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La zaranda de ideas

versión On-line ISSN 1853-1296

Zaranda ideas vol.9 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul. 2013

 

ARTÍCULO

"Y las mujeres subían y bajaban del cielo con los hilos del cháguar..." La práctica del tejido de cháguar en la comunidad wichí de La Loma (Salta)

"And the women climbed and descending from heaven with threads of chaguar..." The practice of the tissue of chaguar in the wichí community of La Loma (Salta)

 

Julieta Yamila Salomé Sastre*

* Instituto de Arqueología y Museo (IAM). Facultad de Ciencias Naturales  e IML (UNT). San Martín 1545 (CP 4000) San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Es estudiante de la carrera de Arqueología en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Formó parte del Programa de Recursos Humanos de las cátedras de Práctica de Campo II y Conservación y Manejo del Patrimonio Cultural. Participó del Proyecto CIUNT 26/G425 "La construcción del paisaje campesino prehispánico: entornos sociales y paleoambientes".Recientemente formó parte del Comité Organizador del XII Congreso Nacional de Estudiantes de Arqueología. E-mail: yamilasastre@hotmail.com.ar

Valeria Belén Martín Silva **

** Instituto de Arqueología y Museo (IAM). Facultad de Ciencias Naturales  e IML (UNT) San Martín 1545 (CP 4000) San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Es egresada de la carrera de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, de la Universidad Nacional de Tucumán. Formó parte del Programa de Recursos Humanos de las cátedras de Práctica de Campo II y Conservación y Manejo del Patrimonio Cultural y Arqueológico. Actualmente se encuentra realizando el Máster Universitario en Estudios Americanos, de la Facultad de Geografía e Historia en la Universidad de Sevilla. Participa del proyecto SeCyt-UNCa "Territorios en disputa: procesos de patrimonialización y contra-patrimonialización de lugares de memoria indígena en la provincia de San Juan (Argentina)", dirigido por la Dra. Ivana Carina Jofré. E-mail: belenita8@gmail.com

Adriana Valeria Olmos ***

*** Instituto de Arqueología y Museo (IAM). Facultad de Ciencias Naturales  e IML (UNT).  San Martín 1545 (CP 4000) San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Es estudiante del último año de la carrera de Arqueología en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Formó parte del Programa de Recursos Humanos de las disciplinas Biología General, Bioarqueología, Metodología Antropológica para Arqueólogos y de Sociedades Indígenas del Actual Territorio Argentino. Participó del Proyecto Ciunt sobre "Cuerpos, Identidad y Museos" durante tres años y participa en Proyecto Conicet en la Región de Antofagasta de la Sierra, donde actualmente realiza su tesina de grado investigando la relación de ciertas plantas y prácticas de fumar/inhalar en diferentes contextos rituales de la Puna Argentina. E-mail: adriana.valeria.olmos@gmail.com

Verónica Beatriz Bajales ****

**** Facultad de Ciencias Naturales  e IML (UNT). San Martín 1545 (CP 4000) San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Instituto Interdisciplinario Puneño (InIP-UNCa), Museo Integral de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca. Es tesista de la carrera de Arquelogía de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente desarrolla su investigación arqueobotánica en el Sitio PIN2 de la Aldea Piedra Negra en Laguna Blanca (Depto. Belén, Catamarca), haciendo énfasis en estudios Antracológicos y de vegetación actual de la región con el fin de identificar especímenes utilizados en el pasado como material leñoso.E-mail: veronica_bajales@yahoo.com.ar

Recibido: marzo de 2012
Aceptado:
mayo de 2013

 


RESUMEN

Este trabajo se centra en el estudio de las prácticas sociales en torno a la preparación y enlazado de las bolsas de cháguar, en la comunidad wichí de la Loma (Provincia de Salta), el cual busca abordar la temática del uso de esta fibra entendiendo a la cultura material como un elemento activo de las relaciones sociales. Tanto la fibra de cháguar como los productos derivados de ella, no son considerados como meros objetos de uso y descarte; sino que obtienen un carácter simbólico e identitario. Es importante señalar el papel de las mujeres en la comunidad así como también, observar como dicha materialidad se inserta en el mercado artesanal local, y cómo esta situación ha generado procesos de hibridación que han re-significado estos objetos.

Palabras clave: Cháguar; Mujer; Wichí; Tejido; Prácticas

ABSTRACT

This work focuses on the study of social practices around the preparation and bound of the chaguar bags, inside the wichí communities of La Loma (Salta), which seeks approach the matter or the use of chaguar fiber understanding material culture as an active element of social relationships. Thus, fiber chaguar as products derived from it, are not considered as mere objects of use and disposal, but obtain a symbolic character and identity. Importantly, the role of women in the community and also see how this materiality that is inserted into the local craft market, and how this situation has generated hybridization processes that have re-meaning these objects.

Key words: Chaguar; Woman; Wichí; Textile; Practices

 


INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo tiene como fin presentar un análisis sobre las actividades sociales, que rodean la preparación y enlazado de las bolsas de cháguar en la comunidad wichí de La Loma (Dpto. Gral. José de San Martín, Prov. de Salta). Abordando esta temática desde una perspectiva que entiende a la cultura material como un elemento activo de las relaciones sociales (Hodder 2000).

En una primera instancia, se realizó un trabajo clasificatorio y analítico de varias piezas de cháguar pertenecientes a la Colección Etnográfica del Instituto de Arqueología y Museo (IAM), en donde se aplicaron medidas de conservación preventiva sobre las mismas¹. Este estudio estuvo enfocado inicialmente en conocer en profundidad el proceso de recolección del cháguar, preparación, producción y uso de las bolsas. Entre los resultados obtenidos se pudo constatar que las bolsas procedían de distintos grupos de la región del Chaco, entre los que se encontraban comunidades tobas, wichí, pilagás y ashuslay.

A partir de este acercamiento surge nuestro interés por ampliar la información bibliográfica conocida y vincularla con las prácticas actuales de las comunidades chaqueñas, en particular de la comunidad wichí de La Loma. La recopilación de datos y relatos etnográficos obtenidos a partir de la realización de entrevistas de carácter semi-estructurado, sensu Díaz Martínez² (2004), permitieron un acercamiento sobre las prácticas textiles, complementando la información bibliográfica y etnográfica. Es en este proceso de investigación donde se comienza a percibir que la mayoría de los aspectos abordados en la bibliografía sobre el uso de la fibra y los tejidos de cháguar, eran básicamente la descripción de tipo, forma y estilo decorativo de las bolsas, y el proceso de producción de las mismas (Millán de Palavecino 1944, 1973; Pérez Diez 1974; Susnik 1982, 1996; Seiler-Baldinger 1994; Palmer 2005; entre otros). Los aspectos mencionados a las relaciones sociales vinculadas a esta práctica, la cosmovisión implicada en ella y los mitos de origen asociados, no fueron considerados en profundidad, a excepción de las investigaciones efectuadas por Montani (2007, 2008a, 2008b).

Es por ello, que nuestro trabajo busca aportar información sobre la temática del uso de la fibra del cháguar entendiendo que tanto la fibra como los productos derivados de ella, tienen un carácter agencial (Olsen 2010) dentro de las estructuras sociales complejas de los pueblos originarios en el Chaco.

INVESTIGACIONES EN TORNO AL CHÁGUAR

Una de las primeras investigaciones llevadas a cabo sobre la práctica de enlazado de cháguar, en las comunidades wichí, fue el trabajo de Millán de Palavecino (1944) el cual se centró en la clasificación morfológica de las bolsas, distinguiéndolas en rectangulares (que pueden ser bolsas muy pequeñas de unos 25 centímetros, que sirven para yesquero y otros enceres personales masculinos, otras son de mayor tamaño y son usadas por los hombres para ir de caza o de excursión, y un grupo de bolsas de tamaño superior que oscilan entre 50 o 60 centímetros y son empleadas para transportar alimentos, lana o algodón) y hemisféricas (que son utilizadas principalmente por las mujeres para la recolección). Asimismo, realiza una sistematización de los diseños decorativos que presentan las bolsas. A partir de este trabajo, las investigaciones en relación a estas materialidades seguirán una línea de estudio que ahondarán sobre los aspectos tratados por esta autora. Entre ellos, encontramos a Koschitzky (1992) que analiza el proceso de elaboración de los bolsos enlazados (obtención de la materia prima y de la fibra, proceso de teñido y técnicas de enlazado) y esboza una interpretación sobre los diseños presentes en las bolsas. Más adelante, Susnik (1996) destaca que existen tres tipos de bolsas: cargueras (mallas más abiertas), rectangulares (fondo redondeado, algunas con orejas laterales) y pequeñas bolsas (rectangulares que son propiedad de los hombres cazadores). Por otra parte, Arenas (1995) observa cómo la práctica del enlazado de cháguar es un elemento importante en las diferentes dimensiones de la vida de la comunidad wichí. Además este autor considera que existen dos tipos de bolsas: de acarreo abarquilladas (las cuales adscribe al uso mayormente femenino y caracteriza como mallas laterales que se juntan mediante un cordoncillo formando una oreja a través del cual se pasa el cordón) y de acarreo rectangulares (de pequeño tamaño y uso masculino) (Arenas 2003).

Paralelamente a estas investigaciones, Van Dam (2000) toma como caso de estudio a la comunidad wichí Misión Chaqueña, y analiza las condiciones para un uso sostenible de la planta de cháguar (Bromelia hieronymi). A partir de su estudio observa cómo la sostenibilidad es resultante de un proceso que se encuentra inmerso en una realidad histórica, la cual condiciona dicho proceso.

Asimismo, Sulca (2007) a través de sus investigaciones busca alejarse del mero estudio descriptivo de las bolsas y profundiza en un análisis sobre las discusiones que buscan comprender cómo las concepciones capitalistas modernas han modificado las prácticas de enlazado; como así también busca rescatar las formas de construcción e interacción de conocimientos sobre estas prácticas en las comunidades chaqueñas. Para ello, analizó una parte de la colección textil etnográfica incorporada en el Instituto de Arqueología y Museo (IAM) de la Universidad Nacional de Tucumán, añadida en la década de 1950 por Enrique Palavecino, director del mencionado instituto. Durante su trabajo, investigó estas prácticas en los pobladores actuales de la comunidad mataco-wichí de la zona de Juan Solá Morillo (Dpto. Santa Victoria, Prov. de Salta), haciendo hincapié en los efectos que la modernidad ha causado sobre este patrimonio tangible y estableciendo una comparación con una de las colecciones de tejidos que se encuentra en el IAM. Como resultado, y en relación con las técnicas, deduce que si bien prevalece el tejido de malla, también se confeccionan con aguja y además, las mujeres han comenzado a introducir el tejido a crochet.

Por su parte, Montani (2007, 2008a, 2008b) indaga sobre el aspecto simbólico que enmarcan estas prácticas y las significaciones que se desprenden de estas materialidades. En su trabajo (Montani 2007), lleva a cabo una descripción y documentación del conjunto de palabras y expresiones vinculadas con el arte de enlazado en la comunidad wichí, con el fin de complementar la etnografía del grupo y enriquecer las descripciones de la lengua. A través del análisis de los términos utilizados en el lenguaje pudo evidenciar la relación simbiótica que existe entre las personas y el monte. El estudio de la cultura material, el léxico y la etnografía permitieron vislumbrar la importancia del arte textil en la vida cotidiana de los wichí. Posteriormente, en el año 2008 (Montani 2008a), el autor, continuando con esta línea de trabajo, procura dilucidar el significado que posee esta práctica en sí misma, entendiendo que sus productos y denominaciones son elementos cruciales para comprender el rol de las propias mujeres wichí en la construcción y mantenimiento cotidiano de las categorías de género. Además, en su trabajo del año 2008, inquiere cómo bolsas de cháguar y la cerámica wichí se relacionan con la definición de las categorías étnicas; concibiendo que estas materialidades además de ser instrumentos y objetos estéticos, "son parte de un lenguaje de diacríticos que sirve para crear, recrear y confrontar las relaciones interétnicas en el espacio regional" (Montani 2008b:137).

Por último, se encuentra el estudio realizado por Suárez y Montani (2010) en donde indagan cómo las especies de bromeliáceas son usadas, percibidas y concebidas por la población wíchi del Chaco Semiárido. A través de sus estudios revelaron una correlación entre la importanciade cada especie y el tipo de fitonímia usado para nombrarlas. La mayoría de los nombres de las diferentes partes de la planta también son utilizados para referirse a animales o partes del cuerpo humano. Esta polisemia está dada por similitudes funcionales, morfológicas y posicionales como así también por asociaciones míticas. Es así que los wichí establecen una relación cercana con las bromeliáceas, que estaría generando una etno-categoría distintiva.

REPENSANDO LA RELACIÓN OBJETO/SUJETO

El estudio de la materialidad por parte de las disciplinas sociales permitió el planteo de diferentes teorías que han explicado la manera en que las sociedades se relacionan con los artefactos que producen. Estas teorías, que se vieron reflejadas en distintos paradigmas, han permitido la interpretación de la producción de los objetos materiales dentro de una sociedad determinada. Las teorías sociales, tales como la Teoría de la Práctica (Bourdieu 2007) o la Acción Social (Giddens 1995) entre otras, han reflexionado sobre las prácticas de los individuos dentro de sus sociedades, estableciendo una relación dialéctica entre la estructura social y el accionar de las personas. Es así como la relación que existe entre la materialidad y la vida social ha permitido nuevas interpretaciones y se han cristalizado en nuevas propuestas teóricas.

Las materialidades, en nuestro caso las bolsas de cháguar, participan en las formas de ser/hacer de las personas en su cotidianidad. Estas formas se confieren por un carácter activo que tienen los objetos dentro del orden social de la comunidad y que puede verse manifiesto en prácticas religiosas, mitos, relatos orales y tabúes, entre otros. Estos permiten a las personas comprender el mundo que las rodea por medio de una relación que mantienen dialécticamente con los entes materiales (Acuto 2008). La cultura material, cumple un rol importante en la conformación de la vida social; ésta activamente produce, reproduce y transforma la misma (Miller 1987).

Estas materialidades en el contexto actual sufren trasformaciones que son dadas por las condiciones socioculturales en las que se encuentran inmersas. En nuestro caso de estudio pudimos observar que se integran nuevas materias primas para la confección de las bolsas, es así que ante la escasez o difícil acceso a la planta de cháguar, esta es reemplazada por lana. Esta incorporación de nuevos elementos es entendida como resultado de un proceso de hibridación, el cual, según Bajtín (1981), al mismo tiempo que se admite la incorporación de nuevos elementos de órdenes discursivos diferentes, permite una resistencia al orden hegemónico autoritario, en donde se re-elaboran nuevos pactos de comprensión colectiva. De esta manera la incorporación de esta nueva materia prima permite que se continúe con esta práctica y que las mujeres wichí puedan continuar transmitiendo su conocimiento a través de las técnicas de enlazado, del proceso de teñido y de la confección de los diseños.

Estos procesos, según Dant (2005) no son atemporales ni aculturales, todo lo contrario, tienen un contexto histórico y cultural determinado. Las relaciones sociales no pueden darse sin elementos materiales-espaciales ni viceversa. Por lo tanto, los objetos y lugares permiten la reproducción social porque están impregnados de significaciones producidas en contextos históricos determinados.

LA COMUNIDAD WICHÍ DE LA LOMA

Los wichí constituyen una red de comunidades rurales y periurbanas que se extienden por el oeste de la provincia de Formosa, el noroeste de Chaco, el este de Salta y de Jujuy en la Argentina, y en un pequeño sector al sudeste de Bolivia (Montani 2008b). Algunos autores como Palmer (2005) y Braunstein (1983, 2005) los describen como sociedades sin poder político centralizado, con una economía basada en la caza, pesca, recolección y horticultura. Si bien desde el siglo XVII se evidencia una opresión y usurpación de tierras por parte del "mundo blanco" (Palmer 2005), desde mediados del siglo XIX se observa una paulatina integración al trabajo asalariado en los ingenios azucareros, también en el obraje maderero, y a partir de la década de 1960 en el trabajo en la cosecha del poroto y en las fincas hortícolas. Paralelamente a esto, la producción de artesanías de madera y de hilo de cháguar, actividades que al principio solo tenían funciones utilitarias dentro de la vida de la comunidad, se fueron estableciendo como una actividad económica permanente (Arroyo 2011).

La comunidad de La Loma se ubica en la localidad de Aguaray (Dpto. General José de San Martín, Salta) inmediata a la frontera con Bolivia. La capital de la provincia se encuentra a 380 km. El Municipio de Aguaray limita al norte con Bolivia y con el Municipio de Salvador Mazza y al sur con el Municipio de Tartagal, mientras que al este limita con el Departamento Rivadavia y al oeste con Bolivia (Figura 1).

Figura 1. En gris claro se observa la Provincia de Salta con sus respectivos departamentos provinciales. En gris oscuro se remarca el Dpto. Gral. José de San Martín, donde se encuentra la Localidad de Aguaray. Allí se ubica la Comunidad Wichí de La Loma.

El Municipio de Aguaray posee el asentamiento de etnias aborígenes chané, chiriguanos y wichí. Los chané se encuentran en los parajes de El Algarrobal, Campo Durán, Capiazuti, Tobantirenda, Tuyunti, Iquira y Ñacatimbay. Los chiriguanos tienen asentamientos en Caraparí, Campo Largo, Piquirenda, Virgen de Fátima y Yacuy; y los wichí en La Loma (Aguaray). El nombre Aguaray deriva de la lengua guaraní, que significa «aguada del zorro». Este municipio era integrante del Departamento de Orán hasta que su desmembramiento dio lugar al nacimiento del Departamento de San Martín, del que pasó a formar parte (Dirección Nacional de Protección Civil 2012).

La comunidad de La Loma se originó hace 70 años aproximadamente, cuando los padres franciscanos establecieron un asentamiento permanente, frente al pueblo de Aguaray, con familias provenientes de distintos lugares cercanos a esta localidad (Angi Oliva, com. pers. 2010). Actualmente viven en ella cerca de 200 personas, y cabe destacar que dentro de esta se encuentra una escuela bilingüe (Escuela Anexo La Loma Nº 4336) que brinda educación a niños y niñas de esta y otras comunidades de la zona.

UN ACERCAMIENTO A LAS BOLSAS DE CHÁGUAR

La realización de este trabajo se dividió en diferentes etapas; la primera de ellas consistió en el análisis ergológico de las bolsas enlazadas de la Colección Etnográfica del IAM de principios del siglo XX. Las piezas seleccionadas provienen de distintas etnias como toba, pilagá, wichí y ashuslay. Luego se procedió a la confección de fichas, que incluyeron las medidas de las bolsas, descripción morfológica y de atributos como el color, los motivos y los diferentes puntos enlazados, y el registro fotográfico de las mismas. Se observó además su estado de preservación y se implementaron medidas de conservación preventiva (Figura 2 a y b).


Figura 2. a. Bolsa cuadrangular realizada en cháguar perteneciente a la Colección Etnográfica del Instituto de Arqueología y Museo-IAM-. Ficha NºME0745. b. Bolsa hemisférica realizada en cháguar perteneciente a la colección etnográfica del Instituto de Arqueología y Museo-IAM-. Ficha NºME0796

En la siguiente etapa se procedió a la búsqueda de bibliografía relacionada a estudios sobre las poblaciones originarias de la región del Chaco Argentino, a fin de ampliar los conocimientos que se tenían sobre las bolsas enlazadas para mencionada área. Debido a las relaciones establecidas con los pobladores que se autodenominan comunidad wichí de La Loma, Aguaray, Salta, se decidió focalizar la investigación bibliográfica sobre bolsas enlazadas procedentes de dicha etnia.

En los meses de julio y noviembre del año 2011, se concretaron dos visitas a la comunidad wichí de La Loma, donde se realizó observación participante y entrevistas abiertas a informantes calificados. En los mencionados trabajos de campo, se registró el proceso de recolección y procesamiento del cháguar, la obtención de las fibras, la preparación de las tinturas, los distintos tipos de enlazados y diseños. Como así también, se relevaron los usos de las bolsas y las diferentes valoraciones que las personas de la comunidad les otorgan. Como parte de la visita en el mes de noviembre, se realizó un taller en la escuela de La Loma donde se proyectaron fotografías etnográficas de principios del siglo XX, se observaron distintas bolsas enlazadas, mujeres confeccionándolas, y los diversos usos que se le dieron a las mismas durante ese período. Los alumnos participaron activamente reconociendo y explicando las diferentes bolsas enlazadas, los nombres de los diseños y sus usos.

LAS PRÁCTICAS DE ENLAZADO EN LA COMUNIDAD WICHÍ DE LA LOMA

A partir del trabajo de campo se pudo constatar que las mujeres son quienes realizan la recolección de la leña, la fabricación de cerámica y la manufactura de las bolsas. El aprendizaje de estas tareas es transmitido de abuela a nieta o de madre a hija y el núcleo familiar vive en un solo lugar, siendo la abuela quien habita con la familia de la hija y comparten los diferentes elementos domésticos (Angi Oliva, com. pers. 2010). En lo que respecta a la elaboración de las bolsas de cháguar, buscan la materia prima necesaria a 5 km de su lugar de residencia, adentrándose en el monte donde esta especie crece y aún se conserva. Las épocas de recolección son generalmente en octubre y comienzos del verano; las partes extraídas son las hojas, esto permite conservar la especie y evitar su extinción. Son conscientes de la existencia de posibles castigos a mano de la naturaleza si ellos noprotegen o dañan a las plantas o animales, es por esto que cuando concurren a cazar o recolectar plantas, esto se hace cuidadosamente, cazando y recolectando lo justo y necesario, ya que se tiene presente que la sobreexplotación puede llevar a posibles enfermedades o desaparición de personas en el monte a mano de la naturaleza misma.

Como señalan Suárez y Arenas (2012), para realizar la tinción las mujeres utilizan trozos de corteza de árbol, tallo o raíz, hojas y resinas o frutos. Para preparar la tintura, la materia prima suele desecarse previamente al sol, donde algunos de los materiales se muelen ligeramente o se desmenuzan. Para triturar se usan morteros que sirven únicamente para esa finalidad (Figura 3 a y b).


Figura 3. a. Cortezas de prosopis sp. (algarrobo), utilizadas para la tinción de la fibra de cháguar. b. Ovillos teñidos con tintes naturales (color azul, rosa, marrón).

La confección de las bolsas, es una actividad que realizan todas las mujeres de la comunidad y el espacio que ocupan para llevarla a cabo es el espacio doméstico, precisamente en el patio de las casas donde se reúnen abuelas, madres e hijas. Generalmente, la confección del hilo en sí se hace de manera individual, pero el enlazado y armado de las bolsas es una actividad grupal. Con esto buscan no sólo reunir a todas aquellas que puedan transmitir estos conocimientos a las nuevas generaciones, sino también utilizan esta actividad como modo de integración de las mujeres de la comunidad de la Loma (Figura 4 a y b).


Figura 4. a. Hilo de cháguar recién preparado b. Bolsas realizadas en fibra de cháguar.

Así se observa como la práctica de confección de las bolsas de cháguar trasciende la mera producción de una materialidad, confluyendo en un espacio que permite que las mujeres en el seno del ámbito doméstico se reúnan y compartan los conocimientos femeninos en relación a las prácticas de tejido, posibilitando la trasmisión y perduración de estas prácticas de generación en generación. Asimismo, la literatura etnográfica también vincula esta práctica a otros aspectos de la vida de mujeres y hombres, como menciona Montani ".en la vida tradicional de los wíchi, los artefactos enlazados tenían un papel en el nacimiento, en los juegos de niños, en el rito de iniciación femenina, en el matrimonio, en las actividades cotidianas de hombres y mujeres adultos, en la guerra, en la magia-medicina y en los entierros." (2008a:168).

Durante el rito de iniciación, las jóvenes aprenden a trenzar el cháguar, es decir que esta actividad se posiciona como la ocupación arquetípica de la mujer wíchi. Siendo este rito, como señala Palmer (2005), un elemento que evoca el descenso mítico de las mujeres desde su morada celestial mediante la soga compuesta de esa misma fibra, simbólica del vínculo que las une con la sociedad de los hombres.

"Las mujeres venían del cielo (Püle), donde vivían, para robar la comida de los hombres de o'nat (más correctamente huhnat o hohnat significa suelo, tierra, piso). Descolgándose de una cuerda de cháguar, sustraían los alimentos para volver luego por el mismo camino. Cuando los gentiles notaron que sus víveres desaparecían, resolvieron dejar vigías que tras varios intentos lograron cortar la soga antes de que las mujeres sorprendidas, pudieran escalarlas, reteniéndolas de este modo en la tierra. Entonces los gentiles intentaron entablar relaciones sexuales con ellas, ignorando que sus vaginas eran dentadas, de modo que requirieron el concurso de un peculiar personaje llamado Tok'ua (personaje de morfología humana cuyas acciones generaron cambios radicales en la existencia wichí), quien se colocó un pene de piedra con el que destruyó los dientes vaginales de las mujeres, permitiendo ahora sí, que estas cohabitaran con los gentiles" (Biazzi y Magrassi 1996:43-44).

Este rito conlleva un tiempo de reclusión que, en principio, se extiende a lo largo del mes que separa los dos ciclos menstruales. Es un período descripto como « invisible » (nanhit'a) debido a las diversas abstinencias sexuales, alimenticias y sociales sobre las cuales la joven debe someterse (Palmer 2005). Los wichí entienden a la iniciación femenina como "una forma de cocción ritual, que consiste en cocinar con percusión" (Palmer 2005:81).

A su vez, este autor nos muestra como estas materialidades también juegan en los procesos de conformación de la masculinidad. La madre enlaza una bolsa (del tipo hilú³) para su hijo cuando este inicia su aprendizaje de la caza, pesca y recolección, siendo el inicio de la adultez masculina marcado por la posesión de un bien femenino. El término que designa esta bolsa (zlei), componente indispensable de la identidad masculina, también significa "nombre". Sobre esto, Palmer (2005), plantea que esta homonimia requiere de un estudio más profundo ya que, mientras que el nombre personal wichí individualiza al portador y jamás se recicla, la bolsa estandariza la identidad mediante una serie limitada de motivos predeterminados que se repiten sin mayores variantes. Por su parte, Montani (2008a) observa una asociación entre el campo semántico del nombre de los diseños de las bolsas hilú, el nombre vernáculo de estas bolsas cuadrangulares y el mito de origen de la humanidad según los wichí, el cual permite entrever que las mujeres designan a sus hombres con sus bolsos y tejen estos últimos como metáforas de los seres que ellos efectivamente fueron en ese tiempo presocial. Aunque no lo adviertan, y se posicione a un nivel inconsciente en los individuos, este autor plantea que estas materialidades "actualizan la distancia que separa a varones y mujeres en un tiempo mítico mientras que reafirman el vínculo que en la actualidad los une" (Montani 2008a:175).

Los ejemplos citados permiten vislumbrar la importancia que tienen los artefactos enlazados dentro de la comunidad wichí, a lo que también deben sumarse nuevas prácticas que se están configurando frente a las nuevas realidadessociales. En el caso de La Loma, se observa como la producción de bolsas de cháguar se presenta como una alternativa económica para los miembros de la comunidad. Las bolsas que se realizan para la venta conllevan el acercamiento directo de las mujeres a eventos de importancia local (ferias de artesanías) en donde ofrecen sus productos; o la llegada de turistas, comerciantes u otros potenciales compradores que visitan la comunidad para adquirir las bolsas mediante intercambios por otros objetos o dinero. Se pudo constatar un recelo en la venta de las bolsas de mayor tamaño o del tipo hemisféricas, al igual que destaca Millán De Palavecino (1944), ya que son consideradas de uso doméstico y cuyo tejido más abierto no suelen ser deseadas para la compra. Sin embargo, en caso de que alguien se encuentre interesado en ellas suelen ser pedidas con anticipación.

Las denominadas hilú, bolsas cuadrangulares que pueden ser de diversos tamaños, son las más deseadas para la compra, ya sea por sus coloridos diseños como por su fácil y cómodo acarreo. Durante las entrevistas, las mujeres que continúan con esta práctica resaltan la necesidad de seguir estilos de moda que les llegan a ellas a través de la gente que se acerca a comprar o que escuchan de los propios maestros de la zona. Se observa una búsqueda de lo exótico o llamativo, como punto de partida para una venta exitosa entre los turistas. A su vez, este ingreso de dinero, como advierte Montani (2008a), otorga a las mujeres un rol central en las economías familiares. En este sentido las bolsas han contribuido a mantener la autonomía y autarquía que el rol femenino ha tenido sobre el masculino en las sociedades wichí (Alvarsson 1992, en Montani 2008a:170).

En La Loma no utilizan la técnica del crochet, y aunque es común que lleguen miembros de otras comunidades wichí que lo recomiendan a las mujeres de la comunidad, ellas no lo han aceptado aún ya que se consideran más tradicionales. Sin embargo, se ha evidenciado el uso de telar y de la combinación de ambas técnicas en una misma bolsa, e. g. el lazo de la bolsa es realizado con telar para darle mayor firmeza. Asimismo, se pudo apreciar que los miembros de la comunidad son conscientes de la importancia de conservar y transmitir los conocimientos con respecto a la producción de las bolsas de cháguar. Es así como la búsqueda de la transmisión oral de esta práctica llevo a que en el año 2009 se realizaran talleres en la Escuela Anexo La Loma Nº 4336, donde se enseño el tejido de las bolsas, enfatizando su comunicación especialmente a los varones.

CONSIDERACIONES FINALES

Como ya se ha destacado a lo largo del trabajo, es importante recalcar el rol central de la mujer en las diferentes etapas del procesamiento del cháguar y en la producción de las bolsas enlazadas; son las mujeres quienes producen y transmiten ese conocimiento a las generaciones futuras. Asimismo, estas materialidades se encuentran vinculadas a otros procesos sociales, como es la construcción y mantenimiento cotidiano de las categorías de género (Montani 2008a). Las bolsas enlazadas al ser producto de una actividad humana, generan al mismo tiempo condiciones materiales de reproducción social. Es decir que estas materialidades son forma de habitus, sensu Bourdieu (1980), estructurando los movimientos, actividades, prácticas y relaciones que a partir de éstos se van a reproducir. Y por ello, están relacionados con la constitución del sujeto, ya que éste entiende el mundo a través del contacto de su cuerpo con la materialidad que lo rodea.

Pero también debemos tener presente la realidad social wichí, y sobre todo la comunidad wichí de La Loma, que en la actualidad enfrenta procesos de cambio dados principalmente por nuevas condiciones de mercado, las cuales han conllevado que esta práctica sufra en ciertos aspectos modificaciones, como ha sido la introducción de nuevas materias primas (lana en vez de cháguar). Esto puede ser entendido si se tiene en cuenta que en la actualidad estas prácticas se ven inmersas en procesos de hibridación, en el sentido de Bajtín (1981), a partir de los cuales se han ido re-simbolizando el capital cultural heredado y acumulado por la memoria histórica, la cual ha tenido que enfrentar nuevas condiciones materiales, socio-económicas y valorativas de existencia. Si bien se buscó re-insertarse en nuevas condiciones de producción y mercado, al interior de esta comunidad el simbolismo de las prácticas continúa presente.

Frente a los cambios por los cuales ha tenido que atravesar dicha comunidad, se pudo observar a través del relevamiento bibliográfico, del análisis ergológico y de las entrevistas realizadas, que siguen existiendo ciertas pautas de recolección, confección y usos de las bolsas enlazadas, las cuales tienen una continuidad en el tiempo. La figura femenina sigue teniendo un rol central en las diferentes etapas del procesamiento del cháguar y en la producción de las bolsas, siendo sujetos activos en las economías familiares, produciendo y permitiendo la transmisión de las prácticas de enlazado de cháguar a las generaciones futuras.

NOTAS

1- Análisis realizado en el marco del Taller Técnico Ergología Etnográfica de Sociedades Del Chaco en Las Colecciones Del Instituto de Arqueología y Museo a cargo del Lic. Luis Vuoto y la Lic. Patricia Vuoto.

2- Díaz Martínez (2004), plantea que las entrevistas semi-estructuradas por su carácter conversacional, desde el interaccionismo simbólico logran no oprimir a las personas participantes, generando un ámbito coloquial que facilita la comunicación entre quienes interactúan.

3- Bolsas cuadrangulares de tamaño grandes a pequeñas, son fabricadas por las mujeres para sus hijos, hermanos menores y maridos, y sufren un crecimiento continuo como el que experimentan sus usuarios, los varones (Montani 2008a:175). Por su parte, Arenas (2003) plantea que si bien su uso generalizado es masculino, también hay modelos utilizados por las mujeres, de pequeñas dimensiones, que se utilizan cruzándosela por el pecho.[/body]

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer especialmente a los miembros de la comunidad wichí de La Loma, quienes nos permitieron presenciar sus prácticas y compartir sus vivencias en referencia al uso del cháguar y a la maestra Angi Oliva de la Escuela Anexo La Loma Nº 4336, quien fue el nexo entre la comunidad y nosotras.

BIBLIOGRAFÍA

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ARTÍCULO

Una pipa de tipo "chibouk" recuperada en Buenos Aires

A "chibouk"-type pipe unearthed at Buenos Aires

 

Flavia Zorzi*

*CONICET; Instituto de Arqueología, U.B.A.; Centro de Arqueología Urbana, U.B.A. Bolívar 466, (C1066AAJ) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Flavia Zorzi es Licenciada en Ciencias Antropológicas, orientación en Arqueología (2012) de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Actualmente es becaria doctoral del CONICET. Su área de investigación es la cultura material del período colonial en la ciudad de Buenos Aires. E-mail: flaviazorzi@gmail.com

Recibido: febrero de 2013
A
ceptado: abril de 2013

 


RESUMEN

Durante un rescate arqueológico en una obra pública de la ciudad de Buenos Aires, se produjo el hallazgo de una pipa cerámica de las denominadas "chibouk", también llamadas "otomanas", "orientales" o "turcas".

En este trabajo se describen las características morfológicas y estilísticas de esta curiosa pieza, la primera en su tipo en ser registrada en Buenos Aires, y se la compara con ejemplares similares hallados en otras regiones para intentar determinar su cronología y  área de origen.

Las pipas tipo "chibouk" no son tan frecuentes como las de caolín en los contextos arqueológicos de la región, motivo por el cual no existe bibliografía que trate sobre ellas en el ámbito local. Así, es muy probable que existan registros inéditos y piezas mal catalogadas. A través de este breve aporte se pretende alentar a la publicación de nuevos registros que contribuyan a evaluar la representación de las pipas de tipo "chibouk" en el registro arqueológico de Buenos Aires y alrededores.

Palabras clave: Pipas "chibouk"; Arqueología histórica; Buenos Aires; Siglo XIX.

 ABSTRACT

During salvage archeology tasks in a public work of the city of Buenos Aires, the discovery of a "chibouk", also referred to as "Ottoman", "Oriental" or "Turkish" style ceramic pipe, took place.

This paper describes the morphological and stylistic characteristics of this curious piece, the first of its kind to be recorded in Buenos Aires, and compares it with similar specimens found in other regions to try to determine its chronology and area of origin.

"Chibouk"-type pipes are not as frequent as kaolin ones in archaeological contexts of the region, which is why there is no literature dealing with them locally. So, it is very likely that there are inedited records and pieces wrongly cataloged. Through this brief contribution we aim to encourage the publication of new records to help assess the representation of "chibouk" pipes in the archaeological record of Buenos Aires and surrounding areas.

Key words: "Chibouk" pipes; Historical archaeology; Buenos Aires; XIXth century.


 

INTRODUCCIÓN

El consumo del tabaco, y la parafernalia asociada al mismo, fueron adoptados velozmente por los europeos a partir de los primeros contactos con las poblaciones originarias americanas. Los intercambios mercantiles entre América, Europa, África y Asia expandieron rápidamente el hábito de fumar tabaco y, en consecuencia, los talleres de producción de pipas se multiplicaron a escala global (Shaw 1960). Las innovaciones elaboradas por cada taller dieron como resultado la diversificación de las pipas de fumar en innumerables estilos, formas y materiales (Shaw 1960).

Debido a su amplia distribución, así como a su diversidad y riqueza estilística, las pipas de fumar han llamado la atención de arqueólogos y coleccionistas desde hace siglos. Sin embargo, las investigaciones no han avanzado a igual velocidad en todos los tipos de pipas: por ejemplo, mientras que para el caso de las pipas de caolín se cuenta con numerosas tipologías y registros de fabricantes, el panorama es mucho más complejo y poco claro para el caso de las pipas de terracota, y particularmente para aquellas de estilo "oriental", también llamadas "chibouk".

Desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX, las pipas tipo "chibouk" se distribuyeron a lo largo y a lo ancho de un área muy amplia, que abarca toda la zona mediterránea, Europa del Este  y el Cercano Oriente  (Simpson 1990).

Es habitual que las pipas de estilo oriental halladas en áreas diferentes exhiban notables semejanzas entre sí, debido al intenso intercambio comercial y a los frecuentes contactos entre las zonas en las que estas piezas se utilizaban (Ward y Baram 2006). La usual ausencia de marcas reconocibles en las piezas, especialmente en aquellas más tempranas, y la escasez de hallazgos en contextos estratigráficos claros, complican muchas veces la identificación exacta del área y período de manufactura (Ward y Baram 2006).

Estas dificultades, sin embargo, no deben desalentar la publicación de los hallazgos, dado que solo la suma de registros publicados posibilitará la visualización de regularidades que conduzcan eventualmente a la realización de una tipología integral de las pipas de estilo oriental producidas y distribuidas alrededor del mundo.

En este breve artículo se presenta por primera vez el hallazgo de una pipa de tipo "chibouk" en la ciudad de Buenos Aires. El ejemplar aquí descripto fue recuperado durante una obra de recambio de cañerías de agua en la calle Lynch al 1400, ciudad de Buenos Aires. Entre los objetos hallados asociados, pueden mencionarse varios fragmentos de loza impresa y vidrios moldeados asignables a fines del siglo XIX-principios del XX  (Orsini y Padula 2011).

Las pipas tipo "chibouk" no son tan frecuentes como las de caolín en los contextos arqueológicos de la región, motivo por el cual no existe bibliografía que trate sobre ellas en el ámbito local. Así, es muy probable que existan registros inéditos y piezas mal catalogadas. A través de este breve aporte, se pretende alentar a la publicación de nuevos registros que contribuyan a evaluar la representación de las pipas de tipo "chibouk" en el registro arqueológico de Buenos Aires y sus alrededores.

 

DESCRIPCIÓN

A diferencia de las pipas de caolín europeas, las pipas orientales son multi-componentes, disponiendo de tres partes básicas: la cánula, la boquilla y la cazoleta (Figura 1).

Las cánulas eran frecuentemente confeccionadas en madera, razón por la cual no suelen conservarse en contextos arqueológicos. En efecto, el término "chibouk" deriva de la palabra dialectal turca "çibuk", que literalmente significa vara (American Heritage Dictionary of the English Language 2011). En el área del Mediterráneo, era frecuente que las cánulas fueran confeccionadas en madera de cerezo y ornamentadas con perlas o metales preciosos (Robinson 1985).

Las boquillas eran la parte más apreciada de las pipas y aquellas que proporcionan en modo más directo una idea sobre el estatus socioeconómico del fumador. Podían ser confeccionadas en ámbar, coral o piedras semipreciosas (Robinson 1985) y su hallazgo en contextos arqueológicos no es muy frecuente.

Las cazoletas constituyen la parte menos valiosa de las pipas y la más susceptible de ser recuperada en contextos arqueológicos. El material más habitual para confeccionarlas era la cerámica, pero también podían ser de madera, piedra o metal (Robinson 1985). Las cazoletas de cerámica eran elaboradas mediante un proceso bastante complejo que iniciaba con la realización de un molde bivalvo de madera o piedra, dentro del cual se colocaba una preparación de arcilla cuidadosamente seleccionada. La pieza ya moldeada era secada al sol por un breve tiempo y, posteriormente, se realizaban los detalles de terminación y decoración. Por último, la pieza era cocinada una o dos veces (Robinson 1985).

Morfológicamente, las cazoletas de las pipas orientales se dividen en cuatro partes: la chimenea, el hornillo, el caño y el extremo en el que se insertaba la cánula (Figura 1).

 


Figura 1. Partes componentes de una pipa tipo "chibouk "

 

El ejemplar 02-GCBA-MC-DGPyH-002-001 (Figura 2, Tabla 1) es una cazoleta cerámica confeccionada en una arcilla gris clara algo verdosa, de grano fino y sin inclusiones visibles a ojo desnudo.

Exhibe dos costuras opuestas que se extienden desde el extremo del tubo hasta la boca de la chimenea, característica que evidencia la fabricación en molde bivalvo. La unión entre ambas partes presenta muchos rebordes e imperfecciones que dan cuenta del carácter expeditivo de la elaboración.

La pieza presenta decoración moldeada e incisa, consistente en motivos geométricos y fitomorfos. No posee engobe ni vidriado y no se reconoce en ella ninguna inscripción que remita a algún fabricante en particular.

La chimenea es alta, troncocónica y de boca bastante irregular. Sus paredes son levemente evertidas y facetadas en ocho caras, con aristas consistentes en nervaduras suavizadas. Cada cara presenta como decoración una rosa, ubicada en la parte inferior, y un semicírculo, ubicado en el borde mismo de la boca de la pipa. Ambos tipos de motivos fueron logrados por la impronta del molde.

El labio es bastante irregular, lo cual puede deberse a un defecto de fabricación o al desgaste que produce la práctica de golpear la boca de la pipa cada vez que se desea limpiar de tabaco el interior de la cazoleta (Simpson 2011).

El hornillo es redondeado y relativamente pequeño y está decorado con tres hileras horizontales de círculos moldeados en bajo relieve.

El tubo es más bien corto y forma un ángulo agudo con el hornillo. La conexión interna hornillo-tubo se produce a través de una única perforación.

El extremo del tubo está algo ensanchado y posee tres ranuras realizadas por incisión que lo rodean en toda su circunferencia.

La base es convexa y, a diferencia de las típicas pipas turcas, no exhibe quilla ni decoración por ruleteado.

 

 
Figura 2. Ejemplar 02-GCBA-MC-DGPyH-002-001 (Repositorio: Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ).

 

Tabla 1. Dimensiones del ejemplar estudiado 

 

DISCUSIÓN

El hábito de fumar en pipa fue introducido por los españoles en Europa a partir del siglo XVI. Las responsables de su transmisión hacia Europa del Este  y el continente asiático fueron probablemente las naves mercantes portuguesas, las cuales desde tiempos muy tempranos transportaron pipas y tabaco que adquirían en sus colonias en América (Shaw 1960; Robinson 1985).

A partir de esos primeros contactos, rápidamente la práctica de fumar en pipa y los talleres productores de las mismas se multiplicaron por todo el Viejo Mundo, conformando básicamente dos tradiciones: la occidental, correspondiente a las pipas de caolín fabricadas predominantemente en Inglaterra, Holanda y Francia; y la mediterránea u oriental. Ambas tradiciones confluyen en la frontera noroeste del Imperio Otomano desde fines del siglo XVII, donde ya desde hacía un siglo el hábito de fumar en pipa y los talleres de producción de las mismas eran moneda corriente (Robinson 1985). Las pipas de estilo oriental representan un hallazgo habitual en sitios de la Europa mediterránea y el Cercano Oriente , en contextos que abarcan desde el siglo XVII hasta mediados del XIX (Robinson 1985). Dentro de la tradición oriental suele agruparse una enorme variedad de manufacturas, muchas de las cuales se caracterizan por presentar una rica decoración lograda por incisión, moldeado, ruleteado, estampado, esmaltado y/o dorado.

En términos generales, las pipas de tradición oriental pueden dividirse en tres grupos: las piezas producidas en Italia (especialmente en Chioggia pero también en otros centros), las producidas en el área del Imperio Austro-Húngaro y aquellas producidas en la zona de Turquía, Grecia, Bulgaria y en toda el área de influencia del Imperio Otomano en general.

Hasta hace algunas décadas, tanto en Europa como en Oriente, los niveles más recientes de las excavaciones arqueológicas no eran estudiados con detenimiento, dado que se los consideraba poco importantes en relación con los contextos correspondientes a las etapas prehistóricas, clásicas y/o medievales (Robinson 1985; Gusar 2008; Simpson 2011). Quizás por ese motivo aún no se dispone de demasiada bibliografía que integre y sistematice el conocimiento que se tiene de estas pipas (Batchvarov 2009).

Los primeros trabajos de relevancia realizados sobre pipas orientales son las contribuciones de Hayes (1980) y Robinson (1983 y 1985). El primero propuso dataciones estimativas a un conjunto de piezas halladas en Sarachane, Estambul, en contextos estratigráficamente poco claros (Hayes 1980). Robinson, por su parte, se encargó de clasificar las pipas halladas en Atenas y Corinto en contextos bien definidos que abarcaban desde el siglo XVII hasta el XIX.

En las últimas décadas se han multiplicado los registros de pipas de estilo oriental, existiendo reportes en Estados Unidos (Murphy 1976), Alaska (Petruzelli 2010), Grecia (Humphrey 1990; Wood 1990), Croacia (Bekic 2001; Gusar 2008), Francia (Gosse 2007), Egipto (Ward y Baram 2006), Israel (Simpson 1990), Rumania (Gruia 2012), Arabia Saudita (Bouzigard y Saidel 2012), Bulgaria (Batchvarov 2009), España (Beltrán et al. 2012)  e Italia (Boscolo 2000; Verrocchio 2009), entre muchos otros. Sin embargo, el conocimiento que los arqueólogos tenemos sobre este tipo de piezas es aún fragmentario y fundamentalmente se basa en registros aislados.

El ejemplar 02-GCBA-MC-DGPyH-002-001 presenta características que permiten realizar algunas consideraciones generales para conducir a la identificación de su posible cronología y área de manufactura.

En primer lugar, el contexto de hallazgo de la pieza, recuperada en asociación con lozas impresas y vidrios moldeados, sugiere una datación aproximada de fines del siglo XIX y principios del XX. Esa cronología es acorde con el tamaño considerablemente grande de la cazoleta y del diámetro interno del tubo, característica que suele ser usada como indicador de una cronología tardía, en la que el precio menor del tabaco permitía cargar las pipas más abundantemente (Robinson 1985; Simpson 2011).

La confección expeditiva y desprolija de la pieza también puede ser utilizada como argumento para proponer un contexto de producción industrial o semi-industrial, en el que, gracias al abaratamiento del costo del tabaco, pipas destinadas a las clases populares eran lanzadas al mercado en forma masiva.

En lo que respecta a su morfología y decoración, la pieza recuerda vagamente al tipo denominado Saraçane X (Hayes 1980) o Varna I (Stanceva 1972), una variante probablemente producida en Varna, Bulgaria, entre fines del siglo XVIII y principios del XIX (Batchvarov 2009). Sin embargo, la ausencia total de quilla, la altura mayor de la chimenea, la forma no facetada del tubo y el color claro de la pasta distinguen al ejemplar  recuperado en Buenos Aires de ese tipo de pipas. En términos generales, puede decirse que las características de 02-GCBA-MC-DGPyH-002-001 no se corresponden con aquellas de las producciones más típicas del área de influencia del Imperio Otomano (véase Robinson 1985).

El ejemplar hallado en Buenos Aires resulta, en cambio, más similar a algunas producciones de Europa Occidental, en particular italianas. Pipas semejantes a aquella recuperada en Buenos Aires fueron halladas en contextos del siglo XIX en la ex cárcel de San Domenico, en L'Aquila, Abruzzo, y en otros sitios del centro-sur de Italia, donde posiblemente hayan sido elaboradas (Verrocchio 2009). Las pipas italianas denominadas "tipo 1" (Verrocchio 2009) se asemejan al ejemplar hallado en Buenos Aires en las siguientes características: cazoleta claramente distinguible en chimenea, hornillo y tubo; chimenea alta y tubular, con crestas verticales que le dan un aspecto facetado; hornillo en forma de bulbo; tubo liso, corto y formando un ángulo agudo con la chimenea; terminación del tubo ensanchada en forma de anillo; única perforación conectando el hornillo y el tubo; pasta fina de color claro, sin inclusiones visibles y con superficies de aspecto polvoriento. Sin embargo, la decoración diferencia a las pipas italianas "tipo 1" de aquella descubierta en Buenos Aires, dado que las primeras se caracterizan por presentar en sus chimeneas diseños incisos en forma de espiga, iconografía que no se observa en el ejemplar estudiado.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Hacia el siglo XVII, las pipas de tipo "chibouk" comenzaron un proceso de distribución que las llevó por gran parte del mundo (Simpson 1990). Durante el siglo XIX, la producción de este tipo de pipas se estandarizó y multiplicó considerablemente y se aceleró su circulación a través de regiones distantes (Simpson 2011). Muchas fábricas europeas, en particular francesas (Robinson 1985), comenzaron también a producir piezas de estilo oriental para diversificar su oferta.

En Argentina, el siglo XIX dio lugar a la inserción del país en un sistema económico a escala global que implicaba el flujo comercial de todo tipo de productos a través de zonas muy distantes (e.g. Rapoport 1988). Durante dicha centuria, además, se masificó la llegada al país, y especialmente al puerto de Buenos Aires, de inmigrantes europeos (Devoto 2003), quienes traían consigo costumbres y enseres personales de las más diversas áreas. Estas circunstancias conllevaron una notable diversificación de la cultura material porteña que se aprecia virtualmente en todos los sitios arqueológicos de la ciudad (Schávelzon 1991).

De acuerdo a lo que puede apreciarse en los contextos arqueológicos porteños, durante el siglo XIX las pipas de caolín fabricadas en Inglaterra eran las más frecuentes (Schávelzon 1991), hecho que no sorprende si se tiene en cuenta el caudal de manufacturas inglesas que arribaron al puerto de Buenos Aires durante la segunda mitad de dicha centuria.

A partir de su estudio macroscópico, en este trabajo se sugiere que la "chibouk" hallada en Buenos Aires pudo haber sido producida en Italia centro-meridional. El estado actual de conocimiento sobre las pipas de tipo "chibouk" es, como se dijo, todavía muy fragmentario, en particular en lo que refiere a las regiones de producción, por lo que es difícil en muchos casos determinar con precisión el área de manufactura de las piezas. Lejos de limitar la cantidad de hallazgos publicados, la mencionada dificultad debe considerarse como el motor para dar a conocer cada vez más hallazgos en distintos lugares del mundo. Solo con la suma de registros se puede contribuir a armar un corpus de conocimientos que dé cuenta de la gran diversidad estilística de las pipas de estilo oriental, ayudando a identificar sus distintos centros de producción y posibilitando comprender mejor sus patrones de distribución.

 

AGRADECIMIENTOS

Ricardo Pérez, Sergio Bogan, Daniel Schávelzon, Peter Davey, Julia Beltrán, Van Verrocchio, Ricardo Orsini y Horacio Padula. 

 

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^rND^sBekic^nL^rND^sBeltrán de Heredia Bercero^nJ^rND^nN^sMiró I Alaix^rND^nM^sSoberón Rodríguez^rND^sBouzigard^nA.C^rND^nB.A^sSaidel^rND^sGruia^nA.M^rND^sGusar^nK^rND^sHumphrey^nJ. W^rND^sMurphy^nJ.L^rND^sRapoport^nM^rND^sRobinson^nR^rND^sRobinson^nR^rND^sShaw^nT^rND^sSimpson^nS.J^rND^sSimpson^nS.J^rND^sStançéva^nM^rND^sVerrocchio^nV^rND^sWard^nC^rND^nU^sBaram^rND^sWood^nJ

EDITORIAL

Este es un año de profundos cambios para La Zaranda de Ideas. Un Comité Editorial renovado toma la posta de 10 años de trabajo y esfuerzo. Todas las personas que alguna vez formaron parte de este importante proyecto, que es ante todo inclusivo, le dieron a esta revista la impronta que hoy tiene; un espacio de publicación para estudiantes, pero no por eso carente de una reconocida calidad.

Las transiciones no son fáciles, sin embargo cada uno de los integrantes de este colectivo nos sentimos orgullosos de ser parte de esta idea que no ha parado de crecer desde que se planteó. Como ha sido siempre el objetivo de los editores de La Zaranda de Ideas, la revista sigue incrementando los estándares de calidad editorial y cada año se incorpora a nuevos índices, catálogos, plataformas y bases de datos, aumentando su visibilidad nacional e internacional.

Como un proyecto en constante crecimiento y renovación, en esta oportunidad les queremos agradecer enormemente a Ana Guarido, Mariana Ocampo, Miriam Vommaro y Olivia Sokol por su tiempo, dedicación, y por haber colaborado para que esta revista siga adelante, sus aportes han sido más que valiosos.

También queremos agradecer a los verdaderos protagonistas: los autores de las innumerables contribuciones que tuvimos, que confiaron en nosotros para que publiquemos sus trabajos; los evaluadores y el comité académico, que avalan la calidad de la revista; los investigadores y profesores que desinteresadamente dictaron cursos; las instituciones que nos abrieron sus puertas y nos ofrecieron su apoyo y espacio; y a todos aquellos que de alguna u otra forma hicieron que este proyecto se hiciera realidad y tuviera continuidad en todos estos años.

^rND^1A01^nLeandro^sZilio^rND^1A02^nMaría M.^sMorita^rND^1A03^nGabriel M.^sBilmes^rND^1A01^nLeandro^sZilio^rND^1A02^nMaría M.^sMorita^rND^1A03^nGabriel M.^sBilmes^rND^1A01^nLeandro^sZilio^rND^1A02^nMaría M^sMorita^rND^1A03^nGabriel M^sBilmes

ARTÍCULO

 

Acerca de la prodecencia y elaboración de artefactos de cobre hallados en un enterratorio de cazadores-recolectores en la costa norte de Santa Cruz, Patagonia, Argentina

About the provenance and elaboration of cooper artifacts found in a burial of hunter-gatherer on the northern coast of Santa Cruz, Patagonia, Argentina

 

Leandro Zilio*

*División Arqueología, Museo de La Plata; Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. Paseo del Bosque s/n, La Plata, Buenos Aires, Argentina. E-mail:leandrozilio@yahoo.com.ar

María M. Morita**

**Laboratorio de Ablación, Limpieza y Restauración con Láser, Centro de Investigaciones Ópticas (CONICET-La Plata-CIC), La Plata, Argentina. E-mail: mercedesmorita@yahoo.com

Gabriel M. Bilmes***

***Laboratorio de Ablación, Limpieza y Restauración con Láser, Centro de Investigaciones Ópticas (CONICET-La Plata-CIC) y Facultad de Ingeniería, UNLP, Argentina. E-mail:gabrielb@ciop.unlp.edu.arm

 


RESUMEN

Se presenta el estudio de cuatro placas de metal halladas en un enterratorio de cazadores-recolectores en la costa norte de Santa Cruz. Se caracterizó la composición elemental a partir de una técnica espectroscópica novedosa denominada LIBS (Laser Induced Breakdown Spectroscopy). Los resultados mostraron que las placas son de cobre de alta pureza. Se desarrolló un procedimiento experimental para reproducir las posibles etapas y operaciones aplicadas en la elaboración. Se concluye que las piezas y su técnica de elaboración podrían ser de origen local. Además, se propone que estos objetos estarían ligados a los rituales mortuorios de individuos juveniles.

Palabras clave: Artefactos de cobre; Cazadores-recolectores; LIBS (Espectroscopia de Plasma Inducida por Láser); Costa norte de Santa Cruz; Patagonia.

ABSTRACT

The study of four metal artifacts found in a burial of hunter-gatherers on the northern coast of Santa Cruz is presented. The elemental composition of the objects was characterized from a novel spectroscopic technique called LIBS (Laser Induced Breakdown Spectroscopy). The results showed that the artifacts are of high purity copper. An experimental procedure was developed to reproduce the possible stages and operations applied in the elaboration of the artifacts. It is concluded that the artifacts and their manufacturing technique could be of local origin. In addition, it is proposed that these objects would be linked to rituals of death of young individuals.

Key words: Copper artifacts; Hunter-gatherers; LIBS (Laser Induced Breakdown Spectroscopy); Northern coast of Santa Cruz; Patagonia.


 

INTRODUCCIÓN

Debido a la escasa presencia de objetos de metal en contextos arqueológicos de sociedades cazadoras-recolectoras en la Patagonia centro-meridional argentina, es poca la información con la que se cuenta sobre este tipo de registro. Diversas fuentes etnohistóricas mencionan el uso de diferentes metales por parte de los aborígenes que habitaron Patagonia (Mori 1941; Moreno 1969; Viedma 1969; Martinic y Prieto 1988; Gómez Otero 2006; entre otros), aunque estos artefactos han sido interpretados como bienes importados desde otras zonas, desestimando la posibilidad de una producción local.

En este trabajo se analizan cuatro placas metálicas halladas en un enterratorio múltiple de cazadores-recolectores denominado Heupel ubicado en la costa norte de la provincia de Santa Cruz (Figuras 1).

Se discute si estos objetos metálicos pudieron haber sido producidos localmente por las sociedades cazadoras-recolectoras móviles que habitaron este sector de la Patagonia centro-meridional, o si fueron adquiridos a partir del contacto con otros grupos no-patagónicos. En este sentido, las implicancias sociales serán distintas si se implementó un proceso metalúrgico, si se trabajó sobre metal nativo o si se obtuvo el metal por el contacto con otras poblaciones (González 2004).

Para lograr este objetivo se desarrollaron dos vías de análisis. Por un lado, se caracterizó la composición elemental de los artefactos metálicos hallados en el entierro Heupel, utilizando la técnica LIBS (Laser Induced Breakdown Spectroscopy), la cual se basa en la ablación de la muestra mediante un pulso láser que produce un plasma. Analizando espectroscópicamente la luz emitida en dicho plasma, se puede identificar la composición elemental de la muestra. Asimismo, se analizó con la misma técnica una muestra de cobre de un afloramiento hallado aproximadamente a 60 km del entierro Heupel, en dirección noroeste (Mapa 1). Por otro lado, se desarrolló un procedimiento experimental utilizando cobre nativo para reproducir las posibles etapas y operaciones empleadas en la fabricación de las placas. Además, se llevó a cabo un registro de los objetos metálicos de probable elaboración local hallados en contextos arqueológicos en Patagonia centro-meridional.


Mapa 1.Ubicación de los contextos arqueológicos en Patagonia centro-meridional con presencia de metales y una fuente de cobre nativo.

Presencia de metales en Patagonia centro-meridional

Los metales hallados hasta el presente en contextos arqueológicos de la Patagonia centro-meridional provienen principalmente de la interacción, a partir del siglo XVI, de las poblaciones locales con viajeros y navegantes europeos (Martinic y Prieto 1988; Hammond y Zilio 2014). Sin embargo, existen algunos pocos registros arqueológicos de metales que podrían ser de probable manufactura local.

Gómez Otero (2003) menciona que en la costa del Chubut el único objeto de metal que podría haber sido fabricado in situ es una delgada plaqueta hallada en el sitio INTA-Trelew. Esta plaqueta se diferencia de otros objetos, uno circular (probablemente un pie de candil) y un hacha de bronce hallados en el entierro Rawson, los cuales se interpretan como procedentes del noroeste argentino (Gómez Otero y Dahinten 1999; Gómez Otero 2003).

El sitio INTA-Trelew es un entierro múltiple hallado accidentalmente y prácticamente destruido durante trabajos de extracción de áridos en una cantera (Mapa 1). Las tareas arqueológicas en este lugar permitieron recuperar los restos de un individuo subadulto articulado y diversos huesos en estado de osario pertenecientes a un total de 19 individuos. Se obtuvieron tres fechados radiocarbónicos de individuos adultos que arrojaron las siguientes edades: 720 ± 60 años AP (LP-974; 1228-1400 años cal. AC); 600 ± 60 años AP (LP-968; 1300-1446 años cal. AC); y 580 ± 40 años AP (LP-1096; 1319-1446 años cal. AC) (Gómez Otero 2003, 2006).

Asociado al individuo infantil articulado se halló una delgada plaqueta de metal dorado de 48,7 mm largo por 30,4 mm de ancho y un espesor de 9,7 mm. Su forma es rectangular y presenta borde festoneado. Según los estudios realizados, este habría sido un adorno colgante que pendía del cuello (Gómez Otero 2003).

Otro de los contextos arqueológicos de cazadores-recolectores de la Patagonia meridional, en donde se hallaron objetos metálicos se sitúa en la cuenca del Lago Salitroso, en el centro-oeste de la provincia de Santa Cruz (Mapa 1). En dicho lugar, fue hallada una amplia concentración de entierros correspondientes al Holoceno Tardío (Goñi et al. 2000-2002; Goñi y Barrientos 2004). En cinco de estos entierros múltiples se recuperaron nueve objetos metálicos. En el entierro SAC 1-5 se halló una placa de forma subtrapezoidal de 65 mm de largo por 44 mm de ancho y un espesor de 2 mm, asociada a tres individuos subadultos (Cassiodoro y García Guraieb 2009; García Guraieb 2010). En el entierro SAC 1-6 se identificaron 4 individuos subadultos, y asociado al individuo 1, una placa de cobre de forma rectangular de 54 mm de largo por 38 mm de ancho y 0,5 mm de espesor, con un orificio central en uno de sus bordes y decorada con una serie de puntos o mamelones (Cassiodoro y García Guraieb 2009; García Guraieb 2010). Es importante destacar que este artefacto llama la atención, no sólo por su similitud en las dimensiones y decoración (mamelones) con los encontrados en el entierro Heupel, sino también por la datación radiocarbónica asociada al mismo de 756 ± 32 años AP (AA38556; 1229-1384 años cal. AC; Goñi et al. 2000-2002), contemporánea al del entierro Heupel.

En el entierro SAC 2-4, se recuperó una placa de metal de forma circular de aproximadamente 70 mm de diámetro con un orificio central (Cassiodoro y García Guraieb 2009). En este entierro sólo se encontraron dos individuos subadultos. El individuo 1 se dató en 486 ± 43 años AP (AA81451; 1403-1616 años cal. AC; García Guraieb 2010). En el entierro SAC 10-1 se hallaron cuatro cilindros metálicos de aproximadamente 25 mm de largo por 10 mm de ancho y 8 mm de espesor, que contenían cuentas de valva en su interior, asociados a cinco individuos subadultos (Cassiodoro y García Guraieb 2009; García Guraieb 2010). Los individuos 1 y 4 fueron datados en 662 ± 43 años AP (AA38569; 1290-1405 años cal. AC; Goñi y Barrientos 2004) y 687 ± 43 años AP (AA38570; 1285-1396 años cal. AC; Goñi y Barrientos 2004), respectivamente. Por último, en el entierro SAC 30-1 se recuperaron dos placas metálicas, una de forma trapezoidal con dimensiones de 69 mm de largo por 37 mm de ancho y un espesor de 1,5 mm, y la otra de forma rectangular con 75 mm de largo por 28 mm de ancho y 1 mm de espesor (Cassiodoro y García Guraieb 2009). En este entierro se hallaron dos individuos subadultos y dos adultos, aunque se desconoce si existía una asociación directa entre los artefactos metálicos y alguno de los cuatro individuos, debido a que el enterratorio presentaba signos de saqueo (García Guraieb 2010). Uno de los individuos adulto fue datado en 361 ± 45 años AP (AA77147; 1463-1645 años cal. AC; Cassiodoro y García Guraieb 2009).

Los artefactos metálicos recuperados en la cuenca del Lago Salitroso, así como el hallado en el entierro INTA-Trelew, no han sido caracterizados para determinar sus elementos constitutivos, pero en el caso del Salitroso, Goñi y Barrientos (2000) plantean que los artefactos hallados serían de cobre. Por su parte, Gómez Otero considera que el objeto hallado en el entierro INTA-Trelew sería de bronce (Gómez Otero 2006).

El contexto de hallazgo de las placas de Heupel

Las cuatro placas metálicas (Figura 1) fueron recuperadas por la Dra. Alicia Castro en el mes de febrero del año 1990, en un entierro de tipo chenque ubicado en lo alto de una elevación a unos 70 msnm, y aproximadamente a 200 m de la línea de costa actual (Salceda et al. 1999-2001).


Figura 1.Cuatro artefactos metálicos recuperados en el entierro Heupel.

El entierro presentaba una cubierta de rodados seleccionados por su tamaño y color rojizo (un total de 473 rodados de 20 cm de diámetro de promedio), y huesos de cetáceo, algunos quemados. La excavación permitió reconocer un foso, de aproximadamente 1,86 m de largo por un ancho variable de 50 a 66 cm, el cual contenía un entierro primario múltiple.

Uno de los individuos es un adulto masculino dispuesto en posición decúbito dorsal extendido, con la cabeza orientada hacia el oeste.

A la derecha del individuo adulto, en un ensanchamiento del foso, se hallaron restos de un segundo individuo subadulto de aproximadamente 1 a 2 años de edad, el cual se encontraba parcialmente calcinado, y por las características del sedimento incinerado, éste habría estado envuelto en cuero, lana o dispuesto sobre una cuna. A la altura de las extremidades inferiores del individuo adulto, en posición decúbito ventral extendido, se hallaron restos de otro individuo subadulto. Éste, a diferencia del individuo infantil anterior, se encontraba bien preservado y sin signos de alteración térmica. Se desconoce si el fuego que afectó al individuo subadulto fue intencional o no, pero se infiere que el mismo habría comenzado sobre éste y luego habría quemado el lateral izquierdo del individuo adulto. Uno de los aspectos interesantes de este entierro múltiple son los objetos acompañantes o ajuar. En asociación con el cráneo del subadulto quemado se hallaron las cuatro placas de cobre rectangulares que se analizan en este trabajo. Además, sobre el otro subadulto se recuperaron restos de ocre rojo y junto al cráneo del adulto, dos huesos largos y pulidos de aves marinas. El individuo adulto fue datado en 730 ± 60 AP (LP 2393; 1228-1396 cal1 AC; Zubimendi et al. 2011). Los cuatro artefactos metálicos del entierro Heupel se encuentran depositados en el Museo del Hombre y su Entorno de la ciudad de Caleta Olivia, en la provincia de Santa Cruz.

MATERIALES Y MÉTODOS

La composición elemental de las muestras estudiadas se determinó mediante el uso de la técnica denominada Espectroscopia de Plasma Inducida por Láser o en inglés Laser Induced Breakdown Spectroscopy (LIBS). Los métodos de análisis basados ​​en técnicas de espectroscopia láser se han convertido en herramientas importantes para el estudio de objetos arqueológicos debido a su sensibilidad, su carácter no destructivo, su practicidad y sus posibilidades de análisis in situ (mediante un equipo portátil) y a tiempo real. La técnica LIBS tiene importantes ventajas sobre las técnicas analíticas convencionales para aplicaciones en piezas únicas de valor patrimonial (Anglos 2001; Fotakis et al. 2007). La técnica LIBS se basa en el análisis espectroscópico de la luz emitida por el plasma generado por la ablación de la muestra con un pulso láser de alta potencia. Cuando se requiere conocer la composición cualitativa de una pieza única la técnica LIBS resulta extremadamente eficiente debido a la rapidez, reproducibilidad y la naturaleza mínimamente invasiva del análisis (Miziolek et al. 2006). Por otra parte, una ventaja importante de esta técnica es que las muestras no requieren ningún tipo de preparación previa, de modo que el análisis puede realizarse directamente en un objeto de cualquier forma y dimensión. La cantidad de muestra requerida es mínima (nanogramos), por lo que se puede enfocar el láser en regiones extremadamente pequeñas (micrométricas), lo que permite preservar la integridad de la pieza. Esta técnica tiene también la posibilidad de realizar análisis por capas y determinar la composición en función de la profundidad del material analizado, diferenciando así, por ejemplo superficie y sustrato (Alvira et al. 2009).

En la Figura 2, se muestra la configuración utilizada para la aplicación de la técnica LIBS. Las muestras fueron irradiadas con un láser de Nd: YAG, que emite pulsos infrarrojos (1064 nm) de 7 ns de duración y aproximadamente 500 mJ de energía. El láser se enfocó sobre la superficie de la muestra con un lente de distancia focal F = 15 cm, lo que permitió lograr fluencias de irradiación de hasta 7 J/cm2.


Figura 2. Esquema experimental de LIBS.

La irradiación de la superficie con estos pulsos láser produce la evaporación violenta del material (ablación), generando un plasma de baja densidad formado por electrones y átomos ionizados y neutros. Estos, al encontrarse en estados excitados, emiten luz en líneas características que, analizadas adecuadamente, proporcionan la composición elemental del objeto estudiado (Cremers y Radziemski 2006).

Para recoger la luz emitida por el plasma se utilizó una fibra óptica de sílice fundido, y la detección y análisis se realizó mediante el uso de un espectrómetro Ocean Optics HR2000+ (resolución 1 nm). Los espectros LIBS se registraron en el rango de longitudes de onda de 300-800 nm.

Los resultados obtenidos con LIBS fueron contrastados con la técnica convencional de espectroscopia de dispersión de energía de rayos X (EDAX). Este análisis fue llevado a cabo por el Servicio de Microscopia Electrónica de Barrido y Microanálisis LIMF del Departamento de Mecánica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata.

Además de la determinación de la composición elemental de las cuatro piezas arqueológicas, también se analizaron muestras de mineral de cobre procedentes de un afloramiento hallado a 60 km de Heupel, en las inmediaciones de la Laguna Grande, Bajo Oriental. Esta fuente de cobre, denominada Bajo Oriental, fue facilitada por el dueño de la propiedad quien la obtuvo a partir de la extracción manual en una veta accesible superficialmente (Mapa 1).

Tanto los resultados de las muestras arqueológicas, como la de los minerales procedentes del Bajo Oriental, fueron comparados con espectros de referencia, también obtenidos con la técnica LIBS, de una muestra certificada de cobre metálico puro (cobre nativo) proveniente de los yacimientos de la península de Keweenaw, Michigan, EEUU. El cobre nativo es una forma no combinada de cobre que se genera como mineral natural y fue utilizado por muchas sociedades a través de la historia humana.

A fin de conocer las posibles etapas y operaciones técnicas con las que se elaboraron las piezas, se realizaron una secuencia de experimentos para replicarlas. Para su elaboración se utilizó cobre nativo y se emplearon diversas herramientas disponibles en el área de la costa norte de Santa Cruz (rocas rodadas, madera, hueso y cuero).

RESULTADOS

Descripción y composición de las piezas arqueológicas

En la Tabla 1 se describen las dimensiones y el peso de cada una de las placas estudiadas. Como puede observarse todos los artefactos presentan dimensiones similares. Las placas presentan además orificios para engarce y dos de ellas (artefacto 971 y 972) se encuentran grabadas con líneas de “mamelones” en los márgenes (Figura 1).


Tabla 1. Dimensiones y peso de las placas halladas en el entierro Heupel.

El Gráfico 1 muestra un espectro LIBS típico del sustrato de cada una de las cuatro piezas del entierro Heupel, comparados en cada caso con el espectro de la muestra certificada de cobre nativo. En todos los casos se obtuvieron los espectros en diferentes partes de las piezas y fueron totalmente reproducibles. Se identificaron líneas espectroscópicas características que corresponden a cobre. No se observaron otros elementos.


Gráfico 1. Espectros LIBS del sustrato de las muestras de metal del entierro Heupel y la muestra de cobre nativo de referencia.

Debido a que cada pulso LIBS elimina una porción muy delgada de material, con un creciente número de pulsos en el mismo lugar es posible realizar un análisis capa por capa. En todos los casos, se realizaron análisis LIBS desde la superficie hasta el sustrato, y siempre que un pulso de láser incidió sobre la superficie se obtuvo el espectro de una capa. De esta manera se obtuvo el espectro de la superficie y el sustrato. No se observó evidencia de elementos característicos de pinturas o tratamientos de superficie.

Como puede apreciarse en el Gráfico 1, los espectros obtenidos en las cuatro piezas muestran únicamente la presencia de líneas de cobre, no observándose líneas de emisión de otros elementos. Por otra parte, estos espectros resultan iguales a los espectros obtenidos en la muestra de referencia de cobre nativo. Esto significa que las placas están hechas de cobre de muy alta pureza. Con el objeto de certificar este resultado se procedió a realizar también un análisis EDAX de las muestras, el cual confirmó que la composición de las mismas es cobre en más del 99 %.

Con el propósito de caracterizar la metalurgia empleada en la elaboración de las piezas, se exploró la hipótesis de que las mismas fueron producidas utilizando cobre nativo, obtenido de algún afloramiento cercano al sitio. Una posible fuente es un afloramiento superficial de cobre ubicado a 60 km del sitio, en Laguna Grande, Bajo Oriental. Muestras de cobre de este lugar fueron analizadas por LIBS y EDAX, y comparadas con la muestra de referencia de cobre nativo.

En el gráfico Gráfico 2.A se compara el espectro LIBS obtenido de la muestra de Bajo Oriental, con el de cobre nativo. En el Gráfico 2.B se realiza la misma comparación pero con los resultados de EDAX. Como se puede observar, en ambos casos, los espectros y el registro de composición es el mismo, dentro del error experimental, lo que permite afirmar que las muestras de Bajo Oriental son de cobre nativo.


Gráfico 2.A. Espectros LIBS. B. Izq. Espectro EDAX de una muestra de cobre de Bajo Oriental; Der. Espectro EDAX de una muestra certificada de cobre nativo.

Estudio experimental del proceso de elaboración

Utilizando como materia prima cobre nativo se desarrollaron una serie de pruebas y experimentos para intentar reproducir las placas. Este objetivo se pudo lograr utilizando el protocolo experimental descripto en la Figura 3.

Primeramente, se sometió una muestra de cobre de 12 gr a un proceso de recocido, que consistió en calentarla al fuego a temperaturas de entre 400° y 500°C, y luego dejarla enfriar a temperatura ambiente. Con el recocido se logra que el cobre disminuya su dureza y mediante golpes con un percutor duro (roca) sobre un yunque, se lo puede deformar plásticamente. Esta etapa de recocido y martilleo debió repetirse varias veces hasta alcanzar un espesor de aproximadamente 1 mm (Figura 3.A). En experimentos previos se comprobó que si se realiza el martilleo sin el proceso de recocido, no se logra obtener una pieza de las dimensiones buscadas. En la siguiente etapa se logró alisar la superficie repitiendo el proceso de recocido y martilleo, pero en este caso utilizando un percutor blando (de madera). De este modo, se logró obtener el espesor final de 0,5 mm (Figura 3.B).

Como se puede observar en la Figura 1, los artefactos presentan un leve ondulado en sentido transversal a la pieza (principalmente el artefacto 969). Este efecto se replicó mediante golpes con el borde lateral con ángulo semi-abrupto del martillo de madera sobre la pieza. Los bordes de las piezas fueron desbastados mediante la fricción con una roca abrasiva (roca sedimentaria de grano fino). De esta manera, se logró obtener bordes planos y darle a la pieza las dimensiones deseadas (Figura 3.C).


Figura 3. Etapas desarrolladas durante la experimentación del proceso de elaboración de la placa de cobre; ,A. Recocido y martilleo con percutor duro sobre yunque; B. Recocido y martilleo con percutor blando; C. Desbastado de los laterales mediante la fricción con una roca abrasiva; D. Decoración.

Por último, como se observa en la Figura 1, las piezas arqueológicas presentan perforaciones y dos de ellas mamelones que decoran sus márgenes. Estos detalles pudieron ser reproducidos mediante el uso de un cincel realizado en hueso. Para ello la lámina de cobre se colocó sobre una superficie blanda de cuero y se la trabajó golpeando el cincel con una roca (Figura 3.D). En la Figura 4 se observa la placa de cobre realizada experimentalmente.


Figura 4. Fotografía de la placa de cobre realizada experimentalmente.

DISCUSIÓN

Los entierros aquí mencionados con presencia de metales en Patagonia centro-meridional, a excepción de INTA-Trelew, presentan una cobertura de rocas en forma de montículo, lo que permite definirlos con el término local de “chenque” (Zilio 2013). Además, todos los casos mencionados corresponden a enterratorios múltiples, que al ser datados por radiocarbono arrojan edades similares, correspondientes a fines del Holoceno Tardío, previas al contacto europeo. También es importante destacar que todos los entierros con metales se encuentran asociados a individuos subadultos.

En este contexto se propone que las piezas halladas en el entierro Heupel y sus técnicas de elaboración podrían haber sido elaboradas localmente debido a diversos motivos. Por un lado, hemos determinado a partir de las técnicas LIBS y EDAX, que las placas arqueológicas son de cobre de muy alta pureza y que su composición coincide totalmente con la del cobre nativo. Dado que la datación radiocarbónica del entierro arrojó una edad de 730 ± 60 años AP (1228-1396 años cal. AC), este hecho descartaría la posibilidad de la introducción del metal a partir de la llegada de los europeos.

Por otro lado, se identificó un afloramiento de cobre nativo ubicado aproximadamente a 60 km del enterratorio, en el Bajo Oriental. Esta distancia se encuentra dentro de los rangos de movilidad conocidos para los grupos cazadores-recolectores (Binford 1980), por lo que el material primario pudo ser de ese origen. Esto no significa que las placas del entierro Heupel hayan sido confeccionadas con cobre procedente de esta fuente, ya que puede haber otros afloramientos similares en la región. Lo que si pone de manifiesto es que no es necesario suponer que el material primario haya tenido que ser importado de lugares alejados al ámbito de movilidad de los grupos que habitaban esta región. Otro elemento a tener en cuenta es que la poca cantidad de material utilizado para confeccionar las piezas (38 g en total para las cuatro placas), no requiere una minería a gran escala, sino que implicaría un trabajo más bien artesanal. Esto refuerza la idea de que hubieran bastado pequeños afloramientos de cobre, no necesariamente yacimientos, para la provisión de material. En este aspecto es importante mencionar que la información disponible sobre posibles fuentes de cobre en Patagonia está circunscripta casi exclusivamente a lugares de interés por sus posibilidades de extracción en gran escala para la industria moderna. No existen registros de afloramientos de pequeña escala que podrían haber sido empleados por los grupos cazadores-recolectores.

Finalmente, el estudio experimental del proceso de elaboración que hemos desarrollado en este trabajo nos permite inferir que las técnicas necesarias para la elaboración de las placas son sencillas y no requieren ni una compleja metalurgia, ni conocimientos altamente especializados para su fabricación. Las placas son fácilmente reproducibles con herramientas simples, accesibles en la Patagonia (roca rodada, hueso, cuero y madera). Las temperaturas empleadas para el recocido (ca. 500º) se pueden lograr sin mayor complejidad a partir de recursos vegetales locales tales como el algarrobillo (Prosopis sp.), calafate (Berberis sp.) o molle (Schinus sp.) (Frank 2011; Ciampagna y Capparelli 2013).

CONSIDERACIONES FINALES

La escasa presencia de metales de probable manufactura local en Patagonia centro-meridional puede atribuirse, por un lado, al estado de las investigaciones y también a las escasas evidencias que dejaría en el registro arqueológico una producción metalúrgica de pequeña escala (González 2004).

Los contextos de entierro de INTA-Trelew, Heupel y los hallados en el Lago Salitroso presentan similitudes en sus dataciones radiocarbónicas. Además, los entierros del Lago Salitroso y Heupel, corresponden a estructuras mortuorias de tipo chenque. Las placas de Heupel presentan similitudes morfológicas con los artefactos metálicos encontrados en los otros dos sitios mencionados. En todos los casos se trata de láminas o placas, que podrían haberse elaborado con técnicas artesanales similares a la desarrollada en este trabajo, no requiriéndose una metalurgia por fundición.

También cabe resaltar que existe una gran similitud morfológica y en la decoración entre la placa del entierro SAC 1-6, procedente de la cuenca del Lago Salitroso y las analizadas en este trabajo. Teniendo en cuenta que ambos entierros múltiples corresponden a chenques, con cronologías similares y metales asociados a individuos subadultos, todo esto nos permitiría trazar un vínculo entre estos dos espacios de la Patagonia durante el Holoceno Tardío Final.

Como ya se mencionó, en todos los casos registrados, los objetos metálicos se encuentran asociados a individuos subadultos (Salceda et al. 1999-2001; Gómez Otero 2006; Cassiodoro y García Guraieb 2009). Por lo tanto, la presencia de objetos de cobre exclusivamente en entierros de individuos subadultos, y no registrados en otros tipos de contextos arqueológicos, permitiría inferir que estos artefactos poseían un significado ceremonial o simbólico posiblemente asociado a los rituales mortuorios de los individuos juveniles. Esta interpretación se encuentra apoyada en una crónica realizada por Antonio de Viedma, a fines del siglo XVIII, quien escribe, tras su paso por la costa patagónica, acerca de los pueblos que allí habitaban: “Creen en la transmigración del alma, y que las de los que mueren pasan a los que nacen en la familia, en esta forma; el que muere viejo transmigra el alma sin detención, y por eso no se le llora ni hacen sentimiento, porque dicen va aquella alma a mejorar de puesto; pero la del que muere joven o robusto, queda detenida debajo de tierra, sin destino hasta que se cumple el tiempo que le faltaba para ser viejo, que entonces pasa al primero que nace, y por esta detención, en que juzgan está comprimida, y violenta, le hacen todos los sacrificios al ídolo; para que le dé algún desahogo, ínterin llega el tiempo decretado” (Viedma 1969:11).

Artefactos metálicos como los aquí descriptos no han sido hallados hasta el momento en contextos no mortuorios de Patagonia centro-meridional. Este hecho indicaría que su único propósito habría sido el de acompañar a los individuos inhumados, hasta el momento sólo jóvenes y niños, en los enterratorios.

 

NOTAS

1.La calibración de éste fechado radiocarbónico, así como los demás citados en este trabajo se realizó con el programa OxCal 4.2.2 (Bronk Ramsey y Lee 2013). La calibración se realizó en años AC, con dos desvíos estándar, empleando la curva de calibración para el Hemisferio Sur (SHCal13) de Hogg y coautores (2013).

AGRADECIMIENTOS

Al Lic. César Gribaudo del Museo Educativo Patagónico, por permitirnos el acceso a las placas de Heupel y al Dr. Luciano López del Instituto de Recursos Minerales (INREMI), Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y CONICET, por los comentarios y sugerencias realizadas durante las tareas de investigación. Este trabajo se enmarca dentro de los siguientes proyectos: “Estudios arqueológicos regionales para definir la amplitud de los rangos de acción de grupos cazadores-recolectores en la Costa Norte de Santa Cruz (N594)”, dirigido por la Dra. A. Castro, financiado por PIP CONICET 0721 y el Proyecto I199 de la Facultad de Ingeniería de la UNLP. Finalmente, a los dos evaluadores anónimos y a los editores por sus sugerencias y correcciones que ayudaron a mejorar el artículo.

 

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ARTÍCULO

Memorias de la represión en los muros. La base militar de Santa Lucía. Dpto. Monteros, Tucumán (1975-1982)

The memories of represion in the walls. The Santa Lucía military base. Dpto. Monteros, Tucumán 1975-1982)

 

Constanza Cattaneo*

*Laboratorio de Investigaciones del Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán (LIGIAAT)- Universidad Nacional de Tucumán, CONICET. E-mail:cattaneoconstanza@gmail.com

Recibido: abril de 2015
Aceptado: diciembre de 2015.

 


RESUMEN

En el presente trabajo se expone el análisis de marcas, pintadas y graffitis realizados sobre los muros de "La Base" de Santa Lucía - departamento Monteros, Tucumán- entre 1975 y 1982. El registro y relevamiento se reforzó con el análisis de las entrevistas realizadas a los protagonistas de la historia. La interpretación de estas manifestaciones murarias nos permitió comprender cuál fue el uso de este espacio, la cronología y la acción comunicativa de cada marca. Éstas se adscriben al período de funcionamiento de "La Base" como Centro Clandestino de Detención. Pudimos constatar la existencia de marcas sobre los muros realizadas por conscriptos desde el inicio del Operativo Independencia- febrero de 1975- y durante la última dictadura cívico-militar. La lectura de estos graffitis habilita el proceso de reconstrucción histórica de "La Base" y nos acerca al pasado traumático; tanto las instalaciones como las marcas se configuran en relictos del pasado que son resignificados a través del tiempo, transformándose en vehículos hacia él.

Palabras Clave: Centros Clandestinos de Detención; graffitis; Pintadas; Re significación.

ABSTRACT

In this paper we expose the analysis of marks, paintings, and graffitis done over the walls "La Base" from Santa Lucía -Monteros, Tucumán- between 1975 and 1982. The work of archaeological survey and register was reinforced by the interviews with the people that were frontline players in history. The interpretations of these murals manifestations will allow us to comprehend the intended use of this space, its chronology, and the communicational action of each marks.The marks that we are referring to belong to the moments in which "La Base" was functioning as a Clandestine Detention Center. We were able to identify the existence of marks in the walls that were made by conscripts since the beginning of the Operativo Independencia -February, 1975- and during last civic-military dictatorship. The reading of the graffiti enables the historic reconstruction process of "La Base" and helps us getting closer to this traumatic past; both the constructions and the marks are transformed in remnants of a past which in turn are re-signified through time, becoming vehicles into it.

Key words:Clandestine Detention Center; Graffitis; Paintings; Resignified.


 

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo forma parte de la tesina de grado presentada a la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo- Universidad Nacional de Tucumán (Cattaneo 2014). Éste se enmarca dentro de los trabajos arqueológicos que tienen como objetivo principal contribuir al estudio de nuestro pasado contemporáneo (Leiton 2009; Harrison y Schofield 2010). Desde la arqueología histórica, concebida como un campo multidisciplinar (Orser y Fagan 1995; Orser 1996) es posible aportar a la profundización de esta problemática con todo el potencial que nos brindan sus herramientas teórico metodológicas. La integración de distintas fuentes de información, tanto arqueológicas como documentales, junto con la memoria oral nos permitirá ampliar la visión sobre las estrategias de ocupación espacial llevadas a cabo por las fuerzas represivas del Estado desde el inicio del Operativo Independencia hasta la finalización de la dictadura (1975-1983).

En la provincia de Tucumán, las fuerzas represivas conformaron una serie de Centros Clandestinos de Detención de Tortura y Exterminio (CCDTyE) en diferentes edificios y predios vinculados a la industria azucarera. Las instalaciones de ingenios y ex ingenios fueron utilizados para el emplazamiento de éstos, como es el caso del ex ingenio Nueva Baviera, en las inmediaciones de Famaillá, el ex ingenio Lules y los conventillos del Ingenio La Fronterita, entre otros. En este trabajo vamos a abordar uno de ellos, denominado La Base, emplazado en antiguas instalaciones del Ingenio Santa Lucía.

El sitio se ubica en la zona sur de la provincia de Tucumán, en el departamento de Monteros, comuna rural de Santa Lucía. A partir de febrero de 1975, con el inicio del Operativo Independencia, se implantó en la zona una base militar en las instalaciones donde anteriormente (hasta agosto de 1968) funcionó el ingenio Santa Lucía.

Los espacios relevados consistieron en seis edificios: tres de ellos funcionan actualmente como comedores populares; en los tres restantes se encuentran la biblioteca del pueblo, una escuela para adultos y una vivienda. Nos enfocaremos en tres estructuras que presentaron una serie de marcas, graffitis y pintadas: el comedor Juan Pablo II (TUC-SL2) -espacio en el cual existió un sótano utilizado como espacio de reclusión de los detenidos desaparecidos-, la Escuela Fray Luis Beltrán C.E.C. Nº85 (TUC-SL3), y la vivienda con galería (TUC-SL1) (Figura 1).


Figura 1. Fotografía sacada desde el aire en 1955: 1) la vivienda con galería (TUC-SL1), 2) Depósito de azúcar (TUC-SL2); 3) y 5) ex casa del administrador (TUC-SL3, TUC-SL4 y TUC-SL5), 6) el "Escritorio" (TUC-SL6). Extraída de Mercado (2007).

Mediante el análisis de estas marcas en los muros, sumado al trabajo con las fuentes orales y documentales, se busca avanzar en el análisis de las características del espacio y su uso durante el funcionamiento como CCDTyE y después de la retirada de los militares. Queremos profundizar en la comprensión de cómo se marcó y resignificó dicho espacio tras su utilización como CCDTyE y la visión que de éste tienen actualmente los pobladores.

 

ANTECEDENTES

En las últimas décadas se han realizado numerosos trabajos que estudian la temática del conflicto dentro de la arqueología histórica (Quesada Sanz 2008; Perring y Van del Linde 2009; González Ruibal 2010).

Es en este marco que en América Latina vienen desarrollándose una serie de trabajos que vinculan a la Arqueología del pasado contemporáneo, con lo que se denominó Arqueología de la represión (López Mazz 2006; Zarankin y Salerno 2008). En los últimos años se han ampliado los estudios sobre terrorismo de estado, compartiendo una base de compromiso político social con la búsqueda de la verdad pero abordando diferentes temáticas y objetivos específicos. Zarankin y Salerno (2008) dividen cinco áreas temáticas principales en las cuales se desarrollan estos trabajos: 1) reflexiones teóricas sobre la arqueología, la memoria y los usos del pasado; 2) la recuperación e identificación de restos de personas asesinadas; 3) el análisis de los objetos asociados a la represión; 4) el estudio de casos representativos; 5) el estudio de los centros clandestinos de detención.

A partir de la década del 80, con los trabajos iniciales del Equipo Argentino de Antropología Forense y profundizándose a partir del 2001, la disciplina se convertiría en una herramienta para la reflexión social sobre aquellos espacios que habían sido funcionales a la aplicación sistemática del terrorismo de estado (Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología Tucumán G.I.A.A.T. 2003, Diana et al. 2008). Así, surgieron diversos trabajos relacionados a lugares donde funcionaron Centros Clandestinos de Detención y otros espacios relacionados con la desaparición de personas. Aquellos proyectos que surgieron en la provincia de Buenos Aires fueron en los CCDTyE "Club Atlético", el ex. "R.I.B.A", la E.S.M.A, el "Olimpo" y "Mansión Seré"; para el caso de la provincia de Rosario, los CCDTyE "El Pozo"; en Córdoba, el "D2" y en la provincia de Tucumán, el "Arsenal Miguel de Azcuénaga" y el "Pozo de Vargas", entre otros (Gómez Sánchez y Neder 2013).

En el marco de los trabajos en los CCDTyE, se empezó a analizar y reflexionar en torno a las inscripciones y graffitis encontrados en los muros de estos espacios. Dos ejemplos de este tipo de estudios lo constituyen, por un lado, el análisis realizado en Mansión Seré por Doval y Giorno (2010); y por otro lado, los trabajos llevados a cabo en el "Pozo" de Rosario por el Equipo de Investigación por la Memoria Político Cultural (Bianchi 2008).

EL SITIO "LA BASE": UN SIGLO DE HISTORIA

El sitio La Base se ubica en la zona sur de la provincia de Tucumán, en el departamento de Monteros en la comuna rural de Santa Lucía. Este se emplaza en una serie de instalaciones que anteriormente fueron parte del Ingenio Santa Lucía.

La historia del sitio se remonta a la fundación del ingenio Santa Lucía, el 7 de noviembre de 1882 por José Federico Moreno, Gerardo Constanti y Felix Aguinaga. Tras la muerte de Constanti en 1884 y la crisis azucarera de fines del siglo XIX, F. Aguinaga vende su parte a F. Moreno, quien queda como único dueño hasta que en 1907 el ingenio es rematado. Éste fue comprado por un grupo de empresarios vinculados a la industria azucarera, quienes conformarían luego la "Compañía Azucarera Santa Lucía" (Mercado 2003).

Es a partir de que la compañía toma posesión del ingenio que comienzan a realizarse una serie de modificaciones en el poblado y el ingenio. Entre ellas, se instala la línea férrea que une Acheral con Santa Lucía, el correo, la escuela Benjamín Zorrilla, el club social, el hospital y la iglesia de Santa Lucía (Mercado 2003).

A mediados de la década de 1960, la situación se torna conflictiva en el ingenio y entre los años 1962 y 1964 se sucederán una serie de suspensiones y despidos de personal, además de conflictos en torno al atraso de los salarios. Los despidos fueron en aumento y la situación se volvió más crítica iniciándose huelgas con movilización frente a las oficinas del ingenio. Los reclamos no sólo eran por la reincorporación de los trabajadores despedidos, sino por el retaceo de las horas extras, por el retraso de los pagos y por la defensa de las conquistas laborales (Mercado 2007).

Tras el decreto del gobierno dictatorial de Onganía Nº 16.926/66, por el cual se anuncia el cierre de los ingenios, entre ellos el ingenio Santa Lucía, se suceden una serie de manifestaciones de resistencia. Es en una de ellas, el 12 de enero de 1967, que es asesinada Hilda Guerrero de Molina, esposa de un trabajador despedido. Dicha muerte constituyó un hecho de importancia para el pueblo, ya que ella era la representación de la lucha en contra del cierre, no sólo del ingenio Santa Lucía, sino del conjunto de los ingenios (Pucci 2009).

Sin embargo, a pesar de la resistencia encabezada por los trabajadores y sus familias, el ingenio cierra sus puertas en agosto de 1968. Esto trajo aparejado el éxodo masivo de pobladores en busca de trabajo en los principales cordones industriales de Rosario, Córdoba y Buenos Aires; mientras que aquellos que se quedaron permanecieron bajo un régimen de vida impuesto por el cierre, en base a diferentes trabajos temporarios y algunos siendo incluidos dentro del "Operativo Tucumán" (Mercado 2007; Pucci 2009).

Tras el cierre del ingenio a finales de los sesenta y comienzo de los setenta, se produce la incursión en el pueblo de Santa Lucía de militantes de organizaciones de izquierda, principalmente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Tras muchos años de incursiones en el monte y discusiones al interior del PRT, en 1974 se conformará la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, en honor al "Zurdo", un trabajador temporario del campo oriundo de la zona, quien había sido asesinado a manos de la policía en 1972. La instalación de los campamentos se realizó en las cercanías de la zona de Acheral y Santa Lucía (Santucho 2010).

Como preámbulo de lo que sucedería después del 24 de marzo de 1976, mediante el decreto nacional Nº 265 de febrero de 1975, se da inicio al llamado "Operativo Independencia". Esto marcaría un punto de inflexión en la vida de los pobladores de Santa Lucía con la instauración del CCDTyE "La Base" en las instalaciones del antiguo ingenio. Cientos de militares copan el pueblo y se da inicio a un período marcado por los atropellos, el terror, y la ignominia. Cientos de pobladores son secuestrados y torturados en este centro clandestino de detención (muchos nunca efectuaron las denuncias), y una treintena de ellos se encuentran aún hoy en condición de detenidos-desaparecidos (Mercado 2005).

MATERIALES Y MÉTODOS

Para el relevamiento y análisis de las marcas, graffitis y pintadas llevadas a cabo en "La Base" de Santa Lucía se utilizaron tres fuentes principales: la evidencia material, las fuentes documentales y los testimonios de pobladores y ex detenidos de Santa Lucía. Por un lado, el tipo de actividades que se llevaron a cabo en este espacio nos permite acceder a las lógicas de funcionamiento que buscaron implementar los militares. Por otro lado, la forma de vinculación que los individuos establecieron con este espacio nos permite aproximarnos a la forma en que lo resignificaron durante el uso como CCD.

La realización de los graffitis como un modo de expresión que realiza inscripciones en superficies que no han sido pensadas con ese fin pero que posee una acción comunicativa, nos habilita a adentrarnos en la subjetividad de aquellos que transitaron por este espacio y los significados en torno a éste (Mendoza Lizcano 2013). Facilitan el conocimiento del modo en que se construyó la memoria individual y su sentido identitario de acuerdo a las vivencias que ligan a los diferentes individuos en torno a este espacio. Y se convierten en un elemento fundamental para adentrarnos en la historia de las representaciones vinculadas al CCD en particular.

El análisis de las marcas, graffitis y pintadas comprendió una primera instancia en la que se realizó la identificación y registro fotográfico de las diferentes marcas observadas, para poder ir desentramando la urdimbre de grafías y símbolos que se encontraban trazadas en los muros (Navarrete y López 2006).

Dividimos las muestras en tres tipos de marcas halladas: saltaduras de revoque y pintura en forma circular asociadas a impactos de proyectil encontradas en los muros del comedor Juan Pablo II (TUC-SL 2) y la escuela de adultos (TUC-SL3), una pintada realizada en ésta última y una serie de graffitis realizados en la vivienda con galería (TUC-SL1). Luego, se procedió a la sistematización de las observaciones, a fin de aportar una primera instancia de ordenamiento e interpretación de los graffitis. Se realizó una selección de los mismos por el estado de conservación que presentaban y según la posibilidad de legibilidad; aquellas marcas muy borrosas o fragmentadas no fueron incluidas en el presente trabajo. Se continuó luego con el llenado de la ficha generada para el relevo de pintadas y graffitis que abarca el registro y análisis de las dimensiones, la descripción, formas de confección, relación texto-espacio y los temas de los mismos. Una vez relevados los datos se los clasificó por temas, utilizando una categorización similar a la usada por Navarrete y López (2006): ideológico-político; nombres-apodos; números; amorosos y dibujos.

El trabajo de fuentes documentales se centró en el análisis de los relatos testimoniales recabados en el Informe de Comisión Bicameral1 y en el Nunca Más (CONADEP 1985). La metodología para las entrevistas a pobladores y ex detenidos desaparecidos consistió en una guía de preguntas semi-estructurada, que permitió ordenar la entrevista sin interferir en el modo en el que el relato es evocado y en la espontaneidad del entrevistado (Guber 1991).

RESULTADOS

Marcas asociadas a impactos de proyectil

Durante el relevamiento encontramos una serie de marcas de saltaduras de revoque y pinturas de formas circulares u ovaladas. Éstas son de dimensiones variables, no superando los 8 cm de diámetro y la profundidad de intrusión es de apenas 2 a 3 cm. Se encuentran diseminadas en los muros externos de la parte frontal del comedor Juan Pablo II (TUC-SL 2) (Figura 2) y en algunos de los muros de un patio interior de la escuela de adultos Fray Luis Beltrán (TUC- SL 3). Tanto en el comedor como en la escuela de adultos estas marcas se encuentran a una altura de 1,50 m en el muro, altura promedio del tórax de una persona.


Figura 2. En esta figura se señala la erosión particular localizada en el Frente exterior de la estructura TUC-SL2.

En el caso del comedor, las marcas se encuentran en una extensión regular a lo largo del muro, vinculada a un tipo de erosión particular asociada a la ráfaga de proyectiles (Figura 2), como consta en estudios realizados en Granada, España, en sitios de la Guerra Civil Española (Barrera Maturana 2010, 2011a, 2011b). Según Álvarez Martínez (2010), sus formas, pese a que son variables, poseen rasgos específicos en donde se pueden apreciar dos tipos principales: uno circular, que nos marca un impacto directo que sigue una trayectoria perpendicular al lienzo, y el otro, con una sección longitudinal, que es producto del rebote del proyectil.

En este sitio en particular es llamativa la ubicación de algunas de estas marcas, sumado al hecho que las fuentes testimoniales mencionan que se escuchaban ruidos de ametralladoras provenientes de "La Base", por lo cual sugerimos a modo de hipótesis que estas son producto del impacto de proyectiles. Sin embargo, consideramos que para poder realizar esta determinación es necesario abordar otras técnicas de análisis, como el análisis de residuos metálicos, que permitan determinar el origen certero de estas marcas.

