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Estudios Socioterritoriales

versión On-line ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.24  Tandil dic. 2018

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

Territorios desiguales en el rururbano norte de la ciudad de Santa Fe. Análisis de la vulnerabilidad diferencial y de la multiterritorialidad de productores de origen boliviano

Territorial inequalities in the northern rururban area of the city of Santa Fe. Analysis of differential vulnerabilities and multiterritorialities of bolivian-born horticulturists

María Mercedes Cardoso(a)

(a) Investigadora Asistente del CONICET. Doctora en Geografía. Departamento de Geografía, Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad Nacional del Litoral. Ciudad Universitaria, km 0 Ruta Nacional Nº 168 (CP 3000) Santa Fe, Argentina, mercecardoso@hotmail.com; mercecardoso@gmail.com

Recibido: 8 de marzo 2018
Aprobado: 21 de agosto 2018


Resumen

En la franja rururbana norte de la ciudad de Santa Fe se evidencian contrastes espaciales significativos. Cuáles son los rasgos destacados de los territorios desiguales y cuál es el contenido de la multiterritorialidad, son las preguntas de investigación. El objeto de estudio se constituye de dos escalas, con diseños metodológicos diferenciados: la micro-regional, rururbana, trabajada mediante un tratamiento cuantitativo a través de la creación de un indicador sintético de vulnerabilidad socio-ambiental; y la micro-social, (de los horticultores de origen boliviano), abordada bajo diseño cualitativo. La cartografía de la vulnerabilidad socio-ambiental representa un diagnóstico y una herramienta para la gestión de ese territorio cuyo principal riesgo está asociado a eventos hidrometeorológicos extremos. El análisis de las transformaciones socio-espaciales de los horticultores bolivianos ofrece una aproximación al proceso de construcción histórica de las multiterritorialidades, en un contexto de elevada exposición.

Palabras clave: Multiterritorialidad; Vulnerabilidad socio-ambiental; Sistema rururbano; Productores hortícolas de origen boliviano

Abstract

In the northern rururban area of the city of Santa Fe it is possible to find evidences of significant spatial contrasts. This research inquires about the main characteristics of unequal territories and the content of multiterritoriality. The object of study is define don't wo scales with different methodological designs: micro-regional, rururban, consisting of a quantitative approach by means of developing a synthetic indicator of socio-environmental vulnerability; and micro-social (dealing with bolivian-born horticulturists) conformed by a qualitative method. The cartographic representation of socio-environmental vulnerability provides a diagnosis and becomes a tool for managing this territory, which main risk consists of extreme hydrometeorological events. The analysis of socio-spatial transformations relative to bolivian horticulturists enables an approximation to the process of historical construction of multiterritorialities in a context of increased exposure.

Key words: Multiple territorialities; Socio-environmental vulnerability; Rururban system; Bolivian-born horticulturists


Introducción

El mundo actual, bajo un estilo de desarrollo globalista (basado en el desplazamiento sin barreras de las mercancías), espacialmente deslocalizado (con independencia de las zonas de producción y de consumo), estructurado según el modelo centro-periferia (caracterizado por la concentración de actividades en determinados puntos, ejes o zonas), (Gómez Orea y Gómez Villarino, 2013) genera, constantemente, desarrollos geográficos desiguales (Harvey, 2000). En el contexto latinoamericano, las desigualdades negativamente connotadas se transforman en desequilibrios del "desarrollo". A pesar de que la denominación "desarrollo" presupone un progreso, en América Latina, la fuerza de convencimiento de este término "se renueva al punto de aceptar la desigualdad que domina el panorama (…), y la perpetúa" (Manzanal, 2014, p. 46). Mientras que el desarrollo (y las políticas públicas que para ese objetivo se implementen) debería bregar por el equilibrio territorial, los desequilibrios en este ámbito se acentúan.

La pregunta que surge en referencia a este estado de situación es: ¿Cómo se construyen los territorios desiguales? Una aproximación a esa construcción se deriva de la indagación sobre los principales rasgos y procesos dominantes en los espacios heterogéneos. La existencia de múltiples territorios configura los nuevos espacios que se están produciendo en el área de transición entre la ciudad y el campo, donde la desigualdad se manifiesta cada vez con más fuerza. Es allí donde emergen 'nuevas territorialidades'. El espacio es concebido como un producto de las interrelaciones, como la esfera de las posibilidades de la existencia de multiplicidades (Massey, 2004), de las pluralidades, en la cual distintas trayectorias coexisten, fomentando las heterogeneidades.

El estudio de la multiterritorialidad implica abordar los complejos procesos territoriales que se dan en el espacio rururbano norte de la ciudad de Santa Fe, con especial interés en los horticultores de origen boliviano. Los nuevos procesos (económicos, sociales, culturales) que allí ocurren dependen cada vez más de intereses exógenos o decisiones tomadas a la distancia, que de las voluntades, intereses o iniciativas de los actores sociales (Entrena Duran, 1999). Como resultado de esta dinámica modernizadora en el espacio rururbano se pueden identificar nuevas actividades económicas, pautas culturales, modos de vivir, organizar y concebir el territorio basado en una gran heterogeneidad cultural y de formas de vida de la población.

Se parte de una visión integradora del territorio, en la que éste se concibe como un espacio ni estrictamente natural, ni solamente político, económico o cultural, sino donde se da el interjuego de todos esos factores, con pesos diferenciales según los momentos históricos. Existe gran variedad de usos del término territorio; Monnet (2013) refiere que territorio corresponde a un espacio definido, producido y ordenado por acciones humanas. Territorialidad representa la dimensión espacial de los actores y los valores que éstos atribuyen al espacio intervenido. Y, territorialización comprende el conjunto de acciones implementadas por estos actores en nombre de sus valores. Haesbaert (2011) recurre a cuatro dimensiones para configurar la definición de territorio: éstas son la política, la cultural, la económica y la natural. El abordaje conceptual del geógrafo brasileño propone una visión integradora en la que el territorio cargaría siempre, de forma indisociable, una dimensión simbólica, o cultural en sentido estricto, y una material, de carácter predominantemente económico-político.

Dado que en el territorio se manifiestan relaciones de poder, que lo definen y delimitan, éste se transforma en un ámbito de tensión y disputa (Lopes de Souza, 1995; Manzanal, 2011; Haesbaert, 2011). Se trata de un poder tanto material plasmado en las relaciones económico-políticas, como del simbólico, propio de las relaciones de orden cultural. Se entiende la producción del territorio como resultante de las prácticas socio-espaciales de apropiación y dominación de objetos, recursos, bienes y de imposición de símbolos, creencias, valores, que distintos actores (locales y extralocales) ejercen sobre un ámbito espacial de referencia, según las cuotas diferenciales de poder que los actores detentan y según las estrategias de desarrollo que están en juego. Estas diversas prácticas van a dar cuenta del tipo de espacio territorio construido y de las particulares formas que asumirá el desarrollo y la desigualdad social en el mismo (Manzanal, 2007).

