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Revista SAAP

versión On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.7 no.1 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2013

 

RESEÑAS

Elecciones y política en América Latina. 2009-2011
Manuel Alcántara y María Laura Tagina (coordinadores)
Miguel Ángel Porrúa, Instituto Federal Electoral, Cámara de Diputados y Senado de la República, México D.F., 2013, 657 páginas

 

Carlos Varetto

El libro aquí reseñado constituye una destacada producción de política comparada a la vez que provee de información para el estímulo y continuidad de producciones en esta clave. El estudio abarca la totalidad de los procesos electorales en América Latina durante el período 2009-2011, lo que implica el abordaje de 26 comicios a lo largo de 17 países. Este ejercicio colectivo de investigación resulta imprescindible para la ciencia política pues, como señala Alcántara Sáez en el primer capítulo, la rutinización de las elecciones en America Latina se halla plenamente consolidada y por lo tanto, la centralidad del estudio de los procesos electorales representativos es insoslayable. Asimismo porque la realidad latinoamericana puede accionar como un prisma que ilumine y regenere las teorías de Europa Occidental.
A la presentación de los coordinadores y el capítulo introductorio de Alcántara Sáez, que provee una mirada de conjunto de los casos descriptos a lo largo de la obra, le siguen 17 capítulos, uno por cada caso nacional. Los estudios de casos se presentan siguiendo una serie de dimensiones precisas que facilitan la comparación y realzan la labor de los coordinadores, a la vez que no desdeñan información más detallada de los procesos políticos nacionales. Las principales dimensiones, aunque con diferente énfasis según la dinámica de cada país, son: las condiciones y reglas de la competencia electoral; la oferta electoral, sondeos de opinión pública y formas de nominación y financiación de los partidos políticos; los resultados de los comicios; el sistema de partidos y las relaciones entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Asimismo, incluyen reflexiones acerca de las perspectivas futuras de la democracia.
A lo largo del libro se presentan casos de alternancia del partido de gobierno -El Salvador, Panamá, Chile, Perú, Guatemala y Honduras-; de reelección del presidente -Ecuador, Bolivia, Argentina y Nicaragua- o del partido presidencial -Uruguay, Costa Rica, Colombia, y Brasil-; y tres casos donde sólo se celebraron elecciones legislativas -Republica Dominicana, Venezuela y México-. Sin embargo, el recambio presidencial tiene diferentes implicancias para cada caso analizado: para El Salvador, Panamá y Chile representa el fin de periodos de larga estabilidad, para Honduras la continuidad de parámetros regulares de alternancia bipartidista -aunque mediante el mecanismo irregular de golpe constitucional- y para Perú y Guatemala es una nueva alternancia dentro una larga trayectoria errática de partidos presidenciales. En el capítulo dedicado a El Salvador, Álvaro Artiga-González destaca dos factores: la necesidad de cambio luego de 20 años del gobierno del mismo partido y la elección de un candidato moderado por parte de FMLN, Mauricio Funes. Respecto a Panamá, Harry Brown Araúz destaca que por primera vez se proclama presidente a una persona que no pertenece ni al Partido Panameñista ni al Revolucionario Democrático. Llegaba al poder, favorecido por un desgaste estructural del sistema político, Ricardo Martinelli quien había apostado por la antipolítica. López Varas y Baeza Freer dan cuenta de la derrota de "la Concertación" chilena luego de 20 años, a favor de un presidente de derecha: Sebastián Piñera. Según demuestran, este recambio no se debió a un realineamiento de los votantes sino a un proceso de corrimiento programático de la izquierda y rupturas en su coalición. En lo que refiere a Honduras, Cecilia Rodríguez presenta las elecciones de noviembre de 2009 en las que se elige el nuevo gobierno luego del golpe de Estado o "sucesión constitucional forzada" que tuviera lugar en el junio de ese mismo año. Estas elecciones invisten como presidente a Porfirio Lobo, del Partido Nacional (PN) representando una nueva alternancia entre el PN y el Partido Liberal. Las elecciones presidenciales de 2011 en Perú son presentadas por Carlos Meléndez como la expresión de la tensión entre alternativas populistas y conservadoras: así, la dinámica electoral se mantiene entre una mitad integrada al sistema económico y político y otra que demanda su inclusión. En 2011, un sistema partidario de naturaleza personalista y carente de coordinación entre las elites partidarias resultó en una segunda vuelta entre alternativas populistas: neo-populista de Keiko Fujimori y redistributiva de Humala, a la postre victorioso. Sobre Guatemala, Secundino González coloca el acento en la ausencia de partidos -se explica en buena medida por la falta de financiamiento público y redunda en un alto transfuguismo-. Resultó electo el general retirado Otto Pérez Molina.
