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Argos

versión On-line ISSN 1853-6379

Argos vol.36 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2013

 

ARTÍCULOS

El término bárbaros: un análisis discursivo de los testimonios tempranos

Gastón Javier Basile

Universidad de Buenos Aires

gastonjbasile@yahoo.com

 


Resumen

El artículo reexamina individualmente los escasos testimonios pre-clásicos en los que se verifica por primera vez el término bárbaros. Se instrumentará un enfoque discursivo en relación con la ocurrencia del término en las fuentes arcaicas -atento al plano morfosintáctico, semántico y pragmático- con el objeto de obtener indicios y formulaciones de conjunto que puedan enriquecer el debate en torno a la génesis de la voz bárbaros y, en especial, contribuir a echar luz sobre las múltiples connotaciones semánticas que adquirirá el término en su diseminación y proliferación en la etapa posterior a las Guerras Médicas.

Palabras clave. Bárbaros; Testimonios arcaicos; Análisis discursivo.

Abstract

The paper reexamines individually the sparse pre-classical sources containing the term bárbaros. The analysis of the extant archaic evidence adopts a discursive approach -which encompasses morphosyntactic, semantic and discourse-pragmatic features- in an attempt to shed light on the still much-debated origin of the word bárbaros and, notably, on the manifold semantic connotations the word bárbaros later acquires as its use becomes pervasive in the aftermath of the Persian wars.

Keywords. Bárbaros; Archaic evidence; Discursive analysis.


 

La noción de 'bárbaro' en el mundo griego clásico -y su alteridad respecto de una identidad griega- constituye una construcción discursiva históricamente determinada, cuyas coordenadas temporales de irrupción y difusión se pueden fijar aproximadamente en torno a finales del siglo VI y principios del siglo V a.C. Se han postulado di versas hipótesis acerca del surgimiento del término 'bárbaro' -y su contraparte étnica, 'griegos'-: a) que ambas nociones existían en la ideología arcaica antes incluso de la composición de la Ilíada1; b) que ambas nociones sur gen simultáneamente entre el siglo VIII y finales del VI2; c) que las Guerras Médicas catalizaron la noción de bárbaro como el 'otro' universal3; d) que si bien existía un sentimiento de afinidad étnica en la época arcaica, fueron las Guerras Médicas las que polarizaron las nociones de 'griego' y 'bárbaro'4. Entendemos que fue en efecto la experiencia de las Guerras Médicas el hecho histórico que catalizó la polaridad griego / bárbaro5, aun cuando estudios recientes hayan querido reconocer, a veces de manera algo categórica, firmes indicios de la existencia de una conciencia 'panhelénica' en época arcaica6. Ahora bien, es preciso distinguir, por un lado, desde un abordaje diacrónico y filológico, los valores semánticos específicos que adquieren el término bárbaros y sus cognados en sus escasas ocurrencias entre los siglos VIII y VI a.C. y que pueden haber investido algunos de los valores posteriores y, por otro, los valores asociados al término en sus empleos más difundidos durante el siglo V7. En este último sentido, Lévy (1984) distingue en la época clásica un doble valor del término: 1) como índice de una diferenciación de tipo étnico-cultural, geográfica - y, en sus orígenes, lingüística- para referir a los no-griegos, en lo esencial desprovisto de cargas valorativas; 2) como un "anti-modelo" cultural, que evoca el despotismo, el servilismo, el lujo excesivo, la crueldad y que adquiere, en consecuencia, connotaciones fuertemente estereotipadas y peyorativas. En este sentido, el término bárbaros -en su devenir diacrónico y en su empleo sincrónico en un estadio de lengua (en el siglo V)- detenta potenciales de significado múltiples, a menudo difíciles de deslindar, que será preciso determinar en sus usos contextuales particulares y en relación con el interdiscurso8.

El presente trabajo intentará reexaminar individualmente los escasos testimonios pre-clásicos o clásicos tempranos en los que se verifica por primera vez el término bárbaros. Consideraremos aquí únicamente los registros del término anteriores a su diseminación en los textos trágicos y en la obra de Heródoto. Se instrumentará un enfoque discursivo en relación con la ocurrencia del término en dichas fuentes arcaicas -atento al plano morfosintáctico, semántico y pragmático- con el objeto de obtener indicios y formulaciones de conjunto que puedan enriquecer el debate en torno a la génesis de la voz bárbaros y, en especial, contribuir a echar luz sobre las múltiples connotaciones semánticas que adquirirá el término en su diseminación y proliferación en la etapa posterior a las Guerras Médicas.

Bárbaros: la alteridad como huella lingüística

El bárbaros despunta en el horizonte de la antigüedad griega como el 'otro' que lleva sobre sí la marca de lo ininteligible, de lo inefable, aquel que permanece fuera del orden del lógos. Basta recodar aquí el célebre dictum de Heráclito, aforismo que a la sazón constituye uno de los pocos testimonios arcaicos de la voz bárbaros: "Malos testigos son para los hombres los ojos y oídos de quienes tienen almas bárbaras9)". Quienes tienen "almas bárbaras", en efecto, confían ciegamente en las percepciones de los sentidos pues desconocen el lógos, el principio heraclíteo según el cual "todas las cosas son uno" (B. 50) pero que simultáneamente predica la unidad de los opuestos (B 51). El bárbaro -que en la frase de Heráclito designa no una categoría étnica sino una cualidad del alma humana desprovista de razón, un alma por así decir balbuciente, infantil- es, pues, por definición álogos. El término bárbaros designa a aquel o aquello cuya marca es la dislalia, la imposibilidad del reconocimiento a través del lógos. En efecto, los comentaristas insisten con razonable consenso en que la distinción (la différence) que introduce el término bárbaros -a pesar de las controversias en relación con la génesis y evolución del término y sus cognados- es in primis de índole lingüística. Tal parece ser un denominador común en la consolidación y evolución del término bárbaros y sus compuestos en el mundo griego, desde los primeros carios barbaróphonoi de Ilíada 2. 867, la reaparición del mismo compuesto en dos oráculos de Bacis citados por Heródoto en relación con los persas (VIII. 20 y IX. 43), las frecuentes alusiones a la ininteligible habla de los pueblos extranjeros o incluso de dialectos griegos "contaminados", dramatizados o parodiados por la tragedia y comedia áticas, hasta el empleo del término en Tucídides o Platón para calificar el habla ininteligible de un etolio (TUC. 3. 94. 5) o, de manera más general, el dialecto lésbico (Plat. Prot. 341c). La vinculación del término bárbaros al orden de lo lingüístico aparece inexorablemente replicada en la secuencia fónica que constituye la forma misma barbar, tesis ésta propuesta inicialmente por Estrabón (14. 2. 28) y refrendada por los análisis fonológicos modernos que insisten en el rasgo onomatopéyico del término, así como sus connotaciones de balbuceo infantil (-baba) y de gruñido ronco (-barbar) de difícil decodificación10. En síntesis, lo 'bárbaro' -y utilizamos aquí ex profeso la sustantivación neutra pues no resulta del todo claro si en sus orígenes el término designaba únicamente un accidente o también una sustancia- aparece indisolublemente ligado a una forma de expresión desarticulada y oscura. Forma ésta que impide el reconocimiento recíproco mediado por el lenguaje, que proscribe el "diá-logo", que proyecta al otro por fuera del universo de lo simbólico.

