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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.23 no.39 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2013

 

RESEÑAS DE LIBRO

 

Gutiérrez Martínez, Daniel (Coord.) (2010) Religiosidades y creencias contemporáneas. Diversidades de lo simbólico en el mundo actual. México: Colegio Mexiquense. ISBN: 978-607-7761-17-4.

 

Juan Pablo Cremonte

 

Universidad Nacional de General Sarmiento.
Letonia 978, San Miguel, Pcia de Buenos Aires, CP: 1663.
jpcremonte@gmail.com

 

Fecha de recepción: 20 de marzo de 2013.

Fecha de aprobación: 25 de marzo de 2013.


El texto de Daniel Gutiérrez Martínez se estructura en dos partes, diferenciadas desde la misma edición de esta compilación. En la primera de ellas, se presentan los puntos centrales del debate teórico que quiere darse respecto a los planteos tradicionales de la disciplina sobre la que argumenta el texto y a la que dirige principalmente sus críticas: la sociología de la religión. En la segunda parte, se presentan estudios de caso que trabajan con el basamento teórico que se presenta en esta primera parte. En esta nota nos centraremos en los trabajos que realizan el planteo teórico de la mencionada primera parte y luego haremos una presentación general de la segunda, dado que la misma se compone de trabajos numerosos e interesantes pero que sería engorroso reponer en este espacio, no así con la primera parte, que a nuestro juicio trae a cuento un debate interesante, actual y necesario.

El planteo general, explicitado con suma claridad por el coordinador de la compilación en el prólogo, señala las dificultades de la sociología de la religión para comprender buena parte de los fenómenos religiosos contemporáneos a partir, dice, de sus propias limitaciones conceptuales. Estas limitaciones operan sobre dos ejes, mutuamente relacionados: la afiliación al proyecto racional-secular de la modernidad, por un lado, y el análisis de los fenómenos religiosos a partir de un esquema institucionalista y monoteísta -catolicista, sin tantos eufemismos -; esta combinación de elementos impide considerar la existencia de otros cultos religiosos y los fue relegando a la categoría de supersticiones, mitos o elementos propios de culturas atrasadas que el progreso de la sociedad iba a ir dando curso, esto es, tenderían a desaparecer. En este punto, debe consignarse, el trabajo se inscribe con claridad en una perspectiva comprensiva respecto del sentido de la acción social y asigna a lo que denomina la "sociología de la religión tradicional", como próxima a planteos racionalistas-objetivistas más próximos al positivismo durkhemiano clásico.

En este punto, el trabajo indaga en la(s) definición(es) de religión que ejercita esta tradición clásica para señalar sus contradicciones, sus problemas de aplicación y, finalmente, sus inconvenientes para adecuarse a un escenario simbólico global cada vez más cambiante y difícil de clasificar de modo taxativo. Así, aparece una primera definición de la religión en singular como la religión hegemónica y al campo de estudios que se encarga de ella como un campo de estudios cooptado por esa hegemonía y sin capacidad para dar cuenta de la misma, naturalizada.Propone de esta manera considerar distintos desplazamientos .Un primer desplazamiento se produce de la sociología de la religión a la sociología de las religiones,un segundo desplazamiento responde al pasaje de las religiones, ya como concepto plural, hacia las creencias y un tercer desplazamiento propuesto se desprende también del primero, y se trata del corrimiento de las religiones a lo religioso como dimensión que atraviesa todas las prácticas simbólicas que tienen lugar en el espacio de lo social. En ese sentido, se trata de detectar dimensiones en las que el sentido que los actores sociales les imprimen a las prácticas se tiñe de un tipo de conexión con lo sobrenatural, lo mágico o lo pasional que se acerca a las prácticas religiosas consolidadas, aunque carezca de muchos de los elementos que caracterizan a estas últimas (un dogma y una institucionalidad consolidada, por caso) pero que no por eso pueden ni deben quedar fuera del área de estudio de una sociología de las creencias -que es el nombre propuesto para el renovado campo de los estudios sociales sobre lo religioso - que tenga la pretensión de abarcar la totalidad de los fenómenos desde una mirada empírica y transdisciplinaria. Estos desplazamientos permiten, afirma el autor, evitar que esta "Sociología de las creencias" reedite uno de los principales inconvenientes de la clásica "Sociología de la religión": quedar presa de las luchas de poder entre las religiones. En efecto, las teorías clásicas de la religión establecen valoraciones entre las diferentes religiones que -consciente o inconscientemente - establecen distribuciones de capital simbólico entre las diferentes religiones a partir del establecimiento de tipos ideales de las creencias en sí mismas o de alguno de sus componentes que construyen el basamento histórico cultural de la legitimación de algunas religiones por sobre otras.Una vez planteadas las críticas al campo de la sociología de la religión, y anunciados los movimientos que se realizan desde los postulados de ese campo, se presenta el objetivo que se persigue con la obra, que no es otro que sentar las bases de un modo de mirar e interpretar los fenómenos que hacen a la cuestión religiosa o que se relacionan con ella, a partir de las creencias.

