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Estudios Socioterritoriales

versión On-line ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.18  Tandil dic. 2015

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

Relaciones de intercambio en el oeste pampeano: el papel de los ambulantes

Exchange relationships in western pampas: the role of street vendors

 

María Eugenia Comerci(*)

(*)Doctora en Ciencias Sociales y Humanidades (UNQ). Investigadora del CONICET (UNLPam/UNQ). Universidad Nacional de La Pampa/ Departamento e Instituto de Geografía/CONICET/Universidad Nacional de Quilmes/Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC). Departamento de Geografía: Gil 353, Tercer Piso, Santa Rosa, La Pampa, Argentina, eugeniacomerci@gmail.com

 

Recibido: 30 de marzo de 2015
Aceptado: 15 de julio de 2015


Resumen

En el extremo oeste de la provincia de La Pampa persisten prácticas culturales, productivas y vinculares arraigadas desde comienzos del siglo XX. Dentro de los agentes tradicionales que históricamente han interactuado con los productores del área, se destacan los vendedores ambulantes o mercachifles. A través de densas redes, éstos han proveído a los productores de bienes de consumo. En el artículo se pretenden explorar los vínculos históricos establecidos entre los vendedores ambulantes y los campesinos, las trayectorias y estrategias comerciales gestadas en el pasado y en el presente. Las relaciones entre los mercachifles y los intermediarios con los productores, se estudian a través de testimonios y el cruce de datos obtenidos en el trabajo de gabinete y de campo en Chos Malal y La Humada. Finalmente se reflexiona sobre los factores que posibilitan la persistencia de ciertas relaciones de subordinación entre comerciantes y productores que habitan en parajes rurales.

Palabras clave: Comerciantes itinerantes, Intercambio desigual

Abstract

In the far west of the province of La Pampa persist cultural, productive and relational practices rooted from the early twentieth century. Among the traditional agents that have historically interacted with area producers stand street vendors or hawkers. Through these dense networks they have provided to producers of consumer goods. In the article aims to explore the established historical ties between street vendors and farmers, paths and business strategies engendered in the past and in the present. Relations between peddlers and producers intermediaries are studied through testimonials and crossing data obtained in office work and field in Chos Malal and the Humada. Finally we examine the factors that make the persistence of certain reporting relationships between traders and farmers who live in rural places.

Key words: Itinerant traders, Unequal exchange


Introducción (1)

Huellas siempre medanosas

Caminos hechos a carro

Estas historias que narro

De esas tierras distantes

Surcaban los ambulantes

Huellas sedientas de barro

Ariel Hugo Vázquez

Los Ambulantes, 2014: 42

En el sector occidental de la provincia de La Pampa, desde principios del siglo XX hasta la década de 1970, predominaron explotaciones con perfil campesino configuradas territorialmente con el diseño de puestos. Estos constituyen la unidad de residencia familiar de los puesteros, no siempre fija a un sitio, pues las pasturas pueden cambiar con el transcurso de los años o, taparse las aguadas y relocalizarse las viviendas rurales en otro sector del campo. En el oeste pampeano, se denomina "puesteros" a los productores familiares, crianceros, con perfil campesino que habitan en el puesto, residen y trabajan en su unidad productiva, cualquiera sea su relación jurídica con la tierra.

Desde comienzos del siglo XX hasta fines de la década de 1990, los grupos domésticos de las zonas rurales de La Humada y Chos Malal sustentaban su existencia mediante el desarrollo de una producción de subsistencia basada en el uso compartido del monte. En este período, además de los intercambios con los vendedores ambulantes de General Alvear, San Rafael y Catriel, la presencia de estancias ganaderas, si bien era muy escasa, permitía generar relaciones laborales a través de empleos eventuales asociados con el arreo de animales. La puesta en ejecución de algunas políticas públicas, lentamente redefinieron las prácticas campesinas y los mecanismos de articulación. Desde la década de 1970, se promovieron algunas actividades productivas que modificaron las condiciones de existencia y la dinámica interna de los puestos (Comerci, M. 2012). Estas políticas, junto con las mejoras en las comunicaciones y las nuevas demandas productivas, permitieron establecer mayores vínculos con la capital de la provincia. Este proceso fue simultáneo a la desarticulación parcial de los circuitos regionales asociados con la región cuyana.

Durante la década de 1990 se generaron nuevas fuentes de ingresos y se otorgaron bienes y servicios que promovieron un mejoramiento en la calidad de vida de los campesinos, aunque incrementaron la dependencia con el Estado. En los últimos catorce años (2000-2014), ante la revalorización de los espacios peri-pampeanos y el avance de las lógicas territoriales de tipo empresarial en dichos espacios, los campesinos están redefiniendo sus prácticas productivas-reproductivas y las relaciones sociales.

Dentro de los agentes tradicionales que han interactuado con los puesteros, se destacaban los vendedores ambulantes o "mercachifles", quienes a través de densas redes, han proveído a los puesteros de bienes de consumo que no podían obtenerse en las unidades productivas. A su vez, los vendedores ambulantes compraban diversos recursos que estos producían. De esta forma, en el presente artículo se pretenden explorar esos intercambios, las relaciones generadas con estos agentes en el pasado y las transformaciones de estos vínculos a partir de la década de 1990.

Desde el punto de vista metodológico, se considera a la investigación cualitativa desde la perspectiva constructivista, pues centra su interés en la forma en que el mundo social es comprendido, experimentado y producido. Tiene en cuenta los contextos témporo-espaciales y los procesos, además de la perspectiva de los sujetos. Para ello el investigador desarrolla una actividad relacional y comunicativa que pone en relieve su habilidad para estar con otros, compartir situaciones y vivir experiencias. Asimismo, se nutre de una amplia variedad de métodos, flexibles y sensibles al mundo social, que facilitan la reflexión, interpretación e inducción con rigurosidad, sistematicidad y creatividad (Vasilachis, I. 2003).

