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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.23 no.39 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2013

 

ARTÍCULO

 

Consumo de pasta base/paco, prácticas de rescate y religiosidad pentecostal

Consumption of pasta base/paco, rescuepractices and pentecostal religiousness

 

María Victoria Castilla  

Instituto de Investigaciones Gino Germani- FLACSO-CONICET

Pte J. E. Uriburu 950, 6º (1114) Bs As, Argentina

vickycastilla@yahoo.com.ar

 

Gimena Lorenzo

Instituto de Investigaciones Gino Germani

Pte J. E. Uriburu 950, 6º (1114) Bs As, Argentina

gimenalorenzo@gmail.com

 

Fecha de recepción: 7 de abril de 2011.

Fecha de aceptación: 31 de agosto de 2012.


Resumen

Basadas en los resultados de una investigación etnográfica que venimos desarrollando desde el año 2008 en un barrio ubicado en el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, el que se caracteriza por altos índice de pobreza, vulnerabilidad y marginalidad, en este texto se describen y analizan las características del consumo de PB/paco en relación con el mapa de creencias y prácticas evangélicas, específicamente el movimiento pentecostal, que desde las perspectivas de los propios usuarios están vinculadas directa o indirectamente con el rescate del consumo intensivo de esa sustancia.

Palabras claves: Creencias religiosas; Consumo de pasta base/paco; Prácticas de Rescate.

Abstract

Consumption of pasta base/paco, rescuepractices and pentecostal religiousness.

Based on the results of ethnographic research we have been developing since 2008 in a neighborhood located in the metropolitan area of Buenos Aires City which is characterized by high levels of vulnerability and marginality, in this text we described and analyze the relationship between the characteristics of consumption of PB/paco and the map of evangelical beliefs (specifically the Pentecostal movement) that in the perspective of the own users are linked to the rescue of the intensive use of the substance.

Key Words:

Religious beliefs; Pasta base/paco consumption; Rescue Practice.


Introducción 

Las reformas político-económicas neoliberales que tuvieron lugar durante las últimas dos décadas en la Argentina y el consecuente incremento de la pobreza, el desempleo, la marginación y el deterioro del sistema de salud, entre otros, se corresponden temporalmente con dos fenómenos sociales documentados, presentes sobre todo en los sectores más vulnerables y marginales de la sociedad. El primero, consiste en el rápido incremento del consumo de drogas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) (Epele, 2003, 2007 y 2010). En los comienzos del nuevo milenio, y a partir de la crisis económica y política ocurrida a fines del 2001-2002, la expansión del consumo de la sustancia denominada localmente "pasta base" o "paco" (en adelante PB/paco1) en los sectores populares produjo una nueva alarma social, debido al precipitado deterioro de la salud de los/las usuarios/as y al aumento de muertes relacionadas al mismo. El segundo, refiere a una progresiva expansión, cambio y diversificación de la religión evangélica (Mallimaci, 2005, 2006; Semán, 2000, 2006; Forni, 1994). Frente a este complejo cuadro de situación, sólo se cuenta con un conocimiento parcial y fragmentario acerca de las complejas relaciones entre la religiosidad pentecostal y las estrategias utilizadas por los/las propios usuarios/as en los barrios vulnerables tendientes a regular, disminuir y/o dejar el consumo de PB/paco, esto es, en términos locales: "rescatarse". Basadas en los resultados de una investigación etnográfica que venimos desarrollando desde el año 2008 en el barrio Los Cruces2 ubicado en el Área Metropolitana de la Cuidad de Buenos Aires, el que se caracteriza por altos índice de pobreza, vulnerabilidad y marginalidad3, en este texto se describen y analizan las características del consumo de PB/paco en relación con el mapa de creencias y prácticas evangélicas -específicamente el movimiento pentecostal- que desde las perspectivas de los propios usuarios están vinculadas directa o indirectamente con el rescate del consumo intensivo de esa sustancia4.

Drogas y religiosidad

Conjuntamente con la llegada de la cocaína a los barrios y asentamientos del Gran Buenos Aires hace más de dos décadas atrás, se produjeron múltiples transformaciones en los tipos y calidad de sustancias consumidas, en las prácticas de consumo, y en el grado y extensión de su uso, como así también en las estrategias de criminalización y represión policial respecto de los/as usuarios/as de drogas (Epele, 2003). Desde la década del ochenta, estos escenarios sociales se caracterizaron principalmente por el consumo de cocaína, marihuana y diversos tipos de psicofármacos (Sedronar, 1999 y 2007), por el predominio de cocaína de alto grado de pureza y la dominancia del consumo por vía inyectable y por un acceso restringido a las mismas. Las redes sociales de usuarios/as de drogas tenían un gran número de miembros, una estructuración jerárquica y referencias territoriales específicas, inmersas en la lógica predominante del "compartir" (Epele, 2010).

Luego, en la década del noventa, se registró un incremento acelerado de la accesibilidad a diferentes drogas -en particular cocaína- en los barrios marginalizados del Gran Buenos Aires, en correlación con cambios ocurridos en la pobreza como consecuencias de las reformas económicas y políticas neoliberales5 (Svampa, 2005). Para fines de los noventa y, específicamente durante la crisis del 2001-2002, que produjo un deterioro acelerado de las condiciones de vida y la devaluación del peso con respecto al dólar, las escenas de consumo se vieron profundamente modificadas por la rápida expansión de PB/paco, principalmente en contextos de pobreza y marginación social (Míguez, 2006; Touzé, 2006; Sedronar, 2007).

