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Revista SAAP

On-line version ISSN 1853-1970

Revista SAAP vol.10 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2016

 

¿Los hermanos sean unidos? Competitividad en las primarias municipales en la Provincia de Buenos Aires*

Brothers should stick together? Competitiveness at primary local elections in Province of Buenos Aires

 

PAULA CLERICI

Universidad de Buenos Aires, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Universidad Torcuato Di Tella, Argentina paduis@gmail.com

FACUNDO CRUZ

Universidad de Buenos Aires, Argentina
Universidad Nacional de San Martín, Argentina
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
cruzfacu@gmail.com

LARA GOYBURU

Universidad de Buenos Aires, Argentina Instituto de Investigaciones Gino Germani, Argentina Universidad Torcuato Di Tella, Argentina mlgoyburu@gmail.com

 

La discusión en torno al efecto de las elecciones primarias sobre los partidos divide a la literatura entre los que sostienen que sin importar el resultado interno, los votos del candidato perdedor se trasladan masivamente a votar luego por el ganador de la contienda, y quienes destacan que si la disputa al interior del partido/coalición se traslada a una interna competitiva, el candidato que pierde no juega para su equipo con el consecuente impacto de que el partido encuentra disminuidas las chances de ganar la elección general. A través de un modelo estadístico, en este trabajo se muestra que primarias con mayor número de listas y con mayor competitividad entre facciones reducen el voto que una coalición obtiene en la elección general. El estudio analiza la política electoral de los municipios de la Provincia de Buenos Aires y destaca que las primarias no sólo tienen efectos en las decisiones internas de selección de candidatos de los partidos sino que, a su vez, afectan el rendimiento electoral de las coaliciones. Este resultado es particularmente importante para pensar en las estrategias electorales cuando el juego tiene más de un turno.

Palabras clave
competitividad – coaliciones – elecciones – partidos – subnacional

Abstract

The discussion about the effects of primary election over political party divides literature among those who argue that regardless of the primary result, the votes of the losing candidate massively move later to the winner of the contest, and the ones who claim that internal disputes erode parties and coalitions which impact on loosing general election. Through a statistical model, this study finds that the greater the number of internal list, and the more competitive the primary election, the lower chances has the party to win general elections. This study analyzes local elections in municipalities of Province de Buenos Aires highlighting that primaries have effects not only on candidates’ selection but also on coalitions’ electoral performance. Findings are important to think on electoral strategies when the game has more than one turn.

Keywords
competitiveness - coalitions - elections - parties - sub-national

 

 

«Lo que sucedió no es una casualidad, acá hubo fuego amigo, y ese fuego amigo que creía que me hacía daño a mí, no se dio cuenta que se estaba agraviando a sí mismo».

Declaraciones de Aníbal Fernández, candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires1.

Introducción

La discusión en sistemas presidenciales en torno al efecto de las elecciones primarias sobre los partidos divide estos impactos según sean cargos ejecutivos o las bancas legislativas lo que se encuentra en disputa. Al igual que en muchos aspectos que se estudian del sistema político con división de poderes horizontal, las candidaturas ejecutivas plantean la necesidad de estrategias electorales diferentes porque el premio es indivisible. Y en este sentido, el mecanismo de selección de candidatos que impone el régimen electoral o la estructura organizacional de cada partido político influencia directamente los mecanismos de coordinación interna de los partidos para uno y otro caso.

La competitividad de la interna/primaria es uno de los aspectos que puede alterar las posibilidades de triunfo en las elecciones generales2. Sin embargo, no existe al respecto acuerdo entre los investigadores. Una parte de la literatura considera que, sin importar el resultado de la interna, los votos del candidato perdedor se trasladan masivamente al ganador de la contienda porque está en juego la posibilidad de reproducir la situación ventajosa de la organización partidaria. Otra parte de la biblioteca destaca que si la interna es competitiva tiende a disminuir la cantidad de votos para el partido en cuestión en la elección general. Esto ilustra indirecta-

Las declaraciones fueron realizadas a la prensa que cubría la Casa Rosada la mañana siguiente a las elecciones generales de octubre de 2015.

A partir de aquí, se usará indistintamente primaria o interna para referirnos al mecanismo de selección de candidatos con cierto grado de apertura (de mayor a menor, dando cuenta solamente del conjunto de los afiliados que vota, a la sumatoria de éstos más los independientes no afiliados a otros partidos, o al electorado en su conjunto).

mente que la disputa al interior del partido/coalición erosiona la cohesión de la estructura organizacional y el candidato que pierde se siente «herido» y decide no «jugar» para su equipo.

La política en Argentina se juega en el territorio donde la disputa por el liderazgo local repercute en el armado de candidaturas con proyección nacional. En la Provincia de Buenos Aires, el peso de la política territorial es más que relevante por ser el distrito más extenso, poblado y rico del país. Los municipios son la división política más pequeña y poseen un esquema de división de poderes entre un intendente y un concejo deliberante. Los intendentes de los 135 municipios de la provincia, pero en especial los de aquellos más poblados y con capacidad de generar empleo, influyen fuertemente en la gobernabilidad del Ejecutivo provincial y en su relación de éste con el presidente: tienen un peso político relevante (Leiras, 2007; Ollier, 2010).

La adopción de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) en la Provincia de Buenos Aires a partir de las elecciones de 2011 aparenta ser un arma de doble filo. Por un lado, es un incentivo a competir por «adentro» del espacio. La ley señala que solo los partidos/coaliciones que hayan llegado al umbral de 1,5 por ciento de los votos positivos emitidos (entre todas las listas internas) pueden competir en la elección general. Ante este requisito se vuelve evidente la necesidad de los partidos pequeños de competir en una coalición. Pero, por otro lado, expone a las agrupaciones a lidiar con facciones que pierden en PASO competitivas.

El objetivo del presente trabajo es trasladar la discusión teórica acerca del efecto de la primaria sobre la elección general a los municipios de la Provincia de Buenos Aires en los turnos en que se eligen intendente y concejales. Se sostiene que las divisiones internas de los partidos/coaliciones se expresan en la competitividad de la primaria de manera negativa, lo que impacta directamente en la posibilidad de ganar la elección municipal. El presente trabajo encuentra que cuanto más competitiva resulta la elección primaria dentro de la coalición, menor es la probabilidad de ganar la intendencia.

El artículo se organiza de la siguiente manera. Una primera parte presenta la discusión que la literatura desarrolla acerca de la selección de candidatos para cargos electivos y la noción de competitividad electoral. La segunda parte introduce estos elementos en la contextualización descriptiva sobre la Provincia de Buenos Aires, donde a nivel municipal focaliza este trabajo. En la tercera parte se describe la metodología de investigación y presenta los resultados estadísticos a los que se somete la hipótesis. Finalmente, las conclusiones.