En este contexto, para el desarrollo del trabajo se recuperaron distintos testimonios obtenidos en entrevistas en profundidad realizadas en los parajes Chos Malal, La Humada y en la ciudad de Santa Isabel en los años2007, 2008, 2009 y 2013.Buena parte de los datos fueron obtenidos en el marco de la tesis doctoral de la autora titulada: "Vivimos al margen". Territorialidades, trayectorias y estrategias en el oeste pampeano, aprobada en 2011 en la Universidad Nacional de Quilmes. Se realizó un muestreo teórico para descubrir las categorías y sus propiedades, dado que posibilita ampliar o reducir potencialmente los conceptos. En este sentido, el investigador reconstruye y analiza la información en un proceso que se encuentra controlado por la teoría emergente. Se trata de un muestreo flexible que se adecua durante la investigación y se reformula de acuerdo con la capacidad de incorporar o restringir las categorías o la teoría construidas.

La muestra se redefinió durante el proceso de investigación, de acuerdo con la capacidad de incorporar las categorías construidas para la compresión de la problemática. De esta forma, y cuando se produjo la saturación teórica, se terminó de configurar. De un total de 56 puestos efectivamente habitados dentro de la unidad de estudio (20 en La Humada y 36 en Chos Malal), trabajamos con 10 grupos domésticos de La Humada (50 % del total) y 15 de Chos Malal (42 %). Además se tuvo la oportunidad de concurrir –con la técnica de observación participante– y documentar cuatro reuniones organizadas por el Programa Social Agropecuario: una en diciembre de 2002 (Chos Malal), dos en septiembre de 2008 (La Humada y Chos Malal) y otra en abril de 2009 (Chos Malal). En ellas participaron productores, funcionarios gubernamentales (intendentes y secretarios) y técnicos dependientes de la Nación. Además formamos parte de las reuniones (en abril y mayo de 2009, mayo y junio de 2010) en que puesteros de La Humada y Chos Malal plantearon demandas y problemáticas regionales. Esta información se complementó con entrevistas en el frigorífico de Santa Isabel y estudios previos sobre el tema.

A continuación se abordan los lineamientos teóricos que orientan el trabajo y luego se caracterizan brevemente las unidades de estudio, las estrategias productivas campesinas y las formas de intercambio. Con posterioridad, se exploran las relaciones asimétricas que los vendedores ambulantes han mantenido con los campesinos a través del análisis de testimonios y el cruce de datos obtenidos en el campo. Finalmente se reflexiona sobre los factores que posibilitan la persistencia de ciertas relaciones de dependencia en parajes rurales y las estrategias puestas en acción por los comerciantes para garantizar la continuidad de estos intercambios.

Relaciones de poder, modos de dominación e intercambios

Lejos de ser unilaterales, las relaciones de poder son múltiples y pueden ejercerse de diferentes formas, a distintas escalas y por sujetos que ocupan posiciones diversas en el campo social. Como señala Michel Foucault (1979), las relaciones de poder están imbricadas en otros tipos de relaciones (de producción, de alianza, de familia, de género) y no obedecen solo a las formas de prohibición o castigo. Ellas son multiformes y no existen sin resistencias. El poder –en tanto relación social– circula de manera desigual en la sociedad y construye focos de concentración. Las relaciones de dominación, ancladas en ciertos modos de producción y de consumo, tienen una expresión espacial que es, al mismo tiempo, material y simbólica. Sin embargo estas relaciones varían según el tipo de sociedad.

De acuerdo con la tesis bourdiana, en las sociedades desprovistas de mercado autorregulado, de sistema educativo, de aparato jurídico y de otras instituciones estatales, las relaciones de dominación sólo pueden instaurarse y perdurar con estrategias indefinidamente renovadas de control personal y directo. Por el contrario, la dominación ya no necesita ejercerse de manera directa cuando se poseen los medios (capitales económicos y culturales, tales como los aparatos jurídico, económico, educativo), para apropiarse de los mecanismos del campo de producción, que tienden a asegurar su propia reproducción (Bourdieu, P. 2011). De esta forma, los modos de dominación implicados en la reproducción de la vida social, varían de acuerdo con las formaciones sociales consideradas. En los universos sociales desprovistos de mercados autorregulados, las relaciones de dominación se hacen, deshacen y rehacen por la interacción entre las personas. En cambio, en las sociedades insertas en el capitalismo, las relaciones de control, al estar mediatizadas e institucionalizadas, se vuelven permanentes e invisibles y escapan a las tomas de conciencia y al ejercicio del poder individual (Gutiérrez, A. 2011).

Tanto en el oeste de La Pampa, como en otros espacios donde el capitalismo ha penetrado más tardíamente que en la región pampeana, persisten prácticas de intercambio con acuerdos entre las dos partes, signadas por relaciones de dependencia y no mediadas exclusivamente por el dinero. Ahora bien, en estos espacios ¿puede aplicarse este esquema planteado por P. Bourdieu?, ¿cómo se generan y reproducen las relaciones de intercambio entre los campesinos y los ambulantes en espacios inmersos en el capitalismo pero que conviven con modos de vida tradicionales?

Un estudio realizado en la meseta rionegrina, aborda la importancia actual del trueque en los sistemas campesinos. La escasez de dinero en los espacios rurales aislados perpetúa la existencia del trueque. Marta Madariaga (2004) considera que ésta es una estrategia vital para los pequeños productores con limitada capacidad de comercialización y que no cuentan con transporte para trasladar su producción caprina. En este marco, destaca el rol de los ambulantes que actúan como único medio viable para el productor aislado que necesita bienes en el corto plazo, aunque el costo sea elevado.

Desde otras perspectivas, Susana Bandieri (2007) analiza las redes de poder de estos agentes, a fines del siglo XIX, en los territorios nacionales. En el caso neuquino los miembros de los sectores dominantes locales, mayoritariamente de origen mercantil, gestaron su poder sobre la base del trueque y de los adelantos a la producción, ejerciendo la intermediación comercial entre los pequeños productores y el consumo nacional y regional, este último vinculado al mercado chileno.

Luego de la provincialización, dichos comerciantes, convertidos simultáneamente en acopiadores de la producción primaria del interior rural ganadero, habrían favorecido la reproducción de determinadas relaciones con los pequeños productores –crianceros de ganado menor–, como son la práctica del trueque, los adelantos a la producción en términos monetarios y la monopolización del crédito en espacios del interior rural de Neuquén. Este tipo de vínculos se mantienen hasta la actualidad, lo cual les asegura y permite mantener sus posibilidades de acumulación.

