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Estudios Socioterritoriales

On-line version ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.12  Tandil Dec. 2012

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

Toneleros y tonelerías en San Juan (Argentina): inmigrantes y artesanos locales en las primeras décadas de la especialización vitivinícola (1885-1930)

Coopers and cooperage in San Juan (Argentina): immigrants and local artisans in the first decades of expertise wine (1885-1930)

Pérez Romagnoli, Eduardo(*)

(*) Dr. en Geografía. Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo. Investigador Independiente CONICET. Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA). Sede CCT CONICET. Dr. Adrian Ruiz Leal - Pque Gral San Martin C.c. 131. CP 5500. Mendoza @ eperezrom@gmail.com

Fecha de recepción: 22 de mayo de 2012
Fecha de aprobación: 11 de julio de 2012


Resumen

La tonelería fue una de las actividades inducidas por la vitivinicultura moderna en San Juan desde fines del siglo XIX. La mayoría de los toneleros fueron inmigrantes provenientes de países vitivinícolas europeos, principalmente españoles e italianos. Fundaron talleres autónomos o, la mayoría, trabajaron en las tonelerías que funcionaron en el interior de las bodegas. Además de identificar los toneleros que abrieron sus propias unidades de producción, el trabajo destaca, entre otros aspectos, el rol de los comerciantes de vasijas y madera para reparar y armar los envases así como algunos problemas que debió enfrentar la actividad en sus inicios, los vínculos con la actividad metalúrgica y las huelgas de los toneleros que operaban en las bodegas

Palabras clave: Tonelería; San Juan; Vitivinicultura moderna; Mundo del trabajo; Conflicto social

Abstract

The cooperage was one of the activities induced by modern winemaking in San Juan since the late nineteenth century. Most coopers were immigrants from European wine countries, mainly Spain and Italy. They founded autonomous workshops or, most of them worked at the cooperages located inside the wineries. Beside identify coopers who opened their own production units, the work emphasizes, among other things, the role of merchants of barrels and timber used to repair and build packaging, some problems they have faced in their beginnings, their links with metallurgical activity and the strikes of coopers operating inside the wineries.

Key words: Cooperage; San Juan; Modern winemaking; World work; Social conflict


Introducción

A fines del siglo XIX se inicia un proceso de modernización de la vitivinicultura en San Juan con características similares, en general, al de Mendoza. Se pasa de un modelo de ganadería comercial con agricultura subordinada al de la especialización vitivinícola (Richard-Jorba, R., 2006). Si bien durante varios años se mantiene el cultivo de trigo para la molienda y el de alfalfa para alimentar el ganado local y el proveniente del sur de Córdoba y Santa Fe comercializado en Chile, aumenta la superficie dedicada al viñedo (8.000 hectáreas según el Segundo Censo Nacional de 1895 y 25.000 en el de 1914) y la bodega artesanal es sustituida por la bodega moderna, la que se convierte en la unidad fabril dominante en el espacio agroindustrial en formación que constituirá la región vitivinícola argentina (1). Paralelamente, se desarrollan actividades complementarias, en particular las denominadas industrias inducidas y derivadas de la vitivinicultura. En estas últimas debe incluirse la elaboración de alcohol vínico y licores, principalmente. Las industrias inducidas son las que producen bienes requeridos por la vitivinicultura moderna para su funcionamiento, tales como instrumentos agrícolas de tracción a sangre empleados en la agricultura irrigada y máquinas y equipos para bodegas y destilerías, suministrados por la actividad metalúrgica. Así, varias cobrerías y otros talleres metalúrgicos semi-artesanales -en el que tuvieron un papel central los inmigrantes europeos- fueron puestos en marcha en San Juan desde su articulación ferroviaria con Buenos Aires, en 1885 (Pérez Romagnoli, E., 2005).

Otra actividad inducida fue la tonelería reparadora y productora de envases de madera, de distintos tamaños y formas, usados para la fermentación, la conservación, el añejamiento y el transporte del vino. Si bien hubo toneleros criollos y extranjeros registrados antes de los comienzos de la vitivinicultura moderna, es al iniciarse ésta cuando adquiere importancia la tonelería, impulsada, al igual que en Mendoza, por inmigrantes europeos portadores de conocimientos sobre el trabajo de la madera para la reparación y el armado de vasijas.

En San Juan registramos toneleros de distintas nacionalidades provenientes de Europa mediterránea. Pero, a diferencia de Mendoza, donde los italianos, seguidos por los franceses, cumplieron un papel preponderante desde los comienzos de la vitivinicultura moderna (segunda mitad de la década de 1880), en San Juan, por el contrario, se comprueba un mayor equilibrio entre españoles e italianos en los primeros tiempos; pues a principios del siglo XX las fuentes periodísticas indican que, en general, se mantuvo el aporte de toneleros italianos pero no se percibe un hecho similar con los españoles.

Nuestro propósito es considerar la tonelería en el núcleo urbano de San Juan y departamentos contiguos, donde tuvo mayor desarrollo la vitivinicultura moderna (sustituta de la producción artesanal de vino) en las primeras décadas del nuevo modelo socioeconómico. Para ello, identificamos toneleros inmigrantes e indagamos aspectos referidos a las tonelerías ubicadas en el interior de las bodegas (cantidad de toneleros en algunas de ellas), a la comercialización de vasija de madera y acerca de algunos problemas de la actividad y conflictos de los trabajadores de bodegas con sus patrones. Para cumplir con este propósito hemos continuado con la recuperación de información en repositorios de la capital sanjuanina, iniciada para la elaboración del libro sobre la tonelería en Mendoza y San Juan, en el que se apoya este artículo. Particularmente hemos trabajado con fuentes en el Archivo del Poder Judicial de la Provincia de San Juan y en la Biblioteca Franklin. En el primero hemos consultado los protocolos notariales, fuente que nos ha sido muy útil para conocer, entre otros aspectos, el origen nacional de algunos toneleros y la puesta en marcha de sus talleres. Entre las fuentes editadas que guarda la biblioteca Franklin se encuentran los periódicos de San Juan que pudieron ser rescatados del terremoto de 1944.

