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Estudios Socioterritoriales

versión On-line ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.17  Tandil jun. 2015

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

Los junqueros de las islas del delta del Paraná: sujetos emergentes en un territorio amenazado

The junqueros of the Paraná delta islands: emerging subjects in a threatened territory

 

Astelarra, Sofía(*)
Domínguez, Diego(**)

 

(*)Cursando el Doctorado en Ciencias Sociales. Licenciada en Sociología.
Grupo de Ecología política, comunidades y derechos (GEPCYD), Instituto de Investigación Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Pte. J. E. Uriburu Nº950, 6º piso (C.P. C1114AAD), ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
sofiastelarra@hotmail.com

(**)Doctor en Ciencias Sociales. Investigador Asistente CONICET
Grupo de Ecología política, comunidades y derechos (GEPCYD), Instituto de Investigación Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Pte. J. E. Uriburu Nº950, 6º piso (C.P. C1114AAD), ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

Recibido: 03 de marzo de 2015
Aprobado: 16 de junio de 2015


Resumen

Durante las dos últimas décadas, los escenarios rurales se caracterizaron por un intenso incremento de la apropiación privada y la explotación de los bienes comunes y los ecosistemas, a la vez que por una creciente conflictividad social. Se trata de procesos de reconfiguración territorial y disputa que evidencian la emergencia y visibilizan la existencia de sujetos colectivos portadores de territorialidades singulares, capaces de proyectarlas en el espacio público. En este marco, indagaremos la emergencia, en el ámbito público, de un sujeto social invisibilizado: los junqueros de la primera sección de islas del delta del Paraná, ubicada en el partido de Tigre, Argentina. Históricamente, los junqueros, como parte de las poblaciones isleñas, han ido conformando un singular modo de vida, de producción y de saberes, que está siendo vulnerado y amenazado debido a la reconfiguración territorial de los espacios rurales.

Palabras clave: Junqueros, Delta del Paraná, Territorio, Modo de vida

Abstract

Through out the last two decades, rural settings were characterized by an intense increase of private ownership and common goods and ecosystems exploitation, as well as by a growing social unrest. It is territorial rearrangement processes and dispute that show the emergence and make visible the existence of collective entities, carrying unique territorialities, able to project them in public space. In this framework we will investigate the emergence-in the public sphere- of an invisible social subject: the junqueros of the first section of the Delta Islands located in the Tigre, Argentina. Historically, junqueros, as part of island populations, have shaped a unique way of life, production and knowledge, which is being violated and threatened as a result of the territorial rearrangement of rural areas.

Keywords: Junqueros, Paraná delta, Territory, Way of life


Introducción

Los procesos de reconfiguración territorial y reorganización productiva acaecidos en las últimas décadas en las Islas del Delta del río Paraná, principalmente en la Primer sección de islas, partido de Tigre (Imagen Nº1), se relacionan con los recientes conflictos por la tenencia de la tierra y por el ambiente, que han visibilizado la existencia de un sujeto social que ha estado relativamente invisibilizado. En efecto, los conflictos por la significación social de la naturaleza y apropiación del territorio en esta región han puesto en escena pública una serie de discursos sobre el derecho de las poblaciones isleñas y su modo de vida, sostenido -entre otros sujetos- por aquella porción que se reconoce bajo la identidad del "junquero" o "hunquero"(1). En este trabajo indagaremos entonces el modo de vida de los isleños junqueros que habitan un espacio singular como el Bajo Delta del Paraná.


Imagen Nº1.
Área de la investigación: 1ª sección de islas del Delta del Paraná, Tigre.

Fuente: elaboración personal a partir de Google Earth (2015)

Específicamente centraremos nuestro análisis en torno de las formas de vida y de producción de las poblaciones que se identifican como "junqueros", dando cuenta del encadenamiento productivo del junco así como de los conocimientos y saberes que han construido en el vínculo con las islas y el humedal.

Para dar cuenta de lo anterior, la metodología que hemos utilizado es de tipo cualitativa ya que permite centrarnos en la perspectiva del actor (Guber, R. 2001), es decir, en aquellas enunciaciones, sentidos y significaciones que son relevantes para la vida de los actores o sujetos sociales, dado que éstas configuran sus mundos de vida y se imbrican en sus prácticas cotidianas.

Las técnicas de recolección de información han sido: entrevistas en profundidad, observaciones participantes y notas de campo. Además, hemos realizado recorridos y registros etnográficos. Estos registros han sido recabados durante el periodo de 2010-2014, siendo sistematizados en los últimos dos años. Además, se han analizado otras fuentes secundarias tales como notas de periódicos nacionales y locales; por último se realizó una revisión en la bibliografía específica para la zona de estudio.

El marco de análisis se inscribe dentro del campo de la ecología política (Leff, E. 2006; Alier, J. 2004; Alimonda, H. 2011, Escobar, A. 2005, entre otros) y los estudios territoriales (Santos, M. 1994, Porto-Gonçalves, C W. 2002, Haesbaert, R. 2004) en sintonía con la construcción de una epistemología del sur (De Sousa Santos, B. 2006). Para ello retomamos la propuesta de la sociología de las ausencias (De Sousa Santos, B. 2006), a partir de la cual se lleva a cabo una visibilización y traducción de la experiencia de los sujetos y sus realidades históricamente producidas como ausencias. Desde esta posición buscamos dar cuenta de la complejidad, multiplicidad y multidimensionalidad, que configura a dichas realidades singulares, en este caso los isleños junqueros, a partir de la voz de los propios sujetos y del registro de sus mundos de vida.

Según Arturo Escobar ,la relación entre sujeto-territorio, humanidad-naturaleza, puede ser entendida en tanto articulación entre la historia y lo biológico, donde ambas están mutuamente implicadas a través de prácticas y mediaciones culturales:

"[-] cada articulación tiene su historia y especificidad y está relacionada a modos de percepción y experiencia, determinados por relaciones sociales, políticas, económicas y de conocimiento, y caracterizada por modos de uso del espacio, condiciones ecológicas y otras. La tarea de la ecología política será delimitar y caracterizar estos procesos de articulación", a los que denomina "regímenes de naturaleza" (Escobar, A. 2005: 281).

Consideramos que interpretar esa relación en términos de articulación entre la historia y lo biológico nos permite salir de la dicotomía sociedad-naturaleza, heredada de una mirada desde la modernidad-colonialidad, para abrirnos a la multiplicidad de una realidad visible en las singularidades.

Otro concepto que conforma nuestro abordaje es el de metabolismo social rural (Toledo, V. 2008) como categoría que nos permite dar cuenta de la interacción entre los isleños que se dedican a la actividad del junco y el ecosistema del humedal. Interacción que sucede de manera directa, estableciéndose mediaciones sociales, técnicas y culturales que van cambiando a lo largo del tiempo. A su vez, podemos situar este metabolismo rural dentro de un tipo de articulación de lo histórico y lo biológico, donde, como veremos, se configuran tanto los modos de utilización del espacio y de relación con los condicionantes ecológicos, como los modos de percepción y experimentación, constituyendo un modo de vida singular.

Finalmente, entendemos que la noción de modo de vida (Shanin, T. 2008) es pertinente para abordar estas realidades puesto que presupone contemplar el acervo cultural, los conocimientos locales, las prácticas socio-económicas configuradas históricamente, y todo ello en relación con un ecosistema determinado (Escobar, A. 2005).

En síntesis, a partir del campo teórico práctico de la ecología política y los estudios territoriales, el objetivo de este artículo será indagar la articulación o metabolismo social propio del modo de vida de los junqueros. Contribuir con el hecho de hacer presente una experiencia invisibilizada, para interrogarnos acerca de otros modos posibles de articulación de lo histórico y lo biológico en el presente, así como en un futuro.

