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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.20 no.32-33 Ciudad Autónoma de Buenos Aires  2010

 

ARTÍCULO

Creencias y actitudes religiosas en sectores empobrecidos de Argentina: individuación y des-institucionalización en los umbrales del siglo XXI

 

Juan Cruz Esquivel*

UBA/CEIL-PIETTE CONICET

Saavedra 15 4º piso (1082) Buenos Aires

patacon@fibertel.com.ar

 

Fecha de recepción: 11 de junio de 2010

Fecha de aceptación: 31 de agosto de 2010


Resumen

Las producciones científicas contemporáneas de las ciencias sociales de la religión han reflexionado sobre las transformaciones acontecidas en el campo religioso en las últimas décadas. La pluralización del propio campo, la redefinición de las identidades religiosas y la relación entre los creyentes y las instituciones confesionales, son algunos de los tópicos recurrentemente abordados. En su mayoría, desde técnicas cualitativas de investigación.

Este trabajo se propone explorar desde otros registros, las creencias y prácticas religiosas en la Argentina, focalizando la mirada en las franjas sociales empobrecidas. A partir de los datos obtenidos en un relevamiento cuantitativo a nivel nacional, se analizará el impacto de los procesos de individuación y des-institucionalización en las actitudes religiosas de los segmentos sociales más carenciados.

Palabras claves: Creencias religiosas - sectores populares - desafiliación - Argentina

 

Abstract

The contemporary scientific productions of the social sciences of religion have reflected on the religious transformations occurred in recent decades. Topics being discussed on a regular basis include the diversification of religious field, the redefinition of religious identities and the relationship between believers and religious institutions. The topics are mostly approached using qualitative research techniques.

This paper aims to explore from a different perspective, religious beliefs and practices in Argentina. The focus is on the impoverished social stratum. Using as a starting point data from a national quantitative survey, we will analyse the impact of processes of individuation and deinstitutionalization in the religious attitudes of the most disadvantaged segments of society.

Key Words: Religious beliefs - lower class - disaffiliation - Argentine


1.- Introducción

Las ciencias sociales de la religión han consolidado en las últimas décadas un área del conocimiento social, a partir de numerosos estudios empíricos y producciones teóricas que dan cuenta de las transformaciones acontecidas en el campo religioso. Una profusa literatura nacional e internacional ahonda en los procesos de pluralización dentro del catolicismo; de la proliferación de grupos dentro del mundo evangélico y otras minorías religiosas; de los tránsitos y circulaciones de una feligresía que trasciende las fronteras institucionales; o de la redefinición de lo público y lo privado a partir de la presencia de actores y discursividades religiosas en la esfera pública.

En la mayoría de los casos, el abordaje cualitativo ha sido el denominador común de las investigaciones realizadas. Este trabajo se propone explorar desde otros registros, las creencias, actitudes y prácticas religiosas de las franjas sociales empobrecidas de la sociedad argentina. Asimismo, pretende analizar el impacto de los procesos de individuación y des-institucionalización que atraviesan toda la estructura social, pero que configura escenarios diversos según los recursos materiales, educativos, asociativos y simbólicos disponibles para cada estrato social.

En primer lugar, analizaremos desde el punto de vista teórico los componentes y los alcances de los procesos mencionados en sectores populares. Posteriormente, pasaremos revista a los datos obtenidos en un relevamiento nacional sobre creencias y actitudes religiosas, a los fines de identificar cómo se condensan las transformaciones socio-culturales en el universo de cosmovisiones y en el repertorio de prácticas de los segmentos más carenciados de la sociedad argentina.

 

2.- Desregulación, individuación, des-institucionalización: un campo religioso en continua recomposición

Una extensa producción bibliográfica ha abordado y consolidado como campo analítico al vínculo entre sociedad, economía, religión y política. Desde la sociología europea clásica (Weber, 1984; Durkheim, 1996; Luckmann, 1989) hasta cientistas sociales de nuestros tiempos y latitudes (Casanova, 1994; Habermas, 2006; Pierucci y Prandi, 1986; Mallimaci 2008; Blancarte, 2000), se ha recreado el debate en torno a la existencia de esferas diferenciadas de valor o, por el contrario, a la conformación de espacios imbricados con fronteras difusas y legitimaciones recíprocas.