Si lo 'bárbaro' designa in primis un modus loquendi desarticulado e ininteligible, no es arduo especular acerca de un posible desplazamiento semántico temprano entre un lógos percibido como 'extraño', connotado peyorativamente respecto de un habla autóloga (a la sazón la lengua griega), y -por metonimia- el hablante de dicha lengua. El 'bárbaro' será, en este sentido, aquel cuya elocución no lo identifique inmediatamente como hablante de griego, aquel signado por la heteroglosia. Sin embargo, dicha reconstrucción del tránsito entre un sentido primigenio del término, presuntamente asociado a un 'hablar desarticulado, zafio o pueril', y un sentido étnico-cultural como modo de de signar por oposición totalizadora a cualquier otro 'no-griego', no resulta sencilla de trazar. Varias son las razones. El término bárbaros carece de una tradición amplia en registros literarios con anterioridad al siglo V, tradición ésta que hubiese permitido trazar un itinerario fidedigno de su evolución semántica y su captación en el interdiscurso11. En buena medida, las especulaciones en torno a los orígenes y empleos del término bárbaros en época pre-clásica permanecen en el terreno de la pura conjetura. Por otra parte, tampoco el término bárbaros, cuyos registros literarios corresponden en su gran mayoría al período clásico, reviste necesariamente un carácter trans-regional identificable con la totalidad de las zonas lingüísticas de habla griega. Dicho de otro modo, no existe evidencia suficiente para determinar que el término bárbaros fuera utilizado de manera extendida y con un significado más o menos homogéneo en todo el mundo griego clásico. La explicación más plausible a la luz de la escasa evidencia conservada del período arcaico es que el término bárbaros -en el sentido étnico de 'no-hablante de griego'- se hubiera divulgado en las zonas del Egeo oriental a partir de su sentido originario 'habla balbuciente o ininteligible' y, posteriormente, se hubiera irradiado hacia Grecia peninsular como consecuencia de las Guerras Médicas12. También se ha especulado acerca de las connotaciones peyorativas del término, asociadas in primis a la sonoridad cacofónica como modo de designar un modus loquendi percibido como oscuro o ridículo, y su proyección en las elaboraciones culturales y morales (estereotipadas) de la barbarie propias del siglo V13.

Los testimonios arcaicos y su proyección en época clásica

Según Tucídides, Homero desconocía la distinción entre griegos y bárbaros (Tuc. 1. 3. 3), de allí que no existan registros del empleo del término bárbaros en los poemas homéricos14. La aseveración tucididea ha sido, incluso desde la Antigüedad15, cuestionada en función de la ocurrencia del término barbaróphonos como apelativo en relación con los carios en el Catálogo de los troyanos (2. 2. 867). Este hápax homérico ha suscitado controversias en relación con la ulterior evolución semántica del concepto de bárbaro, especialmente entre los siglos VI y V. ¿Se trata de un tecnicismo de época homérica para hacer alusión a un 'habla no-griega'? De ser así, ¿por qué existe un único registro en el corpus homérico y por qué se emplea únicamente -habida cuenta de la miríada de pueblos no griegos que desfilan en la epopeya- como calificativo de los carios? En segundo término, ¿en qué medida la existencia de un compuesto barbaróphonos presupone la concepción del otro no-griego colectiva y antagónicamente como 'el bárbaro'? Asimismo, la presunta existencia del concepto de bárbaro en época homérica plan tea el interrogante acerca de la concomitante noción de ser-griego en los textos épicos. La respuesta de la crítica homérica en relación con dichos interrogantes no ha sido unánime. La interpretación del término barbaróphonos ha suscitado la polémica en torno a la cuestión más general de la existencia (o no) de una conciencia o 'proto'-conciencia panhelénica -como prefieren denominarla los más prudentes- en los textos homéricos, así como la relevancia del criterio lingüístico en la diferenciación entre grupos humanos. Algunos autores (NAGY 1999; SNODGRASS 1971; SCODEL 2002) han cifrado el conflicto entre troyanos y aqueos a la luz de otros fenómenos culturales (los Juegos Olímpicos, el Oráculo délfico) de finales del siglo VIII -época en que sitúan precisamente la estabilización de los poemas homéricos- que señalarían la irrupción de una incipiente conciencia de unidad panhelénica. Otros autores han examinado la evidencia interna que ofrecen los poemas homéricos en relación con una percepción de la diferencia lingüística y sus corolarios étnico-culturales16. No obstante, la opinión que más ha prevalecido ha sido aquella que desestima un genuino sentimiento 'panhelénico' en los poemas homéricos17. La ausencia del término bárbaros en los textos homéricos suele interpretarse como un indicio inequívoco de que el esquema axiológico que subyace a la composición de la epopeya prescinde de distinciones de tipo étnico o lingüístico en la categorización de miembros del in-group y del out-group18. Asimismo, las referencias al criterio lingüístico son notoriamente escasas en los poemas y no constituyen el criterio de demarcación identitaria más significativo sino que aparece subordinado al lugar de origen o a la pertenencia a una milicia particular. E. Hall -a partir de un minucioso análisis de la evidencia que suministra la poesía pre-trágica, en especial, el mundo de los héroes homéricos- concluye que:

a pesar de que existe un elemento aglutinante de alianza entre las diferentes ciudades-estado griegas por debajo de la superficie de los textos épicos (.), no existe aún evidencia de un género totalizador anti-griego, que posteriormente habría de llamarse 'bárbaro'. El mundo heroico permanece homogéneo, sus habitantes detentan un estatus heroico más o menos uniforme19.

En efecto, entendemos que el criterio ideológico que opera en la diferenciación entre grupos humanos o colectividades no responde en el mundo homérico a pautas étnico-culturales, sino a distinciones de clase. Dicho en palabras de E. Hall: "el mundo de los poemas homéricos se halla dividido por una gran brecha, pero ésta no separa grupos de diferente etnicidad o lengua, sino los aristócratas y la masa del pueblo"20. En este sentido, la ocurrencia del apelativo barbaróphonos en Ilíada no presupone ni exige la sustanciación del 'otro-como-bárbaro' por oposición a un in-group uniformemente designado bajo la denominación de 'helenos'21. El compuesto barbaróphonos -según se colige de un análisis fonológico y etimológico- pertenecería a un exiguo grupo de adjetivos homéricos -dentro de los cuales pueden contarse también allóthroos 'de habla extraña' (Od. 1. 183; 3. 302; 15. 453) y agrióphonos 'de habla ruda o tosca' (Od. 8. 294) -que haría referencia a un modo de elocución (phone) zafio, infantil o incomprensible22.

Los primeros registros del término bárbaros corresponden al siglo VI y a principios del siglo V. Una consideración de los exiguos testimonios conservados en que comparece el término resulta de interés a la hora de evaluar la evolución semántica ulterior en el período clásico y su captación en el interdiscurso. Examinemos los testimonios individualmente.

1. Heráclito de Éfeso (DKI, 22. B 107)

?a??? μά?τυ?ε? ἀνθ?ώπ?ισιν ὀφθaλμ?? ?a? ὦτa ßa?ßά??υ? ψυχὰ? ἐχ?ντων.23

Se trata de un fragmento de difícil interpretación pero central en lo que atañe al papel desempeñado por la sensopercepción en Heráclito. Buena parte de la ambigüedad reside precisamente en la interpretación del término bárbaros como calificativo de psyche. Por lo general, se entiende que los sentidos para Heráclito no son desestimables per se, sino más bien que se vuelven fiables para aquellos que poseen el tipo correcto de al ma. A diferencia de Parménides, no parece existir en Heráclito una condena radical de los sentidos, sino que se trataría más bien de 'ventanas' o 'canales' a través de los cuales la inteligencia (ν?ῦ?) se asoma y aprehende el λ?γ??. Los sentidos se vuelven, pues, 'malos testigos' para aquellos que malinterpretan sus señales; es decir, para aquellos que son incapaces de interpretarlos correctamente. Precisamente Heráclito describe a 'los muchos' (?ἱ π?λλ??) como 'ciegos' y 'sordos', puesto que no saben utilizar adecuadamente los sentidos y son incapaces de comprender el lógos subyacente a las cosas. De allí que algunos comentaristas de Heráclito prefieren traducir el sintagma "de los que tienen almas bárbaras" -para evitar las connotaciones étnicas del término que no resultan en principio atinentes al uso en contexto- como "para las almas que no comprenden el lenguaje".

