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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos

versión On-line ISSN 1853-3523

Cuad. Cent. Estud. Diseñ. Comun., Ensayos  no.127 Ciudad Autónoma de Buenos Aires feb. 2024  Epub 11-Nov-2023

http://dx.doi.org/10.18682/cdc.vi127.4583 

Artículo

Nuevas encrucijadas en la moda masculina: mirar el pasado para entender el presente

Helga Mariel Soto1 

1 Diseñadora Textil, Universidad de Buenos Aires. Ha participado de eventos académicos y de publicaciones científicas del área con diferentes ponencias y artículos relacionados a sus temáticas de interés.

Resumen

El presente escrito abordará dos casos particulares de la moda masculina en el circuito de alfombras rojas de los festivales y premiaciones más importante del hemisferio norte.

Estos dos casos particulares de estudio son los de Timotheé Chalamet y Harry Styles, que fueron llamados por la prensa especializada: “El futuro de la moda masculina”, por establecer nuevas normas en los trajes masculinos y posicionar la vanguardia de las próximas tendencias.

Pero si se pone especial atención a estas presentaciones particulares nos encontramos con que estas manifestaciones estéticas no son nuevas, si no que son reversiones de otros modelos de masculinidad del pasado.

Palabras clave: Pasarelas; moda; publicaciones de moda; historia; masculino; femenino; eventos; famosos; adorno; cuerpo.

Abstract

This writing will address two particular cases of men’s fashion on the red carpet circuit of the most important festivals and awards in the northern hemisphere.

These two particular case studies are those of Timotheé Chalamet and Harry Styles, who were called by the specialized press: “The future of men’s fashion”, for establishing new standards in men’s suits and positioning the avant-garde of the next trends.

But if we pay special attention to these particular presentations, we find that these aesthetic manifestations are not new, but are reversions of other models of masculinity of the past.

Keywords: Catwalks; fashion; fashion publications; history; masculine; feminine; events; celebrities; adornment; body.

Resumo

Este texto abordará dois casos particulares da moda masculina no circuito do tapete vermelho dos festivais e prêmios mais importantes do hemisfério norte. Esses dois casos particulares são os de Timotheé Chalamet e Harry Styles, que foram chamados pela imprensa especializada de: “O futuro da moda masculina”, por estabelecer novos padrões em ternos masculinos e posicionar a vanguarda das próximas tendências. Mas se prestarmos atenção especial a essas apresentações particulares, descobriremos que essas manifestações estéticas não são novas, mas são reversões de outros modelos de masculinidade do passado.

Palavras chave: Passarelas; moda; publicações de moda; história; masculino; feminino; eventos; famosos; adorno; corpo.

En los últimos años, con la llegada de una nueva generación de famosos y famosas a las alfombras rojas de Hollywood, se observan nuevos estilos en la órbita de la llamada “moda masculina”.

Esta clasificación suele suscitar menos interés que la femenina y su descripción y análisis suele ocupar mucho menos espacio en libros y publicaciones. En parte esto puede ser atribuido a la estandarización y simplificación de las prendas de hombre durante el siglo XIX. Período en el cual se gesta una división tajante de la indumentaria: por un lado la mujer adornada y por otro el varón utilitario.

Este modelo del que aún vemos consecuencia en el día de hoy parte de la idea de la “gran renuncia” donde el género masculino dejaba de lado el uso del ornamento y las mujeres pasaban a tener el monopolio del adorno (Zambrini, 2019b). Esto también generó cambios en las tipologías del vestir: el traje de tres piezas se unificó y simplificó, al igual que se acotó la paleta cromática, privilegiándose los colores más sombríos y desaturados, como los grises, marrones y el negro. Zambrini también describe el impacto que ha tenido este fenómeno histórico en las categorías vestimentales:

De este modo, la indumentaria masculina además de marcar la distinción social y el acceso a los ámbitos de poder ligados a lo público y lo económico; a su vez, pasó a simbolizar la naturalización de la identidad de género en oposición a la identidad femenina, y viceversa. Existe una consonancia entre la ideología de la época en torno a la heterosexualidad obligatoria y las normativas en torno a las maneras de presentación corporal que tendieron a consolidar lo binario también en la vestimenta (Zambrini, 2019b, p. 125).

La indumentaria estaría así, dividida tajantemente en dos opciones, que reflejaban la visión del mundo decimonónico en dos esferas: la privada (a la que pertenecían las mujeres, en la intimidad del hogar) y la pública (la arena masculina por excelencia, que a su vez se relacionaba con la política y el trabajo) (Zambrini, 2019b).

