Introducción
La digitalización es un fenómeno que ha transformado el panorama de las revistas académicas a nivel global, ofreciendo nuevas posibilidades y generando ciertos cuestionamientos sobre sus implicancias para la comunicación científica. Este artículo describe el caso de las revistas del campo educativo en Argentina, enmarcándolo en la problemática de la digitalización para las revistas de ciencias sociales y humanas en general. En particular, discute las oportunidades y desafíos que la digitalización y la accesibilidad en línea plantean para estas revistas, su relación con el movimiento de acceso abierto y con los procesos de indexación, y el rol que juegan iniciativas que a nivel nacional y regional han promovido la mejora de su calidad y su difusión. Para ello se utilizan algunas fuentes secundarias y un relevamiento acerca de los formatos (impreso y digital), el acceso abierto, la indexación en bases regionales y nacionales, y el uso de recursos digitales para la edición y difusión en las revistas sobre educación que al año 2018 se publican en Argentina.
En la primera parte del artículo se discuten los cambios que han experimentado las revistas científicas en las últimas décadas como consecuencia del advenimiento de la era digital, con énfasis en la situación de las revistas de ciencias sociales y humanas publicadas en Argentina. La segunda sección se enfoca en las revistas sobre educación a través de una caracterización sucinta de su situación actual en Iberoamérica, seguida del análisis del caso argentino. Las conclusiones recuperan los principales hallazgos del relevamiento realizado y plantean algunas cuestiones vinculadas a los retos que enfrentan las revistas para su subsistencia y su potenciación.
La digitalización en las revistas de ciencias sociales y humanas
Las revistas académicas constituyen en la actualidad un terreno privilegiado de las luchas de poder dentro del campo académico, en las que participan investigadores, editoriales comerciales, universidades y organismos gubernamentales de ciencia y tecnología1. Merced al fuerte desarrollo de las revistas, el investigador se ha convertido “en autor, lector, evaluador y editor de su propia disciplina, y también una influencia para la sociedad” (Alperin y Rozemblum, 2017, p. 232).
Tanto en el despliegue de las políticas de evaluación de la actividad académica a nivel nacional o institucional, como en los procesos menos formalizados de reconocimiento profesional, la publicación de artículos en revistas ha adquirido un peso superlativo (Diestro Fernández, Ruiz-Corbella y Galán, 2017). El aumento del número de revistas y de su importancia también responde a un contexto caracterizado por la masificación de las actividades de investigación y de creciente competencia entre universidades, en la que dispositivos como los rankings internacionales otorgan valor significativo a indicadores como cantidad de artículos publicados en ciertas revistas o el número de citas de los artículos (Rama, 2014). Esto se traduce, por ejemplo, en la disminución del valor relativo de la publicación en forma de libro, tanto en soporte papel como digital, aun dentro de las ciencias sociales y humanas.
Algunas de las principales polémicas alrededor de las transformaciones recientes que han experimentado las revistas se vinculan a: 1) la elaboración de índices bibliográficos en base a los cuales se desarrollan indicadores bibliométricos que pretenden establecer objetivamente la calidad de la investigación y de los investigadores, pero que se guían en buena medida por criterios extracientíficos y que no tienen en cuenta el impacto social de la investigación; 2) la prevalencia de criterios de las ciencias experimentales en el conjunto de las áreas científicas; y 3) el afianzamiento de la división entre una ciencia central (cuyos resultados se comunican en inglés y es hegemonizada por los países de Europa y América del Norte) y una ciencia periférica (Aliaga et al., 2018; Alperin y Rozemblum, 2017; Guédon, 2011). A esto se le suma una cuestión de fuerte peso en los debates recientes sobre la educación superior y los sistemas de ciencia y tecnología, como es el rol que juegan las revistas en los procesos de mercantilización del conocimiento2 (Rama, 2014).
La era digital ha facilitado el aumento de las revistas, en formatos más abiertos y flexibles que los que existían hasta fines del siglo XX. Esto puede relacionarse con lo que algunos consideran el surgimiento de una nueva forma de hacer ciencia:
El nuevo modelo de ciencia persigue una mayor y más amplia transferencia del conocimiento desde una perspectiva aperturista y globalizada. Reconoce la importancia de la responsabilidad y la rendición de cuentas, basadas en la transparencia y el acceso a los datos, y de la innovación que supone la nueva manera de hacer, comunicar, difundir y hacer sostenible su coste (Diestro Fernández, Ruiz-Corbella y Galán, 2017, p. 237).
