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Cuaderno urbano

versão On-line ISSN 1853-3655

Cuad. urbano vol.16 no.16 Resistencia jun. 2014

 

ARTÍCULOS

Asociaciones vecinales patrimonialistas en la Ciudad de Buenos Aires: apuntes para una genealogía

 

Mercedes González Bracco

Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Licenciada en Sociología (UBA). Especialista en Gestión Cultural (IDAES/UNSAM). Becaria posdoctoral CONICET. Pertenece al equipo de Antropología de las Ciudades del Instituto de Ciencias Antropológicas (FFyL-UBA). mercedesbracco@yahoo.com.ar.

Recibido: 04-07-13. Aprobado: 25-03-14

 


Resumen

En los últimos años, la ciudad de Buenos Aires está asistiendo a una inusitada ebullición vecinal que aboga en defensa de sus barrios. Enfirentándose tanto a la renovación edilicia como a los cambios de uso que acarrean la destrucción o deformación de inmuebles antiguos o de ciertos espacios tradicionales de sociabilidad, un creciente número de asociaciones vecinales han transformado al patrimonio urbano en un tema de notable agitación en la agenda política local. Con el presupuesto de que estas formas de protesta tienen relación con otras anteriores, el presente artículo se propone realizar un recorrido genealógico de las asociaciones vecinales -figura central en la construcción material y simbólica de la ciudad de Buenos Aires-, a fin de observar cómo fueron sedimentando diversos modos de disputar la ciudad que podemos encontrar hasta la actualidad. Realizamos este rastreo a partir de fuentes secundarias, y lo complementamos con entrevistas y asistencia en reuniones de las varias organizaciones actuales, lo que nos permite poner en línea sus discursos, acciones y participación en los modos de "hacer ciudad".

Palabras clave Asociaciones vecinales; Buenos Aires; Vecinos; Barrios.                                                                   

Abstract

In recent years the city of Buenos Aires is experiencing unexpected local concern in the defense of their neighborhoods. Facing both building renovation and land use changes that trigger effects that destroy or deform oíd buildings or certain traditional social spa-ces, a growing number of neighborhood associations have made urban heritage a subject of intense public interest in local political agendas. On the assumption that these forms of protest are related to previous cases, this article aims to look at the history of these neighborhood associations - central stakeholders in the material and symbolic building of the city of Buenos Aires - in order to understand how different approaches to the use of language and practical actions in the battle over preserving the city have evolved.. This overview was based on secondary sources, complemented with some interviews and meetings with several current neighborhood organizations, allowing us to put online the different discursive and action strategies in order to facilitate participation in the different modes of "building the city".

Keywords Neighborhood associations; Buenos Aires; Neighbors; Neighborhoods.


 

INTRODUCCIÓN

Buenos Aires ha avanzado borrando sus pasos. (…) Ha demolido la arquitectura, pero ha derribado también la historia. (…) Dentro de los pretextos, mueve la mano de los ediles y gobernantes un sentimiento extranjero de vergüenza filial, un ansia de matar al padre. (…) Los demoledores borran su propio pasado, arrasando con el Pasado, y se construyen un monumento en lugar del que derriban. La fuga es, en fin, un emblema.

EzEquiEl MartínEz Estrada, 1940

A lo largo del siglo pasado, tal como ejemplifica la cita del acápite, muchos pensadores retrataron a Buenos Aires como una ciudad que se desvanecía y renacía a partir de la destrucción y renovación de su arquitectura. Estas miradas, que se repitieron desde diversos ámbitos, nos invitan a pensar acerca de las transformaciones urbanas y los sentimientos que acarrean. La demolición de un viejo edificio, los cambios de uso de una cuadra o de un barrio pueden ser entendidos de múltiples maneras: como un pasado obsoleto que deja lugar a un bienvenido progreso, como un sentir nostálgico por una ciudad de otro tiempo que se esfuma irremediablemente o como una afirenta intolerable a la identidad propia, que debe ser resistida.

A caballo de estas sensaciones, en los últimos años encontramos una ebullición de voces que entretejieron discursos y prácticas que se oponen tanto a la renovación edilicia como a los cambios de uso vinculados con el turismo o con nuevos desarrollos comerciales que acarrean la destrucción o deformación de inmuebles antiguos o de ciertos espacios tradicionales de sociabilidad, transformando al patrimonio urbano en un tema de inusitada agitación en la agenda política local.

La irrupción de esta temática, inédita en una ciudad para la cual el desarrollo inmobiliario se encontraba ligado tradicionalmente a una idea de evolución y progreso, originó los interrogantes que guían este trabajo: si demoliciones hubo siempre, ¿cuáles fueron los orígenes del actual malestar?, ¿en qué medida es original o réplica de otros anteriores?

