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Cuaderno urbano

versión On-line ISSN 1853-3655

Cuad. urbano vol.24 no.24 Resistencia jun. 2018

http://dx.doi.org/10.30972/crn.24242924 

ARTÍCULOS ARBITRADOS

Hábitat como campo de disputa: agenciamientos colectivos ante un sistema de dominación múltiple. Caso Grupo de Madres del Barrio Ituzaingó Anexo, Córdoba, Argentina (2002-2017)

 

Vanoli, F.

Instituto de Investigación de Vivienda y Hábitat (INVIHAB-FAUD UNC) y Centro de Estudio Urbanos y Regionales (CEUR-CONICET). E-mail: ferna.vanoli@gmail.com

http://dx.doi.org/10.30972/crn.24242924


Resumen

Este trabajo se propone revisar la noción amplia de hábitat a partir de los aportes del habitar, trabajados en torno a la perspectiva de producción de subjetividad de Deleuze y Guattari, en tanto este proceso es el que permite observar en la vida cotidiana de los sujetos la generación de prácticas disidentes o agenciamientos colectivos en contraposición a las determinaciones de un Sistema de Dominación Múltiple, entendido como modelo histórico y vigente. Esta perspectiva entiende a la ciudad como una máquina productora de subjetividad que atenta contra las singularidades de los sujetos, lugar donde anida la creación. Se trabaja a partir de la experiencia del Grupo de Madres de Barrio Ituzaingó Anexo, quienes reclaman los derechos a la vida, entendiendo su capacidad de agencia colectiva como un habitar disidente. Su accionar tensiona las formas hegemónicas de construcción del espacio, donde el ambiente se torna clave para aportar a una perspectiva de hábitat compleja e integral, y como campo de disputa.

Palabras clave: Hábitat; habitar disidente; agenciamientos colectivos; ciudad.

 

Abstract

Hábitat as a field of conflict: collective agencies in the face of a system of multiple dominations: the case of the mothers’ group of the Ituzaingo Neighborhood Annex, Córdoba, Argentina (2002-2017). This paper aims to review the broad notion of habitat with the contributions of inhabiting, understood from the perspective of Deleuze and Guattari, in the production of subjectivity. This process allows for the observation of how, in daily life, subjects generate dissident practices or collective assemblies in opposition to the determinations of the Multiple Domination System, understood as a historical and current model which understands the city as a machine that produces subjectivity, threatening the singularities of the subjects which produce creativity. This paper deals with the experience of the Group of Mothers from Ituzaingó Anexo’s neighborhood, who claim the rights to life, understanding their collective agency capacity as a dissident inhabitiation. Their actions call into question the hegemonic ways of constructing habitat, where the built environment becomes a contributory code to interpret a complex and integral perspective of this habitat as a field of social dispute.

Key words: Habitat; Dissident Dwelling; Collective Agency; City.

 

Recibido: 20 de octubre 2017

Aceptado: 02 de mayo 2018


 

INTRODUCCIÓN

El presente artículo se propone reflexionar sobre el hábitat como forma de estudiar las prácticas cotidianas de los sujetos, a partir de lo cual se pueden pensar formas no hegemónicas de habitar el mundo. Se toman como punto de partida algunas discusiones sobre la integralidad y complejidad del hábitat para aportar algunas reflexiones sobre la producción de subjetividad (Deleuze y Guattari, 1997) en el proceso de habitar. Es decir, en el desarrollo de este trabajo se pone de relieve al sujeto como protagonista de la acción de habitar. Desde la perspectiva teórica de estos autores, tomamos la producción de subjetividad como proceso inmanente al de habitar, para definir su interacción con el hábitat, y así también revisar las huellas que en este quedan. Así, nos acercamos a una perspectiva teórico-política, en tanto existen deseos (intereses) y relaciones de poder sobre el hábitat, en consecuencia un habitar dominante expresado a través de un Sistema de Dominación Múltiple (Valdés Gutiérrez, 2009). Este lo entendemos como un sistema global enajenante de explotación, exclusión y opresión de los sujetos subalternos, y lo consideramos como el modelo productor (y reproductor) hegemónico de estas lógicas, que administra las posibilidades y condiciones de habitar de las personas. Sin embargo, esta situación se tensiona ante prácticas sociales alternativas, las cuales representan las posibilidades de transformación de ese orden opresor, que en este trabajo son revisadas a partir de las expresiones de singularidad de agenciamientos colectivos, como perspectiva de un habitar disidente.

Este artículo es un avance de investigación que trabaja junto a la experiencia del Grupo de Madres del Barrio Ituzaingó Anexo, un grupo de mujeres organizadas en un barrio periférico, ubicado al sureste de la ciudad de Córdoba, Argentina, quienes en el año 2002 comenzaron a preocuparse por la salud de los vecinos del barrio al advertir una inusual cantidad de enfermedades. Ante esto, reclamaron al Estado un relevamiento de la situación para esclarecer lo que podía estar sucediendo, y así comenzó una larga lucha que sigue vigente. Si bien su camino comenzó con el desconocimiento de la situación que vivían, con el transcurso del tiempo llegaron a convertirse en una referencia de la lucha contra los efectos ambientales en la ciudad, particularmente contra la utilización masiva de agrotóxicos para la producción de soja transgénica. Esta investigación entiende su lucha como la exigencia de un hábitat digno, en el marco de la defensa de los derechos a la vida, a la salud y al medioambiente. La capacidad de agencia del grupo desafía aquellos determinismos acerca de la subordinación al poder dominante (Berger y Carrizo, 2016), su accionar en el barrio tensiona las formas hegemónicas de construcción del espacio, por tanto, las entendemos como disidentes y transformadoras. El Grupo de Madres apuesta, en términos de Harvey (2012: 37), a "reconfigurar la ciudad respondiendo a una imagen social diferente de la ofrecida por los poderes de los promotores respaldados por el capital financiero y empresarial y un aparato estatal con rentabilidad de negociante".