Los avances de los programas de computación y de internet -en particular con la aparición de la World Wide Web, cuyo primer servidor se creó en 1990- fueron decisivos para la expansión de las revistas electrónicas. La segunda mitad de la década de 1990 asistió a su crecimiento exponencial, con un aumento de 500 a más de 4000 revistas electrónicas arbitradas entre 1996 y 2000 (Delgado López-Cózar, 2015). Este crecimiento se verificó pese a la inicial desconfianza por parte del mundo académico, que incluía dudas sobre la calidad de publicaciones no impresas y de acceso gratuito.
Para los editores, las ventajas ofrecidas por las revistas electrónicas, que pronto resultaron evidentes, eran, entre otras, la rapidez (tanto en la selección y evaluación de los manuscritos como en la producción material de la revista), la capacidad ilimitada de almacenamiento, la facilidad de difusión y los menores costos de edición (Delgado López-Cózar, 2015). Mientras que, para las instituciones, la adquisición para sus bibliotecas de revistas en formato digital ha permitido ahorrar espacio físico, a la vez que se facilitan las actividades de búsquedas y recuperación de documentos para los lectores (Aliaga et al., 2018). Un análisis reciente de la base del Ulrich’s Periodicals Directory (el principal directorio de publicaciones periódicas del mundo), revela que casi la mitad de las revistas son accesibles online, aunque las exclusivamente electrónicas son menos del 8%, lo que sugiere “que el formato impreso todavía se asocia con la reputación y solvencia científica de una revista” (Delgado López-Cózar, 2015, p. 8).
En Argentina, las revistas científicas del campo de las ciencias sociales y humanas siguieron la tendencia global de adopción creciente del formato digital a partir de mediados de la década de 1990, por la cual algunas sumaron el soporte digital al papel y otras migraron del segundo al primero, incluyendo la accesibilidad en línea de sus contenidos. Hacia fines de la década, el formato digital se convirtió en la opción casi excluyente para las nuevas revistas (Banzato, 2011; Rozemblum, 2014). Tres elementos jugaron un rol importante en esa transformación. Uno de ellos fue la reducción de costos que suponía el abandonar la edición en papel, dentro de un modelo casi universal en el país en el que las revistas se financian a través del presupuesto de las universidades, con poca recuperación de costos a través de ventas (Rozemblum, 2014). Como veremos más adelante, esa disminución de costos se ha relativizado en los últimos años a raíz de la complejización de los procesos de edición digital.
Otro propulsor de la digitalización de las revistas fue la necesidad de lograr mayor visibilidad por parte de los investigadores y por parte de las mismas revistas, en primer lugar, a nivel nacional y, eventualmente, en ámbitos internacionales. El concepto de visibilidad de las revistas científicas surge asociado a los estudios bibliométricos que la elaboración del Science Citation Index permitió desde la década de 1960. La visibilidad puede ser vista como “una variable de difusión, accesibilidad y ampliación del colegio invisible” (Rozemblum, 2014, p. 10), entendiendo por colegio invisible al conjunto de pares especialistas cuyos contactos personales posibilitan el desarrollo de una disciplina.
El tercer elemento es el acceso abierto, que ha sido considerado también un facilitador de la visibilidad. Hacia fines de la década de 1990 se produce el surgimiento del movimiento de acceso abierto, cuya primera expresión importante es la Declaración de Budapest de 2002. En ella se reivindica el conocimiento como bien común y se recomienda el desarrollo de dos estrategias entre los académicos: el auto-archivo (que se materializa en los repositorios institucionales) y la promoción de las revistas de libre acceso (Banzato, 2011). En la Declaración de Salvador, Brasil (2005), que buscó reflejar “la perspectiva del mundo en desarrollo”, el acceso abierto es definido como el “acceso sin restricción a la información científica y su uso”, uno de cuyos principales propósitos es:
Facilitar la participación activa de los países en desarrollo en el intercambio mundial de la información científica, incluido el acceso gratuito al patrimonio del conocimiento científico, la participación eficaz en el proceso de generación y difusión del conocimiento y el fortalecimiento de la cobertura de los tópicos de relevancia directa para los países en desarrollo3.
