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Cuyo

versão On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.30 no.2 Mendoza dez. 2013

 

ARTÍCULOS

Tercera edición del Facundo: una estrategia de Sarmiento para intervenir en la escena política

Third Edition of Facundo: a Strategy by Sarmiento to Intervene in the Political Scene

 

Hernán Fernández1

Universidad Nacional de San Juan
hernan.fernan86@gmail.com 

 


Resumen

El propósito es una lectura de la tercera edición del Facundo (1868) como estrategia de Domingo Faustino Sarmiento para la concreción de fines políticos (puntualmente, el acceso a la presidencia argentina en 1868). El estudio se centra en el nuevo escrito que el autor inserta en esta edición: "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos". Se aborda, desde el campo de la Historia Intelectual, la historicidad del concepto "caudillismo", analizando los usos que hace Sarmiento del término en sus diversos contextos de enunciación. A su vez se propone un análisis de la historicidad del texto mismo, observando las estrategias discursivas con que opera su autor para intervenir en la escena política.

Palabras clave: Sarmiento; Historia Intelectual; política; caudillismo.

Abstract

The aim is a reading of the 3rd edition of Facundo (1868) as a strategy by Domingo Faustino Sarmiento to achieve political purposes (specifically, access to the Argentinian presidency in 1868). The study focuses on the addition by the author in this edition of: "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos". It discusses, from the field of Intellectual History, the historicity of the concept of "warlordism", analyzing the uses that Sarmiento makes of the term in its various contexts of enunciation. At the same time it proposes an analysis of the historicity of the text itself, observing the discursive strategies that the author operates to intervene in the political scene.

Keywords: Sarmiento; Intellectual History; Politics; Warlordism.


 

Introducción

En 1868 parte de la dirigencia política propuso la candidatura de Domingo Faustino Sarmiento para el mandato presidencial que se extendería entre 1868 y 18742. Sarmiento se hallaba por entonces en los Estados Unidos, cumpliendo la labor de Ministro Plenipotenciario, cargo al que arribó luego de ser Gobernador de la provincia de San Juan entre 1862 y 1864.

Como consecuencia de su acción en el gobierno de San Juan, Sarmiento no gozaba de un apoyo total. Por el contrario, abundaban las críticas, provenientes de la clase política, sobre dos puntos débiles de su gestión. Por un lado, sus adversarios no veían en él a un político fuerte ya que su mandato como gobernador había quedado inconcluso (Sarmiento renunció y seguidamente se embarcó a Estados Unidos). Esta crítica basaba sus fundamentos en el supuesto de que si no había logrado finalizar su mandato en el tiempo que la Constitución asignaba, tampoco lo podría hacer como presidente de un país que estaba en guerra con el Paraguay desde 1865 y acababa de sufrir el levantamiento montonero de los "Colorados" en 1867.

Por otra parte, era desprestigiado por la acusación de haber asesinado al "Chacho" Peñaloza, pues fueron las fuerzas del ejército que él comandaba, bajo el cargo de Director de la Guerra, las que le dieron muerte al riojano, tras ser vencido y tomado prisionero luego del levantamiento montonero que lideró durante 1863. La acusación que se le hizo a Sarmiento en este punto lo juzgaba de haber actuado despóticamente por dos motivos: primero, por haber dictaminado el estado de sitio para la provincia de San Juan sin la aprobación de la Nación (que era competencia de los poderes nacionales y no provinciales); segundo, porque no había respetado los derechos que le correspondían al Chacho como prisionero, pues éste se entregó luego de la derrota de la montonera que acaudillaba.

La polémica por la muerte del Chacho tuvo eco en todo el país. El presidente Mitre manifestaba de la siguiente manera su oposición a la decisión tomada por Sarmiento: "… como cualquier otro ciudadano […] su vida sólo correspondía a la justicia y a las autoridades que por la Constitución están encargadas de hacerla efectiva" (Sábato, H. 2012, 139).

A estas opiniones adversas que la figura de Sarmiento generaba, él mismo ofrecerá una respuesta pública para avalar su candidatura: editará por tercera vez Facundo. A sus ojos, la batalla cultural, la lucha por imponer la verdad en la escena política, representaba el principal desafío a enfrentar para acceder al gobierno y al mismo tiempo ganar crédito para gobernar el país. Para librar esta batalla eligió el arma más contundente a su disposición: sus escritos y, sobre todo, su obra más reconocida.

Para explicar con mayor nitidez el motivo de esta nueva publicación que Sarmiento hace de su Facundo es necesario realizar un breve rodeo3.