Es lícito también especular acerca del posible referente del sintagma "los que tienen almas bárbaras" a la luz del corpus heraclíteo. La verdadera sabiduría para Heráclito reside en la aprehensión del lógos -concepto éste que se ha prestado a las más encendidas controversias pero que suele entenderse como 'la unidad de la multiplicidad' (ἕν πaντa εἶνaι) es decir, la conexión armónica bajo la multiplicidad de objetos sensibles sujetos al perpetuo cambio, armonía ésta que se manifiesta como una tensión entre opuestos, a través de la lucha y la discordia-. De allí que -en virtud de otros fragmentos como B 40, B 57, B 129- la referencia a "los que tienen almas bárbaras" en B 107 puede constituir una invectiva solapada a los que 'predican o saben muchas cosas' (π?λυμaθίη) -Hesíodo24, Pitágoras, Jenófanes y Hecateo25, entre otros- pero que desconocen que "todas las cosas son uno".

Ahora bien, ¿qué sentido debemos adscribir al calificativo bárbaros en relación con el alma en el fragmento en cuestión? La explicación más razonable indica que el término bárbaros como atributo del alma no puede entenderse a priori con el sentido que posteriormente adquirirá, es decir, el de 'no-griego'26. Más bien, habría aquí una proyección figurada del sentido primigenio de bárbaros como 'habla zafia, infantil o in comprensible' sobre la entidad 'alma': el 'alma bárbara' es, pues, aquella que no es capaz de discernir o comprender (el lógos), un alma balbuciente o tosca. No obstante, es posible especular también que la elección de Heráclito del adjetivo bárbaros para calificar el alma de ciertos hombres pueda encubrir una crítica al tipo de conocimiento producido, especialmente, por los logógrafos -cronistas de la Jonia y las islas, coetáneos de Heráclito y a menudo vituperados por él, cuyos lógoi testimoniaban admiración por curiosidades (θῶμa) de los pueblos 'bárbaros' y una proliferación de datos extraordinarios re cogidos a partir de los 'ojos y los oídos'-. En este sentido, la expresión las 'almas bárbaras', además de expresar metafóricamente la incapacidad de aprehender el lógos, puede constituir una diatriba contra una serie concreta de individuos oriundos de la Jonia, los logógrafos, interesados en recabar, por medio de sus 'ojos y oídos', testimonios de los pueblos 'bárbaros' de Oriente y Occidente.

2. Anacreonte de Teos (Fr. 313b en D. Page Supplementum Lyricis Graecis, 313. 6)

Κ?ίμισ?ν δὲ σόλ?ι??ν φθόγγ?ν / μή πω? ßά?ßa?a ßάξηι?

El fragmento de Anacreonte -del cual sólo se conservan estos versos- no per mi te aventurar una interpretación inequívoca27. Sin embargo, en lo que respecta al examen del campo semántico del término bárbaros -que es el punto sobre el que se centra nuestro interés- el pasaje permite formular una serie de observaciones, independientemente del sentido definitivo de los versos:

a) la inserción del adjetivo bárbaros -en su forma acusativa neutra plural sin artículo- en un co-texto en que prevalecen términos vinculados al campo semántico de 'lo sonoro' o del 'decir': σόλ?ι??ν ('habla incorrecta, tosca, quebrada'); φθόγγ?ν ('sonido', especialmente de carácter animal o musical, diferenciado de la voz humana -φωνή); ßάξηι? (2 p. sg. subj. aoristo act. de ß?ζω 'hablar, decir');

b) el carácter aliterativo y cacofónico de los versos: véase, por ejemplo, la reiteración del sonido 'o' en Κ?ίμισ?ν δὲ σόλ?ι??ν φθόγγ?ν y la iteración de la sílaba '-ba' en ßά?ßa?a ßάξηι?28.

Cabe destacar nuevamente aquí que el término bárbaros -en su forma neutra plural29 con valor adverbial de modo- se emplea para hacer alusión en el co-texto del fragmento -tanto en el plano del significado como a partir de los efectos fónicos del significante- a un modo de elocución 'zafio, infantil o incomprensible'. No es posible en principio adjudicar ningún sentido étnico al término bárbara en función de los restantes términos del verso que -independientemente de su interpretación precisa- constituyen, tomados en conjunto, una aparente exhortación a acallar o silenciar un modo de expresión soez y/o cacofónico.

3. Píndaro (I. 6. 24)

μυ?ίaι δ᾽ ἔ?γων ?aλῶν τέτμηνθ᾽ ἑ?aτόμπεδ?ι ἐν σχε?ῷ ?έλευθ?ι,
?a? πέ?aν Νείλ?ι? πaγᾶν ?a? δι᾽ Ὑπε?ß??έ?υ?:
?ὐδ᾽ ἔστιν ?ὕτω ß??ßa??? ?ὔτε πaλίγγλωσσ?? πόλι?,
ἅτι? ?ὐ Πηλέ?? ἀΐει ?λέ?? ἥ?ω??, εὐδaίμ?ν?? γaμß??ῦ θεῶν
,30 [.]

Estos versos recogen la única ocurrencia del término bárbaros en el corpus pindárico. El contexto en que se inserta el término en la oda es la exaltación de la leyenda de los héroes eácidas, de Peleo y, en particular, de su hermano Telamón, quien acompañó a Heracles contra Troya (vv. 27 ss.). Los versos 22-25 celebran la inmensa fama de las hazañas de los eácidas: metafóricamente, ésta traza "innumerables caminos" que recorren los confines del mundo conocido por los extremos Sur (el Nilo) y Norte (los Hiperbóreos). El entorno co-textual del empleo del adjetivo bárbaros como atributo de pólis en el verso 24 permite entrever una sugerente doble articulación semántica. Por un la do, en relación anafórica con los versos 22-23, el término bárbaros evoca un espacio no-griego, es decir, el área descrita entre los confines sur y norte del mundo habitado por donde se extiende la reputación de los eácidas más allá, podría decirse, de los límites de la 'helenidad'. Por otro, en relación con el adjetivo πaλίγγλωσσ??  (cópula atributiva, junto a bárbaros, del sintagma nominal), neologismo éste que literalmente designa 'un habla invertida', es decir, extraña o disonante, el adjetivo bárbaros reinstaura su sentido originario de 'habla zafia, infantil o incomprensible'. Asimismo, el efecto sonoro -cacofónico- del habla de las ciudades no-griegas se ve reforzado por la recepción oral (ἀΐει ?λέ??) de la reputación de los eácidas. En síntesis, parecen entreverarse aquí tanto el sentido primigenio del término bárbaros, fundamentalmente lingüístico, como un incipiente sentido topográfico capaz de trazar un límite entre un spatium griego y otro no-griego. No obstante, a pesar de la datación de la Ístmica VI en torno al 480 a.C., el estilo arcaizante y aristocratizante de la lírica coral pindárica rehúye el empleo del término bárbaros en un sentido étnico-cultural, sentido éste que cristalizará -según veremos- a partir del discurso trágico. En primer plano -como cópula de πaλίγγλωσσ??-, prorrumpe el tradicional sentido lingüístico asociado al cacofónico término bárbaros; en segundo plano, se vislumbra, por las referencias topográficas de los versos 22 y 23, una alusión a un 'espacio no-griego' aunque sin una precisa connotación étnica. En definitiva, el mundo poético de la lírica pindárica permanece (ideológicamente) anclado al ámbito circunscrito de la pólis arcaica -precisamente, el sustantivo modificado por el adjetivo bárbaros en el verso 24- o, a lo sumo, de una federación panhelénica de póleis. Sin embargo, aún permanece cerrado a un spatium extra-griego claramente definido, capaz de territorializar al otro como 'bárbaro'. Más aún, la lógica que regula la relación con el otro en la lírica de Píndaro continúa siendo la de 'igual de clase', ideológica mente vinculado a un éthos aristocrático.