A partir de estas preguntas, enfocamos la mirada en el surgimiento de las asociaciones vecinales patrimonialistas, organizaciones barriales que comenzaron a cobrar una fuerza política inédita a partir de 2006. Buscando indagar los orígenes de sus reclamos, participamos en sus reuniones y entrevistamos a sus referentes, caminando con ellos por los barrios y observando los "problemas" denunciados. De ese acercamiento surgieron con fuerza los múltiples sentidos otorgados a la "identidad barrial" como lazo simbólico y material entre los vecinos y sus barrios y, asimismo, las diversas caras que adopta la "defensa" de esta identidad, que se percibe avasallada por los cambios en el entorno.

LAS ASOCIACIONES VECINALES PATRIMONIALISTAS COMO GUARDIANAS BARRIALES

Desde 2006, diversas asociaciones vecinales1 fueron surgiendo en defensa de la preservación urbana asociada a la identidad, la memoria y el patrimonio edificado, como algo vinculado con los usos y prácticas barriales, perteneciente a los vecinos y amenazado por la voracidad de los inversores y la ignorancia o complicidad estatal.

En este sentido, con respecto a la escala, la mayoría de estas asociaciones encuentran en el barrio un referente espacial y simbólico con el cual se identifican, y al cual hay que defender de inversores inescrupulosos y reglamentaciones distorsivas. Por otra parte, la localización de las asociaciones permite trazar un recorrido por las distintas caras de la renovación urbana en la ciudad. Así, mientras las asociaciones de Caballito, Barracas, Palermo y Villa Pueyrredón se oponen a destrucción del entorno arquitectónico barrial para la construcción indiscriminada de torres, la de San Telmo se disputa entre los beneficios y perjuicios del desarrollo vinculado con el turismo, mientras Floresta, "el nuevo Once",2 se enfirenta a la proliferación de talleres textiles y un polo comercial indeseado.

En cuanto a su composición social, son principalmente algunos sectores provenientes de la clase media los que convierten al patrimonio en una estrategia defensiva de mediación entre la ciudad deseada/añorada y la ciudad real o posible. Como el dios Jano, estos vecinos aparecen con un rostro bifironte, que se muestra distinto de acuerdo con quien se oponga. "Hacia arriba" -es decir, enfirentado tanto a los servicios vinculados con el turismo, que reemplazan a los negocios tradicionales y encarecen el costo de vida, como a desarrollos inmobiliarios que, imponiendo nomenclaturas y rompiendo la trama de casas bajas, perjudican el tipo de sociabilidad vinculado con ella-, el discurso sobre el patrimonio opera como elemento progresista de ordenamiento urbano: "También lo que noto que todo es Palermo, Chacarita es Palermo, Villa Crespo es Palermo, Palermo es todo, es como los cien barrios porteños en uno (…). Yo he visto que las casas antiguas se han tirado abajo para construir locales espamentosos que duran, te vuelvo a repetir, seis meses. Y vos ves, es una pena que rompan una casa tan linda por un local que va a durar nada". (Vendedora de la feria de la Plaza Palermo Viejo, entrevista, 07/03/10).

"Acá el turismo es bien recibido, es alentado y nadie lo rechaza, pero produce que, cuando vamos a la mañana al supermercado a comprar o al mercado de San Telmo, no podemos comprar porque las cosas se venden a precios de turista. (…) Lo que nosotros queremos, con los vecinos, no es que no haya preservación, que no haya adelanto… pero queremos seguir teniendo el barrio que teníamos. Queremos que se subsidie, sí, pero que se subsidie al comerciante que pueda seguir teniendo su negocio; a la casa de almacén, que pueda seguir estando; en este momento, acá, no hay una simple y sencilla verdulería; no está más". (Vecina de San Telmo, reunión vecinal convocada por periódico barrial, registro de campo, 06/04/10).

"Esta carta podría titularse 'Villa Crespo, devastado por los outlets'. En la zona comprendida entre las avenidas Corrientes, Scalabrini Ortiz, Córdoba y Juan B. Justo, lo que era un tranquilo y pintoresco conglomerado de casas de clase media y sectores trabajadores, descendientes de antiguos grupos migratorios (italianos, judíos, españoles), con casas bajas de características italianizantes y algunas más importantes, ha sido convertido en galpones de persianas grises y carteles de venta en la casi totalidad de sus edificios. La furia consumista no reparó siquiera en respetar la morfología constructiva e histórica y poner en valor esas antiguas construcciones, haciéndolas funcionales a los transitorios y cortoplacistas emprendimientos comerciales. Ante la insensible mirada de autoridades y empresas se nos ha ido un barrio de escritores, teatreros, artesanos, tangueros, cafés y poetas". (La Nación, Carta de lectores, 10/01/12).

