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Estudios Socioterritoriales

On-line version ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.25  Tandil June 2019

 

ARTÍCULO CIENTÍFICO

Historia de un crecimiento desigual: el proceso de expansión del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán (Noroeste Argentino)

History of an uneven growth: the expansion process of gran San Miguel de Tucumán (Northwest Argentine)

Pablo Paolasso(a)
Matilde Malizia(b)
Paula boldrini(c)

(a) Investigador Independiente del CONICET. Doctor en Geografía. Instituto Superior de Estudios Sociales. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Universidad Nacional de Tucumán. San Lorenzo 429, (CP 4000) San Miguel de Tucumán. Tucumán. Argentina, pauluspao@gmail.com
(b) Investigadora Asistente del CONICET. Doctora en Ciencias Sociales. Centro de Estudios sobre Territorio y Hábitat Popular. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad Nacional de Tucumán. Avenida Kirchner 1800, (CP 4000) San Miguel de Tucumán. Tucumán. Argentina, matumalizia@yahoo.com.ar
(c) Investigadora Asistente del CONICET. Doctora en Ciencias Sociales. Centro de Estudios sobre el Territorio y Hábitat Popular. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad Nacional de Tucumán. Avenida Kirchner 1800, (CP 4000) San Miguel de Tucumán. Tucumán. Argentina, paula_boldrini@hotmail.com

Recibido: 15 de mayo 2018
Aprobado: 1 de noviembre 2018


Resumen

Este estudio se inscribe en el marco de los procesos de cambio y profundización de la desigualdad socio-espacial que se ha desarrollado en las últimas décadas en las ciudades de América Latina. Este artículo tiene por objetivo describir, caracterizar y analizar cuáles han sido los procesos que han guiado el crecimiento del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán (Noroeste Argentino), teniendo en cuenta que este caso replica muchos de los caracteres que se han producido en otras ciudades de América Latina. Los estudios que se exponen brindan una interpretación sobre cuáles han sido los principales procesos que intervinieron en el crecimiento del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán, poniendo de manifiesto, a su vez, las particularidades de esos procesos en el contexto tucumano teniendo en cuenta tanto una mirada histórica como prospectiva.

Palabras clave: Desigualdad; Expansión urbana; Gran San Miguel de Tucumán; Segregación socio-espacial

Abstract

This study is part of the processes of change and deepening socio-spatial inequality that has developed for cities in Latin America. In this sense, this article aims to describe, characterize and analyze what have been the processes that have guided the growth of the agglomerate Gran San Miguel de Tucumán (Northwest Argentine), taking into account that this case replicates many of the characters that have occurred In other Latin American cities. The studies presented in this article provide an interpretation of the main processes involved in the growth of the Gran San Miguel de Tucumán agglomerate, highlighting, in turn, the particularities of these processes in the Tucuman context. It counts both a historical and prospective look.

Key words: Inequality; Urban sprawl; Gran San Miguel de Tucumán; Socio-spatial segregation


Introducción

La aplicación de las políticas surgidas del denominado "Consenso de Washington" durante la década de 1990 produjo en América Latina una progresiva transformación tanto inter como intra-urbana. En la escala inter-urbana los cambios resultantes en los sistemas urbanos nacionales se encuentran entre los más significativos. En las últimas décadas ha habido una disminución en la primacía de las grandes ciudades y un aumento de la importancia de los centros urbanos secundarios. Las grandes ciudades han perdido en parte su poder atractivo sobre los migrantes debido a diferentes razones y han cedido su protagonismo a las ciudades que le siguen en la jerarquía urbana (Portes, Roberts y Grimson, 2005).

Sin embargo, una característica común a la mayoría de las ciudades latinoamericanas, independientemente de su tamaño, se ha producido en la escala intra-urbana y se ha caracterizado por la profundización de los procesos de fragmentación socio-espacial(1). Más allá de las variantes locales, la fragmentación ha sido el resultado más notorio y concluyente durante esta fase del sistema capitalista. Las manifestaciones son bastante claras y acentúan los procesos de segregación socio-espacial, el aumento de la informalidad (notoriamente visible en las ciudades de la región) y sobre todo el incremento de la inclusión precaria(2). El crecimiento de las ciudades se ha caracterizado entonces por el surgimiento de islas (de bienestar o de pobreza, según la terminología propuesta por Janoschka, (2002) muchas veces inconexas entre sí, aun cuando se encuentren próximas espacialmente.

Harvey ofrece una explicación clave para interpretar este proceso de cambio el cual sirve, además, para comprender el momento puntual y cada una de las fases por las que ha atravesado el sistema capitalista:

La urbanización […] ha sido uno de los medios clave para la absorción de los excedentes de capital y de trabajo durante toda la historia del capitalismo […], tiene una especificidad geográfica única que convierte la producción del espacio y de monopolios espaciales en parte intrínseca de la dinámica de acumulación, no solo en virtud de las pautas cambiantes de los flujos de mercancías en el espacio, sino también en virtud de la propia naturaleza de los espacios y lugares creados y producidos en los que tienen lugar tales movimientos (2012, p. 73).

Según esta explicación, no se pueden comprender los cambios en el territorio si no se comprende antes la dinámica del sistema capitalista. Aunque el resultado general sea la fragmentación socio-espacial, en el medio, entre el efecto y el resultado, hay sociedades muy dispares que de alguna manera 'traducen' las señales que genera el sistema económico de formas muy diversas en función de su bagaje cultural y del espacio donde viven. En definitiva, es el resultado tanto de las relaciones sociales como de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza. De allí que las formas que adquieren esas relaciones (en permanente mutación) determinan la forma del territorio y son las que producen un mayor o menor grado de fragmentación. De acuerdo con esta concepción, las transformaciones en el modelo de acumulación tienen su propio correlato espacial. Estos cambios implican una modificación en el conjunto de las relaciones sociales, pero también una nueva forma de apreciar la naturaleza. Estos fenómenos que ya han sido profusamente estudiados en las grandes metrópolis regionales, se manifestaron también en las ciudades que le siguen en la jerarquía urbana, con matices y particularidades propios de su tamaño y sus funciones. De este modo, pueden servir como falsilla para analizar las transformaciones socio-espaciales acaecidas en el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán (GSMT), entendiendo que el mismo es considerado una ciudad intermedia en la jerarquía urbana argentina. Históricamente la ciudad de San Miguel de Tucumán -y a partir de la segunda mitad del siglo XX el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán o Área Metropolitana de Tucumán- ha constituido la urbe más importante de todo el norte de Argentina, tanto por su volumen demográfico como por sus funciones. Ha sido históricamente, por lo menos desde el último tercio del siglo XIX, el centro de comando de una de las economías regionales más relevantes del país: la azucarera. Constituyó asimismo el nodo central del principal entramado productor de bienes y servicios del Noroeste Argentino.

Como bien sostiene Harvey, la ciudad que conocimos y la que soñamos está desapareciendo vertiginosamente y no va a volver a ser reconstruida (Harvey, 2012). Nuestra aspiración debería ser imaginar y reconstituir, como ya lo proponía Lefebvre en la década de 1960, un tipo diferente de ciudad que transforme las actuales condiciones teniendo en cuenta los deseos y las aspiraciones del conjunto de la sociedad ¿Es esto posible en una ciudad intermedia de un país latinoamericano con una renta media en el que las diferencias sociales, económicas y territoriales son amplias y se profundizaron progresivamente?