En la trayectoria política de Domingo Faustino Sarmiento la obra Civilización y Barbarie. Vida de Facundo Quiroga, producida y editada por primera vez en formato folletín por el diario El Progreso de Chile, en 1845, representa tanto para su autor como para sus contemporáneos la gran obra del sanjuanino. Frecuentemente invocaban este escrito tanto Sarmiento como sus opositores. El primero, para legitimar su posición política; sus enemigos, para destruirlo en el mismo campo. Baste recordar el célebre caso de Juan Bautista Alberdi, quien desde la década del '50 citaba el Facundo para atacar a su autor4

Respecto de los modos en que los opositores de Sarmiento lo impugnaban valiéndose del Facundo existen varios trabajos que abordan el tema5. Por su parte, Sarmiento "…cree tener en el Facundo su mejor carta de presentación" (Pagliai, L. 2012, 53), por ello reedita la obra en los momentos en que quería posicionarse en la escena política. Por ejemplo, la segunda edición, de 1851, coincide con el inicio de la campaña contra Rosas. Allí Sarmiento se presenta junto a su grupo (la Generación del '37) como el candidato para remplazar al Restaurador en la conducción política6

Alberdi, en su polémica con Sarmiento, aludiendo a Recuerdos de Provincia, le reprocha: "… Ud. concibió esperanzas de encabezar el partido liberal contra Rosas y las dejó traslucir más de una vez. Rosas contribuyó a darle esa ilusión más que el éxito de sus escritos lúcidos y patrióticos. Ud. publicó su propia biografía en un grueso volumen encomiástico, que no dejó duda de que se ofrecía al país para su futuro representante" (Alberdi, J. 1957, 30-31). De igual manera, la tercera edición del Facundo también debe entenderse en una coyuntura decisiva para Sarmiento, pues la pensó con el fin de legitimar su capacidad para gobernar el país una vez elegido presidente, como acabamos de decir.

La nueva edición presentaba varios rasgos distintivos. La introducción y los dos capítulos finales que Sarmiento coloca en la primera edición, titulados "Gobierno unitario" y "Presente y porvenir", fueron eliminados. El motivo de esta acotación de las partes que integraban el libro se debe a que en estos dos últimos capítulos su autor criticaba a los antiguos unitarios (muchos de los cuales ahora lo apoyaban) y comentaba la necesidad de nacionalizar la aduana porteña, pero como su candidatura presidencial era respaldada por el grupo alsinista (opositor a la nacionalización), optó por la omisión con el fin de evitar posibles desavenencias con el círculo de sus benefactores. Por otra parte, Sarmiento introdujo dos textos más como apéndice: "El General Fray Félix Aldao" (ya publicado en la segunda edición de 1851) y un nuevo escrito, "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos".

Resulta necesario detenerse un momento en el siguiente punto: el Facundo es una obra difícil de clasificar genéricamente. Existen diferentes autores que lo han abordado desde una perspectiva filosófica (entre ellos se puede mencionar a Guerrero, L. J. 1983); otros lo han hecho poniendo el acento en la faceta literaria (tal es el caso de Jitrik, N. 1981) e, incluso, podemos referirnos a la experiencia escolar donde se lo enseña como un texto literario. Esta variedad de perspectivas a la hora de considerar las distintas temáticas y la estructura del Facundo nos habla de la riqueza de la obra, pero no debemos perder de vista las intenciones inmediatas que llevaron a su autor a crearla, por ello ponemos énfasis en que este escrito es, sobre todas las cosas, un texto político, una obra compuesta para intervenir en la escena política. El fundamento de esta afirmación lo encontramos, en esta primera aproximación, en las diferentes ediciones que Sarmiento realizó del Facundo: todas ellas fueron adaptadas por el autor (en lo que al texto mismo se refiere) a las circunstancias políticas en las que decidió intervenir. Por ello es necesario leer cada edición prestando atención a la coyuntura política en la que Sarmiento se desenvuelve. En el caso particular de la tercera edición hay que explicar por qué reúne tres obras bajo el título de Facundo (cuando Facundo siempre fue una sola); más precisamente, por qué las biografías sobre el Chacho Peñaloza y el Fraile Aldao forman parte del Facundo en la bisagra política de 18687.

A pesar de las modificaciones que presentan las ediciones, en todas estuvo siempre presente un tema sustancial, que se fue tornando cada vez más complejo en el escenario político donde se desarrolló: el caudillismo.