Desde la perspectiva de la posibilidad de los múltiples territorios o "multiterritorialidad" (Haesbaert, 2011, p. 66), que parte de la idea de territorio como un "híbrido" (Haesbaert, 2011, p. 49), tanto entre el mundo material e ideal como entre naturaleza y sociedad, en sus múltiples esferas (económica, política y cultural) se acepta la concepción multiescalar. El mundo "moderno" de las territorialidades continuas/contiguas estaría hoy cediendo lugar al mundo de las múltiples territorialidades activadas de acuerdo con los intereses, el momento y el lugar en que nos encontramos (Haesbaert, 1997; 2011). La multiterritorialidad involucra la reterritorialización, a la que diversos autores denominan desterritorialización. La multiterritorialidad (Haesbaert, 2011) implica experimentar varios territorios a la vez y, a partir de allí, de formular una territorialización en efecto múltiple; toda relación social comprende una interacción territorial, un entrecruzamiento de territorios diferentes.

"Condiciones socio-económicas diferentes definen territorialidades distintas" (Haesbaert, 2011, p. 292). Cuando esas diferencias se traducen en desequilibrios espaciales emerge un problema susceptible y necesario de investigación. El estudio y tratamiento de la desigualdad y la pobreza es considerado tema de interés para la comunidad internacional (el fin de la pobreza y la reducción de las desigualdades constituyen los puntos 1 y 10, respectivamente de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas).

En lo concerniente al área de estudio, el rururbano norte de la ciudad de Santa Fe, área de avance del ejido urbano, contiene contrastes significativos; en ocasiones, situaciones antagónicas colindantes, con tendencia a acentuarse gracias a la gran dinámica de cambio que allí acontece. Como espacio heterogéneo en el que el conflicto y la tensión se manifiestan constantemente, el sistema rururbano reúne variedad de actores sociales, poblaciones que responden a diferentes intereses, motivaciones, estilos de vida y condiciones socio-económicas. Para su tratamiento, en una primera instancia, se 'delimitó'(1) el espacio rururbano norte de la ciudad de Santa Fe, quedando un área integrada por 54 radios censales, pertenecientes a tres distritos (Santa Fe, Recreo y Monte Vera) del departamento La Capital, provincia de Santa Fe. Con el objetivo de identificar y diagnosticar desequilibrios espaciales, se diseñó un indicador sintético de vulnerabilidad socio-ambiental relacionado a los riesgos propios de ese medio (inundaciones por precipitaciones intensas, desbordes de los cuerpos de agua y otras manifestaciones ambientales).

El resultado de esta primera etapa, visualizando los sectores diferenciales de vulnerabilidad socio-ambiental en el rururbano, y focalizando en ciertas zonas con condiciones críticas de las variables de interés, es posible arribar al segundo recorte, es decir, profundizar en el contenido espacial de ciertos radios censales. Así se llega a la otra arista del problema de investigación, que refiere a las transformaciones socio-espaciales de un grupo que tradicionalmente habitaba y desarrollaba actividades económicas en el "cinturón fruti-hortícola santafesino"(2): los migrantes de origen boliviano. El objetivo de este recorte responde al reconocimiento de múltiples territorialidades en ellos, tanto en la dimensión social, como en la económica (transformaciones en el modo de producir, cambios o mixturas en la ocupación y otras dinámicas nuevas de sumo interés). La elección del grupo de migrantes bolivianos y sus descendientes, se fundamenta en varios puntos: para aproximarnos a las causas de la desigualdad territorial, desde su arribo a estas latitudes, estos pobladores se ubicaron en una situación desventajosa a partir de las condiciones de ilegalidad, de las necesidades materiales, de la esperanza de progreso. Diferentes y en desventaja respecto a los trabajadores hortícolas nacidos en la zona, han transitado trayectos territoriales distintos, complejizando la construcción de la territorialidad con otros componentes sociales y culturales.

La estructura social del grupo de migrantes bolivianos y sus descendientes se construye a través del tiempo y de una red de relaciones a partir de experiencias y rutinas tanto espaciales, como simbólicas compartidas (Demarchi, 2012). Los primeros en arribar (a fines de la década de 1960) eran hombres solos, peones; posteriormente llegaban sus familias. En esta primera etapa la migración era de tipo transitoria, 'golondrina', generalmente una vez levantada la cosecha se dirigían a otra región de Argentina a cumplir otro ciclo productivo. Posteriormente la migración se convirtió en definitiva, radicándose primero como peones, para luego, entablando relaciones laborales específicas, instaurar el sistema de mediería. Actualmente se identifican situaciones de arrendamiento y de productores que llegan a ser propietarios. En la horticultura es característico el trabajo familiar. Las labores en el campo son llevadas a cabo por todo el grupo que realiza tareas de siembra y cosecha, padres, hijos, esposas, articulando con las actividades del hogar. Los hijos participan del trabajo en las quintas durante media jornada, mientras que el resto del día lo destinan a la asistencia escolar.

Por todo ello, el diseño metodológico es mixto y ajustado a las dos escalas antes señaladas: micro-regional, para el caso del sistema rururbano; y micro-social: para el abordaje del grupo de migrantes bolivianos y sus descendientes que se dedican o dedicaron a la horticultura en el área de estudio.

En la primera fase metodológica dedicada al estudio del sistema rururbano, a través de herramientas cuantitativas, como el análisis multivariado simple y la aplicación de un indicador, recurriendo a fuentes de información provenientes de los Censos Nacionales de Población Hogares y Viviendas, del INDEC e IPEC, para el año 2010 a escala de radios censales, se pudo cumplir los siguientes objetivos específicos: identificar las variables relevantes que constituyen el indicador de vulnerabilidad; medir la vulnerabilidad socio-ambiental por radios censales en el área de estudio en 2010; analizar la distribución de los niveles de vulnerabilidad socio-ambiental en el territorio; relacionar los niveles de vulnerabilidad a los distintos elementos del sistema territorial; identificar principales factores de peligro y de resiliencia.