"Hacia abajo", en cambio, este discurso se muestra conservador y restrictivo firente a los cambios de composición social, de usos o refuncionalización de espacios que son sentidos como intrusiones que desvalorizan la propiedad y degradan el espacio vecinal, enajenándolo, poblándolo de "no-vecinos". En los últimos años, el proyecto de instalación de un hospital psiquiátrico en el Parque Avellaneda, la aparición de hoteles de pasajeros en Liniers o el polo comercial textil operado por inmigrantes coreanos y bolivianos en Floresta fueron presentados en estos términos:

"Periodista: Los vecinos no quieren quedarse sin este espacio verde que es parte de la historia del barrio…

Vecino: Exactamente, de eso se trata. Estamos hablando de 58 años de historia. Estamos hablando de 58 años en los cuales un barrio de condición media, media-baja, con mucho esfuerzo, con mucho sacrificio, se ha ocupado de mantener el parque en condiciones, que no sea un terreno baldío… Se ha ocupado de iluminarlo. Edesur lo pagamos nosotros, no lo paga el GCBA". (Nota televisiva sobre la protesta de vecinos de Parque Avellaneda subida a Youtube, 18/05/09, disponible en http://bit.ly/10JoBgf [último acceso 24/04/13]).

"… si no sale esta ley, lo que nos espera los próximos años es el tugurio, cada vecino que se va no se ocupa residencialmente esa casa, esa casa se convierte en taller, o se alquilan habitaciones de tres por tres a toda una familia". (Vecino de Floresta, reunión con vecinos en la Legislatura, registro de campo, 15/05/10).

"El barrio de Liniers conservaba hasta hace un tiempo aquella vieja impronta que definía a gran parte de los barrios porteños, y entre sus anchas veredas, sus plátanos y sus jacarandaes, y sus pasajes tan característicos, los vecinos se conocían entre sí y solían intercambiar charlas y saludos en cada esquina (…) Hoy, sin embargo, el paisaje ha cambiado (…) [Las] viejas casas en venta -la mayoría de 4 o más ambientes- suelen ser compradas por inversores comunes (en valores cercanos a los 300 mil dólares) que, lejos de utilizarlas como vivienda familiar, las usufiructúan como hoteles clandestinos de pasajeros. (…) No obstante, aunque carezcan de esas condiciones mínimas en materia de comodidad, higiene y seguridad, estos improvisados hoteles truchos -administrados en su mayoría por inversionistas de la comunidad boliviana o peruana- suelen estar colmados de pasajeros (…) 'Antes vivíamos tranquilos porque sabíamos quién era el vecino que teníamos pegado a la pared, pero hoy no sabemos quién está del otro lado, medianera de por medio. Todos los días vemos entrar y salir gente nueva, a la que jamás se le escapa un saludo', sintetiza una vieja vecina del barrio, que prefirió no revelar su identidad. (…) 'Viven más de treinta personas hacinadas y con dos baños, así que todas las semanas suelo encontrar orina y materia fecal en mi vereda o en las inmediaciones de la entrada a mi casa', se lamentó una tercera mujer que se quejó ante este medio". (Cosas de Barrio, "Postales de un barrio en alquiler", 24/07/11).

Como denominador común, el ordenamiento urbano demandado en los ejemplos mencionados busca ser legitimado a partir de considerar al vecino como "habitante natural" de los barrios, como parte de su ecología. Al mismo tiempo, este reclamo también incluye a otros que no están vinculados con el patrimonio (como el colapso de la infraestructura o la pérdida de asoleamiento), pero que son dignificados por este en su asociación con la "calidad de vida". De esta manera, el patrimonio se constituye como estrategia legítima para mantener y proteger el orden de la ciudad, y las organizaciones vecinales buscan convertirse en activadoras y guardianas del patrimonio barrial por su cercanía territorial y emotiva, que resaltan como valor firente a los "intereses espurios" de la política: "Nunca hubo un intendente o un jefe de gobierno después en la Ciudad de Buenos Aires que sintiera, que entendiera, que le interesara algo sobre lo que es el manejo de una gran urbe; nada (…). Y Buenos Aires es una ciudad además de una gran corrupción en sus esferas de gobierno que también viene de antes; es vox pópuli, todo el mundo sabe que poniendo tantos miles de dólares por metro cuadrado, autorizan lo que venga; que hay oficinas y organismos en la Ciudad de Buenos Aires encargados de autorizar con un código de planeamiento que es caótico, que se contradice a propósito porque entonces se puede interpretar cualquier cosa. Entonces, si yo consigo que el funcionario, dándole dinero me interprete lo que yo quiero, yo construyo lo que se me antoja, en cualquier lugar, como sea". (Integrante de Vecinos de Plaza Italia, entrevista, 12/10/12).