Inmigrantes y tonelería

La larga tradición de San Juan como productora de vino y en particular de aguardiente desde la colonia demandó la necesidad de vasijas, principalmente para la transformación de la materia prima y para el transporte del producto elaborado en el área de producción y sobre todo hacia otras regiones. Durante mucho tiempo, además de odres de cuero, las materias primas para construir la vasija fueron esencialmente la arcilla (cerámica) y la madera local (Rivera Medina, A. M., 2006).

Las fuentes para conocer la existencia de toneleros son escasas. Antes de la especialización vitivinícola, el Primer Censo Argentino, en 1869, consigna tres toneleros en el departamento Capital, dos argentinos y uno italiano; y también tres en el de Desamparados, todos argentinos.

Se constata una mayor presencia de toneleros extranjeros en la década de 1880, concentrados en los dos departamentos mencionados. Además de algunos argentinos, como Justo Castro (El Ciudadano, 09-09-1888), entre los toneleros que más divulgaban su quehacer en periódicos locales se encontraba el italiano Miguel Daneri, quien había abierto su Tonelería del Globo en Desamparados, en 1888 (El Ciudadano, 02-04-1888). Dos años después operaban en el departamento Capital las unidades de producción de los socios Giovanetti y Moretti y la Gran Tonelería Catalana, de Famada Hermanos y José Oliver; estos últimos rompieron la sociedad, y continuaron separadamente con la misma ocupación (Pérez Romagnoli, E., 2008).

Según las cédulas del Segundo Censo de la República Argentina (1895), José Oliver era propietario de una tonelería que empleaba cuatro obreros y transformaba más madera importada que la de origen nacional, lo cual sugiere que trabajaba el roble, a diferencia de la mayoría de los otros toneleros que utilizaban materia prima local, en particular álamo criollo (Populus nigra). Además de ser uno de los pioneros de la tonelería local, José Oliver posee un rasgo que no conocemos haya sido compartido por otro tonelero en San Juan: se mantuvo en su oficio durante más de tres décadas, pues en 1925 todavía era registrado como tonelero contribuyente en documentos de la Dirección General de Rentas del departamento Capital (Archivo Provincial de San Juan, Patentes año 1925, Departamento Capital, Tercer Distrito). Los periódicos locales completan la información acerca de su dilatada trayectoria sin interrupción de continuidad (Pérez Romagnoli, 2008). Ella tuvo, en cierto modo, un reconocimiento fuera del período considerado. En efecto, en 1923, el Ministerio de Instrucción Pública de San Juan designó a José Oliver como "maestro de tonelería" en la Escuela de Artes y Oficios de la capital (Nueva Era, 02-11-1923), convirtiéndose así en un sistemático formador de toneleros. El censo de 1895 consigna otros dos toneleros: el italiano Luis Marino, en la capital, con un obrero y transformando sólo materia prima de origen nacional, y el mencionado Justo Castro, en Desamparados, quien empleaba cuatro trabajadores nacionales. Al terminar 1892, arribó al país José Baistrocchi (htpp://wwwfundaciónbataller.or.ar), pero se desconoce cuándo se instaló en el departamento de Concepción como tonelero. Gabriel Famada figuraba como dueño de la Tonelería Catalana en 1897 (La Provincia, 20-02-1897).

Aunque en algunos casos no se ha podido verificar su nacionalidad, otros toneleros operaban en la ciudad de San Juan en la segunda mitad de la década de 1890. Entre ellos, con sus respectivas unidades de producción y reparación, trabajaban Gregorio Cabrera y José Gallardo (La Unión, 23-01-1896; La Provincia, 05-05-1897)). En 1897 Roberto Wiedenbrüg y Compañía, tenía una tonelería en la capital (La Provincia, 20-02-1897) (2). Otras tonelerías manuales eran las del francés Juan Macat y la de Antonio Muñoz, con su Tonelería Argentina (Pérez Romagnoli, E., 2008); este segundo ofrecía realizar trabajos a domicilio, modalidad no frecuente en los avisos periodísticos. Entre los inmigrantes, también hubo toneleros que no provenían de Europa Mediterránea, origen de la mayoría de los trabajadores. En efecto, en 1917, Benjamín Bercovich vendió a Naún Bóxer, útiles, herramientas y vasijas de su taller de tonelería y depósito instalado en la ciudad capital (Archivo del Poder Judicial de San Juan -en adelante APJSJ), notario B. Cambas Moritán, 1917, tomo I, escritura 42, 26-02-1917).

Entre el Segundo Censo de la República Argentina (1895) y el Tercer Censo Nacional (1914), el número de bodegas pasó de 231 a 499 en San Juan, concentradas principalmente en el departamento Capital y en las unidades administrativas adyacentes (Concepción, Desamparados, Santa Lucía) (3) (Figura Nº 1). Paralelamente al aumento del número de bodegas se registraba el crecimiento de la producción de vino de mesa y, consecuentemente, la demanda de vasija en la región, incluyendo a Mendoza. Los recipientes -en realidad las duelas (4), pues la vasija se armaba en la región- eran suministrados por diferentes proveedores de toneles, bordelesas (5) y otros similares de madera de roble, entre los que se encontraban empresas europeas y estadounidenses.


