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Estudios Socioterritoriales

versión On-line ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.23  Tandil jun. 2018

 

ART͍CULO CIENT͍FICO

Conflictos por el agua en sus dimensiones sociales y culturales: política de Estado y gestión comunitaria en Tarapacá, Chile

Water conflicts in its social and cultural dimensions: State policy and community management in Tarapacá, Chile

Raphael Cantillana Barañados(a)

(a) Antropólogo Social. Becario CONICyT en el Programa de Posgrado del Departamento de Antropología Social y Cultural de la Universitat AutͲnoma de Barcelona, Catalunya. Edificio B, Facultad de Letras, 08193, Bellaterra (Cerdanyola del Vallͨs), Catalunya, España, rp.cantillana@gmail.com

Recibido: 24 de octubre 2017
Aprobado: 14 de marzo 2018


Resumen

El artículo describe y analiza los conflictos causados por la instalación de un nuevo sistema de agua potable en la comunidad de Caleta Chanavaya, Norte Grande de Chile. Esta instalación es parte del Programa de Agua Potable Rural (APR), el cual fue aplicado por el Estado como solución a los problemas de acceso y abastecimiento que afectaban a la comunidad. A partir de los aportes teóricos de la antropología del agua, se articuló una problemática orientada hacia la crisis y el conflicto en torno a este elemento. El trabajo corresponde a una parte de los resultados de una investigación cualitativa cuyo levantamiento de información se realizó a través del método etnográfico. El agua se estableció como el eje central de la investigación y es desde donde surgieron las dinámicas del conflicto entre la comunidad, el Comité de Agua Potable y la institucionalidad del Estado chileno. Este trabajo concluye que el Programa APR constituye una medida exógena a las comunidades rurales, el cual impacta en su situación produciendo conflictos, cambiando su organización sociopolítica y evidenciando desajustes en los objetivos de su formulación.

Palabras clave: Conflictos; Agua potable; Antropología del agua; Políticas hídricas; Chile

Abstract

This paper aims to describe and analyze the conflicts caused by the installation of the Rural Drinking Water System in the community of Caleta Chanavaya, Great North of Chile. This installation is part of the Rural Drinking Water Program (RDW), which was implemented by to the State to facilitate access and to solve water supply problems in the community. Based on theoretical contributions of anthropology of water, a problem regarding the crisis and conflict of this element was articulated. This paper presents part of the results of a qualitative research whose fieldwork was done through ethnographic method. Water was constituted as the focus axis of the investigation and it is from where the dynamics of the conflict between the community, the Drinking Water Committee and the Chilean State, represented by its institutions, emerged. This paper concludes that the Program RDW constitutes exogenous measures applied to the rural communities, impacting them in a negative way, producing conflicts, changing their sociopolitical organization and showing imbalances in the objectives of their formulation.

Key words: Conflict; Drinking water; Water anthropology; Water policy; Chile


Introducción

Los problemas y conflictos por el agua son desde las ͺltimas dos décadas una preocupación global donde convergen actores e investigadores con distintos intereses (Orlove y Caton, 2010), configurándose así el objeto de estudio de la antropología del agua(1) y otras disciplinas. A contar de este reciente escenario se han ido generando investigaciones sobre comunidades rurales o grupos indígenas que refieren a los usos y conocimientos que tienen estos grupos respecto al agua para uso ritual, tecnológico y/o de consumo(2). Por otra parte, también se han ido diseñando programas y estrategias de gobiernos e instituciones supranacionales para hacer frente al acceso y despilfarro de agua potable como recurso agotable y escaso(3), éstas, aplicadas tanto a zonas rurales como urbanas. En Chile, de acuerdo a De la Maza et al (2017), el agua sería una de las tres principales razones de conflictos socio-territoriales.

El año 2011, la Dirección de Obras Hidráulicas de Tarapacá (DOH)(4) comenzó las diligencias para la construcción del sistema de agua potable(5) de Chanavaya, el cual solucionaría los problemas que mantenía la localidad rural: su escaso acceso al agua potable y al abastecimiento irregular, el cual recibían cada quince días. La empresa a cargo de la construcción de la obra, mandatada por la DOH, inició una serie de reuniones con la comunidad, las cuales tenían como objetivo la socialización del Programa de Agua Potable Rural (Programa APR) y la conformación del Comité de Agua Potable Rural de Chanavaya (en adelante, el Comité). En efecto, en ese momento la comunidad pareció recibir gozosa la solución a un problema que arrastraba hace más de treinta años.

Chanavaya se ubica geográficamente a 80 kilómetros al sur de Iquique en la primera región de Tarapacá, norte de Chile (Figura 1). Es un poblado costero que posee un nͺmero aproximado de 33 habitantes, el cual comenzó a ser repoblado en la década de 1980. Su sistema económico actualmente se centra en el sector primario de extracción a través de la comercialización de recursos marinos. En tiempos del auge del guano (siglo XIX), fue un importante enclave para la producción y distribución de guano fósil(6) (Cantillana y Pizarro, 2017).

Inaugurada la obra a fines del año 2012 (Figura 2) se hizo entrega del sistema a la comunidad y en especial al Comité, el cual estaría a cargo de su administración. Pocos meses después de la implementación de la majestuosa solución al déficit de agua potable, se comienzan a percibir los primeros desajustes que van dando lugar al conflicto. La comunidad continuaba con problemas de acceso y abastecimiento, en tanto que se gestan conflictos internos producto del cambio producido por la nueva organización en la estructura social y política del grupo, como también conflictos con las unidades asesoras y ejecutoras del Programa APR.

La investigación fue efectuada fundamentalmente con la comunidad de Chanavaya, donde se realizó un trabajo de campo continuado, aplicando principalmente entrevistas y privilegiando la conversación informal en el contexto de la observación participante. Si bien la investigación se efectuó entre los años 2013 y 2014, el trabajo de campo con estancia en la unidad de estudio se realizó el año 2013, trabajando con relatos contemporáneos centrados en las directivas del Comité y la Junta de Vecinos. El análisis se enfocó en los discursos dentro del proceso acción/reacción que desarrollaron los principales actores involucrados en el problema. Particularmente, en la perspectiva desde la cual la comunidad percibía y se relacionaba con el Programa APR(7). Asimismo, se abordó el problema teniendo en cuenta la política de agua potable del Estado de Chile, partiendo del supuesto de que el Programa APR impacta directamente en la estructura de los grupos, afectando su situación.

En síntesis, este trabajo presenta parte de los resultados de un estudio antropológico y etnográfico desarrollado en el norte de Chile, el cual versa sobre los conflictos producidos en las comunidades receptoras de políticas y programas gubernamentales. El que a su vez, pretende contribuir a la apertura de esta línea de investigación en Chile, elementalmente desde la antropología.