Pintadas

Durante el relevamiento efectuado pudimos individualizar una pintada en el frente exterior de la escuela de adultos Fray Luis Beltrán (TUC-SL3). Ésta se encontró bajo el descascaramiento de la pintura actual donde se puede leer "FT. Subte Berdina"2 y se encuentra realizada en letras de molde bien marcadas en pintura de color azul oscuro (Figura 3).


Figura 3. Detalle pintura en TUC-SL3.

Una mención sobre la existencia de dicha inscripción, así como de otras pintadas en el frente de las otras instalaciones utilizadas por los militares, la encontramos en el Informe de Comisión Bicameral, en una visita realizada al CCD con el testigo Enrique Godoy. En la época en que se efectuó esta visita, el año 1985, estas instalaciones aún no se encontraban en uso y no habían sufrido ninguna modificación, por lo cual las marcas en el frente se encontraban visibles y a la vista del testimoniante:

"Saliendo nuevamente al exterior de la construcción se observan las siguientes leyendas e inscripciones: R.M.T. 28. Rodillas negras "murieron por la patria Rodolfo Hernan Berliba, Ismael Maldonado, Freddy Ordoñez". "Misión cumplida" RIM 20 GAN 5 ZO "S" (sobre un mapa de Tucumán) FT Capitán Cáceres- Murieron por la patria y nombres de soldados y fechas que van desde el 14/7/75 al 14/4/76" "Tucumán Tartagal BRIV RI 19 RIMTE 28: FT Subte. Berdina - RIM 20 SAM r BRI IV FT Capitán Cáceres". Sobre el frente de acceso al galpón la siguiente leyenda (.) "Tucumán cuna de la independencia, sepulcro de la Subversión". (Testimonio Enrique Godoy ex detenido que realiza una visita en el marco de la denuncias tomadas por la Comisión Bicameral 1991 pp: 116-117).

En este testimonio también se hace mención a algunos de los graffitis encontrados en la vivienda con galería (TUC-SL1) que describiremos a continuación.

Graffitis

En la pared interna de la galería y en porciones de los arcos y aberturas de la estructura (TUC- SL1) se han detectado una serie de graffitis de los cuales algunos pueden llegar a analizarse e interpretar su contenido, mientras que otros se conservan como pequeños surcos trazados en los muros, por lo cual se realizó una selección de los mismos. Se individualizaron un total de 36 graffitis quedando excluidos aquellos que se conservaban como marcas ilegibles.

Las técnicas utilizadas para confeccionar estos graffitis son diferentes a las usadas en otros contextos. La mayor parte de las inscripciones están realizadas por esgrafiado (raspando la pared), presentándose en un 84% de los graffitis relevados. Otros de los elementos utilizados fue el trazo de carbón en un 8% y el raspado de madera de las puertas en un 8%, y en ninguno de los casos observamos el uso de pintura en aerosol o algún tipo de pintura. La utilización de estas técnicas da cuenta de una estrategia oportunística/expeditiva (Doval y Giorno 2011) vinculada al aprovechamiento del material y las posibilidades de accesibilidad en este sitio y en el momento en que se efectuaron. Según los relatos testimoniales, este espacio es donde los conscriptos realizaban guardia vigilando el ingreso a "La Base". El uso de este tipo de técnica refiere a que estas marcas se desarrollaron sin ninguna planificación previa, lo que llevó a que los conscriptos utilizaran los elementos que estuvieran a su alcance. En el total de los graffitis relevados encontramos diferentes conjuntos temáticos, resaltando el conjunto temático de "nombre-apodos" con un 71%, los amorosos presentes en un 11%, un 8% ideológicos-políticos, y en un 5% los números y dibujos (Tabla 1).

Tabla 1. Totalidad de los graffitis relevados.


Dentro de los nombres y apodos se encontraron una serie de graffitis que contenían la fecha en que se realizaron (Figura 4); otros manifestaban la clase del conscripto que los efectuó, lo cual otorga una cronología relativa del tiempo en que fueron realizados debido a que los conscriptos ingresaban a la edad de 17 años. Es a partir de estas fechas que establecimos una cronología que nos provee un rango mínimo de tiempo en que los militares estuvieron instalados en este espacio: desde marzo de 1978 hasta marzo de 1981.


Figura 4. Detalle graffiti N°26 "vino sirvió y se fue Valdy Ledesma 2 3 81 Juj".

Resulta llamativo que la mayoría de los graffitis se ubiquen en una fecha tardía como el año 1978, dado que la ocupación de este espacio por los militares, según la información provista por los testimoniales y archivos periodísticos, se efectuó a partir de febrero de 1975. ¿Qué prácticas diferenciales se efectuaron en estos años que hizo que recién a partir del año 1978 se llevaran a cabo con más frecuencia estas marcas?

Otro de los temas plasmados fue el amor, en especifico la referencia al vínculo amoroso establecido por los conscriptos. Estos vínculos pueden referirse ya sea a nexos con mujeres en sus provincias de origen, o también, como refieren algunos relatos de pobladores, al vínculo que se estableció en numerosos casos con mujeres de Santa Lucía y sus alrededores:

"Algunas mujeres que se habían puesto de novias con algunos militares y que se hacían ilusiones que se iban a casar, otras han tenido historias amorosas, les ponían los cuernos al marido. Los militares han dejado aquí muchas novias plantadas. Los trasladaban y listo" (Testimonio de "Hugo", en Mercado 2005: 386)

Entre estos temas se encuentra también la mención, como sentido de pertenencia, al regimiento del cual formaban parte, a qué compañía dentro del regimiento y la provincia de origen. Dentro de éstos, dos graffitis resaltan, uno por estar acompañado con un dibujo esquemático de la provincia de Salta- lugar de donde provenía el regimiento -, y otro por presentar con detalle el nombre y domicilio del conscripto que realizó el graffiti. La mención al lugar de origen se asocia al recuerdo que establecieron los conscriptos con ese lugar; representa un vínculo con ese espacio, su red de sociabilidad más próxima y el dejar una marca que simbolice aquel lugar de donde partieron. Es de remarcar que en su "Diario de Campaña", Acdel Vilas (1977) consigna cómo estaban compuestas las diferentes unidades que conformaron el llamado "Operativo Independencia" (Compañía de Infantería del Regimiento Nº 19 de la Infantería de Tucumán y una Compañía del Regimiento Nº 28 de Infantería de Monte de Tartagal, Salta). La alocución a algunos de estos regimientos pudo identificarse en los graffitis.

Llaman la atención tres graffitis en particular: uno donde puede leerse "Guevara Che", un dibujo de torre similar a una torre de ajedrez (Figura 5) y un dibujo de un perro (Figura 6). El graffiti que contiene la leyenda de "Guevara Che" tiene una dimensión de 40 cm de largo por 20 cm de ancho y está realizado por raspado; es notorio debido a la vinculación política con el personaje rememorado. Ernesto "Che" Guevara constituye un ícono de la lucha revolucionaria, no sólo en Argentina, sino a nivel mundial. La presencia de éste está dotada de un poder simbólico, de un discurso que transgrede el contexto donde el conjunto de los graffitis remiten a su uso por parte de los conscriptos del Ejército, discusión que retomaremos más adelante. La figura de la torre de Ajedrez, de unos 35 cm de ancho por 38 cm de alto, se encuentra acompañada de la leyenda "B Ing Com". Este tipo de símbolos es utilizado para identificar a la división de Ingeniería e Infraestructura del Ejército, tanto en Argentina como en otros países del mundo, y suele hallarse en escudos y logos de esta división. En España, se encontraron una serie de graffitis con este ícono característico de la división de Ingenieros del Ejército en trincheras efectuadas por el Ejército Franquista durante la Guerra Civil Española en La Nava (Moreno García 2012).


Figura 5. Detalle graffiti N° 11 "B ing com"

La figura del perro de 35 cm de largo por 20 cm de ancho, realizada mediante esgrafiado, llama considerablemente la atención por las características del mismo. En ésta, el perro se encuentra en actitud desafiante con los dientes marcados, en clara posición de ataque y las características morfológicas denotan un perro de considerable tamaño.


Figura 6. Detalle graffiti N° 5

¿Por qué se realizó este dibujo en este espacio? ¿Qué representa el perro para quienes llevaron a cabo estos graffitis? Que esta figura se presente en este espacio donde funcionó un CCD es notable, ya que en todo el noroeste de Argentina, y en especial en zonas rurales vinculadas a la explotación azucarera, los perros de gran tamaño y cierta morfología se asocian al "Perro Familiar". Dice el mito del "Perro Familiar" que tras un pacto con el patrón del ingenio, el diablo se "llevaba" o "desaparecía" a aquellos trabajadores más revoltosos (Colombres y Scafati 2008). Es notable también que algunos pobladores del sur de la provincia de Tucumán aún asocian la desaparición forzada de personas con el "Perro Familiar" (Giusta y Cattaneo 2009).

DISCUSIÓN

Pudimos determinar, a partir del análisis, la superposición de numerosas marcas, lo cual muestra la intensidad y redundancia en el uso de este espacio entre 1975 y 1982. Con respecto a los graffitis, ¿Por qué se llevaron a cabo en este espacio y no en otra de las zonas ocupadas por los militares? Esto puede vincularse con las tareas que en este espacio particular llevaban a cabo los conscriptos lejos de la mirada de sus superiores.

Remarcamos anteriormente lo notorio de la temporalidad que expresan dichos graffitis, los cuales serían tardíos (confeccionados desde el año 1978). ¿Por qué esta cronología? Asociamos estas conductas a que las prácticas represivas fueron diferentes desde el inicio del "Operativo Indepedencia" hasta la finalización de la dictadura. A partir del trabajo con los listados de CONADEP (1985) observamos que hubo un mayor número de detenciones y secuestros desde iniciado el Operativo hasta el año 1978, y desde entonces su relativa disminución. Nos parece un dato remarcable que a partir del año 1978 sea el inicio de la práctica más recurrente de realizar graffitis, lo cual puede interpretarse en función de un mayor tiempo de "recreación" para los conscriptos o menor exigencia por parte de los superiores, que les permitía efectuar la práctica de escribir en las paredes más cotidianamente, entre otras distracciones.

Volviendo sobre uno de los graffitis, la figura del perro, nos remonta al mito del "Perro Familiar" muy difundido en las zonas de los ingenios azucareros. Este mito fue usado durante décadas previas a la dictadura en los ingenios argentinos para coaccionar a los trabajadores y se atribuye al dueño del ingenio Santa Ana, Clodomiro Hileret, el haber sido el primero en conseguir su propio "Perro Familiar" (Colombres y Scafati 2008). El mito relata también que los dueños de los ingenios mantenían a estos demonios escondidos en el sótano - del ingenio o la propia casa del dueño- o la chimenea y llama la atención, ya que se trata de lugares seleccionados dentro de los ingenios azucareros para la instalación de los Centros Clandestinos de Detención, relación que sostengo, no sería casual.

La lectura de estos graffitis nos habilita al inicio de una reconstrucción histórica de lo acontecido en este lugar y nos acerca a este pasado traumático. Tanto las instalaciones como estas imágenes se configuran en huellas del pasado que son resignificadas a través del tiempo por cada persona. Cuando nos encontramos frente a estas manifestaciones, entendemos que las mismas tienen diversas connotaciones que dependen de los sujetos que están en frente de ellas. La mirada desencadena de esta forma una interpretación diferente porque, ante la imagen, cada sujeto reactiva una historia, una memoria. Analizar estas producciones escritas en el interior de un centro de reclusión es una tarea compleja, por la dificultad que supone reconstruir la situación inmediata que rodeo la acción comunicativa de dichas marcas. Estos muros tienen una contradicción: cuando fueron escritos formaban parte de un espacio de reclusión donde el resto de la población no ingresaba, por lo cual su sentido no era la exposición pública. Con su nuevo carácter público se reconfigura el sentido de los mismos.

Estos graffitis no solo evocan a cuestiones amorosas o vínculos con el lugar, que fueron algunas de las significaciones que los conscriptos quisieron plasmar en las mismas, sino más allá de la función comunicativa presente en estos casos su realización implicó una modificación del paisaje, la reutilización de este espacio y la apropiación del mismo con diferentes intereses yuxtapuestos. Así, estas marcas se convierten en un testimonio más de la historia del pueblo de Santa Lucía.

REFLEXIÓN FINAL

Todo lo aquí expuesto es un intento de poner en evidencia algunas de las características de la represión en nuestra provincia. Sin embargo, son muchas aún las preguntas que quedan por resolver y más aún las dificultades con las que uno se topa a la hora de abordar esta temática. A pesar de esto, vemos la necesidad de profundizar aun más en el significado de estos espacios y ver cómo son reconfigurados día a día; cómo se inscriben en los escenarios de disputa por la memoria. Desde esta perspectiva, consideramos que es una tarea fundamental el análisis de las marcas de la barbarie y la derrota, que continúan operando y que se expresan en muchos de los relatos.

 

NOTAS

1. Una vez reestablecida la democracia en el año 1983, el gobierno de la provincia de Tucumán, a diferencia del gobierno nacional que conformó la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP), encargó al parlamento provincial la formación de una comisión investigadora con representantes de las dos cámaras. A partir de la Ley Provincial Nº 5.599, la comisión tuvo a cargo la recepción de las denuncias de las víctimas, la entrevista con los organismos de Derechos Humanos y el secuestro de archivos de las seccionales de la policía provincial, entre otras tareas. Para profundizar ver Kotler (2007).

2. Nombre de un soldado participante del Operativo Independencia, a quienes los militares exaltaron su figura como una víctima de la "guerra sucia" contra los subversivos. Mediante la Ley N° 4.530, el 16 de septiembre de 1976, durante el gobierno dictatorial de A. D. Bussi, se crea un pueblo con su nombre conjuntamente con otros tres pueblos, en el Dpto. de Monteros en las cercanías de la localidad de Santa Lucía.

AGRADECIMIENTOS

En primera instancia a los pobladores de Santa Lucía por abrirme sus puertas y por la predisposición a la hora de hablar de estas páginas oscuras de nuestra historia reciente. A la Dra. Lorena Cohen por su invaluable apoyo y dirección durante la realización de este trabajo. A mis compañeros del Laboratorio de investigaciones del Grupo interdisciplinario de Arqueología y Antropología Tucumán (LIGIAAT) por el apoyo brindado en estos años de trabajo. Por último a los evaluadores y el comité editorial de la revista, cuyas sugerencias y comentarios enriquecieron este trabajo. El contenido y las conclusiones a las que arribo en este trabajo son de mi entera responsabilidad.

 

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ARTÍCULO

Ocupaciones humanas y paleoambiente en la cuenca inferior del Río El Bolsón (Dpto. Belén, Catamarca). Una aproximación desde la geoarqueología

Human occupation and paleoenviroment in the lower basin of El Bolsón River (Dpto. Beléon, Catamarca). An approach from geoarchaeology

 

Ana Soledad Meléndez*

*Universidad Nacional de Catamarca (UNCA), Escuela de Arqueología. ANPCYT. E-mail:solemelendez@gmail.com

Recibido: abril de 2015
Aceptado: diciembre de 2015.

 


RESUMEN

El Valle de El Bolsón en la provincia de Catamarca tiene una larga historia de ocupación. Puntas de proyectil lanceoladas e incluso el hallazgo aislado de una punta cola de pescado, son evidencia de actividades por parte de grupos de cazadores-recolectores durante el Holoceno temprano y medio. Sin embargo, es claramente a partir del periodo Formativo (Iº milenio a.C.-d.C) que la ocupación del espacio se intensifica, generando fuertes transformaciones en el paisaje, con espacios de vivienda asociados a una variedad de emplazamientos de producción agrícola de ocupación continua y distribuidos en todo el Valle. En el siguiente trabajo presentamos los resultados de estudios geoarqueológicos llevados a cabo en la cuenca inferior del río el Bolsón, a partir de los cuales podemos dar cuenta de cómo los procesos geomorfológicos y ambientales, junto a la ocupación humana del valle han dado forma al paisaje que observamos hoy.

Palabras Clave: Geoarqueología; Geodinámica; Erosión; Acumulación; Ocupaciones prehispánicas.

ABSTRACT

The El Bolsón valley, in the province of Catamarca has a long history of human occupation. Almond-shape projectile points, and even the finding of a fish-tail projectile point, evidence the occurrence of hunter-gatherers activities during the early and middle Holocene. Nonetheless, it is clearly from the Formative period (1st millennium BC-AC) that the occupation of the space is intensified, and large transformations of the landscape are generated, living spaces being associated to a diversity of continuously occupied agricultural production facilities spread along the valley. In this paper, the results of geoarchaeological studies carried out in the lower basin of El Bolsón river are presented. From these studies, the way in which the landscape observed at the present time has been shaped by the geomorphologic and environmental processes, along with the human occupation of the valley, can be assessed.

Key words:Geoarchaeology; Geodynamics; Erosion; Accumulation; Prehispanic occupations.


 

INTRODUCCIÓN

En este trabajo presentamos los primeros resultados de las investigaciones geoarqueológicas llevadas a cabo cerca de la localidad de Villa Vil. El objetivo general es discutir la historia de formación del paisaje arqueológico en un sector particular del Valle de El Bolsón. Usamos para este fin un enfoque geoarqueológico buscando aportar al conocimiento de la historia ambiental del valle.

La geoarqueología como disciplina que combina conocimientos de las ciencias de la tierra y arqueología (Butzer 1982), ha tenido en los últimos años un gran crecimiento, proporcionando en nuestro país numerosos trabajos orientados tanto a dilucidar los procesos de formación de sitios (Lanzelotti 2008; Favier Dubois 2009), como así también comprender la evolución de los paisajes antes, durante y después del abandono de los sitios arqueológicos (Cortes 2010). En este caso, tomamos a la geoarqueología bajo la premisa de que el paisaje que observamos hoy, no es estático sino que se encuentra en constante transformación, siendo por lo tanto, resultado de una historia de formación factible de ser contada (Cortes 2010). Pensar e indagar en esa historia nos ayudará a interpretar de manera más clara al registro arqueológico con el que nos encontramos en la actualidad y relacionarlo con las diferentes formas en que éste se presenta en un mismo espacio. En este caso, el enfoque geoarqueológico nos permitirá conocer de qué manera los cambios ambientales han influido en la evolución de paisaje permitiéndonos evaluar qué procesos morfodinámicos se sucedieron en el valle de El Bolsón a partir del Holoceno.

El valle de El Bolsón, en el departamento Belén, provincia de Catamarca, se ubica en la transición entre dos grandes áreas geográficas y culturales, la puna y los valles y bolsones (Mapa 1). La geología del área puede ser representada en una columna estratigráfica potente, pero conformada por un reducido número de formaciones (Turner 1973). Sobre el basamento constituido por sedimentitas polimícticas metamorfizadas (Formación Loma Corral) e inyectadas (Formación Chango Real), apoyan discordantemente sedimentos continentales del Neógeno (Grupo El Bolsón) con acarreos del Cuaternario y una cobertura eólica del Holoceno tardío (Kulemeyer et al. 2013). Los depósitos más recientes, que se encuentran mayormente en el fondo del valle, incluyen acarreos fluviales constituyendo las terrazas fluviales, que serán consideradas en este trabajo.


Mapa 1. Ubicación de las terrazas de Villa Vil en el Valle de El Bolsón.

Las investigaciones arqueológicas en el valle, se iniciaron en 1990, centradas especialmente en el paisaje agrario dando cuenta de la larga historia de ocupación del área. Algunos hallazgos en superficie de puntas de proyectil lanceoladas e incluso el hallazgo aislado de una punta cola de pescado, son evidencia de actividades por parte de grupos de cazadores-recolectores durante el Holoceno temprano y medio. Recientes prospecciones que realizamos en las partes altas del valle (transición con la puna), arrojan nuevos resultados sobre actividades de cacería durante estos momentos en las cabeceras de los cursos de agua principales, por encima de 4000 msnm. Sin embargo, es claramente a partir del periodo Formativo (Iº milenio a.C. - d.C) que la ocupación del espacio se intensifica, generando fuertes transformaciones en el paisaje, con espacios de vivienda asociados a una variedad de emplazamientos de producción agrícola de ocupación continua como así también sitios residenciales y ocupaciones en abrigos rocosos en el sector central del valle. En la mayoría de los casos, no parece haber un cambio en la configuración del espacio durante el periodo Tardío (ca.1000-1470 d.C.). En ellos, no se observa una abrupta reestructuración del espacio, como señalan algunos modelos geopolíticos para el NOA, pero sí una ampliación de las zonas de cultivo y redundancia en la ocupación de algunos espacios, acompañada de presencia de material arqueológico asignable a este periodo (Korstanje 2005, 2007; Quiroga 2007a, 2007b; Quesada y Korstanje 2010; Puente 2012; Quesada y Maloberti 2015). Los estudios en el valle de El Bolsón hoy son encarados desde perspectivas de larga duración, pues la ocupación humana en definitiva abarca los distintos períodos históricos reconocidos hasta el momento en la arqueología del valle, desde los primeros agricultores formativos hasta la ocupación colonial y republicana (Quiroga 2002; Korstanje 2007).

Más recientemente, el registro arqueológico está siendo relacionado a variables ambientales locales a partir de trabajos interdisciplinarios. En este contexto y a partir del análisis de diferentes proxies (sedimentos, suelos, microroedores y polen), se determinó la existencia de importantes cambios en el ambiente durante el Holoceno tardío, entre los cuales se destacan evidencias de disturbio antrópico creciente por pastoreo y agricultura a partir del período Formativo (610 años cal DC) y agradación en el fondo de los valles, representados por un nivel de terraza del Holoceno tardío, con restos arqueológicos atribuidos a basureros fechados en 634 años cal DC (Lagunita Nacimientos, 26° 52' S 66° 43' O) y en 931 y 1214 años cal DC (Terraza Villa Vil, 27° 06' S 66° 49' O). Hay registro además de un periodo cálido y húmedo que habría durado hasta 1275 años DC cuando se inicia una etapa de aridez creciente, que continúa hasta llegar a las condiciones actuales. También se evidencian dos cambios relevantes en la morfodinámica del área; el sector norte del valle es invadido por dunas provenientes de la puna, que ahogan arroyos de los sectores de cabeceras y cubren parcialmente las laderas y algunos sitios arqueológicos; en tanto en el sector sur hacia 1300 - 1400 años DC, se inicia un ciclo de incisión que afecta a los sedimentos finos en los valles. Si bien existe hoy un conocimiento general y ciertas precisiones sobre la historia ambiental y sobre diferentes sitios arqueológicos a largo del valle, aún resta determinar de qué modo los procesos geoambientales mencionados afectaron la dinámica de ocupación del valle.

Con la intención de trabajar a escalas espacio/temporales más acotadas, que brinden información a nivel local y precisiones cronológicas, para profundizar en el conocimiento sobre las relaciones sociedad-ambiente se realizaron trabajos geoarqueológicos en el sector sur del valle de El Bolsón, más específicamente en terrazas fluviales próximas al pueblo de Villa Vil. Estos depósitos del Holoceno tardío, que pasaron a formar las terraza bajo estudio, constituyen una secuencia cronoestratigráfica en la que se integra importante información ambiental y cultural.

METODOLOGÍA

Las terrazas fluviales bajo estudio se extienden aproximadamente por más de 2 km, siguiendo el curso actual del río El Bolsón y alcanzan alturas de hasta 12 m por encima del mismo. El trabajo se centró en los últimos 300 m que conforman la terraza, próximos al pueblo de Villa Vil. Las actividades estuvieron dirigidas principalmente al relevamiento de información que permita ordenar los procesos morfodinámicos del área, en especial, los sucedidos durante los dos últimos milenios, momento para los cuales se conoce con mayor precisión la ocupación humana para otros sectores valle, tal como se reseñó brevemente más arriba. En primera instancia se realizaron prospecciones geoarqueológicas y el relevamiento de depósitos sedimentarios.

Para la prospección sistemática del área se definieron cuatro transectas sobre ambos márgenes del río El Bolsón, dos sobre el nivel de terraza actual en los márgenes este (A) y oeste del río El Bolsón (B) y dos sobre la superficie de las terrazas con perfiles expuestos (C y D). Como estrategia metodológica, las transectas que corrieron paralelas a los depósitos expuestos, no fueron lineales sino que siguieron la geoforma, cubriendo las partes altas y bajas de las terrazas para los diferentes casos, como así también se recorrieron las laderas de material neógeno (Terciario) sobre las que éstas apoyan, prestando especial atención a los eventos de depositación y erosión de los sedimentos holocenos en este sector del valle. El objetivo principal fue el de definir sectores donde apareciera integrada información geológica y arqueológica, para el posterior relevamiento de perfiles estratigráficos y toma de muestras sedimentarias.

Para el análisis de los depósitos sedimentarios se seleccionaron y relevaron en el campo mediante gráficos a mano alzada, fotografías y descripciones litológicas, siete perfiles expuestos por la erosión, ubicados sobre ambas márgenes del río El Bolsón, en cinco casos se registró la presencia de material arqueológico en estratigrafía. Estos depósitos arqueológicos fueron designados con los nombres de Villa Vil perfil 001 a 007 (VVP 001 a 007 en adelante). El principal objetivo de esta actividad fue establecer las relaciones estratigráficas entre estos y los depósitos sedimentarios relevados en otros sectores del valle. En todos los casos, independientemente de las observación estratigráfica in situ, se tomaron muestras sedimentarias desde la superficie de la terraza a la base expuesta de la misma, cada 10 cm de profundidad, con el fin de realizar sobre estos sedimentos análisis texturales, de materia orgánica, fechados radiocarbónicos y polen. Para la realización de los análisis texturales mencionados aquí, se tomaron 17 muestras del perfil VVP001 tomando como parámetro los cambios observados durante el relevamiento, sin sobrepasar intervalos de 45 cm. Los sedimentos fueron tamizados por vía húmeda (fracción arena) y por pipeteado (limo y arcilla). Las muestras fueron procesadas en el Laboratorio de Sedimentología del Centro Cultural y Museo Jorge Pasquini López de la provincia de Jujuy, siguiendo parámetros preestablecidos para este tipo de sedimentos.

Como se mencionó antes, cuatro de los seis perfiles relevados sobre la margen Oeste del río El Bolsón, presentaban material arqueológico en estratigrafía en un nivel sedimentario que puede seguirse con escasas interrupciones en toda el área trabajada, en todos los casos los niveles con evidencia de ocupación humana se encuentran entre 3 y 5 m por debajo de la superficie de la terraza, la presencia de material arqueológico no se observó sólo en los perfiles expuestos sino también en la superficie de las áreas circundantes a estos, motivo por el cual se evaluó que, dada la activa morfodinámica del área, no se puede subestimar la importancia que los procesos postdepositacionales pudieron tener en la conformación del registro arqueológico recuperado en las terrazas del Villa Vil. Particularmente, se planteó la necesidad de evaluar el grado en el cual los materiales arqueológicos recuperados en estas terrazas y su entorno han sido afectados por la acción de agentes naturales. En base a lo anterior se decidió realizar análisis sobre los conjuntos materiales recuperados (cerámicos: 402 fragmentos; líticos: 127 fragmentos y óseos: 23 fragmentos) para evaluar el grado de alteración y erosión presentes en ellos, buscando arrojar luz además, sobre los procesos que pudieron haber actuado en la formación de las terrazas de Villa Vil. Metodológicamente, se optó por un enfoque de tipo tafonómico. En primer lugar, se generó un protocolo de análisis tafonómico en base a la información existente acerca de la dinámica ambiental y los agentes tafonómicos potencialmente presentes en el área. Posteriormente, se partió de la observación de las terrazas, como geoforma dinámica, debido a que la erosión fluvial se mantiene activa, por la formación de cárcavas en los depósitos causadas por corrientes de agua que bajan de las laderas y erosionan los sedimentos en épocas de lluvia o de heladas. Se estableció un modelo de interpretación sobre la situación de los hallazgos en perfiles y en superficie. La dinámica climática y geomorfológica del área implican un alto potencial de acción de agentes tafonómicos como el viento y las lluvias, estos agentes habrían actuado sobre todos los materiales arqueológicos recuperados en las terrazas del Villa Vil (tanto en perfil como en superficie) desde el momento de su abandono y hasta el momento en que fueron cubiertos por la sedimentación posterior, es decir, durante un primer momento de exposición a los procesos tafonómicos (Episodio 1). Por otro lado, a una escala menor, algunos microsectores se deben haber visto afectados por el principal agente involucrado en el proceso de incisión y erosión de esas terrazas: el agua que fluye, acompañado también por la acción de la fuerza de gravedad. Este grupo de agentes habría actuado sobre una parte de los materiales (los de superficie), desgastando los perfiles, desprendiendo los materiales y desplazándolos una vez liberados del depósito sedimentario original, es decir, durante el segundo momento de exposición (Episodio 2). Entonces, planteamos como supuesto que los dos momentos de exposición que hipotéticamente afectaron el registro analizado fueron bastante distintos con respecto a los agentes tafonómicos involucrados. Por tanto, esperamos que los efectos tafonómicos se registren en los materiales.

RESULTADOS

De las prospecciones realizadas se pudieron establecer áreas de interés para esta investigación. Las transectas que cubrieron la ladera este del río El Bolsón, siguiendo la geoforma (A) y, la superficie de la misma (C) no arrojaron resultados favorables para el hallazgo de materiales arqueológicos en estratigrafía o superficie, sin embargo las secuencias estratigráficas observadas ofrecieron información confiable sobre la depositación de sedimentos finos del Holoceno, para ser comparados con otros, se delimitó a partir de esta transecta, un sector en el que se relevó el perfil VVP 003 para la realización de correlaciones estratigráficas entre este sector y con evidencia de ocupación humana. De las transectas en la margen este, pudo recogerse información sobre las actuales formas de ocupación del valle, debido a que se registró la presencia de viviendas y corrales actualmente en uso sobre la superficie de las terrazas y en diferentes puntos del tramo prospectado en ambas márgenes del río El Bolsón. Las transectas realizadas sobre la margen oeste (B y D) por el contrario, revelaron potenciales sectores para el relevamiento y toma de muestras sedimentarias de perfiles expuestos debido a la fuerte presencia de materiales arqueológicos en estratigrafía y en superficie. Se relevaron en este sector seis perfiles en total, en cuatro de estos se tomaron muestras sedimentarias VVP 001 (5,62 m de potencia expuesta), VVP 002 (6,65 m de potencia expuesta), VVP004 (1,59 m de potencia expuesta) y VVP005 (2,85 m de potencia expuesta). Se relevaron también específicamente los niveles con restos culturales en dos perfiles estratigráficos de idénticas características litológicas a los antes mencionados, los perfiles VVP 006 y VVP007. Los contextos arqueológicos de estos perfiles constaban de restos óseos, líticos, cerámicos y carbón vegetal, sobre los cuales se están realizando fechados radiocarbónicos. En el área circundante a los perfiles estratigráficos relevados se realizaron recolecciones superficiales de los materiales arqueológicos presentes. Los análisis texturales y palinológicos se realizaron sobre los sedimentos recogidos de uno de los perfiles relevados (VVP001) de los cuales también se fecharon niveles cercanos a la base y a la superficie de la terraza. El criterio de selección de este perfil para la realización de los diferentes análisis estuvo basado en que es el que muestra mayor potencia de sedimentos expuestos (5,62 m de superficie a base de la terraza) y además, una secuencia estratigráfica representativa sin registro de eventos de alteraciones aparentes en la depositación de los sedimentos. Se tomaron un total de cuatro muestras: una cercana a la superficie de la terraza, otra en la base de los sedimentos expuestos y dos en la mitad de la secuencia para conocer el contenido polínico en los depósitos que conforman las terrazas de Villa Vil. Éstas fueron tratadas por una técnica estándar para sedimentos cuaternarios (Gray 1965; Faegri e Iversen 1989) que permite eliminar los sedimentos y la materia orgánica no esporopolínica y, al mismo tiempo, concentrar los granos de polen y esporas, evitando dañarlos. Lamentablemente, las muestras tomadas no resultaron fértiles para la observación, identificación y conteo del contenido polínico, aunque no se descarta continuar estos análisis en otros perfiles del área. Por otro lado, se tomaron 16 muestras con intervalos de entre 15 y 40 cm para la realización de análisis texturales.

Como se observa en la figura dos, el perfil estratigráfico VVP001 de 5,63 m de potencia expuesta, está conformado de base a techo del depósito, por una sucesión de arenas gruesas, medias, finas, limos y arcillas, cuyos porcentajes varían a lo largo de la secuencia. Los niveles con arena gruesa son bajos en casi toda la secuencia, excepto por los niveles comprendidos entre los 3,36 m y 4,35 m por debajo de la superficie de la terraza, en donde se presenta el mayor porcentaje de este componente. Este incremento de arenas gruesas, medias y finas en detrimento de los limos, puede estar indicándonos una variación en el poder de transporte o energía de transporte del río El Bolsón cuando el depósito aún se encontraba en formación. Sin embargo, la escasa presencia de rodados y bloques de importantes tamaños, como los observados en el actual lecho del río El Bolsón indican que la depositación de estos sedimentos, si bien indican una mayor potencia de transporte que en el resto de la secuencia, no deben haber ocurrido a través de eventos como aluviones o fuertes corrientes de agua con arrastre de materiales pesados sino más bien en un ambiente de relativa calma. La presencia de algunos bloques de material neógeno de mayor tamaño en ciertos niveles de la terraza será explicada más abajo. Los niveles comprendidos entre los 2,65 m y 3,25 m muestran un abrupto crecimiento en los valores de limo grueso dentro de la secuencia, que coinciden con la presencia de material arqueológico en este perfil. Futuros análisis en detalle de estos niveles en los perfiles y en otros sitios arqueológicos del área podrían arrojar luz sobre la relación de estas variables en la secuencia. Los niveles que se encuentran entre 1,65 m y 1,95 m por debajo de la superficie de la terraza muestran otro incremento en las arenas medias y finas. Si bien los valores de arena gruesa en este nivel también se incrementan, no llegan a ser significativos, siendo esta disminución en las arenas inversamente proporcional a los valores de limo entre los 0,45 m y 0,85 m, tal como se observó en el caso antes mencionado, hasta llegar a la superficie del depósito con valores más equilibrados entre todos los componentes del mismo.

Estos resultados indican que los depósitos de sedimentos finos del Holoceno tardío, en este sector del valle, se encuentran formados casi exclusivamente por sedimentos compuestos de arena, limo y arcillas aportados por el río El Bolsón (Gráfico 1). No se observaron a lo largo de la secuencia inclusiones de grandes bloques o rodados, como los presentes en las laderas de material neógeno. En base a las observaciones de campo y siguiendo los resultados de los análisis texturales podemos decir que el proceso de sedimentación fue continuo y con relativa estabilidad durante el Holoceno Tardío, debido a que no se encontraron en los depósitos bajo estudio grandes discordancias erosivas o eventos que indiquen movimientos de alta energía. El perfil VVP002 mostró una pequeña discordancia erosiva entre los niveles de 1,60 m y 1,65 m por debajo de la superficie de la terraza, aunque representa, por su magnitud, un evento muy localizado. Entre estos depósitos finos se intercalan, mayormente en la parte basal de las secuencias, escasos bloques redondeados, desprendidos de las laderas conformadas por sedimentitas neógenas, sobre las cuales se apoya la terraza. Los bloques neógenos también se encuentran en menor medida en niveles con presencia de material arqueológico. Creemos que la acción antrópica durante la formación de estos niveles favoreció la inclusión de estos bloques como resultado de la integración de los diferentes espacios mientras se producía la ocupación humana.


Gráfico 1.Resultado de análisis texturales de muestras seleccionadas (VVP001).

Cabe destacar aquí, que además del material arqueológico recuperado en los perfiles relevados, hemos localizado la frecuente aparición de restos arqueológicos (cerámicas, óseos, líticos) y tres estructuras de piedra prehispánicas, en perfiles estratigráficos no abordados en este trabajo. Si bien la presencia de estas estructuras no es recurrente a lo largo de todo el sector sur de terrazas, sí lo son los restos arqueológicos dispersos en un mismo nivel que puede seguirse en todo el sector trabajado. Estudios morfoestilísticos realizados sobre el material cerámico, muestran en los conjuntos recuperados una variedad de estilos que se asignan al periodo Formativo, por presencia de diseños Ciénaga y Aguada, como así también diseños que se asignan al periodo Tardío con cerámica del tipo Belén y Santa María, invitándonos a pensar en la ocupación de este sector del valle por parte de las poblaciones prehispánicas en diferentes momentos del primer y segundo mileno de la era. A esto debemos sumar la presencia de morteros de molienda en contextos secundarios y una tercera estructura ubicada en laderas de material neógeno próximas al sector de terrazas. Sobre la superficie de la terraza, cercana a los perfiles VVP001 Y VVP002, se observan también dos viviendas actuales, una de las cuales se encuentra muy próxima a barrancos generados por la erosión. Quizá sea el riesgo de derrumbe el motivo por el cual se encuentra hoy deshabitada.

Como se mencionó más arriba, los materiales arqueológicos recuperados tanto en perfiles como en superficie (líticos, cerámicos y óseos), fueron analizados con un enfoque del tipo tafonómico. Si bien los resultados se exponen en detalle en otro trabajo (Meléndez y Sentinelli 2014), podemos decir brevemente aquí que no existe una diferencia en el grado de erosión y alteración entre los conjuntos recuperados en los perfiles estratigráficos y los recolectados en superficie. Las marcas dejadas por los procesos posdepositacionales sobre los materiales, o su ausencia, nos invitan a pensar que la dinámica de alteración y erosión de los conjuntos insertos en los depósitos de las terrazas de Villa Vil debió ser compleja, interviniendo además de procesos mecánicos, otros factores. Tal parece ser el caso de la oscilación en los niveles freáticos, que alcanzó a erosionar las superficies de ciertas cerámicas recuperadas en estratigrafía, contribuyendo en la formación de las historias tafonómicas de los materiales que presentan escasas huellas de alteración, durante el tiempo que estuvieron integrados a los depósitos. Mientras que en los conjuntos de superficie, al no presentar variaciones con los anteriores, estarían indicando que los procesos de erosión y acumulación de los sedimentos es continua, debemos recordar las terrazas de Villa Vil siguen siendo erosionadas año a año por las corrientes que descienden de las laderas y, los sedimentos desprendidos son depositados en la base de la misma, motivo por el cual, los materiales que se desprenden del depósito por la erosión permanecen en superficie durante períodos muy breves, hasta que nuevamente la erosión en los perfiles expuestos libera sedimentos que van sepultándose en las bases y con ellas también a estos materiales, evitando así, una alteración mayor en sus superficies (Meléndez y Sentinelli 2014) (Figura 1).


Figura 1. Perfiles expuestos de Villa Vil, nótese la erosión en los perfiles expuestos y la acumulación de sedimentos en su base.

En base al resultado de las prospecciones y relevamientos podemos decir que los depósitos sedimentarios de Villa Vil asentados sobre laderas de rocas neógenas, se encontraban en proceso de formación cuando las poblaciones prehispánicas ocuparon este espacio, proceso que se continuó luego del abandono de las estructuras arqueológicas, cuando estas últimas quedaron integradas a los depósitos hasta ser descubiertas por la incisión posterior que dio forma a las terrazas hoy bajo estudio. Podemos inferir los momentos en que los restos arqueológicos pasaron a formar parte de los depósitos en base a la asignación cronológica y cultural de los estilos cerámicos hallados en estratigrafía, siendo la cerámica del tipo Ciénaga ubicada generalmente entre los 200 A.C. - 600 D.C. la más representada (Figura 2). Cuatro fechados previos realizados sobre carbón vegetal en los niveles con material arqueológico, arrojaron fechas próximas 931 y 1214 años cal D.C. y 1432 ±132 AP (Fauque y Tchilinguirian 2002; Kulemeyer et al. 2013).


Figura 2. Tipos cerámicos formativos recuperados en estratigrafía del perfil VVP001.

Cómo se reseñó en el apartado introducción, un trabajo previo realizado por Cruz (2012) sobre la secuencia polínica de un testigo sedimentario extraído de Laguna Cotagua, a 7 kilómetros al norte de Villa Vil, informa sobre el incremento de hasta diez veces en la tasa de sedimentación en ese sector del valle a partir del período Formativo (610 años cal A.D.). Si tomamos en cuenta este dato podemos pensar que eventos similares pudieron suceder a 7 km al sur, donde se formaron los depósitos de Villa Vil, que dejaron a los niveles con ocupación humana a profundidades de entre 3 y 5 m por debajo de la superficie de la terraza. Sin embargo, esperamos reforzar esta idea en base a fechados radiocarbónicos en curso sobre muestras extraídas de los perfiles antes mencionados. Fauqué y Tchilinguirian (2002) habrían llegado a conclusiones similares en un trabajo de escalas temporales mayores, dedicado al estudio de grandes avalanchas de rocas en Villa Vil. Estos autores sostienen que flujos distales habrían dado origen a las terrazas hace al menos 3000 años. Con nuestros trabajos en curso esperamos profundizar sobre esta hipótesis.

CONCLUSIONES

Podemos concluir de manera preliminar que el paisaje de Villa Vil, parece haber cambiado a lo largo del tiempo debido a las condiciones geológicas y ambientales reinantes en los diferentes momentos en los que este depósito se fue formando, mostrando en los momentos previos, contemporáneos y posteriores a la ocupación prehispánica y actual, formas en continuo cambio. Resta evaluar cómo estas ocupaciones y la geodinámica actuante influyeron en las dinámicas de ocupación del valle durante los dos últimos milenios.

A partir de la geomorfología del área y su dinámica, observadas tanto en las ocupaciones prehispánicas relevadas en estratigrafía como en las viviendas y corrales actuales en la superficie de la terraza, coincidimos con los trabajos previos en que la incisión activa en este sector del valle que dejó al descubierto las estructuras arqueológicas y que pone en riesgo la ocupación de las viviendas actuales es reciente, los fechados sobre sedimentos cercanos a la superficie de la terraza en proceso, podrán ubicar en el tiempo con mayor precisión los momentos previos al inicio de la incisión que se continúa hasta hoy. Por otro lado, el conjunto de materiales y estructuras arqueológicas, su ubicación, abundancia y distribución, incluso la estructura prehispánica que se emplaza en las laderas de sedimentitas neógenas y, las viviendas actuales sobre la superficie de la terraza, muestran a este espacio como un lugar de ocupación humana quizá no intensa pero sí recurrente.

Las dataciones disponibles, el volumen de material arqueológico presente en el área y las diferencias estilísticas de los conjuntos cerámicos parecen indicar tal historia de ocupación. La integración de la información arqueológica obtenida hasta aquí a los resultados de los análisis texturales en este sector, nos permite pensar que mientras este espacio era ocupado por las poblaciones prehispánicas del Valle, la evolución del paisaje Holoceno se llevaba en relativa calma y estabilidad, los depósitos fluviales del río El Bolsón se encontraban aún en formación, bajo un proceso de sedimentación continuo evidenciado en la abundancia de material fino (arcillas y limos) sin grandes interrupciones. No se detectó en la estratigrafía de los siete perfiles relevados a lo argo del sector de terrazas, sedimentos de grano grueso o bloques rocosos que hablen de un proceso enérgico de depositación. La situación anterior se muestra un tanto distante a la observada en el paisaje actual. El proceso de incisión de las terrazas, reciente y activo, ha reducido el espacio habitable, limitando a la construcción y, creemos, el sostenimiento de las viviendas actuales, las que se ven con el paso del tiempo, más cercanas a los sectores de barrancas. Futuros estudios actualísticos podrían arrojar luz sobre el proceso erosivo que afectan a la evolución de las terrazas hoy.

AGRADECIMIENTOS

Agradezco especialmente a Julio Kulemeyer y Marcos Quesada por sus pacientes lecturas y aportes al manuscrito. Gabriel Cortes generosamente compartió sus conocimientos sobre geoarqueología y participó desinteresadamente al igual que Carlos Barot, Elmer Flores, Natalia Sentinelli y Marianela Gamboa en los diferentes trabajos de campo. Esta investigación fue financiada por el proyectos PICT 1048-2015 de ANPCyT bajo la direccione de la Dr. Alejandra Korstanje.

 

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NOTA

El fenómeno del marmor en el mundo romano y su repercusión en la provincia de la Baetica

The phenomenom of marmor in the roman world and its impact on the province of Baetica

 

Daniel Becerra Fernández*

* Personal Investigador en Formación de la Universidad de Sevilla y miembro del Grupo de Investigación HUM-402. C/ Doña María de Padilla, S/N, 41004 - Sevilla. España. E-mail: danbecfer@hotmail.com

Recibido: julio de 2015
Aceptado: noviembre de 2015.

 


RESUMEN

En la presente nota breve mostramos una serie de reflexiones sobre los marmora romanos y su uso por parte del Imperio, principalmente en la provincia hispana de la Baetica. Se da una nueva perspectiva más global del fenómeno del marmor en el mundo romano, pero centrándonos en lo que supuso para dicha provincia. También analizamos los diferentes materiales que hemos hallado en diversas intervenciones arqueológicas de la región surpeninsular, para de este modo documentar las tipologías marmóreas empleadas, así como constatar cuáles son las principales regiones mediterráneas que surten de estos materiales al área. Ponemos el enfoque principalmente en los marmora de importación y en los materiales pétreos más significativos que se explotaban en la Baetica.

Palabras Clave:Baetica; Piedra; Rocas Ornamentales; Canteras Imperiales; Calizas.

ABSTRACT

In this short note, we share a series of reflections on Roman marmora and its use in the Roman Empire, particularly in Baetica. We give a new, more comprehensive perspective on the phenomenon of marble in the Roman world, focusing on its importance for the Roman province. We also analyze the different materials that we have found in various archaeological interventions surpeninsular province with the aim of documenting the marble types used and determined which are the main Mediterranean areas that supply these materials to the region. We mainly focus on the import and marmora the most significant stone materials that were exploited in the Baetica.

Keywords: Baetica; Stone; Ornamental Rocks; Imperial Quarries; Limestones.


 

INTRODUCCIÓN

El fenómeno de la marmorización del imperio romano es un tema lo suficientemente tratado en la investigación actual, con multitud de publicaciones sobre este hecho, tanto a nivel imperial, como a nivel provincial en el ámbito del mediodía peninsular (Nogales y Beltrán 2008; Álvarez et al. 2007).

Con el advenimiento de la dinastía de los Flavios a Roma, vemos un proceso de ascensión social de las elites locales debido al proceso de municipalización. Gracias a esto, muchas familias béticas fueron ostentando cargos de relevancia en la administración del Imperio, llegando a su culmen con Trajano, el primer emperador de ascendencia hispana, y con Adriano. Estas familias que obtenían los cargos relevantes del Imperio, favorecieron notablemente a sus lugares de origen como vemos en el caso de Baetica (Mapa 1), y concretamente la ciudad de Itálica.

Con todo ello vemos la importancia que fue adquiriendo esta destacada provincia romana en los siglos I d.C. y II d.C., sobre todo las ciudades de Córdoba, Écija y de forma destacable Itálica, como queda reflejado en la expansión adrianea de la ciudad, la nova urbs adriani. Constatamos ciudades con unos espacios públicos de primer nivel y en los que aparecen los principales marmora de importación que se difunden por el Mar Mediterráneo (Amores et al. 2008:222), aunque no como un fenómeno homogéneo.

El objetivo fundamental de este estudio es realizar una aproximación a los aspectos más significativos del fenómeno del marmor en el mundo romano y constatar posteriormente su repercusión en el sur de la Península Ibérica (Mapa 1). Para ello llevaremos a cabo una síntesis de la bibliografía principal referente al conocimiento de dicho fenómeno.


Mapa 1. Provincia romana de la Baetica. Fuente: Caballos et al. (1999:148).

En la presente nota breve nos marcamos una serie de objetivos: 1) constatar que tipología de materiales pétreos de importación eran empleados en la provincia de la Baetica; 2) comprobar qué materiales eran los más utilizados y cuáles eran los más deseados por las elites locales; 3) analizar como comienzan los materiales marmóreos a insertarse en los circuitos comerciales romanos; y por último, 4) realizar un análisis del papel de la provincia romana de la Baetica en los circuitos comerciales del marmor.

METODOLOGÍA

La metodología empleada en este trabajo de investigación ha consistido en la realización de una síntesis de las publicaciones más relevantes llevadas a cabo sobre el marmor y su empleo en la provincia romana de la Baetica. Lo primero que se ha realizado es una aproximación al fenómeno global, siguiendo las líneas de investigación de Raniero Gnoli (Gnoli 1971) y de Patrizio Pensabene (Pensabene 1985), para a continuación analizar la marmorización del sur de la Hispania romana, partiendo de las líneas de trabajo iniciadas por Canto (1977-1978). Hemos proseguido la investigación analizando los resultados que estamos obteniendo en los Proyectos de Investigación sobre urbes béticas, en los cuales analizamos la variedad de los distintos marmora empleados en Itálica y los contrastamos con el registro material de otros puntos de la Baetica. El resultado ha sido una síntesis de lo que supuso el fenómeno del marmor en el mundo romano y su repercusión en la provincia, así como una lista con los distintos tipos de marmora de importación identificados y utilizados en esta región surpeninsular.

EL FENÓMENO DEL MARMOR EN EL MUNDO ROMANO

El término marmor o en plural marmora, hace referencia a cualquier tipo de piedra susceptible de ser pulimentada y utilizada para la elaboración escultórica, arquitectónica o epigráfica. Los romanos denominaban generalmente a sus piedras ornamentales según su lugar de procedencia, pero los  italianos del Renacimiento rebautizaron a éstas, atendiendo más a criterios como el color. Por poner un ejemplo, el Marmor Numidicum, procedente de Numidia en el norte de África, pasó en el Renacimiento a denominarse Giallo Antico.

Los griegos utilizaron principalmente mármoles blancos para después pintarlos, y el uso de rocas ornamentales de colores fue muy escaso. Esta fue la tendencia que se observó incluso en la época de la Alta República en Roma, ya que se importaban marmora blancos de la Hélade y de las Cícladas (del Monte Pentélico, el de Tasos, el de Paros, etc.) para realizar sarcófagos y esculturas. Se puede afirmar que en el siglo II a.C. hubo un revulsivo en la mentalidad de los romanos, ya que los esquemas mentales del helenismo empaparon a la elite romana; por ello hubo un gran interés por imitar los modelos de los palacios orientales, hechos en muchos casos con marmora de colores, de ahí que los materiales más valiosos fueran mayoritariamente los extraídos de la parte oriental. Fue entonces cuando Roma empezó a realizar obras arquitectónicas en travertino local, que luego se estucaban para aparentar ser obras realizadas en estos preciados materiales. La realización de estas piezas estucadas era mucho más común que la utilización de los marmora de colores por el elevado coste de éstos, que hacía inviable la importación masiva de estos productos, ya que ni el erario ni la aristocracia romana, podían permitírselo en estos momentos de la República (Pensabene 2003:3-4). En el 189 a.C. se produjo la batalla de Magnesia, por la cual Roma abre las puertas de Oriente y las canteras pasan a estar en la esfera de influencia romana, según nos cuenta Plinio (2010). Por lo tanto, ya se ve un cierto control del preciado material, aunque fue un control aún indirecto, mientras que en el norte de África, la caída de Cartago, hizo que Roma se hiciese rápidamente con la cantera de Chemtou (cantera del Giallo Antico) (Figura 1). Esta influencia romana sobre las canteras orientales empezó a cambiar en la segunda mitad del siglo II a.C., en primer lugar porque Roma se hizo con Grecia y con ello con el control del codiciado Pentélico, el Mármol de Paros y el Mármol de Tasos.

El segundo paso se produjo en el 133 a.C. debido a que el reino helenístico de Pérgamo fue anexionado por Roma a causa de la herencia de Átalo III (último rey de Pérgamo), que dejó el reino al pueblo romano, por lo que Roma se hizo con los marmora de Asia Menor como el Pavonazzetto. En último lugar, vemos la conquista de Egipto por Augusto, que supuso que los granitos, alabastros y las valiosísimas rocas ornamentales egipcias pasasen a ser dirigidas por el emperador. Así, concluiría un proceso de control de las canteras de las regiones del este del Mediterráneo que, como hemos mencionado, comenzó con la batalla de Magnesia, la cual dio lugar a una especie de gestión indirecta de las zonas de extracción, y concluyó con la conquista del Egipto ptolemaico, que supuso un control directo y total de todas las canteras de Oriente.


Figura 1. Fuste de columna en Giallo Antico. Fuente: Daniel Becerra Fernández.

La utilización de muchas de las rocas ornamentales ya se conocía desde antes de que Roma se hiciera con el control del Mediterráneo, y por ende de las principales canteras de exportación. Un ejemplo de esto sería que ya en época faraónica se extraían algunos de estos preciados materiales como el Marmor Claudianum y el Lapis Porphyrites. La cercanía a la costa o a un río determinaba mucho la apertura de una cantera, ya que esto suponía que el transporte fuera más fácil y por ello, más barato. A pesar de todo ello había marmora raros y preciados como el Marmor Sinnadico de Frigia, que se encontraba a unos 322 km aproximadamente de la costa; pero esto es una excepción y no algo habitual. El transporte se solía realizar en barco, ya que por tierra suponía un alto coste humano y animal, y por consiguiente un aumento de los gastos de transporte. Existían canteras a cielo abierto como la de Aliki, en la isla de Tasos, y zonas de extracción a través de galerías subterráneas, como Belevi en Éfeso. La extracción subterránea necesitaba de una gran tecnología y la creación de unas largas galerías para llegar hasta el deseado material (Bruno 2003:179-186). El gasto que suponía la extracción era compensado por el consumo de las elites, tanto itálicas, como de las provincias. Todo esto explica que existiese una difusión mediterránea y regional del marmor. Existían barcos destinados exclusivamente al trasporte de rocas ornamentales (Bruno 2003:191), lo que nos muestra lo importante que fue para el mundo romano el comercio de estos materiales. Tras la extracción del material pétreo se procedía a un primer devastado y posteriormente se llevaban al litoral para, desde ahí, ser enviado a su destino o a un tercer punto desde el cual se redistribuía.

La propiedad de una cantera podía ser imperial, de privados o municipal; aunque la explotación pudiese estar en manos de particulares. En el caso del Mármol de Mijas (Málaga) se pensaba que estaba bajo la propiedad imperial, pero al ver que la monumentalización de los espacios públicos no dependía del gobierno imperial sino del municipio, se pensó en esta segunda administración para la gestión (Beltrán y Loza 2008:313-338). En época de Augusto y de Tiberio (siglo I d.C.) las principales canteras pasaron a ser de propiedad imperial, en un proceso de «nacionalización» (Pensabene 1985:16), algo que aparece reflejado en la obra de Suetonio (2004). Todos los materiales importantes que se difundieron por el Imperio tenían su procedencia en canteras de titularidad imperial, como el Cipollino, el Pavonazzetto o el Verde Antico (Marchei y Pettinau 2003:123).

LA REPERCUSIÓN DEL MARMOR EN LA BAETICA

Con Augusto este fenómeno de la marmorización urbana llega a Hispania, pero no es hasta el principado de Adriano cuando se produjo el auge de la difusión del mármol blanco y de las piedras ornamentales de colores por Roma y por el territorio del estado, siendo un lugar destacado en el empleo de estos materiales la provincia romana de la Baetica, con ciudades en las que se emplearon los más variados y valiosos materiales pétreos procedentes del todo el Imperio (Pérez Olmedo 1996; Mañas 2011), muchos de ellos difíciles de ver fuera de Roma o de sus lugares de extracción, como puede ser el caso Porfido Nero procedente de Egipto (Álvarez et al. 2007: 11-15).

El empleo de estos materiales pétreos ha dejado un importante registro material. Los usos que nos encontramos van desde las inscripciones, a los revestimientos en opus sectile, algunos de ellos con diseños de gran complejidad y con una importante vinculación con la ciudad de Ostia, como los hallados en Córdoba (Gutiérrez Deza 2006), Itálica (Figura 2) y Sevilla. También vemos el empleo de estos materiales en esculturas de gran calidad como el busto de Adriano realizado en Mármol Pentélico o la Venus de Itálica realizada en el marmor escultórico por excelencia, el Mármol de Paros, ambas piezas conservadas en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla (MASE). No podemos pasar por alto el uso lítico de prestigio como elemento arquitectónico, con ejemplos como el Traianeum de Itálica en el que destacan los fustes de columnas realizadas en Marmor Chium (Portasanta) y en Marmor Caristium (Cipollino eubeo), o en el Templo de la Calle Mármoles de Sevilla con grandes fustes monolíticos realizados en Granito della Troade (Márquez 2003: 139).


Figura 2. Revestimiento en opus sectile de Itálica con los principales mamora de importación. Fuente: Daniel Becerra Fernández.

Cabe destacar que las últimas investigaciones que se están llevan a cabo sobre el estudio de los marmora andaluces en época romana, nos muestran que eran materiales con una difusión mayor de la que se consideraba hasta hace pocos años, como por ejemplo el Mármol de Almadén de la Plata, empleado tanto en el Valle del Guadalquivir, como en el norte de África. También es interesante el caso del Mármol de Mijas, usado en la actual provincia de Málaga y en el Valle del Guadalquivir (Álvarez et al. 2007: 107-113). En estos momentos se están llevando a cabo diversas investigaciones sobre las diferentes rocas andaluzas y su uso, o posible uso, en época romana, como es el caso de la Tesis Doctoral de Ruth Taylor sobre el Mármol de Almadén de la Plata. Lo que está al día de hoy meridianamente claro es que la provincia de la Baetica es una región rica en marmora y que a ella llegaron los principales materiales lapídeos de prestigio procedentes de las canteras imperiales del Oriente (Pensabene 2003: 65) y del Occidente.

MARMORA PRESENTES EN LA BAETICA

En los últimos dos años hemos llevado a cabo una revisión de las piezas procedentes de las ciudades béticas de Corduba, Astigi e Italica. En esta revisión hemos constatado gracias a los análisis macroscópicos, la presencia de una serie de materiales marmóreos importados presentes en la provincia. Consideramos que la revisión de estas importantes ciudades béticas es significativa de la importancia que tuvo el fenómeno en la región.

Los materiales identificados nos muestran que a la Baetica llegaron materiales pétreos procedentes de todas las grandes regiones exportadoras de marmor del Imperio (Figura 3). De Asia Menor hemos hallado el Africano (Marmor Luculleum) de Teos, el Alabastro Fiorito frigio, el Occhio di Pavone Pavonazzo (Marmor Sagarium) de Sakara, el Pavonazzetto (Marmor Phrygium, Synnadicum o Docimium), el Palombino (Marmor Coraliticum) de Frigia, la Breccia Nuvolata Gialla de la actual Argelia, el Granito della Troade de Yedi Taslar y Kestanbol, y el Proconesio (Marmor Proconnesium) de la isla de Proconnessos en el Mar de Marmara.

Los materiales marmóreos identificados procedentes de Grecia en la Baetica son el Cipollino (Marmor Caristium) de Eubea, el Portasanta (Marmor Chium) de la isla de Chios, el Rosso Antico (Marmor Taenarium) del sur del Peloponeso, el Serpentino o Porfido Vede de Grecia (Marmor Ladedaemonicum o Lapis Lacedaemonius) de Laconia, el Verde Antico (Marmor Thessalicum) de Tesalia, la Breccia Policroma di S. Benone procedente de una cantera no localizada de Grecia y la Breccia di Sciro o de Settebasi (Marmor Scyrium) de la isla de Scyro.

De las regiones africanas tenemos constatado el Alabastro Cotognino (Lapis Onix) del Valle del Nilo, el Giallo Antico (Marmor Numidicum) de las canteras de Chentou, el Greco Scritto de Annaba (Hippo Regius), el Nero Antico de Djebel Aziz en Túnez, el Porfido Nero y el Porfido Rosso (Lapis Porphyretes) de Gebel Dokhan (Mons Porphiretes) en el desierto oriental de Egipto, el Porfido Serpentino Nero de Uadi Umm Towat en Egipto, el Castracane o Astracane Dorato de Thuburbo Maius en el actual Túnez, el Granito del Foro (Marmor Claudianum) de Mons Claudianus (Gebel Fatireh) y la Serpentina Moschinata de Uadi Atallah en el desierto oriental egipcio (Gnoli 1971:133).

En menor medida tenemos constatados materiales procedentes de Italia y de la Galia. En cuanto a los materiales marmóreos de Italia nos encontramos con la Breccia Quintilina o de Tivoli y el Cipollino Marino, cuya cantera aún no se ha localizado en la actualidad. Mientras que de la Galia tenemos el Bianco e Nero (Marmor Celticum) de los Pireneos y la Breccia Dorata de los Alpes.

También tenemos identificados materiales procedentes de la propia Hispania, pero no de la Baetica, como son el Broccatello o Jaspe de la Cinta de Dertosa (actual Tortosa), el Buixcarró (Marmor Saetabitanum) de la Sierra de Buixcarró en Valencia y la Lumachella Carnina posiblemente de Sintra.

En cuanto a los materiales empleados y extraídos de la Baetica constatamos los diferentes litotipos del Mármol de Almadén de la Plata, el Mármol de Alconera y el Mármol de Mijas. Además de todos estos marmora que hemos mencionado tenemos constatado, gracias al análisis arqueométrico, los marmora blancos del Monte Pentélico procedente del Ática, el Luni de Carrara, el Mármol Pario, el Mármol Tasio y el Mármol de Afrodisias.


Figura 3. Módulo de opus sectile italicense en el que se emplea el Porfido Serpenitno Nero, el Giallo Antico, el Serpentino, el Pavonazzetto, y el Porfido Rosso. Fuente: Daniel Becerra Fernández.

CONCLUSIONES

Las conclusiones del estudio llevado a cabo sobre el fenómeno del marmor y su repercusión en la provincia romana de la Baetica nos muestra que el empleo de estos materiales es considerado un signo de distinción social y de poder político, empleados tanto por la administración, como por particulares de alto nivel socio-económico. Constatamos con la revisión bibliográfica que los principales materiales pétreos ya eran explotados antes de la llegada de Roma y que principalmente procedían de las canteras orientales del Imperio, concretamente de Egipto, de Asia Menor y de Grecia. También se hace patente que la llegada de los principales marmora de importación a Roma se hace progresivamente y a medida que el estado romano iba incorporando territorios o ampliando sus zonas de influencia.

Con el advenimiento del Principado se ve un proceso de centralización de la gestión y control de las principales canteras del Imperio, fenómeno que se cristaliza en época del emperador Tiberio, cuando se lleva a cabo la mayoría de las adquisiciones de las principales canteras por parte del estado romano y del emperador. Se hace también patente que es en el principado de Adriano cuando se produce el auge de las importaciones y exportaciones, principalmente de los materiales de colores.

La provincia romana de la Baetica se convierte en un foco importante de importación de las principales tipologías pétreas del Imperio, sobre todo a partir de época adrianea. Esto se debe en gran medida a la viabilidad del transporte marítimo y fluvial de la provincia, así como al auge de sus elites locales en la administración del Imperio. En dicha provincia constatamos una variedad marmórea muy importante, con materiales muy difíciles de encontrar fuera del ámbito itálico o de las regiones cercanas a las zonas extracción de los mismos, como son el Porfido Nero y el Porfido Serpentino Nero. También debemos tener presente que esta provincia meridional de la Hispania romana poseía materiales pétreos de gran calidad como el Mármol de Almadén, de Mijas y de Alconera.

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a la dirección del Museo Arqueológico Provincial de Sevilla (MASE) el permitirme analizar los materiales depositados en los almacenes del Museo, principalmente a su directora Ana Navarro. Quiero también agradecer los consejos y las puntualizaciones de mis directores de la Tesis Doctoral, Pilar León-Castro y José Beltrán, así como a Lucía Sigüenza y a Rafael Sigüenza, por la ayuda con la elaboración del material gráfico, y por último a los evaluadores externos por sus recomendaciones.

 

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EDITORIAL

El 2016 comenzó como un año de cambios y progresos. Dentro de estos, destacamos la incorporación al comité editorial de estudiantes y egresados recientes de la carrera de Antropología, comprometidos con nuevas ideas e inquietudes, dispuestos a formar parte de este proyecto en constante crecimiento. Al aunar los esfuerzos de cada uno de nosotros, hemos avanzado en el importante proceso de divulgación, al actualizar las bases de datos y plataformas de soportes electrónicos gratuitos, lo que nos permite ampliar la visibilidad nacional e internacional de los trabajos que conforman la revista.

Pero así como muchos llegan, otros se retiran. Despedimos y agradecemos a Eugenia Carranza por su participación y contribución en la revista durante estos últimos dos años.

Asimismo, queremos reconocer el apoyo de la Sociedad Argentina de Antropología, y de todos los integrantes del Comité Académico por la constante colaboración luego de once años de continuidad.

En este nuevo volumen tenemos el agrado de contar con novedosos trabajos de estudiantes que abordan estudios de distintas temáticas desde diversas perspectivas teóricas y metodológicas, y provenientes de áreas geográficas disímiles. Por ello, agradecemos las con- tribuciones de los autores y a la confianza depositada en la calidad de nuestra revista. Por supuesto, esto no hubiese sido posible sin la dedicación y el tiempo invertido por cada uno de los evaluadores que participó en el proceso de evaluación.

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ARTÍCULO

Análisis tecno-morfológico de cuentas de valva procedentes de Patagonia Norte: Colección Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti

Technomorphological analysis of shell beads from North Paragonia: Juan Bautista Ambrosetti Etnographic Museum Collection

 

Sabrina Leonardt*

*Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano - CONICET. Sabrina Leonardt es egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas (orientación Arqueología) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es becaria doctoral de CONICET, investigando la producción y distribución de cuentas de valva en Patagonia continental durante el Holoceno Tardío. E-mail: sabrinaleonardt@yahoo.com.ar

Recibido: diciembre de 2015.
Aceptado: abril de 2016.

 


RESUMEN

Se presentan los resultados del análisis tecno-morfológico de cuentas de valva procedentes del norte de Patagonia, pertenecientes al acervo del Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti. Se trata de un conjunto de 42 piezas que provienen de la costa norte del Golfo San Matías (Río Negro), una cuenta del área de Pilcaniyeu (Río Negro) y un fragmento de cuero con cuentas cosidas hallado en las cercanías de Sierra Cuadrada (Chubut). A partir de este análisis se proponen las posibles cadenas operativas comprendidas en su producción y se discute la implicancia de distintas variables métricas (diámetro y espesor de la cuenta y diámetro de la perforación) en la evaluación de situaciones de estandarización. Se plantea que, si bien la forma y diámetro de las cuentas dependerían de las elecciones del artesano, el espesor y el diámetro de las perforaciones estarían determinados por las características de la materia prima (espesor de las valvas) y la técnica e instrumento empleados, respectivamente.

Palabras Clave: Cuentas de valva; Manufactura; Estandarización; Patagonia; Holoceno Tardío.

ABSTRACT

In this paper the results of techno-morphological analysis of shell beads from Northern Patagonia, stored in J. B. Ambrosetti Ethnographic Museum, are presented. It is a set of 42 shell beads from the north coast of San Matías Gulf (Río Negro Province), one from the Pilcaniyeu area (Río Negro Province), and a fragment of leather with shell beads sewed on it recovered nearby Sierra Cuadrada (Chubut Province). The operational chains involved in their production are proposed. We also discussed the implications of different metrics variables (shell bead diameter, thickness and perforation size diameter) to assess standardization. It is proposed that while shape and diameter of shell beads depend on the choice of artisan, the thickness, and perforation size would be determined mainly by the characteristics of the raw material (mainly thickness of the shells), and by the technique and instrument used, respectively.

Key Words: Shell beads; Manufacture; Standardization; Patagonia; Late Holocene.


INTRODUCCIÓN

El Holoceno Tardío (ca. 3000 AP hasta el presente) en Patagonia se caracteriza por un incremento general en la densidad poblacional y la ocupación efectiva de los distintos espacios y ambientes disponibles (Borrero 1994-1995, 2001), en algunos casos correlacionado con una reducción de los rangos de movilidad residencial (Borrero 1994-1995; Goñi 2000; Gómez Otero 2006). Al mismo tiempo, la amplia dispersión espacial que adquieren algunos materiales, tales como las obsidianas, las valvas de moluscos marinos, el arte rupestre y otros artefactos decorados, dan cuenta de la existencia de redes de interacción social a larga distancia (Borrero 1994-1995, 2001; Belardi y Goñi 2006; Gómez Otero 2006; Bellelli et al. 2008; Carden y Borella 2015; entre otros). En este contexto, distintos investigadores han interpretado la amplia distribución del estilo de grecas (Menghin 1957) como la manifestación de un código visual compartido a escala regional que habría funcionado como un sistema de transmisión de información entre poblaciones (véase discusión en Scheinsohn 2011).

Otro artefacto que adquiere mayor visibilidad en el registro arqueológico de Patagonia durante el Holoceno Tardío son las cuentas, principalmente aquellas elaboradas con valvas de moluscos (Leonardt 2016). Éstas usualmente conforman objetos de adorno corporal (tales como collares, tocados, aplicaciones de la vestimenta, etc.), por lo cual pueden considerarse como bienes elaborados con el fin expreso de ser vistos y, en tal sentido, conforman una vía apropiada para la comunicación visual de información social de distinto tipo, incluso entre miembros o grupos distantes que no están en situaciones de contacto verbal constante (Wobst 1977; Gamble 1982; Wiessner 1984; Stiner 2014; entre otros).

Este trabajo se enmarca en un proyecto de investigación doctoral que apunta a discutir el papel de las cuentas como expresión de un código visual compartido a escala regional en Patagonia continental, durante el Holoceno Tardío. En este sentido, uno de los objetivos del proyecto es conocer las características técnicas de su producción a fin de evaluar la existencia de patrones estandarizados (manifestados en la convergencia de formas, tamaños y/o materias primas), ya que la estandarización de una imagen posibilita la transmisión del mensaje en tanto permite su codificación y decodificación (Wobst 1977; Fiore 2006, 2011). El propósito de este trabajo es discutir algunos aspectos relacionados con las características técnicas de la producción de cuentas de valva y su relevancia para evaluar la existencia de estandarización, a partir del estudio tecno-morfológico de la colección de cuentas de valva alojadas en el Museo Etnográfico "J. B. Ambrosetti" (Facultad de Filosofía y Letras, UBA), procedentes de las provincias de Río Negro y Chubut. Se considera que la puesta en valor de las colecciones de museos, independientemente de las limitaciones inherentes a la calidad de la información contextual y cronológica asociada, brinda información útil para discutir distintos aspectos relacionados con la producción de estos artefactos que permitan ponerlas en relación con la información arqueológica disponible para una determinada área.

EL ESTUDIO DE LAS CUENTAS DE VALVA EN PATAGONIA CONTINENTAL

Las cuentas y los pendientes son un tipo de artefacto de adorno corporal habitualmente recuperado en el registro arqueológico de Patagonia continental. Su presencia es frecuente tanto en contextos mortuorios como habitacionales (Cassiodoro 2005; Gómez Otero 2006; Prates 2008; Fernández 2009; Della Negra y Saint Paul 2012; Leonardt 2016). Sin embargo, la información publicada respecto de estos artefactos es escasa y dispar (véase Zubimendi 2015). En la mayoría de los casos en los que se hace alguna mención respecto de las formas o materias primas, se trata de cuentas elaboradas sobre valvas de moluscos, de morfología circular/subcircular con caras planas y una perforación central, mientras que las cuentas de otras morfologías o materias primas están menos representadas en el registro arqueológico del área (Leonardt 2016).

Pese a la escasa importancia otorgada a este tipo de registro material, en los últimos años se han desarrollado una serie de trabajos que abordan su análisis desde un punto de vista tecnológico para distintas situaciones locales, apuntando a conocer las características de las materias primas empleadas y sus posibles fuentes de aprovisionamiento, así como las técnicas y procesos implicados en su producción (véase Cassiodoro 2005; Cimino 2007; Cimino y Pastorino 2007; Fernández y Ramos 2008; Prates 2008; Crivelli y Ramos 2009; Fernández 2009; Zubimendi y Moreno 2014). En una escala espacial más amplia, Fernández (2009) ha evaluado la existencia de patrones regionales para la producción de cuentas en la cuenca inferior del río Limay. Siguiendo esta línea que considera una escala espacial amplia, los trabajos experimentales realizados por Leonardt (2014) tuvieron por objetivo construir un marco metodológico que permita la identificación de contextos de producción local de cuentas de valva en situaciones de producción no especializada. Este análisis constituye el primer antecedente de base experimental para el área y permitió identificar contextos de elaboración local de adornos de valva en dos sitios del bosque del noroeste de Patagonia (Leonardt 2014). Este trabajo se constituyó como el primer paso para comenzar a discutir las características de la presencia, producción y distribución de cuentas de valva en el registro arqueológico de Patagonia a una escala regional, aspecto que hasta el momento no ha sido considerado.

PROCEDENCIA DE LA COLECCIÓN

La colección procede del norte de Patagonia (Mapa 1) y se compone de 43 cuentas aisladas y 164 cosidas a un fragmento de cuero (Tabla 1). Cuarenta y dos cuentas provienen de la costa norte del golfo San Matías (provincia deRío Negro), principalmente de San Antonio Oeste y en menor medida de San Antonio Este. Estas piezas, junto con otros artefactos tales como contenedores de valva, valvas talladas y perforadas, integran el conjunto de artefactos malacológicos recolectados por L. Deodat en el área (véase Deodat 1942, 1967). El fragmento de cuero con 164 cuentas cosidas procede de Chubut y pertenece a la ex-colección Holmberg. Este fue recuperado en un enterratorio saqueado localizado en el área de Sierra Cuadrada, al norte del lago Colhué Huapi (véase Vignati 1930). Por último, una cuenta procede de la zona de Pilcaniyeu (provincia de Río Negro) y fue ingresada en el registro de inventario como proveniente de "Pilcaniyeu cueva N°1".


Mapa 1. Mapa con la localización aproximada del lugar de procedencia de las muestras analizadas y los sitios arqueológicos mencionados en el texto. Nota: 1) Chenque 1; 2) Alero Nestares; 3) Pilcaniyeu; 4) San Antonio Este y Oeste (golfo San Matías); 5) Sierra Cuadrada; 6) localidad arqueológica Delta del Arroyo Vulcana.

Tabla 1.Composición de la colección analizada y áreas de procedencia. Nota:* Número del año de ingreso - número asignado a la pieza/lote.

La información contextual para estas piezas es la consignada en el registro de inventario: área geográfica de hallazgo, donante y año de ingreso. En el caso de la pieza de Sierra Cuadrada, ésta fue descripta por Vignati (1930) como los restos de un traje ceremonial y se menciona que fue hallada en un tchenque saqueado en el que además se recuperaron restos de un calzado de cuero, cuentas de valva y líticas y una cuenta de vidrio (Vignati 1930). Esta última permitiría posicionar cronológicamente al contexto en los momentos post-hispánicos, aunque la elaboración de cuentas de valva así como las prácticas de entierro en paquetes funerarios datan de momentos previos (véase por ejemplo Berón et al. 2012).

Para el resto de las piezas es posible sugerir un rango temporal de grano grueso sobre la base de la información arqueológica publicada para las áreas de procedencia. En la costa norte del golfo San Matías, si bien las ocupaciones se extienden entre ca. 6000 y 400 años AP (Favier Dubois et al. 2009; Favier Dubois 2013), cuentas de valva recuperadas en la localidad de Saco Viejo (bahía de San Antonio) han sido atribuidas a una cronología que oscila entre ca. 690-400 AP (Borella y Buc 2009). A su turno, para el área de Pilcaniyeu y zonas vecinas, Arrigoni y colaboradores (2010) sostienen una cronología que, hasta el momento, no superaría los 3500 años AP.

METODOLOGÍA

Las piezas analizadas en este trabajo se clasificaron como cuentas siguiendo los lineamientos propuestos por Suárez Diez (2002) y Fernández (2009). El análisis tecno-morfológico de las mismas se realizó considerando: a) la forma y tamaño de la pieza, registrando el diámetro máximo o largo y ancho máximos y el espesor; y b) la ubicación, tamaño (diámetro máximo) y tipo de perforación (cónica, bicónica e irregular, sensu Suárez Diez 2002). En todos los casos las medidas se tomaron en milímetros empleando un calibre digital. Los datos métricos fueron analizados a partir de estadística descriptiva calculando las medias, desvíos estándar, coeficientes de variación y coeficiente de correlación de Pearson, según el caso.

El registro de huellas técnicas tales como estrías o negativos de talla (véase Mayo y Cooke 2005; Velázquez Castro 2007; Leonardt 2014; entre otros) se realizó observando las piezas con lupa de mano. Para cada pieza se consignó el estado de preservación teniendo en cuenta su grado de completitud y la presencia de huellas tafonómicas tales como exfoliación, abrasión, disolución (Claassen 1998; Gutiérrez Zugasti 2009) y/o la presencia de adherencias. En los casos en los que fue factible se determinó taxonómicamente el tipo de molusco empleado a partir de sus atributos naturales remanentes tales como costillas, estrías o forámenes.

Se analizó la totalidad de las piezas procedentes del golfo San Matías y Pilcaniyeu aunque en algunas (n=17) la presencia de restos de pegamento de origen moderno impidió medir el espesor y/o registrar el tipo de perforación o visualizar la presencia de huellas técnicas. En cuanto a la pieza procedente de Sierra Cuadrada, sólo se pudo medir el diámetro y las perforaciones en 34 de las 164 cuentas que la componen (21% del total) dado que el grado de superposición y la tensión diferencial con la que están sujetas al cuero hizo difícil posicionar el calibre de forma que no dañase la pieza. Tampoco fue posible medir su espesor y determinar el tipo de perforación dado que sólo se pudo observar una de las caras de las cuentas.

RESULTADOS

Conjunto procedente del golfo San Matías Estas piezas comprenden seis grupos morfológicos según su forma y tamaño (Tabla 2). El grupo uno se compone por cuentas de contorno circular/subcircular y caras planas, con perforación central o casi central y tamaños que oscilan entre 5,6 mm y 18 mm de diámetro (Tabla 3, Figura 1-a). Están completas excepto dos, que tienen fracturas que involucran la pérdida de menos del 25% de la pieza. En su mayoría, presentan superficies suavizadas y contornos regulares, no siendo posible identificar el tipo de molusco empleado. Esto es compatible con el resultado de operaciones de regularización de la forma mediante abrasión durante el proceso de manufactura (véase Velázquez Castro 2007; Leonardt 2014; entre otros). Sin embargo, no se registraron estrías indicadoras de esta técnica en ningún caso. Sólo una cuenta, cuya coloración y presencia de estrías radiales permite atribuirla a un fragmento de almeja (familia Veneridae), evidenció pequeños negativos de talla en su contorno (Figura 2-a), lo que indica la regularización de su forma mediante dicha técnica (Mayo y Cooke 2005). Las perforaciones son cónicas (n= 9) y bicónicas (n= 6) mientras que en seis casos no se pudo determinar el tipo debido a la presencia de resto de pegamento adherido sobre alguna de sus caras. Si bien no fue posible observar estrías técnicas en ningún caso, las morfologías de las perforaciones (cónicas y bicónicas) coinciden con lo esperable como resultado del empleo de técnica de desgaste por rotación (Suárez Diez 2002; Velázquez Castro 2007).

Tabla 2. Grupos morfológicos definidos para las cuentas del golfo San Matías.

Tabla 3. Variables métricas consideradas para las cuentas de los grupos uno, dos y las procedentes de Sierra Cuadrada. Nota: * El espesor de las cuentas del grupo uno se calculó con n=18 dado que en tres casos no pudo ser medido.


Figura 1. Grupos morfológicos del conjunto del golfo San Matías: (a) grupo uno (las flechas indican los negativos de talla en la cuenta elaborada sobre Veneridae); (b) detalle de la perforación vista desde cara interna; (c) y (j) grupo dos; (d) grupo cinco; (e) grupo cuatro; (f), (g) y (h) grupo tres; (i) grupo seis. Escala: 1 cm.

El grupo dos se conforma por cuatro cuentas de morfología similar al grupo uno pero de mayor tamaño (Tabla 3). Tres están en buen estado de preservación, presentan superficies suavizadas y contornos regulares, correspondientes con operaciones de regularización de la forma por abrasión. Tienen sección curva y podrían estar elaboradas sobre fragmentos de valva de gasterópodos grandes (Figura 1-c). La otra posee evidencias de exfoliación, tiene sección plana y fue confeccionada sobre un fragmento de molusco de coloración nacarada (Figura 1-j). El diámetro de las perforaciones también es levemente mayor a las del grupo uno (véase Tabla 3). Las tres cuentas mejor preservadas poseen perforaciones iniciadas desde la cara interna del molusco realizadas por desgaste por rotación (Suárez Diez 2002) y son de tipo cónica. Las aristas formadas entre la pared de la perforación y la superficie de la cara interna forman un ángulo bien definido aunque no se registraron estrías técnicas (Figura 1-b). En la cuenta más deteriorada no se pudo determinar el tipo de perforación.

Las cuentas que componen el grupo tres son de contorno rectangular (Figura 1-f-g-h), tienen sección plana con un espesor promedio de 1,7 mm (s = 0,8 mm) y la perforación se encuentra levemente desplazada respecto del centro. En dos casos es bicónica, en uno cónica y en otro indeterminado, con diámetro promedio de 2 mm (s = 0,6 mm). Dos de estas piezas tienen un tamaño de 12 mm por 8 mm y presentan la superficie suavizada y el contorno regular, lo cual es compatible con operaciones de regularización de la forma mediante abrasión. Las dos restantes poseen dimensiones levemente mayores (aproximadamente 22 mm por 14 mm). Una de estas, corresponde a un fragmento de vieira (probablemente Chlamys sp.) y presenta el contorno sin regularizar, lo cual permitiría sugerir que se trata de una cuenta en proceso de elaboración (Figura 1-h).

El grupo cuatro incluye dos fragmentos correspondientes al callo interno del foramen apical de valvas de Fissurella sp. (Figura 1-e). Sus medidas son 6,8 mm por 4 mm (espesor: 1,3 mm) y 6 mm por 5,5 mm (espesor: 1,5 mm), respectivamente. Dado que presentan el contorno con perfiles de fractura y sin regularizar podría tratarse de cuentas en proceso de elaboración. Sin embargo, no es posible afirmar si estas modificaciones son de carácter antrópico o se deben a procesos naturales. El grupo cinco se compone de cuentas elaboradas sobre valvas de pequeños gasterópodos pertenecientes a la familia Muricidae. Estos presentan un plano de corte frontal que implicó la eliminación de la espira y parte del anfracto, dejando expuesta la columela a fin de conformar una especie de ojal (Figura 1-d). En todas las piezas se observó que la cara que expone la columela fue aplanada, probablemente mediante abrasión. No obstante, el pegamento adherido impidió constatar si presentan estrías. El largo de la mayoría de estos ejemplares oscila entre 8,9 mm y 14 mm (sólo un espécimen posee 17,6 mm), con una media de 13,2 mm (s = 2,3 mm) y un coeficiente de variación de 17,5%. Todos presentan una intensa abrasión natural que ha eliminado la ornamentación natural de las valvas y permite suponer su recolección después de la muerte del animal (Claassen 1998; Gutiérrez Zugasti 2009). Por último, el grupo seis consta de una única cuenta de contorno irregular cuyas medidas máximas son de 26 mm por 21 mm (Figura 1-i), con un espesor máximo de 1,4 mm. Posee sección curvada y está elaborada sobre un fragmento de valva que conserva restos de costillas naturales en la cara externa. La perforación está levemente desplazada, es bicónica y tiene un diámetro de 3 mm. La pieza está muy pulida y tiene restos de pegamento adherido en su cara interna. Pieza procedente de Sierra Cuadrada Se trata de un fragmento de cuero de aproximadamente 14 cm por 8 cm que posee 164 cuentas de valva cosidas de manera superpuesta entre sí y con la cara interna del molusco hacia afuera (Figura 2-a).


Figura 2. Pieza procedente de Sierra Cuadrada: (a) foto general; (b) detalle del grado de terminación de las cuentas (las flechas indican estrías tecnológicas en las perforaciones); (c) detalle de contorno de cuenta con estrías de abrasión. Escala: 1 cm.

Las cuentas están dispuestas formando un diseño en bandas alternadas de coloración oscura y clara (véase Vignati 1930). Están cosidas con un tiento cuyo diámetro aproximado es de 1 mm. Aquí sólo se presenta el análisis de las cuentas, para más detalles de esta pieza se dispone de la descripción realizada por Vignati (1930). Las cuentas que componen esta pieza son de morfología circular/subcircular con un diámetro promedio de 7,1 mm (Tabla 3), caras planas y perforación central o casi central. Poseen una considerable variabilidad en el grado de = terminación, ya que algunas tienen el contorno regularizado (n=108), pudiéndose observar incluso estrías que indican su regularización mediante técnica de abrasión (Figura 2-c), mientras que otras (n=56) presentan formas poligonales y contornos irregulares (Figura 1-b). Las perforaciones, están realizadas mediante desgaste por rotación (Suárez Diez 2002) y, vistas desde la cara que está expuesta, parecen ser cónicas. No obstante, debido a que están cosidas esto no se pudo determinar fehacientemente. En varias de las cuentas se registró la presencia de estrías tecnológicas concéntricas profundas y muy visibles, localizadas en el contorno y perfil de las perforaciones (Figura 2-b). En cuanto al tipo de molusco empleado, sólo en algunas de las valvas de coloración oscura ubicadas en los bordes de la pieza se pudo observar la presencia de costillas naturales que permite determinar que corresponden a fragmentos de mitílidos, probablemente al género Aulacomya sp.

Pieza procedente de Pilcaniyeu

Se trata de una cuenta de morfología subcircular cuyo diámetro máximo es de 16,6 mm. Si bien las caras son planas, fue elaborada sobre un fragmento de valva que conserva parte del borde ventral, lo que genera una variabilidad en el espesor que va de 0,7 mm en la zona más delgada a 3,2 mm en el sector del borde ventral (Figura 3). La perforación se encuentra desplazada hacia un extremo de la pieza, es de contorno circular y probablemente de tipo bicónica, con diámetro de 1,7 mm. La pieza tiene coloración blanco/rosada, está muy pulida y conserva restos de pegamento en una de sus caras. No se pudo determinar la especie de molusco empleada.


Figura 3. Pieza procedente de Pilcaniyeu (cara dorsal y ventral respectivamente). Escala: 1 cm.

Comparación de los diseños métricos de las cuentas circulares/subcirculares

Los valores presentados en la Tabla 3 permiten observar que las cuentas que conforman el grupo dos del golfo San Matías presentan los mayores tamaños mientras que las del grupo uno y las de Sierra Cuadrada comparten un rango de diámetros menores. Al considerar los coeficientes de variación del diámetro de las piezas en cada conjunto se observa que, las cuentas del grupo uno presentan la mayor variabilidad interna, mientras que en las de Sierra Cuadrada la variabilidad es un 20% menor. Esto también se observa en el Gráfico 1-a y se explicaría en tanto las cuentas de Sierra Cuadrada conforman parte de una misma pieza mientras que las del golfo San Matías proceden de distintos contextos. A su turno, las cuentas que conforman el grupo dos son las que presentan menor variabilidad interna (cv=3%). Sin embargo, dicho valor tiene que ser tomado con resguardo dado el N pequeño de este conjunto.


Gráfico 1 . Gráficos de dispersión: (a) diámetro de las cuentas; (b) diámetro de las perforaciones; (c) relación entre el diámetro de la pieza y el diámetro de la perforación. En línea punteada se engloban los dos valores extremos correspondientes a cuentas del grupo dos del golfo San Marías. Nota: En el gráfico c se transformaron los datos reales en logaritmos para reducir las diferencias en los valores extremos de las variables consideradas y homogeneizar la muestra a fin de evitar un efecto visual desfavorable.

En cuanto al diámetro de las perforaciones, en el Gráfico 1-b se observa que, en la mayor parte de las piezas consideradas (incluyendo la cuenta de Pilcaniyeu), éste oscila entre 1 mm y 3,3 mm. Sólo en las piezas correspondientes al grupo dos de golfo San Matías se evidencian perforaciones que, en dos casos, tienen diámetros levemente superiores al resto. Al considerar, los coeficientes de variación para esta variable (véase Tabla 3) se observa que, al contrario de lo que ocurre con el diámetro de la pieza, las cuentas del grupo dos presentan una mayor variabilidad interna y, en general, las diferencias entre los tres conjuntos se reducen. Respecto de los espesores (sólo calculados para los grupos uno y dos de golfo San Matías, véase Tabla 3) se observa que se distribuyen en un rango de valores que van de 0,8 mm a 2,7 mm. También en este caso, la variabilidad al interior del grupo dos es mayor para esta variable que para el diámetro de la pieza.

Por último, en la Gráfico 1-c se presenta la relación entre diámetro de la pieza y el diámetro de la perforación para todas las cuentas circulares/subcirculares analizadas. Se observa que, aunque las cuentas del grupo dos del golfo San Matías tienen tamaños y perforaciones levemente mayores, no se registra una relación clara entre ambas variables. Al calcular el coeficiente de correlación de Pearson para esta relación se obtuvo un valor de r = .6 lo que indica una correlación media. Sin embargo, si se extrae del cálculo las cuentas del grupo dos que constituyen valores extremos en el total de la muestra (véase Gráfico 1-c) y se vuelve a calcular el coeficiente, el valor es r = .3, indicando una relación muy débil.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

En términos generales, a nivel tecnomorfológico, pueden diferenciarse dos tipos de cuentas. Por un lado, las automorfas, en las que el diseño de la pieza conserva la forma natural del molusco (Suárez Diez 2002) y que están representadas únicamente en el conjunto del golfo San Matías (grupo cinco). Éstas fueron elaboradas sobre valvas de Muricidae, familia cuya distribución actual coincide con la zona de recolección de los ejemplares bajo análisis (Forcelli 2000). La elaboración de estas cuentas habría implicado, al menos, tres etapas: a) la selección de especímenes de similar tamaño; b) la eliminación de la espira, probablemente mediante operaciones de percusión o presión (Suárez Diez 2002); y c) la abrasión de parte del cuerpo de la valva a fin de exponer la columela y obtener una superficie plana. Cuentas de este tipo también han sido registradas en otros dos sitios con cronologías tardías, localizados entre 300 km y 400 km de distancia del golfo. Uno de ellos es Chenque 1 (sur de La Pampa), cuyo período de utilización se extiende entre 1050 y 290 años AP (Berón et al. 2012). Allí, las cuentas (N=46) fueron elaboradas sobre valvas de la especie Urosalpinx haneti a través de operaciones técnicas similares (Cimino 2007). El otro sitio es Alero Nestares (ubicado en el paraje Corralito, noroeste de Río Negro) de donde procede una cuenta de morfología similar correspondiente a un bloque temporal datado entre 2300 años AP y momentos de contacto hispano-indígena (Fernández y Ramos 2008; Fernández 2009). Al respecto, cabe destacar que Silveira y colaboradores (2010) sostienen la existencia de circuitos de interacción o intercambio entre el área del Lago Traful (suroeste de Neuquén) y la costa del Golfo San Matías para momentos del Holoceno Tardío. Estos autores fundamentan dicha interacción en base a la presencia de valvas de gasterópodos procedentes del atlántico en los sitios del lago Traful y el registro de obsidiana procedente de fuentes ubicadas en el área del Lago Lolog (80 km al norte del Lago Traful) en distintas localidades arqueológicas de San Antonio Este (Silveira et al. 2010).

El otro tipo de cuentas corresponde a aquellas que poseen formas artificiales e implican un grado mayor de modificación del molusco imposibilitando, en la mayoría de los casos, la identificación de la especie empleada. Este tipo ha sido definido como xenoformas por Suárez Diez (2002) y agrupa a las cuentas de morfologías circular/subcircular, rectangular, oval e irregular (grupos uno, dos, tres, cuatro y seis respectivamente) del Golfo San Matías y a las cuentas circulares/subcirculares procedentes de Sierra Cuadrada y Pilcaniyeu. Sólo en algunas de las cuentas xenomorfas analizadas se pudo reconocer el tipo de molusco empleado. Dos casos corresponden a valvas de la familia Veneridae y del género Chlamys sp., ambas identificadas en el conjunto del Golfo San Matías y que actualmente se encuentran disponibles en el área (Forcelli 2000). El tercer caso corresponde a algunas de las cuentas que conforman la pieza de Sierra Cuadrada, las cuales fueron elaboradas sobre fragmentos de valva pertenecientes al género marino Aulacomya sp. En este sentido, es interesante mencionar que en una zona ubicada aproximadamente a unos 100 km al suroeste de Sierra Cuadrada se halla la localidad arqueológica Delta del Arroyo Vulcana. Allí, Zubimendi y Moreno (2014) reportan la presencia de restos malacológicos datados en los últimos ca. 1400 años AP y los vinculan con la costa atlántica tanto en función de su cercanía, como en base a la información etnohistórica disponible, que da cuenta de que el Río Chico habría actuado como un corredor que facilitó la conexión entre el norte, sur y la costa de Chubut (Zubimendi y Moreno 2014).

En cuanto al proceso de producción de las cuentas xenomorfas, los análisis realizados permiten sostener que en la mayoría de los casos, independientemente de la morfología final (rectangular, irregular o circular/subcircular), su elaboración habría implicado al menos tres etapas. Primero, la obtención de formas base mediante fractura por presión o percusión (Laporte et al. 1994; Suárez Diez 2002), como se evidencia en la cuenta rectangular elaborada sobre un fragmento de valva de vieira, perteneciente al conjunto del golfo San Matías (véase Figura 1-h), así como en las cuentas de morfología poligonal que conforman la pieza de Sierra Cuadrada. En segunda instancia, la regularización de la forma mediante abrasión (véase Laporte et al. 1994; Suárez Diez 2002) está en correspondencia con la presencia de contornos regulares, registrado en gran parte de la colección y, particularmente, en algunas de las cuentas que conforman la pieza de Sierra Cuadrada donde, además, se observaron huellas técnicas de dicha operación. No obstante, la presencia de una cuenta de morfología circular/subcircular elaborada sobre un fragmento de almeja con evidencias de negativos de talla en su contorno (véase Figura 5-a) permite sugerir, también, el empleo de la técnica de talla para la regularización de la forma. Por último, la perforación, que se habría realizado mediante desgaste por rotación1, probablemente empleando perforadores líticos (véase Suárez Diez 2002). La presencia de perforaciones cónicas y bicónicas en la mayor parte de la muestra y de estrías concéntricas, observables a simple vista en las cuentas de Sierra Cuadrada, es compatible con el tipo de rasgos que caracterizan a las perforaciones realizadas mediante esta técnica (Velázquez Castro 2007; Coşkunsu 2008; Bonsall et al. 2013; Leonardt 2014). Esta cadena operativa es la comúnmente mencionada para otras áreas de Pampa y Patagonia (véase Cimino 2007; Fernández y Ramos 2008; Prates 2008; entre otros) y da cuenta de cierta homogeneidad a escala amplia en la forma de elaboración de estos artefactos. No obstante, la identificación de una cuenta con claros indicios de haber sido regularizada mediante talla da cuenta de la existencia de más de una técnica aplicada en la formatización. Será necesario incorporar más muestras al análisis a fin de evaluar en qué medida se trata de un caso particular o es una técnica representada en otros sectores de Patagonia.

La comparación de las características métricas de las cuentas circulares/subcirculares permite discutir algunos aspectos relacionados con sus diseños y examinar en qué medida las pautas relativas a la forma de elaborar un artefacto inciden en la obtención de objetos estandarizados (Eerkens y Bettinger 2001; Fiore 2011). Por un lado, la única variable que permitió registrar diferencias claras entre los conjuntos fue el diámetro de la pieza. Las cuentas del grupo dos, con los mayores tamaños, se discriminan claramente del resto. A su turno, las del grupo uno y las de Sierra Cuadrada, aunque comparten el mismo rango de tamaños, se diferencian entre sí evidenciando, las últimas, una mayor estandarización métrica en correspondencia con lo esperable en tanto conforman un mismo objeto. Esta situación, en principio, no depende de la técnica empleada, ya que como se observó a partir de la muestra analizada, es posible obtener cuentas circulares/subcirculares de tamaños similares mediante la aplicación de diferentes técnicas de regularización de la forma, como por ejemplo, abrasión o talla. Esto también es observable en la pieza de Sierra Cuadrada en tanto las cuentas que la componen presentan una considerable estandarización métrica pero poca uniformidad en términos morfológicos. En esta pieza, la presencia de cuentas con distintos grados de terminación indica que la forma no fue una variable prioritaria para su elaboración. En este sentido, cobra importancia el patrón visual de bandas alternadas claras y oscuras descripto por Vignati (1930), como el principal criterio considerado en su confección. Esto se ajusta a los planteos de Stiner (2014), quien sostiene que el potencial comunicativo de las cuentas no está sólo representado por su carácter de unidades mínimas de comunicación visual a partir de su forma, tamaño, materia prima o color, sino también por los arreglos y composiciones que se pueden elaborar con ellas (Stiner 2014).

Por otro lado, ni el espesor ni el diámetro de las perforaciones permitieron distinguir diferencias claras entre los conjuntos. En el primer caso, en todas las cuentas en las que se midió el espesor, los valores registrados oscilan entre 1 mm y 3 mm, incluso en aquellas de morfologías rectangulares, irregulares y ovales. Esto responde a las características propias de las valvas de moluscos. En cuanto a las perforaciones, el rango de diámetros observados en los conjuntos es independiente del tamaño de la pieza y podría explicarse por factores tecnológicos. En este sentido, el diámetro mínimo de las perforaciones (≥ 1 mm) estaría en relación con el requerimiento impuesto por el elemento empleado para su costura o enhebrado. El diámetro del tiento utilizado en la costura de las cuentas de la pieza de Sierra Cuadrada apoya esta hipótesis. En cuanto a los valores máximos, distintos trabajos experimentales sostienen la existencia de cierto rango de variabilidad en los diámetros resultantes de la aplicación de la técnica de desgaste por rotación. En este sentido, durante el desarrollo de trabajos experimentales de perforación de valvas de Diplodon chilensis con perforadores líticos, se registraron diámetros de entre 1 mm y 3 mm (Leonardt 2014) y se observó que éstos tienden a incrementarse a medida que se agota la punta del instrumento (Leonardt 2013). Diámetros similares han sido publicados por Groman-Yaroslavski y colaboradores (2013), quienes sostienen que perforadores líticos de puntas de entre 1 mm y 1,5 mm de ancho generan perforaciones de entre 1 mm y 3 mm de diámetro máximo y aproximadamente 1 mm de diámetro mínimo (véase también Coşkunsu 2008).

Sobre la base de estos resultados es posible sugerir que, tanto el espesor como el diámetro de las perforaciones dependerán, principalmente, de limitantes impuestos tanto por la materia prima seleccionada (en el caso de los espesores), como por la técnica e instrumento empleados (en el caso de las perforaciones) durante la confección de la cuenta. Contrariamente, la forma y el tamaño de la cuenta, no necesariamente estarían determinados por las características de la cadena operativa, sino que podría depender de la elección del artesano. La discusión de estos aspectos es importante si se apunta a evaluar la existencia, o no, de patrones estandarizados a escala regional.

