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Estudios Socioterritoriales

versión On-line ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.18  Tandil dic. 2015

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

La agudización de las tensiones globales. Análisis de la crisis del orden unipolar y los conflictos geoestratégicos desde una perspectiva centro-periferia

The worsening global tensions. Analysis of the crisis of the unipolar order and geoestrategic conflicts from a center-periphery perspectiveExchange relationships in western pampas: the role of street vendors

Patricio Narodowsky(*)
Gabriel Merino
(**)

(*)Doctor en Geografía del Desarrollo. Docente e Investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP. Calle 51 entre 124 y 125, (1925) Ensenada, Buenos Aires, Argentina, p.narodowski@gmail.com

(**)Doctor en Ciencias Sociales. Investigador del Centro de Investigaciones Socio Históricas (CISH), Instituto de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS), de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), CCT CONICET. Becario posdoctoral del CONICET. Calle 51 entre 124 y 125, (1925) Ensenada, Buenos Aires, Argentina, gabrielmerino23@gmail.com

 

Recibido: 20 de mayo de 2015
Aceptado: 02 de octubre de 2015


Resumen

En el presente trabajo rescatamos el par conceptual centro-periferia para abordar la situación geopolítica de acuerdo a los siguientes problemas: la complejidad económica de los territorios y sus condicionamientos a las relaciones de poder, la cuestión del unipolarismo-multipolarismo, la transición histórica que se desarrolla entre un mundo unipolar y un mundo multipolar, así como la resultante crisis de hegemonía. Luego de introducirnos en la problemática a trabajar, nos concentramos en cuatro ejes: a) la pugna en los Estados Unidos entre la estrategia neo-conservadora y la estrategia neo-realista; b) caracterizamos los principales bloques de poder en pugna, que dan lugar a un escenario de multipolaridad relativa; c) el lugar de América Latina, el problema de la primarización económica y la búsqueda de autonomía; y d), a modo de conclusión, nos remitimos a los BRICS y los conflictos geoestratégicos que se despliegan en una situación de crisis del orden mundial y, como tendencia, de agudización de las tensiones globales.

Palabras claves: Centro-periferia, Complejidad económica, Unipolaridad, Multipolaridad

Abstract

In this paper we rescued the couple conceptual center-periphery to address the geopolitical situation according to the following issues: the economic complexity of the territories and their conditioning to power relations, the question of unipolarity-multipolarity, the historical transition that develops between a unipolar world and a multipolar world and the resulting crisis of hegemony. We concentrate on four areas: a) the struggle in the United States between the neo-conservative strategy and the neo-realistic strategy; b) characterize the main competing power blocs, leading to a scenario of multipolarity relative; c) the place of Latin America, the problem of economic primarization and the search for autonomy; d), by way of conclusion, we refer to the BRICS and geostrategic conflicts that unfold in a crisis of the world order and, as a trend, peaking of global tensions.

Key words: Center-periphery, Economic complexity, Unipolarity, Multipolarity


La cuestión centro-periferia en la crisis de la unipolaridad

Una primera cuestión a debatir en el análisis de las relaciones entre países, las diferencias entre los territorios en la inserción en el capitalismo global y las cuestiones geoestratégicas, es si aún resulta conveniente utilizar el concepto centro-periferia. Entre quienes sostienen este concepto debemos mencionar en esta síntesis a Lipietz, a Harvey (que rescata a Neil Smith), a Arrighi y a Wallerstein. Los representantes del llamado marxismo más "ortodoxo" como Petras (2003), como por otro lado Harvey (aunque este último en menor medida), proponen que dentro del centro, sigue dominando EEUU. Wallerstein, como Silver y Slater (1999), creen que dentro del centro, se va al multipolarismo. El mayor crítico de la postura de Wallerstein es Agnew quien pugna por asumir una situación de heterogeneidad mundial. Para Wallerstein (2006) desde los años 1970, Estados Unidos se ha ido desvaneciendo como potencia mundial y asocia ello a, entre otras cuestiones, el desarrollo económico equivalente de Alemania y Japón en términos de complejidad, con capacidad de competir e incluso superar en determinadas ramas a los Estados Unidos.

Petras (2003) plantea que la periferia existe como una parte central de las relaciones internacionales de poder, y que la naturaleza de los conflictos, las conquistas y las resistencias giran alrededor de una potencia imperial: Estados Unidos. Particularmente hace hincapié en el poder económico de dicho país, observando entre otras cuestiones que los norteamericanos son propietarios del 48% de las 500 principales empresas transnacionales del mundo(1). En este enfoque, la globalización es sólo ideología, un discurso político para autorizar al capital en contra del trabajo. Para estos autores el mundo se divide en centro y periferia, y es unipolar. Además, los Estados siguen teniendo un rol central en la trama de la dominación.

También Lipietz (1994) asume la existencia de centro-periferia. Como lo hace en general el regulacionismo, la explicación gira alrededor de los paradigmas tecnoproductivos: fordismo y posfordismo, pero su propuesta interesa especialmente, pues diferencia entre fordismo y posfordismo en el centro y el rol de la periferia. En realidad, distingue las estrategias de industrialización en la periferia como taylorización incompleta, taylorización primitiva, fordismo periférico, funciones mundiales coherentes con la acumulación en los países centrales.

Un planteo similar se realiza en la teoría de la economía-mundo fundada por Wallerstein y Arrighi. Wallerstein (2000) explica la existencia de centro y de periferia a partir de que algunas zonas geográficas han recibido los niveles jerárquicos de los procesos productivos en continua mutación. Pero esto no significa una reducción de la polarización global del sistema, más bien la polarización históricamente ha crecido. Algunas cosas han cambiado y un aspecto esencial es la pérdida de centralidad del Estado y de los EEUU. Para este pensamiento hay centro-periferia en un mundo que tiende al multipolarismo, con Estados en crisis.

Siguiendo a Arrighi (2001) existe una periferia, asociada con el "Sur" que es diversa, en tanto es muy distinto África, de Asia oriental o de Latinoamérica, además de las diferencias que puede haber dentro de ellas. Para este autor, hay una cuestión a destacar en esta transición histórica: el ascenso de una parte de la periferia, Asia oriental y particularmente China, como centro de la economía y el poder global, en rivalidad con los Estados Unidos. Este nuevo centro en ascenso sería, además, un núcleo histórico de luchas y resistencias de sectores campesinos y trabajadores, lo que plantearía un desafío para el capital global. El conjunto de la reacción neoconservadora, resumida en el "Proyect for a New American Century" y encarnada en el gobierno de Bush, sería un resistencia a aceptar dicha transición, lo cual conduciría a un desastre internacional(2). Por su parte, Harvey (2004) encarna una posición diversa en la medida que asume la existencia de jerarquías mundiales pero sigue viendo en los EEUU un imperio hegemónico, que adopta formas diversas, sobre todo por la pérdida de centralidad del Estado. La caracterización de "unipolarismo condicionado", surge en el debate de estas perspectivas y puede también observarse como una situación de transición entre el unipolarismo y el progresivo "multipolarismo relativo". Ello no implica que teleológicamente se avance hacia el multipolarismo absoluto (o un pluripolarismo), pero si resulta descriptivo de la situación de transición histórica existente y la creciente tensión entre los polos de poder dominantes y los polos de poder emergentes.La visión centro-periferia ha sido cuestionada por mecanicista por varios autores. Por ejemplo, Agnew (1993, 2000) dice que el uso de dicho par se basa en inferencias deterministas, las considera funcionalistas y las cuestiona como tales. A su vez, observa que hay en el fondo un uso de la escala única de análisis que sólo produce una homogeneidad, que en la realidad no existe. Desde nuestra perspectiva, y con algunas actualizaciones pertinentes, consideramos central utilizar el par conceptual centro-periferia. No nos parece determinista, sino descriptivo del funcionamiento real del capitalismo y de las relaciones de poder entre territorios, un par conceptual capaz de permitirnos captar la esencia de los cambios de las condiciones mundiales y analizar la cuestión del unipolarismo-multipolarismo. Sin embargo debe complejizarse y actualizarse en función de los cambios suscitados en la forma tecno-productiva que se ha desarrollado en los últimos años, que denominados como posfordismo y en relación al concepto (más problemático) de "globalización", para definir un momento histórico particular del capitalismo que se desarrolla a partir de los años 1970.

