SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33 número2La categoría de “normalidad filosófica” en Francisco Romero y su dimensión histórica índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Cuyo

versión On-line ISSN 1853-3175

Cuyo-anu. filos. argent. am. vol.33 no.2 Mendoza dic. 2016

 

ARTÍCULOS

Fernando Beltramo, un idealista objetivo

Fernando Beltramo: an objective idealist

 

Jorge Liberati1

 


Resumen

Hay un idealismo que interpreta la realidad objetiva como una síntesis abierta a la vida concreta, en una dialéctica del pensamiento y no de los hechos. Podemos llamar objetivo a este idealismo, aunque la expresión resulte contradictoria. Este es el rasgo original de Fernando Beltramo.

Palabras claves: Inmanentismo; Pensamiento en acto; Objetividad.

Abstract

There is an idealism that interprets the objective reality as an open synthesis of concrete life, in dialectics of thought, not of facts. We call this idealism objective, though the expression be contradictory. This is Fernando Beltramo’s original feature.

Keywords: Inmanentism; Thought in act; Objectivity.


 

El inmanentismo

Cada persona tiene una idea del mundo, de las demás personas, del pasado y del presente, de la realidad y de la imaginación, de la materia y del espíritu. Esa idea nace en su conciencia, forma parte de sus pensamientos, de sus concepciones, de su ideología, de su moral, de su forma de sentir, de su carácter. Con ayuda o sin ayuda, con educación o sin ella, con mucha o poca experiencia, inteligente o torpemente, cada persona, materialista o idealista, buena o mala, pobre o rica, poco o muy sociable, adquiere esa idea por obra de su mente, de su meditación, de su pensar, imaginar, suponer, razonar, sentir, de su psiqueo, como le llamaba Carlos Vaz Ferreira.

Se puede suponer que las actividades, habilidades, pensamientos que desencadena, con mucha o poca conciencia, mucho o poco esfuerzo, en gran parte son el producto indirecto de su inserción en el mundo de la colectividad, de la sociedad, de la cual resultan un reflejo, nítido o pálido, complementario o contradictorio, acompañante o invasivo. Quizá resultan en parte de la iniciativa interna o individual,en parte del influjo social o reflejo externo. Hay quienes otorgan mucha importancia al influjo externo, a la resultante final de la inserción en la sociedad. Hay quienes creen que el yo sin los demás yoes no existe. Sea como fuere, no se puede negar la existencia de una mente que se corresponde con cada una de las personas, la presencia de una composición interior en cada una, una singularidad que sea por una u otra razón obra según considera su interior selectivo. La existencia de la mente en cada persona es tan evidente como la existencia de cada cuerpo o ser biológico individual.

Así, pues, la idea acerca del mundo existe en cada uno, responda a la concepción que fuere, individualismo, socialismo, materialismo, capitalismo, utilitarismo, en fin, sea cual fuere la religión, la moral, la ideología, la sensibilidad, los intereses que se esconden por detrás de la persona o del grupo, tras la colectividad o la sociedad. Puede incluso igualmente ser el resultado de un capricho, de una construcción irracional, insensata, imaginativa, responsable o irresponsable, pragmática o utópica. Pero no se puede negar que existe, que actúa pasiva o activamente, en soledad o en compañía, en vela o en sueños, en estados conscientes, inconscientes osubconscientes.Cada individuo responde a esta idea, y no hay una mente colectiva como hay un transporte colectivo, una empresa con muchos empleados o una fábrica.

Hayelementos suficientes para suponer que esos cuerpos que vemos y que corresponden a nuestros semejantes,el cuerpo de cada uno de nosotros incluido, guardan cierta correlación con un ser pensante, con una conciencia, una entidad que dispone de alguna independencia, de alguna libertad interior, que guarda cierta distancia respecto de los demás cuerpos y seres pensantes. Esta es la evidencia fundamental que conduce al inmanentismo; concepción según la cual todo lo que comprobamos que existe se presenta primero ante nosotros como imagen o reflejo o impresión interior, personal, mental, sin intermediarios reconocibles, sin una pantalla que represente otra cosa que la que representa la pantalla de los sentidos y de la elaboración posterior que cada uno promueve en su sistema inteligente.

