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Argos

versión On-line ISSN 1853-6379

Argos vol.38 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

ARTÍCULOS

Acuerdo y desacuerdo en la Ilíada. Un análisis de κατὰ μοῖραν y κατ’ αἶσαν como marcadores discursivos1

 

Betiana P. Marinoni

UBA - CONICET - UADER

bmarinoni@gmail.com

 


Resumen

En los últimos años, la validez de aplicar parámetros específicos de la teoría de la pragmática del lenguaje a los poemas homéricos, y a las lenguas clásicas, ha sido ampliamente comprobada. También este trabajo intenta demostrar que este tipo de abordaje permite una comprensión más profunda de los discursos persuasivos de la Ilíada. En efecto, el propósito del presente estudio es observar la utilización de los sintagmas preposicionales κατὰ μοῖραν y κατ’ αἶσαν como marcadores discursivos. Así, buscamos analizar por qué una reprimenda logra el éxito persuasivo al margen de la verdad enunciada acerca del código de conducta tradicional.

Palabras clave. Acuerdo; Marcador Discursivo; Cortesía; Μοῖραν; Αἶσαν.

Agreeing and disagreeing in the Iliad. An analysis of κατὰ μοῖραν and κατ’ αἶσαν as discourse markers

Abstract

In recent years, the validity of applying specific parameters taken from the pragmatics of language theory to the Homeric poems, and classical languages, has been widely proved. This work is another attempt to demonstrate that this kind of approach allows comprehending more deeply the persuasive discourses in the Iliad. In fact, the main purpose of this study is to observe the prepositional clauses κατὰ μοῖραν and κατ’ αἶσαν working as discourse markers. In doing so, we will try to better understand the reason why a rebuke is persuasively successful beyond the truthfulness of its statements about the traditional regulatory framework.

Keywords. Agreement; Discourse Marker; Politeness; Μοῖραν; Αἶσαν.


 

La importancia de los discursos directos en la Ilíada –que ocupan casi la mitad de su extensión total‒ se ha puesto de manifiesto en la profusión de estudios que la crítica homérica les ha dedicado y en la paulatina incorporación de nuevas perspectivas y teorías que han contribuido a un análisis integral de tales instancias, en particular, y de la obra, en general. En este sentido, la gradual ampliación del campo de los estudios pragmáticos del lenguaje demarcó uno de los puntos significativos de transición más recientes en la crítica homérica. La nueva luz dirigida al contexto de la comunicación habilitó, por una parte, estudios que dieran cuenta del vínculo entre el uso persuasivo del lenguaje, el contexto social de sus participantes y el pensamiento y práctica políticos y, más recientemente, investigaciones enfocadas en analizar la representación lingüística de dichas relaciones interpersonales existentes entre hablante y oyente a partir de la teoría de cortesía y de los marcadores discursivos.

Con respecto al reciente interés en la aplicación de la teoría de los marcadores discursivos a las lenguas clásicas, podemos distinguir dos tradiciones. Por una parte, los trabajos críticos pertenecientes a las universidades de Leiden y Ámsterdam, entre los cuales Bakker (1988-2009), Wakker (1994), Rijksbaron (1997), y Risselada (1993) y Kroon (1995) en latín, y, por otra, aquellos pertenecientes a las universidades de Madrid, Sevilla y Vitoria: Crespo (1997-2003), Conti (2003-2014) y Maquieira (2003), Martínez Vázquez (2011), Ruiz Yamuza (2001-2011), entre otros. Por otra parte, acerca del enfoque sociolingüístico, cuyos fundamentos teóricos principales surgen del estudio de Brown & Levinson (1978), debemos mencionar los estudios de Brown (2003) y Minchin (2007) que, entre otras cuestiones, abordan las estrategias de cortesía presentes en los discursos directos de la Ilíada.

Todos los trabajos mencionados constituyen un antecedente fundamental para nuestra investigación. En efecto, lo que nos proponemos presentar en nuestro estudio es una consideración de los sintagmas preposicionales κατὰ μοῖραν y κατ’ αἶσαν como marcadores discursivos que apuntan a facilitar la comprensión, por parte del interlocutor, de la causa del logro o del fracaso en la búsqueda del consenso. De hecho, al margen de sus usos prototípicos, podemos distinguir que en los contextos dialógicos funcionan en el nivel interactivo del discurso cuando se presentan como respuesta a una reprimenda o a un consejo. En tales casos, operan como expresiones de cortesía de las cuales puede servirse el reprendido o aconsejado para justificar la acción que se busca corregir. Para ello, analizaremos las recurrencias de tales expresiones en la Ilíada con el objetivo de proponer una traducción posible para ambas y realizar una reflexión sobre las implicaciones que conlleva la búsqueda de la persuasión mediante la lógica del acuerdo.

Κατὰ μοῖραν vs. κατ’ αἶσαν

Antes de abocarnos al estudio de las instancias dialógicas particulares, permitámonos hacer un breve excursus acerca del concepto de marcador discursivo (en adelante MD) y su aplicación a las expresiones homéricas en cuestión.

Según dicha teoría, cuyo nombre se debe a Schriffin (1987), los MD son elementos cuyo uso es sintácticamente independiente pero secuencialmente dependiente en tanto actúan con múltiples funciones en los tres niveles del discurso: el nivel representativo, que comprende los contenidos relativos a la representación lingüística de una situación extralingüística, dentro del cual pueden distinguirse la representación íntegra de la situación comunicativa y la representación básica de la predicación; el nivel presentativo, que abarca la presentación y organización del mensaje; el interactivo, que atañe a la comunicación entre interlocutores (Crespo 1998: 62). Dicha tripartición de los niveles discursivos, reconocida por diferentes lingüistas, aunque con distintos nombres y sentidos, apunta a distinguir una realidad externa, a la cual pertenecen los sucesos referidos, y una interna, dentro de la cual se desarrollan las relaciones retóricas entre las unidades discursivas y las del propio proceso de interacción comunicativa. De este modo, a las relaciones lógico-semánticas se les anexan las relaciones semántico-pragmáticas que posibilitan la consideración de los factores internos y externos que intervienen en el acto de habla. De acuerdo con dichas relaciones pragmáticas, se distinguen las diferentes marcas discursivas según su función conectora, modalizadora o interactiva.