El caudillismo representó para Sarmiento y los políticos que se opusieron a Rosas en una primera instancia "y que intentaron consolidar la república una vez derrocado el gobernador de Buenos Aires" una problemática a superar si se quería conseguir la gobernabilidad en un clima caracterizado por la unidad entre la política y las armas. Para cumplir con el objetivo de lograr la gobernabilidad se adoptaron diferentes estrategias. Una de ellas fue la imposición de (o el intento de imponer) una "verdad de los hechos" mediante el discurso político. De ahí que titulemos el presente tema de investigación "Tercera edición del Facundo: una estrategia de Sarmiento para intervenir en la escena política", pues, como afirmamos, Sarmiento realizará, en la "Vida del Chacho", determinados usos del concepto de caudillismo para demostrar que podía gobernar el país. Es decir, este escrito que Sarmiento introduce en la tercera edición del Facundo es funcional a la estrategia política del autor, cuyo fin es presentarse como el hombre indicado para superar el problema del caudillismo y lograr, de este modo, encauzar la gobernabilidad de la Argentina.

En esta intervención pública que realizó con su Facundo, lo que deseaba demostrar Sarmiento era que siempre comprendió el problema que representaba el caudillismo para la Argentina. Al mismo tiempo debía demostrar con su nuevo escrito, "Vida del Chacho", que no fue el asesino de Peñaloza, sino que actuó bajo el imperio de la ley. A su vez, se valió del texto incorporado para dar cuenta en él de su capacidad para presidir el país en los tiempos conflictivos que corrían, ya que, como cuenta en "Vida del Chacho", durante su gobernación en San Juan pudo llevar adelante una gestión efectiva y al mismo tiempo enfrentar y vencer a la montonera. Claro está que el recuento de estas virtudes tenía como único fin hacer explícitos los motivos por los que se consideraba la persona adecuada para la alta magistratura.

Nuestra propuesta de estudio es ofrecer una lectura de la escasamente explorada tercera edición del Facundo -y, particularmente, de "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos"- como operación política donde Sarmiento justifica su candidatura a la presidencia. Acotamos nuestra perspectiva al análisis de los usos que realiza en dicha operación política, de los conceptos "caudillismo" y "caudillo"8, con la hipótesis de que su finalidad era presentarse como figura política fundamental para acabar, según su opinión, con este "mal" argentino. Para ser más claros, asumimos que los conceptos poseen una historicidad que debe ser entendida para comprender su utilización en diferentes coyunturas, tal como lo manifiesta Arturo Roig al hablar sobre el modo en que Sarmiento emplea en el Facundo los conceptos "feudalismo" y "feudal": "…no cabe duda alguna que tanto la ausencia como la presencia de estos términos, así como sus diversos usos, resultarían inexplicables si no tuviéramos en cuenta el proceso dentro del cual las ideas son a la vez reflejo y poder causal" (Roig, A. 1989, 235).

Para abordar el Facundo y, dentro de esta edición, "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos", nos servimos de la autodenominada "Historia Intelectual". Nuestra intención es analizar esta tercera edición -específicamente, la obra sobre el Chacho Peñaloza- con el objetivo de dar nuevas luces a los estudios sobre el pensamiento del sanjuanino. Nos centramos en las utilizaciones que éste hizo de los conceptos "caudillo" y "caudillismo" y en la manipulación editorial de sus textos, acciones que siempre respondieron a una clara finalidad política. Pretendemos con esto concretar una primera aproximación a una temática más profunda y abarcadora, como es el problema de la gobernabilidad durante el siglo XIX.

Hechas estas aclaraciones conceptuales retomemos el objeto de estudio propuesto. Siguiendo al sociólogo Pierre Bourdieu (2003), podemos decir que Sarmiento, al publicar la tercera edición del Facundo, trataba de imponer una "norma de percepción" en la escena pública, esto es, crear e imponer un discurso que lo justificara y destruir, al mismo tiempo, otros discursos que lo difamaban. Sarmiento, para seguir el enfoque de Bourdieu, trataba de establecer el "significado" y el "reconocimiento" de su capacidad para gobernar. Para ello necesitaba construir e imponer un relato de éxito fundamentado en el pasado y que a la vez anticipara el logro de similares resultados: Sarmiento no pacificaría al país (pues ya lo había hecho al vencer al Chacho), sino demostraría ahora que en la Argentina de 1868 era posible gobernar sin caudillos.

Como señala Bourdieu, todo discurso político se escribe contra otro discurso que lo difama, que lo descalifica, para imponerse como "la" verdad. Sarmiento no podía afirmar que estaba en condiciones de gobernar el país, o que no era el "asesino del Chacho", y simultáneamente aceptar el discurso de Alberdi y de otros que decían exactamente lo contrario. El análisis de "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos", tiene en cuenta estos presupuestos, y subraya el carácter "combativo" de este escrito en particular, y de la tercera edición del Facundo en general. Esta edición no constituye en su conjunto un libro "informativo". Sarmiento no se propone "informar" a sus lectores políticos ilustrados lo que pasó en la época de Rosas o durante su gobernación en San Juan, sino "intervenir" en la escena política con un objetivo preciso: legitimarse en su candidatura y deslegitimar a quienes lo atacaban.