4. Oráculo a Bato (Parke, H.W., Wormell, D.E.W., The Delphic Oracle, II, Oxford, 1956, nº 71 = Diodoro de Sicilia, 8. 29. 1)31

Β?ττ᾽, ἐπ? φωνὴν ἦλθε?. ?νaξ δέ σε Φ?ῖß?? Ἀπόλλων
εἰ? Λιßύην πέμπει ?aλλιστέφaν?ν Κυ?ήνη?
εὐ?είη? ??χειν ?a? ἔχειν ßaσιληίδa τιμήν.
ἔνθa σε ß??ßa??ι ?νδ?ε?, ἐπὰν Λιßύη? ἐπιßήῃ?
ßaιτ?φό??ι ἐπίaσι
. (.)32

De controvertida autenticidad, la respuesta délfica a la consulta de Bato33 -quien es exhortado por la Pitia a fundar una colonia griega en Libia- trasmite el término bárbaros en relación con los habitantes autóctonos de Libia. Se vaticina a Bato que, tras su llegada a Libia, habría de ser acometido por "hombres bárbaros" (ß??ßa??ι ?νδ?ε?) "vestidos con pieles" (ßaιτ?φό??ι). El contexto del pasaje no permite asignar directa mente al término bárbaros la connotación de 'habla zafia o incomprensible', que es el sentido predominante, según hemos visto, en los escasos testimonios arcaicos. Sin embargo, tampoco excluye dicha connotación. Perfectamente podría el sintagma traducirse como "hombres de habla extraña o tosca". Sin embargo, en función de la posterior mención a la vestimenta rústica de los nativos (ßaιτ?φό??ι) y de la agresividad frente al invasor (ἐπίaσι), el término bárbaros parecería aquí connotar más bien la idea de una comunidad de 'hombres primitivos o incivilizados', sentido éste que se aproxima a la estereotipada representación peyorativa de 'el bárbaro' que cristalizará y multiplicará en los testimonios del siglo V y posteriores. Este 'presunto' anacronismo en el valor de con notación del adjetivo bárbaros -que no condice con los testimonios arcaicos- constituye sin duda un argumento a favor de su carácter apócrifo. Ahora bien, independientemente de su autenticidad o no, el empleo aquí del adjetivo bárbaros estaría indicando, en consonancia con el predicativo ßaιτ?φό??ι y la acción de acometer (ἔπειμι), un cierto carácter 'rústico' o 'salvaje' de los pobladores, pero no estableciendo per se una distinción étnica taxativa del tipo griego / no-griego. De allí que el uso del término bárbaros exige el sustantivo ándres ('hombres bárbaros' = posiblemente, 'hombres incivilizados o salvajes'). Si efectivamente el término bárbaros revistiera en la respuesta oracular un carácter étnico (no-griego), el sustantivo ándres sería redundante o pleonástico34.

5. Hecateo, FGH, I, F 119 = Estrabón, 7. 7. 1

Ἑ?aτaῖ?? μὲν ?ὖν ὁ Μιλήσι?? πε?? τῆ? Πελ?π?ννήσ?υ φησίν, δι?τι π?ὸ τῶν Ἑλλήνων ὤι?ησaν aὐτὴν ßά?ßa??ι.35

El testimonio de Estrabón resulta asimismo poco revelador en virtud de problemas intertextuales inherentes al pasaje en cuestión. El quid de la cuestión reside precisamente en la correcta atribución elocutiva. Ante la ausencia de testimonios complementarios, es imposible dirimir si el pasaje del libro 7. 7 de la Geografía de Estrabón efectivamente reproduce un pasaje de Hecateo ad litteram o si, en cambio, se trata de una paráfrasis ad sensum del geógrafo griego. O bien, con mayor precisión, si el sintagma π?ὸ τῶν Ἑλλήνων ὤι?ησaν aὐτὴν ßά?ßa??ι ("antes de los helenos lo habitaban bárbaros") constituye una cita textual de Hecateo de Mileto o una paráfrasis del original. En particular, interesa dilucidar si el término ßά?ßa??ι corresponde a Hecateo o a Estrabón. E. Hall36 entiende que se trata de una paráfrasis y que Estrabón habría querido aludir mediante el término ßά?ßa??ι a los 'pelasgios' como los habitantes originarios. Creemos, en cambio, que una serie de marcas lingüísticas permite entender que se trata, en este caso, de una cita textual, formulada en estilo indirecto híbrido37: a) la ubicación del autor de la cita en posición temática (es decir, como primer elemento de la cláusula) -hecho éste que puede interpretarse como una intención de Estrabón de enfatizar la atribución ipsis verbis a Hecateo: Ἑ?aτaῖ?? μὲν ?ὖν ὁ Μιλήσι?? [...]-; b) la anticipación del referente de la cita de Hecateo mediante un complemento circunstancial de tema -es decir, aquello 'acerca de lo que se habla'- (πε?? τῆ? Πελ?π?ννήσ?υ, que será retomado en el discurso citado por el referente anafórico aὐτὴν), de modo de adaptar la cita de Hecateo (discurso citado) al modo de elocución del discurso citante; c) el empleo de un verbum dicendi (φησίν) y un subordinante (δι?τι) como modo de introducir y articular la sintaxis de la 'palabra ajena' al modo de elocución del discurso citante. Si, en efecto, las marcas lingüísticas que hemos señalado nos permiten postular que se trata de una reproducción ad verbum de un pasaje de Hecateo por parte de Estrabón, es lícito colegir que el término bárbaros comparece en el corpus de Hecateo con el sentido étnico que no es posible adjudicar a los demás testimonios analizados. La cita trasmitida por Estrabón -a pesar de su brevitas- constituye el primer testimonio pre-clásico de lo que Koselleck (1990) denomina un par conceptual antinómico y asimétrico griego / bárbaro (τῶν Ἑλλήνων / ßά?ßa??ι), binomio éste de carácter totalizador y etnocéntrico, que distingue entre una etnicidad griega y cualquier 'otro' étnicocultural diferente de la 'grecidad'. Muy posiblemente, se trate también de un uso relativamente extendido y frecuente del término bárbaros -en especial, en los escritos de los así llamados 'logógrafos' y de la prosa jónica en general- con el sentido descriptivo y (en principio, al me nos) no-valorativo de 'no-griego'. Desafortunadamente, el carácter fragmentario del testimonio de los logógrafos jonios nos impide formular aseveraciones taxativas en ningún sentido. No obstante, como sugiere Lévy (1984: 10), es posible conjeturar a partir del examen de las fuentes una determinada evolución semántica del término 'bárbaro': de un significado asociado a lo lingüístico y cargado de una valoración negativa o despreciativa, a un uso relativamente neutral o descriptivo -que posiblemente se originó y/o diseminó en la Jonia- para designar a los no-griegos.