Es decir, los hablantes de toda lengua se sirven de palabras o frases preestablecidas para lograr que su acto de habla sea comprendido por su interlocutor como él desea y facilitar, así, la comunicación entre ambos. Tal como en otros textos literarios, en Homero nos encontramos con abundantes ejemplos de marcadores discursivos en las partes dialogadas, dado que son dispositivos que contribuyen a la organización de las ideas presentadas, a la expresión de la actitud del hablante y de su reacción ante las palabras de su interlocutor2.

Acerca del uso homérico del sintagma preposicional κατὰ μοῖραν, hemos observado que, al margen de su función en el nivel representativo3, en los diálogos opera como MD en los planos tanto conectivo como interactivo dentro de la expresión formular κατὰ μοῖραν ἔειπες, fórmula que se emplea en conexión con la conjunción ἀλλά que la sucede unos versos después. Mediante esta frase, entonces, el hablante retoma lo dicho por su interlocutor para expresar su acuerdo con respecto a la verdad sobre la normativa a la que este apela, pero inmediatamente anula su valor argumentativo introduciendo, mediante ἀλλά, su propio punto de vista. Ἀλλά marca, a su vez, una ruptura discursiva indicando que el locutor no acepta la situación de enunciación tal cual y que continuará el diálogo con una corrección de alguno de los constituyentes del acto de habla o bien presentando un cambio de tema que, a veces, puede corresponder a la introducción de un plan de acción (Basset 1997: 83-84). Este MD, entonces, no sólo contribuye a la interacción comunicativa sino que, principalmente, funciona como una estrategia de cortesía, dado que permite presentar el desacuerdo sin que resulte en una ofensa para el interlocutor.

Ahora bien, en cuanto al valor semántico del sintagma preposicional, que subyace a su uso como MD (Portolés 2001: 26), diversas son las opiniones de la crítica4. Es sólo Christensen (2007: 103-119) quien reconoce la recurrencia de la fórmula como expresión que funciona para apropiarse y modificar el discurso del otro para disputar de una manera cortés (2007: 119) y quien propone la traducción “de acuerdo con la tradición”. Sin embargo, para comprender el sentido específico del término μοῖρα es necesario examinar también sus usos por fuera de la expresión en cuestión y en contraposición con su sinónimo αἶσα. El significado primero de ambos vocablos, perteneciente a la esfera de la normativa o la conducta social, es el de “parte” o “parte asignada” y, de allí, la “parte de la vida recibida”5. Tanto uno como otro términos son utilizados para indicar la parte del botín recibida y el destino, principalmente en referencia al momento de la muerte. Sin embargo, cabe señalar que αἶσα presenta una connotación positiva, incluso cuando se refiere a la muerte o a alguna desgracia, en contraposición a μοῖρα, que siempre manifiesta un acontecimiento o un giro de la suerte negativo para quien habla o para quien sufre sus consecuencias. En otras palabras, mientras que αἶσα expresa el “destino”, el término μοῖρα acepta la traducción más específica de “fatalidad”. Podemos citar dos ejemplos representativos6:

εἰ δέ μοι αἶσα
τεθνάμεναι παρὰ νηυσὶν Ἀχαιῶν χαλκοχιτώνων
βούλομαι·
(Il. XXIV.224-226)

Y si mi destino es morir junto a las naves de los aqueos de broncíneas túnicas, así lo quiero7.

Ἔνθ’ Ἀμαρυγκείδην Διώρεα μοῖρα πέδησε·
χερμαδίῳ γὰρ βλῆτο παρὰ σφυρὸν ὀκριόεντι
κνήμην δεξιτερήν· βάλε δὲ Θρῃκῶν ἀγὸς ἀνδρῶν
(Il. IV.517-519)

Entonces la fatalidad paralizó a Diores Amarincida, herido por una aristada piedra junto al talón en la pantorrilla derecha, y lo acertó el jefe de los tracios.

Asimismo, cuando se utiliza la expresión κατ’ αἶσαν para caracterizar el discurso del otro, el intercambio siempre desemboca en el éxito persuasivo, es decir, se manifiesta el logro del consenso y se anticipa que se procederá teniendo en cuenta la corrección recibida8. En contraposición, la frase κατὰ μοῖραν ἔειπες, si bien inicia una respuesta aparentemente co-orientada con los argumentos escuchados, anticipa un contraargumento, un reproche o una modificación de la propuesta. En resumen, ambas expresiones operan como MD, dado que manifiestan el reconocimiento de la pretensión de verdad del enunciado del interlocutor con respecto a cuestiones que atañen a la normativa social9. Con la primera expresión, se deja en claro que los argumentos presentados son suficientes para modificar la conducta. Con la segunda, en cambio, el hablante se suma a lo planteado por su interlocutor, porque también reconoce en ello la norma, pero con la intención de mitigar el efecto que puede producir su propia respuesta orientada, principalmente, por las particularidades del contexto enunciativo, es decir, a la vez que expresa su acuerdo con los argumentos de su interlocutor, manifiesta desacuerdo con respecto a su validez en el contexto enunciativo específico. Podemos proponer, entonces, como traducción, κατ’ αἶσαν “como es oportuno”, κατὰ μοῖραν “como es debido”.

Κατ’ αἶσαν

Tal como anticipamos, en los casos en que se utiliza la expresión κατ’ αἶσαν, el interlocutor termina siendo persuadido y, por lo tanto, modifica su comportamiento de acuerdo con la corrección recibida. Por medio de este MD, el hablante no sólo reconoce la verdad formulada con respecto a un precepto vigente sino, sobre todo, la coyuntura enunciativa precisa para que este alcance su grado máximo de eficacia normativa. En este sentido, anticipa la modificación del comportamiento en cuestión. Así, opera, en efecto, la reprimenda que Héctor le dirige a Paris en Il. III.39-57, mediante la cual le recuerda los valores que conforman el modelo de excelencia heroica.