En la segunda fase de esta construcción metodológica, a través de las herramientas cualitativas del trabajo de campo (observación directa, entrevista a informantes claves), desarrollado entre 2012 y 2016, y recurriendo a informes de investigaciones antecedentes en el área (Puygros, 2004; Demarchi, 2012), y en menor medida, instrumentos cuantitativos (tratamiento de datos estadísticos sobre productores, producciones agropecuarias, área sembrada) se pudieron concretar los siguientes objetivos: identificar cambios en los sistemas productivos hortícolas en los que se ocupa el grupo bajo estudio; detectar transformaciones en las relaciones con el medio e integración social; reconocer variaciones en el modo de organización de la empresa familiar; reconstruir los trayectos de vida.

Los espacios de vulnerabilidad diferencial son expresiones de distinciones geográficas producidas históricamente a través de la ocupación de los territorios, la evolución de las formas sociales, modos de vida, etc. Desde la perspectiva referida a la gestión del riesgo para la reducción de los desastres (Viand y Briones, 2015) cobran relevancia los diagnósticos de las diferentes dimensiones de la vulnerabilidad en territorios concretos, los programas que apuestan a la reducción de estos niveles y a la redistribución equilibrada en el espacio de los servicios, equipamientos e infraestructuras orientadas al desarrollo social y a la mejora de la calidad de vida. Así, el diagnóstico que surge de este estudio es vital para la gestión urbana y regional. La cartografía que señala la distribución de los niveles de vulnerabilidad y su vinculación a los elementos de peligro y resiliencia, representa una herramienta precisa que localiza los sectores más afectados. También identifica la población más vulnerable, la que debería ser objeto de las políticas públicas en materia social, educativa y cultural. La utilidad de un índice de esta naturaleza es brindar una aproximación a las heterogeneidades en la distribución geográfica de la vulnerabilidad socio-ambiental, estableciendo prioridades.

El hallazgo de ciertos modos de pluriactividad y neorruralidad en el grupo de descendientes de migrantes bolivianos, explica las estrategias para afrontar los conflictos, categorías que permiten considerar la vivencia de varios territorios al mismo tiempo.

Análisis de la vulnerabilidad como indicador de los desequilibrios espaciales y de las territorialidades múltiples

La vulnerabilidad es uno de los elementos constitutivos de la fórmula del riesgo (Calvo García Tornel, 1984, 1997; Cardona, 1993; Lavel, 1996; Olcina Cantos, 2008; Wilches-Chaux, 1993). Para que un evento se considere o no riesgo, dependerá de que el lugar donde se manifieste esté ocupado o no por una comunidad vulnerable al mismo. El que se considere o no una amenaza, dependerá del grado de probabilidad de su ocurrencia en esa comunidad. El que se convierta o no en desastre, dependerá de la magnitud real con que efectivamente se manifieste el fenómeno y del nivel de vulnerabilidad de la comunidad. Entonces, la vulnerabilidad como expresión de los niveles de desarrollo, condiciona la gravedad de los desastres.

Pueden existir riesgos de origen natural, humano o mixto, siempre que éste implique un cambio en el medio ambiente que ocupa una comunidad determinada, que sea vulnerable a ese fenómeno. La vulnerabilidad se entiende como esa

incapacidad de una comunidad para 'absorber', mediante el autoajuste, los efectos de un determinado cambio en su medio ambiente, o sea su 'inflexibilidad' o incapacidad para adaptarse a ese cambio, que para la comunidad constituye, por las razones expuestas, un riesgo. (Wilches-Chaux, en Maskrey, 1993, p. 17)

El desastre es la consecuencia de la manifestación de una amenaza en un territorio particularmente vulnerable a la misma. La catástrofe se evidencia como una ruptura inesperada del proceso de desarrollo. Existe desastre cuando hay población involucrada (Natenzon, 2005).

A diferencia del enfoque de la pobreza que parte de la imagen de individuos con carencias, el enfoque de la vulnerabilidad considera que las personas tienen distintos activos y recursos que movilizan según determinadas estrategias, para responder a los contextos de cambio y a las oportunidades del entorno, llámese mercado, estado y sociedad (Busso, 2001).

Desde la perspectiva de la población y los posibles ajustes de ésta ante eventos peligrosos, se habla de resistencia y resiliencia. El primero, se define como la capacidad social de una población de continuar con su dinámica normal después de una perturbación; depende fundamentalmente de las condiciones de la vida cotidiana de sus habitantes, en especial las que se refieren a bienestar y a salud pública. La resiliencia concierne a la capacidad de esta misma sociedad de recuperarse lo más rápidamente posible de las alteraciones negativas provocadas por una perturbación y, en este caso, depende del grado de preparación social (eficacia de las medidas de gestión del riesgo) ante una posible calamidad.

El complejo sistema rururbano: concepto y contenido

El espacio comprendido entre la ciudad y el campo se configura como un mosaico irregular de partes diferenciadas, un verdadero ecotono geográfico. El término ecotono, proveniente de la Ecología -refiere al sitio donde dos comunidades vegetales no solamente se encuentran, sino que además se 'intergradan'-, es adoptado por geógrafos para expresar la dinámica de tensión que se produce entre especies propias de ámbitos distintos, en las que ambas luchan por dominar las condiciones físicas, estableciendo una competencia. Para Petagna Del Río (1990) el rururbano es un ecotono geográfico que tiene analogías con el ecotono ecológico como: ser áreas de extensión menor que las adyacentes, poseer diversidades en los bordes y particularidades en el centro. Sin embargo, destaca algunas diferencias como que en el ecotono ecológico las variaciones de distribución están sujetas al cambio ambiental y, por ello son lentas, mientras que "en el ecotono geográfico las variaciones de distribución están sujetas a la acción humana, son comportamentales, planificables y se caracterizan por ser rápidas" (Petagna Del Río, 1990, p. 58).

Desde el punto de vista teórico, la rururbanización o rurbanización es un neologismo empleado para referir a un proceso evolutivo que afecta a la periferia de ciertas ciudades. Los franceses Bauer y Roux en el año 1976, emplean la expresión en las áreas que rodean a las ciudades antiguas donde la presencia dominante de viviendas unifamiliares, dispersa y aislada, cohabita con la persistencia de áreas agrícolas y forestales (o naturales). Ese proceso evolutivo se caracteriza por transformaciones en los usos del suelo y en la actividad de los residentes, acompañada de mutaciones socio-demográficas: nuevas pautas de comportamiento social, económico, profesional, cultural, etc., de sus habitantes (Bauer y Roux, 1976).