Figura 1
. Caleta Chanavaya
Fuente: elaboración personal

 


Figura 2
. Sistema de Agua Potable Rural de Chanavaya
Fuente: elaboración personal

Las dimensiones del problema: el Programa de Agua Potable Rural, la Unidad Técnica y el Comité

Desde el ͺltimo tiempo, en el sector rural de Chile vive el 13,4% de la población total del país, de ellos, un 54,71% no tiene conexión a la red de agua potable y saneamiento (Cariola y Alegria, 2004). Desde hace más de 53 años el Estado de Chile ha ido construyendo sistemas de agua potable rural, los cuales han permitido que hoy alrededor de 1.659.000 habitantes (Dirección de Obras Hidráulicas, 2012) puedan, en principio, tener solucionado el tema de la salubridad del agua. Cariola y Alegria (2004), señalaban que:

En los 37 años que tiene el Programa de Agua Potable Rural se han invertido US$ 365.000.000. En los primeros 25 años, entre 1964 a 1989 se invirtieron US$ 85.000.000, luego una inversión total de US$ 19.500.000 entre 1990 y 1994, fortaleciendo un fuerte desarrollo del programa de ésta área entre 1994 y 2001 con una inversión total en ese lapso de US$ 260.400.000. (2004, p. 73)

Chanavaya, en relación al alcance de agua potable, poseía dos problemas directos. Uno, el de abastecimiento, ya que recibían entregas quincenales de agua potable a través de camiones aljibes de dudosa procedencia y en condiciones no óptimas de mantenimiento. Y otro, el de almacenamiento, el cual se realizaba en tambores individuales ubicados en cada una de las residencias de los miembros de la comunidad. Cabe considerar que, debido al crecimiento bacteriano (proliferación patógena) y la presencia de organismos resistentes a los desinfectantes (Reynolds, 2007), todos estos procedimientos representan rutas potenciales de contaminación del agua almacenada, lo que provoca daños en la salud y contribuye a la morbilidad en los grupos humanos.

El Programa APR forma parte de la política nacional de alcance de agua potable en áreas rurales del Estado de Chile. Esta política se encuentra operativa desde el año 1964, siendo su objetivo central:

Dotar de agua potable a la población rural, segͺn calidad, cantidad y continuidad de acuerdo con la Norma Chilena NCh: 409(8); y obtener de los habitantes beneficiados una participación responsable y permanente, para que sea la propia comunidad organizada, quien efectͺe la administración del servicio una vez construido. (Dirección de Obras Hidráulicas, 2012, s/p).

El MOP es la entidad encargada de la administración y fiscalización del Programa. Ya en el Código de Aguas, en su artículo 2° transitorio (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 1998) se establece que las empresas sanitarias (concesionarias) están obligadas a prestar asesoría técnica y administrativa a los servicios de agua potable rural. En tanto que "el costo que implique el ejercicio de estas actividades será de cargo del Estado, quien proporcionará los fondos a través del Ministerio de Obras Pͺblicas" (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 1998, s/p). Esta situación constituye una fuente alternativa de ingresos a las sanitarias, donde incluso el costo de las actividades que inviertan en los sistemas de agua potable rural puede ser negociado con el Estado.

El proceso de implementación del Programa considera la activación de Comités o Cooperativas para la administración del servicio. Ellos corresponden a organismos sin fines de lucro cuya directiva es nombrada a través de elecciones por los miembros asociados al Comité o Cooperativas, elegidos en asamblea bajo un voto directo que dejaría —en teoría—, en las manos de la misma comunidad la capacidad de organización y administración del servicio. Este constituye uno de los supuestos en desajuste con la realidad, al conjeturar que de forma rápida la comunidad desplace su sistema tradicional por una nueva forma de organización.

Se puede ir comprendiendo que el Programa APR tiene una base de formulación sustentada en el supuesto de que la realidad de las comunidades en materia de agua potable es nula o deficiente. Esa premisa es la que permite el financiamiento estatal a las empresas sanitarias para la instalación de nuevos sistemas de agua potable. Se debe reconocer, sin embargo, que existen una serie de asentamientos humanos adyacentes al mar cuya necesidad de agua potable —por su geografía— es real, importante y urgente; tal es el caso de la comunidad de Chanavaya. Al mismo tiempo que en otras geografías de la región es posible encontrar grupos humanos indígenas que de forma histórica se han apropiado del medio, teniendo un cͺmulo de conocimientos adquiridos por su presencia desde tiempos antiguos en la región, incluyendo sistemas artesanales para la captación y distribución de agua para consumo humano.

Esto es observable en Apamilca, localidad que mantiene un sistema artesanal y ancestral para la captación y distribución de agua potable, o Camiña(9), en la cual el Sistema APR fue desplazado por su antiguo sistema tradicional. Todo esto ya comienza a indicar que el tema del acceso y abastecimiento debe ser revisado de acuerdo a las particularidades de cada comunidad.

Consideraciones conceptuales

Los estudios hidráulicos, segͺn Melville (2005), se pueden clasificar en tres momentos históricos. Un primer momento, subraya el optimismo en el agua como recurso de acceso libre, en cantidad y continuidad, y del potencial como oportunidad tecnológica de producción de energía, abastecimiento urbano y producción primaria. El segundo escenario histórico, se erige a partir de la visualización del impacto en el medioambiente por la sobreexplotación del recurso, el cual sumado el aumento de la población mundial, producen un escepticismo respecto al devenir de la disponibilidad de éste. Finalmente, desde una tercera perspectiva, se categoriza el escenario de la crisis del agua como recurso escaso, asociado a los impactos en la salud, la estructura y la cultura y a estándares de calidad respecto a normas de potabilidad.

Melville señala que "la antropología del agua corresponde a la investigación de las dimensiones tecno-ambiental y cultural y política de las interacciones con la crisis del agua" (2005, p. 411). Para los fines de la investigación, se ha entendido a la antropología del agua como el estudio de los contextos en crisis afectados por la ausencia y/o negociación del elemento, donde inciden una serie de prácticas culturales articuladas por los individuos, así como también, indirectamente, cuestiones estructurales que deben ser consideradas. En tanto que estas prácticas y condiciones determinan los posibles usos y abusos del elemento, prescribiendo que el agua no es un elemento natural y cultural aislado. En consecuencia, el agua es entendida como un elemento que incide en las estructuras de los grupos, aunque en grupos y sociedades sea reconocido como parte de la cosmovisión, más allá de la visión occidental de recurso agotable (Gudynas, 2010) y susceptible de ser explotado para el capital (Leff, 2005).

