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Argos

versión On-line ISSN 1853-6379

Argos vol.38 no.2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2015

 

RESEÑAS

Shadi Bartsch – Alessandro Schiesaro (eds.), The Cambridge Companion to Seneca, New York, Cambridge University Press, 2015, 361 pp.

El presente volumen recoge veintitrés artículos que versan sobre variados aspectos de la obra de Séneca el Joven, autor que, como bien señalan los editores en la Introducción (pp. 1-12), sigue provocando el interés y la fascinación de los especialistas1. El libro está organizado en cuatro grandes secciones (“The Senecan Corpus”, pp. 15-105; “Texts and Contexts”, pp. 109-121; “Senecan Tensions”, pp. 187-198 y “The Senecan Tradition”, pp. 255-317), seguidas de una Bibliografía General (pp. 319-345) y de un Índice (pp. 347-361). Es destacable, asimismo, el hecho de que cada capítulo se cierra con un apartado que consigna lecturas ampliatorias para todo aquel que desee profundizar en el tema desarrollado a lo largo del capítulo.

La Primera Parte incluye siete capítulos que abarcan la totalidad de la producción senecana supérstite con el propósito de dilucidar la cuestión de si el corpus debe ser leído como un todo coherente o si, en cambio, debemos atender a las innumerables conexiones y contrastes posibles entre obras escritas en diferentes momentos, géneros, registros y estilos. El ensayo de Sussana Braund (“Seneca Multiplex”, pp. 15-28), que abre la colección y funciona, según los editores, como una segunda introducción a la totalidad del volumen, recorre en sentido inverso distintos momentos significativos de la vida de Séneca. De manera interesante, la autora nos recuerda que, a pesar de que el relato de Tácito invita a concebir la vida del autor como un todo coherente, la de Séneca es una figura marcada por múltiples fragmentaciones (filósofo y político, filósofo y tragediógrafo, pensador serio e hipócrita disidente, millonario y estoico), que continúan estimulando y a la vez frustrando a los estudiosos. En el segundo capítulo (“Senecan Tragedy”, pp. 29-40), Christopher Trinacty aborda las tragedias de Séneca y las concibe no sólo como un medio de hacer filosofía moral y política, sino también como un género inherentemente dialéctico e híbrido, que permitió al autor entretejer y contrastar voces, posiciones y reacciones, a fin de colocar el debate y la interrogación en el centro de la escena. A propósito de la controvertida relación entre la obra trágica y la obra filosófica de Séneca se ofrece una sugerente síntesis: “Stoicism is not the key by which one can unlock the single meaning of Seneca’s tragedies but rather one of many keys that help us to uncover the myriad associations that these works suggest”. En el tercer capítulo, dedicado a las Epistulae (“Absent Presence in Seneca’s Epistles”, pp. 41-53), Catharine Edwards enfatiza que el estilo conversacional de cartas diarias dirigidas a un amigo cercano actualiza el proyecto filosófico senecano, configurándolo como una praxis cotidiana. En virtud de la dialéctica presencia-ausencia que caracteriza a todo contacto epistolar, la carta posibilita al mismo tiempo el cultivo de la autosuficiencia psíquica estoica y la conexión con los otros. La discusión sobre las cartas (a menudo caracterizadas como la mitad de un diálogo) nos lleva al siguiente capítulo (“The Dialogue in Seneca’s Dialogues (and Other Moral Essays)”, pp. 54-67), en el que Matthew Roller se ocupa de las diez obras en prosa reunidas en el codex Ambrosianus bajo la rúbrica de dialogi, a las que considera juntamente con De Clementia, De Beneficiis y Naturales Quaestiones. El autor ofrece aquí razones de por qué, no obstante sus diferencias, tiene sentido agruparlas y considerar que se inscriben en el género dialogus, dispositivo literario reconocido por los romanos. Al mismo tiempo, presenta un detallado examen del carácter dialógico de estos textos, que ponen en escena una multiplicidad de voces que resultan, a su vez, dialogizadas, participando así de la finalidad protréptica de cada obra. Un corolario interesante de esta propuesta es la posibilidad de releer las Epistulae como una ambiciosa colección de dialogi. En el capítulo cinco, Malcolm Schofield (“Seneca on Monarchy and the Political Life: De Clementia, De Tranquillitate Animi, De Otio”, pp. 68-81) destaca el hecho de que Séneca fue “a politician and political theorist who was also a philosopher”, más que un “philosopher who happened to be in politics”, e ilustra esta aseveración examinando De Clementia junto a De Tranquillitate Animi y De Otio. El autor sugiere que el De Clementia constituye un ejercicio sobre teoría política de la monarquía y que varios aspectos contenidos en el tratado sorprenden por sus escasos vínculos con el estoicismo. Así pues, en él, al igual que en De Otio y en De Tranquillitate Animi, en los que se defiende la aparente paradoja de un retiro políticamente activo, vemos que Séneca nos ofrece su particular versión del estoicismo en el contexto del discurso político romano. En el capítulo seis (“Exploring Appearances: Seneca’s Scientific Works”, pp. 83-92), Francesca Romana Berno se alinea con toda una serie de nuevas ediciones, comentarios y estudios sobre Naturales Quaestiones, que han rescatado esta obra del relativo olvido al que había sido relegada. El análisis de la autora muestra su completa integración dentro del proyecto general senecano, dado que su finalidad fundamentalmente ética apunta a guiar a los hombres hacia la serenidad y la sabiduría. El capítulo siete (“Seneca’s Apocolocyntosis: Censors in the Afterworld”, pp. 93-105) se ocupa de una obra que a menudo ha sido considerada como una anomalía monstruosa en el curriculum literario de Séneca: Apocolocyntosis. Tras un examen detallado de los posibles sentidos que su título pone en juego, Kirk Freudenburg resitúa el texto en el centro del corpus senecano, al tiempo que muestra cómo Séneca retoma el modelo genérico de la aguda sátira de Lucilio.