Las primarias como un mecanismo de selección de candidatos

Las actuales democracias contemporáneas se construyen, estructuran, funcionan y desarrollan a través de (y gracias a) los partidos políticos (Michels, 1991). En tanto organizaciones que compiten por acceder a distintos cargos públicos en juego, los partidos contemplan distintos mecanismos de selección de candidatos para obtener esos cargos. Estos son claves en todo proceso político-electoral dado que quienes resulten elegidos serán las figuras visibles desde las que se buscarán alcanzar objetivos de campaña y reducir al mínimo las chances de derrota electoral (Norris, 2004). Conseguir una candidatura para cualquiera de los cargos públicos resulta ser un factor de poder muy cotizado por cualquiera de los participantes de un partido político (Freidenberg, 2003). Obtener una candidatura implica un salto en las carreras políticas de los dirigentes y una forma de «medirse públicamente», conformando así su capital político para futuras aspiraciones.

La atención brindada por un determinado partido político a la selección de candidatos varía de acuerdo al tipo de cargo público por el que se compite, la importancia y las funciones que desempeña ese puesto y el peso político que ganará el partido si es que su candidato accede a ese cargo. Podría esperarse que la selección del candidato que compite por el Ejecutivo (nacional, provincial o local) sea una de las decisiones centrales para la campaña electoral y en la cual se consideran una multiplicidad de factores. Primero, porque estos cargos disponen de una mayor cantidad de recursos públicos que los cargos legislativos. Segundo, porque esa disponibilidad y el carácter unipersonal del cargo permiten un nivel de exposición más alto que una banca en un recinto legislativo. Incluso, la futura suerte electoral de un partido puede estar determinada por el desempeño gubernamental y el estilo de liderazgo político ejercido por el titular del Ejecutivo.

La elección de un determinado mecanismo de selección de candidatos puede resultar central para evaluar la unidad y cohesión partidarias, así como para influir sobre la posibilidad del éxito electoral. Rahat y Hazan (2001) y Freidenberg (2003) sostienen que para clasificar los mecanismos de selección de candidatos debemos preguntarnos quiénes eligen a los candidatos (selectorado): una sola persona, un grupo reducido o amplio, una parte o todo el electorado de un país determinado. Se puede clasificar a los distintos tipos de selectorado en un continuo que recorre todo el trayecto desde una inclusión perfecta hasta una exclusividad total. Este nivel de inclusión genera un impacto en el desempeño electoral del partido/coalición, aunque no hay consenso en la bibliografía respecto de la dirección de ese impacto. Algunos concluyen que cuando son «divisivas», tiende a disminuir la cantidad de votos obtenidos por el partido en la elección general (Djupe y Peterson, 2002; Romero, 2003). Por primaria divisiva se entiende aquella competencia entre dos candidatos que, por el alto nivel de competitividad, produce una división del partido entre los dos contendientes (De Luca, Jones y Tula, 2008). Otros encuentran lo contrario dado que quienes apoyan al candidato perdedor se trasladan masivamente a votar por el ganador de la interna (Stone, Atkeson y Rapoport, 1992; Hogan, 2003).

Freidenberg y Alcántara Sáez (2009) consideran que partidos latinoamericanos perjudican su desempeño electoral futuro a la hora de embarcarse en elecciones internas para elegir sus candidatos a cargos ejecutivos. Concretamente la intensa disputa, las confrontaciones públicas, un alto nivel de conflictividad y el consecuente faccionalismo tienden a mermar las chances de una victoria electoral en la elección general. Esto se acentúa aún más en los partidos débiles en términos institucionales/ organizativos como los argentinos (Leiras, 2007).

En el nivel subnacional, De Luca, Jones y Tula (2008, p. 96) indican que en las primarias para gobernador en Argentina «el proceso de selección de candidatos tiene un impacto modesto sobre los resultados en los comicios generales» salvo cuando se produce una primaria divisiva:

… cuando un candidato no es electo en una primaria divisiva pero sus oponentes sí lo son, las probabilidades de victoria de este son significativa y sustantivamente más grandes que las de aquel postulante seleccionado en una primaria divisiva que se enfrenta en la elección general con oponentes que no fueron escogidos en internas de este tipo (De Luca, Jones y Tula, 2008, p. 94).

Gallo (2007) arriba a conclusiones similares al considerar que una disputa interna intensa puede tener un impacto negativo en la elección general.

De esta forma, el nivel de competitividad interna en una primaria es una variable que puede impactar directamente en los resultados electorales posteriores. Al respecto, Méndez de Hoyos (2003) señala que la competitividad es un atributo de la competencia electoral. Mientras que esta última se refiere a las condiciones y la estructura de la disputa entre actores por cargos en juego, la competitividad es la situación en la cual esa disputa es reñida entre los competidores. La competitividad «muestra qué tan fuertes son los partidos por el porcentaje de votos y el número de posiciones (cargos o curules) conquistadas en una elección determinada» (Méndez de Hoyos, 2003: 146).

Si es posible evaluar el nivel de competitividad de un sistema partidario en base a la distancia en votos entre partidos/coaliciones, de la misma manera puede ser evaluada la competitividad de una primaria o interna. Una primaria divisiva se asocia a una alta competitividad interna. La disputa al interior de la coalición puede dañar la relación política entre los subgrupos que la integran y, consecuentemente, disminuir la cohesión interna del acuerdo electoral.

Partidos, coaliciones y competencia electoral en la Provincia de Buenos Aires

La Provincia de Buenos Aires es el distrito electoral que mayor impacto tiene en la competencia política en Argentina a nivel nacional: el 38 por ciento de la población del país habita en el territorio y su electorado representa el 37 por ciento del total nacional3. Sus intendentes son reconocidos como actores clave para movilizar al electorado (Ollier, 2010), posicionar candidatos a cargos públicos nacionales y provinciales, y concentrar recursos políticos en favor de determinadas estructuras partidarias (Leiras, 2007)4.

Dado que la materia electoral es una de las competencias que las provincias argentinas no delegaron a la Nación, éstas conservan la facultad de dictar y modificar sus propias reglas electorales. Los veinticuatro distritos del país tienen su propio régimen electoral que convive y se articula con las reglas electorales del nivel nacional. La división de poderes entre Ejecutivo y Legislativo se replica en el nivel provincial y municipal. Este nivel está integrado por un intendente a cargo del Poder Ejecutivo y un Poder Legislativo ejercido por un concejo deliberante, ambos con mandato de cuatro años y en el caso de este último, con una renovación parcial a los dos años. Ejecutivo y Legislativo son elegidos mediante una lista que no permite voto cruzado entre las categorías. El número de concejales responde a un criterio proporcional acorde a la población del municipio y el reparto de bancas se realiza de manera proporcional a los votos obtenidos por cada fuerza5.

Los partidos provinciales (reconocidos por la Junta Electoral de la provincia) pueden competir por los cargos provinciales y municipales mientras que los partidos vecinales solo pueden hacerlo por cargos locales, aunque pueden integrar coaliciones electorales para la elección de cargos provinciales. La fecha de las elecciones de ambos niveles se realiza de manera simultánea en todos los municipios y es fijada por el gobernador de la provincia, quien además posee la facultad de realizarlas en la misma fecha de las elecciones nacionales.