En relación al debate centro-periferia hay un concepto central que recorre este trabajo, que es el de complejidad, especialmente aplicado al análisis de la órbita económica. En el centro, donde predomina el posfordismo, se concentran las funciones cuaternarias de comando, control y concepción, entre las que contamos las finanzas, la diversión, los servicios productivos, la instrucción y el conocimiento. La especialización es en la producción de bienes y servicios complejos, con una importante exportación de los mismos hacia destinos de producción primaria y secundaria. Esto refiere a las ramas intensivas en el uso de insumos científico-técnicos y en servicios de ingeniería. En estas ramas productivas hay un vínculo marcado entre ciencia aplicada y desarrollo tecnológico. Se incluyen allí las productoras de química fina, de productos electrónicos o de equipos de telecomunicación, bienes durables de alta tecnología, máquinas- herramienta, máquinas especiales e instrumental científico. Tienen altas barreras de ingreso en términos de requerimientos de capital, un alto grado de concentración y un patrón de competencia vía precios y diferenciación del producto por marcas. En el centro la población depende menos de la explotación de los recursos naturales y más de su capacidad de desarrollar actividades económicas postindustriales, pero es allí donde se producen los mayores consumos (Narodowski, P. y Lenicov, M. 2013). Esto se traduce en una relación de poder asimétrica con las periferias, que da lugar a una relación de dependencia con nuevas características.

Por otro lado, el pasaje del capital de su forma multinacional a su forma transnacional, descripto entre otros por Drucker (1997), Amin (1998), Marini (1996), Negri y Hardt (2002), implica una nueva territorialidad y reconfigura las relaciones de poder centro-periferia. El capital transnacional –que necesariamente es financiero, en tanto los dueños de las principales empresas productivas son fondos financieros de inversión global que se encuentran en el corazón de una red que combina diferentes empresas de ramas disímiles– implica que la unidad económica es global. Por lo tanto ya no se organiza en términos de casa matriz-filial, cada una atada a ciclos de rotación de capital nacionales o metrópolis-colonia. Como observa Drucker (1997), en una compañía transnacional hay sólo una unidad económica, el mundo. Ventas, servicios, relaciones públicas y asuntos legales son locales. Pero partes, máquinas, planificación, investigación, finanzas, mercadotecnia, fijación de precios y administración se realizan teniendo en cuenta el mercado mundial. Ello pone en crisis o tensiona la forma Estado-nación, incluso la forma Estado-nación continental metropolitano, y todas las formas institucionales nacionales.

La globalización es en realidad dicho proceso de transnacionalización, que también es política, ideológico-cultural y militar, comprendiendo un nuevo esquema de poder del polo dominante de la posguerra en el cual Estados Unidos constituye el nodo central, junto al Reino Unido y la red de ciudades financieras globales de fuerte ligazón anglosajona, sumada a la red global de bases militares y de inteligencia angloamericanas. Esta nueva territorialidad tiene como protagonistas a un conjunto de actores de escala global, dando cuenta de la institucionalización del poder transnacionalizado, donde quedan subordinados todos los actores que no poseen escala global, que no controlan tecnología de punta y que no poseen inteligencia estratégica para controlar los nodos centrales del proceso de acumulación del capital (Merino, G. 2011). La transnacionalización redefine la relación centro-periferia, en el cual determinados territorios son ahora parte de la red central (como Singapur, Hong Kong o Dubai), hay una semiperiferia fordista emergente que pretende constituir bloques de poder autónomos a través sus Estados nacionales continentales y erigirse como nuevo centro (China, Rusia, la India y en menor medida Brasil con Suramérica), y una periferia proveedora de materias primas bajo un modelo de acumulación neotaylorista. Es decir, el cambio cualitativo es que el centro se distribuye en red global, e incluso dicho proceso lleva aparejado la constitución de periferias al interior de los anteriores espacios centrales.

Los Estados Unidos han tenido una gran capacidad de realizar exitosamente la transición posfordista y han podido seguir en un primer lugar en términos de complejidad económica, aunque ahora en competencia más clara con otros países de comportamiento más o menos estratégico (Alemania-Francia, Gran Bretaña y Japón). Estos países constituyen el centro "tradicional" en el mundo capitalista, definido por la complejidad de su aparato productivo y su desarrollo social. Sin embargo, la nueva situación geopolítica se ve reflejada en el plano económico en los datos de complejidad de exportaciones mostrados abajo, en los cuales la antigua periferia pasa a tener una papel cada vez más relevante, y también en lo que refiere a los flujos de capitales: a mediados de 2014, las reservas de los gobiernos de países "emergentes" mostraron un importante nivel de acumulación a pesar del cambio de tendencia en el ciclo económico y la caída de los precios de los commodities, con China sola contando con US$ 4 billones, Rusia con más de US$ 0,39 billones, India 0,32 billones, Corea del Sur 0,36 billones, Brasil 0,36 billones. Esta acumulación de moneda dura ha permito la emergencia de fondos soberanos que han sido invertidos en activos, como el Tesoro norteamericano, o en seguros gubernamentales, así como también han sido utilizados por los gobiernos para ganar en grados de influencia económica y competir con fondos privados en el control accionario de las empresas. Es la contraparte del déficit comercial y público americano y el elemento central de su financiamiento.

Por otro lado merece especial atención la creciente apuesta hacia la complejidad de China, que avanza en el desarrollo de industrias estratégicas de mediana y alta complejidad, a través del complejo científico-tecnológico productivo y militar. Ello puede afectar la división del trabajo internacional del paradigma posfordista desplegado globalmente por las transnacionales, en el cual el centro se reserva la complejidad tecno-productiva, así como el monopolio del capital-dinero, mientras que terceriza/externaliza hacia las semi-periferias económicas de la red, los procesos menos complejos, mano de obra intensivos, en busca de menores costos. Como vemos en el Cuadro Nº 1, China es uno de los países con mayor exportación de tecnología en porcentajes de exportaciones totales, mientras que es el mayor país en números absolutos.

Aunque vale aclarar que dentro de las exportaciones tecnológicas debemos distinguir dónde se encuentran y quiénes poseen los núcleos productivos estratégicos fundamentales que realizan la concepción, el diseño, desarrollan las patentes y las tecnologías más avanzadas. Todavía en dicho sector, China queda rezagada frente a los centros-nodos tradicionales y las empresas transnacionales con origen en Estados Unidos, Europa y Japón. Pero esta modificación de las relaciones económicas, si es que se sigue profundizando, puede alterar definitivamente la ecuación económica del poder mundial.

Cuadro Nº 1. Porcentaje de exportaciones de alta complejidad tecnológica/total de exportaciones de productos manufacturados
Fuente: elaboración propia en base a datos del Banco Mundial

Existen otros países periféricos por la menor complejidad de sus sistemas económicos y desarrollo social, pero que igualmente condicionan e incluso resquebrajan con comportamientos estratégicos el Orden Mundial construido en torno a hegemonía de Estados Unidos y aliados: Rusia, China, Irán, etc. Entre los cuales también podemos mencionar países de América Latina que avanzan hacia formas de integración regional y políticas internas para crecer en grados de autonomía relativa, cuyos resultados más visibles fueron el rechazo del ALCA, la constitución del ALBA, el resurgimiento del MERCOSUR bajo la lógica del regionalismo para el desarrollo de un bloque de poder, la constitución de UNASUR (con su Consejo de Defensa) y la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

A esta situación, de hegemonía en juego o crisis de hegemonía, la hemos llamado "unipolarismo condicionado", que también puede verse como un multipolarismo relativo a medida que aumentan los "condicionamientos" del ejercicio del poder. Además la hegemonía no puede ser definida meramente desde la órbita económica (complejidad del aparato productivo, PBI, cantidad de empresas transnacionales líderes, etc.), sino que también es central tener en cuenta los planos político y político militar, y el plano ideológico cultural. La hegemonía, en este sentido, es la capacidad de obtener consenso en una relación de dominación y de ejercer una conducción ético-moral (Gramsci, 2008), así como de dirigir políticamente y estratégicamente un orden mundial (ya sea una potencia, una coalición, etc.). A partir del presente siglo se observa un debilitamiento en dichos aspectos por parte de Estados Unidos y el polo de poder angloamericano, lo cual nos permite considerar que si bien hay un polo dominante, ya no es hegemónico, por lo menos en su definición taxativa. Este dilema es el que aborda Brzezinski (2005) en el debate estratégico sobre el rol de Estados Unidos en el orden internacional y la diferencia entre dominación global (dominación) o liderazgo global (hegemonía, es decir, coerción más consenso).