Si no pensáramos que lo fuera, dejaríamos de insistir en el estudio de aquellos aspectos que ponen de manifiesto las causas y mecanismos que sostienen la fragmentación urbana. Justamente con la intención de contrarrestar esta dirección dominante de los procesos de urbanización, es que se busca interpretar los cambios que se producen en las ciudades bajo la influencia de las políticas citadas anteriormente. De esta forma este estudio se inscribe en el marco de los procesos de cambio y profundización de la desigualdad socio-espacial que se han desarrollado para las ciudades de América Latina.

Este artículo tiene por objetivo describir, caracterizar y analizar cuáles han sido los procesos que han guiado el crecimiento (muchas veces caótico) del aglomerado GSMT, teniendo en cuenta que dicho caso replica muchos de los caracteres que se han producido en otras ciudades de América Latina. Para su desarrollo se recurrió, por un lado, al análisis de los clásicos modelos de diferenciación socio-espacial que buscan explicar el desarrollo de las ciudades latinoamericanas. Estos modelos elaborados para estudiar las ciudades más grandes de la región, sobre todo las capitales nacionales, sirven también para interpretar las transformaciones espaciales de algunas ciudades intermedias como el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán. Por otro lado, se analizaron diferentes indicadores que ponen en evidencia distintas aristas de la segregación socio-espacial en el aglomerado y resaltan, en todos los casos, la vulnerabilidad y la fragmentación tal como la predicen los modelos. Estos indicadores se refieren a la zonificación de las problemáticas ambientales en relación con la distribución de las principales tipologías residenciales y a la elaboración del índice de vulnerabilidad social, mediante los cuales de alguna manera se sintetiza el grado de fragmentación existente en el aglomerado.

El presente artículo se organiza en cuatro apartados. En el primero se presenta un marco de interpretación sobre los diversos fenómenos urbanos haciendo hincapié en las transformaciones recientes que se suscitaron en las ciudades latinoamericanas y que dieron lugar a la profundización de las condiciones de desigualdad. En la segunda sección se analizan las principales características que guiaron la evolución socio-espacial del aglomerado GSMT desde su fundación en el año 1565 hasta principios de la década de 1990. Aquí es posible advertir cómo desde sus inicios se resaltan los primeros intentos de segregación en la distribución de la población. El tercer apartado se centra en el análisis de la profundización de la fragmentación y su relación directa con el crecimiento caótico de la ciudad durante los últimos treinta años, lo que da como resultado una expansión urbana en forma de islas que se encuentran próximas espacialmente, pero con una distancia social que las separa que es cada vez más insondable. Finalmente, en la última sección se presentan las conclusiones. Los estudios que se exponen en este artículo brindan una interpretación sobre cuáles han sido los principales procesos que intervinieron en el crecimiento del aglomerado GSMT, poniendo de manifiesto, a su vez, las particularidades de esos procesos en el contexto tucumano teniendo en cuenta tanto una mirada histórica como prospectiva. Dicha síntesis permite enriquecer el marco conceptual sobre el análisis urbano en América Latina.

Un marco de interpretación para el crecimiento urbano en América Latina

La diferenciación socio-espacial ha sido desde los orígenes de las ciudades una de sus características intrínsecas. La división de la sociedad en clases, estamentos o castas, se ha manifestado claramente en el espacio (Borsdorf, 2003) y como bien lo señala Harvey se encuentran "indeleblemente grabadas en las formas espaciales de nuestras ciudades" (2012, p. 36). No constituye, entonces, un fenómeno para nada nuevo. Sin embargo, dicha segregación se ha manifestado de manera muy desigual según el ámbito cultural en que han surgido y se han desarrollado las ciudades (Ehlers, 2011).

Más allá de las diferencias en los orígenes de las ciudades de colonización española y portuguesa, las mismas han mostrado notorias similitudes en su desarrollo funcional y socio-espacial (Bähr y Mertins,1993). Por lo menos hasta la primera mitad del siglo XIX -es decir durante más de tres siglos- dichas ciudades se caracterizaron por un crecimiento lento, bajo un patrón de anillos concéntricos con un claro gradiente centro-periferia. No obstante, en la actualidad dicho gradiente se encuentra en un avanzado proceso de desintegración, pese a que aún puede observarse en muchas ciudades de la región, independientemente de su tamaño y las funciones que desempeñan.

Las ciudades de América Latina comenzaron a crecer aceleradamente a partir del último tercio del siglo XIX y sobre todo durante el siglo XX como consecuencia de la irrupción y el afianzamiento de la economía capitalista. El progreso se materializó de manera rápida y contundente sobre buena parte de las ciudades bajo la forma de redes eléctricas, agua potable y alcantarillado, entre otros. A partir de la década de 1930, con la crisis mundial del sistema capitalista y la adopción casi generalizada de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) en varios países de la región, la morfología de las ciudades comenzó a cambiar y aparecieron sectores en forma de cuña debido al desarrollo de ciertos ejes vinculados al surgimiento de complejos industriales de diversa índole. Durante esta fase se inició, también, el traslado de los grupos sociales con elevado poder adquisitivo hacia la periferia, en consonancia con la búsqueda de una mejor calidad ambiental para vivir, la adopción del automóvil como medio de transporte y la construcción de vías de circulación rápida que comunican los diferentes sectores de la ciudad.

En este sentido Portes et al. (2005) y de Mattos (2009) explican que el modelo económico impuesto por la ISI produjo:

a) Un rápido proceso de urbanización de alta primacía alimentado por migraciones masivas campo-ciudad;

b) la generación de un mercado laboral especializado basado en la industria con un consecuente aumento del bienestar en las ciudades en las cuales se instalaron esas industrias;

c) el surgimiento de la informalidad como consecuencia del desajuste entre el volumen de migrantes y la oferta laboral limitada;

d) la expulsión de los sectores bajos hacia tierras vacantes sin ningún tipo de infraestructura y en áreas ambientalmente deterioradas;

e) la construcción por parte del Estado de grandes conjuntos habitacionales en las periferias, donde el valor de la tierra tiende a ser bajo;

f) un aumento sostenido del precio de la tierra; un renovado proceso de diferenciación socio-espacial;

g) diferentes modos de articulación entre los sectores formales e informales como consecuencia del crecimiento económico.

A partir de la década de 1960 se conjugaron una serie de procesos que produjeron el crecimiento de estructuras celulares en diferentes partes de las ciudades. Entre ellos cabría mencionar las intensas migraciones provenientes de las áreas rurales; un elevado crecimiento natural de la población como consecuencia del proceso de transición demográfica; las migraciones intra-urbanas y las intervenciones estatales en la construcción de grandes conjuntos habitacionales de vivienda social(3). América Latina se convirtió paulatinamente en la región más desigual del mundo (Coy, 2003; Mertins, 2011). Aun cuando las ciudades presentaban todavía límites claramente definidos, las desigualdades sociales comenzaban a ser notorias.

La irrupción del neoliberalismo a partir de la década de 1990 profundizó aún más el crecimiento fragmentado. Las ciudades se convirtieron en un conjunto de sectores con diferentes grados de conexión y sus límites se tornaron cada vez más difusos. En la actualidad las ciudades conjugan áreas orientadas a grupos con mayores recursos (urbanizaciones cerradas, centros comerciales exclusivos y parques empresariales, entre otros), fragmentos ocupados por sectores con escasos recursos (villas miserias, asentamientos informales y obras de vivienda pública, entre otros) y amplios complejos residenciales destinados a la clase media que tienden a segregarse cada vez más de sus entornos (barrios residenciales tradicionales y obras de vivienda pública, entre otros).

