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Revista SAAP

versión On-line ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.9 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

 

Economía y elecciones en Argentina: las dimensiones clásica, posicional y patrimonial de la teoría del voto económico

 

RICHARD NADEAU
Université de Montréal, Canadá richard.nadeau@umontreal.ca

MARÍA CELESTE RATTO
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina Universidad Nacional de Río Negro, Argentina mceleste_ratto@hotmail.com

MICHAEL S. LEWIS-BECK
University of Iowa, Estados Unidos michael-lewis-beck@uiowa.edu

ÉRIC BÉLANGER
McGill University, Canadá eric.belanger3@mcgill.ca

FRANÇOIS GÉLINEAU
Université Laval, Canadá francois.gelineau@pol.ulaval.ca

MATHIEU TURGEON
Universidade de Brasilia, Brasil turgeon@unb.br

 

Durante la última década del siglo XX la teoría clásica del voto económico ha recibido considerable apoyo empírico. Los votantes premian al partido de gobierno por los buenos tiempos económicos y lo castigan por los malos. Pero el éxito de este paradigma, el cual adopta la visión clásica [valence] de la economía que posee un amplio consenso, ha eclipsado la posibilidad de poner a prueba otras dimensiones teóricas. Luego de revisar en detalle la literatura sobre el voto económico en Argentina, esta conclusión también se vuelve cierta para el caso argentino, en donde gran parte de los trabajos se han centrado en el estudio de la economía como un valence issue dejando prácticamente vacante las dimensiones posicionales y patrimoniales. El objetivo de este trabajo es ofrecer una visión más completa y acabada de la teoría del voto económico en Argentina a partir de un análisis en profundidad de sus tres dimensiones, a saber: la clásica la posicional y la patrimonial. A partir del análisis de una batería especial de preguntas sobre la economía de las olas de 2008-2010 y 2012 del Barómetro de las Américas, fue posible confirmar que la economía en sus tres dimensiones fue importante para los ciudadanos a la hora de votar.

Palabras clave
voto económico - voto económico típico - voto económico posicional - voto económico patrimonial - comportamiento electoral

Abstract

Classical economic voting theory has received considerable empirical support. Voters reward the ruling party for good times, punish it for bad. But the success of this paradigm, which views the economy voting as strictly a valence issue, has crowded out testing the other theoretical dimensions (Lewis-Beck and Nadeau 2011). After reviewing the literature on economic voting in Argentina, this conclusion also holds true for Argentina where most research has focused in valence dimension practically leaving out positional and patrimonial views. The aim of this paper is to provide a more complete picture of economic voting in Argentina through a deeper analysis of the three dimensions of Economic Voting Theory: valence, positional and patrimonial. Through analysis of a special battery of economic questions from the 2008, 2010 and 2012 waves of the Americas Barometer we demonstrate that the economy was important to voter on these three dimensions.

Keywords
economic voting - valence economic voting - position economic voting - patrimonial economic voting - voting behavior

 

Los estudios sobre la influencia de la economía en el voto, enfoque del voto económico (VE en adelante), adquirieron gran difusión en la última mitad del siglo pasado. La teoría clásica del VE sostiene que el apoyo del gobierno se reducirá como consecuencia de los malos tiempos económicos y se reforzará por los buenos tiempos económicos (Campbell et al., 1960; Lewis-Beck y Stegmaier, 2009). Este argumento ha obtenido un fuerte soporte empírico logrando un amplio consenso sobre su importancia entre los académicos que estudian el tema (por mencionar algunos ejemplos: Lewis-Beck, 1988; Van der Brug, Van der Erij y Franklin, 2007; Dorussen y Taylor, 2002; Duch y Stevenson, 2008; Nadeau, Lewis-Beck y Bélanger, 2013).

Este "voto económico clásico" asume que todos quieren obtener buenos resultados económicos. Stokes (1963) llamó a esa visión de la economía como un valence issue porque todos los ciudadanos acuerdan con el objetivo de obtener buenos resultados económicos. Entonces, un votante emitirá su voto por el gobierno en tanto la marcha de la economía sea buena. El éxito de este paradigma ha eclipsado la posibilidad de poner a prueba otras dimensiones teóricas del voto económico (Lewis-Beck y Nadeau, 2011).

A la par de este estrecho y restrictivo enfoque sobre una única dimensión teórica del VE, debemos sumarle una restricción geográfica. Estos trabajos se han centrado principalmente en el estudio de las democracias con altos ingresos promedio, sin detenerse demasiado en los países en desarrollo. Como Lewis-Beck y Stegmaier (2008: 307) sostienen: "Si bien América Latina ha sido el hogar de un número mayor de trabajos sobre voto económico que otras regiones en desarrollo, el número no es grande". Los pocos estudios existentes son en su mayoría estudios de caso de un solo país. Entre los países latinoamericanos que mayor atención han recibido encontramos al caso de Argentina en donde se cuenta con algo más de una docena de artículos sobre la temática. Luego de revisar en detalle la literatura sobre el VE en Argentina, la conclusión que remarcábamos anteriormente sobre la estrechez de los estudios del VE también se vuelve cierta para este caso. Del mismo modo es posible observar para Argentina que gran parte de los trabajos se han centrado en la visión clásica de la economía dejando prácticamente vacante el estudio de las dimensiones posicionales y patrimoniales.

En este trabajo planteamos que la economía también puede ser entendida a partir de una dimensión espacial, de posicionamiento en dos sentidos (Lewis-Beck y Nadeau, 2011; Lewis-Beck, Nadeau y Foucault, 2012). En primer lugar, frente a un conjunto de alternativas sobre una pregunta de política económica, los ciudadanos son capaces de escoger una posición en la cual autoubicarse. Tomemos por ejemplo una pregunta sobre el grado de intervención del Estado en economía, en donde un ciudadano X se sitúa más a favor de la intervención económica del gobierno, en comparación con un ciudadano Z. De allí obtendremos una distribución más o menos favorable a una mayor intervención. Lo que aquí nos interesa estudiar es cómo las diferentes posturas que adoptan los ciudadanos en relación a la política económica, luego impacta en sus votos. En segundo lugar, los ciudadanos adquieren una posición en relación al sistema económico a partir de la división en clases sociales. Tal como Lewis-Beck y Nadeau (2011: 288) sostienen: "Esa posición económica implica más que un posicionamiento financiero personal, real o percibido. Y se relaciona no con cuánto se gana, sino con qué es lo que se posee. Algunos lo llaman bienestar, nosotros lo llamamos patrimonial". Así la pregunta que buscamos responder es si la cantidad de bienes que poseen los ciudadanos influyen en su selección del voto.

Esta idea de que la teoría completa del voto económico se compone de tres dimensiones, a saber: la clásica [valence], la posicional, y la patrimonial, ha sido desarrollada ampliamente en Lewis-Beck y Nadeau (2011), tal como nos referimos previamente. Hasta el momento, se ha obtenido evidencia empírica en buen grado sobre la influencia de estos tres aspectos para el electorado americano (Lewis-Beck y Nadeau, 2009, 2011), para el electorado francés (Nadeau, Foucault y Lewis-Beck, 2010) y para el electorado británico (Lewis-Beck, Nadeau y Foucault, 2012). Todos estos trabajos se refieren a democracias de altos ingresos promedio. En el trabajo que aquí presentamos, se hará una extensión crítica del modelo, a una democracia en vías de desarrollo, como lo es el caso de Argentina.

Así, a partir del análisis de una batería especial de preguntas sobre la economía de las olas de 2008, 2010 y 2012 del Barómetro de las Américas, nos proponemos un estudio en profundidad de las tres dimensiones con el objeto de ofrecer una visión más completa y acabada del voto económico en Argentina. Partiremos de la revisión de las consideraciones teóricas sobre las tres dimensiones, luego nos focalizaremos en la discusión de los datos y las formas de medición de las variables empleadas. A continuación exponemos los modelos que resumen la puesta a prueba de nuestras hipótesis bajo fuertes controles y ofreciendo una alta especificación del modelo. A partir de la estimación de diferentes regresiones logísticas se pudo demostrar que no sólo la economía es un importante factor desde la visión más clásica de que la economía importa a la hora de explicar el voto por el Frente para la Victoria (FPV1), sino también fue posible encontrar evidencia sobre el importante impacto que poseen los efectos posicionales y patrimoniales, dando cuenta así de una visión completa del VE.