Frente a estos "enemigos" (personificados mayormente en el Estado y los desarrolladores privados), las asociaciones vecinales patrimonialistas buscan, además de concientizar y sensibilizar a la sociedad, establecer nuevas reglas de juego, operando a nivel legislativo y judicial. A través de militantes expertos (especialmente de arquitectos y abogados), se intenta difundir, explicar y socializar información de diversos modos de acción (gestión de proyectos de ley, presentación de amparos judiciales, interpretación del Código de Planeamiento Urbano), tanto a nivel interno como entre diversas organizaciones: "Todo el mundo sabe en qué barrio vive. Y todos sabemos a qué comisaría pertenece nuestra casa. Y a qué parroquia, CGP, y muchos hasta conocen su circunscripción electoral. Buenos Aires se firagmenta de muchas maneras y esas particiones infuyen en sus habitantes a diario, en un rango tan amplio que va desde lo emocional y la pertenencia hasta efectuar un trámite o ir a votar. Sin embargo hay una división que pocos vecinos conocen en profundidad y que es clave en la evolución y desarrollo de la ciudad: los distritos de zonificación. Esos distritos son especificados en el Código de Planeamiento Urbano y determinan entre otras cosas qué se puede construir sobre cada calle, qué alturas máximas, superficies edificables, usos y actividades comerciales, etc. En síntesis: regulan el uso de la tierra en Buenos Aires. Lo que parece un tapiz de colores se llama 'plancheta' y nos muestra cómo en un mismo barrio encontramos múltiples zonas establecidas como centrales (C), residenciales de distinta densidad (R), equipamiento (E), industriales (I) etc. Conociendo esta zonificación es posible comprender y prever el crecimiento de la ciudad y cada una de sus partes. (…) Ya vemos, entonces: C3, R2, E1 no son disparos de una batalla naval pero según como se utilicen pueden ser causa de importantes 'averías' en el barrio. ¿Nos seguirán 'hundiendo' casas? De nosotros depende". ("C2… Hundido?" [sic], publicado en el Blog de Proteger Barracas, 27/05/08).

Ahora bien, vinculadas con la coyuntura descrita, sus miembros suelen explicar la emergencia de estas organizaciones desde su excepcionalidad, entendiendo que su incorporación a la discusión por la gestión urbana se da a partir de una coyuntura actual de destrucción de la ciudad: "Somos una sociedad bastante sumisa, bastante resignada; cualquiera hace lo que hace porque detrás de todo esto hay decisiones políticas. O sea, hay decisiones económicas del mercado, pero detrás hay decisiones políticas en algún momento. Entonces, cuando se toman esas decisiones políticas y el vecino no accede a ellas, es decir, se las toma sin su consentimiento, se empieza a transformar la realidad de los barrios (…), se llega a un límite. Cuando ya se supera el límite de tolerancia de la gente, recién ahí se reacciona". (Integrante de Palermo Despierta, entrevista, 15/06/09).

Sin embargo, basta con rastrear un poco la historia urbana de Buenos Aires para encontrar que los vecinos de la ciudad han constituido muy tempranamente diversos modos asociativos vinculados con la gestión material y simbólica de sus barrios. Es por ello que interesa aquí interpretar las experiencias con respecto al ordenamiento urbano a partir de una genealogía de la figura del vecino, sus formas asociativas y su vinculación con el barrio como escala privilegiada. Cabe aclarar que por vecinos no entendemos simplemente aquellos que habitan los barrios, sino que su figura conjuga ciertos elementos vinculados con la puesta en juego de un capital cultural específico que puede rastrearse desde los comienzos de la conformación de la Capital Federal (de Privitellio, 2003; Gorelik, 2004; Sabugo y Barela, 2004; Tufiró, 2008). Este pequeño recorrido histórico tiene por intención dar cuenta de las bases materiales y simbólicas de un ethos vecinal que, concomitantemente con la transformación de la ciudad, fue forjándose en diversas etapas que permiten comprender la incursión de las asociaciones vecinales patrimonialistas en la disputa por los modos de "hacer ciudad".

EL PROGRESO, LA MEMORIA Y LA REIVINDICACIÓN DEL BARRIO EN LA CONS-TRUCCIÓN DE UN ETHOS VECINAL: DE LAS SOCIEDADES DE FOMENTO A LAS ASAMBLEAS BARRIALES

Contemporáneamente a su transformación en Capital Federal, la mutación de Buenos Aires de aldea en metrópoli tuvo un fuerte impacto en sus habitantes. En su clásico trabajo, Scobie (1974) realiza un contrapunto entre la ciudad de 1870 y la de 1910 para comparar los cambios económicos, sociales y culturales sufiridos por la comunidad porteña de entonces. Si bien estos cambios no fueron experimentados de la misma forma por los diversos estratos sociales, las transformaciones urbanas los atravesaron a todos.

Para los sectores populares, la extensión de las redes viales y la estabilización económica de las primeras camadas de inmigrantes crearon un mercado propicio que impulsó el crecimiento hacia los nacientes suburbios. La mudanza de los barrios tradicionales (que poco a poco se iban desdibujando para transformarse en el "centro") a estos nuevos parajes significó el crecimiento de incipientes vecindarios, cuyos habitantes buscaron nuclearse para canalizar las necesidades comunes, pugnando por el progreso material y simbólico de estos espacios. Así, junto con el nacimiento de los barrios fueron surgiendo las Sociedades de Fomento (distEfano ET AL., 2002; de Privitellio y romero, 2005).

Este proceso, a su vez, configuró un tipo ideal de vecino, emprendedor y comprometido, portador de un ethos que ensalzaba la solidaridad vecinal y la gestión pública de retórica apolítica y legitimada en la búsqueda del bien común mediante el permanente mejoramiento material y cultural del barrio. Ahora bien, la construcción de este tipo ideal se vio posibilitada por una operación discursiva central: la separación entre lo municipal y la política. Esta operación permitió configurar al espacio barrial como ecuménico y al vecino como su referente legítimo y políticamente desinteresado (tufiró, 2008).