Por último, la puesta en valor de las colecciones de museos ofrece un potencial significativo como fuente para formular preguntas al registro arqueológico. En este caso han aportado información útil para discutir distintos aspectos usualmente considerados en el análisis de cuentas y su calidad como indicadores de estandarización. La contrastación de esta información con la obtenida del análisis de otras muestras de cuentas de valva de distintas áreas de Patagonia, es una actividad que se está llevando a cabo y que permitirá discutir el alcance de estos resultados.

 

NOTAS

1. Esta operación no se habría realizado en las probables cuentas rectangulares ya que se habría aprovechado la perforación natural de las valvas de Fissurella sp.

 

AGRADECIMIENTOS

Agradezco al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que financia esta investigación a través de una beca de doctorado y al Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti" por permitirme estudiar su colección. A Vivian Scheinsohn, Pablo M. Fernández e Isabel Cruz por su valiosa guía y aportes a esta investigación. A Flavia Carballo Marina un agradecimiento especial por brindarme valiosas sugerencias para la realización de este manuscrito. Finalmente, agradezco a los evaluadores por sus comentarios y sugerencias que contribuyeron al enriquecimiento de este trabajo.

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ARTÍCULO

Patrones culturales: patrimonio del área de la cuenca Matanza-Riachuelo, Provincia de Buenos Aires

Cultural patterns: heritage of the Matanza-Riachuelo, Provincia de Buenos Aires

 

Analía García*

* Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Lanús. Analía García es tesista de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte del proyecto de investigación "Antropodinamia de la Cuenca Matanza-Riachuelo. Herramientas para la Gestión de Recursos Arqueológicos" dirigido por el Dr. en Arqueología Marcelo Weissel. Actualmente es colaboradora del Área de Patrimonio Histórico de la Universidad Nacional de Lanús. E-mail: catabahia02@yahoo.com.ar

Marcelo Weissel**

**Fundación de Historia Natural "Félix de Azara", Departamento de Ecología y Ciencias Ambientales, Universidad Maimónides. Marcelo Weissel es Dr. en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es director del proyecto de Investigación "Antropodinamia de la Cuenca Matanza-Riachuelo. Herramientas para la Gestión de Recursos Arqueológicos" permiso del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires 2014-3-A3150-1, e Investigador Adscripto de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Universidad de Maimonides. E-mail: marcelo.weissel@fundacionazara.org.ar

Bárbara Guida-Johnson***

***IADIZA-CONICET, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad Nacional de Cuyo. Bárbara Guida Johnson es Dra. en Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de General Sarmiento y Lic. en Biología de la Universidad de Buenos Aires. Durante su tesis doctoral abordó la temática de la rehabilitación de ambientes degradados en la cuenca Matanza-Riachuelo. Actualmente es becaria postdoctoral de CONICET en el Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas, donde continúa desarrollando una línea de trabajo vinculada a la restauración de ecosistemas. E-mail: bguidaj@mendoza-conicet.gob.ar

Gustavo Zuleta****

****DECA, CEBBAD, Universidad Maimónides. Gustavo Zuleta es Dr. en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires. Dirigió los proyectos "Rehabilitación ambiental en la cuenca Matanza-Riachuelo: un enfoque interdisciplinario y a distintas escalas de manejo" y "Rehabilitación ambiental en megaciudades: el caso del conurbano bonaerense, Argentina" en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Actualmente es Director de la Maestría en Manejo Ambiental de la Universidad Maimónides. E-mail: zuleta.gustavo@maimonides.edu

Recibido: enero de 2016
Aceptado: mayo de 2016.

 


RESUMEN

Los criterios de valoración del patrimonio nacional, provincial y municipal se presentan como patrones culturales en donde priman aspectos estandarizados y restrictivos para su nombramiento. El análisis del patrimonio protegido de los 14 municipios que forman parte de la cuenca Matanza-Riachuelo, se presenta como punto de partida para identificar los patrones culturales establecidos, en donde los espacios urbanos-formales se vuelven representativos de la identidad nacional y los espacios marginales-informales su contracara. En este trabajo espacializamos los bienes protegidos de la cuenca y analizamos la proporción de patrimonio en los espacios formales e informales y a lo largo del tiempo, con el fin de identificar el patrón cultural establecido. La práctica de proteger, preservar y conservar los bienes patrimoniales, que surge de la tensión entre las áreas centrales y periféricas, se vuelve una herramienta fortalecedora de la identidad de una nación.

Palabras clave: Patrimonio protegido; Patrones culturales; Espacios formales; Espacios informales ; Identidad.

ABSTRACT

The valuation criteria of the national, provincial and municipal cultural heritage is a cultural pattern among which the collective and restrictive aspects used for their designation take precedence. The analysis of the legally protected assets in the 14 municipalities that are part of the Matanza-Riachuelo watershed enables the identification of the established cultural patterns. The urban-formal spaces become representative of a national identity, whereas the marginal-informal spaces are their opposite. In this investigation, we spatialized the protected assets of the watershed and we assessed their location in formal and informal spaces and through time, in order to identify the cultural pattern. The practice of protecting, preserving and conserving heritage assets representative of the tension between central and peripheral areas, becomes an empowering tool of the national identity.

Key words: Protected heritage; Cultural patterns; Formal spaces; Marginal spaces; Identity.


EL PATRIMONIO DEL ÁREA DE LA CUENCA MATANZA-RIACHUELO (CMR)

A lo largo de casi medio milenio, la historia de ocupación humana del área de la CMR se caracterizó por priorizar la disponibilidad de recursos y sus características ambientales, llevándola a ser una de las áreas hidrográficas de mayor ocupación en Argentina. Las investigaciones arqueológicas e históricas reflejan la presencia de restos culturales desde los tiempos de ocupación de los pueblos originarios (Rusconi 1928a, 1928b; 1937; Conlazo et al. 2006), como también dan cuenta de la importancia del área para el desarrollo industrial y económico del país, razón por la cual en ella se han radicado numerosas empresas y grandes centros urbanos entre los siglos XVIII y XX (Silvestri 2003; Weissel 2012; Weissel y Rodríguez Basulto 2012; Weissel y Gallina 2014a, 2014b; Guillermo 2002, 2013 y 2014; Guillermo y Scarpa 2013). Estas modificaciones la convirtieron en una de las áreas más antropizadas y degradadas del mundo, en donde la producción cultural transformó su paisaje llevando al uso urbano a ocupar un 36% de su superficie y el uso agrícola e industrial un 55% (Zuleta et al. 2012).

A partir de las modificaciones ocurridas en la cuenca y sus alrededores, la construcción de un modelo de vida urbano se expandió a todos los espacios simbólico-institucionales. Allí, la tensión entre los centros administrativos y los espacios liminales, fue la encargada de construir las relaciones de centro-periferia, urbano-rural, incluidos-excluidos, formal-informal, resultando dominante para la construcción de la Nación (Archetti 2008). En esta tensión entre los centros urbanos que se conforman como modelo ideal de progreso (Moore 2009), caracterizados por el crecimiento y el desarrollo de las ciudades, y los espacios marginales-liminales como su contracara, se encuentra el patrimonio como resultado material e inmaterial de la producción social de la cultura y del ambiente.

La formalidad técnica y administrativa de las definiciones del Estado marcó los patrones culturales del área de la CMR, a través de la creación de diversas leyes de protección del patrimonio, conformándolo a éste como representativo de la identidad nacional, a la cual nos referimos como el conjunto de aspectos compartidos colectivamente que hacen a la nacionalidad, la independencia, la memoria y los derechos humanos, entre otros (Bayardo 1997; Lacarrieu y Álvarez 2002; Montenegro 2012; Cardini 2013), A partir de esto nos preguntamos si los bienes protegidos actualmente por el Estado ¿son realmente representativos de esa identidad? y por lo tanto ¿reflejan el patrimonio creado por la tensión entre lo formal y lo informal? En los últimos años estas leyes patrimoniales han comenzado a ser investigadas, dando pie a la discusión sobre la antropología del patrimonio y el rol de las políticas culturales en la sociedad (Lacarrieu y Girola 2013; Martín y Crespo 2014a, 2014b; Rotman 2014; 2015; Lacarrieu y Bayardo 2015).

Por lo tanto, consideramos que el abordaje de la cuestión patrimonial precisa estudios en donde se identifique el patrimonio que se construye a través de la relación entre el centro y la periferia y puede estar presente tanto en los espacios urbanos-formales como en los periféricos-informales. Como un primer paso para este cometido, los objetivos de este trabajo son relevar los bienes patrimoniales protegidos por ley en los partidos que integran la CMR y analizar la relación entre la identificación y catalogación de los bienes patrimoniales, en función de la formalidad e informalidad de los espacios del área de estudio. Para ello, elaboramos un mapa que compila los registros patrimoniales de los 14 municipios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). La espacialización en un Sistema de Información Geográfica (SIG) es un abordaje novedoso que permite cuantificar, localizar y racionalizar el patrimonio. Además, la identificación del patrimonio protegido permite cuantificar la proporción de tipos de bienes patrimoniales declarados, visualizar y confrontar la cantidad de patrimonio por partido y analizar la cronología de las declaratorias y su vinculación con los procesos políticos. Finalmente, para obtener información sobre los patrones culturales intervinientes, se analizaron las categorías patrimoniales utilizadas. Los resultados obtenidos de esta investigación son parte del proyecto "Antropodinamia de la Cuenca Matanza Riachuelo", el cual tiene como uno de sus objetivos discutir y valorar socialmente el patrimonio de la cuenca (Weissel 2014).

LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO EN EL ÁREA DE ESTUDIO

En este trabajo consideramos al patrimonio como "El conjunto de bienes culturales y naturales, tangibles e intangibles, generados localmente, y que una generación hereda/transmite a la siguiente con el propósito de preservar, continuar y acrecentar dicha herencia" (DeCarli 2006:160). Esta definición permite considerar al patrimonio como el medio físico, natural, construido y modificado por el hombre, así como a los bienes materiales e inmateriales producidos por las acciones humanas y vinculadas con procesos o hechos históricos que fortalecen y transforman la identidad de una nación. Al encontrarse el área de estudio en una región antropizada y degradada, una reserva natural como el arbolado, declarados patrimonio ambiental y/o histórico, forman parte del repertorio cultural, en tanto se trata justamente de un paisaje modificado por el hombre. Por lo tanto, en función de lo mencionado utilizaremos el término patrimonio de manera general para remitirnos al conjunto de bienes patrimoniales de los 14 municipios que forman parte de la CMR.

Al mismo tiempo, esta definición de patrimonio contempla la noción de herencia, lo cual nos lleva a vincularlo con la memoria. Al remitirnos a los bienes materiales e inmateriales producidos por las personas, los procesos históricos y, por lo tanto, la memoria se vuelven los elementos identificatorios de dicho patrimonio. Nora (1998) afirma que la memoria se materializa en la especificidad de los lugares. Por ello, la dicotomía formal-informal en la construcción de la Nación se vuelve el punto de inicio para analizar la confrontación entre el patrimonio protegido, como bienes que responden a ciertos patrones culturales establecidos como colectivos, con el patrimonio que surge de la tensión entre lo central y lo periférico. En donde lo central-formal es visto como los espacios urbanos y desarrollados que denotan una imagen de progreso y lo periférico-informal es su contracara, es el espacio liminal que, si bien puede ser considerado como subalterno, desde nuestra perspectiva forma parte de la construcción de la identidad nacional, al ser esta última construida en la tensión generada entre ambos sectores.

En la historia reciente de la cuenca, el Estado adoptó una forma interjurisdiccional conocida como ACUMAR (Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo). Este organismo vinculó al Gobierno Nacional, al Provincial y al de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde el año 2006 para dar cumplimiento a una sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, conocida como causa Mendoza1. Allí se resuelve, en primer lugar, que los diferentes gobiernos son sujetos culpables de los hechos imputados en la causa judicial y, en segundo lugar, que el fin de la ACUMAR como organismo es la construcción de autoridad y la definición de los roles que deben cumplir los diferentes habitantes de la cuenca (Ojeda 2011). Con esta resolución, el Estado adopta un quehacer protagónico para la conducción de las relaciones sociales. A partir de allí y en función de las diversas tareas que cumple este organismo, se encuentra la articulación con los gobiernos municipales. Éstos son quienes gestionan el patrimonio con criterios en donde prima la importancia del crecimiento del mercado inmobiliario en detrimento de la preservación del mismo, a pesar de que la tutela de los bienes patrimoniales es delegada administrativa y presupuestariamente al organismo superior, la Provincia de Buenos Aires. Como herramienta para la articulación entre ACUMAR y los municipios, en el año 2011 este organismo recopiló antecedentes normativos que desembocaron en un catálogo de bienes patrimoniales de la CMR. Sin embargo, dicho catálogo solamente contempla el patrimonio de sólo tres municipios de la provincia (Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora) y los de Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Unos años después, en 2014 se organizó el primer seminario de patrimonio de la cuenca en la Universidad Nacional de Lanús, donde participaron diferentes partidos que conforman la CMR.

A partir de esta gestión del patrimonio, tomaremos como punto de partida para identificar los bienes protegidos de la cuenca los marcos legales vigentes en la Provincia de Buenos Aires, donde la temática se hace presente: en la Constitución Nacional (Art. 41 y Art. 75 inciso 19), en la Constitución de la Provincia de Buenos Aires (Art. 44) y en la Ley Orgánica de las Municipalidades Nº 6769/58 (Art. 27 inciso 3). De la revisión de la legislación, surge que la misma hace referencia a la protección y preservación patrimonial, desde la definición del patrimonio cultural como objeto de derecho colectivo y difuso, y en cierta medida como objeto consciente de la voluntad (Bóscolo 2005). A continuación, citaremos algunos ejemplos. La ordenanza municipal Nº 270/06 del partido de Cañuelas declara "patrimonio cultural del partido" a varios inmuebles2. Otro ejemplo es la ordenanza Nº 7.578/00 del partido de Almirante Brown que declara de "interés municipal la preservación del patrimonio histórico cultural del municipio". Por último, el mismo municipio de Almirante Brown, en la ordenanza Nº 8.130/04 declara de "interés histórico-cultural" al inmueble conocido como El Soviet.

A diferencia de lo mencionado anteriormente, la Ley Nacional Nº 25.743/03 de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, instrumentada administrativamente en la Provincia de Buenos Aires por un órgano de aplicación que ejerce su tutela, define al patrimonio arqueológico como: "Las cosas muebles e inmuebles o vestigios de cualquier naturaleza que se encuentren en la superficie, subsuelo o sumergidos en aguas jurisdiccionales, que puedan proporcionar información sobre los grupos socioculturales que habitaron el país desde épocas precolombinas hasta épocas históricas recientes" (Ley Nacional Nº 25.743/03)3. Asimismo, el patrimonio paleontológico se refiere a: "Los organismos o parte de organismos o indicios de actividad vital de organismos que vivieron en el pasado geológico y toda concentración natural de fósiles en un cuerpo de roca o sedimentos expuestos en la superficie o situados en el subsuelo o bajo las aguas jurisdiccionales" (Ley Nacional Nº 25.473/03).

Una estrategia diferente se identifica en la Ley Nacional Nº 26.691/11, la cual declara sitios de la memoria del terrorismo de Estado a todos los lugares que han funcionado como centros clandestinos de detención, tortura y exterminio o en donde han sucedido hechos aberrantes del accionar ilegal hasta diciembre de 1983. Su objetivo es garantizar la preservación, señalización y difusión de los sitios de la memoria por el valor testimonial que poseen y por el eventual aporte a futuras investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos. En términos de Vezzetti (2010), acontecimientos de tal magnitud como los ocurridos durante la última dictadura militar, impactan sobre las representaciones del pasado y necesitan de un proceso de recuperación de la memoria.

La amplia base legislativa permite observar que los criterios utilizados para la clasificación del patrimonio dan cuenta de la diversidad de concepciones que existen sobre el mismo. De esta manera, se expresan diferentes nombres o variables nominales, es decir, palabras utilizadas de manera colectiva y política cada vez que se da nombre a un bien a escala local por medio de ordenanzas municipales, leyes nacionales y/o provinciales. Estos diferentes criterios llevaron al reconocimiento y a la valoración del patrimonio, reglamentando normas que establecen términos identificatorios institucionalizados de la acción social como patrón cultural. A partir de ello se observa que la legislación refleja parcialmente la realidad, restringiendo la identificación del patrimonio a conceptos estandarizados que cumplen con la formalidad teórica sin conducir a un análisis profundo de la representatividad identitaria de esos bienes. De esta manera, todo bien protegido presenta una serie de categorías clasificatorias por las cuales debe preservarse y conservarse, pero que en muchos casos carece de una fundamentación sólida sobre el porqué de su designación, dejando de lado la identificación y la protección del patrimonio surgido en la tensión entre lo central y lo periférico. La espacialización del patrimonio y la cuantificación de los bienes protegidos por partido nos acercan al análisis de esta relación entre los espacios formales e informales. Al mismo tiempo, el análisis de la cronología de las declaratorias, permite identificar momentos históricos que pueden relacionarse con políticas de patrimonialización.

MAPA PATRIMONIAL DEL ÁREA DE LA CMR

A fin de construir el mapa patrimonial del sector provincial de la CMR, se realizó un relevamiento de leyes, decretos y declaratorias de índole nacional, provincial y municipal que refieren al reconocimiento del patrimonio y rigen sobre los 14 partidos que integran la cuenca. En primera instancia, se listaron los sitios arqueológicos, paleontológicos y sitios de la memoria. Para cada sitio arqueológico y paleontológico se relevó: nombre del partido en el que se encuentra, cronología del sitio, responsable del proyecto, año de la investigación, dirección (calle y altura) y ubicación (coordenadas geográficas). Para identificar a los sitios arqueológicos se contactó a los investigadores que trabajan en el área de estudio y, en el caso de los sitios paleontológicos, se solicitó información al Centro de Registro de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico del Instituto Cultural, Provincia de Buenos Aires, y al Museo Paleontológico de Marcos Paz.

En cuanto a los sitios de la memoria, los datos relevados fueron: nombre del partido en el que se encuentra, nombre del bien, nombre de la localidad, tipo (por ejemplo: CCD4), si fue declarado por ley general o específica, año de la ley, dirección (calle y altura), ubicación (coordenadas geográficas) y otras observaciones. En esta última variable se incluye información sobre el estado de la pesquisa, por ejemplo: si fue identificado o no, si debe corroborarse o si se encuentra en estado de investigación. La información de los sitios de la memoria, fue tomada del listado elaborado por la secretaría de Derechos Humanos, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

En segunda instancia, se construyeron listados de los bienes tangibles e intangibles protegidos distinguiéndolos entre provinciales, nacionales y municipales. Para cada bien patrimonial se relevó: nombre del partido en el que se encuentra, tipo y nombre del bien, tipo de declaratoria, herramienta legal que lo reconoce, año de la herramienta legal, dirección (calle y altura), ubicación (coordenadas geográficas) y tipo de patrimonio (tangible o intangible). Para realizar este relevamiento se contactaron a todas las jurisdicciones que componen la cuenca en forma personal, vía nota, mail o por teléfono. Finalmente, para construir el mapa patrimonial del sector provincial del área de la CMR se georreferenciaron todos los bienes identificados, y se utilizaron los límites de la cuenca definidos por la ACUMAR en su Resolución Nº 1113/13, junto con los límites de los partidos disponibles online por la autoridad, la red hidrográfica digitalizada a partir de su interpretación visual en Google Earth, la red vial y ferroviaria disponibles online por el Instituto Geográfico Nacional y la imagen satelital Landsat 5 TM correspondiente al área de estudio adquirida en 2010 (Mapa 1).


Mapa 1. Mapa patrimonial de la cuenca Matanza-Riachuelo y sus alrededores.

 

En el mapa se observa la distribución espacial del patrimonio protegido de los 14 municipios de la cuenca que forman parte del AMBA. El patrimonio nacional, provincial y municipal se concentra en los centros urbanos de cada uno de los partidos. Si bien no todos los centros urbanos quedan incluidos dentro de los límites de la CMR, como en el caso de San Vicente, Morón y Merlo, los bienes que se localizan cercanos a estos fueron igualmente georreferenciados. Presidente Perón, es el único municipio que no presenta declaratorias5.Asimismo, en el partido de Morón se observa un bien patrimonial que se encuentra por fuera de los límites del municipio. Esto se debe a que la Ley Provincial Nº 10.687/88 declara de Interés Provincial a la exposición industrial y comercial que se celebró en Hurlingham. Esta ley es anterior a la conformación de dicha localidad como partido6. Al mismo tiempo, los bienes patrimoniales suelen ubicarse siguiendo las rutas y diversos accesos a los centros urbanos, esto último se encuentra vinculado con el crecimiento y desarrollo de las ciudades, lo cual condujo a la creación de vías de circulación entre los diferentes puntos o centros de cada partido.

En cuanto a los sitios arqueológicos registrados en el organismo provincial, las investigaciones realizadas por distintos equipos se focalizaron en el desarrollo económico-industrial y doméstico, lo que explica que la distribución de sitios se encuentre concentrada en áreas urbanas con larga historia industrial, como Lanús o Avellaneda. En cambio, la ubicación de los sitios paleontológicos se vincula a sectores menos urbanizados, es decir, los espacios menos poblados de los partidos. Esto no implica que en los centros urbanos no haya evidencias arqueológicas anteriores al desarrollo urbano e industrial y/o paleontológico, pero su identificación se dificulta por el crecimiento de las ciudades. Por último, la distribución de los sitios de la memoria, se encuentra vinculado a la zonificación militar ordenada por el ejército en 1975. Toda el área de la cuenca se correspondía con la zona militar 1 y la mayor o menor concentración de los lugares de la memoria se encuentra vinculado al funcionamiento de cada uno de los diversos tipos de centros clandestinos de detención (organización Nunca Más; Maternidades Clandestinas, Abuelas de Plaza de Mayo filial La Plata). La distribución espacial del patrimonio protegido de la cuenca y sus alrededores permite analizar los patrones culturales identificando los sectores donde se registra la mayor concentración del mismo, y observando la existencia de una relación entre la formalidad e informalidad de los espacios en función de la distribución y concentración de dichos bienes. Éste también es el punto de partida para realizar preguntas que se vinculan con la proporción de tipos de declaratorias, la evolución de las mismas y analizar los términos utilizados en la designación patrimonial, con el fin de identificar los patrones culturales establecidos.

BIENES RESGUARDADOS, VARIABLES NOMINALES Y EVOLUCIÓN DE LAS DECLARATORIAS PATRIMONIALES

A partir del análisis de los diversos tipos de bienes protegidos registrados en los 14 municipios que forman parte de la CMR, se calculó el porcentaje de cada tipo de declaratoria patrimonial de los 510 bienes considerados como municipal, provincial y nacional (Gráfico 1). Cabe aclarar que, entre estos últimos, se incluyeron tanto a los sitios arqueológicos, paleontológicos y de la memoria, como a los bienes específicos, dado que todos ellos se corresponden con leyes nacionales.


Gráfico 1. Cantidad de bienes patrimoniales por tipo de declaratoria. Expresado en porcentaje.

Del Gráfico 1 se desprende que la mayor proporción de declaratorias son de carácter "municipal" (69%), luego "nacional" (23%) y, por último, "provincial" (8%). Estas diferencias pueden deberse, por un lado, a que tanto la Nación como la Provincia delegan al Municipio el nombramiento de su patrimonio, lo cual también es apoyado por el Art. 27 inciso 3 de la Ley Orgánica de las municipalidades. Por otro lado, la mayor cantidad de declaratorias municipales puede explicarse por el resultado de un criterio de valoración diferente, en donde priman aspectos restrictivos para la designación de un bien patrimonial como nacional, provincial o municipal. Para analizar esto último se presenta el Gráfico 2, en la cual se observan los porcentajes de bienes protegidos de cada partido y su relación con la densidad poblacional (calculada a partir de los datos tomados del INDEC en el último censo nacional de las personas del año 2010), y la Gráfico 3, en la cual se observa en detalle el porcentaje de tipo de declaratoria para cada municipio ordenados de manera decreciente según la densidad poblacional.


Gráfico 2. Suma de declaratorias y densidad poblacional por municipio. Expresado en porcentaje.

En la Gráfico 2 se observa una tendencia a promulgar mayor cantidad de leyes patrimoniales en los espacios formales-urbanos del área de la cuenca, es decir, en los municipios con mayor densidad poblacional. Sin embargo, se detectan partidos como Morón que, a pesar de presentar un alto grado de urbanización, poseen una escasa cantidad de bienes protegidos; o Cañuelas, que podría considerarse como el caso inverso a Morón. Estas diferencias, que podrían relacionarse con procesos históricos específicos en cada partido o con las políticas de patrimonialización, deben ser analizadas en detalle estudiando cada uno de los bienes protegidos en dichos municipios, lo cual no será realizado en este trabajo.

En el Gráfico 3 se detalla la cantidad de declaratorias nacionales, provinciales y municipales para cada municipio en las cuales se observa una tendencia a que en los espacios más urbanizados (Lanús, Lomas de Zamora, Avellaneda, entre otros) haya mayor cantidad de declaratorias nacionales y provinciales. Sin embargo, hay partidos que no responden a este patrón (Almirante Brown o Cañuelas), lo cual posiblemente sea por los criterios de valorización utilizados al momento de promulgar leyes y/u ordenanzas de protección patrimonial vinculados con los procesos históricos sucedidos. Cualquiera de estas explicaciones, al igual que con el caso anterior, debe ser analizada en detalle contemplando cada bien protegido y los hechos históricos que impactaron particularmente en cada uno de los partidos.


Gráfico 3 . Tipos de declaratorias por partido. Expresado en porcentaje y ordenados por densidad poblacional decreciente.

Las mismas declaratorias nacionales, provinciales y municipales han sido evaluadas a lo largo de los años, desde la primera que fue promulgada hasta la actualidad (Gráfico 4).


Gráfico 4 . Cronología de las declaratorias por año de promulgación. Expresado en porcentaje.

En la Gráfico 4 se observa que las ordenanzas municipales presentan su máximo porcentaje en la década de los ’90 al alcanzar un 34,28%, valor que no vuelve a ser visto para este tipo de declaratorias en los años posteriores. Las leyes provinciales también presentan valores fluctuantes desde fines de la década del ’80, obteniendo el máximo alcanzado ya dentro de los años 2000 con 9,76%. Las leyes nacionales alcanzan el mayor porcentaje con un 48,28% de declaratorias en el año 2011, con la promulgación de la Ley Nº 26.691 de los sitios de la memoria. Los picos que se registran a partir del 2007 en adelante se deben al incremento de las investigaciones arqueológicas y paleontológicas sobre el área de la CMR.

El incremento de la promulgación de declaratorias patrimoniales a partir de fines de los años ’80, puede ser producto de la recuperación de la democracia en 1983, y la elaboración y votación de nuevas leyes patrimoniales, en donde la elección popular permitió el nombramiento del patrimonio considerado como representativo de la identidad, con el fin de salvaguardarla. Por lo tanto, en el seguimiento cronológico se detecta una gran vinculación con la política de gobernanza democrática, en la cual, como afirma Montenegro (2012), la instrumentación de marcos legales vigentes permite establecer las bases de las representaciones nacionales, inculcando nociones de pertenencia y reglas de comportamiento. En el caso de la ley de sitios de la memoria, se puede considerar que esta protección refleja una política específica en materia del ejercicio de los derechos humanos, como se afirma en el trabajo de Fabri (2010), que menciona que la identificación de los lugares de la memoria tiene como fin rememorar, conmemorar y denunciar.

En el análisis de la variabilidad de los términos registrados en las declaratorias, se contabilizó la nomenclatura utilizada para sintetizarlas, pero no se analizaron los términos implementados para la clasificación de los sitios arqueológicos, paleontológicos y de la memoria. Esto se debe, en primer lugar, a que presentan diferentes clasificaciones dentro del campo al cual pertenecen y todos ellos se encuentran incluidos dentro de una ley específica. En segundo lugar, en este trabajo se busca resaltar los criterios clasificatorios existentes legalmente al momento de clasificar los demás bienes patrimoniales, los cuales conducen a la promulgación de leyes de protección particulares.

De los 424 bienes protegidos se han identificado 52 términos diferentes, los cuales consideramos que han sido concebidos y utilizados para definir una acción pública legalmente valorativa sobre la historia del paisaje patrimonial de la cuenca. Los términos son: nacional, provincial, municipal, bien, interés, valor, patrimonio, conservación, preservación, incorporado, perteneciente, protegido, histórico, artístico, cultural, natural, reserva, urbano, arquitectónico, legislativo, estilístico, literario, social, paisajístico, testimonial, comunal, público, evento, monumento, edificio, inmueble, sitio, objeto, zona, área, lugar, ciudad, pueblo, distrito, área de protección histórica, partido, Buenos Aires, Avellaneda, Lanús, Matanceros, Morón, Monte Grande, Esteban Echeverría, Almirante Brown, San Vicente, Cañuelas y Marcos Paz. Asimismo, se observó que una de las declaratorias del partido de Lomas de Zamora no presenta variable nominal alguna, por lo que se la consideró en la categoría "sin variable". En todos los casos, sucede que algunos términos aparecen repetidos dentro de la misma declaratoria o que ellas presentan más de una de las variables para su clasificación. Un ejemplo de esto es la Ley Provincial Nº 13.870/08 del partido de Lomas de Zamora, que declara "Bien Histórico Cultural incorporado al Patrimonio Cultural de la provincia de Buenos Aires" a la Sociedad de Educación y Biblioteca Mentruyt. Al mismo tiempo, este análisis muestra que, detrás de la institucionalización de estos criterios valorativos, existe una fundamentación que debe ser estudiada en detalle con el fin de mejorar los criterios de clasificación del patrimonio. Por este motivo, se considera el porcentaje de veces que el término es utilizado en el total de las declaratorias (Gráfico 5).


Gráfico 5. Cantidad de veces que los términos son utilizados para clasificar los bienes patrimoniales. Expresado en porcentaje.

En la Gráfico 5 se observa que el término más utilizado es "patrimonio" con un 13,41%, luego "interés" 11,73%, "histórico" 10,61%, "municipal" 10,42%, "cultural" 8,61%, "bien" 5,68% y "arquitectónico" 3,74%. Si bien la organización de las diversas variables nominales en un ranking de mayor a menor frecuencia no es una herramienta definitiva, esta información refleja dos aspectos. En primer lugar, la diversidad de criterios utilizados para los nombramientos de los bienes protegidos. En segundo lugar, la valorización e institucionalización de los términos utilizados para la clasificación de dicho patrimonio, llegando a designaciones que carecen de criterios de valorización como el mencionado anteriormente para Lomas de Zamora.

Del análisis de las variables consideradas en este estudio, en primer lugar, se puede observar que hay una tendencia a promulgar mayor cantidad de leyes específicas de patrimonialización sobre los espacios formales de la cuenca. Esto se puede ver tanto en la mayor proporción de bienes protegidos en los municipios más urbanizados, como en que la mayor proporción de leyes nacionales y provinciales también se encuentran en estos. Por su parte, la sobresaliente cantidad de bienes municipales protegidos se puede vincular con la delegación formal de estos nombramientos a cada uno de los partidos.

En segundo lugar, que la evolución de las declaratorias patrimoniales se encuentre vinculada con las políticas de democratización, podría estar reflejando la importancia de la instrumentación de los marcos legales vigentes como políticas para la representación de los aspectos nacionales, nociones de pertenencia y reglas de comportamiento. Además, muestra que la recuperación de la memoria utilizando como herramienta a la promulgación de leyes patrimoniales no se remite a un mero acto de proteger bienes del pasado, sino que se vuelve una herramienta fundamental para la protección de la identidad de una nación.

En tercer lugar, los términos utilizados para el nombramiento de los bienes también presentan una gran influencia de los criterios institucionales establecidos, dejando a la luz que existe patrimonio que en su declaratoria repite alguno de los términos por el cual es considerado como tal y, por lo tanto, debe ser protegido, preservado y conservado.

CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS: PATRONES CULTURALES Y SU VINCULACIÓN CON LA FORMALIDAD E INFORMALIDAD DE LOS ESPACIOS DEL ÁREA DE LA CMR

En este trabajo partimos de la ubicación espacial del patrimonio protegido del área de la CMR con el fin de analizar la relación entre la identificación y catalogación de los bienes patrimoniales con la formalidad e informalidad de los espacios urbanos y de los espacios marginales. Para ello, comenzamos inventariando los bienes nacionales, provinciales y municipales protegidos por ley en los 14 partidos del AMBA, contemplando los sitios de la memoria, los sitios arqueológicos y paleontológicos. Estos tres últimos bajo la protección de dos leyes nacionales específicas: la Nº 26.961 para los primeros y la Nº 25.743 para los dos restantes.

Posteriormente, se sistematizó la información obtenida, lo cual permitió elaborar un mapa con el uso de un SIG. Esta distribución espacial mostró la preeminencia del patrimonio protegido en los espacios urbanizados de la CMR, ya sea por una tendencia a la existencia de mayor cantidad de bienes patrimoniales en los municipios más urbanizados, por la presencia de bienes protegidos en las áreas urbanas de cada partido, o incluso porque son las áreas de mayor intervención y modificación antrópica, lo cual conduce a que necesiten ser protegidos para ser preservados y conservados. No obstante, esta visualización, en conjunto con la interpretación de las figuras referidas a los tipos de declaratorias, muestra que hay una tendencia a proteger el patrimonio, marcando como patrón cultural la historia de urbanización del área de estudio como el modelo representativo de la identidad nacional. De esta manera, los espacios marginales parecen no ser portadores de una historia que se vincule o influya sobre la conformación de dicha identidad.

La evolución de las declaratorias patrimoniales en su relación con las políticas de democratización, también reflejan que la instrumentación de los marcos legales vigentes para el fortalecimiento de aquellos aspectos considerados como representativos de la identidad nacional; se establecen bajo criterios estandarizados para la catalogación de los bienes patrimoniales, mostrando la predominancia de un modelo ideal de progreso; de esta manera, los aspectos considerados como representativos de la nacionalidad, la memoria, los derechos humanos, entre otros, parecerían sólo estar presentes en mayor abundancia en los espacios urbanos y formales. Desde nuestra perspectiva es en la tensión entre la formalidad e informalidad en donde surge el patrimonio representativo de la identidad de una nación, los cuales pueden estar presente tanto en los espacios urbanos como en los marginales. Si bien los bienes protegidos actualmente en la cuenca son portadores de memoria e identidad y reflejan parte de su historia, consideramos que la identificación del patrimonio debe partir del análisis de la tensión entre ambos espacios.

El notable incremento de las investigaciones arqueológicas sobre las actividades industriales y domésticas también muestra un aspecto de los procesos históricos ocurridos en el área de estudio, la cual presenta evidencias de contar con una larga transformación en los últimos quinientos años. De manera similar, el aumento de trabajos paleontológicos en la cuenca permite ir recuperando la historia desde momentos más remotos, de forma tal que la modificación que ha ocurrido sobre ella ayuda a comprender el presente de la misma, en donde tomar los marcos legales de protección desde criterios más amplios, actuaría como herramienta de fortalecimiento de la identidad nacional.

La historia de antropización y degradación del área de la CMR, muestra que la vinculación de las declaratorias patrimoniales con las políticas de democratización no debe remitirse solamente a los aspectos considerados idealmente como representativos de la identidad nacional, sino que deben ahondar en la relación entre los espacios marginales y los centrales, y sobre todo en la recuperación de la memoria y en el impacto diferencial de los acontecimientos históricos, para así poder identificar, proteger y preservar todos aquellos bienes patrimoniales que den cuenta de la historia de la nación. De esta manera, los bienes materiales e inmateriales construidos por las personas en la relación entre centro-periferia sólo pueden ser identificados desde el estudio de los procesos históricos y contemplando la memoria, en donde su catalogación se volvería una herramienta social para el fortalecimiento de dicha identidad.

En síntesis, la promulgación de leyes de protección patrimonial en los 14 municipios que forman parte de la CMR se muestra como una herramienta de implementación de criterios estandarizados en los que se resaltan aspectos económicos y sociales específicos, vinculados a patrones culturales excluyentes. La práctica de proteger, preservar y conservar los bienes que son considerados como representativos de aspectos sociales compartidos es de suma importancia. Por ello, consideramos que la promulgación de leyes patrimoniales debe centrarse en la identificación del patrimonio construido en la relación entre los espacios formales e informales. La creación de la ley de sitios de la memoria, se muestra como un ejemplo no solamente en materia de derechos humanos y fortalecimiento de la identidad de la nación, sino también como una herramienta de recuperación de los procesos históricos que en determinadas épocas se han intentado borrar y ocultar como símbolo de una identidad inexistente.

Por último, en este trabajo se ha analizado la distribución, concentración y proporción de patrimonio protegido en el área de la cuenca Matanza-Riachuelo, con el fin de examinar la relación entre la identificación y catalogación de los bienes patrimoniales en función de la centralidad y marginalidad de los espacios del área de estudio. Si bien la tendencia a aprobar declaratorias que utilizan criterios restrictivos se presenta como patrón cultural para la recuperación de la memoria histórica de la misma, este estudio permitió abrir nuevos campos de indagación en donde a futuro se busque estudiar los procesos históricos ocurridos que impactaron sobre la CMR, y que son los encargados de otorgarle valoración al patrimonio, permitiendo así proteger aquellos bienes que realmente reflejen la porción de su historia que se vincula con los aspectos nacionales representativos de su identidad.

 

NOTAS

1. En 2004 la problemática de la cuenca llega a instancias judiciales por un grupo de vecinos que demandaron la recomposición del ambiente y la creación de un fondo para financiar el saneamiento en la causa "Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios (daños derivados de la contaminación ambiental del Río Matanza – Riachuelo)" que responsabilizaba por daños y perjuicios al Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a 44 empresas. Posteriormente, se amplió la demanda hacia los 14 municipios de la Provincia de Buenos Aires por los que se extiende la CMR. En el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación se obliga a la ACUMAR a llevar a cabo un Plan Integral de Saneamiento Ambiental para: 1) la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la cuenca; 2) la recomposición del ambiente en todos sus componentes (agua, aire y suelo); 3) la prevención de daños con suficiente y razonable grado de predicción (http://www.acumar.gov.ar/institucional/120/causa-mendoza).

2. Entre ellos: área de la laguna de Guardia del Juncal, con sus zanjas, defensa y canales (Udaondo, Siglo XVIII); el conjunto urbano alrededor de la Plaza Uribelarrea (1890); casona de la estancia "La Campana" (Siglo XVIII), comprendiendo su galpón; entre otros.

3. En su reglamentación se aclara que épocas recientes significa 100 años de sucedido el hecho cuyas trazas materiales estudia la arqueología.

4. Centro clandestino de detención.

5. En la Ley Provincial Nº 11.480 de 1993, San Vicente, Florencio Varela y Esteban Echeverría, ceden parte de su territorio para la conformación del nuevo municipio.

6. Hurlingham formó parte del municipio de Morón hasta el año 1995, cuando por Ley de la Provincia de Buenos Aires Nº 11.610 se procede a la conformación de los municipios de Hurlingham e Ituzaingó. AGRADECIMIENTOS Queremos expresar nuestro agradecimiento a los diferentes empleados públicos que nos han facilitado la información solicitada en los municipios. Al igual que al Sr. David Piazza y al Centro de Registro Arqueológico y Paleontológico de La Plata, por su predisposición y facilitación de los registros para la elaboración de los listados patrimoniales. También expresamos nuestro agradecimiento a la Lic. Sandra Guillermo, por brindarnos los datos correspondientes a los sitios arqueológicos trabajados por ella. Finalmente, agradecemos a los tres evaluadores anónimos, cuyas observaciones contribuyeron a mejorar este manuscrito.

 

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ARTICULO

Análisis arqueofaunistico del sitio El Panteon 1 (Las Ovejas, Neuquén).

Archaeofaunal analysis of El Panteon 1 site (Las Ovejas, Neuquén).

Tamara Navarro*

* Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba. Tamara Navarro es egresada de la carrera de Ciencias Biológicas. Este trabajo forma parte del proyecto "Dinámica poblacional humana y cambios en el nicho ecológico en el Noroeste de Patagonia durante el Holoceno" Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica Res.270/15 PICT-2014-2134. Actualmente se desempeña como docente de nivel medio, además de realizar tareas de investigación en el área de la zooarqueología. Dirección de contacto: 89tamaranavarro@gmail.com

Recibido: diciembre de 2015
Aceptado: mayo de 2016


RESUMEN

Los entierros humanos proveen información sobre aspectos biológicos y culturales de las poblaciones. La inclusión de animales en los entierros reflejaría una relación simbólica entre humanos y animales. En este sentido, la presencia del caballo es mencionada en numerosas crónicas, pero presenta escasa evidencia arqueológica. El sitio El Panteón 1 está emplazado en la localidad de Las Ovejas, Dto. Minas, provincia de Neuquén. El objetivo del trabajo es describir los restos faunísticos hallados en contexto funerario y evaluar hipótesis relacionadas con el uso de caballo. El material se clasificó por tamaño y categoría taxonómica, se estimó la edad y se calculó el NISP, MNE, MNI, los índices de completitud y fragmentación, y variables tafonómicas. La muestra cuenta con cuatro individuos asignables a Equus ferus, éstos presentan alta fragmentación y baja completitud. Las partes esqueletales halladas son las de mayor rendimiento. Esto constituiría nueva evidencia del consumo de caballo en contextos rituales citado en las crónicas de los viajeros y plantearía nuevos interrogantes sobre las costumbres rituales y sobre los recursos alimenticios del norte de Patagonia durante momentos históricos.

Palabras Clave: Caballo; Norpatagonia; Restos humanos; Post-contacto.

ABSTRACT

Human burials provide information about biological and cultural aspects of populations. The incorporation of animals within these burials may reflect a symbolic relationship between them and humans. The inclusion of horses is referred to in this way in several historical sources from Patagonia, but has previously lacked supporting archaeological evidence. This paper provides such evidence from the site of Panteón 1 near Las Ovejas in northern Neuquén province, Argentina. The aims of this paper is to describe the faunal remains found there in a funerary context and to evaluate hypotheses about horse use. The remains were first classified by size and taxonomic category. Age was also estimated and NISP, MNE, MNI, indices of completeness and fragmentation, and other taphonomic variables calculated. The sample comprises four individuals assignable to Equus ferus, but shows a high degree of fragmentation and is highly incomplete. The skeletal parts found emphasise those giving the highest nutritional yields. This constitutes new evidence supporting horse consumption in ritual contexts of the kind cited in traveller accounts and provides new data and questions about ritual practice as well as dietary resources in northern Patagonia during historical times.

Keywords: Horse; Northern patagonia; Human remains; Post contact.


INTRODUCCIÓN

La historia de las poblaciones humanas en el norte neuquino es compleja. La ocupación de ambientes ecológicamente diversos, con gran variación y disponibilidad de recursos tanto animales como vegetales, confirió un marco heterogéneo en el cual se establecieron relaciones entre poblaciones vecinas, que a la vez construyeron redes de intercambio y movilidad con rangos geográficos que probablemente se extendieron hacia la región pampeana, costa atlántica norpatagónica y hacia el oeste, territorios trascordilleranos (Barberena et al. 2011; Cobos et al. 2012). A lo largo del Holoceno estas relaciones y las prácticas asociadas se fueron modificando en función de cambios que operaron a diferentes escalas (Pérez et al. 2016). En particular, las costumbres relacionadas a las formas de entierro se vieron alteradas por la presencia de nuevos elementos en el período post contacto.

Las prácticas de entierros a lo largo del tiempo en estas poblaciones se habrían modificado en función de diferentes factores tales como la demografía, la movilidad, u otros aspectos sociales (Goldstein 1981; Pardoe 1988; Carr 1995; Martínez 2008-2009; Della Negra et al. 2014).

La inclusión de animales en entierros humanos podría estar reflejando una relación simbólica entre humanos y animales (Ingold 2000; Morey 2006; Losey et al. 2011), ritual o ceremonial, o el contacto con entidades supernaturales. Estas prácticas de ofrecimiento de animales a los muertos son mencionadas en numerosas crónicas de viajeros a la Patagonia durante los siglos XVIII y XIX (Barreto 1992). En el norte de Patagonia estaban reservadas para personajes política o simbólicamente notables en la vida de una comunidad (Muñoz Ovalle 1983; Prates et al. 2010; Belotti López de Medina 2012). Estas crónicas mencionan específicamente al caballo como animal de particular relevancia en los rituales funerarios de aquellas poblaciones. Al momento de la muerte de algún miembro de la comunidad, todos sus animales eran sacrificados y la carne de los caballos era repartida y consumida entre sus parientes (Rosales 1878, en Hajduk 19811982; Musters 1997).

Si bien en los relatos aparecen referencias a rituales funerarios que asocian el caballo con entierros humanos, son muy escasas las evidencias arqueológicas reportadas (Hajduk 1981-1982; Varela y Biset 1987). En este trabajo se describen las características de los restos faunísticos del sitio El Panteón 1, como una aproximación a las prácticas funerarias utilizadas en esta región, a la vez que se evalúan hipótesis que involucran el consumo de caballo en un contexto ritual funerario.

Caracterización del sitio de entierro El Panteón 1

El sitio arqueológico denominado "El Panteón 1" se emplaza en la cuenca del valle superior del río Neuquén, localidad de Las Ovejas, Departamento Minas, noroeste de la provincia del Neuquén (Figura 1). Se trata de un área de entierro a cielo abierto, localizado a 200 m de un curso de agua temporario que se encuentra a 1.393 msnm.


Figura 1. Ubicación del sitio y planta esquemática de excavación. a) Ubicación geográfica del sitio. b) Vista general del paisaje. c) Planta de la excavación (T=Tiesto de cerámica, H= Óseo humano, C= Óseo caballo, R= Roca, B= Carbón, L= Lítico, A= Cueva) (modificada de Béguelin et al. 2015).

La excavación del sitio consistió en 13 cuadrículas de aproximadamente 1,20 m de profundidad y 1 m de lado. Se recuperaron en zaranda fragmentos de cerámica, restos óseos y cuentas vítreas (Béguelin et al. 2015), que por sus características permitieron estimar una cronología en torno al siglo XIX (Hajduk com. pers. 2015). En términos generales, el sitio se encontraba altamente disturbado y el material recuperado no presentó un patrón de disposición anatómica articulado. Por el contrario, los restos óseos, tanto humanos como animales, estaban dispersos, incompletos y muy fragmentados (Béguelin et al. 2015).

El conjunto de restos óseos corresponde en su mayoría a mamífero de gran tamaño, pero también se recuperó, en menor proporción, mamífero pequeño y huesos humanos. En este trabajo se analizan los restos de fauna hallados en el sitio. La distribución de los materiales recuperados se observa en la Figura 1.

Como resultado de los procesos que intervinieron en la formación del sitio se registraron cuevas y galerías, lo que indicaría actividad de animales fosoriales. Esta actividad suele tener como resultado la movilización de los materiales arqueológicos desde su lugar de depositación original hasta localizaciones nuevas (Martin 2006). Otro factor influyente en la disposición de los materiales fueron las raíces (Lyman 1994). En el área del sitio proliferan las Festuca nana.

Por otra parte, se pudieron detectar en el terreno numerosas depresiones que estarían vinculadas a actividad antrópica moderna, asociada con la búsqueda y extracción previa de material arqueológico por parte de coleccionistas y aficionados. Esto fue corroborado en sucesivas charlas que se mantuvieron durante la campaña con los pobladores actuales de Las Ovejas. La sumatoria de estos agentes y procesos habría provocado la alteración de los restos originalmente inhumados, resultando en cambios en su posición original, ausencia de partes esqueletales y altas tasas de fragmentación, entre otros efectos detectados.

MATERIALES Y MÉTODOS

En la primera etapa del análisis de los materiales se preparó la totalidad de los restos óseos faunísticos excavados en el sitio El Panteón 1. La preparación consistió en una limpieza mecánica con pincel, con el objeto de remover el sedimento adherido para observar la superficie ósea. Luego se los clasificó taxonómicamente (Tabla 1) y los análisis posteriores fueron efectuados solamente sobre el conjunto óseo perteneciente a Equus ferus.

Asimismo, se llevó adelante la clasificación anatómica e inventariado, luego se describió el material mediante diferentes variables y finalmente, se relevaron las características tafonómicas.

Clasificación

Se realizó la clasificación taxonómica y luego se identificó anatómicamente el material óseo recuperado mediante consulta de diversos atlas de anatomía (Sisson y Grossman 1983; Popesko y de Liaño 1998).

Tamaño

Para cada fragmento óseo se registró el tamaño (con calibre digital, precisión 0,01 mm) y se lo clasificó según cuatro categorías (1= 0 mm-30 mm; 2=30 mm-80mm; 3=80 mm150mm; 4=150 mm o más). Se realizó este análisis con el fin de tener una evidencia más amplia de la fragmentación del conjunto.

Estimación de la edad

Para estimar la edad de los especímenes de E. ferus se utilizó el criterio del estado de fusión de los huesos y el desgaste dental (Sisson y Grossman 1983). Si bien para ungulados se conoce la secuencia de fusión de los huesos, esto varía de una especie a otra e incluso dentro de poblaciones de la misma especie. Cabe resaltar que la fusión de cada parte esqueletal se produce a lo largo de un período, por lo que debe tomarse esta variable por intervalos etarios (Watson 1978). Luego del reemplazo de los dientes deciduos y erupción de los molares, el criterio que puede utilizarse para estimar la edad relativa es el desgaste dentario (Cardona y Álvarez 2010).

Cuantificación

La literatura especializada describe una gran diversidad de métodos de cuantificación, y la discusión al respecto es amplia. En este trabajo se emplearon los métodos tradicionalmente utilizados para establecer la abundancia taxonómica y anatómica, a fin de facilitar su comparación con otros trabajos. Siguiendo lo propuesto por Mengoni Goñalons (1999) se estimaron: Número de Especímenes Identificados (NISP), Número Mínimo de Elementos (MNE) y Número Mínimo de Individuos (MNI).

Una vez obtenidos estos valores se pudieron calcular el Índice de Fragmentación, el cual permite conocer la intensidad de la fragmentación promedio de cada elemento, tomado como la razón entre el NISP y MNE; y el Índice de Completitud, que permite evaluar el porcentaje de unidades anatómicas presente respecto al esqueleto completo (Lyman 1994).

Variables tafonómicas

Las variables que alteraron el conjunto fueron relevadas de manera macroscópica y con lupa binocular SMZ 168 con un objetivo de 5x y un ocular de 10x. Se tomaron en cuenta las siguientes variables: a) estadios de meteorización: se utilizaron los estadios establecidos por Behrensmeyer (1978); b) acción de raíces: este tipo de bioturbación puede modificar las superficies de los huesos (patrón dendrítico poco profundo), fracturar y desplazar elementos del registro bioarqueológico (Lyman 1994). Se evaluó su presencia/ausencia; c) depósitos químicos: particularmente de carbonato de calcio. El carbonato presente en los sedimentos puede precipitar en los huesos. Su relevamiento es importante dado que cuando se presentan muy densamente podrían dificultar la observación de otros factores tafonómicos (González 2006) al tiempo que sugiere condiciones del ambiente de depositación. Se evaluó como presencia/ ausencia; d) acción de animales: los animales además de producir marcas notorias en los huesos influyen en la dispersión de los restos por el sedimento, incluso pueden sacarlos de esa matriz, exponiéndolos nuevamente en la superficie, o enterrarlos en el sedimento. Las cuevas y galerías presentes en el sitio impulsaron la observación de las siguientes modificaciones en los restos d.1) roedores: producen marcas de formas variadas en los huesos (Lyman 1994). Suelen presentarse como surcos cortos de fondo plano o redondeado y de a pares en bordes y aristas de alta densidad (Mengoni Goñalons 1999). Para cada unidad anatómica se relevó su presencia/ausencia; y d.2) carnívoros: además de dejar las marcas características de sus dientes (Binford 1981), suelen provocar fracturas, especialmente en los huesos largos cuando intentan acceder a la médula y grasa contenida (Binford 1981; Mengoni Goñalons 1999). Se registró la presencia/ausencia en cada hueso y se las clasificó según su forma (furrows, punctures); e) marcas de procesamiento: aquellas marcas culturales producto del corte, machacado y raspado fueron relevadas asumiendo valores de presencia/ausencia (Mengoni Goñalons 1999). Con el objetivo de analizar el patrón de consumo se separaron según su ocurrencia en el esqueleto axial o apendicular y se empleó una tabla de contingencia con el estadístico Chi Cuadrado (Zar 1999) para evaluar la hipótesis de asociación entre el tipo de marca y la región esqueletal; f) marcas antrópicas modernas: son aquellas marcas post-depositacionales, que resultan, por ejemplo de la misma técnica de excavación utilizada, o del saqueo previo a la excavación. Se registró como presencia/ ausencia en cada fragmento.

RESULTADOS

Tamaño y clasificación

Ningún elemento óseo se preservó íntegramente. La totalidad del material analizado se presentó en fragmentos o se registró la ausencia de alguna parte del mismo. Por lo tanto, en algunos casos se pudieron asignar los fragmentos a algún elemento óseo en particular, mientras que en otros se los asignó a una región más amplia del esqueleto. En la categoría "indeterminados" se encuentran todas aquellas piezas que no pudieron ser asignadas a una región del esqueleto en particular.

El conjunto estudiado está compuesto principalmente por E. ferus pero también se pudieron identificar restos de mamíferos pequeños indeterminados. Se contabilizaron un total de 688 fragmentos óseos.

Los taxones identificados en la muestra se pueden observar en la Tabla 1. Asimismo, en el Grafico 1 se encuentran consignadas las frecuencias de tamaños de los restos hallados. Los elementos que pudieron ser identificados o asignados a alguna categoría diferente a "indeterminado" se encuentran en la Tabla 2.

Tabla 1. Taxones identificados y su NISP en el sitio "El Panteón 1".

El 95% (n=650) de los fragmentos corresponde a un tamaño que se encuentra entre 0 y 80 mm (categorías 1 y 2). Sólo el 5% (n=35) de los fragmentos recuperados presentan tamaños mayores a 80 mm.

Tabla 2. Elementos identificados para el taxón E. ferus.


Grafico 1. Frecuencia de los restos por tamaño.

La mayoría de los fragmentos al ser pequeños se clasificaron en la categoría "indeterminados" ya que no presentaron ninguna zona diagnóstica que permitiera su identificación.

Estimación de la edad

Al considerar la muestra de caballo se pudo determinar, a partir del grado de fusión de los huesos y el desgaste dental, que está constituida por al menos 1 individuo juvenil y 3 adultos. El momento en el que ocurre la fusión de los huesos es variable, pero la observación de algunos en particular (radio-ulna) determinó que al menos un individuo es menor a tres años.

Cuantificación

En la Tabla 3 se muestran los resultados de la cuantificación de los restos de caballo mediante los índices de representación de partes esqueletales. Los resultados indican que la región esqueletal con mayor abundancia es el esqueleto axial.

Tabla 3. Caballo: MNE, MNI y NISP por región esqueletaria mayor. El esqueleto axial no incluye los dientes.

A partir del elemento más abundante de la muestra (bula timpánica) y teniendo en cuenta su lateralidad, se determinó el MNI. Esto reveló que la muestra consta de al menos cuatro individuos.

A partir de los valores del MNE, NISP y MNI se calcularon los Índices de completitud y fragmentación. El primero mostró que cada esqueleto está completo en un 6%, mientras que el segundo indicó que cada hueso está fragmentado en promedio en 13 partes.

Variables tafonómicas

Se tomaron en cuenta para el relevamiento de las variables tafonómicas sólo aquellos restos que pudieron ser identificados como caballo (n=153). Como se observa en la Tabla 4, los restos se encontraron meteorizados en un 100%; sin embargo, la mayor parte se encuentra en los primeros estadios de meteorización. De ellos, el más preponderante es el estadio dos (n=74; 48,4%) seguido del uno (n=45; 29,41%). En estos estadios se encuentran aquellos especímenes que no mostraron fisuras y los que presentaron pequeñas fisuras paralelas a la estructura fibrosa. Los estadios tres y cuatro se encuentran menos representados, 20,91% (n=32) y 1,31%(n=2), respectivamente. Es posible que la sub-representación de estadios elevados de meteorización explique, al menos en parte, los bajos índices de completitud hallados.

Tabla 4. Estadios de meteorización de los restos de caballo.

La Tabla 5 indica que la mayoría de los elementos fueron afectados por la acción de raíces (n=123; 80,4%). Sólo el 2% de los restos registraron marcas de carnívoros (n=3). Las alteraciones producto del depósito de sustancias como carbonato de calcio afectaron al 27,5% (n=42) de la muestra. En cuanto a las marcas antrópicas modernas, el 11,8% (n=18) mostró estar afectado (Tabla 4).

Tabla 5. Frecuencia de marcas post-depositacionales.* Incluye tanto furrows como punctures.

A pesar de haber detectado la presencia de cuevas y galerías en el sitio, sólo un porcentaje menor al 1% (n=1) presentó marcas producidas por roedores. En cuanto a la acción de carnívoros, se encontraron las típicas marcas como furrows y punctures en las epífisis de los huesos largos. Ambos animales podrían haber producido o participado en la dispersión de los restos. Por último, las marcas asimilables a procesamiento para consumo (Figura 2 y Figura 3) se registraron en proporciones similares en el esqueleto axial y apendicular (Tabla de contingencia p=0,52) (Tabla 6).

Tabla 6. Frecuencias absolutas de marcas de procesamiento. *No incluye dientes

 


Figura 2. Marcas de procesamiento (machacado) en forma de "V" en epífisis de metatarso. Tomadas con lupa binocular SMZ 168, aumento de 5x y ocular 10x.


Figura 3. Estrías producto del machacado en metatarso. Se señala con una flecha a las estrías. Tomadas con lupa binocular SMZ 168, aumento de 5x y ocular 10x.

 

DISCUSIÓN

El material recolectado en el sitio "El Panteón 1" responde a las características de un contexto funerario que permitieron ubicarlo cronológicamente en el siglo XIX (alrededor del 1800). Entre los materiales se encontraron restos de cerámica, material lítico, cuentas vítreas y restos óseos (Béguelin et al. 2015).

Los restos óseos pertenecen en su mayoría a caballo pero también se hallaron restos humanos (una calota y tres fragmentos de huesos largos no incluidos en los análisis del presente trabajo).

La presencia de cuevas y galerías de roedores permiten inferir la movilización de los restos hallados. Estos animales podrían haber actuado como agentes de dispersión de los materiales que conforman el sitio, sin embargo, el relevamiento de marcas de roedores en los huesos no resultó particularmente alto. Por otro lado, de acuerdo a los testimonios de los pobladores, en el lugar se habrían efectuado continuas remociones del material desde hace varias décadas. Grupos de escolares eran trasladados al sitio para recolectar materiales con el objetivo de incorporarlos a diversas colecciones. Estos eventos de remoción estarían asociados a la baja completitud que presentaron los restos (6%), al elevado grado de fragmentación de cada hueso (IF=13) y el escaso material identificable en relación a la cantidad de fragmentos hallados. Aunque no es objeto de este trabajo, cabe mencionar que el registro óseo humano se halla igualmente fragmentado e incompleto (Béguelin et al. 2015).

A partir de los restos identificados y del MNE se pudo determinar que la muestra consta de al menos cuatro individuos de E. ferus que corresponden tanto a individuos adultos como juveniles. Es de destacar que no se pudo determinar el sexo de los individuos de la muestra debido a la fragmentación de los restos.

Las trazas registradas en los restos óseos (Figura 2), potencialmente atribuibles a cortes de procesamiento para consumo, sumado a la baja incidencia de marcas provenientes de carnívoros y otros animales, apoyarían el origen cultural de las modificaciones. El tipo de marcas (machacado), la presencia de algunos restos incinerados y la ausencia de una cantidad significativa de modificaciones de animales, coinciden con un patrón de reducción del tamaño de las piezas para facilitar su transporte o de accesibilidad a zonas de alto contenido calórico y sería una de las causas de la alta tasa de fragmentación del conjunto (De Nigris y Catá 2005).

En síntesis, la fragmentación del conjunto óseo hallado en el Panteón 1 sería multicausal. Es decir, que se detectaron varios factores que actuaron sobre el conjunto como lo son los eventos sucesivos de extracción del material, la presencia de cuevas y galerías y el procesamiento de las piezas para consumo.

Si bien las crónicas mencionan prácticas funerarias que incluyen el consumo ritual y entierro de caballos, no es frecuente el hallazgo de esa evidencia en sitios arqueológicos de Patagonia. Hasta el momento se han publicado, con estas características, para Neuquén los sitios de Rebolledo Arriba (Hajduk 1981-1982), Tres picos o Malleo Malal (presenta evidencia de consumo derivado de marcas de corte) (Goñi 1986-1987), Caepe Malal (Varela y Biset 1987), y El Panteón 1 (el presente trabajo es el primer manuscrito del sitio). Evidencias de otras regiones provienen de la Pampa, en el sitio Arroyo Tapalqué (Messineo 2010) y en Gascon 1 al sureoste de Buenos Aires (Oliva y Lisboa 2009).

En el sitio de Caepe Malal se han recuperado restos de caballo, tanto articulados como desarticulados, sobre algunos entierros humanos. Se incluyeron además restos del apero, ya que en algún momento del siglo XX se comenzó a prescindir del sacrificio del animal y solamente se depositaba el recado como parte de la funebria. Esto coincide con lo encontrado en el sitio Rebolledo Arriba, donde cada uno de los entierros cuenta con un ajuar diferenciado por sexo y edad. En una de las tumbas presentes en este último sitio se hallaron restos óseos de caballo (Hajduk 1981-1982, Varela y Biset 1987, Montero 2009).

En términos de consumo, la bibliografía arqueológica hace referencia a los aportes y empleo del guanaco, entre otros animales, como el recurso mayormente utilizado entre las poblaciones patagónicas de cazadoresrecolectores (Mengoni Goñalons 1999; De Nigris y Catá 2005; Bastourre y Salazar Siciliano 2012). Sin embargo, la cercanía taxonómica y similitud morfológica, entre el guanaco y el caballo, permiten establecer ciertas correspondencias. Por este motivo, las hipótesis evaluadas respecto al consumo de caballo se realizaron comparándolo con patrones de consumo observados en guanaco.

De acuerdo a su contenido aprovechable para consumo, se puede analizar al animal conforme al tipo de tejido predominante. De esta forma, las partes anatómicas de una carcasa se pueden dividir en las siguientes categorías: a) huesos con carne solamente (vertebras, costillas, pelvis y escápula); b) huesos con abundante carne y médula (fémur y húmero); c) huesos con poca carne y médula (radioulna y tibia); d) huesos con moderada cantidad de médula, sin carne (metapodios); y e) huesos con bajas proporciones de médula (calcáneo y falanges) (De Nigris y Catá 2005). El patrón de representación encontrado en la muestra revela una mayor proporción del esqueleto axial sobre el apendicular. De acuerdo al modelo propuesto por De Nigris y Catá (2005), las partes más representadas en la muestra del sitio El Panteón 1, corresponderían a aquellas unidades anatómicas con predominio de carne. No obstante, como se muestra en la Figura 2, el conjunto estudiado está representado en su mayoría por fragmentos menores a 8 cm. Esto no permite establecer conclusiones fuertes respecto a la importancia de cada elemento en cuanto a su procesamiento. La evidencia apoya una idea general.

Los sectores del esqueleto, según como se consideraron en este trabajo (axial y apendicular), presentes en el sitio no muestran diferencias significativas respecto a las marcas de procesamiento.

Si bien en este trabajo se evaluó un modelo (De Nigris y Catá 2005) sobre la utilidad económica debido a las marcas que presentaron los restos y a las evidencias de consumo postuladas en las crónicas para el contexto ritual funerario, no se pretende asumir una asociación funcional entre el sitio y el consumo, debido a que la sola evidencia de consumo de estos especímenes no sería suficiente para sustentar la funcionalidad del sitio.

En relación a las variables tafonómicas analizadas en los restos pertenecientes a caballo (n=153 NISP del taxón), se puede apreciar que predominaron los primeros estadios de meteorización. De todas formas los estadios tres y cuatro también fueron identificados en menor cantidad de restos, lo que sugeriría que los restos se hallaron un tiempo en la superficie del suelo antes de ser sepultados. Ese período no debió ser prolongado, ya que no se encontraron indicadores de meteorización avanzada (Behrensmeyer 1978; Lyman 1994). Lo que podría ser explicado, en parte, por los numerosos procesos de remoción mencionados en la caracterización del sitio.

Las marcas producto de raíces fueron la alteración más representada en la muestra de caballo (80,4% n=123). Las marcas presentes son de dos tipos diferentes; por un lado, muestran un patrón dendrítico y están muy ramificadas sobre la superficie del hueso; y por otro lado, marcas más profundas y de contorno en forma de "U". Esto indicaría que los restos estuvieron expuestos a efectos de raíces sobre su superficie y este mismo agente podría haber contribuido al desplazamiento y fragmentación de los restos (Lyman 1994; Bastourre y Salazar Siciliano 2012).

Para concluir, se observa que el conjunto de las evidencias relevadas en los huesos de caballo podrían estar planteando la utilización del mismo para consumo en situaciones rituales. Considerando la disposición de los restos en un contexto funerario, y teniendo en cuenta las descripciones de las crónicas de los primeros viajeros en la región (Rosales 1878 en Hajduk 1981-1982; Musters 1997), se podría plantear al conjunto como evidencia del uso del caballo como parte de rituales mortuorios.

Esto esbozaría nuevos interrogantes tanto acerca de las costumbres rituales como de los recursos alimenticios utilizados en estas poblaciones post contacto, lo cual enriquece la discusión respecto a los cambios culturales y físicos que habrían acarreado (Montero 2009).

AGRADECIMIENTOS

A Diego Rindel quien prestó su valioso asesoramiento con los análisis de fauna. El Municipio de Las Ovejas brindó alojamiento y logística permanente para realizar las tareas de campo. El equipo de excavación estuvo conformado por Valeria Bernal, Ivan S. Perez, Marien Béguelin, Lucas A. D´Addona, Nicolás Wiggenhauser y la autora.

Valeria Bernal y Florencia Gordón revisaron versiones previas de este manuscrito realizando valiosos aportes.

Este trabajo se realizó en el marco de los Proyectos Historia evolutiva y diversidad en la dieta de las poblaciones humanas de Neuquén (Noroeste de Patagonia) durante el Holoceno -UNLP 2014-2016- Nro 11/N742- y Dinámica poblacional humana y variación en el nicho ecológico en el Noroeste de Patagonia durante el Holoceno -PICT 2014/2134-.

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ARTICULO

Prácticas tecnológicas líticas entre las sociedades del este catamarqueño durante la segunda mitad del Primer milenio D.C.

Lithic technologicals practices of societies from eastern Catamarca during the second half of the first millenia A.C.

Débora Egea 1

1 CITCA (CONICET-UNCA). Débora Egea es Licenciada en Arqueología de la Escuela de Arqueología de la Universidad Nacional de Catamarca. Este artículo forma parte de su tesis de Licenciatura defendida en el mes de junio de 2015. Actualmente se encuentra realizando el doctorado en Ciencias Antropológicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Desarrolla su investigación en el campo de la tecnología lítica en la zona del este de la provincia de Catamarca. E-mail: deb.egea@gmail.com.

Recibido: abril de 2016
Aceptado: mayo de 2016.


RESUMEN

En la sierra de El Alto-Ancasti (Catamarca), se sitúan numerosas cuevas con arte rupestre. El análisis inicial del material lítico recuperado de una de estas, la Cueva 7 de Oyola, nos informa el uso de materias primas locales, la manufactura de una multiplicidad de filos líticos y la realización de las últimas etapas de la secuencia de producción. La comparación de este conjunto lítico con el recuperado en el sitio contemporáneo de El Taco 19, diferente en su emplazamiento y tipo de ocupación, nos permitió evaluar la forma en que estos conjuntos, incorporados en contextos particulares, pueden empezar a aportar datos acerca de la transformación y experimentación de estos espacios en el tiempo. El análisis está orientado a contribuir a la comprensión de las sociedades que habitaron el este catamarqueño durante la segunda mitad del primer milenio de la era. Esto implica un aporte importante al ser una temática poco tratada en la zona, donde los estudios se enfocaron mayormente en el arte rupestre.

Palabras clave: Tecnología lítica; Cuarzo; Prácticas sociales; Arte rupestre; Sierra de El Alto-Ancasti.

ABSTRACT

At the El Alto-Ancasti mountains (Catamarca) there are a large number of caves with rock art manifestations.The initial analysis of lithic technology obtained from the excavation of one of this caves (Oyola 7), informs us about the use of local raw materials, the manufacture of multiple type of instruments and the presence of the last stages of lithic production sequence. By other side, the comparison of this lithic set with the one obtained at El Taco 19, domestic compound chronologically contemporary, allows us to evaluate the way these lithicartifacts couldgive information about the human societies at each settlement.The analysis is oriented to contribute to the understanding of societies who inhabit eastern Catamarca during the second half of first millennia of the age. This implies a relevant contribution around a slightly treated thematic at the area, where the investigations were focused mainlyonrock art manifestations.

Key words: Lithic technology; Quartz; Social practices; Rock art; El Alto-Ancasti mountains.


INTRODUCCION

En la localidad de Oyola se emplazan una importante cantidad de cuevas y aleros con arte rupestre. Estas cuevas se suman a los numerosos espacios con pinturas presentes en la sierra de El Alto-Ancasti, que han sido registrados por diversas investigaciones. En una de las cuevas, Oyola 7, iniciamos una excavación estratigráfica con el objetivo de vincular las representaciones rupestres con las posiblemente efímeras ocupaciones allí emplazadas, tanto llevadas adelante por las personas que pintaron sus paredes como por los simples observadores que las visitaron.

Para el caso particular aquí propuesto nos interesa presentar la información preliminar obtenida del conjunto de material lítico recuperado en la excavación de la cueva. Se trata de un primer acercamiento a la tecnología lítica de los visitantes de Oyola 7 en pos de empezar a aportar al conocimiento de la ocupación de la cueva y de las actividades allí realizadas. Para ello realizaremos una caracterización técnico-morfológica y morfológica-funcional del conjunto. Particularmente, nos interesa observar las materias primas aprovechadas, las técnicas de talla aplicadas, los tipos de instrumentos manufacturados y las etapas del proceso de producción lítica presentes.

Este trabajo resulta un aporte significativo a la interpretación de las ocupaciones del este catamarqueño, especialmente de las cuevas con arte rupestre. La materialidad presente en estos espacios no ha sido analizada en profundidad y de allí surge la relevancia de este trabajo, ya que generalmente los estudios se centraron en las complejas representaciones pictóricas y no en las características de las ocupaciones de estos lugares.

Además, se realizará una comparación del conjunto recuperado en dicho sitio con otro ya analizado por Moreno (2015) y Moreno y Sentinelli (2014) procedente de un sitio de habitación ubicado en la zona cumbral de la sierra de El Alto-Ancasti, El Taco 19 (ET 19), considerando la sincronía de las ocupaciones, el aprovechamiento de las mismas materias primas y ciertas características tecnológicas compartidas, frente a diferencias que tienen que ver con las etapas de la secuencia de producción lítica, las técnicas de talla utilizadas y los productos finales. Se busca, a través de la comparación de las tendencias relevadas en Oyola 7 respecto a las registradas en ET19, acercarse a los modos de hacer y/o usar los artefactos líticos entre las sociedades del este catamarqueño y de esta forma aportar información en relación a sus vinculaciones con el entorno directo y espacios mayores.

De esta manera, el objetivo de este trabajo se relaciona con la interpretación de las particulares historias de ocupación de estos sitios, de las experiencias y prácticas sociales asociadas con las ocupaciones o visitas realizadas a través del tiempo a estos lugares, corriendo el foco puesto en las representaciones rupestres. En una zona donde las investigaciones arqueológicas estuvieron esencialmente centradas en las características del arte rupestre y de su asociación con otros contextos regionales, este trabajo resulta un aporte relevante para conocer un poco más acerca de la ocupación del este catamarqueño.

Investigaciones en El Alto-Ancasti

La sierra de El Alto-Ancasti se dispone al este de la provincia de Catamarca (Argentina) y a escasos kilómetros del límite interprovincial con Santiago del Estero. Separa la llanura santiagueña de los valles y bolsones del centrooeste catamarqueño.

La zona fue representada históricamente como un área de frontera, de transición entre la región andina, hacia el oeste, y la región chaco-santiagueña, hacia el este. Debido a su variabilidad ambiental, también fue incorporada en modelos de complementariedad económica entre diferentes microambientes (Ardissone 1945). Además, estas serranías fueron pensadas como zona de pastoreo y lugar de obtención de productos exóticos que permitían alimentar las redes de interacción entre las distintas vertientes de los Andes y, a su vez, como un área importante en la realización de ceremonias chamánicas, dada la presencia de bosques de cebil y las numerosas representaciones pictóricas identificadas en el área (Segura 1970, 1988; De la Fuente y Díaz Romero 1974, 1979; De la Fuente y Arrigoni 1975; González 1977; Gramajo y Martínez Moreno 1978; De la Fuente 1979,1990; De la Fuente et al. 1982; Nazar 2003). En su mayoría, estas fueron relacionadas con alguna de las culturas arqueológicas del NOA, predominantemente con la cultura de la Aguada (Barrionuevo 1972; De la Fuente y Díaz Romero 1974, 1979; González 1977; De la Fuente 1979, 1983).

En los últimos años se empezaron a desarrollar estudios en la zona preocupados por conocer la historia desde una perspectiva local, intentando romper con la mirada de tipo regional que fue con la que se construyó el modelo clásico del área.

El relevamiento del paisaje arqueológico en las serranías de El Alto-Ancasti por nuestro equipo, al igual que los avances de otras investigaciones (Dlugosz 2005; Gordillo et al. 2011; Nazar et al. 2013; Gordillo 2014), muestran una forma de construcción del espacio social alejada de lo esperado para una periferia o para una zona de especialización pastoril según era entendido por otros investigadores (Pérez Gollan y Heredia 1987; Pérez Gollan 1991; Núñez Regueiro y Tartusi 1993; Kriscautzky 1995). Se asemeja más a comunidades campesinas autosuficientes que a enclaves productivos dependientes de centros políticos (Quesada et al. 2012).

El relevamiento de variados sitios y las excavaciones en algunos de ellos, pusieron en evidencia una construcción de paisajes con una fuerte vinculación con el ambiente local, puesta de manifiesto en el alto grado de inversión de trabajo en arquitectura permanente (Quesada et al. 2012) y en el intenso aprovechamiento de recursos locales como fauna silvestre (Moreno y Quesada 2012; Ahumada y Moreno 2016) y materias primas líticas, entre las que predomina el cuarzo, muy abundante en la zona (Moreno y Sentinelli 2014; Moreno 2015). Esto llevó a proponer una ocupación local y un compromiso a largo plazo con el territorio. Se tratarían de ocupaciones campesinas, con una fuerte inversión de trabajo tanto en la arquitectura doméstica como productiva y una forma de construcción del espacio social marcada por una gran cantidad de sitios de vivienda y espacios agrícolas elaborados (Gordillo et al. 2011; Quesada et al. 2012; Nazar et al. 2013).

Tecnología lítica

Muy pocos estudios fueron realizados sobre tecnología lítica en la sierra de El Alto-Ancasti, quizás producto del énfasis en el estudio del arte rupestre que dominó las investigaciones. El único conjunto analizado hasta el momento en la sierra es el procedente del sitio ET19 (Moreno 2015; Moreno y Sentinelli 2014). Este sitio se encuentra ubicado en los pastizales de altura de las sierras de El Alto-Ancasti y está conformado por conjuntos habitacionales y espacios agrícolas. Se cuenta con cuatro fechados radiocarbónicos que ubican la ocupación humana de estos recintos en la segunda mitad del primer milenio de nuestra era (1390±70 AP [LATYR-2583; hueso]; 1240±50 AP [LATYR-2735; hueso]; 1340±80 AP [LATYR-2930; hueso]; 1210±80 AP [LATYR-2921; hueso] (Quesada et al. 2012).

Este conjunto lítico, recuperado de las excavaciones de dos recintos de los 27 en total que conforman el conjunto de ET19, muestra una representación casi exclusiva de cuarzo como materia prima. En inmediaciones del sitio se identificaron tres canteras de esta materia prima que se ubican a distancias que varían entre 300 y 420 m en relación a los recintos excavados. En ellas se registró material superficial asociado con las distintas etapas de la secuencia de tallado, por lo que resulta clara la utilización del cuarzo en la selección y manufactura de instrumentos líticos.

Se identificaron distintas variedades de cuarzo, desde fragmentos cristalinos hasta lechosos. Esta variabilidad en la calidad de los cuarzos no parece haber influido en la elección realizada por los talladores a la hora de manufacturar los instrumentos, ya que utilizaron los distintos tipos de cuarzo en una representación relativamente equivalente. Otras materias primas, como filita y sílices, se identificaron en muy bajos porcentajes.

En ET19, hay presencia de talla directa y talla bipolar, aunque la primera es la más utilizada (90%). También es alta la frecuencia de desechos indiferenciados, aspecto relacionado a la dificultad de identificar variables diagnósticas de los procesos tecnológicos en el cuarzo.

Fueron identificados 5 percutores y 14 núcleos, todos en cuarzo. La elección y transporte de algunos núcleos hacia ET19 para realizar allí las tareas de tallado y preparación de instrumentos sería una posibilidad dado que hay presencia de estos especímenes en los recintos excavados. Finalmente, la gran mayoría de los instrumentos presentan una manufactura simple. Se observa una importante diversidad de filos, predominando los cortantes, raspadores y muescas, aunque también se registran perforadores, raederas y un instrumento bifacial.

La materia prima utilizada, el cuarzo, se encuentra disponible a pocos metros y permitió la manufactura de las herramientas necesarias para la resolución de necesidades cotidianas de estas poblaciones. Los instrumentos manufacturados muestran también las necesidades cotidianas y localmente situadas a las que se habrían enfrentado los pobladores de ET19 La tecnología lítica mostró la importancia de estos instrumentos y su manufactura a nivel local, la puesta en marcha de conocimientos en relación al entorno directo y su participación en una multiplicidad de prácticas cotidianas que formaron parte de la producción y reproducción de la vida social en este paisaje.

El cuarzo como materia prima

La calidad del cuarzo para la talla es muy baja, ya que puede presentar una estructura interna con abundancia de fisuras y diaclasas que hacen dificultoso el control sobre la fractura al momento de realizar los golpes (Mourre 1996; Spott 2005; Baqueiro Vidal 2006; Frabegas Valcarce y Rodríguez Rellan 2008; Rivero 2009; Moreno 2014; Moreno y Sentinelli 2014; Pautassi y Sario 2014). Como resultado, sus cualidades técnicas difieren mucho de las descritas para materiales más comunes en la literatura arqueológica como el sílice. A pesar de esto, el cuarzo tendría la ventaja, al ser una roca muy dura, de ofrecer gran durabilidad (Moreno y Sentinelli 2014).

Otra particularidad es que los instrumentos líticos manufacturados sobre esta materia prima presentan serias dificultades de identificación de los rasgos antrópicos, vinculados con las tareas de producción. Esto tiene mucho que ver con el desconocimiento de las mecánicas de fractura de este tipo de materiales y su empleo en dinámicas de talla. La identificación de caracteres tecnológicos en el material lítico tallado siempre estuvo ligada al estudio de colecciones líticas realizadas casi exclusivamente en rocas con fractura concoideal, provocando que no se le haya prestado demasiada atención a la aplicación de las técnicas de talla a otras litologías (Frabegas Valcarce y Rodríguez Rellan 2008). Positivamente, en los últimos años empezaron a surgir trabajos que tienen en cuenta las características de estas materias primas (Prous 2004; Baqueiro Vidal 2006; Fábregas Valcarce y Rodríguez Rellán 2008; Carbonelli 2009; Sario y Pautassi 2012; Sentinelli 2012; Moreno y Sentinelli 2014; Gaál 2014). Asimismo, algunos investigadores han desarrollado avances en torno a estrategias analíticas, especialmente a través de la experimentación (Prous 2004; Baqueiro Vidal 2006; Fábregas Valcarce y Rodríguez Rellán 2008; Sario y Pautassi 2012, 2015; Pautassi y Sario 2014).

Oyola 7

La localidad de Oyola se encuentra a pocos kilómetros de la población de Vilismán, en el Departamento de El Alto (Mapa 1). Allí, a no más de unos cientos de metros del camino principal (Ruta Provincial N° 103), se localiza el sitio arqueológico de Oyola, en el sector noreste de un gran batolito o plutón de unos 2,5 km de diámetro (Aceñolaza et al. 1983). La erosión de miles de años moldeó distintas cámaras y oquedades en grandes rocas de esta intrusión granítica, algunas de las cuales fueron utilizadas desde tiempos prehispánicos para plasmar pinturas en sus paredes y techos. Hasta el momento, se localizaron en el lugar 35 cuevas y aleros rocosos con pinturas y grabados prehispánicos con varios centenares de motivos (Gheco 2012).


Mapa 1: Mapa ubicación de las localidades nombradas en el texto, en relación a la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca.

Por muchos años, estos espacios con pinturas y grabados fueron considerados como espacios rituales cuyos repertorios iconográficos se asemejan a los diseños de la cerámica Aguada (Segura 1970, 1988; De la Fuente y Díaz Romero 1974, 1979; De la Fuente y Arrigoni 1975; González 1977; Gramajo y Martínez Moreno 1978; De la Fuente 1979, 1990; De la Fuente et al. 1982; Nazar 2003). Sin embargo, las últimas investigaciones comenzaron a exponer una historia más heterogénea y extensa en donde los paneles con arte fueron transformados en el tiempo, probablemente de la mano de modificaciones en las prácticas sociales allí desarrolladas (Gheco 2012; Gheco y Quesada 2012; Gheco et al. 2013).

Enfocándonos en las características paisajísticas, los procesos y secuencias de pintado de los paneles con arte y la ocupación del espacio interno de estas cuevas, notamos que fueron visitadas y pintadas en diferentes momentos. En particular la Cueva 7 de Oyola relata una historia de sucesivas etapas de visitas, donde fueron añadiéndose nuevos dibujos, lo que pudo ser registrado a través del análisis de superposiciones entre las figuras, diferencias estilísticas y de caracterización química de las pinturas (Gheco 2012; Gheco y Quesada 2012; Gheco et al. 2013).

La Cueva 7 es una de las 35 cuevas pintadas y/o grabadas, y se dispone en la base de una gran roca granítica en la cima de una lomada adyacente al poblado actual de Oyola (Figura 1). En su interior, sobre las paredes y techos encontramos diversas manifestaciones pintadas y grabadas.


Figura 1: frente de la cueva Oyola 7.

 

La cueva presenta una forma longitudinal en sentido este-oeste y dos accesos. Al oeste, la entrada tiene un escaso tamaño y se abre hacia un gran playón pétreo desde el cual se domina la visión del paisaje circundante. Al este, el otro acceso a la cueva presenta mayores dimensiones. Sin embargo, la gran vegetación que recubre esta abertura y la proximidad de otras rocas hacen muy difícil la visión y el acceso a través de ella. El interior es relativamente grande en relación con las demás cuevas pintadas de la zona (aproximadamente 1,6 m de altura, 14 m de largo, 4 m de ancho), permitiendo la permanencia simultánea de varias personas en su interior. La luz natural que accede a la cueva es muy escasa (Figura 2).


Figura 2. Oyola 7, vista desde el interior de la cueva

.

Se detectaron en total 75 motivos en el interior de la Cueva 7. Las manifestaciones rupestres prehispánicas fueron confeccionadas con pintura en colores cremas, negros y rojos. Hay, a su vez, motivos modernos que fueron raspados o pintados con aerosol azul (Gheco 2012; Gheco et al. 2013).

Los análisis realizados sobre los diseños en la Cueva 7 permitieron interpretar que podrían corresponder a distintos momentos de la historia del sitio. Las superposiciones, que son escasas, suelen ser muy sutiles, no intentando ocultar el motivo sobre el cual fueron pintadas, sino más bien continuándolo. Por lo tanto, se trataría de una historia de sucesivos agregados de pinturas, antes que de conjuntos elaborados en un único evento de pintado. De esta forma, se puede pensar en una historia más compleja y extensa de visitas y eventos de pintado, contrariamente a las interpretaciones que homogeneizaban todo el arte rupestre de la zona como Aguada. Para avanzar en la caracterización de la historia de uso de la Cueva 7, se inició la excavación estratigráfica de la totalidad del espacio interior de la misma, con el objetivo de vincular las representaciones rupestres con las posiblemente efímeras ocupaciones allí desarrolladas, tanto por aquellos que pintaron sus paredes como por quienes fueron simples visitantes y observadores. Mediante la excavación, siguiendo el método de Matriz de Harris (1991), se identificaron hasta el momento 70 unidades estratigráficas. Se pudieron registrar materiales líticos, óseos y cerámicos, eventos de fogones superpuestos, pequeños pozos ubicados en distintos espacios de la cueva y eventos de acumulación de sedimento. Esto, sumado a las superposiciones de algunas figuras y los resultados de los análisis químicos y estilísticos de las mismas (Gheco et al. 2013), nos permite pensar en ocupaciones cortas y recurrentes, en las cuales no solo se observaron las pinturas, sino que además se agregaron nuevos diseños a los que estaban ya presentes en la cueva. Asimismo, es posible que los visitantes utilizaran estas cuevas para la realización de otras actividades, por lo que la información provista por los materiales recuperados de la excavación es indispensable para avanzar en la comprensión de las actividades realizadas en ellas.

En el caso particular de este trabajo, nos centraremos en la información obtenida del análisis de los materiales líticos recuperados de esta excavación y su vinculación con la historia de ocupación de la cueva.

Los fechados radiocarbonicos obtenidos para esta cueva (1230±70 AP [LP-3181; carbón]; 1260±90 AP [LP-3183; carbón]) muestran la sincronía que presentan con el sitio ET19, por lo cual también es relevante la comparación de ambos conjuntos para analizar posibles similitudes.

La muestra de artefactos líticos está compuesta por un total de 161 especímenes procedentes de los estratos excavados en la primera temporada de excavación de Oyola 7 (en Enero y Febrero de 2014) para cuyo análisis recurrimos a la propuesta técnico-morfológica y morfológica-funcional de Aschero (1975, 1983) y Aschero y Hocsman (2004).

Inicialmente, el conjunto fue segmentado de acuerdo a las clases tipológicas propuestas por los dos últimos autores: desechos de talla e instrumentos (no se registraron núcleos). Luego, para lograr realizar un primer acercamiento al conjunto artefactual relevados en Oyola 7, se eligieron variables que posibilitaran una caracterización básica y general de estos. En el análisis de los desechos de talla se tuvieron en cuenta las siguientes variables: estado, tipo de lasca, tipo de talón y tamaños relativos. Con respecto a los instrumentos, se evaluó la situación, extensión y ancho de los lascados de formatización, estado, tamaño relativo, formas bases y su correspondencia a grupos y subgrupos tipológicos (sensu Aschero 1975, 1983). Finalmente, las tendencias observadas en el conjunto artefactual relevado en la Cueva 7 fueron comparadas con un contexto lítico ya analizado como es el de ET19, a fin de continuar avanzando en el conocimiento de la variabilidad regional de la tecnología lítica y aportar así a la comprensión de los modos de vida de las sociedades que habitaron el este catamarqueño durante la segunda mitad del primer milenio.

LA TECNOLOGIA LITICA EN OYOLA 7

El 81% (n=130) de la muestra artefactual lítica corresponde a desechos de talla, conformando los instrumentos el 19% (n=31). El cuarzo es prácticamente la única materia prima utilizada, concentrando el 96% del conjunto artefactual, mientras que la cuarcita representa el 3% y la filita el 1%. El cuarzo se encuentra presente localmente por lo que es de simple obtención, pero de difícil manufactura debido a su alta dureza y su baja calidad para la talla, tal como comentamos más arriba. Hemos detectado un afloramiento de esta materia prima a pocos metros de distancia de la cueva Oyola 7, en donde se observan bloques de cuarzo, posiblemente transportables, de tamaño entre 30 y 60 cm. La cantidad de cuarzo y su fácil accesibilidad habría posibilitado su aprovechamiento por las poblaciones prehispánicas de la zona. Otra característica llamativa es la identificación de diferentes calidades y colores de cuarzo dentro del mismo afloramiento, variando desde fragmentos cristalinos hasta otros lechosos, de igual manera que fuera observado en ET19.

Los desechos de talla registrados en Oyola 7 fueron obtenidos mediante talla directa. Asumimos esto por la predominancia en el conjunto de talones lisos, que fueron relacionados con la utilización de técnicas de talla directa por percusión (Bellelli et al. 198587, Sullivan y Rozen 1985, Prous 2004; Sentinelli 2012, Pautassi y Sario 2014, Moreno 2014). No se registró hasta el momento la utilización de técnica bipolar, como sí sucede en ET19 (Moreno y Sentinelli 2014; Moreno 2015). El tamaño predominante es pequeño (70%) y mediano pequeño (26%) (Tabla 1), siendo los tipos de lasca principalmente angulares. El porcentaje de fragmentación de los desechos de talla es alto (87%). Los tipos de talones predominantes entre los desechos de talla corresponden, como ya se dijo, a los talones lisos (60%), seguidos de los talones puntiformes (20%). Los talones filiformes, indiferenciados, lisos naturales y facetados se presentan en porcentajes menores al 8% (Tabla 2).

Tabla 1: Relación entre estado de desecho y tamaños.

 

Tabla 2: Relación entre tipo de lasca y tipo de talón.

Por su parte, los instrumentos registrados presentan una manufactura simple. Fueron principalmente obtenidos por medio de microretoque marginal sobre una de las caras de las piezas (unifacial), exceptuando el caso de dos puntas de proyectil que presentan retoque y microretoque marginal bifacial (Tabla 3). Estas últimas se hallan manufacturadas en cuarzo, presentan forma triangular y tamaños pequeños y son apedunculadas, una con base escotada y la otra con base convexilínea (Figura 3). Una de ellas se encuentra entera, alcanzado un largo de 187 mm y un ancho de 124 mm. Estas piezas presentan características de diseño comparables con ejemplares asignados en otros contextos del primer milenio de la era, sobre todo considerando sus tamaños pequeños (Escola 2000; Moreno 2005; Hocsman 2006).


Figura 3. Puntas de proyectil identificadas en Oyola 7.

 

Tabla 3. Caracterización de los distintos tipos de filos registrados en Oyola 7.

Los instrumentos fueron confeccionados en su gran mayoría sobre lascas de diferentes tipos (81%) y, en menores proporciones sobre una forma base no diferenciada (16%) y sobre núcleo (3%). Los tipos de lascas utilizadas comprenden mayoritariamente lascas no diferenciadas (n=13), lascas angulares (n=11) y lascas primarias (n=1). Además, el 58% de los instrumentos se hallan fracturados. En cuanto a los tamaños relativos, el 55% del conjunto instrumental presenta tamaño pequeño, seguido de los medianos pequeños (33%).

La manufactura simple contrasta con una alta diversidad de tipos de filos (Grafico 1). Entre ellos predominan los cortantes (n=11) caracterizados por presentar microrretoques marginales sobre una de las caras que normalizan ángulos agudos. Los filos son en todos los casos normales. En la categoría de los cortantes es en la única que registramos instrumentos manufacturados en otra materia prima, particularmente filita. Se trata de un espécimen que presenta microrretoques sobre uno de los biseles y que se encuentra fracturado. El ángulo del bisel es muy agudo, menor a 20º. Instrumentos similares manufacturados en filita han sido registrados en otros conjuntos del área y del NOA (Carbonelli 2009; Salazar 2010; Sentinelli 2012; Gaal 2014; Moreno 2015).


Gráfico 1 . Distintos tipos de filos presentes en Oyola 7.

Los raspadores presentan una manufactura semejante a los cortantes, pero en biseles abruptos, observándose en algunos casos retoques marginales, además de microretoques. Registramos seis raspadores, todos manufacturados en cuarzo, presentando tres de ellos fracturas que afectan los filos.

Semejantes son las características de las raederas, que presentan filos unifaciales normales regulares, biseles asimétricos con ángulos que varían entre 50º y 65º, aristas regulares y filos largos. Identificamos seis raederas de cuarzo, de las cuales tres presentan fracturas. Todas fueron confeccionadas mediante retoque marginal. También registramos tres muescas de pequeñas dimensiones, una de ellas manufacturadas por un solo golpe (muesca de lascado simple) y las otras a través de retoques marginales.

CONSIDERACIONES FINALES

A lo largo de este trabajo hemos observado varios aspectos de la tecnología lítica de Oyola 7 con el objetivo de desentrañar las prácticas sociales en las que se involucraron las personas en relación con los materiales líticos dentro de una cueva con arte rupestre.

Las características de las técnicas de talla y la ausencia de núcleos en la cueva, nos permitieron pensar en el ingreso de formas base grandes, que luego habrían sido reducidas en el interior de la misma para la obtención de biseles aptos para la formatización de filos de manera expeditiva y con cierta variabilidad, principalmente en el ángulo del bisel. Estas, sumado al tamaño pequeño de los desechos y los instrumentos manufacturados, así como la cantidad mayoritaria de desechos de talla con algún tipo de fractura, son características esperables en un contexto en donde primaron las actividades de formatización y regularización de filos por encima de cualquiera otra actividad de extracción de formas base y reducción de núcleos, por lo que las tareas llevadas adelante se relacionarían con instancias avanzadas del proceso de producción lítica.

Por otro lado, salta a la vista la importancia de la variabilidad de artefactos que pudieron ser utilizados para llevar adelante una multiplicidad de actividades (Figura 4). Se puede plantear que estos artefactos líticos pudieron haber estado implicados en una gran diversidad de tareas. Esto se relaciona con la importante resistencia y dureza de esta materia prima que permite trabajar efectivamente una variedad de sustancias realizando diferentes tipos de trabajos.


Figura 4. Caracterización de los distintos tipos de instrumentos registrados en Oyola 7.

Los análisis desarrollados sobre el material lítico de Oyola 7 nos permitieron observar el aprovechamiento de una materia prima local, cuarzo, de acceso simple y cercano, pero que requirió ciertos conocimientos específicos por parte de los talladores, ya que su dureza y particularidades de fractura hacen compleja la obtención de formas base para la preparación de instrumentos. Por ejemplo, la selección de los nódulos a ser tallados habría implicado conocimientos de las propiedades mecánicas de esta materia prima. El uso de esta roca implicaría también conocimientos específicos por parte de los talladores acerca de diferentes características a tener en cuenta a la hora de seleccionar, manufacturar y usar materiales líticos en cuarzo.

Entendemos que la presencia de cuarzo en el interior de la cueva implicaría la presencia de pobladores provenientes de lugares cercanos o con ciertos conocimientos acerca de la manipulación del cuarzo como forma base, ya que si las distancias fueran mayores es probable la presencia de materias primas de mejor calidad para la talla. Sin embargo, a pesar de la dificultad en el tallado que habría implicado la manufactura de instrumentos en esta materia prima, la durabilidad de los filos obtenidos habría sido prolongada, siendo estos de muy buena calidad para su uso en diversas sustancias.

La comparación de la información obtenida de la tecnología lítica recuperada del sitio Oyola 7 con la del sitio ET19 (Moreno 2015; Moreno y Sentinelli 2014) nos permite comprender de qué manera se vincularon las personas con la tecnología lítica en estos contextos contemporáneos pero disímiles, tanto en el emplazamiento como en los recursos potencialmente explotables. A diferencia de Oyola 7, ET19 es una estructura habitacional ubicada en la zona cumbral de las serranías de El Alto-Ancasti vinculada a extensos sectores agrícolas aterrazados (Quesada et al. 2012; Moreno 2015; Moreno y Sentinelli 2014).

Tanto en el conjunto lítico de ET19 como en el de Oyola 7 resalta una manufactura simple, presentando principalmente retoques y microretoques aprovechando cualquier bisel apto para la regularización de un filo, pero permitiendo una relativa diversidad de instrumentos para distintos tipos de tareas. Esta variabilidad instrumental habría permitido la participación en diferentes acciones físicas en relación con materiales de distinta clase, tales como madera, carne, cuero, lana, fibras vegetales, etc., vinculados así también a una multiplicidad de prácticas sociales.

Las diferencias entre los conjuntos estarían dadas por las técnicas de talla utilizadas y las etapas de producción lítica presentes. En Oyola 7 solo se evidencia el uso de talla directa y en ET19 talla directa y también talla bipolar. En ET19 hay una escasa inversión de trabajo en la formatización de los instrumentos. Una excepción estaría dada por la presencia de productos bipolares en cuarzo. La utilización de talla bipolar para la reducción del núcleo habría estado relacionada con la búsqueda de formas base de poco espesor, con biseles aptos para la preparación de instrumentos y módulos laminares (Prous, 2004; Baqueiro Vidal, 2006; Fábregas Valcarce y Rodríguez Rellán 2008).

Otra diferencia entre Oyola 7 y ET19 está dada por la presencia de prácticamente la totalidad de las etapas de manufactura en el caso del último sitio, mientras que en el primero habrían sido trasladadas formas base grandes, realizándose las etapas anteriores en la cantera o en otro lugar fuera de la cueva. En ET19 la cantidad y tamaños medianos y pequeños de los desechos de talla, así como el hallazgo de percutores y núcleos en el interior de los recintos permiten pensar en la realización tanto de actividades de preparación de formas base como de formatización de filos en estos sectores. También se hallaron evidencias del proceso de manufactura en el área de las canteras por lo que las actividades de tallado también parecen haberse realizado en este sector.

En conclusión, Oyola 7 fue visitado y pintado en un largo discurrir histórico. En estas visitas, se ocupó la cueva, se encendieron fogones, posiblemente se cocieron alimentos y se realizaron actividades en las cuales participaron los instrumentos líticos. Por las características descriptas antes, creemos que las personas que realizaron estas actividades no habrían viajado desde distancias muy lejanas, debido al uso de la materia prima inmediata al sitio. Esto, sumado a la manufactura simple de los instrumentos, refiere también a una mínima preparación de estas visitas.

Notamos la relevancia del paisaje local en lo que se refiere a la manufactura de instrumentos líticos, ya que, a pesar de las características tecnológicas del cuarzo, los talladores de ET19 y Oyola 7 lo utilizaron casi exclusivamente considerando su sencillo acceso y posiblemente las capacidades de talla aprendidas por ello en el largo término de esta estrecha relación con su espacio cercano. Es decir, podrían haber obtenido otras materias primas de mejor calidad, como por ejemplo sílice, pero esto implicaría el traslado hacia otros paisajes alejados para su obtención teniendo que modificar la dinámica social cotidiana y aplicando otro tipo de conocimientos para su tallado y manufactura.