Como metodología trabajamos a partir de la coinvestigación, como tipo de investigación social que rompe con la división entre sujeto investigador y objeto investigado (Malo, 2014). Según Borio, Pozzi y Roggero, implica alguna transformación de lo existente, en tanto es una actividad de formación y de cooperación, como de "producción de un conocimiento distinto, experimentación de prácticas organizativas y espacio de resubjetivación" (Borio, Pozzi y Roggero, 2014: 67). Estos autores plantean esta metodología como instrumento de acción política que se construye dentro de los procesos de las organizaciones sociales. En ese sentido, dicen que la coinvestigación es un espacio de autoformación política de los militantes involucrados, a la vez que "proporciona sistematicidad y eficacia a la acción política" (Borio, Pozzi y Roggero, 2014: 70).

Este trabajo de investigación privilegia el espacio de lo cotidiano, reivindica su valor en la experiencia política de los/as sujetos/as. El saber científico rechazó lo cotidiano y se estableció como hegemónico en la modernidad, dicen Sotolongo Codina y Delgado Díaz (2006: 72), y que fue a partir de "un procedimiento de exclusión que [...] delimitó los campos del saber científico [...] con respecto al saber cotidiano". En consecuencia, "la vida cotidiana y los saberes vinculados a ella fueron relegados a un plano menor, pues sólo el saber científico positivo era considerado capaz de conducirnos al conocimiento verdadero"; por tanto, "la riqueza de la vida cotidiana fue omitida, y se la consideró como pasividad receptora de los avances de la ciencia y el conocimiento científico". De allí que epistemológicamente la práctica de coinvestigar plantea la construcción colectiva de conocimientos en un marco en que si bien se pueden diferenciar roles, se da en un diálogo no jerarquizado, habilitado a partir del reconocimiento de todo saber como válido. Desde este planteo epistemológico, Boaventura De Sousa Santos esgrime que no existen saberes totales, abogando por una construcción colectiva del conocimiento, siendo este situado y en diálogo. El autor presenta su propuesta como una epistemología del sur, y la define como "la búsqueda de conocimientos […] que otorguen la visibilidad y credibilidad a las prácticas cognitivas de […] grupos sociales que han sido históricamente victimizados, explotados y oprimidos, por el capitalismo y el colonialismo globales" (Boaventura De Sousa Santos, 2009: 12).

A partir de la trayectoria del Grupo de Madres del B.º Ituzaingó Anexo en su articulación con procesos de investigación, tomamos como referencia los antecedentes de Berger y Carrizo (2016: 131), quienes plantean la necesidad de comprender la "práctica de investigación como la cooperación dentro de una comunidad de acción a un sentido de justicia compartido", entendiendo desde una mirada amplia que los conflictos abordados en la investigación afectan a la sociedad en su conjunto, incluyendo a los/as investigadores/as. Como herramienta de trabajo para esta metodología usamos el mapeo colectivo, siguiendo a Risler y Ares en su trabajo como iconoclasistas, quienes plantean el proceso del mapeo como una instancia de creación que "subvierte el lugar de enunciación para desafiar los relatos dominantes sobre los territorios, a partir de los saberes y experiencias cotidianas de los participantes" (Risler y Ares, 2013: 14). Pensar este tipo de mapas como soporte para reconstruir la historia habilita la emergencia de nuevos relatos territoriales. Deleuze y Guattari dicen que "el mapa no reproduce un inconsciente cerrado sobre sí mismo, lo construye" (Deleuze y Guattari, 1997: 18). Estos autores vinculan la construcción de mapas con un momento de agenciamiento. El uso de este tipo de herramientas gráficas acompaña a las propuestas metodológicas que proponen la participación en la investigación e incorporan recursos visuales que amplían las formas de comprender y reflexionar la realidad cotidiana, histórica, subjetiva y colectiva.

 

Antecedentes del hábitat

Nuestro campo de estudio es el hábitat. Reconocemos que esta noción ha sido ampliamente definida desde diferentes puntos de vista. Según los campos de conocimiento que lo abordan, las discusiones más complejas sobre el tema se dan, de algún modo, en el punto de contacto que todas estas perspectivas pueden tener en común, intentando abordar al hábitat desde una mirada integral, que implica -de forma un tanto universal- la diversidad de todo lo que sucede en la Tierra. En ese sentido, hábitat es un concepto articulador de diversos campos, como revisaremos a continuación.