ἦ που καγχαλόωσι κάρη κομόωντες Ἀχαιοὶ
φάντες ἀριστῆα πρόμον ἔμμεναι, οὕνεκα καλὸν
εἶδος ἔπ’, ἀλλ’ οὐκ ἔστι βίη φρεσὶν οὐδέ τις ἀλκή. (...)
οὐκ ἂν δὴ μείνειας ἀρηΐφιλον Μενέλαον;
γνοίης χ’ οἵου φωτὸς ἔχεις θαλερὴν παράκοιτιν·
οὐκ ἄν τοι χραίσμῃ κίθαρις τά τε δῶρ’ Ἀφροδίτης
ἥ τε κόμη τό τε εἶδος ὅτ’ ἐν κονίῃσι μιγείης.
(Il. III.43-57)

Seguramente, se ríen los aqueos de largos cabellos que te creían un valiente comandante por tu bella apariencia, pero no hay valor en tus pensamientos ni tampoco coraje. (...) ¿No aguardarías firme a Menelao, caro a Ares? Conocerías al hombre cuya joven esposa tienes. Y no te socorrerían por cierto la cítara ni los dones de Afrodita ni tu cabellera ni tu apariencia cuando te mezclaras con el polvo.

Ahora bien, lo que hace efectiva la reprensión de Héctor es el grado de franqueza y precisión con el que reprocha a su hermano cada una de las instancias en las que su comportamiento se alejó de dicho paradigma. En consecuencia, Paris queda impedido de hallar contraargumento alguno y, entonces, le responde:

Ἕκτορ ἐπεί με κατ’ αἶσαν ἐνείκεσας οὐδ’ ὑπὲρ αἶσαν·
αἰεί τοι κραδίη πέλεκυς ὥς ἐστιν ἀτειρὴς (...)
νῦν αὖτ’ εἴ μ’ ἐθέλεις πολεμίζειν ἠδὲ μάχεσθαι,
ἄλλους μὲν κάθισον Τρῶας καὶ πάντας Ἀχαιούς,
αὐτὰρ ἔμ’ ἐν μέσσῳ καὶ ἀρηΐφιλον Μενέλαον
συμβάλετ’ ἀμφ’ Ἑλένῃ καὶ κτήμασι πᾶσι μάχεσθαι·
(Il. III.59-70)

Héctor, me has reprendido como es oportuno y no de modo inoportuno. Tu corazón es siempre inflexible como un hacha (...) Ahora, si quieres que yo luche y que combata, ordena que se sienten los demás troyanos y aqueos, y que yo y Menelao, caro a Ares, nos enfrentemos en duelo por Helena y por todas las riquezas.

Es nuevamente en el canto VI cuando Héctor vuelve a abordar a su hermano con una franca amonestación, ante otra actitud cobarde por parte de este.

δαιμόνι’ οὐ μὲν καλὰ χόλον τόνδ’ ἔνθεο θυμῷ,
λαοὶ μὲν φθινύθουσι περὶ πτόλιν αἰπύ τε τεῖχος
μαρνάμενοι· σέο δ’ εἵνεκ’ ἀϋτή τε πτόλεμός τε
ἄστυ τόδ’ ἀμφιδέδηε· σὺ δ’ ἂν μαχέσαιο καὶ ἄλλῳ,
ὅν τινά που μεθιέντα ἴδοις στυγεροῦ πολέμοιο.
ἀλλ’ ἄνα μὴ τάχα ἄστυ πυρὸς δηΐοιο θέρηται.
(Il. VI.326-331)

¡Infeliz! No está bien que guardes esa cólera en tu ánimo. Las huestes perecen en combate alrededor de ciudadela y de la escarpada muralla, y por tu culpa el griterío y la guerra arden alrededor de esta ciudadela. Tú mismo enfrentarías también a otro a quien vieras retirarse de la odiosa guerra. Pero, vamos, que la ciudad no arda pronto con un fuego destructor.

En esta oportunidad, el héroe recurre nuevamente al sentimiento de αἰδώς que debería despertar en Paris una circunstancia semejante, remarcando el estado crítico en el que se encuentra la ciudad por su culpa. Alejandro le responde con la misma frase formular, Ἕκτορ ἐπεί με κατ’ αἶσαν ἐνείκεσας οὐδ’ ὑπὲρ αἶσαν. “Héctor, me has reprendido como es oportuno y no de modo inoportuno”, y, si bien justifica su ausencia en el combate, se muestra dispuesto a actuar tal como Héctor se lo ordena.

Otra ocasión en la que se manifiesta el logro persuasivo mediante esta expresión es en Il. XVII.716: πάντα κατ’ αἶσαν ἔειπες ἀγακλεὲς ὦ Μενέλαε. “Todo lo has dicho como es oportuno, glorioso Menelao”, en respuesta a las palabras de Menelao:

κεῖνον μὲν δὴ νηυσὶν ἐπιπροέηκα θοῇσιν
ἐλθεῖν εἰς Ἀχιλῆα πόδας ταχύν· οὐδέ μιν οἴω
νῦν ἰέναι μάλα περ κεχολωμένον Ἕκτορι δίῳ·
οὐ γάρ πως ἂν γυμνὸς ἐὼν Τρώεσσι μάχοιτο.
ἡμεῖς δ’ αὐτοί περ φραζώμεθα μῆτιν ἀρίστην,
ἠμὲν ὅπως τὸν νεκρὸν ἐρύσσομεν, ἠδὲ καὶ αὐτοὶ
Τρώων ἐξ ἐνοπῆς θάνατον καὶ κῆρα φύγωμεν.
(Il. XVII.708-714)

Ya envié a aquel a las veloces naves a que vaya hasta Aquiles de rápidos pies. Pero no creo que ahora venga por muy encolerizado que esté con el divino Héctor. No podría, pues, luchar sin armas contra los troyanos. Pero imaginemos nosotros mismos la mejor estratagema para arrastrar el cadáver o para que al menos nosotros, alejados del clamor de los troyanos, huyamos de la muerte y de la parca.

Tal como en las ocurrencias anteriores, Menelao no sólo apela al deber que tienen como ἑταῖροι de defender el cadáver de Patroclo, sino también a la particularidad de la circunstancia presente, es decir, que deben actuar, además, porque Aquiles no puede hacerlo al no disponer de armas para ingresar al combate.