En este sentido es importante recordar la intrincada relación entre género e indumentaria, ampliamente analizada y criticada desde los estudios de moda y los estudios culturales. Por ejemplo, Joanne Entwistle señala en El cuerpo y la moda:

Las prácticas del vestir evocan los cuerpos sexuados, llaman la atención hacia las diferencias entre hombres y las mujeres, que de otro modo podrían estar ocultas. (...) Sin embargo, la ropa hace algo más que sencillamente atraer las miradas hacia el cuerpo y resaltar los signos corporales que los diferencian. Tiene la función de infundir sentido al cuerpo, al añadir capas de significados culturales, que, debido al estar tan próximas al cuerpo, se confunden como naturales (Entwistle, 2002, p. 174).

No es casual entonces, que algunos de los ejemplos más disruptivos de la vestimenta masculina en las alfombras rojas hayan sido estéticamente disímiles a este ideal funcional, simplificado y gris del siglo XIX.

Es decir, que estos looks nuevos, si bien parecen desafiar originalmente la estética tradicional masculina, en realidad son reversiones de modas pasadas que también jugaron con los límites entre los géneros.

Este fenómeno particular se inserta en un contexto donde los conceptos de “masculino” y “femenino” entran en debate debido a las críticas desde sectores feministas y de la comunidad LGBTIQ+ : Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans/Travestis, Intesex y Queer, siendo el siglo “+” un agregado que simboliza las múltiples posibilidades que pueden representar a una persona tanto en su orientación sexual como en su identidad de género y que no se encuentran encarnadas por las letras, con respecto al sistema sexo-genérico.

Este detalle no es menor, ya que gran parte del público de estas nuevas personalidades famosas suelen estar entre la generación Y y la Z, también llamados millennials y centennials, y el interés por la inclusión y la rebeldía a las convenciones sociales son algunas de las características de estos grupos. Cunningham dice en The Z-List

No solo son activistas por la individualidad y la inclusión, sino que asumen que todas las personas tienen la libertad de definir cualquier cosa (¡y todo!) Por sí mismos. Tiene sentido, entonces, que la moda, una industria tan arraigada en la novedad, pasaría de los millennials a atender a la próxima generación. Para las marcas minoristas, son consumidores de ensueño; para las marcas de lujo, son armas secretas. Se diferencian de los millennials en que valoran los objetos por encima de las experiencias, por lo general prefieren la ropa de segunda mano antes que la moda rápida, y gravitan hacia marcas que promueven una visión diversa, neutral en cuanto al género, vanguardista y, sobre todo, auténtica. Las viejas reglas por las que la industria de la moda ha vivido y muerto (como los símbolos de estatus y las tendencias de masas) les suenan huecas (Cunningham, 2016, p. 1).

Este trabajo se centra en dos ejemplos de las múltiples estrellas nuevas: Harry Styles y Timote Chalamet, cuyas prendas formaron largos debates y discusiones en redes, luego de que se divulgaran sus elecciones estilísticas.

Ambos tienen publicaciones dedicadas tanto en Vogue como en GQ y W Magazine comentando y desarrollando sus momentos más a la moda, por ejemplo en “Harry Styles Hasn’t Always Worn Candy Floss Pink Suits & A String Of Pearls” (Pike, 2020b) o “How Harry Styles Became an Unstoppable Fashion Force” (Tashjian, 2019), en el caso de Chalamet varios titulares se destacan: “How Timothée Chalamet Became Hollywood’s Best Dressed Man on the Red Carpet” (McCarthy, 2019) y “Timothée Chalamet’s most iconic fashion moments” (Fearon, 2020). Todos artículos que hacen hincapié en la idea de singularidad y superioridad cuando se trata de vestimenta masculina.

El 19 de noviembre de 2019 Alexandre Marain declaraba en Vogue Francia “Timothée Chalamet is 2019’s most influential man in fashion” y con el artículo se compartía la imagen de Chalamet en el Festival de Valencia de 2019, uno de los ejemplos que compete a este análisis.

El traje, de Haider Ackermann, es de una seda de color lila muy claro, con un brillo bastante particular para un traje masculino tradicional. En lugar de zapatos, Chalamet porta unas botas negras que se lucen estelarmente gracias a que tiene las botamangas de los pantalones arremangadas.