Figura Nº 1. División departamental actual de la provincia de San Juan

Fuente: elaboración personal
Referencias:
1. Capital                    11. Albardón
2. Santa Lucía             12. Ullún
3. Rivadavia                13. Zonda
4. Pocito                      14. Sarmiento
5. Rawson                   15. Calingasta
6. Chimbas                  16. Jachal
7. 9 de Julio                17. Iglesia
8. Caucete                   18. Valle Fértil
9. San Martín              19. 25 de Mayo
10. Angaco

 

Empresas extranjeras y envases de madera

Si bien las fuentes mencionan escasamente el accionar de empresas extranjeras de vasija vinaria en San Juan, ellas estuvieron presentes en el mercado provincial prácticamente desde los inicios de la especialización vitivinícola (Pérez Romagnoli, E., 2008). En particular la firma francesa Establecimientos de Tonelería Mecánica de Adolphe Fruhinsholz, de la ciudad de Nancy, ubicada en el noreste del país y fabricante de vasijas de roble (Quercus, diversas especies). Fue la única empresa productora de envases de madera que exhibió vasijas en la Exposición de San Juan de 1901 (El Heraldo, 01-02-1901) (6). Sus agentes comerciales operaban desde Mendoza, la que se convertía en la capital de la región vitivinícola en formación; aunque en 1916, el empresario sanjuanino Rogelio Fernández era el agente de Adolphe Fruhinsholz en la provincia (Diario Nuevo, 25-11-1916).

Para el estudio de las tonelerías en Mendoza, las actas notariales nos han proporcionado suficiente información sobre los contratos de compra-venta y alquiler de vasija vinaria entre bodegueros y distintas empresas regionales y extranjeras de tonelería. Pero no ocurre lo mismo para San Juan, pues los ejemplos encontrados son mínimos y sólo se refieren a compromisos de compra-venta de toneles y bordelesas. Dado que hemos revisado la mayoría de los protocolos de los notarios sanjuaninos entre 1885 y 1930 buscando, entre otras, esa información, creemos que, salvo excepciones, ello se debe fundamentalmente a que los compromisos de compra-venta y de alquiler de vasija vinaria no se protocolizaban. Una de las excepciones es la de la firma Jaime Colomé y Compañía, la que adquirió 25 toneles de roble de 220 hectolitros cada uno, y que, al promediar la primera década del siglo XX, reconocía una deuda de $ 42.139 m/n (92.707 francos) con Adolphe Fruhinsholz (APJSJ, notario Guillermo Mallea, 1904, tomo I, f. 54, escritura 28, 17-03-1904) (7).

Las tonelerías ubicadas en el interior de las bodegas

Además de las tonelerías autónomas, principalmente ubicadas en Capital y Desamparados y en algunos departamentos contiguos, existieron las tonelerías ubicadas en el interior de las bodegas, cuyos propietarios eran los propios bodegueros. En general, estas últimas eran las que demandaban más trabajadores. La cantidad de toneleros que trabajaba en las tonelerías localizadas en el interior de los establecimientos vinícolas era variada y dependía de su capacidad instalada para elaborar la bebida. A medida que avanzaba el modelo vitivinícola, se levantaban bodegas con mayor capacidad instalada, lo que se traducía en mayores requerimientos de vasijas vinarias para los distintos usos, en particular para el transporte del vino a granel hacia Buenos Aires y el litoral; consecuentemente, ello demandaba mayor cantidad de trabajadores en los establecimientos vitivinícolas.

En la región vitivinícola, bodegueros sanjuaninos fueron pioneros en la importación de vasija europea. En efecto, a comienzos de la década de 1880, Marenco y Cereseto, a la sazón únicos dueños de la bodega fundada en 1876 por Luis Bergallo y Cía, importaron de Burdeos 100 toneles y 11 pipones de roble de gran capacidad (Boletín mensual del Departamento de Agricultura, tomo VI, Buenos Aires, 1882). Esto indicaría probablemente que debían trabajar varios toneleros en el establecimiento, aunque no cualquiera de ellos estuviese en condiciones técnicas para reparar toneles, que son vasijas de gran tamaño. La bodega Rivadavia, de Cayetano Devoto, ocupaba en 1897 doce toneleros durante todo el año, pero incorporaba trabajadores temporarios para armar las bordelesas de vino que producía anualmente (entre 1500 y 2000 unidades) (La Provincia, 27-03-1897). A medida que se consolidaba el modelo vitivinícola, las bodegas de mayor capacidad instalada de la región funcionaban en Mendoza, por lo que una cierta cantidad de sus tonelerías empleaban varias decenas de toneleros (Antonio Tomba, Arizu, Giol, Escorihuela…); Antonio Tomba llegó a tener cien toneleros trabajando en su taller. Aunque no llegaban a esa cantidad, en San Juan también existían algunas bodegas que requerían muchos trabajadores. Así, por ejemplo, la bodega Colón, de Santiago Graffigna, uno de los principales empresarios vitivinícolas de la provincia, ocupaba en 1916 cuarenta toneleros en su establecimiento de Desamparados (La Nación, número especial, 9 de Julio de 1916). 

Los censos nacionales registraron 165 toneleros en 1895 y 256 en 1914 en todo el territorio provincial. Entre ambos censos, una fuente privada, la Guía Best, editada en Mendoza, consignaba en 1904 la existencia de 115 toneleros en San Juan (Pérez Romagnoli, E., 2008) (8).

Los comerciantes de vasija

Desde comienzos de la especialización vitivinícola, el vino de mesa elaborado en la región era transportado por ferrocarril en cascos de madera hacia los centros de consumo. De allí que las bodegas, al menos las principales, procuraban proveerse de la vasija necesaria al momento de la comercialización. Por diversas razones, los envases de vidrio eran escasamente utilizados y sólo al transcurrir la década de 1920, se inicia lentamente, y de un modo desigual según las bodegas, su mayor uso en las dos provincias vitivinícolas (9). Desde principios de la especialización vitivinícola, ello coadyuvó a la constitución de un negocio de la madera y de los envases que reconocía varios actores. Uno de ellos eran los comerciantes de vasija.