Ahora bien, entre los ejemplos en los que se logra la persuasión, cabe analizar el discurso de Néstor a Agamenón en el canto IX para observar en qué aspecto se diferencia la utilización de una expresión diferente para reconocer la verdad de las palabras del otro:

Ἀτρεΐδη κύδιστε ἄναξ ἀνδρῶν Ἀγάμεμνον
ἐν σοὶ μὲν λήξω, σέο δ’ ἄρξομαι, οὕνεκα πολλῶν
λαῶν ἐσσι ἄναξ καί τοι Ζεὺς ἐγγυάλιξε
σκῆπτρόν τ’ ἠδὲ θέμιστας, ἵνά σφισι βουλεύῃσθα.
τώ σε χρὴ περὶ μὲν φάσθαι ἔπος ἠδ’ ἐπακοῦσαι,
κρηῆναι δὲ καὶ ἄλλῳ, ὅτ’ ἄν τινα θυμὸς ἀνώγῃ
εἰπεῖν εἰς ἀγαθόν· σέο δ’ ἕξεται ὅττί κεν ἄρχῃ.
αὐτὰρ ἐγὼν ἐρέω ὥς μοι δοκεῖ εἶναι ἄριστα.
οὐ γάρ τις νόον ἄλλος ἀμείνονα τοῦδε νοήσει
οἷον ἐγὼ νοέω ἠμὲν πάλαι ἠδ’ ἔτι καὶ νῦν
ἐξ ἔτι τοῦ ὅτε διογενὲς Βρισηΐδα κούρην
χωομένου Ἀχιλῆος ἔβης κλισίηθεν ἀπούρας
οὔ τι καθ’ ἡμέτερόν γε νόον· μάλα γάρ τοι ἔγωγε
πόλλ’ ἀπεμυθεόμην· σὺ δὲ σῷ μεγαλήτορι θυμῷ
εἴξας ἄνδρα φέριστον, ὃν ἀθάνατοί περ ἔτισαν,
ἠτίμησας, ἑλὼν γὰρ ἔχεις γέρας· ἀλλ’ ἔτι καὶ νῦν
φραζώμεσθ’ ὥς κέν μιν ἀρεσσάμενοι πεπίθωμεν
δώροισίν τ’ ἀγανοῖσιν ἔπεσσί τε μειλιχίοισι.
Il. IX.96-113

Atrida, gloriosísimo Agamenón, soberano de hombres. En ti concluiré y por ti comenzaré, puesto que de muchas huestes eres soberano y Zeus puso en tus manos el cetro y las normas, para que deliberes. Por eso es necesario que sobre todo tú pronuncies tus palabras y escuches e, incluso, consideres las de otro, cuando el ánimo lleve a uno a hablar para el bien, de ti dependerá cumplir lo que aquel haya comenzado. Por mi parte, te voy a decir lo que me parece que es lo mejor; y ningún otro concebirá una idea mejor que esta mía, que he concebido ya hace tiempo y todavía ahora mantengo desde que, oh descendiente de Zeus, a la joven Briseida arrebataste y sacaste de la tienda del airado Aquiles en contra de nuestra opinión; pues con mucha insistencia yo mismo traté de disuadirte. Pero tú a tu magnánimo corazón cediste y al varón más valioso, recompensado hasta por los inmortales, has deshonrado, pues le has quitado y aún retienes su recompensa. No obstante, pensemos aún ahora cómo persuadirlo compensándolo con regalos propicios y dulces palabras.

Lejos de la posición superior que había adoptado en el canto I y que había dejado su discurso sin efecto (vide infra), en este caso Néstor se muestra, sabiamente, como un consejero más, al colocar la fuerza persuasiva en el consejo mismo y no en su propia persona. Este movimiento le permite introducir su argumento de mayor peso: la autoridad de la que goza Agamenón no es la que lo exime de escuchar y aceptar a cualquiera que proponga una acción en beneficio del grupo, antes bien, es la razón principal porque la que está obligado a obedecer. Una vez enunciada la verdad con respecto a la normativa, presenta su consejo como una mera opinión con la frase αὐτὰρ ἐγὼν ἐρέω ὥς μοι δοκεῖ εἶναι ἄριστα (Christensen 2007: 144). Sin embargo, su discurso opera como una reprimenda, más que como una propuesta, dado que le recuerda a Agamenón la ocasión en la cual se alejó de la norma a la que apeló al principio de su discurso, error que no sólo él puede observar desde su punto de vista sino que además ha sido probado por los hechos mismos (ὃν ἀθάνατοί περ ἔτισαν). Finalmente, y de manera indirecta, Néstor sugiere cuál sería la manera más conveniente de proceder. Su discurso, sin duda, es persuasivo, como demuestra la respuesta de Agamenón:

ὦ γέρον οὔ τι ψεῦδος ἐμὰς ἄτας κατέλεξας·
ἀασάμην, οὐδ’ αὐτὸς ἀναίνομαι. ἀντί νυ πολλῶν
λαῶν ἐστὶν ἀνὴρ ὅν τε Ζεὺς κῆρι φιλήσῃ,
ὡς νῦν τοῦτον ἔτισε, δάμασσε δὲ λαὸν Ἀχαιῶν.
ἀλλ’ ἐπεὶ ἀασάμην φρεσὶ λευγαλέῃσι πιθήσας,
ἂψ ἐθέλω ἀρέσαι δόμεναί τ’ ἀπερείσι’ ἄποινα.
Il. IX.115-120

Anciano, no has dicho ninguna mentira sobre mi ceguera: me enceguecí, ni yo lo niego. A muchas huestes equivale el varón a quien Zeus quiere en su corazón, así ahora a ese ha vengado y ha sometido a la hueste de los aqueos. Pero, puesto que me enceguecí al obedecer ruines razones, a cambio quiero compensarlo y entregarle un innumerable rescate.