Hay un elemento conceptual clave en este unipolarismo condicionado o multipolarismo relativo (de acuerdo a cómo se vea): es el hecho de que cada vez más países se mueven en base al "realismo estratégico". Esto significa que más jugadores ponen en juego estrategias en función de sus propios intereses, mientras que el núcleo del poder dominante tiene menos capacidad para impedir dicho juego y encuentra resistencias para imponer sus decisiones. La habilidad para lograr su cometido está dada por la distribución de capacidades a nivel internacional (la polaridad basada en la complejidad), así como la inteligencia estratégica de los actores para explotar esa situación, la construcción de poder político, la influencia ideológica cultural y el desarrollo del complejo industrial-militar.

Según lo desarrollado por Narodowski y Zapata (2009), el resultado son dos posiciones: la estrategia de soft balancing, que implica la búsqueda consciente de interdependencia compleja para diversificar la política y economía internacional (Pipe, 2003). Por otro lado, la estrategia de hard balancing, que es la búsqueda deliberada de alianzas estáticas con enemigos definidos, por ejemplo, el objetivo de lograr una alianza político-militar para reducir y transformar la influencia de un país en una zona determinada. La cuestión es que a medida que se agudizan las tensiones y los intereses contrapuestos entre bloques de poder, el hard balancing, es decir, la búsqueda de alianzas para la seguridad, el control de las líneas de abastecimiento, el fortalecimiento de los complejos industriales-militares y la lucha económica (guerra comercial, guerra de monedas, corridas financieras, sanciones, etc.) se impone cada vez más como realidad ineludible (Merino, G. 2014a).

Estados Unidos: la estrategia neo-conservadora, la estrategia neo-realista y el debate interno

El mundo actual es testigo de la presencia de una mayor condicionalidad a la hegemonía americana (o angloamericana por el sistema de alianzas), y por ello su crisis. Si bien los Estados Unidos logran mantener una importante complejidad en el aparato productivo y el dólar sigue siendo el refugio del ahorro mundial, los desequilibrios macroeconómicos generan graves pérdidas de riqueza (stock) y productividad (flujo). Ante esta situación de declive hegemónico y crecientes resistencias –así como por las transformaciones estructurales que el polo de poder angloamericano transita en términos económicos a partir de la transnacionalización de las principales redes financieras y el desarrollo del posfordismo–, existe un quiebre estratégico con posiciones bien diferenciadas en la elite anglosajona en cuanto al rol y a qué deben hacer los Estados Unidos y aliados.

A partir de la caída de las Torres Gemelas, los sectores neoconservadores defensores del unipolarismo-unilateral lograron imponerse como fuerza dominante en el Estado. Con ello, fue posible desplegar la política exterior para "garantizar" la supremacía mundial de Estados Unidos a través del enfrentamiento militar, afirmar el poder de Washington en cualquier lugar que existan intereses americanos y asegurar el aprovisionamiento de hidrocarburos y la seguridad de Israel como punta de lanza en Oriente Medio (lugar central de la contienda) de la moral universal neoconservadora (Kepel, G. 2004). Dicha política estaba cristalizada en el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC), fundado por los neoconservadores en 1997, para oponerse al proyecto de neoliberalismo multilateral-global desplegado por Bill Clinton, el presidente demócrata entre 1993 y 2001, que continuaba la tradición realista anglosajona. Esto expresa un quiebre en el bloque de poder dominante en los Estados Unidos. Gran parte de los fundadores del PNAC, algunos de ellos importantes ejecutivos de corporaciones norteamericanas, pasaron a ser los principales cuadros políticos e ideológicos de la administración Bush: Donald Rumsfeld, Dick Cheney, Jeb Bush (hermano de George W. y gobernador de Florida), Richard Perle, Francis Fukuyama, Paul Wolfowitz, entre otros.

En ese marco, la crisis del Orden Mundial y la emergencia de nuevas potencias que pueden devenir en nuevos polos de poder, ha sido abordada desde el punto de vista norteamericano durante la administración neo-conservadora (hasta 2009), a partir del supuesto de la unipolaridad y la unilateralidad. Es decir, que la estructura unipolar del sistema internacional hace que el poder de Estados Unidos y del conjunto de la alianza angloamericana con respecto a potencias como China sea incontestable, imponiéndose el unilateralismo. La preeminencia se sustenta desde este enfoque en que es la única potencia con capacidad militar, diplomática, política y económica para ser un jugador decisivo en cualquier conflicto que se desate en cualquier parte del mundo. China importa en la medida en que se torna desafiante geopolíticamente. Ante la nueva realidad económica, la expansión de China en la "periferia", el desarrollo del complejo industrial-militar chino, el fuerte avance en materia naval y las disputas por los reclamos territoriales en el Océano Pacífico (núcleo de las luchas hegemónicas en el siglo XXI), ha cambiado la situación estratégica global.

Es importante tener en cuenta que estas posiciones y estrategias diferentes de la geopolítica norteamericana, plantean distintos tipos de relaciones con respecto a los bloques de poder emergentes, a la transición histórica en que nos encontramos y al tipo de Orden Mundial que hay que construir. Aunque todos, salvo escasas excepciones, comparten una perspectiva unipolar. En términos de concepción geopolítica, por un lado, están los neo-realistas, representados en la figura del ex Secretario de Defensa Robert Gates o de Henry Kissinger. Éstos plantean que la actual distribución de poder internacional a favor de los Estados Unidos, al permitir un nivel elevado de arbitrariedad, está generando tendencias de balance por parte de terceras potencias emergentes, con la consecuente devaluación del poder relativo norteamericano y la configuración de una nueva estructura de poder multipolar en el largo plazo. El factor clave en esta dinámica son las tasas diferenciales de crecimiento (económico, tecnológico y militar), que hoy claramente benefician a China. Para esta visión, prevenir el surgimiento de nuevas potencias –un resultado inevitable en el largo plazo–, puede ser contraproducente en términos de seguridad, mientras que la incorporación de las mismas como actores responsables del orden internacional y del capitalismo transnacional, puede ser una medida que permita una adecuación no violenta ante nuevas realidades. Al mismo tiempo se propone realizar esfuerzos de balance a través de terceras potencias regionales como India. Esta visión estratégica se relaciona con la construcción de un capitalismo transnacional crecientemente, interconectado por cadenas de valor global y la necesidad de construir para ello una institucionalidad global que en la práctica vaya configurando una estatalidad, una superestructura de carácter global.

Una tercera alternativa, o quizás una alternativa matizada de la opción neo-realista en la política americana son los liberales, tradicionalmente dominantes en el partido demócrata y claramente representados por la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton. Éstos postulan que, puesto que una confrontación directa en el corto plazo con la potencia preponderante es muy costosa y riesgosa, los estados emergentes, en un escenario como el presente, desarrollarán comportamientos que se encuadren dentro de lo que puede denominarse "soft balancing", esto es, medidas y acciones que no desafían en forma directa la preponderancia militar norteamericana, pero que retrasan, complican e incrementan los costos del uso del poder norteamericano. Como efecto indirecto, se sentarían las bases de un esquema de cooperación sobre el cual eventualmente podría surgir un balance duro. Las estrategias de soft balancing incluyen desde la denegación de acceso a territorios claves, el uso de las instituciones internacionales y medidas diplomáticas, la construcción de bloques económicos, y la conformación de coaliciones anti-hegemónicas.

