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Revista SAAP

versión On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.6 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2012

 

RESEÑAS

Oligarchy
Jeffrey A. Winters
Cambridge, Cambridge University Press, 2011, 323 páginas

 

Javier Burdman

 

Si, como señalaba Louis Althusser, la práctica científica consiste en transformar objetos ideológicos en objetos de conocimiento, Oligarchy representa un ejemplo de dicha práctica particularmente relevante para la ciencia política argentina. En efecto, pocas ideas están a la vez tan cargadas de representaciones ideológicas y tan desprovistas de sistematicidad analítica como "oligarquía". Oligarchy ofrece la oportunidad de nivelar el terreno, abordando cuidadosamente preguntas como: ¿qué es una oligarquía? ¿En qué consiste su posición dominante? ¿En qué se sustenta dicha posición?

Winters define concisamente "oligarquía" como "la política de defensa de la riqueza por parte de actores equipados materialmente" (p. 7). Esta definición implica dos condiciones: primero, la existencia de una minoría desigualmente dotada de recursos materiales; segundo, la utilización de dichos recursos para sostener su posición materialmente desigual. Sobre la base de esta definición axiomática, Winters busca explicar cómo una posición de predominio económico se traduce en una serie de mecanismos de poder que contribuyen a sostenerla. En palabras de Winters, "si el dinero es poder (y de seguro lo es), entonces necesitamos una teoría para entender cómo los inusualmente adinerados son inusualmente poderosos" (p. 5). Que "el dinero es poder" significa que aquél, siendo un recurso sumamente versátil, puede convertirse fácilmente en una variedad de mecanismos de poder sobre los cuales afianzar el predominio político.

Si bien los actores materialmente equipados son, por la propia naturaleza de la riqueza, potencialmente poderosos políticamente, la relación entre poder material y poder político dista de ser lineal. Según Winters, diferentes escenarios requieren diferentes estrategias para defender la riqueza frente a sus tres principales amenazas: los no ricos, los ricos que no forman parte de la oligarquía dominante, y, en algunos casos, los ricos a cargo del poder político. Dichos escenarios están determinados por dos variables: la "naturaleza del gobierno" (colectiva e institucionalizada o personalista y fragmentada) y el "rol de los oligarcas en la provisión de coerción" (personal y armada o impersonal y desarmada). En base a estas variables, Winters presenta una tipología de configuraciones oligárquicas compuesta por "oligarquías guerreras" (fragmentadas y personales), "oligarquías gobernantes" (institucionalizadas y personales), "oligarquías sultanistas" (fragmentadas e impersonales) y "oligarquías civiles" (institucionalizadas e impersonales).

En base a esta tipología, Winters presenta cuatro casos históricos en los cuales observa diferentes desafíos, respuestas y potenciales desenlaces en la "política de defensa de la riqueza". Claramente, esta política no es igual en una "oligarquía guerrera" (cuyo ejemplo son los líderes tribales en África), donde el poder oligárquico está fragmentado entre diferentes actores que ejercen el poder político en forma personal, que en una "oligarquía civil" (cuyo ejemplo son, entre otros, las democracias occidentales), donde dicho poder se sustenta en instituciones centralizadas y donde los oligarcas no ejercen personalmente el gobierno. La propuesta del libro no consiste en reducir estos casos a una esencia común (mostrando, por ejemplo, que toda formación social esconde un mismo poder oligárquico inmune a los cambios históricos), sino en entender a partir de ellos cómo diferentes escenarios condicionan y son a la vez condicionados por la relación entre poder material y poder político.