La Segunda Parte, que reúne un total de seis capítulos, se centra en señalar cómo Séneca, a través de sus textos, se constituyó en un intérprete político poderosamente moderno del pasado. En el capítulo ocho (“Seneca and Augustan Culture”, pp. 109-121) James Ker examina los recursos literarios (exemplum, alusión intertextual y citas) a través de los cuales Séneca retomó la cultura augustea en toda su variedad con el propósito de transformar el pasado heredado, al comprometerse con la memoria poética y con la conciencia histórica de sus lectores. En el siguiente capítulo (“Seneca and Neronian Rome: In the Mirror of Time”, pp. 122-134) Victoria Rimell aborda cuestiones similares a las tratadas por Ker pero se detiene en las tensiones generacionales y filosóficas que estructuran la compleja relación especular que Séneca mantuvo con Nerón, desde Apocolocyntosis hasta las Epistulae. En el capítulo diez (“Style and Form in Seneca’s Writings”, pp. 135-149) Gareth Williams explora cómo el estilo y la forma de la prosa senecana se hallan estrechamente comprometidos con el contenido filosófico que sus textos vehiculizan. De acuerdo con esto, el lenguaje es concebido como una herramienta fundamental de la filosofía de Séneca; de esta manera, encontramos por primera vez en nuestro autor a un filósofo que piensa en latín, para quien la filosofía es un proyecto urgente, profundamente político y específicamente romano. En el capítulo once (“Seneca’s Images and Metaphors”, pp. 150-160) Mireille Armisen-Marchetti estudia el uso del símil, la metáfora y la metonimia en la obra de Séneca. La autora se detiene especialmente en la teoría senecana de la metáfora y realiza importantes precisiones respecto de la distribución y selección de imágenes en la obra del autor, al tiempo que señala sus principales funciones. En el capítulo doce (“Theatre and Theatricality in Seneca’s World”, pp. 161-173) Cedric Littlewood ubica a Séneca tanto en su contexto cultural más inmediato, como en un contexto filosófico más amplio, ofreciendo interesantes reflexiones sobre el fenómeno de la teatralidad y sus relaciones con el poder en la obra del autor. En el capítulo siguiente (“Senecan Emotions”, pp. 174-184) David Konstan muestra cómo la concepción y clasificación senecana de las emociones, que no son meramente reflejos instintivos sino procesos cognitivos en sí mismos, ofrece más matices y es más estimulante que lo que a menudo se ha asumido.

La Tercera Parte del volumen recoge cinco capítulos que exploran las áreas de tensión presentes en el pensamiento senecano. Así, en el capítulo catorce (“Senecan Selves”, pp. 187-198), Shadi Bartsch ofrece estimulantes consideraciones sobre la identidad senecana, que, según la autora, se configura en el abismo existente entre el self real y el self ideal estoico, abismo que Séneca resalta constantemente; asimismo, afirma que Séneca, en la búsqueda de un equilibrio entre dos performances, una cotidiana, la otra ideal, tuvo el propósito de dejar a los lectores la imago de su yo filosófico antes que la del yo cortesano que desplegó como amicus principis. En el capítulo siguiente (“Seneca’s Shame”, pp. 199-211) David Wray sostiene que a pesar de que el estoicismo ortodoxo desalienta detenerse a considerar factores que provocan pudor por tratarse de cuestiones “externas”, Séneca asigna al pudor un papel formativo para el proficiens, en tanto su coacción lo impulsará a elegir lo que alguien virtuoso hubiera elegido en una circunstancia determinada. En el capítulo dieciséis (“Theory and Practice in Seneca’s Writings”, pp. 212-223) Carey Seal estudia el modo en que nuestro autor concibe la relación entre “teoría” y “práctica” en filosofía, mostrando cómo Séneca está dispuesto a modificar la “teoría” si puede lograr que la “práctica” provea una respuesta ortodoxa adecuada. El capítulo diecisiete (“Seneca’s Originality”, pp. 224-238), a cargo de Elizabeth Asmis, se ocupa del modo en que Séneca reformula la ortodoxia estoica, apropiándose de materiales heredados para convertirlos en algo distinto. En el capítulo dieciocho (“Seneca and Epicurus: The Allure of the Other”, pp. 239-251) Alessandro Schiesaro pone el foco en la compleja relación que Séneca mantuvo con Epicuro y su filosofía, mostrando cómo, al utilizar las sententiae de Epicuro desvinculándolas de un contexto argumentativo mayor, se apropia de ellas estratégicamente, al tiempo que limita de entrada el alcance de la contaminación doctrinal.