A pesar de la obviedad, ¿por qué esto es relevante para los partidos políticos? Porque requieren de recursos públicos para su sostenimiento, el acceso a puestos de decisión en el Estado brinda un sostén fundamental para su supervivencia (Mair y Katz, 2015). Al mismo tiempo, utilizan estos recursos que disponen para movilizar militantes, ganar elecciones (internas y generales) y alcanzar sus objetivos político-electorales. Internamente cada partido está integrado por distintos subgrupos que pujan por acceder a estos recursos, pero que al mismo tiempo están obligados a cooperar para sobrevivir como organizaciones. Este punto no es menor, especialmente en la dura disputa electoral que caracteriza a la Provincia de Buenos Aires. Esta lógica de competencia/cooperación es especialmente relevante en la selección del candidato a intendente al interior de una coalición electoral por dos razones. Primero, porque cada partido intenta convertirse en el actor dominante del juego coalicional para poder, entre otras cosas, tomar la mayoría de las decisiones dentro del acuerdo. Segundo, porque se espera que cada actor coopere con sus socios para mantener la coalición, pero al mismo tiempo mantenga sus características propias. El juego competitivo/cooperativo se desarrolla en dos momentos: la puja por los recursos estatales y partidarios ocurre primeramente al interior de los partidos, para luego trasladarse a la coalición electoral.

A partir de aquí, el cambio de reglas electorales en el distrito produjo una modificación de los incentivos electorales para los competidores por cargos municipales. A fines de 2009 se sanciona la Ley de Primarias N° 14086 en la Provincia de Buenos Aires que contempla la realización de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) para todos los cargos provinciales y municipales. Las PASO establecen, asimismo, que todos los partidos y coaliciones electorales deben competir en esta instancia aun cuando presenten una lista única de precandidatos. Adicionalmente de poder convertirse en una instancia de selección de candidatos, actúan como un reductor de la oferta electoral para la elección general dado que los partidos/coaliciones que no obtengan un caudal electoral mínimo equivalente al 1,5 por ciento de los votos positivos válidamente emitidos, quedan eliminados de la próxima y definitiva ronda.

Dado que las PASO se realizan con un tiempo considerable antes de las elecciones generales (aproximadamente dos meses y medio) y que la legislación impide a los partidos que participan dentro de coaliciones en la primaria, competir luego por afuera en la general resulta ser una estrategia electoral arriesgada para aquellos partidos o líneas internas que pierden en la PASO6.

De esta manera, la coordinación electoral tiene lugar en dos instancias. Por un lado, «antes de la entrada» a las elecciones con la posibilidad de acordar candidaturas únicas al interior de la coalición antes de las primarias abiertas. Por otro lado, entre la primaria y la elección general, cuando se espera que los candidatos derrotados colaboren en la campaña de su espacio para que los vencedores de la primaria puedan obtener los cargos en disputa en la elección general (Cox, 2004). Esto implica poner a disposición recursos simbólicos, económicos y partidarios.

Consecuencias de la adopción de las PASO en la Provincia de Buenos Aires

Como se concluye en trabajos anteriores acerca del impacto que la reforma electoral ejerce sobre el nivel nacional (Pomares, Scherlis y Page, 2012; Clerici, 2015), podríamos destacar para el nivel local que dado el umbral de votos que las PASO requieren para competir en la elección general, una gran cantidad de partidos pequeños prefieren competir en las elecciones bajo una coalición electoral con partidos más grandes. El Gráfico 1 muestra la distribución por municipio en cada año.

El diagrama agrupa en la «caja» un 50 por ciento de los municipios con cantidad de competidores que van del percentil 25 al 75. El «bigote» superior muestra los valores de un 25 por ciento de casos, lo mismo que el «bigote» inferior.

La legislación provincial señala que los partidos cuentan con hasta sesenta días antes de las elecciones primarias para oficializar la alianza transitoria, como denomina la ley a las coaliciones electorales. Estas alianzas no pueden alterarse para participar en la elección general, los partidos que las forman no pueden competir en la elección por fuera de ella ni cambiar de alianza.

 

Gráfico 1
Percentiles de la cantidad de partidos/coaliciones por municipio que compiten en las elecciones municipales de 2007 y en las PASO municipales de 2011 y 2015

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires.

En 2007, la última elección de intendentes antes de la reforma, compitieron un total de 1272 partidos/coaliciones en los 135 municipios de la provincia, mientras que en la primera elección con el sistema de primarias (2011) este número disminuye 28 por ciento. En la segunda elección de intendentes con PASO, compitieron 823 partidos/coaliciones (10 por ciento menos que en 2011). Podría decirse que entre 2007 y la primaria de 2011 en todos los municipios la oferta electoral se redujo en dos competidores y medio. Grosso modo, es posible señalar que en la última primaria el 70 por ciento de los municipios tuvo un competidor menos que en la PASO 2011. Asimismo, la mediana de partidos/coaliciones compitiendo por municipio baja escalonadamente en cada elección, de siete a seis y luego a cinco. El rango de dispersión de fragmentación de la oferta también se reduce conforme avanzan las elecciones, aunque es notable el salto entre 2007 y 2011. Tanto el segundo cuarto de los municipios como el tercero ubican su oferta electoral en un rango cada vez más acotado. De esta manera, es posible suponer que la introducción de las PASO en la provincia va reduciendo progresivamente la oferta electoral municipal.

Un elemento destacable en la política electoral argentina es el peso de las denominadas listas de adhesión, colectoras o acoples7. La agrupación que «colecta» busca beneficiarse del efecto arrastre del voto al partido/ coalición al que va adherido. Y este último habilita el pegado para sumar votos en la categoría donde el primero no compite8. Este fenómeno se produce en dos situaciones. Uno, la lista que adhiere presenta candidatos a cargos legislativos y va «pegada» a la categoría ejecutiva de otro partido. Dos, es una lista que compite a nivel municipal y «colecta» a una o varias del nivel superior (en este caso, provincial)9. La Provincia de Buenos Aires suele realizar sus elecciones provinciales y municipales de manera simultánea a las nacionales. En 2011 diversas agrupaciones en el nivel municipal contaron con más de una lista, dieron lugar en muchos casos a elecciones altamente competitivas. De modo que partidos y coaliciones que en el nivel presidencial y de legisladores nacionales presentaron listas únicas, tuvieron en muchos municipios elecciones competitivas (Pomares, Scherlis y Page, 2012, p. 7).

Con la introducción de las PASO provinciales el número de listas municipales de adhesión bajó notablemente10. Del Cogliano y Prats (2015) enEs la situación en la cual un partido/coalición decide no competir en alguna categoría y «pega» la boleta de los cargos por los que sí compite a la boleta de otro partido/coalición que presenta candidatos donde el primero no lo hace.

Más que la estrategia para sumar votos, la dificultad de alcanzar un acuerdo de unidad lleva a la decisión de armar colectoras. Generalmente el motivo de disputa son los lugares ubicados en la lista con la garantía de ingreso al cuerpo legislativo. Esta estrategia de mantener la interna fuera del partido, permitió por ejemplo al Partido Justicialista (PJ) no solamente sumar votos sino, además, mantener la discusión de la distribución de cargos y lugares en las listas por fuera del movimiento, permitiéndole a este la estrategia contraria a su oposición histórica: «doblarse sin romperse». El predomino del Partido Justicialista en la Provincia de Buenos Aires se sostenía en una multiplicidad de factores, entre ellos la utilización de distintas estrategias electorales, como por ejemplo la presentación de múltiples listas con distintos sellos, pero «parte del movimiento» (Calvo y Escolar, 2005).

