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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.23 no.40 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./oct. 2013

 

ARTICULO

Haciendo memoria de líderes religiosas olvidadas.

El reconocimiento póstumo del trabajo de las pastoras en el pentecostalismo chileno1

Religious leaders doing forgotten memory.

The posthumous acknowledgment of the work of clergywomen in the Chilean Pentecostalism

 

Miguel Ángel Mansilla

Instituto de Estudios Internacionales (INTE), Universidad Arturo Prat

Avda. Arturo Prat 2120. Iquique. Chile

mansilla.miguel@gmail.com

 

Luis Orellana Urtubia

CONICYT-Chile

Canadá 308, Providencia, Santiago. Chile

luis_ubl@yahoo.com

 

Fecha de recepción: 3/11/2012

Fecha de aceptación: 4/3/2013


Resumen Este artículo trata sobre cómo los pentecostales elaboran la memoria de las líderes religiosas, conocidas como pastoras. Encontramos dos momentos históricos relevantes: desde 1909 a 1932 se elabora una memoria fundacional para mostrar la participación de las mujeres en los inicios del movimiento religioso. Un segundo momento, de 1970 a 2009 recurre a destacar sólo a las esposas de pastores, a quienes llamamos pastoras memoriales, con las memorias laborales (trabajo solidario, trabajo hospitalario y trabajo cooperativo) mientras una memoria arquetípica (memoria simbólica y memoria menesteril) resalta el trabajo igualitario y el carácter inmarcesible de las pastoras.

Palabras claves Pastoras: Líderes religiosas; Pentecostalismo; Memoria

Abstract Religious leaders doing forgotten memory. The posthumous acknowledgment of the work of clergywomen in the Chilean Pentecostalism. This article is about how to produce memory Pentecostals of religious leaders, known as clergywomen. Against this there are two important historical events. Between 1909-1932 where a memory is made foundational to show the participation of women in the early religious movement. A second moment, 1970-2009, where one resorts to highlight only the wives of pastors, which we call clergywomen memorials. At this time the reports are highlighted labor (solidarity work, hospital work and teamwork) and archetypal memory (memory symbolic and memory menesteril) to highlight the work and character equal unfading clergywomen

Key Words Clergywomen; Religious leaders; Pentecostalism; Memory


Introducción

En la historiografía mundial del protestantismo y de las iglesias evangélicas, algunas veces se destaca el hecho de que las esposas de pastores normalmente hayan ejercido una influencia profunda, no sólo en la vida de sus esposos y en sus iglesias, sino también en los cambios históricos que han tenido lugar en los distintos movimientos religiosos y sociales. Es el caso de Catherine Booth (1829 -1890), por ejemplo, fundadora -junto con su marido William Booth--, del Ejército de Salvación, quien fue predicadora y escritora. Entre sus libros más conocidos encontramos Ministerio femenino o el derecho de las mujeres a predicar el Evangelio, en el que defendió no sólo el derecho, sino también el deber de la mujer de predicar, y como ocurre generalmente en todo movimiento carismático, una vez que se institucionalizó el Ejército de Salvación, ella pasó a un segundo plano. Algunas esposas de pastores han quedado en la memoria por sus frases, que se han convertido en verdaderos mitos. Sabina Wurmbrand es conocida por un conciso pero significativo diálogo relatado por Richard Wurmbrand:

Mi esposa y yo estábamos presentes en un Congreso. Ella, que estaba sentada cerca de mí, me dijo: "¡Richard, levántate y limpia la cara de Cristo de tanta vergüenza! Están escupiendo en su cara". Le dije: "Si lo hago, pierdes a tu esposo". Ella respondió: "No deseo tener a un cobarde por esposo". (Wurmbrand, 1979).

En el mismo plano, Mary Anne Hilton le dice a su esposo Willis Hoover, del movimiento pentecostal de Chile en 1909: "...No señor Hoover: comemos pan duro con los hermanos chilenos, pero sigamos con el avivamiento del Espíritu Santo adelante..." (Herrera, 2001: 90).

Lo anterior no hace sino destacar la importancia que han tenido las mujeres, no sólo como esposas sino como líderes y pastoras. Esto no ha sido ajeno al curso del movimiento pentecostal, aunque sus palabras, decisiones y capacidad de liderazgo hayan quedado, muchas veces, en el olvido para las instituciones religiosas.