Sarmiento como intérprete del "caudillismo" en 1845

Si bien nuestro objetivo particular está centrado en "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos", no podemos entender este texto si no hacemos referencia al Facundo y sus ediciones. Poniendo nuestro énfasis en el aspecto político de la obra, queremos destacar la coyuntura en la que Sarmiento la compuso por primera vez, es decir, en el año 1845.

Para esta fecha Rosas era Gobernador de Buenos Aires y, en la misma ciudad, había surgido un grupo de jóvenes pensadores conocido como la Generación del '37. Sus integrantes se presentaron como "un círculo de pensamiento: un ámbito de lecturas, discusiones y sociabilidad donde se elaboran interpretaciones y proyectos sobre la nación argentina con las expectativas de ser escuchados por los hombres del poder" (Terán, O. 2007, 17). También se caracterizaron por adoptar algunos postulados del romanticismo europeo, especialmente el francés (Herrero, A. 2009).

Sarmiento (ausente de Buenos Aires en ese momento) adhirió, a partir de la lectura de los libros que se hallaban en la biblioteca de Manuel Quiroga Rosas, a los principios de la Generación del '37. De este modo se nos presenta un primer rasgo del escritor del Facundo: su pertenencia a la tradición romántica francesa. Es fundamental poner el acento en esta característica del pensamiento sarmientino porque su interpretación de la realidad (plasmada en la obra) estará marcada por las concepciones propias del romanticismo y, más específicamente, del historicismo romántico.

El historicismo fue la forma de percibir y escribir la historia por parte de los románticos. Lo distintivo de esta faceta es el modo de concebir el devenir histórico: consideraban que estaba regido por leyes que lo guiaban hacia el progreso, y una de esas leyes era la fricción constante que se daba entre dos elementos (para nuestro objeto, la "civilización" y la "barbarie"). Esta fricción dotaba de movimiento a la historia y daba como resultado una síntesis que sería siempre la civilización (Altamirano, C. 2005, 50). Los elementos que integraban la historia eran propios de la civilización porque poseían la cualidad inherente de estar en permanente movimiento y, de esta manera, el devenir poseía dinamismo. Por el contrario, lo inerte, lo estanco, era ahistórico; es decir, no formaba parte de la historia porque no implicaba cambio o, en otras palabras, avance hacia el progreso. En esta interpretación de la realidad, la Providencia (como elemento que regulaba el devenir histórico) y la predestinación (como idea de que cada persona o hecho tenía una función asignada previamente), fueron pilares fundamentales en el entendimiento de los sucesos históricos.

Tanto Sarmiento como la Generación del '37 buscaron dotar a la Argentina de una identidad nacional. Empresa complicada, máxime si se considera la dificultad para hallar figuras propias del campo de la civilización que pudieran ser tomadas como ejemplo. Esta problemática derivaba del rechazo que los románticos rioplatenses sentían por la época colonial. A su vez, no podían ver con buenos ojos los tiempos en los que ellos mismos se desenvolvían (es decir, la post-independencia) porque todo estaba cubierto por la barbarie (con Rosas y sus adeptos en los gobiernos provinciales).

En base a lo expuesto, podemos concluir en esta primera aproximación que Sarmiento, con su Facundo, se está presentando como un intérprete, como el pensador de la nacionalidad argentina, que se embarcará en una aventura intelectual con el fin de dotar a la naciente nación de una historia que sólo podía ser entendida develando la trama histórica del acceso de Rosas al poder o, dicho en palabras de Terán: "¿Por qué la revolución de mayo, una revolución libertaria e independentista, desembocó en el despotismo de Juan Manuel de Rosas? El enigma está encarnado pues en la persona misma del restaurador" (Terán, O. 2007, 29).

El Facundo nace como un escrito con fines políticos, en el que su autor busca explicar a sus lectores el origen de la nacionalidad argentina, según los principios románticos. Para concretar este objetivo, necesariamente debió explayarse sobre el drama que impidió por entonces el desarrollo de la civilización en estas tierras: el caudillismo, encarnado en las figuras de Facundo Quiroga y, principalmente, de Juan Manuel de Rosas. En esta explicación de los hechos, el caudillo es el personaje que se filtra en la ciudad a partir de la Revolución de Mayo y la destruye al consolidar un sistema de gobierno "bárbaro" o caudillismo.