Existen algunas excepciones de colectoras invertidas donde una lista legislativa va adherida a varias listas ejecutivas.

El hecho de «sacar» la interna fuera del partido vía las colectoras había llevado al empoderamiento de adversarios filoperonistas que, aunque dentro del gran movimien-cuentran 290 listas colectoras en el nivel municipal en 2007 (en 2003 las autoras contaron 77) mientras que datos propios señalan que en las elecciones primarias de 2011 hubo 21 y en la de 2015 apenas fueron siete. La adaptación a las nuevas reglas de juego fue paulatinamente traduciéndose en líneas internas de amplias coaliciones electorales que integraron suborganizaciones partidarias de partidos nacionales, partidos provinciales y partidos vecinales.

Salvo casos puntuales de agrupaciones vecinales fuertes como, por ejemplo, Integración Vecinalista Rosaleña (Coronel Rosales) o Unión Vecinal de Gonzáles Chaves (Adolfo Gonzáles Chaves), cuando los intendentes son fuertes no necesitan destinar recursos a fortalecer un sello partidario. El juego que plantea las primarias les permite a estos intendentes negociar con el partido/coalición provincial una lista interna en las PASO con la posibilidad de ubicar algún candidato en la lista de diputados provinciales. Es notable como muchos «vecinalismos» que ganan la intendencia en 2007 como colectoras deciden competir en las PASO 2011 dentro de coaliciones de partidos grandes11. Y lo mismo ocurre en 201512.

Como se ha mencionado, las PASO no son técnicamente elecciones internas porque no obligan a los partidos/coaliciones a competir con más de una lista de precandidatos. En 2011 a nivel nacional fueron en mayor medida los partidos opositores los que concurrieron a la primaria con más de una lista interna dado que el oficialismo no hizo uso de las PASO como mecanismo de selección de candidatos. Sin embargo, se registró un importante aumento en 2015 en el número de partidos que las utilizó, incluyendo esta vez al oficialista Frente para la Victoria para las categorías subnacionales. Respecto de las elecciones municipales bonaerenses, las primarias de 2011 cumplieron parcialmente con el propósito de servir como mecanismo de selección de candidatos.

En el Gráfico 2 pueden notarse algunos valores al respecto.

to histórico, fueron a las elecciones (y las ganaron) sin el sello oficialista. Las PASO fueron la herramienta para «traer» la interna hacia adentro de los partidos a la vez que se buscaba fortalecerlos y reducir la oferta electoral (Abal Medina, Tulio y Escolar, 2010).

Por ejemplo, Progreso Social (La Plata), Participación de Ciudadanos Libres para el Cambio (Presidente Perón), Movimiento H.A.C.E.R. por Buenos Aires (Capitán Sarmiento), Unidad Federalista-Paufe (Escobar), Polo Social (Quilmes), fueron listas de adhesión del PJ/FPV en 2007.

Por ejemplo, el Frente Social de la Provincia de Buenos Aires que gana en 2011 las intendencias de San Pedro, San Nicolás y San Martín colectando al PJ/FPV, fue parte de su coalición en 2015 en los tres municipios.

 

Gráfico 2
Porcentaje de agrupaciones que compiten en las PASO municipales de 2011 (N=916) y 2015 (N=823) con distinta cantidad de listas de precandidatos

Nota: Los valores de la segunda torta corresponden a los porcentajes sobre el total de competidores.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Junta Electoral de la provincia.

En las PASO de 2011 un 22,3 por ciento de las agrupaciones que participaron en las elecciones de los 135 municipios, lo hizo con más de una lista interna. De éstos, el 54 por ciento lo hizo con dos listas y un 27 por ciento con tres, lo que representa un 12 y un 6 por ciento del total, respectivamente. En la siguiente elección primaria donde se eligen intendentes se evidencia un incremento en el orden del 39 por ciento de las agrupaciones que utilizan las primarias para dirimir las candidaturas de la elección general respecto de 2011. En 2015 un 37 por ciento de los partidos/coaliciones participa con más de una lista interna. Este incremento se trasladó en mayor medida a una competencia con dos listas. Un 71 por ciento de estos últimos dirime la interna entre dos precandidatos a intendente con sus respectivos precandidatos a concejales, lo que representa el 26 por ciento del total de partidos/coaliciones.

Competitividad interna en las PASO municipales 2011 y 2015

Una aclaración necesaria, que se desprende de lo dicho en apartados anteriores, es que la convocatoria a primarias para la selección del candidato a intendente no garantiza por sí sola que haya una alta competitividad: competencia no implica competitividad.

Existe consenso en la literatura que estudia la competitividad electoral acerca de medir el fenómeno a través de indicadores tales como el número de partidos que compiten en la elección, el margen de victoria entre la lista ganadora y la que le sigue en proporción de votos (Janda, Kwak y Suárez-Cao, 2010; Reynoso, 2011), el índice de fuerza de la oposición (Gómez, 1991; Molinar Horcasitas, 1993; Valdés, 1995) o una combinación de estos (Méndez de Hoyos, 2003). El margen de victoria es la distancia en la proporción de votos entre la lista de precandidatos ganadora dentro del partido/coalición y la lista que sale segunda. Con regularidad se utiliza el margen de victoria para dar cuenta de la competitividad de una elección. Esta medida brinda importante información para saber cuán lejos se ubica del resto la lista ganadora, pero este valor por sí solo no puede dar cuenta de cuán simple le resultó a esa lista obtener dicho margen. Y esto depende, en gran medida, de la cantidad de competidores a los que se ha enfrentado. En este sentido, Janda, Kwak y Suárez-Cao (2010) sostienen que la proporción de votos del competidor que sale segundo no es una medida muy utilizada, aunque brinda importante información tanto acerca del ganador como del contrincante que se ubica en tercera posición en términos del caudal y esto permite dar cuenta de la distribución de votos (aunque ellos miran las bancas)13. Por su parte, el índice de fuerza de la oposición mide el peso electoral de todas las listas de precandidatos del partido/coalición juntas respecto de la lista que más votos obtuvo14.

Janda, Kwak y Suárez-Cao (2010) agregan que no todos los partidos políticos opositores son una «amenaza» para los oficialismos. Sólo tendrán posibilidad real futura de acceder al gobierno los partidos que salgan segundos, pero que obtengan proporciones altas de votos o bancas, no así los terceros partidos «débiles». Esta medida de la potencia opositora es utilizada por Méndez de Hoyos (2003) junto con el margen de victoria como dos de los componentes de un índice que utiliza para medir la competitividad de una elección general. Méndez de Hoyos se basa en un indicador desarrollado por Valdés (1995). Esta medida tiene antecedentes en el índice de dominancia que adapta De la Peña (2005) a los temas electorales tomado de un estudio de García Alba (1998) sobre el sector aerocomercial mexicano.

