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Revista SAAP

versão On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.7 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2013

 

ARTÍCULOS

¿Rechazo a la democracia o al partido de gobierno? Despejando el camino para el estudio de la accountability electoral o algunas reflexiones sobre la relación entre crisis económica y voto en los últimos 30 años*

 

María Celeste Ratto

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
mceleste_ratto@hotmail.com


Palabras clave: Accountability; Elecciones; Comportamiento electoral; Voto económico; Democracia.

Key words: Accountability; Elections; Electoral behavior; Economic vote; Democracy.


 

La relación entre economía y democracia durante estos últimos 30 años en Argentina ha sido por lo menos conflictiva. Juan Carlos Torre, en su texto de 1991 América Latina. El gobierno de la democracia en tiempos difíciles, describía a la década del ochenta de la siguiente forma: "La última década se ha caracterizado en numerosos países de América Latina por la difícil convivencia entre una democracia política en curso de consolidación y una grave crisis, que mantiene a los países de la región bajo el signo de la emergencia económica" (Torre, 1991: 145). Y esos tiempos difíciles continuaron por varios años más y casi podríamos decir que han moldeado el sustrato democrático de la ciudadanía argentina.
A la par de tal desafío, desde la ciencia política argentina se hicieron sustanciales avances que no sólo ayudaron a entender el proceso de transición (Acuña, 1995; Cavarozzi, 1992) sino que generaron aportes a la teoría misma de la democracia (por citar algunos ejemplos, O'Donnell 1992, 1993 y 1997). Pese a estos avances, los trabajos sobre el impacto de los resultados económicos en el apoyo al partido de gobierno han sido poco desarrollados desde el punto de vista empírico y los escasos ejemplos existentes debieron afrontar una fuerte herencia proveniente de los trabajos más conceptuales que dificultaron muchas veces el camino.
Algunos aportes parecen haber eclipsado el estudio del posible impacto de los shocks económicos en la consolidación de la democracia y por añadidura en el apoyo al partido de gobierno en América Latina. Por ejemplo en el trabajo de Przeworski et al. (2000), se estableció que "las democracias nunca mueren en países ricos. Pero toda la evidencia que nosotros examinamos también indica que las democracias en países pobres es más propensa a morir cuando se experimentan crisis económicas que cuando sus economías crecen" (Przeworski et al., 2000: 117). Como Córdova y Seligson (2010: 56) apuntan, "desafortunadamente, a pesar de los hallazgos empíricos, los mecanismos a través de los cuales la democracia puede ser puesta en riesgo y el rol que los ciudadanos pueden tener en dicho proceso continúa casi enteramente sin estar especificado".
El núcleo central de la cuestión sobre el impacto de las crisis económicas en la creencia en la democracia descansaría "en la habilidad de los ciudadanos de mantener la creencia de que las instituciones políticas existentes son las más apropiadas para la sociedad" (Lipset, 1981: 64)1. Ahora bien, algo distinto es en qué grado se mantiene o modifica esa creencia en las instituciones políticas a partir del apoyo o rechazo que sufren los partidos de gobierno como consecuencia de su gestión de la economía. ¿Es lo mismo apoyo al partido de gobierno que apoyo a la democracia?
Los trabajos de la época en general simplificaban este mecanismo. Sostenían que "buenos resultados en materia económica" generarían legitimidad y profundizarían el proceso democrático. Por su parte, era de esperarse que, si los resultados económicos en cambio eran malos, surgirían problemas de legitimidad y eso socavaría a la democracia. Esta preocupación dominante propició casi por inercia una lectura desde la cual se entendía que el crecimiento económico (o por lo menos cierta estabilidad en términos macroeconómicos) era una condición necesaria para el afianzamiento de la democracia, ocultando detrás de esta premisa algunos mecanismos fundamentales que fueron soslayados desde el punto de vista empírico.
Desde mi perspectiva esa lectura no es del todo acertada. Ya que tanto los buenos como los malos resultados económicos pueden generar mayor legitimidad del régimen y por lo tanto mayor democracia. El descontento no necesariamente debe ser leído como una pauta de deslegitimación del sistema democrático, sino que por el contrario puede ser considerado como una respuesta racional ante los pobres resultados económicos que los gobiernos de la región experimentaron durante los ochenta y noventa (Benton, 2005: 418). Lo que es necesario entender es cómo los resultados económicos afectan el apoyo al partido de gobierno y cómo ese accionar luego refuerza o socava la legitimidad del sistema democrático. Asimilar apoyo al partido de gobierno con apoyo o legitimidad del sistema democrático pareció ser una constante entre los trabajos de los primeros veinte años de democracia.
Hoy, treinta años después, los resultados obtenidos a partir del estudio del voto económico (VE de aquí en adelante) nos han permitido conocer que quizás los avatares económicos fueron una prueba difícil pero que han servido para consolidar los mecanismos básicos de la democracia argentina. Siguiendo a Alison Benton (2005), la pregunta que se vuelve central es si los latinoamericanos, como consecuencia de las crisis económicas, están rechazando al sistema democrático o están castigando a los partidos en las urnas. La cuestión es bien diferente2 y sus implicancias teóricas son sustanciales. Deslindar esta materia ha sido fundamental para poder comprender el verdadero funcionamiento de la democracia argentina. Los avances respecto al apoyo al partido de gobierno tuvieron lugar casi exclusivamente desde el punto de vista del funcionamiento de las instituciones. Poco se ha avanzado sobre cómo reaccionan los ciudadanos individualmente a los estímulos económicos que generan los gobiernos de turno y cómo ese mecanismo afecta a la legitimidad del sistema democrático. Como una lógica consecuencia de la poca e interrumpida experiencia democrática de los ciudadanos argentinos, se asumió que éstos no actuaban racionalmente3 al momento de votar pero tal postulado no fue comprobado de forma empírica y sistemática.