El detalle final es la faja que ciñe la cintura, en dos tonos de lila haciendo juego con las solapas del traje, sencilla en morfología y sin adornos, pero sin duda un accesorio singular para el arquetipo del traje masculino.

Históricamente, el traje tal como lo conocemos: saco, chaleco y pantalón, es algo relativamente reciente, ya que como se mencionó previamente, las bases de la indumentaria masculina moderna aparecieron en el siglo XIX (DK, 2012). Esta homogeneización de la moda masculina provocó que los cambios que se produjeron a lo largo del siguiente siglo fueran sutiles en comparación con otros períodos.

A comienzos de siglo XX las variaciones en los trajes se basaban en la ocasión: para cenar se portaba un dinner suit o un esmoquin, mientras que para la ópera u otro evento muy formal se esperaba un frac o dress coat (DK, 2012). Por otro lado, para situaciones más informales se utilizaba el lounge suit, que antiguamente era considerado una prenda de campiña pero que poco a poco fue aceptado su uso en la ciudad (DK, 2012). Para mitad de siglo XX habían aparecido otros tipos de trajes también, como los trajes de trabajo, que tenían sacos y pantalones más entallados y que eran los favoritos de los empresarios del momento (DK, 2012). En esta línea tipológica se ubica el traje de Chalamet, un conjunto más sencillo y ajustado que las versiones decimonónicas, pero que por su materialidad remite a una elegancia histórica.

En este sentido, se encuentra otro ejemplo de Chalamet donde se juega con el ajuste corporal y la definición del torso: su atuendo en los premios Golden Globes del 2019. Vistiendo un conjunto negro y azul oscuro con un arnés incrustrado en cristales con formas florales, de Virgil Abloh y Cartier, Chalamet deslumbró a la prensa especializada aunque rápidamente aclaró que no era un arnés lo que vestía si no un bib (literalmente un babero).

Naomi Pike destaca en Enero de 2019 en su nota “You Thought Timothée Chalamet Was All About Sharp Tailoring And Printed Patterns, Didn’t You?” que:

Si bien sus recientes éxitos en la moda han demostrado que Timothée Chalamet realmente es uno de los hombres mejor vestidos del mundo, este hecho se ha basado en gran medida en el uso de piezas extravagantes, que llaman la atención y llenan las columnas de la prensa. No son el tipo de prendas que pasan desapercibidas, y estamos bastante seguros de que esa ha sido la intención de TC cuando se trata de planear su dominio en la alfombra roja (Pike, 2019, p. 1)

Teniendo en cuenta esto, se puede trazar una similitud entre estos detalles y las características morfológicas de la indumentaria masculina de las primeras décadas del siglo XIX.

En este período una de las manifestaciones de la moda masculina más destacable fue el dandismo, que presenta características tanto del siglo XVIII como del nuevo siglo. Deborah Houk señala que “el dandy apareció en escena en Francia luego de la Revolución y el imperio napoleónico - en un proceso preciso de mucha convulsión en la sociedad francesa” (Houk, 1997, p. 10) aunque su presencia se diseminó a varios territorios europeos rápidamente, teniendo sus particularidades en Inglaterra, por ejemplo.

Franklyn (2020) señala que la silueta masculina que estaba a la moda se desarrolló de una manera similar a la femenina: la cintura estaba ceñida y algunos hombres más fashionistas llegaban a utilizar corsets para generar esa forma tan deseada del pecho y la cintura. Estos comportamientos eran llamativos para la sociedad en general y eran burlados en comics e ilustraciones por ser exageradamente coquetos.

Aún así, este arquetipo de hombre elegante y obsesionado con el aspecto físico fue desarrollándose hasta mitad del siglo XIX, cuando la presentación del dandy mutará a un personaje oscuro y sombrío. Así, nuevas personificaciones de esta figura masculina, como por ejemplo Charles Baudelaire, se vestía enteramente de negro (d’Hamilton, 2012).

Es por eso, que tanto a nivel morfológico, como cromático y estilístico es que se pueden apreciar los conjuntos de Chalamet como una suerte de revival del dandy de la primera mitad del siglo XIX.