A esta configuración también contribuyó la tensión nacional/local implícita en dicha operación discursiva. En su alejamiento -retórico- de la política, una gestión municipal virtuosa debía basarse tanto en la solidaridad vecinal como en la eficacia de sus gobernantes domésticos. En este sentido, cabe destacar el rol "mediador" de las Sociedades de Fomento. Nacidas para organizar las urgencias del los nacientes barrios y sus habitantes provenientes de entornos sociocultural y económicamente diversos, tuvieron en sus inicios un efecto pedagógico y altamente democratizador: "Quienes participaban de esa vida -el núcleo más activo del fomentismo- pudieron conformar una visión propia de los problemas sociales y políticos, que en otro contexto podrían volcar en su práctica política. A la vez, estas asociaciones barriales tenían formas de gestión participativas: los vecinos se entrenaban en las artes de hablar en público, escuchar y discutir, formular propuestas, argumentar sobre ellas, negociar con otras propuestas, es decir, todas las habilidades necesarias para la práctica de la nueva política, para la cual estos 'ciudadanos educados' estuvieron particularmente capacitados". (de Privitellio y romero, 2005: s/n).

Como contracara del rol formativo que tuvo para muchos habitantes de la ciudad, la acción "civilizadora" de las Sociedades de Fomento resultó altamente funcional al interés homogeneizador y disciplinador del Estado, sobre todo en un período de alta inestabilidad política como los años del Centenario. Dicho interés implicó que, dada la configuración eminentemente obrera de los nuevos suburbios, este aprendizaje cívico estuviera ligado a un proceso de ascenso social material que debía organizarse de manera individual. En tal sentido, "el asociacionismo barrial, tanto como el de las colectividades, en general sirvió como 'vidriera' para mostrar las jerarquías sociales y como canal de difusión de la idea del ascenso social como aventura personal" (adaMovsky, 2009: 79).

Mientras tanto, a medida que avanzaba el siglo XX, los cambios reclamados por las Sociedades de Fomento se fueron materializando, conllevando el deseado progreso material a los barrios. Sin embargo, como detalla GorElik (2004: 357), estas transformaciones constituyeron a la vez, paradójicamente, la señal de alarma que marcó su muerte inexorable -en términos del imaginario urbano a ellos asociado-, en un salto sin mediaciones "del silencio de la producción 'espontánea' del artefacto cultural barrio, a la nostalgia del color local que lo confina a un territorio íntimo de la infancia -infancia de la ciudad y de la sociedad-".

Por otra parte, durante la década peronista las asociaciones barriales fueron reemplazadas o reconfiguradas como asociaciones corporativas3 de tipo profesional, mutual y sindical, con un "predominio creciente del interés utilitario circunstancial o estructural -obtener ventajas para los miembros-, por sobre la afirmación de la identidad como base de las asociaciones y el avance de la politización" (di stéfano et ál., 2002: 13).

También la llegada a la ciudad de nuevos habitantes de menores recursos,4 junto con la expansión de los edificios de departamentos gracias al nuevo Código de Edificación de 1944 y a la nueva ley de Propiedad Horizontal de 1948, implicó una nueva experiencia del habitar que buscó diferenciar las relaciones de vecindad y la vinculación con el barrio: "Para la década de 1950, los departamentos eran el tipo de hogar más difundido en los barrios del norte de la ciudad, donde las tendencias del mercado indicaban una orientación cada vez mayor hacia el crecimiento en altura, la estandarización de soluciones espaciales y la reducción de superficies habitables. Las tendencias hacia la racionalización de costos y la maximización de la renta fueron acompañadas de la construcción de mecanismos de distinción social, que permitieron hacer de ese producto -el departamento moderno ubicado en los barrios caros de la ciudad- un hogar no sólo posible sino deseado, apto para denotar el posicionamiento de sus habitantes en la estructura social" (aboy, 2010: 2-3).

Al mismo tiempo, cabe mencionar que mientras que la construcción vertical de la ciudad fue presentada a las clases medias como un signo de progreso al que estaban llamadas a sumarse, la concepción de patrimonio urbano no existía en tanto tal. El patrimonio para ser conservado era solo aquel de carácter monumental y definido por el poder central en función de reforzar el relato pedagógico escolar (sarlo, 1998; bErtoni, 2007).