¿Qué aporta el enfoque del voto económico?

Las elecciones sirven, entre varias funciones, para hacer responsables a los gobiernos de sus acciones pasadas. Al final de cada mandato, los partidos en el gobierno rinden cuentas al electorado por su gestión de los asuntos públicos. Y pueden ser premiados mediante su reelección o castigados con su expulsión del poder (Jacobs y Shapiro, 2000: 326). La amenaza de sanción implícita en las elecciones debería influir sobre el comportamiento de los representantes a lo largo del mandato, incentivándolos a seguir las preferencias e intereses de los votantes para lograr su reelección (Manin, Pzreworski y Stokes, 1999).
Así, el enfoque del voto económico se torna relevante en tanto al estudiar la asociación estadística entre la evaluación de la marcha de la economía y el voto, capta el supuesto de que los individuos reaccionan individualmente pero de forma sistemática al estímulo económico que se crea en la votación (accountability). En este sentido, el estudio de la accountability electoral implicó un aporte sustancial dentro del campo de la teoría empírica de la democracia argentina: distinguir entre legitimidad de la democracia y apoyo al partido de gobierno. Ello no implica negar las indudables relaciones que existen entre ambos elementos sino lograr una distinción analítica que permita evaluar en qué medida funciona el proceso de responsabilización política. O sea, estudiar si la ciudadanía puede distinguir entre los buenos y malos resultados económicos y actuar en consecuencia. Esto es, castigar a los políticos que fueron responsables de los malos resultados económicos cambiando su voto, o premiar a los políticos que lograron buenos resultados económicos volviéndolos a elegir. El proceso de legitimación democrática surge en el momento en que los ciudadanos se vuelven conscientes de que pueden reaccionar frente a las acciones de los gobiernos y que dicho accionar tiene consecuencias. Esa concientización permite reforzar la creencia en el sistema democrático. En tal sentido, y dentro de ciertos límites, sería esperable que la democracia se refuerce tanto a consecuencia de los buenos como de los malos resultados económicos.
Pero las conclusiones de este tipo de estudios pueden ser aún más profundas. Apuntan a la existencia de una base de legitimidad propia del sistema democrático que va mucho más allá de los meros resultados económicos. Que la ciudadanía llegue a ese nivel de comprensión del sistema democrático implica entender que la democracia no reside únicamente en los gobiernos y en su accionar, sino y básicamente en los ciudadanos que son los únicos que mediante las elecciones poseen el poder de autorizar a un partido a ocupar el gobierno, de evaluarlo y de decidir su continuidad o su suspensión. En definitiva, es entender que la democracia no sólo se construye a partir de quién ejerce el gobierno en un momento determinado sino que, y fundamentalmente, se cimienta a partir del accionar de sus ciudadanos.

