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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

On-line version ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.88 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Nov. 2020

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi88.3797 

Artículos

Bourdieu en el conurbano: un viaje de ida y vuelta. Alteridad y trabajo de campo antropológico en la UNAJ y la UNPAZ

Laura Colabella* 

Patricia Vargas** 

* Laura Colabella es Dra en Antropología Social (MN-UFRJ), Profesora Asociada Regular por la UNAJ y Profesora de la Maestría en Sociología y Ciencias Políticas de FLACSO - Argentina. Correo: mlauracol@yahoo.com.ar

** Patricia Vargas es Dra. en Antropología Social, investigadora del Centro de Antropología Social del IDES y docente titular de antropología en el programa UBA XXI, adjunta de antropología social y cultural en la UNPAZ y titular de antropología y problemas socio-culturales en la Universidad de Belgrano. Dicta cursos de métodos y trabajo de campo en programas de posgrado de Argentina y Chile. Correo: patriciabeatrizvargas@gmail.com

Resumen

El presente artículo pretende documentar y analizar el modo en que estudiantes del conurbano se acercan a la materia Antropología Social y Cultural de la carrera de Trabajo Social de las Universidades Nacionales Arturo Jauretche y José C. Paz. Con este propósito describiremos, cómo resignifican la idea de alteridad antropológica, cómo aprehenden en la práctica las técnicas y métodos del trabajo de campo etnográfico; y el impacto que esta experiencia adquiere en sus vidas, las de sus familias y en el mundo académico de la universidad.

Este análisis se inspira en el papel transformador que, según Wacquant, cumplió el trabajo de campo en la obra de Pierre Bourdieu cimentando las bases para su futuro andamiaje teórico-conceptual.

Palabras clave: UNAJ; UNPAZ; Trabajo de campo; Enseñanza de la Antropología; Bourdieu etnográfo.

Abstract:

This article aims to document and analyze the way in which suburban students approach the subject Social and Cultural Anthropology of the career of Social Work of the National Universities Arturo Jauretche and José C. Paz. With this purpose we will describe how they resignify the idea of anthropological alterity, how they apprehend in practice the techniques and methods of ethnographic fieldwork; and the impact that this experience acquires in their lives, those of their families and in the academic world of the university. This analysis is inspired by the transforming role that, according to Wacquant, fulfilled the fieldwork in the work of Pierre Bourdieu cementing the foundations for its future theoretical-conceptual scaffolding.

Keywords: UNAJ; UNPAZ; Fieldwork; Anthropology Teaching; Ethnographic Bourdieu.

Resumo

Este artigo tem como objetivo documentar e analisar a maneira pela qual os estudantes suburbanos abordam o tema Antropologia Social e Cultural da carreira de Serviço Social das Universidades Nacionais Arturo Jauretche e José C. Paz. Com esse propósito, descreveremos como eles ressignificam a ideia de alteridade antropológica, como apreendem na prática as técnicas e métodos do trabalho de campo etnográfico; e o impacto que essa experiência adquire em suas vidas, nas famílias e no mundo acadêmico da universidade.

Essa análise é inspirada no papel transformador que, segundo Wacquant, cumpriu o trabalho de campo na obra de Pierre Bourdieu consolidando os fundamentos para o seu futuro arcabouço teórico-conceitual.

Palavras chave: UNAJ; UNPAZ; Trabalho de Campo; Ensino de Antropologia; Etnográfico Bourdieu.

Introducción

El propósito de este artículo lo constituye analizar sendas experiencias pedagógico-didácticas realizadas en el marco de la materia antropología social y cultural de la carrera de trabajo social en dos universidades del conurbano bonaerense a la luz de los aportes bourdeanos en torno al trabajo de campo y la alteridad. Decidimos explorar esta arista a partir del artículo de Loic Wacquant “Seguindo Pierre Bourdieu no campo” (2006) dedicado a reflexionar sobre el Bourdieu etnógrafo y el papel transformador que cumplieron sus trabajos de campo en Argelia y en su tierra natal, el Bearn.

En primer lugar, describiremos la propuesta de enseñanza de la antropología a estudiantes del conurbano bonaerense de las universidades nacionales Arturo Jauretche y José C. Paz, en los primeros años de la carrera de trabajo social. En segundo lugar, mostraremos los modos específicos en que los estudiantes abordan la experiencia de trabajo de campo antropológico y cómo resignifican el concepto central de la propuesta -la alteridad como eje de la disciplina- en ambas universidades. En tercer lugar, con base en un análisis comparativo, vincularemos el quehacer del trabajo de campo en tanto “experiencia” con el aprendizaje de la alteridad y la producción de teoría sui generis, entre los estudiantes, en las docentes-investigadoras y en el mismo Bourdieu, recuperando la perspectiva de Wacquant sobre dicho proceso.

Enseñando Antropología a futuros trabajadores sociales

Ambas ingresamos a la Universidad Nacional Arturo Jauretche y a la Universidad Nacional de José C. Paz respectivamente en momentos próximos a sus creaciones e inicio de actividades académicas. Laura Colabella ingresó a la UNAJ en el 2011 y Patricia Vargas a la UNPAZ en el 2014. Asimismo, en 2013 ganamos el Concurso de Proyectos de investigación CLACSO-Asdi para realizar Estudios sobre Políticas Públicas en América Latina y el Caribe: democracia, ciudadanía y justicia social, y con cuya beca pudimos realizar una etnografía sobre la vida cotidiana de los estudiantes universitarios de primera generación de la Jauretche. Dicha investigación ofreció un telón de fondo para conocer las condiciones en que los estudiantes de las universidades del conurbano llevan adelante sus vidas y sus estudios, y el sentido que tiene para ellos la experiencia universitaria: básicamente, y contra las ideas dominantes en torno a los sectores populares y sus intereses exclusivamente instrumentales, los estudiantes afirmaron que además de la salida laboral, la realización personal funge también como motivación para estudiar. Asimismo, nuestra etnografía expuso de manera concreta y vívida los contextos en los cuales los estudiantes llevan adelante las tareas que requiere la vida universitaria (Colabella y Vargas, 2014).

Este conocimiento de primera mano de la vida cotidiana de los potenciales destinatarios de la currícula coadyuvó a la formulación de una propuesta pedagógico-didáctica que, además de enseñar contenidos propios de la disciplina antropológica, evalúa a los estudiantes que atraviesan el proceso de comprensión del objeto de la antropología en tanto alteridad, en la experiencia misma de realizar trabajo de campo. La materia Antropología Social y Cultural en ambas universidades forma parte del plan de estudios de formación de los futuros Trabajadores Sociales en el primer año en la UNPAZ y en el segundo año en la UNAJ. Ambos programas son similares en dos aspectos: un fuerte perfil metodológico en el que se privilegia la enseñanza de la etnografía en sus tres dimensiones: como enfoque, como método y como texto (Guber, 2001) y conceptualmente, en tanto se centra en la noción de alteridad para la comprensión del objeto antropológico (Krotz, 1999).

Los dos textos centrales de los programas son justamente: La etnografía. Método, campo y reflexividad, de Rosana Guber y Alteridad y pregunta antropológica de Esteban Krotz. La novedad de la propuesta radica en que en los estudiantes son compelidos a hacer trabajo de campo antropológico en el primero y segundo año de sus carreras debiendo elegir un grupo humano, un sistema de creencias, una práctica o un espacio social que represente, desde el punto de vista de ellos, “la alteridad antropológica”. Desde la elección del lugar o grupo, la logística para llegar a él, la preparación emocional y mental para enfrentar una situación que puede devenir en rechazo, hasta la redacción de la experiencia en el contexto de una evaluación de la cual depende la aprobación de la materia, todo el proceso resulta en una vivencia inédita con fuerte impacto personal, familiar y académico.