La teoría: visión clásica, posicional y patrimonial de la economía

Podemos resumir los principales aportes de las teorías más frecuentemente usadas para explicar el comportamiento electoral a partir de 3 grande enfoques, el sociológico2 (Lazarsfeld, Berelson y Gaudet, 1968), el sociopsicológico3 (Campbell et al., 1960), y la perspectiva racional (V.O. Key, 1966). Dentro de este campo de los estudios electorales, la economía aparece por primera vez como un factor importante a la hora de determinar el voto en el clásico libro The American Voter (Campbell et al., 1960). Profundizando esta línea de trabajo será Stokes (1963: 373) quien establecerá definitivamente a la economía como un valence issue, es decir un tema cuya influencia es lo suficientemente válida y de acuerdo general:

Los temas de bienestar económico (.) [están] lo más cerca posible a ser los temas de valencia puros. Si concebimos a los temas económicos salientes en términos dimensionales, el electorado no se extiende a lo largo de un continuo de preferencias que van desde los buenos tiempos a los malos; sus creencia están abrumadoramente concentradas en los buenos tiempos al final de tal continuo.

Esta visión clásica que retoma este consenso general sobre la importancia de la economía a la hora de seleccionar los votos, parte del supuesto del voto como mecanismo de premio-castigo: "la respuesta del electorado a la economía es aquella en la cual los votantes premian al gobierno por las condiciones que son bien recibidas y castigan a los gobiernos por las condiciones que nos les agradan" (Butler y Stokes, 1969: 392). Como más tarde explicitaron Manin, Przeworski y Stokes (1999: 10), El Frente para la Victoria (FPV) es la fracción encabezada por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, al interior del Partido Peronista (PJ). Fue la facción dominante desde 2003 a la fecha.

Este enfoque fue desarrollado en los años '40 como el modelo de Columbia. Autores como Lazarsfeld concluyeron que las características sociológicas de los votantes eran las que determinaban el voto.

El enfoque sociopsicológico es conocido como modelo de Michigan, fue desarrollado durante los años '60 y explica el voto como resultado de identidades partidarias e ideológicas (Campbell et al., 1960: 137).

Los gobiernos están sujetos a la rendición de cuentas si los ciudadanos pueden discernir entre los gobiernos representativos de aquellos que no los son y los pueden sancionar apropiadamente, manteniendo en su cargo a aquellos partidos de gobierno que se desempeñaron bien y sacando de su cargo a los que no lo hicieron.

Este mecanismo conocido como VE refiere a los factores de corto plazo que tienen un impacto en el proceso de selección de las preferencias electorales. En tal sentido, los votantes juzgan los resultados económicos de los gobiernos al seleccionar sus votos. Así, el voto económico es un fenómeno de nivel individual que se refleja en la relación entre la percepción sobre la economía de una persona y su probabilidad de votar por cada uno de los partidos o los candidatos disponibles en una elección (Duch y Stevenson, 2006).

Ahora bien, ¿qué aspectos de la economía son los que toman en cuenta los ciudadanos a la hora de votar? Así algunos autores se centraron en el estudio de los resultados económicos de la administración pasada (visión retrospectiva) (V.O. Key, 1966; Fiorina, 1981) mientras otros se centraron en las expectativas sobre la evolución futura de la economía (visión prospectiva) (Fearon, 1999). El enfoque observado más ampliamente, y que ha obtenido un mayor apoyo empírico es el que sostiene que los ciudadanos actúan retrospectivamente (Fiorina, 1981: 6, 26) tal como lo sugirió V. O Key (1966: 62) "el electorado actúa en su rol principal como un evaluador de los eventos pasados, de los resultados pasados y de las acciones pasadas".

Asimismo, algunos trabajos se focalizan en las percepciones sobre la economía personal (egotrópica/ de bolsillo) (Bloom y Price, 1975; Kramer, 1983); y otros se centran en el estado de la economía nacional (sociotrópicos) (Kinder y Kiewiet, 1981); en general se ha podido probar que las evaluaciones económicas de los ciudadanos suelen ser más sociotrópicas (es decir relativas a la economía nacional) que egotrópicas o personales. Estas cuatro visiones nos muestran las diferentes lógicas que los ciudadanos utilizan para hacer que el gobierno rinda cuentas por los resultados económicos (Fraile, 2007).

Si bien en el caso de los países latinoamericanos las mediciones prospectivas han encontrado cierto apoyo empírico -Weyland (1998, 2002, 2003) ha sido quien más ha desarrollado este enfoque4-, también ha sido Kurt Weyland (1998, 2002, 2003) aplicará la teoría prospectiva para intentar explicar las decisiones tomadas por los presidentes de varios países de América Latina al implementar los programas neoliberales de ajuste y el sorprendente alto nivel de apoyo popular que tuvieron esas mediadas riesgosas y costosas. Desde esta visión, las profundas crisis económicas de Argentina, Brasil y Perú en los ochenta pusieron tanto a gobernantes como a ciudadanos en un plano de pérdidas. Como consecuencia ellos tomaron riesgos extraordinarios para evitar un mayor deterioro. Estas actitudes riesgosas indujeron una preferencia hacia los shocks neoliberales que prometían revertir el decline posible comprobar que de forma general y al igual que en los países con democracias más desarrolladas, los votantes latinoamericanos emplean el voto económico retrospectivo y sociotrópico (Lewis-Beck y Ratto, 2013; Nadeau et al., en prensa). Los trabajos sobre Argentina también han logrado reflejar dicha orientación. Para el período 1995-2005, María Laura Tagina (2012a: 137) pudo confirmar la existencia de un voto de control retrospectivo: "ello implica que los ciudadanos argentinos tomaron en consideración el desempeño económico del gobierno a la hora de decidir su voto". El trabajo de Ratto (2013) arriba a conclusiones similares para el período 1996, 2000 y 2004. Podemos resumir diciendo que tanto para América Latina como para Argentina, la economía importa a la hora de votar, presupuesto asumido con un alto grado de consenso.

Pasaremos ahora hacia la próxima dimensión, la economía como un tema saliente de posicionamiento. El primero en teorizar sobre este aspecto fue nuevamente Stokes (1963: 373) que al responder al modelo espacial de Anthony Downs (1957) lo definió de la siguiente manera: "Llamemos 'temas salientes de posicionamiento' a aquellos que implican la defensa de las acciones del gobierno a partir de un conjunto de alternativas sobre las cuales es definida la distribución de las preferencias de los votantes". Los clásicos ejemplos sobre los temas económicos de posicionamiento son las políticas públicas del gobierno para regular la economía, la redistribución del ingreso o las políticas de impuestos. Es esperable que los votantes tomen posturas a favor o en contra de cada uno de estos temas y que ello luego repercuta en la selección del voto. Podría decirse que los temas posicionales hacen que los votantes a partir de sus posturas se sientan más cercanos a ciertos partidos que a otros. De esta forma, funcionarían como un eje ordenador en un esquema espacial, en el cual en primer lugar les permite a los votantes saber cuán cerca o lejos se encuentran de esa política económica, luego definir sus votos por aquel partido que más cercano se encuentre a su propia postura en relación a dicha política económica.

Kiewiet (1983) llamó a esos votantes económicos como orientados por políticas [policy-oriented] antes que orientados por el partido de gobierno [incumbency-oriented]. Esto significa que los votantes seleccionan sus votos a económico, pese a los altos costos de corto plazo y el elevado nivel de incertidumbre sobre el éxito. La mayoría de la población herida por la crisis puso sus esperanzas en éstas medidas no probadas hasta el momento (Weyland, 1996: 190). Desde la visión prospectiva sería esperable entonces que los ciudadanos hayan basado sus decisiones de voto en la expectativa de un futuro económico mejor. En contextos de fuertes crisis esas expectativas suelen ser mucho mejores que lo que las condiciones económicas reales indican. Ello sería así por mecanismos psicológico-cognitivos que los votantes desarrollan basados más en sus deseos que en las condiciones económicas objetivas. Véase Echegaray y Elordi (2001) para el caso de Argentina.

partir de sus preferencias de políticas, sin importarles si ese partido está en el gobierno o no. Un ejemplo para el caso argentino podría ser que aquellos votantes que buscan la redistribución del ingreso (justicia social) siempre voten por el peronismo, más allá de si este está o no en el gobierno, en tanto este partido se caracteriza por bregar por esta política como una de sus principales banderas. En tal sentido, las políticas económicas de posiciona-miento podrían servir como mecanismo de reforzamiento de las identidades partidarias.