Lo que sabemos...

La falta de datos consistentes y la casi nula accesibilidad a éstos, junto al desarrollo de la disciplina previamente descripto, fueron los causantes de la escasez de trabajos en el área. Si bien en los últimos años ha mejorado sustancialmente el acceso a los datos electorales, la cantidad de elecciones (24 hasta el momento) continúa siendo el principal obstáculo para las series temporales. Por su parte, la obtención de datos de opinión pública, principalmente entre 1983 y 1995 es muy complejo y en caso de obtenerlos la tarea de homogeneización de indicadores a lo largo de los años se vuelve faraónica4.
Los pioneros en abrir camino dentro de los estudios de comportamiento electoral en Argentina en general y particularmente de voto económico fueron los profesores Raúl Jorrat y Darío Canton, junto a un grupo de jóvenes que durante los años noventa sentaron las bases de los estudios de la accountability electoral. Dentro de sus principales aportes está la obtención y la generación de datos, tarea titánica por cierto, cuya dificultad llega hasta nuestros días.
A partir de los datos individuales generados por una encuesta realizada en el Gran Buenos Aires para las elecciones de 1995 y 1999, Canton y Jorrat (2002) demostraron la doble influencia en el voto al partido de gobierno de factores de largo plazo como la identificación partidista y de factores a corto plazo como la valoración de la situación económica. María Laura Tagina (1998: 60) llega a una conclusión similar utilizando datos de otra encuesta realizada en la ciudad de Rosario para las elecciones presidenciales de 1995. También en base a datos individuales procedentes de encuestas, el análisis de Carlos Gervasoni (1998) sobre los apoyos electorales del PJ entre 1989 y 1995 confirma que en los años noventa el voto peronista deja de estar mayoritariamente caracterizado por la clase social o por la ideología para encontrarse más dependiente de actitudes positivas respecto a las transformaciones económicas del período.
Pese a este primer consenso sobre la importancia de la evaluación de la gestión del gobierno en la economía a la hora de votar, la utilización de diferentes tipos de datos e indicadores también evidencia diferencias en los resultados. Utilizando datos agregados de 23 elecciones presidenciales celebradas en 13 países en los años ochenta y noventa, Fabián Echegaray (1996: 613) concluyó que "considerando la mayoría de los resultados electorales verificados en América Latina entre 1982 y 1994, la popularidad presidencial ha ejercido un impacto mayor y estadísticamente significativo en comparación con las variables económicas...". Esa misma conclusión fue posteriormente confirmada para el mismo período, pero trabajando ahora con datos individuales procedentes de encuestas (Echegaray, 2005). Desde un enfoque similar, Guido Cataife (2011: 135) ha evaluado la importancia de los temas salientes (o issues)en la Provincia de Buenos Aires, concluyendo a partir de simulaciones que el voto por temas salientes es tan importante como el voto económico.
Básicamente todos estos aportes fueron elaborados a partir de los datos disponibles. Esto determinó la existencia de estudios por períodos de tiempo acotados o que utilizaron diferentes indicadores para medir el mismo fenómeno5. Ello dificultó la posibilidad de comparar los resultados y establecer conclusiones más generales sobre el funcionamiento de la accountability en Argentina. En tal sentido, y a modo de aporte, a continuación se detallan resultados de regresiones logísticas para explicar el voto utilizando los mismos indicadores y preguntas, junto a las mismas técnicas y tratamiento de datos, para comparar la efectividad del voto económico entre Europa, América Latina y Argentina. Los datos provienen de Eurobarómetro y Latinobarómetro y fueron publicados parcialmente6.