Como trabajamos sobre las consideraciones vertidas por Sarmiento a propósito de los términos "caudillismo" y "caudillo", se torna necesario dejar en claro qué implica cada concepto. Sarmiento y todo su grupo generacional concebían al caudillismo como "…un régimen excepcional, resultado de un estado general de anomia, a su vez producto de las guerras civiles" (Svampa, M. 1998, 55). A la mayoría de los caudillos se les atribuyeron rasgos negativos, ya que se los consideró como personas que gobernaban por la fuerza, que no usaban la razón y que eran "… en definitiva, un producto de la geografía social del país. Es ésta quien configura, en el vacío de la Pampa y en el contacto con la naturaleza, los hábitos, las ideas y el carácter del mismo" (Svampa, M. 1998, 55).

Sin embargo, a pesar de valorar negativamente al caudillo, Sarmiento ve en Quiroga a un "grande hombre". Esta figura del "grande hombre" es de suma importancia para el romanticismo, pues, según la percepción de este movimiento, representaba (al igual que otros elementos) una época: "Para comprender los fundamentos de esta concepción tenemos que remitirnos a lo que podemos llamar la epistemología del expresivismo holístico. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el romanticismo piensa que una época se manifiesta o expresa en determinados fenómenos singulares, de modo que si comprendemos estos fenómenos particulares comprenderemos el todo" (Terán, O. 2007, 37). Por estos motivos la biografía de Facundo Quiroga "…revela mucho más que la vida de un simple caudillo bárbaro, sin dejar por ello de serlo" (Palti, E. 2009, 59). De este modo, si Quiroga se convierte en el "grande hombre" digno del relato de su vida porque en ella se condensa toda una realidad histórica, consecuentemente todos los caudillos a los que Sarmiento dedicó un relato biográfico (entre ellos, el Chacho Peñaloza) tuvieron tal privilegio porque representaron una época, y fueron sin duda el nudo que había que desenlazar para poder comprenderla.

Sarmiento como intérprete y vencedor del "caudillismo" en 1868

Al momento de componer "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos" (1868) Sarmiento pretendió concretar una actualización de su gran obra, el Facundo. Con la primera y segunda edición hizo ver a sus lectores, entre otras cosas, que comprendía el origen del caudillismo. Ahora, en la tercera edición, el hecho de escribir sobre el Chacho implicaba hablar sobre el personaje que marcó su trayectoria política; pero, además, la historia de esta figura es utilizada por el autor para abordar nuevamente el tema del caudillismo. Escribir sobre el Chacho no implicaba volcar exactamente las mismas referencias que caracterizaban el fenómeno del caudillismo como el gran drama de la política argentina (ideas ya presentadas en el Facundo). Lo que ahora pretendía Sarmiento era mostrar a sus lectores que la problemática seguía presente y que había tomado otros matices, ya que la barbarie se vinculaba también con los hombres cultos.

Podemos afirmar, así, que los usos que hizo Sarmiento del concepto de "caudillismo" apuntaron a mostrar la permanencia del drama con un nuevo matiz: la división en campos para distinguir a la civilización de la barbarie se había tornado difusa debido a que los funcionarios propios de la civilización (como Alberdi) se habían servido de la barbarie para la obtención de determinados fines. Si bien esta última idea está presente en el Facundo cuando Sarmiento narra el accionar de personajes pertenecientes a la causa de la civilización, como Lamadrid o Lavalle9, que adoptan estrategias bárbaras en el combate, ahora la crítica se tornará más frontal. Observará que una vez vencido Rosas, los hombres cultos fueron incapaces de extirpar el caudillismo de la política argentina, pues eligieron a un nuevo caudillo para el gobierno (Urquiza), y una vez derrocado éste continuaron tolerando la presencia de aquellos personajes, tanto en la política nacional como provincial.

En los diferentes capítulos que componen el escrito "Vida del Chacho", Sarmiento aborda los temas sustanciales que marcaron su carrera política, como la ruptura con Urquiza, las disputas con los diferentes funcionarios que actuaron bajo la presidencia del entrerriano (principalmente Alberdi) y las polémicas en torno a su actuación como gobernador de San Juan. A su vez, con la "Vida del Chacho" Sarmiento redefine el Facundo. Ahora no buscaba hablar sobre el origen del caudillismo (esto ya lo había hecho en 1845 y 1851). Por el contrario, todo lo que contiene esta nueva edición está destinado a tratar sobre el fin del fenómeno, que, como intentaremos evidenciar, se inicia cuando entra activamente en la escena política. Mas hay que tener presente que Sarmiento ya no sólo es el intérprete de la historia, sino también el actor que lucha en el campo de batalla para derrotar el gran flagelo argentino10.