Aún con el mejoramiento de ciertos indicadores económicos y sociales durante la post crisis del 2001-20026, las condiciones de desigualdad y fragmentación social se cristalizaron en los mapas sociales y territoriales de la Región Metropolitana de Buenos Aires (Epele, 2007; Touzé, 2006; Míguez, 2007). A las condiciones de pobreza estructural, exclusión social, la carencia de acceso a servicios elementales de salud (Epele, 2003), se sumaron las características propias del consumo de este tipo de sustancia como son: la rapidez e intensidad del efecto; la compulsividad del consumo; el rápido deterioro físico y el abandono personal; los malestares emocionales (angustia, vergüenza, inseguridad, soledad); y los sentimientos de amenaza y de miedo.

El tipo de consumo más generalizado se produce a partir de lo que se denominan "giras" que son salidas del hogar por varios días o semanas, en las que los usuarios/as integran redes de dos o tres personas con pares que se convierten en sus vínculos próximos, estableciendo también vínculos ocasionales y/o oportunistas con los "transas". Este término refiere, por un lado, al sujeto que vende sustancias, suponiendo un intercambio dinámico y desigual y, por el otro, a la práctica de fraccionamiento, adulteración y venta de drogas ilegales (Alarcón, 2010).

Las redes presentes en los consumidores de PB/paco, se caracterizan por ser frágiles, de vínculos débiles y volátiles, atravesadas por ciertos sentimientos de persecución en las que se ingresa si se tiene dinero, alguna mercancía o servicio para el intercambio. Asimismo, la pertenencia, acelera los procesos de exposición a peligros, enfermedades, daños y lesiones (Epele, 2010 y 2007). Míguez (2007) caracteriza al consumidor de PB/paco como un "doble excluido", porque forma parte de un grupo social que vive situaciones de aislamiento social y, además, su propio consumo lo convierte en alguien con el que debe asegurarse una distancia protectora, siendo separado de su familia, sus vecinos y allegados.

Los cambios mencionados en el tipo, intensidad y consumo de drogas y la fragilidad y debilitamiento de las redes sociales que caracterizan al usuario/a de PB/paco, ahondaron situaciones de precariedad, vulnerabilidad y exclusión y se acompañaron también por la emergencia de alternativas no biomédicas de recuperación de drogas, entre ellas las nuevas formas de religiosidad popular. Éstas últimas se caracterizan por el distanciamiento de las formas tradicionales de institución religiosa. La redefinición de competencias al interior del campo religioso, es la resultante de la lucha por la definición de competencias con otros campos orientados hacia la cura de cuerpos y almas, en particular, en disputa con la medicina (Bourdieu, 2001).

En Argentina, desde la década de 1990, comienzan a profundizarse cambios en el imaginario de los sectores populares y reestructuraciones en el campo religioso, donde el catolicismo pierde hegemonía quebrándose su monopolio (Eleta, 1994). En particular, si bien el movimiento Pentecostal inicia su crecimiento en la década de 1970, su gran expansión surge a partir de 1990 (junto con la emergencia de otras nuevas identidades religiosas) momento en el cual se hace presente en los barrios pobres, manifestándose con mayor intensidad en el Conurbano Bonerense en aquellas poblaciones con mayores índices de marginalidad y pobreza (Mallimaci, 2005, 2006; Forni, 1994). Este movimiento, desde 1990 fue variando desde formas muy institucionalizadas hasta llegar en la actualidad a observarse una multiplicación de pequeños grupos locales. La ausencia de una entidad centralizadora, es reemplazada parcialmente con el aumento de las posibilidades de prácticas religiosas independientes en las que, con base en una lectura literal de la Biblia, se interpretan sus citas aplicándolas a situaciones cotidianas.

Semán (2006) en una investigación que llevó a cabo en diversos barrios vulnerables y marginales de la Ciudad de Buenos Aires, observó la emergencia de grupos y redes que generan sus propias condiciones de religiosidad, diversificándose de acuerdo a los contextos culturales locales y generando una dialéctica entre los textos bíblicos y las bases culturales de los grupos en los cuales se insertan dichas creencias. Lo anterior, se vincula con el hecho que la fe se instale materialmente en pequeñas redes vinculares que gestionan de forma autónoma la distribución de preceptos y modos informales de curación. En consonancia, Wynarczyk (2010) señala que la construcción de las retóricas como las de sanación, constituyen operaciones que establecen una sintonía con el discurso de los colectivos o sujetos que se convertirán en nuevos adeptos. Sumándose así también, otra de las características de un movimiento evangélico que se constituye como campo de disputa abierto, pero ligado a su vez a distintas fracciones y discursos locales-particularistas (Wynarczyk, 2010).

Entre las principales características documentadas que presenta el movimiento pentecostal en los primeros años del siglo XXI, destacan: 1) la reafirmación de un conjunto de marcos interpretativos que le permiten incorporar a su conjunto de creencias renovados elementos, útiles para la acción colectiva y, por medio de los cuales, es posible comprender su continua expansión, aceptación y consolidación en los barrios marginales (Wynarczyk, 2009);  2) el evangelio como dotador de sentido para enfrentar situaciones de crisis personal y/o sufrimiento (Algranti y Bordes, 2009); 3) la concepción de la religión como una relación directa con la divinidad y como el milagro de la sanidad (Semán, 2006 y 2008); 4) la creación de sistemas alternativos de representación que posibilitan a quienes ocupan los escalones más bajos en la cultura convencional, generar contextos en los que pueden ocupar roles altamente valorizados como ser "pastor" o "líder religioso" (Míguez & Semán,2003); 5) la noción de la salvación como un proceso de purificación, que posibilita una conversión de la identidad considerada desviada hacia otra que modifica positivamente valores y conductas a través de una estrategia informal religiosa, a falta de estrategias institucionales exitosas (Míguez, 2000).