Al promediar la década de 1880 ya se registra el accionar de comerciantes de madera para toneleros y de vasijas asentados en los departamentos de Capital y Desamparados (El Ciudadano, 19-12-1885; 06-03-1886; 14-03-1886; 07-10-1886; 03-03-1887). Y a comienzos del siglo XX también se los encuentra en departamentos contiguos (Concepción, Santa Lucía). Se trataba de negociantes que ofrecían los envases en periódicos capitalinos, a veces anónimamente. Operaban con vasija nueva o usada. En los casos en que explicitaban la clase de madera comercializada, indicaban tanto la de roble como la madera local, álamo criollo en la mayoría de los casos. Los socios Saiz y Urcullu y Storni y Rovelli (ambos a fines del siglo XIX) y Díaz y Urcullu y los hermanos Storni (a principios del XX), aparecen en periódicos como comerciantes de vasija vinaria durante varios años. En 1890, Miguel Cuttica, quien afirmaba que operaba en el mercado sanjuanino desde 1870, ofrecía sus vasijas asegurando que era madera seca (10).

Entre los comerciantes de vasija debe incluirse a algunos bodegueros locales, aunque en ocasiones la información no permite conocer si realizaban un negocio esporádico o permanente. Así, por ejemplo, en 1888, Ignacio Segundo Flores, con bodega y establecimiento de pasería (producción de pasas de uva) en el departamento de Trinidad, entre los objetos que ofrecía a la venta incluía toneles para fermentar, además de pipas, pipones, bordelesas, cuarterolas y flejes nuevos y usados (11) (El Ciudadano, 12-04-1888). La bodega General San Martín, de David Bellagamba e Hijos, en el departamento de Santa Lucía, ofrecía pipas y medios pipones (La Unión, 10-12-1898). En 1905, Luis Ligoule vendía foudres (12) y pipones en su bodega de Desamparados (La Provincia, 25-04-1905).

Una práctica bastante frecuente durante esos años en San Juan -también en Mendoza- era la del trueque de distintos tipos de envases de madera por vino o uva. Inclusive, la realizaban productores de vasija, como José Oliver (13). Miguel Daneri, con bodega en Desamparados, entregaba en 1897 dos mil bordelesas armadas a cambio de vino francés y uva criolla (La Provincia, 20-09-1907). El establecimiento La Carolina permutaba, en 1903, pipones por uva y la bodega La Catalina, de Copello y Compañía en el departamento Trinidad, proponía el trueque de toneles y pipones por vino o uva criolla o francesa (La Unión, 12-01-1903 y La Ley, 31-03-1903). En 1907, Santiago Graffigna vendía o cambiaba 50 toneles y 500 pipones de roble por vino blanco (La Provincia, 20-09-1907). Al año siguiente, los hermanos Echegaray y los hermanos Del Bono vendían vasijas en sus respectivas bodegas; los segundos indicaban que se trataba de toneles de álamo de 60 hectolitros, que también podían ser permutados por vino blanco.

Además de los negociantes de vasija, existían los que únicamente o principalmente comercializaban madera para envases. Las ofertas incluían maderas locales como el álamo criollo (Populus nigra) y el algarrobo (Prosopis flexuosa) (La Reforma, 18-03-1895; La Provincia, 10-03-1903 y 17-11-1904; El Orden, 30-05-1906) y a veces de otras regiones, como en el caso del caldén (Prosopis caldenia), traído de la pampa seca (crece en extensiones de la provincia de La Pampa y en parte de la de San Luis) y utilizado particularmente para fondo de bordelesas, aunque en ocasiones era también ofrecido para duelas. En 1903, la bodega de Guillermo Yanzi vendía toneles de roble, álamo y caldén pero en la fuente no está claro si este último formaba parte del fondo o todo el recipiente estaba armado con su madera (La Ley, 12-03-1903). El algarrobo ofrecido para fondo de bordelesas tenía a veces un origen extra-provincial (14).

Aunque las fuentes consultadas tampoco nos han proporcionado mucha información, la obtenida hasta ahora, sin embargo, indica que hubo tonelerías de Mendoza que comercializaban sus vasijas en la provincia vecina, suministrándolas principalmente a las bodegas. Una de las proveedoras era la sociedad Lamacchia Hermanos y Compañía, quien tuvo como cliente a Meglioli Hermanos, con bodega en Angaco Norte (APJSJ, notario D. P. Young - L. S. Lima, 1920, tomo 6, f. 1791, escritura 823, 23-06-1920) (15). Asimismo, comerciantes de envases y bodegueros de Mendoza anunciaban la venta de vasija en periódicos de San Juan. Entre los primeros, figura Juan Brícoli, con negocio en la capital, y entre los bodegueros, Calise Hermanos, con bodega en Godoy Cruz (La Provincia, 14-11-1907; Diario Nuevo, 03-02-1917).

Algunos problemas

La actividad tonelera debió enfrentar diversas dificultades en sus comienzos. Un problema existente en las primeras décadas para diversas actividades directamente vinculadas con la especialización vitivinícola fue la carencia de mano de obra, especializada o no (16). La tonelería no escapó a esa característica. Eran frecuentes los pedidos para incorporar toneleros efectuados por las bodegas de diferente tamaño de capacidad instalada de producción vínica y también por algunas tonelerías autónomas, la mayoría de las veces explicitando incentivos económicos. Así, por ejemplo, en 1890 la firma Castro y Compañía, en Caucete, ofrecía buena paga a los toneleros que requería (El Ciudadano, números de mayo de 1890). En el mismo departamento, la empresa vitivinícola Uriburu y Médici, en 1895 demandaba toneleros y ofrecía abonarles buenos sueldos y en moneda nacional (La Unión, 16-02-1895) (17). Esto segundo no es secundario, pues durante la década de 1890 los empresarios sanjuaninos pagaban los salarios con letras de tesorería del Estado provincial, depreciadas ante la moneda nacional. Ello no atraía a los trabajadores inmigrantes, quienes preferían radicarse en Mendoza o migrar hacia esta provincia (18). De cualquier manera, bodegueros de Mendoza demandaban toneleros en periódicos de San Juan; uno de ellos era Honorio Barraquero (La Provincia, 05-02-1897).