El otro caso de estudio a analizar es el de Harry Styles, si bien existen algunas similitudes con el caso de Chalamet, la edad, el estatus de galán joven, su recorrido en la moda tiene sus propias características. Según Rachel Tashjan en “How Harry Styles Became an Unstoppable Fashion Force

Mientras que Hill y Chalamet tuvieron giras de prensa para practicar cómo vestirse, Styles asumió su papel como árbitro de la moda y empoderador de una manera más estudiada y desarrollada. Canaliza la ambigüedad de género de generaciones anteriores de estrellas de rock, particularmente Mick Jagger, asintiendo con la cabeza en cada fase, desde el estilo londinense con su elección de suéteres, hasta su era de blusas al estilo poeta de Mr. Fish. Pero si Jagger buscó provocar a los encorsetados padres con vulnerabilidad femenina, la ambigüedad de género de Styles imparte franqueza y libertad de identidad (Tashjan, 2019, p. 2).

Entre sus múltiples apariciones en público se destaca una combinación muy especial debido a su situación de uso: la gala del Met de 2019. En este evento, cuyo tema central era el camp, Styles fue elegido como co-host, por lo tanto había grandes expectativas con respecto a que indumento vestiría esa noche.

Vestido por Gucci y acompañado por Alessandro Michele, el director creativo actual de la marca, Styles, lucía una blusa con transparencia y encaje color negra, con detalle de un jabot exagerado en el cuello y puntillas en las mangas, que también tenían frunces en el hombro para darles un volumen marcado. Su pantalón era de tiro extremadamente alto, con pinzas en la cadera para darle forma, de corte recto. El conjunto se completaba con unos zapatos negros de charol con taco y un único aro perlé gota.

La prensa fue rápida en destacar este look, con un título que hacía referencia a la cualidad gender-bending de estas prendas. Christian Allaire en Vogue tituló su artículo “Harry Styles Freed the Nipple on the Met Gala Red Carpet” Styles utilizó una blusa translucida en una alusión directa al movimiento que busca desestigmatizar la presencia de pezones femeninos en las redes sociales y medios de comunicación. Allaire escribe:

El aspecto temático de Styles esta noche no fue del todo inesperado. Algunas de sus anteriores pasadas en la alfombra roja han estado marcadas por el factor kitsch; tiene una inclinación real por los trajes de flores maravillosos, e incluso ha hecho una imitación perfecta de un Elton John vestido con brillos. Siendo una estrella de la campaña de Gucci, también ha usado repetidamente los extravagantes diseños de ropa masculina de Michele, apoyándose fuertemente en sus blusas con lazo y zapatos de tacón. Esta noche, sin embargo, se consolidó el reinado de Styles como el rey del camp después de todo (Allaire, 2019, p. 1).

Así pues, estas características estilísticas se pueden asociar fácilmente con la moda masculina de las décadas del 60 y 70, especialmente con la corriente denominada “Revolución del pavo real”. Este fenómeno que venía gestándose desde mitad de siglo XX, era una clara respuesta al crecimiento de la cultura juvenil, que no le interesaba seguir los mismos pasos y reglas que sus padres. Así, la generación de baby boomers entró en la adolescencia y adultez joven en un contexto de expresión artística, y también sexual.

Las tensiones sociales de este período se hicieron presente en la liberación de estructuras, rompiendo los límites de la tradición y un gran ejemplo de esto es la indumentaria. Harriet Worsley lo resume de la siguiente manera en su libro Décadas de Moda:

Libera tu mente y después tu ropa. El Summer of Love, Jimi Hendrix, las protestas contra la guerra de Vietnam, la quema de sujetadores y el LSD. La ropa de mujer era llamativa y la de hombre no se quedaba muy atrás. Zandra Rhodes y Ossie Clark vestían a las mujeres con metros de gasa estampada para que parecieran mariposas psicodélicas. Las estrellas del pop marcaban las tendencias. David Bowie actuaba con trajes de rock de estilo totalmente glam y los chicos ya podían presumir de atuendo (Worsley, 2004, p. 490).

El nombre mismo de pavo real se relaciona con la idea de una masculinidad que es ostentosa, extravagante y ornamentada. Que a su vez hacía referencia a los grandes monarcas y nobles de los siglos XVII y XVIII que utilizaban lujosas telas y accesorios para demostrar su poderío.

Este corrimiento de los límites entre lo femenino y masculino permitió que en las prendas de hombre aparecieran zapatos con taco utilizados por las estrellas de rock, volados y frunces que generaban mucho volumen y texturas y estampas llamativas como animal print, vinilo, telas con lúrex y transparencias. Estas últimas favorecidas por los avances tecnológicos que habían perfeccionado las fibras sintéticas.