Las estadísticas sobre religiones son incompletas y fragmentarias, presentándose situaciones de subregistro y sistemas de documentación basados en estrategias divergentes. Así, algunas investigaciones señalan que las religiones evangélicas se corresponden con el 9% del total de religiones en el nivel nacional (CEIL-PIETTE CONICET, 2009), mientras que otras, realizadas en ámbitos más locales y específicos indican una presencia del 20% (Semán,  2006). No obstante, las divergencias en las proporciones que corresponden a los movimientos evangélicos y pentecostales específicamente, existe un acuerdo sobre su paulatina expansión durante los último veinte años, principalmente en los sectores populares.

Rescate, cuerpo y espíritu

 

Teniendo como basamento los recursos institucionales (centros de salud, comunidades terapéuticas, hospitales generales y psiquiátricos, centros de día, ONG's, entre otros), las redes familiares y comunitarias, y el sistema de creencias Pentecostal, los/las usuarios y ex-usuarios/as del barrio Los Cruces desarrollan prácticas y saberes diversos, heterogéneos y coyunturales sobre los modos de rescatarse del consumo de PB/paco. Se entiende por "rescate" a todas las prácticas y saberes sobre los modos de regular y/o detener el consumo intensivo de PB/paco, esto es, una vez convertido en un componente básico de la vida cotidiana de los/las usuarios/as (Epele, 2010). Entre las diversas teorías locales sobre las formas, características y orígenes del rescate, se observa en algunos/as usuarios/as y ex-usuarios/as del barrio, la noción del "dominio del espíritu sobre el cuerpo". Desde la cosmovisión pentecostal en ellos/as presente, el deseo de consumir drogas se debe a influencias de origen maligno que los exponen a tentaciones a las que el cuerpo se somete. En los relatos se manifiesta que a través del acercamiento a Cristo, de su palabra en la Biblia y de la oración es posible que "el espíritu de Dios" domine la compulsividad corporal del consumo a través del fortalecimiento del propio espíritu y facilite el rescate, el que es concebido como una bendición de la bondad de Cristo el Salvador. En esta dinámica pentecostal del rescate, el consumo y/o su deseo emerge en los relatos como una influencia de Satanás quien quita, daña o altera el espíritu, dejándolo libre y frágil frente a las tentaciones de consumir.

Un ejemplo de ello es Carlos, quien comenzó con un consumo intensivo de cocaína y alcohol a los 17 años, luego en el 2003 inició el consumo de PB/paco y en la actualidad manifiesta que lleva casi dos años sin consumir drogas (incluyendo el alcohol). Luego de haber llevado a cabo diversas estrategias de rescate realizadas tanto por él como por su familia (internación en comunidades terapéuticas, encierro en el hogar, alejamiento del barrio y autocontrol de la abstinencia, entre otras), el acercamiento al pentecostalismo parece haber sido la clave para dejar de consumir y seguir con su vida. Para él, esto se debe a leer la Biblia, orar y compartir con los hermanos para, de esta forma, lograr que el "alma domine al cuerpo". La expresión de Carlos (también presente en otros semejantes) de la "lucha del cuerpo contra el espíritu" hace referencia a que la sanidad se presenta a partir del dominio del espíritu sobre los deseos y/o necesidades del cuerpo y la mente. Esto se logra a través de la cercanía a Cristo, por medio de la oración, quien refuerza la voluntad individual permitiendo superar la abstinencia.

Bueno, el cuerpo es lo que pide... es la abstinencia... ¿No?, el que pide el cuerpo, ese es el vicio. Y el espíritu es el espíritu de Dios, cuando lo recibimos... ahí recibimos el espíritu de Dios. ¿Entendés? Entonces yo tenía una lucha del cuerpo contra espíritu... Y para que el espíritu le gane al cuerpo, a lo que pide el cuerpo, uno tiene que estar leyendo la Biblia, en oración, escuchando la palabra, compartiendo con los hermanos el Cristo...

El alma estaba presa. ¿Entendés? Porque el alma al dominar el cuerpo, el alma está bajo el pecado. Abajo está el alma. Todos los vicios, la amargura... Y mi cuerpo me pedía las bebidas, las drogas, me pedía un montón de cosas que tenían atrapado a mi espíritu, a mi alma. (Carlos, ex-usuario PB/paco, 30 años)

La dicotomía Cristo-Satanás, se plasma en la idea de que el primero es el único salvador, bueno y poderoso, que brinda solución a todos los problemas, encarnando la bondad, mientras que el segundo simboliza la falsedad y "arrebata, quita, roba el espíritu"7. Esta espiritualidad, en los/las usuarios/as de PB/paco del barrio Los Cruces parte de una concepción del mundo social en el que viven como esencialmente malo y demonizado en el cual ellos/as mismos/as, a través de sus cualidades morales reforzadas por el acercamiento a Cristo, deben hacerle frente para lograr la salvación.