De manera explícita, Agamenón reconoce la verdad de lo enunciado por Néstor. Sin embargo, la expresión de la que se sirve no es la utilizada comúnmente para mostrar el acuerdo interpersonal con respecto al código de conducta a seguir, sino οὔ τι ψεῦδος. Significativo es, además, que lo que retoma del discurso del anciano es precisamente aquello relacionado con la verdad testimonial: sus propios actos, el proceder de los dioses, hasta el momento a favor de Aquiles. De este modo, la sensación de que no hay un acuerdo total con respecto a las obligaciones que la autoridad le confiere queda confirmada con la última frase de su discurso (vv.157-161)10, donde vuelve sobre las razones por las que Aquiles debe someterse a su voluntad11. El hecho de que reconozca su acción como equivocada no implica que acepte como correcto el modo en que actuó y actúa el Pelida; evaluación que, no casualmente, Néstor evitó realizar. Así, podemos observar, a partir de la respuesta del Atrida, que las palabras del anciano obtienen su éxito persuasivo principalmente a partir de la enunciación de verdades en relación con lo acontecido y atestiguado por todos, y no tanto por la vinculación que establece con el código de conducta. Esto no quita que al asumir el error de la primera implícitamente se reconozca la violación de la segunda. Lo que logra la estrategia retórica de Néstor, en efecto, es evitar el debate moral al presentar como argumento aquello que ninguno de los presentes puede negar –es decir, el resultado desastroso al que condujo la ofensa de Aquiles– y al invitar a pasar a reflexionar sobre una posible solución. Agamenón ve en esto la oportunidad de evadir una recriminación aún mayor, en la situación endeble en la que se encuentra ante los comandantes de su ejército, de modo que asumir el error se le presenta como algo preferible a presentar objeciones con respecto a la verdad normativa. En este sentido, es significativo el uso de la expresión οὔ τι ψεῦδος a diferencia del MD más habitual.

κατὰ μοῖραν

Si bien Néstor es uno de los rétores más destacados de la Ilíada, y también el más preciado entre sus compañeros, sus discursos se encuentran a veces con la expresión κατὰ μοῖραν como respuesta. Esto se debe a que es un personaje a través del cual se presentan, en mayor medida, las generalizaciones con respecto al trasfondo moral y ético en el que se insertan las acciones del relato (Minchin 2007: 49). No obstante, dichas generalizaciones, como bien remarca Christensen (2007: 81), a menudo fracasan en resolver los conflictos que surgen debido a la discrepancia entre los valores tradicionales a los que apela y el mundo en crisis sobre el que intenta aplicarlos. Esto es evidente en su intervención fallida en I.254-284, dado que Agamenón le responde:

ναὶ δὴ ταῦτά γε πάντα γέρον κατὰ μοῖραν ἔειπες·
ἀλλ’ ὅδ’ ἀνὴρ ἐθέλει περὶ πάντων ἔμμεναι ἄλλων,
πάντων μὲν κρατέειν ἐθέλει, πάντεσσι δ’ ἀνάσσειν,
πᾶσι δὲ σημαίνειν, ἅ τιν’ οὐ πείσεσθαι ὀΐω·
Il. I.286-289

Sí que todo, anciano, lo has dicho como es debido, pero este hombre quiere estar por encima de todos, a todos quiere dominar, de todos ser soberano, a todos dar órdenes, y creo que uno no va a obedecer.

Néstor se presenta, mediante su discurso, como una figura de autoridad con respecto a Agamenón y a Aquiles con tres argumentos: porque ellos son más jóvenes (259), porque participó exitosamente de un pasado de mayor excelencia (260-261), porque es un consejero y tienen que obedecerle, puesto que sabe recordarles cómo debe actuar cada uno de acuerdo con su posición (274), esto es, la obediencia que merece Agamenón en cuanto ἄναξ y el respeto del que es digno Aquiles por ser el mejor guerrero. Como bien sostiene Christensen (2007: 184-186), el fracaso de Néstor radica en su falta de coherencia entre los destinatarios que él crea en su discurso, de acuerdo con su relato sobre los hombres superlativos del pasado, y los destinatarios reales. En efecto, apelar a las razones tradicionales por las cuales cada uno debe someterse a la voluntad del otro no es oportuno en un contexto donde lo que se cuestiona, precisamente, es la validez de esas mismas razones. Por otra parte, ambos líderes se muestran reacios a todo sometimiento, de manera que intentar persuadirlos colocándolos también en una posición de obediencia no es lo más acertado. Agamenón, así, sabe apartar del conflicto al anciano haciéndole entender que su conocimiento sobre las verdades de la normativa tradicional no puede ayudarlos en este caso. En efecto, la disputa entre ambos líderes está montada sobre un cuestionamiento acerca de los límites y los abusos de dos tipos de poder –aquel conferido por factores heredados y aquel obtenido en virtud de méritos personales– que se aparta del equilibrio tradicional que el anciano recuerda.

Nuevamente Néstor se encuentra con una respuesta similar cuando, al ver diversos signos de la voluntad adversa de Zeus, le aconseja a Diomedes que retroceda, diciendo:

ἀνὴρ δέ κεν οὔ τι Διὸς νόον εἰρύσσαιτο
οὐδὲ μάλ’ ἴφθιμος, ἐπεὶ ἦ πολὺ φέρτερός ἐστι.
Il. VIII.143-145

Un hombre no podría protegerse del designio de Zeus por muy valiente que sea, porque él en verdad es muy superior.

El Tidida le responde con la misma expresión formular, ναὶ δὴ ταῦτά γε πάντα γέρον κατὰ μοῖραν ἔειπες· “Sí que todo, anciano, lo has dicho como es debido”, para presentar como contraargumento –mediante ἀλλά– a la frase gnómica de Néstor que en este caso se trata de enfrentarse a Héctor y que la vergüenza de haber actuado como cobarde sería mayor que la de no haber respetado las señales de Zeus. El anciano, entonces, cambia su argumento y apela a la verdad testimonial de que, por más que Héctor lo difame, no hay mayor prueba de su valentía que todos los troyanos a los que ha aniquilado. Esta verdad, junto con las siguientes señales de Zeus, termina por convencer a Diomedes.