Para la autora, la marginalidad del territorio con respecto al mercado nacional y al modelo agroexportador, la perdurabilidad de las relaciones comerciales con el sur chileno, la incomunicación con otros mercados regionales del país, la persistencia de áreas productivas de subsistencia y la escasa generalización de las formas capitalistas de producción, así como la débil presencia del Estado nacional en la región, habrían favorecido la consolidación política de estos comerciantes (Bandieri, S. 2007).

En el caso del oeste pampeano: ¿cuáles son las lógicas de acumulación de estos sujetos y qué estrategias comerciales construyeron?, ¿qué tipos de relaciones se han generado entre los puesteros y los ambulantes y cuáles persisten en la actualidad? A continuación se avanza con la caracterización de las unidades de estudio y las persistencias de ciertas prácticas productivas-reproductivas en el modo de vida rural.

Persistencia de las prácticas productivas en el espacio occidental de La Pampa

En el espacio occidental de La Pampa (Mapa Nº 1), en la etapa previa a la conformación del Estado nacional, las sociedades indígenas nómades valorizaron y explotaron el jarillal. El uso y la apropiación de los recursos que proveía el monte, unido a un profundo conocimiento del lugar, posibilitaron la supervivencia de los grupos, el dominio de ciertos espacios y la conformación de áreas de influencia. Las territorialidades indígenas se vinculaban con la posición estratégica de este espacio en la región y con el desarrollo de distintas prácticas de intercambio con los grupos andinos y de los llanos (pampeanos). Por otro lado, esas territorialidades poseían una lógica interna, materializada en una densa red de rastrilladas que articulaban nodos (manantiales y zonas altas), que permitían el aprovisionamiento temporal de recursos y el control local del espacio.

 


Mapa Nº 1
. Asentamientos, redes y recursos hídricos en el oeste de La Pampa
Fuente: elaboración propia, sobre la base de mapa de Vialidad provincial, 2009

Concluidas las campañas militares de 1879 contra los pueblos originarios, se buscó integrar los espacios en dominio indígena con el conjunto nacional. Este proceso marcó una nueva fase en la estructuración territorial, que generó una ruptura con la preexistente. El control del espacio, supuso la creación de un nuevo territorio, expresado en una cartografía catastral. Al igual que en otros Territorios nacionales, no sólo se buscó controlar material y simbólicamente estos espacios, sino también integrarlos al "dinámico y pujante" conjunto pampeano, desdibujando las históricas redes sociales y de intercambio con la región cuyana-andina. El Estado nacional y, luego, el Gobierno de la Provincia de La Pampa, fueron agentes destacados en la nueva fase de territorialización, que reprodujeron tiempos, espacialidades y sentidos, tendientes a sostener el nuevo orden social establecido. Mientras tanto, el monte se comenzó a repoblar con indígenas y criollos que se fueron asentando en las aguadas naturales de los "campos libres", y pusieron en acción distintas estrategias productivas-reproductivas asociadas con la cría de ganado, la caza de ganado silvestre, la elaboración de artesanías en telar y cuero, el uso de recursos locales para la construcción de viviendas, refugios y corrales, entre otros (Comerci, M. 2012). Se conformaron redes familiares, vecinales. En este marco, los agentes ambulantes abastecían de insumos y compraban la producción.

La zona donde actualmente se emplaza el paraje Chos Malal (Mapa Nº 2), por su posición en la región y la presencia de distintos recursos naturales, fue "parada" indígena antes de la conformación del Estado nacional. De la misma manera, la zona de La Humada (Mapa Nº 3) fue transitada por pueblos originarios dada la presencia de la laguna y su posición estratégica entre los cerros Agua de Torres y Chicalcó.

A través del siglo XX, las familias garantizaron su reproducción mediante la combinación de distintas prácticas y del desarrollo de una producción de subsistencia basada en el uso compartido del monte (entre grupos de familias), que posibilitaba la caza de fauna silvestre, la recolección, la cría de ganado caprino, ovino o equino y el trabajo del tejido de la lana y del cuero. La conformación del Estado provincial promovió el desarrollo de distintas políticas públicas que fortalecieron la actividad artesanal y ganadera reorientándola al mercado. A su vez, estas políticas fomentaron el uso del dinero, en el marco de un proceso de integración subordinada del extremo oeste al resto de la provincia.


Mapa Nº 2
. Puestos, salitrales y huellas

Fuente: elaboración propia, 2010. Cartógrafa Daila Pombo, mapa georreferenciado Gauss Krüger

 


Mapa Nº 3
. Distribución de puestos y caminos en La Humada

Fuente: elaboración propia 2010. Cartógrafa Daila Pombo, mapa georreferenciado Gauss Krüger

En el año 2014 vivían 36 familias distribuidas en forma dispersa en el paraje Chos Malal y unas 20 en la zona de La Humada (si se excluye la población agrupada del pueblo). Los grupos domésticos llevan a cabo distintas actividades y prácticas que dan cuenta de la diversidad de fuentes de ingresos, la complementariedad de la producción caprina, ovina, equina con la artesanal y la particular relación que establecen con el entorno. Además de la cría de ganado caprino, vacuno y equino de forma extensiva, algunas familias elaboran artesanías (en tejido de telar y en soga) para consumo y/o venta, practican la caza de zorro, piche, avestruz y recolectan especies del monte para leña o para la realización de tinturas naturales, infusiones y remedios caseros.

Los campesinos complementan sus ingresos con trabajo –por lo general, masculino– extrapredial, con remesas de parientes o con ingresos provenientes desde el Estado (vía microcréditos, subsidios, cajas de comida, pensiones, entre otros). En los últimos años (2011-2014), la importancia de los recursos monetarios extraprediales obtenidos desde el Estado nacional a través de distintas transferencias (asignaciones familiares, pensiones, jubilaciones, entre otros), ha sido muy significativa.

La cría de ganado mixto se destina al autoconsumo y al mercado interno. La comercialización del ganado en pie se produce temporalmente cuando los vendedores ambulantes e intermediarios acceden a las explotaciones. Como luego se desarrollará, la reducida capacidad de negociación de los campesinos, su dependencia de los insumos que dichos agentes ofrecen y las condiciones de mercado monopsónico, imprimen una desigual relación de intercambio (Comerci, M. 2010).