En la experiencia de la conversión pentecostal vivida por los/las usuarios/as, se entiende que la persona concreta es la que experimenta el mal y, luego de la misma, el consumo y sus consecuencias sociales y familiares son vistos como sanciones divinas a acciones "desviadas", mientras que el rescate se configura como sanación y se presenta  acompañado con cambios en los discursos acerca del bien y del mal. En contextos como los que viven los residentes del barrio Los Cruces, marcados por la pobreza, la marginalidad, la exclusión y la vulnerabilidad en conjunción con las escasas respuestas que nos manifiestan que hallan en las instituciones gubernamentales y con los reiterados fracasos en los intentos de dejar de consumir, el rescate a través del acercamiento a las lógicas religiosas pentecostales emerge como una alternativa cada vez más extendida.

Según ellos mismos, el rescate por el evangelio es entendido a partir de un refuerzo de las cualidades morales individuales que permiten la salvación y, a la vez, se constituye como un mecanismo para ayudar a otros semejantes a salvarse por medio de la predicación del Evangelio y de la acción de Cristo. La conversión al pentecostalismo, posibilita que los/las usuarios/as de sustancias puedan acceder de forma voluntaria a "la cura", la cual se realiza a través de ritos como el bautismo en el espíritu santo o el "hablar en lenguas".

Asimismo, como lo menciona Jorge, un ex-usuario de 24 de PB/paco y pastor en un centro religioso pentecostal que funciona en una casa cedida por una ONG internacional ubicada en el centro del barrio Los Cruces, la conversión le permitió una resignificación del pasado yuna valoración de la fortaleza por haber superando situaciones extremas, fortaleza que es entendida como una "bendición" y signo de haber sido tocado por el poder divino permitiendo el cambio hacia una "nueva vida".

Usuario: Llegó un momento, ya cuando pasó eso... de lo que había pasado con mi hijo [la muerte]. Seguimos [junto con su pareja de ese momento] fumando creo un par de meses. Y ahí estábamos en la plaza y nos acostábamos y mirábamos para el cielo... Parece que algo nos dijo: bueno, hasta acá llegaron, sufrieron, vieron toda la cosa que es, la cosa mala... Pasaron más de tan abajo, pasaron más de la tierra... ya se fueron bien abajo, en el fondo... Y bueno, ahí le dije a RA 'bueno, vamos a salir de esto, vamos a poner una mano en el corazón a ver si Dios nos ayuda y podemos salir'. Y ahí vinimos para acá a la casa de C... que iba a la iglesia evangélica. Llegamos un día martes... y un viernes había sanidad, liberación. Y dijimos: 'bueno, vamos y nos entregamos'. Y gracias a Dios, gracias a la gente que nos puso en el camino, salimos de la droga... que vamos a la iglesia. Gracias a eso salimos...Ahora ya estoy recuperando mi casa, mis hijos. La macana que perdimos todo, pero gracias a Dios lo recuperé. No fumo más, voy a la iglesia. Va a ser tres años que no fumo.

E: ¿Volviste a recaer alguna vez?

Usuario: Sí, dos veces recaí. Una vino mi sobrino y me convidó, y yo tonto, fumé. Y al rato sentí una culpa, al rato sentí una culpa que parecía que me pusieron un puñal en el corazón.  Que qué es lo que estoy haciendo, si yo quiero salir, me quiero recuperar. Y bueno, gracias a Dios... pedí tanto a Dios, dije que no, que no voy a volver, y no voy a volver.

E: ¿Y la segunda?

Usuario: Y la segunda... vino mi hermana, me convidó, fumé un poquito pero no... la saqué matando.

E: ¿Y la gente que sigue fumando, te dice algo?

Usuario: Sí... yo lo que vi que la gente me apoyaba mucho. Todos los que eran amigos míos, dicen '¿Cómo hiciste para dejar? ¿Cómo hiciste? Llevame, yo quiero dejar esta porquería... quiero dejar... no puedo dejar, me arruinó todo, me sacó mi familia'. Y bueno, lo mismo que me pasó a mí. Así como salí, todos los pibes me buscan a mí. Quieren saber como yo hice para salir... Bueno yo les digo que gracias a Dios, que voy a la iglesia. Lo que pasa que cuesta, cuesta mucho, pero salí. (Jorge, 24 años, pastor y ex-usuario PB/paco)

 

En consonancia con lo relevado por Algranti y Bordes (2009), el culto pentecostal se presenta en los/las usuarios/as entrevistados/as como un elemento que otorga sentidos para enfrentar situaciones de crisis personal y/o sufrimiento, constituyéndose de este modo como un dotador de prácticas y sentidos para rescatarse. Las lógicas barriales que observamos en los consumidores de PB/paco del barrio Los Cruces, residen no necesariamente en eliminar el consumo de forma abrupta o en el corto plazo, sino más bien se vive y concibe como un proceso en el cual se presentan períodos o eventos de consumo, sin que ello sea motivo de abandono, exclusión o alejamiento del culto pentecostal.

Para Daniel quien, hasta el momento, es ex-usuario de PB/paco ypara Esteban quien aún consume en ocasiones, el rescate por medio del acercamiento al culto pentecostal no constituyó un corte abrupto del consumo, sino que se trató, o se trata, de una disminución paulatina en el tiempo, a la vez que van reforzando su espíritu por medio de la oración y la compañía del pastor y de sus hermanos de fe.