La bodega de Langlois Hermanos, ubicada en el departamento de Pocito, la de Santiago Graffigna, en el departamento de Desamparados, y la de Graffigna Hermanos, en Concepción, demandaban toneleros en 1904, y al año siguiente Santiago Graffigna reiteraba el pedido para trabajar barriles y toneles grandes (La Provincia, 23-04, 04-05 y 26-07-1904; 22-08-1905) (19), recipientes, estos últimos, que exigían trabajadores experimentados. Otro empresario que necesitaba toneleros era Enrique Hagman en 1908 (La Provincia, 03-09-1908). En la década siguiente, en los periódicos locales se reiteraban los avisos para emplear toneleros al aproximarse la cosecha de la uva. En 1916, la mencionada bodega de Copello necesitaba oficiales toneleros y Santiago Graffigna solicitaba toneleros para su bodega ubicada en el departamento de Desamparados. Similar era -tres años más tarde- la demanda de Salvador López, en Concepción, ofreciéndoles pagar al día o por tanto (Diario Nuevo, 28-03-1916 y 23-03-1919; Debates, 21-02-1916).

Algunos armadores de vasijas dueños de pequeñas unidades artesanales de producción también debían enfrentar la carencia de obreros especializados. En 1886, Lorenzo Paredes solicitaba cuatro oficiales toneleros para su Tonelería Argentina, y casi diez años después José Oliver también demandaba oficiales toneleros y carpinteros, y en 1905, además de producir bitoques (20), solicitaba un tornero para que construyera tapas para bordelesas (La Provincia, 05-02-1897; El Orden, 18-01-1905).

Pero también los propios toneleros ofrecían sus servicios, coexistiendo con anuncios referidos a demandas. Aunque hay ejemplos desde fines de la década de 1890, ello ocurrió sobre todo a partir de la primera década del siglo XX.

Los conflictos: las huelgas de los toneleros de las bodegas

Aunque de aparición más tardía con relación a Mendoza, el principal conflicto fue el de las huelgas de los toneleros de las tonelerías ubicadas en el interior de las bodegas. Las primeras huelgas de los toneleros registradas en San Juan se produjeron al finalizar la segunda década del siglo XX, cuando ya se habían organizado en su gremio (Pérez Romagnoli, E., 2008) (21). A comienzos de 1919 se formó la Sociedad Cosmopolita de Trabajadores, desempeñando los toneleros un rol relevante en su organización (Pérez Romagnoli, E., 2008). Al año siguiente entraron en huelga los toneleros y demás trabajadores de la empresa La Germania, quienes, entre otros reclamos, demandaban aumento del salario, paga doble el domingo, abolición del trabajo a destajo, reconocimiento del 1 de mayo como feriado y la misma remuneración para hombres y mujeres por igual trabajo, reivindicación de avanzada para la época en la región (Pérez Romagnoli, E., 2008). Probablemente había toneleros entre los 41 obreros despedidos por la bodega "Páez, Espinoza y Cía" a comienzos de 1923. Rechazaban que la empresa los hiciera trabajar entre 10 y 11 horas y se habían atrevido a solicitar que los dueños respetaran el horario de trabajo de ocho horas diarias "reconocidas por todos los industriales de la provincia" (Debates, 27-01-1923).

Al promediar 1920 se produjo una huelga de los toneleros en el establecimiento Ladriana, de Blas Polloni, ubicado en Concepción. Probablemente este fue el primer conflicto en el que intervino la recién constituida Sociedad de Obreros Toneleros de San Juan. La causa fue el maltrato dispensado por el capataz a los trabajadores, quienes entraron en huelga al año siguiente en la misma bodega pero, en esta ocasión, porque Polloni se negó a aceptar las demandas que los toneleros incorporaron en el pliego de peticiones. Casi al mismo tiempo, cuando se realizaba la cosecha de 1921, se registraron huelgas en otras bodegas. Primero en el establecimiento de Juan Galmarini, en Caucete. El empresario no cumplía con el salario estipulado en el pliego de condiciones vigente. Después, en mayo, los huelguistas fueron los obreros de tres bodegas líderes en la época: La Germania, Graffigna y Meglioli. Si bien la protesta comprendió a todos los trabajadores de viña y bodega, el de los toneleros fue el sector más combativo y el que mantuvo durante más tiempo el conflicto. Ni siquiera el mediador -un importante directivo- enviado desde Buenos Aires por el Centro Vitivinícola Nacional pudo destrabar el conflicto con prontitud (22). Durante la cosecha de 1927, los toneleros de la bodega El Globo se unieron a la huelga de los demás trabajadores de la empresa (La Reforma, 23-03-1927).

Los toneleros que invirtieron fuera de la actividad

Si bien para San Juan las fuentes no son muy bondadosas en lo concerniente a la cantidad de ejemplos (no ocurre lo mismo para Mendoza), hemos encontrado toneleros que destinaron parte de lo acumulado con su trabajo a otras actividades económicas y realizaron inversiones en tierras e inmuebles. No es extraño que entre ellos aparezca José Oliver, de dilatada trayectoria en el departamento Capital, como dijimos. Además de dedicarse a filtrar vinos donde lo solicitasen (La Provincia, 12-01-1903), desde la primera década del siglo XX, encontramos a Oliver como comprador y vendedor de terrenos, cultivados e incultos, en algunos casos en sociedad (23). Al principiar el siglo XX, José Baistrocchi era vitivinicultor en el departamento de Trinidad (http://www.fundaciónbataller.org.ar).

Metalúrgicos regionales y tonelerías

Aunque escasos, en el período abordado hay ejemplos de metalúrgicos regionales que produjeron instrumentos solicitados tanto por bodegueros como por toneleros para el armado y terminado de las vasijas. Uno de ellos fue el austriaco Antonio Fabián, radicado en la ciudad de San Juan a mediados de la década de 1880. En 1899 proponía la adquisición del vaporizador construido en su taller (La Provincia, 10-01-1899) (24). También en la década de 1890, talleres metalúrgicos de Mendoza publicitaban en periódicos de San Juan los instrumentos para la vitivinicultura que ellos producían, en la mayoría de los casos imitando los modelos importados desde países europeos. Además de los destinados a la elaboración del vino y alcohol vínico, entre esos bienes industriales se encuentran las máquinas para lavar bordelesas y cubas salidas del establecimiento de los catalanes Antonio Baldé y Gil Miret, localizado en la capital mendocina. A comienzos del siglo XX, el mismo taller producía una prensa para marcar a fuego el fondo de los cascos (Pérez Romagnoli, E., 2008).