Desde su historia, la noción fue acuñada institucionalmente a partir de que la Asamblea General de Naciones Unidas en el año 1975 estableció la Fundación de las Naciones Unidas para el Hábitat y los Asentamientos Humanos (FNUHAH). En un contexto de exacerbado crecimiento de las ciudades en el mundo, se instituyó una forma de usar el término hábitat en referencia al conflicto social centrado en el déficit habitacional. La creación de un organismo dedicado a la urbanización tenía como objetivo "ayudar"1 con fondos económicos y asistencia técnica a programas nacionales que estuvieran trabajando con asentamientos irregulares. Al año siguiente de su conformación, en Canadá, se realizó la primera conferencia internacional denominada Hábitat I2. Estas cumbres incorporaron en la agenda política de los gobiernos la cuestión del hábitat entendida como la urbanización de los asentamientos irregulares en la ciudad. Desde lo discursivo, la construcción de la noción era amplia desde el inicio. Se puede leer en la Declaración de Vancouver sobre Asentamientos Humanos (Hábitat I) que "las condiciones de los asentamientos humanos afectan de manera directa el desarrollo humano, social y económico, y que el desarrollo urbano descontrolado tenía graves impactos medioambientales y ecológicos", y agregan luego que "el enfoque hacia la urbanización ya era holístico y mundial, asociando intereses políticos, espaciales, sociales, culturales, económicos y medioambientales".

Sin embargo, las acciones de los gobiernos locales se enfocaban en una resolución "viviendista" del conflicto. En consecuencia -y en contraposición a la cerrada agenda gubernamental-, se produjeron grandes encuentros contra-cumbres de múltiples organizaciones e intelectuales que tensionaron la idea de hábitat, como también los alcances de que este tipo de agendas políticas. En la actualidad, las organizaciones reunidas en la contra-cumbre y autodenominadas en resistencia al Hábitat III realizaron una declaración en la cual se continúa plasmando la necesidad de coordinar un enfoque integral del hábitat y una coyuntura que pone de relieve "el embate neoliberal, contra los desalojos y los despojos, reivindicando: derechos humanos, derecho a la tierra, al agua, a la vivienda, a la ciudad y a la no ciudad, así como la función social de la propiedad y la producción social del hábitat". A su vez, demandan la necesidad de participar activamente en los procesos de tomas de decisiones, ante la denuncia de que la agenda urbana de Naciones Unidas "ha sido elaborada en un bunker militarizado a espaldas de la gente", ante lo cual se reivindica la exigencia de "reconocimiento y respeto por las múltiples formas de habitar".3

Ahora bien, esta noción ha sido mayormente disputada entre discursos políticos y académicos. La instrumentalización política de esta noción no ha logrado todavía complejizar e integrar todos los atributos; por lo tanto, su abordaje sigue siendo sectorizado, sin dar respuestas adecuadas (Cortés Ortiz, 2011). Mientras que, desde hace tiempo, las discusiones académicas sobre el hábitat ponen en tensión a las prácticas políticas habitacionales desde una concepción de integralidad (Barreto, 2008; Rodríguez, 2014), intentando poner en discusión que la falta de acceso a la tierra o a la vivienda de calidad no acaba allí, sino que es un problema que integra otras dimensiones, tales como la localización, los servicios, el trabajo, el ambiente, culturales, jurídicos, entre otros. Con el transcurso del tiempo se han generado rupturas en deconstruir el limitado concepto de vivienda, en un movimiento de vivienda como hábitat, hasta llegar a la noción de hábitat integral y complejo (Rodriguez, 2014). En términos generales, la discusión remite a que el abordaje del problema habitacional se basa en una concepción simplificadora de los problemas, mientras que una perspectiva integral requiere una perspectiva de complejidad, sobre todo, reconocer el hábitat desde los derechos humanos, en tanto estos son una categoría integradora de los diferentes derechos en la sociedad (Barreto, 2010).

Para una síntesis actual de este derrotero, podemos recuperar la definición de hábitat construida por el colectivo Habitar Argentina4, quienes plantean en términos generales la noción de hábitat como el "acceso universal a la tierra, la vivienda, las infraestructuras básicas, los equipamientos sociales, los servicios y los espacios de trabajo y producción en un marco de respeto de los rasgos culturales y simbólicos de cada comunidad y de la preservación del ambiente, según las particularidades del medio urbano y del rural" (CELS, 2017: 8). De esta manera, se establece una base que apunta a un paradigma de integralidad como la mejor respuesta al abordaje de conflictos sociales en torno al hábitat. A continuación, se plantea profundizar sobre la dimensión del habitar como componente central para pensar la integralidad del hábitat.

 

Habitar lo cotidiano

Para avanzar hacia uno de los ejes de este trabajo, introduciremos la noción de proceso de producción de subjetividad para pensar la relación hábitat-habitar desde la dimensión de lo cotidiano. Tomamos como referencia la perspectiva de Deleuze, quien propone la subjetividad como categoría que permite pensar en el devenir revolucionario de los sujetos, en tanto ese proceso da lugar a la creación. En términos del autor, "la operación mediante la cual […] las comunidades se constituyen como sujetos al margen de los saberes y de los poderes establecidos, lo que puede dar lugar a nuevos saberes y poderes" (Deleuze, 1996: 214). Habilita, ante la opresión de la dominación, la posibilidad del agenciamiento y la creación. Esta propuesta surge a partir de la revisión de antecedentes que, en una primera instancia, vinculan la idea de que el sujeto habita en tanto genera prácticas cotidianas, y en un segundo momento, argumentan la idea de que esas prácticas no solo son una mera reproducción de las determinaciones de la estructura dominante.

Quien introduce el tema desde la filosofía es Heidegger (1951), con su obra Construir, habitar, pensar, en la que plasmó una relación entre habitar y construir, planteando el habitar como un modo de ser en la tierra, siendo un proceso que se materializa en la construcción de espacios para la vida, no solo en sentido físico, sino también simbólico, al que incorpora el significado del cuidado, en un sentido vital, que nos permite pensar la construcción de sentidos, y una asociación directa entre el hábitat y la vida. En otras palabras, expone que la construcción cotidiana de los sujetos es la acción de habitar.