Las primeras experiencias dieron cuenta de que la elección privilegiaba más que la alteridad, la cercanía socioespacial y la familiaridad, concentrándose mayoritariamente en miembros de sus familias, amistades y vecinos, así como también en instituciones propias de sus barrios, a saber: salas de primeros auxilios, comedores comunitarios, copas de leche, sociedades de fomento, unidades básicas, delegaciones municipales y organizaciones religiosas. Muchas veces también nos preguntábamos si en parte, no elegían aquello que intuían podría representar la alteridad para nosotras (sus profesoras), dadas nuestras investigaciones previas sobre sectores populares y que ellos conocían porque leían como parte de la bibliografía del programa o de nuestra presentación pública en las redes sociales. Además, en su gran mayoría, formaban parte de dichos contextos con un rol activo, lo que solía dificultar la comprensión de la alteridad, ya que el extrañamiento de lo cotidiano requiere un entrenamiento de objetivación mayor en el ejercicio de la reflexividad, más dificultoso aún entre quienes por primera vez realizan trabajo de campo antropológico (Da Matta, 1999).

Solía ocurrir que homologaban diferencia con alteridad antropológica: “mi madre, mi hermana, mi amiga es diferente a mí y por eso es mi alteridad”, era la respuesta común que justificaba sus opciones iniciales. Construir la idea de objetivación del sí mismo social y del Otro socio-antropológico devino en la búsqueda de alternativas pedagógicas para facilitar puentes de comprensión. Por ello, preocupadas con la idea de problematizar y más aún, extremar la idea de alteridad en los estudiantes, decidimos propiciar que el trabajo de campo lo hicieran en espacios o eventos de la ciudad de Buenos Aires (“capital”), o en espacios ajenos y totalmente inéditos desde el punto de vista biográfico, priorizando en lo posible prácticas y creencias consideradas “locas”, “exóticas” y “raras”.

Después de reunir material durante varios años, reflexionar sobre nuestras experiencias con los sucesivos cursos cuatrimestre tras cuatrimestre, y realizar entrevistas durante el 2018 (con vistas a profundizar en algunos aspectos centrales de la propuesta) esperamos responder qué significa la alteridad antropológica para los estudiantes del conurbano de la carrera de Trabajo Social. Concretamente, cómo eligen el objeto, cómo realizan el trabajo de campo y cómo a través de la experiencia, personal e intransferible, resignifican la alteridad. Finalmente, cómo se articula a la reflexión análoga que propone el sociólogo francés Loïc Wacquant cuando analiza el papel revolucionario del trabajo de campo en la obra de Bourdieu. Dos niveles unidos por la idea nativa de “experiencia” y sus múltiples sentidos para pensar el quehacer del etnógrafo.

Experiencias en la UNAJ: “tuve que despojarme de todas mis vergüenzas y animarme”

El partido de Florencio Varela se ubica en el sur del Conurbano bonaerense, a unos 30 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y fue creado por ley provincial el 30 de enero de 1891. Limita al norte con el Municipio de Quilmes, al sur con el Municipio de La Plata, al este con el de Berazategui y al oeste con el de Almirante Brown. Su superficie es de 190 km cuadrados y está dividido en diez localidades, ellas son: Gobernador Julio A. Costa, San Juan Bautista, Santa Rosa, Villa Vatteone, Zeballos, Villa Brown, San Luis, La Capilla, Bosques e Ingeniero Allan, con 95 barrios inclusive. La población del municipio es de 426.005 habitantes (Censo 2010). La estructura poblacional del distrito muestra una población pre-dominantemente joven, ya que el 44.2 % de la misma son menores de 21 años, siendo el promedio de edad de la población 25 años. Según la Encuesta Permanente de Hogares del 2008, el 76.9 % se encuentra bajo la línea de pobreza; los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), alcanzan el 26.7%; y el 65.3% no tiene cobertura de Obra Social (Fuente: información sistematizada del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires). Según datos del Observatorio del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, en el 2015 se registraron 66 barrios entre “villas de emergencia” y asentamientos.

Dichos barrios han sido “etnografiados” con elocuencia por la antropóloga Julieta Quirós en dos textos pioneros “Cruzando la Sarmiento” (2006) y “El porqué de los que van” (2011). En esas etnografías, amparadas en sendos trabajos de campo en Florencio Varela, con períodos comprendidos en cuatros meses del año 2005; y posteriormente con un período más extenso, comprendido entre los años 2007 y el 2009 se muestra la trama, muchas veces oculta en la literatura sobre movimientos y organizaciones sociales, que nutre las columnas de los movimientos piqueteros y organizaciones sociales y municipales con personas de carne y hueso, cuya cotidianeidad ultrapasa las fronteras que rótulos como “piquetero” o “puntero” pretenden demarcar. Más bien, la autora, muestra que esos rótulos señalan continuidades y su oposición suele ser irrelevante para los vecinos de los barrios varelenses, que se acercan a las organizaciones de desocupados o a las delegaciones municipales. Sus etnografías están pobladas por personas, muchas veces jóvenes, que se fueron “enganchando” y “desenganchando” con los movimientos y también con “la política” a través de un recurso estatal: “el plan” o “los planes sociales”, según la calificación gubernamental. Buena parte de esos jóvenes y si no ellos, sus parientes, vecinos o conocidos además de “engancharse” y “desengancharse” con los movimientos y la “política” también lo hicieron con la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Cuando ésta abrió sus puertas, en el año 2011, en el que fuera el predio de 14 hectáreas de los Laboratorios de Tecnología e Hidrocarburos YPF -inaugurado en 1940 y clausurado en 1994-, ubicado sobre la avenida Calchaquí a escasos 3 kilómetros del Cruce Varela, escenario de numerosos piquetes, y a unos 5 kilómetros de la Estación de Ferrocarril Florencio Varela, donde parten los ramales de la línea 500 de colectivos hacia los barrios periféricos donde residen la inmensa mayoría de los estudiantes de la UNAJ. El año de su apertura, la universidad recibió a más de 3000 estudiantes desafiando todos los pronósticos, que no auguraban más de 1500 ingresantes. En el 2015 se triplicó la cantidad de inscriptos con respecto al 2011, contando ese año, con 10.700 alumnos regulares (Fuente UNAJ).

Según datos de una encuesta administrada por la UNAJ a 1683 ingresantes en el año 2011, el grupo etario más importante era el de 20 a 24 años, que representa a un poco más de un cuarto de los encuestados. Los jóvenes de 17 a 29 años representan casi las dos terceras partes de esta población (63,7%). De todas maneras, se advierte un grupo importante de personas que tiene entre 30 y 49 años (3,2%). Por otra parte, la mayoría de los ingresantes del 2011, la componía población femenina con el 63,9 %. En cuanto al lugar de residencia los datos que arrojaba la encuesta, para el 2011, eran los siguientes: más de las tres cuartas partes de los ingresantes tienen su lugar de residencia en Florencio Varela (75,4%). Muy lejos, en segundo lugar, se encuentran los residentes de Berazategui (9,6%) y Quilmes (9,2%). Más de la mitad de los estudiantes vive en un radio de 50 cuadras (56,4%). La forma de traslado de esta población hasta la universidad es en su mayoría con un colectivo (67,7%). En segundo lugar, se ubican los estudiantes que se trasladan con más de un colectivo. Cerca de la mitad de los encuestados señalan que su tiempo de traslado hasta la universidad es de hasta 20 minutos (44,3%), mientras que el segundo grupo en importancia es el que responde que tardan entre 21 a 40 minutos (38,2%). Por último, el 41, 9 % de los estudiantes señaló que su casa se localiza sobre calle de tierra.

Las carreras ofrecidas, en aquel momento, fueron: Bioingeniería, Bioquímica, Enfermería, Gestión Ambiental, Ingeniería Industrial, Ingeniera en Informática, Licenciatura en Relaciones del Trabajo, en Administración, Tecnicatura en emprendimientos agropecuarios, Tecnicatura en Producción Vegetal Intensiva e Ingeniera en Electromecánica. Las de mayor matrícula fueron: Enfermería con el 29,2%, Licenciatura en Administración con el 16,3% e Ingeniería en Informática con el 16,2%. (Fuente UNAJ, encuesta dirigida por Daniel Contartese).

Si bien la carrera de Trabajo Social comenzó a dictarse en el año 2015, el perfil de los estudiantes de esa carrera se encuadra en los datos generales de la primera encuesta administrada a los ingresantes del 2011.

La materia Antropología Social lleva 3 años dictándose en la Carrera de Trabajo Social de la UNAJ1 Inicialmente los temas elegidos por los estudiantes, como ya sugerimos más arriba, eran las instituciones de sus barrios, asociados a los espacios clásicos de intervención de los profesionales del Trabajo Social. Cuando los interrogaba acerca de cuál era la alteridad que encontraban en esos espacios, la respuesta generalizada era porque se trataba un espacio al que no habían concurrido con anterioridad o porque desconocían a las personas que los frecuentaban. Fue necesario extremar la idea de alteridad en términos de extrañamiento/distanciamiento o más sencillamente de “exotización”, para así señalarles que el desconocimiento de una persona o grupo en términos personales o de redes de proximidad, no constituía la alteridad en términos antropológicos. Fue así que, en el primer cuatrimestre del 2018, les pedí que eligieran un espacio, práctica o grupo localizado en la cuidad de Buenos Aires.

Un primer aspecto relevante era que el traslado a la ciudad de Buenos Aires suponía para ellos atravesar una frontera social. Y otro recurrente era que, en la mayoría de los casos, iban acompañados por un familiar y también por sus hijos. Incluso la familia, podía participar también de la escritura del informe final. Fue el caso de Nadia, de 30 años, madre soltera de 3 hijos que vive con sus padres, en un área próxima al Cementerio de Florencio

Varela. Desde allí debió trasladarse al Cabildo, frente a la Plaza de Mayo, centro político del país, para hacer su trabajo de campo.

Fuimos en tren, después fuimos en subte con mi nene. Y mi nene (de 10 años) el subte no lo conocía… ya de por sí. Así que el subte era como… ya de por si…Y buenos fuimos y llegamos donde bajamos y de ahí era caminar. Era para este lado habíamos visto que estaba la avenida 9 de julio, no? Cuando bajamos del subte… para este lado no creo que sea, tiene que ser para el otro lado. Entonces empezamos a caminar para el otro lado. Entonces preguntamos en un quiosquito ahí y la señora me dijo que tenía que caminar un par de cuadras… qué sé yo. Y era…uno… yo no estoy acostumbrada a salir a capital. No es que trabajo por allá ni nada por el estilo. Así que no estoy acostumbrada al movimiento de gente, es como vienen a todos acelerados… al nene lo corría así para acá para allá. Íbamos caminando, mirando. Mi hijo se quería quedar en cada esquina mirando un edificio…. Estaba embobado mirando… No hijo tenemos que llegar a la vista guiada. Era ese el momento. Después cuando volvimos, volvimos más tranquilos y miramos, le digo yo…

Llegar al lugar elegido, constituye una victoria y también una sorpresa:

Estábamos llegando los dos re emocionados de ver cómo era el cabildo nos imaginábamos una cosa enorme, gigante y cuando estábamos llegando…. Entonces dimos toda la vuelta por atrás del cabildo nos fuimos como dos cuadras para el otro lado. Y volvimos y le digo a un señor…¿el cabildo es por acá? Sí, me dice, eso que está ahí en la esquina. Nosotros pasamos la calle, todo…vimos la esquina era una cosa mínima…

Al igual que la redacción del informe final:

(Las notas de campo) Sí, me re sirvieron, lo de clase fue una re ayuda. Yo, igualmente, escribía en la computadora, yo no tengo computadora, me prestó mi sobrino la compu. Iba escribiendo y sentaba a mi papá, mi mamá, el que esté en mi casa les leía y les decía ‘¿qué te parece lo que te estoy leyendo? ¿Estás en el momento, en el lugar?’… Mi papá me dice en un momento… porque yo ponía todo lo que usted (la profesora) me dijo cuando yo traje por primera vez la nota de campo ‘tenés que aclarar cómo estaba vestido cada personaje’, qué sé yo, qué sé cuánto. Y en un momento que yo había escrito que una chica, que ella me decía que vivía en capital, ¿no? Pero no estaba vestida como una persona que yo creo que vive en capital. Estaba vestida con una remera grande, con un pantalón de jean grande. Los chicos no estaban bien vestidos era como… todo muy sencillo…digamos. Y me dice mi papá: ‘¿pero es necesario que pongas todas esas cosas, hija? ¿Cómo vas a poner esas cosas de esa señora, pobrecita? ¡Ponela que estaba bien vestida (risas)!. No, papá, tengo que ponerla como me dijo la profesora, como estaba, no puedo poner lo que yo quiero’.

Otra estudiante, también de nombre Nadia, de 21 años, quien, desde “el fondo de Quilmes” eligió el Mercado de Pulgas de Colegiales. Ante el impedimento inicial de su familia por el traslado a un lugar tan distante de su casa, sumadas a las dificultades por dejar al cuidado de alguien a su pequeño hijo de dos años, encontraron como solución que la acompañara su suegro, en su primera salida al campo. El abuelo y su nieto daban vueltas por el predio, mientras ella “observaba y hacía entrevistas”. Ya la segunda visita la hizo sola porque se sentía “más suelta de preguntar…además ya no tenía miedo de que me digan que no. Ya estaba más como… que bueno te pueden decir no…entonces como que me iba ya…”.

En su trabajo final, señaló:

Cuando inicié a pensar en el trabajo de campo con la consigna de la “alteridad”, supe que el hecho de hacerlo en Capital ya me lo estaría representando. No suelo viajar mucho y menos por esos lados, el Mercado de Pulgas, ubicado en Colegiales me pareció un buen lugar. Pensé automáticamente en gente de otra clase social, y por eso vestida, con costumbres y sentidos diferentes a los míos.

Al igual que en el caso anterior, la llegada representó una sorpresa:

Personalmente cuando estaba camino al lugar, luego de tanto viaje al que no estaba acostumbrada, lugares no familiares para mí, pensaba encontrarme con un lugar con personas quizás vestidas de acuerdo a la temática de época, de acuerdo a los objetos que vendían, personas jóvenes tal vez, un lugar vanguardista, gente dispuesta a conversar y charlar. Sin embargo, me encontré con un mundo muy diferente al pensado, con gente de la tercera edad, con un predio vacío de compradores, aunque lleno de ‘cosas viejas’ para mí y ‘una identidad del pasado’ para los vendedores del lugar.

Al mismo tiempo, que les resultó provecho para poner en práctica, las “técnicas” vistas en clase:

Para llevar a cabo la investigación, que de hecho fue muy difícil en un principio, utilicé la entrevista no dirigida, esta me permitió, como menciona Guber en el texto ‘La Etnografía’, que los informantes se sientan más libres a la hora de contestar, más aun en el marco de inseguridad que estaban atravesando debido a un incidente con las autoridades del estado y de la DGI, ‘la no directividad favorece la expresión de temáticas, términos y conceptos, más espontáneos y significativos para el entrevistado’. Gracias a este método tuve a mi parecer mejores resultados, ya que los informantes sintieron más ‘una charla’ qué una entrevista donde se sintieran evaluados o ‘espiados’ en este caso. Para que esto se pudiera llevar a cabo, sin duda ‘la confianza del investigador en el informante’ fue de mucha importancia.

La búsqueda por las categorías nativas los lleva a reconocer que los grupos sociales, aun componiendo una unidad, no siempre son homogéneos. Fue el caso de Romina, quien eligió a los Coleccionistas del Parque Rivadavia. Según consignó en su informe final:

Elegí al grupo ‘de los coleccionistas’, ya que respeta las características antropológicas, como, por ejemplo, ‘la alteridad’ siendo que nadie de mi alrededor, ni yo misma, teníamos conocimientos previos respecto a los coleccionistas, más que la obvia relación de su concepto con tener mucha cantidad de algún objeto.

Entre ellos encontró que:

Algunos coleccionistas se definen a sí mismos como Coleccionistas Innatos, como por ejemplo, Franco C. de aproximadamente 75 años, jubilado, con dos hijos mayores; relata que el nació con ese “don” de coleccionar. Desde que era pequeño comentó que a escondidas agarraba y guardaba las estampillas de su madre que le mandaba su abuelo desde Italia, y así comenzó su amor por el coleccionismo. Otros coleccionistas suponen que su pasión por el coleccionismo fue heredada, o por sus abuelos, que los llevaban al parque o por sus padres (…)A pesar de las distintas formas de empezar en el camino del coleccionismo todos están de acuerdo con que coleccionar es una forma de vida, que para coleccionar tienen que amar cada objeto que buscan y enriquecerse con todo lo que viene con ese objeto.

En otros casos el trabajo de campo sobre “la alteridad” les presentó incidentes que debieron sortear. Fue lo que le ocurrió a Maximiliano, quien lo comentó ante sus compañeros el día de la presentación del trabajo, cuando leyó lo ocurrido, de una nota de su cuaderno de campo. Expuso el incidente como ejemplo del concepto de reflexividad, cuando la persona del investigador forma parte activa de aquello que pretende conocer. Su elección fue el Shopping “Portal Palermo”, ubicado sobre la Avenida Bullrich, detrás del Regimiento de Infantería Patricios. En su segundo día de trabajo de campo consignó en su cuaderno el siguiente episodio registrado en el intervalo del almuerzo:

Luego me dirigí al primer piso donde antes de ingresar al Jumbo (lugar donde se vende mercadería para el consumo). En la entrada hay un lugar donde se puede consumir comidas al paso, como por ejemplo panchos, ensaladas, café, bebidas y hay promociones de comidas que son más económicas que en los lugares de comida que se encuentran en planta baja (…) Compro una ensalada, que se encontraba en promoción la ensalada y una bebida a un módico precio de 109 pesos, al pagar realizo el pago con la tarjeta de crédito del Banco Nación, al cual la cajera la confunde con la tarjeta Argenta que es la tarjeta que emite el Anses a los jubilados y a los que tienen crédito subsidiado por el estado. A partir de mi apariencia se confunde, identificándome con alguien que se encontraba recibiendo una contraprestación de la Anses. Al aclarar el tema y decirle que era una tarjeta de crédito del Banco Nación que pertenece a la empresa Mastercard, no me creyó y lo consultó con una de las compañeras. La compañera al ver la tarjeta le dijo que era válida y que todos los días realizan muchas transacciones con la misma. Luego la empleada me pide disculpas y me entrega la mercadería.

Para otros, la experiencia resulta una inversión que pueden capitalizar en otras materias. Fue el caso de Florencia, de 31 años, quien eligió el Centro Cultural Kirchner (CCK), porque quedaba cerca de su trabajo anterior y fue inaugurado poco después que “dejó de ir a Capital”. El trabajo sobre alteridad fue para ella una oportunidad “para conocer” el CCK. Como la mayoría de sus compañeros, la primera vez, fue acompañada de su hijo de 11 años, quien le pedía todo el tiempo que le sacara fotos. Durante la entrevista, en el aula, ante la pregunta si el trabajo le sería útil en su futuro profesional, respondió:

Me sirvió un montón. Porque pasó que arrancamos con el trabajo de campo y tengo otra materia conocimiento científico y tenemos (que hacer) un modelo de investigación. Entonces dije ahh esto es una papa porque ya lo estoy haciendo. Entonces me resultó super fácil. Y me sirve un montón porque estoy con conocimiento científico y el cuatrimestre que viene tengo metodología cualitativa así que también me va a servir para eso. Así que me viene bárbaro… (Fue) Novedoso porque nunca lo había hecho y de a poquito vas sabiendo cómo manejarte o qué preguntar o sabes lo que no tenés que preguntar así de una. Lo que más me quedó es no ‘ir al grano’ para obtener más información.

En todos los casos se trató de una experiencia transformadora. Quien mejor lo resume es Karina, que eligió la Feria de Mataderos para llevar adelante su trabajo sobre alteridad. Durante la entrevista en el aula, ante la pregunta por la significatividad si les resultó “fácil”, difícil”, “divertido”, “aburrido”. La respuesta de Karina fue categórica:

Hay que animarse. Todo lo nuevo hay que animarse y despojarme todas las vergüenzas de todo y animarme…Y muy útil para mi futuro como trabajadora social yo sé que voy a encarar problemáticas a investigar y bueno este fue mi primer pasito. Y bueno como futura trabajadora espero encarar temas que les sirvan aunque sea un pedacito de la comunidad donde vivo ya sea con problemas y que todo sume, no?...Que todo sea un granito de arena. Si bien fui a una feria, fui con otra mirada, como que los ojos no te dan para mirar todo… estas acá y te perdés de algo y querés tener ojos por todos lados. La mochila te la llevás vos solita…

Experiencias en la UNPAZ: “no quiero perderme más nada, quiero intercambiar opiniones y conocer personas y culturas”

El partido de José C. Paz se ubica al noroeste del Conurbano bonaerense y a 40 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Se fundó en 1995, al dividirse el municipio de General Sarmiento en tres distritos (junto con San Miguel y Malvinas Argentinas). Limita al norte con Pilar, al oeste con Moreno y Pilar, al sur con San Miguel y Moreno y al este con Malvinas Argentinas y San Miguel. En su superficie de 50 km cuadrados cuenta con más de 75 barrios, de los cuales 4 son countries, 2 barrios cerrados y el resto casas, departamentos y casillas. Según datos elaborados con base en el censo nacional 2010 por el Departamento de Economía de la Universidad CAECE, el partido contaba en ese momento con 265.981 habitantes, de los cuales un 85% vivía en casas, un 4% en casillas y el resto en departamentos. Según el informe de 2016 del Instituto del Conurbano de la Universidad de General Sarmiento, en el 2010 el partido presentaba un porcentaje de 12% de hogares (8610 hogares) con al menos un indicador de necesidades básicas insatisfechas. Respecto de la infraestructura, una gran mayoría carecía de servicios básicos: un 17,3% de la población accedía al servicio de agua de red, un 6,1% tenía cloacas y menos del 40% contaba con red de gas. Completando estos datos con el informe de Suárez y Arce basado en una encuesta socio-económica representativa realizada en 2007 a 400 hogares de San Miguel, Morón, Moreno y José C. Paz, se destaca para este último que los hogares que no contaban con red pública de agua se proveían mediante una bomba motor perforada en el terreno (más del 50%), y un 15% carecía de agua al interior de la vivienda. Coincidente con los datos de los otros estudios mencionados, un tercio de los hogares resolvía la cuestión de las aguas servidas mediante un pozo ciego sin cámara séptica, y un 5% no poseía baño dentro de la casa. En cuanto a las calles, un 45% de los hogares tenía asfalto e iluminación pública.

En aquel momento, la mayoría de los residentes era propietario de las viviendas, pero no de los terrenos y las razones aducidas para habitar en sus barrios se vinculaban con la habitualidad y cercanía de familias y amigos, o el aprovechamiento de alguna oportunidad económica. Según datos complementarios del INDEC (2010), al interior de los hogares, el 63,7% de los mismos no contaba con una computadora, el 5,7% carecía de heladera y el 11,8% de teléfono de línea.

Asimismo, la vida cotidiana se desarrollaba mayormente en el entorno barrial. Según las autoras antes mencionadas, el eje céntrico del partido es el ferrocarril, principal medio de transporte para el desplazamiento a la ciudad de Buenos Aires y/o los lugares de estudio y trabajo, siendo que menos de un tercio de los hogares contaba con un auto (en su mayoría de modelos viejos).

Cuanto más alejado de este epicentro, mayor era el grado de vulnerabilidad y mayor la concentración de jefes de hogar con promedios de escolaridad menores al promedio provincial. Más aún, a nivel del partido 1 de cada 5 personas mayores de 20 años no concluyó la primaria, mientras que los potenciales estudiantes universitarios se encontraban entre quienes contaban con secundaria completa (18,6 %) y terciaria y universitaria incompleta (9,8 %).

En cuanto a las fuentes de ingreso, un 66,5 % lo obtenían del trabajo, un 26,2 % de jubilaciones o pensiones y un 4, 3% de subsidios de ayuda social. En líneas generales, el nivel de ocupación era del 81,4 % en los hombres y el 47,3 % de las mujeres, con un 10,5 % y un 4,3% de desocupados respectivamente, siendo el cuentapropismo y el servicio doméstico las labores mayoritariamente destacadas. A modo de síntesis, el estudio señala que la concentración de hogares en los estratos socioeconómicos más bajos era en ese momento del 62%.

En 2011 un informe producido por el observatorio del Conurbano Bonaerense también de la Universidad Nacional de General Sarmiento mostraba que las actividades económicas principales eran del área servicios (comerciales e inmobiliarias) y que los ocupados no registrados llegaban en ese momento al 50%. Este panorama mostraba continuidad con los datos del 2007 y seguía acompañado de una amplia brecha educativa, ya que el 33% de los ocupados contaban con niveles educativos por debajo de la cantidad de años obligatoria (12 años de escolarización) y trabajaban en sectores de baja calificación como la construcción, el transporte o el servicio doméstico.

En dicho espacio social y como parte de las políticas basadas en el desarrollo territorial y regional que crearon nuevas universidades localizadas en distintos municipios del conurbano y la ciudad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de José C. Paz fue emplazada en un predio del Ferrocarril General San Martín, a escasas cuadras de la estación de José C. Paz. Según se historiza en el Plan de Desarrollo Institucional 2016-2020, fue creada por la Ley 26.577, promulgada en diciembre de 2009. Inició sus actividades académicas dictando cursos de ingreso, orientación vocacional y ambientación universitaria durante el ciclo lectivo de 2011. Pero fue en abril de 2012 cuando se inició la cursada de seis carreras de grado: abogacía, licenciaturas en enfermería, administración y trabajo social y profesorado de educación física, y una de pregrado, analista programador universitario, con una población cercana a los 2.000 estudiantes, llegando a más de 3000 al año siguiente. En lo sucesivo se sumaron las licenciaturas en instrumentación quirúrgica, producción de bioimágenes, y las tecnicaturas en medios audiovisuales, producción y desarrollo de videojuegos, y diseño editorial y multimedial. En cifras, la UNPAZ contaba en 2018 con más de 10.000 estudiantes, siendo el 93% de ellos primera generación de universitarios en sus familias.

Mi ingreso como docente a la UNPAZ se produjo en el 2014, dos años después de que se empezara a dictar la carrera de trabajo social, al concursar el cargo de adjunta de la materia cuatrimestral de primer año de Antropología Social y Cultural2 Luego de un lustro de tener comisiones a cargo, puedo sistematizar algunas regularidades en cuanto a las elecciones de aquello que constituye la alteridad para los estudiantes. Han elegido: instituciones barriales (unidades básicas, sindicatos, dependencias estatales de salud, educación y seguridad), grupos religiosos (umbandas, testigos de Jehová, diáconos y monjas católicos, mormones, islámicos, judíos ortodoxos, evangélicos, hare krishna, budistas, devotos de san la muerte, la santa muerte y el gauchito gil); grupos étnico-nacionales y sus prácticas ceremoniales, de comensalía y laborales (bolivianos, paraguayos, senegaleses, alemanes, qom-toba, chinos y gitanos); practicantes de disciplinas diversas (yoga, karate, kempo, reiki, tarot, astrología, chamanismo, brujería, adivinación, acupuntura, parkour, luchas medievales, boxeo y fútbol femeninos y roller derby); prácticas artísticas (danzas árabes, tango, poledance, subculturas musicales tales como rock, metal, gótico, punk-, K-pop, hip-hop, rap, batallas de free-style, break dance, murgas, transformistas y drag queen); prácticas laborales (tareferos, bomberos, artesanos, diseñadores, tatuadores, trabajadores circenses, policías, empresas familiares de sex shops, prostitución, strípers y domadores de caballos); estilos de vida (mamá cultiva, sado, swinger, isleños, viajeros mochileros, veganismo, gamers, lolitas, cosplayers, otakus y ecoaldea velatropa); espacios de sociabilidad vinculados con el entretenimiento, el trabajo y el consumo (los barras, los hinchas y la cancha de fútbol, los pibes de la esquina, ex tumberos, personas que residen en la calle, casinistas, las ferias de artesanía, diseño, productos orgánicos y antigüedades).

Un amplio abanico de prácticas, grupos humanos y espacios sociales son actualizados como alteridad, “cuando se encuentra a otros, lo extraño a nosotros” según los dichos de Elizabeth. Un modo de transitar esta experiencia es a través del viaje, tanto material como simbólico (Krotz, 1999) y este es el criterio utilizado para elegir algunos de los 38 trabajos presentados por los estudiantes de la comisión del turno mañana del segundo cuatrimestre del 2018 como segundo parcial domiciliario escrito.

Uno de esos espacios que provocan alteridad lo constituye el casino. Dos estudiantes eligieron los casinos de Pilar -Graciela- y Tigre -Elisa-. Ambas coincidieron en que el tipo de personas que frecuentan estos espacios les provocan extrañeza: para Graciela los jugadores que allí van sólo podían ser “compulsivos”, desde su punto de vista “pierden su tiempo, malgastan su dinero, pierden sus bienes materiales, sus viviendas y hasta la relación con sus seres queridos”; mientras que Elisa afirma: “mi alteridad es el mundo de las apuestas, me resulta raro cómo un grupo de personas puede estar horas gastando tiempo y dinero, sin darse cuenta de todo lo que podrían hacer con eso, lo observé en mi tía, que gasta su sueldo en las máquinas tragamonedas”. La búsqueda de comprensión las motivó a realizar la experiencia de trabajo de campo. Graciela le pidió a su hija que la acompañe:

Como ella vive en Pilar a pocos minutos del casino, y como el jueves 18 de octubre no trabajaría porque se encontraba en paro docente, aceptó mi invitación. El trabajo de campo comenzó en casa, cuando le pedí a mi marido que me acerque a la casa de mi hija. Reuní todo lo que me pareció pertinente para el trabajo de campo, llevé el teléfono celular, un cuaderno, una lapicera, dinero y le dije a mi marido que me lleve… a mí me acompañó mi hija, estaba acompañada, entonces pude caminar más, pude observar bien, si hubiera ido sola pienso que me hubiera costado un poquito más, porque las personas no te daban margen para poder hablar, no te escuchaban, te miraban extrañamente, como que éramos extraños (…) tuve que dejar de lado mis preconceptos sobre las personas que integran este grupo para poder sentirme cómoda dentro del casino y así realizar las entrevistas. Yo los denominé ‘grupo de jugadores compulsivos’ y ellos se denominaron por sus nombres, personas comunes con un pasatiempo como cualquier otro; sólo una de ellas manifestó que quizás su pasatiempo era una enfermedad ya que tenía la necesidad de ir constantemente y que cuando no iba se sentía ansiosa e inquieta. Las personas que entrevisté se encontraban jugando dentro del casino, dos en el sector de los tragamonedas y una en el de las ruletas, me puse a jugar en los respectivos lugares y como nunca había jugado en un casino, usé de pretexto mi falta de experiencia para pedir indicaciones del uso de las máquinas y el modo de realizar una apuesta. De esta manera entablé una conversación con las personas, les dije que estaba realizando un trabajo para una materia de la carrera que estoy estudiando… Para observar, me dispuse a mezclarme con la gente, a sentirme una más del lugar, sentirme cómoda; tuve que dejar de lado mi pensamiento de que es un lugar donde la gente va a perder su tiempo, tiran su dinero de forma indiscriminada y pierden sus bienes personales, al transcurrir mi investigación de campo pude notar que, si bien sigo pensando que ese lugar es todo lo que yo creía, también el grupo de personas que va lo hace como un modo de sociabilizar, de estar con un otro, de conocer personas, un lugar donde distraerse, tomar algo y despejar su mente (…) Me gustó mucho porque si bien yo soy de hablar y de sociabilizar bastante, me acompañaron (mi marido y mi hija); después en casa les conté a todos lo que había hecho y hablando como estoy hablando ahora, que digo alteridad, palabras nuevas, están contentos porque ya a mi edad no pensaba que iba a hacer esta experiencia (…) (también me di cuenta que) me hubiera gustado elegir otra alteridad, porque fue una experiencia tan linda que me hubiera gustado experimentar más, hablar más con personas, me gustó muchísimo (…) Este trabajo me sirvió para mi formación ya que me di cuenta de que no puedo tener preconceptos de las personas, cada grupo tiene una dinámica, sus costumbres y tradiciones, que para mí pueden representar algo extraño, pero para ellos es familiar, y de este modo y respetando esa diversidad es como debo abordar su observación y estudio.

Elisa por su parte fue al casino de Tigre. Tres colectivos (488, 203 y 60) y dos horas de viaje la separaron de su hogar. Al igual que Graciela encontró discrepancias entre lo que las personas dicen y lo que hacen:

Ellos se definen como personas que se van a distraer un rato, sin hacer mal a nadie, aunque yo vi a un hombre jugar de a dos máquinas, o trabar las máquinas con un papel, tarjeta o palito para que siga rodando y no perder el lugar. Hice 5 entrevistas -en el colectivo camino a Tigre con mi hermano, al guardia de seguridad y una empleada que me ayudó a manejar las máquinas y a dos señoras mayores (una jugaba en la tragamonedas y otra se sentó a mi lado cuando jugaba)- (…) Las ideas que tengo sobre este grupo aún subsisten en mí -son egocéntricos, impulsivos, ambiciosos-. Pero los entendí porque en las tres horas que estuve ahí, con el sonido de las máquinas y ves que a otro les paga, uno siente, si a él le pagó, porque no me animo. Vas probando y si una máquina te paga no la querés dejar, querés ir a otra sin dejar esa. Yo no podía dejar de apostar y aceptar que había perdido, jugué hasta minutos antes de salir, imagino lo que sienten los apostadores. A la hora de evaluar si mi alteridad estuvo bien seleccionada, con los conceptos de Krotz, siempre se puede encontrar alguna diferencia en comparación con cualquier otro ser humano, por más mínima que sea, se puede encontrar con otro, ese que no soy yo, o con lo que yo no haría. Pero antropológicamente hablando lo estudio para entenderlo, no para juzgarlo. Este ejercicio es relevante porque me enseña a no juzgar, a dejar de lado mis propios conceptos y prejuicios a la hora de realizar una observación.

Elisa descubrió que para el casino las personas que asisten son “casinistas” y para quienes asisten, una fuerte división moral los divide: están “los que van a divertirse un rato” y los “ambiciosos, que no se dan cuenta de lo que gastan”. A nivel teórico lo vinculó con la idea de estereotipo de Perrot: “encuentro (de mi parte) la generalización hacia el grupo estudiado, sin embargo aunque todos actúen de la misma manera (aparentemente) la motivación es diferente, ya sea el dinero, diversión o búsqueda de compañía”.

Muchas estudiantes habían elegido grupos o lugares cercanos a sus hogares pero les pedí explícitamente que intentaran ir a un lugar desconocido para ellas, por ejemplo, las diferentes ferias de capital. Fue así que Silvia y María José optaron por ir a la Plaza Cortázar, coloquialmente llamada Serrano.

Silvia en la entrevista me cuenta:

¿Qué dijeron en casa? al igual que yo, en casa no sabían qué era un trabajo de campo, entonces tuve que explicarles a mi marido y mis hijas en qué consistía. A todos les gustó muchísimo la propuesta. Por mi parte estaba muy nerviosa porque nunca había hecho algo así, pero como todos mis compañeros y compañeras tenía que hacerlo, porque es lo que me pedía la materia para poder aprobar. Para el trabajo de campo fui con Majo, una compañera y mi hija Tiffany, que hizo de fotógrafa. Me ayudó muchísimo para la materia de sociología, ya que también tuve que hacer entrevistas, así que me vino como anillo al dedo. Nos encontramos un sábado a las 13.40 hs., tomamos el tren en la estación Lemos hasta Lacroze, de ahí el 39 hasta la plaza serrano. Cuando llegamos nos separamos para realizar nuestros respectivos trabajos; estaba muy nerviosa antes de realizar las entrevistas, después traté de distenderme un poco y comencé a hacer las preguntas, cuando terminamos nos encontramos de nuevo con Majo y volvimos a hacer el mismo viaje hacia nuestros hogares (…)cuando llegué a casa conté la experiencia, les mostré las fotos y lo sucedido en la feria; luego cuando armé el informe se lo leí a mi marido para que dé el visto bueno, él es un gran apoyo para mí, está en todo y ahora gracias a dios también en mi carrera, así que, es lo que yo más amo y en el que me apoyo, así que estoy contenta de haber hecho esta propuesta que me hiciste hacer (…) mirando en clase las exposiciones de mis compañeros vi que me faltaban preguntas más puntuales, entonces decidí volver a ir a la feria, pero con preguntas más concretas, eso realmente fue lo que me ayudó para presentar mi oral, estoy contenta, la nota que tuve, estoy muy satisfecha. Es muy buena propuesta, nos va a servir en nuestra carrera donde tendremos que interactuar cara a cara con las personas que necesiten de nuestra ayuda en un futuro no muy lejano”.

En el parcial Silvia dio cuenta de algunos hallazgos: lo que ella llamaba feria de manualidades ellos lo contraponían a ferias artesanales, distinguiéndose como artesanos, artistas y manualistas, y aunque estas actividades conviven, están jerarquizadas: si bien “antes de conocerlos pensaba que eran nómades, intransigentes y exclusivos, luego descubrí que no son nómades porque tienen un lugar estable, pero sí intransigentes y exclusivos porque se califican como artesanos, descalificando a otros” (como la propia Silvia, que hace manualidades).

María José fue quien buscó información sobre la feria en internet. La idea que tenía sobre ellos era que lo que hacían “era sencillo, no les demandaba mucho tiempo y lo hacían como pasatiempo; descubrí que no es así, que su trabajo tiene valor afectivo, le dedican tiempo, delicadeza y compromiso, es su medio de vida. Sin embargo, me costó ver la alteridad, se parece a cualquier otra feria. La relevancia del trabajo… es rico para mi formación, el comienzo de un largo camino, poder relacionarme, comenzar a utilizar herramientas como la observación, el registro, la entrevista, me incentivaron a seguir el camino de mi formación como trabajadora social”.

Por su parte, Luciano y Claudia eligieron las ferias de antigüedades, distantes a hora y media de sus hogares y sucesivas combinaciones de transporte público. Luciano fue al Mercado de las Pulgas y Claudia a la feria de San Telmo. Ambos fueron acompañados, por un amigo en el primer caso y por la familia (esposo y dos hijos) en el segundo. Al igual que para muchos otros estudiantes (Amalia que fue con su hijo al delta y la ayudó a preguntar y reconstruir el registro, Flavia que fue con su hija al encuentro nacional de parkour y participaron en las actividades, Matías que aprovechó un viaje familiar a Misiones para conocer las actividades de los tareferos o María que asistió con su familia a una procesión de devotos del Gauchito Gil en Corrientes), el trabajo de campo suele constituir una oportunidad para “pasar un día en familia disfrutando de conocer nuevos lugares” (Claudia). En el caso de Luciano la alteridad se vinculaba con el tipo de actividad, que él imaginaba como un hobby temporario y resultó ser un trabajo fijo para sus entrevistados. También encontró restauradores y vendedores de colecciones, además de anticuarios. Claudia por su parte analiza la alteridad con relación a los objetos antiguos porque “pertenecen a tiempos pasados, podrían considerarse extraños (…) a mí me sería difícil elegir y coleccionar antigüedades, y en caso de tener algún artículo antiguo no lo traería a mi hogar, ya que son distintos los diseños a los preestablecidos con la armonía de los objetos que tengo”. El hallazgo de Claudia lo constituye los modos diversos en que los vendedores clasifican los objetos según lo que tienen para ofrecer, mientras demarcan como antigüedad “objetos que tienen 150 años” otros lo remiten a “principios de siglo” siendo el resto solamente “cosas viejas”.

María Alejandra, por su parte, hizo su trabajo de campo un domingo, en la Feria Sabe la Tierra del Parque Las Heras, distante 3 colectivos de su residencia. Eligió a los veganos porque quería comprender la aparente contradicción entre “el amor por la naturaleza” y “la rebeldía de manifestarse de manera violenta en carnicerías, frigoríficos, granjas y pescaderías y todo lo que tenga que ver con el maltrato animal”. Su hallazgo consistió en la distinción que ellos mismos hacen entre vegetarianos, veganos y activistas. Los feriantes con los que fue conversando le explicaron que “somos lo que comemos, que los alimentos tienen energía e información, y que si introducimos alimentos contaminados colabora con el malestar de las personas y se refleja en la violencia generalizada (…) se definen como personas saludables, plenas, armoniosas y no contaminadas”. Metodológicamente “hice observación participante mientras degustaba lo que me convidaban y conversábamos, o sea, se concretaba la entrevista. En cuanto al registro fui tomando notas mientras observaba y charlaba, hice parte del registro en el colectivo cuando regresaba y al cabo de unos días lo fui arreglando y ordenando porque Guber dice que hay que hacerlo lo más rápido que se pueda, para no olvidar detalles”. Tomó contacto con formas de elaboración y alimentos hasta ese momento desconocidos: panes de masa madre, fideos de legumbres, de quínoa, de sémola, de algarroba, variedades de té en hebras, hamburguesa de tofu, jugo de jengibre: “no puedo dejar de sorprenderme, es un mundo, increíble la variedad, fuera de lo común para mí. Me retiro habiendo sentido aromas penetrantes y únicos y habiendo probado sabores muy raros para mí. Ahora soy más consciente de mi alimentación, pero no lo llevo a cabo en mi vida”. El día de su presentación oral elaboró ella misma algunos alimentos que aprendió a hacer en el marco de una entrevista adicional que decidió llevar adelante para completar mejor su trabajo de campo.

En otros casos, sobre todo las estudiantes más jóvenes, fueron acompañadas por familiares ante el temor generalizado: ¿a dónde te vas a meter? Tal fue el caso de Paola, que eligió ir a la ecoaldea Velatropa de Ciudad Universitaria y fue acompañada por su papá o de Cande, que decidió ir a los sex-shop del microcentro porteño acompañada de su hermana gemela. “Mi papá me dijo que eran unos hippies, sucios, vagos, drogadictos y que no debía ir, por eso me acompañó y por un momento yo también creí que me iba a encontrar con lo que él decía, pero al llegar fue todo lo contrario, incluso él cambió de opinión totalmente”. Paola ayudó a tamizar y preparar la tierra para sembrar plantines y el papá cebó mate mientras todos conversaban sobre las actividades centrales del lugar: bioconstrucción, cosecha, reciclaje. Para hacer las entrevistas “utilicé una técnica no directiva, por momentos pregunté cosas que eran de mi interés, pero en gran parte del tiempo dejé que ellos me contaran lo que sabían y querían”. La experiencia:

Me pareció muy buena, aunque no viviría así (…) Pude notar el amor, dedicación, esfuerzo y empeño que esas personas ponen en el lugar y ser parte de eso por un momento. El ejercicio puso en práctica nuestra capacidad de dejar de lado el etnocentrismo que todos tenemos sobre ciertas personas que consideramos diferentes a nosotros. Es importante para un trabajador social al momento de trabajar con personas y familias que piensan diferente que ellos porque puede afectar sus decisiones, y aunque para ellos por sus creencias sea lo mejor, para una persona que piensa diferente tal vez no lo sea. Nos ayuda a familiarizarnos con una otredad para hacer el mejor trabajo posible para los otros.

Candela aprovechó un día que su hermana tenía turno para el médico a pedirle que la acompañara a recorrer los sex shops, lugares que

Siempre me habían generado curiosidad pero nunca me había animado a ir (…)con lo que me encontré ahí fue con familias trabajando en los negocios y uno de ellos me dio la oportunidad de poder vender, mientras preguntaba y charlaba con los clientes, y yo sin dudarlo le agradecí, le dije que sí, me presenté en todos los locales como estudiante de trabajo social de la UNPAZ, lo cual sorprendió porque había mucha gente que no sabía que en José C Paz había una facultad (…) yo tengo una familia muy conservadora. Vivo con mis tías y decidí no decirles a ellas, no iban a entender que era mi investigación antropológica. Le conté a mi mamá y tuve la oportunidad de explicarle cosas a mi sobrina de 15 años que me ayudó a tipear (para salvar mis problemas de movilidad de mi mano izquierda), y preguntas que, como tía respondí, con la verdad, porque lo que le dictaba era muy fuerte para ella, le expliqué desde lo que es alteridad según Krotz hasta lo que era un sex shop (…) a lo largo de mi trabajo de campo lo que me di cuenta es que a mí no me producía alteridad pero a la gente que me rodeaba sí, así que fue muy interesante poder investigar para poder contarles a mis compañeros en la exposición oral.

Efectivamente, el paso siguiente al parcial domiciliario escrito lo constituye la presentación oral de todo el proceso a los/as compañeros/as y profesora, que completa la evaluación. Mirta invitó a la clase al profesor de tango con quien hizo su trabajo de campo y éste con su pareja de baile historizaron dicha danza a través de diferentes ritmos y coreografías en vivo. Fue una de las presentaciones más celebradas por los estudiantes y para Mirta significó una experiencia transformadora:

Cuando cuento esto en mi casa, asombrados, por la materia y por el estudio que había que hacer y distintas cosas que les tocaba a mis compañeros, estaban sorprendidos. Yo les dije que es necesario porque un trabajador social lo que va es al lugar y tenemos que tener experiencias nuevas para manejar lo que se nos presenta porque hay de todo y nos va a servir para manejarnos, tener un poco de conocimiento de cada cosa (…) el trabajo de campo…nunca se me cruzó por mi cabeza tener una experiencia tan buena, relajante, que le puse interés, esto me llevó a pensar cómo a veces, nos limitamos tanto, de mi parte, me cierro tanto a otras cosas, otras culturas, todo lo que me perdí en mi vida de no ser participativa, eso me movió, me llevó a pensar en lo que me perdí y que no quiero perderme más nada, no quiero ser prejuiciosa, estar y compartir ese momento, intercambiar opiniones y culturas, conocer más a las personas (todo esto) hizo sentirme más segura de mis logros, nunca me imaginé que iba a afectar cambios tan buenos en mí, me ayudó a abrir un camino nuevo con oportunidades para mí, para seguir creciendo.