La Cuarta Parte incluye cinco capítulos dedicados a examinar la pervivencia de la obra de Séneca, sujeta como estuvo a los vaivenes propios de las preferencias y rechazos de la cultura de cada época. Así, en el capítulo diecinueve (“Seneca and the Ancient World”, pp. 255-265) Aldo Setaioli repasa con suma erudición cómo Séneca fue objeto de valoraciones tanto positivas como negativas, no sólo como figura pública sino también como escritor. En el capítulo veinte (“Seneca and the Christian Tradition”, pp. 266-276) Chiara Torre explora los ecos de la herencia senecana en autores cristianos hasta el siglo VI d.C. Partiendo de la correspondencia apócrifa entre Séneca y San Pablo, la autora nos invita a no confundir el respeto que los autores cristianos mostraban por Séneca en tanto figura histórica y política con el respeto por sus escritos. La apropiación de Séneca por parte del cristianismo es el tema también del capítulo siguiente (“Seneca Rediuiuus: Seneca in the Medieval and Renaissance World”, pp. 277-288). En él, Roland Mayer examina la recepción de la figura de Séneca a lo largo de la Edad Media y el Renacimiento y señala que ésta se vio obstaculizada por la falta de distinción entre él y su padre, y por la influencia distorsionante de las numerosas antologías que circulaban de su obra. Por otra parte, puntualiza que las tragedias no fueron anexadas al corpus sino hasta comienzos del Renacimiento, momento en el cual comenzaron a despertar gran entusiasmo y fueron objeto de imitación. Interesante resulta también el patrocinio del estoicismo senecano por parte de Justo Lipsio, que dio origen a la diseminación de un pensamiento neoestoico entre los pensadores europeos. En el capítulo veintidós (“Senecan Political Thought from the Middle Ages to Early Modernity”, pp. 289-302) Peter Stacey precisa que Séneca fue una autoridad política sumamente respetada desde la Edad Media hasta la Edad Moderna (principalmente para los teóricos de la monarquía) y que el pensamiento político europeo es deudor tanto de su obra como de la de Cicerón. En el último capítulo (“Seneca and the Moderns”, pp. 303-317) Francesco Citti se ocupa de la importancia de la herencia filosófica de Séneca, rastreando su expansión en el tiempo, desde Justo Lipsio en el siglo XVII hasta nuestros tiempos, con los estudios de M. Foucault. En lo que atañe a la obra dramática de Séneca, su influencia en las tramas shakespearianas es bien conocida. Citti se centra en Oedipus, Phaedra y Medea para referirse a varios otros dramaturgos y poetas en los que puede advertirse la huella senecana.

Todo lo expuesto demuestra que se trata de un libro insoslayable para quien desee obtener un panorama ordenado y sucinto, no sólo de un corpus literario de considerables dimensiones, sino también de la cuantiosa bibliografía secundaria que no cesa de acumularse en torno a él.

Soledad Correa

UBA – CONICET

soledad.correa@yahoo.com.ar

Fecha de recepción: 28-03-14
Fecha de aceptación: 28-03-14

Notas

1. Prueba de esto es la publicación, en los últimos años, de colecciones de artículos que procuran ofrecer una visión integral (esto es, que contemple tanto a Séneca philosophus como a Séneca tragicus) sobre la obra senecana: cf. K. Volk - G.D. Williams (eds.), Seeing Seneca Whole (2006) y G.         [ Links ] Damschen -A. Heil (eds.), Brill’s Companion to Seneca (2013). Otras recopilaciones de trabajos que resultan igualmente notables son J. G. Fitch (ed.), Seneca (2008) y J.         [ Links ] Wildberger - M. L. Colish (eds.), Seneca Philosophus (2014).         [ Links ]

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