En síntesis, se plantea que la experiencia de vivir puede explicarse como la repetición de acciones que da lugar a la noción de lo cotidiano. El motor de ese proceso es el sujeto, quien en su movimiento vital se encuentra en un constante proceso de producción de subjetividad. Hasta aquí esta descripción puede ser tomada como una acción reproductora de determinaciones, es decir, lo cotidiano como repetición, subordinando la acción del sujeto a una mera reproducción del sistema dominante, y por tanto, la naturalización de ciertos órdenes injustos que acallarían la existencia de un sentido creador.

La crítica de la vida cotidiana en tanto mera reproducción fue planteada en los 60, y brindó una nueva manera de estudiar la experiencia social del espacio. "Si la vida cotidiana no es sólo un lugar de reproducción social, sino que además contiene prácticas de autodiferenciación o de resistencia personal o colectiva, entonces se pueden encontrar espacialidades moleculares de resistencia de la otredad dispersadas por la ciudad" (Stavrides, 2007: 119).

Lefebv re (1991, 2913) es uno de los autores centrales en este recorrido. La tensión en el hábitat entre dominación y disidencia puede observarse en la trialéctica del espacio, donde el autor plantea tres momentos. El espacio consta de una práctica espacial, en tanto síntesis del espacio que implica una experiencia tanto de producción como de reproducción; esto lo concibe como el espacio percibido. Esta síntesis es resultado de las otras dos perspectivas planteadas como las representaciones del espacio y los espacios de representación. La primera hace referencia al espacio concebido por planificadores; es el espacio del orden y el dominante en cualquier sociedad. La segunda tiene que ver con el espacio vivido, es decir, el espacio de quienes habitan, en tanto experimentan y modifican el espacio dominado. En términos del autor representa "lo clandestino y lo subalterno de la vida social" (Lefebv re, 2013: 92).

En una línea similar, De Certeau (1996), en la investigación publicada con el nombre "la invención de lo cotidiano", realiza un vital aporte para pensar las prácticas de los sujetos bajo la idea de lo cotidiano. Plantea lo cotidiano en el interior de las estructuras de la sociedad, regidas con la idea de vigilancia de Foucault. Pone en discusión la noción de usuarios5 condenados a la pasividad y a la disciplina, y propone una visión en la cual se apropian del espacio organizado y modifican su funcionamiento. Esa modificación es planteada en términos de creatividad, y utiliza la palabra "táctica" como concepto que define "maneras de hacer" cotidianas. De esta manera, existe una producción propia de los sujetos más allá del uso o consumo que los define bajo la condición de dominados. En relación con esto sintetiza: "Lo cotidiano se inventa con mil maneras de cazar furtivamente" (De Certeau, 1996: 42).

Por otro lado, en el campo de la psicología social encontramos una línea de trabajo sobre el habitar colectivo. Álvarez Pedrosian y Blanco Latierro, en su trabajo Componer, habitar, subjetivar, trazan un recorrido entre la subjetividad y la noción de habitar. Profundizan la propuesta de Heidegger y la llevan hacia el campo de la subjetividad, señalando que "en el habitar encontramos al sujeto mismo, en su forma de ser, estar y actuar en el mundo, su subjetividad" (Álvarez Pedrosian y Blanco Latierro, 2013: 3). A su vez, incorporan el trabajo de Pichón-Riviere (1985) para plantear los mecanismos de des-naturalización y cuestionamiento de lo dado para transformar creativamente la realidad, como parte del proceso mismo de habitar. A modo de síntesis agregan: "Los vínculos, el lazo social desde lo compartido, los sentidos comunes y la dimensión política del sujeto en su acción construyen subjetividades y, desde allí, habitares. La vida cotidiana contiene los elementos constitutivos de esto, los usos y sentidos compartidos a los que estamos habituados; el sentido común, tan natural e incuestionado construye automatismos, mecanismos reproductivos que aplastan el sentido vital, sofocan la creatividad y obturan la posibilidad de transformación" (Álvarez Pedrosian y Blanco Latierro, 2013: 10).

Ahora bien, teniendo en cuenta estos antecedentes retomamos la propuesta de articular la producción de subjetividad con la noción de habitar desde la perspectiva que abordan Deleuze y Guattari (1997). Esto tiene por objetivo aportar elementos que nos permitan comprender a los sujetos desde su hacer y sus prácticas cotidianas, considerándolos como actores claves para aportar a una perspectiva teórico-política del hábitat. La producción de subjetividad es un proceso continuo de formas de hacer, pensar, percibir, afectar, de prácticas que producen y reproducen significados y que encuentran ciertos grados de objetivación en sus representaciones: discursivas, de ordenamiento del territorio, edilicias, tecnológicas, etc. Ahora bien, haciendo foco en el caso del Grupo de Madres, coincidimos con Guattari y Rolnik (2013) en que no existe subjetividad totalizada en un individuo, sino una multiplicidad de agenciamientos contenidos en un registro social. Entonces, la subjetividad no es individual, es una producción social que surge del entramado relacional situado. Por lo tanto, para nosotros el habitar también es siempre colectivo.