Es Néstor, también, quien utiliza esta misma expresión con otros interlocutores. En una ocasión, para indicar que no es persuadido; en las otras dos ocasiones, para completar la propuesta que se ha presentado. En el primer caso, Diomedes le dirige la siguiente reprimenda, cuando el anciano va a despertarlo en medio de la noche:

σχέτλιός ἐσσι γεραιέ· σὺ μὲν πόνου οὔ ποτε λήγεις.
οὔ νυ καὶ ἄλλοι ἔασι νεώτεροι υἷες Ἀχαιῶν
οἵ κεν ἔπειτα ἕκαστον ἐγείρειαν βασιλήων
πάντῃ ἐποιχόμενοι; σὺ δ’ ἀμήχανός ἐσσι γεραιέ.
Τὸν δ’ αὖτε προσέειπε Γερήνιος ἱππότα Νέστωρ·
ναὶ δὴ ταῦτά γε πάντα φίλος κατὰ μοῖραν ἔειπες.
εἰσὶν μέν μοι παῖδες ἀμύμονες, εἰσὶ δὲ λαοὶ
καὶ πολέες, τῶν κέν τις ἐποιχόμενος καλέσειεν·
ἀλλὰ μάλα μεγάλη χρειὼ βεβίηκεν Ἀχαιούς.
Il. X.164-172

Tenaz eres, anciano, nunca dejas de esforzarte. ¿Acaso no hay entre los aqueos otros más jóvenes que podrían despertar a cada uno de los líderes, recorriendo todo el campamento? Eres imposible, anciano. Le dijo en respuesta Néstor gerenio, conductor de carros: Sí que todo, amigo, lo has dicho como es debido. Tengo, en realidad, intachables hijos, tengo huestes, y numerosas. Uno de ellos podría ir a hacer la convocatoria. Pero una necesidad muy urgente oprime a los aqueos.

Tal como en los pasajes anteriores, si bien se expresa acuerdo con respecto a la norma general enunciada por el interlocutor, se le quita valor al especificar la particularidad del contexto comunicativo. En este caso, el anciano explica que actúa como si aún fuera joven porque la urgencia de las circunstancias así lo requiere y no porque ha olvidado lo que es apropiado para su edad y su rango, tal como se lo deja ver a Diomedes al caracterizar su discurso con la frase κατὰ μοῖραν ἔειπες.

En las otras dos oportunidades, Néstor se sirve de dicho MD para expresar su acuerdo con lo enunciado por Diomedes y Aquiles, respectivamente, y proponer un paso a la acción:

Τυδεΐδη περὶ μὲν πολέμῳ ἔνι καρτερός ἐσσι,
καὶ βουλῇ μετὰ πάντας ὁμήλικας ἔπλευ ἄριστος.
οὔ τίς τοι τὸν μῦθον ὀνόσσεται ὅσσοι Ἀχαιοί,
οὐδὲ πάλιν ἐρέει· ἀτὰρ οὐ τέλος ἵκεο μύθων.
ἦ μὲν καὶ νέος ἐσσί, ἐμὸς δέ κε καὶ πάϊς εἴης
ὁπλότατος γενεῆφιν· ἀτὰρ πεπνυμένα βάζεις
Ἀργείων βασιλῆας, ἐπεὶ κατὰ μοῖραν ἔειπες.
ἀλλ’ ἄγ’ ἐγών, ὃς σεῖο γεραίτερος εὔχομαι εἶναι,
ἐξείπω καὶ πάντα διίξομαι·
Il. IX.53-61

Tidida, sobresales en el combate porque eres fuerte y también en el consejo eres el mejor de todos los de tu edad. Nadie de cuantos aqueos hay criticará tus palabras ni te contradirá; pero tu discurso ha quedado incompleto. Por cierto eres aún joven y podrías ser mi hijo, y hasta el más joven, mas dices cosas juiciosas a los líderes de los argivos y has hablado como es debido. Pero, vamos, yo, que me jacto de ser más viejo que tú, voy a completarlo y a explicar todo.

En efecto, las palabras de Diomedes habían apuntado a determinar el debido proceder en la asamblea –en los famosos versos 32-33–, a realizar un reproche contra la proposición de Agamenón y a expresar hasta qué punto él mismo estaría dispuesto a llegar para lograr la victoria. De este modo, tal como le remarca el anciano, su discurso es correcto en cuanto a la normativa que busca defender, pero carece de lo que se espera en el contexto de la asamblea, es decir, de la propuesta de un posible plan de acción. Además, el hecho de que se quede en la invectiva y no contribuya a la cohesión del grupo lleva a que el anciano vea su intervención como un cuestionamiento adicional de la autoridad de Agamenón que no favorece a la estabilidad y a la unidad del ejército (Christensen 2007: 115-116, Elmer 2013: 117-119). No obstante, el MD le permite corregir a Diomedes sin dejar de reconocer su buen discernimiento y sus méritos retóricos.

En otra ocasión, dice el anciano:

ναὶ δὴ ταῦτά γε πάντα τέκος κατὰ μοῖραν ἔειπες·
οὐ γὰρ ἔτ’ ἔμπεδα γυῖα φίλος πόδες, οὐδέ τι χεῖρες (...)
ἀλλ’ ἴθι καὶ σὸν ἑταῖρον ἀέθλοισι κτερέϊζε.
τοῦτο δ’ ἐγὼ πρόφρων δέχομαι, χαίρει δέ μοι ἦτορ,
ὥς μευ ἀεὶ μέμνησαι ἐνηέος, οὐδέ σε λήθω,
τιμῆς ἧς τέ μ’ ἔοικε τετιμῆσθαι μετ’ Ἀχαιοῖς.
Il. XXIII.626-649

Sí que todo, hijo, lo has dicho como es debido, pues ya no tengo firmes las rodillas ni los pies ni mis brazos, amigo. (...) Pero ve y sigue con los juegos fúnebres en honor a tu compañero. Esto lo acepto gustoso y mi corazón se alegra de ver cómo siempre te acuerdas del honor que se me debe y no olvidas la honra que me corresponde recibir entre los aqueos.

Este es el único caso en el que se utiliza el MD en cuestión simplemente para indicar el paso del discurso a la acción sin ser descortés con el otro. Es decir, es el único caso en que no se expresa desacuerdo ni una corrección, sino solo se completan las palabras con lo que les falta: el paso a la acción. Néstor, por cierto, reflexiona sobre los mismos valores a los que recurre Aquiles para justificar su acto de reconocimiento para con el anciano, es decir, manifiesta un acuerdo pleno con el modo de proceder del héroe y, simplemente, le permite proseguir al indicarle que con él ya ha cumplido.