Usuario: Bueno, es más, cuando recién había empezado a congregarme y... bueno, yo estoy dejando la droga... y lo que decían... Decía yo... le pido a Dios que me saque la droga, no que me saque el alcohol. Y me iba... acá escondido y me tomaba una cerveza o dos cervezas... Con la mentira de que me iba a ver el partido de fútbol en los bares.

E: Eh... ¿Y para vos cuál es el mejor tratamiento?

Usuario: Y para mí... el mejor tratamiento es si uno quiere salir es buscar así a Dios. Buscar y meterte así en la palabra y pedirle que... Yo antes no creía en nada... Yo veo que hay pibes que quieren salir de la droga y quieren salir... como el tema que me pasó a mí. Yo lo viví, que quería salir por cuenta propia mía, que no iba a la iglesia, que no hacía nada, y volvía a caer.

E: ¿Y qué pueden hacer las familias cuando un chico está consumiendo?

Usuario: Y... internarlo... Internarlo y a través de eso... llevarlo a la iglesia y que busque de Dios y que se meta de lleno en una palabra "buscando de Dios" y va a salir... Por ahí... no te digo que... que lo va a dejar de todo al principio, ¿no? Como yo te digo, yo llevo un año y medio y en un año y medio, consumí dos veces. Porque estaba... como recién estaba saliendo. (Daniel, ex-usuario PB/paco, 28 años)

E: Y porque tampoco es todo de un día para el otro...

Usuario: No, tampoco nadie te obliga... ¿Entendés?  Él iba y se fumaba, yo me daba cuenta porque los ojos estaban colorados. Y venía se sentaba y yo le habla... Y bueno, uno no lo puede decir: "Dejá de fumar y ya está". No, tiene su proceso. Y... después un día... a la noche se sentía mal del estómago. Y le digo: "¿Qué te pasa?" "No, me siento mal" "Bueno, vamos a orar" Otra vez, empezamos a orar, a orar... y ahí... Él otra vez: "Renuncio y renuncio". Lo tiene que decir constantemente. Tiene que... cuesta mucho, es un proceso muy... a mí me llevó casi dos años... es un proceso...

E: ¿Cómo es el proceso? ¿Vas consumiendo cada vez menos o cada vez más espaciado?

Usuario: Sí... vas consumiendo cada vez menos... Tenés compañía en oración; tenés compañía que te contiene. Por ejemplo todos los que consumen es porque hay un vacío en el corazón... Querés llenar ese vacío con algo... Y bueno, pero ese vacío que hay en tu corazón... nosotros le vamos enseñando que... Jesús es el único doctor con dos corazones. En la tierra tenemos los doctores de los doctores... Pero el que sana tu corazón, el que sana tu alma... es el señor.... Y bueno, cuando vos sentís la presencia de Dios... y vos decís: Claro, ahora me doy cuenta que no estoy solo. (Esteban, usuario PB/paco, 24 años).

 

Tanto Daniel como Esteban, nos comentaban que los nuevos episodios de consumo, denominados recaídas, no constituyeron motivo para ser excluidos de los grupos evangélicos en los que participaban y mencionaban que sus hermanos y los pastores sabían que ellos lo habían hecho.

Lo anterior, puede entenderse siguiendo los planteamientos de Semán (2006) para quien esto se produce debido a que en estas iglesias la doctrina es variable porque la definen el pastor y el grupo de dirigentes de la misma, de forma autónoma respecto del control que ejercen las redes de iglesias, las federaciones o las asociaciones de pastores.

Particularmente, en los/las usuarios/as de PB/paco entrevistados en Los Cruces, esta variabilidad doctrinal se puede observar en el hecho que, como Daniel y Esteban, sienten cierta tolerancia al consumo durante el proceso de rescate por parte de los pastores de los grupos evangélicos a los que asisten, ya que muchos de ellos fueron usuarios de drogas y comprenden lo difícil que es dejar de consumir. No obstante, también dan cuenta de una nueva normatividad moral que se acompaña con sentimientos de contención espiritual y emocional.

 

Redes vinculares y nueva vida

El consumo intensivo de PB/paco, suele estar asociado a la pérdida del trabajo y de las pertenencias personales y al deterioro físico, evidenciado por marcas en el cuerpo como heridas por armas blancas y de fuego, quemaduras en las manos y labios, delgadez extrema, cambios en la textura y coloración de la piel y lastimaduras en los pies por las largas caminatas descalzos tras haber vendido las zapatillas para consumir. Todo ello, es generador de situaciones de riesgo para la vida o la salud de los/las usuarios/as, y se produce sobre todo durante las llamadas "giras" que son salidas del hogar por varios días o semanas, en los que los/as usuarios/as manifiesta que casi no consumen alimentos ni bebidas y en los que intercambian con los transas dinero, sexo y/o objetos (incluso la ropa y el calzado que llevan puesta) propios y/o sustraídos a familiares, vecinos y desconocidos para obtener droga. Esto último es de especial importancia debido a que erosiona y ocasiona rupturas en las redes vinculares, no sólo de los/as usuarios/as con sus propios familiares y vecinos, sino también entre los vecinos y los familiares de los/las usuarios/as, y entre los familiares entre sí sobre todo cuando alguno tiende a proteger al usuario/a. Estas rupturas de los lazos vinculares llegan a casos en donde se ha perdido la custodia de los hijos, el matrimonio o la vida en pareja y la relación con sus propias madres, padres y/o hermanos/as.