Desde entonces, las políticas de acceso abierto han sido apoyadas por la UNESCO y adoptadas por gobiernos e instituciones. En el caso de Argentina, la Ley N° 26.899 de 2013 -reglamentada por la Resolución 753 - E/2016 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva- establece que las instituciones del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología que reciben fondos públicos deben crear repositorios digitales de acceso abierto y gratuito, en los que se depositará la producción científico tecnológica nacional.
Ya a mediados de los 2000, América Latina era la región del mundo con mayor porcentaje de revistas de acceso abierto (AA). Según Alperin (2014, p. 17), en la región, “las estimaciones sobre el porcentaje de revistas académicas que son de AA van desde un mínimo de 51% hasta un máximo de 95%, dependiendo de la fuente de datos utilizada”4. También cabe destacar que la región generó tres iniciativas vinculadas a promover el acceso abierto y a dar mayor visibilidad regional y global a la producción de las revistas, como son LATINDEX5, SciELO6 y RedALyC7. Cada una de las tres establece un conjunto de criterios de calidad para el ingreso de las revistas a sus catálogos. Además, las dos últimas son repositorios digitales que permiten el acceso a los textos completos de los artículos. En el caso de RedALyC, por ejemplo, el total de revistas de ciencias sociales alojadas asciende a 759, de las cuales 80 se editan en Argentina8. Así, América Latina parece encarnar un paradigma alternativo al de los países centrales, donde prevalecen los sistemas de indexación cerrados de tipo comercial con alta valoración de impactos de citación (Rama, 2014).
La digitalización en las revistas del campo de la educación
El campo académico de la educación presenta características específicas que afectan la forma en que se estructuran las revistas especializadas. Esta especificidad está dada, en parte, por la confluencia -en ocasiones armónica y en otras conflictiva- no sólo de una diversidad de saberes, enfoques y métodos provenientes de las ciencias sociales y las humanidades, sino también del ámbito técnico-burocrático y de las prácticas pedagógicas. Como argumentan Suasnábar e Isola (2018), apelando al concepto de “disciplinarización secundaria” (Hofstetter y Schnewly, 2002), el desarrollo del campo profesional precede y condiciona la conformación de las ciencias de la educación como campo académico. En consecuencia, el campo académico está sometido constantemente a “una tensión dinámica entre, por un lado, responder a las fuertes demandas sociales y a la esfera político-administrativa, y por otro, a la constitución de una disciplina científica que obliga a un distanciamiento de dichas demandas” (Suasnábar e Isola, 2018, p. 213-214).
Quizás esa multiplicidad de demandas sea uno de los factores que explican la alta producción científica sobre educación tanto a nivel mundial como regional. Así, por ejemplo, “Education & Educational Research” es, dentro de las ciencias sociales, la segunda categoría con mayor número de revistas en el Emerging Source Citation Index (ESCI) de la Web of Science (Repiso, Jiménez-Contreras y Aguaded, 2017). En el caso de Iberoamérica, Redalyc incluye 118 revistas sobre educación, que representan más del 15% de las publicaciones en el área de ciencias sociales. Este grupo de revistas en educación es liderado por Brasil, México y Colombia, siendo sólo tres las editadas en Argentina9. Respecto a la situación general del conjunto de revistas sobre educación publicadas en la región, Aliaga et al. (2018) evalúan que se produjo una “enorme mejora” en las dos últimas décadas en cuanto a calidad y difusión, pero también señalan que enfrentan una serie de importantes limitaciones y problemas, en particular de financiamiento, de sobrecarga de trabajo para los equipos editoriales, y de imposición de criterios evaluativos descontextualizados que desdeñan el impacto social de los artículos publicados.