Barros y Zusman (1999) sostienen que el concepto de rururbano, encierra en sí mismo la idea de hibridez, al mezclar dos formas puras e instituir la existencia de una tercera forma: lo rururbano. Se trataría, entonces de una nueva categoría, que si bien parte de otras originales se convierte en una tercera entidad con condiciones propias. Este sistema dinámico y complejo, donde se dan gran cantidad de intercambios, constituye un espacio de transición entre la ciudad y el campo, pertenece a la interfase urbano-rural; zona de fricción permanente de complejas relaciones orientadas por las necesidades de la ciudad, principalmente.

En este nuevo territorio en transformación se mezclan y superponen funciones antes propias de lo urbano y lo rural. La ciudad, al necesitar más suelo (en grandes proporciones) encuentra aquí disponibilidad y bajo precio. La función residencial de densidad media a baja (nuevo modelo de residencia preferente) se instala con fuerza, así como los grandes equipamientos urbanos ya sean comerciales, de servicios e industriales, las megaobras de infraestructura (comunicación y servicios) y de transporte, de defensa, como los terraplenes, entre otros. En principio éstas surgen para descongestionar el suelo urbano y transferir y descentralizar algunas funciones, pero con el paso del tiempo atraen población, generando tejido urbano. Conviven con usos del suelo rural como los destinados a la producción de frutas, verduras, hortalizas, flores y cría de animales de granja.

El sistema rururbano bajo estudio se emplaza en un modelado de llanura de sedimentación eólica y fluvial (Figura 1). En el tramo terminal inferior del paleo valle del Paraná (hoy ocupado por el sistema fluvial de los arroyos Saladillos) se localiza el subsistema lagunar Capón-Leyes-Setúbal integrante del valle actual del magno río y unidos a él por un albardón ribereño. Este subsistema es alimentado por el arroyo Saladillo y brazos del lecho mayor del río Paraná: Leyes y Potrero. Desemboca al sur-sureste de la ciudad de Santa Fe en el lecho mayor paranaense. Por el sur y el oeste de Santa Fe está cercada por el río Salado que tributa al Paraná. Esta situación de interfluvios orienta la expansión de la ocupación del territorio hacia el norte, demandando obras de infraestructura (defensas, puentes, túnel) que comunican a la ciudad con sus distintas partes, con el área metropolitana y la región.


Figura 1
. Localización del sistema rururbano norte de la ciudad de Santa Fe: distritos Santa Fe, Recreo y Monte Vera
Fuente: SIG 250 IGN. Imagen: Escena EPP227RO82_7F20000 (Landsat 7, ETM+, 22/04/2000)

La franja rururbana, transicional por definición, carece de límites precisos. Ésta constituyó una de las principales dificultades para este estudio, trabajadas metodológicamente en artículos anteriores (Cardoso y Fritschy, 2012). En esta oportunidad aclaramos que a los fines del análisis multivariado para la constitución del indicador de vulnerabilidad socio-ambiental, se delimitó el rururbano a 54 radios censales de los tres distritos, quedando excluidos aquellos que contienen mayor presencia de elementos urbanos (usos del suelo netamente urbanos, construcción continua y densa, etc.), es decir, priorizando la presencia de ciertos rasgos morfológicos.

El crecimiento urbano y el logro de una mayor complejidad funcional están estrechamente relacionados a las características y dinámicas de la población. En el departamento La Capital entre 1991 y 2010 se registra un aumento de población total de un 18,8%, así como en la población urbana (24,7%), mientras que la rural disminuye en un 64,3%, de forma más notoria entre 2001 y 2010. En el total de los tres Distritos estudiados, en esos diecinueve años, la población total tiene un incremento del 13,8%, la urbana del 19,1% y la rural, una reducción del 79,3%. En ambas escalas de análisis, la población rural se compone de una mayor proporción de hombres y la urbana de mujeres. El crecimiento demográfico del conjunto de la población a escala de los tres distritos es semejante (ligeramente inferior) al correspondiente a la provincia de Santa Fe para el mismo período (14,16% entre 1991 y 2010), aunque considerablemente inferior al del total del país (del 23%). En el contexto provincial, el comportamiento de la población urbana y rural es similar al de los tres distritos bajo estudio (con diferencias regionales, pero ínfimas a escala del conjunto provincial), manifestándose así el proceso de despoblamiento rural y difusión de lo urbano en el espacio.

En torno a la ciudad de Santa Fe (con 391.164 habitantes en 2010), principal mercado local, se conformó un sector de vocación hortícola. Los principales Distritos que se especializaron en este tipo de actividad son Santa Fe, Monte Vera y Recreo constituyendo en sus inicios una franja más o menos continua al norte del ejido urbano. A partir de 1940, aproximadamente se comienza con el cultivo de cebolla incorporándose luego tomate, zapallito, chauchas y otras especies. Para 1960 existían en Monte Vera dos establecimientos dedicados a la horticultura que ocupaban alrededor de 500 a 600 trabajadores cada uno. Con el incremento de la demanda de mano de obra en las quintas santafesinas, aunado a las crisis en las economías regionales (cultivo de la caña de azúcar) en Salta y Jujuy, donde se empleaba a migrantes bolivianos, a fines de 1960 se inicia el proceso de inmigración boliviana al área de estudio. Así, impactados por la caída en los precios de la producción del azúcar y la mecanización de las labores en el campo, se comienza a evidenciar un cambio en las trayectorias y destinos de los migrantes del limítrofe país del norte, quienes eligen como nuevos sitios de trabajo provincias del centro, entre ellas Santa Fe, y hasta del sur argentino.

En el rururbano norte de la ciudad de Santa Fe, en las últimas décadas, se observan importantes cambios tanto en la actividad como en el territorio.Comienzan a radicarse y desarrollarse funciones específicas, carentes o raras en los dos medios adyacentes como las plantas de transformación de energía, envasadoras de gas, quintas hortícolas en invernaderos, desarmaderos de autos (chacaritas), basurales a cielo abierto, ladrilleras, canchas de futbol, galpones de depósito de materiales de construcción u otros, dependencias de estacionamiento y reparación de camiones y maquinarias. Entre estos nuevos elementos y las funciones de sus adyacencias (sean netamente urbanas o rurales) se establecen situaciones de tensión y conflicto.

En los últimos años, el sector productivo primario del distrito Santa Fe se ha desplazado hacia el norte (Tabla 1), alcanzando jurisdicciones vecinas (especialmente hacia Monte Vera). Recreo reduce considerablemente en estos 11 años la superficie total destinada a explotaciones agropecuarias; en 2014 la mayor proporción de hectáreas se emplea en agricultura y en segundo lugar granja, floricultura y horticultura. Se confirma el fenómeno de viraje productivo experimentado por el sector e identificado en el trabajo de campo y el avance de la mancha urbana hacia el norte.