Asimismo, bajo la influencia de dinámicas propias de la globalización, como la mercantilización creciente del espacio urbano y la proliferación de nuevas formas de producción inmobiliaria, entre otros aspectos, las ciudades latinoamericanas comenzaron a modificar no solo sus políticas urbanas, sino también su organización, funcionamiento, morfología y apariencia (Janoschka, 2011; de Mattos, 2009; Sabatini, 2008). Un aspecto central de estas nuevas políticas urbanas son las normas, regulaciones, programas y proyectos que, desde una perspectiva puramente económica, operan sobre la ciudad.

Como destacan algunos autores dichas transformaciones conllevan a una reestructuración metropolitana a gran escala en la cual las tradicionales pautas de conformación urbana se desdibujan gradualmente y son reemplazadas por estructuras urbanas insulares (islas de riqueza, producción, consumo y precariedad), muchas veces sin articulación entre sí y con fuertes diferencias en el tejido social y en las características del hábitat (de tipo morfológico y tipológico) (Janoschka, 2011; de Mattos, 2009). A ello se suma, además, la inequitativa oferta de infraestructura, equipamiento y servicios urbanos (de Mattos, 2009).

De este modo la fragmentación se ha vuelto la norma característica en las ciudades cuyo crecimiento se produjo bajo las reglas del neoliberalismo de la década de 1990 (Janoschka, 2002). En estas urbes se produce:

a) el traslado hacia la periferia de los sectores medio y alto con una fuerte preferencia por la vivienda individual;

b) se multiplica la instalación de urbanizaciones cerradas en la periferia;

c) se incrementan los centros comerciales y de entretenimiento;

d) se produce una mejora sustancial en las infraestructuras de transporte, con la construcción de vías de acceso rápido para facilitar la comunicación entre las distintas áreas de la ciudad;

e) se promueve, además, un traslado hacia los suburbios de la actividad industrial, la cual se aglutina en parques de negocios o centros de actividad logística. Los elementos celulares que aparecen en la periferia responden a los designios del mercado inmobiliario y de desarrolladores y brokers inmobiliarios.

El carácter marcadamente insular que adquieren entonces las nuevas formas urbanas resalta la tendencia hacia una ciudad segregada y dividida. Este nuevo modelo (Figura 1) resulta ser la última etapa de una serie de estadios claramente diferenciados en los que la ciudad se denomina sucesivamente: compacta, sectorial, polarizada y fragmentada (Borsdorf, 2003). Como expresan Borsdorf e Hidalgo (2004) las ciudades latinoamericanas alcanzaron una fase de desarrollo urbano que deja de lado la ciudad tradicionalmente abierta y caracterizada por la existencia de espacios públicos para convertirse en fragmentos no integrados entre sí y dispersos en el territorio.

Posteriormente, a partir del aumento de las desigualdades generado por el neoliberalismo, en la mayoría de los países de la región se buscaron alternativas, incentivando el papel del Estado para una distribución más equitativa de los recursos. El crecimiento económico se centró en el desarrollo del mercado interno bajo lo que algunos autores denominan modelo neodesarrollista (Féliz, 2011; Svampa, 2010; Katz, 2006)(4).

El archipiélago en el que se ha transformado la ciudad es la materialización de una serie de procesos que, si bien no son para nada nuevos, han adquirido matices y profundidades insospechados: criminalidad, vulnerabilidad, pobreza y problemas ambientales, narcomenudeo y consumo de drogas, solo por citar algunos ejemplos, se enfrentan con un Estado que evita enfrentar y resolver los problemas de manera integral y estructural. La carencia de infraestructuras y servicios públicos que ya eran característicos previo a la fase neoliberal, se agudizaron todavía más en los últimos años. Este aspecto es otra de las manifestaciones de la fragmentación. Quienes poseen los medios económicos tienen la capacidad de acceder de manera privada a los servicios urbanos, mientras que quienes no los poseen están condenados a vivir precariamente, con un mayor costo de vida y en condiciones de emergencia. En el medio se presentan matices y combinaciones que encuentran siempre al Estado en una situación de aparente fragilidad cuyo sentido es justificar su inacción.

Todos los problemas formulados en esta nueva fase del crecimiento urbano ocurren en otro marco que tampoco es para nada nuevo: la anemia de los presupuestos municipales. A esto se suma que la ciudad, actualmente difusa, tiene una dimensión regional (Soja, 2005). Ya no se encuentra circunscripta a una única unidad administrativa, sino que se expande ocupando diferentes jurisdicciones. A partir de ese momento los problemas de gestión se agudizan exponencialmente. En la mayor parte de los casos, aquellas ciudades que sobrepasan el medio millón de habitantes conforman verdaderas áreas metropolitanas que muy pocas veces se gestionan como tales (Resse, 2006). Posiblemente esto explique, en parte, el crecimiento caótico y desordenado de las ciudades.

En este contexto Estado, mercado y comunidad, producen ciudad mediante lógicas particulares y una significativa asimetría de poder, contexto en el cual la actividad privada es el motor que promueve el crecimiento de la ciudad. Esta lógica basada en la rentabilidad, produce una ciudad desigual –económica, social y espacialmente- así como ambientalmente insostenible (Instituto Lincoln De Políticas De Suelo, 2004).

Como explica Resse (2006) este fenómeno se desarrolla en el marco de procesos de planificación urbana que desconocen la dinámica de la producción del suelo, la estructura social y los procesos acumulativos de producción de la renta. El resultado es un urbanismo lote a lote en el que el derecho individual de propiedad prevalece sobre el derecho colectivo. Ante esta situación el autor plantea que es preciso constituir organismos inter jurisdiccionales que permitan abordar las necesidades-problemas de los aglomerados en su integralidad(5). Entre éstos cabria mencionar la desarticulación entre herramientas urbanísticas, fiscales y administrativas; la fuerte tradición que reduce la política urbanística a una acción de tipo regulatoria y la carencia de estudios del comportamiento del mercado inmobiliario. A estos aspectos Clichevsky (1996) suma otras problemáticas como las modificaciones y excepciones al código con objetivos ligados a los intereses de determinados grupos económicos (sobre todo privados) que buscan hacer negocios en la ciudad.


Figura 1
. Modelo de análisis de la estructura social y funcional de las metrópolis latinoamericanas
Fuente: Borsdorf, Bähr y Janoschka (2002) adaptado; citado por Borsdorf (2003, p. 39)

La evolución del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán desde su fundación hasta la década de 1990(6)

La estructura urbana de la ciudad de San Miguel de Tucumán (municipio central del aglomerado) se modificó muy lentamente desde su fundación en el año 1565, y fundamentalmente desde su traslado a su sitio actual en 1685(7), hasta la segunda mitad del siglo XIX (Nicolini, 1979). La ciudad se construyó en forma de damero sobre una extensión de nueve por nueve manzanas cuadrangulares cuyo centro era la plaza principal (Di Lullo y Giobellina, 1996) de las cuales solo las manzanas centrales tenían una edificación más o menos densa. Los ejidos ubicados hacia el norte estaban ocupados por chacras, los del este por quintas y los del sudoeste por las tabladas de la ciudad. La estructura urbana recién se amplió hacia el año 1820 más allá de las 'calles de ronda', margen que rodeaba la ciudad y hasta donde llegaba la vigilancia nocturna que era ejercida por los comerciantes y vecinos de la ciudad (Ávila, 1920).