Luego de estos períodos de giras, los/las usuarios/as suelen experimentar lo que llaman "el bajón emocional", el que se caracteriza por sentimientos de "mucha culpa" por lo hecho, anhelos de no volver a consumir y/o necesidades de recomponer los afectos perdidos. Entre los recursos locales con los que cuentan están los grupos evangélicos, en muchos de los cuales participan y/o son liderados por ex-usuarios/as de diversas drogas, no sólo PB/paco. Durante, "el bajón" los usuarios experimentan sentimientos encontrados: por un lado, de alivio individual que les produce estar "limpios"8 y, por el otro, de autoculpabilidad por el alejamiento de las antiguas redes de usuarios y los daños ocasionados.

En este marco, el acercamiento al evangelio se constituye como una "religiosidad situada" (Míguez, 2000) que, para el caso de los usuarios/as de PB/paco en particular emerge en determinados momentos de las trayectorias de consumo, principalmente, cuando sienten que lo han perdido todo y/o se han enfrentado a situaciones de deterioro físico severo.             Ejemplo de ello, los encontramos en los relatos de Paula y Gerónimo, quienes nos cuentan que la iglesia constituye un recurso importante cuando muchos o todos los vínculos próximos que poseían se fueron alejando a medida que avanzaban en sus respectivas trayectorias de consumo.

Usuaria: Y el querer es poder... el querer y el hacerlo con Dios. Entonces nosotros le decimos, le enseñamos que no está solo. Te cuesta. A mí me costó dejar la cocaína, me costó dejar el alcohol, me costó dejar muchas cosas, pero no estoy solo luchando contra eso, sino que tengo un Dios todo poderoso, creador de los cielos y la tierra... el que nos está ayudando. Y está para aumentar mi fe... (Paula, 25 años, usuaria PB/paco).

Usuario: Eso te estoy hablando tres años atrás, pero no llegaron a nada. Entonces como yo veía que no podías contar con la policía, con el comisario, no podías contar con el Estado, con el Gobierno, no podés contar con nadie. Yo también tenía mis amistades que habían dejado de drogarse y ellos siempre me invitaban a las reuniones que ellos hacían, pero yo rechazaba esas reuniones porque yo decía: yo no necesito, yo trabajo y no molesto a nadie. Pero yo siempre rechacé eso. Entonces un día me quedo solo... me separo... mi señora no me aguanta más y se va. Cansada se fue, se llevó a los chicos y me quedé solo. Y ahí asistí a las reuniones que ellos me invitaron.

E: ¿Y en qué consistían esas reuniones? ¿De qué se trataba?

Usuario: Son un grupo de gente que trabajan por el medio de la fe, evangélicos. Al principio cuando entro no quiero saber nada, rechazo total ¿Viste? Y después bueno, ellos me fueron guiando y de a poquito, de a pasos vas rechazando todas esas ganas de drogarte. Y a medida que uno se deja llevar o se deja guiar, uno aprende los pasos. Es como en todas las cosas.

E: ¿Tuviste alguna recaída después?

Usuario: Sí, todo ese año. Al principio del año... ellos me miraban, ¿viste? y decían: "Éste no cambia más" (Risa) Pero... te lleva... (Gerónimo, 32 años, ex-usuario PB/paco).

En el barrio Los Cruces, encontramos que la base territorial de estos grupos evangélicos suelen ser casas particulares, dirigidas por un pastor, quien en forma informal y sin ayuda estatal, recibe a los/las usuarios/as que desean dejar de consumir y/o necesitan un lugar donde quedarse porque no pueden regresar a sus hogares o al de algún familiar o allegado. En estas casas, algunas de ellas reconocidas en el barrio como iglesias y otras simplemente como "la casa del pastor", realizan cultos o reuniones de oración y transmisión de enseñanzas bíblicas. En las mismas, los líderes religiosos brindan a los/as usuarios/as un lugar para dormir, comer e higienizarse junto con apoyo y contención emocional. Se efectúan oraciones y el canto de alabanzas junto a otros hermanos en la fe y generalmente el dueño de casa es quien dirige la reunión, atendiendo "peticiones" (pedidos) de los que se congregan en oración. En particular, los/las usuarios/as que asisten son interpelados con pasajes de la Biblia, traducidos a un lenguaje coloquial, cercano y, en ocasiones, erigido sobre la base de un conjunto de experiencias comunes compartidas sea tanto por el pastor como por alguno de los hermanos de fe. Para éstos, también son lugares desde los cuales se comienzan a reconstruir, lentamente, a veces con éxito y otras con más expectativas que posibilidades, los lazos vinculares erosionados durante la trayectoria de consumo.

Juan, un ex-usuario que vive en la iglesia y casa de Mary, y que aspira a convertirse en pastor para poder ayudar a sus dos hermanos "de sangre" (como los diferencia de los "hermanos de fe" que son los que asisten y/o viven con él en la casa de Mary), nos comentaba que desde  que "profesa la fe pentecostal" pudo recuperar muchos de los vínculos que antes eran próximos en su vida.