Hemos organizado el artículo presentando, en primer lugar, las transformaciones territoriales y sociales relacionadas con los procesos de reconfiguración territorial y reorganización productiva que vienen sucediendo en la Primer Sección de Islas. En segundo término daremos cuenta del encadenamiento productivo en el que están insertos los junqueros. Luego, nos adentraremos en el modo de uso del espacio de los isleños junqueros en el cual el vínculo con el ecosistema es directo; asociado a la creación del lugar, así como su percepción, experiencias vitales y afectivas referidas a la configuración de su modo de vida. Finalmente, concluiremos con interrogantes que surgieron en torno del análisis del modo de vida, tanto de los isleños junqueros, como también del territorio.

Transformaciones territoriales y sociales en la Primera Sección de Islas

La singularidad ecosistémica del Delta, se conjuga con la singularidad que han adquirido a lo largo de la historia las formas de vida dentro de las islas, asociadas también a los intercambios con la ciudad de Buenos Aires y, actualmente, el área metropolitana. Es decir, las articulaciones entre, por un lado, el ecosistema del humedal -que colabora con la reproducción de la estructura ecosistémica de la totalidad de la Cuenca del Plata, y a su vez que genera servicios ambientales fundamentales (2) -; por otro, el modo de apropiación, uso y control sobre dicho espacio por parte de la población local -asociado a experiencias vitales, percepciones, discursos y prácticas culturales- y; por último, la interacción entre las islas y la ciudad.

En sus investigaciones, Galafassi (Galafassi, G. 1999, 2000, 2005) ha caracterizado los distintos modelos productivos y la relación que se establece con el ecosistema en cada uno, sosteniendo que "la permanencia y formas de asentamiento han estado directamente vinculadas a los tipos de utilización de la tierra" (Galafassi, G. 2000). Este autor distingue tres períodos históricos a los que hemos agregado un último referido a los procesos de las últimas décadas. El primero transcurre entre los siglos XVIII y XIX, y se caracterizó por la extracción y modificación directa del monte blanco o nativo, utilizados como madera, leña y carbón, y la explotación de la fauna, cuyo destino era la incipiente ciudad de Buenos Aires. La población era principalmente de origen criollo, se ubicaba de forma dispersa en el territorio, y no existía régimen de tenencia de la tierra bajo intervención estatal (3).

El segundo período fue entre fines del siglo XIX y mediados del XX, momento en el que comienza el gran proceso de transformación del ecosistema natural ya que se consolida el cultivo intensivo de frutales y hortalizas, se introduce el mimbre y la plantación de sauce y álamo. En esta época el asentamiento era permanente y comienza a poblarse de manera continua ya que había disponibilidad de tierras fértiles para la producción y la vida. La cercanía a la ciudad favorecía la creación de un mercado de venta de los distintos productos. A los sujetos sociales encargados de la producción se los ha definido como unidad familiar isleña (Galafassi, G. 1999, 2000, 2005). Para el caso de la primer sección del Delta las quintas eran en su mayoría de 2 a 20 ha., pequeñas en comparación a las de la segunda sección que podían llegar a 1.000 ha. La organización del trabajo era familiar, solo en momentos de cosecha podía requerirse mano de obra extra predial y el nivel de tecnificación era bastante bajo ya que el uso de mano de obra era intensivo.

Hasta 1960 la zona era la principal productora de mimbre del país, el que era utilizado para confeccionar cestos para el traslado y la comercialización de la fruta. Los sujetos encargados de producirlo también eran unidades productivas isleñas que alternaban con plantación y corte de maderas (sauce y álamo), entre otros trabajos temporarios. Dentro de la cadena productiva del mimbre, otro insumo utilizado para la elaboración de los cestos era el junco.

A principios del siglo XX, el Delta se constituye como un espacio recreativo para las personas que gustaban del río y de los deportes acuáticos como el remo, y se consolida como uno de los primeros destinos turísticos locales reconocido a nivel provincial y nacional, en el que los sectores de altos ingresos tenían sus casas de fin de semana. Los sindicatos contaban, y cuentan aún, con espacios para que los trabajadores de sectores medios y populares, puedan disfrutar con sus familias de un momento de recreación o de sus vacaciones.

En este período, el Delta se caracterizó por ser el primer productor de frutales y hortalizas para el área metropolitana y la Ciudad de Buenos Aires. Su rasgo significativo fue que en esa particular relación con el espacio geográfico (el Delta) se configuraba como un modo de vida de tipo isleño, en el cual se generaba una identidad de "islero" o "isleño" asociada a una vida rural, a la producción de alimentos, la recolección de junco, la caza y pesca, la plantación de álamo y de mimbre, además del permanente contacto con los ríos y arroyos (Astelarra, S. 2011, 2014) (4).

El tercer período transcurre desde mediados del siglo XX hasta finales del mismo. Se produce un proceso de crisis del modelo de producción fruti-hortícola generado por un lado, por el surgimiento de otras zonas de producción de frutales más especializadas y adaptadas a estas nuevas formas de organización de la producción internacional, como San Pedro o el Valle de Río Negro (Galafassi, G. 2005). Por otro lado, en 1959 se produce la "gran inundación" que duró aproximadamente tres meses y que impactó negativamente en los montes de frutales.

En yuxtaposición comienza a incentivarse la producción forestal a gran escala que implicaba mayor concentración de la tierra y un cambio en el patrón de producción y uso del suelo. Arriban a las islas grandes empresas forestales como Papel Prensa SA, entre otras, que arriendan las tierras abandonadas por los isleños o bien les pagaban para sacar el monte frutal y plantar sauce y álamo para forestación. En unas décadas, cambia el patrón productivo y el tipo de organización del trabajo, ya que requería menos mano de obra al no necesitar trabajo constante sobre el cultivo y por utilizar agroquímicos.

Este cambio productivo implicó transformaciones en el tipo de uso del suelo y por ende la intervención sobre el ecosistema. La nueva técnica productiva era la realización de endicamientos lo que permitía regular las crecidas, bajantes e inundaciones. Esto supuso "mayor transformación del ecosistema y un gran proceso de emigración de población, (como consecuencia del cambio productivo) y aparición de unidades productivas de tipo ‘empresa'" (Galafassi, G. 2005)

En la década de 1990 la producción de frutales había sido abandonada completamente, por lo tanto decayó también la producción de mimbre y recolección de junco dado que habían tenido mayor auge, al estar asociadas a la producción fruti-hortícola en la elaboración de los cestos para el transporte. Sin embargo, estas actividades lograron sostenerse -aunque en menor cuantía- ya que pasaron a formar parte del rubro "artesanías locales" destinadas principalmente a la venta de productos para consumo urbano; lo que permitió que muchos productores pudieran seguir subsistiendo pese al cambio del patrón productivo dominante.

Finalmente, el último período abarca desde fines del siglo XX hasta la actualidad. Aquí se produce un proceso de reconfiguración territorial en el área metropolitana que repercute en las islas. Este proceso se combina con que en la última década, el Delta del Paraná continúa siendo re valorizado socialmente, tanto en su importancia ecosistémica por ser un humedal (5), como en términos de valorización paisajística. Esta última se asocia al paisaje, tanto en términos de espacio de recreación y esparcimiento, como en términos de plus de valor para el arraigo del capital inmobiliario. Al estar a sólo 60 km de una de las principales ciudades de Latinoamérica se ha consolidado como un atractivo turístico a gran escala y como zona de inversión para mega emprendimientos inmobiliarios y turísticos.

Al respecto, Ríos y Pírez analizan el proceso de producción del espacio urbano en el Partido de Tigre en la última década del siglo XX, señalando que se dan dos procesos, por un lado la urbanización popular o informal y, por otro, la urbanización privada asociada a las urbanizaciones cerradas (UC) en áreas anegables como el humedal. Registran la instauración de un patrón de producción del espacio asociado a la valorización inmobiliaria del suelo rural y al predominio del capital inmobiliario (Ríos, D. y Pírez, P. 2008). Por su parte, Pintos y Narodowski coordinan distintos artículos que desde la Geografía Urbana, la Ecología y la Economía, analizan los efectos del urbanismo privado en humedales de la cuenca baja del río Luján (Pintos, P. y Narodowski, P. 2012). Estos antecedentes permiten contextualizar el proceso de urbanización vinculado al predominio del capital inmobiliario, cuya consecuencia es el avance de los proyectos de UC o urbanismo privado en la cuenca y, por tanto, generaron las condiciones de posibilidad para su avance en la primera sección.