En síntesis, a partir del examen de los escasos testimonios de época arcaica o del siglo V temprano -anteriores o, a lo sumo, contemporáneos a las Guerras Médicas-, es posible formular una serie de observaciones de conjunto que resultarán productivas en la evaluación posterior de los extendidos usos clásicos. Independientemente de la datación precisa de los testimonios, lo que interesa en particular es indagar acerca del valor del término bárbaros en discursos previos a: 1) la experiencia histórica de las Guerras Médicas como 'catalizadora' de la noción de 'bárbaro' y la concomitante cristalización de una auto-con ciencia étnica 'griega' producto de la resistencia al invasor persa; 2) la codificación sistemática y proficua del término bárbaros y sus cognados en la tragedia ática, especial mente, en el transcurso de la primera mitad del siglo V. Veamos las observaciones que pueden formularse en función de los diferentes ejes lingüísticos de análisis.

a) En lo que respecta a la evolución semántica diacrónica, el término bárbaros denota en sus usos en contexto una estrecha vinculación con el epíteto homérico barbaróphonos. Prevalece, pues, un sentido más o menos explícito asociado a un modo de elocución 'zafio, infantil o incomprensible', con un sensible sesgo peyorativo tributario de la propia materialidad acústica (redundante y cacofónica) del significante bárbaros. Dicho valor semántico resulta palmario, por ejemplo, en el fragmento de Anacreonte. En Heráclito, por su parte, se verifica una elaboración metafórica de la cualidad de 'ininteligibilidad' o 'zafiedad' asociada a la forma bárbaros en relación con determinados tipos de al ma. Es dicha caracterización 'lingüística' la que prevalece en la mayor parte de los usos -con excepción del testimonio de Hecateo-. A dicho sustrato semántico de 'habla extraña o inarticulada' se sobreimprimen con énfasis variables distinciones de tipo topo gráfico -como en el caso de Píndaro-. Solamente el fragmento de Hecateo trasluce un tipo de distinción étnica -por oposición al colectivo 'helenos'- y oblitera el sentido primigenio de 'habla extraña o inarticulada'. Es pues muy posiblemente este usus del término bárbaros en sentido étnico un hallazgo o expresión neologística de la prosa jónica -más específicamente, de los escritos de viaje de los logógrafos jonios-, que floreció como corolario y en simultáneo a su sentido de 'habla extraña'. Tanto el testimonio de Heráclito como el de Píndaro permiten entrever una evocación de este segundo sentido (étnico), que aflora incipientemente bajo el sentido lingüístico dominante. Sin embargo, es únicamente en el testimonio de Hecateo donde el sentido étnico se vuelve dominante y desplaza al lingüístico.

b) En lo que concierne al aspecto morfosintáctico, los testimonios arcaicos o clásicos tempranos no conciben -a excepción, parecería, del pasaje de Hecateo- 'lo bárbaro' como sustancia, sino como cualidad. Se trata de un punto crucial. Los fragmentos emplean el término bárbaros con función atributiva, como modificador de un sustantivo: Heráclito habla de "al mas" bárbaras; Píndaro de "ciudades" bárbaras; Anacreonte emplea una forma adverbial modal "de manera bárbara" o "bárbaramente" -expresión mediante la cual se califica un modo de expresión-. Incluso el oráculo a Bato -si se admite su autenticidad- alude a "hombres" bárbaros; cualquiera sea el sentido preciso que se pueda adscribir al término bárbaros en el verso, continúa éste siendo un calificativo. Un tour de force, en este plano también, parece ser el pasaje atribuido por Estrabón a Hecateo, en el que se dice no ya "hombres" bárbaros -ya sea con el sentido de hombres que hablan una lengua extraña, rústicos o extranjeros- sino bárbaroi a secas. Empleado de manera absoluta y por oposición solidaria a la designación 'helenos' en la cita de Hecateo, es posible aventurar que fue en la prosa de los logógrafos jonios donde el adjetivo comenzó su derrotero hacia la sustantivación. Presumiblemente la forma absoluta sustantivada bárbaroi que se registra en el pasaje de Hecateo pudo haberse tratado, en sus orígenes, de una forma elíptica de expresiones como bárbaroi ándres. La cualidad originaria de extrañeza lingüística cristalizó de este modo en una entidad, se materializó en una sustancia capaz de designar al conjunto de los moradores del mundo no-griego.

c) En lo atinente a la distribución dialectal y filiación genérica de los exiguos usos arcaicos conservados del término bárbaros, los testimonios pertenecen en su amplia mayoría al área de influencia jónica. No casualmente los registros del término se verifican en una zona de 'frontera cultural', en un ámbito de hibridación entre un espacio griego y no-griego. Por otra parte, el rasgo vocal-oral del término bárbaros, originariamente referido a un modo de elocución percibido como extraño o disonante, se manifiesta en fragmentos poéticos o líricos -vaticinios oraculares, los yambos de Anacreonte, las odas pindáricas, o la expresión arcana y ambigua del lógos filosófico-poético de Heráclito-. La excepción es una vez más la composición en prosa de Hecateo de Mileto, donde el término bárbaros se desembaraza de su valor semántico esencialmente fónico-oral y emerge, en cambio, un valor de tipo étnico. En este sentido, es posible conjeturar que el advenimiento de un sentido étnico descriptivo para designar de modo colectivo y maniqueo a los no-griegos es concomitante con un proceso de secularización y racionalización del lógos que se verifica, en particular, en los textos en prosa de los logógrafos jonios de di cados a describir las tierras, mitos y costumbres de pueblos no-griegos38. Es, pues, en la escritura en prosa de los genealogistas, geógrafos y viajeros jonios donde el sentido primordialmente oral de bárbaros -que denota un modus loquendi zafio o extraño y aparece conservado en testimonios poéticos- cede ante la primacía de un sentido étnico espacial.

Ecos arcaicos y proyecciones clásicas: un balance

El examen de los testimonios pre-clásicos de ocurrencia del término bárbaros re vela, en primer lugar, su escasa incidencia en las fuentes. Gran parte de las conclusiones derivadas de nuestro análisis permanece no obstante en el terreno de lo especulativo, especialmente en lo que atañe al uso del término en los lógoi de los genealogistas, geógrafos y etnógrafos jonios. El carácter fragmentario de los escritos de los logógrafos jonios39, en particular, impide precisar el grado de dispersión, frecuencia y distribución del término bárbaros en la totalidad de las obras perdidas. Tampoco es posible indicar -a partir de un único pasaje de Hecateo- hasta qué punto el empleo de la forma bárbaros para designar colectiva y genéricamente a todos los individuos y pueblos no-griegos constituía un habitus lingüístico de los prosistas jonios o una ocurrencia relativamente excepcional o poco frecuente, o incluso un hápax de Hecateo. Las relaciones intertextuales entre la historíe de Heródoto (conservada) y los testimonios (en su mayoría, per di dos o fragmentarios) de los logógrafos jonios nos permiten -en retrospectiva- plantear que la distinción griego / bárbaro debió ser sin duda una expresión frecuente en los relatos de viaje, crónicas y descripciones etnográficas de los prosistas jonios. En segundo lugar, los pasajes analizados demuestran no sólo la escasa ocurrencia del término bárbaros, sino que -al menos en lo que respecta al discurso de la lírica griega arcaica- el término permanecía asociado a una cierta caracterización de un 'otro' no en función de criterios étnicos sino como una ambigua marca de 'heteroglosia' -en el sentido de quien pro duce un habla extraña o cacofónica-. En síntesis, con la excepción de los usos probablemente extendidos del término bárbaros en la prosa jonia para aludir a los no-griegos en conjunto, usos que -paradójicamente- sólo se pueden plantear ex silentio, el resto de los testimonios revela que la noción étnica de bárbaro era desconocida, inédita o proscrita del lenguaje poético. En los -por lo demás escasísimos- registros del término en la alta tradición póetica sólo es el sentido de 'habla extraña' el que se verifica.