Hasta ahora abordamos mayormente una perspectiva del sujeto en su cotidianidad, pero para profundizar en nuestra noción de hábitat, es necesario el planteo global del problema. Siguiendo con la perspectiva de la subjetividad, Guattari y Rolnik plantean que esta se construye en un contexto cultural, para lo cual es necesario caracterizar al capitalismo como una de las dimensiones de la dominación, debido a que en las últimas décadas la producción de subjetividad capitalista ha sido central para su funcionamiento, afectando la manera de percibir el mundo de los sujetos, y por lo tanto, modificando el orden social. Más adelante profundizaremos este tema; ahora nos resulta central plantar una clave para entender cómo estos autores entienden la relación entre los sujetos y el sistema global en el proceso de producción de subjetividad. Plantean la noción de agenciamientos colectivos de enunciación como mecanismo que pone en conexión diferentes instancias de la subjetividad, que relaciona procesos doblemente descentrados del sujeto, es decir, implican máquinas de expresión extra-personales (económicas, sociales, tecnológicas, comunicación de masas, etc.) o infra-personales (percepción, sensibilidad, deseo, ideas, lo biológico, etc.). En ese sentido, los autores dicen: "el modo por el cual los individuos viven esa subjetividad oscila entre dos extremos: una relación de alienación y opresión, en la cual el individuo se somete a la subjetividad tal como la recibe, o una relación de expresión de la subjetividad, produciendo un proceso que yo llamaría de singularización" (Guattari y Rolnik, 2013: 48).

En síntesis, los agenciamientos colectivos son los mecanismos que incluyen las prácticas cotidianas de los sujetos asociadas a la producción de subjetividad. En nuestro caso, nos interesa observarlos en tanto estos se manifiestan en el hábitat. Es decir, la constitución de ese hábitat se da a partir de una tensión entre la reproducción de las subjetividades dominantes y expresiones singulares de subjetividad, habilitantes de procesos de creación o transformación. Este proceso en la escala de lo cotidiano es lo que definiremos como la acción de habitar, y en el caso de los sujetos organizados en disputa de los sentidos dominantes, como habitar disidente.

 

Habitar la dominación

En esta investigación se propone la noción de disidencia. En términos generales, se entiende como una toma de posición diferente del orden hegemónico de la sociedad, en nuestro caso, más específicamente el del hábitat. Esta noción surge en un sentido propositivo al plantear las prácticas cotidianas como posibilidad de transformación, en tanto pueden ser alternativas a lo establecido. Guattari y Rolnik (2013) hablan de la alternativa como una forma de designar a las prácticas sociales disidentes en tanto estas habilitan líneas de fuga para construir otras formas de vida.

Para caracterizar con más precisión estas dominaciones, definimos en primer lugar la existencia de un sistema-mundo regido por la lógica del capital, el cual lo precisamos con el concepto de Sistema de Dominación Múltiple (SDM). En términos generales, esta categoría propone una perspectiva que integra formas de dominación presentes en distintos momentos de la historia, a lo cual se agrega su intensificación en la fase neoliberal del capitalismo. La capacidad de esta categoría para este trabajo consiste en poder visibilizar cómo estas formas de dominación se entrelazan y complementan entre sí (podríamos enumerar: explotación económica y exclusión social, opresión política, discriminación sociocultural-étnica, racial, de género, etaria, migraciones, entre otras, enajenación mediático-cultural y depredación ecológica). A su vez, la fase neoliberal del capitalismo como momento histórico es central para repensar cómo las formas de dominación se renuevan ante las formas clásicas del capitalismo, operando a partir de la incorporación de nuevos patrones de producción de subjetividad. Esto hace referencia a que ya no solo se piensa a partir de las prácticas culturales o simbólicas que el capitalismo produce, sino a partir del modo en que esa producción afecta a los propios sujetos y como ellos/as producen subjetividad. Valdés Gutiérrez (2009: 10) dice: "El alto grado de explotación/exclusión, de prácticas de saqueo, de opresión política y de discriminación sociocultural, así como de densidad de enajenación (económica, social, política, cultural, mediática) común a los modelos de capitalismo neoliberal dependiente en América Latina hace que se reúnan en sí mismos todas las dimensiones y las consecuencias de lo que hemos llamado Sistema de Dominación Múltiple del capital; a saber: la muerte de los sujetos subalternos como ‘destino’ [...] y la destrucción del entorno ambiental, como efectos sociales, humanos y ecológicos en el Sur periférico de la implementación de las nociones de ‘crecimiento’, ‘desarrollo’ y ‘competitividad’ de la globalización imperialista".

De modo que el SDM nos permitirá comprender el modo en que la vida cotidiana de los sujetos se ve condicionada por diferentes formas de opresión, discriminación, dominio y explotación. En una primera instancia, podemos identificar cómo estas formas se dan en una escala macro-política a través del dominio ejercido por el Estado, organismos financieros y corporaciones. A la par se despliega otro proceso de reproducción de los mandatos de ese dominio a través de las relaciones interpersonales, en una escala denominada micro-política. Además de identificar el conjunto de las formas de dominio, también se entrelazan las formas de sujeción. En este sentido, la dimensión subjetiva fortalece al sistema opresor en la actuación de ambas escalas, determina estructuras en una macro-política y afecta la trama vincular de los procesos micro-políticos.

En estos mecanismos de dominación, las prácticas disidentes tienden a quedar ocultas, desprestigiadas o relegadas a la ilegalidad. En este sentido, Boaventura De Sousa Santos (2010) plantea la idea de un "pensamiento abismal" que da forma a una línea abismal, que divide lo visible y lo invisible. En su propuesta lo visible es posible debido a la existencia de lo invisible, en tanto esto último también es considerado como una producción del propio sistema de dominación.