Con la asunción de Obama se pone en marcha una nueva estrategia, diferente a la imperante en el gobierno de George W. Bush. Convergen en el nuevo gobierno las dos vertientes del unipolarismo multilateral: la neo-realista y la liberal. Es decir, ambas piensan el rol del polo de poder dominante en una nueva situación de transición histórica, emergencia de nuevos polos de poder y crisis del orden mundial. Es multilateral ya que pretende incorporar y/o contener a los nuevos actores y construir desde ahí un nuevo orden mundial global, aunque tratando de mantener como fuerza central vertebradora de dicho orden al polo de poder angloamericano, encarnado en la alianza Estados Unidos y Gran Bretaña, a lo que se suman Canadá, Australia y Nueva Zelanda (Tratado de seguridad de "Los Cinco Ojos")(3) más Israel y seguidamente la OTAN en un siguiente anillo (Merino, G. 2014a).

El multilateralismo aboga por el impulso del G-20, el fortalecimiento de las instituciones globales y el poderío económico-financiero e ideológico-cultural para la construcción del liderazgo global para una nueva hegemonía. Esa es la estrategia expuesta por Brzezinski, que impulsa Obama, y que en el aspecto militar se inclina por operaciones de inteligencia, guerra electrónica, apoyos a poblaciones locales afines para cambiar las relaciones de fuerza en los territorios adversos, y contención de las potencias emergentes.

Dichas miradas estratégicas que debaten el lugar de Estados Unidos y de lo que podríamos llamar el polo de poder angloamericano, dominante luego de la Segunda Guerra Mundial y claramente hegemónico y en soledad en la década de 1990, expresan una fractura más amplia, lo que podríamos denominar una "interna imperial" que atraviesa todos los territorios centrales en los que se despliega este polo de poder, con núcleo en los Estados Unidos. Dicha fractura se expresa en términos ideológicos, de forma dominante, en el enfrentamiento entre neoconservadores y liberales, aunque pensar dicha división meramente en el plano ideológico puede confundir. Es más preciso si consideramos y denominamos dicha división, en base a los principales argumentos desarrollados hasta aquí, como una división entre "globalistas" y "americanistas" o "unilaterales" y "multilaterales". Es decir, como se desarrolla en Merino (2014a y 2014b) la unipolaridad anglo-americana (EE.UU.+ Reino Unido + aliados) se manifiesta en dos estrategias: 1) la unilateral, neoconservadora y "americanista", de la fracción retrasada, expresada más fuertemente en el Partido Republicano; y 2) la multilateral(4), liberal y "globalista", de la fracción avanzada más afín a la cúpula del Partido Demócrata.

Esta fractura no es meramente política e ideológica, sino que se corresponde con intereses estratégicos y estructuras económicas diferentes. Para los actores de la economía norteamericana con menos peso global y asentados en industrias tradicionales (incluyendo la industria militar tradicional dinamizada a partir de la guerra), confluyen en el "americanismo", en el unilateralismo y en mantener a toda costa el predominio de Estados Unidos como Estado-continental gendarme mundial. Es claro en este sentido el papel jugado por Koch Industries (industrias básicas, distribución y refinamiento de petróleo, químicos, energía, etc.), gran parte de las contratistas del complejo industrial-militar y corporaciones petroleras. Por el contrario, las grandes empresas transnacionales y en especial las redes financieras globales repartidas por el mundo, en general coinciden con los planteos multilaterales y "globalistas", tendientes a reforzar una estructura política global del poder transnacionalizado.

Por otro lado, debemos volver a hacer hincapié en el plano económico, y con estos elementos evaluar el escenario geopolítico y el lugar de los EEUU. Como desarrollamos en trabajos anteriores (Narodowski, P. y Lenicov, M. 2013), tenemos que resaltar la importancia estratégica de Estados Unidos en materia de complejidad económica, constituyendo el territorio económico más desarrollado dentro de dichos parámetros en el mundo, salvo excepciones en ramas en Alemania, Japón y el Reino Unido (y Rusia en la producción bélica). Ello condiciona y constituye un contrapeso o contratendencia al desarrollo de la multipolaridad. Si trascendemos la forma país y observamos al conjunto del polo de poder angloamericano, dicha distancia se profundiza. En primer lugar, Estados Unidos es el principal país receptor de IED así como también el mayor inversor del mundo. De las 500 principales empresas del mundo de acuerdo a sus ingresos, elaborado por la revista Fortune, 128 son de origen norteamericano, seguido por China con 95. Y sigue teniendo el PBI más importante del mundo en términos nominales.

Según cifras del año 2011 del Banco Mundial, Estados Unidos es el país con mayor gasto en términos absolutos en Investigación y Desarrollo (I+D) con 405,30 mil millones de dólares, medidos en paridad de poder adquisitivo y uno de los mayores en relación al PBI con el 2,7% (le sigue China con 153,7 mil millones, que representa un 1,4% del PBI). Ello le permite liderar la mayor parte de las industrias de vanguardia: produce el 42,4% del software del mundo (CEP, 2009), posee más centros de nanotecnología que los tres países que le siguen sumados (Alemania, Gran Bretaña y China), concentra el 76% de las ganancias mundiales en biotecnología. Además, es el país con más patentes en vigor con 1.872.872, seguido por Japón con 1.270.367, China (828.054), Corea del Sur (624.419) y el Reino Unido (599.062). Ello le permite a Estados Unidos (y aliados) y en particular a sus transnacionales y al núcleo económico ligado al complejo industrial-militar del Pentágono, ser vanguardia en la lucha por la productividad global y la competitividad, asegurarse monopolios de rentas tecnológicas y avanzar en la adquisición de empresas en el mundo (centralización de capital).

Desde hace unos años Estados Unidos, como nodo estratégico del desarrollo del capitalismo transnacional, ha cambiado la política económica, incluso en su fracción "globalista". Al perder fuerza innovativa en manos de China, en una situación en donde los mercados emergentes devinieron en bloques emergentes que desafían al polo de poder dominante, está propiciando que se vuelva a retomar la producción de eslabones más complejos dentro de su territorio. Esto puede ser un conflicto porque vuelve a cambiar los flujos de capital productivo hacia el centro tradicional, pudiendo volcar la tendencia de la expansión de la IED hacia los países "emergentes" de estos últimos años, tendencia posible a medida que se agudicen las contradicciones entre bloques de poder.

El escenario de multipolaridad relativa: una breve descripción sobre los bloques y polos de poder en pugna

La situación internacional a partir de la caída de Lehman Brothers en septiembre de 2008, y el estallido de la crisis financiera y económica mundial, es de creciente enfrentamiento entre los distintos polos de poder mundial y proyectos políticos estratégicos contrapuestos. Desde entonces, se ha acelerado la modificación de las relaciones de poder y la fragmentación del orden mundial, que comienza incipientemente a partir de 1999-2001.

En primer lugar hay que destacar el surgimiento del Euro el 1 de enero de 1999 como unidad de cuenta, que finalmente entró en circulación en 2002. Ello constituyó un paso fuerte de Alemania y Francia en la conformación del bloque de poder europeo-continental para la constitución de un actor regional, en detrimento de los intereses angloamericanos que lo ven como competencia (centro-centro), generando una contradicción al interior de los Aliados. El euro comienza en 11 países y hoy en día abarca a 19 países de los 28 miembros de la UE. Con la Guerra de Irak en 2003 dichas contradicciones quedan de manifiesto ya que Francia (junto a Alemania) votan en contra de la guerra en el Consejo de Seguridad de la ONU, ejerciendo su poder de veto junto a China y Rusia, contra los Estados Unidos e Inglaterra. Es relevante mencionar el hecho de que un mes antes de la guerra, el gobierno de Irak había decidido pasar las reservas al Euro, y que muchos de los contratos y de las exportaciones e importaciones iraquíes eran de empresas rusas, francesas y alemanas. Si bien el bloque euro, conducido por Alemania y Francia, sigue siendo parte de la alianza occidental y de la OTAN, hay que tener en cuenta las fisuras que existen al interior de la misma.