Aunque no está relacionado directamente con la producción de vasijas de madera, un aporte interesante fue la innovación de Fernando De Lara, con taller en la ciudad de San Juan desde comienzos de la segunda década del siglo XX. Se trata de su aparato para limpiar bordelesas y otros recipientes de madera similares, patentado en 1931 (patente 35164, Patentes y Marcas, 1931). Su importancia radica en que la función del instrumento era mejorar la extracción de residuos de la vinificación adheridos en la superficie interna de los recipientes. Los residuos constituyen parte de la materia prima para la producción de ácido tartárico, un insumo demandado por la vinicultura regional y que son la base de una actividad derivada de la fabricación industrial de vino.

Palabras finales

Hemos procurado presentar una síntesis sobre la tonelería en San Juan en los comienzos de la especialización vitivinícola. Hubo artesanos nacionales pero el impulso a la actividad provino del decisivo aporte de los toneleros inmigrantes, conocedores del oficio desde sus países de origen, destacándose los toneleros españoles. Hubo tonelerías autónomas pero la mayoría de los trabajadores fueron ocupados por las tonelerías localizadas en el interior de las bodegas. La vitivinicultura moderna generó un mercado de envases de madera, incluyendo vasija usada de diferente tamaño. Además de bodegueros, en ese comercio participaban comerciantes exclusivos de los distintos tipos de recipientes y quienes sólo negociaban la materia prima para bordelesas y similares. Los conflictos sociales relacionados con toneleros que trabajaban en las tonelerías de las bodegas se registraron tardíamente en relación con Mendoza, donde la organización de estos trabajadores precedió notablemente a la de San Juan. Las primeras huelgas de los toneleros sanjuaninos se registraron al empezar la tercera década del siglo. Hubo una respuesta de metalúrgicos locales a la demanda de ciertos instrumentos requeridos por la tonelería, relación que revela un vínculo entre las dos principales actividades inducidas por la vitivinicultura moderna.

¿Los toneleros? Al incorporar el ferrocarril el empleo de vagones tanques desde los años 1930 para la comercialización del vino y al difundirse su envasado en vidrio (botellas y damajuanas) desde la década de 1940 (dos de los principales usos que demandaban el trabajo de los toneleros), fue disminuyendo el número de tonelerías ubicadas en el interior de las bodegas, hasta desaparecer como un taller integrante de esos establecimientos. Hoy, el oficio de tonelero está prácticamente extinguido en la región. En la segunda modernización de la vitivinicultura, iniciada en la década de 1990, jugaron un papel central los capitales extrarregionales, nacionales y extranjeros. Ello implicó, ente otros aspectos, la expansión de la viña en áreas hasta entonces marginales, la adquisición de bodegas, la incorporación de tecnología innovadora, la llegada de firmas proveedoras de máquinas y equipos para vinicultura, La presencia de los capitales extrarregionales comprende también el accionar de empresas de tonelería. Son sociedades extranjeras que en particular proveen bordelesas armadas en roble francés o norteamericano y también ofrecen el servicio de mantenimiento de postventa, principalmente para las firmas que producen vinos finos.

Notas

(1) Entendemos el término región en el sentido atribuido por Mariano Zamorano en su trabajo titulado La geografía de la República Argentina, Editorial Larrousse, tomo II, Madrid, 1967. Son divisiones mayores del territorio argentino según las actividades económicas dominantes y organizadas alrededor de un centro. Cumple también con los otros elementos asignados por Bernard Kayser al término "región geográfica": forma parte de un conjunto -a partir de las relaciones entre sus habitantes o relaciones internas- y se vincula con el exterior (Kayser, Bernard, "La región en cuanto objeto de estudio de la Geografía", en George, Pierre, La Geografía activa, Ariel, Barcelona, 1966; del mismo Kayser, "La región, revue et corrigée", en Hérodote, nº 33/34, La Découverte, Paris, 1984. En la región vitivinícola argentina, la ciudad de Mendoza es la metrópoli regional, complementada en la estructura urbana por los centros regionales secundarios (ciudades de San Juan y San Rafael) y por centros locales (San Martín, Rivadavia, Junín, Tunuyán, Tupungato, Caucete, Jachal, etc) y por numerosos poblados. Las diferencias en el equipamiento urbano explican las distintas funciones que desempeñan los núcleos. Para la jerarquía urbana de la región vitivinícola, véase el artículo "La enseñanza de la Geografía", escrito por Josefina Ostuni y María Estela Furlani de Civit, hace muchos años pero que no pierde vigencia, en Zamorano, Mariano et al, La Geografía en la República Argentina, Paidós, Buenos Aires, 1968. Los comienzos de la conformación de la región vitivinícola argentina son tratados por Rodolfo Richard-Jorba en la "Introducción" y "Transiciones económicas y geográficas", en Richard-Jorba et al, La región vitivinícola argentina. Transformaciones del territorio, la economía y la sociedad, 1870-1914, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 2006. 

(2) El apellido Wiedenbrüg está relacionado con una de las empresas vitivinícolas más importantes de la región a comienzos del siglo XX. Eran empresarios provenientes de Rosario, dueños de la bodega La Germania, con establecimiento también en Mendoza.

(3) Posteriormente, Concepción y Desamparados fueron incorporados al departamento Capital.

(4) Se denomina duela a cada una de las tablas que forman parte de las paredes curvas de las bordelesas y otros recipientes similares (Diccionario Enciclopédico Salvat). 

(5) El tonel es un recipiente grande, de varios hectolitros de capacidad, empleado en las bodegas y también para el transporte del vino; la bordelesa tiene una capacidad de entre 180 y 225 litros, proveniente del sudoeste de Francia, muy usada en la región ( Pérez Romagnoli, E., 2008).