En las islas, este avance del urbanismo privado y el consecuente predominio del capital inmobiliario-financiero tiene como efecto, por un lado, la instalación de mega emprendimientos habitacionales y, por otro, de mega emprendimientos turísticos (en sus diferentes modalidades: de transporte fluvial, hospedajes, spa hotel, etc.). El territorio insular se transforma en varios aspectos: la privatización de costas, canales navegables y arroyos; geomorfológicamente se cambian los niveles de cota con rellenos, polderización o terraplenes. En términos de reorganización productiva la prestación de servicios a terceros (mantenimiento de parques y jardines, muelles, tablestacadas, construcción y turismo) o el "sector servicios" se instalan como modalidades productivas para los pobladores locales, cambiando la forma de producción local previa (6).

Estos procesos vienen transformando el territorio, poniendo en riesgo o amenazando la posibilidad de reproducción tanto de la estructura ecosistémica del humedal, como las formas de vida y de producción local. Como consecuencia, en los últimos años han surgido diferentes conflictos registrables en la escena pública. El emblemático caso de "Colony Park" denominado así por la prensa local-nacional y por las organizaciones sociales y ambientales locales, emerge en la escena pública en el año 2008 (7). Es el primer conflicto ambiental-territorial entre familias isleñas junqueras, organizaciones sociales-ambientales-locales y un mega emprendimiento de urbanización cerrada: Colony Park SA. A partir de este conflicto aparecieron en la escena pública los isleños junqueros defendiendo su territorio y su modo de vida y de producción frente al avance de estos mega emprendimientos y la anuencia gubernamental. La singularidad de esta emergencia pública implicaba la reivindicación de un modo de vida que pervivía en las islas y antes que devenir en postal turística, reclamaba su derecho de existencia.

El encadenamiento productivo asociado al junco: la economía del junco

Tal como puede leerse en la reconstrucción de los períodos históricos de la primera sección de islas, las actividades económicas que tienen al junco como insumo principal, han sido consideradas generalmente como parte de otras cadenas productivas como el mimbre o la cestería (8). Esto ha generado la invisibilidad del valor total que estas actividades producen, y de los actores sociales que participan de ella. Pretendemos entonces identificar la singularidad de este encadenamiento de valor o economía en torno del junco.

En tanto cadena de valor, la actividad económica de explotación del junco podría resumirse en 3 etapas: 1) recolección y secado; 2) acopio y procesamiento-elaboración de cortinas y cestería-; 3) venta al público o consumidor final (Gráfico Nº 1).


Gráfico Nº 1.
Esquema del encadenamiento productivo del junco
Fuente: Elaboración personal

1) En la primera etapa considerada como "eslabón de recolección" se obtiene la materia prima en los juncales que crecen naturalmente en los ríos menos transitados y en las playas del frente de avance del Delta (Imagen Nº2). Aquí el actor económico es llamado "junquero". Se trata de habitantes de las islas que mediante el trabajo propio y familiar realizan la recolección del junco, el traslado de los "mazos de junco de playa" (9) para su secado en las "canchas de junco" ubicadas generalmente en los mismos hogares o en alguna "ranchada" cercana de las áreas de corte de junco construidas para tal fin, y algún acopio menor para esperar momentos donde se pague mejor precio por el "mazo de junco a medida"(10) (Imagen Nº3).


Imagen Nº2.
Zonas de corte y recolección de junco en el frente de avance del bajo Delta
Fuente: Elaboración personal a partir de Google Earth (2015)

 

 


Imagen Nº3.
Unidades domésticas isleñas-junqueras sobre diversos arroyos de las islas de primera sección

Fuente: Elaboración personal a partir de Google Earth (2015)

2) En la segunda etapa, denominada "eslabón de acopio y procesamiento", encontramos un conjunto heterogéneo de actores económicos que adquieren los mazos de junco a medida, para su acopio y/o procesamiento. Por un lado, encontramos un pequeño grupo de junqueros, denominados "cortineros", que habiendo podido tener algún grado de capitalización, cuentan con telares para la producción de cortinas mediante trabajo familiar o agregan valor al junco a partir del trabajo artesanal como la cestería. En este eslabón se encuentra el núcleo central de la cadena que son los grandes "acopiadores", unos pocos empresarios que logran acumular cientos de miles de mazos de junco por temporada. Este pequeño grupo controla la mayor parte de la demanda y la oferta de mazos de junco, aunque también participa en la confección de cortinas y cestería a partir de trabajo asalariado. Finalmente, se encuentran los "cortineros" que disponen de telares para confeccionar cortinas en base a trabajo asalariado y que obtienen la materia prima de los grandes acopiadores, aunque existen casos de cortineros que compran en forma directa a junqueros (Gráfico Nº 1).

3) La tercera etapa o "eslabón de comercialización y consumo final", es la vinculada al mercadeo de los productos derivados del junco. Aquí se encuentran los intermediarios para comercialización, o minoristas, y a los consumidores finales. Minoristas y consumidores son aprovisionados tanto por empresarios cortineros como por acopiadores que disponen de puntos de ventas propios (Gráfico Nº 1).

En cada etapa o eslabón se encuentran actores diferentes que participan del encadenamiento e interaccionan entre sí bajo vínculos asimétricos. Existe una integración vertical en esta cadena que tiene al acopiador como núcleo de poder, capaz de fijar el precio del mazo de junco que es la referencia para todas las etapas. Durante el trabajo de campo, realizado en la temporada del año 2010, registramos en  5 pesos argentinos el precio promedio del mazo de junco a medida, pagado por los acopiadores a los junqueros en las costas de San Fernando y Tigre. Por su parte el precio promedio pagado por el mismo mazo a medida por los cortineros a los acopiadores, giraba en ese mismo momento los 10 pesos argentinos. Los principales productos que se elaboran con esta materia prima son cortinas y rollos de junco tejido que tienen diversos usos, y rondan precios que oscilan entre los 30 pesos argentinos y los 80 pesos argentinos según las medidas que se trate, con un valor promedio de 50 pesos argentinos según los productos más vendidos (cortinas estándar). En el relevamiento que realizamos en el 2014, si bien los valores eran otros, las proporciones se mantuvieron. El mazo de junco a medida pagado en la costa por acopiadores tuvo un precio entre 20 y 25 pesos argentinos (aproximadamente se tejen por mazo de junco 2 metros o más de cortina), éstos -los acopiadores- vendieron a los cortineros a 25 pesos argentinos el metro de cortina. La cortina estándar se vende al público desde 100 pesos argentinos el metro cuadrado hasta 200 o más, según el comercio. Es decir, de 4 a 8 veces su valor inicial, un porcentaje de 200%, donde la mayor ganancia es del acopiador y de los comercios que venden al público. 

Con respecto al primer eslabón de la cadena, señalamos que se encuentra el junquero. Estamos frente a un productor directo que controla los medios de producción y el acceso a la materia prima o recurso. En algunos casos este sujeto además de recolectar junco también manufactura la materia prima, cuyo valor agregado está dado por la confección de cortinas de junco y productos de cestería. En este eslabón o etapa cabe diferenciar varias fases que pueden observarse en las ilustraciones de la Figura Nº 1 (11):

1. Recolección del junco verde; 2. Tendido al sol para que se seque en lo que se denomina "cancha de junco"; 3. Armado del "mazo" de junco seco de acuerdo a las medidas estándar; 4. Traslado en canoa isleña o embarcación a motor al punto de venta (por ejemplo, al Puerto de Frutos, actual Mercado del Delta), para su entrega a los acopiadores o a los cortineros. Tal como señalamos son pocos los junqueros que lograron capitalizarse y comprar la máquina utilizada para confeccionar las cortinas.