Este inmanentismo, a su vez, no se puede considerar en oposición al trascendentalismo, como podría pensarse, sino en oposición respecto a los diversosmaterialismos, empirismos o historicismos. A grandes rasgos, el trascendentalismo puede entenderse siguiendo a Kant, esto es, como saber a priori, independiente de todo empirismo o sustancialismo, por encima de toda propiedad o particularidad del ente, o bien puede considerarse, de manera, más general, como sistema superior del espíritu que prevalece ante las evidencias erráticas de lo sensible.En filosofía representa conspicuamente esta visión el idealismo trascendental de los románticos, de Schelling o Fichte.

Principales convicciones

Fernando Beltramo encuentra un peso muy importante del inmanentismo en el pensamiento de su época2. No niega el trascendentalismo. Por un lado, va más allá de Kant, a quien considera el fundador del “verdadero idealismo filosófico”, pero descuida el factor histórico (Beltramo, F. 1936, 115). Por otro, atribuye a Hegel la consolidación moderna del idealismo:se trata de confinar el mundo en el interior del sujeto; no existe en realidad y objetivamente fuera. De todos modos, esta idea no le viene de Hegel sino de uno de los filósofos italianos más polémicos, como enseguida veremos. Beltramo abomina del naturalismoy del positivismo,que reinaban en los ambientes intelectuales en la época en que se educa en Mercedes, ciudad uruguaya a la cual llegó su familia a pocos meses de nacer en Argentina. Aun mantenían su influjo cuando era profesor en Montevideo. Sin embargo, el positivismo no dejaen él grandes huellas. Cree que el pensamiento debe responder a su más íntimo impulso: “exigencia perentoria de explicación inmanentista; impulso irresistible hacia el espiritualismo absoluto. He ahí, según ha sido observado ya por algunos pensadores, lo que trabaja desde lo íntimo la mentalidad del hombre moderno; he ahí también el elemento esencial con que se viene elaborando la nueva fe del mundo”, afirma (Beltramo, F. 1936, 8).

Esta nueva fe se cultiva entre los epígonos de Hegel. Considera que la filosofía neo-hegeliana “representa el exponente más alto de la cultura nacional” en Francia, Inglaterra e Italia. Es en este último país en donde encuentra su más decisivo ascendiente: Giovanni Gentile (1875-1944). Su preferencia por el promotor del fascismo merecería más de una revisión y quizá una prolija justificación, si es que la tiene. Pero, limitémonos a señalar que el Gentile que fascina a Beltramono es el del fascismo sino el del actualismo, dicho lo cual no quiere decir que se tengan que excluir posibles asociaciones entre ambos, asociaciones que ignoramos. En el actualismo encuentra el nuevo camino que señala con palabras del historiador de la filosofía italiano Guido de Ruggiero (Ruggiero, G. s/f, 452): desde que es capaz de

[...] asestar el golpe de gracia al dualismo aristotélico de la potencia y del acto, resolviendo íntegramente la potencia en el acto del pensamiento, entendido como ‘pensamiento nuestro’. En tales doctrinas viene cumpliéndose lentamente la exigencia propia de la cultura contemporánea de un inmanentismo absoluto que niegue el huero concepto de la cosa en sí, y cuide de no anticipar el pensamiento con respecto al mundo ni el mundo con relación al pensamiento -ideología y naturalismo- y que no cubra la realidad con una capa de plomo, negando en las soluciones la necesidad de los problemas, y sí, por el contrario, demuestre que en todas las formas de la actividad humana, de las soluciones brotan nuevos problemas y que este movimiento de las unas a los otros, lejos de ser un vano juego, es un efectivo desenvolvimiento espiritual (Beltramo, F. 1936, 9-10).

Según Ferrater Mora,

Gentile define la filosofía como un actualismo en el cual lo Absoluto, como acto creador del Espíritu, no representa nada trascendente al pensamiento, pues todo cuanto es de alguna forma, inclusive lo que es representado como externo y ajeno, es dentro de la esfera del sujeto […]. La filosofía de Gentile se centra, pues, en una gran medida en torno a la noción de acto puro, que entiende, por lo pronto, como una pura actividad o, mejor dicho, como el puro automoverse del yo. El idealismo actual, o actualismo, sostiene, por consiguiente, el primado ontológico de la actividad como tal, la cual es causa de sí misma y, por este motivo, libertad. El acto se opone, así, radicalmente al hecho, al efecto, a la cosa sometidos al mecanicismo y, en el caso más favorable, a la contingencia, pero imposibilitados de realizarse a sí mismos, pues su ser es meramente su ser ya dado (Ferrater Mora, J.1994, 1453).