De acuerdo al planteamiento anterior, se articuló la problemática hacia una perspectiva del conflicto basada en las propuestas de Gluckman (1956). Pues, como señala este investigador, "las contiendas se originan en los propios lazos que vinculan a los hombres, lazos con los parientes de su mujer, o con sus propios parientes, o con los vecinos" (Gluckman, 1956, p. 3). De esta forma, el conflicto se concibió como un proceso de lucha o divergencia entre intereses de dos partes, activándose cuando una de ellas embiste de forma negativa los intereses de la otra parte generando rivalidades, disputas y confrontaciones que pueden ser expresadas de diversas formas. Asimismo, el conflicto también puede lograr la cohesión social e identitaria de las partes en confrontación, esto debido a la unión que se podría producir en determinado grupo con la intención de unir fuerzas por la lucha de un fin comͺn (Gluckman, 1956). De esta manera se produce una estrecha relación entre cohesión social y cambio social, principalmente detonada por las contradicciones que provocan disrupciones en la cotidianeidad de los grupos humanos.

A propósito de ese contexto, de la unión de un grupo para unir fuerzas por la lucha, una de las proposiciones desarrolladas por Coser (1961) identifica una de las funciones del conflicto en la protección de un determinado grupo. Es decir, el grupo crea instituciones específicas que articulan y resolucionan los sentimientos de hostilidad y agresividad. En tanto que las fuerzas por la lucha no solo constituyen las acciones físicas, sino también todas las acciones o hechos empleados cuyo fin o propósito es el daño, neutralización o eliminación del rival.

Retornando a la línea de Gluckman (1956), es posible afirmar que las estructuras jerárquicas que operan a nivel político institucional generan una cadena de conflictos que se relacionan estrechamente con negociaciones de expectativas e intereses de la gente. "Esa incapacidad por defender los intereses de la gente provoca una crisis de legitimidad, dando origen a una serie de conflictos locales que tenderán a volcarse sobre las autoridades" (Guizardi, 2012, p. 28) fortaleciendo a su vez la identidad grupal por la cohesión. Este enfoque fue importante para la investigación ya que permitió comprender las lógicas del conflicto toda vez que estos se enmarcaron a nivel de comunidad; y otros, a través de la política de agua potable, con la institucionalidad gubernamental.

En lo que respecta a la identidad grupal, a partir de Cardoso (1992), se ha reconocido una identidad de contrastes basada en la noción de un nosotros frente a los otros, surgiendo así una identidad por oposición a otra identidad. Es posible articular la identidad de contrastes con la definición de communitas introducida por Turner (1969). Esta ͺltima se entiende como el conjunto de individuos que además de compartir elementos, prácticas y representaciones entre sí, mantienen una relación histórica y determinada. En conjunto a dichos elementos pueden, o no, mantener roles diferenciados en una estructura social e identificar a partir de los mismos una alteridad. Para Turner (1969), si bien la communitas y la estructura existen en estrecha relación, la primera es el vínculo humano profundo sin el cual no habría sociedad. Este vínculo solo se hace presente en escenarios temporalmente limitados, instancias liminales de suspensión del orden social habitual. Para el caso investigado, también se ha abordado cómo el conflicto estuvo incidiendo en la configuración de un nosotros para la comunidad de Chanavaya.

Los sujetos socioculturales del agua

Se presentan algunos de los resultados obtenidos sobre la descripción y análisis del conflicto producido por la implementación del Programa APR en Chanavaya. Se inicia el recorrido en la forma en que fueron progresando estos conflictos, evidenciando los desajustes con la realidad que mantiene el Programa.

Las expectativas en torno al nuevo sistema APR

A continuación se revela un fragmento clave de una entrevista realizada en días próximos a la inauguración del sistema, aquí se deja en evidencia las altas expectativas que tenía la comunidad sobre la solución presentada por el Estado. Asimismo, la informante señala los esfuerzos que debe realizar al no encontrarse frente a una conexión directa de red de agua potable, la que a su vez introduce aspectos del conflicto que se irán articulando:

(...) Para mí, si esto viene de la mano con una movilización pa' un futuro mejor para uno, al menos uno que ya está entrando en edad porque, imagínate en uno… que nos llegue el agua unos diez años más. Yo tengo artrosis en mis huesos, yo ya no voy a poder acarrear un tarro que de agua pa' echarle al baño. (...) no voy a poder acarrear pa' llevarlo pa' lavar la loza. Si mi marido, ni Dios lo quiera uno algͺn día uno se enferma y se postra, hay que mirar eso po'. De repente la juventud lo mirará de otra forma: "Ah, qué me da lo mismo, qué es un tarro y lo llevo igual". Pero uno tiene que mirar al futuro de uno. Entonces esto es una gran ayuda. Que yo abra una llave es distinto a ir acarreando (Ríe) (Mujer, 50 años).

Resultan elocuentes los testimonios en la comunidad, sobre todo el de mujeres al ser consultadas sobre las labores domésticas en tiempos previos al nuevo sistema de agua potable. Se debe recordar que ellas no solo se encomendaban el cuidado de los hijos, sino también a todo lo relacionado con los menesteres del hogar: preparar la alimentación y mantener el aseo y ornato, exceptuando tareas de construcción.

De las labores que ellas realizaban, en tanto madres, destacan el esfuerzo que ejecutaban al momento de, por ejemplo, lavar la vajilla doméstica utilizada en la jornada de almuerzo o cena. Para ello, trasponían el agua ubicada en el patio trasero del hogar hasta el lavaplatos apostado en la cocina. Esto realizando las siguientes acciones: primero, traspasaban agua desde la tina a un recipiente o a baldes de 20 litros de capacidad, la cantidad dependía de la posibilidad de movimiento y fuerza física de cada mujer. En segundo lugar, se realizaba el porte hacia la cocina, el que generalmente se cometía en uno o dos viajes hasta obtener agua suficiente para la realización de la labor. Luego, una vez en la cocina, se depositaba en recipientes que diferenciaban el agua para lavado y enjuague. Finalmente, el agua residual, podía ser utilizada para regadío, el escusado del baño o bien para su deshecho rápido.

Hay que esclarecer que no en todas las viviendas las tinas se ubicaban en el patio trasero, pues en algunas residencias las ubicaban a los laterales o, en menor medida, en algͺn pequeño estanque elevado con conexión hasta la cocina. Sin embargo, en el gran nͺmero de las residencias, las tinas se disponían como se presentó en la descripción anterior.