En esa línea, esta primera parte se compone de seis artículos que funcionan como un sistema de conceptos que se articulan en torno de ese tipo de mirada que se quiere construir y, al propio tiempo, también como contrargumentos de los puntos nodales del tipo de estudio del que el libro intenta diferenciarse. Así, estos artículos señalan la concentración de la sociología de la religión en las experiencias religiosas institucionales de los países europeos, el fenómeno de la secularización, los así llamados "nuevos fenómenos religiosos" (de los que luego se cuestionará en tanto que novedades), el unicismo disciplinario de la sociología de la religión, la reducción del estudio de la religión al estudio de sus dogmas y la equiparación entre la religión católica y algunos de los sostenes conceptuales de la modernidad, como la tecnología, el desarrollo y el progreso. El primero de ellos, entonces, corresponde a Cristian Parker, quien se refiere a las prácticas religiosas en los países no occidentales y, para ello, ejercita un repaso por los conceptos fundamentales de la tradición sociológica europea para revisar las categorías más relevantes de esa tradición, desde un punto de vista crítico. Luego de ese ejercicio, el autor llega al punto en que detecta que buena parte de esos estudios se concentran en las prácticas religiosas que tienen lugar en marcos institucionales tradicionales y los análisis terminan por equipararse a estas prácticas, esto es, reproducen el fenómeno que analizan y es, justamente, en este punto que se presenta lo eclesial como central de los estudios de religión, haciendo una especial mención a autores clásicos como Troeltsch, Weber, Durkheim o Mauss.

El autor plantea que el surgimiento de nuevos movimientos religiosos entre fines del siglo XX y comienzos del XXI, produce un efecto de mayor visibilidad de las prácticas que se separan de las religiones tradicionalmente más institucionalizadas y, con ello, permite la aparición de estudios que reconocen la entidad de estos nuevos fenómenos religiosos. De algún modo, pareciera que los estudios de religión, nuevamente, acompañan el flujo de los fenómenos sociales, dado que mientras en el siglo XX los estudios de religión se concentraban en las religiones institucionalizadas, en estos momentos (al menos, una parte de) esos estudios se concentran en los nuevos fenómenos y en la búsqueda de nuevas herramientas que les permitan dar cuenta de ellos. Parker concluye que un elemento importante en este cambio en los fenómenos religiosos es la globalización. Si bien el tema de la globalización es un escenario complejo en el que muchas veces se trata sólo de una forma sofisticada de la dominación, sostiene que el escenario de nuevas y complejas visibilidades permite que muchos fenómenos religiosos de larga data sean resignificados y recuperados en la actualidad. Esta nueva realidad desafía los esquemas clásicos de análisis que clasifican entre sagrado/profano, sacerdote/mago, religión/magia y desafía a los investigadores a la construcción de nuevas categorías, que sean capaces de dar cuenta de un mundo religioso cambiante, complejo y heterogéneo.

Si hay un concepto central de la sociología de la religión clásica ese es el de secularización. Sobre este concepto trabaja el artículo de Hamui Liz, quien plante que este concepto ha sido desarrollado por autores como Weber, Durkheim o Comte, quienes han considerado que la secularización es un proceso imparable a través del cual las sociedades pretendidamente avanzadas tenderán a suprimir las religiones o a reducirlas a expresiones de la vida privada. Muy por el contrario, reflexiona la autora, los tiempos contemporáneos han mostrado unas experiencias religiosas que no sólo no han desaparecido del espacio público sino que también han aumentado sus espacios de visibilidad al punto de que se habla de un "retorno a lo religioso".