Como vimos, en la sierra de El Alto-Ancasti, desde las primeras investigaciones se mantuvo la idea de las cuevas con pinturas como lugares vinculados a actividades ceremoniales. Vemos a través de la tecnología lítica, que los instrumentos rescatados de Oyola 7 son muy similares a los hallados en un contexto doméstico como ET19, tanto en la materia prima como en algunas características de su manufactura. Ahora bien, ¿esto quiere decir que ET19 y Oyola 7 fueron espacios experimentados de manera similar por los pobladores locales? Actividades similares, pero desarrolladas en contextos y tiempos diferentes pueden ser vividas de distintas maneras. Las actividades domésticas pueden estar constituidas por acciones de carácter ritual y las rituales por actividades aparentemente cotidianas. En Oyola 7 vemos cómo estos aspectos se encuentran entrelazados. Estos espacios rupestres pueden ser, por tanto, espacios de acción social total que cruzan lo doméstico y lo ritual en un mismo punto.

Queda todavía mucho camino por recorrer y vías de análisis por abordar. Los aspectos tratados nos permiten comenzar a interrogarnos sobre el uso de conceptos como doméstico y ritual y sus implicancias. En cuanto al análisis del material lítico faltan desde aspectos técnicos-analíticos hasta la incorporación de muestras de otros sectores de las sierras de El Alto-Ancasti que permitan la comparación y la suma de casos para el análisis de la tecnología lítica en cuarzo. Faltan todavía estudios de carácter experimental con materias primas locales, que permitan establecer cuáles son los rasgos formales y los atributos tecnológicos de los productos resultantes de la aplicación de las diferentes técnicas de talla a este tipo de materias primas. A su vez, es importante relacionar estos resultados con los demás materiales recuperados de la excavación de la cueva. Sin embargo, estos serán temas a profundizar en futuros trabajos. El análisis realizado es sólo una primera aproximación que debe ser vinculada con toda una historia de actividades, quizás diversas, desarrolladas a lo largo del tiempo en Oyola 7y en la sierra de El Alto-Ancasti.

AGRADECIMIENTOS

El trabajo presentado resume parte de mi tesis de Licenciatura defendida en junio de 2015 (Escuela de Arqueología. UNCA). Quiero agradecer a mi director de tesis la Dr. Enrique Moreno por su apoyo y por la lectura del manuscrito. Al Lic. Lucas Gheco, co-director de la misma. Deseo agradecer también a todo el equipo que conforma el proyecto de investigación, a la Dra. Patricia Escola por sus sugerencias y correcciones. Este trabajo fue realizado gracias al financiamiento de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y el Fondo Nacional de las Artes. Todas estas personas e instituciones aportaron con su trabajo y apoyo a la elaboración de este artículo, no obstante, cualquier error u omisión es de mi entera responsabilidad.

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RESEÑA

Crímenes ejemplares. Aub, Max; Ilustrado por Liniers. Libros del zorro rojo. 96 Páginas. 2015

Jesica Carreras 1 y Facundo Petit de Murat2

1Instituto de Arqueología, CABA. Jesica Carreras es egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas (orientación arqueológica) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente desarrolla análisis arqueofaunísticos en la Puna de Jujuy. Dirección de contacto: jesicacarreras@gmail.com

2 Instituto de Cs. Antropológicas, CABA. Facundo Petit de Murat es egresado de la carrera de Ciencias Antropológicas (orientación sociocultural) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es becario doctoral de CONICET, analizando el paisaje sonoro de la Ciudad de Buenos Aires. Dirección de contacto: facundo_petit@ hotmail.com

Recibido: marzo de 2016
Aceptado: mayo de 2016.


Solamente cuando uno encara una relación profesional íntima con otros antropólogos y arqueólogos se percata de que no se está aislado en ese impulso irrefrenable de, en momentos de trances y danzas mentales, filosofar acerca de si existe algún hecho universal que atraviese a todas las sociedades humanas de todos los tiempos. Entonces comienzan esos momentos en los que la autopercepción nos halla en carreras sinceras de búsqueda de generalidades y excepciones, a sabiendas de que eso de "la excepción confirma la regla" no es más que un aliciente contra la frustración. En esas horas en las que se puede aprender a chiflar o resolver un trabalenguas que olvidaremos con los años, las conclusiones suelen derivar en que lo único universal son las funciones que nos atan a lo más mundano de la naturaleza, siendo la aplicación empírica en cada microrregión aquello que resulta variable.

Cruzarse con un compendio de las características de Crímenes Ejemplares puede devolvernos sin aviso a estas andanzas intelectuales. Sin pretenderlo, Max Aub encuentra el vínculo entre la antropología y la muerte sufrida por el accionar criminal de un otro que nos aborrece por circunstancias vinculadas a lo social y ancladas en individuos letales. En relatos sin consecución que van del renglón hasta la media carilla como máximo, el autor, utilizando la imaginación poética, se posiciona en primera persona del criminal y brinda explicaciones.

Razones. Se defiende pero nunca niega su accionar. Cuenta los por qué y los cómo.

A pesar de no ser un libro de antropología ni de arqueología, genera la potencialidad de pensar los fundamentos universales a través de los cuales un ser mataría a un semejante. Lleva a la acción muchas de aquellas motivaciones que se desarrollan en el plano de la fantasía cuando algún ser humano se demora de más ante nuestras impaciencias en el cajero automático, da muestras insobornables de su pedantería, o simplemente estaba muy sobre la línea amarilla en el subte.

Recogidos en diferentes instancias de sus exilios, Max Aub logra recabar historias de Francia, España y México. De allí su sesgo occidentalista de brindarle el status de crimen a quien se implosiona en nombre de su Dios, teniendo toda una sección dedicada también a suicidios. No obstante, invita a pensar, al igual que Malinowski (1985) en Crimen y costumbre en la sociedad primitiva, cuánto nos habla de los órdenes sociales de una cultura la mayor privacidad o publicidad de la muerte autoinfringida.

Sin embargo, habiendo sido publicado en 1957 y republicado en 1968, sus relatos gozan de una atemporalidad observable en los crímenes motivados por el amor, tanto como en el momento donde una mujer reivindica a todo su género tras ser acosada en el colectivo. Criminales que aniquilan al otro porque asumen una identidad estacionaria incompatible con la rivalidad de su desconocido y criminales que atestiguan no soportar más los vicios insoportables y constantes de sus parejas. Crímenes ideológicos contra crímenes banales. El autor logra abarcar muchas, si no todas, de las vicisitudes que pueden llevar a amplificar el egocentrismo a un punto tal en que se encuentra justificado el exterminio. Se mata por respeto a la tradición personal.

58 años después de su primera publicación, la editorial "Libros del Zorro Rojo" compromete a Liniers a caracterizar visualmente muchos de estos relatos, brindando cualidades específicas a relatos globales. De allí que esta edición específica proponga al ilustrador en calidad de co-autor, visible en la inclusión de su nombre en la tapa, lomo y solapas. A partir de una selección de crímenes (en general uno por página), logra interpretar la violencia y disponerla desde diversos ángulos, los cuales exceden el relato en sí. Todas las ilustraciones aportan las imágenes de las víctimas, seres que el propio Aub sólo menciona desde la voz de los asesinos, en un racconto posterior al suceso criminal. Así, esa tranquilidad que se percibe en la lectura de personas que cuentan su visión de los hechos, cómodamente asentadas en banquillos de acusados o quién sabe dónde, Liniers la trastoca volviendo palpable a la mente la imagen del crimen ejemplar. Y hay algo más. Mirados con detenimiento, se puede llegar a ver los dibujos como si el propio asesino viera la escena desde una posición externa, como observador de su propia práctica, generalmente deformado o transformado en una sombra de sí mismo que excede a su control humano. Frente a las víctimas, cuyas expresiones transmiten desconcierto e incluso desconocimiento ante lo que sobrevendrá, los asesinos de Liniers transmiten y producen violencia.

Para ello, el dibujante unifica los colores rojo, blanco y negro, colores con connotaciones simbólicas ambiguas y extendidas, como bien explica Victor Turner (1980). Así, lleva al alcance de la imaginación la violencia que implica la muerte sin premeditaciones, cuando las fibras más nerviosas de nuestras extremidades se desligan de la conciencia para hacer aquello que la culpa motorizada por la hegemonía religiosa y estatal nos inhibe.

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EDITORIAL

Este año queremos compartir con ustedes la inmensa alegría que tenemos, porque para nosotros este es un año de festejo: La Zaranda cumple 10 años!!! Y sin lugar a dudas, la publicación de la revista durante todos estos años no hubiera sido posible sin el gran apoyo de quienes colaboraron para que este proyecto crezca cada día más.

Allá, hace una década un grupo de estudiantes tuvo un sueño, el de abrir un nuevo espacio, en dónde los jóvenes investigadores pudieran expresarse; y se comprometieron en hacerlo realidad. Les agradecemos su dedicación por llevar a cabo ese sueño, y a todos los que han colaborado en estos 10 años: los autores de las innumerables contribuciones que tuvimos, que confiaron en nosotros para que publiquemos sus trabajos; los evaluadores y el comité académico, que avalan la calidad de la revista; los editores; los investigadores y profesores que desinteresadamente dictaron cursos; las instituciones que nos abrieron sus puertas y nos ofrecieron su apoyo y espacio; y a todos aquellos que de alguna u otra forma hicieron que este proyecto se hiciera realidad y tuviera continuidad en todos estos años.

Hoy podemos decir con gran satisfacción que la revista ha cumplido su propósito, transformándose no solo en nuevo espacio de publicación sino también en un lugar en donde se produce la comunicación y el aprendizaje de todas las personas involucradas. Obviamente con esto no queremos decir que la tarea se da por finalizada, sino todo lo contrario, todavía queda mucho camino por recorrer y muchas cosas por aprender, pero el haber logrado estos objetivos nos permite ver que los sueños se pueden cumplir y nos da fuerza para seguir adelante y generar nuevos sueños.

Como el fin de toda publicación es darse a conocer, la revista también ha aumentado y diversificado los formatos de comunicación. Así, además del original formato impreso, también incorporamos el CD y la divulgación online mediante nuestra propia página web o mediante las páginas en las cuales la revista está incluida. Y esto es posible porque en estos años la revista ha ido incrementando los estándares de calidad editorial y se ha incorporado a distintos índices, catálogos, plataformas y bases de datos, aumentando su visibilidad internacional.

Como un proyecto en constante crecimiento y renovación, en esta oportunidad les queremos agradecer enormemente a Erico Gaál, Nancy Morano, Miranda Rivas y Celeste Samec por su tiempo, esfuerzo y dedicación, y por haber colaborado para que este proyecto siga adelante. Ellos se retiran, pero otros llegarán.

En estos diez años hemos ido creciendo en conceptos, ideas y reconocimiento, y eso nos llena de orgullo y alegría. Como siempre, este proyecto no sería posible sin la colaboración de muchas personas, por eso gracias a todos ustedes.

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ARTÍCULO

 

Dos sitios de altura en la Sierra del Cajón. El estado actual de las investigaciones en la localidad arqueológica de Pichanal, provincia de Catamarca.

Two height sites in Sierra del Cajón. The current state of research in the archaeological locality Pichanal, Catamarca province.

 

Violeta Cantarelli*

*CONICET-CEBBAD/Univ. Maimónides. Violeta Cantarelli es Profesora en Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte de su informe final de la Beca Estímulo finalizada en Diciembre del 2010. Actualmente es becaria doctoral CONICET-Universidad Maimónides, enfocándose en el estudio de la organización social del sitio El Carmen 1 del Período Tardío de la Sierra del Cajón en la provincia de Tucumán. E-mail: violecantarelli@gmail.com

Daniel Rampa**

**Fundación Félix de Azara. Univ. Maimónides. Daniel Rampa es estudiante de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo es parte de su tesis de licenciatura a defender en el 2014. Actualmente se encuentra investigando los estilos cerámicos presentes en el valle de Santa María. E-mail: danielra200@yahoo.com.ar

Mariel Grattone***

***Fundación Félix de Azara. Univ. Maimónides. Mariel Grattone es estudiante de la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se encuentra investigando la cerámica de Pichanal 3. E-mail: marielg_11@hotmail.com

Recibido: agosto de 2013
Aceptado: noviembre de 2013

 


RESUMEN

En este trabajo presentamos dos sitios arqueológicos situados al interior de la Sierra del Cajón en la provincia de Catamarca, y ocupados en el Periodo Tardío (ca. 1000-1430). Ambos forman parte de la Localidad Arqueológica de Pichanal, ubicada en la quebrada homónima. Su estudio nos provee información que permite ampliar el conocimiento de sitios emplazados en los cordones serranos interiores entre 2700 y 2800 msnm. Luego de sintetizar las tareas de campo realizadas en la Localidad Pichanal, nos proponemos caracterizar a los sitios 3 y 4 partiendo de los resultados obtenidos de los análisis realizados. En el sitio 3, se confeccionó el croquis, se estudiaron los fragmentos cerámicos recuperados superficialmente y en excavaciones estratigráficas. En el caso de Pichanal 4 se examinó la cerámica del sitio y se llevó a cabo un análisis espacial de la cerámica superficial. Asimismo, se elaboró el plano, se determinó la técnica constructiva utilizada y se analizaron las muestras de sedimentos recuperadas. A la luz de estos resultados, discutimos la vinculación posible entre ambos sitios, planteando una relación complementaria en base a una economía pastoril.

Palabras Claves: Sierra del Cajón; Pichanal 3 y 4; Análisis Sedimentario; Cerámica; Economía Pastoril.

ABSTRACT

We present two archaeological sites located in Sierra del Cajón, Catamarca Province, that were occupied in the Late Period (ca. 1000-1430). Both are part of the Archaeological Locality of Pichanal placed in the homonymous brook. Their study provides us information that allows us to expand our knowledge of sites located in the inner mountain ranges which locate between 2600 and 2800 meters above sea level. The main goal is to characterize Pichanal 3 and 4 using the results given by the analysis tasks made. A sketch map of Pichanal 3 site was made and ceramic fragments collected in surface and in statigraphic excavation were also studied. In Pichanal 4 the ceramic fragments of the site were studied as well; and spatial analysis upon superficial ceramic was made. Also a map was made, and was determined the construction technique used; sediments samples were analized. We argue, in the light of results, the possible link between both sites, posing a complementary relationship based on a pastoral economy.

Key Words: Sierra del Cajón; Pichanal 3 y 4; Sedimentary Analysis; Ceramic; Pastoral Economy.


 

INTRODUCCIÓN

Las primeras incursiones arqueológicas en la porción central de la Sierra del Cajón fueron realizadas por Nastri y colaboradores en la década de 1990 (Nastri 1997-1998, 1999; Nastri et al. 2002; Nastri et al. 2009), quienes relevaron pequeñas instalaciones prehispánicas similares a los reparos de pastores etnográficos de la zona (Sanz de Arechaga 1949). En 2007 se retomaron las actividades de campo que continúan hasta el presente en el marco del Proyecto Arqueológico Cajón, actualmente con sede en la Universidad Maimónides (Nastri et al. 2009; Nastri et al. 2010; Cantarelli y Rampa 2010; Nastri et al. 2012; Cantarelli y Longo 2013). Los resultados a los cuales arribamos son presentados en este trabajo.

La investigación de los sitios arqueológicos emplazados al interior de la Sierra del Cajón fue relegada en el tiempo debido a su dificultoso acceso1. Casi toda la información que poseemos de la zona se centró dentro de la denominada"sub-área valliserrana" del Noroeste Argentino, en el valle de Santa María, siendo escasos los aportes dedicados al conocimiento de los cordones serranos interiores que lo delimitan. Es debido a la falta de estudios sistemáticos en las porciones serranas de la Sierra del Cajón que se encuentran hoy en día sub-representadas épocas enteras o componentes de patrones de asentamiento de distintos períodos. Es por eso que consideramos de carácter relevante el trabajo de abocarnos al estudio de estos sitios arqueológicos ubicados en la sierra (Nastri et al. 2010).

En este trabajo profundizamos el conocimiento de dos sitios de altura situados en el interior serrano. Caracterizamos la localidad de Pichanal apoyándonos en análisis arquitectónicos, sedimentológicos y cerámicos con el objetivoúltimo de proponer la vinculación entre ambos sitios en base a una economía pastoril con ausencia de evidencia de producción agrícola.

En relación al concepto de"economía pastoril" concordamos con las ideas de Duviols (1973), quien plantea que una forma de vida de un mundo pretérito concentra muchos aspectos de la existencia en su totalidad como la naturaleza, la subsistencia y la cosmogonía que las sociedades construyen sobre sí mismas. El autor establece que podemos hablar de dos mundos andinos, que son a su vez opuestos y complementarios. Esta contraposición es expresada en un sentido espacial, correspondiente a la forma de ocupar y usufructuar la tierra; aun así, dicha oposición supone la complementariedad. El vínculo estaría fortalecido por la necesidad milenaria de satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos. Es decir, el intercambio de productos que las poblaciones de alturas no poseen ni producen pero sí necesitan. Siguiendo esta línea de pensamiento, proponemos que los sitios 3 y 4 estuvieron, a su vez, vinculados con uno o varios centros poblados. La necesidad de obtener productos agrícolas que aseguraran una subsistencia equilibrada a lo largo del año nos hace pensar en la posibilidad de que no fueran completamente autónomos (Nielsen 2009).

Esta visión del mundo andino se ve reforzada en tiempos históricos por las actividades desempeñadas por los pastores en la zona de Tolombón tal como las describe Sanz de Arechaga (1949). En su trabajo etnográfico la autora advierte la trashumancia vertical de los pastores a lo largo de un ciclo anual, a los fines de obtener alimentos para sus animales, y describe las distintas instalaciones utilizadas en cada una de las estaciones. Es notable la similitud existente en la arquitectura de estos puestos pastoriles con la técnica arquitectónica del sitio Pichanal 4, donde el aprovechamiento de roca madre se destaca como estilo serrano.

EL TRABAJO DE CAMPO EN LA LOCALIDAD ARQUEOLÓGICA DE PICHANAL

La Localidad se ubica al interior de la Sierra del Cajón y las características ambientales de la zona la ubican en un sistema de quebradas altas por encima de los 2700 msnm, con una estación seca en invierno y con abundantes lluvias en verano, lo que posibilita el flujo de vertientes de aguas permanentes durante todo el año. En este sentido, Sanz de Arechaga (1949) ha expuesto que la existencia de agua en forma continua posibilita la práctica ganadera, como la que se produce en la actualidad y aquella que la autora describe y detalla para la década del '40.

Por su parte, y como apreciamos en el Mapa 1, la Localidad Arqueológica Pichanal se compone de cuatro sitios que han sido identificados y caracterizados por Javier Nastri, Director del Proyecto Arqueológico Cajón (Nastri 1997-1998; Nastri et al. 2002; Nastri et al. 2009). Esta división es arbitraria y responde a decisiones pragmáticas tomadas en el campo de acuerdo al emplazamiento de cada uno de ellos. Todos estos sitios fueron registrados y visitados más de una vez, y en ellos se realizaron diferentes actividades, como prospecciones, relevamientos planimétricos y análisis tecno-constructivos, excavaciones y sondeos, dataciones radiocarbónicas y análisis de las evidencias recuperadas tanto en contextos estratigráficos como superficiales.


Mapa 1. Ubicación geográfica de la Localidad Arqueológica de Pichanal en la Localidad de Las Mojarras, provincia de Catamarca..

En el año 1995 se relevó por primera vez el entorno geográfico que se denominaría como Localidad Arqueológica de Pichanal (Nastri 1997-1998). Las fotos tomadas en aquella campaña nos muestran cómo fueron registrados los sitios 1, 2 y 3 reconociendo sus características específicas y el medio en cual se hallaban emplazados. El sitio 1 corresponde a una estructura circular atribuible a una tumba. Pichanal 2 es un alero de doce metros de diámetro con arte rupestre, del que solo se tomaron fotografías en 1995 y 1997, del sitio en general y del arte parietal en particular para el estudio posterior de los motivos representados.

En el año 1999, se llevó a cabo una excavación estratigráfica en el sitio Pichanal 2, en la cual se recuperó cerámica, lítico, óseo, sedimento y carbón. Sobre este último se realizó un fechado radiocarbónico con un resultado de 1990±80 años AP (LP1315; carbón), lo que nos da una edad entre 182 y 224 cal. AC, con una calibración de dos sigmas (95% de probabilidad) (Nastri et al. 2009). En la campaña de 1999 también fue visitado y trabajado el sitio Pichanal 3, caracterizado por Nastri y colaboradores (2009) como un asentamiento de índole residencial. En dicha expedición se recuperó material de superficie del sitio y también se llevaron a cabo dos excavaciones estratigráficas. En éstas se obtuvieron principalmente fragmentos cerámicos, material lítico, restos de concreción sedimentaria. En la segunda cuadrícula efectuada se recuperaron, además de lo ya mencionado, restos de carbón vegetal. El resultado del estudio radiocarbónico arrojó un fechado de 1205±37 años AP (X11564; carbón) para dicho contexto excavado, con un rango de edad calibrada con dos sigmas (95% de probabilidad) situando al sitio entre 779 y 981 cal. DC, en el límite entre el periodo Medio y el periodo Tardío (Nastri et al. 2010). En la Figura 1 observamos la base de una urna Negro sobre Rojo recuperada en el mismo nivel del cual se obtuvo el fechado radiocarbónico.


Figura 1. Base de urna Negro sobre Rojo hallada en la excavación del Recinto 1 de Pichanal 3 (Modificado de Nastri et al. 2009).

Esta campaña fue fructífera para el conocimiento de los sitios emplazados al interior de la sierra ya que no sólo se trabajó, visitó y relevó la Localidad Arqueológica Pichanal, sino también otros asentamientos de los alrededores.

Algunos de estos últimos también fueron denominados como puestos por su fisonomía2 (Don Clemente, Ojo de Agua, Agua Cavada, Los Pozos 1, 2 y 3, Morro la Mina 1, Virgen Perdida y El Trébol 1 y 2) (Nastri et al. 2002). En el presente año también fue visitado el sitio Pichanal 4, -aunque de manera expeditiva- y del que sólo se recuperó material cerámico y lítico de superficie.

Fue recién en 2009 que se concurrió nuevamente al sitio 4, luego de un hiato de diez años, con el objetivo de seguir incrementando nuestro conocimiento en torno a estos asentamientos tan propios y característicos de la Sierra del Cajón. Se realizó un croquis a partir del cual se relevaron los puntos asignados con la estación total generando su respectivo plano topográfico. A su vez, se llevó a cabo un minucioso estudio técnico-constructivo y se tomó como punto de referencia la ficha realizada por Magadán (1988). El uso de la misma permitió destacar y registrar con gran detalle cada uno de los recintos del sitio y su tipo particular de edificación (Cantarelli y Rampa 2010). Esta metodología se asoció con el registro fotográfico del sitio en su totalidad y de cada uno de los muros en detalle. A su vez, se optó por no homogeneizar los muros con una sola técnica, sino que se eligió ver de forma precisa las diferencias arquitectónicas existentes dentro de cada uno de ellos. También se realizó una excavación estratigráfica en el recinto 2 y se efectuaron dos sondeos para poder obtener muestras sedimentarias que se analizarían luego en el laboratorio. Se recolectó de forma sistemática material cerámico de superficie; es decir, a medida que se confeccionaban los croquis se iban recuperando fragmentos de cada uno de los recintos. En esta ocasión no se trabajó en Pichanal 3, sólo se visitó el sitio en búsqueda de un camino óptimo por el cual llegar a Pichanal 4 todos los días.

La campaña de 2010 estuvo orientada exclusivamente a trabajar en Pichanal 3 y 4. En el primer sitio, se realizó un croquis y luego se tomaron las medidas necesarias con cinta métrica y brújula para poder reconstruirlo a escala en el laboratorio3. Al mismo tiempo que se iban definiendo los espacios se recuperó material cerámico superficial. Sin embargo, la recolección estuvo orientada a conformar una primera muestra indicativa de la cronología de ocupación del sitio. En Pichanal 4 se abrieron dos cuadrículas, una en el recinto 11 y otra en el recinto 7. También se llevaron a cabo dos sondeos y se realizó un análisis exhaustivo de la técnica-constructiva prestando especial atención a cada uno de los muros del sitio.

EL ASENTAMIENTO RESIDENCIAL PICHANAL 3 Y EL PUESTO GANADERO PICHANAL 4

Los sitios 3 y 4 se ubican sobre dos cimas del cordón montañoso que conforma la quebrada de Pichanal. La fisonomía de ambas cimas es análoga, conformada por dos explanadas paralelas por encima de los 2700 msnm a una distancia aproximada de 520 m en línea recta o 20 minutos de caminata. Esta proximidad física se ve acentuada por la intervisibilidad entre ambos sitios. Su emplazamiento resulta espacialmente interesante ya que los involucra en un escenario cuya visibilidad alcanza elementos naturales con fuerte carga simbólica en lo que respecta a las sociedades del valle de Yocavil. Desde ambos sitios se pueden visualizar el Río Santa María y su valle homónimo. Estos factores cobran relevancia dentro de la arqueología del paisaje (Anschuetz et al. 2001; Criado Boado 1999).

Al trabajar con el sitio 3, tomamos la decisión práctica y operativa de dividirlo en dos sectores separados por un gran afloramiento de roca rosada. Identificamos hasta la actualidad 18 recintos, pero creemos que en los próximos trabajos programados se registrará una mayor cantidad. En la Figura 2 se presenta el croquis de Pichanal 3. En esta observamos que el sector I consta de siete recintos y el sector II de once. Preliminarmente se definió al sitio como una instalación productiva (Nastri 1997-1998) y posteriormente como un asentamiento de índole residencial (Nastri et al. 2009). Éste se extiende por un amplio terreno y contiene un mayor número de estructuras, diferenciándose de Pichanal 4. Sobre la base de una observación cualitativa general se pudo determinar que en la técnica constructiva empleada prevalece el muro simple con lienzo doble (Nastri 2001; Spengler 2008). Asimismo, en el sector II se destacan los pequeños espacios probablemente utilizados como recintos habitacionales.


Figura 2. Croquis de Pichanal 3 con una foto detalle del estilo murario
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En Pichanal 4 observamos 12 estructuras. Entre ellas distinguimos escasas unidades de vivienda e infraestructura productiva (Nastri 1997-1998). En este complejo estructural encontramos una diversidad de recintos en cuanto a forma y tamaño (Cantarelli y Rampa 2010). Aquellos caracterizados como infraestructura productiva son consecuencia de la actividad ganadera allí practicada. Discriminamos entre corrales y recintos habitacionales partiendo de un análisis técnico espacial donde la posibilidad de que estos hayan sido techados (Salazar 2007) y la inversión técnica-constructiva son indicadores de funcionalidad. A su vez, para el caso del recinto 5 se tuvieron en cuenta los resultados sedimentológicos realizados. En el caso de Pichanal 4 contamos con 9 estructuras irregulares de grandes dimensiones destinadas al encierro de ganado. Por otro lado, el sitio presenta 11 recintos asociados a excepción de uno que se encuentra desagregado. En la Figura 3 podemos observar la representación del sitio incluyendo sus curvas de nivel.


Figura 3. Plano de Pichanal 4.

Respecto al estilo arquitectónico del sitio 4, cabe destacar su peculiar técnica constructiva. Los muros están construidos únicamente a base de piedras y sin utilizar mortero a modo de relleno, especificidad edilicia de Pichanal 4 y poco familiar en el valle. La mayoría de los sitios de la zona están montados sobre muros dobles con o sin relleno, según sea el caso (Nastri 2001; Salazar 2007).

En lo concerniente a lo metodológico, enumeramos los muros a medida que realizamos el croquis. No existe una modalidad constructiva para cada una de las estructuras, es por ello que tomamos los muros como unidad mínima de análisis. Sobre un total de 33 muros, un 36,36% corresponden a muros simples, es decir están formados únicamente por un lienzo de mampuestos (Nastri 2001; Spengler 2008). Otro tipo constructivo que podemos destacar es el muro simple con lienzo doble con un total de 24,24% que consiste en dos lienzos de piedras sostenidos por algunas lajas dispuestas de forma transversal para mantener su estabilidad estructural. No obstante, también debemos señalar la presencia de la peña viva como muro propiamente dicho, similar a lo descrito por Sanz de Arechaga (1949) para Tolombón. En este caso, los habitantes del sitio optaron por aprovechar la disposición de la roca madre a partir de la cual construirían sus espacios. Esta característica constructiva ocupa un 18,18% del total. Asimismo, agregamos una categoría más a las ya trabajadas hasta el momento: el tipo mixto, que consiste principalmente en utilizar a la roca madre como basamento a partir del cual se levantan cualquiera de los muros antes descriptos. Este caso es el menos representado ocupando un 3,03% del total. Por último, es importante remarcar que la conservación del sitio no es óptima, sino que ciertos muros han sufrido un deterioro mayor en función al paso del tiempo y hoy día son irreconocibles (18,18%) (Cantarelli y Rampa 2010). En la Figura 4 mostramos los ejemplos de tipos murarios más representados en Pichanal 4.


Figura 4. Ejemplos de tipos murarios presentes en Pichanal 4.

Consideramos que la identificación de los lienzos en los muros, sean estos simples o dobles, es razón suficiente para tomarlos como acomodados, ya que se desprende de ésta práctica una motivación en la construcción y no la simple idea de generar un acumulamiento de rocas vaciado de (des)orden social. El espacio es socialmente construido y postulamos que las estructuras arquitectónicas adquieren un rol activo en la estructuración de las sociedades tanto para el presente como así también en los tiempos prehispánicos (Tarragó 1990; Nielsen 1995; Nielsen y Walker 1999). A su vez, debemos destacar que existían diversos tipos de puestos y creemos una tarea necesaria el poder discernir entre las distintas instalaciones prehispánicas en términos de escalas y lapsos temporales de ocupación, evitando así, homogeneizar las actividades económicas, sociales, culturales proyectadas en el pasado.

Nastri y colaboradores (2002) definieron un patrón espacial particular para los puestos ganaderos de la Sierra del Cajón que consiste en dos grandes recintos adosados o no (corrales) y un pequeño recinto habitacional para el pastor de turno. Esta disposición es propia de sitios como Los Pozos 3 y El Trébol 1 y 2 cercanos a Pichanal 4. Lo distintivo de este último sitio es su singular espacialidad respecto a los puestos pastoriles cercanos. Es decir, su densidad espacial y estructural enjuicia la simple idea de ser un puesto típico de la Sierra del Cajón y motiva su investigación como un espacio susceptible de ser analizado. Lo consideramos inconfundible estilísticamente, desde dos ópticas diferentes: la arquitectura y la cerámica. Esto nos hace pensar en periodos prolongados de ocupación y con una amplia llegada por parte de diversas poblaciones de la zona. Creemos que su rol excede al funcionamiento de un típico puesto ganadero de la sierra.

Hemos observado que existen diferencias arquitectónicas entre los sitios 3 y 4 que pueden deberse a diversas actividades llevadas a cabo. Sin embargo, también advertimos de la proximidad existente entre ellos que se ve incrementada por su similar topografía e intervisibilidad. Por lo tanto podemos pensar que existió una cierta complementariedad basada en una economía pastoril donde el sitio 3 se comportó como el asentamiento residencial del puesto ganadero Pichanal 4.

Análisis de suelos en Pichanal 4

Al comienzo de nuestro trabajo, nos planteamos como hipótesis que Pichanal 4 había sido un puesto ganadero (Nastri 1997-1998; Nastri et al. 2002; Nastri et al. 2009; Cantarelli y Rampa 2010) y que sus recintos grandes constituían corrales contenedores de animales y los pequeños eran utilizados como habitaciones por los pastores de turno. Siguiendo esta propuesta, efectuamos análisis de sedimentos -tanto del interior como del exterior del sitio-, teniendo en cuenta que dichos resultados nos proveerían de información útil para conocer qué tipo de actividades allí se practicaron. Los valores altos en fosfato serían indicativos del encierro de animales ya que este elemento es sensible a la presencia de desechos orgánicos de origen animal (Woods 1977). Por otro lado, el estudio del pH y la materia orgánica del suelo nos permitiría conocer su composición y su condición de preservación (Pedrotta et al. 2011). Las muestras utilizadas fueron enviadas al Laboratorio de Análisis de Suelos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.

Para poder entender los resultados que arrojaron dichos análisis necesitamos primeramente realizar una caracterización de los suelos donde se encuentra emplazada la Localidad Arqueológica Pichanal. Con ese conocimiento regional podremos comprender cuáles fueron las modificaciones que fueron implementadas por el accionar humano.

La localidad Pichanal se sitúa en un sistema serrano caracterizado como Montaña en Sierras Pampeanas por sus pronunciadas pendientes (Vargas Gil 1990; Cruzate et al. 2011; De Bustos y Rodríguez 2012). Ahora bien, los suelos propios de la zona estudiada han sido clasificados bajo el orden general de Entisoles, más específicamente dentro del subgrupo de los Torriortentes (Líticos y Típicos). Ambos subgrupos, Torriortentes Líticos y Torriortentes Típicos, son descriptos en el Atlas de Suelos de Catamarca (INTA 1990) como suelos aptos naturalmente para el pastoreo. Para definir la zona desde un punto de vista ambiental también se tomó en cuenta su descripción fitogeográfica, a lo que se sumó el trabajo etnográfico de Sanz de Arechaga (1949). Estos datos complementados con los arquitectónicos (disposición espacial, características de los recintos y sus dimensiones, y la técnica constructiva utilizada en sus muros) y contrastados con el análisis de los suelos sirvieron para caracterizar a Pichanal 4 como un puesto de actividades ganaderas.

Conocer las propiedades de los suelos nos permitió interpretar los resultados obtenidos en los análisis efectuados; por ejemplo, los valores típicos del pH oscilan de neutros a calcáreos -situándose en una media de 7,5-, y la materia orgánica presente en estos tipos de suelos (valores adjudicados en 0,3%) es pobre en relación a otros subgrupos. Esto se debe a que los suelos Entisoles se componen de un único horizonte superficial con un espesor fino (Vargas Gil 1990; Nastri et al. 2012)..

Como se observa en el plano (Figura 4), el sitio Pichanal 4 cuenta con doce recintos irregulares y de diferentes dimensiones. En dos de ellos se obtuvieron columnas sedimentarias: una se extrajo del recinto 5, sobre el muro Este, y la otra del recinto 2. El primero fue definido como un corral tanto por su forma irregular como por sus grandes dimensiones (imposible de ser techado), mientras que el segundo fue considerado de carácter habitacional por su morfología arquitectónica (recinto de pequeñas dimensiones asociado a corrales). Del exterior del sitio, aproximadamente a unos 150 m hacia el Sur, también se relevó una tercera columna sedimentaria para ser utilizada como muestra de control y así poder realizar una comparación con aquellas obtenidas al interior del sitio..

Las columnas sedimentarias (excavaciones y sondeos) incluyeron las superficies actuales y fueron ejecutadas mediante niveles artificiales a intervalos de 10 cm. Sin embargo, cabe mencionar nuevamente que la depositación propia de los suelos Entisoles resulta ser escasa y esto se debe, como ya hemos mencionado, a su único horizonte fino. Por ejemplo, en el caso de la cuadrícula excavada en el recinto 2 solo se obtuvieron dos niveles artificiales, mientras que en el sondeo llevado a cabo en la estructura 5 se alcanzaron 5 niveles; por otra parte, en la muestra testigo se definieron tres niveles. Esto concuerda con su posición topográfica: Pichanal 4 se ubica en una explanada con una pendiente poco pronunciada en dirección Este, y la estructura 5 está en desnivel respecto al recinto 3 que lo antecede en dirección Oeste-Este. Podemos pensar que la tasa de depositación mayor en el recinto 5 se debe a su emplazamiento en un escalón inferior..

En la Tabla 1 se presentan los resultados obtenidos. En primer lugar podemos observar que en términos de materia orgánica y de pH las tres muestras proporcionan resultados similares en estos dos aspectos, siendo el fosfato el elemento más indicativo de las actividades que allí se realizaron. En segundo lugar, si tomamos los datos del pH de las tres muestras, observamos que a mayor profundidad sus valores se intensifican. En el interior del recinto 2 obtuvimos un valor de 8,30 en el nivel 2 y para la estructura 5 un valor mayor de 8,54 para el nivel 5. Sin embargo, para la muestra testigo, también advertimos el mismo patrón: un incremento de los valores del pH a medida que ahondamos en profundidad. Podemos concluir que el análisis del pH recuperado en las muestras de sedimentos cuenta con valores equivalentes y por encima de la media conocida para los suelos Entisoles.


Tabla 1. Resultados de análisis químicos de suelos.
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Cabe observar que el fosfato es un claro indicador de corrales (Woods 1977; Carrascosa Estenoz y Pedrotta 2010). Es un mineral presente en los restos orgánicos y, por ende, un valor superior al indicado para estos suelos estaría señalando posibles actividades que se estuvieran llevando a cabo en el lugar (Nastri et al. 2012). En relación a los registros de fosfato, en los niveles profundos de la muestra de control -los que son contemporáneos con la época de construcción de los recintos-, se presentan en muy bajas proporciones respecto de los recintos interiores. Los bajos valores de la muestra testigo nos estarían indicando una zona limpia de desechos orgánicos, posiblemente proveniente de un área transitada en el pasado. Estos valores rompen con la lógica que observamos para el pH, resultando en su decrecimiento. Los valores más elevados en esta muestra son de 46,31 para el nivel superficial, llegando a 3,56 en el nivel arqueológico. Esto cobra coherencia con aquello que postulamos: en los niveles arqueológicos de la muestra control se advierte la ausencia de niveles significativos de fosfato.

Las muestras interiores presentan para el recinto 2 un valor más fuerte para el nivel superficial -cabe advertir que esto puede ser a causa del uso histórico del sitio-, aunque los subsiguientes niveles también cuentan con elevados porcentajes de fosfato. El nivel superficial en la estructura 5 nos proporciona el registro de fosfato más bajo, aumentando fuertemente en los niveles arqueológicos. El caso del recinto 5 remite a la expectativa arqueológica esperable en relación al planteamiento propuesto en el comienzo de nuestro trabajo de investigación.

Como ya mencionamos, los Entisoles se caracterizan por su bajo porcentaje en materia orgánica. Dicha materia se mide a través del carbón orgánico (Carrascosa Estenoz y Pedrotta 2010) y en los análisis efectuados se observa que se encuentra muy por encima del 0,3% característico de estos suelos, llegando a valores de 2,07% para la estructura 5 (valor más alto de las tres muestras).

Hasta aquí, hemos presentado los resultados arrojados de los análisis realizados. A modo de conclusión estructuraremos algunas consideraciones finales tomando en cuenta dos lapsos temporales: el arqueológico y el histórico.

Por un lado, podemos afirmar que ciertos sectores del sitio, en tiempos prehispánicos, fueron usufructuados para el encierro de animales. Respecto a la estructura 5 registramos niveles altos de pH, fósforo e inclusive materia orgánica por encima de la media conocida para estos suelos. Esto, sumado a las particularidades edilicias (la técnica constructiva y el tamaño de la estructura) fortalece nuestro postulado en torno al uso de ese espacio. En el caso del recinto 2, el registro también es sugerente, indicándonos algún tipo de uso efectuado en el pasado. El interrogante que nos guía es cuál fue la actividad realizada allí. Proponemos que si bien este espacio no fue utilizado como corral debido a sus características arquitectónicas, pudo haber sido recurrido por los pastores a cargo del cuidado animal. Esto explicaría la presencia de valores altos en materia orgánica, pH y fosfato en ese espacio habitacional.

Por otro lado, consideramos que existió un uso del lugar más cercano a nuestro tiempos, como el practicado en la Sierra de Tolombón en la década del '40, descrito por Sanz de Arechaga (1949). Esta hipótesis se desprende del análisis realizado sobre los niveles superficiales de las columnas sedimentarias y de los puestos y corrales históricos próximos a Pichanal 3 y 4. El hecho de habitar estos espacios en tiempos históricos nos explicaría los valores altos de los niveles superiores arrojados por los análisis sedimentológicos. Finalmente, postulamos que todo el espacio en donde el sitio Pichanal 4 se emplaza fue utilizado de manera indiscriminada, es decir, el ganado se manejaba en el afuera ya que todo el sitio se comportó como tal. En breves palabras, se convirtió en un área abierta donde las cabras pastaban.

El universo cerámico de Pichanal 3 y 4

Los sitios 3 y 4 fueron objeto de recolecciones superficiales y excavaciones. Cabe destacar que las piezas cerámicas recolectadas se encuentran en un estado de fragmentación tan alto que nos obstaculizó el remontaje e impidió la reconstrucción de las formas alfareras existentes. Fantuzzi (2010) hace hincapié en factores internos y externos que pueden afectar el material cerámico tanto de superficie como de excavación. Entre los factores intrínsecos mencionados por el autor podemos señalar la importancia de la estructura de las pastas. Las muestras cerámicas de Pichanal 3 y 4 presentan un porcentaje elevado de pastas porosas (la mayoría del material recolectado pertenece al período Tardío). Ciclos de congelamiento y descongelamiento pueden incrementar el deterioro y la fragmentación de una cerámica de estas características. Tomando en cuenta los factores extrínsecos, dicha fragmentación pudo deberse al pisoteo continuo de humanos y animales que ocuparon los espacios a través del tiempo. Ya hemos mencionado anteriormente que los sitios fueron utilizados hasta momentos históricos, como lo evidencia el corral circular sub-actual que se encuentra contiguo a Pichanal 3. En el caso particular de Pichanal 4, los análisis de sedimentos presentaron un alto porcentaje de fosfato en las muestras obtenidas, este pudo haber actuado sobre la cerámica creando exfoliaciones superficiales. Estas son algunas posibles explicaciones para comprender la degradación de los fragmentos cerámicos.

Para el análisis del corpus cerámico realizamos un estudio macroscópico de los diversos fragmentos (Orton et al. 1997), teniendo en cuenta sus características tecnológicas y especificidades estilísticas. En este sentido, tomamos como referencia los estilos definidos por Perrota y Podestá (1970), Podestá y Perrota (1973), Weber (1978), Palamarczuk (2002) y Marchegiani y Greco (2007) para la zona de Yocavil. Asimismo, consultamos la bibliografía correspondiente para clasificar los estilos cerámicos presentes en el valle y propios de zonas aledañas.

En torno a la forma de cuantificar en Pichanal 4, adoptamos la definición de Orton et al. (1997) de familia de fragmentos, definida como aquellos fragmentos que comparten características afines (pasta, espesor y acabado de superficie) y por lo tanto pueden potencialmente pertenecer a una misma pieza. Por un lado, la muestra superficial de este sitio fue recolectada de forma sistemática por recinto, es decir, las familias de fragmentos fueron clasificadas al interior de cada uno de ellos. Por otro lado, el 23,76% de la muestra alfarera fue producto de las excavaciones trazadas en los recintos 2 y 7 en dichos casos las familias fueron construidas considerando cada uno de los contextos estratigráficos. Aunque los autores (Orton et al. 1997) también consideran a la forma como uno de los atributos que permiten identificar una posible familia, en Pichanal 4 no fue posible considerarla debido al tamaño reducido de los tiestos y la ausencia de bordes y bases pertinentes para dicho análisis.

Respecto a la totalidad de los fragmentos recolectados, observamos el predominio del estilo Santa María característico del periodo Tardío en la región de Yocavil. En Pichanal 3 contamos con un 40,76% de la muestra y en Pichanal 4 obtuvimos un 53,69% de la misma. Sin embargo, dentro de este gran universo Santamariano podemos apreciar la gran superioridad numérica de los fragmentos Santa María Indeterminado sobre los Santa María Tricolores (Marquez Miranda y Cigliano 1957; Nastri 1999). Cabe mencionar que los tiestos pertenecientes al primer grupo pueden corresponder tanto a piezas Negro sobre Blanco como a piezas Tricolores (Negro y Rojo sobre Blanco), lo que aumentaría el porcentaje de esta última variedad asociada al estilo Santamariano.

Aproximadamente un 5% corresponde, en ambos casos, al tipo cerámico Negro sobre Rojo Indeterminado, los cuales podrían pertenecer a piezas Santamarianas, al estilo San José4 o Belén. Con respecto a este último, algunos de sus fragmentos (un porcentaje mínimo en el total de la muestra cerámica en ambos sitios) pudieron ser distinguidos por su característico baño rojo y su pulimento externo (Cigliano 1958; Wynvelt 2007; Marchegiani Palamarczuk y Reynoso 2009).

Los otros estilos tardíos presentes en Pichanal 4 se encuentran en muy bajas proporciones: estos son Famabalasto Negro Pulido-Grabado (0,17%) (Cigliano 1958; Palamarczuk y Greco 2012) y Quilmes Rojo Grabado (0,09%) (Serrano 1966; Marchegiani, Palamarczuk y Reynoso 2007). En cuanto al estilo Caspinchango (0,17%) propio del período de contacto hispano-indígena, se halló un pie de ollita y un asa labial (Debenedetti 1921; Outes 1923; Tarragó 1985).

En Pichanal 3 y 4 recolectamos pocos fragmentos de zonas marginales y fuera del valle de Yocavil. Con respecto a los fragmentos Vaquerías (uno en Pichanal 3 y dos en el sitio 4) propios del período Formativo, pese a su extensa dispersión geográfica, se han recuperado pocos tiestos en los sitios en los que fueron hallados, por lo que seguiría la tendencia general para dicho estilo (Bugliani y Pereyra Domingorena 2002). Del período de Integración Regional reconocimos cerámica Aguada, de la cual obtuvimos cuatro fragmentos para el sitio 3 (0,84%) y nueve para el sitio 4 (0,59%) (González 1955, 19611964; Serrano 1966; Sempé de Gómez Llanes y Albeck 1981).

Aquellos fragmentos que no pueden ser adscritos a ningún estilo en particular fueron clasificados según su tratamiento superficial. Los Alisados sin Pintura (Pi3: 14,92%; Pi4: 15,13%), Peinados (Pi3: 1,26%; Pi4: 0,51%) y Toscos5 (Pi3: 2,31%; Pi4: 0,17%) fueron incluidos dentro de la categoría de Utilitarios (Palamarczuk 2002). También distinguimos Alisados con Pintura y Pulidos (negro, rojo, blanco, marrón y ante).

En las Tablas 2 y 3 podemos apreciar los tipos cerámicos presentes en los respectivos sitios y sus porcentajes totales. No sólo consignamos estilos cerámicos sino también acabados superficiales significativos.

Tabla 2. Resultados totales de la muestra cerámica (excavación y superficie) recuperada en Pichanal 3.

Tabla 3. Resultados totales de la muestra cerámica (excavación y superficie) recuperada en Pichanal 4.

Análisis espacial de la cerámica en Pichanal 4

En la Tabla 4 se han consignado aquellos fragmentos encontrados en superficie en los diversos recintos de Pichanal 4. A ellos se les deben sumar 278 tiestos extraídos durante las diferentes excavaciones, 185 recolectados en los espacios aledaños al sitio, y 189 que no han podido ser adscritos a ningún lugar específico. Los fragmentos presentados en dicha tabla, muestran su distribución irregular dentro de los recintos, con ciertas zonas de abundancia cerámica y otras que solo poseen algún tiesto disperso. Ello nos podría estar hablando de un uso diferencial de los espacios del sitio.


Tabla 4. Análisis espacial de la cerámica recuperada en superficie en los recintos de Pichanal 4.

Dentro de los fragmentos que se han recolectado de manera superficial predominan los Santamarianos (56,56% de los fragmentos del total de los recintos), fundamentalmente los Indeterminados. El resto de los estilos cerámicos (Vaquerías, Aguada, Quilmes Rojo Grabado y Belén) están apenas representados, cada uno con menos del 1% del total de los recintos. En cuanto a aquellos tiestos reconocidos por su acabado superficial, los que más abundan son el Alisado con Pintura (16,61%) y el Alisado sin Pintura (14,28%), seguidos por el Negro sobre Rojo Indeterminado y los Pulidos (cada uno aproximadamente con un 3%), para finalizar con un solo fragmento Peinado.

Si tomamos en cuenta la cerámica extraída durante las excavaciones, vemos que los porcentajes son similares, con una preponderancia del Santamariano (48,57 % del total de las excavaciones), sobre todo en su variedad Indeterminada, mientras que los restantes estilos cerámicos (Aguada, Famabalasto Negro Pulido, Belén y Caspichango) están representados con menos del 1% cada uno. Con respecto a los fragmentos reconocidos por su terminación superficial, siguen prevaleciendo el Alisado con Pintura (13,31%) y el Alisado sin Pintura (12,59%), sobre el Negro sobre Rojo Indeterminado (9,71%) y los Pulidos (5,75%), para culminar con el Peinado (1,44%).

Si medimos la abundancia de cerámica superficial en los diferentes recintos, observamos que el que tiene más cantidad es el recinto 7, seguidos por los recintos 5, 8, 3 y 6. Los demás recintos tienen menos de diez fragmentos cada uno. Es de destacar que en el recinto 11 no se recolectó ningún fragmento en superficie ni en excavación.

Para poder entender la abundancia cerámica diferencial en los diversos recintos es necesario añadir a esta información un estudio de cómo están dispuestos dichos espacios y cuál es la interconectividad existente entre ellos. De esta manera se busca concretar una descripción de los distintos niveles espaciales encontrados en el sitio y ver cómo éstos influyen en la forma de organización del espacio, ya que los recintos se encuentran interrelacionados según su proximidad y la circulación que los unen.

Como ya hemos anticipado, Pichanal 4 se encuentra emplazado en un terreno en declive, estando el recinto 1 en su parte más baja y el recinto 12 en su parte más alta. Cinco recintos (3, 7, 8, 10 y 12) tienen comunicación directa con el exterior. Los recintos 5, 2, 6, 9 y 11 poseen dos niveles de interconectividad, mientras que el recinto 4 posee tres niveles. Cabe destacar que el único recinto aislado del resto es el 1.

Si relacionamos el nivel de abundancia de cerámica con la ubicación de los recintos observamos que tres de las estructuras con comunicación con el exterior poseen una alta proporción de cerámica, mientras que el recinto 12 (el más alto) contiene pocos fragmentos. Dentro de los recintos con un segundo nivel de conectividad, el 5 y el 6 son los que poseen mayor cantidad de tiestos, el primero con una entrada cercana al exterior, mientras que el 11 (dentro del recinto 12) no posee ningún tiesto. Finalmente, el recinto 4 posee algunos fragmentos. Se puede destacar que los recintos más bajos, a igual nivel de conectividad, poseen más cantidad de fragmentos que los altos. Al no observar una distinción significativa de los grandes recintos, se podría estar evidenciando un mayor uso de los espacios situados más cerca del sendero que comunica a Pichanal 4 con el 3, en relación con aquellos que están más alejados. Otra posibilidad que podemos plantear al respecto es que esta acumulación en los recintos más bajos sea producto de la pendiente.

CONCLUSIONES

Se presentaron los resultados de los análisis efectuados en dos sitios de altura en la Sierra del Cajón. Los datos del relevamiento arquitectónico mostraron que en el sitio Pichanal 4 no se destaca una técnica constructiva específica, sino que coexisten diferentes estilos murarios. Entre ellos podemos mencionar la presencia de muros simples con lienzos simples o dobles, el aprovechamiento de la roca madre y el muro mixto. La disposición muraria permitió identificar nueve estructuras de grandes dimensiones vinculadas al encierro animal. Sin embargo las tres restantes fueron asociadas al refugio de los pastores de turno. En el caso de Pichanal 3 la elaboración del croquis permitió conocer la cantidad, dimensión y distribución de los recintos. Este conocimiento posibilitó definir espacios de carácter habitacional en el sector II del sitio.

Los análisis de sedimentos en Pichanal 4 permitieron corroborar el uso de la estructura 5 como corral, ya que presentaba altos niveles de pH, fósforo y materia orgánica. El pequeño recinto 2, de igual modo, mostraba valores altos, pudiendo realizarse en él actividades domésticas relacionadas con la vida pastoril.

El tipo cerámico Santamariano predomina en la localidad, el cual encontramos asociado a otros estilos característicos del período Tardío, como Belén, Famabalasto Negro Pulido-Grabado o Quilmes Rojo Grabado, al igual que Caspichango, característico del período hispano-indígena. Dentro de la categoría Utilitario consignamos aquellos fragmentos cuyo acabado superficial consistió en un simple Alisado y/o Peinado, como también en tiestos rugosos al tacto (Toscos). Discriminamos entre tiestos Pulidos y Pintados que no pudieron ser asignados a ninguna de las denominaciones conocidas.

En el análisis espacial presentado en Pichanal 4, señalamos que a igual nivel de conectividad los recintos ubicados a menor altura tienen mayor cantidad de fragmentos. Al no observar un uso diferencial de los espacios grandes, pensamos que esta distribución podría deberse a un empleo mas frecuente de los espacios próximos a los senderos que conectan el sitio 4 con Pichanal 3. Igualmente no se debe descartar la posibilidad que dicha acumulación sea producto de la pendiente.

Resumiendo, observamos que el asentamiento habitacional Pichanal 3 y el puesto ganadero Pichanal 4, próximos entre sí, compartían características particulares como el tipo de emplazamiento, la técnica constructiva plasmada en sus muros y la cultura material. Su circulación en el pasado suponía la apropiación y reproducción de la misma dentro de la estructura social. Proponemos, a raíz de nuestra investigación, que en los sitios se realizaban actividades complementarias, estando conectados en base a la actividad económica ganadera sobre la cual se sustentaban y estructuraban las relaciones sociales en el seno de su sociedad y con otros grupos.

Si bien este trabajo constituye un primer acercamiento a los sitios de altura al interior de la Sierra del Cajón podemos destacar el porcentaje excepcional de alfarería Santamariana en relación a otros tipos cerámicos. Esperamos en próximos estudios poder dilucidar el por qué de su abundancia y seguir profundizando el conocimiento de estos sitios serranos invisibilizados en la arqueología argentina.

 

NOTAS

1. Trabajar dentro de la montaña conlleva una serie de complicaciones e incluso incomodidades. Por ejemplo, el suministro de agua del cual se abastecían los antiguos habitantes se ha reducido o desaparecido en nuestros días, y en la actualidad nos vemos obligados a situar el campamento base cerca de los cursos de agua vigentes. Generalmente, éstos están alejados de los lugares estudiados y el acceso cotidiano a los espacios arqueológicos es un trabajo arduo. Este tipo de inconvenientes logísticos contribuyeron, entre otros, al hecho de que la región fuera marginada de la obtención de conocimiento.

2. En esta zona se observa un patrón espacial caracterizado por dos grandes recintos adosados o no (corrales) y un pequeño recinto habitacional para el pastor de turno.

3. La campaña de 2010 estuvo orientada principalmente a trabajar Pichanal 4, y sólo se buscó obtener una primera visión acerca del espacio social de Pichanal 3 dibujando y tomando sus medidas. Esto fue complementado con un muestreo del material de superficie. Se proyecta para un próximo trabajo de campo confeccionar el plano del sitio con una tecnología más afinada, realizar un estudio técnico-constructivo, encarar nuevas excavaciones estratigráficas y sistematizar el modo de recolección superficial, como ocurrió en Pichanal 4, en donde obtuvimos un muestreo de la totalidad del sitio y representamos cada uno de los recintos que éste contiene.

4. El estilo San José precede temporalmente al Santamariano y se diferencia por presentar una pasta más compacta y una decoración en la que priman los motivos geométricos dispuestos en paneles verticales.

5. Denominamos Toscos aquellos fragmentos rugosos al tacto, que poseen una pasta no compacta (es decir, deleznable) con antiplásticos mayores a 1 mm.

AGRADECIMIENTOS

Esta investigación fue realizada gracias a la participación en los trabajos de campo de César Carrizo, Bruno Catania, Sebastián Cohen, Victoria Coll, María Amelia González, Nora Grosman, Leandro Palacios, Fanny Schaefers y Leticia Tulissi. Queremos agradecer especialmente a Javier Nastri por sus lecturas y comentarios del manuscrito como así también por motivarnos a escribir y brindarnos todo su apoyo. También a Ana Vargas por su trabajo en estos sitios, a Isabel Figueras por la colaboración en la confección del croquis de Pinachal 3, a Eva Calomino por la lectura crítica de nuestro trabajo y a Sofía Gandini por ayudarnos con la traducción al inglés. Por último agradecemos también a los evaluadores y al Comité Editorial por sus acertadas correcciones.

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ARTÍCULO

Producción agrícola tradicional en las nacientes de la quebrada de Humahuaca (Dpto. de Humahuaca, Jujuy, Argentina)

Traditional agricultural production in the upper Quebrada de Humahuaca (Dpto. de Humahuaca, Jujuy, Argentina)

 

Giorgina Fabron*

*Instituto de Arqueología, 25 de Mayo 217 3er piso (1002), Capital Federal, Argentina. Giorgina Fabron es egresada de la carrera de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Este trabajo forma parte de su investigación de doctorado. Actualmente es becaria doctoral de CONICET, investigando temas vinculados a las prácticas agrícolas (producción y procesamiento) en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca. E-mail: giorgina_fabron@hotmail.com

Recibido: marzo de 2014
Aceptado: mayo de 2014

 


RESUMEN

Se presentan los avances en el estudio de la producción agrícola tradicional, en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca, incluyendo la cuenca superior del río Grande desde la actual localidad de Tres Cruces hasta la de Hipólito Yrigoyen, así como las Quebradas de Cóndor y Chaupi Rodeo que desembocan en la quebrada troncal por su margen izquierda. Con esta investigación se buscó contribuir a la caracterización de la tecnología agrícola tradicional y los saberes locales asociados a ellos, y establecer las posibles correlaciones entre las formas productivas del pasado y del presente en relación a las prácticas agrícolas. Los resultados obtenidos a partir de los distintos trabajos de campo realizados brindan información sobre la temática propuesta en un área que presenta características de aridez y semiáridez. Se ha detectado actualmente la realización de una agricultura a pequeña escala y de carácter familiar, la cual permite el desarrollo sostenible no solo del grupo doméstico sino también del ambiente.

Palabras claves: Prácticas Agrícola; Tecnología Tradicional; Saberes Locales; Paisaje Agrícola; Sector Norte de la Quebrada de Humahuaca.

ABSTRACT

This paper presents a research on traditional ongoing agricultural practices in the northern sector of Quebrada de Humahuaca, including the upper basin of the Rio Grande, starting from the present town of Tres Cruces to Hipólito Yrigoyen, including the Condor and Chaupi Rodeo Gorges which go into the main rift valley. This research characterizes the traditional technology and the related local knowledge and the possible correlations between present and past agricultural practices. The results obtained from fieldwork, remote sensing analysis and bibliographical research provide information on the topic in an area that presents characteristics of arid and semi-arid environments. The evidence of small family scale agriculture has been detected which allows the sustainable development of the domestic group and the environment.

Key words: Agricultural practices; Traditional technology; Local knowledge; Agricultural landscape; Northern sector of Quebrada de Humahuaca.


 

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se propone caracterizar a la producción agrícola actual en el sector norte de la Quebrada de Humahuaca (Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy) incluyendo la cuenca superior del río Grande desde la actual localidad de Tres Cruces hasta la de Hipólito Yrigoyen, así como las quebradas de Cóndor y Chaupi Rodeo que desembocan en la quebrada troncal por su margen izquierda. La perspectiva empleada en este trabajo es fundamentalmente antropológica pero también se realizaron observaciones con expectativas arqueológicas, aplicables a la interpretación del registro. Se busca indagar sobre la tecnología tradicional relacionada con la producción agrícola a partir del relevamiento de prácticas y saberes en torno a esta actividad así como a partir del análisis de la cultura material asociada a estas prácticas (tales como infraestructura y elementos empleados para la producción y artefactos asociados al procesamiento de vegetales).

En este trabajo se denomina prácticas agrícolas tradicionales a la integración de prácticas, saberes y conocimientos locales sobre tecnologías utilizadas ancestralmente y trasmitidas de generación en generación. Desde este marco, se considera que el análisis de las prácticas y saberes tradicionales, a través del estudio de las prácticas agrícolas en particular, constituye una forma de abordar la investigación de la vinculación entre gente - ambiente - conocimiento.

Se considera que en las prácticas agrícolas tradicionales actuales se pueden observar saberes, conocimientos y prácticas ancestrales (Rabey 1987; Altieri 1991; Berkes 1993; Gómez-González et al. 1998; Gómez-Espinoza y Gómez–González 2006; Pochettino y Lema 2008; Bossio 2010; Herrera Wassilowsky 2012, entre otros). Es decir, que a pesar de la introducción de nuevas técnicas y del avance tecnológico presente en el área y del profundo cambio socio-político y económico ocurrido en los últimos siglos, se conservan conocimientos locales del pasado detectables en las actividades agrícolas. En este sentido, se entiende a la tecnología agrícola tradicional como al conjunto de actividades, prácticas y técnicas generadas por un grupo socio-cultural determinado (Rabey 1987) y, a la cultura material, como un vehículo dinámico a través del cual se transmiten conocimientos, conductas, significados, de manera transgeneracional dada su perdurabilidad en el tiempo (Berkes 1993; Gómez-González et al. 1998; Herrera Wassilowsky 2012; Castro 2013, entre otros).

La problemática de estudio ha sido abordada por medio de distintas instancias, abarcando trabajos de campo y gabinete, durante los cuales se realizaron observaciones directas de lugares, prácticas y actores sociales involucrados, se efectuaron entrevistas y encuestas a pobladores que poseen áreas agrícolas dentro de la zona de estudio, se procesó el material recolectado, al cual se incorporó información proveniente de fuentes de diverso tipo (bibliográficas y censos); además se efectuó el relevamiento de espacios de cultivo por medio de imágenes satelitales y fotografías aéreas.

 

PRESENTACIÓN DEL CASO DE ESTUDIO

Esta investigación toma como marco espacial al sector norte de la Quebrada de Humahuaca (Departamento de Humahuaca). Éste presenta aspectos geo-ambientales singulares que generan determinadas características y condiciones para la práctica de la agricultura, ya que posee tanto suelos adecuados como presencia de agua para desarrollar cultivos de tipo microtérmico (Albeck 1992). Los estudios efectuados sobre prácticas agrícolas y tecnología tradicional han sido realizados dentro de este sector general, abordando: 1) quebrada de Chaupi Rodeo, 2) quebrada de Cóndor, 3) el tramo de la quebrada troncal entre Antumpa y Negra Muerta, y 4) las nacientes de la quebrada troncal en los alrededores de Tres Cruces (Mapa 1). Dentro la perspectiva de este trabajo este sector bajo estudio es caracterizado como un umbral geomorfológico y ecológico entre tierras altas y bajas (ambientes de Puna - Quebrada -Yungas), con un fácil acceso entre cada una de ellas, lo cual posibilitó diversas formas de interacción entre los grupos humanos tanto en el pasado como en el presente1.


Mapa 1.
Zona de estudio. Poblaciones actuales y sitios arqueológicos (tomado de Leoni et al. 2014).

La Quebrada de Humahuaca ha sido definida como una unidad espacial diferenciada del área puneña (al norte y oeste) y del área de los valles orientales y yungas (al este y sur), conformando una zona de transición entre ambientes diferentes (Albeck y Scattolin 1991; Nielsen 2001). La práctica actual de la agricultura se observa en toda su extensión y ha sido caracterizada por presentar un sistema mixto de hortifruticultura, floricultura, cultivos de cereales y forrajes complementada con cría de ganado menor de ovinos y caprinos para autoconsumo e intercambio (Tsakoumagkos et al. 2010). Las zonas con condiciones más adecuadas para el desarrollo hortícola bajo riego se localizan en el fondo de la quebrada mientras que las quebradas laterales y valles intermontanos, se caracterizan por presentar un "... potencial más limitado por disponibilidad de suelos y agua" (Tsakoumagkos et al. 2010: 53).

Específicamente en relación a la producción agrícola actual en el Departamento de Humahuaca se han distinguido dos sectores: el central y el norte (Fabron y Quinteros 2013). Esta caracterización se efectúa en base al cultivo que se realiza en cada sector y a la manera en que estos cultivos se insertan en el mercado. En el sector central (entre Yacoraite y Humahuaca) presenta fundamentalmente cultivo a mayor escala de hortalizas vinculado a un proceso de modernización agraria reciente, mientras que el sector norte, ubicado a mayor altura (entre Humahuaca y Tres Cruces) presenta más bien cultivos a pequeña escala de trigo, habas, arvejas, entre otros. Este sector norte, además, se vio más desfavorecido en cuanto a vías de comunicación y por la expulsión de mano de obra a favor de las industrias del Ramal y la minería (Girbal-Blacha 1982; Quiroga Mendiola y Ramisch 2010; Bidaseca 2013, entre otros). Se debe destacar que tanto en el sector central como en el norte los productos obtenidos de esta manera no llegan a satisfacer por completo las necesidades de subsistencia de los productores. Es por ello que este tipo de producción debe ser complementada con ingresos obtenidos en otras actividades económicas (Gordillo 1992; Teruel 2005; Tsakoumagkos et al. 2010; Bidaseca 2013, entre otros), así como ingresos extra-prediales (e.g. subsidios, programas, jubilaciones).

Este trabajo se focaliza en el sector norte incluyendo la cuenca superior del río Grande desde la actual localidad de Tres Cruces hasta la de Hipólito Yrigoyen y las Quebradas de Cóndor y Chaupi Rodeo que desembocan en la quebrada troncal por su margen izquierda, en el cual son observables espacios productivos destinados tanto a la agricultura como al pastoreo. Geoambientalmente se ubica en altitudes elevadas (3.600 a 4.000 msnm), con vegetación característica de la Puna y Pre-puna (estepa arbustiva, Cabrera 1976) así como un clima frío y seco en invierno, y cálido y seco en verano. Se registra una amplia amplitud térmica (diaria y estacional) que oscila entre 16°C a 20°C, con temperaturas medias del mes más caluroso inferiores a 18°C y una baja humedad relativa (Buitrago y Larran 1994). Con respecto a las lluvias, las mismas se concentran en la época estival (noviembre a marzo) aproximadamente 180 - 300 mm anuales, las cuales van disminuyendo desde el Este al Oeste (Buitrago y Larran 1994).

Desde el punto de vista ambiental, la zona es apta para realizar prácticas agrícolas y ha sido caracterizada como"... áreas agrícolas elevadas" (Albeck 1992:96). Esta área presenta limitaciones en comparación con el fondo de valle del río Grande dado las diferencias "... altitudinales, climáticas, topográficas, suelos y provisión de agua" (Albeck 1992: 96), zona en la cual se práctica una agricultura de tipo intensiva con presencia de cultivos mesotérmicos (e.g. ají, porotos, calabaza, Albeck 1992). Estudios realizados por el INTA cercanos a nuestra zona de estudio (a unos 10 km al norte de Humahuaca) identificaron a los suelos de las terrazas fluviales como de tipo Ardisol (Panigatti 2010). Estos suelos se caracterizan por presentar una rápida permeabilidad, un escurrimiento moderado, con baja retención de agua y con un "Alto porcentaje de suelo desnudo, abundancia de fragmentos líticos gruesos semisepultados; acumulaciones de arena de escasos centímetros..." (Panigatti 2010: 139). Asimismo presenta limitaciones por las condiciones climáticas (aridez), la presencia de agentes erosivos (hídricos, eólicos) destacándose, a su vez, la marcada desertificación por sobrepastoreo (Panigatti 2010). Por tales motivos, para que el desarrollo de la agricultura sea posible y teniendo en cuenta el escaso contenido de compuestos orgánicos, se debe abonar el suelo constantemente para que el desarrollo del cultivo sea factible. Esto es importante dado que, principalmente las actividades agrícolas relevadas dentro del área de estudio, se localizan sobre las terrazas o zonas aledañas al fondo de cuenca principal (río Grande) y a los arroyos de Cóndor y Chaupi Rodeo.

El sector norte de la Quebrada de Humahuaca en estudio incluye dos poblados actuales importantes: Tres Cruces e Hipólito Yrigoyen (o Iturbe) / Negra Muerta2, y dos quebradas subsidiarias del río Grande, Cóndor y Chaupi Rodeo, topográficamente relevantes ya que nacen en la Sierra de Santa Victoria y recorren 20 - 25 km hasta su desembocadura. Tres Cruces posee una población de 456 habitantes (Failde de Calvo y Fernández 2007), es la primer localidad de las nacientes de la Quebrada de Humahuaca y se encuentra sobre la Ruta Nacional n° 9, intersectando a la ruta que lleva a la Compañía Minera Aguilar, localizada en la sierra con el mismo nombre. Su población está vinculada económicamente tanto con las actividades de la Minera como con las zonas aledañas en las cuales se practican actividades mixtas de agricultura / pastoreo. En la quebrada de Cóndor, ubicada inmediatamente al sur-este de Tres Cruces, se observan diferentes unidades residenciales y productivas dispersas a lo largo de la misma, localizadas principalmente sobre las terrazas del arroyo Cóndor.

Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta posee una población de alrededor 1285 habitantes (Failde de Calvo y Fernández 2007) siendo la segunda localidad importante de las nacientes de la Quebrada de Humahuaca hacia el sur; también es relevante ya que intersecta con la Ruta nº 33, que es el único acceso a la actual localidad de Iruya (Salta). Su población está vinculada económicamente tanto con actividades comerciales como con actividades mixtas de agricultura / pastoreo que se practican en las zonas aledañas, en relación con el río Grande y sus márgenes. En la quebrada de Chaupi Rodeo, ubicada inmediatamente al sur-este de Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta, se observan agrupaciones de unidades residenciales componiendo parajes (tales como Chaupi Rodeo, Peñas Blancas, Miyuyoc) emplazados sobre las terrazas del arroyo homónimo.

 

APROXIMACIÓN METODOLÓGICA

En relación a la metodología, la problemática de estudio ha sido abordada tanto por trabajos de campo como de gabinete. Para los trabajos de campo se realizaron a) observaciones directas (de espacios de cultivo / infraestructura y de actividades agrícolas), b) entrevistas a pobladores que poseen áreas agrícolas dentro de la zona de estudio y encuestas a estudiantes de la Escuela Primaria de Hipólito Yrigoyen. Para el trabajo de gabinete a) se procesó el material recolectado, b) se incorporó información proveniente de la bibliografía disponible y de fuentes secundarias como censos nacionales y agropecuarios de la República Argentina. Además, se efectuó el relevamiento de espacios de cultivo por medio de imágenes satelitales y fotografías aéreas.

La búsqueda de información estuvo orientada a relevar datos vinculados con las especies y variedades de vegetales cultivados, técnicas de producción y procesamiento de alimentos de origen vegetal, a los artefactos asociados a dichas actividades y a los espacios en donde se efectúan estas tareas a fin de indagar sobre las prácticas agrícolas y la tecnología tradicional.

Las entrevistas (semiestructuradas y abiertas) fueron realizadas a individuos adultos de ambos géneros que poseen espacios dedicados al cultivo en las inmediaciones de Tres Cruces e Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta, y en las quebradas de Cóndor y Chaupi Rodeo. A partir de los distintos trabajos de campo realizados desde el 2007 fueron seleccionados catorce informantes claves, de los cuales seis de ellos poseen sus parcelas en el área de la quebrada de Cóndor pero residen una parte del año en Tres Cruces, dos en Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta y seis en la quebrada de Chaupi Rodeo. Es importante resaltar que la mayoría de las personas que habitan en esta zona combinan los recursos que producen para su auto-consumo con la ganancia producto del intercambio en ferias o de su venta en los mercados. El rango etario de los entrevistados va desde los 35 hasta los 75 años y fue considerado relevante por motivos: a) generacionales (para poder realizar comparaciones entre el contenido de los discursos); b) de espacialidad (gente que vivió toda su vida en la zona); y c) de actividad (continúan trabajando en los campos de cultivo). A su vez, fueron tomados en cuenta casos de personas que migran temporalmente o de forma permanente (ubicándose en diferentes zonas urbanas) y poseen otros ingresos económicos, pero mantienen fuertes lazos con su lugar de origen y continúan participando estacionalmente en las actividades de producción agrícola.

Las encuestas a los estudiantes fueron realizadas en la Escuela Primaria Nº 239"Daniel Domínguez" de Hipólito Yrigoyen dado que las investigaciones tanto antropológicas como arqueológicas se encuentran más avanzadas en esta zona y los lazos con la comunidad educativa se hallan más fortalecidos3. Para este estudio, fueron seleccionados los cursos de 5to y 6to grado (n= 20, con edades que rondan los 11 a 13 años aproximadamente). La realización de las entrevistas y de las encuestas se orientó a indagar los discursos generados por los niños y adultos sobre las prácticas agrícolas y tecnología tradicional y permitió observar diferencias o similitudes, mediadas, por un lado, por la pertenencia generacional / etaria y por otro, por el carácter residencial, dado que han transcurrido la mayor parte de su vida en esa localidad (o zonas cercanas).

A su vez, con el testimonio de los productores locales actuales, se buscó recolectar información (por ejemplo sobre artefactos de producción y de procesamiento y los espacios asociados a estas actividades) a ser aplicadas en la generación de expectativas arqueológicas, las cuales serán utilizadas para indagar en las prácticas agrícolas realizadas en el pasado en el marco del proyecto de investigación general (ver cita 1).

La utilización de imágenes satelitales y fotografías aéreas se empleó para realizar observaciones sobre los espacios de cultivo, en relación con las estructuras e infraestructuras agrícolas. Esta aplicación permitió identificar a) formas (e.g. rectangulares, cuadrangulares e irregulares); b) dimensiones; y c) distancias entre espacios de cultivo y unidades habitacionales. A su vez, fueron realizados estudios de Índice de Vegetación Diferenciada Normalizada (NDVI), el cual permite identificar y caracterizar los ambientes actuales, mostrando una estimación de la calidad y desarrollo de la vegetación del área en estudio. El índice se calculó a partir las bandas Infrarroja cercana y roja de imágenes SPOT 4 y 5, tomando valores que van del -1 (sin vegetación) a 1 (vegetación con máxima vigorosidad)4.

 

ENFOQUE TEÓRICO

El tema tratado aquí ha sido abordado por distintos autores con diferentes enfoques. En efecto, los estudios sobre tecnología en general y conocimientos tradicionales, han sido abordados tanto con perspectivas antropológicas como arqueológicas (e.g. Rabey 1987; Altieri 1991; Fabron 2010; Bergesio 2011; Pérez 2012; Castro 2013, entre otros).

En este trabajo se considera a la noción de tecnología como un concepto reciente e históricamente situado (Ingold 1997; Gómez–González et al. 1998), cuyas variaciones pueden observarse en los trabajos de diferentes investigadores. Por ejemplo algunos autores han caracterizado a la tecnología en relación a los objetos y a sus materialidades, a las técnicas y su respectiva eficacia, marginando de estas definiciones a los sistemas simbólicos y procesos mentales que hacen posible a la materialidad (Pfaffenberger 1988; Lemmonier 1993). Otros enfoques van desde el estudio de la tecnología sin tener en cuenta a la sociedad que la produce hasta considerarla dentro de un orden evolutivo (de lo más simple a lo más complejo) (ver Ingold 1997, entre muchos otros).

Con respecto específicamente a la tecnología tradicional, hacia finales de los '70s comienza a consolidar como un campo de estudio mas establecido dentro de las Ciencias Sociales. A partir de allí diversos investigadores comienzan a enfatizar en sus trabajos el estudio de la vinculación de los conocimientos locales y ancestrales, su relación con la conservación del medio ambiente (agroecología), su beneficio y eficacia en comparación con la tecnología occidental y su utilización para la mitigación de problemas sociales dentro de las poblaciones indígenas / campesinas (e.g. desnutrición, mortalidad infantil, pobreza) (Rabey 1987; Gómez–González et al. 1998; Gómez-Espinoza y Gómez–González 2006, entre otros).

Muchos autores conciben a la tecnología tradicional de manera holística, considerándola articulada tanto con el medio natural como social (Berkes 1993). En este sentido, la tecnología tradicional se caracteriza como el conocimiento de la naturaleza (observación y domesticación de la misma), el desarrollo de métodos, técnicas y herramientas, las cuales forman parte tanto de los saberes tradicionales como de las estrategias de subsistencia (Gómez-González et al. 1998). De esta manera, no se la puede disociar del aspecto social sino que forma parte de "un aspecto de la práctica social y cultural enmarcado en redes de relaciones sociales que se extienden a personas a la vez que involucran objetos y paisajes, todos ellos cargados de significado" (Herrera Wassilowsky 2012:38). Abordar la tecnología tradicional, por lo tanto, implica comprender el "vínculo entre la materialidad de los objetos producidos, la significación expresada en ellos, el contexto de producción y la función comunicativa que llevan consigo..." (Castro 2013:33).

Siguiendo estos conceptos, en este trabajo se relaciona a la tecnología tradicional con los Saberes Agrícolas Tradicionales (Gómez-Espinoza y Gómez-González 2006) y el Conocimiento Ecológico Tradicional (Berkes 1993), los cuales incluyen tanto aspectos productivos como socio-económicos, culturales, ambientales y políticos. Estos conceptos pueden ser caracterizados como "...prácticas, técnicas, conocimientos y/o cosmovisiones que responden a problemas que limitan la producción agrícola..." (Gómez-Espinoza y Gómez-González 2006:98) y que cambian a través de procesos adaptativos y son generados a partir de la observación sistemática de la naturaleza, siendo trasmitidos de generación a generación por la tradición oral (Gómez-González et al. 1998). Asimismo, se encuentran vinculados no solo con las prácticas agrícolas sino también con la "... preparación de alimentos, atención de la salud, conservación (…) y con un amplio rango de actividades que permiten el mantenimiento de un determinado grupo en un ambiente dado a través del tiempo" (Pochettino y Lema 2008:228).

En este trabajo, entonces, se parte de la perspectiva que sostiene que la tecnología agrícola forma parte tanto de la vida social como del ambiente y, por lo tanto, presenta una dimensión ideológica que es indisoluble de la misma. En este sentido, se considera que "... la tecnología es creada dialécticamente por el hombre en respuesta a su medio y recibe su fisonomía particular por la cultura bajo cuya inspiración vitalizante es generada" (Bergesio 2011:12). Con este enfoque el análisis de la tecnología tradicional apunta a obtener información relevante para entender cómo opera en las prácticas agrícolas la relación entre la materialidad cultural y las representaciones sociales en su vinculación con las prácticas y saberes colectivos locales (Castro 2013).

 

PRÁCTICAS AGRÍCOLAS EN EL CASO DE ESTUDIO

El sector propuesto para conformar este caso de estudio no es casual, ya que se trata de una zona de transición geográfica y ambiental (Albeck 1992; Leoni 2007) con buenas condiciones para los cultivos microtérmicos (Albeck 1992) y se caracteriza por presentar una localización estratégica, facilitando el tránsito entre tierras bajas y altas en el desarrollo de las redes de intercambio que conectan distintos ambientes (Albeck 1992; Leoni 2007, 2010; Leoni et al. 2014).

Dentro de este sector, la parte norte que incluye a la localidad de Tres Cruces y a la quebrada de Cóndor se encuentran en las nacientes del ambiente quebradeño articulando con el ambiente Puneño, conformando el ecotono propiamente dicho, conectando ambos ambientes. En los alrededores de Tres Cruces así como a lo largo de la quebrada de Cóndor se han observado caseríos dispersos que, en general, se encuentran emplazados en cercanía al curso de agua permanente. Algunos de ellos son ocupados de manera estacional, siendo el pastoreo la principal actividad. En cuanto a las prácticas agrícolas, se han registrado espacios activos en distintos segmentos de la quebrada de Cóndor (e.g. Punta de Agua y Quebrada de Potrerillo). En el tramo medio de esta quebrada se han detectado la mayor cantidad de espacios de cultivo actuales y subactuales (6 ha). Si bien muchos de ellos no se encuentran en uso, el Índice de Vegetación Diferenciada Normalizada (NDVI) realizado en la zona detecta a este tramo como el que presenta de manera diferencial una mayor cobertura vegetal a lo largo de las estaciones (Leoni et al. 2014). Esto es relevante en tanto podría señalar una clara relación entre la ubicación y la disponibilidad de recursos hídricos para realizar algún tipo de cultivo y la posibilidad de la instalación tanto de unidades residenciales como espacios de cultivo y corrales.

La parte sur de este sector, que comprende a la localidad de Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta y la quebrada de Chaupi Rodeo se encuentra articulando el ambiente quebradeño con el ambiente de Yungas ya que por allí transcurre el paso natural, por donde ahora se localiza la ruta provincial N° 13/133 que se dirige a Iruya (Salta). La quebrada de Chaupi Rodeo presenta una ocupación humana actual irregular, siendo el principal poblado, homónimo de la quebrada, el cual se ubica en el tramo medio de la misma y es el que presenta la mayor cantidad de población (aproximadamente 100 habitantes) distribuida en caseríos en un rango espacial acotado que permitiría definirlo como un poblado disperso. Las unidades domésticas están próximas tanto a las áreas específicas dedicadas al cultivo como a la presencia de agua. A su vez, en el tramo superior se localiza otro poblado denominado Miyuyoc, el cual concentra varios caseríos, con menor población que Chaupi Rodeo, donde fueron observadas varias estructuras de cultivo sin uso actual, semejantes a las observadas en Chaupi Rodeo. Fuera de estos dos poblados, el resto de la población de esta quebrada se encuentra en pequeños caseríos distribuidos de manera dispersa a lo largo de la misma y de sus cursos tributarios, muchos de ellos abandonados.

Se observaron estructuras agrícolas visibles tanto en estructuras o potreros de cultivos activos, localizados en el tramo medio, como en la presencia de un molino de trigo histórico en las cercanías del poblado de Chaupi Rodeo. A su vez, se han detectado seis puestos, que datarían desde fines del siglo XIX hasta ca.1980 y corresponderían a unidades de uso doméstico asociadas a estructuras para producción de alimentos (María Isabel Hernández Llosas, com. pers. 2010). En el tramo inferior de la quebrada, donde se localiza el importante sitio arqueológico Antumpa, puede observarse también la reutilización de muros antiguos como cimiento de pircas posteriores o como fuente de piedras para la construcción de nuevas estructuras (Hernández Llosas et al. 1983-85; Leoni 2007), algunas de las cuales están en uso en la actualidad y otras han sido recientemente abandonadas.

El tramo medio de la quebrada de Chaupi Rodeo es el área en la cual se detectaron, por medio de observación directa y por relevamiento de imágenes satelitales, más estructuras de cultivos activas o en uso5. Esta observación puede ser complementada, a su vez, con la información generada por el NDVI, en el cual se observa que en esta zona hay una presencia de cobertura vegetal de manera diferencial a lo largo de las estaciones más húmedas o secas del ciclo anual. Al igual que en Cóndor, este índice podría señalar condiciones más favorables para la instalación y desarrollo de actividades productivas en la zona.

De igual forma, en Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta, se ha detectado un NDVI similar al del tramo medio de la quebrada de Chaupi Rodeo mencionada. En efecto, en los alrededores de esta localidad se observan espacios de cultivos activos sobre ambas márgenes del río Grande y, presenta en distintos sectores de la misma, un sistema de riego de acequias conectadas, el cual canaliza y distribuye el agua procedente del río (Figura 1).


Figura 1. Espacios de cultivo y estructuras asociadas en Negra Muerta margen izquierda del río Grande1.

RESULTADOS PRELIMINARES

Como resultados preliminares de este trabajo puede decirse que la clase de agricultura en esta zona es de tipo familiar y a pequeña escala, la cual produce no solo para el autoconsumo sino también para realizar ventas en el mercado local o trueques en ferias para la obtención de otros bienes de consumo.

A nivel económico esta actividad agrícola a pequeña escala es una de las fuentes de ingresos más importantes del grupo familiar, pero requiere de la complementación con otras actividades locales no agrícolas, básicamente actividades pastoriles, pero también con fuentes externas de ingresos adquiridas con trabajos en el mercado laboral local, provincial o nacional, ya sea permanente o temporario.

La actividad agrícola se realiza en las cercanías de la unidad residencial o en distintos puestos ubicados estratégicamente. En general, la posesión de las tierras es de carácter familiar, heredada de generación en generación, las cuales si no son abandonadas, son trabajadas hasta la actualidad.

En relación con las prácticas agrícolas familiares es interesante mencionar aquí las observaciones de algunos de los informantes acerca de que los adultos que migraron por cuestiones económicas son los que regresan a sus tierras para continuar trabajándolas inclusive, en algunos casos, volviendo a instalarse plenamente en el área rural. En cambio, los más jóvenes migran a zonas urbanas en búsqueda de mejorar sus condiciones de vida. Desde la visión de los adultos, los jóvenes migrantes prefieren vivir en la pobreza de la ciudad antes que estar en el campo y tener a su disposición los recursos naturales que posibilitan su subsistencia.

A su vez, se deben destacar los siguientes aspectos de las prácticas agrícolas y tecnología tradicional relevadas:

a) Especies cultivadas:

Se cultivan tanto especies locales como introducidas. En zonas aledañas a Tres Cruces y la quebrada de Cóndor se ha relevado el cultivo de habas, arvejas y trigo mientras que en la zona de Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta y la quebrada de Chaupi Rodeo se registran un amplio rango de especies, tanto locales (e.g. chorcana, oca, quinua, papa verde, papa) como introducidas a partir la conquista española (e.g. alfalfa, arvejas, zanahoria, habas, duraznos, manzanas). Esta información es significativa ya que en los Censos Nacionales y Agropecuarios de la República Argentina relevados (entre 1888 y 1989), los cultivos locales no han sido consignados. Esta cuestión probablemente se encuentre asociada tanto a la cantidad de producción (la cual es pequeña), como al hecho de que estos tipos de cultivos se vinculan con la reproducción de una economía de subsistencia, motivos por los cuales no resultarían significativos al momento de ser relevados (Fabron y Quinteros 2013).

En relación a las encuestas que se realizaron, se destaca el predominio en la producción de manzanas y duraznos en zonas aledañas a Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta. Estas plantas introducidas durante el período colonial son las que más se mencionan en comparación con frutos locales como la tuna, la oncañoca y la pasacana. Esta diferencia en la frecuencia de aparición de las frutas introducidas sobre las locales puede estar asociada a que, tanto la manzana como el durazno, se producen de manera intencional, mientras que la tuna o la pasacana crecen en forma silvestre en distintos tipos de especies cactáceas que se encuentran en la zona y se recolectan esporádicamente.

b) Espacios de cultivo y estructuras asociadas:

Los espacios de cultivo varían desde el uso directo de determinados lugares del fondo de cuenca, hasta terrazas y laderas. Estos espacios, independientemente de sus formas y dimensiones, están directamente relacionados con los recursos hídricos disponibles, provenientes de los cursos permanentes de agua (ríos, arroyos y vegas) así como los estacionales aportados por las lluvias.

Algunos de estos espacios se denominan genéricamente potreros (Figura 1 y Figura 2), ya sea que estén delimitados por paredes de pirca, de adobe o sin ningún tipo de demarcación material específica. Presentan distintos tamaños y generalmente se localizan a corta distancia de la unidad residencial.


Figura 2. Espacios de cultivo y estructuras asociadas: cercano a la localidad de Tres Cruces (imagen Izq.) a 3.800 msnm y potrero en la quebrada de Cóndor (imagen Der.).

Asimismo, se han relevado casos en los cuales los grupos familiares presentan más de una unidad residencial, denominadas puestos, los cuales se encuentran ubicados en zonas ambientalmente aptas, tanto para prácticas agrícolas específicascomo para realizar distintos tipos de actividades complementarias tales como pastoreo de rebaños pequeños (llamas, animal nativo, y cabras / ovejas, animales introducidos).

En la parte media de ambas quebradas de Chaupi Rodeo y Cóndor, y en Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta, se observó la mayor densidad de agricultura. En general, los espacios de cultivos relevados se encuentran delimitados por muros de piedra de media altura (aprox. 1 - 1,3 m) y en su interior se desarrollan distintos tipos de cultivos sin subdivisión de estructuras. Se ha observado, a su vez, en relación a estos espacios de cultivo la presencia de ciertas infraestructuras para la distribución del agua (e.g. acequias, mangueras, caños).

En la quebrada de Cóndor se relevaron siete puestos con unidades habitacionales y espacios productivos agrícolas asociados, de los cuales la mitad se encuentran abandonados o tienen un uso estacional. Las estructuras de cultivo presentan distintas dimensiones (las más pequeñas rondan aproximadamente entre los 30 x 80 m y las más grande entre 400 x 80 m) y con formas diferentes en las cuales predominan las irregulares6 sobre las rectangulares. Esta cuestión posiblemente se encuentre vinculada con un mejor aprovechamiento de los recursos (tanto de las propiedades del suelo como de las hídricas) y que de esa forma se logre optimizar el rendimiento de los cultivos. El total de superficie de cultivo para la quebrada de Cóndor es de 12 ha y la mitad de ellas se concentran en el tramo medio de esta quebrada. Aquí los espacios de cultivo se encuentran ubicados también a corta distancia de las unidades habitacionales (entre 20 a 300 m) y, en tres casos, las unidades habitacionales se encuentran contiguas a las parcelas de cultivo.

En Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta sobre el río Grande, se observaron estructuras con distintas formas y dimensiones. Las formas predominantes son irregulares, rectangulares y cuadrangulares y presentan dimensiones que rondan entre los 270 x 200 m y los 90 x 50 m. Nuevamente se observan aquí los espacios de cultivo ubicados a corta distancia de las unidades habitacionales y se han diferenciado: a) las se localizan entre 10 y 30 m, b) las que se encuentran junto a las parcelas de cultivo y c) las se ubican dentro de las parcelas de cultivo.

En la quebrada de Chaupi Rodeo las áreas agrícolas actuales se ubican vinculadas al fondo de quebrada junto a cursos de agua activos, abarcando una superficie aproximada de unas 309 ha (Leoni 2010). En esta zona las estructuras agrícolas presentan distintas dimensiones y formas (e.g. rectangulares, cuadrangulares e irregulares). En el tramo medio se concentran la mayor cantidad de estructuras agrícolas, la mayoría de ellas emplazadas sobre las primeras terrazas de la margen izquierda del arroyo. Estas estructuras presentan dimensiones máximas que rondan los 150 x 260 m y mínimas de 30 x 40 m. En todo este sector se observaron, también, espacios de cultivos y unidades habitacionales asociadas, diferenciándose a) las se localizan entre 10 a 100 a m de los espacios de cultivo, b) las que se encuentran junto a las parcelas de cultivo y c) las se ubican dentro de las parcelas de cultivo.

Con respecto a los recursos hídricos se han identificado dos formas de utilización, separada o simultáneamente, una al tiempo, aprovechando las lluvias estivales, y con regadío, a partir del aprovechamiento de cursos de agua (ríos o vegas) cuyos aportes son direccionados con distintos métodos. En este sentido, las redes de riego tradicional observadas son pequeños surcos realizados en la tierra que distribuyen el agua por los distintos espacios de cultivos, pero también se han incorporado objetos sencillos (tales como tubos de plástico, mangueras) para optimizar el sistema de riego. Se debe destacar que la utilización de irrigación en los espacios de cultivos es superior en los sectores de Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta y la quebrada de Chaupi Rodeo, coincidiendo con la mayor cantidad de espacios de cultivo para la zona de estudio7.

c) Artefactos asociados a la producción, procesamiento y consumo:

En relación con la cultura material y en particular con respecto a los artefactos vinculados a la producción agrícola, se ha relevado en las entrevistas que para el cultivo específico de habas se utiliza la taklla8. Esta herramienta de trabajo presenta un uso extendido en el tiempo y es posible identificar su presencia durante la ocupación Inka de la zona. Actualmente, comunidades andinas la continúan utilizando para sus faenas. Asimismo, en relación a los artefactos asociados al procesamiento, los que más se repiten en cuanto a su presencia son la pecana y en un solo caso la cona (artefacto de molienda que se utiliza para moler más fino). La pecana es un artefacto que presenta orígenes prehispánicos y ha sobrevivido en el tiempo (Figura 3)9. Resulta interesante observar que a pesar de la existencia en la zona de otro tipo de tecnologías para la molienda se continúe moliendo de manera tradicional. En efecto, los informantes refirieron que para ciertas celebraciones o fiestas (e.g. carnaval, solsticio o comidas con elaboración especial) esta operación se continúa realizando de la manera tradicional, pero para la vida cotidiana se opta por comprar las harinas ya procesadas. Además, se ha relevado que se conservan aquellos artefactos que han pertenecido a sus familiares (e.g. abuelitas, tías), no solo de molienda sino también para el consumo tales como ollas de cerámica.


Figura 3. Pecanas relevadas en Hipólito Yrigoyen (imagen Izq.) y en un puesto actual en la quebrada de Cóndor (imagen Der.).

Con respecto al procesamiento y elaboración de alimentos vegetales, se pudo relevar que los alimentos se preparan en cocinas de gas (uso de garrafas, ya que no hay instalaciones de gas natural) pero combinado con la utilización del brasero, el fuego en el piso y el persistente uso de la leña y guano seco como combustible.

Si bien el tipo de agricultura que se realiza es a pequeña escala y no necesita de grandes infraestructuras o complejas maquinarias, entre las incorporaciones que se han realizado en la quebrada de Chaupi Rodeo y zonas aledañas, se encuentra el tractor para facilitar esta labor (anteriormente se hacía uso de los bueyes, tecnología, que también ha sido introducida por los españoles).

d) Conocimientos vinculados a las prácticas agrícolas:

Resulta interesante destacar que los habitantes de la zona de Hipólito Yrigoyen / Negra Muerta y quebrada de Chaupi Rodeo identifican con claridad los componentes locales de la agricultura tradicional y sus derivados, distinguiéndolos de los componentes aportados por influencias "no locales" (e.g. en los tipos de alimentos utilizados para la elaboración de comidas, el consumo de harinas industrializadas y no procesadas manualmente)10. Esto es importante ya que puede vincularse con aspectos de la identidad local reflejados materialmente en estos saberes y prácticas aún cuando han sido incorporados y aplicados conocimientos occidentales (Rabey 1987).

En cuanto a las observaciones eco-ambientales de Saberes Agrícolas Tradicionales y el Conocimiento Ecológico Tradicional, se ha relevado que no se realiza el desmalezamiento de hierbas existiendo, de esta manera, un equilibrio y con-vivencia entre las plantas sembradas y las plantas silvestres. Tampoco se utilizan pesticidas sintéticos, sino que se preparan tanto pesticidas naturales como abonos naturales. En este sentido, posteriormente a la cosecha (meses de invierno / estación seca), se lleva a los animales hasta los potreros y dejan que se coman el rastrojo, así se prepara la tierra y se abona naturalmente con el estiércol de los animales para la próxima siembra. Además se ha detectado que esta con-vivencia también se da con las especies animales, a saber, a los depredadores no se los extermina sino que intentan ahuyentarlos con papeles brillantes o protegiendo individualmente a cada cultivo con la parte superior de las botellas de plástico.

 

DISCUSIÓN

Las actividades económicas en la región de estudio han variado a través del tiempo. A partir de investigaciones arqueológicas se posee información que, hacia los cuatro mil años antes del presente, aparecen los primeros indicios de domesticación de plantas y animales, mostrando un cambio en las economías regionales las cuales se caracterizarían por una economía mixta de caza-recolección-producción de alimentos (Yaccobacio 1989, 1991); a medida que se avanza en la secuencia arqueológica se observa que la producción de alimentos se va consolidando, tomando un papel protagónico hacia los momentos previos a la conquista incaica y la posterior invasión española (Hernández Llosas 1998, 2005). En efecto, en la zona de estudio hay registros arqueológicos de prácticas agrícolas pasadas (e.g. estructuras de cultivo, áreas de cultivo, artefactos asociados, etc.), las cuales aparecen tanto en la Quebrada de Humahuaca troncal como en sus subsidiarias, en zonas aptas, inclusive en altitudes elevadas (Albeck y Scattolín 1991; Albeck 1992, 1992-93; Nielsen 1995). Las especies de cultivos más representativas, por su frecuencia de aparición y por la importancia otorgada a su producción y consumo, son el maíz (Zea mays), la papa (Solanum sp.), la quinua (Chenopodium quinoa), la kiwicha (Amaranthus caudatus), el poroto (Phaseolus lunatus), el maní (Arachis hipogaea), la oca (Oxalis tuberosa) y papa lisa (Ullucus tuberosus) (Boman 1908; Albeck 1992-93; Vilá y Yacobaccio 2013, entre otros). Se destaca que la mayoría de estas especies continúan siendo cultivadas en la actualidad.

Con la conquista española se introducen en la zona especies vegetales como el trigo (Triticum spp.), las habas (Vicia faba), la alfalfa (Medicago sativa), especies frutales y, a su vez, ganado europeo (ovejas, cabras, vacas y équidos). En este contexto, la economía regional empieza a consolidarse en función de la estructura colonial española que favorecía la producción minera (Cerro Rico de Potosí), ubicando a este sector de los Andes como nodo privilegiado tanto en la vía de comunicación como en los circuitos comerciales entre el Alto Perú y el Virreinato del Río de la Plata. Entre las nuevas actividades económicas se encontraban la provisión de insumos (e.g. carne seca o charque, sal, textiles) y el tránsito de ganado en pie (Levillier 1915).

En tiempos poscoloniales, con la introducción del capitalismo, se generaron algunos cambios pero sin llegar a transformar radicalmente las actividades económicas locales desarrolladas por las comunidades rurales / indígenas (Gordillo 1992; Teruel 2005). Estas prácticas productivas, que actualmente se continúan efectuando, se sustentan mediante el trabajo familiar y se caracterizan por satisfacer necesidades básicas del grupo doméstico. Como se ha mencionado se realizan cultivos a pequeña escala tanto de especies locales como introducidas, complementadas con el pastoreo de animales. Con estas actividades productivas se obtienen algunos excedentes que son comercializados en el mercado local / regional o intercambiados por otros bienes, sin embargo, no son suficientes y deben ser complementados con otras actividades económicas (Gordillo 1992; Teruel 2005; Bidaseca 2013).

Este tipo de agricultura, a su vez, es considerada por la Argentina y organismos internacionales como una opción estratégica para la recuperación económica, ya que posibilita un modelo de desarrollo sostenible tanto a nivel familiar como rural, que permite el desarrollo económico y facilita la preservación de prácticas que favorecen el cultivo de especies vegetales locales, las cuales presentan un rol fundamental para la mitigación y adaptación al cambio climático (Campos Bilbao 2011; Marco Estratégico de Mediano Plazo de Cooperación de la Food and Agriculture Organization [FAO] en Agricultura Familiar en América Latina y el Caribe 2012 – 2015). En este sentido, la realización de la agricultura a pequeña escala permite el desarrollo sostenible no solo del grupo doméstico sino también del ambiente. De esta manera, éstas prácticas agrícolas permiten generar alternativas ante los monocultivos, pesticidas y abonos sintéticos que degradan rápidamente al suelo. En este sentido el conocimiento tradicional ofrece una alternativa que favorece al desarrollo sostenible.

En el sector bajo estudio en la actualidad puede observarse que, a pesar de las incorporaciones y/o modificaciones realizadas en la producción agrícola a lo largo de la historia (e.g. nuevas semillas o plantas exóticas, herramientas, animales de carga y materiales constructivos para la infraestructura agrícola), persisten ciertos aspectos de las prácticas agrícolas y de la tecnología tradicional. Esto se evidencia en distintas maneras de manejar, por un lado, los recursos, tales como el agua con tecnologías hidráulicas, el suelo con infraestructura y las variadas especies cultivadas en diferentes locaciones, y por el otro, los diferentes componentes de la cultura material, tanto artefactos (implementos agrícolas, artefactos de molienda) como estructuras (construcciones en distintos espacios de cultivo y su asociación a las edificaciones de unidades residenciales).