Las investigaciones sobre los pastores son abundantes1, sin embargo sobre las pastoras pentecostales son casi inexistentes, tanto en Chile como en el resto de América latina. Es por ello que en este trabajo nos hemos propuesto describir e interpretar los relatos referidos a las pastoras pentecostales. Estas líderes religiosas, que aparecen fundamentalmente como esposas de pastores, han sido históricamente exaltadas sólo por su trabajo doméstico (asignado) de esposas y madres, y no por su trabajo público (elegido) como pastoras y predicadoras, tal cual aparece explícitamente en los relatos y biografías publicados en las revistas Fuego de Pentecostés. La misma data de 1910 (aunque inicialmente se titula Chile Pentecostal) publicación que pertenece a la Iglesia Evangélica Pentecostal, una de las denominaciones más grandes y antiguas del movimiento pentecostal chileno, cuyas raíces están en el avivamiento de 1909 que tuvo lugar en Valparaíso, ciudad puerto, cuna del movimiento2. Hemos considerado los lapsos 1909-1928 y 1970-2009 porque en ellos aparecen las referencias a la memoria de las pastoras pentecostales. Elegimos la Revista Fuego de Pentecostés porque allí está destacado explícitamente el trabajo de las pastoras. También hemos recurrido a la Revista Esencia de Mujer, una edición especial del Centenario Pentecostal del año 2009 y a otras de la Revista Chile Cristiano, ambas de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile. A partir de la revisión de todas las revistas Fuego de Pentecostés, realizamos una selección de las notas necrológicas y aplicamos la técnica de análisis de contenido; luego las interpretamos desde la sociología y la antropología de la memoria complementándolas con la teología del género.

Aquí hemos hecho una doble inclusión. En primer lugar, dado lo limitado del espacio, dejamos de lado referencias teóricas sobre la sociología del género y teorías feministas e incluimos autoras vinculadas con la teología del género en complemento con la sociología y la antropología de la memoria, atreviéndonos a seguir algunas sugerencias de Clifford Geertz y Niklash Lumann que hacen referencia a la crisis teórica de la antropología de las religiones: "a nadie se le ocurre buscar en otra parte como la literatura" (Geertz, 2005: 87). Por otro lado Luhmann dice que la inclusión de otras disciplinas "nos ayudaría a movernos en un terreno multi- e interdisciplinar, ya que no bastan las aportaciones de la sociología. Es necesario recurrir a bibliografía inédita como la teología" (Luhmann, 1996: 13). En segundo lugar recurrimos a revistas eclesiásticas para encontrar relatos sobre líderes femeninas religiosas ausentes en otras fuentes. Las revistas publicadas por las denominaciones pentecostales han sido escasamente consideradas por los investigadores de las ciencias sociales. Por lo tanto despiertan nuestro interés a los relatos pentecostales publicados en ellas. No obstante, presentan dos limitaciones: eran y son una extensión del templo, la mujer está totalmente excluida del comité editorial, de la dirección de la revista o como escritora de sermones: sólo aparecen referencias de su rol como secretaria. En segundo lugar, el pastor local y los pastores que dirigen las revistas, son los que seleccionan los relatos referidos a mujeres, únicos relatos con los que contamos. Asimismo, podemos agregar una tercera limitación, que puede ser una ventaja, somos hombres hablando de mujeres.

Hemos dividido este artículo en tres partes: 1) la memoria fundacional, que trata sobre el conflicto entre memoria y olvido para las primeras mujeres líderes del pentecostalismo chileno, es decir la opción por una líder que genera confianza al liderazgo masculino por ser esposa, mientras se arrojaba la otra líder al silencio. También se hace referencia a otras pastoras que serán recordadas, pero no incluidas en los mitos fundantes. 2) Tratamos sobre las pastoras memoriales, en relación con los distintos trabajos pastorales que asumieron las mujeres, que no han sido reconocidas hasta después de haber muerto, aunque este reconocimiento sea solapado en metáforas y sólo son rememoradas aquellas que tuvieron el privilegio de serlo por sus esposos-pastores. 3) Por último nos remitimos a las pastoras como memoria arquetípica, resaltando la memoria simbólica y la memoria menesteril representadas en distintos adjetivos: arbóreas, agrícolas, fanales, ingenieriles, adalides y castrenses.

