizar este proceso, a partir de Martí, Josiowicz suma una cadencia nueva a nuestra composición. Nos permite descubrir el carácter político de una temprana confianza lúdica en la espontaneidad de los/as niños/as. En ese sentido, la entidad dada a la formación intelectual de las niñas, el rechazo a la memorización, la discusión sobre lo racial muestran la envergadura de la libertad en la comunidad republicana imaginada por Martí. Es igualmente interesante la atención a los pliegues emocionales y al papel decisivo de su propia descendencia como motor afectivo e intelectual para la producción intelectual y literaria, en la experimentación estética. Y, a la vez, la preocupación de Josiowicz por contemplar la centralidad de las clases medias en esa articulación, aun cuando no se haya profundizado en esta.

El segundo proyecto está asociado con la formación de los/as niños/as como sujetos cívicos durante las primeras décadas del siglo XX. Nuevamente se trata de un fenómeno que conocemos pero que, pensado a partir de Horacio Quiroga, le permite a la autora iluminar tensamente la relación entre literatura, sistema educativo (pedagogía político-nacional) y producción cultural. Con una estética y una pedagogía del “peligro”, descentrada del contexto urbano, con un lenguaje fronterizo -situado en el paisaje misionero-, oral y coloquial, Quiroga amplía nuestra comprensión de las percepciones sobre los/as niños/as en los años veinte y treinta, aquellos/as que leían revistas de circulación masiva, en las que encontraban una literatura que se negaba a infantilizarlos/as y las discusiones abiertas entre las autoridades educativas que la objetaron.

La tercera articulación ancla en la progresiva generalización de las políticas públicas a partir de la tercera década del siglo XX, impregnadas de visiones dicotómicas de la infancia. Centrándose en la figura de Mário Andrade, Josiowicz analiza un proyecto etnográfico, social y estético basado en las vanguardias literarias e intelectuales y la relación experimental, creativa, con los/as niños/as y la infancia concebida como alteridad a los/as niños/as pobres, los trabajadores y migrantes que sufren y viven las dislocaciones entre individuo y sociedad.

Finalmente, el cuarto proyecto apunta a las transformaciones de los roles de género y modelos de crianza de los años sesenta y setenta, que anclan en las clases medias aunque, como he planteado para la Argentina, no se restringen a ellas. A partir de la literatura infantil de Clarise Lispector, el texto se abre a ese contexto que coloca a los/as niños/as como un enigma, un interrogante psíquico por parte de una escritora mujer clave en la experimentación literaria en América Latina. Al analizar su producción y las propias percepciones de la autora sobre ella, que valoriza su condición maternal, Josiowicz resalta las contradicciones, al mismo tiempo que la interpelación al papel activo de los/as niños/as.

La mirada diacrónica de Josiowicz sobre los cuatro proyectos está signada por potentes puntos en común que enlazan un proyecto con otro. En el conjunto resalta la importancia de la infancia como “matriz” de la experimentación estética y las intervenciones políticas y pedagógicas de nuevo tipo, con sus variantes a lo largo del tiempo. En igual sentido, puede ubicarse el entrelazamiento de la escritura sobre y para los/as niños/as con las propias biografías afectivas de los escritores que no solo involucran a la maternidad, como podría esperarse, sino de modo muy original, a la paternidad que resulta especialmente iluminada con las figuras de Martí y Quiroga. También, es clave la centralidad de los medios de comunicación y el mercado editorial en los diferentes momentos y autores. Ello vertebra las intervenciones literarias y las estrategias económicas, pero también las de índole político e intelectual.

Otro punto en común está dado por la incorporación de los autores al concierto de las corrientes intelectuales y literarias a escala internacional de escritores, en las que no se conciben meros apéndices. Finalmente, es necesario destacar la percepción de la condición activa y autónoma de los/as niños/as, aun con diferencias y contradicciones, en la producción de las prosas estudiadas y las intervenciones intelectuales analizadas.

Los vasos comunicantes de los diferentes proyectos son en parte el resultado de las elecciones de la autora en su selección de los intelectuales “faros”. En cualquier caso, con ellos queda de relieve el carácter emergente, retomando la expresión de Williams, de esos proyectos que, como resulta prístino con Martí o Quiroga, no eran hegemónicos. La autora decidió dejar un libro abierto, sin conclusión, que delega en quien lee la tarea de pensar la relación entre estas continuidades y las singularidades de cada etapa y de cada proyecto en la historia latinoamericana.

Este es un libro erudito. Está punteado por una reflexión macerada. Escrito con cuidado con una pluma fina. Puede adivinarse en sus páginas los largos años de reflexión en ellas condensados sin que esto entorpezca la lectura, sin que la escritura pierda soltura. En ella se revela seguridad, la de una investigadora capaz de discutir con rigurosidad, como hace con quienes han concebido a Martí con una visión patriarcal e infantilizada de América Latina, que toma posiciones claras en el campo, como hace cuando presenta las supuestas visiones contrapuestas en la historiografía de la infancia. Se trata de una investigadora formada que no necesita de la grandilocuencia. Nos ofrece un análisis sofisticado de lo literario que atiende a los contextos sociopolíticos y culturales. En ese cruce, Josiowicz construye una interpretación atenta a las tensiones y las complejidades de los proyectos, a las propias biografías y a las percepciones de la infancia, que recupera, en ciertos tramos a los propios niños/as, hijos/as, lectores/as. En definitiva, es un libro que nos devuelve una visión de América Latina capaz de plumas modernistas, experimentaciones estéticas y proyectos políticos y pedagógicos de infancia emergentes. Es un libro que está a la altura de su ambición.

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