En este artículo del Victoria and Albert Museum queda claro también que estas nuevas personificaciones también tienen una cierta relación con el dandy:

A mediados de la década de 1960, los jóvenes londinenses preocupados por la moda desafiaban las estrictas reglas de etiqueta masculina que habían persistido desde la época victoriana. Circulando en los mundos superpuestos de la moda, la música, los medios de comunicación (recientemente influyentes) y la alta sociedad, un grupo social forjó una nueva identidad audaz: el ‘dandy moderno’, sin vergüenza de usar volantes, terciopelo y otros elementos que antes se consideraban demasiado femeninos para un hombre. Un grupo de emprendedores capitalizó este cambio en el gusto, estableciendo tiendas que unieron las técnicas tradicionales de sastrería con el estilo de diseño de los graduados de las nuevas carreras de moda masculina recientemente establecidas (“The peacock revolution”, s/f).

Marlene Komar también señala la importancia de la cuestión de género de este movimiento y su relación con las marcas contemporáneas.

La revolución del pavo real de los años 60 y 70 presionó contra los roles de género y la presentación de género de la misma manera que lo están haciendo ahora casas de moda como Gucci y Prada. Al armar a los hombres con gasa y seda, siluetas afeminadas y estampados extravagantes, las facetas del mundo de la vestimenta llevan mucho tiempo ayudando a ampliar las definiciones de “masculinidad” y “feminidad”.

(...) Antes de los años 60, los vestidos y los volantes de gasa eran detalles que solo se podían encontrar dentro de los grandes almacenes para mujeres. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, los límites se modificaron y se podían encontrar los mismos diseños de moda en los armarios de todos los géneros (Komar, 2016, p. 1).

Si se observan otros ejemplos del vestuario de Harry Styles se ven detalles similares: juego de texturas y colores que recuerdan a este modelo estético. Pantalones tipo oxford, camisas fluidas y joyería delicada, son algunos de los puntos en común entre estos dos momentos históricos, pero cuanto más se busquen imágenes actuales y también del pasado más semejanzas se encuentran.

Por ejemplo, Vogue ha destacado en dos oportunidades este gusto por la ornamentación, territorio que suele ser adjudicado a lo femenino.

El toque final lo da un pendiente de perlas, llámenlo “el chico del pendiente de perlas”, y un puñado de anillos de plata que demostraron que Styles no temía acercarse a la estética maximalista con total estilo (Allaire, 2019, p. 1). Últimamente, Harry no se quita nunca de la mano izquierda sus dos anillos de “H” y “S” de Gucci, señal de que le encantan las joyas personalizadas. En Golden, el cantante alterna una serie de collares de Eliou que deletrean el título de su single con un hilo de perlas. Desde que se filmó el videoclip, hemos visto a la estrella más de una vez con las cuentas de Eliou al cuello y la firma ha rebautizado la pieza en su honor con el nombre de “Harry” (Pike, 2020, p. 1).

En el mes de noviembre, se popularizó en redes la histórica tapa de Vogue en la que Styles participó, coronándose como el primer varón en ser retratado para la revista. Vestido enteramente de Gucci con un blazer negro y un vestido con encaje, puntillas y volados que llegan hasta el piso, Styles fue entrevistado por Hamish Bowles, fotografiado por Tyler Mitchell y vestido por la estilista Camilla Nikerson. Quien, además de utilizar una abundancia de prendas Gucci, también se valió de marcas como Comme des Garçons Homme, Marni, JW Anderson y Martin Margiela para crear conjuntos que combinan tejidos a cuadros, texturas más románticas y accesorios macizos y un poco toscos como anillos y cintos dorados. En la nota online, la última foto encapsula perfectamente el estilo excéntrico e historiográfico de la indumentaria de Styles: crinolina decimonónica, falda de tul y satén rosa, hombreras propias de los años ‘80 y pantalones tipo zoot salidos directamente de los años ‘30.

En la entrevista, Styles habla largamente sobre sus influencias y su camino en la moda:

Styles atribuye su transformación de estilo, desde el rompecorazones de la banda de chicos de Jack Wills hasta el fashionisto sin igual, a su encuentro con el joven y divertido estilista Harry Lambert hace siete años. Se llevaron bien de inmediato y han conspirado desde entonces, disfrutando de una relación juguetonamente cursi y llamándose Sue y Susan mientras analizan las sutilezas del sujetador Gucci de encaje escarlata que Michele ha hecho para la sesión de fotos de Vogue (...)