Como vimos anteriormente, en el Facundo Sarmiento ubica en la época de la guerra por la independencia los inicios de la intervención del caudillismo en la historia nacional. La permanencia de caudillos en el gobierno implicó la destrucción de las ciudades y la persecución de los hombres "civilizados" que no supieron cómo combatir semejante fenómeno. Es por esto que el relato puede leerse como una "tragedia" (Terán, O. 2007, 66-67) a causa de la cual los ideales de Mayo, que eran propios de la civilización, todavía no se cumplían11

Sin embargo, la "Vida del Chacho" no será planteada como "tragedia". En sus diferentes líneas lo que predomina son sucesos positivos, iniciados a partir de la Batalla de Pavón (1861) y de la participación de Sarmiento como funcionario. Por todo lo expresado, el capítulo destinado a narrar los comienzos de su gobierno en San Juan lo denomina el autor "Reconstrucción", pretendiendo marcar de esta forma un verdadero quiebre en la política nacional, donde ya actuaba el político civilizado que iba a despojar a la ciudad de todo elemento bárbaro12.

Durante su mandato en San Juan (1862-1864) Sarmiento tuvo que enfrentar la sublevación del Chacho Peñaloza, producida en 1863 y extendida en diferentes provincias andinas. Al inicio de la contienda, nuestro autor fue designado por Mitre como Director de la Guerra13. Vale señalar en este punto que en tiempos donde la política estaba asociada a las armas era necesario tener dotes militares que garantizaran la defensa de los poderes del Estado en caso de una sublevación como la del Chacho. Con el objeto de dejar en claro que tenía esas dotes militares, al momento de narrar las medidas que llevó adelante para vencer a la montonera, se refiere a sí mismo no como el gobernador de San Juan, sino como el "Coronel" Sarmiento.

Un tema crucial que trató Sarmiento fue la polémica desencadenada por su decisión de establecer el estado de sitio a causa de la crisis que significaba el levantamiento montonero. La justificación se fundaba en la urgencia misma de la medida: el estado general de agitación y el alejamiento espacial del poder nacional (que era el encargado de aprobar el establecimiento del estado de sitio) lo llevaron a tomar esta decisión basándose en el carácter pragmático de la misma, pues la situación lo demandaba (Sarmiento, D. 1868b, 42). Sarmiento ratificaba su iniciativa y señalaba como negativa la actitud de algunos funcionarios nacionales, como Guillermo Rawson (Ministro del Interior por entonces y principal crítico de la medida adoptada), que continuaban cometiendo los errores típicos de los antiguos unitarios, carentes de todo sentido práctico, como queda dicho en el Facundo.

La defensa de su determinación le sirvió a Sarmiento para presentarse como el paladín de la causa federal, ya que las circunstancias urgentes ameritaban que, bajo el principio de la autonomía local, se llevaran a cabo acciones preventivas como las que él ejecutó. Siguiendo este propósito, afirma que su renuncia al cargo de Director de la Guerra se debió a que vio retroceder su anhelo de "… construir una provincia en la capacidad orgánica que conserva en la federación…" (Sarmiento, D. 1868b, 45). Con estas palabras Sarmiento sellaba su compromiso con la causa federal.

El otro tema sustancial que trató fue la ejecución de Peñaloza y la acusación de ser autor intelectual del hecho que pesaba sobre él. En su defensa argumentaba que los letrados incurrieron en un error grave cuando intentaron juzgar al caudillo y a la montonera aplicando el derecho constitucional, pues no habían sabido interpretar la Carta Magna argentina y los ejemplos (Inglaterra y EE.UU.) que sirvieron de antecedentes para su redacción. La gran falencia del círculo dirigente fue, según Sarmiento, considerar a la montonera dentro de la ley y, por tanto, a sus integrantes como sujetos plausibles de ser amparados por el habeas corpus. Por el contrario, entendía a la montonera como un elemento que requería de una atención especial en el derecho nacional, ya que era un fenómeno propio del territorio argentino y por ello en ninguno de los documentos que sirvieron como fuente para la redacción de la Constitución Nacional estaba contemplado su trato jurídico (Sarmiento, D. 1868b, 44).