En este sentido, el eje franco-alemán es un bloque de poder aunque no llega a constituir todavía un polo de poder de primer nivel. Ello se debe a varias razones. En primer lugar, a su lugar de aliados subordinados luego de la posguerra, con la ocupación norteamericana en Alemania, control en sus grados de autonomía y desarrollo militar y subsunción a la OTAN. En segundo lugar, a las falencias en la integración política para constituir un Estado Continental, por lo menos en lo que respecta a los 19 países de la zona euro ya que muchos de los otros países, en especial el Reino Unido, tienen un proyecto estratégico contrapuesto. Además, en la zona euro a pesar de existir una moneda común no hay una política fiscal común. En tercer lugar, el problema de complejidad económica y productividad, especialmente en el sur de Europa, por lo cual Alemania (y en menor medida Francia) intenta avanzar en dicha periferia para elevar los niveles de competitividad mediante el ajuste, la flexibilización laboral y la centralización de capitales. En cuarto lugar, la interna entre Alemania y Francia por la conducción de la UE-euro. En quinto lugar, especialmente a partir de 2011 comienzan a agudizarse las contradicciones con Rusia y China por sus intereses en Europa del Este, en África y en Medio Oriente, debilitando las alianzas desplegadas con estos dos países (y expresadas en el Consejo de Seguridad, en acuerdos económicos y militares) para compensar el poderío de Estados Unidos y el polo angloamericano.

A pesar de ello, es central destacar que este bloque tiene un desarrollo en términos de complejidad económica muy importante, y ocupa en este sentido un lugar similar al de Japón(5). La Eurozona (países bajo el euro y el Banco Central Europeo) comprende 19 Estados, posee un PBI a precios de poder adquisitivo de 12.188.781 millones de dólares (el tercero luego de Estados Unidos y China), una población total de 320.225.704 habitantes y un PBI per cápita de 38.063 dólares. Alemania y Francia son de los principales países inversores del mundo, aunque como observamos, con una fuerte caída luego de la crisis: en 2007 Alemania invirtió 170.617 millones de dólares y por su parte Francia lo hizo en 164.309 millones de dólares, seguidos por Italia con 96.231 millones de dólares. De las 500 principales empresas del mundo por facturación en 2014, 31 son de origen francés, 28 alemán, 13 de los países bajos, 9 italianas y 8 españolas. En cuanto a las patentes en vigor, Alemania ocupa el sexto lugar a nivel mundial con 509.879 y Francia el séptimo lugar con 438.926, seguidos por España en el décimo lugar con 166.079. En lo que respecta al gasto en I+D, Alemania ocupa el cuarto lugar a nivel mundial 69.500 millones de dólares (2,3% del PBI), Francia el sexto con 42.200 millones (1,9% del PBI) y España el décimo cuarto lugar con 17.200 millones (1,3% del PBI). Sumados mantienen el cuarto lugar ya ocupado por Alemania, aunque mucho más cerca de Japón que ostenta la tercera posición con 144.100 millones (3,3% del PBI).

La importante competitividad y complejidad de la Eurozona y especialmente de su locomotora, Alemania, lo indica su nivel de exportaciones en relación a su escala. Alemania es el tercer exportador mundial con 1.493.000 millones de dólares, después de China (2.210.000 millones) y de Estados Unidos (1.575.000 millones). Alemania se destaca en la producción de automotores, aparatos eléctricos y electrónicos, maquinaria, productos químicos, materiales sintéticos y alimentos procesados. Francia se destaca en la industria automotriz, material ferroviario, bienes de lujo, moda, industria de la alimentación, la industria farmacéutica, la construcción e ingeniería civil, la industria química, tecnología energética (potencia nuclear de Europa), aeronaval (Airbus es el mayor fabricante de aviones del mundo), telecomunicaciones y producción de tarjetas de chips, con más del 80% de la producción mundial (Narodowski, P. y Lenicov, M. 2013).

Por último, es central destacar la importancia del complejo industrial-militar y aeroespacial, especialmente en el caso de Francia, seguido por Alemania, aunque de menor capacidad y autonomía que las potencias militares principales (Estados Unidos-Reino Unido, Rusia y China). Francia es el quinto país del mundo por gasto militar (65.300 millones de dólares), mientras que Alemania ocupa la novena posición con (46.800 millones) según cifras del 2011 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. Desde los años 1990, con la reunificación, Alemania comenzó a impulsar el complejo industrial para la defensa con Daimler, Siemens y Krupp y hoy es el cuarto exportador en el mundo. A fines de 1999 y como respuesta al acuerdo de las grandes contratistas de defensa British Aerospace (Reino Unido) y Lockheed Martín (Estados Unidos), la empresa francesa Aerospace Matra se fusionó con la DASA de Daimler, constituyendo la mayor corporación de defensa de Europa. En el año 2000 se creó la European Aeronautic Defence and Space Co. (EADS), integrada por DASA, MATRA y la española Construcciones Aeronáuticas SA.

El segundo punto a destacar es el resurgimiento de Rusia como bloque de poder (con capacidad de constituirse en otro polo de poder mundial) a partir del triunfo de Putin en el 2000 (desde 1999 presidente interino). Dicho proceso avanza a partir de la centralización y fortalecimiento del Estado, el enfrentamiento con ciertos oligarcas surgidos en las privatizaciones y el desmembramiento de la URSS (enfrentamiento con Berezovski, etc.), la revitalización del poderío militar y el boom de los precios de las materias primas, en especial de los hidrocarburos. A partir de allí se inicia la estrategia para desarrollar un bloque regional con los ex países soviéticos y recuperar los territorios de influencia perdidos con el colapso de la URSS. En el escenario internacional, Rusia avanza con el acuerdo con China para la formación y fortalecimiento de la Organización de Cooperación de Shanghai, el acercamiento táctico con Irán, el acercamiento geopolítico en Latinoamérica al eje ALBA-MERCOSUR y los acuerdos con la UE-euro (en tensión a partir de la guerra civil en Ucrania).

Recientemente, en pleno conflicto en Ucrania y Siria (lugar donde también posee una base naval, la base de Tartus sobre el Mar Mediterráneo), Rusia acaba de constituir junto a Kazaskhstán y Bielorusia, la Unión Económica Euroasiática (UEEA), profundizando el bloque Gran-ruso. Con Rusia como socio principal, el bloque posee una quinta parte de los recursos mundiales de gas y el 15% del petróleo. La UEEA tiene una superficie de 20.034.839 de kilómetros cuadrados, 173,2 millones de habitantes (incluida Crimea) y un Producto Bruto Interno de 2,084 billones de dólares. Los tres países comparten actualmente una unión aduanera y producen el 85% del PBI del espacio postsoviético. La Unión puede ser el nudo de los transportes y la logística entre Europa y Asia, profundizada con la repotenciación de la histórica "Ruta de la Seda" que une continentalmente Alemania con el Sur de China, compitiendo con la ruta oceánica. Kirguistán y Armenia serían los próximos a incorporarse a la UEEA, ampliando el Estado Continental Gran-ruso. También tiene como objetivo dicho bloque, avanzar en la constitución de una moneda única respaldada en el oro.

El poderío militar de Rusia es uno de los principales pilares de este bloque de poder: es el segundo del planeta luego de los Estados Unidos(6), lo cual significa una profunda amenaza por su capacidad de vender armas de primer nivel a países no alineados con el polo de poder angloamericano, debilitando el monopolio de los armamentos avanzados. Posee las mayores existencias de armas nucleares en el mundo, la segunda flota de submarinos con misiles balísticos, y es el único país, junto con Estados Unidos, con fuerzas de bombardeo estratégico moderno. Su desarrollo en la tecnología nuclear es de primer nivel mundial, así como el desarrollo en la industria aeroespacial. Cuenta además con un importante desarrollo industrial de complejidad media. Rusia posee por si sola las mayores reservas de gas natural del mundo, las segundas de carbón y las octavas de petróleo. Sin embargo, su debilidad radica en la falta de complejidad económica avanzada (salvo algunas ramas, especialmente ligadas a la defensa), y su dependencia a la exportación de hidrocarburos para conseguir divisas.