La sociología comprensiva de Max Weber se preguntó sobre la naturaleza de las transformaciones en la sociedad moderna, encontrando en la secularización una herramienta conceptual explicativa. Desde esta perspectiva, el proceso de autonomización de las esferas de valor, característico de la modernidad, implicó la pérdida de la posición axial que la religión detentaba en el medioevo. Pero ese desplazamiento no supuso la desaparición de lo religioso, sino su constitución como una esfera entre otras (la política, la economía, la ciencia, el arte, etc.) que compiten por la regulación de la vida social en el marco de un pluralismo normativo.

La secularización era entendida como proceso de diferenciación funcional de la sociedad moderna occidental. En ese marco, la economía, la política y la religión se consolidarían como campos autónomos, en tanto sus fuentes de legitimación emanarían de los principios inherentes a cada esfera. Por su parte, Luckmann (1989) da cuenta de la permanencia de la religiosidad en el mundo moderno, aunque observa su corrimiento del espacio público para recluirse en el ámbito de lo privado. Casanova (1994) complejiza las tramas vinculares entre lo político y lo religioso y entre lo público y lo privado, al remarcar que la religión, sin la capacidad estructurante de siglos pasados, permea con sus valores a otros planos de la vida colectiva. Así es como focaliza su mirada en los puntos de contacto entre la política y la religión, analizando la presencia religiosa en el espacio público.

La ininterrumpida presencia de instituciones y actores religiosos en la esfera pública y la porosidad de la religión en la legislación y en las culturas políticas hegemónicas en nuestras latitudes abren interrogantes sobre la validez del carácter unívoco y universal de las definiciones conceptuales formuladas. En todo caso, la secularización podría ser abordada menos como una declinación de lo religioso (Berger, 1999), que como una recomposición permanente de la religión en su confrontación con la modernidad (Hervieu-Leger, 1996).

Se trata entonces, de caracterizar ese proceso de recomposición religiosa. Sin dudas, asistimos a mutaciones en las creencias y prácticas religiosas, asociadas a las reconfiguraciones de la estructura social y de las tramas culturales e identitarias de nuestras sociedades contemporáneas. Profundos procesos de desafiliación y de re-afiliación subvierten los vínculos entre el individuo y las instituciones, entre ellas, las religiosas. Los fieles construyen sus propios itinerarios religiosos, apropiándose de creencias de diversas procedencias y estructurando sus universos de sentido a la medida de ellos mismos y de acuerdo a sus necesidades materiales, espirituales, simbólicas.

Este estadio que Zygmunt Bauman ha catalogado de liviano, "no abolió las autoridades (…) ni las hizo innecesarias. Simplemente dio existencia y permitió que coexistieran una cantidad tan numerosa de autoridades que ninguna de ellas puede conservar su potestad durante mucho tiempo y menos aún, calificarse de exclusiva" (Bauman, 2003: 70).

En ese sentido, cabe preguntarse sobre las implicancias de la des-institucionalización en esta sociedad'líquida'. Las instituciones con anclajes en la tradición pierden eficacia como estructuras de plausibilidad (Berger, 1981), habida cuenta de la propensión individual a la fluidez en los vínculos y a la mayor indefinición de sus opciones y elecciones de vida. "Salimos de la época de los grupos de referencia preasignados para desplazarnos hacia una era (…) en la que el destino de la labor de construcción individual está endémica e irremediablemente indefinido" (Bauman, op.cit.: 13).