Como aquí se analiza cuán competitiva es la elección primaria al interior de un partido/coalición se han tenido en cuenta dos elementos para dar cuenta de la competitividad: el número efectivo de listas internas —que son las que tienen un peso relevante dentro de la contienda—, y el margen de victoria entre la lista que obtiene más votos y la segunda.

De los dos principales actores partidarios en la Provincia de Buenos Aires, el Partido Justicialista/Frente para la Victoria (PJ/FPV) mantuvo la cantidad de municipios donde se registró competencia interna en su primaria, en 2011 fueron 71 y en 2015 se agregaron cuatro más. La diferencia sustantiva ocurre en la estrategia de la Unión Cívica Radical (UCR) dado que aumentó 68 por ciento los municipios donde compitió en las PASO con más de una lista de precandidatos pasando de 58 en 2011 a 85 en 2015. Este cambio entre elecciones puede deberse a que mientras que en 2011 la UCR dominaba la coalición electoral Unión para el Desarrollo Social (Udeso), en 2015 dentro de la coalición Cambiemos Buenos Aires debió acordar con partidos políticos que contaban con candidatos con un alto nivel de conocimiento público15.

En el Gráfico 3 se muestran los percentiles del margen de victoria en las PASO municipales por año. En el mismo se incluyeron los partidos/ coaliciones que compitieron con más de una lista interna que en 2011 es el 22,3 por ciento de los casos (205) mientras que en 2015 este valor sube al 37 por ciento (304) en 2015.

El Gráfico 3 permite destacar tres conclusiones. i) Las PASO municipales 2015 resultan, en líneas generales, más competitivas que las de 2011, las listas internas de precandidatos de los partidos/coaliciones ganan la elección con una diferencia menor de votos. La mediana se reduce un 10 por ciento, en 2015 se ubica en una proporción de votos que ronda 0,2 mientras que en 2011 es de 0,3. ii) En 2015 la dispersión de los casos es menor que en 2011. En esta primera elección con PASO las listas internas del 50 por ciento de los partidos/coaliciones considerados gana con un margen de victoria de entre 1,1 y 0,6 y en 2011 se reduce a un rango de entre 0,1 y 0,4. Esto implica que en la última elección hay más agrupaciones con primarias más competitivas en las que la lista ganadora lo hace con un porcentaje de votos más acotado respecto de 2011. iii) Las listas internas que ganan su primaria con un margen de victoria mayor a 0,8 son

La coalición Udeso estaba integrada por la UCR, los partidos Federal, Demócrata Progresista, Unión Celeste y Blanco (integrado por un sector disidente del PJ de la Provincia de Buenos Aires referenciado en Francisco De Narváez) y más de una docena de agrupaciones vecinalistas. Cambiemos Buenos Aires, por su parte, fue integrada por la UCR junto a Propuesta Republicana (PRO), Coalición Cívica-Afirmación para una República Igualitaria (CC-ARI), los partidos Demócrata Progresista, Unión por la Libertad, Fe y otros partidos provinciales y vecinalistas.

casos fuera de rango en 2015 pero en 2011 se ubican en el cuarto percentil, lo cual muestra que las internas menos competitivas en 2015 lo fueron debido a un margen de victoria menor que en 2011.

Gráfico 3
Percentiles del margen de victoria entre la lista ganadora y la que sale segunda en las PASO municipales, por año

Nota: Se excluyen las agrupaciones que compitieron con una única lista interna. Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires.

A partir de aquí, el universo de análisis de este estudio son los partidos/coaliciones que compiten en cada uno de los 135 municipios de la Provincia de Buenos Aires en las PASO para cargos municipales de 2011 y 2015 (en las que se elige intendente) con un mínimo de 20 por ciento de votos16.

Se excluye al resto de los partidos dado que independientemente de cuán competitiva es la interna partidaria/coalicional en la PASO, estas agrupaciones no tienen posibilidades reales de ganar la intendencia.

En este trabajo se sostiene que las divisiones internas de los partidos/ coaliciones se expresan en la competitividad de la primaria de manera negativa, lo que impacta directamente en la posibilidad de ganar la elección municipal. Para someter a prueba esta hipótesis se trabaja a partir de un modelo logístico de efectos aleatorios donde la variable dependiente se expresa en el logit de ganar la intendencia: es decir, el logaritmo natural de la razón de probabilidad de ganar la intendencia en la probabilidad de no ganarla. Existen efectos individuales específicos a cada unidad, en este caso, los partidos/coaliciones, que son invariables en el tiempo y que afectan la manera en que cada partido toma sus decisiones. El estimador de efectos aleatorios asume que los efectos específicos individuales no están correlacionados con las variables independientes y la importante cantidad de elementos no considerados que pueden afectar el valor de la variable dependiente pero que no han sido incluidas explícitamente como variables independientes del modelo pueden resumirse apropiadamente en el término de error. Las variables del modelo se describen a continuación (con excepción de la variable explicativa Vi1 que fue desarrollada antes):

Vd: Ganar la intendencia. Variable dependiente, dicotómica, que otorga un valor de 1 si el partido/coalición ganó la elección municipal y un valor de 0 cuando no es el caso.

Vi1: Competitividad de la primaria del partido/coalición. Variable continua que resulta de un análisis de componentes principales a partir del número efectivo de listas internas y el margen de victoria (cuya correlación es muy alta con un coeficiente de Pearson de -0,89). El número efectivo de listas de internas de precandidatos del partido/coalición utiliza el indicador de Laakso y Taagepera (1979) —concebido originalmente para medir el número efectivo de partidos (NEP)— para capturar aquí la fragmentación de la oferta electoral del partido/coalición considerando cuántas son las facciones internas con un peso relativo importante. El indicador consiste en dividir uno por la suma de los cuadrados de las proporciones de votos que obtiene cada lista interna de precandidatos, pudiendo variar en un rango de una lista efectiva a infinito. Como el indicador tiene en cuenta el caudal de votos de cada lista, cuanto más alto es el número efectivo, más fragmentada resulta la primaria y, por lo tanto, la interna es más competitiva. Por su parte, el margen de victoria es la distancia en la proporción de votos entre la lista de precandidatos ganadora dentro del partido/coalición y la lista que sale segunda. Cuanto mayor es la proporción de votos que separa ambas listas, menos competitiva es la primaria del partido/coalición17.

Al realizar el análisis de componentes principales y a los fines de homogeneizar con el orden ascendente del NEP, contraintuitivamente cuanto más cercano a 1, el margen de victoria es menor.

El análisis de componentes principales se utiliza para sintetizar información convirtiendo variables posiblemente colineales entre sí en un conjunto de valores de variables sin correlación lineal. Dado que el número efectivo de listas y el margen de victoria lo son porque explican la misma variación de la variable dependiente, el indicador de competitividad resultante —de carácter continuo— conecta ambas capturando la dimensión latente que las relaciona.

La literatura sugiere ciertos elementos que alteran la posibilidad de que determinados partidos/coaliciones puedan ganar una elección. En este sentido, se agregan al modelo tres variables independientes, dos sobre el efecto arrastre que producen algunas categorías de cargos por sobre otros en elecciones simultáneas, y una adicional sobre la ventaja electoral que posee el oficialismo.