Desde la conformación de la traza urbana, el espacio estaba cargado de significación. El Cabildo, las parroquias y las residencias de los principales vecinos se ubicaban en torno a la plaza central, que funcionaba como el ámbito urbano de los intercambios y del abasto. En ese sentido,

la organización espacial de la residencia de los vecinos y habitantes urbanos era un reflejo de la jerarquización social en una sociedad que era, por definición, integrada por sujetos de diferentes 'calidades' [… y de esta manera] se podía conocer la posición social de las familias según su ubicación en la traza… (Zamora, 2010, p. 3)

El crecimiento de la ciudad respetó la estructura en damero original por lo menos hasta el último tercio del siglo XIX, con un incremento espacial y demográfico realmente exiguo. Un bajo crecimiento demográfico y la ausencia de modificaciones tecnológicas permitieron que la estructura en damero fuera funcional durante tres siglos (Nicolini, 1979). Hacia 1801 la población de la ciudad era de 3.640 habitantes. Pocos años después, en 1823, el plano realizado por Felipe Bertrés mostraba que la ciudad desde su fundación se había ensanchado solamente doce manzanas al norte; dieciocho al sur y hacia el oeste, apareciendo más de una centena de quintas hacia el este (Bomba, Caminos, Casaresy Di Lullo, 2007) (Figura 2). La población rondaba entonces los 5.000 habitantes.

Los cambios más significativos comenzarán a producirse en la década de 1870(8). Ello coincide con el auge de la agroindustria azucarera, cuyo centro neurálgico será precisamente San Miguel de Tucumán. Este momento es clave para interpretar el derrotero de la ciudad, pues a partir de entonces se instala con fuerza el capitalismo como modo de producción predominante. Los ciclos de la actividad azucarera dejarán, desde entonces, sus huellas indelebles en el espacio urbano. Tucumán se suma al modelo agroexportador argentino con una producción orientada al mercado interno que no compite con la producción pampeana orientada a los mercados externos. Comienza así la era del progreso.


Figura 2
. Plano de la ciudad de Tucumán (ca. 1823)
Fuente: Posiblemente realizado por Felipe Bertrés. Biblioteca de Río de Janeiro. Copia existente en el Archivo Histórico de Tucumán

La influencia del modo europeo de vida que la inmigración difundió en la Argentina promovió diferentes cambios que buscaban transformar a toda la ciudad en un parque. Esto comenzó a materializarse con el ensanche que empezó a gestarse a partir de 1872, pero que recién se proyectó en 1877 y se formalizó en 1888 (Nicolini, 1979), rompiendo con el patrón fundacional. Se crearon además nuevos espacios verdes vinculados por paseos con platabandas que rompían con la estructura en damero que había caracterizado a la ciudad y se recalificaron los ya existentes, arbolando las tradicionales plazas secas de la época virreinal (Moreno y Chiarello, 2000).

Los cambios fueron vertiginosos. En tan solo veinte años (1876-1896) se construyeron cinco estaciones de ferrocarril y se dotó a la ciudad de una serie de infraestructuras gracias al desarrollo tecnológico devenido de la revolución industrial: telégrafo (1873); tranvía (1877); teléfono (1880), electricidad (1887) y agua corriente (1894). Como consecuencia se comenzó a desestructurar el modelo en anillos con un gradiente social centro-periferia que había sido la característica hasta ese momento (Mansilla, 2008). Entre 1896 y 1912 se construyó el corredor Mate de Luna-Aconquija, que sumado a la ya existente calle 24 de Septiembre y al puente sobre el río Salí (1873-1882), permitió la unión de la llanura con el pedemonte (en sentido este-oeste) y se convirtió posteriormente en uno de los ejes de crecimiento de la ciudad (Figura 3). Paralelamente y concordando con estas vertiginosas transformaciones físicas, entre los años 1870 y 1930, las tasas de crecimiento de la población fueron las más altas de toda la historia de la ciudad.

El desarrollo de las infraestructuras fue acompañado durante las primeras décadas del siglo XX con la construcción de importantes edificios como la Casa de Gobierno, el teatro Odeón y el hotel Savoy y la construcción del Parque del Centenario, encargado a Charles Thays. La morfología de la ciudad se transformó decididamente. Entre los años 1914 y 1941 la ciudad duplicó su superficie (Mansilla, 2008). Para mediados del siglo XX contaba con unos 200.000 habitantes aproximadamente. De esta manera, en poco más de medio siglo y a instancias de un conjunto de factores, en el que la irrupción de las ideas liberales en el plano estético-morfológico y del capitalismo de la mano de la agroindustria azucarera en el plano económico tuvieron un peso determinante, la morfología, la estructura y el tamaño de San Miguel de Tucumán se modificó radicalmente.


Figura 3
. Plano de la ciudad de San Miguel de Tucumán y sus alrededores, 1915
Fuente: Álbum General de la Provincia de Tucumán en el Primer Centenario de la Independencia Argentina, 1916

De este modo y pese a que el ritmo del crecimiento demográfico se había desacelerado a partir de la segunda década del siglo XX, comenzaron a producirse en la ciudad una serie de transformaciones estructurales, vinculadas con el rol que desempeñaba Tucumán en el ámbito del sistema urbano nacional como nodo del noroeste argentino. Dichos cambios impulsaron el crecimiento de la mancha urbana. La estructura en damero se extendió de manera irregular más allá de los límites establecidos por la expansión de fines del siglo XIX, sobre todo hacia el norte y el oeste, incorporando pequeños núcleos de población surgidos a instancias de los ingenios azucareros o como pequeñas áreas residenciales separadas del conjunto urbano y vinculadas con otras actividades agrícolas (como el limón, por ejemplo) (Mansilla, 2008). Estos cambios preanunciaban el inicio de un proceso de suburbanización que se volvería más intenso en los años posteriores. La incorporación de los poblados vecinos dio lugar a la conformación del área metropolitana de Tucumán, no obstante, su trama continuó desarrollándose sin una planificación integral.

A partir de 1960 se produjeron importantes cambios en la estructura de la ciudad (Müller, 2000/2001). El crecimiento del aglomerado se aceleró reforzando el desarrollo en forma anular en torno al área central y en dirección de un eje con sentido este-oeste. Posteriormente durante la década de 1970 el crecimiento se limitó a zonas puntuales fuera del núcleo central (en zonas como Banda del Río Salí, Alderetes, Villa Mariano Moreno y Yerba Buena), pero también en su interior bajo la forma de villas miseria como resultado, sobre todo, de la crisis más importante de la agroindustria azucarera ocurrida a mediados de la década anterior. Es a partir de entonces que se afianza la construcción de proyectos de vivienda social en distintas áreas del aglomerado. Esto constituyó un fenómeno novedoso en la dinámica del crecimiento urbano que se intensificó por las sucesivas crisis socio-económicas que se desencadenaron con la debacle azucarera. Por esos años también comenzaron a aparecer diseminadas en los bordes del aglomerado diferentes áreas industriales con el objetivo de intentar reconvertir la matriz económica de la provincia. A tal efecto se otorgaron una serie de exenciones impositivas a las industrias que se instalaron merced al denominado "Comité Operación Tucumán"(9). Durante el período 1965-1991 la superficie del aglomerado prácticamente se duplicó (Müller, 2000/2001), aunque la tasa de crecimiento demográfico reflejaba una clara desaceleración (Gráfico 1).