En el grupo de casos de continuidad presidencial partidaria, respecto a Uruguay Buquet y Piñeiro señalan que las elecciones de 2010 -con el nuevo triunfo del Frente Amplio (FA)- confirman la transformación del sistema de partidos en Uruguay: desde el bipartidismo tradicional hacia uno de crecimiento constante del elemento desafiante (FA) y hasta la nueva normalidad bipolar de tres partidos estables. Manuel Roja Bolaños entiende que la continuidad del Partido de Liberación Nacional a través de la nueva presidente Laura Cinchilla en Costa Rica es también el triunfo del grupo de fuerzas políticas y económicas de inclinación aperturista que forjaron las transformaciones de la estructura productiva, la institucionalidad estatal y el fortalecimiento del mercado en los últimos lustros. Carlos Guzmán da cuenta de las elecciones legislativas y presidenciales de 2010 en Colombia que significaron la prolongación de la derechización de la política colombiana a través de la continuidad expresada por el triunfo de Juan Manuel Santos apoyado por el presidente saliente, Álvaro Uribe. El caso brasilero es mostrado por Rachel Menguello como el éxito del entonces presidente, Lula Da Silva, para conducir su sucesión a través de su ministro Dilma Rousseff. Adicionalmente señala la consolidación de un sistema partidario de dos dinámicas: una de contorno bipartidista presidencial y otra de tipo multipartidista y fragmentada que tiene lugar a nivel legislativo.
En los casos que el presidente es reelecto en general se destaca una reducción de la dispersión electoral y de la competitividad. En este marco, en Ecuador Flavia Freidenberg destaca la consolidación de un sistema partidario marcado por el cambio desde opciones pro-partido tradicional hacia otra anti-partido caracterizado por la reducción de la competitividad, la fragmentación y las divisiones regionales, con eje en el presidente reelecto Rafael Correa. Por su parte, Ana Haro González sostiene que en Bolivia la reelección de Evo Morales confirma la ruptura del sistema de partidos tradicional, la consolidación del partido presidencial como eje, y los clivajes regionales. El capítulo de María Laura Tagina sobre Argentina se aboca a comprender el ciclo de derrota y resurgimiento de la coalición presidencial entre 2009 y 2011. En su explicación coloca acertadamente el acento tanto en los aciertos oficialistas como en la actuación opositora para posibilitar la reelección de Cristina Fernández. Finalmente, destaca la continuidad de la volatilidad y fragmentación del sistema partidario, aunque en estas elecciones se relativizó la territorialización y aumentó la participación electoral. Por último Salvador Marti Puig presenta el caso de Nicaragua en el que las elecciones presidenciales redundaron en la reelección de Ortega en un marco de alto abstencionismo, alta polarización, dudas sobre la transparencia de la administración electoral.
Finalmente, entre los países que no han renovado la autoridad presidencial en el bienio 2009-2011, Ernesto Hernández Norzagaray analiza las elecciones legislativas mexicanas de 2009 donde se destaca el regreso, no exento de dificultades, del histórico Partido de la Revolución Institucional (PRI) a posibilidades ciertas de recuperar la presidencia. En el capítulo sobre República Dominicana, Ana Benito Sánchez destaca la consolidación del dominio del Partido de Liberación Dominicana (PLD), generando el pasaje hacia un sistema dominante de baja ideologización. Por último, Manuel Hidalgo indaga acerca de las elecciones legislativas de 2010 en Venezuela donde se ratifica el sostenimiento de una importante mayoría oficialista -en parte solventada por nuevas reglas electorales- aunque destaca el fortalecimiento de la oposición que se decidió por retomar la vía electoral antes que la abstención.
Este volumen ratifica el carácter de America Latina como campo fértil para el estudio comparado intra e inter regional de diversos procesos tales como el fenómeno asociado a los políticos antipolítica o antisistema, los efectos de reformas de sistemas electorales y las tendencias de los sistemas partidistas y la opinión pública, entre otros. Es por ello que, para todos aquellos interesados en la política latinoamericana y la política comparada, este volumen constituye una referencia ineludible.

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