Connotaciones sorprendentes

En pocas palabras, el acto resulta una realidad más radical que el hecho;permite incluir en la filosofía y en la teoría del conocimiento la noción de autonomía, de autocreación, y aun de libertad. La mayoría de definiciones acerca del hecho, en la época en que Beltramo escribe,esfundamentalmente mecanicista y newtoniana. Es algo privado de autonomía por la sencilla razón de que se lo reconoce cuando ya es dado. La explicación de Ferrater tiene un destello que resulta familiar;ilumina igualmente los textos de algunos pensadores actuales. Se ha destacado el papel que cumple lo antogestionante o autopoiético, así como la probabilidad de su libertad cooperativa por sobre la competitiva en autores como Humberto Maturana o Edgar Morin. Por su parte, Clément Rosset ha fundado una filosofía trágica a partir del concepto de “lo dado”. Desde que no cuenta con necesidad ni con finalidad, por lo menos conocida, lo dado es el fundamento definicional de lo trágico (Rosset, C. 2010, 17-90).

Para Gentile el pensamiento es “siempre pensante”, no “pensado”, como si se dijera que no tiene realidad en tanto cosa dada.No niega la dialéctica, el primordial recurso de la filosofía de la historia en Hegel. Pero, según Gentile,

El error de Hegel consiste en haber intentado una dialéctica de lo pensado, esto es, del concepto o de la realidad pensable (como lógica y como naturaleza), siendo así que sólo puede existir dialéctica, es decir, desarrollo y devenir, del pensante, esto es, del sujeto efectivo del pensamiento. El sujeto actual del pensamiento o pensamiento en acto es la única realidad. El sujeto es siempre, ciertamente, sujeto de un objeto, ya que quien piensa, piensa necesariamente algo; pero el objeto del pensamiento, sea la naturaleza o Dios, el propio yo o el de los demás, no tiene realidad fuera del acto pensante que lo constituye y lo pone. Este acto es, pues, creador, y como creador, infinito, porque no hay nada fuera de sí que pueda limitarlo (Abbagnano, N. 1994, 429).

Dueños de estos conceptos y concepciones, no se puede negar el título de idealistas a estos pensadores. Pero, ¿se trata en realidad del idealismo en el estricto sentido filosófico del término, que encuentra verdad, bondad, belleza, realidad, solamente en la idea, o que da por realidad a lo ideal?Quizá pueda responder esta pregunta el mismo Fernando Beltramo. Por lo pronto, existe una dialéctica de lo abstracto, pero también existe una dialéctica de lo concreto. Para Beltramo, como para el actualismo, no se puede atribuir dialéctica a los hechos, a la cosa en sí kantiana, sin considerar al ser que la piensa, es decir, al espíritu en acto. De la misma manera, y como consecuencia de esta dualidad de la dialéctica, la verdad puede ser abstracta o concreta, o ambas cosas a la vez. Puede confirmarse la dialéctica en las ideas tanto como en los hechos. Ahora bien, esta doble faz de la dialéctica no se puede apreciar fuera del sujeto que la piensa; la dialéctica no es una cosa en sí o un ente: es pensamiento en acto; y el acto es algo bien concreto. Beltramo llega a afirmar que “la eliminación del factor personal en las exposiciones de las doctrinas filosóficas de otros autores, es absolutamente imposible; entra siempre en grados diversos, y en rigor es ineliminable hasta cuando se trata de simples reproducciones o resúmenes de doctrinas ajenas” (Beltramo, F. 1936, 23).