Gráfico 1
. Población y tasa de crecimiento poblacional para la provincia de Tucumán, años 1801-2015
Fuente: Entre los años 1801 y 2001 verPaolasso (2004); y entre los años 2001 y 2011 ver www.indec.gov.ar

En este contexto la informalidad y la vulnerabilidad se convirtieron en los fenómenos más acuciantes que caracterizaron a la ciudad y comenzaron a profundizarse, aún más, a partir de 1991. Particularmente desde entonces se puede ver más claramente la agudización del proceso de fragmentación socio-espacial en el aglomerado, manifestándose vívidamente aquel planteo realizado por Bauman (2006, p. 16): quienes no se adaptan a la nueva situación de la economía, pasan a formar parte de los "residuos"que generael sistema capitalista actual, es decir que se convierten en una consecuencia inevitable de la modernización (Figura 4)(10).


Figura 4
. Proceso de expansión del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán
desde principios del siglo XIX hasta la actualidad
Nota: Agradecemos a Jorgelina Gutiérrez y a Ignacio Gasparri por el procesamiento y la cesión de las imágenes Landsat (TM) 2001 y 2010
Fuente: Imágenes de los años 1816, 1915 y 1960 Boldrini (2012) sobre la base de mapas del Instituto de Planeamiento Urbano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de Tucumán. Imágenes de los años 2001 y 2015 digitalización sobre la base de Imágenes Satelitales Landsat (TM)

Fragmentación y crecimiento en islas: el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán en los últimos treinta años

La evolución socio-espacial del GSMT durante los últimos treinta años ha sido estudiada según diversas perspectivas. Éstas pusieron de manifiesto las transformaciones urbanas, los actuales procesos de desarrollo territorial y los nuevos fenómenos urbanos, pero sobre todo dieron cuenta del grado de fragmentación que ha adquirido el aglomerado en las últimas décadas. El análisis de diferentes indicadores pone en evidencia distintas aristas de la segregación socio-espacial y resaltan en todos los casos la vulnerabilidad y la fragmentación.

A partir del modelo efectuado por Mertins para este aglomerado en el año 1995, -y revisado posteriormente en el año 2003- se reelaboró el modelo de análisis de diferenciación socio-espacial para el GSMT (Paolasso, Malizia y Longhi, 2011). Para su desarrollo se clasificó a la población en cuatro grandes grupos socio-económicos: alto, medio, medio-bajo y bajo. Dichos patrones se consolidaron y sostuvieron a lo largo del tiempo junto con el surgimiento, en forma simultánea, de nuevos caracteres que definen a la ciudad actual -aunque parte de estos últimos todavía se encuentran en la etapa de formación­ (Figura 5).

Las principales características de este modelo ponen de manifiesto los matices que adquirieron los contrastes socio-espaciales en la ciudad. El aumento de la brecha en la distribución de los ingresos de la población con el consecuente incremento de la pobreza motivó por un lado una importante intervención del Estado a través de la construcción de viviendas de interés social y el surgimiento de asentamientos informales. La población de los sectores más pobres aumentó considerablemente con la llegada de personas provenientes de otros barrios y/o asentamientos que se encontraban en condiciones similares o bien de sectores de clase media empobrecidos. Estas áreas se transformaron, durante la década de 1990, en las zonas de mayor crecimiento demográfico del aglomerado constituyendo islas de pobreza que aún afectadas por políticas de mejora, no alcanzaron a integrarse efectivamente a la trama y dinámica urbana consolidada (Malizia, 2011). Este proceso, si bien disminuyó en términos cuantitativos en el período 2003-2015 -debido al aumento significativo en la ejecución de vivienda pública-, ha profundizado ciertos aspectos claves de la vulnerabilidad social inherente a los asentamientos informales tanto nuevos como ya existentes. Esto se explica fundamentalmente por la incorporación del consumo de drogas residuales con el consecuente impacto en el deterioro de la calidad de vida de sus habitantes, aumento de la violencia y aislamiento de los barrios populares (Boldrini, 2018).


Figura 5
. Modelo de diferenciación socio-espacial (A), Índice de Vulnerabilidad Social (B) y zonificación de problemáticas ambientales (C)
Fuente: Paolasso et al., 2011 (A); Paolasso et al. en prensa (B); Boldrini, 2012; Malizia y Boldrini, 2012 (C)

La vivienda pública tuvo un proceso de crecimiento acelerado en el período 2003-2015, duplicando su superficie en relación al conjunto total construido hasta ese momento desde el inicio de la intervención del Estado en materia de vivienda. Este crecimiento se produjo de manera fragmentada y se concentró fundamentalmente en dos grandes áreas de la ciudad diferenciadas notoriamente por su calidad urbano-ambiental, así como por prototipos de vivienda dirigidos a clase media y sectores populares, con mayor y menor calidad arquitectónica respectivamente (Gómez López, Cuozzo y Boldrini, 2015). Así el Estado se convirtió también en un actor que contribuyó de manera significativa con el proceso de fragmentación y diferenciación socio-espacial.

De forma paralela, se produjo la aparición y rápida difusión de las urbanizaciones cerradas en el GSMT. A diferencia de lo que sucede en las grandes metrópolis, los motivos por los cuales se crearon y difundieron estos emprendimientos se relacionaron inicialmente más con la búsqueda de status social que con la adquisición de mecanismos de seguridad. Las urbanizaciones cerradas se localizaron sobre todo en el oeste del aglomerado y pueden clasificarse al menos, en tres tipos: countries, barrios privados y condominios (Malizia, 2011). A estas categorías se incorporó, en los últimos años, un nuevo tipo de emprendimiento privado: la ciudad-pueblo, la cual se localiza en las afueras del aglomerado, también en forma de isla, pero que adicionalmente presenta la particularidad de encontrarse prácticamente desconectada de la mancha urbana.

Las urbanizaciones cerradas reforzaron su avance en el aglomerado debido a las vicisitudes económicas por las que ha atravesado el país en los últimos años, produciéndose cambios cualitativos tanto en su oferta como en su demanda. El lanzamiento del Programa de Crédito Argentino (Pro.Cre.Ar)(11) en el año 2012, y su reelaboración con el cambio de gobierno en el año 2015, fue contingente con un incremento desmedido en el precio de los terrenos vacantes en distintas zonas de la ciudad. Ante esta situación los promotores inmobiliarios de muchas de las urbanizaciones cerradas que no habían sido completamente habitadas hasta entonces, comenzaron a implementar diversas estrategias con el fin de atraer potenciales clientes. Entre las mismas cabría mencionar, sobre todo, la amplia disponibilidad de lotes de diversos tamaños y la financiación a largo plazo en cuotas sin interés y en moneda nacional. Como resultado hubo un aumento significativo en la construcción de viviendas bajo esta modalidad -sobre todo en los countries y barrios privados- modificándose el grupo social al que estaban dirigidos inicialmente estos emprendimientos. Ya no solo se trata de grupos sociales con elevado poder adquisitivo, sino que ahora también están destinadas a grupos con ingresos medios que encontraron, merced a este programa, la posibilidad de adquirir una vivienda propia.

De este modo es posible advertir cómo la distribución y localización de las principales tipologías residenciales (asentamientos informales, barrios de vivienda pública y urbanizaciones cerradas) en el territorio, y algunas de ellas gestionadas a través del Estado, han resignificado, ampliado y agudizado el proceso de fragmentación en el aglomerado.