 


Figura Nº1.
Ilustraciones de las etapas de recolección y preparado del junco como insumo
Fuente: Elaboración personal

La actividad de la recolección está principalmente en manos de los hombres, aunque en los momentos de tendido del junco en la cancha participa toda la familia. La recolección implica un bajo grado de tecnificación al ser manual, siendo la hoz o el machete la única herramienta utilizada, además de necesitar embarcaciones o canoas isleñas a motor lo suficientemente grandes como para luego transportar los mazos de junco.

La recolección de junco se realiza mayormente durante los meses de verano. Se inicia en noviembre-diciembre, y se extiende hasta marzo-abril. Este ritmo de "corte" no altera el ciclo vital del juncal, permitiendo que vuelva a crecer, regenerándose anualmente. Además, el junco, al ser una especie pionera dentro del ecosistema de humedal, está disponible en forma permanente (12). Hay que tener en cuenta que una de las funciones ecológicas del juncal es la de aportar a los procesos formadores de islas:

"El junco es una especie pionera, que al asentarse sobre el sedimento comienza a reproducirse mediante rizomas, generando un entramado que favorece la sedimentación y genera el sustrato para la sucesión de especies leñosas. También funciona como filtro natural, fijación de nutrientes y depuración de las aguas." (Kalesnik, F. Informe UBANEX, 2012) (13).

Para que la actividad de recolección del junco se realice, deben darse ciertas variables ecosistémicas, tales como un régimen fluvial de bajante del río para cortar el junco y dejarlo secar, y de creciente para llevarlo a la cancha o punto de venta. Respecto a las precipitaciones, han de ser escasas para favorecer el secado y traslado del junco. Al ser una zona húmeda son necesarias las altas temperaturas y niveles de radiación solar del verano para el secado. Finalmente, son necesarias temperaturas cálidas del agua, puesto que la actividad se realiza en los juncales, que son las zonas bajas denominadas localmente como "playas" o "playadas" y permanecen mayormente anegadas. Es decir, el corte del junco se efectúa con una parte del cuerpo sumergida en el río, a su vez, esto es necesario porque de ese modo se garantiza que el junco se mantenga limpio sin sedimentos barrosos.

Así, los junqueros se adaptan a estas condiciones y potencialidades del ecosistema, de manera que los ritmos del trabajo están organizados en función de dichas condiciones ambientales y no en función del mercado.

Dados estos condicionantes ambientales, sumado al esfuerzo físico que implica, estamos frente a un tipo de actividad realizada por los junqueros como parte de una estrategia familiar que se combina con actividades de autoconsumo basadas en la caza y la pesca y, en las épocas de escasa venta de junco, con algún trabajo temporario fuera de las islas o con la forestación en pequeña escala.

La actividad junquera, a pesar de estar destinada a la venta en el mercado, se inscribe en una lógica de organización del trabajo que responde a las necesidades familiares y a la interacción con el ecosistema. Además, en esta actividad, la unidad de organización es familiar, en un marco de pluriactividad y flexibilidad para adaptarse no sólo a las desavenencias económicas externas, sino a las potencialidades del ecosistema. Esta lógica de organización del trabajo, permite a las familias mantener su economía y la satisfacción de sus necesidades; la eventual proletarización o venta al mercado no estructuran la forma de vida, más bien pivotean dentro del balance necesario para la reproducción familiar en las islas.

Los cortadores de junco: "con el hunco toda la vida"

Una porción de la población isleña, según los testimonios recogidos, define a la recolección de junco como su principal actividad, ya que representa su mayor fuente de ingreso familiar. Si bien la actividad está principalmente en manos de los hombres, en determinados momentos -como en el tendido del junco en la cancha- participa toda la familia. Además, estos sujetos se reconocen y se identifican como "junqueros" o "hunqueros" ante la pregunta por su oficio o trabajo. Esto último, como veremos, está inmerso en un mundo de significaciones que hacen a la vida de los isleños dedicados a la recolección del junco, entretejido con modos de percepción, experiencias y una singular articulación con el ecosistema.

"-me dedicaba al hunco, cazar nutria, carpincho, pescar, llevar gente a pescar, ahí con la gente y eso. Me crié cortando hunco, jaja! Me crié si, yo era chiquito y ya papá me había preparado la oz para cortar hunco, cortaba hunco. [-]Con el hunco toda la vida, mi´ ja" (Entrevista a isleño del Río San Antonio, 2013).

"El hunco sí me daba más plata que el cuero- Sí el hunco valía, una temporada valió lindo- Yo con tres cueros de nutria comíamos un mes, te acordás? A lo último, eran como trescientos y pico de pesos, ya teníamos todo pago todo comprado, yo no era de gastarme la plata.

-El junco, la cosecha es ahora en verano y-

-Claro, ahora en verano, y en invierno vale más, hay que guardarlo en un galpón grande y bien cerrado porque te lo agarra la humedad y cagaste. Se pudre, te mancha todo. Y así es, hay que saber hacer el mazo, el hunco bueno ponerlo a parte, el malo del otro lado-

Y mirá que yo crié a mís hijos cazando, pescando, así que eso no es ninguna deshonra, cazando, cortando hunco, lanceando por ahí un poco de redes para sacar algún pescado y así hacía la plata yo, es lógico porque es un sacrificio-" (Exposición conjunta de isleños del arroyo Anguilas, durante el "Encuentro de Tierra" en el galpón de la Cooperativa Isla Esperanza, arroyo Anguilas y Paloma, en septiembre de 2012).

Como señalamos, las herramientas y medios de trabajo con las que cuentan los junqueros son: la hoz y el machete para las tareas de recolección del junco y limpieza de las áreas de secado; y la embarcación para el traslado a la "playa" de corte o "huncal", y para el traslado del junco al punto de venta, que suele estar en la costa continental, donde un intermediario recoge los "mazos a medida" y se efectúa el pago.

En los relatos de los junqueros, la venta de mazos de junco ocurre en términos de un intercambio desigual. El precio final es fijado por el intermediario una vez que los junqueros arriban a la costa con el producto. En efecto, la demanda de junco para los recolectores de la primera sección de islas está concentrada en dos grandes acopiadores que definen cuánto están dispuestos a pagar por un mazo a medida genérico, al inicio de la temporada. Este precio puede sufrir variaciones según la oferta de junco durante la temporada, o bien en el caso de cada transacción concreta según las calidades del junco. En primer lugar, este precio que lanzan los acopiadores al inicio de la temporada, funciona como señal para los isleños en términos del dispositivo de la oferta y la demanda. La señal puede determinar que la oferta de junco cuente con la participación de los junqueros y además de otros isleños que no realizan esta actividad habitualmente, o bien puede desalentar incluso a algunas familias que se dedican tradicionalmente a la recolección de junco. Este último caso es menos frecuente pues, según los testimonios de los integrantes de familias que tienen a la actividad de recolección de junco como principal fuente de ingresos, se experimenta una situación en la cual están obligados a aceptar el precio fijado por los acopiadores, y en tal caso redoblar sus esfuerzos para acopiar algunos mazos esperando que los precios varíen en forma ascendente, y obtener así un aumento en la remuneración de su trabajo: "uno va tirando con unos mazos más en el invierno". En segundo lugar, el precio puede variar en la transacción concreta, cuando el intermediario que aguarda en la costa recoge la carga que traen los junqueros. En ese momento la evaluación de calidad que el acopiador hace del producto puede redundar en la reformulación de un precio menor por mazo en relación con el precio genérico establecido. En tal caso los junqueros optan por entregar la carga de todos modos aceptando las nuevas condiciones, asumiendo este vínculo de subordinación que tienen con respecto a los acopiadores. En otros pocos casos deciden volverse con los mazos, almacenarlos o dejarlos en el monte, dado que no aceptan el vínculo desigual: "de hambre en la isla no me voy a morir, siempre hay un bagrecito para pescar, a mí no me van a humillar".