El análisis se sustenta en un enfoque eminentemente estructural, que centra la atención en escenarios definidos por ciertas variables antes que en los procesos históricos que los configuran y en los cuales se suceden. Esto permite extrapolar de los casos estudiados ciertas generalizaciones respecto de la política oligárquica que trascienden su especificidad histórica. Ello no implica, sin embargo, que el libro no dé cuenta de la dimensión dinámica de dichos casos, es decir, de su posible desarrollo e incluso de su potencial transición hacia configuraciones oligárquicas diferentes. De hecho, uno de los principales méritos del libro radica en presentar variables estructurales sin sacrificar dinámicas históricas; sacrificio que suelen realizar los estudios dedicados a construir modelos puramente formales. Un ejemplo de esta articulación entre estructura e historia es el análisis de Indonesia como ejemplo de una "oligarquía sultanista". Winters muestra cómo la misma se constituyó a partir de la necesidad del poder central, en manos de Suharto, de superar las divisiones y luchas intra-oligárquicas en la fragmentada oligarquía indonesia, creando nuevos oligarcas dependientes de su poder. Con el tiempo, sin embargo, en la medida en que Suharto no consiguió sostener la base de apoyo de su poder sultanista, la oligarquía volvió a fragmentarse, dando lugar a un híbrido entre "oligarquía guerrera" y "oligarquía civil".

Más allá del interés teórico de cada uno de los casos analizados, es el último caso, correspondiente a las "oligarquías civiles" propiamente dichas, el que abre camino al argumento más polémico del libro. En efecto, la sola categorización de las democracias occidentales como una forma específica de oligarquía disputa la idea, prevaleciente en diversos ámbitos políticos y académicos, de que en las democracias occidentales la riqueza es un bien individual antes que una fuente de poder colectivo. Según Winters, el advenimiento de la democracia y el Estado moderno no diezmaron el poder oligárquico sino que lo transformaron, ya que "las oligarquías civiles son indiferentes a la democracia", pues "ellas no la requieren para funcionar ni son amenazadas por su existencia" (p. 210). Puesto que en las democracias occidentales el poder político está delegado en instituciones impersonales, la política oligárquica ya no se centra en el ejercicio de dicho poder sino en la defensa del ingreso. En Estados Unidos, esto se produce a través de una "Industria de Defensa del Ingreso", que consiste en una enorme red de profesionales contables y legales contratados por las personas más adineradas, dedicada a que las mismas paguen la menor cantidad posible de impuestos.

Es precisamente este momento de la argumentación, tal vez el más interesante, el que da lugar a los principales interrogantes. Winters alega que la democracia no afecta el poder oligárquico puesto que, históricamente, la existencia de la misma depende de que los derechos de propiedad que sustentan dicho poder no se vean afectados. Más aún, "es solo cuando la participación pone específicamente en disputa la estratificación material. que la oligarquía y la democracia participativa chocan finalmente" (p. 275). Pero el libro dice poco sobre las condiciones que conducen o previenen este choque. De los dos casos tomados como ejemplos de oligarquías civiles, Estados Unidos y Singapur, solo el primero es una democracia y, aun allí, el análisis se centra en el sistema legal antes que en los procesos electorales. En consecuencia, la conclusión de que la democracia no menoscaba por sí misma al poder oligárquico parece condicionar al análisis antes que emanar del mismo. El libro da por descontado que las democracias modernas presuponen el no cuestionamiento del derecho de propiedad sobre el cual se sustentan las oligarquías civiles, pero deja en suspenso una cuestión central: ¿qué mecanismos previenen que las mayorías no ricas pongan en disputa la riqueza oligárquica? Esta pregunta nos conduce a la cuestión del poder ideológico, el cual, si bien brevemente mencionado por el autor en la introducción, está prácticamente ausente del análisis a lo largo del libro.

En un contexto político internacional donde la desigualdad vuelve a estar en el centro de la escena, Oligarchy invita a la ciencia política a retomar preguntas y enfoques olvidados por el economicismo y el individualismo metodológico. Para la ciencia política argentina, el libro puede leerse como un llamado a intervenir en tópicos eminentemente ideológicos desde la sistematicidad y la coherencia argumental propias de una disciplina académica. Esta lectura nos recuerda que hacer ciencia social no implica necesariamente prolongar luchas ideológicas ni adherir absolutamente a ciertas metodologías, sino desarrollar una búsqueda sustentable empírica y analíticamente por comprender los problemas y desafíos de las sociedades contemporáneas.

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