Frente a los escasos registros del término en época arcaica, no obstante, el siglo V exhibe una proliferación y multiplicación exponencial en el uso del término. Un análisis de la evolución y las diversificaciones semánticas del término bárbaros en época clásica excede los límites de este trabajo. El género discursivo que significó un tour de force en la representación del 'otro' como bárbaro y coadyuvó a la codificación y desarrollo semántico del término fue, sin dudas, la tragedia ática. Más aún, las representaciones trágicas -tanto en el plano textual como en la dramaturgia y la puesta en escena, así como también en virtud de la función político-ritual que el espectáculo teatral desempeñaban en la pólis ateniense- contribuyeron a la radicalización ideológica de la distinción griego / bárbaro posiblemente heredada de las narraciones etnográficas oriundas de la Jonia. Es el discurso trágico el que -por una suerte de efecto refractario generado por las instituciones de la democracia ateniense y los valores asociados a la politeía- coadyuvó a la polarización ideológico-política entre los griegos (cuyo modelo axiológico se forja a imagen y semejanza de los atenienses) y los otros-bárbaros. Fue, en definitiva, la tragedia ática la que combinó creativa y dinámicamente, por un lado, el sesgo peyorativo que constituyó ab origine la marca indeleble del bárbaro y que se ve cifrada en la articulación cacofónica del significante y, por otro, la distinción étnico-topográfica entre griegos y bárbaros (presumiblemente de carácter descriptivo y no-evaluativo) popular en la Jonia desde el siglo VI, articulación ésta históricamente posterior a las Guerras Médicas, que dio origen a la formación ideológico-discursiva de la barbarie. Dicho de otro modo, la tragedia en cuanto género intrínsecamente ateniense instituyó al otro-como-bárbaro como 'signo ideológico' o -tomando la expresión de Lévy (1984)- elevó al bárbaro al status de 'anti-modelo' cultural. Fue la tragedia -si concedemos crédito a la tesis de E. Hall- la que inició un movimiento en pos de la 'estereotipación' del otro como bárbaro, radical y asimétricamente opuesto al griego-ateniense. Construcción étnico-identitaria ésta de la pólis democrática de época clásica que, como ha evidenciado parte de la crítica, se sirve de la cristalización de presuntos atributos o cualidades 'primordiales' griegas -a la sazón coincidente con los ideales del 'ser-ateniense'- por oposición a cualidades intrínsecamente 'bárbaras', es decir, a la conformación y reproducción de un éthos pan helénico contrario al otro no-griego, puramente en pos de fines instrumentales. La radicalización de la idea de barbarie en el siglo V es indisociable de la producción trágica ateniense y la diseminación del 'bárbaro' -en cuanto signo ideológico- en otros géneros discursivos exige una reflexión en torno a la intertextualidad y la interdiscursividad con la tragedia.

Notas

1 Cf. Murray (1934: 144-145); Weiler (1968).

2 Cf. Stier (1970: 21); Snell (1952: 7-8).

3 Cf. Schwabl (1962).

4 Opinión más extendida sostenida, entre otros, por Jüthner (1923: 3); Ehrenberg (1935: 44-62; 127-139); Bengston (1954: 27-28); Oliver (1960: 142); Diller (1961); Baslez (1984: 89); Hall (1989: 6); Hornblower (1991: 11); Cartledge (1993: 38-39; 1995: 75-82); Hall (2002); Mitchell (2007).

5 Cf. Strasburger (1955); Finley (1954: 261).

6 Por ejemplo, Mitchell (2007). Varios autores anticiparon previamente la idea de un "incipiente panhelenismo" en los textos homéricos. Cf. Snodgrass (1971: 55-57; 434- 436); Nagy (1999: 7; 115-117); Scodel (2002: 45-46). Nagy y Snodgrass -quienes conciben la fecha de estabilización de los poemas homéricos en torno a finales del siglo VIII- interpretan los poemas homéricos como representativos de un contexto de "síntesis cultural" que habría contribuido al surgimiento de un sentimiento panhelénico (junto a la consolidación de otras instituciones trans-regionales como los Juegos Olímpicos y el Oráculo de Delfos).

7 Cf. Cartledge (1993: 38); Weidner (1913); Specht (1939: 11); Limet (1972: 124); Waters (1985); Laurot (1981); Hall (1989: 3-13); etc.

8 Varias son las dificultades que atañen al estudio semántico del término bárbaros en los testimonios clásicos: 1) un abordaje diacrónico de la evolución semántica del término bárbaros se ve limitado por la ausencia de una tradición que se remonte más allá del siglo VI, así como por la exigüidad de registros de la forma bárbaros en época arcaica y la oscuridad de dichas referencias; 2) resulta difícil precisar la coexistencia, solapamiento o fluctuación de los diferentes va lores del término bárbaros: a) originariamente, como adjetivación onomatopéyica que haría presunta alusión a un habla inarticulada y tosca; b) los individuos identificados con dicho modus loquendi; c) los bárbaros como conjunto étnico-cultural definido exclusivamente por mera oposición a 'los griegos', como pura negatividad indiferenciada; d) los bárbaros como "anti-modelo" cultural, caracterizados a partir de un conjunto estereotipado de rasgos opuestos a un ideal de 'helenidad'; 3) resulta complejo determinar el grado de solidaridad o  independencia relativa entre la evolución, por un lado, de una autoconciencia étnica griega, expresada con denominaciones tales como 'griegos', 'helenos', 'panhelenos' y, por otro, la conciencia de otro no-griego, a quien se identificará con 'el bárbaro'. ¿En qué medida se trata de procesos relativamente autónomos o interdependientes?; 4) no resulta siempre sencillo determinar el valor del término bárbaros en sus usos en contexto, ya sea -por utilizar la terminología aristotélica- como 'sustancia' (expresado en su forma nominal) o como 'accidente' (expresado en su forma adjetiva), así como las presuntas ambigüedades, fluctuaciones o solapamientos entre ambos usos en los testimonios conservados; 5) el grado de incidencia y pervivencia de una connotación peyorativa asociada a la forma bárbaros en el imaginario griego (frente a un modo en apariencia neutral para designar a cualquier no-griego, es decir, a cualquier miembro del out-group en sentido amplio) continúa siendo materia de controversias. Asimismo, en lo que respecta a los valores connotativos del término, es preciso especular acerca de su carga ideológica, es decir, su función como signo ideológico y su grado de naturalización en el discurso; 6) por último, no resulta sencillo precisar las sucesivas reelaboraciones del término bárbaros en el interdiscurso, especialmente en los géneros discursivos hegemónicos de época clásica, y determinar las acepciones lingüísticas, étnicas, culturales o políticas del término, así como evaluar su carácter o bien neutro (no-evaluativo), o bien peyorativo o, incluso, ideológicamente estereotipado.