Otra ofensiva de Sarmiento para destruir los discursos que lo atacaban fue la valoración de sus dotes militares y de las acciones que había concretado para enfrentar a la montonera. El conocimiento de la historia y del modo de guerrear de los caudillos le había permitido ver cuál era la principal falencia de las tropas nacionales, que no podían vencerlos. Según apuntaba, la fortaleza de las montoneras estaba en la caballería (tanto en el Facundo como en la "Vida del Chacho" destaca que los gauchos eran grandes jinetes) y por ello debía crearse un cuerpo de caballería para derrotarlas. Sarmiento no desconocía la existencia de caballería en el ejército nacional, pero veía que durante las guerras civiles esta fuerza había perdido la disciplina que San Martín le había impartido cuando la creó para luchar en las guerras de independencia. Así, cuando Sarmiento tomó las riendas del poder, tuvo la misión de recomponer el legado sanmartiniano y encaminar al nuevo cuerpo por la senda de la civilización para lograr la victoria definitiva sobre los caudillos.

Sarmiento pretendía demostrar que todas sus acciones en el campo militar habían tendido a vencer al caudillismo desde el único ámbito donde era posible: la civilización. Por ello deja en claro que todo lo que realizó marcó un quiebre en la historia militar argentina, porque con él en el gobierno se concretó la "purificación" de todo lo bárbaro que anteriormente había causado la derrota de las fuerzas de la civilización cuando fueron conducidas por "malas copias europeas". Pero ahora, con un hombre propio de la civilización como él, el verdadero cambio se había producido. De este modo, al referir la lucha que se desató en Las Lagunas, donde la montonera fue derrotada, Sarmiento la pondera gloriosamente: "Este hecho de armas estaba destinado a hacer crisis en la historia de la caballería arjentina i destruir la preponderancia de la montonera" (Sarmiento, D. 1868b, 30).

Recapitulando, en el relato del Facundo, cuando las tropas de Lavalle y Lamadrid intentan derrocar a Rosas, son vencidas porque en el fondo también ellos eran bárbaros; y el único militar que podía vencer al gobernador porteño porque era propio de la civilización, el General Paz, había sido capturado. En cambio, en la "Vida delChacho" la historia tomará otro rumbo: ya no vencerá la barbarie, antes personificada en Quiroga, en Rosas y luego en Peñaloza, porque en el nuevo relato sí hay un héroe de la civilización. Ahora Sarmiento está al frente de las fuerzas y las comanda civilizadamente, por ello logra vencer. De este modo, la civilización encontraba a su "grande hombre"14, forjado en la teoría y en los hechos. Tras muchos años de barbarie, la Argentina de 1868 contaba al fin con su paladín de la civilización: Domingo Faustino Sarmiento.

Consideraciones finales

Analizando la manera en que Sarmiento configura la edición de la cual nos ocupamos, vemos que está redefiniendo una vez más su gran obra al quitar los capítulos finales y colocar un nuevo escrito: "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos". Si nuestro análisis se centra en esta producción es porque en la misma jugó buena parte de su estrategia política, cuya principal meta era acceder a la presidencia.

La nueva configuración del Facundo y los usos que hizo Sarmiento del concepto de caudillismo en "El Chacho, último caudillo de la montonera de los llanos" respondieron a intereses del momento. Si eliminó los dos últimos capítulos del Facundo es porque la "Vida del Chacho" le permitió decir lo que antes no podía: él era el héroe civilizador, el único que había mostrado que era posible gobernar el país. Al decir esto estaba también imponiendo (o pretendiendo imponer) una "verdad"en la escena política que destruyera los argumentos que lo calificaban como un mal gobernante y un asesino. En su nueva producción literaria ("Vida del Chacho") Sarmiento actualizó el concepto de "caudillismo", pero no para definir de una vez y por todas esta cuestión, sino para imponer una norma de percepción en el círculo dirigente del país. Sus lectores no eran caudillos, sino hombres cultos, por eso aunque el título del texto aludiera al Chacho, su principal objetivo era destruir ahora los argumentos provenientes de esos hombres que lo descalificaban como político.

Notas

1. Licenciado en Historia. Becario de la Universidad Nacional de San Juan, Argentina. <hernan.fernan86@gmail.com>

2. La candidatura de Sarmiento surgió de la iniciativa de un grupo heterogéneo de personalidades políticas "[…] que incluyó a figuras cercanas al autonomismo, como los hermanos Mariano, Rufino y Héctor Varela, Nicolás Avellaneda y Manuel Ocampo; amigos personales, como Dalmacio Vélez Sarsfield y su hija Aurelia en Buenos Aires, José Posse en Tucumán y, sobre todo, un grupo de oficiales del ejército del Paraguay, algunos provenientes del tronco mitrista, como Arredondo y Emilio Mitre (hermano del presidente), y otros de filiación autonomista, como Lucio V. Mansilla, hombre clave de esa operación" (Sábato, H. 2012, 179).