Al inicio del nuevo sistema APR, las arduas tareas que debían realizar mujeres y hombres son reducidas, dejando en evidencia el paso desde un sistema que requería mayor fuerza física y gasto de tiempo a uno que facilitaba las tareas domésticas. Así lo muestra una informante en el siguiente fragmento:

Y el otro día mi marido se reía tanto porque cortaron el agua en enero, se cortó el agua dos días, tres días que no llegaba. Y yo, la costumbre ya de abrir la llave pa' sacar agua poh'. Pucha que no hay agua, que me da rabia, decía. Mi marido me decía: "Oye, tení un mes con el agua y ya estaí acostumbrá" (Ríe). Decía: "Sí poh', toy acostumbrá", qué voy, que si voy a enjuagar una taza, voy a lavar mi loza, ponía mi pocillo, abría y que llenaba y la jabonaba toda'. Y ya no poh', ahí tenía que con el jarro a la tina y traer el jarrito. (...) No, yo para mí es un buen proyecto, una gran ayuda al menos para la comunidad (Mujer, 51 años).

Si bien se aprecian cambios prácticos desde el antiguo sistema al actual, cabe señalar que a pesar de los cambios en el ritmo de las labores y de las limitaciones del sistema antiguo, se mantenía de igual forma un acceso al agua potable. Sin embargo, son esas leves variaciones que hacen retornar a las antiguas labores producto de la suspensión del servicio en el nuevo sistema, las que otorgan los primeros indicios sobre el porqué la comunidad habría comenzado a decepcionarse.

Ahondando en lo que respecta al abastecimiento, en un comienzo se planteó que el Programa APR tiene una base de formulación sustentada en el supuesto de que la realidad de las comunidades en materia de agua potable es nula o deficiente. A partir de esto, podemos encontrar dos realidades en términos de los requerimientos del recurso. Una de ellas agrupa a localidades que poseen sistemas artesanales de agua potable con fuentes de captación históricas y cercanas a las comunidades; mientras que la otra, refiere a comunidades costeras y nuevos asentamientos humanos que poseen serios problemas en términos de acceso al elemento:

(...) Nosotros en ese entonces de dónde íbamos a sacar agua ¿De dónde? ¿De dónde dime tͺ? Míranos acá, cerro por un lado y al otro agua salada. Siempre hemos traído el agua de Iquique. Primero la traía la municipalidad, claro que no la traía gratis, nosotros pagábamos por esa agua, ellos solamente nos financiaban el transporte. Aquí no es como allá arriba que hay aguas subterráneas y se pueden hacer hoyos(10), sondajes para sacarla poh' (Hombre, 55 años).

El acceso y abastecimiento

Chanavaya, previo a la aplicación del Programa APR y al igual que la mayoría de las caletas del borde costero sur de Iquique, mantenía (y mantiene) serios problemas en relación al alcance del agua potable. Para este análisis se aborda la problemática distinguiendo dos momentos históricos: uno previo a la instalación del sistema APR y el que se inicia partir de su instalación. Estos momentos pueden caracterizarse, respectivamente, por dos temas transversales: el acceso y abastecimiento; y almacenamiento, uso e infraestructura.

La Ilustre Municipalidad de Iquique (IMI) era la encargada de abastecer de agua a Chanavaya cada quince días. A través de fondos sectoriales, esta institución financiaba solamente el transporte de un camión aljibe dispuesto exclusivamente para el abastecimiento de las caletas del litoral sur de la comuna. El agua era costeada por los residentes directamente en su localidad, esto a través de un miembro designado por el grupo a quien se le encargaban las tareas de cobro y supervisión del reparto:

(...) Nosotros en ese entonces pagábamos el agua acá directamente, era el convenio que teníamos porque era muy dificultoso para los dirigentes cobrar el agua de la gente que todavía no había recibido, no cierto, porque con esa plata tenían que haber ido a Iquique a comprar los vales (voucher) y esperar que viniera el agua, entonces era un enredo. Así que mejor venía el camión, traía el agua, se pagaba el agua al camión (…) se pagaba por tina, por tambor, cada tina tenía su precio, pero generalmente eran tinas de 200 litros por las que se pagaban 500 pesos (Hombre, 50 años).

En primer lugar, la función del encargado era medir la cantidad de agua que transportaba el camión, respecto de ello comenzaba la distribución residencia por residencia. Pagaban aproximadamente quinientos pesos (CLP$500) por tina de agua (200 litros). El valor era cancelado por un miembro del hogar al momento de recibir conforme el elemento, por motivo que era dificultoso para los dirigentes cobrar por el agua que aͺn no llegaba y que además no era certero que llegase. El encargado también debía velar porque la distribución fuere equitativa mas no igualitaria, de tal manera que todas las familias recibieran la misma cantidad de agua en relación con el nͺmero de miembros por residencia.

Como señala Arrupe (2002): "de allí que, referido a los grupos humanos, el concepto de equidad queda naturalmente implicado con el de justicia que connota igualdad y equilibrio, (lograr el equilibrio de la balanza requiere contemplar las diferencias de peso en los platillos para distribuir adecuadamente el mismo)" (p. 1). De acuerdo a esta premisa, el encargado debía verificar el nͺmero de miembros que había por residencia para relacionarlo con el nͺmero de tinas que se llenarían. Si fuera un proceso igualitario, se otorgaría la misma cantidad de agua por residencia, independiente del nͺmero de la familia. Durante la estadía en Chanavaya, existió una línea transversal en todos los informantes al referirse a este dato, y a pesar de las diferencias internas de cada individuo, las descripciones eran homogéneas respecto a las labores del encargado de la distribución de agua. Probablemente todo esto sugiere que los aspectos que cimentan el espíritu equitativo, se hallan en el entendimiento colectivo de que el agua es un elemento de difícil acceso que debe ser para todos los chanavaya.

La comunidad se encontraba preparada y expectante los días cercanos a la fecha de arribo del camión aljibe. Mujeres y hombres suspendían sus labores y se disponían a trabajar en esta actividad que consistía, entre otras tareas, en la limpieza de tinas y su posterior movimiento a lugares cercanos a la ruta del aljibe para la transferencia del agua hacia los depósitos (tinas, baldes o estanques). Cuando las tinas eran movidas de su ubicación debían ser retornadas a su lugar, tarea considerable puesto que éstas ya se encontraban atestadas. Todo este trabajo era realizado de forma manual sin la ayuda de máquinas, siendo la ͺnica herramienta mecánica la motobomba dispuesta en el camión aljibe.

Considérese que si bien la forma subvencionada por la IMI también constituye una medida exógena al grupo, fue la misma comunidad organizada la que se pronunció por esa forma de abastecimiento, la cual respondía a un mismo carácter histórico de suministro de agua potable(11). Sin embargo, la necesidad de Chanavaya por agua potable es importante y urgente, mas se debe asumir que cualquier proyecto aplicado por el Estado puede ser funcional y operativo. Sobre todo cuando la organización sociopolítica sufre cambios sustantivos, inmediatos y en un efímero período de tiempo.