Respecto a la situación de las revistas académicas del campo educativo que se editan al año 2018 en la Argentina10, uno de los aspectos a señalar es el referido a su escasa antigüedad, ya que las dos que cuentan con más años de vida fueron establecidas en la década de 1980. A partir de mediados de la década de 1990, el panorama se transforma con el aumento sostenido de creación de revistas. Ello es consecuencia del crecimiento y la diversificación institucional del campo de producción de conocimiento en educación, enmarcado en un proceso de reforma educativa, de expansión del sistema universitario y de políticas de incentivo y evaluación de la investigación. Ya en el período 2001-2015 se verifican otros fenómenos que favorecen las actividades de investigación en general y que contribuyen al desarrollo de las revistas de educación. En este sentido, se destaca la consolidación de un núcleo estable de docentes universitarios y de mecanismos de incentivos y evaluación del trabajo académico, así como la expansión de las carreras de posgrado y la creación de nuevas universidades, preponderantemente en el sector estatal. A su vez, se registra un significativo crecimiento del sistema de ciencia y tecnología, con el aumento de subsidios para actividades de investigación y desarrollo tecnológico, la ampliación del número de investigadores y becarios en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), la repatriación de investigadores y la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Otro rasgo que afecta a muchas de estas revistas, a pesar del contexto descripto en el párrafo anterior y como contracara de la expansión cuantitativa, es la fuerte irregularidad. Un análisis sobre 20 revistas para el período 2001-2013 mostró que sólo la mitad fueron capaces de publicar al menos un número por año (Gorostiaga, Funes y Cueli, 2015). Esta irregularidad está asociada a un escenario de baja profesionalización, en el que las tareas necesarias para la edición de revistas adoptan un carácter vocacional, además de enfrentar obstáculos para asegurar el financiamiento mínimo de los costos de producción11. Este escenario para las revistas de educación, cabe señalar, parece ser propio de Iberoamérica en general, donde en muchos casos su edición depende del compromiso personal de académicos con escasa formación en la materia y que no reciben remuneración específica por estas tareas (Aliaga et al., 2018).
El análisis a 2018 de las revistas del campo que se encuentran activas incluyó un total de 35 títulos (véase Cuadro 1). Como caracterización general, puede señalarse que un 60% (21) de las revistas son editadas por universidades nacionales, el sector que desde la década de 1990 ha liderado la publicación de revistas sobre educación. El resto se reparte entre las publicadas por asociaciones científicas y profesionales y por redes universitarias -impulsadas y sostenidas en su mayoría por universidades nacionales- que suman ocho títulos; tres revistas editadas por universidades privadas; una editada por FLACSO (universidad internacional); una, por el IRICE (CONICET - Universidad Nacional de Rosario); y una, por un instituto de formación docente. En este panorama, se destaca, por un lado, el protagonismo de las universidades como responsables de la publicación de revistas académicas y, por otro, la ausencia de editoras comerciales. Este esquema de gestión y financiamiento es propio de las revistas de educación de la región y representa, para algunos, una debilidad estructural, al quedar expuestas a los efectos de crisis económicas y cambios de política (Aliaga et al., 2018; Repiso, Jiménez-Contreras y Aguaded, 2017). A la vez, contrasta con la situación de las revistas de los países centrales, en las que, como ya fue señalado, las grandes editoriales tienen una incidencia creciente.
Fuente: elaboración propia
REDES UNIVERSITARIAS Y ASOCIACIONES PROFESIONALES Y CIENTÍFICAS
Fuente: elaboración propia
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La digitalización y el acceso abierto son los aspectos en los que nos interesa detenernos especialmente. De la base de 35 revistas, 22 se editan sólo en formato electrónico, lo que representa un 63% de los títulos; 10 se publican en formato impreso y digital (con ISSN específico para cada versión); y sólo tres se editan exclusivamente en papel (véase Gráfico 1). Cabe destacar que estas tres últimas también ofrecen en sus páginas web acceso electrónico al contenido de las revistas. En todos los casos, los artículos pueden descargarse gratuitamente (en forma individual o descargando el número completo, dependiendo de la revista), por lo que puede concluirse que el total de las revistas provee acceso abierto a sus contenidos a través de Internet. La opción por mantener un doble formato se explica, en algunos casos, por la posibilidad que la versión impresa otorga de realizar canjes de publicaciones con otras instituciones (Giovine, 2015), aunque también podría interpretarse como una política que responde a la tradición de respetar el formato papel en la comunicación científica.