Ello no supone la pulverización absoluta de redes u organizaciones colectivas -en algunos casos, incluso potencia el reagrupamiento en comunidades de reafirmación identitaria-, sino la menor incidencia en la regulación de las pautas de conducta y la mayor dificultad en recoger identificaciones sociales por parte de las instituciones tradicionalmente dadoras de sentido.

Es menester puntualizar que el impacto, la asimilación e internalización de estos procesos difieren al interior de nuestras sociedades. Para los sectores que disponen de un capital económico y cultural consolidado, es la compuerta que se abre para la autorrealización, para la autonomía y emancipación de los encuadramientos normativos. Las pertenencias políticas, de clase, familiar o geográficas que reunían conglomerados colectivos con cierto grado de estabilidad, parecen desvanecerse ante la primacía de los proyectos individuales, transitorios, flexibles, volátiles y renuentes a la rigidez de las restricciones pre-determinadas.

Emerge una sociedad más plural y heterogénea, sin principios universales ni normas sociales pre-existentes que indiquen cómo actuar en el ámbito político, religioso, familiar, sexual. En teoría, una sociedad más libre, reflexiva, que se autoafirma en el derecho a ser diferentes y en la que sus integrantes eligen, cambian y redefinen el estilo de vida que les resulta más convincente'aquí y ahora' (Bauman, op.cit.).

Pero las oportunidades no son igualitarias en un sub-continente marcado por las inequidades e injusticias sociales. No todas las personas disponen de idénticos recursos materiales y simbólicos para afrontar la desregulación de los mercados y la retirada del Estado benefactor. Para quienes no disponen de capitales económicos y culturales, los procesos de des-institucionalización e individuación pueden ser sinónimo de precariedad, marginalidad, fragmentación, desintegración del tejido social y descomposición de las comunidades de pertenencia. Y si bien idean estrategias de supervivencia ancladas en los contornos del sistema que se articulan con las redes políticas existentes (Auyero, 2007; Merklen, 2005) y expresan renovadas formas de vinculación con lo sagrado; los márgenes para delinear un proyecto de vida, ampliados en otros segmentos de la sociedad, se tornan estrechos en el repertorio de las cosmovisiones y comportamientos de los sectores empobrecidos. El rango de alternativas es indudablemente más limitado.

La vulnerabilidad creciente evidenciada en las últimas tres décadas en la Argentina ha dejado a amplias mayorías en situación de riesgo y fragilidad, agudizada por el desempleo estructural y el deterioro de las capacidadesestatales para paliar la crisis social. El quiebre de certezas y el desmoronamiento de los espacios de acción colectiva, en un contexto de globalización y dominio del consumo, signado por un desinterés en el compromiso que trascienda'la inmediatez' y el bienestar individual, completan un escenario de marcada fragmentación social.

El campo religioso no ha permanecido ajeno a estas transformaciones socio-culturales. La desregulación del mercado de bienes de salvación supone la conformación de bricolages religiosos construidos por individuos que desairan los marcos normativos de las instituciones religiosas. Impregnados por una fuerte cultura cristiana, los fieles no se aferran a un encuadramiento determinado. Prefieren circular, peregrinar, transitar. La construcción de la identidad religiosa es hoy un proceso inacabado y fragmentario, que se actualiza continuamente; no responde a un formato delineado por una estructura'de una vez y para siempre' (Bauman, 2003).

Emergen nuevas modalidades de creer, con bajos niveles de práctica y distantes de las prescripciones morales que las autoridades eclesiásticas pregonan. Así, surgen nuevas categorías que reflejan con mayor precisión las recomposiciones sucedidas en el campo religioso: cuentapropismo religioso, creyentes sin religión, creer sin pertenecer, religión difusa, católicos sin Iglesia.

Algunos datos empíricos nos permitirán comprender las especificidades de las transformaciones sociales y religiosas en los sectores empobrecidos de la sociedad argentina en el tiempo presente.

 

3.- Creencias, actitudes y prácticas religiosas en Argentina

En 2008, desde el CEIL/CONICET1, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Nacional de Cuyo y la Universidad Nacional de Santiago del Estero, hemos realizado un estudio exhaustivo sobre las creencias y actitudes religiosas de la población mayor de 18 años residente en Argentina.