El planteo de la autora sostiene que el concepto de secularización se ha sacralizado, en el sentido que se ha congelado su capacidad explicativa y que se ha proyectado hacia el futuro una supuesta evolución del mismo, cuando en verdad estaba asociada a un contexto histórico específico. En ese sentido, el planteo de la autora tampoco apunta a una negación del concepto de secularización, lo que propone es considerarlo en el marco de un trabajo empírico que permita poner a prueba sus capacidades interpretativas.

Precisamente, respecto de los mentados "retornos de lo religioso", el artículo de Felipe Gaytán, sostiene que ciertos acontecimientos concretos, como el fin del milenio o los atentados al World Trade Center, de Nueva York, permiten observar como los discursos de lo religioso aparecen con fuerza en el centro de los debates públicos. En el texto, como en el capítulo anterior que ya comentamos, se retoma la crítica al concepto de secularización, en particular en sus versiones más estereotipadas en las que se considera la religión como un fenómeno que tiende a desaparecer o a disminuir su visibilidad social. No obstante, lejos de apuntar hacia la supuesta reaparición de los fenómenos religiosos a partir de estos acontecimientos, opta por preguntarse en qué sentido puede hablarse de "retorno", dado que eso implicaría suponer una "ida" de lo religioso hacia algún sitio en el que habría permanecido oculto, y el autor rechaza enfáticamente esa idea. Antes bien, supone que se trata más de una negación de parte de los estudios de religión de observar los fenómenos religiosos allí donde se desarrollaban y en el modo en que se desarrollaban que de una efectiva retracción de los mismos.

El nudo de la crítica que Gaytán le realiza al concepto de secularización responde a que dicho concepto omite un elemento fundamental: que las religiones crecieron desde la modernidad y no contra ella. A partir de ese punto, sostiene, resulta fundamental reconsiderar no sólo la relación entre secularización y religiones, sino los mismos conceptos de individuo y de modernidad. De lo contrario, episodios como el cambio de milenio o los atentados a las Torres Gemelas seguirán dejando a intelectuales y especialistas sin poder explicar sus implicancias.

En sí, las críticas que se han descripto hasta aquí respecto de la sociología de la religión en sus vertientes más clásicas, reposan en el señalamiento del ejercicio de reducción que obraría en ellas en sus planteos sobre las prácticas religiosas. En efecto, se le crítica que se reduce la religión exclusivamente a sus variantes más institucionalizadas y, se sostiene que, obra en esa reducción un recorte ideológico que tiene consecuencias de orden simbólico y legitimador, que les transfiere un poder inusitado a esas instituciones. Si bien en parte del prólogo se ha trabajado sobre esta idea y los artículos hasta aquí abordados la han insinuado, será el artículo de Roberto Migélez el encargado de desarrollarla en un artículo cuyo título no podría ser más claro y conciso: "Usos ideológicos de la religión". En el mismo, el autor se vale del análisis argumentativo para describir el modo en que los estudios de religión han ejercitado lo que él considera una manipulación ideológica, a partir de los fenómenos religiosos que se vale de las posiciones del culturalismo para ejercitar reduccionismos de la realidad social. El artículo considera argumentaciones que se mueven sobre cuatro registros: el político, el social, el psicológico y el específicamente religioso. El texto recorre el planteo de Maquiavelo en El Príncipe, respecto de la relación entre la religión y el Estado para postular que la sociología de la religión y, particularmente, los estudios asociados al concepto de secularización obran como un bloque de legitimación del poder establecido al sostener el orden social racional-modernista.

De algún modo, el artículo presentado supone el punto máximo de las críticas que el libro le realiza a la sociología de la religión. En ese punto, resulta entonces previsible que a continuación se presente una visión alternativa. Y esto es lo que contiene el artículo de Blanca Solares, quien indaga en la llamada "Hermenéutica simbólica de la cultura" para arribar a una visión que permita superar los elementos de la sociología de la religión clásica que son vistos como escollos y que ya se han descripto suficientemente. Esta perspectiva, desarrollada por Carl Jung y el Círculo Eranos, parte de reconocer la capacidad del sujeto para interpretar todo aquello que sucede y hace en el mundo, es decir, reconoce al ser humano como una especie capaz de construir símbolos con absolutamente todas sus actividades. En ese punto, la actividad del investigador consta de interpretar esas interpretaciones, intentando detectar su lógica interna, antes que elevar juicios de valor.