Tabla 1 Modelos de regresión logística para intención de voto en Europa, América Latina y Argentina (1996, 2000 y 2004)

*** p£0.001
** p£0.01
* p£0.05 Errores típicos entre paréntesis. En los modelos de Europa y América Latina se introdujeron variables de control por países que no se muestran. La variable dependiente toma el valor de 1 si los entrevistados tienen intención de voto por el partido de gobierno y 0 para el resto de opciones. PEN (percepciones de la economía nacional retrospectiva). Las variables están estandarizadas (0-1). Para más detalles remitirse a Lewis-Beck y Ratto (2013).
Fuente: Eurobarómetro y Latinobarómetro 1996-2000-2004.

Los resultados expuestos en la tabla precedente permiten afirmar que, pese a los avatares económicos que caracterizaron a los 30 años de democracia, el comportamiento evidenciado por los ciudadanos argentinos concuerda con los encontrados en estudios de democracias con altos niveles de ingresos. Las evaluaciones sociotrópicas retrospectivas tienen un alto impacto en el apoyo al partido de gobierno. De hecho, en el caso de Argentina el impacto de esta variable es mayor que el evidenciado para Europa y para América Latina. En ese sentido, la pauta democrática es similar: "los votantes latinoamericanos parecen ver a la economía, evaluar sus resultados y actuar en consecuencia, premiando o castigando a los gobiernos (...) Los líderes de esa región, ricos o pobres, no pueden escapar al castigo por un mal gobierno económico" (Lewis-Beck y Ratto, 2013: 493). Pese a ello, la diferencia en la capacidad predictiva de los modelos indica que hay factores idiosincráticos que poseen una influencia mayor en los países de América Latina. Quizás aquí se refleje la falta de institucionalización de algunos elementos del sistema político. En principio se podría asumir que, ante la falta de anclajes partidarios o ante cambios en la competencia partidaria, los factores de corto plazo como la valoración de la economía podrían adquirir mayor efecto.
En tal sentido, se vuelve central poder distinguir entre un primer momento en el cual entra en juego la capacidad de los votantes para atribuir responsabilidades y, en segundo lugar, el ejercicio efectivo del voto como consecuencia de tal atribución de responsabilidades (Hellwig y Samuels, 2007). Ciertos contextos facilitarían este primer momento (Powell y Whitten, 1993). Alison Benton (2005) a partir del estudio de resultados electorales agregados para diversos países de América Latina, entre ellos Argentina, concluyó que los sistemas electorales más permisivos facilitan a los votantes castigar a múltiples partidos por los infortunios económicos que cuando los sistemas son más restrictivos (Benton, 2005: 439). Sobre el final de su trabajo deja una interesante inquietud cuya respuesta podría iluminar cómo afecta el descontento con los gobiernos a la legitimidad democrática: merece la pena investigar si el descontento con los gobiernos democráticos es menor en naciones con reglas electorales más permisivas, ya que tales sistemas han demostrado una mejor capacidad de que los ciudadanos puedan expresar sus frustraciones desde un punto de vista electoral.
Luego de evaluar para América Latina el impacto de diversos componentes del sistema político7 en el proceso de responsabilización, es posible saber que "la posibilidad de la reelección tanto efectiva como legal fue el factor que mayor claridad otorgó al proceso de atribución de responsabilidades en los presidencialismos latinoamericanos" (Ratto, 2011: 86). Esta misma conclusión fue confirmada para el caso argentino, particularmente a partir del trabajo de María Laura Tagina (2012b). La autora encuentra que el impacto de las evaluaciones del desempeño económico del gobierno fue mayor "cuando resultó más claro para el electorado adjudicar al presidente saliente la responsabilidad de la situación del país, y vincular al candidato oficialista con su predecesor" (Tagina, 2012b: 367). La autora también destaca la impronta que dieron a la elección de 2007, cuando se reforzó el VE, la concurrencia de las elecciones, una oferta electoral más estable y una situación institucional no atípica en comparación con 2003.

Algunas controversias

¿Pasado o futuro?