La originalidad de Beltramo

Llegamos así a un aporte original, lateral a la filosofía de Hegel y al idealismo de Gentile, que sorprendentemente se aproxima a la lógica concreta uruguaya-aunque opuesta a la caracterización filosófica que nos dejó Arturo Ardao en su obra sobre la filosofía uruguaya ,lógica (o conato de lógica) que asoma aquí y allá en los discípulos de Carlos Vaz Ferreira, a quien el mercedino considera “epígono del naturalismo” (Ardao, A. 1956, 149). Beltramo se pregunta: “¿Cuándo y cómo es, pues, verdaderamente objetivo el pensamiento?”.Responde enseguida: “No puede serlo sino en el acto en que lo pensamos como pensamiento, entendiéndolo, comprendiéndolo, instaurando su valor […]. El pensamiento es realmente pensamiento, tiene objetividad concreta, en el acto en que vibra y aletea como momento de la vida del Yo” (Beltramo, F. 1936, 25). Hay, pues, una objetividad abstracta y una objetividad concreta. Pero el pensamiento, sea el de cualquiera o el de Kant, no tiene objetividad real si no se exhuma de lo pensado y se recrea en lo pensante. Agrega a renglón seguido: “esa pretendida objetividad no tiene, en ese sentido realidad, es vuelvo a repetirlo, una objetividad abstracta”.

No nos introducimos, de esta manera, en el idealismo tradicional ni en el idealismo puro ni en el racionalista, ni en la teología ni en la metafísica. Estamos a un paso del pensamiento concreto, aunque sin abandonar la idea en tanto idea. Beltramo aventura lo que se podría denominar idealismo concreto, aunque el título resulte paradójico y contradictorio. De esta tendencia no pudo escapar casi ningún pensador uruguayo importante contemporáneo a Vaz Ferreira. Los filósofos que,como Beltramo o Emilio Oribe, Arturo Ardao en su famoso libro ya citado deja fuera de la denominada “filosofía de la experiencia”, asociada a la lógica concreta o lógica viva, transitan a sumodo algún sendero que los aparta del idealismo puro.De manera parecida,Eduardo Dieste, con su célebre “base folklórica del conocimiento” (Dieste, E. 1987, 127), filósofo del arte sin vínculos filosóficos con Vaz Ferreira.

Sabemos por Ardao que fueron José Enrique Rodó, José Pedro Massera, Arístides L. Delle Piane, Antonio M. Grompone, Luis E. Gil Salguero y Carlos Benvenuto las figuras más importantes inflamadasenérgicamente por la lógica de lo concreto o lógica viva (Ardao, A. 1956, 21 y ss.). Puede agregarse hoy día a Clemente Estable. Quizá responda a una característica muy latinoamericana, señalada por varios historiadores contemporáneos, y a la cual no escaparía Uruguay, que el pensamiento en este Continente se fundeen la acción, en la vida cotidiana de quienes no terminan de convertirse en filósofos puramente profesionales, como se convierten en las universidades, academias y círculos del Norte (no siempre y mucho menos hoy en día). Pero influye tanto o más la misma marcha del pensamiento, el estado de cosas o, mejor dicho, el estado de ideas, la situación o la vicisitud que evoluciona con las ideas lo que lleva a confundir esta tendencia hacia lo concreto, o hacia las cosas, que igualmente se confirma en Europa y en Estados Unidos en la época de Vaz Ferreira, en algunos aspectos en forma posterior a la obra de los sudamericanos.

La originalidad de Beltramo apareceen directa referencia a la noción de objetividad. Humberto Maturana escribió un librocon este título: La realidad: ¿objetiva o construida?(1996). Esta pregunta es parecida a la de Beltramo: ¿cuándo y cómo es verdaderamente objetivo el pensamiento? Preguntar por la objetividad de la realidad es completamente convergente respecto a preguntar por la objetividad del pensamiento. La realidad y el pensamiento integran una unidad que no niegan idealistas ni materialistas; se diferencian solo porque otorgan más importancia a una o a otro. Beltramo no se ocupa de la realidad ni de los fundamentos metafísicos que pudieran dar lugar a una ontología. Es pragmático: está preocupado por la objetividad del pensamiento, esto es, por la idea en tanto descendiente de la realidad y creadora de la realidad. La preocupación de Hegel es otra y se envuelve muy abstractamente en la noción integradora de lo Absoluto, la cual sola encierra la única verdad del ser y de su historia. Otra es también la de Gentile, para quien lo pensante depende solamentedel acto en tanto acto del pensamiento vivo. Y es diferente a la preocupación de Benedetto Croce, otro italiano que pudo, aunque no se comprueba nítidamente, encontrarse entre los intereses de Beltramo, puesto que se detuvo en el intento de modificar a Hegel interesándose en la dinámica de la dialéctica y rechazando todo mecanicismo. El tema de los italianos es la realidad; el tema de Beltramo es la objetividad.