De este modo, la ganadería regional es generada por puesteros que producen en sistemas extensivos mixtos, en los que la especie caprina suele ser dominante, junto a bovinos y equinos e, infrecuentemente, ovinos. De acuerdo con una investigación (Bedotti, D. et al. 2005), basada en una encuesta a 48 campesinos de Puelén (Paraje Chos Malal) y Limay Mahuida (Paraje Árbol de la Esperanza), –que no se encuentra incluido en esta investigación–, la principal fuente de ingresos de estas familias es la venta de cabritos y, en algunos casos, de terneros. Además de la venta directa de animales, el 91,7% de los productores encuestados posee otros ingresos provenientes de su predio. Un 94% vende los cueros de los animales faenados, aunque los ingresos monetarios por este rubro son mínimos. A ello se suma, en un tercio de los productores, la producción y venta de quesos, en años de buena pluviometría (en los que hay excedente de leche). También el guano (estiércol) se vende a ambulantes (2), aunque en la mayoría de los casos es cambiado –mediante trueque– por fardos de pasto o alimentos para consumo doméstico. Existen en la región diversas modalidades de venta de animales aunque las principales son la venta a intermediarios y mercachifles; la venta "al paso" o directamente a consumidor y, por último, la venta a otros productores (Bedotti, D. et al. 2005). Ahora bien: ¿qué roles cumplieron y cumplen los ambulantes en los puestos de Chos Malal y La Humada?, ¿cómo se generan y reproducen las relaciones de intercambio entre los campesinos y los ambulantes y qué percepciones tienen los puesteros de estos agentes? En el próximo apartado se exploran esos interrogantes.

El rol de los ambulantes en el extremo oeste pampeano

Pasaban puesto por puesto

Surtiendo con su trabajo

Recibiendo chivo flaco

Por una bolsa de harina

Y con los cueros de chiva

Va a alcanzar para el tabaco

Cuando la pluma valía

Abundaban las boleadoras

El ambulante pesaba

Siempre audaz con la balanza

Y si la pluma no alcanza

Para otra vuelta le fiaba

Y así seguían camino

Siempre surtido de cosas

Venían desde Mendoza

Recibían hasta el guano

No eran fáciles esos llanos

De caminos guadalosos

Ariel Hugo Vázquez, Los Ambulantes, 2014: 42

a) Trueque de bienes a través de la venta itinerante

Los vendedores ambulantes ("mercachifles"), por medio del intercambio, compraban diversos recursos que en los puestos se producían y proveían de insumos a las familias. Así, al igual que en el caso del norte patagónico, analizado por M. Madariaga (2004) o por S. Bandieri (2007), los ambulantes eran los intermediarios en la cadena de comercialización de los productos primarios y posibilitaban el acceso a los bienes de consumo. Ellos demandaban animales vivos, cueros, pieles o lana; y ofrecían alimentos, vestimentas, calzados o fardos. La lógica de acumulación de los ambulantes consistía en comprar mercancías baratas y venderlas en forma directa (en algunos casos, duplicando su valor), en los distintos puestos dispersos.

Otra función de los vendedores fue la compra de abono (3) en los puestos que proveyó de ingresos eventuales –y poco significativos– a los crianceros. Así, desde la década de 1970, comenzaron a recorrer la zona de estudio productores mendocinos que cambiaban abono por maderas, harina y bienes que escaseaban en la zona.

Andaban en carros…sabíamos comer… ¡comprar una harina negra! Negra… Hoy por hoy no la conoce nadie… ¡negra, negra era!... Un carbón así… cuando se quema ¿vio?… esa era la harina más común que comían los viejos en esos años… En esos años no compraban la bolsa de harina… a mis padres no les alcanzaba… no alcanzaba… de a poquitos, de kilitos era… como a ellos les alcanzara….Pero comprar por bolsa no…Se le daba un animalito así y ellos compraban… Los carros eran de Mendoza, de acá… La Pampa… de todos lados… de Victorica… ¡Hoy el carro no lo conoce nadie! Hoy ver andar un carro es una admiración… ¡Sin cubiertas andaban por acá! Hoy andan vendiendo… pero no a carro… (criancero y artesano de Chos Malal, nacido en 1946).

Se vendían los cueros y se compraba lo que quería…En ese entonces andaban los Ruices vendiendo. Los primeros camiones que vinieron fueron los Moreno…de Mendoza…Le das la lana y comprabas mercadería para el año!!! Para el año… Así que ahí se llevaban la producción… pero se abusaban (pastor y campesino de Chos Malal, nacido en 1953).

En las primeras décadas del siglo XX, los mercachifles de la zona de Chos Malal provenían de Neuquén (Neuquén) y Río Negro (Catriel) y los de La Humada eran oriundos de Mendoza (Gral. Alvear, Agua Escondida, San Rafael). La estrategia espacio-temporal de los mercachifles variaba de acuerdo con las características de cada una de las zonas. Mientras los comerciantes itinerantes arribaban al paraje Chos Malal solamente una o dos veces al año por el mal estado de los caminos, los contactos con los grupos domésticos eran más fluidos en La Humada, recorrida unas tres veces al año dado que el acceso era más fácil y la disponiblidad de caminos era mayor. De este modo la venta itinerante cumplía una importante función social y económica en los parajes rurales alejados de los centros de consumo.

b) Relaciones de dependencia con los puesteros

Los ambulantes tenían una gran flexibilidad en las formas de intercambio, por lo general no monetaria, mediante el trueque de animales y cueros. Era poco frecuente el uso del dinero, pues la práctica del trueque estaba generalizada y existían fuertes lazos de dependencia de los productores con los ambulantes, que a menudo fiaban artículos para el consumo doméstico. Asimismo, realizaban la venta fraccionada de mercancías y en pequeños volúmenes.

En los relatos de los campesinos entrevistados, estos agentes aparecen como "un mal necesario", ya que no tenían más alternativa que comprar los productos al precio que el vendedor disponía. Se los representaba como hombres "pudientes", "egoístas" y "explotadores" que los conocían "de toda la vida, a ellos y a sus padres":

Los ambulantes por explotarnos no van a dejarnos ningún beneficio… carecemos de tantas cosas. Ya que van a la casa de uno, hay que comprarle algunas cosas que necesitamos y para comprarlos… si un kilo de azúcar vale supongamos 200 lo venden a 400 (…) hay mucha diferencia. Y si uno no tiene el efectivo, le vende un animal, una vaca gorda, así que nosotros siempre salimos perdiendo (…) Tiene plata y no le falta mujer (relato extraído de documental del año 1974, campesino de La Humada nacido en 1914 aproximadamente).