Memoria fundacional

En general la denominación de pastora deriva del hecho de ser esposa del pastor. Frente a esto encontramos tres posturas: la anulada, la usurpadora y la coprotagonista. Convencionalmente se piensa que la pastora como mujer sólo tiene valor en tanto es esposa del pastor. Por lo tanto, como viuda pierde el estatus. Como destaca Norma de Deiros, "su vida sólo tiene sentido en cuanto al llamado de su esposo. Sus expectativas están limitadas, sus necesidades e intereses se ven desplazados. Las presiones externas la colocan dentro de un molde del que a veces es difícil salir. Su identidad desaparece, aún su nombre muchas veces se ignora" (Deiros, 2006: 12). Por lo tanto la mujer sólo sería una primera dama de la iglesia, una "mujer fotografía" sin voz ni participación. Una segunda postura, extrema, sería la usurpadora, aquella mujer que pone a su esposo en la sombra y es ella la que decide, aunque no en público pero es un secreto a voces, que la que lleva el pastorado no es él, sino ella. Este es quizás, el gran miedo que impide que una mujer sea pastora o co-pastora. Una tercera postura es llevar o asignar el título de pastora a la esposa del pastor. Así, aunque el pastor es el que dirige la iglesia y guía particularmente a los hombres, la esposa del pastor dirige, guía a las mujeres y trabaja con ellas, es decir que la esposa del pastor es una coprotagonista: es mujer, esposa, madre, predicadora y hermana, con los mismos atributos que su esposo, el pastor. Por lo tanto ella no es sólo la esposa, sino co-pastora o la pastora.

Hay muy pocos trabajos sobre pastoras pentecostales, por ejemplo los de la antropóloga argentina Mónica Tarducci (2001 y 2005). Existe una omisión en los estudios de liderazgo pentecostal, al dar a entender que el liderazgo es fundamentalmente masculino, y esto en un doble sentido: por un lado, porque el pentecostalismo reafirma al poder masculino como la "cabeza del hogar y de la iglesia" y por otro lado, esto es reafirmado por las ciencias sociales, que destaca sólo al hombre como único sujeto responsable del crecimiento y desarrollo del pentecostalismo. Uno de los libros más relevantes del pentecostalismo chileno (Palma, 1988), por su rescate del testimonio de doce líderes, relata sólo los de hombres, como si no existieran mujeres líderes. Es un libro que olvidó el testimonio y el trabajo de las mujeres líderes y por ello se hace necesario recurrir a los relatos pentecostales para recobrar la memoria de la mujer líder.

Aunque el pentecostalismo ha sido históricamente una religión patriarcal y masculina en su jerarquización, la mujer ha tenido la oportunidad de lograr ejercer un trabajo religioso como pastora. De esta manera la "autoridad religiosa de esas mujeres no está basada en el conocimiento experto de un corpus religioso, sino en su participación del poder de lo sagrado. Esa participación está basada en la experiencia de "sentir lo divino" por medio de los dones conferidos a su persona" (Tarducci, 2005: 14). Para una mujer es difícil ser pastora y este rol se ve empeorado con la permanente contradicción "entre sus deseos de liderazgo y la continua tensión entre la feminidad pentecostal y sus roles pastorales, que deja poco espacio para trabajar a favor de la equidad de género" (Tarducci, 2001: 108).

En los inicios del pentecostalismo chileno (1909) encontramos dos mujeres relevantes: la primera, despreciada (ultrajada), y la segunda honrada (santificada). Se trata de Nellie Laidlaw y de Mari Anne Hilton.

Nellie Laidlaw, según Bullon, era

una señorita inglesa que había vivido una vida disoluta e inmoral, llegó a la casa del pastor Willis Hoover, donde fue recibida por la señora Hilton. Nellie profesó conversión y pronto parecía tener una investidura especial del Espíritu. Ella comenzó a actuar como profetisa de la iglesia. Ponía sus manos sobre la cabeza de los hermanos de la congregación dándole "el espíritu" y profetizando acerca de ellos. Todo esto fue recibido por la iglesia como si fuera de Dios. Hasta el mismo Dr. Hoover dejó que Nellie le impusiera sus manos" (Bullón, 1998:64).