Respecto del efecto arrastre, estudios clásicos encuentran que cuando las elecciones de ciertas categorías de cargos tienen lugar en el mismo acto eleccionario, se produce un efecto de tracción de votos de una hacia las otras (Jacobson, 1987; Shugart, 1995). Esto implica que los partidos que no son el del ganador de la categoría que tracciona, tienen un peor desempeño electoral. Cuando además hay elecciones simultáneas entre niveles de gobierno, el efecto arrastre se produciría desde el nivel superior al de menores competencias (Fiorina, 1991; Alesina y Rosenthal, 1995).

Vi2: Arrastre de la categoría presidente que obtiene más votos en el municipio. Variable dicotómica que otorga un valor de 1 si la boleta del partido/coalición va adherida a la boleta de la fórmula presidente-vicepresidente que obtuvo más votos en el municipio en la elección general (la idea de «pegado» no se agota en la colectora, sino que es válida cuando pertenecen al mismo partido/coalición), y un valor de 0 si no es el caso. Se esperaría que el partido/coalición tenga más posibilidades de ganar la intendencia si va «pegado» a la candidatura al Ejecutivo nacional que obtuvo más votos en el municipio.

Vi3: Arrastre de la categoría gobernador que obtiene más votos en el municipio. Variable dicotómica que otorga un valor de 1 si la boleta del partido/coalición va adherida a la boleta de la fórmula gobernador-vicegobernador que obtuvo más votos en el municipio en la elección general (misma aclaración que en Vi2), y un valor de 0 si no es el caso. Se esperaría que el partido/ coalición tenga más posibilidades de ganar la intendencia si va «pegado» a la candidatura al Ejecutivo provincial que obtuvo más votos en el municipio.

La ventaja electoral que poseen los oficialismos no puede dejar de considerarse en cualquier modelo que indague acerca de los posibles factores que alteran la posibilidad de ganar una elección. Algunos argumentos para explicar esta ventaja radican en la utilización del empleo público como herramienta de fidelización y/o presión, el uso de los recursos públicos —tanto humanos como materiales—, la exposición del oficialismo ante el electorado gracias a la pauta oficial y la inauguración de obra pública, las transferencias fiscales desde el nivel nacional, la posibilidad de funcionar como un cartel de agenda legislativo, entre otras cuestiones (Calvo y Murillo, 1998; De Jones y Hwang, 2005, Schiumerini y Page, 2012; Gervasoni, 2013). Una situación no menor es, asimismo, cómo repercute esto en la oposición. Algunos autores encontraron que aquel partido que no gobierna tiende a fragmentarse (Scherlis, 2008).

En la Provincia de Buenos Aires hasta la elección de 2015, los intendentes han podido ser reelegidos de manera ilimitada lo que genera un poder aún mayor al partido oficialista en cuanto a las posibilidades de seguir ejerciendo el poder: en las dos elecciones municipales consideradas en este trabajo (2011 y 2015), el 85 por ciento de los intendentes buscaba su reelección18.

Vi4: Oficialismo al momento de la elección. Variable dicotómica que otorga un valor de 1 si el partido/coalición ocupa la intendencia al momento de la elección, y un valor de 0 si no es el caso. Se espera que el hecho de ser oficialismo impacte positivamente sobre la posibilidad de ganar la intendencia nuevamente.

Resultados

Para facilitar la interpretación de los resultados, los coeficientes de la Tabla 1 presentan la razón de probabilidades (odds-ratios). Es decir, el valor exponenciado de los coeficientes, exp(coeficientes) del modelo logit, con errores estándar en paréntesis. Valores entre [0, 1] representan caídas en la razón de probabilidad de ganar una intendencia. Valores entre [1, oo] describen incrementos en la razón de probabilidad de ganar una intendencia. Por ejemplo, si un candidato tiene 1/3=0,33 de razón de probabilidad de ganar una intendencia, un aumento de una unidad en el nivel de competitividad de las PASO, usando el Modelo 1 de la Tabla 1, reduciría las chances de ganar en 0,2 (1/3*0,603 = 0,2). Es decir, en este ejemplo, una mayor competitividad reduciría la razón de probabilidad de un tercio a un quinto.

A partir de las próximas elecciones municipales ejecutivas se limita el mandato de los intendentes a un máximo de dos períodos. La nueva reglamentación también alcanza a legisladores provinciales, concejales y consejeros escolares. Esto sin dudas producirá una modificación en los incentivos para la competencia a nivel local y municipal, especialmente en lo que refiere a las carreras políticas y los procesos de definición de candidaturas. Si el lector desea profundizar sobre este tema previo a la sanción de la reforma se recomienda la lectura de Rotman y Varetto (2014).

El indicador que mide la competitividad (Vi1) tiene un rango de variación en las observaciones entre -0,39 y 1,69 con una media de 0,25 y un desvío estándar de 0,77. La media se ubica perfilada hacia la cota inferior debido a que, como se mencionó anteriormente, el 71 por ciento de los partidos y coaliciones que han participado de las elecciones primarias municipales de la provincia en 2011 y 2015 lo han hecho con una única lista interna.

En la Tabla 1 se presentan siete modelos de regresión. El Modelo 1 incluye todos los partidos/coaliciones que participaron en las PASO para intendente en la Provincia de Buenos Aires en 2011 y 2015 que obtuvieron en la elección general un mínimo de 20 por ciento de votos. El Modelo 2 solo considera las observaciones que corresponden al Partido Justicialista/ Frente para la Victoria (PJ/FPV) en ambas elecciones mientras que el Modelo 3 tiene en cuenta solamente a la Unión Cívica Radical (UCR). El Modelo 4 toma a los partidos/coaliciones de los municipios cuya principal actividad económica tiene relación con las actividades en oposición al Modelo 5 que considera a los que no lo son incluyendo a aquellos dedicados mayormente a actividades industriales y turísticas19. La presunción en este sentido es que la influencia de la competitividad de la PASO partidaria sobre las chances de ganar la elección municipal es mayor en los municipios cuyas actividades económicas giran, principalmente, en torno al campo. Aquí existe una compleja red de producción que vincula a los individuos en redes económico-comerciales superpuestas a las redes políticas, de modo que es esperable que mantengan relaciones personales más estrechas. Así, una PASO competitiva enfrenta a socios y amigos y es esperable que tenga efectos en el sentido planteado.