No obstante, en este período comenzaron algunas experiencias que buscaron reconstruir la memoria de los barrios. A la pionera Junta de Estudios Históricos del Barrio de Flores, fundada por sus vecinos en 1938, se sumaron a partir de 1968 -y hasta la actualidad- nuevas juntas para casi todos los barrios, incluida una Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires, que las agrupa. Según indica PriGnano (2008: 105), estas entidades idearon un campo de estudio -la "barriología"-, que no apareció en contraposición ni buscando disputar el relato centralista de la historia oficial, sino que -en el marco de la renovación historiográfica de los años 60- se dedicó a construir una historia de los barrios que incluyera su mitología, con una perspectiva desde los márgenes. En tal sentido, estas agrupaciones parecen dar un giro de 180º respecto de las antiguas Sociedades de Fomento.5 Estabilizados los mecanismos de acceso a los servicios urbanos, los vecinos dejaron de preocuparse por el futuro de sus barrios para adentrarse en su pasado -real y mítico-. Dicho trabajo, si bien profundizó en la recuperación de la memoria de los lugares y las personas,6 no se interesó -salvo excepciones- por la defensa del patrimonio barrial, y las discusiones por el planeamiento y ordenamiento urbano no constituyeron parte importante de la agenda de estas instituciones. El barrio material pareció entonces diluirse en el proceso de densificación edilicia, escindido de manera aproblemática del barrio de la memoria, mitificado y esencializado en la literatura y en la letra de los tangos.

Si bien la figura de la Junta de Estudios Históricos parece indicar una declinación en la participación vecinal vinculada con la gestión material de los barrios, hubo otras experiencias que permiten matizar dicha afirmación. En tal sentido, lóPEz (2006) indica que durante la última dictadura militar, una primera oleada privatizadora propició una serie de reclamos a través de diferentes organizaciones barriales, como camino alternativo firente a la anulación de los partidos políticos.

Estas experiencias tuvieron un marcado incremento a partir de la apertura democrática de 1983, sofsticándose en intereses y herramientas e incluyendo nuevas formas de relación con las instituciones y mecanismos de presión, lo cual modificó progresivamente los términos de intercambio entre el Estado y los ciudadanos.

Un cambio relevante para mencionar en este período es la participación creciente en una nueva figura asociativa: las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). En los años 80 aparecieron con fuerza las primeras ONG, centradas fundamentalmente en la denuncia de los crímenes de la dictadura reciente y la defensa de los derechos humanos. Durante la década siguiente, el escenario neoliberal propició la aparición de otro tipo de temáticas. Los programas de reforma del Estado y la fuerte crisis de representación política (filMus et ál., 1997) redundaron en el surgimiento de ONG interesadas en el control del mercado -en defensa del consumidor7- y gubernamental, sobre la base de las nociones de transparencia y accountability.8 Estas ONG, que se desarrollaron sobre la base de una expertise técnico-profesional, sentaron las bases de una relación con el poder público que volvía a alejarse de la política y se acercaba a la "gestión por resultados" propia del mundo del management con el que la Reforma del Estado nacional buscaba identificarse, y a lo que se sumó el proceso de autonomización de la ciudad, "teniendo en cuenta la necesidad de profundizar la democracia y de aumentar la eficacia de la gestión gubernamental".9

Una última renovación en el tejido asociativo apareció al calor de la crisis de 2001, que favoreció la masificación espontánea y mayormente fugaz de muchas asambleas vecinales que -organizadas de manera territorial más que por extracción socioeconómica - buscaron reformular algunas de las pautas político-institucionales que se creían caducas. La posterior recuperación económica -junto a otras causas, como las denuncias sobre la cooptación política de las asambleas o los disensos internos- dio por finalizada o menguó la participación de los vecinos en muchas de estas experiencias, revelando la firagilidad de su alianza con los sectores populares (PuEntEs Moyano, 2003; García, 2003).

A pesar de estos inconvenientes, para los sectores medios la experiencia asamblearia constituyó un espacio de restauración de identidades políticas, despertando en muchos vecinos un interés renovado de participación y deliberación real y un redescubrimiento de la territorialidad: "Las asambleas recuperan (…) al barrio como espacio de participación, revalorizan el espacio público y en particular restablecen la ciudadanía como una acción afirmativa y no pasiva firente a la crisis" (dE PiEro, 2005: 191-192).

A MODO DE CIERRE: CONTINUIDADES Y RUPTURAS EN LAS DISPUTAS POR LA CIUDAD A PARTIR DE LA EMERGENCIA DE LAS ASOCIACIONES VECINALES PATRIMONIALISTAS

El análisis desplegado en estas páginas permite observar que son las continuidades, más que las rupturas, las que parecen marcar con más fuerza los discursos y praxis de las asociaciones vecinales patrimonialistas.

En tal sentido, podemos indicar que el renovado interés de los vecinos por la gestión territorial local abreva en las distintas formas asociativas precedentes, pudiendo advertir vestigios superpuestos de las organizaciones descritas: de las Sociedades de Fomento rescatan el perfil apolítico y la preocupación por el bienestar material y cultural del barrio; de las Juntas Históricas, la importancia de preservar su memoria; de las ONG, la organización y jerarquización técnica, y de las asambleas barriales, la dignificación de la figura del vecino, la voluntad de cambio a partir de la participación directa en la toma de decisiones y la rebarrialización, es decir, la recuperación de la escala barrial como espacio de identidad.