(6) El periódico se lamentaba por la no participación de "criollos" en la Exposición. Adolphe Fruhinsholz publicitaba sus productos en periódicos sanjuaninos ya en 1895: "Cascos de Fruhinsholz de 220 litros en roble nuevo; se venden armados o desarmados, dirigirse a Paul Reginien y Cía, calle Esmeralda 762, Buenos Aires" (La Unión, 02-03-1895).

(7) El representante de la firma francesa era Salvador Duhalde, residente en Mendoza.

(8) Las guías comerciales e industriales registraban únicamente a quienes pagaban por figurar en ellas. En consecuencia, se considera que en ese año la cantidad de toneleros en la provincia era mayor.

(9) En realidad, preocupados por la calidad, existió un reducido número de empresarios pioneros en la región que embotellaban sus vinos a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Eran principalmente de Mendoza, entre ellos, la bodega Trapiche, que los comercializaba también en damajuanas (El Comercio, 02-09-1901). En 1903, Francisco Civit e Hijos, los embotellaban (El Debate, 14-02-1903). En San Juan, en 1910, parte de la producción vínica de la "Sociedad Anónima Establecimientos Vitivinícolas Uriburu" se vendía en botellas y damajuanas (La Nación, Buenos Aires, 25-05-1910, número especial del Centenario). Entre las causas que retardaron el empleo de los envases de vidrio puede señalarse su costo, encarecido además por el flete ferroviario, ya que esos envases no se producían en la región y provenían de Buenos Aires y Rosario. Otra causa era la fuerte estructura de comercialización, con varios actores interesados (empresas extranjeras proveedoras de roble, comerciantes de vasija, empresa ferroviaria), que se apoyaba en los cascos de madera para la distribución del vino a granel desde la región vitivinícola hacia Buenos Aires y el litoral, donde se encontraban los principales centros de consumo (Pérez Romagnoli, E., 2008).

(10) Indicaba que eran "toneles de 120 a 300 arrobas hechos de tabla que tiene siete años de aserriadura [sic] y construidos por un buen tonelero", con sunchos de buena clase… (El Ciudadano, 10-02-1890). Con "siete años de aserriadura" quería significar que se trataba de manera estacionada, advirtiendo con ello que las duelas no se deformarían una vez construida la vasija.

(11) Las pipas son vasijas con una capacidad variable según los países y en algunos casos según regiones dentro de los países; comprende entre los 240 a más de 600 litros; no hemos encontrado la definición del término pipón, recipiente muy usado en Mendoza y San Juan en el período estudiado; probablemente se utilizaba para designar las pipas de mayor tamaño; la cuarterola es el barril que tiene la cuarta parte de un tonel; en vinicultura, los flejes son las tiras de metal para hacer los aros de las vasijas (Los significados de los términos, simplificados y resumidos, han sido obtenidos del Diccionario de la Real Academia Española y de la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe).

(12) El foudre o fudre es un recipiente para el vino, generalmente de gran tamaño (Real Academia Española); agreguemos que su capacidad varía entre 50 y 300 hectólitros.

(13) "…Se venden tres toneles grandes y dos chicos y bordalesas empaquetadas y armadas, ya sea por dinero o a cambio de uva"… "Tonelería de José Oliver, Rivadavia esquina Los Andes" (La Unión, 22-04-1895). En realidad, José Oliver también comercializaba diferentes tipos de envases que no armaba sino que los adquiría para la venta en su tonelería, nuevos o de primer uso (La Ley, 31-03-1903).

(14) En 1896, en el departamento Capital, Valentín Roldán ofrecía 5000 fondos de bordelesas de algarrobos traídos de Tucumán (La Provincia, 06-11-1896).

(15) Meglioli Hermanos canceló a mediados de 1920 una hipoteca por una deuda de $ 6.254 m/n contraída en 1914 con los Lamacchia por la venta de vasija vinaria. La primera tonelería con ese apellido -hubo varios Lamacchia toneleros, de origen italiano- funcionaba en el norte de Mendoza al iniciarse el siglo XX (Pérez Romagnoli, E., 2008). Probablemente, los Lamacchia abrieron una tonelería en San Juan, pues en 1922 Carmelo Lamacchia, uno de los hermanos toneleros, tenía domicilio en la capital provincial; un protocolo notarial lo registra prestando dinero sin interés a una residente urbana (APJSJ, notarios Julio Maradona y S.S. Vergara, 1922, tomo 1, f. 507, escritura 357, 05-08-1922).

(16) Acerca de las escasez de mano de obra para distintas labores relacionadas con los inicios de la vitivinicultura moderna en la región, véase Richard-Jorba, R., 2006.

(17) Precisaban cinco toneleros para armar piezas grandes, trabajo que sólo podían efectuar obreros bien formados y con mucha experiencia. Una bodega de Caucete solicitaba veinticuatro años más tarde un "tonelero empresario" (Diario Nuevo, 26-03-1919). Otras bodegas que demandaban toneleros entre fines del siglo XIX y comienzos del XX son: Caupolicán Navarro, en el departamento Capital; Langlois Hermanos, en Pocito; Graffigna Hermanos en Concepción; La Germania  en Capital (La Provincia, 03-03-1897; 23-04-1904 y 04-05-1904; 27-01-1909).

(18) Sobre el trabajo pagado con letras de tesorería del Estado provincial véase Richard-Jorba, 2006.

(19) Se infiere del aviso periodístico, que en el caso de Graffigna Hermanos actuaba un intermediario como reclutador.

(20) Los bitoques son los tarugos de madera con los cuales se cierra el agujero de los toneles y otras vasijas (Diccionario Enciclopédico Salvat)

(21) La primera huelga exclusiva de toneleros registrada en Mendoza fue la de los trabajadores de una bodega del departamento de Maipú, en marzo de 1907; la protesta se debió al agregado de una hora de trabajo diaria sin aumento de salario. En 1905, en el departamento Capital habían participado en una huelga junto con otros obreros del gremio de la madera (los carpinteros y obreros de aserraderos).