Por último, el Modelo 6 que incluye a los contendientes en municipios con un mínimo de cincuenta mil habitantes (aquellos considerados grandes), y el Modelo 7 que toma en cuenta a los partidos/coaliciones de municipios con menor cantidad de población20. Se espera que en los municipios chicos el efecto de la competitividad de la primaria sobre la posibilidad de ganar la intendencia tenga una influencia mayor que en los grandes. Esto podría deberse a dos cuestiones, propias de los municipios más pequeños. Por un lado, las relaciones interpersonales son más estrechas, las lealtades se vuelven más personales que político-partidarias y, por lo tanto, los enfrentamientos adquieren una dimensión diferente. Por

La clasificación de la actividad económica principal la realiza en Ministerio de Economía de la Provincia y los divide en municipios cerealeros, ganaderos, industriales, industriales mixtos, oleaginosos y turísticos. Ve r Quesada Aramburú y Cadelli (2012). Los datos de la cantidad de habitantes de cada municipio corresponden al último Censo 2010 disponible en http://www.ec.gba.gov.ar/estadistica/librocenso2010.pdf otro lado, quien pierde las PASO tiene pocas probabilidades de ser premiado luego con cargos por mantenerse disciplinado porque los recursos a repartir son menores. Así, el perdedor tiene mayores incentivos para no jugar abiertamente a favor del candidato ganador de las PASO o inclusive para jugar en contra.

En casi la totalidad de los modelos se evidencia una relación negativa y estadísticamente significativa entre la variable explicativa principal (Vi1) y la variable dependiente: a medida que la elección primaria del partido/ coalición es más competitiva, disminuye su probabilidad de ganar luego la elección municipal. Con un aumento de una unidad en el nivel de competitividad de la interna, la razón de probabilidad de que un partido gane la elección general se reduce desde un máximo de (1-0,4)=0,6 a un mínimo de (1-0,7)=0,3, manteniendo el resto de las variables constantes. Si la razón de probabilidad de ganar un municipio es de un tercio, en los municipios de más de cincuenta mil habitantes (Modelo 6) se reduciría a ganar tan sólo uno de cada siete municipios y medio (1/3*0,4= 0,13), mientras que en los de menor cantidad de habitantes (Modelo 7), bajaría a poco menos de uno cada cuatro (1/3*0,7=0,23). En términos de los partidos, tanto para el PJ/FPV (Modelo 2) como para la UCR (Modelo 3), la razón de probabilidad de ganar la elección general ante un aumento de una unidad en la competitividad de la interna se reduce a un municipio de cada cinco aproximadamente (1/3*0,63=0,21 para PJ/FPV y 1/ 3*0,57=0,19 para UCR).

A este respecto, el modelo permite destacar dos cuestiones importantes. Por un lado, resulta poco conveniente a nivel electoral que los partidos/ coaliciones trasladen al electorado la selección de candidatos entre figuras con posibilidades reales de ganar. Una estrategia más exitosa para evitar el fuego «amigo» consistiría en poner a competir en las PASO a un candidato que «traccione» votos junto con otras candidaturas más testimoniales. Por otro lado, el impacto negativo de la competitividad de la interna se magnifica en los partidos/coaliciones que compiten en municipios grandes (Modelo 6) en comparación con los pequeños (Modelo 7). Esto es un hallazgo contrario al esperado. Se sostenía que el hecho de que las lealtades político-partidarias sean más bien relaciones personales en los lugares con menor cantidad de habitantes, generaría que el enfrentamiento en la interna se tornara inmanejable cuando la primaria es divisiva, especialmente porque el partido/coalición tiene pocos recursos y cargos para compensar al perdedor de la interna. Sin embargo, el efecto negativo presenta una magnitud mayor en los municipios de más de cincuenta mil habitantes. Aquí hay un punto que vale la pena profundizar en futuras investigaciones.

La influencia de una primaria competitiva no es estadísticamente significativa sobre los partidos/coaliciones de los municipios cuya actividad económica principal no es aquella ligada al campo, como la industria y el turismo (Modelo 5). La situación de estos municipios es especial dado que ninguna de las variables del modelo resulta estadísticamente significativa en su impacto sobre las chances de ganar la intendencia.

Respecto de colectoras y adhesiones, los modelos estadísticos anteriores apoyan la teoría del efecto arrastre que generan las categorías de cargos de niveles superiores. En casi todas las variantes planteadas, los partidos/ coaliciones del nivel municipal consideradas se benefician de que su boleta esté adherida al candidato a gobernador que obtiene más votos en el municipio, y lo mismo ocurre con la fórmula presidencial. Integrar la misma boleta partidaria que la de gobernador y de presidente que mayor caudal electoral obtienen en el municipio, ceteris paribus, aumenta notablemente las chances de ganar la categoría municipal. Aunque, en líneas generales, la magnitud de este efecto es mayor en el primer caso.

Estas conclusiones se sostienen cuando se evalúan los impactos sobre los dos partidos mayoritarios, individualizados en los modelos 2 y 3. Tanto para el PJ/FPV como para la UCR, la probabilidad de ganar la elección municipal aumenta cuando el candidato a gobernador de su espacio es el candidato más votado en el municipio. Y lo mismo ocurre con el candidato a presidente. Sin embargo, para los dos partidos el aumento es mayor en respecto del Ejecutivo provincial. En probabilidad de cambio, si los odds-ratio de ganar un municipio son de un tercio, la probabilidad es 25 por ciento, que se eleva a 49 por ciento para el PJ/FPV y a 53 por ciento para la UCR al considerarse la boleta presidencial, pero es 60 y 62 por ciento con la boleta de gobernador, respectivamente. Esto podría deberse a que el votante evalúa la conveniencia de tener un intendente del mismo espacio político que el gobernador por la posibilidad de conseguir algunas ventajas y recursos de manera menos costosa. La relación del intendente con el presidente del país es mucho más lejana y, por lo tanto, también lo son las chances del municipio de beneficiarse directamente con la coincidencia de los oficialismos.

Esta diferencia se invierte cuando se consideran los modelos específicos por tamaño de los municipios. En aquellos con menos de cincuenta mil habitantes (Modelo 7) el beneficio de ir adherido al partido/coalición que obtiene más votos en la categoría presidencial es mayor que el reportado por hacerlo al Ejecutivo provincial, manteniendo el resto de las variables constantes.

En el caso de los municipios grandes (Modelo 6), el efecto del arrastre presidencial no es estadísticamente significativo sobre la probabilidad de ganar la intendencia mientras que sí lo es la categoría de gobernador en una magnitud altamente relevante: si la probabilidad de ganar la intendencia en la elección general es de 25 por ciento, esta aumenta a 73 por ciento cuando la lista municipal va adherida al candidato a gobernador que más votos obtiene en el municipio. Una posible explicación es que en este tipo de municipios las consecuencias de las políticas provinciales son más visibles por ser más grandes, como pueden ser por ejemplo en educación, salud y seguridad. Estas áreas son gestionadas y sostenidas por el Ejecutivo provincial desde la infraestructura básica hasta la burocracia administrativa. Lo mismo que políticas de generación de empleo en una diversidad de esferas económicas, especialmente la de servicios (casi inexistente en lugares pequeños). Quizás todos estos elementos que hacen a la (calidad de) vida cotidiana de las personas hacen que la política nacional resulte menos «evidente» para los votantes y podrían estar explicando que en el modelo aparezca sobredimensionado el rol del Ejecutivo provincial en comparación con el del presidente. Aunque si se toma en cuenta la literatura acerca del voto retrospectivo, está en discusión si el electorado, efectivamente, distingue atribuciones y responsabilidades entre los distintos cargos y niveles de gobierno21.