9 Heráclito. B. 107 (de Sext. Emp. 7. 126) ?a??? μά?τυ?ε? ἀνθ?ώπ?ισιν ὀφθaλμ?? ?a? ὦτa ßa?ßά??υ? ψυχὰ? ἐχ?ντων.

10 Weidner (1913: 303-304) indica que el término bárbaros es posiblemente una derivación sumero-babilonia de la forma barbaru (extranjero). En general, la crítica coincide en postular que, en sus orígenes, el término bárbaros debía evocar estrictamente un 'habla' caracterizada por la cacofonía y por las dificultades de decodificación que suponía al interlocutor. Pokorny (1959: 91-92) asocia el término bárbaros a una serie de voces de origen indo-europeo que designan lo incomprensible o inarticulado, como el término balbutio del latín o baby del inglés. La tesis de Estrabón (14. 2. 28), refrendada por estudios fonológicos modernos (cf. Skoda 1978: 112), indica que bárbaros constituye una onomatopeya peyorativa y menciona ejemplos análogos ßaττa?ίζειν, τ?aυλίζειν, ψελλίζειν. Lévy (1984: 8) corrobora la tesis de Estrabón a partir de un análisis fonológico. Sugiere que la secuencia barbar presenta un carácter doble: 1) se funda en la repetición de la sílaba ba (como en papá, mamá), que constituye una de las formas universales del balbuceo infantil; 2) la secuencia br en bárbaros, aun cuando las consonantes se encuentran separadas, evoca una suerte de ronquido o gruñido áspero. De allí que las connotaciones fónicas de la voz bárbaros sean, desde su génesis, la de una suerte de habla ronca, balbuciente e infantil, modus loquendi éste que caracterizaría a individuos de otras comunidades lingüísticas percibidas como 'ajenas' al in-group.

11 Entendemos la 'interdiscursividad' como el fenómeno por el cual elementos de discursos diferentes se combinan en textos y producen como resultado nuevos discursos híbridos o nodales. También el concepto de interdiscursividad puede remitir a la combinación en un texto de rasgos del contexto o del registro asociados con diferentes géneros cuyo resultado es la emergencia de nuevos géneros híbridos. Las nociones de 'intertextualidad' e 'interdiscursividad' han recibido caracterizaciones diferentes en el ámbito del análisis de discurso francófono. Charaudeau-Maingueneau (2005: 334) definen al interdiscurso, en sentido amplio, como el "conjunto de unidades discursivas (correspondientes a discursos anteriores del mismo género, a discursos contemporáneos de otros géneros, etc.) con los cuales un discurso particular entra en relación implícita o explícita". Adam (1999: 85) distingue entre intertexto (los ecos libres de uno o varios textos en otro texto) con total independencia del género, y el interdiscurso (el conjunto de géneros que interactúan en una coyuntura dada); en Adam (2006) el interdiscurso es una vez más definido como un régimen general de relación entre discursos (análogo a la genericidad), una de cuyas formas sería la intertextualidad.

12 Esta es la explicación que ofrece Hall (1989: 10-11).

13 Cf. Lévy (1984: 10).

14 ?ὐ μὴν ?ὐδὲ ßa?ßά??υ? εἴ?η?ε διὰ τὸ μηδὲ Ἕλληνά? πω, ὡ? ἐμ?? δ??εῖ, ἀντίπaλ?ν ἐ? ἓν ὄν?μa ἀπ??ε??ίσθaι. (Tuc. 1. 3. 3).

15 Cf. Str. 14. 2. 28, para quien la ocurrencia del término barbaróphonoi presuponía la existencia del término bárbaros: μὴ λεγ?μένων τε ßa?ßά?ων πῶ? ἔμελλεν εὖ λεχθήσεσθaι τὸ ßa?ßa??φώνων, "Si no eran llamados bárbaros, cómo podrían ser correctamente (los carios) llamados 'de habla bárbara'?". Al respecto, véase la discusión de Lévy (1984: 6) quien insiste, en cambio, en que en los compuestos posesivos del tipo de barbaróphonos que se encuentran en Homero (formados con la desinencia -φών??), el primer elemento es un adjetivo. Esto demuestra que la presunta existencia de un adjetivo bárbaros de época homérica -cuyo contenido semántico estaría vinculado con un habla inarticulada o ininteligible- no implica necesariamente la concepción de 'el bárbaro' o 'los bárbaros' como entidad -es decir, sustancia- que se opondría a 'lo(s) griego(s)'. Tampoco Lévy cree que el término homérico barbaróphonos pudiera constituir una suerte de tecnicismo o neologismo para referir a quienes hablaban una lengua no-griega. En primer lugar, en los textos homéricos el término φ?νή, que constituye el segundo elemento del compuesto, no posee el sentido de 'habla', sino más bien el de 'voz'. En segundo lugar, si se tratara efectivamente de un tecnicismo con el sentido de 'lengua no-griega', Homero no lo habría utilizado exclusivamente en relación con los carios. Una tesis más radical (Bengston 1954: 29-30) propone que el término barbaróphonos de Ilíada podría ser una interpolación tardía -incluso posterior a Tucídides-, cuya finalidad habría sido la de transformar los catálogos homéricos en documentos destinados a revitalizar el 'ideal panhelénico'. Cf. Hall (1989: 9).

20 Hall (1989: 14).

21 Es posible aventurar que los poemas homéricos presenten in nuce una conciencia incipiente de un mundo 'griego', así como una unidad territorial extendida como la 'Hélade' (cf. Lévy 1984: 11-12), así como una conciencia de un mundo o habitantes de un espacio no-griego o extranjero. Sin embargo, dicha embrionaria y poco sistemática distinción no puede adscribirse a la diferenciación que inaugura el enfrenta miento entre las huestes de Agamenón y los troyanos. Los términos homéricos para un 'otro' percibido como geográficamente distante, desconocido o ajeno a la comunidad son ἀλλ?δaπό? o τηλεδaπό?, además del extendido término xénos. Ninguno de estos lexemas detenta un contenido de tipo étnico-cultural que pueda sugerir o evocar siquiera la distinción griego-bárbaro.

22 Tal es la explicación ofrecida por el propio Estrabón en relación con los orígenes del término bárbaros: ?ἶμaι δὲ τὸ ßά?ßa??ν ?aτ᾽ ἀ?χὰ? ἐ?πεφωνῆσθaι ?ὕτω? ?aτ᾽ ὀν?μaτ?π?ιίaν ἐπ? τῶν δυσε?φ??ω? ?a? σ?λη?ῶ? ?a? τ?aχέω? λaλ?ύντων͵ ὡ? τὸ ßaττa?ίζειν ?a? τ?aυλίζειν ?a? ψελλίζειν. (Str. 14. 2. 28). Se trataría, pues, de un término onomatopéyico para hacer alusión a un modo de elocución duro y tosco. Al respecto, cf. Lévy (1984: 9).

23 La traducción ad litteram del fragmento es: "Malos testigos son para los hombres los ojos y oídos de quienes tienen almas bárbaras". Parte de la oscuridad del pasaje reside precisamente en la interpretación del sintagma ßa?ßά??υ? ψυχὰ?.

24 διδάσ?aλ?? δὲ πλείστων Ἡσί?δ?? (.)· (Heraclit. B. 57).

25 π?λυμaθίη ν??ν ?ὐ διδάσ?ει· Ἡδί?δ?ν γὰ? ἂν ἐδίδaξε ?a? Πυθaγ??ην aὖτί? τε Ξεν?φάνεά τε ?a? Ἑ?aτaῖ?ν. (Heraclit. B. 40). En relación con la polymathíe en los filósofos presocráticos, véase Guthrie (1962: 1. 417), quien entiende que el término designa cierto tipo de conocimiento "como el que puede derivarse del estudio de los poetas, los cuales en Grecia eran los maestros reconocidos en materias tales como la teología, la moral y otros temas como las artes y técnicas".