(22) El mediador del CVN responsabilizaba a los bodegueros sanjuaninos -durante las varias semanas de huelga- debido a su intransigencia ante la solicitud de los toneleros (Revista de Agricultura, Industria y Comercio, nº 190, 25-06-1921). El ejército ocupó varias bodegas temiendo desmanes por parte de los obreros; en la ciudad de San Juan hubo manifestaciones de los huelguistas, quienes se enfrentaron con anti-huelguistas y la policía; hubo un muerto y varios heridos (Victoria,  23-05-1921). La huelga se extendió hasta los primeros días de junio.

(23) Oliver vendió un terreno a José Marín (APJSJ, notario D. P. Young, 1908, tomo 3, f. 890, 22-09-08). Luego vendió al francés Alfonso Leveque (la esposa de Oliver era Leveque) un fundo con casa, parral y terreno para cultivar, ubicado en el departamento de Angaco Norte; se lo había comprado el año anterior al mismo Leveque (APJSJ, notario D. P. Young, 1908, tomo 4, f. 1202, escritura 765, 24-11-1908). Dos años después el tonelero-empresario vendió a Jaimé Farrés un terreno ubicado en Entre Ríos y Libertad, en ciudad (APJSJ, notario R. W. Ayala, 1910, tomo 3, f. 919, escritura 625, 16-11-1910). En 1916 se desprendió de un terreno adquirido el año precedente, de 37 hectáreas, con casa y 13 hectáreas de viña, ubicado en Angaco Norte (APJSJ, notario D. P. Young, 1916, tomo 8, f. 2060, escritura 773, 18-09-1916). En sociedad con Mario Massaccessi, traspasó en 1917 un terreno inculto de 30 hectáreas por  $ 2.000 m/n, ubicado en el departamento de Angaco Norte (APJSJ. notario R. W. Ayala, 1917, tomo 2, f. 458, escritura 337, 14-12-1917).

(24) La vaporización de las paredes interiores de la vasija de madera forma parte de las prácticas para su conservación, junto con el azufrado, el frotado con aceite de lino y otros procedimientos.

Bibliografía

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2) KAYSER, Bernard, "La régio, revue et corrigée", en Hérodote, nº 33/34, La Découverte, Paris, 1984.         [ Links ]

3) OSTUNI, Josefina y FURLANI de CIVIT, María E.: La enseñanza de la Geografía, en: La Geografía en la República Argentina: problemática y enseñanza (ZAMORANO, Mariano et al, comp.). Paidós, Buenos Aires, 1968.         [ Links ]

4) PEREZ ROMAGNOLI, Eduardo: Metalurgia artesano-industrial en Mendoza y San Juan (1885-1930). Mendoza, Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, 2005.         [ Links ]

5) PEREZ ROMAGNOLI, Eduardo: Los guardianes de Baco. Artesanos toneleros e industrias de recipientes de madera en Mendoza y San Juan, 1885-1930. Rosario, Ediciones Prohistoria, 2008.         [ Links ]

6) PEREZ ROMAGNOLI, Eduardo: Vaivenes de un temprano intento de sustitución de importaciones: la producción de ácido tartárico en los comienzos de la especialización vitivinícola, en: Mundo Agrario. Universidad Nacional de La Plata, Vol. 9, Nº 18, 2009.         [ Links ]

7) RICHARD-JORBA, Rodolfo et al: La región vitivinícola argentina. Transformaciones del territorio, la economía y la sociedad, 1870-1914. Bernal, Buenos Aires, Editorial Universidad Nacional de Quilmes, 2006.         [ Links ]

8) RIVERA MEDINA, Ana María: Entre la cordillera y la pampa: la vitivinicultura en Cuyo, Argentina (siglo XVIII). Editorial Fundación de la Universidad de San Juan, San Juan, 2006.         [ Links ]

9) ZAMORANO, Mariano:La geografía de la República Argentina. Editorial Larrousse, tomo II, Madrid, 1967.

Fuentes

1) ARCHIVO DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN (APSJ):Impuestos de patente. Matrícula correspondiente al departamento Capital, 1909.

2) ARCHIVO DEL PODER JUDICIAL DE SAN JUAN (APJSJ):protocolos de los notarios: Ramón W. Ayala, Julio Maradona y S. S. Vergara, Benjamín Cambas Moritán, Guillermo Mallea, Diego P. Young, L. Segundo Lima

3) BOLETÍN MENSUAL DEL DEPARTAMENTO DE AGRICULTURA, tomo VI, Buenos Aires, 1882.

4) DEBATES San Juan: año 1923

5) DIARIO NUEVO San Juan: años 1916-1917-1919

6) EL CIUDADANO San Juan: años 1885-1886-1887-1888-1890

7) EL COMERCIO Mendoza: año 1901

8) EL DEBATE Mendoza: año 1903

9) EL HERALDO San Juan: año 1901

10) EL ORDEN San Juan: año 1906

11) FUNDACIÓN BATALLER: htpp//wwwfundaciónbataller.org.ar. Fecha de consulta 10-12-2010.

12) LA LEY San Juan: año 1903

13) LA NACIÓN Buenos Aires: números especiales del 25 de mayo de 1910 y del 9 de Julio de 1916.

14) LA PROVINCIA San Juan: años 1896-1897-1899-1903-1904-1905-1907-1908-1909.

15) LA REFORMA San Juan: años 1895-1927

16) LA UNIÓN San Juan: años 1895-1896-1898-1903.

17) NUEVA ERA San Juan: año 1923

18) PATENTES Y MARCAS: Ministerio de Agricultura de la Nación, Buenos Aires, 1900-1932.

19) REVISTA DE AGRICULTURA, INDUSTRIA Y COMERCIO. Centro Vitivinícola Nacional, Buenos Aires, 1921, Nº 190.

20) VICTORIA Mendoza: entre 1921 y 1930.

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