En ese contexto, reafirma el carácter multidisciplinario de esta hermenéutica, que choca con la unicidad disciplinar de la sociología de la religión, en tanto que discurre en los componentes que le otorgan la amplitud y la multiplicidad de herramientas de que se vale, tales como la inspiración antropológica, los aportes del psicoanálisis o del análisis histórico-político. Este planteo se caracteriza por el lugar que le confiere a los actores sociales, que es bien diferente del que reciben en la sociología de la religión; y la definición misma de su objeto de conocimiento, que es mucho más amplio y, lo que es más importante, no es definido de antemano.

En lo que constituye el último artículo de la primera parte y, de algún modo, una suerte de presentación de los que pueblan la segunda, encontramos el artículo del coordinador de la compilación, Daniel Gutiérrez Martínez, quien parte del supuesto de que ninguna sociedad puede subsistir sin un sistema de creencias que la sostenga y organice. A partir de ello, construye un análisis que emplea las categorías de magia, mito y religión, no como estamentos evolutivos -como lo haría la sociología de la religión clásica - sino como categorías descriptivas que permiten identificar operaciones de similitud y diferencia. Con esas categorías analiza las "religiones de la modernidad", considerando en ese grupo por lo general a las religiones monoteístas de salvación y a los conceptos -también modernos - de tecnología, desarrollo y progreso, interrogándose por lo que estos elementos contienen de magia, de mito o de religión.

Las respuestas a las que arriba constituyen, quizás, el corolario de este grupo de artículos que han construido una clara crítica a la sociología de la religión y, en particular, a las teorías de la secularización: estas teorías han construido su argumentación en base al supuesto de prevalescencia de la razón por sobre la religión, mientras esa razón se convertía en dogma y ese dogma en un mito. Por su parte, las religiones a las que la sociología de la religión les da entidad como tales, no son cultos que se enfrenten con el proyecto de la modernidad, muy por el contrario, sintonizan perfectamente con él. Por ende, ni el proyecto de la razón constituye una visión superadora de las religiones, más bien es su reemplazo por otra religión; ni las religiones constituyen una visión atrasada respecto del proyecto de la modernidad, sino que son parte misma de ese proyecto. Lo que ejercita este autor es una crítica en los propios términos de la sociología de la religión a la que está criticando.En tanto que en la segunda parte del libro se presentan estudios de caso, en los que se aplica buena parte del herramental analítico que se presentó en esta primera parte. Una vez dispensada la crítica a la sociología de la religión y presentado el tipo de abordaje que se propone a cambio, se procede a ponerlo en práctica sobre casos concretos. Esos casos son, por su parte, de lo más disímiles: desde análisis de experiencias ortodoxas en Canadá hasta casos de religiosidad popular en la Argentina, pasando por análisis de la religiosidad en la web o investigaciones históricas sobre religiosidades en Francia. Así tenemos el texto de Danièle Hervieu-Legér y Grace Davie que realizan una mirada general de los nuevos movimientos religiosos, a partir del caso de los EEUU,en tanto que Micheline Milot aborda la cuestión de las experiencias religiosas ortodoxas en una sociedad secularizada como Canadá y Jean Baubérot analiza desde una mirada histórica, la relación entre Iglesia y Estado para el caso francés. Por otro lado  encontramos los trabajos de  Cornelius N. Kees de Groot  que presenta una mirada sobre la secularización en los Países Bajos,de Adam Possamai que explora en el mundo de la ficción literaria y cinematográfica para encontrar fenómenos a los que llama "hiperreligiosos" y de Eloisa Martín  que aborda el caso de Gilda (una cantante popular argentina que falleció en un accidente de tránsito y se convirtió en un culto popular a partir de la creencia en su figura que se generó entre sus devotos). Continuando con los distintos casos se encuentra el abordaje de James L. Cox sobre el modo en que las religiones originarias de ese país han ejercido una fuerte influencia histórica que llega hasta nuestros días,de  Malik Tahar Chaouch que presenta una mirada sobre la Teología de la Liberación,y por último de  Hugo José Suárez que presenta un panorama de las formas diversas del catolicismo en la sociedad mexicana de Guanajuato. Un texto  fecundo en abordajes  diversos  pero interesante para  su lectura  y análisis.

 

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