La tercera cuestión a destacar y la más importante en este nuevo escenario mundial, es la emergencia de China como polo de poder. A partir del comienzo del nuevo siglo asume otra dimensión su política internacional, que ya se venía desarrollando anteriormente (Kotkin, J. 1998), lo cual queda expresado en su incorporación en la OMC (Organización Mundial de Comercio) y en el acuerdo con Rusia en 1996 y profundizado en 2001, que dio lugar a la Organización de Cooperación de Shanghai (junto con Kirguistán, Kazajistán, Tayikistan y Uzbekistán que se incorpora en 2001). Los enfrentamientos con Estados Unidos por el bombardeo a la embajada china de Belgrado en 1999 y el incidente por el avión de espionaje estadounidense en 2001, son ejemplos de este nuevo momento en esa relación.

La estrategia de China se asienta sobre los grandes incrementos de complejidad logrados, traducidos en el boom económico asiático. Este aumento de complejidad chino –que va de la mano con la transnacionalización del capital y la incorporación de cientos de millones de trabajadores a la producción mundial de valor con bajos salarios relativos–, implicó un enorme salto de productividad mundial, una nueva frontera, que se corresponde a los saltos tecnológicos del centro. También –vía el crecimiento de los precios de los commodities–, explica buena parte de la situación de América del Sur en los últimos años, aunque dicha situación comienza a revertirse a medida que China modifica su patrón de crecimiento, orientándose más hacia el mercado interno.

El mencionado boom se basa a su vez, en el papel activo del Estado empresario, propietario de las principales empresas estratégicas e impulsor del complejo científico-tecnológico, la impresionante tasa de formación bruta de capital (anteriormente llamada inversión interna bruta) que en 2013 fue de un 49%, la importancia de su mercado interno con su enorme escala de casi 1.400 millones de habitantes, y en la mejora en los indicadores sociales y los niveles educativos urbanos, que complejizan la oferta y la demanda interna. En este sentido, el crecimiento del salario medio en China entre 1995 y 2012 ha sido de diez veces (Banco Mundial). Al mismo tiempo, en términos relativos, sigue contando con una estructura salarial baja, que favorece la producción de bienes intensivos en trabajo, con una fuerte política de inversiones y una estrategia de apoyo a las innovaciones que ha dado muy buenos resultados. En términos de su ingreso per cápita es un país en desarrollo que en pocos años pasó de ser de ingresos bajos (2005) a ser de ingresos medios de acuerdo al Banco Mundial (2013). La mitad de su población es rural (un 47% en 2013), con empleos de baja productividad y bajos ingresos.

China exporta una amplia variedad de intensidades factoriales(7). Por el momento, China está en la transición económica para constituirse en centro en términos de complejidad económica. Su poder económico aumenta en la medida en que se fue transformando en principal comprador de los Estados Unidos y que el ahorro de la economía china ha contribuido a la financiación de los bonos del tesoro norteamericano, generando una "sociedad" con los Estados Unidos difícil de romper. Especialmente esta "sociedad" se pone de manifiesto si analizamos las cadenas de valor globales y la instalación de procesos productivos en China de las empresas transnacionales norteamericanas (y también europeas).

La apuesta por la complejidad de China se observa en relación a la inversión extranjera directa (IED). Como se observa en Narodowski y Lenicov (2013), si bien la atracción de IED puede ser un dato de dinámica económica, vale recordar que aquellas economías que son exportadoras netas de IED reflejan su grado de capacidad innovadora y su poder global, mientras que aquellas que son importadoras netas muestran que su crecimiento puede ser sospechado de exógeno. Según un Informe sobre las inversiones en el mundo en 2013 de la UNCTAD(8), China es el segundo mayor país en el mundo en atraer IED con 123.911 millones de dólares, después de Estados Unidos que ocupa el primer lugar con 187.528 millones de dólares. Sin embargo, si se observa la salida de capitales para invertir en otros países, las distancias se agrandan fuertemente: si bien China ha aumentado enormemente la inversión realizada en el exterior, llegando a los 101.000 millones en 2013 (y 91.529 de Hong Kong) cuando en 2002 era de sólo 2.513 millones dólares, los capitales de Estados Unidos invertidos en el exterior en 2013 alcanzaron los 338.302 millones de dólares(9).

En general China ha adoptado una "estrategia calculativa" en materia de política internacional. La misma resulta de un abordaje no ideológico focalizado en el crecimiento económico y el mantenimiento de relaciones internacionales amigables que hagan posible su desarrollo. Esto explica la restricción deliberada en lo que respecta al uso de la fuerza, ya sea hacia la periferia como contra poderes distantes. De todos modos, dicha estrategia, orientada al avance internacional a través del plano económico –propio de toda potencia emergente (Arrighi, 2001)–, tiene límites precisos, y la relación con el polo de poder dominante se torna cada vez más tensa ya que objetivamente implica disputa territorios de influencia. Especialmente ello se hace evidente en la periferia, con el desarrollo de intensas relaciones económicas con América Latina, África y la región de Medio Oriente, que a su vez se tornan de mayor volumen geopolítico y geoestratégico. Uno de los temas más ríspidos en la agenda, es sin dudas la cuestión energética: las necesidades de su economía y el acuerdo estratégico con Irán para satisfacerlas, ha llevado a China a intervenir activamente en Medio Oriente. Lo mismo sucede con respecto a Venezuela, Rusia y la posibilidad de la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua para sortear el obstáculo de la escala y el control geopolítico del canal de Panamá.

Otra región tormentosa es África, en donde ha mantenido relaciones con gobiernos como el de Sudán, contraponiéndose a la presión de Washington. Allí China se abastece de materias primas, en especial petróleo, y se enfrenta a Washington y aliados al defender el gobierno musulmán de dicho país. También se opuso a la sanción de Zimbabue en 2008. La creciente presencia en dicho continente aumenta las tensiones, así como las acusaciones de neocolonialismo, alimentadas por los poderes en pugna. El comercio entre China y África creció entre 2000 y 2014 de 9.000 millones de dólares a 210.000 millones (Banco Africano de Desarrollo) desplazando a los Estados Unidos y a las antiguas potencias coloniales en el continente, Francia y Gran Bretaña. Dicha relación se basa en la exportación de productos primarios de África para abastecer la gigantesca plataforma industrial China, a cambio de la importación de productos industriales chinos. Se estima que hay más de 2.000 corporaciones chinas en África y un millón de chinos instalados para las tareas de dirección, personal técnico, administrativo y operarios. China importa de África el 28.7% del petróleo que consume y el 20% del algodón, además de importantes cantidades de madera, metales y minerales(10).

Otro tanto ocurre con Irán y Pakistán. Especialmente con Irán la cuestión es de central importancia: dicha potencia regional –con casi 80 millones de habitantes, un PIB a PPA de U$S 827.344 millones, grandes reservas de hidrocarburos, cierto desarrollo industrial de media complejidad, ubicación estratégica en Asia, fuerte tradición histórico cultural y geopolíticamente adversario a Estados Unidos desde la revolución de 1979 y el establecimiento de la república islámica–, se ha convertido en un aliado estratégico de China, tanto en la provisión de energía como en términos geopolíticos. Especialmente para contrarrestar el cerco norteamericano con Taiwán, India y Japón, cerco que pretende ampliarse junto con el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica a Singapur, Vietnam, Brunéi y posiblemente Filipinas.