Uno de los motivos por el que los creyentes que habían tenido experiencias carismáticas en el interior de un templo metodista episcopal fueron forzados a salir de la denominación, o más bien expulsados, se debió al protagonismo que adquirió esta mujer, Nellie Laidlaw, conocida como la hermana Elena, que poco antes había vivido experiencias de conversión, y que pronto fue reconocida como "profetisa" (Sepúlveda, 1999; Mansilla, 2006: 192). No obstante, muy pronto fue considerada poseedora de un espíritu báquico, y había que silenciarla de cualquier forma. Al respecto Hoover señala:

 el Superintendete Sr. R. me contó sobre sus impresiones sobre su corta visita a la iglesia- afirmó que la iglesia está gobernada por una mujer inmunda... El 12 de septiembre de 1909, mientras participaba en un culto dominical matutino en la Segunda Iglesia de Santiago (Sargento Aldea), la hermana Elena pidió autorización del pastor local, W. Robinson, para dirigirse a la congregación. El pastor se negó a autorizarla, a pesar de que algunos hermanos insistieron que la dejara hablar. En la tarde, la misma situación se produjo en Montiel, local dependiente de la Segunda Iglesia. Pero esta vez, ante la negativa del pastor, la gente deseaba escuchar a la hermana Elena. Salió al patio y posteriormente se produjo un confuso incidente en el que el pastor se cayó y se rompió la cabeza. El pastor W. Rice, de la Primera Iglesia, temiendo que tal situación se repitiera nuevamente en el culto vespertino, pidió la presencia de la policía. Efectivamente, la hermana Elena intentó, a pesar de la negativa del pastor, dirigirse a la congregación, siendo arrestada. Para ese arresto fue necesario pedir refuerzos policiales (Hoover, 2008: 44-45).

Como sostiene Sepúlveda, "la persona que se le asigna una responsabilidad directa del 'rumbo equivocado' del avivamiento fue a la Hermana Elena (mientras que el pastor Hoover era considerado como responsable indirecto), acusada de ser una mujer borracha, de vida disoluta, que incluso habría practicado la prostitución, que padecía de esquizofrenia, y que murió como drogadicta" (Sepúlveda, 1999: 95). Estas descalificaciones se utilizan de manera recurrente en el cristianismo para deslegitimar el liderazgo femenino: se cuestiona la reputación moral (prostituta); la lucidez mental (locura o borrachera), el carácter (debilidad, ambivalencia) y el origen del carisma (brujas, demonios).

Por el contrario, en torno a Marie Anne Hilton se construyen relatos loables. Se destaca que es ella quien decidió que su esposo Hoover liderara el movimiento pentecostal: "...No señor Hoover. Comemos pan duro con los hermanos chilenos, pero sigamos con el avivamiento del Espíritu Santo adelante..." (Herrera, 2001: 90; Hoover, 2002: 140). El Pastor Hoover señala en sus escritos lo fundamental que fueron las palabras de su esposa Marie Anne para dirigir al grupo pentecostalizado, porque él estaba decidido a volver a los Estados Unidos. Al respecto Hoover dice:

Contemplando así las cosas, se ve lo imposible que sería semejante situación y el sábado 9 de abril su esposa dijo al Pastor, "salgamos con ellos". Esta era la espada que cortó el nudo indesatable. Contestó entonces el pastor: "bueno: lo haremos"...el domingo en la tarde 18 miembros de la Junta Oficial se reunieron y llamaron al pastor y su esposa, e hicieron declaración de su propósito de separarse de la Iglesia Metodista Episcopal. El Pastor entonces les declaró el resultado de sus deliberaciones de la semana y su propósito de acompañarles, la esposa confirmando (Hoover, 2008: 80).

El rol de Marie Anne como líder del movimiento pentecostal en Chile disminuye después por sus frecuentes viajes a Estados Unidos, aunque se constata un hecho ignorado hasta ahora, destacado por su nieto:

 Marie Anne en noviembre de 1914, en el segundo Concilio General de las Asambleas de Dios, que fue celebrado en el The Stone Church, fue certificada como predicadora. Su nombre está en la lista de ministros ordenados en las minutas de ese concilio. Aunque no aparece en las listas subsiguientes. Después regresa a Chile, en 1915, para volver a EE.UU en 1919 enferma de cáncer, y muere el año 1921 (Hoover, 2002: 146).

Así, a pesar de la importancia decisiva que ella tuvo para el nacimiento del pentecostalismo, su figura quedó opacada por la mitificación de la de su esposo, el pastor Willis Hoover.