Fabián Echegaray y Carlos Elordi (2001) encontraron evidencia para el período 1989-1994 que les permitió aseverar que los ciudadanos argentinos no castigaron al presidente Menem por las consecuencias negativas de las reformas económicas, sino que lo exoneraron debido al recuerdo reciente de los episodios hiperinflacionarios de 1989. Para el período 1995-2005, en cambio, María Laura Tagina (2012a: 137) pudo confirmar la existencia de un voto de control retrospectivo: "ello implica que los ciudadanos argentinos tomaron en consideración el desempeño económico del gobierno a la hora de decidir su voto". En tanto, al comparar la efectividad del voto retrospectivo frente al prospectivo, la autora encuentra que las expectativas positivas sobre la marcha futura de la economía presentan una correlación mayor con el voto por el oficialismo que las valoraciones retrospectivas. Por mi parte, pude arribar a conclusiones similares. Al estudiar el comportamiento de los ciudadanos argentinos en 1996, 2000 y 2004, encontré evidencia sobre la importancia del VE frente al resto de factores para determinar el voto al partido de gobierno. Pero las valoraciones retrospectivas fueron significativas y tuvieron un mayor impacto que las prospectivas sólo en 1996. Tanto para 2000 como para 2004 las expectativas del futuro de la economía fueron más influyentes (Ratto, 2013: 88).
¿Por qué los ciudadanos argentinos otorgan tanto valor a las expectativas frente a los resultados? Posiblemente la inestabilidad en materia económica tenga alguna relación en tanto se dificultaría la posibilidad de establecer cálculos racionales. La evaluación de los resultados económicos pasados podría tornarse más dificultosa en un contexto de crisis recurrentes, ante lo cual las evaluaciones a futuro podrían resultar un parámetro más asequible para los votantes al momento de decidir sus votos.
Otra posible respuesta ante tales comportamientos surge a partir del trabajo de Alcañiz y Hellwig (2000), en el cual analizan cómo las estructuras económicas internacionales afectan dicha atribución de responsabilidades. En tal sentido, a causa de la influencia que en los países en desarrollo ejercieron instituciones financieras internacionales (FMI, Banco mundial, etcétera), los ciudadanos pueden haber eximido de parte de la responsabilidad de los resultados económicos a los partidos de gobierno. Ello permitiría explicar en cierta forma que los votantes atribuyan un mayor peso a sus expectativas futuras de la economía, libres de influencias foráneas, que a sus valoraciones retrospectivas.

¿Datos individuales o datos agregados?

El estudio del vínculo que se crea entre la marcha de la economía y las elecciones ha sido estudiado fundamentalmente a partir de datos individuales de encuestas de opinión pública o a partir de resultados electorales agregados. El primer enfoque tiene la ventaja de transmitir un conocimiento directo del comportamiento individual de los votantes, ya que evalúa cómo reaccionan sistemáticamente los ciudadanos individuales en las urnas al estímulo económico (Lewis-Beck, 1988). Los estudios que incluyen series temporales realizados en base a datos agregados en cambio arrojan mejores estimaciones sobre cómo las políticas públicas que ejecuta un gobierno tienen ciertos efectos macroeconómicos y cómo tales efectos son evaluados por el conjunto de la población (Kramer, 1983).
  En esta última línea, el trabajo de Gibson y Calvo (2000) nos provee interesante información sobre cómo el federalismo argentino puede moldear el proceso de ejecución de las políticas económicas. Sostienen que sería esperable que haya variaciones en los resultados de las reformas económicas según las bases sociales de los partidos de gobierno y las redes organizacionales que éstos poseen para la movilización de su apoyo y el ejercicio de su control. Más recientemente, algunos autores han analizado la influencia de la economía en el voto en Argentina, centrados en modelos espaciales. Tal es el caso del trabajo de François Gélineau y Karen Remmer (2006), que analizan, desde la perspectiva del federalismo, el impacto del desempeño económico en los resultados electorales a nivel subnacional. Su conclusión es que resultados electorales de los distintos niveles de gobierno reciben una substancial influencia de la valoración del desempeño del presidente.
Si bien estas líneas de trabajo comienzan a esclarecer algunos puntos, aún son muchas las preguntas que permanecen sin respuesta: ¿impactará la experiencia democrática que acumulen los electores de estas democracias jóvenes en las probabilidades futuras de tornar a las elecciones un mejor instrumento de rendición de cuentas de los gobiernos (Tagina, 2012b: 138)? ¿Las conductas exonerativas favorecen u obstaculizan la rendición de cuentas y la responsabilización política? ¿Será que la inestabilidad económica afecta la capacidad de cálculos racionales? ¿Cómo impacta en los mecanismos de heurística que utilizan los ciudadanos para informarse? ¿Por qué para el caso argentino las valoraciones de la economía adquieren un peso mayor que en otros países? ¿Cómo se relaciona este resultado con la dinámica de la competencia partidaria? En fin las preguntas pendientes son muchas, el objetivo de esta contribución fue ayudar a despejar el camino para que en el futuro todos estos interrogantes encuentren asidero en el marco del estudio de la accountability electoral.