Además de Néstor o de sus interlocutores, la expresión aparece en dos diálogos que involucran a personajes divinos. En un caso similar a los analizados, es Poseidón quien acuerda con Iris pero remarca lo particular de la situación:

Ἶρι θεὰ μάλα τοῦτο ἔπος κατὰ μοῖραν ἔειπες·
ἐσθλὸν καὶ τὸ τέτυκται ὅτ’ ἄγγελος αἴσιμα εἰδῇ.
ἀλλὰ τόδ’ αἰνὸν ἄχος κραδίην καὶ θυμὸν ἱκάνει
ὁππότ’ ἂν ἰσόμορον καὶ ὁμῇ πεπρωμένον αἴσῃ
νεικείειν ἐθέλῃσι χολωτοῖσιν ἐπέεσσιν.
Il. XV.206-210

Divina Iris, esto lo has dicho como es debido. También es bueno que el mensajero tenga ideas oportunas. Pero esta terrible angustia invade mi corazón y mi ánimo cada vez que a quien le corresponde igual parte y común destino busca recriminar con encolerizadas palabras.

La otra ocurrencia se da en Il. XXIV.379. Se trata de un uso particular de la expresión, dado que aparece en el mismo contexto que cuando se utiliza como MD, pero con un valor semántico más cercano al del sintagma preposicional en su uso prototípico: “como es”, “con exactitud”, “con orden”. Cabe señalar que, en este caso, es Príamo quien la aplica al discurso de Hermes, discurso que no enuncia una verdad gnómica con respecto a la normativa social, sino una verdad testimonial con respecto al carácter del linaje de su interlocutor12:

ἀλλ’ ἔτι τις καὶ ἐμεῖο θεῶν ὑπερέσχεθε χεῖρα,
ὅς μοι τοιόνδ’ ἧκεν ὁδοιπόρον ἀντιβολῆσαι
αἴσιον, οἷος δὴ σὺ δέμας καὶ εἶδος ἀγητός,
πέπνυσαί τε νόῳ, μακάρων δ’ ἔξεσσι τοκήων.
Il. XXIV.374-377

Pero también me ha tendido su mano alguno de los dioses, que me ha hecho llegar ante un caminante de tan buen presagio como en verdad es su piel y su aspecto admirable, de sabios pensamientos y nacido de felices progenitores.

Conclusiones

En resumen, nos hemos ocupado de observar principalmente las razones que llevan a un hablante a modificar su proceder o no según la normativa a la que apelan los enunciados de su interlocutor y el modo en que aquel da a conocer su actitud ante esa pretensión de corrección. Para ello, nos centramos en la distinción de las expresiones κατὰ μοῖραν y κατ’ αἶσαν como MD clave para comprender la razón del éxito o del fracaso persuasivo en cada interacción dialógica analizada. En retrospectiva, podemos distinguir que el factor que define el éxito de un discurso correctivo no sólo radica en la verdad que se enuncia acerca de la conducta apropiada, sino especialmente en la destreza con la que el hablante logra crear la argumentación que vincule tales generalizaciones normativas con los condicionantes pragmáticos del contexto enunciativo sobre el que intenta aplicarlas. El hecho de que el carácter verdadero de lo enunciado no sea el determinante del logro persuasivo queda demostrado en el uso de los MD analizados, puesto que ambos sirven para manifestar un reconocimiento de la verdad expresada por el otro, pero sólo uno, κατ’ αἶσαν, señala, además, la perspicacia con la que el hablante supo adaptarla a la situación particular. En este último caso, se le brinda al destinatario del discurso las razones concretas por las cuales es apropiado, también en la circunstancia presente, actuar según la norma. De este modo, al facilitarle el razonamiento que este debería seguir, el hablante logra que la decisión de modificar la conducta corregida sea producto de un acuerdo y no el resultado de un ejercicio unilateral de la palabra. El que obedece o sigue los consejos de otro, en consecuencia, no se siente forzado a hacerlo, desde una posición de ignorancia, sino que comparte con su interlocutor el conocimiento moral que lo lleva a comprender la necesidad de modificar su proceder.

A su vez, ambos MD operan como expresiones de cortesía, dado que permiten disentir con el otro o presentar la justificación del comportamiento corregido sin quitarle validez a los argumentos esgrimidos con los cuales se acuerda. Ambas respuestas están basadas, en términos de Brown & Levinson (1987), sobre una estrategia positiva de cortesía, dado que inciden, sobre todo, en las consideraciones compartidas, al punto de vista compartido de los interlocutores con respecto a los deberes y expectativas que orientan su proceder. En lugar de buscar una imposición por la autoridad y el respeto, este tipo de cortesía, por el contrario, resalta el acuerdo y el reconocimiento de pertenencia a un mismo grupo para atenuar el efecto que un cambio en la orientación del discurso puede tener en el otro.

En términos generales, la dinámica que rige las relaciones mediante las cuales se vinculan los personajes de la Ilíada, sean estas de diverso carácter, depende en gran parte de los mecanismos de imposición que se hallan a la mano de quien pretende efectuar su voluntad. La imposición, en efecto, no se iguala con la coacción sino que son las múltiples maneras de imponerse a otro las que determinan el grado de coerción que dicho acto busca o necesita ejercer en un contexto particular. En la Ilíada, de hecho, se exhibe dicha multiplicidad de alternativas de imposición a partir de las cuales se puede evidenciar qué mecanismos se privilegian y cuáles, en general, se dejan de lado a la hora de hacer que otro se ajuste a la propia voluntad. En este sentido, es posible reconocer el discurso persuasivo como una de las opciones distinguidas entre, por ejemplo, la violencia física o verbal, a las cuales, a veces, se termina recurriendo cuando la primera opción no es efectiva. Asimismo, al optar por la persuasión discursiva, el hablante debe elegir entre diversos modos de otorgarle fuerza a su palabra y, así, de crear un discurso eficaz. En efecto, la Ilíada, con su abundante repertorio de ejemplos de éxito y fracaso, de alguna manera opera como una reflexión sobre la exigencia estratégica de encauzar los propios intereses a través de mecanismos correctamente políticos, es decir, que respeten la voluntad y el poder de decisión del otro. En este sentido, en la dramatización de estas prácticas, se exhibe un proceder reflexivo de los hablantes en la elección de los modos de persuadir guiada por una conciencia respecto de la necesidad de generar un consenso. Esta conciencia surge, precisamente, en virtud del reconocimiento del conflicto de intereses y de la comprensión de que generar consenso no implica lograr que el otro esté de acuerdo porque ha cambiado totalmente de parecer, sino porque se le presentaron razones oportunas por las cuales estaría dispuesto a ceder. En este sentido, sostiene Elmer (2013: 7), que la Ilíada sea una poética de conflicto y de competitividad no indica la ausencia del consenso sino, antes bien, la condición para que este se dé13. Esto define la esencia de la práctica política de la Ilíada que White (1985: 35) bien describe como politics of persuasion: el acto político central no consiste en ordenar desde una posición de autoridad o invocar a un agente de poder para resolver el conflicto, sino reclamar que las cosas deben ser vistas de determinada manera, y en ello se tiene éxito sólo si se sabe persuadir. “Persuadibility in this sense is the central value of the Achaean collective life, the means by which the community maintains itself” (White 1985: 36).