Si profundizamos en la revisión de la literatura sobre VE en Argentina, el número de trabajos asciende a 14 (por lo menos dentro lo que nosotros tenemos registro), de los cuales 12 de ellos se centraron en la puesta a prueba del enfoque clásico del VE [valence]5. Mientras que sólo dos han intentado capturar a la economía como un tema posicional. Gervasoni (1998) analiza las elecciones presidenciales de Argentina para los años 1989 y 1995, a partir de datos de la encuestadora Mora y Araujo. Así, estudia la composición del voto al Partido Justicialista (PJ-Menem) incluyendo las valoraciones sobre la ideología económica de los votantes. Encuentra que las posturas de los votantes a favor de las privatizaciones fueron significativas para explicar el voto a Menem en 1995; en cambio no alcanzó relevancia ni para 1989 ni para 1995 el eje que divide a los votantes entre aquellos preocupados fundamentalmente por el crecimiento económico frente a los más preocupados por una distribución equitativa de lo producido. En el caso del trabajo de Cataife (2011) explica el voto de las elecciones legislativas 2009 en la provincia de Buenos Aires, a partir de datos de una encuesta postelectoral de Ibarómetro. Emplea una escala de 7 puntos en la cual se autoubican los encuestados en relación a cómo debería ser el tamaño del Estado y en relación al empleo. Tales variables no resultaron significativas salvo para el caso de los votantes de clases más bajas.

Finalmente, en relación a la última dimensión, la patrimonial, en algún sentido esta idea descansa en la antigua noción sobre la distribución de los medios de producción económica. Básicamente sostiene que la posición de los ciudadanos en la estructura económica moldea sus preferencias políticas y sus opciones de voto. Así los trabajadores que solo poseen su propio cuerpo para ofrecer en el mercado de trabajo, reciben un sueldo frente a los capitalistas que son los dueños de los medios de producción y obtienen dividendos que se encuentran relacionados indirectamente con los sueldos pagados a los obreros (mientras más dividendos para los capitalistas, menores sueldos para los empleados). Eso determina que los intereses de los trabajadores están inevitablemente opuestos a los de los capitalistas a partir de la posesión de sus bienes económicos. Esta tradicional idea ha sido reducida en el campo del comportamiento electoral a la hipótesis del voto de cla-se6 (Abramson, Aldrich y Rohde, 2003; Flanagan y Zingale, 2006). Los indicadores más frecuentemente usados para medir el voto de clase han sido el ingreso, la ocupación y la educación (Lewis-Beck, Jacoby, Norpoth y Weisberg, 2008). Tales indicadores capturan sólo parcialmente la noción de propiedad (Lewis-Beck, Nadeau y Foucault, 2012). La variable patrimonial en cambio mide directamente la posesión de bienes materiales, pudiendo ser un mejor indicador conceptual y empírico que las mediciones convencionales y parciales. Tal como lo remarcan Lewis-Beck y Nadeau (2011: 290) la variable económica patrimonial posee un impacto en el voto que atraviesa las tradicionales medidas de clase: "los votantes con una mayor acumulación de bienestar -acciones, casas, tierra- defenderán diferentes políticas y partidos. En particular, ellos apoyarán más a los partidos orientados al mercado y a la libre empresa". Para los Estados Unidos este tipo de tendencia ha sido comprobado en la asociación con el voto republicano (Lewis-Beck y Nadeau, 2009). También se demostró un patrón similar en Francia con el voto a la derecha (Foucault, Nadeau y Lewis-Beck, 2011).

Tales trabajos son: Cantón y Jorrat (2002); Tagina (1998); Tagina (2012a, 2012b); Echegaray y Elordi (2001); Sarsfield (2004); Ratto y Montero (2013); Ratto (2013); Echegaray (1996); Remmer y Gelineau, (2003); Gibson y Calvo (2000); Cataife (2011); y Gervasoni (1998).

En el caso de Argentina, en el único trabajo que incluyó la dimensión patrimonial de análisis (Gervasoni, 1998), se ha demostrado que las posesiones materiales están inversamente relacionadas, y que fueron significativas para explicar el voto a Menem en 1989. En tal caso fue empleado un índice de posesiones materiales (IPM) que es sumatorio de variables que indican la posesión o no de diversos ítems tales como lavarropas, automóvil, videocasetera o tarjeta de crédito (Gervasoni, 1998: 80). El IPM posee 5 niveles ordinales. De esta forma se demostró que a mayor número de posesiones materiales menores probabilidades de votar por el peronismo en 1989, o que el peronismo ha sido el partido más preferido por los "desposeídos". Esta hipótesis no ha vuelto a ser probada hasta el momento, por lo menos en lo que a nuestro conocimiento respecta.

Datos y variables

Los datos empleados corresponden a encuestas de opinión pública que provienen del Barómetro de las Américas, desarrollado por el Proyecto de Opinión Pública Latinoamericano (Lapop por sus siglas en inglés). Las encuestas son realizadas periódicamente cada dos años e incluyen variados aspectos relacionados con los valores democráticos y el comportamiento de los ciudadanos latinoamericanos. En el presente análisis empleamos las 3 olas disponibles para Argentina (El Barómetro de las Américas fue llevado adelante bajo la dirección de Mitchell Seligson, en colaboración con equipos nacionales de la mayoría de los países pertenecientes al estudio Lapop)7. Se emplean muestras probabilísticas para asegurar la representatividad de las muestras nacionales. La encuesta es administrada en el lenguaje local mediante entrevistas cara a cara y empleando un sistema de carga manual electrónica8.

Estas encuestas incluyen una completa batería de preguntas sobre diversos aspectos de la economía. Encontramos preguntas sobre el aspecto clásico [valence] (sociotrópicas y egotrópicas, retrospectivas y prospectivas), sobre el aspecto posicional (nivel de intervención del Estado en economía, política de impuestos progresiva, política redistributiva) y patrimonial (preguntas sobre la posesión de diversos bienes como baño al interior de la casa, heladera, televisor, computadora, autos, entre otros). Así, las tres dimensiones del voto económico se encuentran ampliamente relevadas. En virtud de mantener la parsimonia del análisis, elegimos la medida más relevante dentro de cada dimensión: para la dimensión clásica empleamos las medidas sociotrópica retrospectiva; para la dimensión posicional el grado de intervención del Estado9; y para la dimensión patrimonial empleamos un índice de propiedades materiales (IPM) que indica la cantidad de bienes que los entrevistados dicen poseer. En las notas de la Tabla 1 se explicitan las formas que adoptaron las preguntas, sus distribuciones y el grado de asociación de esas respuestas con el voto por Cristina Fernández de Kirchner (FPV-PJ), presidente de Argentina durante el período en estudio.

Las preguntas sobre la dimensión clásica [valence] están formuladas de la forma típica como una evaluación de la economía del país durante el pasado año. La mayoría de los entrevistados considera que la economía permanece igual o está mejor (Tabla 1, columna 1). Si bien hay cierta correlación entre el porcentaje que valoró como mejor la economía y el porcentaje de esos que votarían por Cristina Fernández, la distribución demuestra que aquellos que valoraron negativamente el pasado económico tienen el doble de intención de voto por dicha candidata que los que la valoraron mejor. Pese a esta impresión, la correlación bivariada (r) entre las dos variables es considerable, 0.31.

Los autores agradecen a Lapop y a sus sponsors, incluyendo a la Agencia de Estados Unidos por el Desarrollo Internacional, al Banco Interamericano de Desarrollo, a las Universidades de Vanderbilt, Laval, Princeton y Notre Dame por permitirnos el acceso a las bases de datos.

Para mayor información sobre los datos remitirse a www.lapopsurveys.org. Dentro de las opciones posibles de la variable posicional, sólo las preguntas sobre el grado de intervención del Estado fueron las que se repitieron a lo largo de los cuestionarios 2008, 2010 y 2012.