Notas

* La autora agradece especialmente las sugerencias de Ernesto Calvo y la ayuda con el relevamiento bibliográfico de María Laura Tagina.

1 Fue el mismo Guillermo O'Donnell quien nos advertía ya en 1973 de los peligros de asumir como premisa fundamental la ecuación optimista de Lipset. La crítica fundamental se basa en la falta de reflexión teórica sobre las correlaciones empíricas que los teóricos de la modernización impulsaban. Estos autores parten del supuesto de que "los países más ricos son democracias políticas", de allí se asume como premisa fundamental que "mayor desarrollo económico genera mayores probabilidades de democracia". Para O'Donnell, el desarrollo económico se relaciona con mayor pluralismo político, que no es lo mismo que democracia. A partir de allí pudo demostrar que, para los casos de América Latina, mayor desarrollo económico también podía generar regímenes burocrático-autoritarios.

2 Varias encuestas de opinión han mostrado sistemáticamente que pese a los bajos porcentajes de ciudadanos que expresan poco o algo de confianza en las instituciones democráticas (por debajo del 30 por ciento en toda la región), tales actitudes no implican necesariamente apoyo hacia regímenes autoritarios. Las mismas encuestas muestran que son muy pocos los latinoamericanos que preferirían ese tipo de cambio de régimen (Benton, 2005: 418).

3 Cuando hago referencia al accionar racional de los ciudadanos hago referencia al enfoque de la racionalidad limitada. El concepto de racionalidad limitada destaca la discrepancia entre la racionalidad humana perfecta que se asume en la teoría económica neoclásica (Downs, 1957) y la realidad del comportamiento humano según se observa en la vida económica o política (Simon, 1992: 3). Se trata de lo que Samuel L. Popkin (1994: 7) ha definido como "racionalidad de baja información". Los votantes poseen constricciones cognitivas que los hacen racionalmente limitados, pero en ningún caso cognitivamente imposibilitados (Jones, 2001: 78). Aunque los ciudadanos no tienen mucha información, son capaces de tomar decisiones políticas razonadas gracias a la utilización de la heurística: atajos de decisión que posibilitan organizar y simplificar las decisiones políticas eficientemente (Sniderman, Brady y Tetlock, 1991: 19). Gracias a la heurística, un ciudadano poco informado puede tener un comportamiento político similar al de un ciudadano bien informado (Lau y Redlawsk, 2001).

4 Al respecto, la tesis de doctorado, "Los argentinos ante las urnas. Un análisis del comportamiento electoral entre 1984 y 2007", defendida en la Universidad de Salamanca el 24 de mayo de 2013 por María Laura Tagina, es un excelente ejemplo de cómo superar tales obstáculos, además de ser un sustantivo análisis del funcionamiento de la accountability electoral en Argentina.

5 Por ejemplo, para medir la variable independiente se utilizaron: resultados electorales agregados, preguntas sobre intención de voto, preguntas sobre recuerdo de voto, preguntas sobre aprobación o imagen del presidente. Éstas últimas también fueron utilizadas en algunos modelos como variables independientes.

6 Véase Nadeau, Lewis-Beck y Bélanger (2013); y Lewis-Beck y Ratto (2013).

7 Entre las variables analizadas se encuentran: gobierno dividido/unificado; existencia de bicameralismo con cámara de veto controlada por la oposición; grado de apoyo del presidente; sistema de partidos según el número efectivo de partidos; posibilidad legal de reelección presidencial; posibilidad efectiva de reelección; estabilidad o alternancia de las pautas de voto; estabilidad/cambio de las reglas de elección del presidente; estabilidad/cambio del sistema de partidos (Ratto, 2011).

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