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Revista SAAP

versión On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP v.3 n.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2009

 

RESEÑAS

Entre la torre de marfil y el compromiso político: intelectuales de izquierda en la Argentina, 1918-1955

Osvaldo Graciano
Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 2008, 382 páginas.

Estefanía Gaete

Los vínculos entre los intelectuales y la política han sido y son objeto de interés para la ciencia política. No es casual que en el año 1919, iniciado el período de entreguerras, Max Weber haya dedicado parte de su obra al análisis de esta temática. En una serie de conferencias que luego dieron origen a El político y el científico, el sociólogo alemán desaconsejaba la coincidencia en la dedicación al estudio y a la acción política. Fundamentó su postura en la incompatibilidad de ambas actividades: las virtudes, vocación y dignidad del político y del hombre de ciencia son necesariamente distintas. Pero si bien son distintas, a su vez son inseparables.

En esta tensión se inscribe el libro de Osvaldo Graciano. Éste da cuenta de las diferentes actividades llevadas a cabo (a partir del mismo momento en el que Weber problematiza sobre el intelectual y el político) entre 1918 y 1955 por un grupo de intelectuales de izquierda protagonistas del reformismo universitario y a partir de ahí miembros gravitantes del sistema político en general.

Graciano se propone reconstruir la historia de las prácticas académicas, culturales y políticas de este grupo de pensadores, poniendo énfasis en su labor conjunta y situándolos en la universidad como institución privilegiada de referencia simbólica y de creación cultural. Si bien es cierto que sobresalen por su trascendencia política los filósofos Alejandro Korn, Pedro Henríquez Ureña y el abogado Alfredo Palacios, la lupa está más bien puesta en su actuación colectiva.

Aquí, y a diferencia de Weber, para quien ni los estudiantes ni los profesores deberían hacer política en el aula (para ocuparse de la política desde el punto de vista científico), sobresale la convicción de estos universitarios de que el maestro que ellos debían representar debía ser un "modelo": "como un viejo sabio, maestro del saber y de virtud, rodeado de jóvenes discípulos en un vínculo socrático (...) [una representación] opuesta a la de una versión muy negativa del especialista y del científico, que por su carencia de formación humanista, era identificada como una específica forma de nueva incultura o barbarie" (p. 53).

Entre la torre de marfil y el compromiso político está estructurado en siete capítulos, que describen y analizan las diferentes experiencias de estos intelectuales que comparten su origen socioeconómico, sus trayectorias académicas y sobre todo su participación, en distintos grados, en el Partido Socialista y en menor medida en el anarquismo.

El desarrollo, las funciones, el perfil de estudiantes y profesores de las universidades de principios del siglo XX, en relación con la evolución del Estado moderno, ocupan las páginas del primer capítulo.

El capítulo II se concentra en el análisis de la reforma en la Universidad Nacional de La Plata y los decanatos en las Facultades de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata, de Alejandro Korn y Enrique Mouché, respectivamente. También se ocupa, en el plano cultural, de experiencias reformistas como la revista Valoraciones.

Los intentos de reforma en las Facultades de Derecho tanto de la UNLP como de la UBA son el objeto del capítulo III. Allí se considera el decanato de Alfredo Palacios durante tres años al frente de esa facultad platense, que implicó una renovación de la enseñanza del derecho tal como se la venía practicando. Lo mismo se considera el decanato de Mario Sáenz, signado por una mayor resistencia al cambio por parte de la institución. Luego se detallan las experiencias de intervención política de la revista Sagitario y la Unión Latinoamericana. Por último, se relatan las prácticas de los universitarios anarquistas a lo largo de la década del 20 y se hace una interesante reflexión sobre los alcances y límites que tuvo el reformismo en las principales universidades nacionales y su vital rol como medio de socialización política de estos intelectuales que marcaría su futuro derrotero, sobre todo en el Partido Socialista.

El capítulo IV se ocupa de la década del '30. Aquí, lo sobresaliente es el impacto que tuvo el quiebre de las reglas de juego democráticas en la política general y en la universitaria, así como también el impacto internacional del fascismo. Es a partir de este momento en que la mayoría de este grupo se vincula formalmente al Partido Socialista. Graciano realiza una descripción de las iniciativas parlamentarias, cargos partidarios, políticos, etc. Lo más destacado del capítulo es el análisis que se hace de la redefinición del rol del intelectual y el político, donde aquél pierde terreno ante la profesionalización y burocratización de la política.

La reconstrucción de la participación en el seno del Partido Socialista a través de las experiencias culturales del Teatro del Pueblo del Puerto de La Plata y la Universidad Popular Alejandro Korn, son el tema del capítulo V. Aquí se dan a conocer sus relaciones con los sectores obreros y los debates sobre la realidad social nacional e internacional que se dieron en estos ámbitos.

Objeto del capítulo VI son los diferentes proyectos sobre educación superior impulsados por los gobiernos neoconservadores, los que surgieron en el seno del Partido Socialista y el caso llevado a la práctica del rectorado de Palacios en la UNLP entre 1941 y 1943.

El último capítulo revisa la accidentada intervención política y universitaria a partir del ascenso y consolidación del peronismo. Se explican cuáles fueron los diagnósticos, estrategias de oposición y análisis de la movilización obrera por parte de este grupo de universitarios. Asimismo, se recorren sus diferentes situaciones académicas y profesionales bastante accidentadas en este período.

Finalmente, se expone un anexo con las condiciones socioeconómicas de estos intelectuales, su formación académica, sus cargos ocupados en los ámbitos universitarios, partidarios y políticos, sus iniciativas parlamentarias y producción académica. Es destacable la riqueza de la bibliografía, clasificada temáticamente.

A lo largo de las páginas del libro se indaga sobre la compleja relación entre academia y política abordada en las primeras décadas del siglo XX por Max Weber. Esta problemática no escapó a la preocupación de estos intelectuales, que procuraron separar ambas figuras. Aunque defendieron su autonomía como productores culturales, sus lazos con la vida política resultaron inevitables y a su vez problemáticos. Lo que a lo largo del libro no deja lugar a dudas es el marcado compromiso político que tuvieron tanto desde las aulas como desde sus respectivas actividades profesionales.

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