Con lo expuesto queda de manifiesto que las actividades agrícolas en la región de estudio tienen una larga trayectoria temporal, durante la cual la relación entre los grupos humanos y el ambiente habitado interactuaron, resultando en modificaciones antropogénicas del ambiente (a partir de agencias humanas) en pos de prácticas agrícolas (Balée y Erickson 2006; Erickson 2006).

 

CONSIDERACIONES FINALES

El estudio de estas temáticas ha brindado información en relación a problemáticas tanto antropológicas como arqueológicas. Entre las primeras se ha dado cuenta de la existencia de saberes y prácticas ancestrales en torno a las actividades agrícolas, las cuales se encuentran imbricadas tanto con la dimensión socio-cultural como con la natural. Este tipo de producción de bajo impacto (en comparación con la agricultura moderna) deja plasmado en el paisaje sus modificaciones a través del tiempo. Entre las segundas, se puede utilizar parte la información actual obtenida para generar expectativas arqueológicas acerca de las potenciales prácticas agrícolas llevadas a cabo en el pasado (dónde y cómo se realizaban), el manejo del agua (localización de los recursos, infraestructura) y la modificación del ambiente que conllevó la realización de estas actividades (estructuras de cultivo, infraestructura, unidades residenciales).

En relación con las expectativas arqueológicas pueden mencionarse las siguientes:

a) En los sitios arqueológicos donde la disponibilidad de recursos es estacional (e.g. agua de lluvia) se podrían esperar ocupaciones vinculadas con la agricultura breves o temporales, constreñidas por dicha disponibilidad. A su vez, sería esperable encontrar registro de actividades productivas complementarias, tales como el pastoreo, ya que ambas no se encuentran disociadas en la actualidad. Inclusive se utiliza el guano de los animales como abono para los espacios de cultivo.

b) Las unidades productivas y habitacionales se encontrarían cerca de las fuentes de agua y a poca distancia una de otras. Dependiendo de qué momento de la secuencia temporal se investigue las unidades productivas y residenciales se articularían de distintas maneras, encontrándose más o menos nucleadas e integradas social, política y económicamente.

c) Es esperable encontrar espacios de cultivo con diferentes formas y dimensiones, relacionándose la variación en los mismos con: a) la geomorfología del terreno (buscando su mejor aprovechamiento); b) la fuerza de trabajo disponible (según la cantidad de personas y organización interna de las respectivas unidades sociales).

d) Es esperable encontrar artefactos arqueológicos de molienda con indicadores de reutilización, conservación y localizados mayoritariamente dentro de la esfera doméstica. Mientras que los artefactos de producción tenderían a mostrar más evidencias de reutilización, descartándose una vez rotos y con un mayor índice de fractura (en comparación con los artefactos de molienda).

Retomando la observación sobre la larga trayectoria temporal que da cuenta de la modificación del entorno en pos de prácticas agrícolas, y de la estrecha vinculación entre los grupos humanos y el ambiente, se generan prácticas y saberes que contribuyen a la construcción de identidades (Morphy 1991).

 

NOTAS

1. Este trabajo se realiza en el marco del Proyecto “Variaciones Temporales en la Ocupación humana del Umbral entre Tierras Altas y Bajas. Arqueología de las nacientes de la Quebrada de Humahuaca", CONICET-PIP 11220090100212 (Resolución 845-10), dirigido por la Dra. María I. Hernández Llosas.

2. Es de destacar que las localidades de Hipólito Yrigoyen y Tres Cruces son las poseen una mayor población en la parte norte del departamento, y se caracterizan, a su vez, por presentar un trazado urbano que incluye una pequeña zona comercial, servicios, salas de emergencia e instituciones educativas (primarias y secundarias). Ambas localidades se han formado en torno a las antiguas estaciones del Ferrocarril General Belgrano.

3. Tres Cruces cuenta con escuela Primaria, hasta el 2012 contaba con un total de 53 alumnos. Con esta institución educativa se han realizado hasta el momento trabajos de extensión y difusión de las prácticas arqueológicas y patrimoniales en la zona (Mora del Pilar Castro, Giorgina Fabron y Juan B. Leoni, com. pers. 2012).

4. El NDVI fue calculado a partir del programa ENVI 4.7 y los resultados fueron integrados en un Sistema de Información Geográfica (ArcGis 9.1).

5. Asimismo, por medio de los trabajos de campo realizados, se ha relevado que los productos agrícolas cultivados en la zona son utilizados como bienes de intercambio en ferias. Ejemplo de ello los constituyen los encuentros anuales de pequeños productores de la quebrada que se realizan en la localidad de Casillas, Jujuy.

6. Con formas irregulares se refiere a las estructuras que se adaptan a la topografía en la cual se emplazan.

7. Solo en uno de los casos relevados, en Negra Muerta, debían transportar el agua mediante contenedores manuales para poder reforzar el riego y humedad en los cultivos.

8. Este artefacto de producción agrícola puede ser descripto en base a los relatos relevados como un palo en cuyo extremo se coloca de manera transversal otro elemento de menor tamaño (que puede ser de metal o madera) el cual al ser unidos por medio de cuero de vaca húmedo forman una "cruz". En la parte posterior de la "cruz" se coloca un pedúnculo de piedra (o de metal) sobre el cual el agricultor apoya su pie para poder ejercer fuerza y hundirlo posteriormente en la tierra para realizar un pozo (de pequeñas dimensiones) en el cual se deposita una semilla.

9. El tipo de pecana relevado consta de una parte fija e inmóvil (inferior) y otra móvil. La parte inferior se caracteriza por presentar una superficie plana y se muele con otra roca (parte activa) utilizándose las dos manos y con movimientos de vaivén.

10. En el caso de los estudiantes siete de ellos (35%) y para los adultos entrevistados ocho de ellos (57,14%) manifestaron esta distinción entre conocimiento local y "no locales".

 

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo fue realizado mediante una beca doctoral otorgada por el Conicet. Se agradece la colaboración de las familias de Iturbe y Tres Cruces que contribuyeron a este estudio. A los directivos, docentes y alumnos de la Escuela Primaria Nº 239"Daniel Domínguez" de Iturbe. A todo el equipo de trabajo que mediante su colaboración se pudo efectuar este trabajo. A la CONAE por el asesoramiento otorgado. Finalmente, a los evaluadores de este artículo que con sus sugerencias y comentarios permitieron enriquecer mucho más la mirada de esta investigación.

 

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ARTÍCULO

 

Primera caracterización de los conjuntos líticos provenientes de depósitos de tipoconchero en la costa del Golfo San Matías (Río Negro, Argentina)

First characterization of lithic assemblages from shell middens in San Matías Gulf Coast (Río Negro, Argentina)

Jimena Alberti*

* CONICET-IMHICIHU. Jimena Alberti es Profesora de Enseñanza Media y Superior en Cs. Antropológicas y Licenciada en Cs. Antropológicas con orientación en Arqueología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es becaria doctoral de CONICET desde abril de 2011. Su área general de investigación es la tecnología lítica, en particular el abordaje del aprovisionamiento y uso de rocas en la costa rionegrina del golfo San Matías. E-mail: jimealberti@gmail.com

Eugenia Carranza**

**FFyL–UBA. Eugenia Carranza es estudiante avanzada de las carreras de Licenciatura y Profesorado en Cs. Antropológicas con orientación en Arqueología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es adscripta de la materia Geología General y Geomorfología del Cuaternario de la Lic. en Cs. Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Se encuentra desarrollando su tema de investigación de Tesis de Licenciatura sobre procesos de formación de sitio y tafonomía lítica en la costa rionegrina del golfo San Matías. E-mail: carranza.e89@gmail.com

Recibido: octubre de 2013
Aceptado: diciembre de 2013.

 


RESUMEN

La costa rionegrina del golfo San Matías se divide en dos sectores (norte y oeste), con diferentes características geológicas y geomorfológicas. Estas diferencias se traducen en una disponibilidad diferencial de recursos, lo que habría dado lugar a un uso del espacio diferente por parte de los cazadores-recolectores que ocuparon la costa durante el Holoceno medio y tardío (Favier Dubois y Borella 2011). Esto se vería expresado, entre otros indicadores, en la tecnología lítica manufacturada, usada y descartada en los sitios. En este trabajo se caracterizan los conjuntos líticos provenientes de concheros en diferentes localidades arqueológicas del golfo San Matías. Los resultados indican que la tecnología descartada en estos concheros es de tipo expeditiva, con un uso de rocas localmente disponibles en ambos sectores de la costa. La mayor parte de la muestra no presenta alteraciones postdepositacionales y la carbonatación está presente en un mayor porcentaje que la corrasión, lo que podría indicar un rápido enterramiento de estos conjuntos dentro de los concheros.

Palabras clave: Tecnología lítica; Materias primas; Concheros; Golfo San Matías; Holoceno medio y tardío.

ABSTRACT

According to geological and geomorphological differences, the coast of San Matías Gulf can be divided into two sectors (North and West). These differences result in a differential availability of resources, which would have resulted in a different space use by hunter-gatherers who occupied the coast during the middle and late Holocene (Favier Dubois and Borella 2011). This would be expressed, among other indicators, in the lithic technology manufactured, used and discarded at the sites. In this paper we characterize the lithic assemblages from archaeological middens in different parts of the Gulf. The results indicate that the technology discarded in these middens is an expedient one, and the rocks used in both sectors of the coast were the locally available ones. The majority of the sample does not present postdepositional alterations and carbonation is present in a higher percentage than corrasion, which may indicate rapid burial of these artifacts within the shell middens.

Key words:Lithic technology; Lithic raw materials; Shell middens; San Matías Gulf; Middle and Late Holocene.


 

INTRODUCCIÓN

La costa del golfo San Matías (provincia de Río Negro, Argentina) se caracteriza por presentar marcadas diferencias estructurales y geológicas, de acuerdo con las cuales se puede subdividir en dos sectores: norte y oeste. Mientras que el sector norte -que se extiende entre la ciudad de San Antonio Oeste y el Balneario El Cóndor- corre de oeste a este, el sector oeste -entre Las Grutas y Puerto Lobos, en el límite con Chubut- lo hace de norte a sur. Estas diferencias de orden geomorfológico y estructural (ver más adelante) se traducen en una disponibilidad diferencial de recursos animales, vegetales, líticos y de agua dulce, lo que habría implicado que los grupos cazadores-recolectores que habitaron el área durante el Holoceno medio y tardío pusieran en juego estrategias distintas para la explotación de una y otra área del golfo (Favier Dubois y Borella 2011). En este sentido, es esperable que el registro arqueológico refleje estas diferencias. Una de las formas de abordar esta cuestión es a partir del estudio de los conjuntos líticos recuperados, en este caso, en las excavaciones de concheros en ambos sectores. En el presente trabajo se analizan dichos materiales, estableciendo comparaciones entre los recuperados en la costa norte del golfo y los de la porción oeste, poniendo el foco en los tipos de materias primas utilizadas y en las alteraciones postdepositacionales que presentan estos materiales, provenientes de contextos arqueológicos particulares. Se espera que existan diferencias en el registro debido, entre otros factores, a las diferencias en la distribución de materias primas entre ambas costas y al uso diferencial que ambos sectores habrían tenido en el pasado. Cabe destacar que hasta el momento no habían sido comparadas las muestras provenientes de concheros debido, en parte, a la baja frecuencia de las mismas. De esta manera, en este trabajo se presenta por primera vez esta información de manera integral para tratar de discernir similitudes y/o diferencias entre los conjuntos provenientes de las dos áreas (norte y oeste) de la costa rionegrina del golfo San Matías.

Finalmente, en la última sección del trabajo y de forma breve, se discutirá la relación entre la evidencia analizada y la información ya publicada proveniente de los conjuntos de superficie. Consideramos de importancia fundamental articular ambas fuentes de información para poder comenzar a entender de forma integrada las estrategias tecnológicas que fueron puestas en juego en el pasado por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron la costa rionegrina del golfo San Matías durante el Holoceno medio y tardío.

BREVE CARACTERIZACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO

Como ya se ha mencionado, la costa oeste del golfo San Matías corre de norte a sur y se extiende entre la localidad de Las Grutas y Puerto Lobos, en el límite con Chubut (ver Mapa 1). Su rasgo geológico principal es la presencia de la meseta de Somuncurá, una planicie estructural lávica que desciende hacia el mar en forma de pedimentos de flanco (González Díaz y Malagnino 1984). Esta costa es, en general, ambientalmente más homogénea que la parte norte del golfo, por lo que presenta una diversidad de especies marinas menor (Favier Dubois y Borella 2011). Este hecho se suma a la escasa presencia de agua dulce debido al poco desarrollo de aguadas asociadas a depósitos eólicos, y a la escasez de reparos topográficos debido a la dirección de los vientos que llevan los sedimentos hacia el mar (Favier Dubois y Borella 2011). Estas características geomorfológicas, junto con la baja presencia de concheros, de evidencia faunística y bioarqueológica, y de localidades utilizadas en forma repetida en el tiempo, han dado lugar a la propuesta, desde el punto de vista arqueológico, de que esta área habría sido utilizada como un espacio de circulación y habría sido ocupada de forma poco intensiva o no redundante, aunque presentando ciertos lugares especialmente atractivos para la ocupación humana (Borella et al. 2007; Favier Dubois y Borella 2011). Esa propuesta, actualmente en evaluación por los proyectos de investigación en curso en el área (Favier Dubois y Borella 2011; Borella et al. 2013), tiene en cuenta, además, la diversidad y composición de los conjuntos líticos (Cardillo 2009) y la presencia de obsidiana proveniente de lugares distantes (Favier Dubois, Stern y Cardillo 2009). Hasta el momento han sido localizados 42 loci, principalmente en el tramo sur de la costa oeste -el cual presenta dunas, cordones litorales y niveles aterrazados (Favier Dubois et al. 2008; Favier Dubois y Borella 2011)-, datados entre los 3200 y los 700 años 14C AP (Favier Dubois y Borella 2011; Borella et al. 2013).


Mapa 1. Costa rionegrina del golfo San Matías. Se señalan en el mapa las localidades arqueológicas de las que proviene la muestra analizada. SAO: San Antonio Oeste. SV: Saco Viejo. BQ: Bajo de la Quinta. PAE: Paesani. PP: Punta Pórfido. PO: Punta Odriozola. AV: Arroyo Verde.

Con respecto a la disponibilidad de materias primas líticas, en la costa oeste del golfo los análisis están en proceso, pero ya se cuenta con información previa. En esta área existen tanto fuentes primarias como secundarias de rocas. Las primeras están constituidas por afloramientos porfídicos con vetas y bloques de sílice de diferentes calidades (Cardillo y Scartascini 2007). Además, en trabajos de campo realizados recientemente, han sido identificadas una fuente primaria de toba silicificada con calidades que varían de mala a excelente -incluso dentro de la misma fuente-, dos fuentes de sílice de calidad regular a buena, y una de una roca metamórfica aún no identificada (posiblemente pizarra o filita) (Alberti y Cardillo 2014). Respecto a las fuentes secundarias, éstas se hallan presentes en sectores puntuales del espacio y su distribución y disponibilidad es mucho más acotada que en la costa norte (Alberti 2012; Alberti y Cardillo 2014). Los rodados disponibles en estas fuentes son principalmente de volcanitas ácidas, sílices y calcedonias, estas últimas presentes únicamente en algunos sectores puntuales del espacio (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti y Cardillo 2014).

Por su parte, la costa norte del golfo San Matías abarca desde la bahía de San Antonio hasta el Balneario El Cóndor (ver Mapa 1). Esta región presenta planicies interrumpidas por bajos, cordones medanosos y una zona litoral, en la que se alternan playas de fácil acceso al mar con acantilados abruptos, cuyas alturas oscilan entre los 3 y los 30 msnm. (González Díaz y Malagnino 1984). En esta área la disponibilidad de recursos es alta, ya que se combinan la presencia de agua dulce en dunas, la accesibilidad a las especies marinas (moluscos, peces y lobos marinos), la existencia de reparos topográficos y la disponibilidad de rocas (Borella 2006; Favier Dubois y Borella 2011). En los loci estudiados hasta el momento se han recuperado artefactos óseos y de valva, tiestos cerámicos, material arqueofaunístico, cáscaras de huevo grabadas, materiales líticos y enterratorios humanos (Favier Dubois et al. 2008). Las fechas de estas localidades se ubican entre los ca. 6000 y los 450 años 14C AP (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009). Para esta costa se ha propuesto un modelo de consumo de los recursos marinos de tres etapas basado en los análisis isotópicos sobre restos esqueletales humanos (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009). En la primera etapa de la ocupación, detectada desde los 6000 años 14C AP, pero fuertemente evidenciada en los sitios entre los 3100 y los 2200 años 14C AP, las sociedades habrían estado volcadas principalmente a la explotación y consumo de recursos marinos (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009; Favier Dubois y Scartascini 2012), utilizando una tecnología simple para su aprovechamiento (Cardillo y Favier Dubois 2011). Entre 1500 y 450 años 14C AP, la evidencia sugiere una dieta que va de mixta a terrestre, con una mayor incorporación de vegetales y recursos continentales (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009), acompañado esto por la aparición en el registro de cerámica, puntas de proyectil pequeñas y un aumento de los artefactos de molienda (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009). Finalmente, alrededor del siglo XVIII, las crónicas registran el virtual abandono de la costa, quizás en consonancia con la incorporación del caballo (Favier Dubois, Borella y Tykot 2009).

En esta porción norte, las fuentes de materia prima están constituidas por depósitos secundarios, de distribución extensa y relativamente homogénea, lo que implica que en el espacio existan distribuciones de rocas de distinta extensión y variada litología, y no puntos "localizados" para el aprovisionamiento de materias primas (Alberti 2012). Estos depósitos están compuestos fundamentalmente por rocas volcánicas ácidas y básicas, y rocas sedimentarias químicas y clásticas. Con respecto al aprovechamiento de estas fuentes, se ha propuesto que, debido a la abundancia y ubicuidad de estas fuentes, el abastecimiento de rocas no habría constituido un factor de riesgo para los grupos humanos que habitaron la zona (Alberti 2012), y que no se registra hasta el momento una conducta que apunte a la economía de materias primas (Cardillo 2009; Alberti 2012, 2013).

CARACTERÍSTICAS DE LA MUESTRA ARTEFACTUAL Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO

La muestra analizada está conformada por un total de 1669 artefactos, entre los cuales se han identificado núcleos, lascas e instrumentos (Tabla 1). Esta muestra proviene de concheros excavados en diferentes loci de cuatro localidades de la costa norte y tres de la costa oeste (ver Mapa 1). La ampliación de las excavaciones en la costa oeste del golfo se ha iniciado recientemente con los nuevos proyectos de investigación en curso en el área (Borella et al. 2013). A pesar de que la muestra es relativamente pequeña, en el presente trabajo la utilizamos como una primera vía de aproximación para poder conocer lo que sucede con los materiales de los concheros en este sector del golfo, y comenzar a realizar comparaciones preliminares con los datos de la costa norte. Cabe destacar que en este trabajo solamente tomaremos algunas de las variables medidas en el conjunto descritas en este apartado. Las restantes serán consideradas en trabajos futuros.

Tabla 1. Frecuencias y porcentajes de los distintos tipos de artefactos discriminados por materias primas para ambas costas del golfo San Matías.

El análisis tecno-morfológico de la muestra artefactual se realizó siguiendo los criterios establecidos por Aschero (1975, 1983). Dentro de este análisis se consignaron distintas variables, de acuerdo con la categoría artefactual analizada. La tabla general contiene los siguientes ítems: artefacto (tipos de desechos, tipos de núcleos o grupo tipológico de los instrumentos), estado (entero o fragmentado), materia prima (identificada macroscópicamente en base a una litoteca de referencia confeccionada a partir del análisis microscópico de las rocas), color (identificado a ojo desnudo), porcentaje de corteza presente en cara dorsal (0%: sin corteza; 25%: cubre hasta el 25% de la cara; 50%: cubre la mitad de la cara; 75%: cubre entre el 50 y el 75% de la cara; 100%: cobertura total de la cara) (Franco 2002), y tamaño (medido en milímetros sobre el eje mayor de la pieza).

En el caso de los instrumentos, se registraron las siguientes variables: grupo y subgrupo tipológico, tipo y cantidad de filos (simple, doble y compuesto), materia prima (identificada microscópicamente en base a la litoteca mencionada más arriba), calidad de la roca para la talla (sobre bases macroscópicas), estado del instrumento (entero o fragmentado), porcentaje de corteza en la cara dorsal (medida igual que en el caso de los artefactos), ancho, largo y espesor máximos (medidos en milímetros en eje técnico y, en caso de no ser posible, por eje morfológico).

Finalmente en la ficha de núcleos, las variables registradas fueron las siguientes: tipo de núcleo, materia prima (identificada microscópicamente en base a la litoteca ya descrita), calidad de la roca para la talla (ídem tabla general), color, estado (entero o fragmentado), porcentaje de corteza, longitud, ancho y espesor (en milímetros a partir del eje morfológico), y cantidad mínima de extracciones. Esta última fue calculada en base al volumen de cada núcleo, y el resultado muestra la cantidad de extracciones por milímetro cúbico (Hiscock 2007).

La identificación de las materias primas se hizo a ojo desnudo y luego se compararon con las muestras de referencia que conforman la litoteca, identificadas en microscopio petrográfico como parte del trabajo doctoral de una de las autoras, aún en curso. Cabe destacar que en este trabajo mantenemos la denominación "rocas de grano fino oscuro" (en adelante, RGFO) establecida por Charlin (2005) para agrupar a aquellas rocas oscuras de origen tanto sedimentario como volcánico que no puedan ser distinguidas entre sí a ojo desnudo. Los análisis de cortes petrográficos para estas rocas en la costa norte del golfo San Matías han dado como resultado en todos los casos rocas volcánicas básicas (sensu Alberti y Fernández 2014); sin embargo, como para la costa oeste del golfo estos análisis están aún en proceso, preferimos ser precavidas y mantener la denominación de RGFO para agrupar este tipo de rocas. Además, usamos la categoría "criptocristalinas" para agrupar a aquellas rocas que poseen grano muy fino, de calidad en general excelente para la talla y cuyos cristales no se distinguen a ojo desnudo (calcedonias, jaspes y ópalos, aunque este último no sea stricto sensu una roca).

La determinación de la calidad para la talla de las materias primas identificadas se realizó según Aragón y Franco (1997). La escala nominal propuesta por estos autores se basa en las características macroscópicas de las rocas y en trabajos experimentales, y en ella se clasifica a las rocas en excelentes, muy buenas, buenas y regulares según su homogeneidad en el tamaño de los granos, la presencia de alteraciones, fisuras, etc. (Aragón y Franco 1997). En este trabajo hemos agregado la categoría "mala calidad" para englobar aquellas rocas que pueden ser usadas para la talla pero su calidad es muy baja. Dentro de las rocas malas y regulares hay matrices de textura gruesa y un tenor de cristales de 1 al 20%, mientras que dentro de las tres categorías restantes las matrices son finas y el tenor de cristales oscila entre 0 y 20% (Aragón y Franco 1997). Cabe destacar que estos límites en las categorías no son fijos, sino que la calidad de las rocas se presenta como un continuum (Franco 2002).

Con el fin de comprender la historia formacional de estos conjuntos, fueron registradas variables relacionadas con las alteraciones postdepositacionales presentes en los artefactos. En este sentido, se cuantificó la presencia de carbonatación y de abrasión, o la ausencia de cualquier tipo de alteración. La abrasión o corrasión eólica es una forma de meteorización física que puede afectar a las rocas (Borrazzo 2006, 2010), y fue tomada como indicador de la estabilidad de los conjuntos y de su historia postdepositacional general. Esta variable es de particular relevancia, dado que en los ambientes eólicos, el viento y las partículas que éste transporta suelen ser los agentes que mayores alteraciones generan en los materiales arqueológicos.

Para describir esta variable se determinó la cara de la pieza que se encontraba abradida (dorsal o ventral) y el grado de esta abrasión -tomado y modificado de Borrazzo (2006)- como: poca (aristas redondeas pero superficie general de la pieza con sus características originales), media (arista y superficie de fractura han perdido su textura original y no se detectan asperezas o rebordes) y mucha (aristas y relieves de la pieza se encuentran casi desaparecidos). La carbonatación implica la depositación de costras salinas sobre la superficie de las rocas y es una forma de los denominados rock coatings (Borrazzo 2006, 2010). Los rock coatings son microdepósitos de minerales que se producen en la superficie de las rocas, de espesor variable y con una estructura laminar (Borrazzo 2010). La carbonatación corresponde a un rock coating que implica la formación de costras salinas debido a la precipitación de sales evaporíticas (en este caso, carbonato de calcio) (Dorn 2009).

Para cuantificar la presencia de este fenómeno se tomó en cuenta la ubicación en la pieza (cara dorsal, ventral o ambas) y la cantidad: poca (entre 1 y 40% de la pieza se encuentra invadido por el depósito de sales), media (presencia de carbonatación en entre 41 y 75% de la cara de la pieza) y mucha (más del 75% de la pieza con presencia de depósitos de sales).

Cabe destacar que los efectos de la meteorización son condicionados por factores exógenos (condiciones del ambiente donde tiene lugar el proceso, por ejemplo, disponibilidad de agua, temperatura, pendiente, disponibilidad de sedimentos sueltos, entre otros) y endógenos (mineralogía de las rocas, tamaño de grano, grietas o fracturas internas, dureza, isotropía, entre otros). Como las rocas porosas o las de grano más grueso presentan mayor superficie interna, la meteorización en ellas es mayor y más rápida (Schiffer 1987; Camuffo 1995). Además, debido a la composición mineralógica particular de cada roca, varias litologías expuestas a las mismas condiciones ambientales pueden meteorizarse de forma diferencial: las de composición básica son más sensibles a la descomposición, mientras que las que tienen porcentajes mayores de cuarzo son más resistentes a la misma (Colman 1981).

Finalmente, se cuantificó la presencia o ausencia de piezas quemadas o tratadas térmicamente. Todas las medidas de tamaños y ángulos fueron tomadas con calibre digital y goniómetro y los datos se volcaron en planillas Excel confeccionadas para tal fin. Los análisis estadísticos se realizaron mediante la utilización de los software Past 2.1 (Hammer et al. 2001) y R (Borcard et al. 2011).

RESULTADOS

Los análisis señalan que los desechos son el tipo artefactual predominante en la muestra (95,74%), seguidos por los núcleos (2,33%) y, finalmente, los instrumentos (1,91%) (ver Tabla 1 y Figura 1). Es interesante resaltar que en el caso de éstos últimos están mayormente fragmentados o prácticamente agotados y, en algunos casos, con daño térmico considerable. Respecto de las materias primas, predominan en la muestra los sílices, seguidos de las RGFO y las rocas criptocristalinas, todos de calidad en general excelente y muy buena para la talla. La presencia de estas rocas en las fuentes de materias primas de la costa del golfo varía, ya que mientras que las RGFO son más abundantes en el sector norte, las criptocristalinas y los sílices lo son en el sector oeste (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti 2012; Alberti y Cardillo 2014, entre otros). Debido a esto, es de esperarse que se registre una presencia diferencial de estos tipos de rocas en los conjuntos de ambos sectores de la costa del golfo San Matías (ver Tabla 2).


Figura 1. Instrumentos y núcleos integrantes de la muestra estudiada. 1) denticulado, riolita; 2) núcleo, sílice; 3) núcleo, riolita (nótese los hoyuelos producto de la alteración térmica); 4) fragmento de perforador, calcedonia; 5) denticulado, roca sedimentaria; 6) raspador, sílice; 7) denticulado, RGFO (nótese la abrasión de las aristas).

 

Tabla 2. Frecuencia y porcentaje de materias primas discriminados por costa.

Debido a que uno de los objetivos de este trabajo es detectar diferencias en el uso de materias primas en el espacio, se discriminó entre ambos sectores de la costa del golfo para detectar estas diferencias. Los resultados se muestran en la Tabla 2. De acuerdo a lo presentado en la Tabla 1 (ver supra), en la muestra general son los sílices los más usados, seguidas de las RGFO y las criptocristalinas. Al discriminar por sectores, se observan patrones diferentes entre ambos espacios de la costa. En la costa norte los sílices son los más usados (45,68%), seguidas de las RGFO (28,12%) y en tercer lugar las criptocristalinas (14,26%). En la oeste, en cambio, la proporción de rocas criptocristalinas es mucho mayor (49,35% de la muestra), seguidas de los sílices (32,47%) y las RGFO con una proporción mucho menor (2,6%). El test de c2 da una diferencia estadísticamente significativa, con un valor de 143.9 y un p-valor<.01. De esta manera, y de forma preliminar, se puede sugerir que estos tres tipos de rocas fueron usadas de forma diferencial en ambos sectores de la costa rionegrina del golfo San Matías. Para ver estos patrones de forma más clara, se graficaron los resultados del test a través de un mosaic plot (Gráfico 1).


Gráfico 1. Mosaic plot del test de c2 para ver diferencias en el uso de materias primas entre ambos sectores de la costa del golfo San Matías.

El mosaico del Gráfico 1 representa el 100% de la muestra analizada (1464 artefactos confeccionados en los tres tipos de rocas considerados). El largo de las barras representa el tamaño de la muestra, mientras que el ancho está establecido en función de la proporción de artefactos de cada tipo de roca dentro de cada muestra. Los residuos son las diferencias entre las frecuencias observadas y las esperadas. Valores superiores a 1.96/- 1.96 (95% de confianza en el nivel del test) indican que las variables están relacionadas entre sí (Freedman et al. 1993). En la figura se observa que en la costa norte en el caso de las rocas criptocristalinas (rosado) los residuos son negativos y mayores a -1.96, es decir, que la aparición de este tipo de rocas es menor a la esperada por azar. Por otro lado, entre las RGFO y los sílices los valores de los residuos se ubican en torno a 0, lo que indica que no hay diferencias estadísticamente significativas entre lo observado y lo esperado: este sería un comportamiento azaroso. En el caso de la costa oeste, la aparición de rocas criptocristalinas es mayor a la esperada por azar (azulado) (los valores de los residuos son positivos y muy altos), mientras que las RGFO aparecen en frecuencias menores a las esperadas por azar (morado) (residuos negativos). Tampoco en este caso los sílices se presentan con diferencias estadísticamente significativas (tal como se ve en el gráfico los valores de los residuos se ubican a torno a 0, es decir, no hay diferencias entre lo observado y lo esperado), lo que indicaría que su aparición en esta costa se debe a un comportamiento azaroso. Así, son las rocas criptocristalinas y las RGFO las que fueron usadas de forma diferencial en ambos sectores de la costa y las que marcan la diferencia en los resultados del test.

Al discriminar las muestras por sectores (ver Tabla 3), se observa que en ambas predominan los desechos (95,9% de la muestra en la costa norte y 94,15% en la oeste), pero el orden de las categorías que siguen se invierte: en la costa norte hay más núcleos (2,31%) que instrumentos (1,78%) y en la oeste hay más instrumentos (3,24%) que núcleos (2,59%) (ver "Discusión y conclusiones").

Tabla 3. Frecuencias y porcentajes de los distintos tipos de artefactos discriminados por materias primas para las costas norte y oeste del golfo San Matías.

Esto podría responder a diferentes actividades de talla que se estuviesen realizando en los sitios de ambos sectores del golfo. Para ver si estas diferencias son estadísticamente significativas, se realizó un test de c2, cuyo valor fue de 1.65, con un p-valor>.05. Así, se puede afirmar que las diferencias que se han detectado en los análisis no son estadísticamente significativas. El análisis de potencia de este test dio como resultado que el test de c2 con las muestras que se poseen es potente. Es decir, que teniendo el número de artefactos con los cuales se hizo el análisis, si hubiese una diferencia pequeña entre ambas muestras el c2 debería detectarla. De esta forma, no es probable que los resultados cambien al aumentar el tamaño de la muestra.

Sin embargo, la situación es diferente al realizar el test de c2 para comparar sólo las muestras de núcleos e instrumentos entre ambas costas. Si bien el test tampoco dio como resultado que las diferencias observadas fuesen estadísticamente significativas (0.45, p-valor>.05), pero al comprobar su potencia el resultado fue que este test no es potente con este número de muestra (71 núcleos e instrumentos entre las dos costas). Para poder detectar diferencias pequeñas entre ambos conjuntos, se necesitaría una muestra con un n de 784, mientras que para detectar diferencias de mediana magnitud se necesitaría una muestra de 87 artefactos. Finalmente, para detectar grandes diferencias, con 31 artefactos sería suficiente. Como la muestra utilizada excede ese número, solamente se puede afirmar que entre los dos conjuntos no hay grandes diferencias y que para ver diferencias de menor orden se necesita aumentar las muestras.

Para detectar posibles actividades diferentes de talla en ambas costas, se analizaron los tipos de desechos que aparecen en las muestras. Los resultados de dicho análisis se muestran en la Tabla 4.

Tabla 4. Tipos de desechos presentes en los conjuntos de ambas costas del golfo discriminados por materia prima. Lascas internas: desechos bipolares, lascas angulares, de arista, planas, de tableta de núcleo y de reactivación de instrumentos. Lascas externas: lascas primarias, secundarias y de dorso. Otros: desechos indiferenciados y lascas de desprendimiento térmico.

La Tabla 4 indica que las lascas internas predominan en ambas costas. En la costa oeste los desechos que no pudieron ser incluidos en alguna de las dos categorías anteriores son más numerosos en proporción que en la costa norte, pero esta categoría no la tomaremos para el análisis ya que involucra distintos tipos de desechos que pueden ser resultado de diferentes actividades de talla. En proporción, y a pesar de las diferencias en el tamaño de la muestra, en la costa oeste las lascas internas son más numerosas que en la costa norte. En esta última, la proporción de lascas externas es mayor que en la costa oeste. Esto podría estar dando cuenta de la realización de actividades de talla diferentes: probablemente en la costa norte tuvieron más énfasis las actividades de talla que tuviesen que ver con las primeras etapas de la manufactura de instrumentos, mientras que en la costa oeste fueron más importantes las actividades de talla más avanzadas en la secuencia de reducción o las tendientes a la reactivación de filos para el recambio y renovación del toolkit. Esta hipótesis será evaluada en más profundidad en trabajos futuros, incluyendo la comparación con los conjuntos de superficie en ambos sectores de la costa del golfo San Matías.

Otro indicador que tomamos para ver reducciones diferenciales en ambas costas fue la cantidad mínima de extracciones por núcleo en base al volumen de cada uno. En este análisis no discriminamos por materia prima porque la muestra es aún pequeña. En la costa norte la media de extracciones en el conjunto general de núcleos es de 0.23 extracciones/mm3, mientras que en la costa oeste de 0.26 extracciones/mm3. De esta forma, el grado de explotación de los núcleos no indicaría actividades de reducción de nódulos más intensas en una costa o en la otra ya que la diferencia entre ambas es mínima. Esto es diferente de lo que sucede en los conjuntos de superficie (Cardillo y Alberti 2013) (ver "Discusión y conclusiones").

Volviendo sobre el uso de las materias primas y las diferencias detectadas entre ambas costas (ver supra), el uso diferencial podría estar en relación con los circuitos de circulación de las rocas en el espacio (ver Alberti 2012). Sin embargo, llama la atención el hecho de que las rocas locales para cada sector (RGFO en el caso de la costa norte, y sílices y criptocristalinas en el caso de la oeste), aparecen principalmente en forma de lascas internas. Si las rocas locales, provenientes en su mayoría de fuentes secundarias ubicuas en el ambiente, hubiesen sido reducidas in situ, se esperaría un porcentaje mayor de lascas externas, que quizás podría igualar al de lascas internas, dependiendo del grado de fragmentación y fractura de cada tipo de roca. Este no es el caso para los conjuntos provenientes de concheros en la costa rionegrina del golfo San Matías. Quizás las primeras etapas de reducción se habrían llevado a cabo en otros lugares, o sus evidencias se hallan presentes en los conjuntos de superficie. Esta es información que debe ser contrastada con los análisis realizados previamente (por ejemplo, Alberti 2013). Otra de las variables que consideramos en este análisis fueron los diferentes grados de alteración de los conjuntos. Como ya se ha mencionado, cuantificamos la presencia de carbonatación, abrasión y piezas con ningún tipo de alteración, dividiendo estos fenómenos por materia prima. Los resultados se muestran en la Tabla 5.

Tabla 5. Presencia o ausencia de alteraciones en los conjuntos analizados para cada tipo de roca. Carbonat.: carbonatación.

De la Tabla 5 se desprende que en ambas costas la mayor parte de las muestras no presentan ningún tipo de alteración. Esto podría estar relacionado con un rápido enterramiento de las piezas y una relativamente corta exposición a los agentes ambientales que pudiesen causar diferentes tipos de alteraciones. Al considerar la carbonatación y la abrasión, en ambos sectores del golfo la primera registra una presencia mayor que la segunda. Podría pensarse que la carbonatación pudiese estar enmascarando procesos previos de abrasión de las piezas, pero no es el caso en los materiales que se han estudiado en estos conjuntos. Sin embargo, ninguno de estos procesos fue altamente significativo dentro de estos conjuntos ya que, como se ha mencionado previamente, la mayoría de las piezas no muestra ningún tipo de alteración. A pesar de las diferencias que se observan en la proporción de carbonatación y abrasión entre ambas costas (ver Tabla 5), éstas no son estadísticamente significativas ya que el resultado del test de c2 arrojó un valor de 0.09 con un p-valor>.05. Este test no tiene potencia para detectar diferencias pequeñas, pero sí para detectar diferencias de mediano o mayor orden. Como no las detecta, podemos afirmar que esta muestra es suficiente para conocer los conjuntos a grandes rasgos, pero para obtener información más detallada es necesario ampliar las recolecciones.

Al considerar las materias primas, las rocas más alteradas son las silíceas, seguidas de las RGFO y las volcanitas. Esto es coherente con el contexto de recuperación de estas piezas, en el cual predominan procesos como la carbonatación (ver infra). La abrasión debido a la acción del viento, que transporta material (arena) susceptible de chocar contra la superficie de las rocas (Borrazzo 2006), es menor en este caso debido al relativamente rápido enterramiento de los artefactos. Posiblemente la abrasión observada pueda estar relacionada con procesos previos al sepultamiento, así como con la migración vertical dentro de la columna sedimentaria (rozamiento del sedimento, en este caso arena, contra la superficie de las piezas debido a acciones como, por ejemplo, el pisoteo). Esto es un factor que se encuentra en evaluación dentro del equipo de investigación por parte de una de las autoras del trabajo.

Al ser la carbonatación la alteración postdepositacional más representada en estas muestras (28,38%), el tipo de materia prima no adquiere tanta relevancia como si estuviésemos considerando procesos como la corrasión eólica, en el marco de los cuales las rocas con grano más grueso y, en general, más porosas (como son las RGFO y las volcanitas básicas en general) son más susceptibles de registrar el daño que rocas compuestas por mayor porcentaje de cuarzo y grano más fino (como calcedonias y ópalos, por ejemplo) y, por lo tanto, más resistentes a las condiciones ambientales exógenas (Colman 1981; Klein y Hurlbut 2006). En el caso de la carbonatación, al ser ésta un rock coating su formación no depende del tipo de roca considerada sino que está en relación con la disponibilidad de sales en el agua y de la presencia del artefacto en un ambiente semiárido propicio para la precipitación de las mismas sobre su superficie.

La última variable que cuantificamos fue la presencia de alteraciones térmicas. Los datos de la muestra, discriminada por materia prima, se encuentran reflejados en la Tabla 6.

Tabla 6. Número de artefactos con alteraciones térmicas presentes en las muestras estudiadas.

En ambas costas predominan las piezas no quemadas. En el total de la muestra, el 96,99% no presenta alteraciones térmicas de ningún tipo y solamente el 2,98% tiene algún tipo de alteración que daría cuenta de una exposición no controlada al fuego (cambio de color por quemado, hoyuelos, craquelado o alteraciones térmicas múltiples). Esto podría deberse a una falla en los intentos de tratar las rocas térmicamente para mejorar sus propiedades para la talla (sensu Nami et al. 2000) (situación poco probable debido a que no hay más evidencias de tratamiento térmico en los conjuntos analizados) o a la exposición de las piezas al fuego debido a que fueron arrojadas a los fogones al ser descartadas. De las 50 piezas que se encuentran quemadas, 47 son desechos (94%), dos son instrumentos (4%) y una es un núcleo (2%). Tanto el núcleo como los dos instrumentos se encuentran agotados, con lo que podría pensarse en un descarte debido a que ya no eran útiles. En el caso de los desechos, la presencia de alteraciones producidas por el fuego en los mismos estaría relacionada al descarte de estos artefactos directamente en los fogones luego de la reactivación de filos de instrumentos o de manufactura de nuevos artefactos.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

A partir de los análisis realizados en este trabajo, podemos delinear tendencias generales para las muestras recuperadas en los concheros de ambos sectores de la costa del golfo San Matías. En relación con las categorías artefactuales, hemos comprobado que son los desechos de talla la categoría más representada en los conjuntos, seguidos en el caso de la costa norte por los núcleos y en el de la oeste por los instrumentos. Respecto de las materias primas, las silíceas son las que registran una presencia mayoritaria (locales en el sector oeste), seguidas de las RGFO (presencia local mayoritariamente en el sector norte) y, finalmente, las criptocristalinas (más abundantes en las fuentes de materias primas del sector oeste) (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti 2012; Alberti y Cardillo 2014).

Sin embargo, no registramos evidencias que permitan afirmar que las rocas locales se redujeron in situ, ya que son las lascas internas las que predominan ampliamente en ambas muestras. Esto estaría indicando que las primeras etapas de reducción no se hicieron en estos lugares. El descarte de instrumentos fragmentados o prácticamente agotados apoyaría este hecho. Podríamos pensar en actividades de recambio instrumental o reactivación del toolkit para ser usado en otros puntos del espacio.

En relación con el descarte de artefactos, en la costa norte, además, la mayor parte de los núcleos recuperados son de rocas no locales como los sílices y, al igual que las tendencias generales en los conjuntos de superficie, no están agotados (Cardillo y Alberti 2013). Esto apoyaría la propuesta de un equipamiento del espacio (sensu Kuhn 2004) por parte de las poblaciones que habitaron estos lugares, o un descarte de núcleos no agotados debido a la ausencia de necesidad de economizar materia prima como consecuencia de la gran disponibilidad de rocas de buena calidad para la talla en el ambiente. Esto ya se había observado para los conjuntos de superficie (Alberti 2012) pero es la primera vez que se comprueba también en los concheros, por lo menos en los de la costa norte. En el caso de la costa oeste, los núcleos están manufacturados sobre rocas locales y tampoco se encuentran agotados. En este caso, este hecho podría relacionarse con la abundancia de rocas presentes en esta área y no con un equipamiento del espacio ya que la materia prima está inmediatamente disponible.

La distancia a las fuentes de materia prima no tiene relevancia en este análisis, ya que al considerar la muestra general son los sílices los más explotados en ambas costas, seguidos de las RGFO. Como ya se ha mencionado, las primeras son locales en la costa oeste y las segundas lo son en la costa norte. En este sentido, podríamos pensar en una circulación preponderante de rocas en el sentido oeste-este en la costa norte, con los sílices y calcedonias "viajando" desde la costa oeste, pero no una circulación norte-sur dado que no se evidencia un transporte de RGFO desde la costa norte hacia la oeste. Esto pudo responder a la circulación frecuente de los grupos desde el sur y hacia el norte/este y no al revés, o a una falta de transporte de las rocas debido a la disponibilidad en la costa norte de rocas aptas para la talla y de fácil aprovisionamiento. Esta hipótesis es preliminar ya que los muestreos de materias primas en el sector oeste del golfo para conocer la disponibilidad de rocas en el espacio están aún en proceso.

Respecto a la composición artefactual de los conjuntos, notamos en el caso de la costa oeste una diferencia respecto de lo que sucede en los conjuntos recuperados en superficie, asociados a los concheros estudiados. En el caso de los conjuntos de superficie, la categoría artefactual más representada después de los desechos es la de los núcleos (Borella et al. 2013). Pese a que la muestra estudiada todavía es pequeña, podríamos pensar en actividades diferentes que se estuvieron realizando en los loci. Mientras que en las localidades de superficie se llevaron a cabo, principalmente, tareas de reducción de nódulos con el posterior descarte de los núcleos o el posible aprovisionamiento de lugares (sensu Kuhn 2004) relacionado a la reocupación del espacio. En el caso de los concheros de la costa oeste podríamos pensar en una reactivación de filos para la reposición del toolkit de los individuos más que en reducción de nódulos, afirmación que estaría acompañada por la baja representación de lascas externas en estos sitios y la presencia mayoritaria de instrumentos agotados por sobre los núcleos. En general, los muestreos de superficie se realizaron sobre los materiales asociados a los concheros, con los cuales estarían en estrecha relación y podrían corresponder al mismo evento de ocupación del área, aunque es necesario tener en cuenta que en muchos casos alrededor de los concheros hay superficies de deflación que pueden concentrar artefactos diacrónicos (Favier Dubois com. pers. 2013). Este es un factor que se encuentra en evaluación por parte de una de las autoras del trabajo.

En el caso de la costa norte, el material recuperado en los concheros sigue los mismos lineamientos que el recuperado en superficie, con los núcleos como la siguiente categoría artefactual mayormente representada en los muestreos. Sin embargo, los núcleos recuperados en los muestreos de superficie son de tamaños mayores que los de los concheros y, en general, no se presentan agotados. Estos últimos representan un porcentaje pequeño de las muestras (Cardillo y Scartascini 2007; Alberti 2012; Cardillo y Alberti 2013, entre otros). En el caso de la costa oeste, son los instrumentos los que siguen en orden de importancia en la muestra, a diferencia de lo que sucede en los conjuntos de superficie, en los que el orden decreciente de aparición de artefactos es desechos, luego núcleos y finalmente instrumentos (Borella et al. 2013).

En trabajos previos (Cardillo y Alberti 2013) se ha propuesto que en los conjuntos de superficie de la costa norte el descarte de instrumentos es mayor que en la oeste y que las materias primas líticas explotadas son más diversas. Al contrario, en la costa oeste la proporción de lascas y núcleos es mayor que la de instrumentos, pero en los conjuntos hay menor diversidad de categorías de núcleos e instrumentos. Se ha propuesto que en el caso de la costa norte se estaría frente a reiterados episodios de ocupación del espacio, mientras que en la oeste lo que habría sucedido es una ocupación esporádica, con una más baja explotación de recursos a lo largo del año (Cardillo y Alberti 2013). Al considerar los conjuntos recuperados en concheros, esta afirmación puede ser complementada, ya que por lo menos en el caso de los concheros de la costa oeste, la cantidad de instrumentos descartados es mayor que la de los núcleos, lo cual indicaría, en principio, otro tipo de actividades realizadas en el lugar.

La baja incidencia de las alteraciones térmicas en la muestra en general, indicaría que el tratamiento térmico de las rocas para mejorar sus propiedades para la talla (Nami et al. 2000) no fue empleado en estos conjuntos ya que en los materiales analizados no encontramos evidencias de este tipo de actividades. Además, podría afirmarse que las actividades de talla predominantes no se realizaron directamente sobre los fogones o que los desechos no fueron arrojados directamente a los mismos.

Con respecto a las alteraciones, tanto en la costa norte como en la oeste hay escasa existencia de alteraciones postdepositacionales. La baja presencia de corrasión eólica podría indicar un rápido enterramiento de los conjuntos, mientras que el caso de la carbonatación estaría relacionado con procesos pedológicos propios de los concheros. Para la explicación de este fenómeno en mayor profundidad sería necesario considerar los microambientes depositacionales de los conjuntos, trabajo que se llevará adelante en el marco de la tesis de licenciatura de una de las autoras.

En la costa norte la presencia de alteraciones postdepositacionales es mayor que en la oeste. Esto puede estar relacionado con los procesos de formación de los concheros en la costa norte (Favier Dubois y Borella 2007) que quizás fueron distintos a lo que sucedió en la costa oeste, debido posiblemente a las diferencias en la dinámica ambiental entre ambos sectores del golfo, entre otros factores. En los conjuntos de superficie de la costa norte la abrasión (20%) predomina por sobre la carbonatación (5%), pero la mayor parte de la muestra (72%) no presenta alteraciones. El caso de la costa oeste es similar: 13% de la muestra de superficie presenta abrasión, 2% carbonatación y 78% ningún tipo de alteración postdepositacional. Las razones de esto aún deben ser evaluadas y es un estudio que se encuentra en proceso, pero se puede afirmar que sucede lo mismo que en los conjuntos de concheros: hay escasa presencia de alteraciones postdepositacionales aunque en este caso, cuando éstas están presentes, es la carbonatación la que domina, a diferencia de los conjuntos de superficie en los cuales predomina la corrasión eólica.

De esta manera hemos delineado una primera descripción de los conjuntos líticos provenientes de concheros en ambos sectores de la costa rionegrina del golfo San Matías. A través de este trabajo detectamos algunas diferencias entre los materiales provenientes de uno u otro sector de la costa y, a su vez, con los conjuntos de superficie de ambas costas. Cabe destacar que los trabajos de investigación en la costa oeste del golfo están comenzando a ser profundizados, con lo que reconocemos el carácter preliminar de las conclusiones aquí esbozadas. A futuro, con la ampliación de las muestras, se espera que estos análisis alcancen un mayor nivel de detalle. Consideramos que esta primera aproximación y comparación con los materiales de la costa oeste sirve para generar nuevas preguntas respecto al carácter que tuvieron las ocupaciones humanas en la costa rionegrina del golfo San Matías a lo largo del Holoceno medio y tardío, y a entender las formas de vida que se desarrollaron en el pasado en la costa de Río Negro durante, al menos, 6.000 años.

 

AGRADECIMIENTOS

A los Dres. Cristian Favier Dubois y Marcelo Cardillo por las correcciones y los comentarios efectuados sobre el manuscrito de este trabajo. Al Dr. Marcelo Cardillo por la ayuda brindada para la realización de los análisis estadísticos. A la Dra. Judith Charlin y al evaluador anónimo por los comentarios y sugerencias realizadas que ayudaron a mejorar este trabajo.

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ARTÍCULO

Construyendo en La Arboleda: proyecto sobre valoración y uso social del patrimonio arqueológico

Building in La Arboleda: project on social assessment and use of archaeological patrimony

Emiliano Araujo*

* CIRSF y UNCuyo. Emiliano Araujo es egresado de la carrera de Profesorado en Historia y actualmente está terminando la Licenciatura en Historia con Orientación Arqueológica, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. Actualmente realiza labores de investigación en el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (Mendoza), en el área de zooarqueología. E-mail: mireinoporunmaqui@hotmail.com.

Vanina Tobar**

**Vanina Tobar es egresada de la carrera de Licenciatura en Historia con orientación en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Su tesis de licenciatura titulada “Los diseños decorativos de la cerámica Viluco (siglos XV-XVII): Una aproximación a los lenguajes visuales locales”, se enfoca en el estudio de la decoración de la cerámica Viluco desde el enfoque de la semiótica visual, del análisis de las estructuras simétricas del diseño y de los sistemas de comunicación visual en el mundo andino. E-mail: vantob3@yahoo.com.ar.

Sebastián Giannotti***

*** Sebastián Giannotti es estudiante avanzado de la carrera de Profesorado en Historia y Licenciatura en Historia con Orientación Arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. Actualmente realiza labores de investigación en calidad de alumno ayudante en el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (Mendoza), en el área de bioantropología. E-mail: sebas_0013@hotmail.com.

Carlos Frías****

****Carlos Frías es estudiante de la carrera de Historia con orientación en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional De Cuyo Mendoza. Actualmente es ayudante de arqueología del Centro De Investigaciones Ruinas De San Francisco. E-mail: calitofrias@gmail.com.

Karina Castañar******

****** Karina Castañar es estudiante avanzada de la carrera de Historia con Orientación Arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. Actualmente realiza labores de investigación en calidad de alumno ayudante en el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (Mendoza), en Arqueología Histórica. E-mail: karitupungato@hotmail.com.

Recibido: diciembre 2013
Aceptado: enero de 2014.


 

RESUMEN

Los materiales arqueológicos son bienes culturales que constituyen uno de los elementos centrales del acervo de nuestro Patrimonio Cultural. Estos sirven para brindarnos información sobre nuestro pasado, además de propiciar en el presente procesos reflexivos que estimulan el fortalecimiento de las identidades colectivas. Se parte de la premisa de que la recuperación, conservación y valoración de los bienes arqueológicos demanda lo que Iraida Vargas denomina participación comunitaria, incorporando la comunidad en la problematización del patrimonio arqueológico. Por ello, este trabajo se centra en cómo es percibido y utilizado el patrimonio arqueológico por una comunidad rural, en este caso La Arboleda, ubicada en el Departamento de Tupungato, Mendoza-Argentina.

Palabras Claves: Patrimonio; Arqueología; Participación comunitaria; Diálogo de saberes; Identidad.

ABSTRACT

Archaeological materials are cultural properties which constitute one of the central elements of the stock of our cultural heritage. Those offer us information about our past, propitiating reflexive processes as well, that stimulate the strengthening of collective identities. It starts from the premise that the recovery, conservation and appreciation of archaeological objets demands what Iraida Vargas called community participation, incorporating the community in the problematization of archaeological patrimony. Therefore, this paper focuses on how it is perceived and used the archaeological patrimony by a rural community, in this case La Arboleda, located in the Department of Tupungato, Mendoza-Argentine.

Keywords: Cultural heritage; Archeology; Community involvement; Knowledge dialogue; Identity.


 

INTRODUCCIÓN

Este trabajo1 surgió de la necesidad de profundizar los vínculos entre los espacios de producción de conocimiento científico (un laboratorio de Arqueología e Historia donde trabajan estudiantes y profesionales) con las comunidades con las que éstos se relacionan durante el proceso de investigación2. En este sentido, desde el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (CIRSF) se han llevado a cabo actividades orientadas a tender redes con la comunidad como es el caso del montaje de un Museo Itinerante a escuelas primarias y secundarias de la Provincia, el dictado del curso-taller “Arqueojuegos” destinado a niños (Zorrilla 1999) y visitas guiadas en el predio del sitio patrimonial y arqueológico Ruinas de San Francisco.

En dichas actividades se observó el interés de la comunidad por los temas relacionados a su pasado, a su identidad y a los bienes patrimoniales. En algunos casos, este interés iba acompañado de una demanda insatisfecha por parte de la comunidad en relación a la difusión de los trabajos arqueológicos.

Por ello decidimos tomar como espacio de aplicación del proyecto la comunidad de La Arboleda, localidad donde se han realizado excavaciones arqueológicas (Bárcena y Ots 2011; Ots 2007) y que constituye el Área Fundacional del Departamento de Tupungato, ubicado en el Valle de Uco, provincia de Mendoza. Este espacio desde los primeros tiempos de la colonia (S XVII) fue incorporado al territorio español a través de un proceso de colonización y conquista hacia el sur a través de la instalación de estancias. El Valle de Uco fue desde entonces una zona fronteriza (franja amortiguadora resguardada por “indios amigos”) entre los dominios españoles y otros grupos indígenas (puelches, pehuenches), que sufrieron ataques (fines del S XVII), hecho que provocó posteriormente la retracción de la frontera y el abandono de estancias (Prieto et al. 2004).

ANTECEDENTES

Existen numerosos antecedentes nacionales donde se vincula a la arqueología con el extensionismo universitario, el trabajo desde instituciones municipales y escuelas primarias y secundarias. A continuación veremos algunas experiencias realizadas en los últimos años.

El proyecto de Victoria Horwitz y su equipo en la localidad de Los Antiguos (Santa Cruz) durante el año 2008, titulado Valoración del Patrimonio en la comunidad escolar de Los Antiguos, a partir de los trabajos arqueológicos desarrollados en la zona desde 1998 y respondiendo a una demanda de la Secretaría de Turismo de la Municipalidad, se desarrollaron una serie de talleres con el objetivo de promover la valoración y protección de Los Antiguos, al tiempo que se enseñaron los modos de trabajo y los temas de estudio de la arqueología. Para ello se realizaron simulacros de excavación con dos escuelas de la localidad (escuela hogar y escuela provincial N°17) con alumnos de 6° grado. A través de cinco talleres se trabajaron dos temáticas específicas: una fue la interpretación en el espacio y tiempo a partir de la comparación de las pinturas rupestres de la Meseta central, Cañadón del Río Pinturas y el Cerro de los Indios. Otro taller simuló el proceso de excavación de una cuadrícula y el registro de hallazgos, utilizando elementos modernos descartados y apelando a la analogía con un tacho de basura. En estas actividades se manejaron conceptos como: sitio arqueológico, estratigrafía, principio de superposición, asociación de materiales arqueológicos, etc. Realizando una autocrítica de lo desarrollado, el equipo se dio cuenta de que si bien cumplió los objetivos de difusión de contenidos académicos y de los resultados de la labor arqueológica en la zona, los talleres no pudieron generar la valoración sobre la protección de los bienes arqueológicos. Por ello, al momento de la publicación (2010) se hallaron en una etapa de reelaboración, a partir de: el involucramiento activo de los diferentes actores, alumnos y padres, docentes, directivos escolares, funcionarios municipales, científicos, incluyendo en la discusión a voces provenientes de múltiples fuentes (historias de familia, memoria oral, mitos o leyendas regionales, etc.) (Horwitz 2010).

Mariana Algrain, Diana Tamburini, Lucila Algrain, Santiago Deluca, Diego Martínez y Anahí Hernández con sus Proyectos de Voluntariado Universitario para la valoración del patrimonio arqueológico del norte de la provincia de Buenos Aires durante 2008-2009 capacitaron a estudiantes universitarios voluntarios, de distintas carreras para realizar talleres con alumnos de sexto grado en las localidades de Florentino Ameghino y General Villegas. En estas actividades asistieron alrededor de 200 alumnos y se trataron temas como las diferentes concepciones del pasado, la diversidad cultural y la desigualdad social entre otros, con el objetivo de discutir acerca de las nociones de pasado y memoria, a fin de generar una actitud de compromiso, de revalorización y preservación del patrimonio arqueológico. Dentro de los logros que menciona la autora para este proyecto, se destaca la incorporación a la currícula escolar, de temas tales como pueblos originarios, diversidad cultural entre otros (Algrain et al. 2010).

En Córdoba, Marta Bonofiglio desarrolla un proyecto denominado Arqueología y educación: Una práctica entre museo y escuela, en el cual investigadores y voluntarios de la Universidad Nacional de Córdoba (investigadores y voluntarios) y las instituciones escolares de la zona realizaron una serie de talleres con alumnos y docentes de la escuela sobre la etapa anterior a la conquista española. Se conformó un clima de participación en el que los asistentes plantearon interrogantes, se interiorizaron sobre métodos y técnicas de la investigación científica, y se discutieron metodologías de transferencias de contenido. El resultado fue el diseño de instrumentos de trabajo: cuadernillos para docentes y hojas de juegos para alumnos; las cuales responden a la muestra expuesta en la sala del museo municipal correspondiente que lleva el mismo título “Nuestros remotos antepasados ribereños” (Bonofiglio 2010).

El equipo constituido por Sebastián Cabrera, Darío Xicarts, María Soledad Caracotche, Cristina Bellelli, Mercedes Podestá, Ana Albornoz, Pablo Fernández, Mariana Carballido, Carlos Masotta, Florencia Funes y Vivian Schinsohn, presentó un libro en el 2010 que constituye un excelente ejemplo de trabajo comunitario. La obra titulada “Memorias para las historias de El Manso” reúne y sistematiza los resultados de varios proyectos realizados en la comunidad de El Manso (Río Negro) desde 1998 en la escuela N°92 Wolf Schcolnik (Armamos la historia de El Manso entre todos, Colección de fotografías familiares del Siglo XX del Valle del Manso, la exhibición escolar El Manso, el pasado y su gente, Turismo sustentable y arqueología en la cuenca del río Manso) Así como también los aportes de la tesis de Florencia Funes titulada “Un estudio etnobotánico del valle del Río Manso inferior y el gran caudal de información proporcionado por los vecinos” (Cabrera et al. 2010).

ENFOQUE TEÓRICO

La ley 25.743 define al patrimonio arqueológico como “…las cosas muebles e inmuebles o vestigios de cualquier naturaleza que se encuentren en la superficie, subsuelo o sumergidos en aguas jurisdiccionales, que puedan proporcionar información sobre los grupos socioculturales que habitaron el país desde épocas precolombinas hasta épocas históricas recientes.” (Ley 25.743). El patrimonio arqueológico es de “...dominio público del Estado nacional, provincial o municipal…” (Art.2, Ley 25.743). Partiendo de este marco jurídico cabe preguntarse cuáles son las partes (sujetos sociales) que intervienen en la determinación y definición de lo que es o debe ser considerado patrimonio por un conjunto social. Dicha reflexión actuó como disparador para seguir pensando la práctica arqueológica local y pensarnos como arqueólogos insertos en la comunidad.

Se sigue la propuesta de Vargas (1995; 2002; 2006) desarrollada en el marco de la Arqueología Social Latinoamericana y se toman los antecedentes producidos por el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (CIRSF) que buscan articular los tres pilares de la gestión patrimonial: investigación, conservación y difusión, visitas guiadas en el sitio patrimonial Ruinas de San Francisco, Museo Itinerante, curso-taller Arqueojuegos, programas en radio comunitaria FM 97.1 Radio Sin Dueño -programa denominado “El pasado” que se escucha-. Se concibe a la arqueología como una ciencia social y a la práctica arqueológica como la acción en distintos campos de la vida social: el académico, el de la gerencia de recursos culturales y el de la educación: “En este último ámbito radica la esencia de la arqueología social, pues no plantea el conocimiento con fines meramente contemplativos sino para ser usado en la transformación social…” (Vargas 1995:75).

Por ello, para desarrollar el proyecto se tomó el concepto de participación comunitaria (Vargas 2006) ya que implica incorporar a los habitantes de los lugares donde se llevan a cabo los proyectos de investigación arqueológica. Esta posición, desde la teoría y la acción, se busca conocer qué consideran ellos por bien patrimonial y por qué. Esto implica, en palabras de Vargas (2006), reconocer “…los niveles de significación que determinados bienes tienen para ella [la comunidad] y los grados de identificación que esa gente ha establecido con esos bienes que propician un especial sentido de pertenencia” (Vargas 2006:329). Este sentido de pertenencia se logra entonces cuando los bienes culturales adquieren un valor para la comunidad y es por esto que tomamos el concepto de Bien-Recurso propuesto por Vargas que establece que “…el recurso es aquel o aquellos bienes particulares que poseen o adquieren significación para una sociedad en relación con determinadas metas” (Vargas 2002:792). Por ello, este trabajo se centra en cómo es percibido y utilizado el patrimonio arqueológico por una comunidad rural.

De esta manera, aquello que para nuestra práctica científica constituye el objeto de estudio (que al mismo tiempo pasa a formar parte del patrimonio histórico y arqueológico), para el resto de la comunidad puede ser significado de forma distinta. Para ello, es necesario evaluar cuáles son las necesidades o intereses de la comunidad en relación al patrimonio, si existe indiferencia o compromiso, conocimiento o ignorancia, concientización o no. Siguiendo esta línea de razonamiento Gordones Rojas (2008) propone que “…son los hombres y las mujeres donde el patrimonio se encuentra que van a contribuir en las interpretaciones de lo que es patrimonio histórico-cultural lo que permitirá, en última instancia, la redefinición de los procesos históricos y la identificación de estas comunidades humanas con su historia” (Gordones Rojas 2008:18).

Esto implica para nosotros comenzar a incorporar a la comunidad en la problematización del patrimonio arqueológico como primera etapa, si queremos que el proyecto esté orientado a un verdadero diálogo entre los intereses de los arqueólogos en torno al patrimonio y los intereses concretos que tenga la comunidad (que pueden o no coincidir con los primeros) (Figura 1).


Figura 1. Esquema del enfoque teórico.

Nuestro enfoque entonces se centra en la búsqueda y construcción colectiva del significado de patrimonio haciendo hincapié en:

1) la colaboración de la comunidad, como condición básica a partir de la cual se expresa el verdadero sentido comunitario,

2) la participación de los distintos sectores sociales en los conocimientos y responsabilidades respecto a la conservación patrimonial, ya que se entiende que democratizando el conocimiento (en el sentido de acceso al mismo) y las formas de generarlos permitirá una mayor conservación de los sitios y bienes arqueológicos al ser re-significados y revalorizados por la propia comunidad.

La comunidad de La Arboleda está volcada mayoritariamente a la actividad agrícola vinculada a la plantación de papas, viñas y diversos frutales, mientras que el núcleo poblacional del distrito comprende los barrios El Progreso y La Arboleda así como diversas fincas. Los vecinos de los mencionados barrios tienen distintas procedencia como países limítrofes (Bolivia) y otras provincias argentinas (Tucumán o Jujuy), en tanto que existe una proporción de antiguos pobladores que residen en las fincas de la zona y conforman familias asentadas desde hace casi un siglo.

Se planteó como objetivo general del proyecto propiciar la valoración social del patrimonio, promoviendo el intercambio y la conjunción de los conocimientos académicos con los propios saberes de cada comunidad en una complementariedad de conocimientos que se planteen como superación del monolingüismo imperante (Gnecco 2009). De este modo, el discurso sobre el patrimonio se convierte en un discurso inclusivo de la diversidad y del reconocimiento de saberes alternativos, locales o tradicionales.

Mientras que los objetivos específicos se orientaron a:

1. Democratizar el conocimiento generado en ámbitos universitarios, contribuyendo a la reflexión y relación del pasado/presente.

2. Concientizar a la comunidad del valor del Patrimonio histórico y arqueológico del lugar al que pertenece, incorporando los intereses y demandas de la comunidad en este proceso.

3. Propiciar la participación de la comunidad en las tareas de valor, conservación y difusión de los materiales arqueológicos.

METODOLOGÍA

Se estableció como punto de partida del trabajo de campo la Escuela Lindor Castillo, ya que la institución escolar constituye un espacio aglutinador de la comunidad de La Arboleda, dado que su existencia en la localidad se remonta a casi un siglo. Los arqueólogos se presentaron como Los Buscadores de historias que recorren la región averiguando acerca del pasado del lugar y su gente.

El proyecto se dividió en tres etapas:

1º ETAPA: se trabajó con los docentes y alumnos de sexto y séptimo grado de la Escuela Lindor Castillo, núcleo desde el cual se difundieron las actividades tratando de comprometer a los alumnos y docentes en el proceso. Gradualmente las actividades se fueron vinculando con el resto de la comunidad de manera indirecta en esta primera etapa, para una vez consolidados los vínculos hacia el interior del espacio educativo, desarrollar un segundo nivel, que consistió en la incorporación de la comunidad de La Arboleda a través de algunos de sus representantes o referentes. En este sentido, se llevó a cabo un registro sistemático de testimonios provenientes de estos referentes, así como también se generaron instancias de diálogo entre estos y la escuela, mientras que se mantuvieron paralelamente las actividades realizadas en el espacio escolar. Las actividades realizadas en esta primera etapa consistieron en talleres, charlas y juegos a partir de técnicas participativas de educación popular (Vargas y Bustillos 1984): dinámicas vivenciales, técnicas con actuación, técnicas auditivas o audiovisuales y técnicas visuales; en dichas actividades se buscó vincular nociones académicas (cultura material, arqueología, patrimonio, historia escrita, historia oral) con las realidades cotidianas de los alumnos (saberes populares, tradición oral, memoria, conocimientos aprendidos en la escuela), teniendo en cuenta los ritmos, disponibilidades e intereses de los participantes, y utilizando diversos recursos didácticos (objetos de uso cotidiano, recursos lúdicos, material audiovisual, etc.) (Figura 2).


Figura 2. Actividades realizadas con alumnos de sexto y séptimo año de la escuela Lindor Castillo durante 2011.

2° ETAPA: Consistió en la incorporación de la comunidad de La Arboleda fuera del ámbito propiamente escolar a través de algunos de sus representantes (informantes). En este sentido, se llevó a cabo un registro sistemático de entrevistas realizadas a estos referentes, en las que se indagó sobre sus saberes en relación a la historia local (formas y espacios de transmisión y aprendizaje de la misma) (Figura 3).


Figura 3. Entrevista realizada a referentes comunitarios. Sr. Domingo Scilipotti.

…ahí se fundó Tupungato, esa es la fundación de Tupungato, no es la fundación de La Arboleda se fundó Tupungato. En La Arboleda ahí está el monolito ustedes lo habrán visto, eso se ha venido a tener en cuenta hace poco, porque eso toda la vida pasó desapercibido nadie le puso atención tampoco…” (“Cacho” Pérez, 70 años, habitante de La Arboleda, com. pers. 2011).

…se ve que ha sido la fundación no cierto? esos vinieron y fundaron ahí y ahí fue todo… dicen que estaba la iglesia y que estaba el cementerio ahí y el cementerio es cierto porque hay mucho esqueleto enterrado…”(José Antonio Scilipotti, habitante de La Arboleda, com. pers. 2011)

3° ETAPA: se generó una instancia de diálogo entre los referentes comunitarios mayores y los alumnos de la escuela que consistió en un encuentro (lo que saben los mayores). Esta actividad permitió a todos los sujetos sociales involucrados evidenciar las concepciones acerca de la memoria, la relación pasado/presente (cambios/continuidades), el patrimonio, los espacios de significación para la comunidad y las necesidades de la misma. En la Tabla 1 se resumen las actividades desarrolladas en cada etapa.

CONSIDERACIONES FINALES

Esta primera experiencia nos ha demostrado la viabilidad de incorporar la comunidad a la problemática del Patrimonio (y en concreto de su patrimonio e historia local). Conceptos abstractos como el de patrimonio e identidad pudieron ser trabajados y familiarizados, y se logró incorporarlos a la vida cotidiana de los actores involucrados.

No obstante, el proyecto posee condicionamientos (como el tiempo de duración) que marcan claramente sus alcances y limitaciones. El proyecto así delineado, debería ser el comienzo de un proceso estructural que implique la re-significación del patrimonio local y el diálogo entre científicos y comunidad. En este sentido, se podría propiciar la incorporación de otras disciplinas que permitan un abordaje integral de la problemática tratada (Geografía, Letras, Antropología, etc.).

Al abordar el trabajo se consideró necesario partir del reconocimiento de que como estudiantes universitarios e investigadores somos agentes externos a la comunidad donde intervenimos. Esto implica tener en cuenta la posibilidad de confrontación de intereses que se genera a través del diálogo con la comunidad. Desde nuestra experiencia y nuestra concepción en la relación ciencia/comunidad creemos que es más rico el encuentro de saberes cuando desde la propia identidad se aporta a la construcción de algo común, poniéndose en juego y negociando los intereses/valores de las partes.

En general se buscó la concientización en la comunidad sobre el valor del patrimonio histórico y arqueológico local. No obstante, se pueden diferenciar particularidades dependiendo del ámbito de aplicación (escuelas y comunidad general) y de los actores sociales involucrados (alumnos, docentes y vecinos): se observó mayor interés en los vecinos de mayor edad, quienes demandaron mayor difusión de la localidad como “referente histórico de Tupungato” (ya que es el Área Fundacional del departamento).

Las actividades desarrolladas (sobre todo con los alumnos) tendieron a subrayar la importancia de sus objetos cotidianos como valor en la vida de los seres humanos, para poder derivar a partir de este ejercicio en reflexiones sobre la importancia y significación que tienen los materiales arqueológicos en la reconstrucción de la historia de los pueblos. Se plantea que la relación de la materialidad en la construcción de la identidad local, a nivel de la comunidad en general, son procesos de largo plazo.

A lo largo de esta experiencia colectiva, se hizo visible que La Arboleda como comunidad no solo posee significado histórico como sitio fundacional del departamento de Tupungato, sino que en los relatos de los referentes mayores de la comunidad está presente la imagen de un espacio que en el pasado está vinculado con referentes simbólicos particulares (club barrial, escuela primaria, etc.) los que constituyen su propia clave histórica. De este modo, cualquiera sea la forma de definición que se alcance del patrimonio histórico y arqueológico debe tener como principal condición la incorporación de las claves históricas que la comunidad demanda como propias.

La búsqueda y construcción de conceptos y definiciones comunes propician verdaderos procesos identitarios y de cohesión de la comunidad, que no permanece ajena a las políticas culturales vinculadas al patrimonio. Estas políticas generan, sin la debida cooperación de los colectivos, condescendencia impulsada por la toma de decisiones sin consultar a los creadores, usuarios y herederos de los bienes culturales (Vargas 2006).

 

NOTAS

1. Este trabajo se presentó en el V Congreso Nacional de Arqueología Histórica Argentina, en el Simposio de Políticas Públicas, llevado a cabo en la ciudad de Buenos Aires (abril de 2012).

2. En este trabajo se presentan los resultados preliminares derivados de la implementación del proyecto “Valoración y Uso social del patrimonio arqueológico. Diálogo entre arqueólogos y comunidades rurales del Valle de Uco”. El mismo fue financiado en el marco de los Proyectos Sociales de Extensión Universitaria “Prof. Mauricio López” (convocatoria 2010, res. N° 246/2011-R) impulsados por la Universidad Nacional de Cuyo. Éstos buscan la vinculación de los centros académicos con el medio social circundante en un proceso de intervención bidireccional (universidad/comunidad y comunidad/universidad).

AGRADECIMIENTOS

A la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Cuyo por avalar este proyecto y a nuestro coordinador Dr. Horacio Chiavazza. Muy especialmente agradecer a toda la comunidad de La Arboleda (Dpto. Tupungato, Mendoza): alumnos, maestras, celadores/ras de la escuela “Lindor Castillo”, a los abuelos (los “referentes”) que compartieron su historia Don Antonio Scilipotti, Domingo Scilipotti, Cacho Pérez y Santos Ramírez. El agradecimiento a Virginia, Martín, Don Fernández, a nuestras familias y a nuestros compañeros y amigos de las Ruinas de San Francisco, especialmente a Osvaldo Sironi por las certeras observaciones y a Florencia Francalancia por su colaboración en la traducción del resumen.

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ARTÍCULO

 

Evidencias paleoambientales y de producción lítica en la cantera taller Ampajango, valle de Yocavil (Catamarca, Argentina).

Paleoenvironmental evidence and lithic production in the quarry Ampajango, Yocavil valley (Catamarca, Argentina).

 

Juan Pablo Carbonelli*

*CONICET - Museo Etnográfico "Juan Bautista Ambrosetti". Moreno 350 CABA. Es doctor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, área Arqueología. Actualmente es becario post-doctoral de CONICET, y su tema de investigación es la tecnología lítica en sociedades cazadoras-recolectoras y agro-pastoriles en el valle de Yocavil. E-mail: juanp.carbonelli@gmail.com

Recibido: mayo de 2014
Aceptado:: agosto de 2014

 


RESUMEN

En este artículo presentamos información novedosa sobre el marco paleoambiental del sur de los Valles Calchaquíes, a través de los resultados de las dataciones por microlaminaciones de barniz efectuadas sobre artefactos de la cantera-taller de Ampajango (provincia de Catamarca, Argentina). Los datos obtenidos señalan dos hechos. En primer lugar, la existencia de diez eventos húmedos, intercalados con eventos áridos durante el Holoceno en el valle de Yocavil. En segundo lugar, la diferencia de pátina en un mismo artefacto, lo cual podría ser evidencia de un proceso de reclamación. Esto sumado a la existencia de reciclaje y reutilización en artefactos líticos, permite considerar a este paisaje como un montículo, una construcción natural y social a la vez.

Palabras claves: Barniz del desierto; Cantera-taller; Paisaje; Paleoclima; Noroeste-Argentino.

ABSTRACT

In this paper we present new information on the paleoenvironmental context of southern Calchaquies Valleys, through the results of dating by varnish microlaminations over artifacts placed on the quarry-workshop of Ampajango (Catamarca province, Argentina). The obtained data points out two facts. Firstly, the existance of ten wet events, interspersed with arid events during the Holocene in the valley of Yocavil. Secondly, the difference of patina in one same device, which could be evidence of a reclamation process. This coupled with the existence of recycling and reuse in lithic artifacts, allows to consider the landscape as a mound, a natural and social construction at once.

Keywords: Rock varnish; Quarry work-shop; Landscape; Northwestern Argentina; Paleoclimate.


 

LA PROBLEMÁTICA DE LAS PRIMERAS OCUPACIONES FUERA DE LA PUNA

El conocimiento sobre la dinámica ocupacional de sociedades cazadoras-recolectoras durante el Holoceno Temprano y Medio en América del Sur es una temática en la cual persisten múltiples interrogantes en algunas regiones en particular (Aldenderfer y Flores Blanco 2011). Parte de ellas son las zonas bajas o de valles del noroeste argentino (NOA). En nuestra consideración, el principal obstáculo para responder dichos interrogantes radica en que las investigaciones se han concentrado sobre sitios de superficie, donde la ausencia de fechados radiocarbónicos impide contextualizar adecuadamente el registro. En este sentido, los trabajos de Cigliano y equipo fueron pioneros en abordar la problemática de las primeras ocupaciones en zonas vallistas. Cigliano et al. (1962) dan cuenta de la industria Ampajanguense al sur del valle de Yocavil, constituida por una serie de artefactos diagnósticos, como bifaces (hachas de manos), monofaces (según la terminología científica de la época) y raspadores. Esta industria se habría extendido por todo el valle de Yocavil, el valle del Cajón y Amaicha del Valle (Cigliano 1961, 1964).

Cigliano et al. (1962) otorgaron a la industria Ampajangense una antigüedad superior a los diez mil años, basándose en la técnica de manufactura de los artefactos y en su morfología. Un dato interesante es que Cigliano (1961, 1964) da cuenta, ya en un primer momento, que la mayoría de las piezas se hallaban cubiertas por una fuerte pátina, el barniz de rocas. Precisamente, sobre esa línea de evidencia, décadas más tarde trabajaron un grupo de geólogos de la Universidad de Tucumán. A través de sus estudios sobre la formación del barniz del desierto en los artefactos, Durando et al. (1986) sostuvieron que la formación de la pátina se originó en el Optimo Climático Posglaciar. Al revisar las colecciones de Cigliano y otros sitios de superficie similares a Ampajango registrados en el valle de Yocavil, Durando et al. (1986) concluyeron que estos conjuntos artefactuales sin puntas de proyectil, funcionarían solo como sitios cantera y no podrían vincularse con una industria determinada, acotada en el tiempo y en el espacio.

Recientemente, han surgido nuevos datos en el sector de valles. En este sentido, podemos mencionar los hallazgos situados en la Quebrada de Los Corrales, en el Infiernillo, Tucumán. Las excavaciones en un taller lítico (Taller PV1) han arrojado evidencias que permiten describirlo como una base residencial (Martinez et al. 2013). Los materiales de la capa más antigua de las excavaciones poseen un fechado de 7420 ± 25 años AP el cual constituye el registro radiocarbónico más antiguo en la zona de valles (Martinez et al. 2013).

A esto se suman los trabajos de Somonte (2009), Baied y Somonte (2012) y Somonte y Baied (2013) los cuales vuelven a trabajar con sitios de superficie con material Ampajanguense, como Planchada La Puntilla y Río Las Salinas. Somonte y Baied (Somonte 2009, Baied y Somonte 2012) señalan que estas canteras fueron "espacios persistentes" aprovechados por diversos grupos humanos a lo largo de milenios, tanto para proveerse de materia prima, como para confeccionar instrumentos. Al indagar sobre las estrategias de aprovisionamiento, Somonte (2009) constató la presencia en ambos sitios de artefactos que poseían reformatizaciones en algunas de sus caras y filos que afectaban las superficies cubiertas por barniz del desierto, lo que constata algún tipo de proceso de reclamación.

Baied y Somonte (2012) dataron artefactos líticos del sitio Planchada La Puntilla mediante la técnica del varnish microlamination (en adelante VML). Los resultados informan sobre la ocupación del área desde momentos anteriores a 6500-5900 AP (Somonte 2009; Somonte y Baied 2013). Pero principalmente contribuyeron al conocimiento del paleoclima de la región, ya que en la microestratigrafía del barniz se detectaron siete eventos húmedos, intercalados con ocho eventos secos, que se sucedieron en el Holoceno Medio y Tardío (Somonte y Baied 2013).

Existe una similitud morfológica entre los materiales de Ampajango y los trabajados por colegas en Amaicha del Valle. Ambos comparten la cualidad de hallarse cubiertos por barniz de rocas. Consideramos conveniente efectuar nuevos análisis de VML con la finalidad de incrementar el conocimiento regional sobre el paleoclima y registrar la cantidad y periodicidad de eventos húmedos y áridos en el valle de Yocavil durante el Holoceno. Por otro lado, es factible preguntarnos ¿en qué procesos de producción lítica se encontraban involucrados los artefactos líticos cubiertos por el barniz de rocas? ¿Qué actividades se llevaron a cabo en este paisaje? Para responder a estos interrogantes desarrollamos el análisis tecno-morfológico de los artefactos líticos recuperados en los Sectores Seis Bloques y Terraza Dos del sitio Ampajango (Figura 1), indagando sobre la morfología y diseño de los mismos y las transformaciones que sufrieron a lo largo de su historia de vida.


Figura 1. Ubicación del sitio Ampajango en el valle Yocavil.

 

EL SITIO CANTERA-TALLER DE AMPAJANGO

El sitio Ampajango se encuentra en el valle de Yocavil (Provincia de Catamarca), una depresión tectónica ubicada en sentido norte-sur, que se encuentra limitada al este por las sierras del Aconquija y Cumbres Calchaquíes y al oeste por las Sierras del Cajón (Figura 1). A través de nuestros trabajos de campo y prospecciones definimos que la superficie total del sitio Ampajango (2.500 msnm, 26º 55' 29,9'' S, 66º 4' 6,1'' O) alcanza los 156.100 m2 (Carbonelli 2013a). En trabajos previos, para el relevamiento del registro del área hemos efectuado en el terreno un muestreo probabilístico simple, aplicado mediante la confección de transectas. Dentro de los artefactos líticos registrados predominan los desechos de talla. No obstante, en dos sectores específicos de la cantera-taller denominados Seis Bloques y Terraza Dos (Figura 2) observamos una peculiar concentración de artefactos con reducción y adelgazamiento bifacial: bifaces, esbozos de piezas bifaciales y filos bifaciales de arista sinuosa Carbonelli 2013a). Es en estos sectores, con abundante material cubierto por el barniz de rocas, donde enfocaremos nuestro análisis tecnológico, dado que si bien estos artefactos son frecuentes en las canteras, también resultan apropiados para observar complejas decisiones en la producción lítica en forma diacrónica.


Figura 2. Distintos sectores de la cantera-taller. 1. Terraza 2; 2. Sector 6 Bloques; 3. Transectas

Es necesario tener en cuenta que los artefactos líticos no son la única materialidad presente en el sitio. En una de las terrazas contiguas a la depresión que conforma la cantera-taller registramos una urna cerámica, que por su estilo podemos adscribir al primer milenio de la era. Otros fragmentos cerámicos corresponden al período de Desarrollos Regionales y fueron hallados durante las transectas de prospección (Carbonelli 2013a). Por otro lado, en la cantera taller son frecuentes los petroglifos cubiertos por barniz de rocas, cuyos motivos remiten a la iconografía Aguada (Fiore 1997, Lorandi 1966), fenómeno religioso-político de gran difusión en el NOA (Pérez Gollán 1997).

En un trabajo previo (Carbonelli 2013a) interpretamos la cantera-taller de Ampajango, como una sucesión de paisajes superpuestos: un espacio para la práctica de talla, el tránsito, la caza y la manifestación artística. Esta fuente de aprovisionamiento y producción lítica es producto de una construcción natural y social a la vez y el campo donde un conjunto de actividades y experiencias se relacionaron y ensamblaron en un tiempo exclusivamente social (Ingold 2000a).

METODOLOGÍA

En este trabajo nos abocaremos al análisis de los materiales líticos desde dos vías: las dataciones por microlaminación del barniz (Broecker y Liu 2001, Liu y Broecker 2007, 2008a y b) y el análisis tecnomorfológico de los artefactos bifaciales (Aschero y Hocsman 2004). Ambos procedimientos expresan una propiedad que conservan los objetos líticos: su capacidad de incorporar la transitividad y el cambio, puesto que dichas piezas siempre están fluyendo, se están transformando en otra cosa (Lazzari 2010). Esta transformación es producto de la interacción de diferentes agentes y procesos, por un lado los fenómenos naturales como el barniz de roca y por otro también es consecuencia de la manufactura, el reciclaje, la modificación, la reclamación y el uso llevada a cabo por diferentes poblaciones. Nos interesa demostrar cómo ambos procesos fueron co-constructores de este paisaje, situado al sur del valle de Yocavil.

A fin de poder discriminar los alcances y las interpretaciones en distintos niveles, hemos dividido los pasos metodológicos en dos: el estudio del barniz1 por VML que constituye una novedosa herramienta para entender los cambios paleoambientales (Liu y Dorn 1996) y el análisis tecnológico de los artefactos formatizados, el cual nos introduce en las múltiples actividades de talla que se sucedieron a través del tiempo en la cantera-taller.

La microlaminación del barniz de las rocas

El barniz del desierto afecta a las rocas en superficie (Somonte 2009) con la particularidad que es una acreción de formación lenta, de unos pocos hasta 10 micrones cada mil años (Broecker y Liu 2001). Esta pátina es de origen sedimentario, desarrollándose frecuentemente en ambientes áridos y semiáridos, en geoformas que poseen estabilidad morfogenética y como resultado de procesos físicoquímicos que se van acumulando en el tiempo (Dorn 1990, 2009, Liu y Dorn 1996). Es factiblemente uno de los procesos de depositación sedimentaria más lentos de los reconocidos a nivel mundial (Liu y Broecker 200). En cuanto a su composición, presenta un 30% de manganeso (Mn) y óxido de hierro (Fe), el resto se halla conformado por sílice (Si), aluminio (Al), magnesio (Mg), potasio (K) y calcio (Ka) (Liu y Broecker 2000).

Las investigaciones de Liu y Dorn (1996), a través de análisis por microsonda electrónica, detectaron que el barniz se halla conformado por capas superpuestas que pueden diferenciarse entre sí a través de su composición química (Broecker y Liu 2001). Estas microlaminaciones pueden ser observadas con un microscopio petográfico, cuando las secciones delgadas son pulidas con un grosor entre los 5-10 micrones, para el caso de las microlaminaciones correspondientes a fines del Pleistoceno y de 10-15 micrones en el caso del Holoceno. Luego se fotografían en películas de impresión en color con una cámara que forma parte del equipo del microscopio con luz polarizada transmitida (Liu y Broecker 2000).

Liu y Broecker (2000) demostraron que esta microestratigrafía se encuentra fuertemente influenciada por las variaciones climáticas regionales (Liu y Broecker 2000). El análisis químico microscopio reveló que existen capas de tonalidad oscura asociadas a eventos húmedos que son ricas en manganeso (Mn) y bario (Ba), pero pobres en sílice (Si) y aluminio (Al) y capas anaranjadas y amarillas que son pobres en Mn y Ba, pero enriquecidas en Si y Al, que indican climas áridos (Liu y Broecker 2007).

Erróneamente, algunos arqueólogos y geólogos especularon con la posibilidad de que pueda ser calculada la edad del barniz a través de su espesor. Liuy Broecker (2000) dieron a conocer un extenso rango de tasas de crecimiento de barniz, las cuales provenían de diversos desiertos del mundo. A esto se suma la posibilidad que la abrasión eólica limite el desarrollo de este rock coating. En contraposición, el núcleo de las investigaciones de VML se sustenta en la calibración de sus secuencias (Dorn 2009). Debemos tener presente que las variaciones climáticas registradas en el barniz son regionalmente contemporáneas, lo cual permite que la microlaminación del barniz pueda ser utilizada como una herramienta de datación correlativa. La cronología obtenida expresa las edades mínimas de exposición de las superficies que poseen barniz en áreas desérticas (Liu y Broecker 2008a). Para que esto último sea factible, el VML depende sustancialmente de la calibración de la edad radiométrica de la microestratigrafía del barniz y su correlación climática (Liu y Broecker 2007). Broecker y Liu y (2001) establecieron un orden cronológico de la microestratigrafía través del conocimiento de las edades de las superficies donde se depositaron las rocas con distintas capas de barniz del desierto, ya sea en líneas de costas, morrenas, desprendimientos basálticos, depósitos aluviales. La Gran Cuenca de los Estados Unidos fue la región elegida para poder construir la secuencia del Holoceno (Lu-1), ya que en dicho espacio existían numerosos rasgos geomorfológicos que habían sido datados por métodos radiométricos (e.g. AMS, Carbono 14). Estas edades estarían señalando el rango máximo del inicio o crecimiento del barniz, ya que su formación sólo comienza una vez que la superficie sobre la que se deposita se encuentra disponible (Liu y Broecker 2008a).

La variabilidad registrada en la microestratigrafía del barniz tiene una fuerte correlación con los eventos climáticos del Holoceno para la región del Atlántico Norte, registrada a través de la medición de los pulsos de carbonato detrítico en el registro de los sedimentos del mar (Liu y Broecker 2007) (Figura 3). Están incluidas en el diagrama las edades radiométricas calibradas y la correlación climática de los eventos húmedos del Holoceno (WH1-WH12) del registro del barniz (Liu y Broecker 2007) con los eventos fríos del Holoceno (LIA, 1-8) de los registros de los sedimentos marinos del Atlántico Norte (Bond et al. 1997). Liu y Broecker (2007) señalan que existen coincidencias entre los eventos fríos marcados por ambos registros climáticos y en la periodicidad entre los registros húmedos y cálidos detectados en el estudio efectuado en el Atlántico Norte y la microestratigrafía del barniz (Figura 3 ). Debemos tener en cuenta que los límites de las edades están expresados en años calendáricos AP. Las asignaciones de edad para las capas oscuras del registro del barniz están derivadas de la correlación climática (redondeado en 50 años).


Figura 3. Secuencia de capas de barniz correspondiente a finales del Pleistoceno y el Holoceno para el Oeste de los Estados Unidos. Lu: Layer Unit, LIA: Little Ice Age, H: Heinrich event, YD: Younger Dryas, IACP: Intra-Allerod Cold Period; OD: Older Dryas, OLD: Oldest Dryas. Tomado de Liu y Broecker (2008a:504).

Con respecto a la posibilidad de replicar estos análisis a otras regiones áridas del mundo, Liu y Dorn (2006) se mostraron cautos, al observar que la secuencia del barniz factiblemente varíe de acuerdo a las diferentes historias paleoambientales. No obstante, a medida que la técnica del VML se fue conociendo, patrones similares de microlaminaciones fueron reconocidos en los desiertos de Judea en Israel, de Gurbantünggut en el oeste de China y en la patagonia argentina.

Como mencionamos anteriormente, esta técnica fue aplicada por primera vez en la Argentina en Amaicha del Valle. Al comparar los patrones de microlaminación de ambos hemisferios resultaron ser coincidentes. No obstante, somos prudentes en tomar el valor cronológico de la datación. Como establecen Baied y Somonte (2012:88) esta es una técnica que todavía deber ser calibrada para este sector del NOA, por lo cual la cronología brindada por el VML es todavía especulativa y "…subject to refinement and modification in the future depending on changes in the VML age scale for the Argentine varnish". Por estas razones, es que en este trabajo decidimos utilizar esta técnica como un proxy dato de la humedad, como una evidencia de la sucesión y cantidad de eventos húmedos en nuestra área de estudio.

Un aspecto clave es la selección del área donde se ubican los artefactos y rocas cubiertos por el barniz. Una vez que se inicia el reloj del barniz, un micrón de erosión eólica o la acción lacustre o la actividad bioquímica (como la acción de líquenes) que provoque rajaduras o alteraciones de la superficie podrían resultar en la pérdida de una capa del barniz y de toda la secuencia (Liu y Broecker 2008a). En el campo, lo recomendable es elegir aquéllas superficies que presenten la mayor estabilidad, pues tienen la mayor probabilidad de contener la secuencia estratigráfica de barniz más completa (Broecker y Liu 2001). Deben ser descartadas aquellas superficies sujetas al flujo del agua y a la acumulación de la misma, como así también aquellas muestras cuyo barniz se desarrolló en fractura de una roca debido al astillamiento.

En nuestro caso, el relevamiento y muestreo se realizó a través del trazado de una unidad de recolección de 4m2. La superficie seleccionada no presentaba relieves, se encontraba alejada de los sectores de torrenteras y declives y exhibía nódulos de más de 30 cm de diámetro, semi-enterrados y con presencia de barniz. Recolectamos todos los clastos y artefactos. En el laboratorio los materiales fueron analizados bajo lupa binocular de 60x para poder observar claramente las microdepresiones donde se encuentra y en las que se dispersa el barniz (dichas depresiones miden entre 1-2 mm).

Para efectuar el análisis de VML seleccionamos dos desechos de talla, una lasca angular y una lasca de flanco de núcleo (Figura 4 ). Los lugares donde efectuar los cortes ultra-delgados (de un grosor entre los 5 - 10 µm) en estas piezas fueron elegidos por el laboratorio VML Dating Lab (Nueva York), dirigido por el Dr. Liu. No fueron seleccionados los típicos bifaces ampajanguenses, que fueron el arquetipo de la industria (cf. Cigliano et al. 1962) debido a que no presentaban un adecuado desarrollo del barniz bajo la inspección de la lupa binocular.


Figura 4. Desechos de talla enviados a datar. Las letras indican el lugar donde se efectuaron los cortes.

Análisis tecnológico

El análisis tecno-morfológico del material recolectado sigue los lineamientos propuestos por Aschero y Hocsman (2004). Para este trabajo, nos enfocaremos en los artefactos formatizados de los sectores Seis Bloques y Terraza Dos, particularmente en los artefactos bifaciales, ya que en ellos hemos detectado indicios de transformación, es decir de modificación de su diseño original. La Terraza Dos tiene aproximadamente 2.000 m2, mientras que el sector Seis Bloques, es un área pequeña dentro de la hoyada de 64 m2. Todos los artefactos registrados fueron confeccionados sobre andesita de color gris (Carbonelli 2012).

Hocsman (2006, 2007, 2009) establece dos categorías para analizar bifaces. En una de ellas, los clasifica en bifaces como tales, reciclados y modificados. Los bifaces modificados son aquellas piezas donde precisamente existe una modificación de la arista sinuosa hacia una arista regular, sin que exista reciclaje; los bifaces reciclados son piezas meso-basales y mesoapicales (es decir, donde existió una fractura); mientras que los bifaces como tales son piezas que no han sido modificadas ni recicladas (Hocsman 2007:58).

En la segunda categoría o forma de clasificación, Hocsman (2007) los distingue en bifaces en sí mismos o en proceso manufactura. Los primeros son aquellas piezas en las que la arista sinuosa puede ser utilizada como filo activo, una vez finalizada la formatización; mientras que los bifaces en proceso de manufactura son aquellos artefactos que se encuentran todavía en una instancia de producción, lo cual se evidencia a través de "…una arista sinuosa regular con una sinuosidad moderada a amplia, sección transversal biconvexa asimétrica irregular…" (Hocsman 2007:58).

En lo que respecta a los procesos que modifican el diseño original, Hocsman (2009) considera artefactos reciclados a aquellos que por fractura, mantenimiento o por cuestiones vinculadas al procesamiento/consumo de recursos volvieron a pasar por el proceso de manufactura, otorgándoles al tallador un nuevo filo distinto al original. Para Hocsman (2009) el reciclaje en sentido estricto implica la eliminación total o parcial del filo preexistente; de esta manera lo distingue del solapamiento de filos, donde en la nueva manufactura no se anula el filo anterior. Debemos aclarar que, siguiendo al autor de dicha propuesta (Hocsman 2006, 2009), estas categorías no son mutuamente excluyentes, por lo cual por ejemplo un bifaz como tal puede ser a su vez un bifaz en proceso de manufactura.

RESULTADOS DEL ANÁLISIS POR VML

Los resultados de las cuatro dataciones por VML se presentan en la Tabla 1. En la Figura 5 podemos observar las imágenes de la microestratigrafía de las muestras enviadas. En ellas se puede apreciar una serie de números, los cuales corresponden a todos los eventos húmedos registrados en los cortes desde la capa WH10 a la WH1 (WH son las siglas en inglés de Wet Holocene).

Tabla 1: Resultados del análisis de VML en los artefactos del sitio Ampajango. LU: Layer unit; WH: wet event in Holocene.

 


Figura 5.
Sección del barniz en los cortes ultradelgados de los desechos de talla.

Todas las capas observadas se encuentran contenidas dentro de la unidad LU-1, que corresponde al Holoceno. Esta es representada como una delgada capa amarilla, que señala el clima seco interglacial. La unidad Lu-1 se encuentra conformada por 12 capas oscuras y 13 capas anaranjadas/amarillas. Al interpretar la micro-estratigrafía del barniz de los desechos de talla de Ampajango, observamos que en uno de los cortes de la muestra A se distinguen diez eventos húmedos (WH 10, WH9, WH8, WH7, WH6, WH5, WH4, WH3, WH2, WH1) y diez eventos áridos. En el otro corte de la muestra A y en los dos cortes de la muestra B se registraron 9 eventos húmedos y 9 eventos áridos.

Como mencionamos anteriormente, la cronología aportada por el análisis de VML es hasta el momento especulativa y se encuentra sujeta a posteriores modificaciones, cuando se construya una escala radiométrica propia para la Argentina (Baied y Somonte 2012). No obstante, consideramos que este análisis contribuye con importante información sobre la discusión acerca del paleoclima durante el Holoceno en el NOA. En el caso particular del Holoceno Medio, Tchilinguirian y Morales (2013) señalan la dificultad de poder alcanzar una interpretación no sesgada sobre el paleoclima, dada la carencia de información proveniente de las Yungas y los Bosques de Transición en el Piedemonte proximal andino. Los autores adhieren en términos generales a la postura de considerar que las condiciones durante el Holoceno Medio fueron más áridas con respecto al Holoceno Temprano y Tardío. No obstante, esperan que no haya tenido la misma intensidad la señal climática regional en la Puna, en las Yungas, en el pastizal altoandino o en los valles mesotermales (como el de Yocavil), dado que la región oriental del NOA se encuentra influenciada por las fuentes de humedad provenientes del Atlántico (Tchilinguirian 2012, Tchilinguirian y Morales 2013).

Precisamente, es la ubicación geográfica del valle de Yocavil la que nos permite relacionar los datos obtenidos del VML como portador de un registro climático con el de otros proxies. El valle de Yocavil o Santa María si sitúa al este de la Diagonal Árida, una estrecha banda con precipitaciones menores a los 250 mm anuales, en la transición entre dos sistemas de circulación atmosférica diferentes dados por el Atlántico y el Pacífico, los cuales son fuentes de humedad (Bruniard 1982). De este modo, las regiones ubicadas al norte y este de esta diagonal reciben la influencia del Atlántico, con régimenes de lluvia acentuados en el verano; mientras que las regiones ubicadas al sur y sudoeste son principalmente dominadas por la influencia del Pacífico y alcanzan su máxima precipitación en invierno (Piovano et al. 2009).