Tal como se esperaba, la ventaja del oficialismo genera un impacto estadísticamente significativo sobre las posibilidades de ganar la elección municipal en casi la totalidad de los modelos. Ocupar la intendencia le genera al partido/coalición una enorme ventaja en cuanto a la posibilidad de ganarla nuevamente22. Como la probabilidad de ganar la elección general es 25 por ciento de si los odds-ratio son un tercio, en los municipios grandes (Modelo 6) la probabilidad de ganar la intendencia para el oficialismo aumenta a 70 por ciento —1/3*7,08=2,33, luego 2,33/ (1+2,33)=0,7—; mientras que en los pequeños (Modelo 7) se eleva a 54 por ciento —1/3*3,65=1,2, luego 1,2/(1+1,2)=0,54—. En los municipios de más de cincuenta mil habitantes aumenta en mayor medida la probabilidad de que el oficialismo gane la elección versus los municipios con menos habitantes.

La ventaja del oficialismo es apenas más alta para el PJ/FPV (Modelo 2) que para UCR (Modelo 3). Con cálculos similares a los anteriores, el PJ/ FPV tiene una probabilidad de 66 por ciento de ganar la intendencia si es oficialismo mientras que para la UCR esta probabilidad es de 60 por ciento en iguales circunstancias. La conclusión es la importante ventaja que posee el partido del intendente al momento de la elección por la renovación del Ejecutivo local.

Para una parte de los estudios, el voto partidario en las categorías subnacionales estaría condicionado por el desempeño de la economía a nivel nacional y/o la popularidad del presidente (Squire y Fastnow, 1994; Remmer y Gélineau, 2003), mientras que para otros el votante realiza una evaluación de la performance de cada nivel de manera separada al momento del votar y en base a ello establece sus preferencias en cada caso (Partin, 1995; Carsey y Wright, 1998).

Aunque la variable se refiere a la ventaja del partido oficialista, es posible abrir el interrogante acerca de si la magnitud de este efecto se sostendrá con el mencionado cambio introducido en 2015 limitando a dos los mandatos de los intendentes.

En este punto se evidencia la excepcional situación de los municipios con actividades económicas principales ajenas al campo, dado que la relación entre ambas variables no es estadísticamente significativa al igual que ocurre con el resto de las variables de control del modelo. Este hallazgo plantea interesantes interrogantes para indagar en el futuro.

Resumiendo, en términos estadísticos la evidencia parece acompañar la hipótesis: las chances de acceder a la intendencia se ven disminuidas cuando los partidos/coaliciones enfrentan una contienda interna competitiva en las PASO. Esta conclusión parece ser válida para todas las agrupaciones consideradas en el trabajo, tanto en municipios con menos de cincuenta mil habitantes como en los más grandes —aunque en el primer caso el impacto de la competitividad es mayor—.

El hecho de que el partido/coalición lleve sus candidatos municipales en la misma boleta partidaria que otras categorías ejecutivas ganadoras en el municipio, genera una influencia enormemente positiva sobre la posibilidad de ganar la intendencia. En la mayoría de los casos, el efecto del arrastre del candidato a gobernador es mayor que la magnitud del arrastre presidencial siendo excepcionalmente alto en los municipios grandes.

Conclusiones

Al día de hoy, son escasos los trabajos académicos que abordan las consecuencias de la introducción de las elecciones primarias (PASO) en el nivel subnacional en Argentina, aunque cada vez son más las provincias que sancionan legislación para introducirlas en sus regímenes electorales23.

En los orígenes de las PASO, algunos argumentos a favor de su implementación las plateaban como una instancia de democratización interna de los partidos. A la vez, servirían como un mecanismo de fortalecimiento de la participación ciudadana al trasladarse la interna partidaria a la decisión de los votantes. Adicionalmente, fueron pensadas como una solución a los problemas de fragmentación del sistema partidario argentino (De Luca y Malamud, 2010). Sin embargo, esta instancia abrió un nuevo inconveniente para la cohesión interna de los partidos: tener que lidiar con la posibilidad de que la primaria competitiva genere una disputa tal entre los candidatos que ponga en riesgo la posibilidad de que el partido/ coalición gane la elección general. Una parte de la literatura politológica originada en otras latitudes destaca esta posibilidad al respecto. Este trabajo apuntó a aplicar dichas presunciones a la realidad municipal de la provincia más grande de Argentina.

La evidencia estadística presentada acompaña la hipótesis planteada: una primaria competitiva afecta negativamente las chances de ganar la elección general. Este impacto se evidencia tanto en los municipios más grandes como en los pequeños (aunque el impacto es mayor en los primeros) y también cuando se consideran a los partidos mayoritarios de manera separada (PJ/FPV y UCR). Este hallazgo puede enmarcarse en las investigaciones que destacan las consecuencias electorales negativas de primarias divisivas, las que por el alto nivel de competitividad generan división dentro del partido/coalición. El/os candidato/s perdedor/es en lugar de hacer campaña y destinar recursos para sumar votos al espacio partidario en la elección general, «muerde/n» la mano compañera agravando el faccionalismo y la conflictividad.

Otras variables de control muestran los efectos esperados. En casi todas las variantes planteadas, los partidos/coaliciones del nivel municipal se benefician de compartir boleta partidaria con los candidatos a gobernador y a presidente que obtienen más votos en el municipio. Aunque el efecto arrastre de cada categoría varía según el tipo de municipio: en aquellos con menos de cincuenta mil habitantes el beneficio de ir «adherido» al candidato presidencial que mejores resultados obtiene localmente es mayor en términos de magnitud. Contrariamente, en el caso de los municipios grandes el impacto de esta variable no es estadísticamente significativa, en cambio sí lo es y en una importante magnitud el efecto arrastre de la boleta de gobernador.

La ventaja del oficialismo es enorme y genera un importante efecto sobre la probabilidad de volver a ocupar la intendencia. Esta probabilidad aumenta más allá del 54 por ciento en casi la totalidad de los modelos.

Algunos hallazgos interesantes requieren mayor investigación. Por un lado, el hecho de que el efecto de una primaria competitiva genere un impacto mayor sobre las chances de ganar la elección general en municipios grandes que en los pequeños. Por otro lado, que aquellos municipios cuya actividad económica no está vinculada al sector agropecuario escapen a la tendencia general que los modelos estadísticos han mostrado. En estos municipios es llamativo que otras variables relevantes para la literatura no muestren un impacto estadísticamente significativo sobre las chances de ganar la intendencia, como la ventaja del oficialismo y el arrastre del voto desde las categorías de niveles superiores en facultades.

Quizás los efectos más importantes puedan verificarse a futuro en la conexión electoral entre el votante y los precandidatos a cargos públicos que acceden al mismo mediante primarias. Aun cuando se pretende fortalecer mediante las PASO a los partidos, al aglutinar sus líneas internas evitando la competencia «por afuera», pareciera haber alguna evidencia acerca de que esto erosiona la cohesión interna. Esto último puede significar que estrategias electorales más vinculadas a la idea de organización y verticalidad se vuelvan menos exitosas en contextos donde los incentivos institucionales los vuelven cada vez más competitivos.

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