Definir y caracterizar un sistema hegemónico de dominación nos permite tener una lectura compleja e integrada del contexto social actual latinoamericano. En el caso del grupo de madres, es posible caracterizar los distintos conflictos que atraviesa su lucha a partir de un conjunto de formas de dominio y sujeción que determinan el hábitat donde viven. Nos referimos a las condiciones preexistentes del barrio (marginalidad, contaminación, etc.), como a todos los obstáculos que surgen a partir del reconocimiento y reclamo del problema (actores que el grupo identifica como responsables, una trama compuesta por el Estado, funcionarios, instituciones y privados).

 

Huellas de la disputa

Hasta donde hemos expuesto, podemos decir que no hay un camino lineal entre habitar y hábitat, sino movimientos, anclajes y tramas que se configuran a partir de la multiplicidad de sujetos que interactúan -habitan- con el plano del hábitat. Ambos, habitar y hábitat, son parte de un mismo proceso, una relación que se plantea a partir de su interacción, esto es, un accionar de los sujetos que deja rastros o huellas. De algún modo, esta noción de huellas se torna un elemento metodológico de este trabajo para identificar las dominaciones, las acciones disidentes, tangibles o no, pero que en su totalidad conforman un hábitat. Investigar nos conduce a rastrear huellas; la etimología de la palabra latina vestigium deviene de investigar y hace referencia a la planta del pie, y como extensión de esto, la huella que deja, ambos parte de un mismo proceso (Haber, 2011). Las huellas configuran nuestro hábitat en la ciudad, en una relación siempre en conflicto.

En un informe sobre la situación del barrio Ituzaingó Anexo6, se menciona el caso como la destrucción del espacio urbano. En una escala más amplia, el barrio es parte de un entramado más complejo que abarca el sur de la ciudad de Córdoba, una zona denominada de "sacrificio ambiental". En ese sentido, entendemos que la ciudad se configura como un problema central en los conflictos sociales actuales. En términos de Guattari (2013: 39), es "el problema que está en el cruce de los retos económicos, sociales, ecológicos y culturales", y agrega que la ciudad "produce el destino de la humanidad, sus promociones tanto como sus segregaciones, la formación de sus élites, el porvenir de la innovación social, de la creación en todos los dominios". De esta manera, el fenómeno urbano no define únicamente a su función física, sino a la configuración de un espacio producido, en términos de Lefebv re (2013: 182), en un entramado con las prácticas sociales, y plantea que "el estudio del espacio permite responder que las relaciones sociales poseen una existencia social en tanto que tienen existencia espacial; se proyectan sobre el espacio, se inscriben en él, y en ese curso lo producen".

Una de las huellas centrales en este caso está en el ambiente y en toda la trama que se construye a través de este conflicto. Harvey (2012) considera central dar respuestas a los conflictos ambientales para pensar una alternativa de transformación anticapitalista de la ciudad. Hace referencia a los "claros e inminentes peligros de degradación ambiental y transformaciones ecológicas descontroladas", alega que no es solo un problema material, por lo que "no existe una resolución puramente tecnológica para esta cuestión", lo que implica la necesidad de sustanciales transformaciones en los modos de vida, principalmente políticos y económicos, "así como en el consumismo, productivismo y dispositivos institucionales" (Harvey, 2012: 187-188). En ese sentido, la lucha del grupo de madres cobra un sentido vital, en tanto plantean defender la vida en el marco de esta disputa ambiental, que se comprende a partir de la perspectiva de justicia ambiental (Di Chiro, 1999). Esta noción discute con una mirada dominante del ambientalismo que tiende al preservacionismo de la naturaleza separando a las personas del mundo natural. Además, es cuestionada como una construcción de dominio de una cultura política blanca, patriarcal y de clase media. La autora plantea que en esa corriente dominante "lo que cuenta como medio ambiente es únicamente la preservación de zonas silvestres y la protección de especies en peligro de extinción" y que "la salud humana, la contaminación de las comunidades o de los lugares de trabajo, y la sustentabilidad económica no cuentan como temas ambientales" (Di Chiro, 1999: 107). En ese sentido, lo relevante para nuestro caso es que para los movimientos de justicia ambiental, el ambientalismo dominante invisibiliza los conflictos ambientales en las ciudades, mientras que "las organizaciones comunitarias que componen el movimientos de justicia ambiental están en áreas urbanas de clases trabajadoras y de bajos ingresos" (Di Chiro, 1999: 107).

Retomando el esquema de las huellas, las acciones de un SDM determinan en gran medida las condiciones de vida del barrio. Esto es puesto en evidencia a través de la lucha del grupo de madres, a partir del año 2002, cuando una gran cantidad de enfermedades son observadas por ellas, lo cual condujo a la problematización de lo que sucedía. A partir de ello, una serie de elementos surgen como posibles causantes de las muertes y enfermedades, y constituyen el conflicto ambiental. El rastreo de los hechos denunciados por el grupo fue mapeado en una instancia colectiva (figura 1), a partir de la cual sintetizamos los elementos que determinan las condiciones ambientales del barrio:

1) El servicio de agua era prestado por una cooperativa de servicios (Agua Sabia SRL), que extraía agua de pozo y la distribuía desde un tanque a la red del barrio, es decir que la infraestructura de la red de agua potable no se extendía hasta esa zona de la ciudad; como consecuencia, la mayoría de la población del barrio consumía agua no potable ante la dificultad económica de comprar agua envasada. Esto hizo relacionar la posibilidad de que las enfermedades estuvieran vinculadas con el consumo de agua contaminada. En consecuencia, exigieron un análisis del estado del agua al Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba, que demostró que los tanques domiciliarios contenían agroquímicos (endosulfán, heptacloro) y metales pesados (plomo, cromo, arsénico).