El viejito ese de mi mamá ha sido un tipo pudiente… porque él tenía un negocio… ha sido de los primeros camiones que sabido andar acá… así que no ha sido pobre! (risas)… vendía mercadería en ese tiempo, a lo mejor habrá vendido telas (criancero de Chos Malal, nacido en 1948).

Capaz que juntaban los Ruiz con un peón o dos… eran amarretes! Muy amarretes! Acá los Ruices eran los más pudientes! Acá los Ruiz sabían andar en carro…Todo tenían ellos… Y negocio… el primer negocio que hubo en La Humada fue el de los Ruiz! (criancero de Chos Malal, nacido en 1946).

De este modo, existe un reconocimiento, por parte de los puesteros, del tipo de relación de dependencia con los comerciantes. Esta relación, a veces iba más allá del intercambio desigual, y suponía lazos de dependencia personal y directa. El siguiente relato demuestra la relación del ambulante que lleva a trabajar a una niña a su casa, a cambio del envío de mercadería al puesto:

De nena, diez… once años tenía… me mandaron a trabajar en la casa del hombre que nos abastecía en el campo de San Rafael, era un ambulante, un mercadero, de todo, verduras, harina, menos la carne porque la carne la teníamos casa ¡gracias a dios en el campo! (…) Vine muy pocas veces al puesto…trabajaba todo el tiempo para mandarles mercadería, la harina, azúcar, les mandaba cosas para que tuvieran ellos (Criancera de La Humada nacida en 1982).

En otros casos, la llegada de los ambulantes a ciertos puestos promovía la realización de "fiestas" en las que se apostaba parte de la producción, se consumía alcohol y eventualmente se generaban peleas entre vecinos y/o violencia doméstica. De acuerdo con algunos testimonios se consumía alcohol y se apostaba la producción, de este modo se llevaban más animales que lo acordado:

Y en ese entonces la gente timbeaba… y venían los camiones y se ponían a jugar ¡Días enteros timbrando!… ¿sabe la cantidad de animales que se moría?... Venían los camiones y se ponían a timbrar… tomaban y… cuando se quedaban sin plata… decían… "andá y carneá un chivo"…Vení… perdían en la timba… entonces le decía… "cargá 30 chivos…" y capaz que cargaban 50 y le pagaban 20! Hoy a esa gente no le quedó nada… nada… nada…(…) Sabe… que a través del consumo de alcohol en esta zona… han pasado muchos casos de muerte…acá nomás…Se pegaban y acá no había adonde ir… así que se morían… ¡se mataba mucha gente! Tengo un tío que estuvo trece días tirado ahí y se salvó… trece días… (señala el lugar). Es uno de los últimos casos de acá…a un hermano mío lo mataron en una pelea…Fue en los últimos casos que pasaron… La timba y el alcohol han hecho mucho mal a esta zona (pastor y campesino de Chos Malal, nacido en 1953).

Así, a los intercambios económicos, se sumaban otros factores asociados con las relaciones sociales gestadas entre comerciantes y productores.

c) Cambios en la figura de los ambulantes

Durante las décadas de 1970 y 1980, la figura del ambulante, a diferencia de La Humada, siguió presente en la zona de Chos Malal, sin disociar el rol de compradores de la producción y vendedores de bienes de consumo, proceso que recién ocurrió a partir de los años 1990. En estos años, la mejora en los caminos permitió que ambas zonas fueran recorridas con más asiduidad, así los puestos comenzaron a visitarse cada tres meses aproximadamente.

El uso de camiones y camionetas, en reemplazo de los carros, unido a la apertura de picadas, posibilitó una mayor presencia de los ambulantes en los puestos. Las nuevas huellas y los mayores contactos con otros espacios, facilitados por las políticas públicas, permitieron la llegada de nuevos vendedores itinerantes, aunque no se rompió la dependencia monopsónica con algunos.

En la década de 1980 los "hermanos Ruiz", del pueblo de La Humada, se transformaron en importantes vendedores ambulantes de la región. A su vez, en este período la figura del ambulante comenzó a disociarse en ambas zonas. Es decir, algunos agentes se especializaron en la venta directa a los puestos de alimentos, vestimenta, calzado o muebles, y otros se orientaron a la compra de los animales vivos y demás recursos que proveía el puesto.

Los mercachifles en la actualidad

Ahora que el tiempo ha cambiado

Ya la tierra no es tan blanda

Pero siempre alguno anda

Y no importa si no es barata

Que duren las alpargatas

Hasta que pase Miranda

Los que hicieron el camino

Eran un tal Freitas de Alvear

Y Camí que supo andar

Por los caminos errantes

Por aquellos ambulantes

Que no dejen de pasar

Ariel Hugo Vázquez, Los Ambulantes, 2014:42

Ante el crecimiento del pueblo de La Humada y la mejora en los caminos, la gran mayoría de los mercachifles dejaron de recorrer los puestos dispersos de La Humada, mientras que otros sólo lo hacen muy eventualmente en los puestos alejados de la localidad. Algunos testimonios destacan que los vendedores ambulantes sólo se desplazan a las zonas alejadas al norte y sur del departamento Chicalcó.

La cercanía con el pueblo, la mayor disponibilidad de transporte propio y los costos de las mercaderías, más bajos en el pueblo que el que ofrece el vendedor ambulante, llevaron a los propios puesteros a abandonar la explotación y realizar las compras por sí mismos.

Antes, si andaban más, pero por ahí de vez en cuando…por ahí pasan... antes sí, pero era muy caro… Ahí tiene mi hijo una camionetita… y el chico este también tienen un auto y nos llevan al pueblo… pero ahora se rompió (Criancera y artesana de La Humada, nacida en 1939).