Esto nos permite reforzar la validez de la encuesta que al igual que los estudios previos, vuelve a confirmar la importancia de la dimensión clásica a la hora de seleccionar los votos. Así se refuerzan desde los primeros trabajos en el área de los profesores Cantón y Jorrat (2002) que aplicaron el estudio de la dimensión clásica a la ciudad de Buenos Aires; pasando por el trabajo de Tagina (1998: 60) que llega a una conclusión similar utilizando datos de otra encuesta levantada en la ciudad de Rosario para las elecciones presidenciales de 1995. También en base a datos individuales procedentes de encuestas, el análisis de Gervasoni (1998) sobre los apoyos electorales del PJ entre 1989 y 1995 confirma que en los años noventa el voto peronista deja de estar mayoritariamente caracterizado por la clase social o por la ideología para encontrarse más dependiente de actitudes positivas respecto a las transformaciones económicas del período. Otros trabajos posteriores remarcan la importancia de la dimensión clásica económica a la par de otros determinantes del voto (Echegaray, 2005; Cataife, 2001; Ratto y Montero, 2013).

En relación a la dimensión posicional, empleamos un índice que calcula las medias de las respuestas dadas por los entrevistados frente a 3 afirmaciones sobre el rol del Estado y en la cual expresan cuánto acuerdan o desacuerdan en una escala de 7 posiciones. Ta l como se describe en las notas de la Tabla 1 dichas afirmaciones se refieren al grado de intervención del Estado en la economía. Esta dimensión ha sido politizada por el FPV y ha jugado un rol muy importante a la hora de ordenar la distribución de los votantes a favor y en contra del gobierno. Más precisamente, a partir de 2008 se vuelve sumamente relevante medir esta dimensión en el contexto político de Argentina. Ello es así en virtud del conflicto que ocurrió en marzo de 2008, conocido como "la crisis del campo o la crisis de la reglamentación 125", que fue un parteaguas del escenario político. En aquel momento el gobierno trató sin éxito de aplicar una nueva política que incrementaba las retenciones a las exportaciones. Con tal fin el Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para incrementar los impuestos sobre las exportaciones de soja. El sector agroexportador comenzó una fuerte y por momentos violenta protesta que fue tomando cuerpo a lo largo de gran parte del territorio argentino y que llegó a su máxima expresión con un lock-out patronal y con cortes de ruta. Las clases medias urbanas, muchas de ellas -aunque no todas, con rentas provenientes de la exportación agropecuaria- se hicieron eco del reclamo del sector del campo, a los que se sumaron los grandes terratenientes, el gran capital, y los sectores financieros y de negocios. El arco de los partidos opositores al gobierno casi por completo se unió al reclamo agrario, en contra de la medida impulsada por el Frente para la Victoria y encabezada por Cristina Fernández de Kirchner. Por su parte los sectores trabajadores y parte de las clases medias y medias bajas apoyaron al gobierno.

 

Nota: las entradas de la columna 1 representan la distribución en porcentajes de respuestas para la dimensión clásica, posicional y patrimonial. Las entradas de la columna 2 representan los porcentajes por fila que apoyan al Frente para La Victoria (FPV). Las preguntas son dimensión clásica: "¿Considera Ud. que la situación económica actual del país es mejor, igual o peor que hace doce meses?". Dimensión posicional: "Ahora le voy a hacer algunas preguntas sobre el rol del Estado. Seguimos usando la misma escala de 1 a 7. El Estado argentino, en lugar del sector privado, debería ser el dueño de las empresas e industrias más importantes del país. ¿Hasta qué punto está de acuerdo o en desacuerdo con esta frase? El Estado argentino, más que los individuos, es el principal responsable de asegurar el bienestar de la gente. El Estado argentino, más que la empresa privada, es el principal responsable de crear empleos". Dimensión patrimonial: Para finalizar, podría decirme si en su casa tienen: televisor, heladera, teléfono fijo, teléfono celular, vehículos ¿cuántos?, lavarropas, microondas, moto, agua potable dentro de la casa, baño dentro de la casa, computadora. Cabe remarcar que si bien en el análisis fueron empleadas las escalas originales, luego recodificadas para que varíen entre 0 y 1, en la Tabla 1 tanto en el caso de la dimensión posicional como en la patrimonial se presentan recodificadas las categorías a fin de hacer más clara la exposición de las distribuciones. Fuente: elaboración propia en base al Barómetro de las Américas.

En el Congreso, el proyecto obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados. El día que el Senado trató el proyecto el país entero se paró, todos siguieron el debate y la votación por televisión. La votación en la Cámara alta resultó en un empate que resolvió el vicepresidente votando en contra del proyecto del Ejecutivo. Como consecuencia de este conflicto politizado tanto por el gobierno como por la oposición, un importante realineamiento del espectro político tuvo lugar y surgió un nuevo clivaje.

A partir de aquel momento el electorado se alineó a favor o en contra del gobierno. Como consecuencia el partido conducido por la presidente aumentó el contenido ideológico de sus políticas y de su discurso. Por ejemplo, se implementaron políticas fuertemente redistributivas (Asignación Universal por Hijo y por Embarazo); políticas que ampliaron el nivel de regulación de la economía por parte del estado (Ley Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual); y también se incrementó el grado de intervención del Estado en la economía (se nacionalizaron y se retomó el control de empresas públicas como Aerolíneas Argentinas, las AFJP e YPF). Todas estas medidas sirvieron de señales que permitieron a los votantes posicionar ideológicamente y ubicar de forma clara al gobierno. Algunos votantes se alinearon tras la postura del gobierno y sus políticas económicas (el partido de la intervención estatal y la redistribución) y otros votantes se alinearon hacia la oposición (ubicados como los partidos en contra de la intervención del Estado y de la redistribución). De esta forma, las preferencias por las políticas económicas llevadas adelante por el gobierno, permitieron reforzar la identidad partidaria con el kirchnerismo y en contra del kirchnerismo. Este tipo de alineamiento y posicionamiento que se volvió claro en Argentina a partir del conflicto con el campo, no fue la regla en el pasado. En tal sentido, la variable "rol del Estado" es el indicador que mejor captura este reciente posicionamiento de los electores y nos permitirá medir no sólo los efectos directos del posicionamiento de los electores a partir del grado de intervención estatal sobre el voto, sino también sus efectos indirectos. Es decir si ese posicionamiento frente a las políticas económicas de Cristina Fernández de Kirchner reforzó la identificación con el kirchnerismo y ello luego impactó en el voto.

La distribución de respuestas sobre el índice del rol del Estado muestra una importante dispersión pero con una mayor concentración entre quienes están de acuerdo o muy de acuerdo. La asociación de tal distribución con la intención de voto muestra cierta correlación en tanto aquellos que están en desacuerdo con el incremento de la intervención estatal poseen casi 3 veces menos intención de voto por Cristina Fernández que quienes están muy de acuerdo (Tabla 1, columna 2). Pese a ello la correlación (r) entre ambas variables es muy baja 0.02.

La dimensión patrimonial, como remarcamos en el apartado anterior, fue construida previamente por Gervasoni (1998) a partir de un índice de posesiones materiales (IPM). Siguiendo tal ejemplo aquí tomamos las respuestas dadas por los entrevistados frente a 11 preguntas sobre la posesión de distintos bienes. Se les preguntó si poseían o no los bienes que especificamos en las notas de la Tabla 1. A partir de esas respuestas creamos un índice aditivo, sumando la cantidad de bienes poseídos por los entrevistados. La categoría modal es la posesión de 4 bienes y a partir del estudio de tales distribuciones pueden verse dos perfiles. Uno que corresponde a un perfil de acumulación bajo de bienes, en el cual se asocia la posesión de heladera, televisión, agua y baño al interior de la vivienda; y otro que distingue aquellos con una mayor acumulación de bienes que suma a los anteriores autos, microondas y computadoras. Si comparamos las distribuciones podemos ver que aquellos que poseen 11 bienes tienen el doble de intención de voto que los que no tienen posesiones. El coeficiente de correlación (r) vuelve a comprobar una ligera asociación de 0.13. Sin embargo, la expectativa teórica de la cual partimos aquí es una relación inversamente proporcional entre la posesión de bienes y el voto por el FPV, en tanto este ha sido históricamente reconocido como el partido de las clases bajas y de los "desposeídos".

El relevamiento de la dimensión patrimonial también adquiere relevancia en el contexto post 2008, post "crisis del campo", en tanto a partir de aquel conflicto se refuerza la relación entre los votantes con un menor nivel de posesiones y la identificación con el partido de gobierno. Las políticas macroeconómicas llevadas adelante por la presidente Cristina Fernández se basaron principalmente en el incremento de la demanda interna beneficiando en primer lugar a los sectores más desposeídos. A partir de tales políticas el gobierno promovió el aumento del consumo interno como una forma de inclusión social. Ello generó una fuerte identificación entre el gobierno y los votantes con un menor nivel de posesiones que fueron quienes incrementaron en mayor medida su capacidad de consumo. Este fenómeno es capturado sólo en parte por la variable clase social. En cambio, el índice de propiedades podría ser un indicador mucho más directo del impacto del patrimonio en el voto.