26 Cf. al respecto Lévy (1984: 9).

27 "Aplaca el habla tosca / no sea que hables de manera 'bárbara'" es una traducción tentativa ante la falta de un contexto que pueda arrojar luz sobre el sentido de los versos. Algunas ediciones del fragmento insertan un vocativo Zεῦ.

28 El carácter aliterativo e incluso cacofónico del término bárbaros ha sido explotado, como apunta Lévy (1984: 8), por la comedia aristofánica (Ranas, vv. 680-683): ἐπιß?έμετaι. ἐπ? ß??ßa??ν .πέτaλ?ν.

29 Cf. los usos homéricos del verbo ß?ζω + acusativo: ??τιa ß?ζειν 2. 14. 92; ἀνεμώλιa ß?ζειν Od. 4. 837; πεπνυμένa ß?ζειν 2. 9. 58.

30 "(.) De nobles hazañas han sido trazados innumerables caminos de cien pies de largo, uno tras otro, / tanto más allá de las fuentes de Nilo como por los Hiperbóreos. / Y no hay ciudad tan bárbara y de contraria lengua / que no haya oído la fama del héroe Peleo, el venturoso yerno de los dioses (.)".

31 Citado por Lévy (1984: 10, n. 49). Hall (1989: 10, n. 34) lo considera apócrifo. Heródoto (4. 155. 3) ofrece una versión de los primeros versos del oráculo ligeramente diferente: "Bato, viniste por tu voz. Pero el soberano Febo Apolo te envía a Libia, de pingües rebaños, a fundar una colonia" (Βάττ᾽ ἐπ? φωνὴν ἦλθε?. ?νaξ δέ σε Φ?ῖß?? Ἀπ?λλων ἐ? Λιßύην πέμπει μηλ?τ??φ?ν ?ἰ?ιστῆ?a).

32 "Bato, viniste por tu voz. Pero el soberano Febo Apolo / Te envía a Libia, ceñido de bella corona, para que gobiernes / La vasta Cirene y obtengas el honor real. / Allí hombres bárbaros con casacas de cuero -cuan do marches sobre Libia- / Te acometerán".

33 Bato I de Cirene (Βάττ?? Ἀ?ιστ?τέλη?) fue el primer rey de Cirene desde 631 hasta finales de 590 a.C. Era hijo de Polimnesto de Tera y supuestamente de una princesa de Creta llamada Frónima (Her. 4. 155. 1).[] Heródoto (4. 155. 2) indica asimismo que el nombre de Bato era una palabra libia que significaba 'rey'. Otros entienden, en cambio, que el nombre deriva tal vez del término battarízo (tartamudear).[] Según Píndaro (P. 5. 116), el auténtico nombre de Bato era Aristóteles.

34 En lo que respecta al lenguaje oracular, es posible también incluir en nuestro análisis los oráculos arcaizantes de Bacis, citados por Heródoto en 8. 20. 2 y 9. 43. 2. Sin embargo, no se emplea aquí el término bárbaros, sino el tradicional adjetivo barbaróphonos derivado de la Ilíada. En el primero de los oráculos (8. 20. 2), que constituye una admonición a los eubeos, el término barbaróphonos ("el de extraño lenguaje") aludiría enigmática y anticipadamente a Jerjes, quien habría de construir un puente sobre el Helesponto: "Cuando un hombre de habla extraña lance un yugo de papiro al mar (.)" (ßa?ßa?όφων?? ὅτaν ζυγὸν εἰ? ἅλa ß?λλῃ ßύßλιν?ν). En el segundo del ellos (9. 43. 2.) -una presunta profecía de Bacis acerca de la batalla de Platea- se habla de "la coalición de los griegos y el lamento de lenguaje extraño" (Ἕλλήνων σύν?δ?ν ?a? ßa?ßa?όφων?ν ἰυγήν). En ambos casos resulta evidente que el término barbaróphonos no reviste connotaciones étnicas, sino que more homerico denota sencillamente una cierta 'habla extraña' o un individuo con tales características. La interpretación del término barbaróphonos como equivalente a bárbaros (y, más precisamente, en el contexto narrativo en que se insertan los oráculos en las Historias, como una alusión metafórica a los persas o a Jerjes en particular), es tan solo un efecto de lectura a partir del cual se 'efectiviza' el vaticinio profético. En este sentido, debemos distinguir: a) la asignación de referencia al término barbaróphonos a la luz del contexto narrativo de las Historias, que pro picia la asociación post eventum con el bárbaro-persa y ratifica el cumplimiento de la profecía; b) las profecías de Bacis -un conjunto de oráculos, similares a los de Orfeo y Museo, en circulación desde fines del siglo VII y recopilados en Atenas en tiempos de los Pisistrátidas- como testimonio histórico. En lo que respecta a la evolución semántica del término bárbaros -si asumimos la autenticidad documental de los oráculos de Bacis trasmitidos por Heródoto- el término arcaizante barbaróphonos, de inequívoca inspiración homérica, no propicia stricto sensu conexión alguna con 'el bárbaro' en el sentido étnico-cultural que adquirirá en el siglo V. Al igual que en Ilíada, el sentido primero es de índole lingüística y no exige necesariamente la noción de 'bárbaro' como no-griego. Ahora bien, en lo que atañe a la interpretación en con texto del oráculo en la narración herodotea, sin duda dicha vinculación se ve explícitamente refrenda da por la voz enunciadora: el término barbaróphonos de ambos oráculos indica proféticamente al bárbaro-persa.

35 "Hecateo de Mileto dice acerca del Peloponeso: que antes de los helenos lo habitaban bárbaros".

36 Hall (1989: 10, n. 34) se inclina por considerar el testimonio de Estrabón una "paráfrasis" de las palabras de Hecateo. Lévy (1984: 10), en cambio, acepta la autenticidad de la cita de Estrabón.

37 Creemos que existe en la enunciación la intención pragmática de reproducir "las palabras exactas" del discurso citado (Hecateo), pero subordinándolo y ajustándolo a la sintaxis del discurso citante (Estrabón).

38 Al respecto, cf. Bertelli (2001: 67-94) quien examina el papel desempeñado por la tecnología de la palabra escrita -hecho que significó un paulatina transformación de una cultural esencialmente oral o una cultura híbrida en la que conviven oralidad y escritura- en el surgimiento de la historiografía griega. Bertelli concluye que la escritura constituye una condición necesaria pero no suficiente para explicar la emergencia de la historíe griega. En lo que respecta no sólo al uso de la escritura sino especialmente a la se lección de la prosa como instrumentum por parte de Hecateo de Mileto, considerado por algunos como el pre cursor o "padre" de la historíe griega, Bertelli aduce que 1) pudo tratarse en parte de la adopción de la "prosa científica" de la "escuela de Mileto", 2) pero, en particular, de una exigencia de la propia actividad "crítica" que lleva a cabo Hecateo y que exige la confrontación y evaluación de fuentes diversas, la búsqueda de explicaciones racionales y la dotación de un cierto ordenamiento cronológico a la narración de eventos. Por otra parte, a diferencia de la expresión poética en que el "pasado" mítico se encuentra fusionado con el presente y se reactualiza por intermisión divina en cada performance o recitación, la prosa, en cambio, instituye la mediación del tiempo, introduce la separación entre pasado y presente, hiato éste en el que se ubica la primera persona del hístor y que habilita una actitud crítica respecto de la tradición. Al respecto, véase Fowler (2001: 95-115).

39 Al respecto, véase el listado de posibles antecedentes de Heródoto provisto por Fowler (1996: 62-87).

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Fecha de recepción: 29-03-13.
Fecha de aceptación: 13-06-13.

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