Al momento de ponerse en funcionamiento el sistema APR, la organización comunitaria local cambia y las tareas que efectuaba el encargado pasan a ser funciones del Comité. El pago por el agua ahora es efectuado en las oficinas de Aguas del Altiplano en Iquique, mientras que el trasporte sigue siendo subvencionado por la IMI. Tras el desembolso, el responsable recibía un voucher con el cual el camión aljibe estibaba 30.000 litros de agua para su posterior transporte hacia la fuente de almacenamiento del sistema APR (Figura 2). Para el ͺltimo periodo señalado y pese al diseño de "proyecto general" para el borde costero, continuaban recibiendo agua cada quince días.

A propósito de lo anterior, no existe ningͺn documento que manifieste la intención de un proyecto general para la creación de sistemas de agua potable para el borde costero, salvo los estudios de prefactibilidad mandatados por el MOP en varias localidades del litoral sur de Iquique. Pese a esto, los relatos —en la comunidad y en unidades asesoras y ejecutoras— dan cuenta que la aplicación del Programa APR se hace bajo la idea de este hipotético e ilusorio plan. Este proyecto comprendió la creación de una planta de osmosis inversa para la desalinización y potabilización de agua de mar, instalada en la localidad de Chanavayita a 40 km al norte de la unidad de estudio. ͉sta sería la solución —por parte de la institucionalidad— para el problema de acceso y abastecimiento, la cual realizaría entregas periódicas de agua permitiendo su continuidad (objetivo del Programa APR): "Porque efectivamente se nos había dicho que el agua iba a venir desde Chanavayita y el agua nunca vino de allá, el agua sigue viniendo de Iquique" (Mujer, 44 años). Otro relato de un informante, previo a la puesta en marcha de la planta de Chanavayita y estando operativo el Sistema APR en Chanavaya, narra que:

(...) En ese mismo proyecto nos decían que el agua iba a ser de 30 mil litros cada cinco días y que vendría desde Chanavayita, y mira, dónde está esa planta. Yo paso por ahí y aͺn no veo ni que paran una piedra y sigue viniendo el camión [aljibe]. Si todo sigue como antes(12), salvo que ahora hay agua en un estanque gigante (Hombre, 50 años).

Una vez en funcionamiento la planta de osmosis inversa, la cual debía abastecer a 274 personas(13), aͺn no daba abasto para otros sistemas APR. El mismo informante y otro relatan que:

Allí está ese montón de fierro. Nos dijeron en un principio: tranquilos que van a tener agua siempre, y no hubo agua siempre. Dijeron: después instalaremos la planta de osmosis y tendrán agua cada cinco días. Y no ha habido agua cada cinco días. Y acá estamos, ahora hay agua en el estanque pero nada ha sido como nos dijeron (Hombre, 50 años).

Todo lo anterior sugiere un interrogante ¿Por qué se da por inaugurado el sistema de agua potable rural de Chanavaya si su fuente de captación aͺn no estaba resuelta, si la comunidad no comprendía a cabalidad el funcionamiento, ni la nueva organización comunitaria era aprehendida por sus miembros?

La comunidad, a causa de las suspensiones periódicas en el servicio, ya emprende a cuestionar no solo la funcionalidad del sistema. Ello les hacía sospechar respecto de lo que se había propuesto en las jornadas de socialización: un supuesto servicio continuo de agua potable. Ahora el cuestionamiento comienza a ser más profundo, ya no ͺnicamente haciendo observaciones a cuestiones operacionales o de forma. Empero, estos problemas adicionados al desconocimiento del sistema y programa, sembraban incertidumbre. Continͺa otra informante expresando:

(...) La idea era que una vez instalada toda esta cuestión nosotros íbamos a tener un agua permanente, de hecho no ha sucedido así. (…) Bueno yo creo que de la ͺnica forma en la que se puede mantener una permanencia constante del agua, que no se corte el agua, es que el estanque se mantenga lleno nomás, nada más, que todos los días le estén dejando caer agua y una vez que la gente ya este abastecida de agua no va a ocupar mucha agua. (...) Yo en ese sentido sí, cuido harto el agua, yo te uso el agua de la ducha y el agua del lava mano, la recibo en balde y esa agua la uso para el baño (Mujer, 62 años).

Los fragmentos anteriores, además de entregar información sustancial sobre la relación de la comunidad con el Programa APR, y cuya conmoción se encuentra en un evidente desapego y desilusión hacia las propuestas del Programa, permiten comprender algo más intimo de la problemática. Algo que va más allá de las descripciones hacia la política pͺblica y su relación con Chanavaya, pues la comunidad no solo sentía una desilusión y mostraba en sus discursos una férrea crítica hacia éste, sino también esa preocupación era traspasada a niveles orgánicos y domésticos de la comunidad. En esa ocasión los informantes, agitados por el desenlace del sistema y atendiendo a la falta de información del Programa, comenzaban a buscar responsables, e independientemente de que para ellos era culpable la institucionalidad, sentían la necesidad de conocer qué es lo que había salido mal, qué era lo que estaba mal en ellos: "(...) ¿será el comité, ellos hicieron mal su trabajo? ¿A lo mejor algunas personas se aprovecharon de esto?" (Mujer 44, años).

Considérese que ya estando formado el Comité, la misma directiva desconocía aspectos generales del funcionamiento administrativo del sistema APR. Cuyo problema se acentuaba hacia la comunidad, quienes posterior a las etapas de socialización (previo a la construcción del proyecto) ya no contaron con más reuniones efectuadas por las unidades asesoras y ejecutoras del Programa. En cambio el Comité era asesorado por la UT en tareas técnicas y contables, no obstante que, tal como se observó en esas instancias, se centraban en manuales y tecnicismos que complicaban la comprensión de los beneficiarios.

Panorama aͺn más desolador al considerar que para la institución el indicador y verificador de actividad exitosa era solo la celebración de la reunión y su posterior firma en el acta de visita. Incluso, en el material relativo a las reuniones generales con la comunidad en las etapas de socialización, se denota una absorta cuantificación de los aspectos más cualitativos, aquellos como el logro satisfactorio del traspaso de información elemental para el entendimiento de la comunidad de Chanavaya.

Hasta aquí, es imperioso recapitular los dos momentos del acceso y abastecimiento de la comunidad al agua potable. Aunque en los párrafos precedentes se plantearon dos perspectivas de la problemática (previo a la instalación del sistema APR y el que se inicia a partir de su instalación), hay que agregar como factor para el análisis la aparición de la planta en Chanavaya. La cual a pesar de emplazarse fuera de la unidad de estudio, fue una importante herramienta operacional para la institucionalidad, un comodín(14) que dio nuevas y falsas esperanzas a la comunidad, pues no constituía hasta ese momento ninguna solución.