En este territorio se dispone una gradación de zonas irregulares y discontinuas, que con gran dificultad se podría asociar a la idea del continuum urbano-rural de Sorokin y Zimmermann (1929) o a las categorías de García Ramón, Tullas i Pujol y Valdovinos Perdices (1995) ya que en el caso de estudio se ve interrumpido por las vías de comunicación y la anarquía de los cursos de agua.

El territorio bajo estudio, emplazado en el valle de inundación de los cursos de agua, surcado por paleocauces, lagunas semipermanentes o cubetas de agradación, se ha visto sometido, a lo largo de la historia, a cíclicos eventos de inundación (Gráfico 1). Han ocurrido verdaderos desastres que provocaron pérdidas productivas, daños en las propiedades de las personas, gran número de evacuados y desplazados, incluso muerte de personas, como en la gran inundación del 2003. Las situaciones de emergencia y desastre vividas pusieron en evidencia las diferentes condiciones de vulnerabilidad de la comunidad para enfrentar inundaciones.

Tabla 1. Superficie total (ha) de las explotaciones agropecuarias por destino de la tierra según Distrito, 2003 y 2014
Fuente: IPEC. Registro de Áreas Sembradas y de la Producción. Setiembre de 2003 y 2014

 


Gráfico 1
. Desastres por tipos de eventos en los Distritos Santa Fe, Recreo y Monte Vera entre 1990 y 2009
Fuente: Desinventar Argentina, 2016

Entre 1990 y 2009 en los tres distritos donde se localiza el área de estudio, se registran 73 eventos de desastres que provocan pérdidas materiales, daños en la propiedad y los bienes, trastornos en la vida social y económica de las personas que lo padecen, y hasta pérdida de vida humanas (Desinventar Argentina, 2016). Así, como lo expresa el Gráfico 1, 28 (el 38%) son de tipo inundaciones, siguiéndole en importancia las tempestades (16, el 22 %), y otros también dependientes de las condiciones climáticas, como las heladas y las sequías. En el área de estudio, especialmente las precipitaciones intensas y la crecida de los cuerpos de agua han generado daños considerables a la producción, equipamientos, infraestructura, etc. Destacan los siguiente años: 1992 (7.000 personas afectadas, 5.945 evacuados), 2000 (100.000 afectados, 1.400 evacuados), 2002 (350.000 afectados), 2003 (5.537 heridos y enfermos; 100.250 víctimas; 2.500 afectados; 100.000 evacuados; 3.000 hogares destruidos; 28.000 hogares afectados; 5.700 ha cultivos y bosques) y 2007 (132.000 afectados; 28.351 evacuados; 20.000 ha de cultivos y bosques).

El índice de vulnerabilidad socioambiental para el sistema rururbano norte de la ciudad de Santa Fe

La vulnerabilidad presenta múltiples aristas; ciertos autores se refieren a la vulnerabilidad global (Wilches-Chaux, 1993) para expresar las diferentes dimensiones que generan esa incapacidad en los grupos humanos. El índice de vulnerabilidad socio ambiental que aquí se propone atiende a esa particularidad (Cuadro 1) por cuanto incluye dimensiones educativas, demográficas (relativa al ciclo de vida), de condiciones de vivienda, de infraestructura, equipamientos, servicios y pobreza. Todas éstas constituyen rasgos de la propia persona y de su entorno más cercano.

Cuadro 1. Dimensiones y variables que componen el IVSA
Fuente: elaboración personal

La construcción del índice consta de las siguientes etapas: selección de variables adecuadas para el caso de estudio, recopilación de datos de fuentes confiables (en este caso, IPEC, INDEC), creación de la matriz de datos, normalización-estandarización de las variables, cálculo del puntaje de clasificación espacial de costo y beneficio, generación del índice. El IVSA permite detectar diferentes niveles que son categorizados en quintiles y representados cartográficamente para su análisis.

La obtención de puntajes de clasificación espacial es una metodología de análisis multivariado simple que se basa en la estandarización de variables con la finalidad de obtener un valor resumen que se mapea y del cual se analiza su distribución espacial (Buzai, 2014, p. 165)

Existen tres tipos de variables: de costo (que expresan situaciones desfavorables por ejemplo el analfabetismo), de beneficio (expresión de situaciones favorables como el nivel universitario completo) y neutras (que no representan en sí misma ninguna de las dos anteriores, como cantidad de población). Dado que el índice de vulnerabilidad refleja una situación de desfavorabilidad ante el territorio que ocupa la población estudiada, se invierte la fórmula para el cálculo del puntaje de clasificación espacial donde las variables de costo se tratan como de beneficio y viceversa. De este modo, en un rango de 0 a 100, los valores que se acerquen al 100 tendrán un mayor nivel de vulnerabilidad y por ende peores condiciones socio-ambientales. Entonces, según el tipo de variable se aplica:

Puntaje de costo para índice de vulnerabilidad= (xi-m/M-m) * 100

Puntaje de beneficio para índice de vulnerabilidad= 1 – (xi-m/M-m) * 100

Donde

xi es el dato original a ser estandarizado, mientras que m y M son respectivamente el menor y mayor valor de la variable.

Finalmente, el cálculo del promedio de las variables representa el puntaje de clasificación espacial. Éste constituye el IVSA, que al clasificarse (por quintiles), da cuenta de la distribución espacial en los cinco niveles.

La Figura 2 presenta una clasificación por quintiles, quedando delimitadas cinco clases en las que se ubica el 20% de las unidades espaciales (radios censales); en sentido de menor a mayor favorabilidad dichas clases son: Niveles de vulnerabilidad muy alto, alto, medio, bajo y muy bajo. El IVSA para todo el área rururbana es de 32,56, valor intermedio: ubicando los promedios de los distintos distritos respecto a ese valor general, el distrito Santa Fe, con 31,80 está por debajo, mientras que Recreo (con 36,45) y Monte Vera (con 35,05) lo superan, indicando una situación de mayor desfavorabilidad para estos dos últimos. Sin embargo, Santa Fe contiene grandes disparidades en su interior, ya que registra el mayor (74,94) valor de vulnerabilidad de toda la serie, en el radio 701 a la vera de la laguna Setúbal y el menor (13,89) en el norte, cercano al límite con Monte Vera, radio 3103.