A estas características, las asociaciones vecinales patrimonialistas incorporaron la utilización estratégica del patrimonio urbano como recurso (yúdicE, 2002). Con diversas estrategias vinculadas con percibirse y presentarse como protectoras del patrimonio barrial firente a los abusos del mercado y la connivencia o indiferencia del Estado, estas organizaciones buscaron vincular la defensa del patrimonio urbano como eje de un discurso progresista, bienpensante, con el tiempo, que convirtieron en una estrategia defensiva de control sobre sus barrios. La apelación heroica de las asociaciones vecinales firente a la problemática patrimonial se configuró como un llamado ecuménico a la sociedad toda mediante una interpelación pública, emotiva y ética, que llamó a tomar partido activo en defensa del lugar propio. La articulación de todos estos sentidos fue modelando los términos de la disputa activada por las asociaciones vecinales patrimonialistas. Sobre la base de ellos, estas organizaciones buscaron atribuir a los vecinos un papel de traductores legítimos: con asiento en su actitud ética y su relación emotiva con el barrio, son ellos quienes deben determinar el estatuto que debe tener el patrimonio urbano en la ciudad actual: "… la corporación política que no entiende que no sólo hay que escuchar a quienes saben sino que hay que escuchar a los vecinos de los barrios, porque saben mucho más que algunos técnicos, por lo que viven ahí". (Vecino de Mataderos, Encuentro Vecinal por la Preservación del Patrimonio de Buenos Aires en la Legislatura, registro de campo, 19/11/08).

"Nosotros sentimos que somos atacados; que somos atacados en el barrio, que somos atacados en cuestiones que tienen que ver con nuestra identidad, con nuestra historia; no solamente nuestra historia personal, sino nuestra historia como barrio; que nos están sacando cosas que nos pertenecen. La sensación que yo tengo es que se meten en el patio de mi casa y me lo cementan". (Integrante de Defendamos el Parque Chacabuco, en reunión convocada por la CPPHC, registro de campo, 13/04/11).

El éxito de esta imposición de sentido por parte de las asociaciones vecinales invita a pensar en las bases de su diferencial de poder, que las coloca en un lugar de peso a la hora de presentar sus reclamos. En tal sentido, la interpelación a los otros actores en pugna se da desde un lugar que articula diversas identidades reconocidas que se yuxtaponen "intersectadamente": vecinos, ciudadanos, consumidores, profesionales. Todas estas identidades se ponen en juego de manera estratégica y confuyen en la conformación de espacios políticos novedosos, de manera externa a las identidades político-partidarias, las cuales son rechazadas. Volviendo la mirada hacia la historia reciente, es posible atribuir la potencialidad de este desarrollo al descrédito de la política luego de la crisis institucional y económica de 2001, lo que transformó a los vecinos en renovados actores políticos de relevancia.

Por otra parte, sin embargo, esta búsqueda del reconocimiento de su propia concepción del patrimonio se da en un contexto donde los otros actores también pugnan por establecer sus propios sentidos. La conformación de redes y alianzas y la necesidad de difusión de la problemática en sus propios términos -ambas cuestiones ligadas a su propia supervivencia y legitimidad- obligan a las asociaciones a negociar su significado con otros actores, poniendo en escena su (retóricamente) negado lugar político, es decir, sacando a la luz la dimensión política de la construcción de significados (WriGht, 1998).

Finalmente, y como correlato más amplio, a partir de la difusión de discursos y acciones de estas organizaciones el patrimonio urbano comenzó poco a poco a ser considerado como un importante eje que tener en cuenta en el momento de pensar el desarrollo sostenible de la ciudad, junto a otras disputas más tradicionales, que incluyen la discusión acerca del valor y uso del suelo, el transporte, la infraestructura, los espacios verdes y las inundaciones. En este mismo proceso, las asociaciones se transformaron en un actor ineludible a la hora de negociar los proyectos urbanos.10

En suma, el recorrido aquí presentado nos permite dar cuenta de este cambio teniendo en cuenta la vinculación histórica de los vecinos con sus barrios. Así, las sucesivas y superpuestas configuraciones del barrio como progreso, como memoria y como reivindicación se ven atravesadas a su vez por los cambios en la figura del vecino y su modo de organización en defensa del barrio, llegando hasta la actualidad en un proceso que incorpora y usufiructúa -de manera más o menos consciente- aquellas experiencias, sedimentando su rol como guardián legítimo del barrio: "Una vez se defendieron estas calles; otra vez, se las reconquistaron. Otra vez las estamos defendiendo; las podemos volver a reconquistar. Pero, si no hay criterio, si no hay consenso con la gente, si no hay respeto por la opinión de la gente… y, se plegará casa por casa, farol por farol, adoquín por adoquín [aplausos], porque nosotros no estamos en contra de una persona específica; los vecinos autoconvocados en San Telmo Preserva no somos un grupo político, nos autoconvocamos; no tenemos ni comisión, ni autoridad; no tenemos nada. Nos movemos así como tantas otras tienen por ahí más organización o más representatividad. Yo les digo que este tipo de cosas nos da una segunda oportunidad en la historia en un mundo globalizado, donde todo da igual, todo les parece 'caca de pajarito' porque evidentemente, todo es igual. No queremos un San Telmo que sea fashion, no queremos un San Telmo que sea un San Telmo que se preste al corredor inmobiliario desde el norte al sur, tomando todas las fábricas, depósitos vacíos, casas viejas; enloqueciendo a la gente con 'Miren que les vamos a ofirecer un shopping'. La gente desgraciadamente se enloquece porque está mal; entonces, eso no los favorece. Perfecto. Simplemente una sola cosa: una vez dijo un clásico '¿Quién mató al comendador? Fuenteovejuna'. Yo les digo: '¿Quién va a defender a San Telmo? Los vecinos, señores' [aplausos]. (Integrante de San Telmo Preserva, Audiencia Pública, registro de campo, 31/10/08).