En general, los junqueros no tienen a la recolección de junco como única fuente de ingresos y productos; combinan su actividad principal con otras. Por un lado, con aquellas que realizan en simultaneo, como las producciones alimentarias de autoconsumo, o la confección de cortinas o cestería que suponen agregado de valor al junco como materia prima. Por otro, con aquellas que se llevan a cabo en invierno, cuando las condiciones climáticas no permiten el corte de junco, tales como la pesca o la caza, el mimbre, el "corte de madera", etc.

Si bien, una valoración social de la recolección de junco ha sido asociada con una situación de pobreza, tanto por parte de quienes la realizan como por parte de la población isleña que se dedica a otras actividades, en los testimonios hemos recogido otro tipo de significación referida a esta actividad. Por un lado, se la asocia con un conjunto de destrezas y saberes que deben desplegarse para cumplir con la tarea. Además se vincula la actividad de recolección del junco con la posibilidad de evitar relaciones asalariadas, bajo el control de un patrón. En este sentido, los junqueros valoran la "libertad" que les da su actividad, y valoran positivamente sus capacidades en tanto reconocen que "no cualquiera hace este trabajo".

A pesar de los esfuerzos físicos y la fatiga que implica la actividad de la recolección de junco, encontramos un componente de elección en los testimonios. Entre los isleños la adopción del trabajo del junquero tiene varios orígenes. En algunos casos hemos registrado la adopción por herencia. Sus padres los iniciaron en el oficio desde la infancia, como parte de las tareas que la familia realizaba en forma conjunta con roles diferenciados. En otros casos, los testimonios recogidos indican que la adopción, ya en edad adulta, estuvo asociada con la "falta de laburo" en las islas. Sin embargo todos los junqueros entrevistados expresan de distintas formas que su actividad laboral forma parte de un modo de vida que no cambiarían, y que les permite evitar la proletarización definitiva, que puede implicar la migración a la ciudad y por ende "salir de la isla". Comparan positivamente su trabajo como junqueros con aquellas actividades vinculadas al turismo en el Delta, ligadas a relaciones asalariadas, incluso cuando se "garantiza un sueldo todos los meses" o donde "está todo modernizado y les depositan la plata".

"No me gusta estar al capricho del citadino, esperando a que venga el fin de semana uno que no te quiere pagar" (Entrevista a isleño en arroyo Marchini, 2010)

"-me gusta [la actividad del junco], aunque sufra, sea pesado y a veces no me vaya bien, lo prefiero a tener que depender de un garca" (Entrevista a isleño en arroyo La Paloma, 2012)

"Acá en la isla siempre trabajé con cosas de la isla, trabajé con turistas pero no me gustó para nada, digamos. Antes de empezar con el junco, sabés donde estaba? Estaba trabajando como encargado en los Solares de la Bahía. Un año y medio estuve trabajando ahí, como un esclavo. Después de ahí chau. Cosa que no me gustó para nada, no es muy agradable digamos tratar con gente que viene de la ciudad media loquita. Así que vi como una buena opción el comenzar a trabajar con el junco. Por falta de laburo, porque no quería trabajar con los turistas. Ahí me decidí a trabajar con el junco me conecté con gente que venía trabajando eso desde siempre, me enseñó lo básico de cómo cortarlo, cómo secarlo y ahí empecé con eso. (-) El que está acostumbrado le gusta, a mí me gusta estar metido todo el día en el agua. Cuando me dicen ‘eh, pero tenés que estar en el agua' y a mí me gusta. O ‘eh, pero tenés que andar burreando'. Y a mí me gusta burrear los paquetes, mientras lo pueda hacer lo voy a hacer, no me gusta estar con una bordeadora cortando el pasto y que después vengan los turistas a romperme las pelotas. Eso no me gusta y no lo hago, prefiero burrear paquetitos y que nadie me joda. Pasa que acá la isla se murió muchísimo, ahora es todo turismo" (Entrevista a isleño en río Espera, 2014)

Esta referencia a la "libertad", y a lo que "me gusta", presentan una asociación entre la elección de un modo de vida y una impronta afectiva. Es una vivencia de la actividad económica en relación a la posibilidad de la libertad, en tanto parte de la búsqueda por aumentar las esferas de auto reproducción y autonomía frente al capital. Se trata de una tensión entre la producción de espacios de libertad y la subordinación bajo control del capital.

A su vez, la actividad de recolección de junco presupone también un tipo particular de control de los "recursos naturales" que también trata de escapar a la lógica del capital. El espacio de corte del junco o juncal, está organizado por la comunidad de junqueros. Si bien se trata de una comunidad difusa, sostenida en redes densas de parentesco y vecindad, existen acuerdos tácitos que conforman las condiciones de manejo de los juncales bajo la forma de un bien común. En general se corta en "la playa del Río del Plata", o lo que se conoce como frente de avance del Delta del Paraná. Allí no hay derechos propiedad que se esgriman: "donde te gustó el hunco te tirás al agua y te vas a cortar hunco y cortás". Los junqueros en general cortan en los mismos lugares, se respeta el orden de llegada, y eventualmente se respetan los lugares o "matas" donde históricamente una misma familia corta.

El sentido de propiedad sobre la tierra o los medios de producción, en los junqueros, no asume la forma del derecho privado. Ya sea en la ocupación de la tierra para la instalación de su vivienda, como en la definición de las áreas de recolección de junco, pesca o caza, la apropiación privada regida por la juridicidad estatal moderna, no se presenta como el ordenador del acceso y control del espacio y los recursos. Por un lado, entonces, la apropiación de la tierra y los juncales se rige por unos usos y costumbres, establecidos históricamente, que pueden caracterizarse como apropiación común de los bienes (al igual que las áreas de pastoreo o de monte que disponen ciertas comunidades campesinas o bien indígenas). Por otro lado, también cabe agregar que, en general, los junqueros carecen de títulos de propiedad sobre las tierras que ocupan y usufructúan.

Esta concepción en torno al control y uso del ecosistema está ligada a un tipo particular de producción del espacio. Como veremos en el próximo apartado la actividad de la recolección de junco se vincula directamente con la formación y producción de las islas.

Los hacedores de las islas: "lugares de mi querencia"

El proceso de reconfiguración territorial sucedido en las últimas décadas, tiene su correlato en el avance del proceso de apropiación privada de las islas, generándose conflictos por el uso y control del espacio. A partir de éstos, hemos registrado en el relato que despliegan los junqueros en torno de sus derechos y frente a lo que identifican como sujetos sociales antagónicos con los cuales entablan conflictos, la subordinación de la noción de propiedad privada de la tierra al propio derecho de vivir y usufructuar los recursos del lugar, en cuya gestación, en cuyo origen, él mismo se considera participe.

Así, en las entrevistas y registros, los junqueros apelan a la legitimidad que otorga su condición de "hacedores de islas" en el doble registro de primer ocupante y de merecedor laborioso: a) de quienes "estamos de antes" y b) de quienes "hemos caminado" y "puesto el lomo".

"Al isleño no le interesa la propiedad de la tierra, él la ocupa. El isleño, hace su casa, cancha de junco, caza, pesca, y para eso ocupa una tierra, pero los títulos no le importa. El quiere estar tranquilo en su lugar. Un día viene un señor con papales y dice ‘esto es mío', y nunca anduvo, nunca planto ni una semillita ahí, no se puso las botas y camino ese lugar, y dice ‘esto es mío', y uno que anduvo se las tiene que tomar, no, no!! Así no" (Entrevista isleño en arroyo Marchini, 2012).

"Yo nací y me crié ahí querido, era chiquito así y plantaba plantas por todos lados, mí padre iba al campo a cazar nutrias y yo me quedaba en la costa meta machete, era chico, a plantar estacones, a hacer los montes que hoy son dueños otros y te quieren venir a basurear, no querido, no, a mí no me van a basurear, no, a mí no-" (Entrevista isleño en río San Antonio, 2012).