3. Es menester aclarar en estas palabras introductorias que para la realización de este trabajo la bibliografía seleccionada es sólo una parte de la gran tradición de lecturas que existe sobre Sarmiento y el Facundo. Los autores que se citan en el desarrollo del texto responden a los intereses inmediatos de esta investigación.

4. Sobre el Facundo como el libro que representa más acabadamente el pensamiento de Sarmiento, podemos mencionar, a modo de ejemplo, la observación de Alberdi en la tercera de sus "Cartas Quillotanas": "En El Progreso, periódico de Santiago, redactado por Ud. en 1845, apareció como folletín el Facundo o civilización y barbarie, reunido más tarde en un libro, que lo representa a Ud. más completamente que ninguno de sus escritos. Es su publicación más célebre en la realidad y a los ojos de Ud. mismo" (Alberdi, J. 1957, 79).

5. Para este artículo fueron consultadas, entre otras obras, las tesis de Marcos Mele (2012) y Mauro Scivoli (2012).

6. La idea de que Sarmiento ya desde 1850 se presentaba como candidato para reemplazar a Rosas como presidente para la futura República se halla en el texto de Altamirano, C. y B. Sarlo, 1997.

7. Lucila Pagliai nos brinda elementos para comprender este planteo: "Las circunstancias en que aparece la tercera edición son excepcionales: en la primera mitad de 1868, Sarmiento está recorriendo el último tramo de su candidatura a la Presidencia de la República con grandes posibilidades de triunfar; comparada ésta con las de 1845 y 1851, las reformulaciones y reescrituras producidas en el nivel textual y paratextual apuntan en ese sentido…" (Pagliai, L. 2012, 43).

8. Es necesario aclarar que si bien nuestra propuesta es estudiar el caudillismo según Sarmiento, para lograr dicho objeto hay que hablar permanentemente del caudillo, pues este personaje es el que da origen al término que nos ocupa. Por ello nos referiremos en forma conjunta al caudillismo y al caudillo.

9. Sarmiento considera que la derrota de la civilización se produjo porque en este campo actuaron "malas copias europeas" (Terán, O. 2007, 44), como Lavalle o Lamadrid, que en el fondo eran bárbaros y se comportaban como tales, siendo incapaces de prever que la conjunción de civilización y barbarie no podría traer nunca resultados positivos.

10. Palti destaca que para entonces se había producido un cambio en el pensamiento de Sarmiento a partir del viaje que realizó por África, Europa y, especialmente, los Estados Unidos. Ahora asignaba a la acción del hombre un rol trascendental en la configuración de la realidad (Palti, E. 2009, 72).

11."La guerra de la Revolucion Arjentina ha sido doble: 1° guerra de las ciudades iniciadas en la cultura europea contra los españoles, a fin de dar mayor ensanche a esa cultura: 2° guerra de los caudillos contra las ciudades, a fin de librarse de toda sujeción civil, i desenvolver su carácter i su odio contra la civilizacion. Las ciudades triunfan de los españoles, i las campañas de las ciudades. He aquí esplicado el enigma de la Revolucion Arjentina, cuyo primer tiro se disparó en 1810 i el último aun no ha sonado todavía" (Sarmiento, D. 1868a, 40).

12. "El término de la guerra i el fruto de la batalla de Pavón, era pues despejar a las Provincias del personal de las antiguas i de las modernas criaturas de aquella política bastarda…" (Sarmiento, D. 1868b, 15).

13. Sarmiento fue Director de la Guerra contra la montonera durante los primeros meses que duró la contienda; luego renunció, producto de "…creerlo ya innecesario, el encargo de dirijir la guerra, que tan duras cargas había impuesto al pueblo de San Juan, i tantos sinsabores en su gobierno, dando cuenta de las operaciones ejecutadas i los resultados obtenidos. La guerra lo había defraudado de una noble esperanza" (Sarmiento, D. 1868b, 44-45). Esos "sinsabores" eran la polémica por el establecimiento del estado de sitio y la crítica por la ejecución del Chacho.

14. Con respecto al "grande hombre", Palti manifiesta que en Recuerdos de Provincia ya Sarmiento se había propuesto como tal (Palti, E. 2009), pero como todavía no participaba en política en su país consideramos que lo hizo sólo en forma teórica. En cambio, en "Vida del Chacho" se posicionará nuevamente en ese rol, pero ahora sí lo hará fundamentando su postura en el hecho de haber estado "y, sobre todo, de haber vencido" en el campo de batalla.

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