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De las 32 revistas que poseen formato electrónico, un 78% utiliza la plataforma de Open Journal System (OJS). OJS es un sistema de software libre para la administración y publicación de revistas en Internet12, que se destaca a nivel mundial por su amplia difusión. Algunas instituciones han desarrollado, en base al OJS, una plataforma común para la gestión de todas sus revistas (Suasnábar, Cuchan y Méndez, 2014), como ocurre en los casos de la Universidad Nacional de Córdoba, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, o la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Además, cuatro revistas se editan dentro del Portal de Publicaciones Científicas y Técnicas (PPCT) del Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT), dependiente del CONICET. El PPCT, creado en 2009, está también diseñado sobre la plataforma OJS y forma parte de una política de apoyo al fortalecimiento de las revistas académicas argentinas que adhiere al acceso abierto y que busca contribuir a que las revistas alcancen “niveles de calidad basados en estándares internacionales”13.
Como rasgo común al conjunto de las revistas que se editan en forma electrónica, puede señalarse un aprovechamiento incompleto de los recursos digitales. Tanto en los análisis de las revistas digitales a nivel global, como en los que se enfocan en revistas sobre educación en el contexto iberoamericano, se destaca el limitado uso que se hace de las posibilidades tecnológicas existentes para la edición, la difusión y la visibilidad de estas publicaciones (Aliaga et al., 2018; Diestro Fernández et al., 2017; Pearce et al., 2011; Solomon, 2013), que excluye, por ejemplo, sistemas continuos de revisión por pares que se extiendan al momento posterior a la publicación (Pearce et al., 2011). Las revistas argentinas del campo educativo no son una excepción. Entre los aspectos que surgen del relevamiento pueden mencionarse: 1) el uso preferencial del pdf, a expensas de formatos como como xml, html y epub, que posibilitan multimedia e interactividad; 2) la ausencia, en casi todos los casos, de implementación de DOI y de ORCID, que permiten mejorar la identificación de los artículos y de los autores, respectivamente; y 3) el limitado o inexistente uso de las redes sociales para la difusión de los contenidos.
Por otra parte, la tendencia hacia la digitalización y el acceso abierto está relacionada con la indexación en bases de datos nacionales y regionales. Como ya señalamos, dos de las principales iniciativas a nivel iberoamericano para la difusión y visibilidad de la producción académica de la región, SciELO y RedALyC, lo hacen a través del acceso abierto. A nivel nacional, el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas, también dependiente del CAICYT14, constituye el único índice de referencia. Aunque promueve el acceso libre y ha implementado un portal de revistas propio, no es requisito ofrecer acceso abierto para ser parte del Núcleo Básico.
Tanto en SciELO como en RedALyC hay incluidas tres revistas de educación argentinas, mientras que en el Núcleo Básico han sido admitidas doce15. Sólo una revista (Espacios en Blanco, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires) forma parte de los tres índices. Por otro lado, del análisis de la base de 35 revistas se desprende que un 57% (20) no está incluido en ninguno de los tres. Si bien los procesos de ingreso a estas bases son bastante recientes y los procedimientos de evaluación demandan un cierto tiempo, también es cierto que varias revistas están lejos de poder cumplir con los estándares y criterios requeridos.
Además de incentivar la digitalización y el acceso abierto, la indexación depende del cumplimiento de ciertos parámetros de calidad, que abarcan estándares en términos de presentación de las revistas (por ejemplo, acceso histórico al contenido en la versión electrónica) y de los artículos (por ejemplo, contar con resúmenes en español e inglés), y de la gestión y política editorial (por ejemplo, implementar un sistema de arbitraje externo). El ingreso a estas bases ha planteado serios desafíos a la mayoría de las revistas del campo educativo argentino. Algunos requisitos suponen la movilización de recursos significativos para profesionalizar las tareas de edición o adaptar los textos a nuevas metodologías -que terminan generando costos similares a la edición en papel- (Banzato, 2011; Rozemblum, 2014), y otros, como la exigencia del Núcleo Básico de publicar mayoritariamente materiales de autores externos a la entidad editora, implican cambiar la orientación con la que nacieron muchas revistas editadas por universidades cuya misión es difundir la producción de los docentes propios. En conjunto los estándares y las exigencias planteadas por el uso de plataformas como la OJS, pero sobre todo la incorporación a los índices, generan que la producción editorial se torne más compleja y exigente, a la vez que instalan dinámicas de competencia entre revistas, en tanto una gestión más rápida y eficiente tiende a captar más artículos (Rama, 2014).