Almacenamiento, uso e infraestructura

Uno de los interrogantes empíricos al iniciar la investigación, interpelaba a responder si es que existía algͺn resguardo sanitario para el almacenamiento del agua en Chanavaya. En sus palabras: "nos dijeron [la institucionalidad] que el agua que guardábamos en las tinas nos hacia mal. Pero esa agua la cuidamos, incluso la cocemos [hervimos]" (Mujer, 44 años). Conociendo las rutas potenciales de contaminación del agua almacenada (Reynolds, 2007), se inició la bͺsqueda de este dato en los relatos de informantes, robusteciendo la información con observación, tal como se describe en los siguientes fragmentos:

El agua no se puede dejar así como así. Tenemos antes que limpiar las tinas, ver que no se haya juntado suciedad, ver el estado en que se encuentran para ver después en qué usamos el agua de cada tina, si para el lavado de platos y pa'l baño o para tomar y cocinar. Igual como el agua llega casi catorce o quince días hay que ir revisándola de vez en cuando pa' ver si es que le ha caído algo aunque siempre las mantenemos tapadas [las tinas] (Mujer, 49 años).

Como las tinas se van vaciando a medida que usamos el agua, las íbamos dejando tapaditas para que no se enmugrentaran [ensuciaran] para que cuando llegara el camión, le pegábamos una limpiadita nomás. Ahora cuando ya llegaba el agua dejábamos las tinas llenas, las tapábamos bien con sus tapas o con bolsas pa' que no le callera nada, pero siempre las tinas tenían que quedar a la sombra (...) cuando quedaba poco agua y nos poníamos críticos, había que usar esa [agua] que estaba media sucia y cocerla nomás, total qué nos iba a pasar (Mujer, 62 años).

El principal cuidado que se le otorgaba al recurso —en referencia al momento en que se utilizaban exclusivamente las tinas de almacenamiento—, era el de conservarlo alejado de la luz solar. En segundo lugar, era también importante la protección de los depósitos con sus cubiertas, bolsas o cualquier otro objeto que ayudara a hermetizar las tinas, para así mantener alejada la polución e insectos. Independiente de la efectividad, o no, de estas medidas, decir que el almacenamiento de agua potable en Chanavaya se efectuaba sin ningͺn resguardo sanitario es un prejuicio y un supuesto de la institucionalidad.

Con base en este supuesto y en su desabastecimiento, el Programa efectivamente se configuraba como una eventual solución para la comunidad. No obstante, cerca de un año después de la construcción y puesta en marcha de dicho sistema, el grupo continuaba almacenando agua en tinas y estanques ubicados en las residencias, pues el abastecimiento, aͺn cada quince días era insuficiente para ofrecer la continuidad propuesta para la población. Llegando a ocasiones en que el recurso se agotaba antes de la llegada del camión proveedor, generando temor en el grupo y siendo un precursor para que se reanudara el almacenaje en las viviendas.

Hasta cinco días la comunidad llegó a estar sin agua potable, coyuntura en la cual los dirigentes evocan su liderazgo para conseguir una solución inmediata a este grave problema. El centro administrativo se encuentra en Iquique, por tanto el presidente del Comité debió trasladarse hasta la ciudad para poder negociar alguna medida inmediata que diera solución a estos desabastecimientos. La capacidad de resolución del líder termina por lograr una subvención extra por concepto de transporte de agua potable, permitiéndole solo al sistema de agua potable rural de Chanavaya contar con dos entregas dentro del plazo de los quince días. Se constituye una capacidad de resolución, puesto que con el objetivo de lograr la superación del problema, el dirigente arremete de forma combativa contra las organizaciones gubernamentales. Otras localidades con actuales sistemas APR cuentan con dificultades similares a las de Chanavaya, no obstante, la nueva medida fue otorgada por el MOP cediendo a las presiones de este dirigente en particular(15). La medida no se hizo extensiva a las otras unidades, dejando en evidencia que la voluntad política está condicionada a la capacidad de ejercer presión al sistema político.

El dirigente, quien debido a la gravedad de la situación se aprestaba a llegar raudamente a las autoridades pertinentes, evaluó y omitió todo conducto regular institucional. Una vez allí, él relata haberle transmitido al director de la DOH el enfurecimiento de la comunidad y la gravedad de todo lo acontecido, señalando que de no obtener una solución inmediata se dirigiría a los medios de prensa. No bastó más para obtener una solución. El informante continͺa relatando:

(...) La gente para que viva en armonía tiene que tener lo principal, si la gente no tiene el agua no va a vivir en armonía. Cuando hubo la falta de agua, cuando estuvimos sin agua cinco días yo me fui a Iquique. (...) Porque esto era imposible, si yo pongo mañana en el diario lo que está pasando acá es terrible para el gobierno, un impacto malo para los que gestionaron esto, para los que pusieron la cabeza en esto (...) y se lo dije. La gente venía [UT y DOH] y nos decía: no, hay que educar a la gente, oiga hay que decirle a la gente que tome un poquito menos de agua, que enjuague la camisa una sola vez. Párenla poh›, sabe, la gente va a tener conciencia cuando gasten lo que tengan que gastar, lo que tengan que consumir. Si acá no hay plantaciones, no vengan a crear inventos (Hombre, 63 años).

Respecto a las distintas perspectivas de la comunidad en lo que refiere al problema de acceso y abastecimiento, se pueden mencionar matices inherentes a la identidad grupal entre la comunidad, el directorio del Comité y su presidente. ͉stas no tan solo gatilladas por elementos propios del Programa APR, como lo es el desentendimiento o la desinformación, sino también por aspectos propios de la convivencia comunitaria, como lo son, básicamente, cuestiones de la personalidad y el temperamento. Pues, se está frente a un dirigente que es reconocido por su capacidad de liderazgo y resolución de los problemas y conflictos, por tanto el carisma queda postergado a un segundo plano, siendo lo importante para la comunidad la capacidad resolutiva del mismo.

El desenlace del conflicto

La situación descrita con anterioridad, momento en que la comunidad se queda sin agua potable sumado a la práctica cotidiana e histórica de almacenar agua en recipientes, fragua una coyuntura tal que deja al descubierto falencias de formulación y aplicación del Programa. Esto permitió establecer un escenario donde el conflicto por los desajustes del Programa APR se concreta, entrando en acción la communitas y el liderazgo articulador. Debido al mal funcionamiento del sistema de provisión de agua se produce la suspensión de las diferencias entre los miembros del grupo, triunfando el sentido de comunidad. Los informantes se referían entre sí como tu Chanavaya, yo Chanavaya, pero no surge con fuerza la idea de un nosotros sino hasta la acción de esta coyuntura aguda en la comunidad. Entonces es posible hablar de un nosotros, una communitas, logrando suspender las diferencias entre individuos del mismo grupo con base en una oposición externa.