"Y la mayoría de las islas se han armado porque nosotros, la mayoría de los isleros iban armando una trampa. Y qué se usa? Una estaca. Y qué hacía? Cuando terminaba de cazar la dejaba clavada ahí. Y qué se armaba? Un monte. Y así se armaron la mayoría de las islas. Y hoy en día uno como islero, no tiene el derecho de agarrar, de tener un pedacito de tierra para poder vivir con su familia tranquilo. Pero bueno está bueno que se pueda pelear entre todos y evitar que se hagan los emprendimientos-" (Entrevista isleños en arroyo Gambado, 2012).

En sus relatos y percepciones, los junqueros ligan su experiencia y auto-reconocimiento como tales, con lo que vivencian en términos de la formación de las islas: "he visto crecer las islas", o "nací y me crié con el hunco toda la vida, toda la vida, si habré visto crecer las islas-", o "si a las islas las hicimos nosotros-". En otras palabras, el uso de las islas y por ende su apropiación se liga a dicha experiencia vital de ver crecer las islas.

Muchos de los junqueros entrevistados consideran que las islas son en cierta medida el resultado de su propio accionar cotidiano, asociado a las actividades de caza, pesca, limpieza de áreas para el tendido de junco, entre otras. Expresan que ellos y los que vinieron antes, sus antepasados, son los que hicieron las islas con su propio esfuerzo. De modo que tejen una correspondencia entre su condición de sujeto y la configuración del espacio isleño.

"a las islas las hicimos nosotros. (-) las hicimos nosotros plantando, plantando árboles, limpiando un poquito, mucho no limpíabamos porque en esa época era bajo el río, era todo agua abajo. Nosotros íbamos, atracábamos la canoa ahí y limpiábamos un poquito para ir para adentro, a hacer fueguito, estar calentitos y llevar atado de madera, de estacones viste. Y bueno, papá se íba al campo a arreglar las trampas, a recorrerla y yo me quedaba en la costa con el machete, hunqueando, plantaba a pala, como una persona grande. Me entendé y así hicimos todos los campos, todo eso, plantábamos 100 o 200 plantas acá y pa´lla y ande íbamos parábamo y plantábamo. Y bueno y la ley de ante era que si vos plantá es tuyo y nadie te lo tocaba y hoy no, si vos plantá, tené tú casa y vienen y son dueños. Y no es así, como yo le dije a la abogada cuando fuimos para allá. Esto no es así, no es así la vida, antes nosotros teníamos la libertad de venir de cualquier lado, venir de la Quiaca y armar un rancho, tener todo prolijo, con plantaciones y nadie te va a molestar ni nadie te va a decir ‘che, esto es mío' porque no era de nadie, si esto no era isla, eran bañao, huncales, pajonales, yuyales, nada más, nohotros hicimos todo, lo que hicimos: sangriamos, abríamos zanjas para que levante y así lo hacíamos, así lo hacíamos. Y así hicimos muchas cosas." (Entrevista a isleño en río San Antonio, 2012).

Los junqueros incluso, llegan a percibirse como productores del paisaje que los rodea, y por ende, su existencia aparece enunciada como co-evolución con el ecosistema del Delta del Paraná. No se asumen como sujetos escindidos del ambiente que habitan. Experimentan y perciben una mutua determinación con el ecosistema, tanto porque éste los condiciona, como porque su acción es constitutiva del ambiente (islas, canales, arroyos navegables, monte, arboledas del albardón, secado del centro de isla, etc.). Este sujeto reconoce que interviene y gesta lo que luego se revela como "naturaleza" o paisaje natural. En efecto, no hay naturaleza como realidad exterior. Se desdibuja en la narrativa isleña la separación entre lo humano y lo natural. En cierta medida, podemos interpretar que los junqueros entienden que participan activamente en el movimiento de la creación continua de su mundo de vida. Los junqueros han aprehendido el funcionamiento del ecosistema, del cual dependen para vivir, a partir de su experiencia directa con éste.

La actividad de recolección de junco implica conocer en términos prácticos un conjunto de variables directamente vinculadas al ambiente donde se establece el junco. Por un lado, la recolección no puede realizarse en cualquier momento, según los testimonios: "todo depende del tiempo", "de la marea" o "de la bajante", "de la luna". A su vez, los junqueros reconocen los procesos formadores de islas, entre los cuales se encuentra el juncal: la plantación de estacas de sauces en los juncales favorece la fijación más rápida de los sedimentos barrosos que carga el río (14). El resultado es que donde se plantan sauces u otros árboles "va creciendo la isla", la sedimentación se acelera y se van formando nuevas islas.

"Pero ya te digo, todo depende del tiempo, es todo trabajo a la intemperie y si te viene marea. Ponele de acá nos íbamos con mí sobrino nos llegábamos allá y subía el agua y nos teníamos que venir con el bote vacío y vos el gasto lo tenés igual, con la nafta y eso. O por ahí cortábamos tres paquetes y se nos subía el agua o por ahí bajaba demasiado y teníamos que estar burreando 50 o 60 metros los paquetes. Porque lo típico es cuando vos estás en el Río de la Plata manejás el agua, el que vive ahí sabe a qué hora sube, crece, a qué hora no, saben todo los locos. Entonces los tipos cortan, cortan, cortan y cuando sube el agua entran en las matas y cargan derecho al bote. No tienen que andar burreando ni nada. O sea, nosotros cuando vamos desde acá tenemos que venir con el bote cargado, si sube el agua bien que nos de tiempo de cortar hasta que suba y llenar el bote, si no, si sigue bajando tenés que burrearlo, no podés dejarlo ahí hasta el otro día. (-) Es un sistema. Pasa que allá abajo, nosotros como ser, ahora está el agua bajando y decías ah! Va a estar bajando todo el día, pero llegás allá y el agua está subiendo. Porque la correntada tarda por lo menos una hora y media en parar la correntada. Y vos ya te largaste y en una hora y media el agua está creciendo. No hay mucho misterio, a veces, vamos y cortamos y el agua crece. Ese es el día perfecto, pero de diez veces que vas encontrás dos perfectos. Pero bueno, es la lucha de la isla" (Entrevista isleño en río Espera, 2014).

"Uno atraca siempre la embarcación adentro del lugar de trabajo, nunca se deja afuera a no ser que este muy seco- se agarra un manojo de junco y se amarra con un nudo que mayormente usamos los isleros para que no se zafe.

-Nos bajamos de la embarcación hasta encontrar- un junco bueno que no este quebrajeado, que no esté como mayormente se dice apolillado ni muy pata negra-

-para cortar, el agua adecuada es a la rodilla o un poco más abajo. Entonces es importante buscar-

-la forma de cortar depende de la comodidad y de la altura del agua.

-Con el agua baja te queda burrear o esperar la creciente. Si el agua no crece, irte y volver a buscarlos cuando esté crecida. Si los mazos están en un lugar medio al reparo, te aguanta. Pero si hay mucha marejada los rompe. Son tres opciones depende de cada islero. Si estás lejos, esperar el creciente o irte. O si estás cerca acarrearlo para no volver a la madrugrada.

-Que el agua esté alta o baja depende de la luna, del viento. A la noche, si sopla viento norte fuerte, ya sabés que al otro día tenes un río bajo. Y si tenes un viento sur crece el agua-

-a veces, vos programas a la noche y al otro día, cuando te levantas, por ahí tenes el agua tocando el piso del rancho y no podes hacer nada- (Entrevista colectiva a isleños de la Cooperativa Isla Esperanza, 2010: publicado en "Isla Esperanza", 2013).

Reproducimos párrafos algo extensos para dar cuenta de un tipo de experiencia práctica y percepción que refiere a un conocimiento local (15). De manera que los modelos locales de conocimiento refieren a unas construcciones de naturaleza (Escobar, A. 2000) o a la significación social de la naturaleza (Leff, E. 2006) enraizada en los lugares, en específicos espacios donde se ponen en juego. Es un tipo relacional de conocimiento: ha sido producido en la interacción entre un conjunto específico de prácticas y el ecosistema. Esta hechura del lugar, en tanto creación del espacio propio, se produce a lo largo del tiempo, en tanto resultante del metabolismo social o de la articulación de la historia y lo biológico. A la vez, a las personas se les va tornando como algo dado, como si siempre hubiese sido de esa manera, su lugar pasa a ser "naturalizado".