En un contexto político tal, es comprensible la importancia de la destreza retórica ante la necesidad de suplantar discursivamente la fuerza coercitiva garantizada por los vínculos jerárquicos. Asimismo, es esperable que una comunidad tan inestable y sensibilizada respecto de la validez de los fundamentos legítimos de imposición privilegie la persuasión como una alternativa que favorece el respeto, aunque más no sea aparente, de los intereses y las decisiones del otro, a través de estrategias retóricas. En consecuencia, no habrá de sorprender que el éxito persuasivo de este tipo de discursos dependa casi exclusivamente de la habilidad retórica y táctica del hablante en un contexto particular y sea indiferente a su posición relativa de autoridad y a la condición de verdad de las afirmaciones enunciadas respecto de la normativa social. Así es como vemos fracasar en su intento persuasivo no sólo a personajes como Tersites –notoriamente irrespetuoso de todo procedimiento ritual requerido en la asamblea y falto de la habilidad retórica necesaria para presentar las mismas verdades que evoca mediante una argumentación ordenada y un discurso cortés– sino también a personajes como Néstor.

Lo que buscamos resaltar, mediante un análisis pragmático de los discursos de reprimenda o corrección en la Ilíada, es que la tendencia a atenuar la intención ilocutiva de imposición por medio de una argumentación y una contra-argumentación atenuada refleja una práctica y un pensamiento políticos propios de la época, pues están enmarcados en la necesidad del acuerdo como modo legítimo de control sobre los otros. Dicha necesidad, en efecto, implica que los personajes que son objeto de la persuasión, incluso por parte de las figuras de mayor autoridad, tienen la posibilidad de elegir su estrategia de acción de acuerdo con la voluntad propia o ajena por medio de una evaluación cognitiva y racional de la circunstancia.

Notas

1. Este trabajo forma parte de nuestra investigación de doctorado. Agradecemos a nuestra directora, Dra. María Inés Crespo, y a nuestra co-directora, Dra. Luz Conti, por sus valiosas observaciones.

2. Es decir, las funciones de los MD en los niveles conectivo, modalizador e interactivo.

3. Il. XVI.367, XIX.256.

4. Suele traducirse por “en orden”, “como es correcto”, “con justicia”, cf. Christensen (2007: 103-104).

5. Sobre una distinción entre ambos términos, cf. Di Mauro Battilana (1985).

6. Cf. también Il. I.416, VI.487, XVI.707, 780, XVII.321, XVIII.327, XX.127 en oposición a III.101, V.613, entre otros.

7. La traducción de los pasajes citados nos pertenece.

8. Cf. Il. III.38-59, VI.326-341, X.445, XVII.708-716. Para el análisis de estos pasajes, vide infra. También en el discurso del narrador primario se utiliza el adjetivo αἴσιμα para caracterizar lo dicho por un personaje, como justificación del éxito persuasivo, cf. Il. VI.55-62, VII.109-121.

9. Según la teoría intersubjetiva de Habermas (2001), en el marco de la filosofía del lenguaje, tres son las pretensiones de validez que deben reconocerse en un acto de habla para posibilitar el acuerdo racional entre interlocutores: la verdad, la corrección normativa y la sinceridad (2001: 89-91). La verdad se refiere al reconocimiento de la verdad proposicional, es decir, la correspondencia entre el estado de cosas representado y la realidad extralingüísitca; la corrección normativa apunta al reconocimiento de la legitimidad de los preceptos que el acto de habla pretende hacer cumplir; la sinceridad, por último, hace alusión a no dudar de que la expresión de la intención del hablante sea sincera.

10. “Esto cumpliría para él, si depone su cólera. Que se deje dominar; sólo Hades es inflexible e indomable y, por eso, para los mortales, el más detestable de los dioses todos, y que se someta a mí porque mi liderazgo es superior y me glorío de ser mayor en edad”.

11. Para otro argumento a favor de esta interpretación, cf. también el estudio de Wilson (2003) con respecto al término ἄποινα.

12. Un uso similar se observa en la Odisea cuando el sintagma preposicional modifica sintácticamente en el nivel de la predicación a un verbo de lengua para reconocer la correspondencia entre el estado de cosas mencionado y la realidad que se conoce, Od. IV.266, VIII.496, etc. Con respecto a la caracterización de los discursos de los aedos de la Odisea, Adkins (1972) sostiene que las expresiones κατὰ μοῖραν o κατὰ κόσμον elogian la precisión fáctica del canto y no una cualidad poética. Finkelberg (1987 y 2004), a su vez, observa que κατὰ μοῖραν y ἀληθείην presentan la misma estructura métrica y ambas ocupan el mismo lugar en el verso cuando acompañan a la forma verbal καταλέξαι. En tal caso, significan “narrar de acuerdo al orden/narrar la verdad”. Según el análisis que realiza de ciertos pasajes, la autora concluye que la concepción homérica de la poesía es narrar la verdad y eso consiste en narrar los sucesos en el orden apropiado.

13. El autor da prueba de la importancia de la noción de consenso en la Ilíada a través de un relevamiento léxico de los campos semánticos del acuerdo del grupo, del conflicto y de la preferencia aislada de un individuo.

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Fecha de recepción: 10-07-2014
Fecha de aceptación: 01-10-2014

 

 

 

 

 

 

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