Finalmente, se incluyen el usual bloque de preguntas sobre el perfil sociodemográfico de los entrevistados, su orientación ideológica y su opinión sobre varios temas salientes, como también "por quién votaron en la última elección presidencial" y si "votarían por el partido de gobierno en la próxima elección". Para los análisis de regresión se empleó ésta última pregunta como variable dependiente. La elección de la intención de voto por sobre el recuerdo de voto se sustenta en dos argumentos principales. En primer lugar, cuando se emplea el recuerdo de voto para una elección que tuvo lugar en un pasado distante surge un serio cuestionamiento sobre la validez de la medida (Himmelweit, Biberian y Stockdale, 1978), este sería el caso de las entrevistas de la ola 2010 y 2012. En segundo lugar, una de las principales variables independientes de nuestro interés, la percepción económica, es medida sólo para los últimos 12 meses; de esta forma tendría poco sentido analizar su relación con una opción de voto que ocurrió varios años antes. Por supuesto, la pregunta por la intención de voto es hipotética ante la ausencia de candidatos de la oposición que declaren su candidatura para la próxima elección. Pero la formulación de la pregunta es lo suficientemente explícita, invitando a los entrevistados a expresar su intención de voto por el candidato del partido de gobierno o por un candidato de otro partido.

Las últimas dos variables incluidas se relacionan con dos controles: el temporal y el geográfico. La variable "meses" fue incluida al análisis para controlar la premisa de que "los votantes son miopes, con un recuerdo típico de un año" y "los partidos de gobierno incurren en el costo de gobernar". Estos supuestos se derivan de la función VP establecida por Nannestad y Paldam en 1994 y que encontró gran apoyo empírico10. La variable "región" distingue el lugar de relevamiento de la encuesta, identificando con el valor de 1 a las ciudades pequeñas y las aéreas rurales y con el valor de cero al área metropolitana, las ciudades grandes y medianas. Todas las variables fueron estandarizadas. Se recodificaron para variar en una escala entre 0 y 1, cualquier cambio que se registre implica el paso del menor al máximo valor.

Estimación de los modelos

En este trabajo partimos del supuesto de que la economía, siendo importante para definir el voto, no es un único determinante sino más bien posee múltiples dimensiones. Siendo el principal objetivo de este trabajo evaluar el impacto de las dimensiones clásica, posicional y patrimonial de la economía en el voto realizamos una serie de regresiones logísticas. Pero sabemos también que otras fuerzas de largo y corto plazo actúan moldeando el comportamiento electoral. El marco clásico para este tipo de análisis, derivado del libro The American Voter (Campbell et al., 1960), es el punto inicial de nuestro análisis. Retomamos el esquema de análisis conocido como "embudo de causalidad" [funnel of causality], bajo el cual ciertas variables explicativas ocurren antes que otras en el tiempo, vertiendo su influencia en secuencias diferenciadas. Las variables sociodemográficas son las más remotas o lejanas y por lo tanto las más exógenas. Como sostienen Lewis-Beck, Nadeau y Foucault (2012: 253) "son las (variables) más o menos fijas, que no cambian a través del tiempo, y mientras ellas influencian el voto, el voto no las influencia a ellas".

Teniendo este esquema en mente, partimos del estudio de la dimensión menos familiar, la patrimonial, en tanto nos interesa poder demostrar que ésta posee un efecto independiente de las otras variables sociodemográficas, en particular aquellas que tradicionalmente se usaron para medir la clase social. Es decir, si no controlamos desde el inicio del análisis el posible efecto de la variable patrimonio, con la inclusión de ingreso, educación y cualquier otra medida de clase social, los efectos podrían deberse a una relación espuria. Esto es, podrían resultar significativos en virtud del efecto de los indicadores de la clase social omitidos y no en virtud de su efecto propio e independiente. Siguiendo los términos del modelo explicativo del voto conocido como "embudo de causalidad", comenzamos con un modelo en el cual las variables sociodemográficas y patrimonial ocuparían el lugar más alejado dentro del embudo (Campbell et al., 1960; Lewis-Beck et al., 2008). La distancia en la que estas variables son situadas dentro del embudo, implica que ellas son esencialmente exógenas. Emplearemos un sistema de bloques repetidos [block-recursive system] es decir un conjunto de regresiones logísticas mediante el cual iremos sumando bloques de variables de distinta naturaleza, desde los más lejanos a los más cercanos al voto. Así, distinguimos un primer modelo en donde ubicamos a las variables sociodemográficas que no poseen una estrecha relación con la clase social y un segundo modelo en donde fueron incluidas las variables sociodemográficas empleadas habitualmente como indicador de clase, más la variable patrimonio.

Voto = f (edad, sexo, católicos, raza, educación, ingreso, desempleados, trabajo sector público, patrimonio)Ec. 1

La estimación del primer modelo de regresión logística para predecir el voto por el partido de gobierno (Cristina Fernández de Kirchner-FPV) frente a los partidos de la oposición aparecen en la Tabla 2 (en la parte inferior de la Tabla se describen el códigos de cada variable). En las columnas 1 y 2 se presentan los modelos con las variables de corte sociodemográfico. El primero con las variables que no se relacionan con la clase, y en la segunda se incluyen aquellas variables que miden diversos aspectos de la clase social, más la variable patrimonio. Así al introducir las variables de clase, el sexo pierde significatividad. En el modelo de la columna 2, todas la variables excepto sexo, ingreso y desempleados alcanzan significatividad y en la dirección esperada. La variable patrimonio adquirió significatividad al máximo nivel de confianza y demostró tener el mayor efecto entre las variables sociodemográficas. Es decir, dentro de este último bloque de variables, las que alcanzaron significatividad fueron la educación y el empleo público, ambas con coeficientes menores que el de la variable patrimonial. La relación entre esta variable y la intención de voto es indirecta, así mientras menos posesiones tienen los entrevistados mayores probabilidades de voto por Cristina Fernández. El impacto de la dimensión patrimonial es significativamente independiente de las otras medidas que indican la clase social, como la educación y el ingreso. Teniendo presente estos controles, la independencia estadística del efecto de la dimensión patrimonial, indica que el índice de propiedades materiales captura más que lo que típicamente las medidas de clase capturan.

En la columna 3 continuamos incorporando controles. En este caso se incluyeron los fuertes controles de los anclajes de largo plazo, como lo son la ideología y la identificación partidaria. Al incorporar estos factores las dos variables sociodemográficas indicadoras de la clase social, educación y empleo público, pierden significatividad estadística. La dimensión patrimonial, en cambio, mantuvo su relevancia estadística e incrementó ligeramente su impacto. La ideología no alcanzó relevancia estadística. Sí, lo hizo la identificación partidaria al valor p=0,001 y con un alto impacto en la intención de voto (3.61). La inclusión de esta variable duplicó la mejora en la explicación de la intención de voto del modelo, pasando del 13 al 30 por ciento.