Al momento de considerar la distribución de los valores en el espacio y la relación con otros elementos como la topografía, hidrografía, vías de comunicación, etc., el análisis se vuelve más interesante. La Figura 2 pone en evidencia las grandes disparidades territoriales en el área de estudio, especialmente en el distrito Santa Fe. Todas las unidades espaciales con vulnerabilidad socio-ambiental muy baja se encuentran localizadas en el distrito santafesino y casi todas, con excepción de dos radios, las unidades espaciales de nivel bajo también se localizan allí, en coincidencia con el área de influencia de las vías de comunicación (Ruta Nacional Nº 11 y avenida Aristóbulo del Valle), ocupando una posición centro-sur en el conjunto del área rururbana. El radio 126 de Recreo, de nivel bajo de vulnerabilidad, contiene uno de los countries del área metropolitana de Santa Fe (Los Molinos) destinado a residencia de población con una buena posición socio-económica. El radio 232 de Monte Vera debe su nivel bajo de vulnerabilidad a la cercanía a la zona urbanizada y dotada de servicios propios de ese ámbito.


Figura 2
. Distribución de los niveles de vulnerabilidad socio-ambiental para el espacio rururbano norte de la ciudad de Santa Fe, por radios censales, 2010
Fuente: elaboración personal

Las unidades espaciales con niveles medios de vulnerabilidad se ubican en espacios intersticiales, transicionales hacia los niveles altos y muy altos: Recreo no cuenta con radios de este nivel; Monte Vera los tiene en adyacencias al espacio urbanizado y para el caso de los ID 228 y 225 coinciden con el poblado Ángel Gallardo; Santa Fe posee varios radios de vulnerabilidad media en una porción al oeste de la Ruta Nacional Nº 11, en contacto con los sectores de mayores vulnerabilidades.

Las unidades espaciales con niveles altos de vulnerabilidad están presentes en los tres distritos, ubicándose en sectores periféricos y centrales en el caso de Recreo. Este último distrito tiene una gran proporción de su territorio ocupado por el nivel alto, prácticamente toda el área que resta de la ocupada por el country Los Molinos y la adyacencia a la Ruta Nacional Nº 11 y circunvalación. En Monte Vera este nivel se localiza en la zona de ribera de la laguna Setúbal y en Santa Fe en áreas intersticiales, con carencias críticas en servicios. Los niveles de vulnerabilidad muy altos se localizan en áreas periféricas del distrito Santa Fe, en zonas bajas, aledañas a los cursos de agua (Laguna Setúbal y Río Salado), mientras que en Monte Vera, además de estar presente en el radio ribereño número 223 se hace palpable en el 224, sitio de ladrilleras, horticultura y granja a cargo de pequeños productores de origen boliviano o descendientes. Recreo, como dijimos, no posee niveles muy altos de vulnerabilidad.

La disposición de los cinco sectores, bien individualizados a través de los colores de la Figura 2, se da de manera anárquica en el espacio, fragmentada. Este mosaico de partes diferenciadas responde directamente a las características de la población y a su acceso a los servicios básicos. La heterogeneidad es propia de los espacios rururbanos, donde existe la tensión entre usos de suelo, mezcla y superposición de elementos de la ciudad y de campo con los nuevos, característicos de la dinámica y el modo de vida. El rurubano lejos de identificarse con el modelo del continuum teórico se dispone en el territorio como un rompecabezas de piezas diversas en todos sus ámbitos.

El radio 224 del distrito Monte Vera (al sur-oeste distrital), destaca por sus niveles muy altos de vulnerabilidad (semejante a su limítrofe, el 223). Tomando en cuenta las variables constitutivas del índice, tienen mayor peso la condición de pasivos y en segundo lugar la carencia de agua potable para beber (luego le siguen el nivel educativo primario y las demás). En este caso, a diferencia de otros radios de semejante condición en ámbitos de villas miseria, aquí la vulnerabilidad afecta a los pequeños productores agropecuarios, en gran proporción inmigrantes bolivianos y sus descendientes. Los usos de suelo tradicionalmente rural están representados por la horticultura, algunos intensivos y en menor medida cultivos de trigo y maíz; sobre las vías de comunicación (rutas provinciales) se localizan algunos comercios y servicios, así como población de un nivel económico más elevado que habita viviendas tipo chalets, pero dispuestas muy esporádicamente (rasgo que no llega a estar representado en los datos censales).

Algunas transformaciones socioeconómicas en los productores hortícolas descendientes de bolivianos y la producción de territorialidades múltiples

El diagnóstico de los niveles de vulnerabilidad socio-ambiental y su localización en el espacio rururbano, arroja información(para el 2010) de las condiciones de vida del grupo de migrantes bolivianos y sus descendientes que se encuentran radicados en el radio 224 de Monte Vera.

El análisis de datos a nivel de distrito permite un acercamiento al panorama general de las transformaciones en las actividades económicas primarias: ha variado el tipo de producciones; en cuanto a la principal hortaliza de la franja, el tomate, se observa una abrupta reducción en los lomos sembrados entre 2002 y 2015 (Tabla 2). Si bien la actividad atravesó transformaciones estructurales volviéndose más intensiva por la producción en invernaderos -que "permite desestacionalizar la producción, obteniendo productos acordes a las exigencias de calidad, mejorando los ingresos percibidos" (Benencia, Quaranta y Souza Casadinho, 2009, p. 17)-, la producción también se redujo en el Departamento La Capital y en los Distritos estudiados, siguiendo la tendencia de la superficie sembrada. Comparando los datos entre 2003 y 2014 la cantidad de cajones es fluctuante, pero en claro descenso: en 2003 se registran 16.045 cajones de tomate de verano y 4.200 en 2014.

Tabla 2. Lomos sembrados de las dos variedades de tomates según Distritos bajo estudio y en Departamento La Capital, en 2002 y 2015
Fuente: IPEC. Registro de Áreas Sembradas y de la Producción. Setiembre 2002 y septiembre 2015

Estos tres Distritos poseen casi la totalidad de la producción de hortalizas y legumbres del departamento La Capital. En 2003, de las 353,5 ha cultivadas (solo de verano) de todo el departamento, 321 ha pertenecen al área de estudio. En 2014, de 290,5 ha del Departamento 264,1 ha son de Santa Fe, Recreo y Monte Vera. En los once años considerados se perdieron 56,9 ha. Se observa un descenso en la superficie sembrada de las siguientes hortalizas y legumbres: coliflor, lechuga, poroto de chaucha, repollo, zapallito y batata.

La gran variedad de cultivos característico de la franja hortícola santafesina ha mermado con los años y las sucesivas crisis por las que el sector atravesó. Las semillas de producción propia (como la del tomate de ribera de gran calidad) se han perdido. Al mercado local santafesino llegan hortalizas de otras regiones del país con calidades inferiores y altos precios para el consumidor. El horticultor del rururbano santafesino opta por producir menor variedad de especies de hortalizas, de aquellas que no demandan tanta mano de obra, de este modo se pierden puestos de trabajo en el sector. Así manifestaba este fenómeno la población entrevistada:

Mi madre es boliviana, vino por Salta, mi padre, correntino…pero yo me crié acá en Monte Vera…ahora soy dueño, siembro unas cinco hectáreas y las de atrás las alquilo…Mi hijo ´ta conmigo…terminó la secundaria y ahora dice que se va a tomar un año pa´ ver si sigue estudiando. (Horticultor de 51 años, descendiente de inmigrante boliviana, 28/03/2013).