Acá hay muy pocos mercachifles… por el hecho de que todos, o sea, casi todos acá tienen vehículos acá en la zona, fue cambiando muy mucho. La modalidad de los de los ambulantes fue cambiando… creo que siguen existiendo… o sea, siguen existiendo y hay zonas que están, pero zonas más alejadas como Chos Malal, más al sur. En la zona de Mendoza también. Yo conozco partes ¡muy difícil pa’ entrar! y sí, ahí siguen existiendo. Sigue habiendo pocos vehículos eh… y cómo es, y bueno, pero en esta zona muy poco. O sea, en realidad acá nosotros no tenemos ni uno. Lo único que le puedo decir que antes sí, venían pero no… una por el hecho de que vamos todos los días, saben que si necesitamos algo lo traemos de La Humada. (Campesino de La Humada nacido en 1965).

Ya en La Humada, no hay mercachifles porque la gente le mañerean y se encarece mucho (Campesino de La Humada nacido en 1964).

En contraposición, la presencia de los vendedores continúa siendo significativa en el paraje Chos Malal, aún cuando se redefinieron sus prácticas. En el año 2014 tres ambulantes locales recorrían y abastecían a la totalidad de los puestos del paraje rural (Fotografía Nº 1). Dos de los ambulantes son campesinos de la zona que, además de poseer ganado junto con su familia, se dedican a la compra de mercancías en ciudades para comercializarlas en el paraje. El tercer ambulante es el hijo de un vendedor de Alvear que durante muchos años abasteció de mercancías a esta zona.

Los tres "mercachifles" compran sus productos en Mendoza o en pueblos pampeanos y los venden en el ámbito local. Todos aceptan el pago de dinero en el intercambio de mercancías por animales. Dos de ellos además, compran ganado para vender (actúan como intermediarios).

Por lo general, no existe competencia entre los ambulantes, pues cada uno se especializa en la venta de diferentes bienes de consumo y de servicios. Entre los rubros en los que se especializan se encuentran los siguientes:

a) alimentos enlatados, empaquetados y deshidratados, frutas y verduras;

b) vestimenta, calzado, ropa de cama, colchones y muebles;

c) insumos para el trabajo (alambre, forrajes, alimento balanceado) y

d) transporte de personas y realización de trámites en el pueblo de La Humada o Puelén.

El traslado de personas es un servicio que posee un peso significativo entre las actividades que desarrollan los ambulantes, ya que más del 60% de las unidades domésticas del paraje recibe asignaciones familiares y/o jubilaciones-pensiones del Estado, y debe desplazarse hasta el pueblo de La Humada para hacerse de esos ingresos. A modo de ejemplo, en el año 2013, los ambulantes cobraban entre $ 300 y $400 para ir y volver a La Humada, ubicada a unos 60 km de Chos Malal. La inexistencia de empresas de transporte (privado o público) entre ambas zonas, obliga a las familias a recurrir a los ambulantes para contratar este servicio. Debe mencionarse que sólo una minoría de las familias del paraje cuenta con transporte propio.


Fotografía Nº 1
. Camioneta de los ambulantes recorriendo puestos en Chos Malal

Fuente: Comerci, M. E. 2013

Los vendedores actuales también se ocupan de realizar el pago de impuestos y trámites para las familias en los pueblos, como lo expresan los siguientes testimonios orales:

Tamos de mercachifle, por ahí con la venta de chivos también, por ahí ando con el traslado de gente también… eso es lo que tenemos nosotros, una camionetita, así que todos los viajes de la gente, los trámites los hago… Y vendo todo lo que es mercadería de consumo, es lo que es… todos los días, pero hay que llevarle a la gente al puesto (…). Mi cuñado hace el trabajo que yo hago, pero el vende ropa, colchones, muebles (criancero y comerciante de Chos Malal nacido en 1982).

Entre los productos que se han dejado de demandar por el escaso valor en el mercado, se destaca la lana. Asimismo, por los mayores controles de la Dirección de Recursos Naturales sobre la caza de fauna silvestre, tampoco está permitido comercializar los cueros, ni las plumas de avestruz.

Ahora viste que no te compran los cueritos de nada! Ni te compran los cueros de chiva… Poco piche se come porque viste como han sido tanto la gente que los ha agarrado que por ahí llegan a terminarse! Y avestruz… menos… hace tiempo que no se come carne de avestruz…Antes sí… había más…mas avestruces, mas piches, mas vizcachas… porque viste que esos bichitos era agarrar y los comías… pero ahora nooo… se terminaron, por el motivo que le daban valor a los cueritos y se todos querían unos pesitos y se terminaron! Entonces la gente a no tener nada… tiene que escarbar (Criancera y artesana de Chos Malal nacida en 1947).

Ahí está la lana (señala) ese poquito…no sirve… No la quiere ningún ambulante… ahí la tiene… esquilarla hay que esquilar… Necesitad tenemos de vender lanita pero ¿quién la compra? (Campesino y artesano del paraje nacido en 1946).

Los bienes de consumo que comercializan los "mercachifles" en Chos Malal, los compran en General Alvear, Agua Escondida y La Humada. A diferencia de lo ocurrido años atrás, se han generalizado los intercambios monetarios; no obstante cuando los crianceros carecen de dinero, pueden pagar con animales. Incluso algunos ambulantes venden "fiado", pero esto implica el cobro de intereses.

En Chos Malal, no se observa, como sí ocurre en el norte patagónico, que los ambulantes se desempeñen en el rol de prestamistas.

Vienen los mercachifles… vamos a veces pero la mercadería no la puede traer en auto…Por ahí nos dejan fiado… el M.M… algunos si no tenés plata no te dejan nada! este chico A. sabe fiar… después el otro si no tenés plata no…no es de acá…Se crío en la zona andando con el padre… después el padre…ya lo dejo y siguió él…Y se vino de Alvear para acá (Criancera y artesana de Chos Malal nacida en 1939).

Todas las modificaciones señaladas, no lograron alterar el intercambio desigual que se establece entre el vendedor ambulante y el puestero (Comerci, M. E. 2010). La percepción en relación a los altos precios de los productos ofrecidos por los mercachifles, y a la ganancia "extraordinaria" que los mismos perciben, está presente en los discursos de los crianceros:

Tienen dos camionetas los muchachos… y andan con la venta ambulante… Y le digo otra cosa…’tan re bien… no tienen necesidad…Y yo les digo… ¡hagamos lo que hacen en La Humada! ¡Abramos un kiosquito! Si está lleno de familias acá…entonces le compra uno… le compra otro…¿Y acá mire cuánto ganan los vendedores?... si roban! La harina llego a estar en 120… 125 la bolsa… (En el año 2009) ¡El kilo de yerba le sale 10… 11 pesos! El litro de aceite….14 pesos…Y usted va a La Humada y lo paga 7 pesos… Y en el coche no lo podes cargar… tenés que traer unos kilitos nomás… Es muy caro! (criancero de ChosMalal nacido en 1953).