La investigación, que tuvo un alcance nacional, abarcó una diversidad de aspectos, pero interesa aquí analizar aquellos tópicos que se podrían ayudarnos a comprender la especificidad del impacto de los procesos de individuación y des-institucionalización en sectores populares.

Para la demarcación de nuestro objeto de estudio, hemos seleccionado a los segmentos "sin estudios/primaria incompleta" (en adelante, SE/PI) y "primaria completa/secundaria incompleta" (en adelante, PC/SI) de la escala de educación formal. Los primeros representan el 16% de la población argentina, mientras que los segundos, el 44%.

En los siguientes gráficos y tablas, se confrontarán los datos de esos dos estratos, comparados con el total de la población.

 

Cuadro 1

 

El Cuadro 2 se refiere a la adscripción religiosa. Allí, advertimos un elemento novedoso ligado a los procesos de individuación. En el estrato más empobrecido (SE/PI), más del 10% no se identifica con ninguna religión. Independientemente de su condición creyente, no están insertos en redes o comunidades religiosas ni canalizan sus vivencias religiosas dentro de ningún espacio institucional. Diversos trabajos de investigación realizados por sociólogos y antropólogos han caracterizado la fuerte penetración de las iglesias evangélicas en este segmento social. Sin embargo, no es en el umbral más bajo de la sociedad donde han conseguido mayor arraigo, sino en el dominado por los sectores con un nivel educativo inmediatamente superior. En el grupo PC/SI, los evangélicos representan el 11,8% contra el 6,8% de quienes no se identifican con ninguna religión. En contrapartida, en el grupo SE/PI, estos últimos superan, aunque levemente, a los evangélicos.

 

    Cuadro 2

 

Un análisis ligero podría conducirnos a afirmar la pérdida de religiosidad en los sectores más humildes de la sociedad argentina. No obstante, a la luz del Cuadro 3, la hipótesis de la des-institucionalización cobra visibilidad. Se evidencia con claridad que la no pertenencia a una institución religiosa no implica un descreimiento en Dios. Por el contrario, los sectores más empobrecidos aparecen como los más creyentes. El 95,7% de ellos sostiene su creencia en Dios. Solo que esa creencia, como dijimos, no encuentra un canal institucional que genere identidad, inclusión, participación. La ruptura de redes y comunidades de pertenencia no es ajena a los procesos de fragmentación y desintegración política, social, económica y cultural.

  

Cuadro 3

 

Revalidada la condición creyente de la sociedad argentina, interesa explorar sobre el significado de Dios. En este punto, surgen disparidades según el sector social que analicemos. El segmento SE/PI lo identifica mayoritariamente con "un ser superior" (34,6%) o "un padre" (32,6%). Tanto para quienes integran el estrato PC/SI, como para la población en general, se destaca también la idea de "un ser superior", pero también se hace referencia a Dios como "el creador del mundo".

 

Cuadro 4

 

El sufrimiento es el principal motivo por el que se acude a Dios. En el caso de los sectores más vulnerables, supera el 50%. También destacaron acercarse a Dios cuando "necesitan ayuda". En cambio, las cuestiones de carácter metafísico, como el sentido de la vida, despiertan mayor atracción en los segmentos con menores urgencias sociales. La correlación con el significado de Dios es sustantiva: quienes lo consideran un padre o un ser superior se aproximan en contextos de carencias físicas, económicas, laborales, etc.