Encuentraen el filósofo francés León Brunschvicg (1869-1944) el hallazgo que posibilita la corrección que necesita:

Su concepto de la historia [el de Brunschvicg] está muy distante de toda representación que la asimile a una serie lineal más o menos accidentada e irregular y sinuosa. La verdadera historia, principalmente por lo que atañe de un modo directo a la evolución científica, filosófica y religiosa, no corresponde ni se conforma con los simples aspectos de sucesión cronológica; no se mantiene, por decirlo así, en la superficie del tiempo como se mantuvo la geografía en la superficie de la tierra, mientras no pudo contar con el apoyo de la geología, gracias a la cual hoy nos es dado distinguir a ras de tierra, sobre un mismo nivel del suelo, los terrenos correspondientes a las más diversas y lejanas edades geológicas. En el curso de la historia se invierte también el orden racional de los valores y verdaderos anacronismos, en relación con las edades intelectuales, se disimulan bajo las apariencias del ‘sincronismo histórico’ (Beltramo, F. 1936, 104).

Beltramo es consciente de la distancia que lo separa del idealismo a ultranza:

El Actualismo filosófico de la escuela de Gentile, lo mismo que la Fenomenología de la escuela de Husserl, son dos formas de idealismo que proceden, en cierto modo, siguiendo un mismo ritmo de pensamiento especulativo: de las grandes síntesis filosóficas descienden, para darles la consistencia de la verdad concreta, a los fundamentos de la experiencia inmediata; mientras esta otra forma de idealismo, erizada como las dos anteriores de dificultades de orden técnico que lo revisten de una peculiar fisonomía, busca la consistencia de la verdad concreta partiendo de la síntesis primaria como unidad radical de diferencias, que es el alma de las grandes síntesis entendidas no como sistemas cerrados, que pretenden abarcar el todo en una pretendida determinación universal, sino como proceso indefinido de totalización (Beltramo, F. 1936, 105).

El pensamiento “agente”

            Existe un idealismo que baja del sistema a la realidad concreta, intentando abarcarla sin lograrlo del todo. Sin embargo, hay otro idealismo que va en la dirección opuesta, desde la realidad en proceso de realización indefinida hacia una posible síntesis de carácter abierto, nunca acabada. Si a este idealismo agregamos el afán de objetividad, encontramos la aspiración a las concreciones, que es el sello que distingue el idealismo de Beltramo de los demás idealismos. Lo objetivo surge de la actividad, de un principio que se convierte en “agente” del pensamiento:

[...] lo que nos resulta filosófico es la actitud interpretativa, es decir, una predominancia del ser que, en vez de reducirse casi exclusivamente a mero receptáculo de impresiones, se vuelve agente, se hace un principio activo que las elabora y extrae de ellas una esencia. En otros términos, la actitud filosófica es esfuerzo por penetrar más allá de la simple apariencia, ya seamos llevados a ejecutarlo, por disposición propia de nuestro espíritu, o por el examen comparativo de varias opiniones o de los datos de las ciencias particulares (Beltramo, F. 1936, 136).

Beltramo no es partidario de un pensamiento dentro de o interno a, por decirlo así, aunque resulte imposible y ridículo imaginar un pensamiento externo o fuera de la mente. No se trata de esto; se trata sencillamente de un pensamiento objetivo, de una interioridad objetiva, no exactamente en el sentido de la verdad (como sería de esperar tratándose de este concepto), sino en el sentido de la realidad pensante. La visión del mundo a partir de lo pensante, de lo vivo y en marcha, corresponde a la filosofía, o es la filosofía, es decir, la filosofía inmanentista. Se aprecia, pues, siguiendo este fundamental detalle de lasconvicciones de Beltramo, que resultaría una torpe desfiguración y se caería en el más radical de los reduccionismos el despachar su pensamiento con el término genérico idealismo, agobiado de connotaciones históricas y sentidos peyorativos. Se faltaría al riquísimo discurso de un pensador exuberante, multifacético en sugerencias y dueño de un estilo decadente, en el sentido histórico del término .Quizá se deba a esta cualidad el hecho de que Ardao prefiriera “filosofía de la idea” como caracterización, ante la otra forma de clasificar mediante la denominación de “idealismo”, aunque igualmente la use.