Uno de los vendedores intentó abrir un negocio en su casa pero, de acuerdo con el testimonio, los crianceros no se acostumbraron a comprar en ese lugar "fijo" y prefirieron que los recursos llegasen a la puerta del puesto:

Intenté armar el negocio pero la gente no… no es de ponerle en un lugar fijo porque no los acostumbrás… Intenté de esa forma, pero no vienen... ahí al lado del salón… pero no… siempre somos un poco quedaditos (artesano y comerciante de Chos Malal nacido en 1982).

Desde el punto de vista simbólico, los ambulantes portan un capital cultural que los distingue del resto de los integrantes del paraje. Suelen usar vestimenta "moderna", además poseen camionetas relativamente nuevas, poco comunes en la zona. Tienen, asimismo, una activa presencia en la comunidad.

En el presente –como en el pasado– la influencia de estos agentes no se limita al ámbito económico, pues ejercen poder a nivel local. De hecho participan de la Asociación de productores de Chos Malal y poseen además vínculos con las autoridades locales. Como señalamos, algunos ambulantes se disociaron de los compradores de chivitos y se especializaron en la compra-venta de animales. A continuación se aborda el rol de estos agentes y las formas de intercambio que establecen con los puesteros.

Zafreros de chivitos y frigorífico

En la actualidad quienes realizan la zafra de chivitos provienen del sur de Córdoba y San Luis, General Alvear y 25 de Mayo. La dispersión de los crianceros, la ausencia de camiones en las explotaciones y la oferta de animales atomizada potencian el mercado monopsónico u oligopsónico. Los compradores de la producción no constituyen consumidores finales, sino que son intermediarios que acopian la producción y la trasladan hasta los frigoríficos, "matarifes" y/o carnicerías. Las reses terminan en los grandes centros de consumo del centro del país. Si bien existen distintas modalidades de intercambio, la más recurrente es la venta a intermediarios (a menudo al mismo comprador) que representa más del 67% de los casos (4) (Bedotti, D. et al. 2005).

Al igual que con los ambulantes, las representaciones de los campesinos sobre los intermediarios enfatizan las condiciones de "abuso" en términos de precios a las que se encuentran sometidos o la "ganancia" extraordinaria que estos obtienen:

Eso también nos ha embromado un poco…¡los que se abusan! Aprovechan… ¡A este tipo de 25 anda comprando chivos y le reclamamos!! ¡Cómo puede pagar eso! Y bueno dice… lo que pasa es que tengo que pagar el camión…sí…¡todo lo que quiera pero no podemos pagar todos por eso! (risas)…pero hay que buscarle la vuelta… si no se pone feo…Ese es el problema nuestro… nosotros tenemos que rebuscarnos… (…) uhhhh… esta zona mire… si usted viera cómo era …Ellos han hecho el capital con la gente de acá! Tienen veinte leguas ahí pasó con un puestito… uno de Mendoza anduvo estafando a la gente… le pasó a un viejito de acá… no le pagaron… se confiaron…Al año le decía que le iba a pagar… y nunca mas… y están en la miseria total…Toda la vida trabajando… los hijos de esa gente tienen que empezar de nuevo… (criancero de Chos Malal nacido en 1953).

El precio de los caprinos vivos de seis kg. aproximadamente –sin valor agregado– han sido alterados por los problemas económicos que han afectado el país (convertibilidad, devaluación, procesos inflacionarios) y por otros factores regionales como la instalación del frigorífico Santa Isabel (5).

Las ventas de animales se efectúan mayoritariamente fuera del circuito comercial legal. Sólo una minoría de productores está inscripto en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) como monotributista, (Bedotti, D. et al. 2005). Sin embargo, la disociación entre el intermediario y el mercachifle, una mayor cantidad de demandantes de la producción ("zafreros de chivitos" y el frigorífico), y las mejores comunicaciones con los pueblos, han reducido la relación asimétrica y el intercambio desigual.
En el año 2004, en el marco de la mayor presencia estatal, el Estado provincial inauguró un frigorífico de ganado en las proximidades de Santa Isabel. Los animales despostados se destinan a los centros urbanos de Buenos Aires, Santa Rosa, Santa Isabel entre otros; los cueros se venden a los artesanos locales y los animales viejos se exportan a Costa de Marfil, Andola, Kuwait y Brasil (Fotografía Nº 2).


Fotografía Nº 2
. Faena de caprinos en el frigorífico de Santa Isabel

Fuente: Comerci, M. E. 2007

Durante los primeros años de gestión, el establecimiento enfrentó serias dificultades para obtener caprinos de forma permanente. Una de las razones radicaba en el corrimiento de la frontera pecuaria hacia el extremo oeste, ya que en el área circundante al frigorífico predominaba el ganado bovino. De este modo, para acceder al ganado en pie, el frigorífico debía enviar camiones hacia la zona productora –los departamentos del extremo oeste–. En este contexto no se había contemplado que buena parte de los puesteros carecían de transporte propio y que desde hacía varias generaciones, vendían su producción a intermediarios y ambulantes, con quienes tenían acuerdos preestablecidos. Además, los técnicos que manejaban el emprendimiento, buscaban "convencer" a los campesinos para que realicen dos pariciones anuales, sin considerar que este tipo de prácticas implicaba, ente otros factores, una mayor demanda de trabajo y de pasturas.

A pesar de estas dificultades, la instalación del frigorífico alteró, al menos parcialmente, las relaciones entre los productores y los intermediarios. Por un lado, permitió establecer en cierta forma un "precio sostén". En el año 2009, ante la subida del precio de los animales, algunos acopiadores dejaron de llegar hasta las zonas de Chos Malal y La Humada. En este contexto, los crianceros se quedaron sin poder comercializar los chivitos pues el establecimiento industrial no poseía la capacidad de absorción de la totalidad de la producción. En este escenario, la percepción de los puesteros respecto al papel del frigorífico variaba de acuerdo a si pudieron venderle o no los animales. Algunos testimonios manifiestan que "los dejaron colgados":

La verdad que ahora anduvo muy malo… porque anduvo mal, no han andado comprando… pero los pocos que tuvimos los pudimos vender... venían los del frigorífico pero no vinieron así que tuvimos que vender particular… (productora de Chos Malal nacida en 1966).