A estos fenómenos deben agregarse los cambios de considerable magnitud ocurridos en las centralidades del aglomerado en los últimos años. Por un lado, se ha producido la expansión del tradicional Distrito Central de Negocios (CBD por su nombre en inglés) ubicado en el centro del aglomerado a lo largo de un eje (con orientación norte-sur) que coincide con una de las calles más importantes del área central. Allí se han instalado nuevos locales comerciales cuya oferta principal se compone de productos destinados, sobre todo, a los sectores con elevado poder adquisitivo. En forma simultánea y como resultado del crecimiento poblacional y la consecuente expansión del aglomerado se está consolidando hacia el oeste una centralidad secundaria (de orden superior), que se caracteriza por la articulación de actividades urbanas de variada índole (Castañeda, Malizia y Boldrini, 2018). La conformación de esta área compite, cada vez más, con el CBD principal y alberga una amplia variedad de servicios destinados a cubrir, principalmente, las necesidades de los grupos sociales con ingresos económicos medio, medio-alto y alto. Esta centralidad se desarrolla, sobre todo, sobre la principal avenida de acceso (con orientación este-oeste) y es la continuación del principal eje de circulación que atraviesa todo el aglomerado.

Asimismo, se verificaron cambios tanto en el área central como en la periferia del aglomerado, cuyos patrones se consolidaron y reforzaron a lo largo de las últimas décadas junto con el surgimiento, en forma simultánea, de nuevos caracteres que definen a la ciudad actual, dando lugar, también, a procesos de segregación y fragmentación socio-espacial renovados. En el área central se está produciendo un remplazo gradual de las viviendas unifamiliares por edificios en altura orientados hacia el mismo grupo social que vivía anteriormente en la zona (grupos con poder adquisitivo medio y medio-alto). En este sentido, recién en los últimos años comenzaron a gestarse procesos de renovación urbana que consisten en un cambio de uso del suelo que incluye casi siempre la reurbanización y la elitización de áreas céntricas (Boldrini y Malizia, 2014). Se trata, por un lado, del paso de viviendas unifamiliares a edificios en altura, y por el otro del paso de una función que combina actividades residenciales y comerciales a una función eminentemente comercial.

El problema asociado a la fragmentación y la segregación en el aglomerado resulta ser todavía más acusado si se tiene en cuenta la zonificación de problemáticas ambientales en relación con la distribución de las principales tipologías residenciales elaborada por Boldrini (2012) para analizar la evolución socio-espacial del GSMT. El 35% del total de suelo urbanizado del aglomerado correspondiente a la expansión urbana ocurrida entre 1972-2008 se encontraba afectado por algún tipo de problemática ambiental(12). En ciertas áreas de la ciudad con escasa calidad ambiental, como aquellas localizadas al sur, estas problemáticas predominan, mientras que en otras como en el área pedemontana, los suelos, en general, poseen una elevada calidad ambiental. Es justamente sobre este espacio donde se están desarrollando preferentemente las urbanizaciones cerradas.

La magnitud de las problemáticas ambientales queda de manifiesto si se tiene en cuenta su relación con las principales tipologías residenciales. De acuerdo con Boldrini (2012):

a. el 90,37% del total de los asentamientos informales está asentado en terrenos degradados, anegables e inundables. Estas contingencias podrían ser superadas si el Estado llevara adelante cuantiosas inversiones en infraestructura urbana que dotaran de condiciones de habitabilidad a dichas áreas y a los sectores sociales que allí se localizan;

b. el 54,54% de las urbanizaciones cerradas ocupa terrenos con problemáticas ambientales relacionadas principalmente con la ocupación de un área pedemontana con escasa capacidad de soporte y riesgo de desmoronamiento ante el avance indiscriminado de los desmontes para urbanizar. Esta situación podría contrarrestarse si se realizaran obras de baja envergadura arquitectónica (por ejemplo, bases tipo platea) y urbana (barreras anti-deslaves), que dependen fundamentalmente de las posibilidades de financiación privada que tengan esas obras;

c. el 49,12% de las obras de vivienda pública se localizan en áreas ambientalmente degradadas con escasa condiciones ecológicas y paisajísticas. Al igual que en el caso de los asentamientos informales estas problemáticas podrían ser superadas solo si se realizaran diversas obras de infraestructura de cierta envergadura (canalización de cauces, sistematización de cuencas, etc.).

Las problemáticas aquí reseñadas, que forman parte del núcleo del problema que se propone investigar pueden interpretarse de una manera más precisa a través del Índice de Vulnerabilidad Social (IVS) (Paolasso et al., en prensa) (Anexo). Dicho índice caracterizala dinámica de la fragmentación en el GSMT a partir del análisis de las condiciones de vulnerabilidad e informalidad detectadas. El mapa resultante de la aplicación del IVS (Figura 5) pone de manifiesto la existencia de un gradiente negativo centro-periferia que se va desdibujando hacia el oeste a lo largo de un eje radial. Esto significa que tanto el centro del aglomerado como el eje radial conforman las áreas con menor vulnerabilidad socio-económica(13). Sin embargo, un análisis más detallado pone en evidencia el estado de vulnerabilidad en que se encuentran importantes sectores de la población. En el transcurso de la década 2000-2010 esta situación no solo no se modificó, sino que empeoró sustancialmente; lo que se verifica a través de la constatación de la proliferación y crecimiento poblacional de los asentamientos informales localizados en distintas áreas del aglomerado que reproducen el esquema de la informalidad clásica.

Reflexiones finales

Resulta claro que el GSMT atravesó durante los últimos treinta años un intenso proceso de fragmentación como fruto de un renovado proceso de segregación socio-espacial. El aglomerado ha seguido así el mismo camino que muchas otras ciudades latinoamericanas. Aquí se refuerza no solamente la idea de Harvey (2012) acerca de que los sistemas económicos -en este caso el capitalismo- y sus ciclos caracterizan el tipo de desarrollo del territorio, algo que se puede ver muy claramente en el ejemplo del aglomerado tucumano; sino también el conjunto de ideas e hipótesis presentes en los diferentes modelos de diferenciación socio-espacial que buscan explicar el desarrollo de las ciudades latinoamericanas. Según las evidencias que se analizaron, los modelos elaborados para las ciudades más grandes de la región, sobre todo las capitales nacionales, sirven también para interpretar las transformaciones espaciales de algunas ciudades intermedias como el GSMT.

La magnitud de las transformaciones urbanas en los últimos treinta años ha sido realmente significativa. Si tan solo nos centramos en el crecimiento de la superficie total del aglomerado -un 44%- o en el aumento de la población -casi un 40%- se puede comenzar a entender que nos encontramos en presencia de un cambio mayúsculo. El ritmo de crecimiento fue vertiginoso y resultaría difícil encontrar ejemplos similares de un desarrollo urbano tan desigual en otras regiones del mundo. Buena parte de la población total de la provincia -un 60% aproximadamente- reside en el aglomerado. Este desequilibrio comienza a perfilarse desde los orígenes del ciclo de la economía azucarera en la provincia. Las particularidades de la economía provincial, sustentada en la producción azucarera y los continuos pero fallidos intentos por diversificar la matriz económica provincial constituyen la falsilla sobre la que se produjotal desequilibrio en el territorio.