En efecto, es el periodo liminal el que otorga un piso de apoyo y aliento al líder, esto a través de la comunidad que fortalece la idea de un nosotros:

(...) Bueno, si a él [el líder] no le vienen con cosas poh', tiene su ideas bien claritas, hay que decirlo. Nos habíamos quedado sin agua poh', dime tͺ, sin agua, no es algo menor tampoco, es bien seria la cuestión. (...) Mucha gente llegó hasta su casa, le iban a decir que qué pasaba, qué había que hacer entonces y hasta algunos le decían que contaba con todo el apoyo. Varios en verdad, yo también poh. (...) ͉l pescó sus cosas y se fue a Iquique (Mujer, 55 años).

Concluyentemente, el agua se constituye como un elemento dentro de la estructura del grupo, cuyo manejo y forma organizativa preexistente no fue considerada en la intromisión de un proyecto de tal envergadura. Elemento que creó conflictos inmediatos no solo a nivel de organización de la comunidad, sino también en un impacto desfavorable para el acceso a agua potable. Sobre todo considerando que para el grupo, este sería un proyecto que superaría en definitiva su problemática de abastecimiento, reconociéndose por los chanavaya como el "respiro renovador". Por su parte, los conflictos producidos por la aplicación del Programa de Agua Potable Rural y la situación puntual de verse la comunidad por momentos sin el vital elemento (históricamente escaso pero regularmente disponible, y que en cambio se agotó a través de la solución presentada por el Programa APR), terminan por fraguar la coyuntura de la pugna y el combate. Se reitera que esta situación logra la cohesión social e identitaria de la comunidad, en confrontación con el grupo gubernamental y todo su aparato institucional. A continuación, un ͺltimo fragmento clave de un dirigente que da cuenta de la situación referida.

(...) Oiga, si acá cuando queda la grande nos sabemos agrupar, nos sabemos organizar, si hay que golpear la mesa la golpeamos y fuerte. Independiente de todas las rencillas, de todas las diferencias que podamos tener unos con otros, aquí hay cosas claras y cuando hay que pelear por las cosas, se hace (Hombre, 63 años).

En definitiva, los líderes tuvieron una significativa tarea en lo que respecta a la representación, así como en la capitalización y organización del descontento. Al mismo tiempo de efectuar las acciones coercitivas contra la institucionalidad y los personeros de gobierno, esto con el objetivo de lograr la superación de los problemas que afectan al grupo. La comunidad de Chanavaya, independiente de los conflictos producidos por la implementación del Programa APR, mantiene una estrecha relación con el elemento hídrico, algo casi umbilical que ha hecho a la comunidad sentirse tan afectada en momentos por la ausencia de éste. Sobre todo al comprender en ocasiones que ellos mismos tenían soluciones a problemas del Sistema APR, sin embargo no eran escuchados por la institucionalidad ni por la rigidez del Programa. De hecho, hubo oportunidades en que se referían con un sentido de pertenencia al nuevo sistema de agua potable, ya que como ellos probaron, la obra constituía una solución, por cuanto se mostró y funcionó como algo novedoso, práctico y operativo, independiente del exiguo e insuficiente período que operó sin problemas.

Consideraciones Finales

En las páginas precedentes se ha ofrecido una aproximación sobre la compleja y conflictiva realidad en la cual se articula el recurso hídrico, el Programa de Agua Potable Rural y la comunidad de Chanavaya. En ellas se evidenció cómo distintos factores fueron detonando un conflicto por el acceso y abastecimiento de agua. Estos permitieron la convergencia y puesta en acción de categorías como la organización y el liderazgo, las cuales, como se manifestó en los relatos, tuvieron la capacidad de lograr la cohesión social como herramienta para hacer frente a las dificultades. Siempre todo esto sobre la línea del conflicto y la cohesión social, binomio que muestra dos caras que representan la disputa. Por una parte, todo lo relacionado con la articulación organizacional y la capacidad de agencia de la comunidad, lo que se considera como una reacción a los perjuicios del Programa; y por otro lado, los perjuicios propiamente tal: el ardid y la no resolución propuesta para los problemas que afectaban a Chanavaya.

Hasta este apartado, quedan pendientes importantes reflexiones en torno al promotor de los conflictos, las que se presentan a continuación. Esto se realiza involucrando los aspectos microsociales, aquellos construidos en los datos cualitativos presentados respecto a la comunidad de Chanavaya; y los macro, correspondientes al Programa APR como parte de la política nacional de agua potable, el que se inscribe en un contexto de globalización y desarrollo, respondiendo a lógicas que escapan de la unidad de estudio e incluso del país.

En este sentido, una de las primeras reflexiones fue el lamentable proselitismo político que se encuentra detrás del Programa APR, el cual independiente de todos sus desajustes con la realidad, juega con el sentir de una comunidad que ve en él la solución a su problemática histórica. Cabe reconocer que al día de hoy existe una revalorización de los conocimientos tradicionales por parte de algunos sectores de la institucionalidad chilena y organizaciones supranacionales, lamentablemente, intenciones que parecieran no reflejarse en las políticas pͺblicas. El hecho de que el Programa APR considere en sus objetivos que la organización comunitaria por imposición permite una participación responsable y activa de una comunidad, no solo produce errores conceptuales sino también operativos a la hora de su aplicación

Los conflictos existentes en la localidad, dan cuenta de efectos que repercuten desde deficiencias en las primeras etapas del Programa, de estudio y prefactibilidad, las que en su momento pudieron ser evitadas. Estos vicios expresan la inconexión entre lo que se realizó y los supuestos resultados logrados. Los que, como se ha señalado, se centran en aspectos cuantitativos aͺn cuando el componente de transmisión de conocimiento constituye una dimensión cualitativa. Porque por una extraña razón pareciese ser más importante para las instituciones del Estado la cuantificación de reuniones con la comunidad que la calidad y trascendencia de éstas.

El proselitismo político, el cual está detrás de los proyectos de creación de sistemas de agua potable rural, es otra causa nuclear de frustración. Estos sistemas son implementados a través de programas de gobierno que buscan, más allá del objetivo pͺblico conocido —y ya expuesto de forma precedente—, posicionarse mediáticamente a través de acciones y soluciones rápidas de gran envergadura, tal como lo dictan las pautas de acción política-ejecutiva. Sin ánimo de profundizar más allá en el actuar político y que, efectivamente, da para un análisis que escapa de los márgenes de este trabajo, se debe comprender y reflexionar que los conflictos por el agua componen un escenario de operación política.