Otra expresión de este vínculo con el ecosistema es la ligazón afectiva con las islas y un sentido de pertenencia que se observa en las referencias que hacen los junqueros con respecto a la decisión de quedarse en las islas, y en el hecho de no concebir la posibilidad de abandonar su forma de vida. Para los junqueros lo que está en cuestión es una existencia ligada a un espacio físico determinado:

"Son los lugares de mí querencia, nací y me crie.

"-tengo el rancho ahí al fondo, es mí laburo, yo si me sacan de acá no tengo otro lugar, tengo 56 años, no toman a pibes de 20 ahora menos uno de 56 y no tengo estudio. Entonces no sé para qué rumbo tomar si llego a salir de acá, no tengo medio de vida. La vida mía es esto, yo laburo acá, vivo de la isla-

-Somos indios de la isla.

-Claro, yo si me llevan pa´tierra me muero al otro día, no sé, no viviría nunca en la ciudad.

-Sí! Con el hunco toda la vida, toda la vida, toda la vida. Ir a la playa nomás y sacar el mejor hunco nomás, después tenderlo, atarlo a medida y llevarlo, es laburo, es laburo, tenés que tener un galpón grande como esto después para guardarlo. Hacés un mazo acá y no te queda lugar para estar ahí arriba, es mucho, es mucho, fa! Si habremos luchado querida, la puta madre-" (Exposición conjunta de dos isleños del arroyo Anguilas, durante el "Encuentro de Tierra" en el galpón de la Cooperativa Isla Esperanza, arroyo Anguilas y Paloma, en septiembre de 2012).

"-Y, qué sé yo, para mí es algo que nadie va a entender, te tiene que gustar.

-Mi viejo toda la vida me dijo que por ahí- Que elija otro camino, que esto no es digno- Pero yo he dejado laburo, por venir a la isla. Estaba en Carrefour, en-

-Estaba en muy buenos lugares.

-No, no lo soporto, no aguanto. La presión de no ser libre, de no hacer lo que a vos te guste- No sé-

-Exactamente.

-Yo sé que la isla tiene sus trabas, que pasás necesidades, que a veces te va bien, que a veces te va mal- que a veces ganas mil, que a veces ganás diez pesos- Pero me quedo con eso, me quedo con esa libertad" (Entrevista colectiva a isleños de la Cooperativa Isla Esperanza, 2010: publicado en "Isla Esperanza", 2013).

La dimensión afectiva con el lugar está compuesta por unos modos de percibir y experimentar la interacción directa con el ecosistema. Esa articulación es expresada como co-evolución por los junqueros, pero también en términos de parte fundamental de la vida, sin la cual se renunciaría a la propia identidad, dado que no avizoran otro futuro posible que no sea la producción y reproducción de ese modo de vida ligado al territorio isleño.

Reflexiones a modo de cierre

Del análisis realizado en torno de aquella porción de la población isleña que identificamos como junqueros, entendemos que estamos frente, más que a un sujeto marginal que realiza una actividad económica subordinada a una cadena semi-industrializada, a un modo de vida articulado al territorio isleño.

Nos resulta pertinente conceptualizar como modo de vida la experiencia social isleña actualmente asociada a la actividad junquera. Siguiendo las propuestas teóricas de Teodor Shanin (16) es necesario analizar estos modos de vida de acuerdo a la situación histórico-espacial, atendiendo a su irreductibilidad, dinamismo y transformación (Shanin, T. 2008). O sea, analizarlos en torno a una lógica o modo singular, más que en términos de inserción o no en el mercado capitalista, su nivel de capitalización, etc. En efecto, el modo de vida en tanto forma de apropiación material y simbólica de un espacio determinado, en tanto quehaceres propios de la reproducción material y a su vez de un tipo de significación de la naturaleza (Leff, E. 2006).

Se trata de un modo de vida cuyo metabolismo social (Toledo, V. 2008) es resultado de una articulación singular entre lo biológico y lo histórico (Escobar, A. 2005). Consideramos que estos modos de experimentar la relación directa con el ecosistema, permiten una percepción del mismo como soporte imprescindible de la propia existencia, o bien una percepción donde islas e isleños componen una unidad, donde no hay una separación hombre-naturaleza. Esto denota un modo de relación y producción del espacio en términos de coexistencia o co-evolución con el ecosistema: los isleños colaboran con el proceso de avance de las islas, a la vez que éstas han de albergarlos.

A partir de la información recogida hemos podido reconstruir una lógica de organización del trabajo familiar y del control comunitario de los recursos que permite abordar varias de estas cuestiones señaladas.

Por un lado, esta lógica pone en evidencia el conjunto de conocimientos sobre el funcionamiento del ecosistema, del juncal, pero también del humedal como un todo. Se destacan, tanto el conocimiento sobre la formación de las islas, como el reconocimiento de los procesos naturales más generales implicados en el ambiente, como las crecidas, las bajantes, las corrientes del río, y las condiciones que imponen los distintos vientos, los niveles del río Paraná aguas arriba, y las fases de la luna. Se trata de un conocimiento que sostiene el metabolismo social -en términos de los intercambios en la relación sociedad-naturaleza- de estas poblaciones. A la vez, estamos frente a un conocimiento que dirime su pertinencia con los niveles de imprevisibilidad que supone la dinámica de este ecosistema en particular.

Por otro lado, la identificación de este modo de vida, pero en particular su forma de organización del trabajo, permite comprender cómo estos sujetos buscan mantener la satisfacción de las necesidades, evitando la eventual o definitiva proletarización como estructurador principal de la forma de vida. Las familias de junqueros expresan su búsqueda por dar cuenta de sus necesidades en el marco de unos "factores externos" condicionantes: por ejemplo, el mercado, el clima, y actualmente la presión inmobiliaria sobre el frente de avance, etc.

Ante un contexto social y ambiental caracterizado como adverso -en el cual la familia debe desplegar sus capacidades productivas- el riesgo mayor es asociado con: "terminar esclavo de un patrón" o "salir de la isla". En los testimonios recogidos predomina un criterio de resistir a estos posibles destinos, expresando en cambio la elección que gira en torno de lo que Shanin llamaría "la reproducción de su modo de vida"(Shanin, T. 2008). Una elección que en los relatos es significada como necesidad de preservar la propia libertad, aunque "se sufra", el trabajo con el junco sea "pesado", y a veces no salgan las cosas como se esperaba. En estos términos, la defensa de la propia libertad se opone a la proletarización fuera de la isla o al cambio en las condiciones laborales de actividades en la isla, pero ligadas a la prestación de servicios al turismo. El trabajo de junquero es el reaseguro de libertad y defensa del modo de vida, pero supone un tipo de relación con el ambiente, y de acceso a los recursos de ese ambiente. Parafraseando a Henry Cleaver desde una perspectiva materialista recordamos que "El valor de uso de la tierra para los trabajadores es el de un recurso que puede ayudarlos a independizarse del capital, un recurso donde pueden reducir su trabajo al trabajo necesario, y a medida que aumenta la productividad, reducir el trabajo más aún. La tierra los provee también de espacio para la libre realización de sus propios proyectos" (Cleaver, H. 1981).

Entendemos que esta elección ligada al modo de vida, no sólo tiene un carácter socio-económico de apropiación de la naturaleza, sino que supone una dimensión afectiva ligada al lugar. La querencia de los lugares nos habla de la indisociable dimensión afectiva en la resignificación de la naturaleza y de la apropiación del territorio. Los lugares de la "querencia" implican la proyección afectiva sobre el espacio geográfico, en tanto constitutivo de la territorialización y por lo tanto de la propia territorialidad. Esta dimensión afectiva también está ligada al mantenimiento de la decisión por ese modo de vida. La elección por seguir siendo junquero -en este caso-, o seguir viviendo en las islas, es resultado de que "me gusta lo que hago". En otras palabras, de la puesta en acto del deseo. Quizás aquí sería interesante interpretar ese deseo en tanto parte inescindible de todo proceso de territorialización de las poblaciones de productores directos.