2) Esos análisis constituyeron uno de los eslabones centrales para visibilizar los efectos de las fumigaciones por la proximidad a los campos de soja: solo una calle de tierra separa al barrio del área sembrada y fumigada. La viviendas, los tanques de agua abiertos, la gente y las calles donde juegan los niños eran fumigados a diario por las avionetas que sobrevolaban los campos rociando todo con plaguicidas.

3) Los transformadores de energía eléctrica instalados por EPEC (Empresa Provincial de Energía de Córdoba) estaban sobrecargados y derramaban un compuesto químico conocido como PCB (bifenilo policlorado). El grupo de madres junto a otros vecinos reclamaron el reemplazo de los transformadores, con la exigencia de que lo analizaran como posible causante de las enfermedades. Sin embargo, la empresa logró cambiar los transformadores y llevarse los anteriores sin analizarlos, a pesar del intento de los vecinos de retenerlos como prueba.

4) También se pidieron análisis del suelo, ya que la mayoría de los habitantes tienen pozos negros, y los que no realizan perforaciones diversas.

5) Las industrias como un elemento histórico de contaminación. La refinería de grasa bovina era denunciada por la emanación de olores nauseabundos. Las fábricas de metalúrgicas (Fiat, Materfer, Iveco, Tubo Transeléctrica, etc.), fábricas de caucho (Machiarola), todas posibles responsables de contaminar el agua de las napas. Entre las responsabilidades, también se denunció que el barrio se planificó donde previamente había sido una zona de enterramiento de residuos tóxico e industriales.

 

Figura 1. Mapeo colectivo realizado en conjunto con el Grupo de Madres sobre los hechos más significativos en su historia como organización. Elaboración propia.

Cada uno de estos elementos representa formas de dominación sobre el territorio; muchas veces siguen su curso y sin el accionar de un grupo de personas organizadas, probablemente no podríamos identificar algunas de las huellas de un habitar disidente. Las prácticas cotidianas del grupo esbozan formas alternativas de habitar el territorio. Sus resistencias a las formas de dominación pueden verse representadas en forma de denuncias, y en el proceso por el cual construyen el conflicto, que de otra manera no sería visible. Su lucha continúa, y no solo puede ser contada a través de sus denuncias, sino también por las conquistas.

En ese sentido, lograron que el Ministerio de Salud exigiera el reemplazo de la provisión de agua por la red de agua potable a cargo de la empresa Aguas Cordobesas. Poco después de la eliminación de los transformadores eléctricos con contenido de PCB en el barrio, se popularizó su efecto contaminante tras varias denuncias en distintos puntos de la provincia, y derivó en la eliminación de esta tecnología a través del "Programa Córdoba Libre de PCBs". También lograron la aprobación de una Ordenanza Municipal7 que declara la emergencia sanitaria, como también otra que prohíbe las fumigaciones a menos de 2500 metros de la zona urbana. Por otro lado, el reclamo consiguió la construcción de un centro de salud, y en el ámbito jurídico, el juicio a los fumigadores en el año 2012, quienes fueron condenados dejando por sentado que las fumigaciones en Ituzaingó Anexo fueron un delito. Este fallo fue recientemente ratificado por la Corte Suprema de la Nación, a partir del rechazo del recurso de apelación que realizaron los fumigadores posteriormente a la condena. Estas referencias al caso exponen en términos de huellas las disputas de un hábitat tensionado por los agenciamientos colectivos del grupo en un escenario predeterminado por el SDM.

 

Conclusiones y algunas preguntas abiertas

La propuesta de este trabajo se centra en comprender el hábitat desde la complejidad y en un sentido multidimensional. Morin (1995: 32) plantea que "la complejidad es el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico". De este modo, planteamos que las huellas se manifiestan en distintas dimensiones (jurídica, económica, socio-cultural, histórica, física-espacial, tecnológica, ambiental, etc.), y a su vez, en distintas escalas (cuerpo, familia, barrios, ciudad, región, mundo, etc.). Siguiendo la perspectiva de Guattari (2004), diremos que estas escalas pueden organizarse de un modo molar o de un modo molecular. "El orden molar corresponde a las estratificaciones que delimitan objetos, sujetos, las representaciones y sus sistemas de referencia. El orden molecular, por el contrario, es el de los flujos, los devenires, las transiciones de fase, las intensidades". A su vez, existe un tercer orden que el autor define como transversalidad, y refiere al "atravesamiento molecular de los estratos y los niveles, operado por los diferentes tipos de agenciamientos" (Guattari (2004: 137). Esta complejidad nos conduce a problematizar las relaciones entre los problemas del hábitat y los conflictos sociales, y a considerar como alternativas de transformación a los procesos de producción de subjetividad de las luchas por el hábitat. A modo de sintetizar algunas ideas, exponemos los siguientes puntos:

1) Como se mencionó anteriormente, el resultado más cruel de una sociedad regida por un SDM es la muerte como destino de los sujetos subalternos. Todas las dimensiones que podríamos abordar de este sistema están, de modos bastante desdibujados, "planificando la muerte" de un sector de la sociedad, que si en algún momento fue subalternizada por el capitalismo, hoy podríamos considerar que al capitalismo en su fase neoliberal ya ni siquiera le es útil. Podríamos mencionar en una dimensión patriarcal8, los femicidios, como en otras dimensiones podemos identificar las muertes por gatillo fácil, por el consumo de drogas, por la xenofobia, las guerras en general, entre muchas otras. Tomando el caso del Grupo de Madres, es evidente que la degradación ambiental es consecuente con ese destino. Varias de estas dimensiones integran la planificación del hábitat en su conjunto, y en esa totalidad, el SDM como modelo de opresión, discriminación, dominio y explotación está presente como aparato de sujeción en todo proceso social.