Por otra parte, aunque se reconoce que el desarrollo de iniciativas regionales como SciELO y RedALyC brindan la posibilidad de una internacionalización menos asimétrica y más sensible a las necesidades de desarrollo local (Guédon, 2011; Rozemblum, 2014), la adaptación a los parámetros de estos índices genera controversias al interior de las comunidades académicas, en algunos casos por el peligro de la subordinación a los criterios de la “ciencia principal” y la falta de criterios específicos para las ciencias sociales y humanas (Giovine, 2015; Guédon, 2011), pero también por las limitaciones que afectan la autonomía de los editores al momento de decidir sobre los contenidos (cantidad y tipos de contribuciones) a incluir en cada número de revista.
Conclusiones
Las dinámicas que han intervenido en el proceso de digitalización de las revistas académicas del campo educativo en el contexto argentino responden a una diversidad de factores. Algunos de tipo global, como los avances tecnológicos y el movimiento de acceso abierto; otros propios del ámbito iberoamericano, como la particular fuerza que ha adquirido el acceso abierto, o nacional, como el rol dominante que tienen las universidades nacionales en la edición de publicaciones científicas. Desde mediados de la década de 1990 la reducción de costos y el incremento de la visibilidad operaron como importantes impulsores de la migración a formatos electrónicos. A esto se sumó la influencia ejercida por SciELO, RedALyC y las iniciativas del CAICyT, aunque el impacto de las dos primeras todavía es limitado en términos de las revistas incluidas en sus repositorios.
El relevamiento realizado en 2018 muestra la fuerte incidencia de la digitalización y el acceso abierto, aun cuando algunas revistas opten por mantener el formato papel, en la mayoría de esos casos junto con el digital. Tanto la digitalización como la indexación parecen haber contribuido a un proceso de profesionalización, que demanda mayores recursos (humanos y financieros), así como de internacionalización (de autores, lectores, comités editoriales, normas y procesos). Sin embargo, también se constata un uso limitado de los recursos digitales, una realidad que va más allá del contexto argentino y que se asocia al peso de la tradición de los textos impresos en las ciencias sociales y humanas (Aliaga et al., 2018) y a las dificultades de los equipos editoriales para articular “la perspectiva del 2.0” en una visión global (Diestro Fernández et al., 2017).
El acceso abierto a través de repositorios online parece una tendencia irreversible por las ventajas que ofrece, sobre todo en términos de visibilidad. Sin embargo, la sustentabilidad de las revistas depende de la existencia de subsidios institucionales o gubernamentales, o de la eventual implementación del modelo “paga el autor”16, que gana fuerza en las revistas editadas por empresas comerciales. Los desafíos que plantea el nuevo escenario son particularmente problemáticos para el conjunto de revistas que fueron creadas como medio para ayudar a generar publicaciones entre los profesores-investigadores de la propia institución, para las que la digitalización fue, en primera instancia, un elemento altamente facilitador por los menores costos en comparación con la edición en papel. Estas publicaciones afrontan serias dificultades para lograr el acceso a las bases nacionales y regionales, dado que ello implica no solo contar con mayor financiamiento y personal especializado, sino también alterar la misión con la que fueron creadas, enfocándose ahora en intentar captar artículos de autores externos.
Estas y otras problemáticas referidas al funcionamiento de las revistas requieren, además, ser pensadas en el marco de discusiones más amplias. Algunas de estas discusiones refieren al rol de las revistas científicas frente a la sociedad y frente a las comunidades académicas, en sus diferentes escalas, de las que son expresión o canal de intercambio (véase, por ejemplo, Bartra, 2015). Otros debates se vinculan, más específicamente, a la institucionalización y consolidación del campo de la investigación educativa en la Argentina (Gorostiaga, Palamidessi y Suasnábar, 2016).
La ausencia o la debilidad de las políticas a nivel nacional conspira contra la posibilidad de potenciar, o al menos preservar, un sistema de comunicación de la investigación que tenga en cuenta los intereses de la comunidad de académicos local y que responda a prioridades de política científica de mediano o largo plazo. La reciente constitución de la REDdeRED, ya mencionada, constituye una oportunidad de establecer una agenda común entre los editores de las revistas de educación en el país que busque fortalecer sus procesos de mejora de la calidad y la visibilidad, y que pueda ser promovida frente a los responsables del sistema de ciencia y tecnología, superando el tradicional aislamiento que caracteriza a la labor editorial (Aliaga et al., 2018).