A pesar de estas dificultades, la diversificación de los agentes demandantes de la producción, unidos con las mejores comunicaciones hacia las localidades y el mayor acceso a camionetas en los productores, han reducido la relación asimétrica y el intercambio desigual entre intermediarios y puesteros.

Consideraciones finales

El extremo oeste pampeano constituye un espacio en el que persisten formas de vida y de organización territorial tradicionales, y en las que las relaciones capitalistas adquieren también una configuración singular. Las modalidades de intercambio con los mercachifles e intermediarios expresan vínculos que van más allá del mero cálculo económico. Si bien este espacio posee un mercado autorregulado, las relaciones de dominación no sólo se expresan en intercambio de carácter desigual sino también en formas de control personal.

En tensión con el planteo bourdiano, el análisis realizado expresa que más allá de la influencia de los factores productivos en el costo de los productos comercializados, las relaciones de dependencia se hacen, deshacen y rehacen en la interacción entre las personas.

A pesar de los sobreprecios de los productos que venden los mercachifles, estas prácticas de intercambio persisten en las zonas rurales aisladas. Los vínculos históricos y las relaciones de conocimiento mutuo entre los ambulantes-intermediarios y las familias campesinas pueden explicar la continuidad de estas prácticas. Sin embargo, la mayor persistencia de la figura del ambulante en Chos Malal y respecto de La Humada, se pueden explicar a partir de los siguientes factores:

-Aislamiento relativo de los puestos respecto a los pueblos.

-Escasa disponibilidad de medios de transporte a motor en propiedad de los campesinos.

-Inexistencia de transporte público/privado de pasajeros entre el paraje Chos Malal y los poblados cercanos (Puelén, La Humada, Santa Isabel).

-Flexibilidad en las formas de intercambio. El ambulante o intermediario se ajusta a las diferentes posibilidades de pago que les ofrecen los puesteros (pago en dinero, con especias y/o toma de ganado como forma de pago).

-Venta "fiado" con el cobro de intereses.

-Comercialización de productos fraccionados y sueltos

-Facilidad en el acceso a los bienes de consumo "puerta a puerta"

-Discursos de los puesteros y los vendedores que justifican el alto precio de los productos por el flete y el mal estado general de los caminos.

La alternativa de venta de los animales en el frigorífico, junto con las mejores comunicaciones hacia las localidades, han reducido la relación asimétrica entre comerciantes y productores. Sin embargo, los mecanismos de subordinación no son meramente económicos, sino que tienen dimensiones sociales que influyen a la hora de decidir a quién comprar los artículos de consumo y a quién vender la producción.

La construcción y reproducción de las relaciones de poder, supone, un conjunto de prácticas, disposiciones, maniobras, tácticas, técnicas y funcionamientos que participan en la conformación de una red de relaciones siempre tensas y en actividad. Estas relaciones no se localizan en los vínculos del Estado con los ciudadanos o en las fronteras entre las clases, sino que atraviesan el espesor de la sociedad (Foucault, M. 1975). Alterar esas relaciones de poder y los mecanismos que generan el intercambio desigual, debe ser una política de Estado orientada a superar, entre otros aspectos, la subordinación histórica de los campesinos.

Si bien se han generado políticas públicas destinadas a mejorar la comercialización de los caprinos a través de la construcción del frigorífico regional, que además busca para dar valor agregado a los productos, no se han alterado en forma significativa las relaciones de dependencia entre ambulantes y productores. La persistencia de una demanda estacional y duoposónica, el mal estado de los caminos y la atomización de los productores dificultan encontrar soluciones a esta problemática que impide un desarrollo regional integrado.

Agradecimientos

Agradezco a los evaluadores de este trabajo que mejoraron la calidad del artículo con sus sugerencias y aportes.

Notas

(1) Las reflexiones de este trabajo tienen origen en los proyectos de investigación en los que participa la autora: "Multiterritorialidades en el oeste pampeano. Sujetos, recursos y disputas en espacios de borde (1990-2013)". Proyecto orientado a la investigación regional (POIRE). Programa de investigación con evaluación externa aprobado por el Consejo Superior (Resolución 388-13) Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa;"Usos sociales, controles y apropiaciones del espacio rural en el oeste de La Pampa", aprobado por el Consejo Directivo (Resolución 145-12) de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa (2012-2015) y "Modelos de desarrollo agrario en tensión: historia, presente y perspectivas de la cuestión agraria en la región pampeana y el espacio peri-pampeano", proyecto de investigación PIP (2011-2014) de la Universidad Nacional de Quilmes (Resolución: 00762).

(2) En esta actividad se implica el 52% de los productores, observándose que tienen mejores posibilidades de venta de este producto los cercanos a rutas o caminos vecinales de fácil acceso (Bedotti, D., et al. 2005).

(3) El guano era valorizado como abono por los agricultores vitivinícolas para mejorar la calidad de las tierras.

(4) Un 25% se vende "al paso" y solamente un 6,3% de productores con cabras no vende cabritos (Bedotti, D. et al. 2005).

(5) Durante la década de 1990 se pagaba entre $ 15 y 20 por animal. En plena crisis de 2002, devaluada la moneda, un caprino de cinco kilos equivalía a $ 35. La instalación del frigorífico de Santa Isabel en 2005, alteró la relación con los intermediarios y subió el valor por unidad a los $50. En abril de 2009 se pagaban entre $ 65 y 70 por chivito y, a comienzos de 2010, hasta $ 100 por animal. Ante el proceso inflacionario de los últimos cuatro años, en diciembre de 2013, un chivito se vendía a $ 300, mientras que un año después, (diciembre de 2014) valía entre $ 400 y 500. En diciembre de 2014 se lanzó el programa "Chivo para todos" ofreciendo los animales faenados de 7 kg a $ 450 en algunos comercios de Santa Rosa y General Pico.

Bibliografía

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