2) La lucha del Grupo de Madres de Barrio Ituzaingó Anexo logra poner en evidencia la articulación (de forma directa o indirecta) de las causas de muerte, enfermedades y malformaciones ocasionadas en el barrio con la responsabilidad del Estado, el modelo productivo, las formas de desarrollo, la planificación de la ciudad, las prácticas mercantilistas, en otras palabras, a las tantas aristas que conforman el modelo mencionado anteriormente. Más específicamente, esta lucha permite articular los hechos del caso con la ciudad pensada bajo los parámetros de un SMD. Durante todo el recorrido del grupo, las exigencias fueron puestas en dependencias institucionales del Estado, como Salud, Ambiente, Derechos Humanos, también en distintas instancias del Poder Judicial; sin embargo, responsables de la planificación de la ciudad nunca fueron interpelados por este conflicto. Incluso, las demandas específicas por la infraestructura, como la del agua o electricidad, si bien conforman este ámbito de la planificación, quedan desarticuladas a la comprensión de la ciudad en su conjunto. Esto nos lleva a cuestionarnos por la dificultad de concebir los conflictos urbanos de manera integrada, histórica y relacional, lo cual pondría en evidencia las causas estructurales de estos conflictos y expondría a los responsables.

3) Para este trabajo, las posibilidades están en el habitar disidente, que expresa el potencial transformador de los órdenes de dominación, y constituye los devenires del hábitat a partir de los agenciamientos colectivos, como la capacidad de agentes colectivos para actuar y generar espacios críticos, a partir de la producción de subjetividad, descentrada tanto del sujeto como de la estructura (Guattari y Rolnik, 2013). Es una apuesta política que incide en el potencial creativo y transformador ante un mundo "de representaciones precarias y en perpetuo movimiento" que pretende producir individuos normalizados, donde "la subjetividad se encuentra [...] amenazada de petrificación, pierde el gusto de la diferencia, de lo imprevisto del acontecimiento singular" (Guattari, 2013: 29-30). Las huellas se configuran en un elemento central a la hora de definir la interacción entre habitar y hábitat, articulando habitar como momento de producción de subjetividad y su capacidad transformadora en disidencia al SDM. Esa trama nos habilita a definir el hábitat como un campo de disputas, donde se expresan relaciones de poder, creación y dominación. Esta última se impone la mayoría de las veces restringiendo las condiciones y las posibilidades de habitar; sin embargo, experiencias como las de este Grupo de Madres ponen en evidencia la capacidad transformadora de la noción de hábitat, y la posibilidad real de cambio de estos escenarios.

 

Referencias

La creación es siempre disidente. Felix Guattari.

1. Este punto implica una serie de críticas no desarrolladas en este artículo. Algunos trabajos (Gorelik, 2008; Kozak, 2016) ponen en evidencia las relaciones de dominación generadas en esa relación de "ayuda". Más sobre este debate puede encontrarse en Escobar (2007).

2. Estos encuentros se realizaron posteriormente cada veinte años, siguiendo el Hábitat II, en Turquía y Hábitat III, en Ecuador.

3. Las citas fueron extraídas de la página Web de ONU-HÁBITAT, en la sección de historia: https://es.unhabitat.org/sobrenosotros/ historia-mandatoy-mision-en-el-sistema-dela-onu, mientras que la "Declaración por la Defensa de Nuestros Territorios" de la Resistencia al Hábitat III puede leerse completa en: https://resistenciapopularhabitat3.org/declaracion-porla-defensa-de-nuestrosterritorios.

4. Es un colectivo conformado por organizaciones, instituciones académicas, movimientos sociales urbanos y campesinos y legisladores/as, que trabajan con el objeto de generar un marco normativo para garantizar el derecho a la vivienda, a la tierra y al hábitat digno para todos. Más información sobre el colectivo se puede encontrar en http://www.habitarargentina.org.ar, como también en el Consenso Nacional para un Hábitat Digno elaborado por el mismo colectivo, disponible en http://consensohabitar.org.ar.

5. El término usuario es utilizado por el autor; habla de usuarios y consumidores invocando al funcionamiento productivo de la sociedad.

6. El informe se puede encontrar en el siguiente enlace: http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Destruccion_del_espacio_urbano_Genocidio_encubierto_en_barrio_Ituzaingo_de_Cordoba.

7. Ordenanza 10505, sancionada el 21 de mayo de 2002, que declara la Emergencia Sanitaria Municipal en el Barrio Ituzaingó Anexo. Disponible en http://servicios.cordoba.gov.ar/DigestoWeb/Page/Documento.aspx?Nro=8128.

8. Si bien esta dimensión no es estudiada en este artículo, se puede mencionar que las madres fueron tratadas como "locas" o "amas de casa" como forma discursiva de algunos actores públicos para deslegitimar sus denuncias alegando a su condición de ser mujeres.

 

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