Este productor entrevistado cultiva chaucha chata, rolliza y enana, tomate (muy poco, en la parte más alta de la parcela), lechuga repollada y crespa. Cuentan con un tractor; emplean riego 'por piso' o fondo de surco. Su nivel de capitalización es medio, con posibilidades de incrementarse. Vende la mercadería en mercado local y en Buenos Aires. Manifestó que en los últimos años trabajan con semillas transgénicas; existen mayores requerimientos en la comercialización, como el empaquetado de la rúcula o achicoria con hilo de plástico y no de paja, dañándose así la mercadería; se cultiva menor variedad de especies, se eligen las que salen mejor al mercado y que tienen menores riesgos. Relata que en 2003 su campo se inundó con la creciente del Salado.

El cultivo de soja, oleaginosa extensiva de gran rentabilidad en el mercado, gana terreno a las hortalizas y legumbres. El paisaje hortícola tradicional se ve transformado con la monotonía del campo de soja. En las imágenes satelitales y en la observación directa se vislumbra el antiguo patrón de uso de suelo hortícola casi borrado, sobreimpuesto el cultivo de soja. Entre los lapsos 2002-2003 y 2011-2012 se duplicaron las hectáreas sembradas con soja en el Departamento La Capital, incorporándose la actividad en Recreo. En los tres distritos, de 13 hectáreas sembradas con soja (2002-2003) se asciende a 1.131 hectáreas (2011-2012). En el trabajo de campo realizado entre 2012 y 2016 se reconocieron cultivos de soja en el distrito Santa Fe a pesar de que en los Registros de áreas sembradas del IPEC no se consignan.

Otra transformación significativa que se dio con el transcurso del tiempo en este grupo social, es el ascenso de la situación de peón rural a propietario, la llamada "escalera boliviana" (Benencia et al., 2009, p. 7): proceso de movilidad vertical, en el que el migrante que ingresa en calidad de peón, pasa por la mediería y el arriendo hasta llegar a ser propietario; aunque a partir del 2000 se ha ido transformando y complejizando con la aparición de nuevas posibilidades de inserción en la cadena hortícola como fuera de ella. Nuevas categorías como arrendatario o propietarios puestero, comerciante desligado de la producción primaria cobran relevancia.

Las trayectorias de vida de los migrantes e hijos de migrantes bolivianos en estas latitudes, relatadas en las entrevistas, arrojan datos relevantes que aportan a la idea del entrecruzamiento de territorios diferentes. Bajo la forma de mediería (relación contractual en la que el propietario aporta la tierra y el trabajador, el trabajo, dividiendo las ganancias y las pérdidas en partes iguales) generalmente sale beneficiado el propietario. El patrón paga al boliviano un precio inferior al cotizado en el mercado, por lo que el ingreso es paupérrimo. De esta manera se desvirtúa la figura del mediero y se le da al boliviano un trato abusivo y desventajoso, además de padecer las penurias asociadas a su condición de ilegalidad en la que se encuentra en la mayoría de los casos. Por otro lado, las condiciones de vida de las familias bolivianas distan mucho de ser las óptimas. Viven en galpones, en habitaciones viejas de antiguos cascos rurales derruidos o en viviendas precarias. Sus casas tienen pisos de tierra y techos de zinc, con baños exteriores. Con el transcurso del tiempo se fueron dando transformaciones sociales y demográficas. Es la segunda y tercera generación de bolivianos, los hijos y nietos de los que arribaron en la década de 1960 a Santa Fe, Recreo y Monte Vera, los que ahora son productores. De este modo, pudieron lograr el incremento de las ganancias y unas progresivas mejoras en la calidad de vida. Algunos han logrado construir viviendas de buena calidad, con materiales resistentes y servicios básicos (agua corriente, luz eléctrica). De a poco el trabajador ha podido capitalizarse. Aún la jornada laboral sigue siendo 'de sol a sol' porque así lo exige el tipo de cultivo y las condiciones técnicas alcanzadas y accesibles para estos productores, participando en las labores la familia entera. Sin embargo los jóvenes toman la actividad como complemento de sus estudios o de algún empleo urbano. Se han identificado horticultores que están cursando sus estudios universitarios.

La pluriactividad como estrategia económica familiar

En el espacio rururbano conviven diversos tipos de actores, nuevos y viejos personajes: población urbana que desde la ciudad se muda al rururbano en busca de mejores condiciones de vida, contacto con la naturaleza, alejados del ruido y demás males de la gran ciudad, que acuden diariamente al centro a trabajar, estudiar y comprar. Éstos son los migrantes pendulares o conmuters cuya vida está atada al uso del automóvil. En la cara opuesta se sitúan grupos demográficos de bajos recursos que se instalan en terrenos no urbanizables, constituyendo villas miseria o sectores informales; también realizan traslados a la ciudad en la medida de las posibilidades, ante la oportunidad de una 'changa'. Éstos se localizan, frecuentemente en sectores muy cercanos a los barrios de clases altas o countries, aprovechando la accesibilidad a la infraestructura de servicios. Entre otras variantes de neorrurales que habitan el rururbano, se encuentran los productores hortícolas o de ladrillos, que habitan ese espacio, pero de forma muy diferente a como lo hacían sus padres o abuelos, asociados a un estilo de vida más tradicional (cultura rural arraigada). Esta diversidad de actores es otro rasgo distintivo de la existencia de múltiples territorialidades en un determinado lugar.

Asociada al neorruralismo, la pluriactividad (Gras, 2002) en el ámbito rural latinoamericano se vincula a la pobreza y a la producción agrícola familiar (Neiman y Craviotti, 2005). En la pluriactividad de tipo tradicional el trabajador asume tareas estacionales agropecuarias fuera de su propia parcela o de su residencia marginal. El otro tipo, en franco crecimiento en el contexto de América Latina, es el que diversifica las actividades, desarrollando las rurales no agropecuarias. También se la puede concebir como una transición de ingreso a la actividad extra-agropecuaria (y de abandono de la rural) o como un esquema más o menos permanente de organización laboral familiar, reflejo de los ingresos económicos insuficientes.