Usuario: El paco me estaba destruyendo la vida... Me estaba robando las ilusiones, las esperanzas, me estaba robando todo... a hurtar... Bueno... ya sabemos me estaba matando porque te termina matando... al final. Pero Jesús vino a darme vida y vida en abundancia. Cuando vos lo ponés en práctica a ese mensaje... en tu vida decís: "Bueno, ahora ya no vivo el que era antes... sino que vive Jesús en mí, y él es quien me da esta vida en abundancia" Y así... como yo lo aprendí... tengo que después trasmitírselo a otro...

Bueno,  el  mensaje  que  le dejo a los jóvenes es primero que... procuren    reconciliarse con sus padres, porque la Biblia dice: "Honra a tu padre y a tu madre y se te alargaran los días de vida"  Y de ahí parte... yo creo que... una gran importancia en estar bien con los padres... y con los hermanos, formar una familia... Y para que el día de mañana cuando tengan hijos... les pueda dar un buen ejemplo de familia... Y aquellos jóvenes que quizás... tuvieron peleas con los vecinos o con el   barrio... que    traten de evitarlo, porque todo eso acarrea a querer huir, ¿no? Todos los problemas que tenés en tu hogar, o en tu barrio o en el colegio... te lleva a querer huir de esos problemas. Pero si vos tratás de solucionar... tus problemas con tus allegados... yo creo que no te vas a volcar a la droga. Más que nada para que no te vuelques. Y el camino de droga son tres: la cárcel; el hospital o la muerte. Entonces no te conviene agarrar ese viaje, más bien agarrá el viaje por... estar unido a... a todos tus conocidos.

Ahora... bueno, ahora ya estoy recuperando mi casa, mis hijos... todo gracias a Dios... lo recuperé ya... No fumo más... voy a la iglesia. Va a ser tres años que no fumo... Y bueno. (Juan, ex-usuario y familiar de usuarios de PB/paco).

La casa de Mary (iglesia y donde también vive Jorge, según nos cuenta: "por el momento hasta que recupere mi casa") es una casa de dos pisos, con paredes sin terminar de revocar en la que vive ella de 40 años, con sus seis hijos. Mary se proclama pastora y es reconocida como tal en el barrio.  Los espacios de la vivienda comparten la función de hogar de Mary y su familia, de iglesia evangélica en la que se realizan las reuniones y las ceremonias, y de parador para aquellos usuarios de drogas que buscan rescatarse odescansar y que "muchas veces no tienen dónde caerse muertos", según palabras de la propia dueña. Aquí, los/las usuarios/as pueden bañarse, pasar la noche o algunos días, descansar y/o comer. Mary comenta que "les ora" a los usuarios y estos, acto seguido, comienzan a vomitar verde o sangre. Asimismo, que los "pibes muchas veces tocan la puerta cuando los persigue la policía", ella les abre y les dice a los policías: "son menores, salgo testigo de ellos, sin orden judicial acá no entras", y los policías se van. Ella, acompañada por algún creyente, predicando el evangelio recorre los pasillo de Los Cruces donde suelen reunirse a fumar los/las jóvenes cuando cae el sol.

Otra experiencia semejante presenta Irma quien tiene 38 años, es casada y  madre de siete hijos. Comenzó a consumir cocaína junto a su esposo a la edad de 25 años y luego de algunos años que no sabe precisar comenzó a consumir PB/paco. Cuenta  que el consumo de esta sustancia la hacía sentir bien, le daba coraje, le sacaba el hambre y la sed, y también que perdió su casa y la custodia de todos sus hijos por una denuncia de los vecinos por abandono. Recalca que en esa época ella "no estaba en Cristo, era una vida de pecado" y que es el Señor quién la hizo cambiar. Junto a su esposo, dormían en volquetes contenedores y fumaban hasta que el cuerpo les imponía un límite físico. La muerte de su hijo mayor los hizo querer rescatarse. Con la ayuda de Alberto, un ex-alcohólico convertido al pentecostalismo, comenzaron una "vida nueva", de arrepentimiento, revalorización de la experiencia pasada para ayudar a otros. Ahora en la casa que Alberto presta realizan reuniones de lectura y oración y brindan alojamiento a aquellos usuarios/as de drogas que deciden dejar de consumir o "necesitan un lugar donde quedarse". Ella cuenta que "el Señor nos levantó, el Señor nos restableció, ahora somos líderes y estamos levantados por la Gloria del Señor".

Las experiencias de Jorge, Irma o Mary dan cuenta de la emergencia de formas autónomas de producción de sentidos religiosos que contemplan tanto las necesidades de comunicación y de contención, como las experiencias de pérdidas y deterioro físico que comparten la mayoría de los/las usuarios/as de PB/paco del barrio Los Cruces. Como señala Míguez (2006) median simbólicamente para que los portadores de la nueva identidad Pentecostal establezcan lazos afectivos y de integración.

 

Conclusiones

En el presente texto se trabajó el acercamiento al evangelio como uno de los modos de "rescate", esto es como el conjunto de saberes, prácticas y estrategias que regulan o detienen el consumo de drogas. Particularmente, esta labor se realizó con base en la información etnográfica recogida en un barrio particular que llamamos Los Cruces de la Ciudad de Buenos Aires, el cual se caracteriza por su extrema vulnerabilidad, marginalidad y precariedad. 

Las principales características del rescate por el evangelio que observamos en el Barrio Los Cruces y que mencionamos en el trabajo son: 1)la  resignificación del pasado y de las experiencias vividas durante el consumo intensivo como pruebas de fe por haberlas superado o estar superándolas; 2) la posibilidad de un nuevo rol social, el de pastor, valorado positivamente por la comunidad y; 3) la construcción de nuevos vínculos asociados a las redes evangélicas y la recuperación de los lazos familiares perdidos y/o erosionados durante la trayectoria de consumo.