 

  Cuadro 5

 

Hacíamos referencia a procesos de des-institucionalización que atraviesan la sociedad argentina, con diferentes implicancias según los recursos materiales y simbólicos disponibles. Si tiempo atrás instituciones "sólidas" (entre ellas, la Iglesia Católica) eran capaces de modelar con mayor eficacia los universos de sentido de la ciudadanía, los contemporáneos procesos de individuación han replanteado y pluralizado las formas de expresar las creencias, de vincularse con lo trascendente, de transitar y/o permanecer en grupos e instituciones religiosas, de construir nuevas redes de sentido identitario. Desde ya que estas transformaciones no son exclusivas del campo religioso; es posible reconocer sus trazos en las relaciones del individuo con los partidos políticos, con las organizaciones sindicales u otras de índole social.

En las formas de vincularse con Dios podemos advertir con claridad los procesos de recomposición religiosa. Seis de cada diez argentinos se relacionan con la divinidad "por su propia cuenta". Menos de uno de cada cuatro a través de la institución eclesial. Si bien la vía institucional es más alta en la población más empobrecida (30% contra 23% del resto de la sociedad), el cuentapropismo religioso emerge como una categoría de análisis con fundamentos sólidos. La vinculación con Dios por intermedio de grupos y comunidades es muy baja, inferior incluso a quienes afirman no relacionarse con el ser sagrado.

 

Cuadro 6

 

Señal de que la autonomía es un signo gravitante de nuestros tiempos, el 71% de los argentinos considera que los hijos deben o deberán elegir su propia religión/creencia, mientras que el 26% afirma que deben o deberán tener la misma religión/creencia que los padres. Los de menor instrucción sostienen por encima del promedio general que la religión o creencia de los hijos debe ser idéntica a la de los padres (36%).

 

  Cuadro 7

 

Jesucristo encabeza el ranking de creencias, seguido por el Espíritu Santo, la Virgen y los Santos. Las adhesiones a la Virgen superan el porcentaje de católicos, lo cual indica que una porción de evangélicos también ha expresado su identificación. Una vez más, se observa un bricolage religioso, en el que los creyentes construyen su abanico de significados traspasando las fronteras y prescripciones de sus credos de pertenencia.

Se advierte también que los segmentos más bajos de la sociedad se muestran más creyentes. Superan al promedio de la sociedad y a quienes tienen un nivel educativo inmediatamente superior en casi todos los casos planteados. Apenas la energía los exhibe por debajo de los otros estratos sociales.

 

  Cuadro 8

 

Algunos ritos de carácter religioso, aunque ya arraigados en las pautas culturales hegemónicas, conservan una altísima fidelidad en los argentinos. El bautismo es practicado por más del 90%. Si bien menor, el casamiento por Iglesia también es efectuado por una gran mayoría. No obstante, en el estrato inferior de la escala social, el índice de cumplimiento con ambos ritos es significativamente mayor que en el segmento PC/SI y que en la sociedad en general.

  

Cuadro 9

 

En el apartado introductorio, hacíamos referencia al debate en las ciencias sociales sobre el significado de la secularización y su diferencial incidencia en los países centrales y en las regiones periféricas. Superadas las concepciones que auguraban la privatización de lo religioso o incluso su desaparición, como señalamos anteriormente, han ganado consenso las interpretaciones que se inclinan a visualizar al fenómeno religioso en un proceso de permanente recomposición. Los cuadros estadísticos hasta aquí analizados aportan datos en esta línea argumentativa.

El siguiente gráfico consolida esa perspectiva analítica. La vivencia religiosa ha aumentado más que disminuido (31,7% contra 18,4%). Para los sectores empobrecidos, la disparidad es aún mayor (32,5% contra 9,8%). La desaparición de lo religioso no integra el universo de las percepciones culturales de los argentinos. De todas maneras, en mayor medida se sostiene que la vivencia religiosa se ha mantenido igual en los últimos tiempos.

 

Cuadro 10

 

Destacábamos que los pobres afirman creer más en Dios, en Jesucristo, en la Virgen y en los Santos. También que cumplen en mayor proporción con los ritos del bautismo y el casamiento por iglesia. Y que sus vivencias religiosas prácticamente no disminuyeron a lo largo del tiempo. Su disposición religiosa se evidencia asimismo en el rubro de las prácticas. Más que cualquier otro estrato social, asisten con frecuencia al culto, peregrinan, rinden homenaje a la virgen y a los santos, se confiesan y comulgan. Una vez planteada esta situación comparativa, es pertinente relativizar lo recién expresado: a pesar de su condición de creyente, no se evidencia una práctica masiva en ninguna de las opciones señaladas.