El modelo de la columna 4, incorpora ahora los factores de largo y corto plazo, ofreciendo una especificación más comprehensiva:

Voto = f (edad, sexo, católicos, raza, educación, ingreso, desempleados, trabajo sector público, patrimonio, identificación partidaria, ideología, posicional, corrupción, democracia, seguridad, clásica) Ec. 2

 

Tabla 2
Modelos de regresión logística para intención de voto en Argentina (2008, 2010, 2012)

(1)

(2)

(3)

(4)

Meses

-.29**

-.31*

-.34*

-.07

(.14)

(.17)

(■20)

(-22)

Edad

1.05***

1.01***

.81**

.86**

(.23)

(.28)

(.33)

(.37)

Sexo

-.18**

-.14

-.15

-.05

(.08)

(.10)

(.11)

(.13)

Católicos

.10

.18*

.14

.09

(.10)

(.11)

(.13)

(.15)

Región

.70***

^2***

75***

.57***

(.10)

(.12)

(.14)

(.16)

Raza

.55**»

.40***

4Q***

.24*

(.09)

(.10)

(■12)

(.14)

Educación

-.34**

-.03

.01

(.15)

(.18)

(.20)

Ingresos

.21

.20

.05

(.17)

(■20)

(.22)

Desempleados

.04

-.01

.16

(.19)

(.22)

(.25)

Empleo sector público

.28**

.13

.11

(.14)

(.16)

(.18)

Dimensión patrimonial

-2 00***

-2.15***

-1.98***

(IPM)

(.34)

(.40)

(.44)

Ideología

-.07 (.28)

.02 (.32)

Identificación partidaria

3.61*** (■25)

3.45*** (.27)

Dimensión posicional

-.35

(intervención estatal)

(.31)

Corrupción

1.63*** (.37)

Democracia

1.37*** (.30)

Seguridad

.24 (.36)

Dimensión clásica

1.20***

(sociotrópica

(.19)

retrospectiva)

Constante

_ 7Q***

.83***

_ J2***

-2.72***

(.14)

(■29)

(.38)

(.50)

Nagelkerke pseudo-R

.09

.13

.30

.45

% correctamente predicho

62.2%

62.5%

71.6%

76.7%

N

2,461

1,924

1,666

1,586

***pd».01; **pd».05; *pd».10 (prueba a una cola).

Voto (variable dependiente): adquiere el valor de (1) si los entrevistados votarían por el candidato del partido de gobierno en la próxima elección y con el valor de (0) si los entrevistados tiene intención de votar por un candidato de la oposición. Meses: número de meses desde la última elección presidencial hasta el mes en que fue realizada la encuesta, recodificada para variar de 0 a 1. Edad: edad de los entrevistados recodificada para variar entre 0 y 1. Sexo: (1) femenino; (0) masculino. Católicos: (1) católicos; (0) otras opciones. Región: (1) si los entrevistados viven en una ciudad pequeña o en áreas rurales; (0) si viven en el área metropolitana o en ciudades grandes o medianas. Raza: (1) si no son blancos; (0) otras opciones. Educación: número de años que asistió a la escuela: (0) de ninguno a 6; (0.5) de 7 a 11 años; (1) 12 o más años. Ingresos: escala de 3 puntos que registra el ingreso de los entrevistados dividido en quintiles desde el más bajo (0) al más alto (1). Desempleado: (1) cuando los entrevistados pasan la mayor parte de su tiempo buscando trabajo; (0) cualquier otra opción. Empleo sector público: (1) cuando los entrevistados son empleados del gobierno o independientes que pertenecen a empresas estatales; (0) otras opciones. Dimensión patrimonial: (IPM) indica el número de bienes que poseen los entrevistados en una escala de 11 ítems, recodificada para variar entre 0 y 1. Ideología: autoubicación de los entrevistados en una escala de 11 posiciones entre izquierda-derecha. Las no respuestas u observaciones perdidas fueron codificadas como perdidos. Identificación partidaria: (1) cuando los entrevistados se identifican con el partido de gobierno; (0) cuando los entrevistados se identifican con un partido de la oposición; (0.5) cuando los entrevistados no se identifican con un partido político o no respondieron. Dimensión posicional: rol del Estado; los entrevistados indican en cuánto acuerdan o descuerdan con los siguientes postulados (1) fuertemente en desacuerdo (7) fuertemente de acuerdo, "El gobierno, en lugar del sector privado, debe ser el dueño de las principales empresas e industrias del país". "El gobierno, más que los individuos, debe ser el primer responsable de asegurar el bienestar de su pueblo". "El gobierno, más que el sector privado, debe ser el primer responsable de crear empleos. Se calcularon las medias de los valores obtenidos en los 3 postulados y fueron recodificados para variar entre 0 y 1. Los casos perdidos fueron excluidos del análisis. Corrupción: los entrevistados declaran en qué medida la actual administración combate la corrupción (1) en nada (7) mucho. Recodificada para variar entre 0 y 1. Democracia: los entrevistados declaran en qué medida la actual administración promueve y protege los principios democráticos (1) en nada (7) mucho. Recodificada para variar entre 0 y 1. Seguridad: los entrevistados declaran en qué medida la actual administración mejora la seguridad ciudadana (1) en nada (7) mucho. Recodificada para variar entre 0 y 1. Dimensión clásica: percepciones económicas sociotrópicas retrospectivas, (1) cuando los entrevistados perciben que la economía está yendo mejor que 12 meses atrás; (0.5) igual; (0) peor. Fuente: elaboración propia en base al Barómetro de las Américas.

En la última columna de la Tabla 2 incluimos los factores de corto plazo asociados habitualmente al voto. Así, no sólo incorporamos la dimensión posicional y la y clásica del VE, sino también la valoración de otros temas salientes como la corrupción, la democracia, y la seguridad. De esta forma no sólo controlamos por los factores de largo plazo, sino también por otros temas salientes que de no incluirse sus efectos podrían ser absorbidos por los temas salientes de la economía, obteniendo estadísticos sesgados. Ta l como se desprende del estadístico de la bondad del ajuste del modelo (Nagelkerke pseudo-R), en conjunto el modelo logra explica casi la mitad de la mejora en la explicación de la intención de voto por Cristina Kirchner (0.45). La dimensión clásica del VE alcanzó significatividad estadística al máximo nivel de confianza, con un importante impacto (1.20) y en la dirección esperada. En concordancia con los efectos ya establecidos en los trabajos previos, aquellos que percibieron como mejor el estado de la economía nacional pasada, mayores probabilidades tuvieron de votar por Cristina Fernández de Kirchner. En cambio, la dimensión posicional no logró significatividad. Volveremos al análisis de sus efectos directos e indirectos en el próximo apartado.

En cuanto al resto de temas salientes, resultaron significativos corrupción y democracia. Esto quiere decir que quienes consideraron que el gobierno combatía mucho la corrupción, al igual que quienes consideraron que el gobierno protegía mucho los derechos democráticos, tuvieron una mayor probabilidad de votar por Cristina Fernández.

Todos los modelos alcanzaron significatividad estadística. A partir de los resultados expuestos en la Tabla 2, podemos concluir que aquellos factores que demostraron tener efectos directos en el voto de forma consistente a lo largo de todos los modelos, fueron: respecto del bloque de variables sociodemográficas la edad, el no ser de raza blanca, y el índice de propiedades materiales (dimensión patrimonial). Dentro del bloque de anclajes de largo plazo, la identificación partidaria que también ha sido la variable que registró un mayor efecto sobre el voto. También adquirió significatividad la variable de control región, indicando que en las ciudades más pequeñas y en las áreas rurales, se registró una mayor probabilidad de voto por el gobierno. Dentro del bloque de factores de corto plazo, gran parte de las variables alcanzaron significatividad en la dirección esperada, la evaluación de la corrupción, de la democracia y la dimensión clásica de la economía.

Por último, podemos concluir que los efectos directos del VE sobre el voto en Argentina están caracterizados por dos dimensiones. Por un lado, la dimensión tradicional, que implica que mientras mejor sea valorada la gestión pasada de la economía nacional, mayor intención de voto por el partido de gobierno habrá (incumbency-oriented). Los resultados aquí presentados captan la esencia pura de la economía como un valence issue y refuerzan los hallazgos de trabajos previos. En segundo lugar, un resultado más sorprendente fue el efecto directo registrado por la dimensión patrimonial. Esta dimensión del VE se registra inclusive con un mayor impacto que la dimensión clásica. Demostró a su vez poseer efectos independientes y diferenciados de la clase social, es decir podemos establecerla como una nueva variable sociodemográfica en los modelos de comportamiento electoral. Aquí hemos podido demostrar que la dimensión patrimonial fue la única variable dentro del bloque sociodemográfico que mantiene su relevancia estadística consistentemente a través de los distintos modelos, sobreviviendo a los fuertes controles de factores de corto y largo plazo. Demostrando asimismo que no es un mero sustituto de clase o ingreso, e incorporando a la explicación un componente distintivo al proveído por las mediciones usuales de clase. En algún punto, esta nueva medición podría dar respuesta al resultado frecuentemente encontrado en los estudios previos sobre la relativamente escasa capacidad predictiva del factor clase para explicar el voto (Gervasoni, 1998; Cantón y Jorrat, 2002; Lodola, 2013). Así, quienes poseen un menor número de bienes materiales, podríamos decir los "desposeídos", tienen una mayor probabilidad de votar por Cristina Fernández, confirmando una vez más la fuerte vinculación entre el partido peronista, mediante su actual expresión a través del kirchnerismo, y los sectores con un menor número de bienes materiales.