América Latina: el problema de la primarización económica y la búsqueda de autonomía

Como en otros períodos similares de crisis del orden mundial, crisis de hegemonía y agudización de las contradicciones entre polos de poder mundial, la región encuentra condiciones para desarrollar proyectos políticos estratégicos de mayor autonomía relativa, integración regional estratégica, distribución de rentas e intentos de complejización de sus sistemas productivos. Desde la asunción de Hugo Chávez en Venezuela en 1999, la crisis de 2001 en Argentina, la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva en 2002 y de Néstor Kirchner en 2003, comienza a desarrollarse una etapa posneoliberal (Sader, E. 2009) o de regionalismo desarrollista (Alves Teixeira, R. y Desiderá Neto, W. 2012) en un conjunto de países, que expresan una nueva articulación político-social.

La crítica al Consenso de Washington y a las políticas de ajuste, el nuevo rol activo del Estado en materia de regulación económica e inversión, la recuperación de ciertas empresas estratégicas y sectores financieros privatizados, las políticas distributivas a partir de la captación de una parte de las rentas extraordinarias, los mayores grados de autonomía internacional y las intenciones de construir un bloque de poder regional, son algunos de los avances que causan preocupación al polo de poder dominante. El rechazo del ALCA, la constitución de UNASUR, del ALBA y de la CELAC, los acuerdos con China y Rusia por parte de muchos países de la región, indican que se ha establecido una nueva relación de fuerzas. A su vez, el establecimiento del Consejo de Defensa de la UNASUR, con un conjunto de iniciativas en este plano (como la construcción de un avión de entrenamiento de forma conjunta y el establecimiento del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa), han encendido las alertas en dicho plano por parte de Estados Unidos debido a la pérdida de influencia relativa y el eclipse de la Organización de Estados Americanos (OEA) como espacio principal de coordinación regional.

El problema de la primarización de la economía, el nivel de concentración y de extranjerización afecta el desarrollo de este bloque de poder. También su grado de fragmentación, a pesar de los avances políticos de los últimos años, para tener la escala económica, política y estratégica con el fin constituirse en un polo de poder mundial. Además, la región está atravesada por proyectos estratégicos que proponen formas de integración contrapuestas (Briceño Ruiz, J. 2013). Cuenta con tres recursos estratégicos esenciales en el siglo XXI como son los alimentos, la energía y el agua. Sin embargo, no posee todavía un nivel de desarrollo considerable en lo que respecta a los núcleos productivos tecnológicos, recursos financieros autónomos y conocimiento estratégico. Estas limitaciones se ponen en juego no sólo para modificar las relaciones de subordinación con respecto a los bloques de poder tradicionales, sino también con respecto a los bloques emergentes. Esto se atenúa en términos políticos ya que tanto China y Rusia como numerosos países de América Latina, se oponen en términos generales al dominio norteamericano, por lo cual logran tener agendas públicas compartidas, que se cristalizan en los foros internacionales.

En términos generales y con la excepción de algunos nichos tecnológicos en Brasil, México, Chile y Argentina, se especializa cada vez más en materias primas y procesadas agrícolas y no agrícolas, y en productos de consumo agro-industriales, alimentos y bebidas procesadas. En Suramérica, Argentina exporta unos U$S 500 dólares de tecnología media y alta por habitante, Chile U$S 385, Brasil U$S 269 y Perú U$S 70, mientras que Corea supera los U$S 9.000 (Banco Mundial). La industria sustitutiva en los países que desarrollan una política en tal sentido está orientada fundamentalmente hacia el mercado interno, ya que no tiene suficiente competitividad en términos generales para competir externamente. Aunque de esta forma se logra sostener un conjunto de industrias de baja y media complejidad, con mayor valor agregado.

Una excepción es México, con el modelo de maquilas, dominado por corporaciones multinacionales y transnacionales en busca de bajos salarios y externalización de procesos productivos menos complejos, desde donde hay una fuerte exportación de manufacturas de origen industrial, muchas de las cuales van hacia el mercado de Estados Unidos.

A modo de conclusión: multipolarismo relativo y agudización de los conflictos geoestratégicos

El acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China, a lo que luego se le sumará Sudáfrica) fue acuñado por el alto ejecutivo de Goldman Sachs, Jim O’Neil. Fue el mismo que años después declaró que la capital de los BRICS es Londres(11). Esta definición encierra una importante verdad, aunque hoy por hoy sea a medias. Los países emergentes son en realidad mercados emergentes del proceso de transnacionalización del capital. Dicho proceso se inicia en los años 1970 y se consolida con el comienzo del ciclo de crisis a fines de la década de 1990 (que se inicia en el sudeste asiático en 1997), que coincide con la creación en 1999 por parte del presidente norteamericano Bill Clinton, del G-20 como nuevo espacio de gobernabilidad global.

Sin embargo, como vimos en el apartado anterior, las tensiones se acrecientan a medida que emergen bloques de poder con capacidad de constituirse en nuevo polos de poder mundial. Es decir, cuando dichos países periféricos devienen de mercados emergentes para la expansión de las transnacionales occidentales a estados continentales con proyectos autónomos, reticentes a subordinarse a "Occidente". En este sentido, desde lo que los medios occidentales denominaron "Primavera Árabe", los enfrentamientos aumentan, se profundiza la ruptura del Consejo de Seguridad de la ONU y va en ascenso la lucha político-ideológica (particularmente mediática). La relación de enfrentamiento que se establece entre el viejo orden unipolar y los nuevos bloques de poder emergentes generan zonas de "equilibrios catastróficos" y áreas de crisis ubicadas en los pliegues de dicho enfrentamiento, delineando una estructura multipolar relativa inestable y de hecho.

La ola de crisis en el mundo árabe recorre, en mayor o menor medida, a 18 países como escenario de conflicto. Dicha crisis, así como la inestabilidad en la región, se explica en tanto allí juegan y luchan todos los bloques de poder. Todos tienen intereses estratégicos para defender, y por los que avanzar, en el corazón del territorio comprendido por Eurasia y África, el pivote geoestratégico mundial. No es casualidad que entre los principales escenarios de enfrentamiento militar de la OTAN, se encuentren Libia y Siria, dos países aliados a los bloques emergentes (Merino, G. 2014a). En el caso de Libia en 2011, el polo angloamericano y la OTAN deciden derrocar al gobierno vigente, mientras Rusia y China se opusieron a dicha maniobra. Es central destacar la diferencia con respecto a la Guerra de Irak en donde Francia se opuso a la invasión de Alemania, en cambio, se abstuvo en la votación en el Consejo de Seguridad mostrando fisuras en el eje franco-alemán.

La lucha entre las dos Coreas es otro de los pliegues estratégicos de disputas. Como observamos en otros trabajos (Merino, G. 2014a), el hundimiento de la corveta surcoreana Cheonan en el Mar Amarillo en enero de 2010 vuelve a recrudecer las tensiones en dicha zona. Estados Unidos y el Reino Unido, junto con Corea del Sur, acusan del hundimiento a Corea del Norte, mientras que Corea del Norte y de forma más sutil China, acusan a los Estados Unidos. Coincide este hecho con el triunfo por primera vez desde 1955, en Japón, de un partido distinto al Partido Liberal Democrático instalado en el poder por Estados Unidos. Entre otras cuestiones, Yukio Hatoyama, del Partido democrático triunfante, solicitó el abandono por parte de Estados Unidos de la base militar de Okinawa. El 1 de julio de 2010, luego de nueve meses de gobierno, debió renunciar. En noviembre de 2010 volvieron a recrudecer las tensiones en la península de Corea, hubieron fuertes cruces de artillería y con ello se esfumaron las posibilidades de unificar progresivamente las dos Coreas. Estados Unidos tiene como objetivo mantener la división clásica de la mesa de seis: Rusia, China y Corea del Norte por un lado, y Estados Unidos, Japón y Corea del Sur por el otro. Cualquier modificación de esa situación es un retroceso estratégico de sus intereses en el Pacífico, principal área de acumulación global.