Los nuevos desafíos para el Estado de Chile y su política de agua potable corresponden, de forma principal, en que se entienda que la dimensión social y cultural es base y transversal a todas las etapas del Programa. Si la comunidad no comprende los objetivos de los proyectos, si los profesionales no reͺnen las condiciones teóricas y metodológicas, si los grupos interdisciplinarios no se alinean bajo la lógica y perspectiva humana(16) del problema, se dará continuidad defectuosa al Programa, arrastrando las faltas e impericias que hasta ahora posee.

El derrotero de la aplicación del Programa de Agua Potable Rural quedó evidenciado de forma negativa en las etapas previas y posteriores a su intromisión en la Comunidad. Principalmente fue una medida exógena que creó conflictos internos en el grupo, cambió su forma de organización sociopolítica y además aͺn no constituye una solución al problema por el cual fue ofrecido a la comunidad (calidad, cantidad y continuidad de agua potable). Las relaciones que se establecieron entre unidades asesoras y ejecutoras, representantes del gobierno y la localidad de Chanavaya, estuvieron cargadas de discursos conflictivos que responden principalmente a la omisión de información y negligencias por parte de la institucionalidad.

Chanavaya, entre el cerro y el mar, actualmente se encuentra con más frecuencia de abastecimiento de agua potable. Esto como un logro de los dirigentes por luchar por condiciones básicas de vida. La comunidad, por su parte, ha vuelto a su orden social habitual, aunque persisten algunas rencillas producto del desentendimiento de las funciones del Comité. Desinformación que ha ido decayendo gracias a las tareas de difusión que ha hecho el directorio, sin embargo, esta desinformación persiste en algunos miembros que continͺan mirando con recelo las acciones de la organización. Finalmente, Chanavaya, caleta de buzos mariscadores, de recolectores migrantes de huiro y posada de descanso para la gente de mar, continͺa con sus actividades diarias. Todos los datos sugieren que cualquier otra coyuntura, una vez más, pueda hacer que la comunidad se agrupe y haga frente a periodos de adversidad.

Por tanto, y a mayor abundamiento, este problema recién comienza a ser abordado en profundidad. Sin perjuicio de ello, ya se izan directrices conformes al reparo de los problemas advertidos y se convoca a la apertura de la discusión en estas materias, de agua potable, de recursos, y de políticas y programas hídricos para grupos marginados.

Agradecimientos

El autor agradece a los informantes de la comunidad de Chanavaya quienes confiaron en transmitir información valiosa. También, al financiamiento N° 73180787 PFCHA de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (Conicyt); y a Silvia ́lvarez Litben y Karla Nahuelpan por los comentarios a este manuscrito.

Notas

(1) Una primera aparición conceptual de antropología del agua surge en el año 1993 en torno a un programa desarrollado por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua y el Ciesas (Collado, 2017; Guidi-Gutiérez, 2012). Luego, en el año 2006, el World Water Forum en conjunto con el International Hydrological Programme, lanzan la red mundial de Antropología del Agua (National Water Commission of Mexico, 2006). Sin embargo, aͺn no se podría establecer como una subdisciplina de la antropología.

(2) Algunas de estas investigaciones: ́lvarez y Zulaica (2015); ́vila-García (2005, 2006); Cirelli y Melville (2000); Collado (2017); Damonte Valencia et al (2016); Frausto (2015); French (2016); Grados Bueno y Pacheco Riquelme (2016); Guidi-Gutiérez (2012); Llamas Madurga (2008); Luna (2008); Méndez (2014); Pinilla-Herrera y Barrera-Bassols (2007); Pinilla-Herrera et al. (2011); Rey-Mejías (2006); Sandoval-Moreno y Ochoa-Ocaña (2010); Solís (2007); Valencia y Lynch (2016); Zamora y Acosta (2011). Mientras en Chile se destacan las aportaciones de Budds (2004, 2012); Castro (2009); Castro et al (1991); Cuadra (2000); Villarroel (2012).

(3) En relación del problema de investigación existen, entre otros: la Carta de Punta del Este y el Programa de Agua Potable Rural.

(4) La DOH es una dirección perteneciente al Ministerio de Obras Pͺblicas de Chile (MOP).

(5) El sistema de agua potable corresponde a una infraestructura de obra sanitaria comprendida por captación, abastecimiento, almacenamiento y red de distribución (Ministerio de Desarrollo Social, 2013). En la Figura 2, se puede apreciar parte de esta infraestructura.

(6) Para mayores referencias de la unidad de estudio, Cantillana y Pizarro (2017) en el contexto de esta misma investigación, desarrollaron una recopilación etnohistórica del lugar.

(7) Como unidades asesoras y ejecutoras del Programa se reconocen a la Unidad Técnica de Aguas del Altiplano (UT) y DOH, respectivamente. Mientras la DOH es la encargada de ejecutar la política, por su parte la UT es la encargada de asesorar.

(8) Norma que establece los requisitos físicos, químicos, bacteriológicos y de desinfección que debe cumplir el agua potable para consumo humano en el territorio nacional.

(9) Apamilca y Camiña son localidades rurales que se emplazan aproximadamente a 200 kilómetros al noroeste de Iquique.

(10) En referencia a la realidad de las comunidades que viven en zonas altas y cordilleranas de Tarapacá.

(11) Previo a la subvención establecida por la IMI, los mismos sujetos por sus propios medios debían trasladar el agua desde la ciudad de Iquique.

(12) En relación al antiguo sistema de agua potable.

(13) Información solicitada mediante la plataforma web de acceso a la información pͺblica al MOP.

(14) El proyecto de la planta de osmosis fue un recurso que le permitió mayor rango de acción a la UT y DOH, respecto a poder manejar la situación de conflicto en el grupo y en otras unidades de aplicación. Esto independiente de que las acciones hayan sido fructíferas o no.

(15) A 10 km al sur de Chanavaya se ubica Caleta Río Seco, cuyo sistema de agua potable había sido inaugurado casi simultáneamente con el de la unidad de estudio, afrontado similares problemáticas de desabastecimiento.

(16) La lógica de perspectiva humana dice relación con las dimensiones sociales y culturales de los conflictos. Por ejemplo, en la distancia que toman del campo sociocultural los profesionales de otras disciplinas, segmentando el problema desde su formación profesional, mayormente ingenieril y reduciéndolo a conflictos particulares de los grupos, esto pese a saber que el Programa cumple un rol netamente social.

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