Al respecto, Baied y Somonte (2012) encuentran paralelismos entre los eventos húmedos surgidos de sus análisis por VML de la Quebrada de Amaicha (que se encuentran contenidos a su vez en la micro-estratigrafía de Ampajango) y numerosos registros paleoclimáticos patagónicos y de los Andes sur-centrales localizados al oeste y al sur de la Diagonal Árida, que marcan que durante el Holoceno Medio y Tardío predominaron las condiciones húmedas durante los períodos fríos. No obstante, el registro de eventos húmedos y áridos del VML guarda semejanzas con los archivos paleoambientales de la Laguna Mar Chiquita. El registro hidroclimático de dicha laguna marca una fase seca (luego de una fase húmeda durante el Holoceno Temprano) cuya magnitud más intensa fue datada alrededor de 4700 años AP (Piovano et al. 2009) (confrontar con el evento árido existente entre el WH6 y WH5). Estas condiciones secas fueron dominantes durante el Holoceno Medio y comenzaron a revertirse hacia la primera mitad del primer milenio (1100 años AP, AD 920-960), cuando el nivel del agua alcanza uno de los mayores registros conocidos (Piovano et al. 2009: 331) (confrontar con el evento húmedo WH2). Resta como agenda definir y ajustar las causas de esta aparente sincronicidad.

Por otra parte, los datos aquí vertidos muestran correspondencias cronológicas con otros proxies regionales, constituyéndose así en un aporte sobre las condiciones climáticas durante todo el Holoceno en el valle de Yocavil y zonas aledañas. En lo que respecta al Holoceno Tardío, Strecker (1987) observó la presencia de dos capas de arenas ricas en materia orgánica en las terrazas de ambas márgenes del río Santa María, estas fueron datadas en 2190± 53 años AP y 1470 ± 50 años AP, lo cual señalaría un período húmedo para ese marco temporal. En el primer caso concuerda parcialmente con los datos aportados por el VML, dado que si tomamos en cuenta el desvío estándar, podría coincidir con el evento húmedo WH4 (Figura 3). En el caso del segundo fechado radiocarbónico, este se ajusta precisamente a la calibración de la edad radiométrica del evento WH3. Estos datos concuerdan a su vez con el análisis polínico efectuado por Garalla (2003) en una secuencia sedimentaria en el Abra del Infiernillo, en la que alrededor del 2000 ± 60 años AP se observa un predominio de una estepa herbácea, especies arbustivas bajas y una vegetación característica de ambientes húmedos. Combinando esta información con los datos aportados por el VML, y teniendo en cuenta que la calibración de la edad de cada capa es todavía especulativa y no definitiva para el hemisferio sur, ambos fechados se encuentran próximos al evento húmedo WH4, pero con mayor justeza a la calibración de la edad radiométrica del evento WH3.

Por otro lado, hay convergencias con respecto a la existencia de la Anomalía Climática Medieval en la región de valles del noroeste argentino. El desarrollo de los campos dunarios en los valles preandinos de Catamarca y Tucumán se habría producido entre el 1000 y el 1300 años AP, durante una extrema sequía (Sayago et al. 2010). La tendencia de un incremento en las condiciones de aridez a partir de ese momento, se ve confirmada por las observaciones en el perfil geológico sedimentario del sitio El Alacrán, situado en la margen derecha del río Santa María (Gómez Augier y Caria 2012). Esta información se complementa con los datos de las microlaminaciones del barniz, las cuales marcan un período de aridez entre las capas WH3 y WH2.

Finalmente, el último evento húmedo que dio lugar a la formación a las capas de barniz se sitúa entre los 650-300 años AP. En ese lapso temporal, Collantes et al. (2011) han detectado el desarrollo de un paleosuelo, que fue fechado por AMS en 435 ± 15 años AP. Collantes y Gonzalez (2012) sostienen que el mismo constituye un indicador de un evento húmedo, dado que dichas condiciones climáticas posibilitaron la formación de un suelo de desarrollo moderado. A su vez, podemos mencionar que la capa WH1 marcaría evidencias de la Pequeña Edad de Hielo en el valle de Yocavil, la cual tuvo lugar hacia los 340± 30 años AP.

Finalmente, el análisis del VML de los desechos de talla de Ampajango marca un proceso interesante. En el caso de la muestra A, existen dos dataciones dispares, una de 9400 AP y otra de 8100 AP. Más allá del valor especulativo de la cronología, lo observado se traduce en una diferencia en el tiempo de crecimiento del barniz en dos sectores del desecho de talla. Dada la posibilidad de procesos morfodinámicos que reinician el reloj del barniz (erosión), es dable pensar que, o bien el reloj de barniz se reinició en el sector B de la muestra A, o que esta pátina se desarrolló en forma diferencial en las distintas depresiones del desecho de talla. No obstante, existe una explicación arqueológica: estas dos dataciones podrían estar registrando intervenciones humanas desacopladas temporalmente sobre el mismo artefacto.

Hasta el momento no hemos evaluado la presencia de reclamación como proceso significativo (en numerosos artefactos) en la cantera-taller de Ampajango. No obstante, la diferencia de barniz entre los lascados del desecho de talla, constituye un punto de partida para pensar si este artefacto no formó parte de un conjunto de ítems descartados. Estos factiblemente luego fueron explotados por habitantes posteriores (e.g. sociedades agro-alfareras) a los productores originales (Schiffer 1987). A continuación describiremos otros procesos de producción lítica que acontecieron a nivel intra-sitio.

ANÁLISIS ARTEFACTUAL DE DOS SECTORES DE LA CANTERA-TALLER

Al observar la Tabla 2 podemos apreciar la diversidad de grupos tipológicos para los artefactos formatizados, presentes en los sectores de la Terraza Dos y Seis Bloques.

Tabla 2. Variabilidad tipológica y estado de los artefactos formatizados. Terraza Dos (n=10). Seis Bloques (n=25). Referencias: fnrc: filo natural con rastro complementario, art.form. sum.: artefacto de formatización sumaria, frag. no dif. art. form: fragmento no diferenciado de artefacto formatizado.

Las formas bases elegidas para los artefactos formatizados fueron principalmente lascas. En comparación con las piezas procedentes de las unidades de recolección de las transectas (Carbonelli 2013a), los artefactos formatizados presentan un mayor trabajo sobre las caras, principalmente en lo que concierne a la producción de artefactos bifaciales (bifaces, filo bifacial de arista sinuosa, esbozos de piezas bifaciales). En la muestra del sector Seis Bloques, se practicó reducción bifacial sobre un bifaz parcial, un filo bifacial de arista sinuosa y dos artefactos de formatización sumaria, del subgrupo tipológico esbozo de pieza bifacial. Las piezas que presentan adelgazamiento bifacial en el sector Seis Bloques, son bifaces parciales. Por último, las piezas con reducción unifacial corresponden a tres unifaces, una raedera, un raspador y otro raspador confeccionado sobre un uniface.

Análisis de los bifaces

Dentro de la muestra, y discriminando entre los grupos tipológicos de artefactos bifaciales, encontramos cinco piezas que responden al subgrupo tipológico de los bifaces parciales y una pieza que pertenece al subgrupo tipológico de los bifaces en sentido estricto. Los primeros fueron adscriptos a dicho subgrupo tipológico, porque presentaban lascados marginales y parcialmente extendidos o marginales en una de sus caras. Estos atributos nos permiten diferenciarlos de los bifaces en sentido estricto (Hocsman 2006) y considerar que forman parte de los primeros momentos de la secuencia de producción de aquéllos (Figura 6). Por lo tanto, si retomamos la clasificación de Hocsman (2007) entre bifaces en sí mismos y en proceso de manufactura, nos inclinamos por la segunda denominación, ya que estos artefactos "presentan evidencias de continuar en una instancia de producción, como una arista sinuosa irregular con una sinuosidad moderada a amplia, sección transversal biconvexa asimétrica irregular" (Hocsman 2007: 58).


Figura 6. Imágenes de bifaces parciales. A y B: bifaces fragmentados. C: Cara convexa con señales de adelgazamiento. D: Cara plana con señales de formatización sumaria.

Todos los bifaces parciales registrados pueden considerarse bifaces como tales, es decir piezas que no han sido transformadas y tampoco recicladas (Hocsman 2007). Si bien tres de los bifaces parciales son fragmentos meso-apicales (Figura 6 a y b), no fueron clasificados como bifaces reciclados, ya que a partir de la fractura no se han conformado nuevos filos y/o puntas (Hocsman 2006). Al observar el bifaz parcial entero (Figura 6 c y d) en norma frontal, podemos distinguir que tanto el extremo distal como el proximal son partes activas, de formas aguzadas. De la misma forma podemos apreciar la convexidad de la cara trabajada con adelgazamiento bifacial, donde los lascados se entrecruzan en el centro de la misma (Figura 6c).

En la otra área donde hemos practicado el muestreo dirigido, el sector de la Terraza Dos, registramos el hallazgo de un bifaz modificado. Tipológicamente se ubica dentro del subgrupo de biface en sentido estricto (Figura 7a), ya que presenta lascados profundos y extendidos en ambas caras. Este artefacto formatizado, exhibe una modificación de una de las aristas sinuosas hacia una arista regular por lo cual se lo considera un bifaz modificado (Hocsman 2007, 2009). Dicha transformación impide poder distinguir si se comenzó desde un bifaz en sí mismo o en proceso de manufactura. La modificación de la arista permite identificar en este bifaz una preforma de punta de proyectil. La forma geométrica del contorno de este bifaz modificado, en mandorla, se asemeja a una de las variantes de las puntas Ayampitín identificadas por Rex Gonzalez (1952, ver Lam XIII a) (Figura 7b). Esta línea de trabajo debe explorarse, a partir de la obtención muestras más grande en el área, a fin de estudiar la posibilidad de manufacturar una punta de proyectil Ayampitín, a partir de un bifaz pequeño.


Figura 7:A:
Bifaz en sentido estricto. B: Puntas Ayampitín (tomado de A. R. González 1952). Casos de reciclaje de artefactos y solapamiento de filos

Dentro de nuestra recolección de Ampajango, en el sector Seis Bloques hemos registrado artefactos formatizados que han sido reciclados. Es el caso de un uniface de talla extendida que fue utilizado como forma base de un raspador de filo extendido. El artefacto posee una fractura en la porción distal, la cual es posterior a la conformación del uniface; al eliminarse ese filo, el artesano decidió confeccionar un raspador (Figura 8a), al cual se le practicó una reducción probablemente destinada a facilitar el enmangamiento. El filo del raspador confeccionado mediante retoques marginales, se superpone al del uniface, confeccionado mediante retoques profundos.

Distinto es el caso de otro uniface (Figura 8b), donde la conjunción de filos no se encuentra mediada por el reciclaje, sino por el solapamiento (Hocsman 2009). En dicho ejemplo, la manufactura de un filo en raspador frontal no anula el filo anterior. El raspador de filo frontal presenta una combinación en una misma serie de dos clases de anchura de lascados sobre el borde; retoque marginal y microrretoque ultramarginal. Dicha superposición de filos implica una diacronía (Hocsman 2007), un punto de cambio en el tiempo; en otras palabras, que existió un momento de decisión de sumar otro filo al instrumento.


Figura 8. A:
Caso de reciclaje sobre un uniface. Las flecha señala la fractura sobre la cual se confeccionó el raspador. B: Ejemplo de solapamiento de filos, uniface y raspador. Las flechas señalan las huellas del uniface: la arista del filo y los negativos de la reducción

HILANDO EXPERIENCIAS, LA FORMACIÓN DE UN MONTÍCULO

La información recabada a través del VML nos permite sostener que durante el Holoceno (capa LU-1) se han registrado diez eventos húmedos y áridos en el valle de Yocavil. Los datos aportados por nuestra investigación resultan ser coherentes con los efectuados por Somonte (2009) y Somonte y Baied (2013). Las capas más antiguas detectadas en Amaicha del Valle fueron WH6+ y WH7+ las cuales también se encuentran representadas en las muestras de Ampajango (Figura 4). La comparación con otros proxies regionales y de las Sierras Pampeanas resultan auspiciosos para considerar al VML como un proxy dato de la humedad. Resta una futura calibración de esta secuencia para el hemisferio sur, para poder establecer la temporalidad y sincronicidad de los eventos climáticos. Esto permitirá también acercarnos, en el caso de datar artefactos, a la edad mínima de los eventos de talla que le dieron origen y poder establecer una cronología relativa del comienzo de explotación de la cantera-taller.

Como agenda a desarrollar, resta ampliar la muestra y explorar si la diferencia de capas de barniz (como en la muestra A de la figura 4) corresponde fehacientemente a reclamación o a una depositación diferencial en los distintos lascados, ocasionados por procesos ambientales que afectaron la estabilidad de la geoforma donde se recolectaron los artefactos. A manera de ejemplo, podemos citar la acción de la abrasión que puede remover capas de la secuencia, mientras que bajo condiciones de humedad en ambientes áridos, el movimiento capilar del agua a través del barniz puede interrumpir el crecimiento del mismo (Liu y Dorn 1996).

La cantera-taller de Ampajango fue un espacio importante en el aprovisionamiento de recursos líticos en el valle de Yocavil, ya que allí se hallaban concentrados bloques de rocas volcánicas de textura fina y buena calidad para la talla (Carbonelli 2013b). Si a esto le sumamos el emplazamiento de la cantera-taller, fácilmente distinguible en la topografía de la región y su cercanía al río Ampajango y a otros cauces temporarios (en la actualidad), podemos afirmar que se trataba de un punto en el paisaje con buena accesibilidad.

La gran cantidad de potenciales formas bases abandonadas (Carbonelli 2013b), sumadas a los bifaces en proceso de producción y a los artefactos reciclados y con superposición de filos remiten a acciones que se encuentran abiertas, disponibles para futuros actos de talla. Se tratarían entonces de casos de reincorporation (sensu Schiffer 1987) donde el espacio es reocupado por la misma gente que lo abandonó, quienes reincorporan artefactos al contexto sistémico. Prospecciones intensivas a realizar en el futuro, aumentando el número de artefactos a analizar, nos permitirán identificar nuevos procesos de reclamación. De confirmarlos, es dable pensar que, por ejemplo, poblaciones agro-pastoriles aprovecharon la acumulación de artefactos previamente depositados por poblaciones cazadoras, reconocibles por su diseño y forma de producción. Esta hipótesis se sustentaría además por la presencia de cerámica formativa y tardía en el lugar y por el diseño de los grabados en los bloques. Estas son evidencias que la cantera-taller de Ampajango fue un espacio dentro del valle de Yocavil transitado por milenios.

Ya sea mediante procesos de reincorporación o reclamación, sostenemos que las poblaciones crearon este paisaje al depositar en él instrumentos con filos todavía activos y principalmente bifaces a medio terminar, listos para ser utilizados en otro momento. Esta característica, sumada al tamaño nos permite pensar a estos instrumentos como ítems que formaron parte del equipamiento de sitio (Binford 1979). Al respecto, en una zona vecina como Amaicha del Valle, Baied y Somonte (2012) proponen como hipótesis que los sitios denominados "ampajanguenses" no serían canteras en el sentido estricto, sino espacios destinados a actividades específicas como el aprovechamiento de recursos vegetales. Para ello, habrían sido necesarios estos instrumentos de gran porte y filo extendido. Estas características concuerdan con la descripción de Binford (1979:264) "These ítems were generally introduced during the early phases of use, or they were removed from caches at the site, having remained there from a previous period of use. They were thougth of as the appropriate 'ar tifact' furnishings of the site, the site-specific 'hardware'".

Debemos destacar que la presencia de bifaces también se constató en otros puntos del paisaje del valle, como El Bordo y Los Zazos, a través del análisis tecno-tipológico de colecciones de museos (Carbonelli 2013b). Estos espacios con materia prima disponible inmediatamente, también serían lugares propicios para regresar en una época del año determinada y realizar una actividad puntual (Franco 2002).

A manera de cierre, retomamos algunas líneas de investigación, ya enunciadas en los primeros acercamientos a este sitio. Cigliano et al. (1962) al referirse al contexto general de su descubrimiento, se remiten a Ampajango como un paisaje lunar, por la apariencia tosca de sus materiales, su gran tamaño y la apariencia tonal del barniz.

A través de nuestro análisis tecno-tipológico y la pausible evidencia de reclamación que se desprende del análisis del VML, consideramos que las poblaciones cazadoras fueron coconstructoras de dicho paisaje, mediante la explotación, producción y manejo de los recursos líticos. Con el objetivo de caracterizar de forma más acabada estas relaciones, introduciremos una metáfora para comprender el paisaje de Ampajango. Siguiendo un concepto de Ingold (2000b:203), podemos pensar a la cantera-taller como un gran montículo: algo que nunca está terminado, sino que se halla sujeta y abierta a una constante transformación. De la misma forma que una apacheta refleja una permanente invitación a los caminantes a contribuir en su formación y altura, Ampajango fue un espacio siempre disponible al agregado de nuevas actividades. La interacción con el paisaje trasciende el ciclo de vida de una población, dado que la reproducción sistemática de una práctica de talla atraviesa varias generaciones.

 

NOTAS

1. No es nuestra intención en este trabajo efectuar una descripción exhaustiva del origen y los alcances de esta técnica, como tampoco de sus limitaciones. Este artículo se basa en la aplicación particular del VML en el sitio Ampajango. Para conocer en profundidad esta técnica y su uso a nivel global nos remitimos a los trabajos de Liu y Broecker (2007, 2008a y b) y en el caso específico de los problemas geomorfológicos y uso arqueológico en nuestro país a los trabajos de Baied y Somonte (2012) y Somonte y Baied (2013).

 

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo se efectuó en el marco de mi beca PGII otorgada por CONICET, y con el financiamiento de los subsidios UBACyT GC (2011-2014) y de ANPCYT PICT-20102013 (2011-2014). Agradezco profundamente a mi colega la Dra. Carolina Somonte. En un ambiente que cada vez se torna más competitivo e individualista, no encontré una generosidad tal como la de Carolina. Ella supo despojarse de cualquier tipo de egoísmo personal, y me brindó todos sus conocimientos, experiencias y dedicación para que yo también pudiera aplicar la técnica de microlaminación del barniz. No sólo me abrió las puertas de su casa, hace tres años en Tucumán, sino también la de la colegialidad profesional y eso deja huellas.

 

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^rND^sAldenderfer^nM.S.^rND^nL. F.^sBlanco^rND^sAschero^nC. A.^rND^nS.^sHocsman^rND^sBaied^nC.^rND^nC.^sSomonte^rND^sBinford^nL.^rND^sBond^sG.C^rND^nW^sShowers^rND^nM^sCheseby^rND^nR^sLotti^rND^nP.^sAlmasi^rND^nP^sde Menocal^rND^nP^sPriore^rND^nH.^sCullen^rND^nI^sHajdas^rND^nG^sBonani^rND^sBroecker^nW. S.^rND^nT^sLiu^rND^sBruniard^nE.^rND^sCarbonelli^nJ.P.^rND^sCarbonelli^nJ.P.^rND^sCigliano^nE.^rND^1A01^nAgustina^sLongo^rND^1A02^nNora Inés^sZagorodny^rND^1A01^nAgustina^sLongo^rND^1A02^nNora Inés^sZagorodny^rND^1A01^nAgustina^sLongo^rND^1A02^nNora Inés^sZagorodny

ARTÍCULO

Estudio de alfarerías ordinarias de contextos arqueológicos tardíos (Campo de Carrizal, Departamento de Belén, Catamarca)

Common pottery study in late archaeological context (Campo de Carrizal, Belén Department, Catamarca)

 

Agustina Longo*

* Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP. Avenida 122 y 60 (1900), La Plata, Buenos Aires, Argentina. Agustina Longo es estudiante de la Licenciatura en Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. El presente trabajo se desarrolló en el marco de una beca de grado (CIN) bajo la dirección de la Lic. Nora Zagorodny, formando parte del proyecto "Aldeas protegidas, conflicto y abandono. Investigaciones arqueológicas en el Valle de Hualfín en el Período de Desarrollos Regionales-Inca (Catamarca- Argentina)" (Directora: Dra. Bárbara Balesta). E-mail: agu.longo@gmail.com

Nora Inés Zagorodny**

**Laboratorio de Análisis Cerámico, 64 Nº 3 (1900), La Plata, Buenos Aires, Argentina. Nora Inés Zagorodny se graduó como Licenciada en Antropología en la década del 80´ en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata. En las últimas décadas ha realizado investigaciones arqueológicas en el Departamento de Belén, Catamarca, Argentina y se ha especializado en el análisis ceramológico, con énfasis en los estudios de manufactura. Actualmente es Investigadora y Profesora Titular de la asignatura Arqueología Americana II de la Carrera de Antropología de la UNLP. E-mail: nzagorodny@hotmail.com

Recibido: mayo de 2014
Aceptado: julio de 2014

 


RESUMEN

El presente trabajo analiza, en un nivel macroscópico y submacroscópico, las características tecno-morfológicas y funcionales de la cerámica ordinaria proveniente de excavaciones de un recinto del sitio Tardío Campo de Carrizal (Valle de Hualfín, Departamento de Belén, Catamarca). Los resultados obtenidos, de carácter preliminar, sugieren la existencia de dos grupos de vasijas: aquellas utilizadas para cocinar y aquellas utilizadas para almacenar alimentos.

Palabras claves: cerámica ordinaria; Período Tardío; Campo de Carrizal; Valle de Hualfín; noroeste argentino.

ABSTRACT

The results of the macro and submacroscopic analysis of techno-morphological and functional characteristics of common pottery sherds, from the excavated enclosure of Late site Campo de Carrizal (Hualfín Valley, Belen Department, Catamarca), are presented. Preliminary analysis suggests the existence of two groups of vessels: those used for cooking and other ones used to store food.

Key words: common pottery; Late Period; Campo de Carrizal; Hualfín Valley; northwestern Argentina.


 

INTRODUCCIÓN

Los materiales cerámicos ordinarios analizados provienen de la excavación de un recinto ubicado en el sitio Campo de Carrizal (27°19´59´´ S y 67°2´27´´ W). El mismo se encuentra en el departamento de Belén, provincia de Catamarca, en el margen oeste del Río Hualfín, a 2 km de la localidad de Azampay. El sitio está emplazado sobre tres espolones que bajan de los cerros (denominados en sentido oeste-este, 1, 2 y 3), a 2000 msnm (Figura 1A).


Figura 1. A. Sitio Campo de Carrizal. B. Vista ampliada de los recintos 1 y 2 del núcleo habitacional 2, Espolón 3. En el recinto 1 se sombreó el sector excavado.

Las evidencias arquitectónicas arqueológicas están conformadas por un conjunto de seis núcleos habitacionales (en adelante NH) más o menos dispersos, rodeados de sistemas de andenes de cultivo y/o circulación y obras de irrigación. Cada núcleo habitacional está conformado por uno o más recintos sub-rectangulares. En el espolón oriental (espolón 3), se ha relevado un gran núcleo habitacional (NH2) compuesto por dos recintos, denominados recinto 1 y 2, que comparten una de sus paredes medianeras (Figura 1B). El recinto 1 (a partir de ahora Esp.3.NH2.Rec.1) es el de mayores dimensiones y presenta una planta singular que puede describirse como dos trapecios de diferentes tamaños opuestos por su base. La superficie total del recinto es de aproximadamente 175 m2. Su acceso es por el sector noreste, a través de un largo pasillo. La planificación del trabajo de campo, en función del tiempo con el que se contaba para las tareas de excavación, llevó a subdividir el recinto en dos sectores que se corresponden con la morfología citada más arriba. Cada trapecio entonces se constituyó en un sector, el norte y el sur respectivamente. La superficie del sector norte, motivo del presente trabajo, es de aproximadamente 42 m2 (23,7%) mientras que la del sector sur, aún no excavado, es de 135m2 (76,3%). Las paredes miden 1 m de ancho promedio y han sido realizadas mediante la técnica de muro doble con relleno. El recinto 2 es de morfología sub-rectangular y tiene una superficie aproximada de 70 m2, su pared norte mide 14 m y las paredes este y oeste alrededor de 5 m (Zagorodny et al. 2007; Balesta et al. 2011; Zagorodny et al. 2014).

Los materiales cerámicos recuperados, tanto en las excavaciones realizadas en el sector norte del Esp.3.NH2.Rec.1 como en los núcleos habitacionales correspondientes a los restantes espolones, permiten afirmar que dicho sitio fue ocupado por la entidad socio-cultural Belén que cronológicamente se adscribe al Período de Desarrollos Regionales/Inka (ca. 1000/1535 A.D.) del área valliserrana del noroeste argentino (Núñez Regueiro 1974; González 1979; Wynveldt y Iucci 2013). Hasta el presente, se cuenta con dos fechados radiocarbónicos provenientes tanto del recinto analizado en este trabajo como de otro situado en un espolón vecino (espolón 2). Los datos se resumen en la Tabla 1.

Tabla 1. Fechados radiocarbónicos del sitio Campo de Carrizal.

Las excavaciones del sector norte del mencionado recinto culminaron en el nivel 100-110 cm coincidente con la roca de base por debajo del piso de la ocupación. El material más representativo en términos numéricos ha sido la cerámica. La mayoría corresponde a cerámica ordinaria tardía (n=580), siguiendo en cantidad la cerámica Belén Negro sobre Rojo (n=201) y, finalmente, en muy baja proporción, Santa María Negro sobre Blanco (n=24). Conjuntamente con los materiales cerámicos se encontraron abundantes evidencias relacionadas con actividades metalúrgicas, tales como refractarios, trozos de mineral y fragmentos de objetos de metal (Zagorodny et al. 2014). Por otra parte, se han hallado instrumentos de obsidiana y otras materias primas líticas (Flores y Morosi 2010), artefactos óseos -entre los que se destaca una punta pulida-, una pala de madera, así como restos de postes de sostén del techo carbonizados y semicarbonizados. Los análisis antracológicos permitieron identificar a los restos de madera utilizados como pertenecientes al género Prosopis sp. El grado de deterioro de los postes así como su asociación contextual permiten considerar que dicha carbonización habría sido resultado de un evento de incendio producido luego del abandono del recinto (Zagorodny et al. 2007, Valencia et al. 2009).

Los antecedentes de estudios de cerámica ordinaria del período tardío en el área valliserrana del noroeste argentino son escasos si se los compara con los análisis de cerámica fina. Dentro de los estudios pioneros, se encuentran los realizados por una de las autoras que analiza cerámica ordinaria de contextos domésticos del Valle de Abaucán poniendo especial énfasis en la relación entre la forma y la tecnología a la hora de analizar la funcionalidad cerámica (Zagorodny 1996), y los de Piñeiro (1996), que realiza un estudio de la producción cerámica en el Valle de Santa María. Posteriormente, nuevos estudios analizaron cerámica ordinaria de diversos contextos domésticos y funerarios así como su asociación con la cerámica fina (Marchegiani y Greco 2007; Iucci 2009, 2013) y su rol como indicador de interacciones sociales a diferente escala (Puente 2012), entre otros. El presente estudio, por su parte, representa una primera aproximación a las características tecno-morfológicas y funcionales de la cerámica ordinaria hallada en las excavaciones del sector norte del recinto 1 (Esp.3.NH2) del sitio Campo de Carrizal. Así, Pretende aportar al conocimiento de la variabilidad de la cerámica ordinaria tardía de contextos domésticos.

 

METODOLOGÍA

En el año 1999, Balesta y Zagorodny plantearon una distinción entre cerámica fina y cerámica ordinaria en función de las características tecnológicas. Definieron así la cerámica ordinaria como aquella que posee una pasta poco compacta con inclusiones visibles a simple vista, paredes gruesas, un acabado de superficie alisado rugoso y, generalmente, sin decoración. Según las autoras, este tipo de cerámica presenta, en la mayoría de los casos, evidencias de uso culinario como restos de hollín y adherencias orgánicas, que indicarían un uso ligado a la producción, consumo y/o almacenamiento de alimentos sólidos y líquidos. En relación a esto último, trabajos recientes (Wynveldt 2009; Iucci 2009, 2010) han mostrado que la funcionalidad no es útil como criterio de distinción debido a que la cerámica ordinaria y la fina tienen usos compartidos. Ambas fueron utilizadas para fines culinarios, ya sea en contextos cotidianos y/o rituales, así como para contener entierros. La cerámica fina y la ordinaria se encuentran asociadas compartiendo los mismos espacios domésticos, funerarios e incluso mixtos (entierros dentro de recintos domésticos) como es el caso del recinto 36 del sitio Cerro Colorado ubicado en el Valle de Hualfín (Balesta y García Mancuso 2010; Iucci 2013). Al mismo tiempo, en la cerámica ordinaria tardía resulta habitual encontrar manifestaciones decorativas sobre sus superficies. Nos referimos a incisiones, aplicaciones al pastillaje y, en algunos casos, restos de pintura (Piñeiro 1996; Marchegiani y Greco 2007; Puente 2012; Iucci 2013). En este sentido, en el presente trabajo se utiliza el concepto de cerámica ordinaria en detrimento de otros, como utilitaria o doméstica, para evitar una connotación funcional o contextual de la misma. La definición de cerámica ordinaria remite, entonces, únicamente a ciertos atributos tecnológicos (pasta poco compacta, inclusiones sobresalientes, acabado de superficie desparejo, paredes gruesas) que permiten, a los fines prácticos del análisis, realizar una primera clasificación de la cerámica (Marchegiani y Greco 2007; Iucci 2009).

El estudio del material cerámico ordinario se llevó a cabo a través del análisis macroscópico y submacroscópico de las características morfológicas, tecnológicas y funcionales de la cerámica ordinaria (Rye 1994 [1981]; Balfet et al. 1992; Zagorodny 1996, 2000). El análisis parte de considerar que para una mejor aproximación al uso de los contenedores cerámicos es necesario tener en cuenta tanto los aspectos de diseño del artefacto como las evidencias directas de uso (Rice 1989; Skibo 1992; Iucci 2009, 2013). El modo de hacer, la morfología y el tamaño de las vasijas permiten realizar una primera aproximación indirecta al uso de las vasijas cerámicas de contextos domésticos que debe ser analizada junto con las evidencias directas de uso, ya sea por procesos de desgaste o adición (Skibo 1992). En relación a esto último, entonces, es necesario resaltar aquí que no es una sola característica excluyente de una determinada función, sino que es la conjunción de varias de ellas la que permite aproximarnos a la comprensión de la funcionalidad cerámica. A continuación resumiremos brevemente los pasos seguidos en cada nivel de estudio.

 

Nivel Macroscópico

Como una primera aproximación al análisis de la cerámica ordinaria, se agrupó a los fragmentos en conjuntos que representaban posibles piezas cerámicas, y luego se realizaron tareas de remontaje entre y dentro de los conjuntos establecidos. Por último, se caracterizó morfológicamente a dichos conjuntos y se los describió de acuerdo a sus atributos relacionados con las técnicas de manufactura y sus posibles usos.

Conjuntos. El material fragmentario fue agrupado de acuerdo a sus atributos observables a ojo desnudo: color y textura de la pasta, grosor de las paredes, curvatura, atmósfera de cocción, marcas de confección, uso y restauración, decoración, tratamiento de superficie, visibilidad de las inclusiones, entre otros. La agrupación del material fragmentario en conjuntos tiene como objetivo facilitar las tareas de remontaje. Además permite aproximarnos al número mínimo de vasijas, ya que cada conjunto podría representar una pieza cerámica.

Remontaje. El remontaje de una pieza es una práctica que permite principalmente reconstruir la morfología y las dimensiones de una pieza y, en este sentido, inferir ciertos aspectos funcionales. Al mismo tiempo, a través de la unión de fragmentos con características diferentes, ayuda a identificar la construcción diferenciada de una misma pieza. Así, por ejemplo, una vasija puede presentar, a la vez, paredes gruesas y delgadas así como coloraciones diversas en los distintos sectores que la componen (Zagorodny 1996), en respuesta a las técnicas de manufactura así como a los requerimientos morfológicos y funcionales. El remontaje se llevó a cabo tanto dentro de cada conjunto formado como entre los mismos. Asimismo, las tareas de remontaje permiten identificar el grado de dispersión de los materiales dentro del relleno de la estructura excavada y realizar interpretaciones referidas a procesos de formación del sitio.

Fragmentos conectores. Las prácticas de construcción diferenciada dentro de una misma vasija se han hecho visibles a partir de la identificación de los llamados "fragmentos conectores". Estos han sido definidos como aquellos fragmentos que poseen características mixtas correspondientes a dos zona contiguas de una vasija, como por ejemplo cuello y cuerpo, y que permiten dar continuidad al perfil de una pieza (Zagorodny 1996).

Clasificación morfológica y tamaño. Se realizó una clasificación morfológica inicial de las vasijas siguiendo los criterios propuestos por Balfet et al. (1992) que se basan en la relación de las dimensiones principales de la pieza (diámetros, alturas, etc.). De acuerdo a estos autores, una vasija es abierta cuando la misma no presenta constricción de diámetro y su diámetro máximo coincide con el de la boca. Por oposición, una vasija cerrada es aquella en la que el diámetro máximo no coincide con el de la boca y cuyo diámetro mínimo es mayor o igual a un tercio del diámetro máximo. Una pieza tiene forma simple cuando se puede describir haciendo referencia al volumen geométrico que encierra. Una pieza tiene forma compuesta si se la puede describir haciendo referencia a dos o mas volúmenes geométricos que la componen. Dentro de las formas compuestas, se distinguen las de perfil continuo -que se dividen en sectores por medio de puntos de inflexión- y las de perfil discontinuo -que se dividen en sectores por puntos de intersección-. Las tareas de remontaje de las piezas permitieron tomar algunas medidas de los diámetros (diámetro de la boca y la base, diámetro máximo) así como de las alturas (altura de la pieza y de los puntos de inflexión). En función de la altura total, del diámetro máximo y del diámetro de la boca se estimó el tamaño aproximado de las piezas. De acuerdo con el análisis de Iucci (2013), realizado en una muestra de vasijas ordinarias tardías del Valle de Hualfín, relacionando estas tres variables se pueden distinguir cuatro categorías de tamaño: muy chicas, chicas, medianas y grandes. Una vasija muy chica tiene una altura y un diámetro máximo de hasta 10 cm y una abertura de hasta 8 cm. Para una vasija chica las dimensiones aproximadas de la altura y el diámetro máximo son de entre 15 y 20 cm y del diámetro de abertura de entre 8 y 20 cm. Una vasija mediana tiene una altura y un diámetro de abertura de entre 15 y 30 cm y un diámetro máximo de entre 30 y 40 cm. Por último, una vasija grande tiene una altura total y un diámetro máximo mayor a 40 cm y diámetro de abertura de entre 30 y 45 cm. Al mismo tiempo, dichas estimaciones del tamaño permitieron un primer acercamiento al volumen de las vasijas. Así, "...las piezas muy chicas tienen 1 litro de capacidad, las chicas entre 1 y 5, las medianas entre 5 y 15, y las grandes más de 35 (...) existe un grupo de vasijas, que tendría entre 15 y 35 litros, que no está representado..." (Iucci 2013: 268). En los casos en que los fragmentos mayores pudieron orientarse, se realizó el perfil morfológico de las piezas.

Caracterización de los conjuntos. Finalmente, se procedió a caracterizar macroscópicamente a dichos conjuntos de acuerdo a distintas variables que permiten acercarnos tanto a sus características tecnológicas como a sus posibles usos: a) grosor de las paredes y tamaño de los fragmentos; b) decoración y tratamiento de superficie; c) presencia de hollín y/u otras evidencias directas de uso y d) visibilidad de las inclusiones a ojo desnudo.

 

Nivel submacroscópico

Con el fin de aproximarnos de manera preliminar a la composición de la pasta cerámica, se realizaron estudios submacroscópicos a partir de la observación con lupa binocular de la fractura fresca así como del desagregado de la pasta (Zagorodny 2000). La caracterización de la composición de la pasta ayudará, al mismo tiempo, a corroborar la conformación de los conjuntos realizados en el nivel macroscópico. Para la realización de este análisis se tomó una muestra de fragmentos seleccionados de los conjuntos obtenidos en el nivel macroscópico. La muestra está conformada por siete fragmentos, uno por cada conjunto y dos por cada conjunto en los casos en que se lo ha dividido en dos subconjuntos. En futuros estudios se analizará la totalidad de los fragmentos incorporando los distintos sectores de las piezas para poder abordar la construcción diferenciada de una misma pieza (Zagorodny 1996) y se realizarán análisis microscópicos de cortes delgados con el fin de profundizar los resultados obtenidos en este trabajo.

Fractura fresca. Se analizó el aspecto general de la pasta a través de la observación de la fractura fresca con ayuda de la lupa binocular. Para ello se tuvo en cuenta el grado de compactación (compacta, semicompacta, no compacta), el color y la atmósfera de cocción.

Desagregado de la pasta. Para el análisis del tamaño, morfología y tipo de inclusiones de la pasta cerámica se utilizó la técnica planteada por Zagorodny (2000), que consiste en la separación, mediante un golpe de mano de mortero, de las inclusiones de la matriz arcillosa y su posterior observación, descripción e identificación bajo lupa binocular. Dicha metodología parte de la base de considerar a las inclusiones como cuerpos que pueden ser analizados desde una perspectiva tridimensional. El desagregado de la pasta cerámica se analizó teniendo en cuenta el tamaño de las inclusiones de acuerdo con la escala de Udden-Wentworth (grano muy grueso entre 2 y 1 mm; grano grueso entre 0,5 y 1 mm, grano mediano entre 0,50 y 0,25 mm; grano fino entre 0,25 y 0,125 mm; grano muy fino entre 0,125 y 0,062 mm), el grado de redondez (angular, subangular, subredondeado, redondeado) y el grado de selección (muy buena, buena, moderada, pobre y muy pobre) (Pettijohn 1963). Asimismo, se caracterizó a las inclusiones cualitativamente (cristales, líticos, tiesto molido). Si bien esta técnica resulta apropiada para la cerámica ordinaria, no es aconsejable para el caso de las llamadas "finas", entre otros motivos por el grado de compactación de sus pastas que impiden la desagregación entre matriz e inclusiones. Las inclusiones, que a pesar del procedimiento, aún se mantienen en la matriz original, pueden ser analizadas y evaluadas de igual forma que en la fractura fresca. En el caso del tiesto molido, este se identifica generalmente por sus diferencias en la coloración con respecto al fragmento analizado, y por el tamaño de sus propias inclusiones.

 

RESULTADOS

Como ya se mencionó, de los 814 fragmentos cerámicos que fueron recuperados en la excavación del Esp.3.NH2.Rec.1, 234 (29%) corresponden a cerámica fina y 580 (71%) a cerámica ordinaria. Del total de fragmentos ordinarios, 229 (40%) pudieron ser agrupados en cinco conjuntos. Los restantes 351 fragmentos (60%), si bien han podido ser agrupados de acuerdo a características concordantes, no constituyen conjuntos plausibles de conformar una misma pieza. De estos 351, 178 son fragmentos agrupados en conjuntos tentativos: 10 corresponden a bordes, los cuales no han podido ser vinculados con otros fragmentos; 11 corresponden a fragmentos con incisiones gruesas y 152 han sido considerados como misceláneas, no solamente por su tamaño (menores a 3 cm2) sino porque, además, no han podido ser vinculados a fragmentos mayores. Luego de las tareas de remontaje, los 229 fragmentos primeramente citados, y condensados en cinco conjuntos, se vieron reducidos a 159.

Conjunto 1 (Figura 2A): este conjunto está formado por 113 fragmentos que luego de ser remontados se redujeron a 80. Este conjunto se puede subdividir en dos subconjuntos a (n=64) y b (n=16) que presentan algunos atributos diferentes (grosor, evidencias de uso) y no han podido remontarse.


Figura 2. Conjunto 1.A. Reconstrucción de la vasija. Izquierda: lado externo. Derecha: lado interno. B. Vista ampliada de los "hoyos de forma circular". C. Vista ampliada del fragmento conector.

Subconjunto 1A: el subconjunto 1a está formado por 92 fragmentos que luego de ser remontados se redujeron a 641. De estos últimos, uno corresponde a la base, otro al borde y 62 corresponden al cuerpo de la vasija -1 corresponde al fragmento conector, 16 al cuerpo superior o cuello y 45 al cuerpo inferior-.

- Grosor y superficie: el grosor de las paredes varía desde 8 hasta 10 mm, en los fragmentos del cuerpo y cuello, y de 11 a 14 mm, en los fragmentos cercanos a la base. La superficie de los mismos abarca desde los muy pequeños de 2 cm2 hasta los muy grandes de 360 cm2 aproximadamente.

- Decoración y tratamiento de superficie: los fragmentos de este conjunto no presentan decoración. En cuanto al tratamiento de superficie, se pueden distinguir dos sectores que coinciden con las características diferenciales de la base y el borde de la pieza. Los fragmentos que, por su similitud con la base, formarían parte del cuerpo inferior de la pieza (n=45) poseen en su mayoría la superficie externa irregular alisada (n=42); algunos de ellos (n=3) presentan una superficie más áspera, y todos son de color crema, con marcas del alisado en distintas direcciones. En cuanto a la superficie interna, la misma se encuentra muy erosionada (se deshace fácilmente) y en la mayoría de los casos es de color rosada; sólo un fragmento presenta una coloración gris. Por otro lado, los fragmentos que, por su similitud con el borde, forman parte del cuello o cuerpo superior (n=16) poseen la superficie externa irregular, rugosa y áspera de color anaranjada con algunas manchas negras. En cuanto a la superficie interna, ésta se encuentra alisada en dirección paralela al cuello y presenta distintas tonalidades entre gris y ante. Dichos sectores no han podido ser remontados entre sí. Lo que ha permitido su inclusión en un mismo conjunto y lo que permitió a su vez interpretar a la base, el borde y los fragmentos correspondientes al cuerpo superior e inferior como formando parte de una misma pieza, ha sido el fragmento denominado conector (Zagorodny 1996) que presenta una transición entre las características diferenciales de la base y el borde (Figura 2C). Tiene una superficie de 300 cm2 aproximadamente y presenta la mitad de su superficie interna erosionada y la otra mitad sin erosionar.

- Evidencias de uso: ocho fragmentos del cuello/cuerpo superior presentan restos de hollín en su superficie interna. En otros tres fragmentos del mismo sector de la pieza se observan en la superficie interna "hoyos de forma circular" (Iucci 2010) (Figura 2B). Tres fragmentos presentan "agujeros de reparación" (Balesta y Zagorodny 2002), dos del cuerpo inferior (cada uno con un agujero), y el otro, que corresponde al fragmento conector, con cuatro agujeros.

- Pasta-inclusiones: se analizó un fragmento perteneciente al cuerpo inferior (muestra 1.1). La fractura fresca presenta una pasta semicompacta, de color uniforme y cocción oxidante completa. Se observan inclusiones a simple vista tanto en la fractura fresca como en las superficies internas y externas. A partir de observaciones realizadas con lupa binocular del desagregado de la pasta cerámica se identificaron inclusiones mayoritariamente de grano fino y sólo unas pocas de grano mediano, grueso y muy grueso, con una morfología subangular a subredondeada, lo que indica que el grado de selección es moderado. Se identificaron litoclastos, cristaloclastos (cuarzo, mica, otros minerales no identificados) y clastos de color rojizo opaco que, de acuerdo a las características enumeradas por Cuomo di Caprio y Vaughan (1993), podrían ser identificados como tiestos molidos. Aunque estos autores marcan pautas de identificación del tiesto molido en cortes delgados, su caracterización permite también identificarlo en su forma tridimensional en el desagregado de la pasta a partir de la presencia de contornos angulares e irregulares, de una coloración diferente así como por la microestructura que lo caracteriza. Este último tipo de inclusión ha sido observado en la cerámica ordinaria de otros sitios tardíos como El Molino, en el Valle de Hualfín (Iucci et al. 2010), y La Angostura y El Duraznito, en el Valle del Bolsón (Puente 2012), entre otros.

- Morfología y dimensiones: el conjunto estudiado corresponde a una vasija cerrada, de forma compuesta y perfil continuo. La base es externamente cóncava e internamente está muy erosionada, mide 14 cm de diámetro y posee una altura de 2,5 cm hasta el punto de inflexión con el cuerpo inferior. El sector del fragmento correspondiente al cuello de la vasija muestra que el mismo es evertido. De acuerdo a las dimensiones del tiesto se verificó que la altura del cuello era de 3,3 cm desde el labio hasta el punto de inflexión con el cuerpo superior y que el diámetro de abertura de la boca fue de aproximadamente 22 cm, representando este fragmento un 26% del total del diámetro estimado. A partir del mismo fragmento también se ha podido establecer un diámetro estimativo para el sector correspondiente a una distancia de 20 cm desde el labio; el valor obtenido es de aproximadamente 40 cm. Este valor representaría el mínimo del diámetro máximo. La altura total de la pieza no se ha podido obtener, pero sumando la altura del borde más la del fragmento conector y la base debería haber alcanzado unos 60 cm. Las dimensiones tomadas del diámetro máximo, la altura y la abertura de la boca sugieren que se podría tratar de una vasija de tamaño grande, con un volumen aproximado mayor a 38 litros (Iucci 2013). En la Figura 3 se esquematizó el perfil de la base y del borde con el fin de visualizar la probable morfología y tamaño de la pieza.


Figura 3. Conjunto 1. Reconstrucción del perfil del borde y la base.

Subconjunto 1B: este subconjunto está formado por 21 fragmentos que, luego de ser remontados, se redujeron a 161. Todos pertenecen al cuerpo de la pieza.

- Grosor y superficie: el grosor de estos fragmentos varía entre 8 y 12 mm aproximadamente. En cuanto al tamaño, los más pequeños tienen una superficie de 8 cm2 y el fragmento mayor mide 851 cm2.

- Decoración y tratamiento de superficie: no presentan decoración. La superficie externa de los fragmentos es áspera y de color anaranjada. La superficie interna está bien alisada y es de color gris. Se observan a simple vista las marcas del alisado.

- Evidencias de uso: dos fragmentos de distinto tamaño presentan "agujeros de reparación". El fragmento más pequeño tiene dos agujeros y el otro, de aproximadamente 800 cm2, presenta ocho.

- Pasta-inclusiones: se analizó un fragmento perteneciente al cuerpo que presenta agujeros de reparación (muestra 1.8). La fractura fresca presenta una pasta semicompacta, de color marrón-rojiza (no uniforme) desde la superficie externa a la interna y cocción oxidante. No se observan inclusiones a ojo desnudo. En el desagregado de la pasta se han observado inclusiones, en su gran mayoría, de grano fino y de morfología subangular y subredondeada. Se han identificado litoclastos y cristaloclastos de cuarzo.

- Morfología y dimensiones: los fragmentos de este conjunto muestran un perfil continuo, sin puntos de inflexión y con gran curvatura. No se tomaron medidas ya que existen dudas con respecto a la correcta orientación de los fragmentos mayores.

Aunque no se han podido unir, los subconjuntos a y b comparten algunas características que hacen pensar que formaron parte de la misma pieza: ambos poseen "agujeros de reparación", la superficie externa de los fragmentos del cuerpo superior/cuello del subconjunto a es similar a la superficie externa de los fragmentos del subconjunto b -alisada rugosa o áspera y de color anaranjada- y ambos subconjuntos presentan cercanía espacial en el contexto de hallazgo -aparecieron encimados en la misma cuadrícula-.

Conjunto 2 (Figura 4): este conjunto está conformado por 18 fragmentos que luego de ser remontados se redujeron a ocho1. Todos los fragmentos pertenecen al cuerpo de la pieza.


Figura 4. Conjunto 2. A. Lado externo. B. Lado interno.

- Grosor y superficie: el grosor de los fragmentos varía entre 5 y 9 mm. Los más pequeños tienen una superficie promedio de 3 cm2 y el más grande de 222 cm2.

- Decoración y tratamiento de superficie: el fragmento mayor de este conjunto, de 222 cm2, se encuentra decorado. Presenta dos aplicaciones al pastillaje del tipo "grano de café" que miden 2 por 1 cm cada uno y están distanciados entre sí unos 7 cm. Los fragmentos de este conjunto son de color gris en la superficie interna y del color de la pasta, ante o beige, en la externa. Presentan un tratamiento de superficie particular conocido como peinado, tanto en la superficie externa como en la superficie interna.

- Evidencias de uso: el fragmento mayor presenta hollín en su superficie interna y en su superficie externa. Sin embargo, como se explicará en el apartado Discusión y Conclusiones, no se considera como una evidencia de uso sino como resultado del incendio del recinto.

- Pasta-inclusiones: a partir del análisis de la fractura fresca de un fragmento del cuerpo (muestra 2.1), se observó una pasta compacta de una coloración no uniforme, desde la superficie interna hacia la externa, negro-gris-ante producto de una oxidación incompleta. No se observaron inclusiones a ojo desnudo. El análisis del desagregado de la pasta permitió identificar pequeñas inclusiones de grano fino, en su mayoría subangulares y subredondeadas. El grado de selección de las inclusiones es de moderado a bueno. Se identificaron cristaloclastos de cuarzo y mica.

- Morfología y dimensiones: se puede hacer una aproximación tentativa a su morfología a partir del fragmento mayor, de 222 cm2. Dicho fragmento presenta un punto de inflexión superior que parecería indicar que se trata de una vasija cerrada, de forma compuesta y perfil continuo. Si bien no se han podido tomar medidas de la altura o diámetros, este mismo fragmento presenta una altura de 15 cm y una gran curvatura, lo que estaría indicando que la pieza podría corresponder a una vasija de tamaño mediano (Iucci 2013).

Conjunto 3 (Figura 5):los fragmentos correspondientes a este conjunto son 64 que, luego de ser remontados, se redujeron a 481. De estos últimos, 47 pertenecen al cuerpo o al cuello de la pieza, y uno pertenece al borde.


Figura 5.
Conjunto 3. Lado externo.

- Grosor y superficie: el grosor de las paredes es en promedio de 11 mm, algunos pocos tienen un grosor de 14-15 mm en los puntos de inflexión. La superficie de los fragmentos va desde los 2 cm² hasta los 200 cm² aproximadamente en los más grandes. - Decoración y tratamiento de superficie: los fragmentos de este conjunto no están decorados. La superficie externa se encuentra cubierta por un baño de color crema-amarillento que en algunos fragmentos presenta un color rojizo y en dos de ellos algo grisáceo. La misma ha sido poco alisada y, por lo tanto, la superficie es áspera y rugosa al tacto. Las marcas del alisado adoptan distintas direcciones. La superficie interna presenta una coloración rosada con manchas grisáceas con variaciones en la tonalidad; está más alisada que la superficie externa y se aprecian las marcas de dicho procedimiento en distintas direcciones.

- Evidencias de uso: no presenta evidencias directas de uso.

- Pasta-inclusiones: se analizó un fragmento del cuerpo de este conjunto (muestra 3.1) que presenta en fractura fresca una pasta semicompacta, de color rojizo uniforme producto de una oxidación completa. No se observan inclusiones a simple vista. Observaciones del desagregado de la pasta permitieron reconocer inclusiones en su mayoría de grano fino y subangulares, que estarían indicando un grado de selección bueno. Se identificaron litoclastos y cristaloclastos de cuarzo.

- Morfología y dimensiones: en cuanto a la morfología de dicha pieza sólo se puede decir que podría ser una vasija abierta ya que, en principio, no se observa un diámetro mayor al de la boca. El fragmento correspondiente al borde mide 14,5 cm de largo, posee una superficie de 48 cm2 y un perfil recto a ligeramente evertido. A partir de dicho fragmento se pudo obtener un diámetro aproximado de la abertura de la boca de 52 cm, representando dicho fragmento un 9% del total del diámetro establecido. La poca curvatura del borde y de la mayoría de los fragmentos podría estar indicando que se trata de una pieza de tamaño grande (Iucci 2013).

Conjunto 4 (Figura 6): los fragmentos de este conjunto son 21, que luego del remontaje se redujeron a 161. De estos últimos, dos corresponden al borde y el resto a fragmentos del cuerpo o cuello.


Figura 6. Conjunto 4. A. Lado externo. B. Lado interno. C. Vista ampliada de la decoración incisa en el lado interno del borde.

- Grosor y superficie: el grosor de las paredes de los fragmentos del cuerpo tienen en promedio 14 mm, mientras que los fragmentos del borde varían entre 16 y 19 mm. La superficie de los mismos va desde los 4 cm2 hasta los 811 cm2.

- Decoración y tratamiento de superficie: los fragmentos pertenecientes del borde presentan en el lado interno una decoración incisa con 2 líneas curvas paralelas que se entrelazan a intervalos regulares formando "ochos alargados" consecutivos que recuerdan a las guardas de los pucos tipo Famabalasto Negro Grabado (Figura 5C). La superficie externa se encuentra cubierta por un baño de color crema-amarillento con algunas manchas de diferente tamaño y de tonalidades rosadas y otras que varían del negro al gris; ha sido poco alisada y, por lo tanto, la superficie es áspera y rugosa al tacto. Las marcas del alisado son observables a ojo desnudo. En los fragmentos que fueron remontados con el borde de la pieza, dichas marcas muestran, en su mayoría, una dirección paralela al mismo. La superficie interna de los fragmentos presenta una coloración anaranjada uniforme y está bien alisada.

- Evidencias de uso: no presenta evidencias directas de uso.

- Pasta-inclusiones: se analizó un fragmento del cuerpo (muestra 4.1) que presenta una pasta compacta de color uniforme anaranjado producto de una oxidación completa. No se observan inclusiones a ojo desnudo. En el desagregado de la pasta se han identificado inclusiones de grano fino a muy fino, en su mayoría subangulares. Se han podido identificar cristaloclastos (cuarzo y mica), y otros no identificados de color negro con brillo vítreo con pequeñas inclusiones blancas y fragmentos muy pequeños de color rojizo uniforme que podrían corresponder a tiestos molidos.

- Morfología y dimensiones: la vasija es abierta de forma compuesta con un leve punto de inflexión que delimitaría el cuello del cuerpo y de perfil continuo. El fragmento más grande del conjunto pertenece al borde, que mide 45 cm de largo, 25 cm de alto y tiene una superficie de alrededor de 800 cm2; asimismo, posee muy poca curvatura y un perfil bastante recto. Estos últimos rasgos estarían indicando un gran diámetro de la boca, así como también un gran tamaño de la pieza en general (Iucci 2013). Si bien no se ha podido determinar la altura total de la vasija se considera que ésta debe haber superado considerablemente la altura registrada para este gran fragmento.

Aunque no se han podido remontar fragmentos del conjunto 3 con los del 4, algunas características compartidas entre dichos conjuntos hacen pensar que probablemente formen parte de la misma pieza: presentan el mismo tratamiento en la superficie externa de sus fragmentos (un baño color crema-amarillento), la curvatura de sus fragmentos es poca, el grosor de las paredes de los fragmentos del cuerpo es entre 10 y 14 mm, y no presentan huellas directas de uso -como exposición al fuego-. Sin embargo, algunas diferencias obligan a mantener por el momento la distinción entre los dos conjuntos: el color de la superficie interna, los fragmentos de borde no se corresponden (podría ser que el borde del conjunto 3 esté mal asignado ya que no ha remontado con ningún fragmento del conjunto) y la pasta es más compacta en el conjunto 4 que en el 3.

Conjunto 5 (Figura 7):este conjunto está formado por 13 fragmentos que luego de ser remontados se han reducido a siete. Está formado por dos subconjuntos a (n=3) y b (n=4).


Figura 7. Conjunto 5. A. Lado externo. B. Lado interno.

Subconjunto 5A: el subconjunto 5A está formado por nueve fragmentos que luego de ser remontados se redujeron a tres1. Pertenecen todos al sector del cuello/cuerpo superior.

- Grosor y superficie: el grosor de estos fragmentos varía desde 7 hasta 12 mm. La superficie es de 2,5 cm2 para los dos fragmentos sin remontar y de 150 cm2 aproximadamente para el fragmento remontado.

- Decoración y tratamiento de superficie: el fragmento mayor presenta decoración al pastillaje, que consiste en una aplicación de tipo "grano de café" cuyas medidas son 2 x 2 cm. La superficie externa se encuentra alisada de modo rugoso y presenta una coloración que varía entre el negro y el gris. La superficie interna es de la misma coloración y se encuentra alisada.

- Evidencias de uso: restos de hollín en la superficie interna en los tres fragmentos.

- Pasta-inclusiones: se ha analizado el fragmento mayor (muestra 5.1). La fractura fresca muestra una pasta semicompacta, de color no uniforme, tricapa, negro-gris-negro que fue cocida a una atmósfera reductora. Se observan pocas inclusiones de cuarzo a simple vista. En la observación del desagregado de la pasta se reconocieron inclusiones en su mayoría de grano fino y de morfología subangular, lo que determina un buen grado de selección. Se han identificado cristaloclastos de cuarzo y posible tiesto molido.

- Morfología y dimensiones: no se han podido tomar medidas de la pieza y tampoco se pudo aproximar la morfología y tamaño de la misma.

Subconjunto 5B: el subconjunto 5B está formado por cuatro fragmentos que no han podido ser remontados. Uno de ellos pertenece al borde y los otros tres probablemente al cuello.

- Grosor y superficie: el grosor de estos fragmentos varía desde 7 hasta 9 mm, siendo entre 7-8 mm en el fragmento del borde y entre 8-9 mm en los fragmentos del cuello/cuerpo superior. La superficie de los mismos es de 20 cm2.

- Decoración y tratamiento de superficie: estos fragmentos no presentan decoración. La superficie externa se encuentra alisada de modo rugoso y presenta una coloración que varía en distintos tonos de gris-ante. La superficie interna es de la misma coloración.

- Evidencias de uso: vestigios de hollín en la superficie externa de uno de los fragmentos.

- Pasta-inclusiones: se analizó la muestra del fragmento que corresponde al borde (muestra 5.2). Dicho fragmento presenta una pasta semicompacta de color no uniforme, ante (interna) y gris (externa), producto de una oxidación incompleta. Se observan a simple vista abundantes inclusiones de cuarzo. En el desagregado de la pasta se observaron inclusiones en su mayoría de grano mediano y grueso, y unas pocas muy gruesas. El grado de selección es pobre. En cuanto al grado de redondez, la mayoría son subangulosas y subredondeadas. Se han identificado cristaloclastos de cuarzo y otros minerales no identificados, unos de coloración blanquecina opaca, y otros negro brillante.

- Morfología y dimensiones: no se han podido tomar medidas de la pieza y tampoco se pudo aproximar la morfología y tamaño de la misma.

Lo que permite suponer que ambos subconjuntos podrían formar parte de la misma pieza es el fragmento del borde del subconjunto b que presenta semejanzas con el resto de los fragmentos del mismo subconjunto (coloración de la superficie interna, grosor de las paredes) y con el fragmento grande del subconjunto a. Sin embargo, los estudios preliminares de la composición de la pasta establecen una diferencia entre ambos conjuntos que podría ser producto de los distintos sectores o estar indicando que son piezas distintas.

Los resultados de los cinco conjuntos analizados se resumen a continuación en la Tabla 2

Tabla 2. Características macro y submacroscópicas de los 5 conjuntos analizados. Esp.3.NH2.Rec.1. Campo de Carrizal, Belén, Catamarca. Presencia (x). Ausencia (-). Dato desconocido o no determinado (?). Subangulares (SA). Subredondeadas (SR).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El análisis macroscópico y submacroscópico de las características tecno-morfológicas y funcionales de la cerámica ordinaria del sector norte del Esp.3.NH2.Rec.1 permitió reconocer ciertas particularidades de estas vasijas entre las que se destacan su gran tamaño y la presencia, en algunas de ellas, de depósitos de hollín. De acuerdo con las cinco categorías funcionales propuestas por Rice (1989), los contenedores analizados podrían haber sido utilizados para la cocción y/o preparación, así como para el almacenamiento de alimentos.

a) Vasijas para la preparación y/o cocción de alimentos: conjuntos 1 y 5. Estas dos vasijas comparten ciertas características que indicarían un uso relacionado con la preparación y/o cocción de alimentos (Rice 1989; Skibo 1992; Orton et al. 1997; Iucci 2009). Presentan las paredes del cuerpo delgadas (menores a 1 cm), lo que implica una mejor conducción del calor, cocinando más rápido la comida y con menor cantidad de combustible. Al mismo tiempo, la superficie externa es irregular, está alisada pero manteniendo un acabado rugoso que brinda mayor superficie por donde el calor se puede absorber más rápido. Las formas que se han podido estimar son de perfil continuo, lo que también implica buenas propiedades térmicas ya que la ausencia de ángulos ayuda a una difusión pareja del calor evitando rajaduras. Otra variable asociada con resistencia al estrés térmico es la composición de la cerámica. De acuerdo a los resultados obtenidos, estas dos vasijas podrían haber sido atemperadas con tiesto molido, que posee un coeficiente de expansión térmica menor o igual al de la arcilla produciendo menos estrés térmico (Rice 1989). Estudios futuros de cortes delgados confirmarán la presencia de este tipo de antiplástico. Otra característica común a estas piezas es que presentan en su cara interna restos de hollín, que podría ser el producto de la carbonización del contenido orgánico incluido en la misma. De acuerdo con Zagorodny (1996), muchas vasijas utilizadas para la cocción de alimentos, cuyas zonas basales estuvieron en contacto con el fuego, presentan en ese sector una textura desmigable y una coloración más clara que en el resto de la pieza. A su vez, es la zona del cuerpo de la vasija la que presenta depósitos de hollín en la superficie externa producto de su contacto con las emanaciones del combustible. De estas dos vasijas, sólo la 5 presenta depósitos de hollín en la superficie externa. La vasija 1, si bien no exhibe restos de hollín en la superficie externa, posee la base y el sector inferior muy erosionado. No obstante, es arriesgado plantear que esta situación sea consecuencia de una exposición al fuego.

Los agujeros presentes en la vasija 1 pueden ser identificados como agujeros de restauración que, de acuerdo a lo planteado por Balesta y Zagorodny (2002), estarían evidenciando un proceso de reparación ligado a un interés en la conservación de la pieza. En la misma pieza se observaron marcas en la superficie interna del cuello que Iucci (2010) define como "hoyos de forma circular" y los ha identificado como marcas de abrasión física producto del golpeteo producido por algún instrumento utilizado en la preparación/remoción de alimentos (Skibo 1992).

b) Vasijas para almacenar alimentos: conjuntos 3 y 4. Estas dos vasijas también comparten características mencionadas por Rice (1989) así como por Iucci (2009) que podrían indicar su uso como contenedores para almacenar alimentos, ya sean líquidos o sólidos. Ambas presentan paredes gruesas (mayores a 1 cm), lo que brinda mayor estabilidad y preserva la humedad. Esta última característica también se ve favorecida por el tratamiento de la superficie interna que se encuentra bien alisada y de la superficie externa que se encuentra cubierta por un baño en ambas vasijas. El alisado y el baño actúan a modo de barrera y reducen la posible pérdida de sustancias líquidas aumentando la impermeabilidad de la pieza. Una característica sobresaliente de estas piezas es su gran tamaño (inferido por la poca curvatura de los fragmentos) y gran diámetro de la boca, de aproximadamente 52 cm para la vasija 3, y no determinada pero aún mayor, para la vasija 4, lo que permite una buena accesibilidad al contenido de las mismas. No presentan marcas de exposición al fuego en sus superficies externas e internas. Ambas tienen la superficie externa irregular que facilita el agarre y eventual transporte de la pieza.

c) Contenedores para usos indeterminados: conjunto 2. Esta vasija es cerrada, de perfil continuo y tamaño mediano. Presenta paredes delgadas con un tratamiento de superficie peinado en ambos lados. Se observan pequeños depósitos de hollín en la superficie externa e interna que no guardan ningún patrón fijo de depositación. Los mismos podrían haber sido resultado de algún evento de incendio producido en la vivienda una vez abandonada la misma, tal como se postuló en trabajos anteriores al analizar los restos de postes de sostén del techo allí hallados (Valencia et al. 2009).

En resumen, los resultados preliminares obtenidos acerca de las características tecno-morfológicas y funcionales de la cerámica ordinaria analizada permiten pensar en grandes vasijas de uso culinario con una movilidad reducida dentro de un espacio doméstico (excepto la vasija 2), más bien ligadas a tareas de almacenamiento, procesamiento y/o cocción de alimentos que al transporte de los mismos (Rice 1989). Esperamos, en próximos estudios, realizar análisis de cortes delgados así como análisis químicos de residuos orgánicos que corroboren y complementen la información obtenida en esta primera aproximación, y así seguir profundizando en el conocimiento de la variabilidad y funcionalidad de la cerámica ordinaria tardía del área valliserrana del noroeste argentino.

 

NOTAS

1. De aquí en adelante, los distintos n que hacen referencia a tratamientos de superficie, sector de la pieza, evidencias de uso, etc. se refieren al total de fragmentos remontados.

 

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a los evaluadores por sus valiosos comentarios sobre el ma­nuscrito original. A Violeta Cantarelli por la disponibilidad del material necesario para la realización de la figura 3. Este trabajo es el resultado alcanzado a través de una beca de grado otorgada por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).

 

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ARTíCULO

Primeros estudios sobre tecnología lítica en sitios del periodo de integración regional en la provincia de La Rioja. El caso de la Cuestecilla.

First studies on lithic technology in sites of the regional integration period in The Rioja province. The case of la Cuestecilla.

Mariangeles Borgo*

*FACSO-UNICEN.Mariangeles Borgo realizó la Licenciatura en Ciencias antropológicas con orientación en Arqueología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires. En este artículo se presentan parte de los resultados obtenidos en el trabajo final de Tesis. E-mail: mariangeles_borgo@hotmail.com

Recibido: mayo de 2014
Aceptado: agosto de 2014.


RESUMEN

En este trabajo se presentan los resultados de las investigaciones realizadas sobre la tecnología lítica del sitio La Cuestecilla ubicado entre las localidades de Pituil y Chañarmuyo (La Rioja, Noroeste argentino). A través del análisis tecnomorfológico y la elaboración de secuencias de producción se busca contribuir al conocimiento de las sociedades que habitaron el sitio entre los Períodos Medio o de Integración Regional y Tardío o de Desarrollos Regionales. Para llevar adelante esta investigación se parte de entender a la tecnología como un fenómeno cultural y dinámico en el cual se ponen de manifiesto procedimientos, saberes, técnicas, elecciones y decisiones de los agentes sociales. El conjunto artefactual responde a los requerimientos de las prácticas cotidianas y la utilización principalmente de materias primas locales.

Palabras claves: Tecnología lítica; Período de Integración Regional o Medio; Prácticas sociales; Secuencias de producción, Provincia de La Rioja.

ABSTRACT

In this work the results of research conducted on the lithic technology of site La Cuestecilla located between the towns of Pituil and Chañarmuyo in the province of La Rioja, Argentine Northwest are presented. Through morphological analysis and the development of technological sequence of production this work contributes to the knowledge of the societies that inhabited the site between periods Middle or Regional Integration and Late or Regional Developments. We understand technology as a cultural and dynamic phenomenon in which procedures, knowledge, techniques, choices and decisions of social actors are evident. The artefactual assembly meets the requirements of daily practices and use mainly local raw materials.

Key words: Lithic technology; Middle Period or Regional Integration; Social practices; Sequence of production, Province of La Rioja.


INTRODUCCIÓN

El análisis presentado a continuación constituye un primer referente para sitios asociados temporalmente al Período de Integración Regional o Medio en la provincia de La Rioja. Además, aporta información acerca de la tecnología lítica en el Noroeste Argentino (en adelante, NOA), una vía de análisis que solo en los últimos años ha comenzado a ser estudiada sistemáticamente. Bajo la premisa que la tecnología es un fenómeno cultural y dinámico se llevó a cabo el análisis tecnomorfológico del conjunto lítico y se construyeron las secuencias de producción de las materias primas más explotadas en el sitio para poder conocer la tecnología lítica de las sociedades que habitaron La Cuestecilla entre el 600 y 1250 DC.

Históricamente, las investigaciones acerca de las llamadas sociedades agropastoriles se han centrado en la producción de otras tecnologías como la cerámica o la metalurgia, postergando el estudio de la tecnología lítica. Esta falta de atención probablemente se deba a que los enfoques que han dominado en la arqueología, se han interesado en otros aspectos de la cultura material y también a la relativa escasez de restos líticos recuperados en los sitios tardíos (Escola 2000; Chaparro 2001). Sin embargo, en los últimos quince años, han surgido nuevos aportes que permiten avanzar hacia la caracterización de la producción lítica y el estudio del rol que esta cumplió en las sociedades del NOA.

Las investigaciones centradas en la transición Arcaico-Formativo, han considerado que la tecnología lítica formaba parte de las estrategias para resolver los distintos tipos de riesgos (Escola 1996, 2002). En relación con esto, Hocsman (2006a) observa que hacia 4000 AP hay una disminución en la inversión de trabajo sobre las piezas. Esto lo deduce de la reducción en la cantidad de artefactos con adelgazamiento y reducción bifacial, y un aumento en el trabajo no invasivo. Esta tendencia se atribuye a una reducción en el riesgo de subsistencia relacionada a la disminución de la movilidad residencial, el mejoramiento de las condiciones locales puneñas y el desarrollo de actividades productivas agrícolas y pastoriles. Carbonelli (2009) considera que la vinculación de la tecnología expeditiva con el riesgo, termina reduciendo el análisis lítico a una mera medición de la forma en la que el hombre responde a variaciones climáticas impredecibles. A partir de lo cual, plantea la necesidad de un nuevo enfoque, que integre estos aspectos con la esfera social de la tecnología.

Además del componente expeditivo, coexisten en las sociedades formativas artefactos asociados a estrategias de conservación (Escola 2000) y con una mayor inversión de trabajo. Se evidencia la presencia de artefactos relacionados con las actividades productivas y extractivas como puntas de proyectil, grandes lascas con retoques, palas, azadas y artefactos de molienda (Ávalos 1998, 2010; Gastaldi 2001; Perez 2004, 2008, 2010; Babot 2006; Hocsman y Escola 2007).

Si bien existen investigaciones acerca del primer milenio de la era sobre contextos residenciales (Gastaldi 2001; Moreno 2005; Carbonelli 2011), particularmente hay una ausencia de información sobre la tecnología lítica de los grandes asentamientos Aguada (valles de Catamarca y La Rioja). En este marco, el análisis del conjunto lítico de La Cuestecilla se constituye en un primer referente ya que se focaliza en el análisis de materiales que provienen de un sitio Aguada. A pesar de la falta de antecedentes, es necesario mencionar el trabajo de Figueroa (2010) en el Valle de Ambato (Catamarca). Este constituye un antecedente directo para el Período Medio o de Integración Regional dentro de un contexto social no igualitario. Su investigación se focalizó en el estudio de la producción agrícola, partiendo del análisis de diversos materiales, entre ellos el lítico.

En lo que respecta a los estudios que se han centrado en el Período Tardío e Inka, se ha observado en relación con la tecnología lítica, una baja inversión de trabajo sobre los artefactos (Ávalos 1998, 2002; Chaparro 2002, 2008-2009, 2009, 2012; Ávalos y Chaparro 2004; Elías 2005, 2007, 2008, 2011; Sprovieri 2005, 2006; Chaparro y Ávalos 2006; Sprovieri y Baldini 2007). Elias (2007) plantea que la ausencia de estrés temporal y el bajo costo de fracaso de la obtención de los recursos, implicó una estrategia expeditiva con artefactos de diseño utilitario. Por su parte, las puntas de proyectil y los perforadores presentan una mayor inversión de esfuerzo en su manufactura respondiendo a estrategias de tipo conservadas.

En relación con el aprovechamiento de las materias primas líticas se evidencian dos tendencias, un predominio de rocas locales donde se manifiesta baja inversión de tiempo y cuidado en la elaboración artefactual, mientras que en las foráneas, principalmente obsidianas, existe una mayor inversión en el tiempo de manufactura para determinados artefactos. Asimismo, algunos investigadores observan una recurrencia en la utilización de ciertas fuentes de obsidianas a través de los siglos (Yacobaccio et al. 2002, 2004; Escola 2007). El análisis llevado a cabo sobre los materiales lítico de La Cuestecilla indican tendencias similares a las observadas en el NOA, principalmente por la presencia de un conjunto artefactual que evidencia una baja inversión de trabajo en su manufactura, la utilización de materias primas locales y el uso de determinadas rocas para la confección de artefactos con funciones específicas.

Algunas consideraciones teóricas

El estudio de la tecnología de las sociedades sedentarias tradicionalmente se llevó a cabo desde una perspectiva unidimensional, priorizando la relación población-ambiente. Si bien estas investigaciones han aportado información sistemática al respecto, diversos investigadores han remarcado la necesidad de integrar aspectos sociales, entendiendo a la tecnología como un fenómeno cultural y dinámico (Scattolin y Lazzari 1997; Lazzari 1997, 1999, 2005; Gastaldi 2001; Moreno 2005; Chaparro 2009, 2012; Carbonelli 2011, 2013; entre otros). Se entiende a la tecnología como un conjunto de conocimientos y procedimientos materiales que, mediante una serie de gestos y operaciones, lleva a la realización de un producto. Comprende acciones físicas realizadas por actores sociales, quienes toman una serie de decisiones condicionadas por el contexto social y natural en el que viven (Álvarez 2003). Pero a la vez, en su desarrollo cotidiano por parte de sujetos intencionales, opera una trasformación de esos recursos generando nuevas condiciones para la acción que se constituye a través de la práctica (Álvarez 2009). Las teorías de la práctica (Bourdieu 1977; Bourdieu y Wacquant 1995) y la acción humana (Giddens 1991, 1995) proveen elementos útiles para poder explicar esta relación desde la investigación arqueológica (Dobres y Hoffman 1994; Dobres y Robb 2000; Gastaldi 2001; Lazzari 2005, 2006). Ambas teorías consideran a las prácticas sociales como acciones intencionales que surgen de la capacidad de los individuos para manejar y producir modificaciones en el estado de cosas o procesos (Giddens 1991). Es decir, son las manifestaciones de la producción de la vida social y el lugar donde se expresa esa producción.

El sitio La Cuestecilla

El sitio arqueológico La Cuestecilla se ubica al oeste de la actual localidad de Pituil, sobre el fondo del valle del río Chañarmuyo, a unos 1500 msnm, ocupando una superficie que excede las 150 hectáreas (Callegari 2006). Las evidencias radiocarbónicas y el material cerámico indican que la construcción del sitio se habría iniciado en el Período Temprano o Formativo Inicial, como una pequeña aldea que fue adquiriendo mayor tamaño entre el 600 y 900 DC, tal vez por la presencia de importantes espacios públicos y la administración del culto a nivel local. La ocupación del asentamiento se extendería hasta los inicios del período de Desarrollos Regionales o Período Tardío (Callegari et al. 2010).

El área central del sitio se caracteriza por presentar distintas estructuras que, según sus características constructivas, formales y el registro arqueológico, habrían actuado como espacios con funcionalidades específicas (Callegari et al. 2012). Entre ellos se distinguen, los domésticos integrados por espacios residenciales y espacios abiertos, que habrían funcionado como patios compartidos por varias viviendas. Estos conforman Grupos Arquitectónicos, algunos de los cuales cuentan con pequeñas plataformas (Figura 1). Se destaca el Grupo Arquitectónico 6, donde se hallaron entierros humanos correspondientes a adultos y subadultos, los cuales permitieron determinar que estos espacios habrían actuado tanto como espacios residenciales como mortuorios (Callegari et al. 2013).


Figura 1. Plano general del sitio La Cuestecilla (tomado de Callegari et al. 2013).

Por su parte, aquéllos definidos como públicos, se conforman por el montículo ubicado al norte del sitio y emplazado sobre uno de los brazos del río Chañarmuyo (Figura 1). En la parte superior de esta estructura, se encuentran restos de pircas que parecen haber conformado recintos con presencia de material arqueológico. Por su ubicación, el montículo es visualizado desde casi todos los sectores del sitio, ejerciendo un control simbólico de todo el asentamiento (Callegari et al. 2013). Otro espacio público es la plaza, un espacio abierto ubicado en el centro del sitio, delimitado por piedras clavadas en el terreno con acceso en dos de sus esquinas. En el centro de la construcción hay un menhir delimitado por pequeñas piedras (Callegari et al. 2012). Por último, la plataforma se ubica en el límite sur del sitio, es una estructura cuya superficie fue nivelada, presentando dos rampas que culminan en una jamba. Sobre la superficie se emplazan algunos recintos, dos pequeñas plataformas, un menhir y material arqueológico (Callegari et al. 2012). De acuerdo a la ubicación de los espacios públicos dentro del sitio, el montículo y la plataforma estarían conformando los límites del mismo, ya que se emplazan en los extremos norte y sur, mientras que la plaza representaría en espacio público central (Callegari et al. 2013). Finalmente, los espacios productivos se ubican hacia los alrededores del sitio y lo conforman campos de cultivo y corrales. Además se emplazan, en sus cercanías, estructuras de piedras de colores que podrían haber estado relacionados a los ritos de fertilidad de la tierra (Callegari et al. 2013). Tales estructuras conforman en el sitio espacios productivos concebidos y construidos que reflejan un proceso activo de reforma del paisaje (Gonaldi y Rodríguez 2011).

Por otro lado, en el área de influencia del sitio (Figura 2) se han identificado pequeñas aldeas y diferentes zonas productivas (Callegari et al. 2013). Estas presentan plataformas pequeñas y espacios abiertos, similares a las que se encuentran en algunos grupos arquitectónicos de La Cuestecilla. Asimismo, se evidencian estructuras de piedras de colores, manifestaciones de arte rupestre y materiales arqueológicos (Callegari et al. 2013).


Figura 2. Ubicación del sitio La Cuestecilla y su área de influencia (tomado de Callegari et al. 2013).

En el trascurso de las investigaciones desarrolladas en La Cuestecilla se han abordado diferentes temáticas como la complejidad social, ideológica y el ceremonialismo (Callegari 2006; Callegari et al. 2010), el potencial económico en los espacios productivos (Gonaldi y Rodríguez 2010; Rodríguez 2011), las practicas funerarias (Pappalardo et al. 2007) y el análisis del conjunto lítico (Borgo 2014). En lo que respecta a este último, el conjunto proviene de los distintos trabajos de excavación y recolecciones superficiales llevados a cabo en los distintos espacios que conforman el sitio arqueológico (espacios residenciales, públicos y productivos).

Disponibilidad de materias primas

El estudio de la disponibilidad de los recursos, a través de la localización y caracterización de las fuentes potenciales de aprovisionamiento, permite sostener que el mayor porcentaje de las materias primas que aparecen en el sitio son de carácter local (Borgo 2014). Se entiende por fuentes de materias primas locales a aquellas que se encuentran ubicadas entre los 2 y 40 km del sitio (Hocsman 2006b; Elías 2007). Dentro de un radio de 5 km existe una amplia disponibilidad de materias primas de variada calidad, entre ellas metacuarcitas, limolitas silicificadas, pelitas silicificadas y dacitas. Dichas rocas se han extraído de fuentes secundarias en formas de rodados que se encuentran en el margen del río que atraviesa el sitio. Por otro lado, rocas como graníticas alteradas y cuarzos fueron obtenidos de los afloramientos ubicados en cerros que rodean al asentamiento (Borgo 2014). Respecto a las materias primas de carácter no local, aquellas que se encuentran a más de 40 km de distancia (Civalero y Franco 2003), se diferencian por un lado filitas, pizarras y cataclasitas, rocas que no fueron identificadas en ninguna de las fuentes relevadas. Sin embargo, a partir del análisis de la carta geológica, se pudo observar que sus afloramientos se ubican a unos 40 km aproximadamente del área de estudio. La presencia de las mismas indica su selección, aprovisionamiento y traslado hacia el sitio. Por otro lado, se evidencian rocas como obsidiana y chert, con una presencia mínima, de las cuales no se conoce su procedencia, ni la forma en que estarían ingresando al sitio (Borgo 2014).

METODOLOGÍA

El conjunto lítico del sitio La Cuestecilla está compuesto por 1472 artefactos provenientes de espacios residenciales, públicos y productivos (G6, Montículo, G10, G16, G18, G20, G21) y de las aldeas ubicadas en el área de influencia (Tabla 1).

Tabla 1. Material lítico provenientes de los espacios que componen La Cuestecilla. Referencias: Artefac. Format.: Artefactos Formatizados; c/RC: con rastros complementarios; Artef no Format.: Artefacto no Formatizado (N=1472).

El mismo fue analizado de acuerdo a los lineamientos tipológicos propuestos por Aschero (1975, 1983). Se realizó el análisis de los núcleos, desechos de talla, filos naturales con rastros complementarios, artefactos no formatizados con rastros complementarios y artefactos formatizados. Se incluyó, además, para el estudio de los artefactos formatizados la clase técnica, la cual mide la superposición de lascados que cubre total o parcialmente la superficie de una u otra cara del artefacto (Hocsman 2006a). Particularmente, para los artefactos de molienda se tomaron las variables relevantes siguiendo la propuesta metodológica de Babot (2004). Por su parte, se ha incluido un subgrupo tipológico denominado artefactos de borde perimetral formatizado, comprendido dentro del grupo tipológico de los artefactos no diferenciados formatizados. Estas piezas fueron distinguidas por no poseer un filo, sino regularización de algunos de sus bordes. Sobre estos artefactos no se han realizado estudios funcionales, sin embargo debido a sus características, posiblemente fueron destinados a actividades de laboreo de la tierra. Para su análisis se han seleccionado y modificado las variables necesarias siguiendo la propuesta de Gastaldi (2001).

La identificación de las materias primas presentes en el conjunto fue llevada a cabo de forma macroscópica por el geólogo Horacio Villalba 1 así como también se realizaron análisis petrográficos. La identificación macroscópica y microscópica de las rocas ha permitido observar que en el conjunto se presenta una gran diversidad de materias primas.

Característica del conjunto lítico

La muestra fue analizada discriminando las distintas clases tipológicas y a cada subconjunto en función de la materia prima. Las clases más representadas fueron los desechos de talla (n=1301: 88,38%) y núcleos (n=66: 4,48%), seguidos por artefactos formatizados (n=45: 3,06%), filos naturales con rastros complementarios (n=26: 1,77%), artefactos no formatizados (n=20: 1,36%) y ecofactos (n=14: 0,95%) (Tabla 1). En cuanto a las materias primas, se observa un amplio predominio de rocas locales, en las que se imponen metacuarcitas (21,06%), limolitas silicificadas (17,91%), dacitas (14,81%) y pelitas silicificadas (13,66%); en menores porcentajes se encuentran cuarzos, graníticas alteradas, areniscas, areniscas cuarcíferas, lutitas silicificadas, granitos rosados, pórfidos volcánicos, micas, brechas, tobas y arcillitas silicificadas. Además, se evidencia la presencia de materias primas no locales como obsidiana, chert, filitas, cataclasitas y pizarras en forma de desechos de talla y artefactos formatizados (Figura 3).


Figura 3
. Frecuencia de materias primas presentes en el conjunto.

 

Núcleos

El análisis de los núcleos se realizó teniendo en cuenta materia prima, designación morfológica, dimensiones absolutas y relativas, forma base, cantidad mínima de extracciones, estado y presencia de corteza. Se identifican un total de 66 núcleos. Principalmente, su morfología es de lascados aislados (n=57), con menores frecuencias se presentan piramidales irregulares o parciales (n=2), discoidales irregulares (n=2) y prismáticos parcial unidireccional con extracciones irregulares o escasas (n=1). Las formas base que predominan son los nódulos o rodados a facetas y los guijarros de sección elíptica o alargada. Si bien, se presenta en el conjunto núcleos piramidales y prismáticos que podrían indicar la búsqueda de formas base estandarizadas, en la mayoría de los casos se observa una morfología no estandarizada, dada la presencia de núcleos de lascados aislados y el carácter irregular de las extracciones.

Las materias primas presentes son metacuarcitas (n=17), pelitas silicificadas (n=13), limolitas silicificadas (n=11), dacitas (n=10) y pórfidos daciticos (n=6). Debe destacarse que todas las materias primas son de procedencia local, indicando un aprovechamiento de recursos disponibles en las cercanías del asentamiento. Los tamaños corresponden a dimensiones grandes (muy grande, grande y mediano grande). Mientras que en los módulos de longitud-anchura predominan los cortos anchos, muy anchos y medianos normales. Por su parte, más del 60% de los núcleos presentan corteza.

Desechos de talla

En el análisis de los desechos de talla se consideró materia prima, estado, dimensiones absolutas y relativas, origen de extracciones, tipo de talón, bulbo de percusión, atributos asociados, presencia/ausencia de curvatura, terminación, alteraciones y sustancias adheridas. Los desechos suman un total de 1301, se observa un predominio de materias primas como metacuarcitas (21,91%), limolitas silicificadas (18,37%), dacitas (15,30%), pórfido dacítico (15,30%) y pelitas silicificadas (13,30%), todas de origen local. Sin embargo, se debe destacar la presencia de rocas no locales como la obsidiana (0,15%) y filitas (0,15%).

Acerca del origen de las extracciones, predominan las lascas internas, las categorías más representadas son las lascas de arista (59%), angulares (21%) y planas (20%). En cuanto a las externas, predominan las lascas de dorso natural (47%), primarias (28%) y secundarias (25%). Respecto a los talones, predominan los lisos y corticales, seguidos por diedros, puntiformes y filiformes. Los primeros pueden vincularse con la talla por percusión, mientras que la identificación de talones filiformes y puntiformes señala la aplicación, en menor medida, de talla por presión.

Para el análisis de las variables tamaño y módulo de longitud-anchura fueron consideradas únicamente las lascas enteras (n=609). En cuanto a los tamaños, las mayores frecuencias se presentan sobre los grandes, medianos grandes y medianos pequeños. Los módulos de longitud-anchura que predominan son los medianos normales y medianos alargados y cortos anchos, cortos muy anchos y cortos anchísimos. Se puede indicar entonces, un énfasis en el desarrollo de actividades de formatización de instrumentos y en menor medida, de reducción de núcleos y extracción de formas base, dado por la presencia lascas externas y tamaños grandes.

Artefactos formatizados

El análisis de los artefactos formatizados se llevó a cabo teniendo en cuenta materia prima, dimensiones absolutas y relativas, estado e fragmentación del artefacto, forma base, serie técnica, situación del lascado, clase técnica, grupo tipológico y rastros complementarios. Se recuperó un total de 45 artefactos (Tabla 2).

Tabla 2. Representación de grupos tipológicos según materias primas (N=45). Referencias: Art. de borde perimetral format.: Artefacto de borde perimetral formatizado; Art. no dif. de format. Sumaria: artefacto no diferenciado de formatización sumaria; Art. con filo doble en bisel asimétrico abrupto u oblicuo de MR corto: artefacto con filo doble en bisel asimétrico u oblicuo de microretoque; PES: pelita silicificada; DAC: dacita; Fil.: Filitas; MCUA: metacuarcita; LIS: limolita silicificada; AREC: arenisca silicificada; PDAC: pórfido dacítico; Piz.: pizarra; Catac.: cataclasita; Indet.: indeterminada; CZC: cuarzo; PVOL: pórfido volcánico.

Dentro de los artefactos formatizados predominan las filitas, pelitas silicificadas, metacuarcitas, dacitas, limolitas silicificadas y areniscas cuarcíferas. En cuanto a las formas base, prevalecen las lascas. Se presentan, en orden de frecuencia, lascas angulares, planas, primarias, de aristas, con dorso natural y secundarias. En muy pocos casos las formas base fueron nódulos no diferenciados como en el caso de algunas puntas entre muescas y cepillos; asimismo, se identifican guijarros de sección elíptica alargada en los denticulados.

En cuanto a los tamaños las mayores frecuencias se presentan sobre los grandes, muy grandes y medianos grandes mientras que en los módulos prevalecen los medianos normales, cortos muy anchos y cortos anchos. En menores frecuencias se presentan medianos alargados y corto anchísimo.

De acuerdo a la serie técnica, en los artefactos predomina el retoque marginal, la retalla parcialmente extendida, la retalla marginal y el microretoque marginal. Sobre la situación de los lascados predomina el unifacial directo. Sobre esta tendencia, se diferencian las puntas de proyectil, en las cuales la situación de los lascados es bifacial. La clase técnica que prevalece es el trabajo no invasivo unifacial, solo en un caso se identifica el trabajo no invasivo bifacial. En cuanto a la reducción, se diferencia el tipo unifacial sobre el artefacto compuesto (cepillo + punta entre muescas). Por su parte, en los fragmentos de puntas de proyectil se observa la reducción y el adelgazamiento bifacial (Figura 4).


Figura 4.
Clase técnica presente en los artefactos formatizados según las materias primas. Referencias: MCUA: metacuarcita; LIS: limolita silicificada; DAC: dacita; PDAC: pórfido dacítico; PES: pelita silicificada; CZC: cuarzo; Indet.: indeterminada; AREC: arenisca silicificada; PVOL: pórfido volcánica.

 

Se destaca la presencia de artefactos de borde perimetral formatizado (n=14). Si bien la morfología de estas piezas no se asemeja en ningún caso con las palas analizadas por autores como Gastaldi (2001) o Ávalos (2002, 2010), posiblemente estos artefactos se relacionan con las actividades de laboreo de la tierra, aunque esta hipótesis debe ser corroborada con análisis funcionales. Para la determinación tecnomorfológica se consideraron como variables relevantes la forma geométrica, la fractura, situación de los lascados, rastros complementarios, sección de borde formatizado, la forma y dirección de los bordes formatizados. Estos artefactos se presentan sobre lajas de rocas metamórficas como filita y pizarra (Tabla 2). De manera general, los bordes se clasifican en marginales cortos e irregulares sin patrón definido. En cuanto a los lascados todos son bifaciales, salvo en un caso donde se presenta de manera unifacial (Figuras 5 y 6 ).


Figura 5. Artefacto de borde perimetral formatizado de filita (LC G6 PLZ-1)


Figura 6. Fragmento de borde perimetral formatizado de pizarra (ALD3-5).

 

Artefactos no formatizados

Para analizar los artefactos no formatizados con rastros complementarios fueron consideradas materia prima, dimensiones absolutas y relativas, estado, posición de superficies activas y/u oquedades, rastros de uso, forma base y grupos tipológico. Se identificaron un total de 20 artefactos, dentro de los cuales se diferenciaron artefactos modificados por uso con marcas de hoyuelos o percusión sobre cuarzo y roca granítica. Además, se identificaron artefactos de molienda activos o superiores y pasivos o inferiores. En general, se presentan sobre arenisca, pórfido dacítico, limolita silicificada, metacuarcitas y granítica alterada. Su serie técnica es el picado, la abrasión, pulido y piqueteado, y la formas base sobre las que se han confeccionados los artefactos son nódulos o rodados a facetas y guijarros de sección elíptica.

Los artefactos de filos naturales con rastros complementarios fueron analizados utilizando las variables para los desechos de talla y además se evaluaron: morfología del filo, forma del bisel, rastros complementarios y continuidad de los rastros. Se evidencian 26 filos y las formas base sobre las que se presentan son principalmente lascas internas. En cuanto a los rastros, prevalecen los ultramicrolascados adyacentes, microlascados aislados o melladuras y microlascados y ultramicrolascados combinados. Las materias primas que predominan en el conjunto son metacuarcitas, limolitas silicificadas y pelitas silicificadas.

DISCUSIÓN

A continuación se analizan las secuencias de producción de las materias primas locales que se presentan con mayores frecuencias en el conjunto, así como también las secuencias de las materias primas consideradas no locales. A partir de esta herramienta metodológica se pueden conocer los modos de explotación lítica y las características de cada etapa involucrada.

Secuencias de producción de materias primas locales

A partir del análisis llevado a cabo se observa un predominio de materias primas de origen local provenientes de fuentes secundarias ubicadas en los márgenes del río que atraviesa el sitio. Entre ellas se encuentra la metacuarcita, disponible en el cauce del río Chañarmuyo. En el sitio se presentan en forma de nódulos y guijarros, lo que indicaría una selección previa de tamaños y formas en la misma fuente. Esta roca ha sido explotada de diferentes maneras, en algunos casos, los guijarros y nódulos fueron aprovechados de forma directa sin descortezamiento para ser utilizados como manos de molino. En otros casos, solo fueron formatizados de forma mínima en uno de sus bordes (mediante retalla unifacial) para la confección de artefactos. Sobre esta materia prima se cuenta con un núcleo prismático con extracciones irregulares o escasas, lo que podría indicar la búsqueda de formas base estandarizadas. Asimismo, se han extraído lascas que fueron utilizadas sin regularización posterior y como formas base para la confección de artefactos. Otra forma de aprovechamiento de esta materia prima fue a través del adelgazamiento bifacial, técnica que solo se ha identificado en una punta de proyectil hallada en superficie. Este diseño es característico de períodos más tempranos, especialmente de la llamada "transición ArcaicoFormativo" (Hocsman 2010; Pautassi 2012).

Las limolitas silicificadas se presentan en forma de bloques, nódulos y guijarros en el río. Estas dos últimas formas base son similares a las identificadas en los núcleos hallados en el sitio, lo que indicaría que esta roca fue explotada de forma directa seleccionando sus formas y tamaños para su empleo en actividades relacionadas con la molienda. Los nódulos, además, fueron formatizados sumariamente para elaborar artefactos sin previo descortezamiento. Mediante la técnica de talla por percusión directa se han extraído lascas externas e internas. Algunos de los filos de las mismas fueron utilizados sin regularizar, otras fueron formatizadas marginalmente. Esta materia prima se asocia a la confección de raederas y denticulados. Sobre esta roca se identificaron núcleos piramidales irregulares o parciales que evidencian la búsqueda de formas base relativamente estandarizadas.

La dacita es otra de las materias primas procedente del cauce del río, presente en forma de nódulos y guijarros. En el sitio los núcleos presentan formas irregulares, es decir, no se buscó la extracción de formas base determinadas. Las lascas obtenidas fueron utilizadas sin previa formatización. Otras fueron seleccionadas para la manufactura de instrumentos mediante retoques unifaciales (raspador, artefacto con filo doble en bisel asimétrico abrupto u oblicuo de microretoque y artefactos de formatización sumaria).

Por su parte, la pelita silicificada fue ampliamente explotada presentando una mayor diversidad de grupos tipológicos respecto a las demás materias primas indicando una posible elección de la misma. Se presenta en la fuente en forma de nódulos y guijarros. En el sitio se han recuperado núcleos y lascas externas, las cuales indicarían que fueron descortezados en el sitio. Las formas base fueron aprovechadas, por un lado, mediante la utilización de sus filos naturales y, por otro, a través de la aplicación de la presión como técnica de formatización de artefactos, la mayoría de los cuales fueron trabajados de forma unifacial (puntas entre muescas, cuchillos, raederas y raspadores).

Por último, el pórfido dacítico se presenta en el sitio en forma de nódulos, que posiblemente fueron empleados de forma directa como manos de molino, ya que se hallan artefactos de esta clase con huellas de abrasión, desgaste y picado, como rastro de utilización. Asimismo, mediante la percusión se han obtenido formas base que fueron empleadas de manera directa, lo que indicaría el aprovechamiento de sus filos naturales. Además, mediante la formatización unifacial de algunas lascas se han confeccionado artefactos como denticulados.

Secuencia de producción de filita, pizarra y cataclasita

La presencia de estas materias primas no locales (afloramientos ubicados a unos 40 kilómetros) indica su búsqueda, selección, aprovisionamiento y traslado hacia el sitio. La forma de presentación de estas materias primas son lajas, las cuales en La Cuestecilla fueron aprovechadas para la formatización de determinados instrumentos, como por ejemplo artefactos de borde perimetral formatizado (ver Figuras 5 y 6). Con respecto a las filitas y las pizarras, posiblemente fueron seleccionadas para actividades particulares relacionadas al laboreo de la tierra. Los bordes de estos artefactos fueron formatizados de forma sumaria, distinguiéndose huellas de potencial uso. Debido a las características de las materias primas y la baja frecuencia de desechos de talla, no pueden inferirse las técnicas de talla empleadas. El empleo efectivo de estos artefactos como instrumentos de laboreo de la tierra requiere de un estudio específico de funcionalidad sobre huellas de uso. En lo que respecta a la cataclasita, fue utilizada para la confección de un cuchillo mediante un microretoque bifacial.

Secuencia de producción de chert y obsidiana

La obsidiana y el chert son recursos de los que se desconoce su procedencia. Con respecto a la obsidiana se cuenta solo con dos lascas de origen interno de tamaño mediano pequeño. Lo cual podría indicar el ingreso de esta materia prima en forma de artefactos y el mantenimiento de los mismos. En cuanto al chert se ha registrado en el sitio solo un fragmento de punta de proyectil, confeccionada por microretoques bifaciales. Esta clase de puntas, apedunculadas pequeñas son las que comúnmente se hallan en los sitios del primer milenio y tardíos de la Puna Catamarqueña y el Área Valliserrana de Salta y Catamarca (Escola 2000; Chaparro 2002, 2008-2009, 2009, 2012; Elías 2005, 2007, 2008, 2011; Hocsman 2006a; Carbonelli 2009). Ante la falta de evidencia respecto de la localización de estas materias primas no locales, se puede considerar que su ingreso al sitio pudo haber sido en forma de núcleos o como artefactos ya formatizados.

CONCLUSIONES

A partir del análisis tecnomorfológico y la elaboración de secuencias de producción, se pudo inferir algunos procedimientos y conocimientos involucrados, así como también las elecciones y decisiones (Álvarez 2003). Se evidencia que los núcleos de rocas locales fueron reducidos mediante la aplicación de diferentes técnicas de talla, con el fin de obtener formas base, principalmente lascas, para la confección de artefactos. La presencia de desechos de talla y núcleos indican que esta actividad se estaría llevando a cabo en el sitio, mediando el traslado de nódulos desde el río. Los tamaños de los desechos son variados evidenciando, quizás, las diferentes etapas en la secuencias de producción.

La presencia de núcleos con morfología primatica y piramidal indicaría, aunque en muy baja proporción, la búsqueda de formas base determinadas. Sin embargo, se presenta en el conjunto, en mayor frecuencia, núcleos con corteza y extracciones desde diferentes direcciones, que muestran la utilización de soportes no estandarizados. En esta etapa de la secuencia de producción se estaría empleando técnicas de percusión directa, debido a la elevada presencia de talones lisos.

La distribución de los tamaños y módulos entre los desechos e instrumentos permite conocer las etapas que conforman la secuencia de producción.En ambos casos predominan los tamaños grandes, medianos grande y muy grandes. Con respecto a los módulos su distribución también coincide, predominando los medianos normales y cortos anchos. Esto indicaría que las lascas fueron utilizadas como forma base para la confección de instrumentos. En particular, se observan también, desechos de tamaños pequeños en los materiales provenientes de estratigrafía, evidencia que permite sostener que en los recintos se llevarían a cabo tareas específicas de formatización y mantenimientos de instrumentos. Con respecto a las técnicas de formatización, predominan las unifaciales, principalmente el retoque y en menor medida, la reducción bifacial. Asimismo, se destaca la presencia, en muy bajos porcentajes, de la aplicación de la técnica de adelgazamiento bifacial para una punta de proyectil.