Estimado los efectos directos e indirectos de las dimensiones del VE

Teniendo en cuenta el esquema teórico del "embudo de causalidad" sería esperable que ciertas variables actúen en un primer momento influyendo a otras que luego impactan directamente en el voto. Hasta ahora hemos podido caracterizar los efectos directos de las dimensiones clásica y patrimonial de la economía en el voto. Ambas dimensiones son consideradas como orientadas al gobierno [incumbency- oriented] antes que a las políticas [policy-oriented] en los términos de Kiewiet (1983). Ahora bien, ¿qué rol cumple la evaluación de las políticas económicas en el esquema del voto en Argentina? Tal como habíamos adelantado, "la crisis del campo" produjo un reordenamiento en el escenario político argentino, que fue politizado por el gobierno a partir de la implementación de políticas económicas de fuerte impronta intervencionista. Este eje puede haber actuado como ordenador del espacio político argentino, permitiendo a los votantes ubicarse en relación al grado de acuerdo o desacuerdo frente a estas políticas intervencionistas y a partir de allí identificarse con el gobierno (en caso de estar más bien de acuerdo con el intervencionismo) o con la oposición (en caso de estar más bien en desacuerdo con el intervencionismo). Esto podría haber reforzado las identificaciones políticas e inclusive la identificación ideológica. Para evaluar tal posibilidad, volveremos a emplear un sistema de bloques repetidos desentrañando en primer lugar si la dimensión posicional ha tenido influencia en el reforzamiento de la identificación con el FPV, o en el posicionamiento ideológico, luego veremos en qué grado se mantiene el efecto de tales variables en el voto.

¿Existe relación entre la dimensión posicional y ciertas actitudes políticas relevantes que preceden la relación con el voto? A partir de los resultados de la primer columna de la Tabla 3, podemos decir que sí. La tendencia se continúa con la estimación de la influencia de la dimensión posicional en la identificación partidaria e ideológica. El posicionamiento sobre el grado de intervención estatal ha influido en el reforzamiento de la identificación partidaria con el Frente para la Victoria. Así, aquellos entrevistados que estuvieron mayormente de acuerdo con un mayor nivel de intervención del Estado en la economía, tuvieron mayores probabilidades de identificarse con el FPV. Luego la identificación partidaria fue una de las variables que mayor efecto registró sobre el voto (coeficiente 3.45, columna 3). Por su parte, la dimensión posicional también ejerce un efecto estadísticamente significativo sobre la ideología, pero luego tal efecto no llega a influenciar el voto en tanto la ideología no resultó estadísticamente significativa para explicar la intención de voto por el gobierno.

Resumiendo, mientras que la dimensión posicional no posee un efecto directo en el voto, éste posee influencia indirecta pasando a través de la variable más endógena de identificación partidaria. Para cuantificar esos efectos indirectos es necesario especificar un modelo multiecuación. Postulamos aquí un modelo en bloques repetidos [block- recursive model] con tres ecuaciones sucesivas, una para identificación partidaria, otra para ideología y otra para voto. La dimensión posicional pasó su influencia al voto mediante el efecto más endógeno de la variable identificación partidaria. Ese modelo de bloques repetidos fue graficado en la Figura 1. Allí puede observarse la influencia indirecta de la dimensión posicional en el voto vía la identificación partidaria. Luego también se observan los efectos directos en el voto de la dimensión clásica y patrimonial del VE, y de la identificación partidaria.

 

Tabla 3
Modelos de regresión para identificación partidaria, ideología e intención de voto en Argentina (2008, 2010, 2012)

Identificación partidaria

Ideología

Voto

Meses

-.22

.005

-.07

(.15)

(.01)

(.22)

Edad

-.78***

.06**

-.86*

(■24)

(■02)

(.37)

Sexo

-.03**

.02*

.05

(.08)

(.008)

(.12)

Católicos

-.16

.08***

-.09

(.10)

(.009)

(.14)

Región

.07 (.11)

-.05*** (.01)

.57*** (.15)

Raza

.005

.002

.24*

(.09)

(.008)

(.14)

Educación

.48***

-.02

-.01

(.13)

(.01)

(.20)

Ingresos

-.006

(.14)

.03* (.01)

-.05 (.22)

Desempleados

.04 (.16)

.006 (.01)

.16 (.25)

Empleo sector público

.17 (.13)

.002 (.01)

.11

(.18)

Corrupción

.32 (.25)

-.04 (.02)

1.63*** (.46)

Democracia

.81**

.05**

1.37***

(.21)

(.02)

(.30)

Seguridad

.27 (■24)

-.01 (■02)

.24 (.36)

Dimensión posicional (intervención estatal) Identificación partidaria

.44* (.20)

.09*** (.02)

-.34

(.31)

3.45***

(■27)

Ideología

-.02 (.31)

Dimensión patrimonial

(IPM)

-1.98*** (.44)

Dimensión clásica

1.20***

(sociotrópica retrospectiva) Nagelkerke pseudo-R

0.06

0.06

(.19) 0.45

N

3,008

2,561

1,586

***pd».01; **pd».05; *pd».10 (pruebas a una cola).

Nota: las entradas corresponden en la columna 1 a coeficientes de regresión logística ordinal cuya variable dependiente es identificación partidaria; en la columna 2 se reportan coeficientes de regresión OLS siendo la variable dependiente la ideología; y en columna 3 las entradas corresponden a coeficientes de regresión logística cuya variable dependiente es intención de voto. En paréntesis se reportaron los errores estándares. No se muestran las constantes de los modelos. Para detalles de las variables y sus escalas remitirse a las notas de la Tabla 2. Fuente: elaboración propia en base al Barómetro de las Américas.

 

Figura 1
Efectos directos e indirectos sobre la intención de voto por el FPV

Nota: intención de voto por FPV, modelo de bloques repetidos. El coeficiente de la dimensión posicional e identificación partidaria corresponden a la columna 1 de la Tabla 3. Los coeficientes de la dimensión clásica, la patrimonial y la identificación partidaria al voto corresponden a la columna 3 de la Tabla 3. Fuente: elaboración propia en base al Barómetro de las Américas.

Dado que todas las variables están estandarizadas bajo una misma métrica entre 0 y 1, la comparación directa de los efectos es posible. Ta l como era esperable y al igual que los trabajos sobre otras democracias han demostrado, la identificación partidaria domina con el mayor coeficiente directo sobre el voto (3.45). El impacto de las variables económicas es algo más débil, pero significativo, tanto directa como indirectamente. Quizás el resultado más sorprendente es que la variable económica con mayor impacto ha sido la patrimonial (-1.98), que se impone sobre la dimensión clásica (1.20). Por último, la dimensión posicional, ha permitido reforzar la identificación hacia el FPV (0.44), y a través de ella ejerce su efecto indirecto en el voto. Claramente, ninguna de las dimensiones del VE debe ser dejada fuera de los análisis del comportamiento electoral en Argentina.

En este punto y luego de haber establecido las influencias directas e indirectas de las distintas dimensiones del VE en el voto, solo resta conocer cuáles son los efectos de las cambiantes condiciones económicas en la opción de voto, a partir de los estadísticos de la Ec 2. Hay diferentes formas de obtener ese cálculo. Por ejemplo tomando la dimensión clásica, un cambio entre una percepción "mala" a una "buena" implicaría un aumento en la probabilidad de votar por Cristina Fernández de 29 puntos porcentuales (asumiendo la variable dependiente un valor de .5). Un cambio similar respecto de la variable patrimonial, implicaría cambiar de poseer 0 bienes materiales o poseer 11 de ellos, y el mismo cambio generaría una reducción en la probabilidad de votar por Cristina Fernández del 45 por ciento. Esos son cambios muy amplios y en algún sentido pueden no ser muy realistas. Si tomamos en cuenta el cambio de una desviación estándar que sería más realista, los cambios en las probabilidades de voto serían de 10 puntos porcentuales para la dimensión clásica y de 9 por ciento para la patrimonial.