 

Cuadro 11

 

Los índices de aprobación ante las siguientes frases hablan a las claras de la libertad de conciencia que la población se reserva para sí, con independencia de lo que las instituciones religiosas pregonan. Ahora bien, el nivel socio-económico incide sobre las respuestas, ya que el estrato SE/PI comparte, pero en menores proporciones, las afirmaciones planteadas.

Obsérvese la escala descendiente en la conformidad con las consignas enumeradas. Recibe mayor consentimiento la idea de que "se puede ser buen religioso sin ir a la Iglesia/Templo"; luego que "a los curas se les debería permitir formar una familia". Prácticamente con los mismos guarismos, "que las relaciones pre-matrimoniales son positivas". Y más controvertida, con opiniones divididas, aparece la posibilidad del "sacerdocio para las mujeres".

 

 Cuadro 12

 

El aborto es, como pocos, un tema polémico en la sociedad argentina. Vastos sectores pugnan por defender sus posiciones y lograr que la legislación se corresponda con tales principios. Si bien se observa una división de aguas, más del 60% expresa estar de acuerdo con el aborto en determinadas circunstancias (en caso de violación, de riesgo en la vida de la mujer o de malformación del feto). En otras palabras, dos de cada tres argentinos coinciden prácticamente con el marco legal actual, que contempla la interrupción del embarazo en ocasiones similares2 . Luego, un "núcleo duro" de aproximadamente el 20% afirma que el aborto debe estar prohibido en todos los casos, en sintonía con los postulados de las principales instituciones confesionales; mientras que el 15% sostiene que una mujer debe tener derecho a un aborto siempre que así lo desee, en consonancia con los planteos de las organizaciones feministas. Las diferencias no son significativas si comparamos los estratos sociales. No obstante, es posible distinguir una tendencia contraria al aborto en los segmentos más pobres de la sociedad.

 

  Cuadro 13

 

¿Existen esferas diferenciados entre la religión y la política en el contexto latinoamericano? ¿Resulta pertinente hablar de un espacio político-religioso, habida cuenta de los históricos procesos de confluencia y legitimidad recíproca entre las instituciones políticas y religiosas, más allá de algunas excepciones nacionales?

No es objetivo de esta presentación ahondar en los interrogantes esgrimidos. Diversos trabajos han reflejado los niveles de imbricación, yuxtaposición y dislocaciones entre lo político y lo religioso en Argentina (Mallimaci, 2006; Esquivel, 2004). Interesa aquí analizar las fronteras que establecen los individuos entre ambos campos, pese a que en un plano super-estructural las mismas configuren escenarios de superposición. Una enorme proporción de los argentinos no aprueba que un líder religioso sea candidato en un partido político. Apenas el 32,6% se expresó favorablemente a la incursión política de los religiosos. Y cuando descendemos en la escala social, los niveles de rechazo aumentan. El 81,5% de los más pobres reprueba que un sacerdote o el pastor sea diputado, senador o concejal.

 

  Cuadro 14

 

La ayuda a los pobres y la propagación de valores morales surgen como las dos actividades que la Iglesia Católica debiera prestar especial énfasis. En el caso de los más pobres, la tarea de impartir una ética y una moral es destacada en mayor medida que por el resto de la sociedad. En contrapartida, no se proyecta una acción pastoral ligada a la protesta social o incursionando en el terreno político. El 2% y el 0,2% de la población en general aprobarían que la institución católica concentrara sus esfuerzos en dichos quehaceres.