Notas

1- Cabe mencionar que, si bien en estos últimos años se dio una explosión de este tipo de asociación, ya existían algunos ejemplos previos aislados, como la Asociación Civil Amigos de la Estación Coghlan (de 1967) y la Sociedad de Fomento de Belgrano R. (de 1981). Por otra parte, el origen y desarrollo de las asociaciones actuales ha sido dispar. Mientras que algunas han solidificado su rol como nuevo actor de peso en las discusiones sobre el ordenamiento urbano, otras han tenido altibajos o han ido menguando su accionar por motivos diversos. Dentro del período estudiado (2007-2012), entre las más relevantes podemos mencionar las siguientes: Basta de Demoler!, Proteger Barracas, SOS Caballito, San Telmo Preserva, Salvar a Floresta, Salvemos al Barrio.

2- Así denominado por un integrante de Salvar a Floresta.

3- En este contexto, muchas Sociedades de Fomento se proclamaron abiertamente peronistas o fueron reconvertidas en unidades básicas (landau, 2008: 15).

4- Muchos de estos nuevos habitantes se asentaron en las incipientes villas de emergencia, generando nuevas formas de fomentismo similares a las de los barrios porteños entre las décadas del 10 y el 20 (de Privitellio y romero, 2005).

5- La figura de la Sociedad de Fomento -si bien en decadencia- subsiste hasta hoy, aunque mayormente constituida como espacio lúdico de encuentro e intercambio social, y eventualmente como referente para la asistencia pública local en situaciones de emergencia.

6- Prignano (2008) detalla una abultada bibliografía producida por todas las juntas mencionadas.

7- Con base en la Ley 22802 de Lealtad Comercial de 1983 y con el trasfondo de las recientes privatizaciones de servicios públicos, la Ley 24240 de Defensa del Consumidor fue sancionada en 1993. A partir de ese momento se produjo una explosión de organismos reguladores estatales y ONG vinculadas con esta temática.

8- A veces traducido como "rendición de cuentas", el término accountability hace referencia a "la capacidad para asegurar que los funcionarios públicos rindan cuentas por sus conductas, es decir, a la capacidad de obligarlos a justificar y a informar sobre sus decisiones y a que eventualmente puedan ser castigados por ellas" (Smulovitz, 2001: 2).

9- Discurso del ex presidente Raúl Alfonsín en la Convención Nacional Constituyente de 1996 (citado por Landau, 2008: 18). Este discurso de autonomía=democracia=eficiencia, que permeó el proceso de autonomización de la ciudad, fue consecuente con el achicamiento del Estado promovido desde el gobierno nacional.

10- Como ejemplo, podemos mencionar la masiva participación de diversas asociaciones vecinales en las audiencias públicas de diciembre de 2012 para la licitación de diversos megaproyectos urbanos, en las cuales los legisladores de los partidos mayoritarios fueron fuertemente cuestionados, denunciándose un pacto a favor de la especulación inmobiliaria. Al respecto puede verse: Noticias Urbanas, "Las #11Leyes aprobadas que espantaron a la otra oposición", 01/11/12; Clarín, "El PRO y los K votaron leyes pedidas por Macri y Cristina", 02/11/12; La Nación, "El pacto Pro-K sigue con la venta de tierras públicas y un barrio de lujo", 13/11/12; Clarín "Protestas y escándalo en un día inédito en la Legislatura", 12/12/12; La Nación, "Escándalo en la Audiencia Pública", 12/12/12.

 

BIBLIOGRAFÍA

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OTRAS FUENTES

Diarios nacionales Clarín La Nación Página/12

Periódicos barriales El Sol de San Telmo Cosas de Barrio

Páginas web

Basta de Demoler! - http://bastadedemoler.org/

San Telmo Preserva - http://santelmopreserva.blogspot.com/

Palermo Despierta - http://palermodespierta.blogspot.com.ar/

Salvar a Floresta - http://salvaraforesta.blogspot.com/ 

Proteger Barracas - http://protegerbarracas.blogspot.com/                                                                                               

Salvemos al barrio - http://salvemosalbarrio.blogspot.com.ar/

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