De acuerdo con los propios usuarios/as-ex usuarios/as, el acercamiento a las lógicas religiosas pentecostales y el refuerzo de las cualidades morales son vistos como formas de salvación individual y, a la vez, como mecanismos para ayudar a otros a salvarse. En la experiencia de la conversión pentecostal, se pasa de una economía moral basada en la conducta individual del rescate a otra que contempla las fuerzas de la divinidad y que refuerza la voluntad del usuario/a. A la vez, el rescate por la fe es concebido como un mecanismo para ayudar a otros a salvarse a través de la predicación del Evangelio y de la acción del Espíritu Santo. En la conversión, muchas prácticas de la vida anterior son resignificadas, y pasan a ser vistas como provenientes de una debilidad intrínseca al ser humano, como parte de la "carne", el "cuerpo" que predomina por sobre el "espíritu" que no se ha fortalecido por el acercamiento a Jesús. De esta forma, el poder divino de sanar, posibilita a través de la oración la cura de enfermedades que se conciben vinculadas al pecado, como es el consumo de drogas.

 

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Notas

1. De acuerdo al Observatorio Argentino de Drogas, el registro del consumo de pasta base-paco es ciertamente complejo, en tanto existe una multiplicidad de sustancias y/o mezclas a las que los usuarios denominan indistintamente "pasta base" y "paco". Existe cierto consenso generalizado respecto que la pasta base de cocaína (PBC) es un producto que se obtiene de una fase intermedia de la producción de clorhidrato de cocaína. Si bien los reportes internacionales refieren la presencia de entre un 40 a 85% del alcaloide, se ha revelado hasta un 90% de cocaína en su composición. Asimismo, ésta suele estar adulterada, tanto con cortes inactivos que sirven para aumentar su volumen (como por ejemplo, lactosa, talco o harina de trigo), como con cortes activos (estimulantes o congelantes), cuyo objetivo es compensar la potencial pérdida de efectos en las adulteraciones. Dada su composición y su modo de uso -generalmente el modo de ingesta es fumándose- el uso prolongado o intenso provoca en los/las usuarios/as un fuerte deterioro neurológico e intelectual, que se ve acompañado por alteraciones pulmonares y cardíacas, marcada pérdida de peso y estado de abandono personal (SEDRONAR, 2007).

2. El Barrio Los Cruces se ubica en el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires. El mismo, surgió a mediados del siglo XX como productos de asentamiento temporal de inmigrantes internos. Con el correr de los años fue incrementándose el número de residentes y de viviendas, las que fueron construyéndose sin un trazado urbano específico, característico de los asentamientos denominados "villas de emergencia".

3. Debido a la complejidad del fenómeno y el componente de ilegalidad del mismo, se modificaron los nombres de los lugares geográficos. Previo a la realización de todas las entrevistas se obtuvo el consentimiento informado de las mismas, -de acuerdo a los resguardos éticos  de las Ciencias  Sociales-, y se aseguró la confidencialidad y la protección de las identidades, motivo por el cual, también los nombres de las/los participantes fueron alterados.

4.En la investigación que dio origen a este texto, se siguieron los lineamientos de una investigación cualitativa de carácter etnográfico que combinó entrevistas semiestructuradas, charlas informales, notas de campo y observación participante en contextos de la vida cotidiana de usuarios/as de drogas, y sus familiares. Hasta el momento se han realizado 14 entrevistas líderes comunitarios y a familiares de usuarios/as de PB/paco y 29 entrevistas a usuarios/as y ex-usuarios/as. De acuerdo a estos lineamientos, se pretende dar cuenta de las tensiones macro- micro, fragmentaciones, categorías nativas, y modos de padecer, plasmados en contextos locales específicos.

5. Entre ellas, la desregularización y privatización con un fuerte impacto en la calidad y alcance de los servicios, aumento de la desigualdad y la polarización social, la flexibilización y precariedad laboral, y el aumento del desempleo.Durante ese proceso de crisis, el PBI se redujo en más del 11%, el desempleo trepó al 21, 5%; el 55% de la población vivía en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza, a la vez que la indigencia se duplicó entre 1991 y 2001. En tanto, la inequidad de los ingresos per cápita familiar se incrementó el 7% en dicho período (el coeficiente de Gini pasó de 0,47 a 0,512). Los datos expresan la crudeza del proceso de empobrecimiento (Anguita y Minujín, 2005).

6. Según datos del Ministerio de Economía (2008), la tasa de desocupación en el Gran Buenos Aires fue variando de 14,1% en el período 2003-2006, a 9,2% en el 2007 y a 8,7% en el 2008. Para los mismos períodos y área, la incidencia de la pobreza fue de 37,8% (2003-2006); 21,2% (2007) y 17% (2008), mientras que el porcentaje de población indigente en el Gran Buenos Aires fue de 14,5% (2003-2006); 7% (2007) y 4,8% (2008).

7. Para una discusión sobre este tema, puede verse  el texto de Tort, Pessina & Soneira (1994).

8. Estar "limpios", implica no consumir drogas, y al mismo tiempo, la presencia de cualidades morales valoradas positivamente: honestidad, paz interior, paz con los semejantes, entre otras (Bianchi  & Lorenzo, 2011).

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