Para finalizar este artículo señalamos que hemos registrado diferentes procesos de territorialización en la actual producción del espacio deltaico. Por un lado, el actual avance de un modo de territorialización vinculado al capital inmobiliario y financiero (tanto en las urbanizaciones cerradas como en emprendimientos turísticos), que destruye el humedal, se apropia de manera privada de recursos que en general han sido gestionados de manera social-comunal y que son fundamentales para las economías de las familias isleñas (los juncales, canales y arroyos, etc.). Esa destrucción se lleva a cabo para la construcción de barrios cerrados, espacios de esparcimiento y recreación de "alta gama" donde los productos isleños son un ornamento más del paisaje. El isleño junquero, sus cortinas, canastos de mimbre, etcétera, son la postal que venden los paseos turísticos, pero en tanto sujetos no se les reconoce su derecho de existencia en las islas.

Esta territorialidad generada por el capital inmobiliario-financiero tiene su correlato en la remodelación de las costas y el Mercado del Delta en Tigre continente, donde están a la venta las producciones isleñas pero sus productores directos tienen vedada la entrada, menos aún garantizados precios mínimos de venta o condiciones dignas de remuneración. A nivel gubernamental no existe ningún tipo de regulación efectiva de estos procesos, como podría ser el fomento a la producción local, más bien, la implementación del Plan de Manejo Integral del Delta ha implicado el aumento en los controles hacia las poblaciones isleñas.

Por otro lado, registramos un aumento en la conflictividad social y en la emergencia de diferentes organizaciones sociales locales isleñas, así como de un discurso que expresan los derechos de estos sujetos que defienden su territorio, modo de vida y su deseo de vivir. Los lugares de la "querencia" visibilizan la construcción territorial asociada a un modo de definir y de apropiarse del territorio. En el caso de los junqueros que se auto-reconocen como "hacedores de islas", además, podemos observar una modalidad de apropiación que no responde a la legalidad moderna de la propiedad privada, ni a la destrucción para construir otro territorio, más bien, el ecosistema en su conjunto pertenece temporalmente a quiénes lo trabajan, habitan y desean seguir haciéndolo. Consideramos que estas otras modalidades de territorialización, de experiencia con el ecosistema, son rastros que, cuando se instalan dentro de una querella por derechos o disputa en el espacio público, contribuyen con el proceso más general de creación de nuevos modos de re-significación social de la naturaleza, y por ende de articulaciones de lo histórico y lo natural, capaces de tener un contenido emancipatorio.

Notas

(1) Utilizamos las comillas y la cursiva para señalar la voz de los sujetos.

(2) La Primera Sección de Isla es parte de la Cuenca Baja del Plata o Bajo Delta del Paraná. Es decir, es la parte final de la Cuenca del Plata donde el río Paraná desemboca en el Río de la Plata formándose uno de los pocos Deltas del mundo. Cuya estructura ecosistémica se denomina humedal la cual cumple servicios ecológicos fundamentales para la vida (algunos son la depuración de aguas, formación de sedimentos, regulación hidrológica, etcétera). Una particularidad de esta área es que es considerada como el frente de avance del humedal, lo que otorga mayor complejidad en sus dinámicas socio-ambientales. Se denomina así dado que se estima que el Delta avanza con su carga aluvional unos 70 metros por año sobre el Río de la Plata. La dinámica ecosistémica está en constante movimiento de formación y transformación de islas. (Fernández, L. 2002 y 2008, Kalesnik, F. 1997 y 2013)

(3) Según relatos de viajeros de la época es posible suponer que aún transitaban por las islas chaná-beguáes y timbú, querandíes y guaraníes, quienes serian los primeros habitantes de las Islas, sin embargo existen escasos registros históricos. También contamos con registros propios de entrevistas que testimonian la presencia en tiempos relativamente cercanos de poblaciones nativas: caso de comunidades de "indios" que habitaban vastas áreas de arroyos en segunda sección.

(4) La creación del Puerto de Frutos en 1938 fue una iniciativa gubernamental ante el afluente de productores y compradores que circulaban en la zona, aunque también barcos cargados de arena u otros productos directos, todos necesarios para el abastecimiento de la ciudad. La imagen del Delta repleto de canoas y embarcaciones con cestos de junco o mimbre con frutas (principalmente cítricos) evoca esas épocas de intensa actividad agrícola, un modo de vida isleño asociado a ello y dicha particular vinculación con el ecosistema. (Astelarra, S. 2011, 2014).

(5) En marzo de 2010 la organización ambiental "Asamblea Delta y Río de la Plata" presenta en la municipalidad de Tigre un "Régimen de protección socio ambiental del Delta", a la vez que llevan a cabo otras iniciativas gubernamentales para que sea declarado sitio "Ramsar". En abril de 2011 la municipalidad de Tigre presenta el Plan de Manejo Integral del Delta, en implementación en la actualidad.

(6) A nivel gubernamental, el fomento al turismo se hizo visible en el año 2009 cuando se realizó la obra pública de remodelación del "Puerto de frutos" a "Mercado del Delta". Esta implicó la localización de un centro comercial compuesto por locales de marcas y productos de "alta gama" y restoranes internacionales. Además, un cambio en la política y uso del espacio al no permitir a los pequeños productores que vendan sus productos en las costas como históricamente lo habían hecho, dejando solo una dársena de los márgenes para este uso. Se transformó en un espacio en el que circulan principalmente turistas que recorren la zona o habitantes de barrios cerrados aledaños.

(7) Un análisis detallado se encuentra en: Astelarra, S. 2014.

(8) Cabe señalar que en los Censos Agropecuarios no se registra esta actividad económica.

(9) De cada mazo de playa (junco verde) se obtienen entre dos y tres mazos a medida (junco seco).

(10) Cada mazo a media (junco seco) tiene entre 15 y 20 centímetros de diámetro y rinde aproximadamente dos metros de largo de junco tejido en los telares para confeccionar cortinas o rollos (una cortina mide generalmente 2 metros de largo por el ancho que se requiera -generalmente de 1 a 1,5 metros).

(11) Cada etapa corresponde a cada ilustración, ej. etapa "1. Recolección del junco verde" corresponde a ilustración "1. Corte del Junco con hoz en las playas del río" y así sucesivamente.

(12) El mimbre es una especie exótica introducida a fines del siglo XIX por Sarmiento, por tanto la actividad agrícola asociada al mimbre requiere mantenimiento y su producción depende de factores externos a la unidad familiar tal como los precios del mercado o la importación de mimbre y/o derivados, así como los factores ecosistémicos (Galafasi, G. 2005). En cambio el junco es una especie "nativa" y pionera por lo que hay alta disponibilidad del mismo; su uso requiere una actividad de recolección dependiendo de factores ecosistémicos y de los precios del mercado.

(13) Sería interesante evaluar las externalidades positivas que genera esta actividad ya que al estar cortando los juncales anualmente se va renovando y los componentes contaminantes del agua absorbidos son transformados sin liberarse al ambiente.

(14) Recordemos que el junco es el primer ambiente formador de islas en esta zona de frente de avance.

(15) Arturo Escobar lo define dentro de: "Los modelos de cultura y conocimiento se basan en procesos históricos, lingüísticos y culturales, que, aunque nunca están aislados de las historias más amplias, sin embargo retienen cierta especificidad de lugar. Muchos de los aspectos del mundo natural se colocan en lugares. Además, muchos de los mecanismos y prácticas en juego en las construcciones de naturaleza -linderos, clarificaciones, representaciones, aprehensiones cognitivas y relaciones espaciales- son significativamente específicas de lugar" (Escobar, A. 2000).

(16) Este autor se circunscribe dentro del debate en la sociología rural en torno a la definición y caracterización del campesinado. Si bien, es complejo definir a los junqueros como campesinos, dicha categoría es la que más se acerca en cuanto a la lógica de organización familiar, del trabajo y las modalidades de uso del espacio y de producción.

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