Hay algo en común entre estas mujeres: su dedicación a la difusión de la fe y a la organización de la iglesia, aunque lo más relevante es la diferencia en el registro de su participación en el movimiento pentecostal. ¿Por qué se registra de manera diferente el aporte y la importancia de Nellie Laidlaw y de Marie Anne Hilton? Puede obedecer, en primer lugar, al deseo de deslegitimar el liderazgo de Laidlaw en el surgimiento del pentecostalismo chileno y de sus sucesoras, para lo cual se construyen un conjunto de imágenes y leyendas sobre su figura: "mujer inmunda", "mujer borracha", "mujer disoluta", "mujer prostituta" y "mujer esquizofrénica". Todo esto indica la delimitación del rol femenino dentro de la comunidad religiosa ("debía guardar silencio en la congregación"). Mediante la aplicación de la violencia simbólica (Bourdieu, 2000) se norma la conducta femenina. Esta construcción obedece a una clara división tradicional de los roles femeninos y masculinos:

la mujer siempre fue identificada como un peligroso agente de Satanás. Por hallarse más cerca de la naturaleza y estar mejor informada de sus secretos, a la mujer siempre se le ha supuesto, en las civilizaciones tradicionales, el poder no sólo de profetizar, sino también de curar o perjudicar por medio de misteriosas recetas" (Delumeau, 2005: 473).

Sobre la figura de Nellie Laidlaw se construyó una imagen ejemplar, ejerciendo acciones ilegítimas como ultrajar, despojar, desterrar y silenciar su memoria. En segundo lugar, mientras Laidlaw constituía un peligro, por ser huérfana y soltera, independiente, con un pasado desconocido y difícil de controlar, Marie Anne Hilton tenía marido y por lo tanto presentaba un carácter más "controlable".

Sobre la figura de Nellie Laidlaw se generó una leyenda de desprestigio, la cual, más que hacerla invisible, trató de deslegitimarla y arrojarla al olvido como precursora del movimiento pentecostal en Chile. Dicho objetivo se logró, por cuanto desaparece de la escena (historia) pentecostal y muere en el olvido. La mataron dos veces antes de morir, cometieron pneumacidio y mnemocidio. Como destaca Candau, "en el control de la memoria se pone en juego al mismo tiempo lo político, lo social, o lo cultural" (Candau, 2002: 72). Es decir, la institución pentecostal va construyendo una historia (hechos), más bien que una memoria (plausibilidad), en donde las mujeres obedecen y los hombres mandan y aquellas que no entran en el estereotipo de mujeres sumisas, quedan relegadas en el olvido, como mujeres pérfidas y rebeldes; por lo tanto en el mismo nivel de lo diabólico y demoníaco; mientras las mujeres sumisas quedan como virtuosas, las otras quedan como mujeres disolutas, las primeras honradas y las segundas olvidadas.

No obstante hay otras mujeres que fueron reconocidas como pastoras:

Adela Gómez de Justiniano, misionera y posteriormente pastora diaconisa quien, antes del año 1922 ya estaba trabajando en el norte de Chile, en los campamentos salitreros, como misionera. Hay correspondencia de informes sobre la gran obra fundada por ella desde el año 1923. El 20 de abril de 1930 fue ordenada como diaconisa (Revista Esencia de Mujer, 2009: 5).

El trabajo de esta pastora fue reconocido por Willis Hoover en el año 1929. Distintas denominaciones pentecostales, aunque no reconocían a las pastoras, sí destacaban el trabajo de algunas de ellas, así como el reconocimiento explicito, tanto de la iglesia y la comunidad como el de una memoria insoslayable. También se destaca el trabajo de otra pastora, Magdalena Anastasia de Venegas. A la Pastora Magdalena, "sin ser ella "ungida" como pastora, la misma comunidad local le daba la autoridad como ministro en las escuelas, cárceles, hospitales y en los servicios públicos de la ciudad. Era una persona autorizada por Dios, y reemplazaba a su marido, ya que él tuvo que trabajar para sobrevivir" (Revista Esencia de Mujer, 2009: 5). También encontramos el caso de la esposa del pastor Umaña, "Mercedes Gutiérrez de Umaña a quien se le dio carné (certificado) como pastora-diaconisa" (Revista Chile Cristiano, 1938: 5). También "se le entregó tarjeta de obrera a la hermana Rosa de Mateluna, por el término de un año y con el verdadero y exclusivo objeto de predicar en el mineral el Teniente" (Revista Chile Cristiano, 1938: 5).