El término decadente es oportuno para mentar dos sentidos fundamentales. Uno de ellos es el que se refiere al estilo propio de una época que termina y que muestra ciertos síntomas de un cambio en ciernes. Ahora bien, estos síntomas, según el sentido amplio de la noción de decadencia, se revelan sin necesidad de renunciar tajantemente a los rasgos más destacados y fecundos que van a extinguirse. Otro es el que, particularmente, alude a las tendencias que se apropiaron de la filosofía, de la literatura y del pensamiento en general en Francia a fines del siglo XIX y que se conoce con el nombre de “decadentismo”. Pues bien, el estilo de Beltramo coincide con el cambio que se produce en el Uruguay en el mismo período, como influjo de las innovaciones del pensamiento y del estilo en Vaz Ferreira, en Rodó,en el paso del modernismo literario aun latente -pero en sensible decadencia- hacia la literatura y el arte del Novecientos. De la misma manera, su idealismo responde de una manera distante e indirecta, sin que necesariamente fuese consciente de ello y sin que se disuelva su rango de filósofo de la idea, a la lógica de lo concreto y a la filosofía de la experiencia que caracteriza al pensamiento uruguayo de la primera mitad del siglo XX.

Notas

1 Filósofo e investigador uruguayo. Sus áreas de estudio abarcan, especialmente, la filosofía del lenguaje, de la lógica y de la ciencia.<jorgeliberati@gmail.com>

2 Fernando Beltramo nace en San Pedro, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1868. A los pocos meses sus padres se mudan a Mercedes, Soriano, Uruguay, en donde cursa sus primeros estudios, completados luego en la Universidad de Montevideo. En 1888 es profesor de enseñanza media en el instituto que con el tiempo se convierte en el Liceo Departamental de Soriano, del cual llega a ser director. En 1917ejerce como profesor de matemáticas en la Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatoria de Montevideo, y se le nombra Director del Liceo Nocturno, recién creado en la capital del país en 1920.Versado en Física y Matemática, su pasión es la filosofía, a la cual dedica sus escritos reunidos en el volumen La tendencia inmanentista en el pensamiento contemporáneo y otros ensayos, libro que luce una breve introducción de Emilio Zum Felde, padre del muy conocido Alberto Zum Felde, este también nacido en Argentina. Dueño de una inusitada curiosidad intelectual, Beltramo viaja a Europa en 1904 buscando satisfacerla y, a su regreso, ofrece algunas conferencias y publica algunos artículos. Su excesivamodestiacontribuye a que su figura se olvide y tal vez impide que su obra se valore con justicia. No pasó inadvertida al doctor Arturo Ardao, para quien Beltramo confirma “una vigilante conciencia filosófica y aporta al pensamiento uruguayo del siglo XX una nota personal” (Ardao, A. 1956, 146). Beltramo fallece en Montevideo en 1935.

Bibliografía

1. Abbagnano, Nicolás. 1994. El idealismo italiano.En Historia de la Filosofía.Barcelona: Hora, vol. 3, cap. V.         [ Links ]

2. Ardao, Arturo. 1956. La filosofía en el Uruguay en el siglo XX. México: FCE.         [ Links ]

3. Beltramo, Fernando. 1936. La tendencia inmanentista en el pensamiento contemporáneo y otros ensayos. Montevideo: Edición Ensayos.         [ Links ]

4. Dieste, Eduardo. 1987. Obra selecta.Barcelona: Anthropos.         [ Links ]

5. Ferrater Mora, José. 1994. Diccionario de Filosofía. Barcelona: Ariel.         [ Links ]

6. Rosset, Clément. 2010. La filosofía trágica.Traducción de Ariel Dilon. Buenos Aires: El Cuenco de Plata.         [ Links ]

7. Ruggiero, Guido de. S/f. La filosofia contemporanea. Bari: Laterza e Figli.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons