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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

versión On-line ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.112 Ciudad Autónoma de Buenos Aires nov. 2022  Epub 01-Jun-2022

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi112.4093 

Artículo

Derechas, comunicación política y debates presidenciales televisados en América Latina en el ascenso del neoliberalismo

Verónica Giordano1 

1 Es Socióloga, Magíster en Investigación en Ciencias Sociales y Doctora en Ciencias Sociales, UBA. Es investigadora de CONICET con sede en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe. Es profesora de Sociología Histórica de América Latina en la Carrera de Sociología. Dirige la Maestría en Estudios Sociales Latinoamericanos (UBA). Es autora de Ciudadanas incapaces (Teseo, 2012) y con Waldo Ansaldi de América Latina. La construcción del orden (Ariel, 2012 y 2016). Sus principales líneas de investigación refieren a procesos sociohistóricos de larga duración en América Latina y en particular a los estudios comparados y con perspectiva de género. // veronicaxgiordano@gmail.com

Resumen

Con el ascenso del neoliberalismo las formas de comunicación política se modernizaron. Esto fue evidente en varios países de la región a partir de 1989, cuando despuntó una derecha política remozada que se afirmó en la práctica de la democracia. En las campañas electorales se introdujo una herramienta que había sido escasamente utilizada hasta entonces en América Latina: la transmisión del debate entre candidatos presidenciales por televisión. Sin duda el modelo que abrió camino a esta práctica fue el debate realizado por Richard Nixon y John F. Kennedy en 1960. Pero a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos, en América Latina ella no ha sido vertebralmente incorporada a las culturas políticas nacionales. No obstante, es posible rastrear varios casos que invitan a la reflexión. En este artículo sostenemos que en América Latina los debates presidenciales son un hecho político coyuntural que asume características propias (“la originalidad de la copia”) tanto en su forma como en su contenido según las condiciones sociohistóricas en las que suceden. Para dar cuenta de ello observamos un conjunto de registros audiovisuales de debates presidenciales y ofrecemos una mirada histórica acumulativa y de conjunto. La heterogeneidad de este conjunto refuerza la idea de condiciones coyunturales que rodean los debates más que una adscripción a formatos importados de los sistemas políticos

del hemisferio norte.

Palabras claves: Debates presidenciales; Derecha política; América Latina; Democracia; Neoliberalismo

Abstract

With the rise of neoliberalism forms of political communication were modernized. This has been evident in several countries of the region since 1989, when refurbished right wing forces affirmed themselves in the practice of democracy. In the electoral campaigns a new tool was introduced: the transmission of the debate between presidential candidates on television. Undoubtedly, the model that opened the way to this practice was the debate between Richard Nixon and John F. Kennedy in 1960. But unlike what happened in the United States, in Latin America this practice has not been vertebrally incorporated into national political cultures. However, it is possible to track several cases that invite reflection. In this article we state that in Latin America the presidential debates are a conjunctural political fact that assumes their own characteristics (“the originality of the copy”) both in its form and in its content according to the socio-historical conditions in which they occur. To account for this, we observe a set of audiovisual records of presidential debates and offer a cumulative and comprehensive historical view. The heterogeneity of this group reinforces the idea of short-term conditions that surround the debates rather than an attachment to formats imported from the northern hemisphere's political systems.

Key words: Presidential Debates; Right wing politics; Latin America; Democracy; Neoliberalism.

Resumo

Com o surgimento do neoliberalismo as formas de comunicação política foram modernizadas. Isso ficou evidente em vários países da região a partir de 1989, quando emergiu uma direita política restaurada que foi afirmada na prática da democracia. Nas campanhas eleitorais, foi introduzida uma ferramenta pouco usada até então na América Latina: a transmissão do debate entre candidatos à presidência na televisão. Sem dúvida, o modelo que abriu caminho para essa prática foi o debate de Richard Nixon e John F. Kennedy em 1960. Mas, ao contrário do que aconteceu nos Estados Unidos, na América Latina, ela não foi incorporada às culturas políticas nacionais. No entanto, é possível rastrear vários casos que convidam à reflexão. Neste artigo, afirmamos que na América Latina os debates presidenciais são um fato político conjuntural que assume características próprias (“a originalidade da cópia”), tanto na forma como no conteúdo, de acordo com as condições sócio-históricas em que ocorrem. Para explicar isso, observamos um conjunto de materiais audiovisuais dos debates presidenciais e oferecemos uma visão histórica cumulativa e abrangente. A heterogeneidade desse grupo reforça a idéia de condições de curto prazo que cercam os debates, em vez de um apego a formatos importados dos sistemas políticos do hemisfério norte.

Palavras-chaves: Debates presidenciais; Direita política; América Latina; Democracia; Neoliberalismo.

Introducción

En 1989/1990 se produjeron tres debates presidenciales televisados que mirados desde el presente tuvieron una gran significación por el coeficiente histórico (Sztompka, 1995) que arrojan en el presente. En Chile, el debate ocurrió el 9 de octubre entre los candidatos Hernán Büchi (cuyo jefe de campaña era Sebastián Piñera) y Patricio Aylwin que definieron la primera elección de la transición a la democracia después del golpe de 1973. En Brasil, hubo debate en primera (15 de noviembre) y en segunda vuelta (17 de diciembre). En la segunda instancia, se enfrentaron Inácio Lula de Silva y Fernando Collor de Mello, en unas elecciones que eran las primeras directas realizadas en el país desde el golpe de 1964, regladas por la novel Constitución de 1988. En Perú, el debate ocurrió el 3 de junio de 1990 entre los candidatos Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori, en la segunda vuelta electoral.

Desde entonces la práctica de los debates presidenciales transmitidos por televisión comenzó a extenderse en América Latina. Creemos que una clave explicativa fundamental es el ascenso del neoliberalismo, que en el plano de la política se expresó en el perfilamiento de una “nueva derecha” diferente a aquella que había despuntado en los años setenta y ochenta (Giordano, 2014). El neoliberalismo enarboló una idea de democracia “instrumental” (Hinkelammert, 1988), en la cual los debates se inscriben como herramienta propicia para poner en funcionamiento el instrumento.

Los debates presidenciales transmitidos por televisión son una práctica característica de la comunicación política occidental. Sin duda el debate que abrió camino y sirvió de modelo fue el que sostuvieron Richard Nixon y John F. Kennedy el 26 de septiembre de 1960 en Illinois, Chicago. Pero en América Latina, a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos, este hecho no tuvo impacto inmediato. De hecho, como veremos enseguida, entre 1960 y 1989 hubo apenas cinco debates presidenciales televisados. Es que en esos años la región vivió un proceso de cambios profundos, cuando la violencia política se generalizó tanto desde abajo (violencia revolucionaria) como desde arriba (violencia contrainsurgente) debilitando la idea liberal de la democracia como horizonte de sentido político (Ansaldi y Giordano, 2012).

En América Latina, los debates presidenciales televisados no son un mero reflejo de las tendencias en la comunicación política impuestas por los modelos tomados de las experiencias del hemisferio norte: Estados Unidos (debate Nixon-Kennedy) o Francia (debate D'Estaing-Mitterrand, 1974). En este artículo sostenemos que en América Latina los debates son un hecho político coyuntural que asumen características propias (la “originalidad de la copia”, según la expresión de Cardoso, 1977) tanto en su forma como en su contenido según las condiciones sociohistóricas en las que suceden. La heterogeneidad del conjunto de casos que conforman el corpus refuerza la idea de condiciones coyunturales que rodean los debates más que una adscripción a formatos importados de los sistemas políticos del hemisferio norte.

En este artículo proponemos un análisis socihistórico de los debates presidenciales televisados en America Latina en los años 1989/1990. Postulamos que este es el momento en el que por un conjunto de eventos puede señalarse que es un momento clave de ascenso del neoliberalismo en la región. Para realizar el análisis hemos realizado un trabajo de relevamiento de los casos existentes previos a 1989/1990 y los existentes en estos años. Así, el artículo está dividido en secciones. Primero, un recorrido por la acumulación histórica acumulada hasta 1989 en materia de debates presidenciales televisados. En segundo lugar, los debates producidos en 1989/1990. En ambas instancias, se realiza un análisis en dos planos: una crítica interna del documento que describa el formato y sujetos involucrados y un análisis histórico y comparativo que permita identificar las condiciones políticas coyunturales de cada debate. Finalmente, en las conclusiones hacemos referencia a los resultados arrojados por la comparación histórica que desde nuestro punto de vista refuerzan la idea de que en la América Latina de 1989/1990, con el ascenso del neoliberalismo existe una fuerte relación entre fuerzas políticas de derecha y la adopción de debates presidenciales televisados como herramienta de comunicación política para cierta construcción de la democracia.

Los debates pioneros: acumulación histórica de una práctica inusual

Uno de los primeros intentos de emisión por televisión de un debate entre candidatos presidenciales en América Latina fue en Brasil en 1960. Incluso esto ocurrió unos días antes del famoso debate Nixon/Kennedy en Estados Unidos. La iniciativa correspondió a la pionera cadena de TV Tupi del empresario Assis Chateaubriand con sede en São Paulo que había comenzado a emitir en 1950. Los aspirantes a la presidencia de ese año fueron invitados al programa de entrevistas Pinga Fogo el 15 de septiembre. Adhemar de Barros y Texeira Lott aceptaron el desafío pero Janio Quadros no y el intento quedó en nada (Sanchotene, 2011). En rigor, tampoco se trató de una propuesta de debate como formato específico sino una invitación a participar en la programación existente.

El primer debate presidencial televisado en América Latina ocurrió en un momento en el que la televisión comenzaba a tener llegada nacional en varios países de la región, en este caso en Venezuela el 22 de octubre de 1963. Los candidatos participantes fueron Rafael Caldera por COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente) y Arturo Uslar Pietri por el partido CIPFN (Comité Independiente Pro Frente Nacional, una organización política que reunía a agrupaciones de diversas extracciones). En esa elección salió triunfante Raúl Leoni, candidato de AD (Acción Democrática), que no había participado del evento.

El debate fue emitido por Radio Caracas Televisión (RCTV) y duró alrededor de tres horas. Estuvo moderado por Carlos Rangel, que por entonces era subdirector de la reconocida revista Momento y moderador de programas de televisión.

No se sabe mucho acerca de los preparativos de estos eventos. En el debate Caldera/Villalba, el primero afirma haber tenido la iniciativa. Y llama “amigo” a Carlos Rangel. Pero en ocasión del debate Caldera/Uslar, Caldera afirma haber sido invitado. No debe soslayarse la influencia de Uslar Pietri en la televisión venezolana, donde ya era conductor del célebre programa Valores Humanos (emitido entre 1953 y 1987). En ambos casos se trató de un debate “de atril”, caracterizado por la confrontación entre dos candidatos coordinados por un moderador. No hubo público presente y el debate se realizó en el estudio de TV.

Para el debate Caldera-Uslar Pietri, cada participante tuvo quince minutos totales en cada bloque, divididos en tres partes. En los primeros siete minutos, los oradores en turnos hacían una exposición. Luego, ambos contaban con cinco minutos para hacer una réplica. Y finalmente, cada uno tomaba tres minutos para una conclusión. El moderador cronometraba y avisaba con un timbre cuando faltaba un minuto para agotar el plazo. Los oradores sortearon los turnos lanzando a cara o ceca una moneda y así comenzó el debate.

En rigor, no era la primera vez que la sociedad venezolana era convidada a un debate político televisado. Unos meses antes, el 28 de febrero, los jefes políticos de COPEI (Caldera) y URD (Villalba) habían participado de un debate también emitido también por RCTV. El asunto en discusión era la propuesta de COPEI de realizar elecciones separadas para Presidente y para representantes de los Cuerpos Deliberantes1. La iniciativa de Caldera no prosperó y el 1 de diciembre de 1963 tuvo lugar la elección conjunta.

En una entrevista realizada por Rafael Arráiz Lucca en el año 2000/2001, Uslar Pietri afirmó:

A lo largo del debate él me preguntó con mucha insistencia si yo era anticomunista, y me reclamaba que yo nunca hubiese dicho que era anticomunista. Le dije que no, que yo nunca sería anti-nada, porque no soy un fanático. Él fue falangista (Arráiz Lucca, 2019).

En efecto, el vínculo con el comunismo era un elemento de distinción política clave y polémico. El 31 de octubre de 1958 se había firmado el Pacto de Punto Fijo entre COPEI, AD y URD (Unión Republicana Democrática) con el objetivo de estabilizar la vida política del país luego de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez y ante la insistente amenaza de las Fuerzas Armadas de tomar el poder. En el marco de la guerra fría, y por el peso de la Iglesia católica en la política del país (expresado fundamentalmente en la democracia cristiana de COPEI), el Partido Comunista de Venezuela estuvo excluido del pacto. En 1962, URD se retiró y así, en las elecciones de 1963, compitieron dos de las grandes figuras del puntofijismo Leoni (AD) y Caldera (COPEI), mientras que Uslar Pietri era considerado un candidato menor.

Durante el debate, Uslar se refirió a Caldera y a Leoni como partes del “Gobierno” (en razón de su participación en el Pacto de Punto Fijo). Pero a poco de andar COPEI había manifestado una cierta posición crítica por lo cual en el debate Caldera buscó distanciarse del rol de representante del oficialismo.

Los puntos debatidos fueron cinco (previamente acordados): 1. ¿es éste el gobierno que le convenía a Venezuela en estos años?; 2. responsabilidad de COPEI en los aciertos y desaciertos del presente gobierno; 3. el problema de la violencia y la posición de los contrincantes frente al comunismo; 4. candidatura de partido frente a candidatura independiente; 5. programa de gobierno.

Caldera afirma haber sido invitado a debatir con una agenda de cuatro puntos, a la cual él añadió el quinto. También pidió que se añadiera el ítem violencia a la sección que abordaba la cuestión del comunismo. Cabe recordar que el giro socialista de la Revolución Cubana ocurrió luego del Pacto de Punto Fijo. Entre otras cosas, uno de los motivos de la salida de la URD de la coalición fue su rechazo a la condena que los otros dos partidos hicieron del régimen de Fidel Castro en Cuba por considerarlo una dictadura.

Finalmente las elecciones de 1963 se realizaron en un escenario político-electoral distante de lo imaginado unos años antes por los signatarios del Pacto de Punto Fijo. El bipartidismo no consiguió afirmarse: AD se dividió, con desprendimientos como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y AD-Oposición (luego PRIN). El comunismo se mantuvo prescindente y algunos grupos optaron por la lucha armada. Aparecieron nuevos grupos políticos independientes con importante fuerza, entre ellos el CIPFN que llevó la candidatura de Uslar Pietri. URD se había separado del Pacto de Punto Fijo y fue recién a partir de estas elecciones que comenzó a delinearse el bipartidismo adeco-copeyano. En el nivel legislativo, AD perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y COPEI obtuvo el segundo lugar, quedando URD desplazada de su papel de principal fuerza opositora.

En las elecciones de 1968 participaron cinco candidatos: Gonzalo Barrios (AD) y Rafael Caldera (COPEI), Miguel Ángel Burelli Rivas (apoyado por URD, y otras agrupaciones), es decir, todos ellos candidatos de los partidos que originalmente habían firmado el Pacto de Punto Fijo; las otras dos candidaturas correspondieron a la extrema derecha con Germán Borregales Pachano (Movimiento de Acción Nacional-MAN) y a la izquierda con Luis Beltrán Prieto Figueroa (Movimiento Electoral del Pueblo-MEP). A diferencia de la elección anterior hubo un encuentro público que tuvo lugar en el Teatro Lido de Caracas. Koeneke (2012) relata que este fue transmitido por las estaciones de radio y la televisión afiliadas a la Cámara de radiodifusión. Además, hubo un conjunto de programas reunidos bajo el nombre Contraste Público, transmitidos por la estación Cadena Venezolana de Televisión (CVTV, canal ocho con sede en Caracas, pero que hacia fines de los años sesenta ya contaba con repetidoras en varias ciudades del país). Allí, Caldera y Barrios, de manera separada y secuencial, abordaron distintos temas de la agenda pública. Las de 1968 fueron elecciones que marcaron un hito en la política venezolana. Caldera venció a Barrios por una muy escasa diferencia de votos (32 mil). A partir de entonces se instauraría el bipartidismo AD-COPEI que gobernó por tres décadas más.

No hubo otros debates en Venezuela hasta 1983. La fortaleza del bipartidismo y de los mecanismos que aseguraban su reproducción en el poder pueden ser claves explicativas para entender este punto.

El segundo país donde hubo un debate presidencial emitido por televisión fue Ecuador en 1978. En rigor fueron dos las instancias de debate: en primera y en segunda vuelta. El contexto estuvo signado por el clima de transición a la democracia después del golpe de 1972 que había instaurado una dictadura. El régimen estuvo primero encabezado por el general Guillermo Rodríguez Lara al frente del Gobierno Revolucionario y Nacionalista de las Fuerzas Armadas, y luego por el Consejo Supremo de Gobierno dirigido por un Triunvirato que terminó con las políticas nacionalistas, aumentó el endeudamiento e incentivó la represión (Ansaldi y Giordano, 2012).

En el marco del Proceso de Reestructuración Jurídica ideado por la dictadura se convocaron elecciones. La primera vuelta fue realizada el 16 de julio de 1978 y se enfrentaron seis candidatos: Jaime Roldós (Concentración de Fuerzas Populares); Sixto Durán Ballén (Frente Constitucionalista); Raúl Clemente Huerta (Partido Liberal Radical); Rodrigo Borja (Izquierda Democrática); Abdón Calderón (Frente Radical Alfarista) y René Maugé (Frente Amplio de Izquierda). El debate ocurrió el 27 de mayo, luego que el gobierno militar promulgase los Reglamentos a las Leyes de Partidos Políticos y de Elecciones el día 4 de ese mes. Fue televisado por Canal 10 (Telecentro) y estuvo organizado por el Círculo de Periodistas del Guayas, provincia de la cual Roldós había sido diputado en el período 1968-1970 (Zapata Mora, 2017).

Los seis candidatos debatieron sentados en círculo, en torno a temas tales como justicia, déficit fiscal, revaluación de la moneda, reforma constitucional y otros2. El moderador fue Cyrano Tama Paz, quien desde 1962 escribía en importantes diarios del país.

En medio de fuertes cuestionamientos, que acusaban a la dictadura de manipular y controlar el proceso electoral, los comicios se celebraron en la fecha prevista pero los resultados se conocieron cuatro meses después. Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría de los votos y por lo tanto se debió realizar una segunda vuelta. Un nuevo debate presidencial tuvo lugar el 5 de febrero de 1979, en el programa “Ante la Opinión” transmitido por Ecuavisa (canal 2 de Quito y 8 de Guayaquil) y dirigido por el periodista Diego Oquendo. Las elecciones se realizaron el 29 de abril y resultó electo Roldós con el 68,49% de los votos, venciendo a Sixto Durán Ballén que contaba con el beneplácito de la dictadura.

El siguiente debate presidencial televisado que hubo en la región fue nuevamente en Venezuela el 10 de mayo de 1983. Se enfrentaron Rafael Caldera (COPEI) y Jaime Lusinchi (AD) y ofició de moderador Félix Cardona Moreno, presidente de la Cámara Venezolana de la Televisión. Estuvo organizado por la Cámara Venezolana de Televisión en conjunto con Venevisión, Venezolana de Televisión y RCTV. Se transmitió a todo el país. El encuentro se realizó en los estudios del canal sin público y duró una hora. Cada candidato contó con 10 minutos para la intervención inicial y luego se alternaban en el uso de la palabra cuatro veces, con intervenciones de un máximo de 5 minutos. Una luz amarilla indicaba cuando quedaba un minuto para finalizar y una luz roja avisaba cuando faltaban 30 segundos. Los candidatos se presentaron en un atril sin ningún tipo de papel, tan solo una libreta en blanco para hacer anotaciones durante el intercambio. Por acuerdo entre las partes, el primer orador fue Lusinchi3.

El gobierno de Luis Herrera de COPEI estaba llegando a su fin con un alto índice de rechazo. Caldera, líder histórico de ese partido y ex presidente (1969-1974), se presentaba a elecciones por quinta vez. Lusinchi, médico de bajo perfil y escaso carisma para la competencia electoral, contaba con la ventaja de la debacle económica desatada durante el gobierno de Herrera. En este contexto, el tema del debate entre los candidatos fue “La crisis económica actual y sus posibles soluciones”.

En 1984, una vez más en Ecuador, se produjo un debate presidencial televisado. Rodrigo Borja de Izquierda Democrática salió en primer lugar (28%), siguiéndolo con muy poca diferencia de votos León Febres Cordero del Partido Social Cristiano (27%). La segunda vuelta se realizó el 6 de mayo y Febres resultó electo con el 51% de los votos, sucediendo en el cargo a Osvaldo Hurtado, quien a su vez había asumido la presidencia tras la muerte de Roldós en un dudoso accidente aéreo ocurrido en 1981. El debate se realizó una semana antes de la elección, el 29 de abril. Fue emitido en cadena nacional por Telecentro Canal 10 y fue organizado por la Asociación Ecuatoriana de Canales de Televisión con el apoyo de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER)4. Duró dos horas y fue moderado por el periodista Alejandro Carrión. Las preguntas estuvieron a cargo de los propios candidatos, que a su turno contaron con 10 minutos para responder (Zapata Mora, 2017). Se dice que fue decisivo para el triunfo de Febres Cordero, logrando este incomodar a Borja que encabezaba las encuestas.

Por la aspereza del debate se lo recuerda como el debate del “míreme a los ojos”, frase que Febres Cordero pronunció en varias oportunidades increpando a su opositor con inusual vehemencia5. Febres Cordero se enfocó en desprestigiar los proyectos de su oponente a quien tildó enfática y despectivamente de socialista, machacando sobre los riesgos totalitarios de ese sistema. Los ataques a la persona e ideas de su contrincante fueron constantes. Borja, que lo había aventajado en la primera vuelta, no pudo doblegarlo y en la contienda resultó derrotado (aunque por pocos votos)6.

Ruiz y Alberro (2012) sostienen que en las elecciones siguientes Borja evitó realizar un debate debido a la frustrante experiencia previa. Ese año fue nuevamente candidato y resultó electo para el período 1988-19927.

El último debate presidencial realizado antes de 1989 tuvo lugar en Colombia en 1986. Fue el primer evento de este tipo en la historia del país. Participaron los candidatos Luis Carlos Galán por el Partido Liberal y Álvaro Gómez Hurtado por el Partido Conservador. El liberal Virgilio Barco, que resultaría triunfante en la elección, no se presentó (aunque después del debate sí participó de entrevistas en algunos programas muy populares en la época). El debate ocurrió unos meses antes de las elecciones previstas para el 25 de mayo de 1986, y se realizó en dos partes: el 11 y el 25 de febrero8. Fue una producción de RTI (Radio Televisión Interamericana) y Producciones Jes. La locación fue el Hotel Tequendama de Bogotá. El moderador fue el presentador Bernardo Hoyos, por entonces director cultural de RTI. En el primer debate los interlocutores fueron los periodistas Juan Gossaín de RCN Televisión (parte de Radio Cadena Nacional), María Elvira Samper de RTI y Álvaro H. Caicedo de Diario Occidente. Los temas debatidos fueron el orden público, la seguridad ciudadana y la crisis agraria. En la segunda parte los interlocutores fueron los periodistas Yamid Amat de Caracol, Arturo Abella de Telediario y Germán Castro Caicedo de RTI. Y los temas fueron justicia, partidos políticos y reforma del Congreso.

Cada periodista formulaba una pregunta y luego tenía lugar a una repregunta. En el debate de segunda vuelta hubo modificaciones. La pregunta no fue necesariamente la misma para los dos candidatos, algo que en la primera ocasión había sido objeto de crítica por señalarse el hecho como aburrido. En cuanto al tiempo, cada uno de los periodistas se tomaba 40 segundos para la pregunta y 20 para la repregunta, mientras que los candidatos tenían 2 minutos y 1 minuto para responder en las respectivas instancias. Cada periodista interrogaba a cada candidato en secuencia y tendría participación en un solo bloque temático. Al final, cada candidato hizo una declaración final.

A diferencia de los casos anteriores, aquí sí hay una referencia explícita a la influencia del modelo de debate de Estados Unidos. En la política colombiana estaba fresco aún el recuerdo del debate Ronald Reagan-Walter Mondale de 1984, luego del cual el primero obtuvo una victoria aplastante.

Se dice que, en Colombia, los asesores de los candidatos en juego acordaron las reglas, la presentación del set, el tipo de planos de cámara y hasta la ubicación de los contrincantes según el modelo norteamericano9. Otras fuentes, en cambio, simplemente afirman que el interés por celebrar un debate televisado obedecía a la creciente apatía política de la población y el descrédito de los partidos políticos (Morales, 2015). El pacto de 1958 que había dado lugar al Frente Nacional convirtió a las elecciones en un hecho político poco competitivo: con rango constitucional se había fijado de antemano la alternancia entre liberales y conservadores (Ansaldi y Giordano, 2012).

Los debates en el ascenso del neoliberalismo

El año 1989 es una marca de inicio de una coyuntura de significativos cambios económicos, sociales, culturales y políticos en el mundo. En Europa fue el año de las celebraciones del bicentenario de la Revolución Francesa y de la caída del muro de Berlín. Estos dos eventos, aunque muy distintos, de algún modo expresaron la confinación a “pieza de museo” de la idea de cambio radical desde abajo. Ese año también se inscribe en el tiempo en que se popularizó el eslogan There Is No Alternative (TINA)”pronunciado por la Primera Ministra del Reino Unido Margaret Thatcher. En Estados Unidos fue el año de la publicación del ensayo ¿El fin de la historia? de Francis Fukuyama y del inicio de la presidencia de George H. W. Bush, que puso en marcha el Plan Brady de reestructuración de la deuda por el cual los países de América Latina se comprometieron a seguir los lineamientos pautados, también en 1989, por el economista John Williamson en el denominado Consenso de Washington.

En América Latina, el apego irrestricto a las recetas impuestas por Estados Unidos trajo consigo las reformas neoliberales de desregulación del mercado interno, privatización de empresas públicas y apertura externa, que se aplicaron con distintos grados de shock en todos los países. Estos cambios estuvieron acompasados por el triunfo de candidatos afines. En Chile, fue el año del tránsito de la dictadura a la democracia. En Uruguay, fue el año del triunfo del Partido Blanco frente a un Partido Colorado desgastado por su vínculo con las Fuerzas Armadas durante la dictadura y la transición a la democracia. En Argentina, Carlos Menem fue gestor de un acuerdo stand by con el FMI; y Fernando Collor de Mello en Brasil, quien en su breve mandato (precipitado por un impeachment) preparó el terreno para la aplicación del paquete de medidas neoliberales que sobrevino más tarde. En 1990 completaron la saga el liberal César Gaviria en Colombia, impulsor del “revolcón” y Alberto Fujimori en Perú, “outsider modernizador”.

En cuanto a la violencia política, en Colombia fue el tiempo de las negociaciones del proceso de paz con el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Movimiento 19 de abril (M-19), al tiempo que por un lado recrudecía el enfrentamiento entre el Estado, los carteles de la droga y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y por otro lado se advertía el despliegue del fenómeno paramilitar. En Perú, fue el tiempo del enfrentamiento entre el Estado y las guerrillas de Sendero Luminoso (SL), mientras que el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) se transformaba a la luz de la nueva estrategia contrainsurgente adoptada por las Fuerzas Armadas. En Venezuela en los meses de febrero y marzo estalló el Caracazo, una protesta popular de envergadura frente a las medidas económicas anunciadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez. El estallido trajo como consecuencia cambios económicos, sociales y políticos, entre los cuales cabe mencionar las primeras elecciones directas de gobernadores del país realizadas en diciembre del mismo año. En Argentina, el Congreso aprobó las leyes de Obediencia Debida y Punto final frente al enjuiciamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. En Brasil, Collor de Mello llegó a la presidencia caracterizado como filhote da ditadura por las relaciones incontestables que él y su familia habían sostenido con el régimen impuesto en 1964.

Con el ascenso del neoliberalismo se modernizaron las formas de comunicación política. Esto fue evidente en el escenario electoral de Chile y Brasil en 1989 y de Perú en 1990, cuando despuntó una derecha política remozada que se afirmó en la apelación a la democracia instrumental.

Hinkelammert (1988) argumenta que esta democracia se caracteriza por cuatro elementos, dos de los cuales son particularmente pertinentes para entender el vínculo entre debates presidenciales y derechas en América Latina: el control de los medios de comunicación que presentan la ideología del mundo de los negocios como la verdad y una reducción de la democracia al mecanismo electoral. Es evidente que desde este punto de vista, los debates presidenciales televisados sean una práctica afín.

En Chile el debate se realizó el 9 de octubre. Los candidatos fueron el derechista y exministro de Hacienda de la dictadura Hernán Büchi y el demócrata cristiano candidato por la Concertación de Partidos por la Democracia Patricio Aylwin. La locación fue el estudio principal de Canal 13 de la Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Fue concebido como la última pieza de un ciclo de entrevistas políticas que habían tenido lugar en el programa Decisión 89 en el mismo canal. Fue retransmitido en directo por radios nacionales y canales de televisión de Bolivia, Perú, Ecuador, México y España10. El moderador fue Hernán Precht, quien junto a Gonzalo Bertrán y Juan Agustín Vargas se ocuparon de la organización del evento.

El debate duró dos horas y constó de dos partes. En cada una hubo dos rondas de preguntas, que estuvieron a cargo de cuatro periodistas notables de la escena mediática del momento: Raquel Correa, Rosario Guzmán, Claudio Sánchez y Bernardo De la Maza (Hilsenrad, 2017). El orden de las intervenciones se definió por sorteo. Cada periodista entrevistó a uno de los candidatos y para ello contaba con cuatro minutos y medio, al cabo de los cuales el otro candidato tomaba un minuto para la réplica y luego la palabra volvía al candidato entrevistado quien contaba con treinta segundos para la contrarréplica. Frente a las cámaras los periodistas se sentaron en dos escritorios de cara a los candidatos, que debatieron de pie cada uno detrás de un atril. Detrás de las cámaras, el público se distribuyó en butacas. Asistieron figuras destacadas de la escena política nacional como el agente de la CNI Álvaro Corbalán, en ese entonces presidente de Avanzada Nacional, el político socialista Ricardo Lagos, el político candidato a senador Luis Maira, entre otros. También fueron invitados miembros de las Fuerzas Armadas, embajadores en Chile y autoridades de la Universidad Católica auspiciante del evento. Sin embargo, la audiencia no participó en absoluto. No hubo aplausos, ni siquiera murmullos. El clima era tenso pues el debate se realizaba bajo el gobierno de la dictadura de Augusto Pinochet (Bazán, 2017).

Pinochet había perdido el Plebiscito por la continuidad en el poder (hasta 1997) realizado el 5 de octubre de 1988. Todavía era el presidente y la dictadura seguía en pie. La estrategia de Büchi fue del tipo “campaña del terror”, similar a la campaña Plebiscito.

En la segunda parte del debate, el periodista Bernardo de la Maza en su entrevista a Büchi preguntó por qué pensaba que en general nadie en Chile quería autodefinirse de derecha. A lo cual el candidato respondió:

Porque todavía en Chile sigue vigente la concepción de lo que los expertos en lograr imágenes con las palabras, la gente que representa al marxismo, ha logrado hacer creer qué es la derecha (…) derecha significa, en la imagen de los chilenos, algo muy conservador, conservador de las buenas costumbres, pero también de las malas prácticas.

Y continuó:

Esa imagen creo que no es la adecuada hoy para expresar el vigor de las políticas por ejemplo de la señora Thatcher, que si yo le pregunto a ud. quién es más conservador si la señora Thatcher o Deng Xiaoping en China yo creo que ud. tendría serias dudas de contestar que es más conservadora la señora Thatcher en cuanto a la capacidad de plantear nuevas estrategias y de llevadas a cabo realmente en un tiempo prudente.

Finalmente, Büchi cerró su intervención con la siguiente definición: “lo que mejor representa mis planteamientos hoy es el concepto y las palabras de ideas modernas, del futuro”. El periodista Bernardo de la Maza fue aún más allá en su entrevista a Büchi y le preguntó si consideraba que el gobierno de Pinochet era una dictadura o un gobierno autoritario. El candidato sostuvo que para él lo más correcto era calificarlo como un “gobierno militar”. Y enseguida aprovechó la pregunta para afirmar una vez más la dicotomía derecha/izquierda tan propia de la concepción formal de la democracia que se afirma en el neoliberalismo:

Un gobierno militar que, si bien ha sido autoritario, no tiene una característica esencial que tienen otras dictaduras como la del Fidel Castro en Cuba que no están dispuestos realmente a entrar a un proceso que signifique que todos los chilenos (…) cambien y puedan expresar sus opiniones y lleguen a un régimen en que de verdad libremente puedan elegir a sus autoridades.

En su réplica, el candidato Aylwin endilgó a la derecha la predilección por el marketing político (y podríamos agregar aquí que lo mismo puede decirse acerca de la predilección por los debates presidenciales como herramienta de comunicación):

Yo creo que en esto de crear imágenes los campeones son los que utilizan los mecanismos de marketing para las campañas políticas y en esto creo que quienes han dado lecciones en el último tiempo son precisamente quienes apoyan al ex ministro sr. Buchi.

Y continuó:

Pero lo cierto es que por muchas imágenes que se intenten crear no se puede ocultar un hecho de fondo: aquí ha habido un régimen que ha desconocido las libertades, que ha violado los derechos humanos, que ha ejercido el poder autoritariamente, que ha perseguido a los adversarios, que ha dividido al país en amigos y enemigos; y hay un candidato que ha formado parte de ese régimen, que se ha identificado con ese régimen y que ahora se presenta con una cara distinta. Eso es lo que el país debe juzgar.

El debate concluyó con efusivos aplausos de parte de la audiencia, un respetuoso saludo entre los candidatos y un cóctel detrás de cámaras al que asistieron 500 personas.

Las elecciones de 1989 fueron las primeras directas desde el golpe de 1964. Recordemos que, en el momento de la transición de la dictadura a la democracia, el movimiento Diretas Ja! no consiguió su objetivo y las elecciones fueron indirectas y bajo la Constitución que había regido durante la dictadura. En 1989 las elecciones estuvieron regladas por la Constitución que acababa de sancionarse, fueron directas y los analfabetos estuvieron habilitados para el voto (Ansaldi y Giordano, 2012).

Se realizaron dos debates, en primera y en segunda vuelta. El primer encuentro tuvo lugar el 17 de julio de 1989 camino a las elecciones del 15 de noviembre. Los candidatos Ulysess Guimaraes (PMDB) y Fernando Collor de Mello (PRN) no aceptaron participar. De esa instancia Lula y Collor resultaron los más votados y por lo tanto se encontraron en un segundo debate. El evento estuvo organizado por las cuatro redes de televisión del país Bandeirantes, Globo, Manchete y SBT (Sistema Brasileiro de Televisão). Y se realizó en dos momentos: el 3 de diciembre (Rio de Janeiro, en los estudios de Manchete) y el 14 de diciembre (San Pablo, en los estudios de Bandirantes).

Las reglas fueron estipuladas previamente por los asesores de ambos candidatos y las cuatro redes de televisión. Hubo cuatro moderadores, uno por cada uno de los medios participantes: Marília Gabriela (Bandeirantes), Alexandre Garcia (Globo), Eliakim Araújo (Manchete) y Boris Casoy (SBT). Las preguntas estuvieron a cargo de periodistas, también elegidos en representación de cada una de las redes de medios organizadoras: Fernando Mitre (Bandeirantes), Joelmir Beting (Globo), Carlos Chagas (Manchete RJ), Villas-Bôas Corrêa (Manchete SP) y Luiz Fernando Emediato (SBT). El primer debate duró alrededor de dos horas y media, dividido en cinco bloques: economía, cuestiones sociales, justicia y democracia, privatizaciones, y finalmente una última sección que versó sobre tema libre y los candidatos pudieron hacerse preguntas entre sí. El segundo turno del debate constó de cuatro bloques y el formato y los temas se repitieron.

Cada periodista le hacía la misma pregunta a ambos candidatos, cada uno tenía dos minutos para responder, y luego seguía un comentario de un minuto por parte del otro candidato y la réplica del primero que también tenía asignado un minuto. En los bloques de tema libre, hubo tres minutos para las respuestas y un minuto y medio para el comentario y la réplica sucesivamente. El orden de las intervenciones se resolvió por sorteo.

La disposición en el estudio de TV fue similar a la de otros debates: cada candidato de pie ante un atril, y en el medio el lugar para los moderadores, que en este caso en particular fueron varios (uno por cada una de las redes de medios involucradas en la organización). En todas las instancias, el debate se realizó con público.

Al día siguiente del evento, O Globo retransmitió una versión editada del debate en el programa de noticias de la tarde Jornal Nacional. El hecho ha sido objeto de controversia pues el PT acusó a la Red O Globo de manipular la imagen en favor de Collor, quien además de ser un empresario de los medios en Alagoas (de donde era oriundo) era reconocido públicamente como amigo personal de Roberto Marinho propietario de Globo. Lo cierto es que luego del debate el candidato ganador resultó ser Collor.

En Perú el debate se realizó el 3 de junio de 1990, una semana antes de la fecha pautada para los comicios. La carrera electoral había comenzado en junio de 1989 cuando el reconocido escritor Mario Vargas Llosa anunció su candidatura. En octubre de ese mismo año se inscribió como candidato Alberto Fujimori. Estos fueron los dos candidatos que se enfrentaron en la segunda vuelta electoral, pues en la primera instancia nadie obtuvo los votos suficientes (29% y 27% cada uno respectivamente).

Vargas Llosa y Fujimori se ubicaban a la derecha del espectro político, uno referenciado con la tradición liberal-conservadora (Vargas Llosa) y otro un personaje que representaba a sectores marginales de la política y que con el devenir definiría una orientación de derecha populista (Fujimori) (Rodríguez, ESE)11.

El evento se transmitió por una cadena nacional a cargo de la Asociación de Radio y Televisión Perú. Tuvo lugar en el emblemático Auditorio del Centro Cívico de Lima (hoy un centro comercial) con presencia de público. Entre los presentes, invitados por Fujimori (Kanashiro, 2016), estuvieron las madres de los mártires de la masacre de Uchuraccay, representantes de los trabajadores informales, el secretario general de la Confederación de Trabajadores del Perú (CGP) y el su par de la Federación de Trabajadores de la Construcción Civil. El moderador fue el periodista Guido Lombardi y la comisión organizadora estuvo integrada por el Reverendo Padre Juan Julio Witch de la Universidad del Pacífico en nombre de Intercampus (centro de investigación de dicha Universidad) y Pedro Cateriano Bellido y Víctor Díaz Lau asesores de Vargas Llosa y Fujimori respectivamente.

El debate se desplegó en torno a seis temas: Pacificación Nacional, Programa económico, Desarrollo agrario, Educación, Trabajo e informalidad y Rol del Estado. Por sorteo, se definió que Vargas Llosa asumiría la primera intervención y que Fujimori sería quien cerrara el último bloque. Cada candidato contó con seis minutos para exponer el tema, tras lo cual el contrincante tomaba tres minutos para la réplica y nuevamente el orador inicial tomaba la palabra durante dos minutos.

Vargas Llosa no había querido debatir en primera vuelta. Y tras los resultados de la segunda vuelta renunció a su candidatura y viajó a Londres. Obviamente, luego desanduvo sus pasos, pero Fujimori utilizó estos hechos para denostarlo desde el inicio mismo del debate. La tensión entre los candidatos ya había estado de manifiesto en el proceso de organización del evento, que tomó diez días de negociaciones entre las partes (Kanashiro, 2016). A diferencia de Chile y de Brasil, aquí las elecciones se celebraron en un clima crítico, tras la debacle económica y política del gobierno aprista de Alan García (1985-1990). También, fue un factor coyuntural de peso la violencia política signada por el narcotráfico y el enfrentamiento entre la organización armada Sendero Luminoso y el Estado. Así describía la escena un diario de la época:

El día del debate el tránsito estuvo restringido desde las primeras horas en las vías aledañas al Centro Cívico y, asimismo, centenares de efectivos policiales resguardaban sus instalaciones. La seguridad se fue reforzando conforme llegaba la hora, puesto que desde días antes existía el rumor de un posible apagón12.

Un hecho notable es que el sociólogo Francisco Loayza era el asesor de campaña de Fujimori. Profesor de geopolítica en la Dirección Naval de Inteligencia, se había acercado al candidato poco tiempo antes de la primera vuelta electoral. Fujimori estaba recibiendo denuncias de fraude fiscal y Loayza le presentó a su amigo personal Vladimiro Montesinos, un abogado y ex oficial del Ejército con contactos en el Servicio de Inteligencia (SIN) y en el Poder Judicial, para que lo asesorara13. Como es sabido Fujimori-Montesinos fue el binomio letal de la dictadura fujimorista.

Uno de los temas donde la diferencia de visión entre los dos candidatos fue más evidente fue el relativo al rol del Estado. Para Vargas Llosa la modernización tenía que tener un sentido eminentemente liberal. Vargas era un emergente de la crisis en curso. Los sectores empresariales vieron en él la posibilidad de satisfacer su necesidad de reunir en una misma propuesta el liberalismo económico y el liberalismo político. Como sostiene Lauer (1988), “el liberalismo, como mensaje social y herramienta política de la derecha, aparece recién en la segunda mitad de los años 80, para enfrentar a un Estado en manos de Alan García y el Partido Aprista, cuando el gobierno intenta ampliar el tradicional subsidio del Estado a nuevos sectores del capital”.

Durante el debate Vargas manifestó que era necesario achicar el Estado, reformarlo, moralizarlo, desburocratizarlo, convertirlo en eficiente. Y la privatización del sector público era la llave de entrada para todo ello. Propuso una “revolución pacífica” para “modernizar” el país con un programa de “transparencia acrisolada”. Del otro lado, Fujimori pregonaba la justicia social, el apoyo a los gobiernos regionales, interpelaba a los productores (antes que a los empresarios) y ubicaba a la pequeña y mediana empresa como protagonista de su programa de desarrollo. El foco estaba puesto en los sectores populares y la meta era una economía social de mercado, con intervención del Estado. “No un Estado controlista sino un Estado promotor del desarrollo, planificación y descentralización”.

Fujimori utilizó los últimos minutos de su intervención final para dar un golpe de efecto. Denunció el apoyo interesado de los medios de comunicación al candidato Vargas, mostrando un ejemplar del diario Ojo con fecha del día siguiente en el que se daba por ganador del debate al escritor, cuando era evidente que el debate aún no había concluido. Más allá de la veracidad de los hechos, lo cierto es que este es un ejemplo del nivel de confrontación que había prevalecido los ataques personales las chicanas.

Conclusiones

A partir del recorrido trazado hasta aquí, la mirada de mediana duración ha permitido poner de relieve la acumulación histórica de la práctica de debates presidenciales televisados. De esto surge como evidencia que los debates no son una herramienta empuñada solamente por las fuerzas de derecha en contextos de democracia liberal y libre competencia entre partidos. Pensemos en Venezuela y la intención de afirmar la competencia electoral en un sistema político que se cerraba sobre el bipartidismo (1963 y 1968) o la intención de instalar un debate público en momentos en que el país se hundía en una severa crisis económica (1983). Pensemos también en la coyuntura de transición de la dictadura a la democracia en Ecuador (1978). Pensemos en el debate en el Chile de 1989 de la transición de la dictadura pinochetista a la democracia de la concertación. Esta evidencia refuerza la idea de que en América Latina entre los años sesenta y noventa los debates presidenciales televisados son una herramienta a la que históricamente se ha apelado para dirimir las tensiones en momentos críticos. Se trata de una herramienta a la que se ha recurrido mayormente para la legitimación de ciertas posiciones en contextos de fuerte crisis institucional, política y/o económica.

El recorrido trazado en este artículo permite mostrar que los debates presidenciales televisados en América Latina no son un mero reflejo de los modelos surgidos en Estados Unidos y Francia con Nixon-Kennedy y D'Estaing-Mitterrand, respectivamente. Esto es ciertamente así para los debates previos a 1989/1990. Pero la evidencia muestra que en los debates de estos dos años se produjo un giro.

En los tres debates de 1989/90 las similitudes con los modelos venidos de afuera son un poco más marcadas, y en los registros se observa que se alude expresamente al apego al modelo de Estados Unidos.

Más allá de estas marcas, el giro se expresa también en un elemento que surge del análisis comparativo. En los tres casos se observa que la invocación y apelación del debate presidencial televisado como herramienta de comunicación política predilecta se correlaciona con lo que Hinkelammert (1988) denomina “utopismo de la democracia dialogante” (en la cual “todos dialogan entre sí y pueden hacerlo porque sus intereses ya no chocan”) de las democracias neoliberales. En los tres casos estudiados despuntan tres elementos que según Hinkelammert definen a las democracias instrumentales sostenidas por la derecha: la afirmación del mercado (el tema privatizaciones de empresas estatales fue un tema álgido en los tres casos), el control de los medios de comunicación (en el caso de la denuncia de Fujimori y de la manipulación de la imagen de Lula y Collor esto es evidente), la desvinculación entre democracia y derechos humanos (este punto es evidente en el caso de Chile donde el candidato de la derecha hizo una defensa cerrada de la dictadura de Pinochet evitando clasificarlo como tal).

Por lo dicho, creemos que la evidencia y el análisis presentados en este artículo permiten reforzar la premisa que fue el punto de partida: en 1989/1990 se afirma una estrecha relación entre derechas, comunicación política y debates presidenciales televisados en América Latina en el ascenso del neoliberalismo.

En cuanto a la crítica interna de los formatos de los debates, también es posible identificar el peso de las características nacionales y las condiciones coyunturales en cada país. En Chile y Perú los promotores de los debates fueron sectores vinculados a la Universidad y a la Iglesia, dos actores de fuerte peso político en la transición (los Chicago Boys egresados de la Universidad Católica; el partido de la Democracia Cristiana vinculado a la Iglesia católica); y en Brasil a los conglomerados de medios (con los cuales estaba fuertemente vinculado el candidato Collor de Mello, hijo de una familia históricamente propietaria de medios en su estado Alagoas). El formato de atril, set de televisión y público predominó, pero luego la circulación de la palabra, la raigambre de los y las periodistas y los perfiles de estos/as fueron diversos y negociados según la correlación de fuerzas de los partidos involucrados en cada uno de los casos.

Para finalizar, queremos señalar que consideramos que el trabajo de sistematización y análisis de la evidencia relevada y disponible contribuye a dotar de espesor un espacio de vacancia en el campo de los estudios latinoamericanos. Cabe aclarar que un asunto que el artículo no abordó es lo referido a la recepción de los debates. Los estudios sobre debates televisados en América Latina son aún escasos. No se ha encontrado material suficiente para un análisis desde este punto de vista, y más aún queda mucho por decir acerca de la producción. Esperamos haber hecho una contribución útil al estudio de este fenómeno que sirva de puntapié inicial. Quedará para futuras indagaciones el rastreo de la pauta derechas-debates presidenciales televisados en referencia a los períodos posteriores a 1989/1990, que permitirán reforzar o matizar las afirmaciones aquí vertidas.

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1 “Histórico debate televisado entre Rafael Caldera y Jóvito Villalba (1963)”. Disponible en: https://www.rafaelcaldera.com/documento/debate-televisado-rafael-caldera-jovito-villalba-1963/

2Puede verse un fragmento del debate en: https://www.youtube.com/watch?v=77M4ph0Pjvc

3Puede verse un fragmento del debate en: https://www.youtube.com/watch?v=uPFzYLyA7ec

4Puede verse un fragmento del debate en: https://www.youtube.com/watch?v=s2CkULCWw7M

5“Mírame a los ojos, para la historia”, El Universo, 20 de noviembre de 2002. Disponible en: https://www.eluniverso.com/2002/11/20/0001/8/78B4C0B742894A81A8D2297BC60 8A63C.html

6Puede verse un fragmento del debate en: https://www.youtube.com/watch?v=s2CkULCWw7M

7Hubo otro intento en Venezuela, para las elecciones del 4 de diciembre de 1988. E Eduardo Fernández retó a Carlos Andrés Pérez a un debate, pero este se negó (Del Castillo y Bastidas, 2012). Contaba a su favor con la imagen de bonanza que había dejado en su primer período presidencial (1974-1979). Es probable que haya considerado riesgoso el reto.

8Puede verse un fragmento del primer debate en: https://www.youtube.com/watch?v=TbElNsrwIL0 Y del segundo debate, en: https://www.youtube.com/watch?v=aa8zR0OyDSo

9“Preparativos para gran debate”, El Tiempo, 22 de abril de 1994. Disponible en https:// www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-116451

10Puede verse un fragmento del debate en: https://www.youtube.com/watch?v=AcyZDU_OLb4. Asimismo, puede verse el debate completo en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=WbPO22AlLVI

11Puede oírse la transcripción del debate Fujimori-Vargas Llosa en: https://www.youtube.com/watch?v=r5olBaC4gNk

12“A 25 años del primer debate presidencial en el Perú”, El Comercio, 3 de junio de 2015. Disponible en: https://archivo.elcomercio.pe/blog/huellasdigitales/2015/06/a-25-anos-del-primer-debate-presidencial-en-el-peru

13Recordemos al Doctor Montesinos en 1990, Noticias Ser.Pe, 20 de septiembre de 2017. Disponible en: http://www.noticiasser.pe/opinion/recordemos-al-doctor-montesinos-en-1990

Recibido: 01 de Marzo de 2020; Aprobado: 01 de Abril de 2020; : 01 de Junio de 2020

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