Obviamente la memoria fundacional es constantemente redefinida, ya que "el pasado nunca permanece idéntico a sí mismo, ni para cada forma de memoria, porque es incorporado selectivamente y reformulado, constantemente dependiendo del cambio de las exigencia de la vida" (Jedlowski, 2000: 132). No obstante podemos destacar que, en sus inicios, el movimiento pentecostal fue muy propicio al liderazgo femenino formal, ejercido por pastoras. Quizás se debió a la gran influencia de Hoover, porque una vez que su liderazgo entra en crisis y da lugar al cisma (1932), el reconocimiento de las pastoras como líderes formales desaparece y sólo queda el trabajo de las pastoras como líderes informales, en el rol de esposas del pastor. Así la nueva generación de pastoras trabaja en el silencio y la invisibilidad, hasta que mueren, y a partir de ese momento se les reconoce su liderazgo.

Pastoras memoriales

"El acto de memoria es ante todo: una aventura personal o colectiva que consiste en ir a descubrirse uno mismo gracias a la retrospección" (Candau, 2002: 23): esto ha permitido que las pastoras no pasen al olvido, porque los mismos esposos-pastores, en un acto individual y familiar, las reconocen como tales, pero no abiertamente como pastoras, sino solapadamente, en alegorías. A pesar deque algunas quedaron en la memoria como personajes ilustres, otras murieron dos veces: físicamente y en la memoria del pentecostalismo: son pastoras anónimas. No obstante otras, gracias a que fueron documentadas por sus esposos-pastores o congregaciones de las revistas, ya que "todo documento tiene en sí un carácter de monumento" (Le Goff, 1995: 140), lograron sobrevivir al olvido.

Memorias laborales

Al igual que los pastores, a las pastoras se las recuerda por sus distintos tipos de trabajos que comparten o bien hacen solas en ausencia de sus esposos. En este caso los relatos revisados destacan tres tipos: trabajo solidario, trabajo hospitalario y trabajo cooperativo.

Trabajo solidario

El pentecostalismo, a poco de su inicio por los años 1930, comenzó su trabajo en las cárceles y de visitas a enfermos, tanto en las casas como en los hospitales, dependiendo obviamente de la voluntad de las personas a cargo de estos lugares, porque eran más bien trabajos legitimados y permitidos para los sacerdotes y monjas católicas, pero no para evangélicos.

A veces por mi trabajo no alcanzaba a llegar a tiempo al punto de predicación y ella dirigía el trabajo, los hermanos que mucho la respetaban y la amaban...formó una clase hermosa Clases de Dorcas 3 y con ellas trabajaba predicando los viernes, visitando hogares y enfermos...en (la comuna de) Recoleta atendió, siempre, la hermandad como una madre, el comedor lleno de hermanos y siempre sirviéndoles con unas sonrisa a flor de labios (RFP, 1988: 16).

Eran épocas en que el diezmo que entregaba la iglesia no alcanzaba para el sustento pastoral y, por el contrario, los pastores mantenían la iglesia, complementando su "trabajo espiritual" con el "trabajo material". Por lo tanto era la esposa-pastora quien asumía el rol de visitador cuando el pastor no podía hacerlo en los horarios permitidos por las instituciones o familiares. Este reconocimiento sólo se puede hacer a la distancia del pasado, porque en ese momento el pastor hubiese perdido su legitimidad frente a sus pares. Estos experimentaban lo mismo, que la esposa del pastor hacia una gran parte del trabajo pastoral, pero disimuladamente. Así "el recuerdo del pasado es un desafío lanzado hacia el futuro que consiste en sopesar hoy lo que ha sido hecho" (Candau, 2001: 63), lo que a través de la memoria permite reconocer el pastorado femenino.

Pero además ella asumía otros trabajos complementarios o propios del pastor como predicar en la calle. La predicación en la vía pública para los pentecostales ha sido uno de los trabajos estratégicos para el crecimiento congregacional, ya que era el lugar donde se conseguían los conversos. Asimismo, la calle es el lugar de la violencia donde los pentecostales eran víctimas de un sinnúmero de actos violentos y agresivos o bien recibían una retahíla de groserías, acciones que declinaron con el paso de los años 4.

mi esposa era verdaderamente una ayuda idónea. Jamás me reprochó por el exceso de trabajo que Dios nos daba, todo lo contrario, se apuraba, dejaba la casa muy bien organizada, ya teníamos once hijos, y si por algún motivo me atrasaba, ella estaba en las Dorcas, visitando enfermos, en la predicación de la calle... en nuestra casa las visitas siempre abundaban, llegaban a orar, cantar y se manifestaba el Señor. A todos los que venían los atendía con mucho cariño (RFP, 1997:23)