Muchos de los procesos que se analizaron en dicho lapso no podría decirse que sean realmente novedosos, pero síque tuvieron características particulares. La segregación socio-espacial, que como se dijera es intrínseca a cualquier ciudad, alcanzó magnitudes tal vez insospechadas, provocando una marcada profundización de la fragmentación, lo cual se traduce en un aumento de las desigualdades territoriales. La ciudad setransformó paulatinamente en una serie de fragmentos desconectados entre sí. En estos treinta años se hicieron más notorias que nunca, aquellas islas de riqueza y de pobreza que menciona la teoría. El crecimiento a través de 'parches' -algunos tan grandes como el emprendimiento realizado por el Estado en el noroeste del aglomerado, Lomas de Tafí con 5.500 unidades habitacionales- han convertido al GSMT en una ciudad difusa. ¿Dónde comienza o termina el aglomerado? La delimitación, más allá de cualquier definición precisa, se torna en algún punto arbitraria, pero además, con el ritmo de crecimiento que ha tenido, puede decirse que el límite que se ha establecido aquí ya no es el actual. Este solo hecho plantea uno de los principales problemas que se detectarondurante el estudio: la gestión de esta ciudad difusa. El panorama que se abre aquí no es nada halagüeño. Además de constatar que no existe una coordinación entre las diferentes unidades administrativas que componen el aglomerado para la gestión urbana salvo en algunos casos puntuales y limitados, se encontró que ni siquiera cada una de esas administraciones posee regulaciones adecuadas para gestionar de manera apropiada el crecimiento urbano, con lo que el crecimiento en islas resulta ser, finalmente, una consecuencia de esto. En la génesis de esas islas se encuentran las asimetrías de poder que existen a la hora de producir la ciudad. En presencia de un Estado permisivo –durante décadas- que no logra regular esas asimetrías y que en muchos casos las favorece, la ciudad ha adquirido este tono caótico que la caracteriza y que ha sido delineado en las páginas precedentes. No solamente la proliferación de las urbanizaciones cerradas -tipología que creció vertiginosamente a partir de la década del 2000 en el caso del aglomerado tucumano y que ejerció un impacto estructural en la dinámica urbana- puede comprenderse a partir de esa situación, sino también el aumento significativo de las urbanizaciones informales, o la particular distribución en el espacio de las urbanizaciones de promoción pública.

La ciudad se ha vuelto difusa no solamente por las características morfológicas y espaciales del crecimiento, sino también por la aparición de nuevas centralidades. Desde su fundación había tenido un distrito central claramente identificable. Esta era una de sus características como urbe. Sin embargo, a partir de la década de 1990 nuevas centralidades comenzaron a aparecer como consecuencia no solamente de la expansión con las características ya reseñadas, sino también a partir de los procesos de segregación cada vez más marcados. El policentrismo, con diferentes jerarquías, modifica la percepción que tiene el ciudadano sobre el conjunto urbano y transforma su experiencia urbana cotidiana.

El acelerado crecimiento, aunado a un Estado que favoreció el acrecentamiento de la desigualdad, termina generando la desconexión entre las diferentes partes que componen la ciudad y según se advirtió, si no se toman medidas adecuadas, estas condiciones podrían tornarse todavía peores.

Retomando las observaciones de Harvey (2012), se puede afirmar con toda seguridad que la ciudad que conocimos ha desaparecido y ya no volverá a ser la misma. No se efectúa aquí una idealización acerca de un pasado urbano glorioso, sino que se señala simplemente que el ámbito urbano, en el caso específico del GSMT, así como se reseñó para otras ciudades, adquirió en estos últimos años características que lo distinguen de ese pasado y que mueven a repensar no solamente la forma de conceptualizar el fenómeno urbano de manera novedosa, sino también a delinear modelos de gestión urbana acordes con los nuevos tiempos y los procesos que se vienen sucediendo.

La fragmentación y la desigualdad a ella asociada que adquirieron ribetes impensados en estos años, cuestionan aquella idea de la ciudad como lugar de encuentro en la que diferentes grupos sociales convergen para lograr el bien común. Tal vez el desafío que se tiene por delante sea precisamente, en una ciudad que ya es diferente, propender hacia la mitigación de las flagrantes desigualdades que se presentan hoy en día y buscar de manera clara aquella ideal del bien común. De otra manera la magnitud de los problemas será cada vez mayor.

Anexo

Elaboración del Índice de Vulnerabilidad Social

El Índice de Vulnerabilidad Social (IVS) propuesto tiene por finalidad identificar el grado de vulnerabilidad social que presentan los hogares y sus habitantes. Se basa en datos provenientes del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda del año 2001 (Instituto Nacional de Estadística y Censo). La utilización de este tipo de datos permitirá expresar los resultados de manera espacializada teniendo en cuenta el nivel más bajo de desagregación geográfica, es decir, de radios censales.

Su elaboración tuvo como punto de partida el IVS desarrollado por Goicoechea (2012) que utiliza como fuente de información la Encuesta Permanente de Hogares. Si bien se mantuvieron las mismas dimensiones (vivienda, empleo, nivel de instrucción, composición del hogar, migración y salud) algunas de las variables consideradas en cada una de ellas se modificaron en función de la disponibilidad de los datos.

La dimensión vivienda constituye uno de los activos físicos necesarios para mantener y reproducir la vida en el hogar. Es comúnmente identificada como una necesidad básica y la inseguridad acerca de la misma crea un sentimiento muy fuerte de vulnerabilidad (Golovanevsky, 2007). Sus variables internas hacen referencia a la tenencia, el tipo de vivienda y servicio sanitario, la presencia de inodoro en el hogar y la existencia o no de condiciones de hacinamiento (más de tres personas por cuarto).

La segunda dimensión es el empleo. En ella la mirada se centra en la condición ocupacional del jefe de hogar y del cónyuge y/o de las personas mayores de 18 años que lo habitan, haciendo referencia, en ambos casos, a la condición de ocupado, desocupado e inactivo. La participación en el mercado laboral, como expresa Golovanevsky (2007), es un activo fundamental para la subsistencia cotidiana, por ello la estabilidad laboral y la categoría ocupacional tienen significativa influencia sobre la vida de las personas.

El nivel de instrucción se refiere el grado educativo alcanzado tanto por el jefe de hogar como por el cónyuge y/o las personas mayores de 18 años que habitan ese hogar. La importancia de dicha dimensión se basa en la formación de posibles activos, que a su vez conlleva a una posible inserción laboral sólida y a un flujo de ingresos más estable. Estas variables abarcan desde el hecho de no haber asistido nunca a la escuela hasta haber completado los estudios universitarios. Para Golovanevsky (2007, p. 60)

los sistemas educativos, en un entorno de pobreza y desigualdad, en lugar de funcionar como vías de movilidad social y de igualdad de oportunidades, se convierten en circuitos rígidamente segmentados para pobres y ricos, fomentando el 'círculo perverso' de la pobreza.

La cuarta dimensión se refiere a la composición y recursos de los hogares. La composición y dinámica de las familias juega un rol fundamental en la capacidad de los hogares para adaptarse a cambios en su entorno inmediato. Esto se debe a que los hogares son instituciones adaptativas que pueden sumar ingresos y otros recursos, al actuar como activos en tiempos de dificultad económica (Golovanevsky, 2007). Se compone mediante el uso de dos variables. En relación con la composición del hogar, se considera la presencia de jefatura femenina en el hogar, entendiendo que esta situación aumenta la vulnerabilidad de los mismos. Por otro lado, para el reconocimiento de los recursos disponibles en el hogar se utiliza el Índice de Privación Material de los Hogares (IPMH) que identifica el grado de privación que poseen los hogares en función de sus carencias patrimoniales y coyunturales(14). La ponderación más elevada se asigna a aquellos hogares que tienen privación convergente (combinación de carencias patrimoniales y coyunturales); los hogares con privación de recursos corrientes solamente (carencias coyunturales) tienen una ponderación intermedia; y finalmente los hogares con carencias patrimoniales y aquellos sin ningún tipo de privación son reunidos en una sub-variable cuya ponderación es la más baja del conjunto.