La tipología de productores que conviven en el rururbano también es variopinta: refugiados, inversionistas, emprendedores, neorrurales. De este modo se asiste a un nuevo sentido del término "neorrurales" dado por los autores principalmente europeos; los cuales en los estudios sobre las transformaciones socio-demográficas, se referían a "neorrurales" como aquellas personas que abandonan la ciudad y se dirigen al campo tras un proyecto de vida alternativo, que puede ser tan diverso como diversas son las actividades a realizar (Nogué, 1988). La variante aquí radica en que es el habitante tradicionalmente rural el que combina sus trabajos en la producción primaria (hortícola) con algún empleo urbano a tiempo parcial (media jornada, por ejemplo).

La pluriactividad es un fenómeno típico de la población rururbana. La actividad económica primaria del rururbano norte de la ciudad de Santa Fe se ve afectada constantemente por los eventos climáticos e hídricos extremos que provocan pérdidas considerables. El Gráfico 1 anteriormente analizado da cuenta de la cantidad y tipo de desastres que interrumpen la dinámica social y económica de esta sociedad, que para los productores hortícolas se traduce en mermas económicas no solventables con las ayudas monetarias del gobierno. Se suma a esta calamidad la variabilidad en el precio de estos productos en los mercados y el incremento de los costos de producción dependientes de factores netamente económicos. Como estrategias para afrontar estas dificultades económicas por las que atraviesa el sector hortícola del norte de la ciudad de Santa Fe se ha optado por la búsqueda de ingresos fuera de la actividad productiva primaria. La diversificación de actividades económicas de los habitantes y la combinación en un solo trabajador de empleos agrarios con urbanos, principalmente asalariados, constituye un proceso generador de espacio con condiciones de rururbanización y la existencia de un tipo particular de multiterritorialidad a escala micro-social.

Consideraciones finales

En un mismo espacio pueden coincidir múltiples territorios, con diferentes usos, significados, historias, fisonomías. El rururbano es un territorio de convergencia, transformación y conflicto. En este trabajo la cartografía generada representa un diagnóstico de las condiciones de vida de la población del área de estudio, descubriendo los diferentes niveles de vulnerabilidad socio-ambiental, su distribución y su relación con los elementos del sistema territorial. Allí se deja entrever la configuración de este sistema como un mosaico irregular de fragmentos diferenciados, mismo patrón que registra la vulnerabilidad, indicativo de las diferentes posiciones en las que se ubican las personas para hacerle frente a las crisis que perturban el normal desarrollo de su vida, asociadas a las inundaciones y anegamientos por precipitaciones intensas, desborde de los cuerpos de agua y tormentas. El rururbano norte de la ciudad de Santa Fe es un verdadero ecotono geográfico en el que entran en conflicto y tensión elementos y funciones urbanas y rurales, reproduciéndose los contrastes espaciales.

De la aplicación del índice de vulnerabilidad socio-ambiental, surge que en los radios censales correspondientes al distrito Santa Fe se encuentran contenidas las mayores disparidades en los valores. Los sectores de vulnerabilidad baja se relacionan a la accesibilidad a los servicios básicos (zonas aledañas a los centros urbanos) y a la influencia de las vías de comunicación (avenidas y rutas provinciales y nacionales). Los sectores con valores elevados, indicativos de población con un mayor grado de exposición y que debería ser objeto primordial de políticas públicas se localizan en áreas periféricas del distrito Santa Fe, en zonas bajas, anegables, aledañas a los cursos de agua en los tres distritos (Laguna Setúbal y Río Salado), o en parcelas dedicadas a la producción de ladrillos, horticultura y granja, asiento de pequeños productores de origen boliviano o descendientes.

El mapa de la vulnerabilidad socio-ambiental expresa los desequilibrios espaciales, las desigualdades negativamente connotadas. En el área de estudio el carácter múltiple de la territorialidad es sinónimo de desigualdad. Cabría pensar la posibilidad de que el fenómeno multiterritorial pueda tener un sentido positivo, sinónimo de diversidad, pluralidad, multiplicidad que enriquece, y no de desigualdad, que somete y estanca.

La heterogeneidad es un rasgo sobresaliente del sistema territorial rururbano, no solamente en lo referente a los usos del suelo y morfología del parcelado, sino también en cuanto a su población ya que allí conviven diversos tipos de actores, nuevos y viejos personajes: individuos que abandonan la ciudad en busca de mejores condiciones de vida, contacto con la naturaleza, tranquilidad. Son conmuters, pues acuden diariamente al centro a trabajar, estudiar y comprar. Dentro de la gran diversidad los productores hortícolas, que habitan este espacio pero de forma muy diferente a como lo hacían sus padres o abuelos, asociados a un estilo de vida más tradicional (cultura rural arraigada) representan una nueva modalidad de "neorrurales". La nueva tipología de neorrurales aquí identificada no está constituida por ciudadanos venidos al campo, sino campesinos que combinan labores rurales con empleos urbanos.

La multiterritorialidad a escala micro-social del grupo de horticultores de origen boliviano en el área estudiada, es construida a partir de una movilidad tanto horizontal (basada en la inmigración desde este país limítrofe, con la carga socio-cultural correspondiente), como vertical, relativa al ascenso en la escalera desde peón a propietario de la unidad productiva hortícola. A cada escalón se le puede asociar un nivel de ingreso económico, relaciones sociales, valoración del entorno y condiciones de vida determinadas. El entrecruzamiento de diversos territorios resultado de los procesos de reterritorializaciones se pone de manifiesto en la vivencia personal del productor, que como respuesta y adaptación a las dificultades económicas y ecológicas, debe reorganizar su actividad recurriendo a la estrategia de la pluriactividad. Así, conservando su antigua labor en la quinta (de la que ya es dueño), opta por producir hortalizas que requieren menos cuidado y presentan menores riesgos, procurándose un ingreso fijo (en un empleo urbano de media jornada), como alternativa de diversificación de las fuentes de ingresos. La pluriactividad como fenómeno típico de la población rururbana se convierte en un proceso que consolida las territorialidades múltiples.

Notas

(1) El espacio rururbano en sí mismo, como área de transición, carece de límites definidos. A los fines de este trabajo, según ciertos criterios, se delimitaron unidades administrativas que integran el área de estudio.

(2) "Cinturón fruti-hortícola" es la denominación corrientemente utilizada, aunque, para el caso del área de estudio difícilmente se podría identificar una forma de cintura, o de anillo que rodea a la ciudad, debido a la disposición de los cursos de agua; por otro lado, la producción de frutas casi ha desaparecido en este sector, por lo que el término "franja hortícola" resulta más adecuada.

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