Estos impactos, sin embargo, no acabaron con la cursada. Para algunos estudiantes significó tejer lazos personales de amistad, como Elizabeth, quien en busca de “musulmanes” fue a la visita guiada de la mezquita de Palermo y posteriormente a intentar interactuar con vendedores ambulantes senegaleses al microcentro, conectando de tal manera que fue convidada a una celebración por uno de ellos y ella, como parte de la “reciprocidad” lo invitó a pasar el fin de año en su casa, con su familia.

Bourdieu en el conurbano: el poder transformador del trabajo de campo

Como se puede apreciar en ambos casos nuestros estudiantes construyen su idea de alteridad -impulsados por la propuesta de extremar las experiencias-, a partir de fuertes imputaciones morales hacia los “otros” y el contrapunto del análisis del “nosotros”. Las elecciones combinan la idea de Da Matta de “volver familiar lo que nos es exótico” con la búsqueda de lo familiar y cercano en el proceso de planificación y ejecución del trabajo de campo. Muchos de ellos van acompañados y de ese modo tratan de minimizar los temores propios del quehacer antropológico: el miedo al rechazo, a lo desconocido, las ideas de peligrosidad que acompañan los mundos inéditos. Simultáneamente, constituye una oportunidad de conocer y disfrutar, reponerse a la vergüenza, animarse y conversar, participar, aprovechar para compartir con la familia. Elaborar el registro también constituye un desafío: hacer las notas, desgrabar, reconstruir de memoria, escribir en computadora, involucra un esfuerzo importante, a veces también compartido con los seres queridos. Posteriormente, presentar el trabajo ante los compañeros de curso, exponer (se), mostrar los hallazgos nativos y su relación con los contenidos de la materia, pone de relieve la multiplicidad de ámbitos e implicancias que produce la propuesta: la clase de antropología (mediada por el trabajo de campo) se extiende a los hogares, a los espacios de la ciudad, del conurbano y del país donde nuestros estudiantes hacen trabajo de campo, impacta en sus familias y transforma, según sus dichos, de manera profunda sus modos de ver el mundo.

Sin embargo, hasta aquí nada diferencia el trabajo del neófito en torno a las emociones, disposiciones, habilidades y temores que acompañan al trabajador de campo experimentado cuando se introduce en un mundo nuevo. Como señala Guber:

El campo no es un espacio geográfico, un recinto que se autodefine desde sus límites naturales (mar, selva, calles, muros), sino una decisión del investigador que abarca ámbitos y actores; es continente de la materia prima, la información que el investigador transforma en material utilizable para la investigación (Guber, 2013 [2004]: 84).

Es decir, el campo, para nuestros estudiantes, era una red que articulaba, sus hogares, con la universidad y con los actores, prácticas y espacios distantes que eligieron para hacer su trabajo etnográfico. Este viaje de ida y vuelta deviene análogo al de Pierre Bourdieu entre Argelia, el Bearn y París. Un recorrido novedosamente trazado e interpretado por Loïc Wacquant3.

Para Wacquant, la producción teórica de Pierre Bourdieu, o más precisamente sus innovaciones conceptuales, como su ya consabido concepto de “habitus”, fueron guiadas por cuestiones de la propia investigación empírica. A las que arribó luego de utilizar sus trabajos campo en la distante Argelia y el próximo Beárn, como mecanismos de control recíprocos. Permitiéndole, así, desplegar herramientas de objetivación para interpelar ambos mundos. Considerándolo el precursor de la etnografía multisituada, en detrimento de los antropólogos posmodernos norteamericanos. Al decir de Wacquant no se trataba de una “yuxtaposición” transcultural de realidades extranjeras o domésticas o de una “tranquilizante separación de problemáticas coloniales y metropolitanas”. En su lugar, el autor de “Entre las cuerdas”, señala que la innovación de Bourdieu consistió en un cuestionamiento mutuo hecho en el momento mismo de producción e interpretación de datos de campo. En palabras de Wacquant, “Bourdieu llevó a cabo, conjuntamente, su observación inicial de Argelia y del Béarn durante 1959-1961; trabajó sobre los materiales que resultaron de ello simultáneamente a lo largo de la década del sesenta; y los reescribió conjuntamente, de forma tal de llegar a la primera presentación madura de su trabajo teórico en Le sens pratique (Bourdieu, 1990[1980], p. 145-199)” Wacquant (2005: 21).

Elegimos cerrar nuestra trabajo con una cita del mismo Bourdieu, recuperada por Wacquant en el artículo que elegimos para esta reflexión que da cuenta de la homogeneización que supone la práctica de campo etnográfica:

Cuando estaba en la Cabilia, desconfiaba de los viejos cabilios, al mismo tiempo que los admiraba mucho [risas], y pensaba para mis adentros: ‘Pero… qué está diciendo este hombre de edad, con su bigote, ¿¿¿sobre el honor??? ‘cuando los otros me decían: ‘Sabe usted, él le está contando esta historia, pero cuando conseguimos dar un paso en las cosas, lo damos, aun así. Toda regla tiene su excepción (tabburt) ‘. Y yo pensaba para mis adentros: si fuera un viejo campesino del Béarn que estuviera contando esta historia, ¿qué haría yo con ella? Tomaría una parte y dejaría otra. Después pensé: estoy usando estos campesinos del Béarn como un instrumento de control de los Cabilas, pero necesito controlar mi instrumento de control. Así pues, hice un estudio sobre el Béarn durante el mismo período. Sayad estaba allí. Por la noche trabajábamos en Le déracinement y, durante el día, salimos y hacíamos entrevistas en las aldeas del Béarn. La idea era estudiar el Béarn, pero también ser capaz de hacer una comparación entre el Béarn y la Argelia y, especialmente, estudiarme a mí incluso, mis prejuicios y mis supuestos [...]. Fue lo mismo con el Homo académicus, en el que estudié la universidad, pero también me estudié a mí mismo, ya que soy un producto de la universidad (Bourdieu in Adnani & Yacine, 2002, p. 240).

Bibliografía:

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1 Participaron de esta experiencia los siguientes docentes: Ana Laura Steiman, Gastón Salcedo, Bárbara Guerschman, Karina Albarracín, Ilana Reck, Nahué Luna y Pablo Perazzi, quienes contribuyeron con sus aportes a la puesta en práctica de la propuesta cuyo diseño y “prueba piloto” llevaron adelante los colegas de la UNPAZ.

2Vargas ingresó en el año 2014 después de haber concursado en el cargo de Adjunta y haber fusionado la propuesta de práctica de trabajo de campo en el marco de las evaluaciones parciales con la propuesta de contenidos de Laura Zapata, también concursada en 2014 como Titular y Coordinadora de la cátedra, a la que se sumaron y participaron en diferentes períodos Pablo Di Salvatore (quien había estado en la materia desde que inició actividades la universidad), Lucía Petrelli y Silvina Fourmentel (actual docente del plantel). Todos los miembros que conforman y conformaron la cátedra en algún momento sin dudas contribuyeron con sus aportes a lo que constituye una propuesta en permanente movimiento y transformación.

3La totalidad de las citas y referencias al artículo de Wacquant pertenecen a nuestra traducción.

Recibido: 01 de Diciembre de 2017; Aprobado: 01 de Marzo de 2018; : 01 de Julio de 2019

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