En la valoración de la dimensión migración se asume que el desarrollo de la vida cotidiana en el lugar de origen otorga a las personas una multiplicidad de herramientas que les permiten resolver sus necesidades de manera eficiente. Estas herramientas se refieren, entre otras, a las redes sociales de apoyo disponibles, al conocimiento de la cultura y al modo de resolver los diferentes problemas que se presentan tanto en el contexto general como en ese medio en particular. En la medida que las personas se alejan de su lugar de origen, disminuyen las herramientas disponibles para afrontar la presencia de obstáculos, convirtiéndose de esta manera la migración en un factor que influye en el aumento de la vulnerabilidad social.

La sexta y última dimensión es la salud. En este caso se considera aquel aspecto mensurable que da cuenta del estado de protección o desprotección que presentan las personas frente a una posible situación de enfermedad. De esta forma se recurre a la variable tenencia o carencia de cobertura médica como dato primario que pone en evidencia la condición de vulnerabilidad de las personas.

Una vez seleccionadas las variables, se calculó su valor y se establecieron pesos diferenciales para cada una de ellas teniendo en cuenta el peso de la dimensión en su conjunto (mientras más elevado es su valor más peso tiene en el cálculo de la vulnerabilidad). Al combinar y ponderar las dimensiones y variables, cada hogar asume un valor específico (en números absolutos) en función de su capacidad para afrontar las situaciones de amenaza que inhabilitan e invalidan, de manera inmediata o en el futuro, la satisfacción de su bienestar. Como explica Goicoechea (2012), el riesgo implica el aspecto medible de la vulnerabilidad. Las dimensiones consideradas asumen distintas ponderaciones que permiten, posteriormente, combinar los resultados obteniendo diferentes gradientes de vulnerabilidad y la identificación de situaciones extremas y atípicas.

Para obtener los valores absolutos se parte del valor que asume la variable en el radio y se aplican los siguientes cálculos:

Valor máximo posible = valor total del radio x la ponderación máxima de la variable

Valor de la variable = ∑ del valor de cada variable x su ponderación

Valor relativo = valor de la variable

valor máximo posible

Valor absoluto = valor relativo x la ponderación de la dimensión

Una vez obtenidos estos valores son transformados en número índice con el objetivo de representarlos gráficamente y obtener, así, la distribución espacial del IVS.

Número índice = (valor máximo–valor mínimo)

(valor máximo+valor mínimo)

Índice de Vulnerabilidad Social

 

 

Notas

(1) Los conceptos de fragmentación, segregación y diferenciación socioespacial han sido definidos por Malizia, Boldrini y Paolasso (2018).

(2) Autores como el sociólogo José de Souza Martins (1997, p. 14) prefieren utilizar la expresión "inclusión precaria", en lugar de exclusión social. "Rigurosamente hablando, no existe exclusión, existe contradicción, existen víctimas de procesos sociales, políticos y económicos excluyentes".

(3) El apogeo de las migraciones campo-ciudad coincidieron con el período de mayor crecimiento natural de la población latinoamericana. Ello explica en cierta medida que las economías de los respectivos países no hayan podido sostener en condiciones dignas a todos los habitantes. El afianzamiento y la consolidación de los fenómenos de informalidad hunde en este proceso sus raíces.

(4) Éste preserva la restricción monetaria, el ajuste fiscal, la prioridad exportadora y la concentración del ingreso; apunta a incrementar los subsidios estatales a la industria para revertir las consecuencias del libre comercio extremo; e involucra un reconocimiento implícito (y muchas veces explícito) de la existencia de un movimiento social reconfigurado y con una importante capacidad de confrontación y resistencia (Féliz, 2011; Svampa, 2010; Katz, 2006).

(5) Las principales cuestiones del debate sobre la planificación territorial en Argentina durante los últimos veinte años son: el rol del Estado en la planificación y gestión territorial; la articulación entre planificación, gestión y enfoques de "plan-proceso" en contraposición al "plan-libro"; la disyuntiva entre lo sectorial y lo integral; la consideración de lo ambiental; el debate y los diferentes enfoques sobre la participación y la construcción de escenarios de planificación-gestión multiactorales; la emergencia de lo local y la cuestión de la descentralización; el papel de los instrumentos, especialmente en las dificultades de articulación (Resse, 2006).

(6) Existen diferentes estudios que analizan las etapas del crecimiento del aglomerado tucumano. Entre ellos se pueden citar los trabajos de Ricci (1967); Nicolini (1979); Mertins (1995); Mansilla (2008) y Müller (2000/2001).

(7) Constituyó uno de los primeros emplazamientos españoles en el actual territorio argentino y rápidamente se convirtió en un nodo principal en el camino entre Buenos Aires y el Alto y Bajo Perú (Paolasso, 2004). Su traslado, al igual que su creación, tenían por objetivo afianzar la dominación del territorio en las comarcas adyacentes y expandir las fronteras de los territorios españoles.

(8) Las transformaciones que ocurrirán a partir de entonces tienen un claro componente local, pero no pueden interpretarse si no se tienen en cuenta las transformaciones que estaban ocurriendo en el país. La Argentina comenzó por entonces a favorecer la inmigración ultramarina y a desarrollar un conjunto de infraestructuras que colocarían al país en la vía del progreso (Nicolini, 1979).

(9) Se trató de un conjunto de políticas diseñadas entre agosto de 1966 y abril de 1967 cuyo objetivo era la racionalización y la diversificación de la economía tucumana. Para llevar adelante esas políticas, se creó un comité especial conocido como Comité Operación Tucumán (Pucci, 2007).

(10) "La población que vive en ciudades de América Latina ha crecido a la vez que la tasa de urbanización se ha reducido casi a la mitad. Esto último se explica por la reducción de la tasa de migración rural-urbana ˗que ha dejado de ser el tema más significativo para explicar la evolución demográfica urbana- y por la disminución del crecimiento vegetativo o interno en las ciudades." (Manzano y Velázquez, 2015, p. 265).

(11) Este programa, implementado por el gobierno nacional, prevé el otorgamiento de créditos para la construcción de viviendas populares. Se trata de un proyecto realizado y gestionado por la Presidencia de la Nación, en acción conjunta con la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social), el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas y el Banco Hipotecario, que se ha constituido en ente fiduciario del Programa.

(12) Boldrini (2012) clasifica los problemas ambientales del GSMT en: a. canales y ríos (deteriorados por el vertido de crudos cloacales y de desechos industriales de ingenios y citrícolas); b. basurales (vertederos oficiales de residuos sólidos urbanos); c. áreas inundables (sectores de la ciudad sobre los que desbordan ríos, canales, y/o se encuentran en zonas especialmente bajas en relación al resto del territorio que ocupa el GSMT); d. áreas anegables (sectores de la ciudad que no poseen pendiente natural adecuada para el drenaje de agua superficial de lluvia, ni cuentan con la infraestructura para subsanar el problema); e. intersticios urbanos (zonas urbanas que quedan confinadas entre vías del ferrocarril); y f. fabricas contaminantes (industrias que vierten desechos como el caso de citrícolas, ingenios azucareros y otras fábricas).

(13) La vulnerabilidad no es igual para todos los grupos sociales. Si bien el eje que se extiende hacia al oeste del aglomerado presenta algunas características propias de la vulnerabilidad, las personas que residen allí, por lo general, pertenecen a grupos sociales con ingresos económicos elevadosquepueden resolver los problemas que esta situación acarrea.

(14) El IPMH es una metodología de identificación, agregación y medición de las diferentes situaciones de pobreza, según el tipo y la intensidad de las privaciones que afectan a los hogares. Ofrece una aproximación a las privaciones a través de la incidencia e intensidad de la pobreza y pone en evidencia el carácter estructural o coyuntural de las carencias (Álvarez, 2002).

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