Donde hay un enfrentamiento más agudo actualmente entre bloques de poder es en Siria. Allí, sobre las costas del Mar Mediterráneo, Rusia posee una base de reabastecimiento naval (Tartus), fundamental para determinar el alcance operativo de sus tropas, y donde el 26 de septiembre de 2015 atracó un portaaviones chino en pleno avance ruso en dicho país. El gobierno del Bashar al Asad resiste en el poder con el apoyo de Irán, de Hezbolá (Líbano) con fuerte presencia en el combate territorial, y de Rusia, tanto en armamentos como en apoyo internacional y, ahora, con ataques aéreos. Éstos buscan evitar una acción de la coalición "occidental" (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Turquía, Arabia Saudí y otros), que derribe al gobierno sirio y produzca un cambio drástico en la región a favor de las fuerzas unipolares con el apoyo a los "rebeldes" sirios "moderados". Por otro lado, el Estado Islámico o los "rebeldes duros" según "Occidente", tienen tomado gran parte del territorio Sirio y también parte de Irak, complejizando el escenario. Tanto Rusia como China se opusieron tenazmente en el Consejo de Seguridad de la ONU a las agresiones contra Siria y las posibles sanciones, apelando a su derecho a veto. Rusia ha ayudado a desmantelar el arsenal químico sirio para desarticular la legitimación de una posible invasión(12). Además de exportaciones de armas, las compañías rusas han hecho enormes inversiones en la infraestructura siria y en los sectores de energía y turismo, los cuales han sido valuados en U$S 19.400 millones(13). Hoy el despliegue militar de Rusia e Irán en Siria se ha multiplicado para asegurar sus posiciones en dicho país.

Ucrania es otro de los puntos fundamentales de disputa y expresa un nuevo momento geopolítico en la agudización de las tensiones entre bloques de poder. Según uno de los cuadros geopolíticos más importantes que influyen en el gobierno demócrata, Zbigniew Brzezinski (1997), Rusia sin Ucrania dejaría de ser un imperio (un polo de poder), mientras que con Ucrania subordinada, Rusia se convertía en una gran potencia mundial. Hay varios factores que explican ello: su considerable población de 45 millones de habitantes; su importante extensión territorial y ubicación estratégica en la bisagra de Eurasia; la fertilidad de sus tierras; el desarrollo de la industria pesada en el este, particularmente en el centro neurálgico de la guerra civil, Donetsk y Lugansk; el gran desarrollo de la industria naval en la ciudad de Sebastopol ubicada en la península de Crimea. Además, en la base de Crimea está la Flota de la base del Mar Negro de Rusia, la principal flota de aguas cálidas. Resulta central destacar que tanto en Ucrania, como en Siria y en Irán el polo angloamericano no logró imponer sus intereses.

Gaza, Irak, Afganistán, Mali, Somalia, República Centroafricana son otros territorios hoy en guerra que no describimos en particular, pero en los cuales el esquema expuesto anteriormente influye en las fuerzas en pugna. A su vez, a medida que China acrecienta su poder y el desarrollo de su fuerza militar para disputar el dominio del Pacífico, adquieren mayor relevancia sus conflictos territoriales por las islas Senkaku y el archipiélago Spratly.

En este escenario Rusia acelera los acuerdos con China. A los acuerdos de China con la petrolera estatal rusa Rosneft por la impresionante cifra de 270.000 millones de dólares, debe agregarse el plan para invertir 70.000 millones de dólares para desarrollar yacimientos gasíferos en el este de Rusia, en la región de Siberia, y también construir un nuevo gasoducto. También impulsan en conjunto y en el marco de los BRICs nuevas instituciones financieras internacionales: el Nuevo Banco de Desarrollo con 100.000 millones de dólares y un Acuerdo de Reservas de Contingencia con 50.000 millones, que paralelizan la estructura del FMI y el BM. Por otra parte, intentan avanzar con el fortalecimiento de la alianza de seguridad paralela a la OTAN, la Organización para la Cooperación de Shanghái, con las posibles futuras incorporaciones de Irán, India, Corea del Norte, Serbia y Azerbaiyán entre otros.

Ello nos adentra en una situación de profundización de la crisis del orden mundial y una tendencia a la agudización de las tensiones entre polos de poder mundial. En este escenario, América Latina juega un papel cada vez más relevante y puede convierte crecientemente en un territorio en disputa, para lo cual debe acrecentar sus niveles de integración y cooperación que le permita definir una estrategia propia mancomunada, condición para abandonar su condición de periferia y dependencia.

Notas

(1) Estos porcentajes han cambiado desde 2003 y se observa un especial incremento de las empresas chinas.

(2) En una entrevista realizada por Harvey, Arrighi afirma: "Sus gobernantes son también muy conscientes de la posibilidad de nuevos invasores que vengan del mar, en otras palabras Estados Unidos. Como señalo en el capítulo X de Adam Smith en Pekín existen varios planes estadounidenses sobre cómo tratar a China, ninguno de los cuales es exactamente tranquilizador para Pekín. Aparte del plan de Kissinger, que apuesta por la cooptación, los otros contemplan bien una nueva Guerra Fría dirigida contra China o bien la implicación de China en guerras con sus vecinos, mientras Estados Unidos desempeña el papel de «tercero feliz»." En New Left Review N°56, marzo-abril 2009.

(3) Al respecto ver los documentos de la National Security Agency (NSA) en línea: https://www.nsa.gov/public_info/declass/ukusa.shtml

(4) Debemos diferenciar entre multipolaridad y multilateralidad. Para la estrategia global-multilateral, los llamados países "emergentes" son mercados del capitalismo transnacionalizado, múltiples lados de un mismo polo de poder y de un mismo proyecto político estratégico global. La multipolaridad, en cambio, se da a partir de la emergencia de bloques de poder (o Estados Continentales) con proyectos políticos estratégicos propios, que desafían el orden vigente y buscan convertirse en polos de poder con capacidad de configurar el orden mundial.

(5) Por razones de espacio no se incluye en el presente trabajo un análisis referido a Japón, al que también podemos considerar una potencia importante en el orden mundial aunque no un polo de poder de primer nivel y, en este sentido, se encuentra por debajo de eje franco-alemán.

(6) Global Firepower. En línea en: http://www.globalfirepower.com/ (consultado 31/3/2015)

(7) Según datos de Gill y Huang (2006) para 2005 2/3 sus empresas medianas y grandes no tenían actividades de I+D+I, y 2/3 de los productos patentados en China eran realizados por firmas extranjeras.

(8) Ver en línea: http://unctad.org/en/pages/PublicationWebflyer.aspx?publicationid=588 (Consultado el 19-02-2015).

(9) Sorprende la progresiva caída del Reino Unido con 19.440 millones de dólares en 2013 y 325.426 en 2007 (aunque quizás deberíamos observar también en este caso la extraordinaria cifra de 68.627,8 de las Islas Vírgenes Británicas, territorio británico de ultramar, al igual que las islas Caimán con más de 12.000 millones). También la caída de Alemania, que pasó de invertir en el exterior 170.617 millones de dólares en 2007, a 57.549 millones de dólares.

(10) Con respecto a Australia y a otros países alineados con el polo de poder angloamericano la cuestión es diferente. Si bien allí la relación se ha incrementado y también hay un importante intercambio comercial centrado en la demanda China de materias primas, la mediación de dicho intercambio son las grandes transnacionales occidentales.

(11) London Evening Standard, 26 de abril de 2011. http://www.standard.co.uk/business/markets/brics-herald-a-golden-age-for-london-6395588.html (consultado 2/3/2015)

(12) Por otra parte, se ha denunciado el financiamiento al fundamentalismo islámico por parte de la coalición agresora y la promoción de lo que luego sería el Estado Islámico para desmembrar Siria e Irak. Antes de que ello suceda, Irán había firmado junto a Siria un acuerdo para la construcción de un gasoduto para proveer de gas iraní a Europa, de 6000km de extensión, afectando los intereses de Turquía y Qatar, y fortaleciendo el lugar de Irán como potencia regional.

(13) http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/08/130828_siria_posicion_aliados_china_rusia_men

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