“Él simplemente se divierte con la ropa, y yo también adopté esa idea”, dice Styles of Lambert. “No se lo toma demasiado en serio, lo que significa que yo no lo tomo demasiado en serio”. El proceso ha sido evolutivo. (...) (Bowles, 2020, p. 1).

También es consciente de aquellos músicos que abrieron el camino para los de su generación:

Las personas a las que admiraba en la música, Prince, David Bowie, Elvis, Freddie Mercury y Elton John, son unos grandes artistas. Cuando era niño, era completamente alucinante. Ahora me pongo algo que se siente realmente extravagante y no me siento loco usándolo. (...) La ropa está ahí para divertirse, experimentar y jugar. Lo realmente emocionante es que todas estas líneas se están desmoronando. Cuando eliminas “Hay ropa para hombres y hay ropa para mujeres”, una vez que destruyes cualquier barrera, obviamente abres el espacio en la que puedes jugar (Bowles, 2020, p. 1).

Este fenómeno que rebosó las redes sociales, destacándose nuevamente la cualidad de vanguardia de esta práctica vestimentaria, tiene sentido en un rubro que cada vez más se replantea los límites entre la indumentaria masculina y femenina. Influenciado más que nada, por aquellos sectores activistas de la diversidad de género. Laura Zambrini reflexiona sobre este tema en estas líneas:

Precisamente en los últimos años, desde el Diseño de Indumentaria y la Moda, se han impulsado tendencias orientadas a trascender en el vestir las clasificaciones binarias de los géneros (...) A escala global, por ejemplo tiendas masivas tales como Selfridges, Zara o H&M se sumaron al llamado movimiento A-gender o Genderless, cuyo objetivo principal está enfocado en erigir un sistema de la Moda sin género, cimentado en la idea de neutralidad (...). En otras palabras, todo pareciera indicar que la desintegración de los límites binarios de lo femenino y lo masculino han comenzado a expresarse en las prácticas del vestir (Zambrini, 2019a, p. 194).

Sin embargo, no todo fueron elogios para esta portada de Vogue. En Should Harry Styles Wearing a Dress be Celebrated? Isabelle Truman se pregunta “La última sesión de fotos del cantante británico se presenta como un momento rupturista para la fluidez en el género, pero ¿debería un hombre cis blanco tener tanta influencia en este espacio? ” y trae a la mesa las voces de activistas como Alok Vaid-Menon, que explica en sus propias palabras el doble estándar que se presenta cuando otras identidades rompen las reglas del género en la moda:

Mucha gente me ha estado preguntando qué pienso al respecto (...) ¿Estoy feliz de ver a Harry ser celebrado por desobedecer abiertamente las normas de moda de género? Si. ¿Las personas trans femme racializadas reciben elogios por hacer lo mismo todos los días? No. ¿Creo que esto es una señal de progreso en la evolución de la sociedad alejándose del género binario? Si. ¿Creo que los hombres blancos deberían ser considerados el rostro de la moda neutral? No (Truman, 2020, p. 1)

Conclusiones

Hoy en día, las redes sociales se han potenciado a un punto superlativo, de manera que se pueden reproducir imágenes de manera viral a todas partes del mundo. Con unos clicks los looks de las alfombras rojas de premiaciones o eventos de alta gama llegan a miles de interesados, haciendo más fácil para el periodismo de moda destacar y difundir las nuevas tendencias que se impondrán cada temporada.

La indumentaria masculina también forma parte de esta lógica, aunque suelen tener menos cobertura que la femenina, y por lo tanto, es interesante revisar aquellos casos que la prensa especializada elige destacar.

A pesar de que los ejemplos analizados no son exactamente originales a nivel estético, sí se puede resaltar que estas formas de vestir se revisten de un nuevo sentido, ya que se encuentran en este contexto particular donde se privilegian las representaciones masculinas no tradicionales.

Además, estos casos hacen surgir nuevos interrogantes sobre cómo será la indumentaria en el futuro. Por un lado, los límites entre las prendas femeninas y masculinas se vuelven difusos, mientras que por otro se desarrolla cada vez más la categoría agender, que acompaña la disputa sobre el significado mismo del género en el contexto de la moda.

La discusión de estas clasificaciones no están agotadas y mirar hacia el pasado es una manera de redescubrir y resignificar ciertas piezas claves de la indumentaria.

Bibliografía

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Recibido: 01 de Noviembre de 2020; Aprobado: 01 de Diciembre de 2020; : 01 de Marzo de 2021

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