La clase técnica permitió observar que en el conjunto artefactual presente en La Cuestecilla prevalece el trabajo no invasivo unifacial y en muy baja frecuencia, se presenta el trabajo no invasivo bifacial y la reducción unifacial. Solo los dos fragmentos de puntas de proyectil representarían los artefactos con mayor trabajo invertido, presentando reducción y adelgazamiento.

En La Cuestecilla, el conjunto artefactual responde a los requerimientos de las prácticas cotidianas de lugares residenciales, evidenciando principalmente actividades de procesamiento y de consumo (cuchillos, raspadores, muescas, raederas, denticulados, molinos, entre otros). En relación con el instrumental extractivo/ defensivo, no existen demasiadas evidencias que permitan sostener conclusiones definitivas. La escasa presencia de puntas de proyectil y de evidencias de manufactura de las mismas, podría estar indicando que las actividades de caza se llevarían a cabo en otros sectores, como por ejemplo en puestos de altura. A su vez, restan realizar estudios funcionales sobre los artefactos de borde perimetral formatizado que permitan corroborar su utilización para actividades de laboreo de la tierra.

Se utilizaron principalmente materias primas locales, obtenidas de forma directa. Asimismo, se observa cierta elección en las mismas. Por ejemplo, se utilizaron las rocas silicificadas de una buena calidad para la talla para determinados artefactos y una búsqueda de rocas con determinadas formas, como es el caso de los rodados destinados a la molienda. Además, se evidencia la utilización de rocas no locales como la obsidiana cuya procedencia debe identificarse a partir del análisis químico de los desechos encontrados en el sitio y su comparación con las fuentes conocidas para el NOA. Las fuentes más cercanas se encuentran a más de 200 km de distancia del asentamiento. Otras materias primas no locales son las filitas, cataclasitas y pizarras cuyos afloramientos se ubican a 40 km del sitio aproximadamente. Las mismas fueron seleccionadas para la elaboración de un particular conjunto de herramientas, posiblemente para el trabajo en la tierra (palas, azadas, etc.). El empleo de rocas distantes implica una forma de aprovisionamiento diferente que puede incluir traslados e intercambios entre diversos actores sociales.

Uno de los objetivos del análisis presentado fue contribuir al conocimiento acerca de las sociedades agropastoriles del primer milenio del NOA. Como se mencionó anteriormente, este trabajo constituye el primer estudio sistemático sobre la tecnología lítica en la provincia de La Rioja. En La Cuestecilla se destaca el amplio uso de rocas locales y la presencia de grupos tipológicos relacionados al consumo y el procesamiento, aspectos que han sido observados en otros contextos del NOA, como en el valle de Ambato (Figueroa 2010).

Al comparar la tecnología en La Cuestecilla con estudios similares desarrollados para el Período Temprano o Formativo y el Tardío o de Desarrollos Regionales se pueden señalar procesos similares, como por ejemplo, el aprovisionamiento de materias primas principalmente locales, lo cual se vincula con la amplia disponibilidad de las mismas. Se evidencia, además, una baja inversión de trabajo sobre las piezas y la utilización de rocas no locales destinadas a la confección de artefactos particulares (Escola 2000; Elías 2005, 2006, 2007, 2008; Escola y Hocsman 2007; Chaparro 2008-2009, 2009, 2012; Carbonelli 2009, 2013).

Los agentes sociales que habitaron La Cuestecilla se relacionaron cotidianamente con la tecnología estructurando la vida social, a su vez que, estas prácticas permiten definir la manera en la que se estructuran y reproducen las relaciones sociales entre las personas. Se observa el manejo de conocimientos acerca de la disponibilidad y las propiedades de cada una de las actividades cotidianas que implica la trasmisión de los mismos. Edmonds (1995) destaca que ese conocimiento es una forma de proceder dentro de un contexto específico, por lo tanto es colectivo y asociado a la reproducción social. En este sentido, los conocimientos técnicos están relacionados con la conciencia práctica, definida como los que los actores saben (o creen) acerca de las condiciones sociales (Giddens 2003), es decir un tipo de saber que el agente utiliza en su vida diaria, pero que sin embargo no puede expresar el "porqué" de la acción.

NOTAS

1-Jefe de trabajos prácticos de la cátedra Geomorfología y Geología del Cuaternario (FACSO-UNICEN).

AGRADECIMIENTOS

El trabajo presentado resume parte de mi tesis de Licenciatura defendida en abril de 2014 (Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN). Parte de la investigación se realizó mediante una beca de Formación para estudiantes avanzados otorgada por la misma casa de estudios. Quiero agradecer a mi directora de tesis la Dra. María Gabriela Chaparro y a la Dra. Adriana Callegari, codirectora de la misma. Deseo agradecer también a todo el equipo que conforma el proyecto de investigación "Espacio, arquitectura y materialidad. Ocupaciones Aguada y Sanagasta en los sectores Centro-Norte de los valles de Vinchina y Antinaco/Famatina" por darme la posibilidad de poder ser parte del mismo. Al Lic. Horacio Villalba por su colaboración con la determinación de las materias primas y al Dr. Pablo Messineo por sus sugerencias y correcciones. Quiero aclarar, que soy la única responsable de lo aquí expresado.

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ARTíCULO

Una formación economico social de cazadores recolectores en el norte semiárido de Chile: una reevaluación del sitio San Pedro Viejo de Pichasca.

A social economic formation of hunter-gatherers in the semiarid northern Chile: a revaluation of San Pedro Viejo of Pichasca site.

Angelo Alé*

*Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural, Universidad SEK-Chile. Angelo Ale es estudiante de la carrera de Arqueología de la Universidad SEK-Chile. Este trabajo sintetiza el informe de práctica profesional realizada en 2013. Sus intereses se orientan al estudio de las sociedades prehispánicas del Norte Semiárido de Chile. Actualmente está realizando su tesis de licenciatura que consiste en vislumbrar la fuente del cambio social en el Norte Semiárido durante el Período Medio, que permite la aparición del Complejo Las Ánimas. Sus intereses también se desarrollan en temas de arqueología social y arqueología pública, siendo partícipe del grupo “Arqueología Callejera”, que busca acercar la disciplina arqueológica a la sociedad. E-mail: angelo_ale@live.cl

Recibido: febrero de 2014
Aceptado: agosto 2014.


RESUMEN

Se presenta una propuesta interpretativa al registro material dejado por los grupos humanos que ocuparon el alero San Pedro Viejo de Pichasca, en el valle del río Hurtado (IV Región de Coquimbo, Chile). En base a diversos análisis del complejo artefactual recuperado en el sitio, y su ubicación contextual, se propone un modo de acercarse a la sociedad concreta que se habría establecido en el alero, basado en las proposiciones y variables provenientes de un enfoque ligado al materialismo histórico. Los resultados de este estudio, sumados a los antecedentes de los sitios de áreas vecinas, con evidencias de ocupaciones en el Holoceno Temprano y Medio, permiten discutir las relaciones e interacciones entre los grupos culturales de estos lugares y los grupos de San Pedro Viejo de Pichasca, y vislumbrar los procesos sociales e históricos acaecidos en este momento de la prehistoria.

Palabras clave: Materialismo Histórico; Formación económico social; Cazadores-recolectores; Norte Semiárido chileno; Holoceno Temprano-Medio.

ABSTRACT

A proposal interpretative material record left by human groups who occupied the San Pedro Viejo of Pichasca Rockshelter in Hurtado River Valley (IVth Region of Coquimbo, Chile), is presented. Based on various analysis of the complex artifact recovered at the site, and its location context, we propose a way to approach the concrete society that would have been established in the rockshelter, based on the propositions and variables from the historical materialist approach. The results of this study, together with the data of the sites of neighboring areas with evidence of occupation during the Early and Middle Holocene, lets discuss the relationships and interactions between the cultural groups in these places and the groups of San Pedro Viejo of Pichasca and glimpse the social and historical processes related at this time of prehistory.

Key words: Historical Materialism; Social economic formation; Hunter-gatherers; Semiarid Northern Chile; Early-Middle Holocene.


INTRODUCCIÓN

La presente investigación se enmarca dentro del trabajo de práctica profesional llevado a cabo por el autor en el Museo Arqueológico de La Serena (IV Región, Chile), en el que se registraron y reestudiaron los materiales del sitio San Pedro Viejo de Pichasca (Alé 2013)1. Este proceso de reestudio contemplo diversos análisis para aclarar aspectos descriptivos, morfológicos y cuantitativos del material en estudio.

En este sitio, que cuenta con fechas iniciales que se remontan al Holoceno Temprano (ca. 9920 años AP), se han encontrado elementos culturales de sociedades que se adscriben al Período Arcaico. A partir de estas evidencias, los arqueólogos han definido la Tradición San Pedro Viejo de Pichasca, caracterizada por poblaciones de cazadores-recolectores terrestres con un patrón de asentamiento residencial que aprovechaban cuevas y aleros como refugios naturales. Las mismas habrían tenido una movilidad estacional, del tipo trashumante hacia la costa, como así también en dirección a la alta cordillera y los valles trasandinos, en busca de recursos estacionales. Su industria tecnológica diagnóstica se encuentra conformada por puntas triangulares apedunculadas y microinstrumentos líticos (Ampuero y Rivera 1971).

El reestudio de materiales arqueológicos se convierte en una instancia de creación del conocimiento que permite reinterpretar el registro arqueológico, de manera de poder comprender de una forma diferente a la sociedad que produjo dicho registro. En base a sustentos teóricos concretos y bien definidos, esta reciente interpretación, nos permite generar un conocimiento inédito y plantearnos nuevas interrogantes que permitirán el acercamiento a la realidad de una forma más precisa.

La historia de las investigaciones relacionadas con grupos de cazadores-recolectores, ha sido un tema de gran interés en la arqueología andina. En un primer momento la aproximación a este tipo de sociedades estuvo orientada a la descripción e identificación de sitios y materiales, poniendo especial énfasis en generar tipologías de artefactos líticos (Lanata y Borrero 1999). Estos enfoques, dominados por la tradición Histórico Cultural, se han visto enmarcados por una tendencia al reduccionismo tipológico que restringe a las culturas a ser definidas a partir de variedades artefactuales. Posteriormente se desarrollaron estudios con una visión Procesual, orientados a temas relacionados con los patrones de movilidad, explotación de recursos y adaptación a diversos medios, entre otros, lo que supuso un reduccionismo ambiental que limitó a las culturas a sistemas conductuales adaptativos (Ramos 1997).

Por otro lado, existe un acercamiento a las sociedades de cazadores-recolectores desde el materialismo histórico, el cual atribuye una especial relevancia a la comprensión del proceso histórico y a la sociedad como totalidad concreta, a través de la definición de las categorías de formación económica social y modo de producción (Bate 1986, 1990; Ramos 1997; Estévez et al. 1998; Bate y Terrazas 2002; Ballester y Sepúlveda 2010). En este sentido, las sociedades cazadoras-recolectoras poseen un modo de producción cuya contradicción principal es la relación entre el hombre y la naturaleza, la que se soluciona al nivel de los medios de producción (Montané 1982).

Desde esta perspectiva, este estudio busca comprender a la sociedad que habría ocupado el alero, entendida como totalidad concreta, desglosando sus distintos niveles de existencia, desde el nivel general más esencial hasta las expresiones singulares y fenoménicas.

La contextualización y discusión se centran en la revisión de los materiales del sitio, así como de la publicación de Ampuero y Rivera (1971), donde son detallados los aspectos del contexto, la asociación estratigráfica y los materiales recuperados.

EL ALERO SAN PEDRO VIEJO DE PICHASCA: CARACTERÍSTICAS Y ANTECEDENTES

El sitio está localizado en el área de los Andes Meridionales, en el territorio del Norte Semiárido chileno (Río Hurtado, Provincia del Limarí, IV Región de Coquimbo). Se emplaza en la margen norte del curso medio del río Hurtado y en el flanco oriental de una quebrada que se comunica con el valle del mismo río, en las coordenadas geográficas 30º 23’ latitud sur y 70º 52’ longitud oeste, al noroeste del pueblo de Pichasca (Figura 1). Corresponde a un asentamiento en un abrigo rocoso, el que se encuentra en un gran bloque de roca porfídica de unos 80 m de largo (Figura 2 ), y que habría sido formado por la meteorización de las dos rocas que lo constituyen (filón porfídico y la mezcla de areniscas y lutitas) durante el Cretácico Medio a Superior, en la llamada Formación Viñita (Rodríguez 1971).


Figura 1. Mapa con la ubicación del Alero de San Pedro Viejo de Pichasca y los principales sitios aledaños mencionados en el texto.


Figura 2 . Vista del alero San Pedro Viejo de Pichasca.

 

Ambiente y Paleoambiente

El Norte Semiárido chileno representa un área geográfica que tiene un clima donde predomina la semiáridez. Se caracteriza por la ocurrencia de precipitaciones invernales, las que se incrementan de norte a sur, y por la falta de humedad en el resto del año. En las áreas interiores y montañosas predomina una extraordinaria insolación y es escasa la cantidad de agua caída (Romero 1985).

Esta región se identifica principalmente por poseer dos unidades morfológicas, las planicies litorales fluviales y marinas en la costa, y una región montañosa interior en donde el relieve de la cordillera de la Costa y cordillera de los Andes se superponen (Börgel 1983).

El río Hurtado nace en un ensanchamiento natural del valle homónimo, de aproximadamente 800 m, a una altitud de 3200 m (Iribarren 1970). El valle del río Hurtado se inserta en la subárea de los cordones transversales del sistema montañoso andino costero (Börgel 1983), los que ocupan las alturas comprendidas entre 600 y 1000 m.s.n.m.

Debido a la erosión que ha sufrido esta región por la acción de quebradas y ríos afluentes, su alineamiento transversal se dispone de N-S. Los ríos en este territorio mantienen una disposición irregular en el trazado de sus valles. Los afluentes que organizan los grandes ríos de esta zona, al disponerse en eje N-S, trazan una depresión longitudinal intermedia, lo que se ve reflejado en el curso inferior del río Hurtado. La confluencia de estos valles han originado amplias cuencas de sedimentación aluvial. Estas, si bien aparecen cerradas hacia el este, se prolongan en forma de golfos alargados hacia el norte y sur como resultado del arribo a esos puntos de valles, orientados en dicho sentido (Börgel 1983).

Geológicamente, esta región está constituida principalmente por rocas sedimentarias e intrusivas mesozoicas. Durante el desarrollo de la Formación Viñita en la región, se habrían generado conglomerados y areniscas volcánicas, tobas ignimbríticas, traquíticas y riolíticas, andesitas, andesitas basálticas y basaltos. Las rocas intrusivas de edad mesozoica consisten esencialmente en diorita, granodiorita y tonalita, algunas de las cuales podrían considerarse de edad jurásica y otras de edad mínima cretácica superior o terciaria inferior (Thomas 1967).

Los estudios paleoambientales del Norte Semiárido se han centrado principalmente en las áreas costeras (Nuñez et al. 1994; VillaMartínez y Villagrán 1997). Aún así, se cree prudente hacer correlaciones desde estos sectores, donde existe mayor información de datos ambientales desde fines del Pleistoceno a la actualidad, con el área de estudio. De acuerdo a esas investigaciones, se señala que hace unos 11400 años AP el ambiente habría presentado condiciones climáticas más frías y lluviosas que las actuales. Luego, hacia el límite del Pleistoceno-Holoceno Temprano (postglacial), datado entre 11000 y 9370 años AP, habría ocurrido un cambio ambiental hacia condiciones climáticas más cálidas y secas (Nuñez et al. 1994). Durante el Holoceno Temprano-Medio hasta hace unos 5000 años AP, se indica una preponderancia de un clima más cálido y seco. Finalmente, entre los 4000 y 2000 años AP, se habrían presentado condiciones climáticas más frías y húmedas que en la etapa anterior, alcanzando posteriormente condiciones similares a las actuales (Nuñez et al. 1994; Villa-Martínez y Villagrán 1997).

ANTECEDENTES ARQUEOLÓGICOS

Los primeros estudios arqueológicos que se realizaron en este sitio se remontan a los trabajos llevados a cabo por Jorge Iribarren. A finales de la década de 1940, Iribarren excava este alero, el que había sido utilizado como refugio desde tiempos prehistóricos por poblaciones humanas hasta tiempos históricos, cuando los pastores lo usaban para proteger a su ganado. En esta primera investigación, Iribarren informa sobre la aparición de material arqueológico, el cual corresponde a instrumentos líticos, un fragmento de cestería y restos vegetales; entre los últimos destaca la presencia de semillas de frijoles (Phaseolus vulgaris) y maíz (Zea mays). De acuerdo a lo anterior, Iribarren da a conocer la presencia de un pueblo pre-cerámico que había ocupado el alero como un refugio defensivo de carácter natural, cuyo sustento económico había sido la caza, la pesca y la recolección, y que poseía una industria lítica bien desarrollada (Iribarren 1949).

A comienzos del año 1963, Iribarren vuelve a realizar excavaciones en el alero, esa vez acompañado por el entonces ayudante del Museo Arqueológico de La Serena, el arqueólogo Julio Montané. En esa oportunidad las excavaciones realizadas fueron más completas y sistemáticas, con el establecimiento de cuadrículas distribuidas en dos sectores del alero (el sector oriental completo y una parte restringida del sector occidental), y efectuando la excavación por estratos artificiales. En estas excavaciones se pudieron recuperar una gran variedad de materiales antrópicos, entre los que se destacan instrumentos líticos como puntas de proyectil y raspadores, punzones de hueso, fragmentos de cestería y restos de arcilla semicruda con impresiones de cestería en su superficie. A esto hay que sumar también, la obtención de una gran variedad de restos vegetales, principalmente semillas de frijoles, y de valvas de moluscos. Cabe señalar que en esa ocasión, Julio Montané descubrió algunas pictografías en las paredes del alero. Las formas representadas no son muy claras, pero se pueden distinguir sus colores que van desde el amarillo al rojo, y otros tonos grises que pueden ser producto de la descomposición natural de la roca (Iribarren 1970).

A partir de estas investigaciones Iribarren nos entregó un panorama más o menos claro de los pueblos que habitaron este refugio, señalando la ocupación por parte de dos grupos culturales con características bastante uniformes. La primera ocupación correspondería a una cultura pre-cerámica de cazadores-recolectores, caracterizada por la presencia de instrumentos de carácter burdo, implementos bifaciales, cestería recubierta con arcilla; a la cual se le atribuiría la autoría de las pinturas presentes en el alero, las cuales supondrían una aplicación mágico-estética. Posteriormente, el alero habría sido ocupado por un grupo cultural más evolucionado de desarrollo mixto agrícola-cazador. Este grupo cultural fue asignado al Complejo El Molle, por la presencia de ciertos materiales característicos, tales como puntas y microraspadores de morfología más evolucionada y los restos de cultígenos (semillas de frijoles) (Iribarren 1969, 1970).

Para Iribarren (1970), los grupos del Complejo El Molle habrían habitado el alero de manera predominante, mientras que los grupos de cazadores-recolectores tendrían una incidencia poco determinante en la ocupación del alero.

Posteriormente en 1968, los arqueólogos Gonzalo Ampuero y Mario Rivera vuelven a realizar investigaciones en el alero, en esta oportunidad excavando el centro del mismo, con el objeto de obtener una estratigrafía clara. Estas excavaciones se realizaron en dos temporadas de trabajo, la primera fue llevada a cabo en julio de 1968 donde se excavaron dos cuadrículas de sondeo, mientras que la segunda efectuada en noviembre de ese mismo año fue la temporada de excavación definitiva (Ampuero y Rivera 1971). Las excavaciones pusieron de manifiesto una estratigrafía natural bien definida y a partir de la cual se obtuvieron los siguientes fechados: 9920 ± 110 AP (Estrato III), 7050 ± 80 AP, 4700 ± 80 AP y 2375 ± 95 AP (Estrato II), 1285 ± 95 AP (Estrato IA) (Tabla 1) (Ampuero y Rivera 1971, 1973; Ampuero e Hidalgo 1975)2.

Tabla 1. Fechados radiocarbónicos del alero San Pedro Viejo de Pichasca.

 

ALGUNOS CONCEPTOS TEÓRICOS

La labor principal de la arqueología como disciplina científico social, es la de estudiar el conjunto de restos materiales dejados por las sociedades pasadas producto de sus actividades y conductas sociales en la vida cotidiana (Lumbreras 1981, 1982). En manos del arqueólogo y a través de su interpretación, estos restos materiales son capaces de generar información empírica de la sociedad concreta que los produjo y es posible inferir los diferentes procesos sociales vinculados a las actividades desarrolladas por ella (Bate 1989).

La arqueología busca explicar científicamente la historia concreta de las sociedades a través del análisis de las distintas clases de datos que permiten el conocimiento de los procesos sociohistóricos en sus diferentes dimensiones. Cuando se busca conocer sociedades como totalidades históricas, la arqueología debe solucionar tres clases de problemas, los que constituyen las instancias metodológicas en la secuencia del proceso de investigación (Bate 1998).

El primero de ellos tiene relación con la información disponible que ha sido producida por otros investigadores, por lo que es necesario evaluar hasta qué punto esa información (informes, publicaciones, colecciones, etc.) refleja las propiedades de los materiales recuperados y a las características de los contextos en que fueron encontrados. En segundo lugar, en base a la información que ofrecen los materiales, contextos y sitios arqueológicos, deben deducirse las características de los fenómenos sociales que presentaba la sociedad cuando constituía un sistema dinámico en desarrollo. En tercer lugar, a partir de la comprensión de las expresiones culturales que presentan las diferentes actividades humanas, deben inferirse las regularidades causales y estructurales esenciales de las sociedades estudiadas, lo que permitirá la explicación de su historia concreta (Bate 1998).

Dentro de este marco, el objetivo general de esta investigación es comprobar un modelo interpretativo fundamentado en el materialismo histórico, donde se logre identificar a los grupos culturales, representados como sociedad concreta, que se habrían asentado en el alero en un momento determinado. Para lograr explicar a la sociedad como realidad concreta, deben dilucidarse los vínculos recíprocos entre los aspectos de la realidad que se pretende reflejar, y que se enmarcan en las categorías de formación económico social, modo de vida y cultura.

La formación económico social se refiere al sistema general de regularidades estructurales de la conducta social en su totalidad y los procesos históricos y sociales que forman las sociedades (Lumbreras 1981; Vargas 1985; Bate 1989). Esta categoría comprende la unidad orgánica del ser social y las superestructuras. Las contradicciones fundamentales se desarrollan en la práctica del ser social, y en particular, en la categoría del modo de producción (Bate 1998).

El modo de producción es la unidad de los procesos económicos básicos de la sociedad (producción, intercambio, distribución y consumo), organizados bajo diversos tipos de relaciones de producción, estableciendo un sistema orgánico contradictorio y dinámico dialéctico de la formación social (Vargas 1985; Bate 1998). Por lo tanto, el modo de producción es el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que tiene una sociedad y las relaciones sociales de producción que le corresponden, y que metodológicamente puede ser determinado explicando sus elementos y el carácter de su correspondencia (Lumbreras 1981).

Para Felipe Bate, la categoría de cultura puede entenderse como “…el conjunto de formas singulares que presentan los fenómenos correspondientes al enfrentamiento de una sociedad a condiciones específicas en la solución histórica de sus problemas generales de desarrollo” (Bate 1977:9).

Entenderemos este concepto entonces, como una forma de respuesta de carácter singular que posee una formación social a ciertas circunstancias especificas, y que hacen que dicha formación genere patrones culturales singulares que los identifican y diferencian de otras formaciones sociales. De manera metodológica, la asociación de un conjunto de rasgos o elementos arqueológicos permite describir una cultura.

La categoría modo de vida se refiere a las particularidades de la sociedad concreta, como intermediario entre la formación social y la cultura (Bate 1989). Estas particularidades se constituyen por la organización técnica y la organización social. La primera de ellas está condicionada por las características del medio ambiente en que el grupo humano vive y que transforma a través del trabajo, mientras que la organización social responde a la naturaleza de los contactos entre diversos grupos sociales (Bate 1998).

El modo de vida permite acercarnos a las actividades de un modo de producción, representando la respuesta social de un grupo humano a las condiciones de un ambiente determinado (Vargas 1985). En el plano metodológico, para lograr conocer el modo de vida, será necesario identificar los recursos naturales y caracterizar el medio ambiente físico de la sociedad que se está estudiando. Los modos de vida poseen una dimensión espacial determinada por el medio natural e intensidad de las relaciones con un ambiente determinado, e incluyen las formas productivas concretas en que se resuelve el proceso de enfrentamiento y transformación del medio (Acosta 1999). Ligada a la categoría modo de vida se encuentra la categoría modo de trabajo. Esta describe las diferentes maneras concretas en que se cumple el proceso productivo en una sociedad dada, y supone una relación específica entre un conjunto de instrumentos de producción, una determinada organización del trabajo y una ideología que la cohesione y justifique. Metodológicamente, un modo de trabajo puede ser deducido de acuerdo al ciclo de actividades determinado a partir de los complejos artefactuales que establecen entre sí una relación necesaria con respecto a un área productiva específica. Es decir, “los modos de trabajo se presentan de forma directa como un segmento del ámbito de vida o espacio vivido en el que se evidencian una o más actividades determinadas, y de forma indirecta como áreas de actividad” (Acosta 1999: 16).

Por lo tanto, estas categorías deben entenderse como dimensiones objetivamente distinguibles e integradas de la sociedad concreta que se forma como una unidad multideterminada. La formación económico social comprende la categoría general de la sociedad total, la cultura refiere a lo relativo a las expresiones singulares de la formación social y el modo de vida incluye las particularidades de la organización de la actividad humana, funcionando como eslabón entre la formación social y la cultura.

METODOLOGÍA

El material analizado en este trabajo procede de las excavaciones hechas por Ampuero y Rivera (1971) en el sector central del alero, los que actualmente se encuentran en las colecciones del Museo Arqueológico de La Serena.

Cabe mencionar que las evidencias de aquellas excavaciones publicadas en los informes se encontraban sin registro y documentación, y parte de ellas se extraviaron en el transcurso de los años.

Se registró y analizó todo el material que contaba con un contexto definido, es decir, aquellos que poseían registro del nivel estratigráfico y la unidad de la cual había sido extraído. Se estudio el material lítico, cerámico, arqueobotánico, arqueofaunístico, malacológico y restos de cestería.

El estudio del material lítico derivó en un análisis a nivel macroscópico, evaluando los aspectos morfológicos, tecnológicos y funcionales de los materiales observados (Bate 1971; Andrefsky 2005). Se desarrolló una clasificación de artefactos en base a los siguientes criterios: (1) el tamaño (largo, ancho, espesor) y forma de la pieza analizada, (2) las materias primas utilizadas en la confección de los artefactos y (3) la ubicación contextual del artefacto, en su dimensión espacio (unidad)temporal (nivel estratigráfico).

Para el resto del material (cerámico, arqueobotánico, arqueofaunístico, malacológico y restos de cestería), se hizo una base de datos contabilizando la cantidad de evidencia que aparecía por unidad y nivel estratigráfico, además de tomar medidas de tamaño. En el caso del material arqueofaunístico se tomó en consideración los estudios realizados por Casamiquela (1975) para la determinación de las especies. Para los malacológicos, a nivel macroscópico se realizaron las determinaciones taxonómicas de las diferentes valvas.

Finalmente, se realizó el análisis espacial de la distribución de los artefactos para comprender la diferenciación entre las respectivas áreas de actividad en base a las mismas excavaciones y contextos presentados por Ampuero y Rivera (1971).

OBSERVANDO EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO: ANÁLISIS

Conjuntos líticos

En el análisis del material lítico se registro un bajo número de núcleos y una gran cantidad de desechos de talla, dispersos en varios sectores del alero. El proceso de talla y manufactura de los instrumentos líticos presentes en el sitio, está caracterizado por la producción de herramientas bifaciales, especialmente la manufactura de puntas de proyectil sin pedúnculo de tipos triangulares y lanceoladas, y microraspadores de tipo discoidal (Tabla 2, Figura 3 ). El proceso de formatización de las piezas se llevó a cabo generalmente por medio del retoque. Las materias primas utilizadas para la confección de estos instrumentos son principalmente locales, como el basalto, rocas de la familia de los cuarzos y rocas silíceas. Cabe destacar la presencia de obsidiana, no obstante la escases de su registro.

Existen tres variedades de puntas triangulares, diferenciadas por la forma de sus bases: triangular de base cóncava, triangular de base recta y triangular de base convexa. Estas variedades presentan tamaños de entre 2,5 a 4,5 cm, con un espesor promedio de 0,58 cm, y se caracterizan por presentar un filo regular y simétrico (Bate 1971).

Otra forma representativa de puntas que aparece en el contexto son las de tipo lanceoladas (o en forma de hoja). De estas, se pudieron distinguir además tres subtipos: lanceolada base cóncava, lanceolada base recta y lanceolada base convexa. Sus dimensiones varían entre 2,6 y 4,4 cm de largo, su espesor promedio es de 0,57 cm y presentan dos tipos de lados, rectos y semiconvexos.

La producción de otros instrumentos líticos estuvo orientada a la manufactura de bifaces como cuchillos, y otros elaborados con técnica más burda, como cantos tallados o choppers. Se agrega al registro lítico la presencia de pequeñas bolas líticas ocupadas como pulidores y los guijarros usados como implementos de molienda de semillas y colorantes.

Tabla 2. Cantidad y porcentaje de instrumentos líticos por unidad estratigráfica

 


Figura 3 . Instrumentos líticos identificados en el sitio (entre paréntesis se visualizan la unidad estratigráfica en donde fue encontrado cada instrumento). (a), (g) y (j) puntas de proyectil lanceoladas de base cóncava; (b), (h) y (k) pequeños raspadores discoidales; (d) y (e) puntas triangulares de base cóncava; (f) punta triangular de base recta; (c) e (i) puntas lanceoladas de base recta; (l) punta triangular de base convexa; (m) fragmento punta de proyectil pedunculada con aletas; (n) preforma de lito geométrico (poligonal).

Presencia de cestería

El análisis de los fragmentos de cestería ha permitido la identificación del desarrollo de dos técnicas en la elaboración cestera:

1) La técnica llamada coiled, que es de forma espiralada, consiste en fibras dispuestas horizontalmente (urdimbre), que están formadas uniformemente desde la base hasta el borde de la pieza. Se unen por una cinta ancha y aplastada, que puede formar un tejido tanto abierto como prensado, en franjas paralelas (Adovasio 1977).

2) La otra técnica presente es la denominada twined. Esta técnica de entrelazado consiste en fibras que están dispuestas de manera horizontal y vertical. Esto involucra la manufactura de la pieza a partir del paso de elementos horizontales móviles o activos, que actúan como tramas, entre elementos fijos verticales, que constituyen las urdimbres (Adovasio 1977).

Material cerámico

Del total del material cerámico analizado que poseía contexto, se pudieron identificar un total de 6 fragmentos cerámicos distribuidos por nivel, con tres de ellos en el estrato IA, uno en el estrato I y dos fragmentos en el estrato II (Tabla 3). Todos corresponden a las variedades negras y grises del Complejo El Molle, y solo el que se encuentra en el estrato I difiere del resto ya que es de color café-anaranjado. Uno de los fragmentos que se encuentra en el estrato II es el único que presenta una decoración de tipo incisa.

Otro del material recuperado en este sitio que cabe dentro de este apartado, tiene que ver con la presencia de fragmentos de arcilla semicruda con impresiones de cestería en su superficie. Dichas impresiones reafirman la asociación de las técnicas señaladas para la elaboración cestera. Estos fragmentos de diversos tamaños y grosores que cubrían los cestos, cumplirían la función de impermeabilizarlos y posibilitar su uso como recipientes contenedores de líquidos.

Material malacológico

Del total del material malacológico registrado (92 fragmentos), se pudieron distinguir las siguientes especies: choro zapato (Choromytilus chorus), loco (Concholepas concholepas), ostión (Argopecten purpuratus), caracol rayado (Oliva peruviana), lapa (Fissurella peruviana) y tirabuzón (Turritella cingulata).

Entre estos restos malacológicos, se destaca la presencia de dos valvas con un bisel rebajado en su interior, lo que indicaría su transformación y uso como cuchillo.

Material arqueofaunístico

Existe una gran variedad de material óseo presente en el sitio (Tabla 3). Se han logrado identificar restos de guanacos (Lama sp.), huemul (Hippocamelus sp.), roedores (Ctenomys), zorro culpeo (Pseudalopex) y algunos restos de aves (Casamiquela 1975).

Tabla 3. Cantidad y porcentaje del conjunto material recolectado en San Pedro Viejo de Pichasca por unidad estratigráfica.

Material arqueobotánico

La presencia de restos arqueobotánicos es uno de los hallazgos más importantes que posee el sitio, ya que el microclima que se origina en el interior del alero ha posibilitado una conservación óptima de diversos materiales orgánicos. Los restos vegetales más interesantes encontrados son los cultígenos, entre los que las semillas de frijol (Phaseolus vulgaris) se llevan la mayor atención. De estas semillas de frijoles se han podido distinguir tres variedades: negro globoso, negro alargado y amarillo globoso (Iribarren 1970: 198).

Si bien se encontraron restos de semillas de frijoles desde el estrato III hasta los niveles superiores (Tabla 3), su presencia en el nivel más temprano fue descartada por los autores (Rivera 1995), ya que dataciones de 14C por AMS realizadas a las semillas no carbonizadas dieron como resultado fechados de 1316 ± 65 AP (660-780 DC), y 1420 ± 83 AP (540-690 DC). Esto podría deberse a que las semillas de los estratos inferiores pudieron haber sufrido un proceso de alteración en el depósito arqueológico.

Sin embargo, cabe aclarar que investigaciones posteriores en los Andes Meridionales han constatado la presencia de cultígenos durante el Holoceno Temprano en contextos de cazadores-recolectores (Aguerre et al. 1973, 1975; Fernández Distel 1974, 1975), lo que permitiría no descartar por completo el supuesto de que los grupos que ocuparon los niveles tempranos de San Pedro Viejo de Pichasca desarrollaron una agricultura incipiente.

Otro cultígeno que se encuentra presente en el sitio es el maíz (Zea mays). Por otra parte, también existe una alta cantidad de semillas de arbustos silvestres, representada especialmente por la variedad de semillas de carbonilla (Cordia decandra).

 

Distribución espacial de los componentes: Áreas de actividades

El estudio de la distribución espacial del material recolectado en las excavaciones permite acercarnos a comprender las áreas de actividad en las que desarrollaron sus tareas estos grupos sociales. La Figura 4 muestra la distribución de las áreas de actividades identificadas.


Figura 4 . Distribución espacial de las posibles áreas de actividad identificadas dentro del alero. Tomado y modificado de Ampuero y Rivera (1971:48).

La asociación de diferentes tipos o clases de materiales nos permite identificar dos tipos de áreas de actividades distintas. Por una parte, es evidente la delimitación de un área de procesamiento de alimentos, con la presencia de fogones asociados a restos óseos, malacológicos y de madera, algunos de los cuales se encuentran carbonizados. Si bien en cada estrato existe cierta diferenciación en cada una de las unidades excavadas, el área en cuestión incluiría a las unidades A-1, A-2, A-3 y B-3, correspondientes al sector oriental de la superficie excavada. Por otro lado, en el sector central de las unidades excavadas (unidades C-1, C-2, D-1 y D-2) se registra un alto número de desechos de talla e instrumentos líticos, donde se puede inferir la existencia de un área de de producción de dichos instrumentos líticos.

RELACIONES CON OTROS GRUPOS SOCIALES

Durante el Arcaico Temprano en el Norte Semiárido de Chile, además de los grupos de San Pedro Viejo de Pichasca, se han identificado grupos de cazadores, recolectores y pescadores marinos, adscriptos como grupos del Complejo Huentelauquén. Las dataciones de diferentes sitios, tales como Quebrada de Las Conchas (II Región de Antofagasta), de 9680 ± 160 años AP (Llagostera 1977), y de Punta Ñagué (Los Vilos, IV Región), de 10120 ± 80 años AP (Jackson 1993), nos dan información de ocupaciones que se remontan a los inicios del Holoceno Temprano.

Estos grupos representan una primera adaptación de cazadores y recolectores costeros, cuyo patrón de movilidad a lo largo de la costa se complementó con movimientos ocasionales hacia el interior, motivados principalmente por la obtención de materias primas líticas. El conjunto artefactual que los caracteriza corresponden a grandes puntas lanceoladas pedunculadas y unos distintivos artefactos definidos como litos geométricos por sus particulares morfologías de carácter geométricas (Jackson 1997).

Hacia los 9370 años AP, las condiciones paleoambientales en la región se volvieron más cálidas y se produjo un proceso de aridización, lo que habría generado un ambiente inestable y una crisis de los recursos vegetales y faunísticos (Villagrán y Varela 1990; Núñez et al. 1994; Jackson 1997). Para Jackson (1997), esta inestabilidad de recursos habría originado una presión energética, lo que significó, debidoa la falta de alimentos, una crisis reproductiva de carácter biológico y social, llegando a ocasionar una disminución en el crecimiento de la población.

Esta disminución poblacional generaría la necesidad de ampliar la red de apareamiento, lo cual junto a una movilidad creciente por parte de las poblaciones, en busca de recursos, desencadenaría una posible competencia territorial. Ambas situaciones habrían sido solucionadas con la conformación de alianzas matrimoniales entre bandas de comunidades distintas. Estas alianzas matrimoniales implicarían una coexistencia espacial y temporal, y la interacción de los grupos de San Pedro Viejo de Pichasca y Huentelauquén (Jackson 1997).

Esta posible relación se establece al observar el contexto que aparece en el nivel inferior del alero de San Pedro Viejo de Pichasca. La presencia de valvas de moluscos, especialmente aquellas no comestibles, como el caracol rayado (Oliva peruviana) y el tirabuzón (Turritella cingulata), especies que por lo demás aparecen con alta frecuencia en el sitio Huentelauquén de Punta Ñagué (Jackson 1997), hablarían de un contacto de poblaciones costeras con los grupos que habitaron el alero. Corroboraría esta afirmación la aparición de un fragmento de punta de proyectil pedunculada (Figura 3 m), características del Complejo Huentelauquén, que si bien no posee un contexto claro, habría sido encontrada al final del estrato inferior cuando se hizo contacto con el piso de roca del alero (Gastón Castillo com. pers. 2013). A lo mencionado, se suma la presencia en el estrato II de una posible preforma de lito geométrico (poligonal) elaborado en arenisca (Figura 3 n).

En Argentina, se han reconocido evidencias de grupos de cazadores-recolectores con un conjunto artefactual similar al que encontramos en San Pedro Viejo de Pichasca. Estos grupos han sido llamados de acuerdo al sitio tipo Los Morrillos, ubicado en la Cordillera de Ansilta, provincia de San Juan. Al igual que en la parte occidental de la vertiente andina chilena, estas poblaciones habrían ocupado los valles interandinos entre los 30º y 32º de latitud, en los sitios de la gruta del Chacaycito, el alero Los Corredores, La Colorada de La Fortuna y las mismas grutas de Los Morrillos (Gambier 1985, 1993).

Esta cultura de cazadores-recolectores poseía un modo de vida trashumante, basado en un campamento semipermanente y la existencia de paraderos transitorios de caza y recolección. Sus elementos artefactuales característicos son las puntas de proyectil triangulares medianas y chicas, además del instrumental complementario que consistía en raederas, raspadores, cuchillos y perforadores de piedra, los cuales en la mayoría de los casos se usaban enmangados a una varilla de madera (Gambier 1993). Los fechados de esta cultura la sitúan en un rango temporal que va desde los 7920 ±120 AP a los 4070 ± 105 AP (Gambier 1985), lo que nos señala un lapso de casi 4 mil años de coexistencia con los grupos de San Pedro Viejo de Pichasca.

Las similares características del complejo artefactual de ambos grupos sociales, a saber, puntas triangulares, microinstrumentos líticos, cestería y piedras horadadas, sumado a la evidente cercanía de los territorios entre las mismas latitudes geográficas que ocuparon los mismos, nos lleva a considerar una estrecha relación entre estos grupos sociales que posiblemente, siguiendo los movimientos trashumantes de la fauna, habrían cruzado a uno y otro lado cordillerano. Explicamos esta relación en base a que en determinado ambiente y condiciones del medio, en ambas vertientes cordilleranas se produjo una misma y singular respuesta de los grupos que allí se asentaron a adoptar similares modos de vida y modos de producción. Esta similitud puede ser entendida si consideramos a los grupos como pertenecientes a un mismo sustrato cultural, que ocuparon territorios interiores y que se desplazaron hacia ambos lados cordilleranos, siguiendo una movilidad trashumante. Sin embargo, para validar esta afirmación y para tener una visión más amplia de esta problemática, es necesario contar con mayor información de sitios localizados a ambos lados de la cordillera.

SOCIEDAD CONCRETA EN EL ALERO DE SAN PEDRO VIEJO DE PICHASCA

Los grupos que comenzaron a asentarse en el alero lo hicieron durante el Holoceno Temprano, y pertenecieron a una población cuya formación económico social fue la de cazadores-recolectores terrestres.

Estas formaciones sociales, poseían un modo de producción y una forma de obtener sus alimentos basada en la apropiación. Es decir, que las características del proceso productivo residieron en que la sociedad no intervino directamente en el control de la reproducción biológica de las especies vegetales o animales que le sirvieron de sustento. Teniendo presente esto, los procesos de trabajo se orientaron a la adquisición de alimentos por técnicas de captura de animales y de recolección de vegetales (Bate 1986). En este sentido, se puede agregar que esta sociedad invirtió su fuerza de trabajo en generar los instrumentos de producción que le permitieron apropiarse de su alimento, donde se destaca el registro de puntas de proyectil triangulares y lanceoladas destinadas a la caza, y el predominio de restos óseos de guanaco (Lama sp.) en el conjunto faunístico.

En el caso de los grupos que se asentaron en el alero se puede conocer la praxis de su modo de producción a través de su modo de vida, identificando los recursos naturales y el medioambiente en el cual se desarrollaron. El emplazamiento del alero cercano a una quebrada en el sector intermedio del valle, posibilitó el acceso por parte de los grupos de cazadoresrecolectores a los guanacos, dado que esta fauna generalmente se congrega en las quebradas con cursos de agua estacionales y permanentes, especialmente durante la temporada invernal. Los ciclos de producción-consumo de estos grupos son breves y continuos, es decir, el alimento capturado o colectado se consume más o menos inmediatamente a la apropiación y por consiguiente se genera la necesidad continua e inmediata de nueva producción. Esto se evidencia en las características de los fogones que aparecen al interior del alero, los que son pequeños y lenticulares, indicando un uso de ellos de manera temporal y/o estacional. Se plantea que en periodo estacional (invierno) los guanacos habrían llegado a la quebrada del alero, y allí habrían sido cazados y consumidos por estos grupos de cazadores-recolectores, usando el alero como campamento semipermanente. Con el cambio de estación, estos grupos habrían seguido el recorrido de la fauna, ya sea hacia la costa o hacia el lado cordillerano trasandino. Este desplazamiento por el territorio les habría permitido mantener relaciones con otros grupos sociales, tanto con grupos costeros del Norte Semiárido chileno, como con grupos de cazadores-recolectores trasandinos del lado argentino.

La presencia de semillas de frijol (Phaseolus vulgaris) en los niveles estratigráficos inferiores, indicarían que además de la caza como actividad productiva principal, estos grupos habrían desarrollado una interacción con las plantas. Esto es apoyado, asimismo, por el registro de manos de moler en contextos tempranos, probablemente destinadas al procesamiento vegetal. Sin embargo, no es del todo claro el cultivo de especies domesticadas por parte de estos grupos, dado que la movilidad trashumante les habría permitido generar mecanismos de intercambio y obtención de dichos cultígenos, debilitando la posibilidad de que hubieran practicado la recolección, cuidado o producción de cultivos, por lo menos en los niveles tempranos.

Las formas singulares que identifican a esta esta cultura y su continuidad en el tiempo han llevado a caracterizarla como parte de una tradición (Willey y Phillips 1958). La ausencia de cambios en el complejo artefactual señala que la Tradición San Pedro Viejo de Pichasca mantuvo una persistencia en su modo de producción y especialmente en sus relaciones sociales de producción. Esto habría hecho perdurar a la formación económica de cazadores-recolectores, sin llegar a generar una contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, lo que habría implicado un cambio revolucionario hacia un nuevo modo de producción y hacia una nueva formación social. Las características de eficacia que poseía el modo de producción establecido por estos grupos sociales en este medio específico permitieron que éste se mantuviera en el tiempo y perdurará sin mayores variantes.

Hacia los primeros siglos de nuestra era comenzaron a aparecer en la región otros grupos sociales que poseían una formación económico social y un modo de producción distinto al de los cazadores-recolectores que habitaban el alero. Estos grupos, identificados en la prehistoria regional como Complejo Cultural El Molle, se ubican cronológicamente en el período Agroalfarero Temprano (Niemeyer et al. 1989). La presencia de estos grupos en el alero se hace evidente en el estrato I y principalmente en el estrato IA. El mayor rasgo diagnóstico corresponde a los fragmentos cerámicos del tipo gris y negro. Se cree que durante este período existió cierta coexistencia e interacción entre los grupos de cazadoresrecolectores que habitaron el alero con los grupos del Complejo El Molle productores de la alfarería, quienes habitaban en asentamientos cercanos a los cursos de agua (1,5 km de distancia de la ubicación del alero). La escasa presencia de la alfarería parece indicar la utilización por sobre la producción, en donde pocos recipientes habrían sido transportados al alero producto de dicha interacción entre ambos grupos sociales.

CONSIDERACIONES FINALES

El análisis de los restos materiales del sitio San Pedro Viejo de Pichasca aquí presentado puede ofrecer información significativa para comprender los procesos de ocupación y de desarrollo histórico que se llevaron a cabo en el alero.

A través de una posición materialista histórica, se llevó a cabo una interpretación de los grupos sociales entendidos como sociedad concreta, definiendo las variables de formación económico social, modo de vida y cultura (Figura 5).

Figura 5 . Esquematización de la sociedad concreta del alero de San Pedro Viejo de Pichasca.

La uniformidad del material presente en el sitio en los distintos niveles da cuenta de una continuidad de los grupos sociales que ocuparon el alero, desde el Arcaico Temprano (ca. 9920 años AP) hasta el período Alfarero Temprano. Dicha continuidad se explica por la eficacia del modo de producción de estos grupos, lo que les permitió mantener el desarrollo funcional de las fuerzas productivas y relaciones sociales de producción en el medio en el cual se insertaban.

Estos grupos corresponderían a formaciones sociales de cazadores-recolectores que ocupaban preferentemente cuevas y aleros en quebradas al margen de los valles interandinos. Poseían un modo de producción orientado a confeccionar instrumentos eficaces para la caza y el faenamiento de camélidos (e.g. puntas de proyectil triangulares y microraspadores), así como también para el procesamiento y almacenamiento de los recursos vegetales recolectados (e.g. manos de moler y cestería). Tuvieron circuitos de movilidad que involucraron movimientos del tipo regional como macrorregional. La apropiación de los recursos de caza, les obligó a mantener movimientos estacionales, tanto hacia la costa como hacia la vertiente oriental de la cordillera de Los Andes.

Estos movimientos trashumantes les habrían permitido sostener relaciones con otros grupos sociales. Durante el Holoceno Temprano debido a los cambios ambientales sufridos en la región, se produjo una disminución de los recursos alimenticios y por lo tanto una crisis poblacional. A partir de esto, se habría desencadenado una interacción entre los grupos de San Pedro Viejo de Pichasca y los grupos del Complejo Huentelauquén, estableciendo alianzas matrimoniales para resolver dicha crisis (Jackson 1997). Para el Holoceno Medio se encuentran evidencias en la vertiente oriental de la cordillera de Los Andes de la Cultura Los Morrillos. Las características artefactuales de estos grupos culturales son bastante similares a las encontradas en San Pedro Viejo de Pichasca, lo que sumado a la cercanía territorial de los sitios de uno y otro lado cordillerano, nos lleva a considerar una estrecha relación entre las poblaciones de ambos sitios. Es probable que ambos grupos hubieran pertenecido a una misma forma singular que ocupó ambas vertientes de Los Andes, estableciendo asentamientos semipermanentes y paraderos de caza y recolección, en relación con las temporadas estacionales. También creemos que el movimiento de los grupos de San Pedro Viejo hacia el lado trasandino les habría permitido generar un intercambio de productos, lo que implicaría en un primer momento la introducción de productos agrícolas (e.g. frijol [Phaseolus vulgaris]) para luego comenzar a desarrollar una agricultura incipiente.

De todo lo expuesto, se desprende de este trabajo una forma de comprender el desarrollo histórico de las sociedades cazadoras-recolectoras del Norte Semiárido chileno. Sabemos que este acercamiento es preliminar para entender los procesos acaecidos en la prehistoria del Norte Semiárido chileno, pero pretendemos que se convierta en un punto de partida para abordar los estudios arqueológicos desde otra perspectiva.

 

NOTAS

1. La práctica tenía como finalidad la documentación y el registro de las colecciones del Museo Arqueológico de La Serena, ya que en él hay colecciones que se encuentran sin registrar. Adicionalmente, y por motivo de una reestructuración museográfica que se está gestando, se necesitaba poseer una muestra significativa del material con que cuenta el museo. Es por eso que se trabajó con el material proveniente de un sitio emblemático de la prehistoria regional, San Pedro Viejo de Pichasca.

2. En las dos décadas siguientes se continuó con las investigaciones, pero debido al régimen militar de 1973 ocurrido en Chile, el material que fue recuperado en las excavaciones lideradas por el propio Gonzalo Ampuero y bajo el patrocinio de la Universidad de Concepción, fue en cierta parte descontextualizado y se perdió mucha información sobre los mismos (Gonzalo Ampuero com. pers. 2013).

AGRADECIMIENTOS

Quisiera agradecer a quien fuese Director del Museo Arqueológico de La Serena en el momento que trabaje con el material albergado allí, Don Gabriel Cobo Contreras. A los arqueólogos Ángel Duran y Marcos Biskupovic, por la ayuda y consejos recibidos durante la realización de mi práctica. A mis compañeros que, gracias a su apoyo y palabras, me alentaron a sacar este trabajo adelante. A los evaluadores anónimos y editores de la revista, cuyos valiosos comentarios y sugerencias mejoraron considerablemente mi trabajo, no obstante cualquier error u omisión es de mi entera responsabilidad.

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INFORME

Trabajos de prospección en el Río Grande de Valle Hermoo, Departamento de Vinchina, La Rioja, Argentina.

Prospecting studies at Rio Grande of Valle Hermoso, Vinchina Department, La Rioja, Argentina.

 

María Gabriela Rodríguez*

*Instituto de Arqueología, FFyL, UBA. Ma. Gabriela Rodríguez es egresada de la carrera de Ciencias Antropológicas, orientación arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2011). Este trabajo forma parte de su doctorado en curso. Actualmente es becaria doctoral UBA, investigando las sociedades Aguada que habitaron la zona de río Grande de Valle Hermoso en el noroeste riojano durante el Período de Integración Regional. E-mail:maga_rodri@yahoo.com

Recibido: marzo de 2014
Aceptado: noviembre de 2014.


RESUMEN

En este trabajo se presentan los datos obtenidos a partir de los trabajos de prospección en la zona de Río Grande de Valle Hermoso, al norte de la ciudad de Vinchina, provincia de La Rioja. Fueron localizados tres sitios: La Punta, Los Alanices y Valle Hermoso km 38, este último de mayores dimensiones. Los mismos presentan restos de arquitectura y materiales cerámicos y líticos en superficie. Estos datos forman parte del trabajo doctoral que se encuentra actualmente en curso y que tiene como objetivo establecer y comprender la manera en que las poblaciones Aguada construyeron y se apropiaron del paisaje en la zona de Valle Hermoso durante el Período de Integración Regional (ca. 600 DC-1100 DC).

Palabras clave: Sociedades Aguada; Valle Hermoso; Paisaje social; Prospecciones; Período de Integración Regional.

ABSTRACT

This paper presents the results of the data gathered from the surveying works made in the Río Grande de Valle Hermoso valley, in the northern part of La Rioja (Argentina). Three archaeological sites were located: La Punta, Los Alanices and Valle Hermoso km 38, these last one of bigger dimensions. In all of them surface material (ceramics and lithics), were present. These field data is part of the current PhD research that has as final goal to determinate and understand how the Aguada populations built the landscape they inhabitated in the valley during the Regional Integration Period (ca. 600-1100 A.D).

Key Words: Aguada Societies; Valle Hermoso; Social Landscape; Surveying techniques; Regional Integration Period.


INTRODUCCIÓN

La temática referida al estudio del Período de Integración Regional (600-1100 DC) y las sociedades Aguada en el noroeste de la provincia de La Rioja han sido estudiadas en el noroeste de la provincia de La Rioja desde hace varios años, en donde han sido identificados varios sitios ubicados en las zonas valliserranas. En el valle de Antinaco se encuentra el sitio La Cuestecilla, interpretado como el mayor centro ceremonial de la zona (Callegari et al. 1996-97, Callegari et al. 1999-2000; Callegari 2006). Las investigaciones en este sitio han abordado diferentes temas: la complejidad social, ideología y el ceremonialismo (Callegari 2006; Callegari et al. 1996-97; 1999- 2000; 2010; Callegari y Gonaldi 2005, 2006), la construcción y uso del paisaje social (Callegari y Spengler 2013), el potencial económico (Raviña 2006), las prácticas funerarias (Gonaldi 2006, Pappalardo et al. 2007) y los espacios productivos (Raviña 2006, Gonaldi y Rodríguez 2010, Rodríguez 2011), entre otros. Hacia el oeste, en el sector central del valle de Vinchina, se encuentra un sistema de sitios ubicados en los faldeos del Rincón del cerro El Toro (De la Fuente 1971). Los trabajos realizados permitieron llegar a la conclusión que los mismos presentan funcionalidades diferenciadas, caracterizadas por ser sitios residenciales, productores y de control (Callegari 2005, 2007).

El objetivo del este trabajo es presentar los resultados de las prospecciones de sitios Aguada en la zona del Río Grande de Valle Hermoso, al norte de la localidad de Vinchina, provincia de La Rioja, Argentina. Las mismas tuvieron como finalidad localizar los sitios mencionados por De la Fuente (1973) y Raviña y Callegari (1988) los cuales, hasta la actualidad, carecían de trabajos sistemáticos.

Como punto de partida de la investigación en esta nueva área, se consideró la información publicada acerca de la existencia de un amplio asentamiento, Valle Hermoso km. 38, con gran cantidad de material cerámico Aguada en superficie (Callegari 1982 y 1985 ms.; Raviña y Callegari 1988). Allí se hace referencia a un sitio arqueológico que posee una trama arquitectónica con una estructuración diferencial del espacio, mencionando además la existencia de sitios de menores proporciones en las inmediaciones del mismo (Callegari 1982 y 1985 ms).

Si bien aquí se presentan los trabajos iniciales realizados en la zona, el objetivo final del estudio es comprender la manera en que las poblaciones Aguada construyeron y habitaron el espacio en Río Grande de Valle Hermoso. Se propone que el paisaje es un producto social organizado de manera coherente con la representación ideal del mundo que posee un grupo de personas que la realiza (Criado Boado 1999; Mañana Borrazás et al. 2002). Se considera que los seres humanos se relacionan con el mundo material de una manera activa en donde las prácticas y la experiencia son ampliamente compartidas (De Marrais 2004) y en donde estas prácticas dan forma al espacio habitado y construido (Tilley 1994, Parker Pearson y Richards 1994, entre otros).

ZONA DE ESTUDIO

La zona de estudio se encuentra en el valle del Río Grande de Valle Hermoso (Figura 1), ubicado en el Departamento de Vinchina, en el noroeste de la provincia de La Rioja. Se caracteriza por ser un valle tectónico (Maisonave 1979) que corre en dirección nortesur, entre las cadenas de la sierra de Famatina hacia el este y la sierra del Toro Negro hacia el oeste. Al norte, su extensión llega al límite con el valle de Abaucán en la provincia de Catamarca.


Figura 1. Zona de estudio y ubicación de sitios Aguada del norte riojano.

El Río Grande de Valle Hermoso y sus afluentes conforman un avenimiento importante que, desde sus nacientes, tiene caudales permanentes. Sus afluentes principales son el río de la Quebrada de Villacorta, en la margen izquierda y los ríos de La Casita, el morro de Shenca y de la quebrada Negra en la margen septentrional.

En relación a la vegetación, la zona de estudio se encuentra ubicada entre el Monte occidental, caracterizado por algarrobo, molle, jarilla y algunas cactáceas y bromeliáceas y el Desierto andino, formado por arbustos bajos como la tola y la llareta (Maisonave 1979). Asimismo, existen vegas de cortaderas que conforman un recurso necesario cuando declinan otras pasturas. Los suelos, si bien poseen un escaso desarrollo por la aridez climática y el elevado relieve, pueden ser cultivados durante un lapso de tiempo antes de que sus nutrientes se agoten. El clima está caracterizado por ser de tipo continental, templado y semiárido, en donde las lluvias son escasas, torrenciales y estivales (Maisonave 1979).

Desde la ciudad de Vinchina parte un camino semi-consolidado que posee aproximadamente 40 km de longitud y se sitúa sobre la margen izquierda del Río Grande de Valle Hermoso. Mediante el mismo se accede a los sitios arqueológicos, los puestos abandonados y las viviendas de los pobladores actuales. Si bien este sector del valle era habitado, años atrás, por un gran número de personas, en la actualidad se encuentran pocas familias que viven de la agricultura, ganadería y del abastecimiento conseguido en la ciudad de Vinchina

SITIOS LOCALIZADOS

Mediante la información obtenida a través de los diarios de campo (Callegari 1982, 1985 ms.) y las publicaciones anteriores (De la Fuente 1973; Raviña y Callegari 1988) se realizaron prospecciones sobre la margen izquierda, del cauce del río Grande. Las mismas permitieron identificar tres sitios, cuyas coordenadas fueron tomadas por GPS (Figura 2) y fueron denominados, de sur a norte: La Punta, Los Alanices y Valle Hermoso Km 38.


Figura 2. Sitios localizados: La Punta, Los Alanices y VH km 38.

Se efectuaron trabajos de relevamiento y se realizó en cada uno de ellos una recolección superficial de material cerámico y lítico cuya finalidad era ubicar los sitios dentro de un rango temporo-cultural relativo.

Sitio La Punta

El sitio La Punta se encuentra ubicado aproximadamente en el kilómetro 29 del camino que parte de la ciudad de Vinchina y que recorre paralelamente el valle. Se compone de muros que conforman recintos sub-circulares o circulares, así como también algunos restos de paredes (Figura 3a). Otras construcciones se relacionarían con actividades productivas y se presentan en este sitio en forma de canchones de cultivo (Figura 3b). Esta forma de tipo subparalela alargada remite a los canchones o campos de cultivo caracterizados en el sitio de La Cuestecilla, ubicado en el valle de Antinaco (Rodríguez 2011).


Figura 3 . Sitio La Punta: (a) Recinto (b) Canchones o Campos de cultivo

El material recolectado de superficie está conformado por fragmentos Aguada lisa y decorada (bicolor y tricolor) (Figura 4 a y b), fragmentos del tipo ordinario (Figura 4 c) y materiales líticos.


Figura 4 . Materiales superficiales: (a) Aguada roja y negra sobre baño blanco, Aguada bicolor rojo sobre ante, Aguada tricolor negro y rojo sobre ante; (b) Aguada bicolor rojo sobre ante y negro sobre ante, Aguada inciso, Ordinario; (c) Fragmentos ordinarios.

Sitio Los Alanices

El sitio identificado como Los Alanices se encuentra ubicado aproximadamente a los 36 kilómetros en el camino dentro del valle. El mismo ha sido muy alterado por factores ambientales, como la denudación de los suelos por erosión hídrica y eólica que afectó a los restos materiales arqueológicos en superficie. Es así que el sitio se encuentra emplazado sobre un gran barreal en el que pueden observarse restos de pequeñas líneas de paredes (Figura 5 a y b) y algunos morteros.


Figura 5. Los Alanices: (a) y (b) Restos de muros.

En las recolecciones sistemáticas de superficie se recuperaron fragmentos cerámicos del tipo Ordinario (Figura 6a), Aguada (pintado y modelado) (Figura 6a, b y c), Sanagasta (del Período Tardío en La Rioja) (Figura 6d) y también material lítico.


Figura 6. Material de superficie: (a) Aguada Modelado y Ordinario; (b) y (c) Aguada Bicolor Negro sobre ante y Negro sobre rojo; (d) Sanagasta.

 

Sitio Valle Hermoso km 38

El sitio aldeano Valle Hermoso km 38 (VH km38) es el más extenso de los hasta ahora mencionados. Se encuentra emplazado en el fondo de valle, sobre la margen izquierda del Rio Grande. Los primeros trabajos de relevamiento permitieron la identificación de algunas características arquitectónicas y constructivas: se observó que los restos de muros visibles sobre la superficie serían los cimientos de las construcciones. Los recintos del sitio poseen una forma rectangular o sub-rectangular de muros de rocas (Figura 7b); algunos de éstos presentan adosados recintos más pequeños de forma circular (Figura 7a). Sólo una excepción al tipo de muro simple se ha encontrado hasta el momento y es un recinto de mayor tamaño, ubicado hacia el oeste. El mismo posee muros dobles con relleno que presentan mayor altura que los relevados en el resto del sitio. A su vez, el mismo parece ser el único que posee los restos de un posible vano (Figura 7c).


Figura 7. (a) Recinto sub-cuadrangular. Se destaca el recinto circular adosado; (b) Restos de muros; (c) Muro doble y posible vano; (d) Restos de muros conformados por rocas de color rojo.

 

En el sector sureste del sitio, más cercano al lecho del Río Grande, los restos de los muros se conforman por una mayor cantidad de rocas de color rojo (Figura 7d). Esta característica fue observada durante la primera vez que fue visitada la zona y queda como un punto más a tomar en consideración al respecto del espacio construido y su posible funcionalidad diferencial.

Si bien los recintos se encuentran ubicados a poca distancia de separación entre ellos, en algunos sectores se han podido identificar posibles espacios de circulación o pasillos entre los mismos.

En la superficie del sitio se pudo observar una gran cantidad de material cerámico y lítico. Se realizó una recolección sistemática de superficie de ambos tipos de materiales. En relación a la cerámica, se recuperaron fragmentos de tipo ordinario y Aguada bicolor y tricolor, en donde algunos presentaron decoración con motivos de de fauces y manchas de felino, manifestaciones típicas de Aguada en la provincia de La Rioja, (Figura 8a y b). Además, se reconocieron motivos escalonados (Figura 8c), incisos (Figura 8d) en pintura negra sobre baño crema (Figura 8e) y bicolor negro sobre rojo (Figura 8f). Por otro lado, se observó dentro de la extensión del sitio una gran cantidad de morteros (Figura 9a y b) y conanas (Figura 9c y d). Cabe destacar que, si bien el sitio de Los Alanices ha sido el más afectado, tanto La Punta como VH km 38 se emplazan sobre superficies denudadas conocidas localmente como “barreales”. Estas alteraciones provocan una pérdida de elementos arquitectónicos limitando la posibilidad de obtener una imagen más completa de la totalidad de las construcciones que habrían conformado los sitios, factor que se tiene en consideración en los trabajos de prospección y relevamiento.


Figura 8 . Material de superficie: (a) y (b) Aguada con decoración de felino; (c) Aguada decorado con motivo escalonado; (d) Aguada gris inciso; (e) Aguada negro sobre baño crema; (f) Aguada Bicolor negro sobre rojo.


Figura 9 .Instrumentos de molienda. (a) y (b) Morteros; (c) y (d) Conanas.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Este trabajo refleja los inicios en la investigación de manera sistemática de los sitios ubicados en el Río Grande de Valle Hermoso. Se localizaron tres sitios en el valle, cada uno con características particulares. En La Punta se pudo observar la presencia de restos de arquitectura doméstica (recintos) y de construcciones relacionadas con actividades productivas (campos de cultivo). El sitio Los Alanices, si bien se encuentra muy destruido, conserva restos de algunos muros y morteros. Se localizó el sitio de mayor tamaño en el valle, VH km 38, en el que pudieron distinguirse características arquitectónicas que podrían relacionarse con diferentes técnicas constructivas y diferente funcionalidad del espacio. Los resultados de las recolecciones superficiales realizadas hasta el momento permite ubicar a los sitios cronológicamente, y a modo relativo, en el Período de Integración Regional (Nuñez Regueiro y Tartusi 1990, 1993, 1996-97; Pérez Gollán 1991,1994; Pérez y Heredia 1990; Pérez Gollán et al. 1996-97), asociado al desarrollo de las poblaciones Aguada en la zona valliserrana de Catamarca y La Rioja. Los trabajos sucesivos permitirán obtener fechados para determinar la cronología absoluta en los sitios.

A medida que se avance en la investigación, podrá generarse un panorama cada vez más completo sobre la relación entre el paisaje, las personas y sus materialidades en las sociedades Aguada que habitaron el norte de la provincia de La Rioja.

 

AGRADECIMIENTOS

A la Dra. Adriana Callegari por su apoyo y por la lectura del manuscrito. A la Lic. Gisela Spengler y a los alumnos Silvia de Hacha, Magdalena Lozano, Olivia Sokol y Jorge Vilches por su colaboración en los trabajos de campo. A los evaluadores cuyos comentarios mejoraron este trabajo. Estos trabajos fueron realizados dentro del Proyecto UBACyT 20020100109BA, dirigido por la Dra. Adriana Callegari y una Beca Doctoral de la Universidad de Buenos Aires.

 

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NOTA

Presencia de candelabros en sitios coloniales de Argentina.

Chandeliers at colonial sites of Argentina.

 

Nicolás Aguerrebehere*

*Equipo de Arqueología Histórica, FCNyM, UNLP. Nicolás Aguerrebehere es alumno avanzado de la Licenciatura en Antropología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, donde está por graduarse con orientación arqueológica. Desde hace más de cuatro años se desempeña como pasante del Equipo de Arqueología Histórica del Museo de La Plata, y como colaborador del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos Aires, habiendo participado en números trabajos de análisis documental, campo y laboratorio. E-mail: nicoague@hotmail.com

Ana Igareta**

**CONICET. Equipo de Arqueología Histórica, FCNyM, UNLP. Ana Igareta es Licenciada en Antropología (1999) y Doctora en Ciencias Naturales (2008) graduada en ambos casos en la Universidad Nacional de La Plata. Desde hace más de diez años trabaja en problemáticas relativas al período colonial temprano. En la actualidad se desempeña como Investigadora Asistente del CONICET, es Encargada de Colecciones la División Arqueología del Museo de La Plata e investigadora del Centro de Arqueología Urbana de la Universidad Nacional de Buenos Aires. E-mail: aigareta@gmail.com aigareta@gmail.com


INTRODUCCIÓN

Dentro del repertorio material recuperado en contextos arqueológicos en nuestro país, han aparecido fragmentos o piezas enteras identificadas como candelabros, candeleros y porta-velas cuya presencia ha contribuido a la definición del carácter histórico de tales contextos. Al igual que muchos otros objetos utilizados en Europa durante los siglos XIV y XV, éstos llegaron a América como parte del bagaje transportado por los conquistadores y su uso se incorporó a las prácticas habituales de iluminación artificial del Nuevo Mundo colonial. A diferencia de lo ocurrido con otras piezas entonces llegadas cuya función era análoga a la cumplida por elementos de las tradiciones locales –ollas, vasos, cuencos, etc.- los candeleros inauguran el registro conocido de objetos cuya función singular es la de brindar iluminación artificial.

La bibliografía muestra que en el Viejo Mundo los candelabros podían estar confeccionados en una amplia variedad de materias primas – cerámica, loza, metal, madera- y que abarcaban un repertorio funcional y decorativo que iba desde piezas muy simples hasta otras con receptáculos múltiples, extremadamente complejas y ornamentadas. Si bien es posible suponer que ejemplares de los tipos más diversos fueron transportados ocasionalmente hacia América, los hallazgos realizados en distintos sitios de Argentina indican que las formas simples manufacturadas en cerámica –candeleros en sentido morfológico estricto- fueron las más habituales.

Si bien son escasos los estudios que abordan específicamente la problemática de la manufactura local de este tipo de piezas, es posible suponer que el derrotero seguido fue semejante al de otros materiales: los ejemplares más antiguos llegaron desde la Península Ibérica durante las primeras décadas de la conquista y algunos años después comenzó su producción en nuestro territorio. Los productos americanos exhibieron rasgos particulares que los distinguieron de sus pares europeos del mismo período, pudiendo servir como elementos diagnóstico para identificar su origen. Cabe recordar que en dicho proceso no solo se conjugaron rasgos de las tradiciones indígenas e ibéricas, sino también moriscas y africanas –por mencionar sólo las más estudiadas-, lo que se presenta como un ajustado correlato material del carácter multiétnico de la sociedad colonial.

Las singularidades de tales manufacturas dan cuenta de la multiplicidad de influencias que entraron en juego en los procesos productivos de la época, combinando materias primas, formas y decoraciones conocidas a ambos lados del Atlántico, generando un resultado a veces por completo novedoso y otras más cercano a una u otra tradición cerámica. En el caso particular de los candeleros y candelabros americanos, la morfología parece haber sido el rasgo más estable en relación a su referente europeo, mientras que los materiales y las técnicas empleadas en su manufactura experimentaron mayores variaciones, al igual que la ornamentación.

Una primera revisión de la bibliografía que menciona el hallazgo de porta-velas en nuestro país permite observar que los textos se limitan casi exclusivamente a dar cuenta de su aparición y describir sus rasgos, y sólo en escasas ocasiones se intenta articular su presencia con una interpretación más amplia de la dinámica del sitio. El presente trabajo repasa los hallazgos de candelabros y candeleros realizados en sitios coloniales argentinos, a la vez que pretende conectar su presencia con otros rasgos relevantes observados en los sitios en los que fueron hallados.

ANTECEDENTES DE HALLAZGOS

En sitios coloniales americanos, la aparición de elementos destinados a mantener una iluminación artificial ha sido habitualmente asociada al desarrollo de acciones extractivas o productivas que requirieran de una actividad continua; tal es el caso, por ejemplo, de los centros de producción minera de diversas regiones del Perú, en los cuales alumbrar el interior de minas resultaba vital para mantener la forzada extracción. Luego, “la necesidad de cera o grasa animal para velas, imprescindibles para la iluminación del subsuelo, impulsó su comercio” (Pérez Herrero 1992:80) y la presencia de dichos objetos en el registro documental y material de tales sitios puede ser rastreada con relativa continuidad.

En la República Argentina, en cambio, es escasa la atención que se le ha prestado a este tipo de objetos, pese a que el hallazgo de portavelas o fragmentos de éstos en sitios coloniales y decimonónicos ha sido relativamente frecuente. Piezas enteras, partes de las mismas o elementos asociados a su uso han sido encontrados en las ruinas de todas las ciudades coloniales intervenidas arqueológicamente1, aunque los restos de candeleros –elemento más sencillo de soporte horizontal de velas- son mucho más abundantes que los de candelabros –soportes horizontales de velas con base elevada o gancho de pared para sostén-.

Una de las menciones más tempranas halladas en la bibliografía corresponde a la publicación de los hermanos Wagner (1934) quienes, en las primeras décadas del siglo XX, recuperaron material en la provincia de Santiago del Estero. En dicha publicación los autores reprodujeron la imagen de una pieza cuyos rasgos les resultaron curiosos, incluyéndola dentro del repertorio de la cultura Averías2pero indicando que corresponde a un artefacto de uso desconocido (Figura 1). El objeto en cuestión es un elemento realizado en cerámica, con tres secciones verticales y rematado por un conducto hueco, decorado con una cubierta de pintura blanca sobre la que se extiende una ornamentación de líneas rectas y curvas en color rojo. Si bien probablemente fueron los colores y el tratamiento de superficie los que llevaron a los Wagner a identificarlo como de filiación Averías, tanto la forma como los motivos resultan ajenos a dicha tradición; la combinación de rasgos nos permite identificarlo como un candelabro colonial de producción local.


Figura 1. Detalle de uno de candelabros presentados en el libro de los hermanos Wagner (Wagner y Wagner 1934: lámina LXIII: 3.)

La multiplicidad de influencias que mencionábamos al comienzo es visible también en otros candeleros y candelabros recuperados por los hermanos Wagner y actualmente están incluidos en las colecciones del museo que lleva su nombre (Figura 2)3. Procedentes de diversos sitios de la provincia de Santiago del Estero, dichos objetos exhiben una muy significativa variedad de tipos morfológicos, aunque lamentablemente carecen de información asociada referida a sus contextos originales de hallazgo que permita inferencias más elaboradas.


Figura 2. Algunas de las piezas exhibidas en el Museo Wagner, Centro Cultural Bicentenario de la ciudad de Santiago del Estero (Fotografía M. Iwanow).

Los Wagner fueron responsables también del hallazgo de restos aislados afines a portavelas en sitios de la Mesopotamia santiagueña que no fueron explorados sistemáticamente. Por ejemplo, en la cuenca del río Salado, exhumaron “…una serie de piezas muy significativas: despabiladores, alfileres de plata, cuentas de cristal, balas” (Gramajo de Martínez Moreno 1983a:718) así como también “… veleros, candeleros, platos, botellones, jarritas, cuencos, tapas de puchero, tapa de pila bautismal, sahumadores, antorcheras, pipas y estatuillas (…) Bases, tubos y candeletas de candeleros. Los tubos de estas observan dos formas, unos son circulares y otros cuadrangulares con aristas de los lados muy marcadas y decoradas…” (Gramajo de Martínez Moreno 1983a:740). Sin embargo, ni en ese momento ni a posteriori el material fue analizado en detalle o presentado el contexto en que se produjo su hallazgo, si bien sí fue debidamente reconocida su filiación hispánica.

Situación semejante se observó en los materiales hallados a fines de 1940 por Agustín Zapata Gollán en las ruinas de Santa Fe la Vieja; varios ejemplares de candeleros de cerámica y manufactura local (Letieri et al. 2009) fueron recuperados entre los restos de la ciudad fundada en 1573. Las piezas aparecieron en lo que fue identificado como parte de los antiguos pozos de basura utilizados por los primitivos pobladores del sitio (Ceruti com. pers. 2012), y si bien los detalles del contexto del hallazgo no han sido publicados, se trataría de uno de los pocos casos registrados en nuestro país de aparición en un solo sitio de múltiples restos de este tipo de piezas.

En la década de 1960, Gramajo de Martínez Moreno recuperó durante las excavaciones realizadas en las ruinas de la ciudad de Ibatín, provincia de Tucumán, “…bases y pedestales y tubos de candeleros” (Gramajo de Martínez Moreno 1976:160) hechos en cerámica, así como también “…fragmentos de despabiladores” (Gramajo de Martínez Moreno 1976:160). El texto no proporciona más detalles sobre el tamaño, morfología o decoración de los objetos, como tampoco datos puntuales sobre las condiciones de hallazgo. Sin embargo, teniendo en cuenta que todas las estructuras -excepto una- intervenidas por la autora en dicha oportunidad corresponden a iglesias, es posible estimar que el material proviene de alguno de los espacios ocupados por los religiosos en la ciudad que se desarrolló entre 1565 y 1685.

En el sitio del Fuerte de San Blas del Pantano, erigido hacia 1633 en la provincia de La Rioja, Cáceres Freyre (1983) recuperó un interesante conjunto de restos que combinan rasgos de tradición indígena con otros de procedencia europea. En las excavaciones realizadas en los torreones en ruinas halló diversos implementos que catalogó como “elementos de culto católico - medallas de bronce, crucifijos y cruces –” (Cáceres Freyre 1983: 573) entre los que figura también un candelero de cerámica roja de 16 cm de alto (Figura 3). El investigador proporciona una imagen de la pieza donde se observa la base cilíndrica de un candelabro confeccionado con torno.


Figura 3. Detalle del candelabro hallado en el Fuerte San Blas de Pantano (Cáceres Freyre 1983:595)

En los trabajos realizados en la provincia del Chaco, durante las excavaciones realizadas en el sitio en que se encontraba la iglesia de la ciudad de Concepción del Bermejo, fundada en el año 1585, Morresi halló una pieza parcialmente rota a la que denominó “candelabro de altar” (Morresi 1983:402) y otra semejante que presentaba evidencias de haber sido restaurada en tiempos históricos (Figura 4). Por su contexto de aparición, ambos elementos fueron asumidos y descriptos como objetos de liturgia y religiosidad: “su tamaño, la simetría de sus partes y el uso litúrgico son rasgos de naturaleza hispánica. Pero la pasta, el antiplástico, tratamiento de superficie, cocción, etc. son de raigambre indígena y constituyen un claro exponente de la simbiosis cultural que allí sucede y que se exterioriza arqueológicamente” (Morresi 1983:409). En el curso de estos trabajos también fueron hallados candeleros más toscos que no son detallados ni descriptos, indicándose que aparecieron asimismo en un contexto litúrgico.


Figura 4. Detalle de los candeleros hallados en Bermejo (Morresi 1983:402)

En una publicación posterior, Schávelzon (2006) presentó un análisis de objetos encontrados en las excavaciones realizadas por Morresi que no habían sido publicados en 1983 y, entre los objetos incluidos dentro de los materiales de tradición europea, menciona un pequeño plato cuya función, inicialmente desconocida, es identificada luego como la de un porta-vela de rasgos muy sencillos. Asimismo, Schávelzon indica que “En el museo [A. Martinet de la Universidad Nacional del Nordeste] se hallan también varios candeleros muy similares—casi idénticos diríamos- a los hallados en igual temporalidad y función tanto en Santa Fe la Vieja como en Ibatín (Gramajo 1971) cuya producción debe ser regional” (Schávelzon 2006:130). Sin embargo, hasta el momento no se han realizado nuevos análisis de dichas piezas ni se dispone de otros datos referidos a sus características. En otra publicación, Schávelzon (1991) ha dado cuenta también de la reiterada aparición de candeleros en diversos sitios coloniales de la ciudad de Buenos Aires, incluyendo el hallazgo de un total de 19 ejemplares realizado durante excavaciones desarrolladas en San Telmo. Para este investigador, los candeleros constituyen el ejemplo por excelencia de “cerámica mestiza” (Schávelzon 1991:81), ya que conjugan tradiciones de manufactura indígena con funcionalidad española. El autor no detalla en el mencionado artículo el contexto de aparición de cada pieza, pero sí destaca que le resulta llamativa la semejanza de pasta, color y dimensiones de las mismas más allá de la variabilidad de contextos en que fueron encontrados (Schávelzon 1991:81).

Durante las excavaciones realizadas en el Parque Aguirre de la ciudad de Santiago del Estero4, el equipo al que pertenecen los autores recuperó parte de la base de un candelero y el cuerpo de otro, los dos de cerámica sin decorar ni vidriar. Si bien ambos hallazgos se realizaron dentro de lo que se estima era la antigua área fundacional de la ciudad (Igareta 2012), los contextos identificados para cada pieza fueron marcadamente diferentes.

El primer elemento, una palmatoria muy sencilla cuya base presenta fracturas en los bordes pero aún conserva intacto el cañón de 5,3 cm de altura y 3,8 cm de diámetro (Figura 5), fue hallado en clara asociación estratigráfica con fragmentos de piezas cerámicas pertenecientes a la tradición Averías, junto con restos de una hoz de hierro o herramienta semejante de labranza, fragmentos de cerámica vidriada verde y unos pocos restos óseos de vacuno. La disposición del material así como sus características generales permitieron proponer que tal conjunto era el resultado de un proceso de depositación ocurrido entre mediados del siglo XVI y comienzos del XVII, en lo que se estima fue un espacio de uso doméstico de un reducido grupo de personas. La segunda pieza hallada fue el cañón de un candelero sencillo de 7,2 cm de altura y 3 cm de diámetro, íntegramente separado de su base y con evidencias de uso visibles en el hollinamiento parcial de la boca donde iba inserta la vela. Este fragmento se encontró asociado a una gran cantidad de restos óseos de vacunos y ovicápridos, numerosos fragmentos de recipientes vidrio, cerámica y loza y restos de materiales de construcción tales como clavos y fragmentos de tejas y ladrillos. El material apareció depositado en lo que interpretamos fue un pozo de basura excavado en el sitio a comienzos del siglo XIX y rellenado en un muy corto lapso de tiempo con restos descartados por los religiosos que ocupaban las dependencias del cercano Templo de San Francisco.


Figura 5. Vista de la base de uno de los candeleros hallados en el Parque Aguirre en Santiago del Estero (Fotografía N. Aguerrebehere)

 

CONSIDERACIONES SOBRE LOS CONTEXTOS DE HALLAZGO

Un análisis conjunto de los hallazgos mencionados permite observar que los mismos fueron realizados en sitios que, en sentido amplio, pueden ser considerados como urbanos, entendiendo por ello el espacio ocupado por antiguas instalaciones coloniales. Esto resulta interesante si se tiene en cuenta que no hay registro de que objetos semejantes hayan sido recuperados en sitios identificados como “de contacto” (denominación generalmente utilizada para espacios de ocupación y de circulación colonial en los que la materialidad se encuentra dominada por rasgos de tradiciones indígenas y la influencia de las europeas resulta menos visible). A diferencia de lo observado en relación con otro tipo de elementos introducidos por los conquistadores y cuyo hallazgo ha sido frecuente en dichos sitios –tal como ocurre con restos óseos de vacunos y equinos, cuentas de vidrio o herramientas de hierro por mencionar solo algunos-, la presencia de porta-velas en sitios no urbanos de momento se presenta como nula.

Si bien esta observación es muy preliminar, permite proponer una primera relación entre la presencia de candeleros y candelabros y su uso a nivel doméstico o institucional (religioso, militar, administrativo) en un contexto regido por lo que podemos definir como “lógica europea”. La necesidad de disponer de un sistema de iluminación artificial para la noche o para el interior de los edificios estaría así directamente asociada con una dinámica de vida introducida desde la Península Ibérica, dado que hasta donde hemos podido relevar no existen en la arqueología argentina antecedentes de hallazgos prehispánicos de piezas cuya función haya sido específicamente la de iluminar. Luego, la presencia de tales objetos en ciertos sitios coloniales funcionaria como evidencia de la adopción del modo de vida urbanizado que los colonizadores trasladaron al territorio, y su ausencia en otros estaría indicando la persistencia o desarrollo de otras tradiciones domésticas.

Es posible proponer en términos hipotéticos que la vida de quienes ocupaban espacios más alejados de los núcleos urbanos coloniales principales, giró en torno a actividades diurnas -siembra y cosecha, cuidado de animales, entre otras- que no requerían de disponibilidad de luz durante la noche, por lo que afrontar el gasto implicado en adquirir y mantener dicha iluminación hubiera sido superfluo. En las ciudades, en cambio, la costumbre del uso de lámparas y velas para extender la duración de las actividades, estaba ya demasiado arraigada en Europa como para interrumpirse en América. Nuevos trabajos de recopilación de datos y su comparación tal vez contribuyan a dar cuerpo a esta hipótesis o a proponer una interpretación alternativa.

Consideramos relevante insistir en la necesidad de intensificar los análisis de este tipo de materiales, que indaguen más allá de sus características morfotecnológicas, avanzando en interpretaciones de significado contextual, junto con otros elementos del registro. Cabe esperar que si los porta-velas se integran a un conjunto más amplio de piezas que definen el perfil cultural y material de un período histórico determinado, la información que proporcionan contribuya a la construcción de interpretaciones más detalladas.

 

NOTAS

1. No tendremos en cuenta en este artículo los hallazgos realizados en las Misiones Jesuitas ubicadas en el litoral argentino, por considerar que se trata de un conjunto articulado de sitios con características tan singulares que no pueden ser definidas de modo sintético como rurales o urbanas.

2. Se denomina genéricamente como Averías a un estilo cerámico que se desarrolló en territorio santiagueño entre el 1200 d.C. y el comienzo del período colonial. Para más detalles ver Lorandi 1978 y Taboada 2011.

3. Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales de Santiago del Estero “Emilio y Duncan Wagner”. 4. Proyecto “Ciudades que ya no están – Arqueología del período colonial temprano”. Dra. Ana Igareta. CONICET – UNLP – Municipalidad de Santiago del Estero.

 

AGRADECIMIENTOS

A Vanina Castillón, Diego Gonnet y Marina Iwanow -el resto del Equipo de Arqueología Histórica del Museo-por su colaboración en la búsqueda de datos. A Carlos Ceruti por su amabilidad en compartir con nosotros cosas que solamente él sabe.

 

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MISCELÁNEAS

Más software de libre acceso en arqueología

 

Por Marcelo Vitores*

* CIAFIC-CONICET, Federico Lacroze 2100, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: marcelovitores@yahoo.com.ar

 

En un número anterior conocimos varios programas que los arqueólogos podemos descargar sin costo de internet, para realizar tanto tareas generales como otras que son propias de nuestra disciplina. Desde ya, el texto se puede acceder libremente desde la página de La Zaranda (www.lazarandadeideas.com.ar).

En esta ocasión veremos más software y recursos web de libre acceso, que podemos aplicar a la arqueología, no solo para la investigación sino también la divulgación. Especialmente trataremos las aplicaciones gráficas y la integración de diversos programas en un proceso de trabajo.

La recopilación abarca principalmente software libre, de código abierto, aunque también se incluyen otros de código cerrado o propietario, pero en todos los casos el uso es gratuito. La mayoría de las aplicaciones son de escritorio (para instalar en la computadora) aunque otras son servicios online, o combinaciones de ambos. En pos de la brevedad omito la mención a los sistemas operativos requeridos, sobre todo porque muchos programas ofrecen las diversas versiones o son multiplataforma. Cuando no, siempre existe la posibilidad de emplear una máquina virtual (otro programa que oficia de interfaz de un sistema en otro).

Las bases de datos son la mención obligada. PiedraC provee una interfaz integral para el registro de excavación y su posterior estudio, con referencias cruzadas entre los formularios de estratos, hallazgos, análisis, fotografía y más (http://piedrac.sourceforge.net). Otras bases son de usos específicos, por ejemplo orientadas a la fauna, como Archaeobones (www.archaeobones.com.br). Sin constituir un programa en sí, algunos autores proveen libremente los archivos con la estructura y formularios de sus bases de fauna (http://www.atekna.com.ar/p/recursos.html), dibujos anatómicos (http://photos.archeozoo.org/index/category/49-squelettes_langen_skeletons_ lang_langes_esqueletos_lang_) o plantillas para representar gráficamente la abundancia de partes esqueletarias usando como interfaz un sistema de información geográfica (SIG) (http:// do-archaeology.com/research/the-skeleton-as-map.html). Un SIG siempre recomendable es QGIS, que se renueva constantemente (www.qgis.org).

Los administradores de bibliografía son mucho más importantes de lo que generalmente creemos. Existe JabRef (http://jabref.sourceforge.net) y hay constantes actualizaciones de Zotero (www.zotero.org) y Mendeley (www.mendeley.com). Los dos últimos se integran con los procesadores de texto para insertar las citas y automatizar la creación del listado bibliográfico a la vez que sincronizan online la base de datos o sirven como red académica. Pero si solo queremos compartir nuestra producción, acceder a la que buscamos y estar en contacto con otros investigadores, Academia.edu (www.academia.edu) es quizá la opción más popular y Research Gate es otra de interés (www.researchgate.net).

Para tener un resguardo de los archivos o compartirlos, existen diversos servicios de almacenamiento en la nube, como Dropbox (www.dropbox.com), Google Drive (https://drive.google. com) o Cubby (www.cubby.com). Este tipo de recurso es útil para que un equipo de investigación comparta actualizadas sus bases de datos, trabaje colaborativamente a la distancia o simplemente disponga de enlaces a un repositorio virtual.

Los gestores de imágenes también se transforman virtualmente en una base de datos cuando permiten insertar palabras clave en las imágenes, para filtrarlas y organizarlas. Zoner Photo Studio agrega esta funcionalidad a la habitual visualización, edición y administración de imágenes, y se destaca por permitir editar incluso los parámetros de la cámara (http://free.zoner.com). Para únicamente editar metadatos, podemos elegir entre los diversos programas que se basan en el módulo ExifTool (listados en la página www.sno.phy.queensu.ca/~phil/exiftool). En algunas circunstancias, la fotografía de gabinete se beneficia de controlar la cámara mediante conexión a la computadora. Para algunas marcas y modelos hay programas compatibles, como digiCamControl (http://digicamcontrol.com), SM Tether (www.smtether.com), DIYPhotoBits (www.diyphotobits.com) o gPhoto (http://gphoto.sourceforge.net).

Las fotografías tienen múltiple potencial en arqueología. Además de su uso directo, una foto también puede procesarse para obtener una ilustración publicable. Existen tutoriales sobre el empleo del programa Gimp (www.gimp.org) para dibujo de artefactos líticos (www.arkeobasque. wordpress.com/2013/03/12/tutorial-para-dibujo-litic-usando-el-programa-gimp-2-8-4/). Las imágenes individuales se pueden procesar o analizar siguiendo diferentes parámetros. ImageJ (http:// rsb.info.nih.gov/ij/index.html) o su versión Fiji (http://fiji.sc/wiki/index.php/Fiji) poseen numerosas herramientas y complementos. Una de sus aplicaciones es la manipulación de imágenes para distinguir y destacar motivos en arte rupestre. Con ese fin se agrega el complemento Dstretch (www.dstretch.com).

Los conjuntos de imágenes con superposición mutua se emplean básicamente en cuatro tipos de agregados: apilados (cuando los encuadres son idénticos y varía un parámetro como el foco o la exposición), panoramas (cuando todas las tomas pivotan desde la misma posición de cámara), mosaicos (cuando se desplaza la cámara regularmente sobre la superficie a reproducir) y modelos tridimensionales (cuando las tomas representan variadas perspectivas de un mismo tema). Con varias exposiciones de una misma toma, ImageJ permite hacer apilados (o stacks) , al igual que CombineZP (www.hadleyweb.pwp.blueyonder.co.uk), permitiendo generar imágenes enfocadas del primer al último plano, lo que especialmente útil en la fotografía con microscopio o lupa binocular. Los panoramas son útiles para registrar recintos y cuevas para o representar un sitio y su entorno. Hugin (http://hugin.sourceforge.net) facilita el ensamblado armónico y controlado de las fotos. Si el objetivo es un producto de divulgación, también puede interesarnos navegar entre distintos panoramas mediante un tour virtual, por ejemplo, hecho con JATC (www. panoclub.de/jatc/). La fotografía de una excavación en extensión o el ensamblado de escaneos de planos pueden recurrir a la creación de un mosaico. Image Composite Editor -ICE- (http://research. microsoft.com/en-us/um/redmond/groups/ivm/ice.htm) provee una solución simple, tanto para el mosaico como para un panorama normal, combinándose con Photosynth (http://photosynth.net). Este último servicio online también nos permite crear panoramas inmersivos o estructurados (i.e. que permiten navegar entre las fotografías, ubicadas tridimensionalmente en el lugar de su toma).

Los modelos tridimensionales en base a imágenes se generan mediante la técnica conocida como SfM (Structure from Motion). Las imágenes se ubican mutuamente en el espacio, triangulando los puntos en común, y se genera una nube de puntos. El primer paso virtual de una reconstrucción 3D es un panorama inmersivo y el propio Photosynth crea su nube de puntos; sin embargo, no permite una total manipulación por parte del usuario y necesitaremos un exportador para descargar los resultados (http://synthexport.codeplex.com). Si ya elaboramos una reconstrucción SfM y solo queremos navegar entre las imágenes, el panorama inmersivo se puede crear con PhotoCloud (http://vcg.isti.cnr.it/photocloud).

Existen servicios online donde, registro mediante, se cargan las fotos y nos devuelven un modelo relativamente acabado, por ejemplo Autodesk123D (www.123dapp.com) o también ARC3D (www.arc3d.be). La desventaja de éstos es que también limitan nuestra intervención en el procesamiento. Alternativamente disponemos de programas como Python Photogrammetry Toolbox que es de uso muy sencillo y efectivo (se descarga con instrucciones de instalación desde http:// arc-team.homelinux.com/arteam/ppt.php). Otros son insight3D (http://insight3d.sourceforge.net) o, con mayor control del procesamiento, Visual Structure From Motion (http://homes.cs.washington. edu/~ccwu/vsfm). A alguno que otro quizá le interese Field (www.openendedgroup.com/field/wiki/ReconstructionDistribution). Estos programas generan, a partir de las fotos, una nube de puntos tridimensionados, con densidad variable e información de color, junto con la posición relativa de cada imagen. Con dicho resultado nos interesará editar las nubes de puntos, combinarlas, escalarlas, generar mallas y texturas, cambiar formatos de archivo, etc. Meshlab (http://meshlab.sourceforge. net) es una poderosa herramienta de edición, para estos u otros modelos, independientemente de su origen (SfM, escáner láser, diseño asistido por computadora, etc.). Si solo queremos visualizarlos, alcanza Mesh Viewer (http://mview.sourceforge.net). También podemos emplear CloudCompare, para la medición y comparación de las nubes de puntos (http://www.danielgm. net/cc). Si nos preguntamos su aplicación, pensemos en la posibilidad de comparar sucesivos modelos para precisar el volumen de cada estrato en una excavación o controlar las alteraciones en el tiempo de restos arquitectónicos, paneles rupestres, etc. También hay recursos para escalar y georreferenciar la nube de puntos de un modelo SfM -quizá pensando en integrarlo en un SIG- (http://www.personal.psu.edu/nmc15/blogs/anthspace/2010/02/structure-from-motion-pointclouds-to-real-world-coordinates.html). ¿O por qué no combinar el modelo 3D con una textura fotográfica procesada en Dstretch?

Debemos destacar que el método SfM es independiente de la escala, pudiendo aplicarse desde la fotografía macro hasta las imágenes aéreas. Si bien está preparado para fotos digitales, también podemos emplearlo con escaneos de las analógicas, si les insertamos los metadatos mediante un editor Exif. Aunque los programas para SfM se fundamentan en principios fotogramétricos, no están destinados a ese fin estricto. Un software que habilite mediciones, cálculos métricos y rectificación de imágenes, es la orientación de, por ejemplo, e-foto (www.efoto.eng.uerj.br/en) u otras aplicaciones para aerofotografía como AirPhoto (www.uni-koeln.de/~al001/airphotose.html).

Otra opción para crear nuestras réplicas virtuales (sobre todo de artefactos) es mediante luz estructurada (i.e. la proyección de un patrón de luz y su reconocimiento vía software). Para este tratamiento encontramos Real3D Scanner (www.real3d.pk/3dracs.html) o DavidLaserScanner (www.david-laserscanner.com), aunque en estos casos necesitaremos algo más de hardware, aparte de nuestra cámara.

Independientemente de su origen, podemos mostrar nuestros modelos 3D en la web, con servidores como Sketchfab (https://sketchfab.com) o p3d (http://p3d.in). Alternativamente podemos insertarlas en un .pdf con U3D-2-PDF (http://nj.riotdowntown.com/2011/04/u3d-2-pdf) previa instalación de MiKTeX (http://miktex.org) y Meshlab.

Una forma más estática de representación es un anaglifo o imagen estereoscópica. Se puede luego de cargar el modelo 3D en SPIERS -un visor interactivo pensado para paleontólogos y que permite muchas más ediciones - (http://spiers-software.org), o del modo clásico, a partir de un par de imágenes estereoscópicas, para lo cual aún podemos recurrir a programas sencillos, como imagen3D (http://personal.telefonica.terra.es/web/homemarket/imagen3d/espanol/index.htm) o StereoPhoto Maker (entre otras aplicaciones, en http://stereo.jpn.org), además del ya visto CombineZP.

Por último, la morfometría geométrica abarca una colección de técnicas analíticas de gran potencial, para mediciones en dos o en tres dimensiones, apelando a la selección de puntos definidos y/o contornos de los especímenes (en nuestro caso, artefactos). El sitio http://life.bio.sunysb.edu/morph compila gran cantidad de aplicaciones informáticas para cada paso del procesamiento, por ejemplo la serie Tps (TpsUtil, TpsDig, TpsRW...), MakeFan, etc. El resultado numérico puede trasladarse para continuar su análisis en PAST, un completo y práctico programa de estadística que se sigue actualizando (http://folk.uio.no/ohammer/past); y el conjunto total de datos (numéricos, gráficos 2D, 3D, etc.) puede integrarse en Paraview para su visualización (http://www.paraview.org).

Las funciones del software ejemplificado van más allá de las mencionadas, y vale destacar que muchos presentan amplia superposición, lo que permite más opciones para personalizar la cadena de trabajo. Existen muchos otros programas para estas u otras aplicaciones, y las posibilidades de combinarlos son variadas, siempre dependiendo de los objetivos del trabajo, los medios disponibles y las preferencias personales. Lo importante para resaltar es que, además de ser recursos de libre acceso, su combinación los potencia mutuamente y su empleo nos permite generar nuevos niveles de información o posibilidades de comunicación para formas de registro ya establecidas.

EDITORIAL

Estimados autorxs y lectorxs de La Zaranda de Ideas,

En esta oportunidad queremos realizar una aclaración sobre la numeración de la revista en el año 2014. Lamentablemente, un error burocrático al inscribir la revista en la oficina de Derechos de Autor ha hecho que durante el 2014 tuviésemos que sacar dos volúmenes distintos en vez de un volumen con dos números como veníamos haciendo tradicionalmente en nuestra revista. Por tal motivo, los volúmenes 10 y 11 corresponden al 2014, el 10 contiene los artículos del primer semestre y el 11 los del segundo. El volumen 12 no se encuentra disponible en la página porque es simplemente una versión en CD-ROM que compila el contenido de los volúmenes 10 y 11, consecuencia también de un error cometido en la inscripción.

Muchas gracias por seguir acompañándonos en estos once años de la revista, y pedimos disculpas por los posibles inconvenientes generados.

Comité Editorial de La Zaranda de Ideas .

EDITORIAL

Como es costumbre, nos volvemos a encontrar en este punto del trabajo de edición para realizar el balance de los logros alcanzados y las tareas adeudadas. Sin embargo, la editorial de La Zaranda nº 9 no será como cualquier otra que se haya escrito previamente, y esto se debe, fundamentalmente, a la maduración de una idea que supo venir inquietando en lontananza. Esta idea constituye el abandono definitivo del formato en papel y la adopción exclusiva del formato digital a partir del presente número. Esta decisión no resultó sencilla, ardua fue la batalla y duro el tesón de quienes proclamaron no abandonar los últimos lazos románticos con el papel. Pero finalmente convenimos, en buenos términos, adoptar el formato digital en forma exclusiva dado las variadas ventajas y facilidades que aporta.

Antes de seguir, queremos hacer un alto reparador en el camino y agradecer enormemente a Ivana Ozán, Ariadna Svoboda, Dolores Carniglia y Silvia Chinen por el trabajo realizado en este proyecto, por su pujanza y por compartir el espíritu de trabajar para ofrecer algo distinto y sin otra recompensa que la pura gratificación. Pudimos reconocer en ellos a muy buenos profesionales y, mejor aún, a excelentes personas. Gracias por lo brindado y esperamos verlos en algún punto no muy distante del camino.