Tabla 4
Cambio en las probabilidades de votar por el FPV en Argentina (2008, 2010, 2012)

Min. a

Desviació

Efecto

max

n estándar

marginal

Efectos directos sobre

D. patrimonial

la intención de voto

-0.45

-0.09

-.32

D. clásica

Efectos indirectos

0.29

0.10

.19

D. posicional

sobre voto a través de

identificación

partidaria

0.09

***pd».01; **pd».05; *pd».10 (tests a una cola).

Nota: los cálculos se basaron en la siguiente fórmula: Delta P = exp B1 / 1 + exp B1 - exp B0 / 1 + exp B0. Si P, la media de la variable dependiente es .5, luego B0 = In(P/1 - p) = 0. Entonces, B1 = B0 + Bj donde Bj es el coeficiente de regresión logística para una determinada variable. Desde aquí se estimaron las simulaciones. El cálculo de los efectos de la dimensión clásica, por ejemplo, fue el siguiente: Bj para clásica = 1.20 (pendiente de esa variable) x 0.35 (desviación estándar de esa variable) = .42. B1 para clásica es = 0 + .42 = .42. Delta P de clásica = exp(.42)/ 1+exp(.42) - exp(0)/1+exp(0)= .60-.50 = .10 es lo que aumenta la probabilidad de votar por Cristina Fernández. La misma lógica fue usada para calcular la del resto de los cálculos de probabilidad. Fuente: elaboración propia en base al Barómetro de las Américas.

En cuanto a la dimensión posicional, si nos remitimos sólo a la ecuación 2 reportada en la Tabla 2, no tendría efecto directo, en tanto no posee un efecto estadísticamente significativo. Pero como vimos anteriormente, y en virtud de los resultados reportados en la Tabla 3, la dimensión posicional ejerce su efecto de forma indirecta a través de la identificación partidaria. En la columna 1 de la Tabla 3 se pudo comprobar cómo la identificación partidaria se encuentra influenciada por esta dimensión, aquellos que más acordaron con la un rol interventor del Estado en la economía se encuentran más identificados con el FPV. En la columna 3 de la misma tabla se pudo comprobar, luego en la ecuación fuertemente especificada, los efectos directos de la identificación partidaria en el voto, permitiendo a su vez la trasmisión de parte de la influencia de la dimensión posicional. En tal sentido, teniendo en cuenta el sistema de bloques repetidos de ecuaciones, es posible calcular cómo los cambios de los efectos indirectos podrían incidir sobre la probabilidad de votar por el FPV, los mismos fueron calculados siguiendo las fórmulas detalladas en Lewis-Beck y Nadeau (2011: 293) -los detalles de cómo fueron calculadas estas medidas se explicitan claramente en la nota de la Tabla 4-. Tal como fue graficado en la Figura 1 tenemos caminos de influencia indirecta en el voto que van desde la dimensión posicional y llegan a través de la identificación partidaria -respectivamente esos efectos indirectos son 0.44 x 3.45 (.23)-11. También y tal como se desprende de la Figura 1 hay efectos directos en el voto desde la identificación partidaria, la dimensión clásica y la patrimonial -respectivamente esas relaciones directas son 3.45, 1.20, -1,98-.

Tales efectos directos e indirectos se pueden expresar en términos de probabilidades. A partir de simulaciones, calculamos los cambios en las probabilidades de voto, por un cambio en una desviación estándar de las variables económicas, dejando la variable dependiente fija en el valor de .5. Así el impacto directo en la probabilidad de la dimensión clásica en el voto es de un incremento del 10 por ciento al cambiar una desviación estándar. El impacto directo de la dimensión patrimonial es de 9 por ciento. De forma similar, una desviación estándar de cambio en la postura respecto la intervención estatal, produce un efecto indirecto de 0.09 por ciento en el voto, vía una desviación estándar de la identificación partidaria. Nótese aquí que el impacto de las tres dimensiones tanto de forma directa (clásica .10; patrimonial .09) como indirecta (.09) es prácticamente idéntico, dotando de coherencia al enfoque multidimensional de la teoría del voto económico. Este dato también resalta la importancia de incluir en los futuros modelos de voto para Argentina a las tres dimensiones del VE. La omisión de cualquiera de ellas, puede dejar de reflejar un impacto igual de importante de la economía en el voto.

Conclusiones

A partir del libro The American Voter (Campbell et al., 1960), los estudios sobre la influencia de la economía en el voto adquirieron una amplia extensión. Pese a la gran cantidad de trabajos que tuvieron lugar a partir de la segunda mitad del siglo XX, algunas restricciones se han mantenido hasta el día de hoy. Así por un lado, a la par de la gran difusión y del consenso que posee la premisa general del VE, que sostiene que el apoyo del gobierno se reducirá como consecuencia de los malos tiempos económicos y se reforzará por los buenos tiempos económicos, otras dimensiones de la relación entre la economía y el voto, han quedado prácticamente sin explorar. Todos los trabajos se han centrado en esta dimensión clásica [valence] y básicamente no se han obtenido resultados para las otras dimensiones del fenómeno, la posicional y la patrimonial.

En paralelo, otra importante restricción geográfica también ha tenido lugar en este campo de estudios. La mayoría de los análisis de VE se han centrado en democracias con altos ingresos promedio, dejando fuera de alcance a los países en desarrollo. A su vez, los escasos trabajos que se registran en las regiones como América Latina, reproducen la estrechez del enfoque en relación a sus dimensiones teóricas bajo estudio. Este trabajo viene a aportar elementos para contribuir a ampliar el alcance del enfoque del VE tanto a partir de un estudio multidimensional que incluya las tres dimensiones centrales que son la clásica, la posicional y la patrimonial, en un país en vías de desarrollo como lo es Argentina.

A través de los resultados obtenidos observamos que las tres dimensiones vierten su influencia en el voto de forma independiente incluso luego de someter los modelos a rigurosos controles estadísticos. Encontramos que dos de las dimensiones ejercen su influencia de forma directa en el voto. La dimensión clásica ejerce un efecto directo en el voto, operando tal como la teoría del VE lo predice. Aquellos que valoraron como mejor la situación económica pasada, mayores probabilidades tuvieron de votar al partido de gobierno. La dimensión patrimonial también demostró poseer un fuerte efecto directo en el voto a Cristina Fernández de Kirchner. Así quienes poseen un menor número de bienes materiales mayores probabilidades poseen de votar por el FPV. Esto vuelve a confirmar la asociación histórica entre el partido peronista, representado ahora por el FPV, y los más desposeídos. Se refuerza en tal sentido el hallazgo previo reportado por Gervasoni (1998) para las elecciones presidenciales de 1989. En algún sentido, también nos indica cómo ciertos sectores que tienen un menor número de posesiones y que no pueden ser considerados como una clase social en sí, se han visto mayormente beneficiados por ciertas políticas de impulso del consumo interno implementadas desde el gobierno. A la hora de elegir, esos sectores premiaron al gobierno por dichos resultados.

Si bien este trabajo actualiza los resultados del único estudio para Argentina que incluye las tres dimensiones (Gervasoni, 1998), permite obtener una comprensión más global del enfoque multidimensional del VE, en tanto incorpora no sólo el estudio de sus efectos directos sino también de los indirectos. Hemos podido comprobar que la dimensión posicional ha influido en el voto pero de forma indirecta a través del reforzamiento de la identificación partidaria. Así, las políticas intervencionistas llevadas a cabo por el gobierno, les han permitido a los votantes poder ubicarse más claramente según el grado de acuerdo respecto al grado de intervención estatal. Aquellos que acuerdan en mayor medida con las políticas intervencionistas han reforzado su identificación con el FPV, respecto de aquellos que están en desacuerdo. Luego dicha identificación partidaria ha sido uno de los elementos centrales que impactaron en la definición del voto por el gobierno.

Teniendo en cuenta la forma en que se ha desarrollado el análisis, este constituye el primer trabajo de este tipo sobre Argentina, y probablemente también sea uno de los primeros en desarrollarse sobre los países de América Latina. Los resultados aquí planteados replican los estudios multidimensionales del VE llevados adelante para los casos de Estados Unidos (Lewis-Beck y Nadeau, 2011), para Francia (Foucault, Nadeau y Lewis-Beck, 2011) y para Gran Bretaña (Lewis-Beck, Nadeau y Foucault, 2012). Claramente, este enfoque recién comienza a desarrollarse. Pese a ello, la consistencia a través de los trabajos demuestran que el estudio del voto económico de forma completa, es decir con sus 3 dimensiones y mediante sus efectos directos e indirectos en el voto, es necesario no sólo para profundizar el estudio de los factores de corto plazo, sino también para analizar la influencia de los aspectos sociodemográficos y el impacto de la economía sobre las actitudes políticas. Su omisión de los modelos de comportamiento político y electoral puede ofrecer serias limitaciones.

 

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