 

  Cuadro 15

 

4.- Consideraciones finales

Vínculos volátiles, compromisos fugaces, permanencias temporarias y tránsitos continuos parecen marcar el signo de nuestros tiempos. Estos elementos configuran un escenario que desafía a las instituciones que remiten a una línea de memoria creyente anclada en la tradición y se valen de esa recordación como valor identitario (Hervieu Leger, 1997).

La individuación y la des-institucionalización son procesos complementarios que expresan una nueva realidad social y cultural marcada por la asunción de la responsabilidad exclusivamente personal sobre el destino de cada uno. La vida cotidiana se ha desamarrado de las tutelas estructurales (Estado, Iglesias, identidades permanentes) que regulaban conductas, prescribían acciones, proporcionaban certezas y garantizaban cierto bienestar. Ante la necesidad de obrar sin parámetros ni tutores, la incertidumbre se hace presente en toda su dimensión. Por eso, la conformación de comunidades de reafirmación identitaria no es contradictoria a las tendencias de individuación. Al contrario, son respuestas que aseguran un refugio de un mundo indescifrable.

"El impulso a protegerse de la riesgosa complejidad dentro del refugio de la uniformidad es universal; únicamente son distintas las maneras de actuar (…), en proporción directa a los medios y recursos que disponen los actores" (Bauman, 2003: 190).

En el caso de los sectores postergados de la sociedad, la disolución de los servicios estatales es la contratara de su mayor precariedad, desintegración, olvido y exclusión. Los pobres no son ajenos a los procesos mencionados, aunque como pudo apreciarse en los datos recolectados, el impacto es sensiblemente menor. Una serie de contrastes subrayan particularidades que merecen una mirada profunda. La religión no ha desaparecido de este universo; simplemente se han modificado las formas de vivenciarla.

 Los segmentos más vulnerables de la sociedad argentina creen en Dios casi en su totalidad. Y su fe en Jesucristo, el Espíritu Santo, la Virgen y los Santos prevalece más que en el resto de la sociedad. Dios es para ellos un ser superior, un padre, al que se recurre principalmente en momento de sufrimiento, cuando se necesita ayuda.

Si bien el vínculo con lo trascendente es mayoritariamente individual, por propia cuenta, más que en ningún otro estrato de la sociedad, la institución eclesial juega un papel importante en la mediación con lo trascendente.

La individuación atenuada se evidencia en la influencia institucional sobre diversos aspectos: en materia de prácticas rituales como el bautismo y casamiento por iglesia, superan a la media nacional. También en lo que respecta a las prácticas religiosas: afirman una mayor fidelidad en la asistencia al culto, la peregrinación, la participación en ceremonias de culto a la virgen o a los santos.

A pesar de que aceptan que "se puede ser buen religioso sin concurrir al templo", que "a los sacerdotes se les debería permitir formar una familia" o que "las relaciones sexuales pre-matrimoniales son positivas", contrariando las normas de las instituciones religiosas hegemónicas, el acuerdo con estas afirmaciones no es tan marcado como en la sociedad en general. Puntualmente, no manifiestan su conformidad con el sacerdocio de las mujeres, distanciándose claramente del apoyo del resto de la población.

En la opinión sobre el aborto, también se registra una menor adhesión a las alternativas rechazadas por los credos predominantes. Condenan más que la media general la incursión política partidaria de los agentes religiosos y consideran primordial que la Iglesia Católica se dedique a inculcar valores morales y ayudar a los pobres.

En definitiva, procesos superpuestos de individuación, presencia institucional, redes de supervivencia y desafiliación integral configuran el mundo de los pobres en la Argentina contemporánea. Ese estado de complejidad nos obliga a ser prudentes en la utilización de conceptos universales; en todo caso, nos exige esfuerzos teóricos para especificar los análisis en función de escenarios socio-económicos y culturales diferenciados.

 

Notas

* Doctor en Sociología, UBA - CONICET

1. Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

2. El artículo 86 del Código Penal establece que "el aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible si se ha realizado con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre (...); si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente".

 

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