Por otro lado, y siguiendo con nuestro espíritu de empujar un poco más allá la frontera, tenemos el agrado de anunciar nuestra incorporación a ESBSCO y SCOPUS. El primero, constituye una base de datos online a la cual están asociadas cientos de instituciones académicas, escuelas, bibliotecas públicas e instituciones gubernamentales de todo el mundo. El segundo, constituye la base de información más grande de resúmenes y citas de papers disponible por el momento. Finalmente, pero no menos importante, queremos dar gracias a todos aquellos que siguen interesándose por este proyecto.

Esperamos que con este número sigamos manteniendo su confianza y alimentando aún más las ganas de seguir hacia delante, siempre hacia delante, por el alcance utópico de la inconquistable frontera…

^rND^1A01^nSheila G.^sAli^rND^1A02^nUlises A.^sCamino^rND^1A01^nSheila G.^sAli^rND^1A02^nUlises A.^sCamino^rND^1A01^nSheila G^sAli^rND^1A02^nUlises A^sCamino

ARTÍCULO

 

Redescubriendo el pasado de Villa Riachuelo. Ubicación actual de los sitios hispano-indígenas hallados por Rusconi a principios del siglo XX

Rediscovering the past of Villa Riachuelo. Current location of spanish-indian sites found by Rusconi early twentieth century

 

Sheila G. Ali*

*Proyecto Arqueológico Flores, UBA. Sheila G. Ali es alumna de antropología con orientación en arqueología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Este trabajo forma parte de la participación como alumna investigadora del Proyecto Arqueológico Flores, FFyL, UBA. Actualmente forma parte del Comité Editorial de la Revista Urbania desde el año 2012 y desarrolla una beca de entrenamiento para el "Proyecto sobre estilos cerámicos en el humedal del Paraná inferior" en el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. E-mail: sheilagriselali@yahoo.com.ar

Ulises A. Camino**

**CAU FADU UBA- CONICET. Ulises A. Camino es Doctor en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires egresado en Junio de 2012, Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación Arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en el 2006. Este trabajo forma parte de las investigaciones realizadas con la Beca Doctoral del CONICET. Actualmente es becario posdoctoral de CONICET, investigando el desarrollo urbano y periurbano del otrora partido de San José de Flores, actual barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. E-mail: ulisescamino@yahoo.com.ar

Recibido: abril de 2012
Aceptado: mayo 2013.


RESUMEN

La publicación de Rusconi, en 1928, sobre el hallazgo de dos paraderos indígenas en Villa Riachuelo constituyó una de las primeras investigaciones realizadas en el área circundante al río Matanza. En el presente trabajo establecemos la ubicación espacial de los sitios mencionados a través de una búsqueda bibliográfica y geoespacial intensiva, en la cual se utilizaron los relevamientos topográficos del propio Rusconi y las cartas satelitales de la Ciudad de Buenos Aires del Instituto Geográfico Militar (actual Instituto Geográfico Nacional) combinándolas con el programa gvSIG 1.11.0. Los resultados demostraron que el sitio mencionado como Paradero A por el autor se encuentra en el actual Parque Sur del Sindicato de Trabajadores Municipales, y el Paradero B, bajo el Autódromo Municipal Oscar Gálvez.

Palabras Clave: Rusconi; Río Matanza-Riachuelo; Cerámica; Conquista; Geografía.

ABSTRACT

The paper of Rusconi, in 1928, on the discovery of two indigenous locations was one of the first archeological researchs in the area surrounding the Matanza River. In the present work we establish the spatial location of the sites mentioned through an intensive literature and geospatial research, which used the topographic surveys of the own Rusconi and the satellites charts of the City of Buenos Aires from the Military Geographic Institute (actually National Geographic Institute) combining them with the gvSIG 1.11.0 program. The results showed that the site listed as location A to the author is in the current South Park Municipal Workers’ Union, and the location B, under the Autódromo Oscar Galvez city.

Keywords: Rusconi; Matanza-Riachuelo River; Ceramics; Conquest; Geography.


 

INTRODUCCIÓN

Los primeros españoles llegados a Buenos Aires en el siglo XVI se encontraron con un escenario conformado por una gran variedad de poblaciones humanas esparcidas en el área. Las crónicas de viajeros y soldados de la época ya mencionaban diferentes grupos indígenas tales como guaraníes, charrúas, chiná-timbú y beguás, todos ellos denominados así por los mismos españoles. Estas crónicas reflejan la complejidad étnica presente en la región pampeana en el momento de contacto con las poblaciones europeas.

A principio del siglo XX, el desarrollo de las primeras investigaciones relacionadas con la arqueología fueron llevadas a cabo por sociedades eruditas, tales como el museo Nacional de Ciencias Naturales y el Museo de Ciencias Naturales de La Plata (Podgorny 2008). En este contexto temprano de la disciplina, Carlos Rusconi, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales, halló en el año 1920 dos sitios arqueológicos indígenas (Rusconi 1928) sobre las barrancas del Río Matanza-Riachuelo, en Capital Federal. Los sitios fueron denominados como "Paradero A" (Rusconi 1928:84), en el caso del yacimiento ubicado en la base de la barranca, y "Paradero B" (Rusconi 1928:85), al hallado en la cima de una loma. En este trabajo utilizaremos la terminología empleada por Rusconi, en cuanto su denominación de paraderos, aunque creemos conveniente aclarar que dichos conceptos representan una primera etapa de desarrollo de la disciplina en nuestro territorio. Nosotros no compartimos la denominación dada por Rusconi de los sitios estudiados ni sus implicancias teóricas, simplemente son tomados como una forma de denominación para llegar a comprender su actual ubicación espacial. Hoy, sin un estudio más profundo en los sitios, no podemos adjudicarles algún tipo de función en el pasado, simplemente podemos sostener que son sitios o yacimentos arqueológicos dada su alta concentración artefactual sobre un área limitada (Renfew y Bahn 1991).

En el Paradero A, se encontraron fragmentos cerámicos rudimentarios, restos óseos y material lítico, los cuales serían resultado de una depositación secundaria consecuencia de la acción fluvial y pertenecerían a un período anterior a la conquista. En cambio, en el segundo de los sitios se encontraron materiales que reflejan claramente el contacto con las poblaciones españolas, entre ellos, cerámicas y pipas con decoraciones hispano-indígenas y restos arqueofaunísticos de las especies Bos taurus y Equus caballus. Dichas especies no son autóctonas de la zona sino que fueron incorporadas por los invasores europeos. En el Paradero B, entonces, es posible observar las transformaciones que se fueron produciendo al interior de estos grupos indígenas con la llegada de los españoles. Si bien estos grupos, en una etapa temprana de la conquista se mantuvieron en sus mismos espacios, comienzan a aparecer cambios en el registro material tales como la utilización de nuevos instrumentos, la imitación de motivos estilísticos en la cerámica y la incorporación de nuevos animales a la dieta.

Villegas (1933), años más tarde, también recorrió el área circundante al Río Matanza-Riachuelo en la zona de Villa Lugano, y detectó dos fogones indígenas en los que se encontraron restos materiales similares a aquellos recolectados por Rusconi. Entre ellos cabe destacar la aparición de gran cantidad de fragmentos cerámicos decorados, en su mayoría con motivos geométricos, un fragmento de mano de mortero, raspadores, puntas de proyectil y abundantes restos óseos pertenecientes a la especie Bos taurus.

Además, el sitio Estación Querandí, analizado por Basavilbaso (1937), puede ser vinculado con los sitios estudiados por Rusconi en 1928. Esto se debe a que la ubicación del yacimiento se encuentra también sobre las barrancas del Río Matanza-Riachuelo, a tan sólo 3,5 km de distancia, y los materiales encontrados, especialmente cerámicas incisas, resultan similares a los analizados en el Paradero B. Los diseños cerámicos encontrados en ambos sitios actualmente pueden ser considerados parte del estilo Punta Indio, característico de la región (Caggiano 1977).

En el presente trabajo nos hemos propuesto como objetivo determinar la ubicación espacial de los dos sitios hallados por Carlos Rusconi a principios del siglo XX. Para dicho fin hemos utilizado los relevamientos topográficos realizados por el investigador y las cartas satelitales de la Ciudad de Buenos Aires provenientes del Instituto Geográfico Nacional, las cuales fueron combinadas a través del programa gvSIG 1.11.0. Con esto pretendemos observar qué rasgos topográficos aún se puedan conservar hoy en dicho espacio. Creemos que este tipo de análisis nos permitirá localizar los sitios descritos anteriormente en la zona de Villa Riachuelo y, de esta forma, aportar información clave para el desarrollo de investigaciones futuras en el área. Además debe resaltarse la relevancia que tienen aún hoy las investigaciones analizadas a principios del siglo pasado y las posibles vías de investigación que pueden abrirse en torno a ellas con el fin de ampliar nuestro conocimiento. En este caso particular, la publicación de Rusconi en el año 1928 resulta de gran importancia para comprender a las poblaciones indígenas presentes en Buenos Aires y su relación con los conquistadores europeos. Lamentablemente la colección del material proveniente de los paraderos de Villa Riachuelo recolectada por Rusconi se encuentra actualmente perdida.

DESCRIPCIÓN DE LOS REGISTROS ARQUEOLÓGICOS HALLADOS POR RUSCONI

A principios del siglo XX los bañados del Riachuelo conformaban un valle inundable, en su mayoría con terrenos cultivados. Esta zona se encontraba en pleno desarrollo de urbanización, abarcando los barrios de Flores, Villa Lugano y Villa Riachuelo (Rusconi 1928, 1940, 1956). Rusconi en 1920 recorrió la ribera y encontró dos sitios arqueológicos en las cercanías del Río Matanza-Riachuelo.

El primer sitio encontrado fue denominado Paradero A y se ubicaba en la base de una barranca sobre el margen izquierdo del río, a 150 m del antiguo puente La Noria, a 500 m río abajo del puente actual. Se componía, mayormente, de fragmentos cerámicos indígenas y estaba asociado al piso querandinense (Rusconi 1928), conformado por arenas y conchillas. Rusconi (1928) sostiene que dicho yacimiento sería resultado de la acción pluvial, la cual arrastró materiales humanos desde terrenos más altos hacia la base de la barranca. El autor concluye, por la forma de disposición de los restos, que no se trataría de una asociación directa con el piso marino sino de una depositación secundaria. La cerámica presente en este sitio poseía una pasta tosca y muchos fragmentos demostraban una cocción incompleta. Se encontraron pocos tiestos decorados con diseños tales como estrías groseramente trazadas y rayados paralelos en zig-zag. Además, en una de las piezas se encontró un dibujo esqueiomórfico y en otras dos, muescas triangulares en los bordes (Figura 1).


Figura 1. A la izquierda, dibujo de fragmento con diseño esqueiomórfico y a la derecha, fragmento con muescas triangulares en el borde.

Se observó que en este tipo de cerámicas la pasta era más fina y la superficie estaba pulimentada, lo cual refleja el mayor esfuerzo incorporado a su producción a diferencia de las piezas lisas. Junto a los restos de alfarería también aparecieron restos faunísticos, mayormente de especies modernas, aunque también se recolectaron huesos fósiles de la especie Eutatus seguini. Rusconi (1928) concluye que el Paradero A pertenecería, por los materiales cerámicos encontrados y su ubicación estratigráfica, a un período previo a la conquista.

El segundo sitio fue llamado Paradero B y, en este caso, se trataba de un fogón indígena encontrado in situ sobre una loma en lamargen derecha del Río Matanza-Riachuelo. El yacimiento se ubicaba sobre una capa de humus, por lo que se presume que sería posterior al Paradero A teniendo en cuenta, también, la mayor cantidad de objetos vinculados al período pos conquista. El fogón poseía una forma cóncava, medía alrededor de 3 m de ancho y se encontraba a 50 cm de profundidad del nivel del suelo. La cerámica presente en este sitio poseía gran variedad de elementos decorativos, tales como grabados y pinturas, lo que conllevó a que el autor desarrollara una clasificación para las mismas (Rusconi 1928). Fueron agrupadas en cuatro grupos: alfarerías sin ornamentación, alfarerías con agujeros de suspensión o dentados en el borde, alfarerías con ornamentación grabada y alfarerías grabadas y pintadas.

En el caso de las alfarerías sin ornamentación, en su mayoría poseían una pasta tosca y restos de hollín en la superficie, consecuencia de su utilización para cocinar. Se observó que tenían una cocción intensiva y presentaban, en muchos casos, biselado en la parte interna.

Las alfarerías con agujeros de suspensión o dentados en el borde aparecían en cerámicas cuyas superficies no presentaban otra decoración, sólo las características mencionadas.

En tercer lugar, las alfarerías con ornamentación grabada eran las que mayor variabilidad de diseños estilísticos presentaban. Entre los diseños mencionados por Rusconi cabe destacar los siguientes: Impresiones ungulares, Rayados, Trazos discontinuos y Motivos complejos (Figura 2).


Figura 2. Motivos de alfarerías con ornamentación incisa. Impresiones ungulares (a); rayados (b); trazos discontinuos (c) y motivos complejos (d).

Por último, las alfarerías grabadas y pintadas llamativamente resultaron muy numerosas en el sitio, inclusive se destaca la aparición de fragmentos de dos vasos con este tipo de decoración. Los colores más utilizados eran el bermellón, el ocre y el gris y la pasta reflejaba una selección en las materias primas empleadas. Este grupo refleja claramente una vinculación con la sociedad hispana (Figura 3). Actualmente, según la clasificación desarrollada por Daniel Schávelzon (2001), estas piezas son consideradas como Buenos Aires Polícromo y están vinculadas al período colonial temprano. Además, fueron recolectados fragmentos de dos pipas, confeccionadas con materiales arcillosos alóctonos, cuya forma y decoración resultaron muy particulares (Figura 4). De la primera de ellas solo se encontró parte del hornillo, el cual presentaba una decoración compleja conformada por tres cuadrángulos unidos y dispuestos verticalmente, cada uno con los elementos ornamentales iguales en su interior. En cambio de la segunda, se conservaron tres fragmentos: dos de ellos correspondientes a la parte del hornillo y uno, a la zona del caño. La decoración de ésta última era más sencilla ya que consistía en un rayado orientado transversalmente desde la cara interna hacia la cara externa de la parte del hornillo y, sobre ésta, la decoración consistía en rayados con forma de motivos fitomórficos. Rusconi (1928) considera que estarían asociadas al período hispano-indígena debido a que difieren radicalmente de aquellas encontradas tanto en el Noroeste como en la Patagonia argentina pero actualmente se considera la posibilidad de que existieran influencias afroamericanas (Schávlezon 2003).


Figura 3. Fragmentos de dos vasos con decoración grabada y pintada.


Figura 4. A la izquierda pipa con decoración compleja. A la derecha pipa con motivo fitomórfico.

A metros del fogón fue hallada una pieza de metal trabajada sobre una plancha de hierro, la cual pertenecería al período colonial. Presentaba una forma semicircular cuyas extremidades resultaban diferentes. Una de ellas era redondeada y tenía un orificio en su interior y la otra, terminaba con una punta aguda y recta (Figura 5). Vignati, años más tarde, consideró que este instrumento era un anzuelo perteneciente a las primeras etapas de la conquista (Vignati 1942).


Figura 5. Instrumento de metal.

Los restos arqueofaunísticos ubicados en el Paradero B presentaban diferentes grados de termoalteración y tenían un carácter muy fragmentario. Entre las especies encontradas se mencionan restos de Bos taurus y Equus caballus, los cuales fueron incorporados al territorio por los españoles.

Finalmente, los instrumentos líticos encontrados tanto en el Paradero A como en el B, si bien resultan escasos según la publicación de Rusconi de 1928, se mencionan los siguientes: restos de talla lítica, fragmentos de punta de proyectil, bolas de boleadora, fragmentos de manos de moler, raspadores y cuchillos. Esto es normal en la pampa deprimida donde las fuentes de materia prima se encuentran a varios cientos de kilómetros de distancia. Por lo que, en esta región la densidad de hallazgos artefactuales en líticos son escasos y, en general, la industria tendió a la realización de instrumentos conservados.

UBICACIÓN DE LOS SITIOS

El objetivo de este trabajo consiste en establecer la ubicación de los sitos analizados por Rusconi en 1928 a partir de una reconstrucción geográfica de la zona. A través de los relevamientos topográficos realizados por dicho autor y la utilización de cartas satelitales de la Ciudad de Buenos Aires, las cuales fueron combinadas con programa gvSIG 1.11.0, fue posible determinar la ubicación de los sitios mencionados en la zona de Villa Riachuelo ubicada en el límite sur de la Ciudad de Buenos Aires (Mapa 1).


Mapa 1 . Ubicación de los sitios hallados por Rusconi a través de una imagen satelital actual de la Ciudad de Buenos Aires y Municipio de Lanús de la Provincia de Buenos Aires. Demarcación de las cotas de altura y el curso del antiguo cauce del Riachuelo.

Los documentos analizados dieron como resultado que el Paradero A (Rusconi 1928) se ubica en el actual Parque Sur del Sindicato de Trabajadores unicipales y el Paradero B (Rusconi 1928) bajo el Autódromo Municipal Oscar Gálvez (Mapa 2). Además, fue posible detectar el curso del antiguo cauce del Riachuelo previo a la rectificación en el año 1930 y se han demarcado los niveles de altimetría de la zona (Mapa 2 y Mapa 3). Los mapas nos permiten observar que el Paradero B se localiza en un "cerrito" que se eleva 10 m sobre la planicie de inundación. Esta ubicación debió haber resultado ventajosa para los ocupantes de la zona ya que permitía una vista privilegiada para la caza, para protegerse de rivales, y también, evitaba las inundaciones periódicas.


Mapa 2 . Superposición de carta de 1926 con imagen satelital actual.

 


Mapa 3. Maqueta de cotas superpuesta con imagen satelital actual. Fuente: Museo de AySA.S.A.

PROSPECCIÓN EN EL PARQUE SUR DEL SINDICATO DE TRABAJADORES MUNICIPALES

A partir de la ubicación de los sitios arqueológicos analizados, se decidió realizar una prospección en el Parque Sur del Sindicato de Trabajadores Municipales. En este espacio se encontraba el antiguo cauce del Río Matanza-Riachuelo, el cual en el año 1930 fue rectificado hasta alcanzar el curso que se observa actualmente. Ocularmente se constató la presencia actual de un relicto del río donde todavía corren aguas a muy baja intensidad y de vegetación autóctona del área pampeana (Figura 6).


Figura 6. Fotografía del paleocauce encontrado en el Parque Sur y la vegetación de la zona.

Además, fueron recolectados de la superficie diferentes objetos, tales como restos de gres, lozas y, entre ellos, un tiesto cerámico encontrado en una barranca expuesta al margen izquierdo del curso de agua mencionado. El fragmento cerámico posee una cocción oxidante con un alisado simple como acabado de superficie y se compone por una pasta homogénea con inclusiones de mica (Figura 7).


Figura 7. Fotografía del fragmento de cerámica hallado en Parque Sur.

El descubrimiento de un terreno en la zona de Villa Lugano y Villa Riachuelo, donde el desarrollo urbano no ha avanzado a gran escala y aún perduran restos de la vegetación autóctona, resulta de gran importancia para el desarrollo de investigaciones futuras en el área, con el objetivo de dar cuenta de las interacciones establecidas entre las poblaciones indígenas y los conquistadores.

VINCULACIÓN DE LOS PARADEROS A Y B CON SITIOS DE LA REGIÓN

Desde principios del siglo XX hasta la actualidad, se han desarrollado gran cantidad de investigaciones arqueológicas en el área de la región pampeana con el fin de aportar mayor conocimiento sobre las poblaciones indígenas y su relación con los conquistadores europeos. Decidimos tomar en consideración algunos sitios vinculados con los dos analizados en este artículo y tener en cuenta las perspectivas actuales que han sido desarrolladas, especialmente en lo referente a la alfarería. Las tipologías cerámicas utilizadas por los distintos investigadores no necesariamente son compartidas por los autores de este trabajo. Aunque pensamos que las caracterizaciones tecnológicas de las mismas son meticulosas y pueden ser consideradas como información válida para los trabajos actuales.

Uno de los sitios que se vincula con los paraderos A y B de Villa Riachuelo, es el sitio Estación Querandí, ubicado a tan solo 3,5 km de distancia. En este caso los materiales hallados fueron: tiestos cerámicos, puntas de proyectil, una bola esférica, raspadores, cuchillos, arqueofaunas termoalteradas y un instrumento de metal. La cerámica encontrada presentaba, en muchos casos, técnicas de incisión y, en menor proporción, pintura en la superficie interna. La decoración presente en este sitio resultaba similar a la mencionada para el Paradero B, ya que aparecieron fragmentos con impresiones ungulares, líneas discontinuas, líneas o puntos con presiones rítmicas, entre otros (Figura 8).


Figura 8. Fragmento cerámico de sitio Estación Querandí con motivos complejos, según la clasificación de Rusconi.

En la actualidad, el estilo decorativo encontrado en ambos sitios, Estación Querandí y Paradero B, es denominado como Punta Indio y se encuentra vinculado a toda la región de los bajíos de la cuenca del Plata (Caggiano 1977). Este tipo de alfarería se caracteriza por presentar incisiones con los siguientes motivos: líneas rectas u onduladas, líneas rectas formando triángulos rellenos de puntuaciones, guardas simples y complejas, entre otras. Además, en la costa del Río de la Plata, desde Punta Lara hasta el Río Samborombón, también se han encontrado estilos decorativos similares (Vignati 1931).

En la década del ´60, Eduardo Cigliano realizó trabajos en el partido bonaerense de Berisso, hallando cerámicas prehispánicas. El sitio se ubicaba sobre la costa del Río de la Plata, en el paradero de Palo Blanco dándole el mismo nombre a este sitio. La cerámica fue caracterizada como una alfarería temprana que dió a llamar Palo Blanco con distintas fases: Palo Blanco 1, 2 y 3 (Cigliano 1966, 1967; Cigliano et al. 1971). Los estilos cerámicos resultan similares a los hallados por Rusconi en los Paraderos A y B de Villa Riachuelo. Además, en la década del ´70, también en el partido de Berisso, en la localidad de La Masa, fueron halladas alfarerías prehispánicas, que según los autores podrían ser consideradas de tipo Palo Blanco 1, 2 y 3.

También, algunos fragmentos analizados por Rusconi pueden ser vinculados actualmente a la tradición guaranítica (Caggiano 1984; Loponte y Acosta 2003-2005; Rodrigué 2005). La alfarería, en este caso, presenta las técnicas de ungulado y corrugado en todo el cuerpo de las vasijas para su decoración (Figura 9). El sitio Arroyo Fredes, mencionado por Rodrigué (2005), refleja la ocupación de este grupo en el área dos siglos antes de la llegada de los españoles. También, existe evidencia histórica de que este grupo fue encomendado en los pagos de La Matanza, dentro de los cuales se incluye el espacio estudiado por Rusconi (Calandra et al. 1999).


Figura 9. Fragmento de cerámica de tradición guaranítica.

Teniendo en cuenta el análisis desarrollado por Daniel Schávelzon (2001) para la alfarería presente en Buenos Aires en el período colonial temprano, muchos fragmentos cerámicos hallados en el Paradero B podrían ser vinculados con estos estilos. En primer lugar, la decoración encontrada en los fragmentos de vasos, clasificada por Rusconi (1928) como alfarería con grabado y pintura, puede ser considerada, según este autor, como Buenos Aires Polícromo. Además, la reconstrucción de las vasijas encontradas en los paraderos de Villa Lugano reflejan formas subglobulares y, en algunos casos, con presencia de asas, las cuales son denominadas por Schávelzon (2001) como Buenos Aires Evertido (Figura 10).


Figura 10. Reconstrucción de una vasija por Rusconi en publicación de 1928.

Las pipas encontradas en el Paradero B con diseños complejos pueden ser consideradas como resultado de influencias africanas teniendo en cuenta el análisis que realiza Schávelzon en relación a la población esclava africana presente en Buenos Aires (Schávelzon 2003).

Finalmente, Villegas en el año 1933 recorrió el área cercana al Río Matanza en la zona de Villa Lugano y localiza dos fogones indígenas expuestos en la calle Tellier (actual Lisandro de la Torre). Los restos materiales recuperados fueron, mayoritariamente, fragmentos cerámicos. La decoración de los mismos presentaba motivos geométricos realizados por la técnica de incisión. Actualmente, Schávelzon considera a este tipo de alfarería como una cerámica porteña denominada Buenos Aires Cepillado (Schávelzon 2001).

CONCLUSIÓN

Los hallazgos realizados por Carlos Rusconi sobre los dos sitios indígenas demuestran ser, a pesar del tiempo transcurrido, de gran relevancia para la arqueología actual debido a que constituyen los únicos de estas características en el territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El contexto en el que surge esta disciplina en el país está vinculado a la práctica de viajeros y aficionados, los cuales poseían como meta la acumulación de objetos del pasado. En el caso analizado en este trabajo se observa que para el autor los objetivos eran diferentes. La información geológica y estratigráfica resulta relevante, además de la forma de depositación de los restos materiales y la relación de los mismos con vinculaciones en la zona de estudio.

La ubicación de los Paraderos A y B analizados por Rusconi en la zona de Villa Lugano, abre nuevas posibilidades sobre el estudio de las poblaciones indígenas en el período inicial de la conquista. La mayor parte del registro material encontrado en las investigaciones está conformado por fragmentos cerámicos. La cerámica en la zona presenta algunas características similares, lo que permite su agrupación en el llamado estilo Punta Indio. A través del análisis de la alfarería, encontrada en los sitios analizados por Rusconi y teniendo en cuenta otros sitios cercanos, es posible plantear, de forma solo estimativa, vinculaciones establecidas entre grupos humanos que ocupaban la zona. Además, la aparición de nuevos estilos decorativos, junto con la incorporación de instrumentos de metal y nuevas especies faunísticas a la dieta, nos permiten reflejar transformaciones que se estaban llevando a cabo hacia el interior de los grupos frente a la conquista española. En trabajos futuros será posible analizar en profundidad los diversos procesos sociales que, a través de la cerámica y complementado con otros restos materiales, pueden aportar información relevante en la comprensión de las poblaciones indígenas en el pasado.

Los estudios presentados en este trabajo, realizados a través de búsquedas bibliográficas y geoespaciales, han podido determinar que el Paradero A se ubica en el Parque Sur del Sindicato de Trabajadores Municipales y el Paradero B, bajo el Autódromo Municipal Oscar Gálvez. Creemos que el Parque Sur actualmente se encuentra menos modificado por los procesos de urbanización a gran escala, como los desarrollados en áreas circundantes.

En una prospección realizada por los autores fue posible observar la existencia de un paleocauce del Riachuelo junto con la presencia de flora autóctona. Consideramos que el descubrimiento de un terreno en Villa Lugano con dichas características permitirá en el futuro el desarrollo de nuevas investigaciones arqueológicas. Creemos que serán importantes las excavaciones que puedan realizarse más adelante en dicha área.

Finalmente, destacamos la utilización de investigaciones desarrolladas en los inicios de la disciplina con el fin de servir como puntos de partida a partir de los cuales ampliar nuestro conocimiento de las sociedades en el pasado. El trabajo de Rusconi publicado en el año 1928 nos permite plantearnos nuevos interrogantes y nuevas formas de investigarlos haciendo uso de las tecnologías disponibles en la actualidad.

 

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ARTÍCULO

El registro de cérvidos del sitio Río Luján 2 (Campana, Provincia de Buenos Aires): resultados de su análisis

Cervids record from Río Luján 2 site (Campana, Buenos Aires Province): results of the reanalysis

 

Leonardo Mucciolo*

* CONICET-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Leonardo Mucciolo es Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente investiga los patrones de obtención, procesamiento y consumo final de ungulados desarrollados por los grupos cazadores-recolectores y horticultores que habitaron el humedal del Paraná inferior desde hace aproximadamente 2500 años hasta la conquista española. Este trabajo forma parte de las investigaciones realizadas en el marco de una beca doctoral otorgada por CONICET. E-mail: leonardomucciolo@yahoo.com.ar

Recibido: diciembre de 2012
Aceptado: marzo de 2013.


RESUMEN

El sitio arqueológico Río Luján 2 (Campana, prov. de Buenos Aires) es una referencia insoslayable para la zooarqueología del sector continental del humedal del Paraná inferior. Recientemente, otros autores han reanalizado la colección arqueofaunística de este sitio, aunque los cérvidos no han sido incluidos hasta el momento. Teniendo en cuenta la existencia de nuevos criterios metodológicos e inquietudes teóricas para el análisis faunístico, en este trabajo se presentan los resultados de la revisión de la colección de cérvidos. Los datos indican que la caza de cérvidos, y en especial de Blastocerus dichotomus (ciervo de los pantanos), constituyó una de las principales actividades para la subsistencia, empleando una estrategia de acarreo completo de las carcasas hacia el sitio de consumo final. También se sugiere, considerando el fechado realizado recientemente, que las carcasas de los cérvidos habrían sido explotadas intensivamente para el aprovechamiento de los recursos internos (médula y probablemente grasa ósea) desde momentos relativamente tempranos de la ocupación del área.

Palabras clave: zooarqueología; humedal del Paraná inferior; cazadores-recolectores; cérvidos; Holoceno Tardío.

ABSTRACT

Río Luján archaeological site (Campana, Buenos Aires province, Argentina), is an unavoidable reference for continental lower Paraná wetland zooarchaeology. Recent work by other authors has focalized on reanalysis of faunal remains, but cervids have not been included in those revisions. Taking in count new methodological criteria and theoretical perspectives in zooarchaeology, in this work we present reanalysis result of cervids collection. Results points that cervid hunting, especially of Blastocerus dichotomus (marsh deer), constituted the main activity for subsistence, employing an unbiased transport strategy. We also suggest, considering recent dating of the site, that cervids carcasses would have been exploited intensively for bone marrow and probably bone grease rendering since initial occupation of the area.

Keywords: zooarchaeology; lower Paraná wetland; hunter-gatherers; cervids; Late Holocene.


INTRODUCCIÓN

El sitio arqueológico Río Luján se localiza en el partido de Campana, provincia de Buenos Aires, dentro de la actual Reserva Natural Estricta Otamendi (APN). Se emplaza sobre la margen izquierda del río Luján, en un ambiente típico del humedal asociado al tramo inferior del río Paraná, dentro del sector denominado Bajíos Ribereños Meridionales (BRM). Dicho microsector es actualmente el más representado dentro de la arqueología del humedal del Paraná inferior (HPI), con sitios que cuentan con cronologías que van desde aproximadamente 1600 hasta 700 años AP y se localizan sobre albardones de hasta 1 m de altura, cuya potencia arqueológica generalmente abarca 50-60 cm dentro del horizonte A del suelo actual (para mayores detalles sobre las características de los sitios del área, ver Acosta 2005; Loponte 2008).

Río Luján fue originalmente excavado por personal del Museo de Ciencias Naturales "Carlos Ameghino" de Mercedes. De acuerdo a Petrocelli (1975), el sitio se compone de al menos dos sectores distantes entre sí aproximadamente 300 m, uno de los cuales (sitio 1) correspondería a un área de enterratorios, mientras que el otro sería un área de actividades (sitio 2).

El sitio fue relocalizado en 2009. Siguiendo la caracterización original, los hallazgos realizados indican que se habría detectado el sector correspondiente al sitio 2 (Arrizurieta et al. 2010). Un fechado realizado sobre una muestra de Blastocerus dichotomus recuperada en esta ocasión arrojó un resultado de 1692+/- 46 años 14C AP (AA97458; 321-543 cal DC, 2 sigmas [p=0,957] con Calib 6.0 [Stuiver y Reimer 1993]; d13C = -21.3 ‰), ubicando a Río Luján 2 como uno de los sitios más tempranos del área.

Los materiales recuperados en la excavación original fueron descriptos y analizados inicialmente por Petrocelli (1975), Kriscautzky (1976), Caggiano (1977), Salemme y Tonni (1983) y Salemme (1987). Los hallazgos se corresponden con la evidencia generada por el amplio mosaico de grupos cazadores-recolectores que habitaron la región en el tramo final del Holoceno reciente. Entre ellos podemos mencionar la presencia de abundante alfarería, tanto lisa como decorada, instrumentos óseos (puntas de proyectil, punzones, arpones) realizados sobre Blastocerus dichotomus, Ozotoceros bezoarticus y Lama guanicoe (Petrocelli 1975; Salemme 1987), y restos faunísticos de especies propias del HPI y sectores adyacentes, principalmente peces de la familia Doradidae, roedores (Myocastor coypus y en mucho menor medida Cavia aperea, Hydrochoeris hydrochaeris y Ctenomys sp) y cérvidos (Blastocerus dichotomus y Ozotoceros bezoarticus). En bajísimas proporciones también se identificaron otros ungulados (Lama guanicoe), carnívoros y aves.

Esta colección fue reanalizada en sucesivas oportunidades: Pérez Jimeno (2004) analizó con mayor detalle la tecnología ósea, mientras que Escosteguy (2011) realizó una revisión de la colección de roedores. Esta última autora modificó sustancialmente los valores de abundancia anatómica y taxonómica y relevó aspectos anteriormente no considerados, relativos a los agentes y procesos tafonómicos involucrados en su formación y a las modalidades de su procesamiento antrópico.

Objetivo

El objetivo de este trabajo es presentar una revisión integral de los conjuntos de cérvidos del sitio Río Luján 2. Diversas razones motivan el mismo.

En primer lugar, la diferencia observada en la revisión de los roedores, probablemente debida al empleo de diferentes criterios metodológicos, sugiere que sería necesario un reanálisis de los conjuntos fósiles de mayor importancia económica. El uso de criterios homogéneos para la cuantificación es fundamental para evaluar correctamente la importancia de los diferentes recursos en la dieta.

En segunda instancia, dicha revisión también es necesaria ante nuevos intereses de investigación operados en el campo de los estudios faunísticos desde el análisis original de este sitio, tales como los procesos tafonómicos y las modalidades de procesamiento y consumo, los cuales requieren para su estudio del relevamiento de herramientas de cuantificación y de análisis anteriormente no consideradas.

Por último, considerando el fechado obtenido recientemente, así como los avances logrados en la arqueología regional desde el análisis original del sitio, creemos que una revisión de los conjuntos de cérvidos podría ser útil para estudiar el rol que estos recursos ocuparon dentro del proceso de intensificación postulado para el área. Es por ello que nos interesa particularmente abordar el estudio desde una perspectiva que considere la potencial existencia de prácticas de procesamiento intensivo de las carcasas.

MATERIALES Y MÉTODOS

Las colecciones analizadas se encuentran bajo resguardo en el Museo de Ciencias Naturales "Carlos Ameghino" de la ciudad de Mercedes (provincia de Buenos Aires), y corresponden a la totalidad de la evidencia del sector destinado a actividades (sitio 2). Se localizaron restos provenientes de 5 sectores de excavación, sumando un total de 96 cuadrículas, las que, considerando el tamaño de cada una (1 m2), deberían constituir 96 m2 de superficie. Sin embargo, es probable que existan sesgos de muestreo, dado que posiblemente las cuadrículas no hayan sido excavadas en su totalidad y/o hasta el nivel arqueológicamente estéril, el cual se encontraría a los 50 cm de profundidad. Del mismo modo, es probable que no todo el sedimento haya sido cernido. Como consecuencia de ello, el material aquí consignado debe considerarse como un registro promediado del originalmente depositado. Afortunadamente, es probable que dicho sesgo no haya alcanzado los materiales correspondientes a los mamíferos mayores, de modo tal que el registro correspondiente a los cérvidos tenga probablemente una diferencia mínima con respecto a la que podría haberse recuperado empleando métodos de cernido más exhaustivos. Es por ello que, a pesar del mencionado potencial sesgo que presenta la colección de este sitio para evaluar la importancia de los distintos recursos, decidimos emplear el índice de equitatividad de Shannon-Weaver (Reitz y Wing 2008:247) con el objetivo de evaluar el potencial desarrollo de estrategias de subsistencia generalistas o especialistas.

Los conjuntos de cérvidos fueron relevados siguiendo un protocolo similar al propuesto por Munro y Bar-Oz (2004) para un análisis tafonómico multivariable. Esta metodología permite delimitar la acción de los distintos agentes a través del agrupamiento y la comparación de grano fino de las variables de interés, revelando potenciales patrones significativos en los datos. La abundancia taxonómica y anatómica fue relevada mediante los índices NISP, MNI, MNE, MAU (Lyman 1994). También se cuantificaron distintas variables de origen natural, tales como meteorización, abrasión, marcas de roedores y carnívoros, así como aquellas vinculadas con el procesamiento antrópico, como las huellas de corte y negativos de impacto (Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). Para evaluar la potencial destrucción densitomediada, los perfiles anatómicos fueron correlacionados con el índice de densidad mineral ósea de R. tarandus1 (Lam et al. 1999). Del mismo modo, para evaluar posibles prácticas de transporte selectivo se realizaron correlaciones entre los MAU y los índices de utilidad económica FUI2 de R. tarandus (Metcalfe y Jones 1988), así como agrupamientos a través del MNE estandarizado por regiones anatómicas (Stiner [1993] con las modificaciones sugeridas por De Nigris [2004]). Para evaluar la modalidad de procesamiento de la médula ósea se realizaron correlaciones entre la frecuencia de negativos de impacto y las tasas de retorno de médula ósea de O. virginianus3 (Madrigal y Holt 2002). Finalmente, para evaluar la intensidad de procesamiento de los elementos óseos, recurrimos a correlaciones con índices de grasa ósea (Binford 1978; Brink 1997), agrupamientos de los elementos óseos en función de su disponibilidad nutritiva (cf. Marean y Cleghorn 2003), y análisis de la fragmentación extensiva e intensiva (sensu Lyman 1994).

RESULTADOS

Composición taxonómica

Teniendo en cuenta que esta colección fue analizada previamente por diferentes autores, en la Tabla 1 presentamos los resultados de la totalidad de la evidencia arqueofaunística. La misma fue elaborada a partir de los trabajos de Salemme (1987), Escosteguy (2011), y de observaciones realizadas para la presente revisión.

Tabla 1. Composición taxonómica del sitio Río Luján 2. * tomado de Escosteguy y Salemme (2012). ** tomado de Salemme (1987). *** Este trabajo.

Sabemos que los índices de composición taxonómica son sensibles al tamaño de la muestra (cf. Lyman 2008), y en este caso particular creemos además que la representación de los individuos de pequeño tamaño podría estar sesgada (ver más arriba). A pesar de estas observaciones, el índice de equitatividad arroja valores compatibles con una distribución desigual (0,39), lo cual podría ser interpretado en términos de una estrategia de subsistencia orientada en particular hacia un tipo de presas, en este caso, los peces. No obstante, la falta de información acerca del MNI y del tamaño de los individuos de la ictiofauna, obliga a ser cautos con esta caracterización. En efecto, si bien el NISP de peces es mayor al 50% de la muestra total, tomando como base valores observados en otros sitios del área, de entre 30 y 50 restos por individuo, y como biomasa promedio un peso de 2 kg por individuo (Musali com. pers. 2012), resulta probable que el mencionado NISP corresponda a aproximadamente 100-165 kg de biomasa, un valor bastante inferior al que habrían aportado los cérvidos (ver más abajo).

Por otro lado, dentro de los mamíferos terrestres, los cérvidos incrementaron significativamente su frecuencia en términos de NISP con respecto a anteriores análisis. No obstante, la cuantificación a partir del MNI ha disminuido, probablemente debido a diferencias con los criterios metodológicos empleados previamente.

En este sentido, debe destacarse que, mientras Salemme (1987) cuantificó un MNI para cada uno de los 5 sectores excavados, nosotros optamos por aplicar un criterio de mayor inclusividad y calcular un MNI global, agregando todos los restos (para una crítica sobre este aspecto, ver Loponte y De Santis 1995). El mismo criterio fue seguido por Escosteguy en su revisión de los conjuntos de roedores, con idénticos resultados. Por ejemplo, mientras el MNI de M. coypus cuantificado por Salemme (1987) fue de 92, el recálculo redujo esta cifra a 30 (Escosteguy 2011). En este mismo sentido, si bien el MNI de los roedores continúa siendo superior al de los cérvidos, si consideramos la biomasa representada por cada individuo suponiendo un ingreso completo, los cérvidos en general, y B. dichotomus en particular, predominan claramente, constituyendo aproximadamente el 70% de la biomasa total del componente mamífero terrestre (Gráfico 1)4.


Gráfico 1. Biomasa de mamíferos terrestres estimada a partir del MNI*. *Notas sobre los pesos estimados: B. dichotomus=115 kg (tomado de Pinder y Grosse 1991); O. bezoarticus= 30 kg (tomado de González et al. 2010); M. coypus= 7kg (tomado de Canevari y Vaccaro 2007); C. aperea= 0,65kg (tomado de Canevari y Vaccaro 2007).

Aspectos tafonómicos

Si bien desconocemos la localización exacta de las unidades de excavación, un perfil de una de las cuadrículas trazado por los excavadores y reproducido por Salemme (1987), indica que la composición sedimentaria de las unidades de muestreo de Río Luján 2 es similar a la de otros sitios localizados en BRM, presentando tres niveles: una capa de humus actual en el nivel superior, seguida de un nivel arenoso gris claro y otro arenoso gris oscuro. Debe aclararse que las mencionadas capas no pueden ser interpretadas en términos de diferentes ocupaciones, resultando probable, a partir del conocimiento de la dinámica de formación de los sitios del área, que la mayor parte del material haya sido recuperado en la capa superior, correspondiente a un horizonte A de suelo actual, dentro del cual no se distinguen subunidades que permitan diferenciar eventos acumulativos. En este sentido, los sitios del área pueden entenderse como palimpsestos acumulativos (sensu Bailey 2007), es decir, agregados de materiales con una baja resolución temporal y espacial.

Por otra parte, teniendo en cuenta que el muestreo del sitio abarcó una amplia superficie, es probable que algunas unidades se hayan localizado en la parte más baja del albardón, por lo cual también es esperable que parte de los materiales haya estado sometido a otras condiciones. Además, el albardón donde se ubica el sitio tiene un menor desarrollo que otros de BRM con materiales arqueológicos (Loponte et al. 2009). Estas dos cuestiones indican que es muy probable que parte de los materiales hayan estado sometidos a periódicos procesos de encharcamiento, lo cual podría explicar la presencia de una moderada cantidad de restos con señales de leve abrasión sedimentaria (Tabla 2). Finalmente, la presencia de un camino atravesando los sectores muestreados agrega otro elemento que podría haber contribuido a la fragmentación postdepositacional de los materiales (Petrocelli 1975).

Tabla 2. Variables tafonómicas consideradas en este trabajo.

Otro rasgo observado cualitativamente, relacionado con los procesos postdepositacionales microregionales, es el oscurecimiento total de los especímenes por la incorporación de partículas de hierro y manganeso, minerales que enriquecen los Molisoles que caracterizan la matriz sedimentaria de los sitios del área (Acosta 2005; Loponte 2008). Esta intensa coloración es superior a la observada en especímenes provenientes de otros sitios del área. Esto podría estar vinculado con una variabilidad diagenética local dependiente no sólo del contexto, sino también del mayor tiempo de depositación de los restos. En este sentido, debe destacarse que la mencionada característica ha sido observada también en el sitio Túmulo de Campana 2, el cual constituye, conjuntamente con Río Luján 2, el depósito más temprano de BRM.

No obstante estas observaciones, en líneas generales la colección de mamíferos mediano-grandes presenta un buen estado de preservación. La reducida frecuencia de especímenes que exhiben estadios de meteorización mayores a 2, sumada a la homogeneidad observada en la coloración de los restos, sugieren que la muestra no habría estado sometida a sucesos de exposición prolongada y/o redepositación, indicando una relativa estabilidad postdepositacional.

Las demás variables analizadas indican una baja perturbación causada por factores no antrópicos. Si bien una fracción importante de la muestra exhibe marcas de raíces, muy pocos restos exhiben marcas de carnívoros y/o roedores. Estos datos coinciden con las observaciones realizadas por Escosteguy (2011) sobre los conjuntos de roedores, indicando que las arqueofaunas de todos los mamíferos terrestres presentan una trayectoria postdepositacional relativamente homogénea (Tabla 2).

Clases de edad

Los perfiles etarios identificados sugieren la presencia preponderante de individuos adultos en los conjuntos de ambos cérvidos. Se identificó al menos un individuo juvenil menor a los dos años de edad en el conjunto de B. dichotomus a partir de un metatarso distal no fusionado (cf. Loponte 2004). Otro individuo juvenil fue identificado dentro del conjunto de O. bezoarticus a través de una pelvis, un cúbito proximal y un fémur distal no fusionados. Si bien no existen cronogramas de fusión para esta especie, es probable que dicho individuo haya tenido entre 2 y 3 años de edad al momento de su muerte. Representación anatómica Los datos sobre abundancia anatómica de B. dichotomus y O. bezoarticus se presentan en las Tabla 3 y Tabla 4 respectivamente. En general, todas las unidades se encuentran representadas, aunque las de mayor frecuencia se encuentran en el esqueleto apendicular, sobre los miembros medios e inferiores. Detectamos una correlación significativa entre los perfiles anatómicos de ambos conjuntos y la densidad mineral ósea, aunque el valor de dicha correlación no es lo suficientemente alto para indicar si existe una mediación entre dicha propiedad y la representación de partes esqueletarias. Los cálculos de correlación entre los %MAU y distintos índices de utilidad, por otro lado, no arrojaron resultados significativos (Tabla 5). La combinación de estos resultados ubica a ambos conjuntos dentro de la categoría de conjuntos no transportados ni destruidos diferencialmente (clase 5 sensu Lyman 1994:Figura 7.13).

Tabla 3. Abundancia anatómica en el conjunto de B. dichotomus del sitio Río Luján 2.

Tabla 4. Abundancia anatómica en el conjunto de O. bezoarticus del sitio Río Luján 2. Se incluye en este listado un espécimen de metatarso con huellas de aserrado perimetral.

Tabla 5. Correlaciones entre representación anatómica (MAU), índice de densidad mineral ósea, índices de utilidad económica FUI (para porciones y huesos completos) y MUI. NC = Número de casos correlacionados. * p < .01.

Asimismo, si agrupamos los elementos anatómicos de acuerdo a la presencia diferencial de carne y médula en las diferentes regiones del esqueleto (MNE estandarizado), tampoco parece haber existido una selectividad hacia los elementos con mayor utilidad, dado que los mejor representados son los metapodios en ambos conjuntos, elementos que poseen médula solamente, y en proporciones menores a los demás huesos largos (Gráfico 2).


Gráfico 2. MNE estandarizado por regiones anatómicas para la colección de cérvidos de Río Luján 2. Regiones anatómicas: cabeza: cráneo más mandíbula; vértebras: cervicales más torácicas más lumbares; costillas: costillas más esternón; cinturas: pelvis más escápula; miembros superiores: húmero más fémur; miembros medios: radio más cúbito más tibia; miembros inferiores: metacarpo más metatarso más metapodios indeterminados; calcáneo más pies: calcáneo más falange 1° más falange 2°.

Evidencias de procesamiento

Como sucede en otros sitios del área, en Río Luján 2 los elementos óseos de ambos conjuntos de cérvidos fueron incorporados al sistema tecnológico. Una revisión reciente realizada por Natacha Buc identificó 2 astas de B. dichotomus perforadas, 5 metapodios de O. bezoarticus formatizados y 2 arpones confeccionados sobre asta de Cervidae (Buc com. pers. 2012). En nuestro análisis, cuantificamos 1 epífisis distal de metatarso de O. bezoarticus con aserrado perimetral, evidencia asociada muy probablemente con la obtención de formas base para la confección de instrumentos.

Las evidencias vinculadas con la obtención, desarticulación y procesamiento de tejidos blandos son en general escasas en los conjuntos del HPI, y el sitio Rio Luján 2 no parece ser una excepción a este patrón. La elevada fragmentación de la muestra podría incidir sustancialmente en la detección y baja frecuencia de huellas de este tipo, dado que las modificaciones generadas en etapas iniciales del procesamiento podrían ser "borradas" por las ocurridas en las etapas finales. Se cuantificaron 6 especímenes con huellas de corte/machacado en el conjunto de B. dichotomus. Las mismas se localizaron sobre asta (NISP=1), metatarso (NISP=2), tibia (NISP=2) y radio (NISP=1). En el conjunto de O. bezoarticus se cuantificaron 8 huellas de corte y machacado en metapodios (NISP=3), tibia (NISP=2), húmero (NISP=2), radio (NISP=2) y cúbito (NISP=1). Si bien no es posible establecer un patrón claro a partir de estas evidencias, su localización, en proporciones similares sobre epífisis y diáfisis, indica tanto la desarticulación como el procesamiento del tejido muscular.

Por otra parte, con la excepción de un calcáneo de B. dichotomus, todos los elementos con médula ósea se encuentran fragmentados, observándose elevadas frecuencias de negativos de impacto sobre las diáfisis de los huesos largos de los dos conjuntos, indicando la explotación prácticamente total del contenido medular, tanto en elementos de alto como de bajo rendimiento (Tabla 6). Se cuantificaron asimismo 37 especímenes con evidencias de este tipo en el conjunto de mamífero grande (33,94% del total de las diáfisis) y 20 en el de mamífero mediano (28,57% del total de las diáfisis).

Tabla 6. Negativos de impacto en diáfisis de B. dichotomus y O. bezoarticus de Río Luján 2.

Existe una covariación positiva y significativa entre el número de diáfisis relevadas y el de negativos de lascado de cada elemento, tanto en el conjunto de B. dichotomus (r= 0,83; p < .01; NC=10) como en el de O. bezoarticus (r= 0,83; p < .05; NC=7). Pero estas correlaciones no se verifican en ninguno de los dos conjuntos cuando efectuamos la comparación con la frecuencia de negativos. Sin embargo, esta última se correlaciona con la tasa de retorno de médula ósea de O. virginianus en el conjunto de B. dichotomus (rS= 0,73; p < .05; NC=10), sugiriendo que, al menos en este caso, habría existido un mayor esfuerzo hacia la obtención de este recurso en función de la utilidad de los elementos.

Intensidad de procesamiento

La intensidad de procesamiento es un aspecto difícil de mensurar, dado que, en principio, un aprovechamiento intensivo de los elementos óseos es en sí mismo una actividad altamente destructiva (cf. Binford 1978, entre otros). A esto debe agregarse el hecho que existen múltiples factores no antrópicos que inciden en la trayectoria de las carcasas, generando un patrón similar a la que cabría esperarse en situaciones de aprovechamiento nutritivo de los elementos óseos. De manera tal que, a nivel metodológico, evaluar un conjunto desde el punto de vista del consumo final requiere de una perspectiva multivariable que permita distinguir la acción de diferentes agentes y/o procesos sobre la evidencia fósil (cf. Munro y Bar-Oz 2004).

En nuestro caso, comenzamos el análisis mediante correlaciones entre la utilidad, medida en términos de grasa trabecular, y la representación anatómica. La expectativa es que, en caso de existir una acción destructiva como producto del consumo intensivo, dichas correlaciones deberían dar resultados negativos. Un análisis previo con esta herramienta otorgó resultados satisfactorios en otro sitio de BRM (ver Mucciolo 2010). En este caso realizamos correlaciones con dos variantes de los índices de grasa de R. tarandus y Ovis aries propuestos por Binford (1978), una de los cuales determina la utilidad de grasa en todo el esqueleto, mientras que la otra cuantifica solamente el valor de la grasa con mayor concentración de ácido oleico, localizada en los huesos apendiculares, denominada "grasa blanca" (white grease). Otra medida similar, obtenida experimentalmente por Brink (1997) solamente para las epífisis de los huesos largos de Bison bison, también fue puesta a prueba.

Los valores de las correlaciones se presentan en la Tabla 7. Los resultados no son significativos en ninguna de las pruebas estadísticas, sugiriendo la ausencia de una destrucción orientada hacia los elementos y/o porciones con mayor cantidad de grasa trabecular.

Tabla 7. Correlaciones entre perfiles anatómicos (MAU) y valores de grasa ósea. * Grease index: tomado de Binford (1978:Tabla 1.11). ** White grease index: tomado de Binford (1978:Tabla 1.12) ***Grasa ósea: tomado de Brink (1997:Tabla 3)

Otra forma interesante de evaluar este aspecto podría ser empleando el modelo propuesto por Marean y Cleghorn (2003). Esta propuesta fue diseñada para evaluar la variabilidad de las trayectorias tafonómicas en función de la acción atricional producida por carnívoros. Este tipo de sesgo denominado atrición nutritiva, opera seleccionando elementos cuya disponibilidad de grasa trabecular los hace especialmente atractivos para estos agentes. Como consecuencia de esta actividad, que involucra la destrucción de los elementos consumidos, un grupo de huesos, denominado set de baja supervivencia, reduce su presencia en los conjuntos fósiles. Si bien en nuestro caso, este tipo de atrición resulta poco factible, debido a la baja presencia de marcas de carnívoros, este modelo es útil para evaluar la destrucción diferencial de especímenes en función de la intensidad de procesamiento. Emplearemos la aplicación de este modelo propuesta por Otaola (2010), basada en la comparación de los resultados de correlaciones entre índices de utilidad en dos sets, uno para el esqueleto completo y otro exclusivamente para el set de alta supervivencia. Debemos aclarar que hemos realizado una modificación en la composición de ambos sets, ya que mientras Marean y Cleghorn (2003) incluyeron dentro de los elementos de baja supervivencia las falanges, los carpianos y los tarsianos porque son elementos que tienden a ser tragados por los carnívoros, nosotros incorporamos estos elementos dentro del grupo de alta supervivencia. De existir correlaciones positivas y significativas con este último set, o por lo menos diferencias sustanciales con respecto al esqueleto completo, podríamos afirmar que existe un sesgo en función de la disponibilidad de nutrientes internos, lo cual podría interpretarse, en ausencia de una acción significativa de carnívoros, dentro de un marco de procesamiento intensivo de los elementos óseos. Utilizaremos para la correlación el índice MUI de R. tarandus propuesto por Binford (1978).

El resultado de este test indica una brecha importante entre los elementos de alta supervivencia y el esqueleto completo en el conjunto de B. dichotomus. También existen diferencias, aunque menores, entre los dos sets del conjunto de O. bezoarticus (Tabla 8). Esto sugiere que podría existir un sesgo contra aquellos elementos de menor supervivencia en contextos de procesamiento intensivo de los nutrientes internos, por lo menos en el caso de B. dichotomus.

Tabla 8. Correlaciones entre MUI de R. tarandus y MAU de cérvidos del sitio Río Luján 2 considerando la supervivencia de los elementos óseos a los procesos de destrucción nutritiva. Todos los casos p > .05. * Elementos de alta supervivencia: cráneo, mandíbula, huesos largos, carpianos, tarsianos y falanges. Elementos de baja supervivencia: vértebras, costillas, pelvis y escápula.

El relevamiento y la comparación intra e inter taxonómica de la fragmentación extensiva e intensiva constituye, por último, quizás el mejor método para evaluar el potencial empleo de prácticas de procesamiento intensivo, ya que la evaluación de qué tipo huesos están más fragmentados permite distinguir la fragmentación producida por esta actividad de aquellas no antrópicas. En este caso calculamos los índices de NISP: MNE y NISP: MNI para los conjuntos de cérvidos e incluimos los valores de estos índices para el conjunto del más pequeño M. coypus (Tabla 9). Si bien este último taxón presenta una fragmentación moderada, resulta muy claro que los huesos de los cérvidos en conjunto, y en particular de B. dichotomus, se encuentran más fragmentados. De todos modos, estos índices sólo brindan un panorama muy general sobre la intensidad de la fragmentación, ya que no informa hacia qué huesos se orienta esta propiedad, algo fundamental para discutir la intensidad de procesamiento si se considera que no todos los elementos disponen de nutrientes internos.

Tabla 9. Índices de fragmentación intensiva de M. coypus, O. bezoarticus y B. dichotomus en el sitio Río Luján 2. Los datos correspondientes a M. coypus fueron tomados de Escosteguy (2011).

Los elementos más frecuentemente incompletos entre los elementos pequeños (falanges, carpianos y tarsianos), son aquellos que disponen de médula ósea, en particular las falanges 1° y 2° de B. dichotomus (Tabla 10). Estas diferencias señalan que ni el tamaño, ni la densidad mineral ósea (son elementos de similar densidad; cf. Lam et al. 1999), serían factores involucrados en la fragmentación, siendo un factor clave la disponibilidad de nutrientes internos.

Tabla 10. Extensión de la fragmentación en los conjuntos de cérvidos de Río Luján 2.* Los elementos considerados para este análisis fueron: húmero, radio, fémur y tibia.

En la misma línea, los cuerpos vertebrales y las epífisis de los huesos largos con valores altos de grasa ósea (húmero, radio, fémur y tibia) también se encuentran fragmentados, aunque el relevamiento de esta propiedad en estos elementos resulta más difícil, ya que la pérdida de identificabilidad taxonómica es una característica de los conjuntos intensamente procesados (cf. Marshall y Pilgram 1993). Esta situación amerita la jerarquización de los fragmentos potencialmente asignables a las dos especies bajo estudio entre los especímenes asignados a mamíferos indeterminados, distinguiendo para ello dos nuevos conjuntos dentro de dicha categoría, mamífero mediano (10-50 kg) y grande (>50 kg). Ambos grupos suman prácticamente la misma cantidad de restos que los identificados específicamente y se componen de fragmentos de tejido esponjoso (axial y apendicular), costillas, restos de cráneo y diáfisis de huesos largos que podrían ser resultado de una acción de procesamiento intensiva.

Un análisis pormenorizado de los patrones de fractura de las diáfisis de huesos largos mediante el índice de fractura fresca indica, además, que la mayoría de las diáfisis se han fragmentado en estado fresco, observación que puede hacerse extensiva hacia los otros tipos de hueso para reforzar la idea que el procesamiento de los elementos óseos podría abarcar también a las porciones esqueletarias que presentan grasa trabecular, indicando un máximo aprovechamiento de los nutrientes (Tabla 11).

Tabla 11. Indice de fractura fresca (FFI) y frecuencia de fracturas helicoidales en los conjuntos de B. dichotomus, O. bezoarticus, Mamífero mediano y Mamífero grande del sitio Río Luján 2.

Finalmente, debe destacarse que detectamos especímenes termoalterados en los conjuntos de cérvidos y en los de mamíferos mediano-grandes, aunque en una muy baja frecuencia, de 5,75% del total (NISP=28). Este tipo de evidencia no tendría vínculos con el consumo, sino más bien con actividades posteriores, ligadas al descarte (cf. Kent 1993). En el caso analizado, ello indica que esta etapa habría tenido poca influencia en la formación de estos conjuntos, incidiendo mínimamente en la fragmentación ósea.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El estudio de las abundantes colecciones arqueológicas recuperadas en el HPI desde finales del siglo XIX resulta de gran utilidad para la arqueología regional. Realizada en el marco de un muestreo más amplio a escala espacial y temporal como el que disponemos en la actualidad, esta actividad permite contribuir al conocimiento del proceso de colonización del área a partir de nuevos modelos teóricos y criterios metodológicos, dando un nuevo sentido a la conservación de estos recursos.

En el caso que nos ocupa, el reanálisis de la colección de cérvidos del sitio Río Luján 2 permite incorporar a la información previamente relevada, vinculada fundamentalmente con la identificación y cuantificación a nivel taxonómico, nuevos elementos sobre los procesos involucrados en su formación y sobre las modalidades de su procesamiento y consumo final. Estos datos, junto con el fechado recientemente obtenido para este sitio, podrían tener implicancias para evaluar la variabilidad en la subsistencia en escalas temporales que, si bien no son muy amplias, resultarían significativas en términos regionales considerando el acotado rango temporal disponible en el HPI, de ca. 2000 años (2500-500 años AP).

En principio, los datos indican una alta dependencia de la caza de mamíferos terrestres en general, y de los cérvidos en particular. Este dato se encuentra en línea con las expectativas del modelo propuesto para el área, y coincide con las conclusiones de un análisis preliminar realizado en Isla Lechiguanas 1, uno de los sitios más tempranos del HPI (ver Loponte et al. 2012).

En relación a los conjuntos de cérvidos, debe destacarse la buena integridad de los especímenes, dada las bajas frecuencias observadas de daños provocados por los agentes no antrópicos relevados. Tampoco parece haber selectividad en los elementos en función de la utilidad ósea, indicando un patrón no selectivo de acarreo, lo cual es congruente con lo que se observa en otros sitios de BRM. Esto es esperable a partir de la conducta no agregativa de B. dichotomus, la cual preconfigura pautas de caza individual. Por otro lado, si bien O. bezoarticus muestra un comportamiento social gregario, su pequeño tamaño (20-40 kg), sumado a la baja frecuencia de individuos juveniles identificados, también hace pensar en una caza individual, y un patrón de acarreo completo. Finalmente, otro elemento que abona esta hipótesis es la más que probable disponibilidad de movilidad fluvial.

Los análisis de intensidad de procesamiento indican, por otra parte, que las últimas etapas del consumo, vinculadas al aprovechamiento de las carcasas, han jugado un rol preponderante en la conformación de estos conjuntos. En este sentido, creemos que los datos del análisis multivariable aquí presentados parecen confirmar un procesamiento bastante intensivo de los elementos óseos. Si bien no se puede descartar totalmente la acción de factores no antrópicos en la formación de los conjuntos, el análisis intraconjunto de la fragmentación sugiere que no habría existido una atrición in situ, es decir, destrucción diferencial por factores exclusivamente postdepositacionales, ya que una acción de este tipo habría fragmentado huesos de similar tamaño y densidad mineral sin discriminar su utilidad. Verificamos una baja pero significativa correlación entre los perfiles anatómicos y la densidad mineral ósea, indicando que esta propiedad podría haber sesgado los mismos. Pero sabemos que esta propiedad es inversamente proporcional a la utilidad económica, y en particular a la utilidad de grasa ósea (Brink 1997). De modo tal que, a modo de hipótesis, resulta probable que dicho patrón pueda ser un producto de la mayor representación de elementos cuya menor utilidad haga más probable su supervivencia, generando una atrición densitomediada producida por su diferencial valor nutritivo.

Intensidad de procesamiento e intensificación

Finalmente, unas palabras sobre las implicancias de estos resultados para el área de estudio. Desde una perspectiva de predación óptima se pueden integrar estos resultados con las expectativas que surgen del modelo de intensificación propuesto para el área, que contempla la organización de la subsistencia como un proceso dependiente de la densidad demográfica (Loponte 2008). De este modelo podemos derivar hipótesis sobre el rol que habrían ocupado los mamíferos de mayor tamaño en diferentes momentos del mencionado proceso, teniendo en cuenta que las carcasas pueden ser entendidas como un parche con diferentes recursos nutricionales (carne, médula y grasa ósea) cuyos costos de extracción son variables.

De manera tal que, en caso que la intensidad de procesamiento haya sido una variable dependiente de este proceso, una consecuencia esperable sería que los recursos internos hayan tenido una importancia mayor hacia el final de la secuencia, exhibiendo los conjuntos más tempranos un procesamiento menos intensivo que aquellos de menor antigüedad. Esta menor intensidad implicaría un menor aprovechamiento de las reservas de médula ósea (por ejemplo, en elementos con bajo contenido medular, como las falanges 1° y 2°), y en particular de la grasa ósea alojada en el tejido trabecular.

Los análisis de fragmentación aquí presentados no sugieren un patrón de este tipo, ya que prácticamente todas las fuentes de médula ósea de ambos conjuntos de cérvidos se encuentran agotadas. En el mismo sentido apunta la reducción de las epífisis y la escasa representación del esqueleto axial, en especial las vértebras. En un contexto de mínima presencia de agentes destructivos como los carnívoros, y habiendo verificado que la fragmentación es compatible con un estado fresco, el principal agente responsable de estos perfiles sería la actividad humana.

De manera tal que, si bien el fechado aquí presentado no proviene directamente de la evidencia analizada, estos resultados permiten al menos proponer que podrían haberse utilizado procedimientos de uso intensivo de las carcasas de cérvidos desde los momentos cercanos al inicio de la ocupación del área. Futuras investigaciones sobre este y otros sitios tempranos deberán corroborar esto.

Otra posibilidad, sería que el procesamiento integral de las carcasas de cérvidos haya sido una característica "independiente" del proceso de intensificación. En este sentido, debe destacarse que en un trabajo previo hemos verificado un perfil de fragmentación ósea bastante intensivo y similar al observado aquí, tanto en los conjuntos de B. dichotomus como en los de O. bezoarticus (ver Mucciolo 2010).

De modo que, de verificarse esta tendencia, resultaría probable que la intensificación económica se haya centrado en otros aspectos, por ejemplo, en la captura de ejemplares de menor porte, tales como hembras y/o juveniles. Esta hipótesis merece una observación más exhaustiva que también será tratada próximamente.

 

NOTAS

1- Se emplearon los valores máximos de cada unidad y/o segmento anatómico.

2- Se emplearon los valores para huesos completos (serie hc) y para porciones en ambos casos.

3- Para estas correlaciones se emplearon los valores promedio de retorno energético de O. virginianus (Madrigal y Holt 2002: Tabla 4, columna 4). Se adicionó un valor para los metapodios indeterminados, que fue elaborado a partir del promedio de metacarpo y metatarso.

4- Optamos por incluir dentro de este cálculo los restos de C. aperea, pero no los asignados a H. hydrochaeris. Estos dos taxones se encuentran en bajísima representación en este sitio y podrían deber su ingreso a factores no antrópicos u otras causas no vinculadas con el consumo (ver Salemme 1987). En este sentido, debe destacarse que en otros sitios del área, la presencia de C. aperea ha sido defendida, al menos parcialmente, como producto del aprovechamiento humano, aunque la cantidad de restos identificados es sustancialmente mayor en todos los casos. La situación de H. hydrochaeris es distinta: la muy baja frecuencia con que es sistemáticamente hallado en los sitios del área sugiere que no ha sido consumido, aunque por su tamaño resulta difícil que su ingreso se deba a causas naturales. Es por ello que se ha sugerido que su presencia podría estar vinculada con factores culturales de otra índole, probablemente simbólica (ver en este sentido, Salemme 1987; Acosta 2005; entre otros). Los escasos restos de Canidae, Ctenomys sp., y fauna posthispánica tampoco fueron tomados en cuenta para este cálculo.

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a la Administración de Parques Nacionales, el Museo de Ciencias Naturales "Carlos Ameghino", y a Laura Migale, quienes gentilmente hicieron posible el acceso a las colecciones. Además, quiero mencionar muy especialmente a David Pau, Natalia Davrieux, Victoria Ríos Román y Romina Záttera por su colaboración para el procesamiento, y por su predisposición y buena onda en las diferentes visitas a Mercedes. Finalmente quiero agradecer a Matías Medina y Gabriel López por sus útiles comentarios.

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ARTÍCULO

"Y las mujeres subían y bajaban del cielo con los hilos de cháguar..." La práctica del tejido de cháguar en la comunidad wichí de La Loma (Salta)

"And the women climbed and descending from heaven with threads of cháguar..." The Practice of the tissue of chaguár in the wichí community of La Loma (Salta)

 

Julieta Yamila Salomé Sastre*

*Instituto de Arqueología y Museo - Facultad de Ciencias Naturales, UNT. Julieta Yamila Salomé Sastre es estudiante de la carrera de Arqueología en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Formó parte del Programa de Recursos Humanos de las cátedras de Práctica de Campo II y Conservación y Manejo del Patrimonio Cultural. Participó del Proyecto CIUNT 26/G425 "La construcción del paisaje campesino prehispánico: entornos sociales y paleoambientes".Recientemente formó parte del Comité Organizador del XII Congreso Nacional de Estudiantes de Arqueología. E-mail: yamilasastre@hotmail.com.ar

Valeria Belén Martín Silva**

**Instituto de Arqueología y Museo - Facultad de Ciencias Naturales, UNT. Valeria Belén Martin Silva es egresada de la carrera de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, de la Universidad Nacional de Tucumán. Formó parte del Programa de Recursos Humanos de las cátedras de Práctica de Campo II y Conservación y Manejo del Patrimonio Cultural y Arqueológico. Actualmente se encuentra realizando el Máster Universitario en Estudios Americanos, de la Facultad de Geografía e Historia en la Universidad de Sevilla. Participa del proyecto SeCyt-UNCa "Territorios en disputa: procesos de patrimonialización y contra-patrimonialización de lugares de memoria indígena en la provincia de San Juan (Argentina)", dirigido por la Dra. Ivana Carina Jofré. E-mail: belenita8@gmail.com

Adriana Valeria Olmos***

***Instituto de Arqueología y Museo - Facultad de Ciencias Naturales, UNT. Adriana Valeria Olmos es estudiante del último año de la carrera de Arqueología en la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Formó parte del Programa de Recursos Humanos de las disciplinas Biología General, Bioarqueología, Metodología Antropológica para Arqueólogos y de Sociedades Indígenas del Actual Territorio Argentino. Participó del Proyecto Ciunt sobre "Cuerpos, Identidad y Museos" durante tres años y participa en Proyecto Conicet en la Región de Antofagasta de la Sierra, donde actualmente realiza su tesina de grado investigando la relación de ciertas plantas y prácticas de fumar/inhalar en diferentes contextos rituales de la Puna Argentina. E-mail: adriana.valeria.olmos@gmail.com

Verónica Beatriz Bajales****

****Facultad de Ciencias Naturales, UNT - Instituto Interdisciplinario Puneño, Museo Integral de la Reserva de Biosfera de Laguna Blanca. Verónica Beatriz Bajales es tesista de la carrera de Arquelogía de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente desarrolla su investigación arqueobotánica en el Sitio PIN2 de la Aldea Piedra Negra en Laguna Blanca (Depto. Belén, Catamarca), haciendo énfasis en estudios Antracológicos y de vegetación actual de la región con el fin de identificar especímenes utilizados en el pasado como material leñoso. E-mail: veronica_bajales@yahoo.com.ar

Recibido: marzo de 2012
Aceptado: mayo de 2013.


RESUMEN

Este trabajo se centra en el estudio de las prácticas sociales en torno a la preparación y enlazado de las bolsas de cháguar, en la comunidad wichí de la Loma (Provincia de Salta), el cual busca abordar la temática del uso de esta fibra entendiendo a la cultura material como un elemento activo de las relaciones sociales. Tanto la fibra de cháguar como los productos derivados de ella, no son considerados como meros objetos de uso y descarte; sino que obtienen un carácter simbólico e identitario. Es importante señalar el papel de las mujeres en la comunidad así como también, observar como dicha materialidad se inserta en el mercado artesanal local, y cómo esta situación ha generado procesos de hibridación que han re-significado estos objetos.

Palabras Clave: Cháguar; Mujer; Wichí; Tejido; Prácticas.

ABSTRACT

This work focuses on the study of social practices around the preparation and bound of the chaguar bags, inside the wichí communities of La Loma (Salta), which seeks approach the matter or the use of chaguar fiber understanding material culture as an active element of social relationships. Thus, fiber chaguar as products derived from it, are not considered as mere objects of use and disposal, but obtain a symbolic character and identity. Importantly, the role of women in the community and also see how this materiality that is inserted into the local craft market, and how this situation has generated hybridization processes that have re-meaning these objects.

Key words: Chaguar; Woman; Wichí; Textile; Practices.


INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo tiene como fin presentar un análisis sobre las actividades sociales, que rodean la preparación y enlazado de las bolsas de cháguar en la comunidad wichí de La Loma (Dpto. Gral. José de San Martín, Prov. de Salta). Abordando esta temática desde una perspectiva que entiende a la cultura material como un elemento activo de las relaciones sociales (Hodder 2000).

En una primera instancia, se realizó un trabajo clasificatorio y analítico de varias piezas de cháguar pertenecientes a la Colección Etnográfica del Instituto de Arqueología y Museo (IAM), en donde se aplicaron medidas de conservación preventiva sobre las mismas1. Este estudio estuvo enfocado inicialmente en conocer en profundidad el proceso de recolección del cháguar, preparación, producción y uso de las bolsas. Entre los resultados obtenidos se pudo constatar que las bolsas procedían de distintos grupos de la región del Chaco, entre los que se encontraban comunidades tobas, wichí, pilagás y ashuslay.

A partir de este acercamiento surge nuestro interés por ampliar la información bibliográfica conocida y vincularla con las prácticas actuales de las comunidades chaqueñas, en particular de la comunidad wichí de La Loma. La recopilación de datos y relatos etnográficos obtenidos a partir de la realización de entrevistas de carácter semi-estructurado, sensu Díaz Martínez2 (2004), permitieron un acercamiento sobre las prácticas textiles, complementando la información bibliográfica y etnográfica. Es en este proceso de investigación donde se comienza a percibir que la mayoría de los aspectos abordados en la bibliografía sobre el uso de la fibra y los tejidos de cháguar, eran básicamente la descripción de tipo, forma y estilo decorativo de las bolsas, y el proceso de producción de las mismas (Millán de Palavecino 1944, 1973; Pérez Diez 1974; Susnik 1982, 1996; Seiler-Baldinger 1994; Palmer 2005; entre otros). Los aspectos mencionados a las relaciones sociales vinculadas a esta práctica, la cosmovisión implicada en ella y los mitos de origen asociados, no fueron considerados en profundidad, a excepción de las investigaciones efectuadas por Montani (2007, 2008a, 2008b).

Es por ello, que nuestro trabajo busca aportar información sobre la temática del uso de la fibra del cháguar entendiendo que tanto la fibra como los productos derivados de ella, tienen un carácter agencial (Olsen 2010) dentro de las estructuras sociales complejas de los pueblos originarios en el Chaco.

INVESTIGACIONES EN TORNO AL CHÁGUAR

Una de las primeras investigaciones llevadas a cabo sobre la práctica de enlazado de cháguar, en las comunidades wichí, fue el trabajo de Millán de Palavecino (1944) el cual se centró en la clasificación morfológica de las bolsas, distinguiéndolas en rectangulares (que pueden ser bolsas muy pequeñas de unos 25 centímetros, que sirven para yesquero y otros enceres personales masculinos, otras son de mayor tamaño y son usadas por los hombres para ir de caza o de excursión, y un grupo de bolsas de tamaño superior que oscilan entre 50 o 60 centímetros y son empleadas para transportar alimentos, lana o algodón) y hemisféricas (que son utilizadas principalmente por las mujeres para la recolección). Asimismo, realiza una sistematización de los diseños decorativos que presentan las bolsas. A partir de este trabajo, las investigaciones en relación a estas materialidades seguirán una línea de estudio que ahondarán sobre los aspectos tratados por esta autora. Entre ellos, encontramos a Koschitzky (1992) que analiza el proceso de elaboración de los bolsos enlazados (obtención de la materia prima y de la fibra, proceso de teñido y técnicas de enlazado) y esboza una interpretación sobre los diseños presentes en las bolsas. Más adelante, Susnik (1996) destaca que existen tres tipos de bolsas: cargueras (mallas más abiertas), rectangulares (fondo redondeado, algunas con orejas laterales) y pequeñas bolsas (rectangulares que son propiedad de los hombres cazadores). Por otra parte, Arenas (1995) observa cómo la práctica del enlazado de cháguar es un elemento importante en las diferentes dimensiones de la vida de la comunidad wichí. Además este autor considera que existen dos tipos de bolsas: de acarreo abarquilladas (las cuales adscribe al uso mayormente femenino y caracteriza como mallas laterales que se juntan mediante un cordoncillo formando una oreja a través del cual se pasa el cordón) y de acarreo rectangulares (de pequeño tamaño y uso masculino) (Arenas 2003).

Paralelamente a estas investigaciones, Van Dam (2000) toma como caso de estudio a la comunidad wichí Misión Chaqueña, y analiza las condiciones para un uso sostenible de la planta de cháguar (Bromelia hieronymi). A partir de su estudio observa cómo la sostenibilidad es resultante de un proceso que se encuentra inmerso en una realidad histórica, la cual condiciona dicho proceso.

Asimismo, Sulca (2007) a través de sus investigaciones busca alejarse del mero estudio descriptivo de las bolsas y profundiza en un análisis sobre las discusiones que buscan comprender cómo las concepciones capitalistas modernas han modificado las prácticas de enlazado; como así también busca rescatar las formas de construcción e interacción de conocimientos sobre estas prácticas en las comunidades chaqueñas. Para ello, analizó una parte de la colección textil etnográfica incorporada en el Instituto de Arqueología y Museo (IAM) de la Universidad Nacional de Tucumán, añadida en la década de 1950 por Enrique Palavecino, director del mencionado instituto. Durante su trabajo, investigó estas prácticas en los pobladores actuales de la comunidad mataco-wichí de la zona de Juan Solá Morillo (Dpto. Santa Victoria, Prov. de Salta), haciendo hincapié en los efectos que la modernidad ha causado sobre este patrimonio tangible y estableciendo una comparación con una de las colecciones de tejidos que se encuentra en el IAM. Como resultado, y en relación con las técnicas, deduce que si bien prevalece el tejido de malla, también se confeccionan con aguja y además, las mujeres han comenzado a introducir el tejido a crochet.

Por su parte, Montani (2007, 2008a, 2008b) indaga sobre el aspecto simbólico que enmarcan estas prácticas y las significaciones que se desprenden de estas materialidades. En su trabajo (Montani 2007), lleva a cabo una descripción y documentación del conjunto de palabras y expresiones vinculadas con el arte de enlazado en la comunidad wichí, con el fin de complementar la etnografía del grupo y enriquecer las descripciones de la lengua. A través del análisis de los términos utilizados en el lenguaje pudo evidenciar la relación simbiótica que existe entre las personas y el monte. El estudio de la cultura material, el léxico y la etnografía permitieron vislumbrar la importancia del arte textil en la vida cotidiana de los wichí. Posteriormente, en el año 2008 (Montani 2008a), el autor, continuando con esta línea de trabajo, procura dilucidar el significado que posee esta práctica en sí misma, entendiendo que sus productos y denominaciones son elementos cruciales para comprender el rol de las propias mujeres wichí en la construcción y mantenimiento cotidiano de las categorías de género. Además, en su trabajo del año 2008, inquiere cómo bolsas de cháguar y la cerámica wichí se relacionan con la definición de las categorías étnicas; concibiendo que estas materialidades además de ser instrumentos y objetos estéticos, "son parte de un lenguaje de diacríticos que sirve para crear, recrear y confrontar las relaciones interétnicas en el espacio regional" (Montani 2008b:137).

Por último, se encuentra el estudio realizado por Suárez y Montani (2010) en donde indagan cómo las especies de bromeliáceas son usadas, percibidas y concebidas por la población wíchi del Chaco Semiárido. A través de sus estudios revelaron una correlación entre la importancia de cada especie y el tipo de fitonímia usado para nombrarlas. La mayoría de los nombres de las diferentes partes de la planta también son utilizados para referirse a animales o partes del cuerpo humano. Esta polisemia está dada por similitudes funcionales, morfológicas y posicionales como así también por asociaciones míticas. Es así que los wichí establecen una relación cercana con las bromeliáceas, que estaría generando una etno-categoría distintiva.

REPENSANDO LA RELACIÓN OBJETO/SUJETO

El estudio de la materialidad por parte de las disciplinas sociales permitió el planteo de diferentes teorías que han explicado la manera en que las sociedades se relacionan con los artefactos que producen. Estas teorías, que se vieron reflejadas en distintos paradigmas, han permitido la interpretación de la producción de los objetos materiales dentro de una sociedad determinada. Las teorías sociales, tales como la Teoría de la Práctica (Bourdieu 2007) o la Acción Social (Giddens 1995) entre otras, han reflexionado sobre las prácticas de los individuos dentro de sus sociedades, estableciendo una relación dialéctica entre la estructura social y el accionar de las personas. Es así como la relación que existe entre la materialidad y la vida social ha permitido nuevas interpretaciones y se han cristalizado en nuevas propuestas teóricas.

Las materialidades, en nuestro caso las bolsas de cháguar, participan en las formas de ser/hacer de las personas en su cotidianidad. Estas formas se confieren por un carácter activo que tienen los objetos dentro del orden social de la comunidad y que puede verse manifiesto en prácticas religiosas, mitos, relatos orales y tabúes, entre otros. Estos permiten a las personas comprender el mundo que las rodea por medio de una relación que mantienen dialécticamente con los entes materiales (Acuto 2008). La cultura material, cumple un rol importante en la conformación de la vida social; ésta activamente produce, reproduce y transforma la misma (Miller 1987).

Estas materialidades en el contexto actual sufren trasformaciones que son dadas por las condiciones socioculturales en las que se encuentran inmersas. En nuestro caso de estudio pudimos observar que se integran nuevas materias primas para la confección de las bolsas, es así que ante la escasez o difícil acceso a la planta de cháguar, esta es reemplazada por lana. Esta incorporación de nuevos elementos es entendida como resultado de un proceso de hibridación, el cual, según Bajtín (1981), al mismo tiempo que se admite la incorporación de nuevos elementos de órdenes discursivos diferentes, permite una resistencia al orden hegemónico autoritario, en donde se re-elaboran nuevos pactos de comprensión colectiva. De esta manera la incorporación de esta nueva materia prima permite que se continúe con esta práctica y que las mujeres wichí puedan continuar transmitiendo su conocimiento a través de las técnicas de enlazado, del proceso de teñido y de la confección de los diseños.

Estos procesos, según Dant (2005) no son atemporales ni aculturales, todo lo contrario, tienen un contexto histórico y cultural determinado. Las relaciones sociales no pueden darse sin elementos materiales-espaciales ni viceversa. Por lo tanto, los objetos y lugares permiten la reproducción social porque están impregnados de significaciones producidas en contextos históricos determinados.

LA COMUNIDAD WICHÍ DE LA LOMA

Los wichí constituyen una red de comunidades rurales y periurbanas que se extienden por el oeste de la provincia de Formosa, el noroeste de Chaco, el este de Salta y de Jujuy en la Argentina, y en un pequeño sector al sudeste de Bolivia (Montani 2008b). Algunos autores como Palmer (2005) y Braunstein (1983, 2005) los describen como sociedades sin poder político centralizado, con una economía basada en la caza, pesca, recolección y horticultura. Si bien desde el siglo XVII se evidencia una opresión y usurpación de tierras por parte del "mundo blanco" (Palmer 2005), desde mediados del siglo XIX se observa una paulatina integración al trabajo asalariado en los ingenios azucareros, también en el obraje maderero, y a partir de la década de 1960 en el trabajo en la cosecha del poroto y en las fincas hortícolas. Paralelamente a esto, la producción de artesanías de madera y de hilo de cháguar, actividades que al principio solo tenían funciones utilitarias dentro de la vida de la comunidad, se fueron estableciendo como una actividad económica permanente (Arroyo 2011).

La comunidad de La Loma se ubica en la localidad de Aguaray (Dpto. General José de San Martín, Salta) inmediata a la frontera con Bolivia. La capital de la provincia se encuentra a 380 km. El Municipio de Aguaray limita al norte con Bolivia y con el Municipio de Salvador Mazza y al sur con el Municipio de Tartagal, mientras que al este limita con el Departamento Rivadavia y al oeste con Bolivia (Mapa 1).


Mapa 1. En gris claro se observa la Provincia de Salta con sus respectivos departamentos provinciales. En gris oscuro se remarca el Dpto. Gral. José de San Martín, donde se encuentra la Localidad de Aguaray. Allí se ubica la Comunidad Wichí de La Loma.

El Municipio de Aguaray posee el asentamiento de etnias aborígenes chané, chiriguanos y wichí. Los chané se encuentran en los parajes de El Algarrobal, Campo Durán, Capiazuti, Tobantirenda, Tuyunti, Iquira y Ñacatimbay. Los chiriguanos tienen asentamientos en Caraparí, Campo Largo, Piquirenda, Virgen de Fátima y Yacuy; y los wichí en La Loma (Aguaray). El nombre Aguaray deriva de la lengua guaraní, que significa «aguada del zorro». Este municipio era integrante del Departamento de Orán hasta que su desmembramiento dio lugar al nacimiento del Departamento de San Martín, del que pasó a formar parte (Dirección Nacional de Protección Civil 2012).

La comunidad de La Loma se originó hace 70 años aproximadamente, cuando los padres franciscanos establecieron un asentamiento permanente, frente al pueblo de Aguaray, con familias provenientes de distintos lugares cercanos a esta localidad (Angi Oliva, com. pers. 2010). Actualmente viven en ella cerca de 200 personas, y cabe destacar que dentro de esta se encuentra una escuela bilingüe (Escuela Anexo La Loma Nº 4336) que brinda educación a niños y niñas de esta y otras comunidades de la zona.

UN ACERCAMIENTO A LAS BOLSAS DE CHÁGUAR

La realización de este trabajo se dividió en diferentes etapas; la primera de ellas consistió en el análisis ergológico de las bolsas enlazadas de la Colección Etnográfica del IAM de principios del siglo XX. Las piezas seleccionadas provienen de distintas etnias como toba, pilagá, wichí y ashuslay. Luego se procedió a la confección de fichas, que incluyeron las medidas de las bolsas, descripción morfológica y de atributos como el color, los motivos y los diferentes puntos enlazados, y el registro fotográfico de las mismas. Se observó además su estado de preservación y se implementaron medidas de conservación preventiva (Figura 1 a y b).


Figura 1. a. Bolsa cuadrangular realizada en cháguar perteneciente a la Colección Etnográfica del Instituto de Arqueología y Museo-IAM-. Ficha NºME0745. b. Bolsa hemisférica realizada en cháguar perteneciente a la colección etnográfica del Instituto de Arqueología y Museo-IAM-. Ficha NºME0796.

En la siguiente etapa se procedió a la búsqueda de bibliografía relacionada a estudios sobre las poblaciones originarias de la región del Chaco Argentino, a fin de ampliar los conocimientos que se tenían sobre las bolsas enlazadas para mencionada área. Debido a las relaciones establecidas con los pobladores que se autodenominan comunidad wichí de La Loma, Aguaray, Salta, se decidió focalizar la investigación bibliográfica sobre bolsas enlazadas procedentes de dicha etnia.

En los meses de julio y noviembre del año 2011, se concretaron dos visitas a la comunidad wichí de La Loma, donde se realizó observación participante y entrevistas abiertas a informantes calificados. En los mencionados trabajos de campo, se registró el proceso de recolección y procesamiento del cháguar, la obtención de las fibras, la preparación de las tinturas, los distintos tipos de enlazados y diseños. Como así también, se relevaron los usos de las bolsas y las diferentes valoraciones que las personas de la comunidad les otorgan. Como parte de la visita en el mes de noviembre, se realizó un taller en la escuela de La Loma donde se proyectaron fotografías etnográficas de principios del siglo XX, se observaron distintas bolsas enlazadas, mujeres confeccionándolas, y los diversos usos que se le dieron a las mismas durante ese período. Los alumnos participaron activamente reconociendo y explicando las diferentes bolsas enlazadas, los nombres de los diseños y sus usos.

LAS PRÁCTICAS DE ENLAZADO EN LA COMUNIDAD WICHÍ DE LA LOMA

A partir del trabajo de campo se pudo constatar que las mujeres son quienes realizan la recolección de la leña, la fabricación de cerámica y la manufactura de las bolsas. El aprendizaje de estas tareas es transmitido de abuela a nieta o de madre a hija y el núcleo familiar vive en un solo lugar, siendo la abuela quien habita con la familia de la hija y comparten los diferentes elementos domésticos (Angi Oliva, com. pers. 2010). En lo que respecta a la elaboración de las bolsas de cháguar, buscan la materia prima necesaria a 5 km de su lugar de residencia, adentrándose en el monte donde esta especie crece y aún se conserva. Las épocas de recolección son generalmente en octubre y comienzos del verano; las partes extraídas son las hojas, esto permite conservar la especie y evitar su extinción. Son conscientes de la existencia de posibles castigos a mano de la naturaleza si ellos no protegen o dañan a las plantas o animales, es por esto que cuando concurren a cazar o recolectar plantas, esto se hace cuidadosamente, cazando y recolectando lo justo y necesario, ya que se tiene presente que la sobreexplotación puede llevar a posibles enfermedades o desaparición de personas en el monte a mano de la naturaleza misma.

Como señalan Suárez y Arenas (2012), para realizar la tinción las mujeres utilizan trozos de corteza de árbol, tallo o raíz, hojas y resinas o frutos. Para preparar la tintura, la materia prima suele desecarse previamente al sol, donde algunos de los materiales se muelen ligeramente o se desmenuzan. Para triturar se usan morteros que sirven únicamente para esa finalidad (Figura 2 a y b).


Figura 2. a. Cortezas de prosopis sp. (algarrobo), utilizadas para la tinción de la fibra de cháguar. b. Ovillos teñidos con tintes naturales (color azul, rosa, marrón).

La confección de las bolsas, es una actividad que realizan todas las mujeres de la comunidad y el espacio que ocupan para llevarla a cabo es el espacio doméstico, precisamente en el patio de las casas donde se reúnen abuelas, madres e hijas. Generalmente, la confección del hilo en sí se hace de manera individual, pero el enlazado y armado de las bolsas es una actividad grupal. Con esto buscan no sólo reunir a todas aquellas que puedan transmitir estos conocimientos a las nuevas generaciones, sino también utilizan esta actividad como modo de integración de las mujeres de la comunidad de la Loma (Figura 3 a y b).


Figura 3. a. Hilo de cháguar recién preparado b. Bolsas realizadas en fibra de cháguar.

Así se observa como la práctica de confección de las bolsas de cháguar trasciende la mera producción de una materialidad, confluyendo en un espacio que permite que las mujeres en el seno del ámbito doméstico se reúnan y compartan los conocimientos femeninos en relación a las prácticas de tejido, posibilitando la trasmisión y perduración de estas prácticas de generación en generación. Asimismo, la literatura etnográfica también vincula esta práctica a otros aspectos de la vida de mujeres y hombres, como menciona Montani "…en la vida tradicional de los wíchi, los artefactos enlazados tenían un papel en el nacimiento, en los juegos de niños, en el rito de iniciación femenina, en el matrimonio, en las actividades cotidianas de hombres y mujeres adultos, en la guerra, en la magia-medicina y en los entierros…" (2008a:168).

Durante el rito de iniciación, las jóvenes aprenden a trenzar el cháguar, es decir que esta actividad se posiciona como la ocupación arquetípica de la mujer wíchi. Siendo este rito, como señala Palmer (2005), un elemento que evoca el descenso mítico de las mujeres desde su morada celestial mediante la soga compuesta de esa misma fibra, simbólica del vínculo que las une con la sociedad de los hombres.

"Las mujeres venían del cielo (Püle), donde vivían, para robar la comida de los hombres de o’nat (más correctamente huhnat o hohnat significa suelo, tierra, piso). Descolgándose de una cuerda de cháguar, sustraían los alimentos para volver luego por el mismo camino. Cuando los gentiles notaron que sus víveres desaparecían, resolvieron dejar vigías que tras varios intentos lograron cortar la soga antes de que las mujeres sorprendidas, pudieran escalarlas, reteniéndolas de este modo en la tierra. Entonces los gentiles intentaron entablar relaciones sexuales con ellas, ignorando que sus vaginas eran dentadas, de modo que requirieron el concurso de un peculiar personaje llamado Tok’ua (personaje de morfología humana cuyas acciones generaron cambios radicales en la existencia wichí), quien se colocó un pene de piedra con el que destruyó los dientes vaginales de las mujeres, permitiendo ahora sí, que estas cohabitaran con los gentiles" (Biazzi y Magrassi 1996:43-44).

Este rito conlleva un tiempo de reclusión que, en principio, se extiende a lo largo del mes que separa los dos ciclos menstruales. Es un período descripto como « invisible » (nanhit’a) debido a las diversas abstinencias sexuales, alimenticias y sociales sobre las cuales la joven debe someterse (Palmer 2005). Los wichí entienden a la iniciación femenina como "una forma de cocción ritual, que consiste en cocinar con percusión" (Palmer 2005:81).

A su vez, este autor nos muestra como estas materialidades también juegan en los procesos de conformación de la masculinidad. La madre enlaza una bolsa (del tipo hilú3) para su hijo cuando este inicia su aprendizaje de la caza, pesca y recolección, siendo el inicio de la adultez masculina marcado por la posesión de un bien femenino. El término que designa esta bolsa (zlei), componente indispensable de la identidad masculina, también significa "nombre". Sobre esto, Palmer (2005), plantea que esta homonimia requiere de un estudio más profundo ya que, mientras que el nombre personal wichí individualiza al portador y jamás se recicla, la bolsa estandariza la identidad mediante una serie limitada de motivos predeterminados que se repiten sin mayores variantes. Por su parte, Montani (2008a) observa una asociación entre el campo semántico del nombre de los diseños de las bolsas hilú, el nombre vernáculo de estas bolsas cuadrangulares y el mito de origen de la humanidad según los wichí, el cual permite entrever que las mujeres designan a sus hombres con sus bolsos y tejen estos últimos como metáforas de los seres que ellos efectivamente fueron en ese tiempo presocial. Aunque no lo adviertan, y se posicione a un nivel inconsciente en los individuos, este autor plantea que estas materialidades "actualizan la distancia que separa a varones y mujeres en un tiempo mítico mientras que reafirman el vínculo que en la actualidad los une" (Montani 2008a:175).

Los ejemplos citados permiten vislumbrar la importancia que tienen los artefactos enlazados dentro de la comunidad wichí, a lo que también deben sumarse nuevas prácticas que se están configurando frente a las nuevas realidades sociales. En el caso de La Loma, se observa como la producción de bolsas de cháguar se presenta como una alternativa económica para los miembros de la comunidad. Las bolsas que se realizan para la venta conllevan el acercamiento directo de las mujeres a eventos de importancia local (ferias de artesanías) en donde ofrecen sus productos; o la llegada de turistas, comerciantes u otros potenciales compradores que visitan la comunidad para adquirir las bolsas mediante intercambios por otros objetos o dinero. Se pudo constatar un recelo en la venta de las bolsas de mayor tamaño o del tipo hemisféricas, al igual que destaca Millán De Palavecino (1944), ya que son consideradas de uso doméstico y cuyo tejido más abierto no suelen ser deseadas para la compra. Sin embargo, en caso de que alguien se encuentre interesado en ellas suelen ser pedidas con anticipación.

Las denominadas hilú, bolsas cuadrangulares que pueden ser de diversos tamaños, son las más deseadas para la compra, ya sea por sus coloridos diseños como por su fácil y cómodo acarreo. Durante las entrevistas, las mujeres que continúan con esta práctica resaltan la necesidad de seguir estilos de moda que les llegan a ellas a través de la gente que se acerca a comprar o que escuchan de los propios maestros de la zona. Se observa una búsqueda de lo exótico o llamativo, como punto de partida para una venta exitosa entre los turistas. A su vez, este ingreso de dinero, como advierte Montani (2008a), otorga a las mujeres un rol central en las economías familiares. En este sentido las bolsas han contribuido a mantener la autonomía y autarquía que el rol femenino ha tenido sobre el masculino en las sociedades wichí (Alvarsson 1992, en Montani 2008a:170).

En La Loma no utilizan la técnica del crochet, y aunque es común que lleguen miembros de otras comunidades wichí que lo recomiendan a las mujeres de la comunidad, ellas no lo han aceptado aún ya que se consideran más tradicionales. Sin embargo, se ha evidenciado el uso de telar y de la combinación de ambas técnicas en una misma bolsa, e. g. el lazo de la bolsa es realizado con telar para darle mayor firmeza. Asimismo, se pudo apreciar que los miembros de la comunidad son conscientes de la importancia de conservar y transmitir los conocimientos con respecto a la producción de las bolsas de cháguar. Es así como la búsqueda de la transmisión oral de esta práctica llevo a que en el año 2009 se realizaran talleres en la Escuela Anexo La Loma Nº 4336, donde se enseño el tejido de las bolsas, enfatizando su comunicación especialmente a los varones.

CONSIDERACIONES FINALES

Como ya se ha destacado a lo largo del trabajo, es importante recalcar el rol central de la mujer en las diferentes etapas del procesamiento del cháguar y en la producción de las bolsas enlazadas; son las mujeres quienes producen y transmiten ese conocimiento a las generaciones futuras. Asimismo, estas materialidades se encuentran vinculadas a otros procesos sociales, como es la construcción y mantenimiento cotidiano de las categorías de género (Montani 2008a). Las bolsas enlazadas al ser producto de una actividad humana, generan al mismo tiempo condiciones materiales de reproducción social. Es decir que estas materialidades son forma de habitus, sensu Bourdieu (1980), estructurando los movimientos, actividades, prácticas y relaciones que a partir de éstos se van a reproducir. Y por ello, están relacionados con la constitución del sujeto, ya que éste entiende el mundo a través del contacto de su cuerpo con la materialidad que lo rodea.

Pero también debemos tener presente la realidad social wichí, y sobre todo la comunidad wichí de La Loma, que en la actualidad enfrenta procesos de cambio dados principalmente por nuevas condiciones de mercado, las cuales han conllevado que esta práctica sufra en ciertos aspectos modificaciones, como ha sido la introducción de nuevas materias primas (lana en vez de cháguar). Esto puede ser entendido si se tiene en cuenta que en la actualidad estas prácticas se ven inmersas en procesos de hibridación, en el sentido de Bajtín (1981), a partir de los cuales se han ido re-simbolizando el capital cultural heredado y acumulado por la memoria histórica, la cual ha tenido que enfrentar nuevas condiciones materiales, socio-económicas y valorativas de existencia. Si bien se buscó re-insertarse en nuevas condiciones de producción y mercado, al interior de esta comunidad el simbolismo de las prácticas continúa presente.

Frente a los cambios por los cuales ha tenido que atravesar dicha comunidad, se pudo observar a través del relevamiento bibliográfico, del análisis ergológico y de las entrevistas realizadas, que siguen existiendo ciertas pautas de recolección, confección y usos de las bolsas enlazadas, las cuales tienen una continuidad en el tiempo. La figura femenina sigue teniendo un rol central en las diferentes etapas del procesamiento del cháguar y en la producción de las bolsas, siendo sujetos activos en las economías familiares, produciendo y permitiendo la transmisión de las prácticas de enlazado de cháguar a las generaciones futuras.

 

NOTAS

1- Análisis realizado en el marco del Taller Técnico Ergología Etnográfica de Sociedades Del Chaco en Las Colecciones Del Instituto de Arqueología y Museo a cargo del Lic. Luis Vuoto y la Lic. Patricia Vuoto.

2- Díaz Martínez (2004), plantea que las entrevistas semi-estructuradas por su carácter conversacional, desde el interaccionismo simbólico logran no oprimir a las personas participantes, generando un ámbito coloquial que facilita la comunicación entre quienes interactúan.

3- Bolsas cuadrangulares de tamaño grandes a pequeñas, son fabricadas por las mujeres para sus hijos, hermanos menores y maridos, y sufren un crecimiento continuo como el que experimentan sus usuarios, los varones (Montani 2008a:175). Por su parte, Arenas (2003) plantea que si bien su uso generalizado es masculino, también hay modelos utilizados por las mujeres, de pequeñas dimensiones, que se utilizan cruzándosela por el pecho.

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer especialmente a los miembros de la comunidad wichí de La Loma, quienes nos permitieron presenciar sus prácticas y compartir sus vivencias en referencia al uso del cháguar y a la maestra Angi Oliva de la Escuela Anexo La Loma Nº 4336, quien fue el nexo entre la comunidad y nosotras.

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