En cuanto al reconocimiento que una mujer recibiera como esposa de pastor o como pastora, también depende mucho del que el mismo pastor-esposo le dispone. Norma Deiros, destaca que "un pastor puede cometer dos extremos con su esposa. Primero hacer de ella sólo una secretaria, aquella que realiza todos los pormenores del trabajo eclesial. O bien abrumarla con trabajo eclesial" (Deiros, 2006:16), pero un tercer extremo es no reconocer su trabajo pastoral. No obstante aquí encontramos a un pastor-esposo que reconoce a su esposa como: "ayuda idónea", "predicadora de la calle" y "en la atención de los hermanos". En la elaboración de esta memoria se comienza a honrar a la pastora, aunque como muerta honorable, pero su trabajo es concebido como huella de un liderazgo carismático. Esta forma de construir el ser pastoral, desde el recuerdo, aunque sea desde la biografía, es importante porque "no existen ni memoria estrictamente individual, ni memoria estrictamente colectiva" (Candau, 2002). Es decir, la conmemoración que el esposo-pastor hace de su esposa-pastora, no lo hace sólo como individuo sino también porque la iglesia se lo permite.

Sin embargo, esta memoria tiene sus desventajas. Es que el reconocimiento le viene desde fuera de su ser mujer y pastora: es su esposo quien la reconoce por su rol doméstico y privado, más que por su rol público. Lo segundo: tal reconocimiento se le concede una vez muerta y no mientras vivía, como ellas mismas destacan: "habitualmente no se resaltan ni se agradecen, cuando la tenemos entre nosotros, sólo cuando parten se les reconoce su real valor" (Revista El Despertar, 2008: 3). Es el pastor el que siempre es honrado, la esposa es sólo un adorno social y político. Desde la memoria se destacan sus valores materno-conyugales y sus habilidades discursivas como el acceso a la palabra, aunque no sea desde el púlpito, sino en la predicación de la calle, un lugar de prominencia en el pentecostalismo.

el trabajo era diario, visitando los hospitales y en las cárceles a aquellos hombres que nadie visitaba. Los traían los gendarmes descalzos desde sus celdas, sin camisas. Allí aportaban todo lo material y luego le hablaban del Señor. Muchos salieron cambiados por el poder de Dios. También visitaba a los que iban quedando en el camino... su trabajo sólo se terminó cuando sus ojos se cerraron, ya que debido a su enfermedad no podía salir. Sin embargo siguió trabajando desde su lecho, por teléfono y por las innumerables hermanas que le visitaban (RFP, 1988: 6).

La pastora se preocupaba de uno de los trabajos más significativos y reconocidos del pentecostalismo chileno y mundial: el trabajo con los enfermos. Como destaca Juárez "las mujeres construyen un poder medicinal, influye en la mirada de su comunidad legitimándose a través del universo simbólico" (Juárez, 2007: 54). Siendo que "la mujer se constituye en portadora de herramientas indispensables para recuperar el sentido de la vida a través de los recursos salutíferos" (Andrade, 2008: 36), continúa en un segundo plano. Eso no quiere decir que los hombres pentecostales no dispongan de este poder, sino que las mujeres son las que lo ejercen, legitimado por la enfatización de sus roles tradicionales en el ethos maternalista.

Trabajo hospitalario

Como destaca Deiros

la iglesia, como comunidad, le atribuye ciertos rasgos y papeles que espera encontrar en la esposa del pastor. La presión es tan fuerte, ante la amenaza, reacciona favorablemente tratando de satisfacer las expectativas que se le demanda. La necesidad de sentirse segura y aceptada la lleva muchas veces a negar su propia identidad, para ser lo que la iglesia quiere que sea" (Deiros, 2006: 15).

En este sentido, la casa pastoral resulta ser la extensión del templo, por lo tanto la pastora es la más cercenada en ese aspecto porque se invade su privacidad, su familia, su hogar. La pastora sacrifica su hogar y deja de tener una casa, para transformarla en el templo y su hogar en iglesia. Al ser una casa pastoral, los límites son flexibles. Se espera que ella sea una verdadera comensal, ya que muchos de los alimentos existentes en la mesa pastoral son provistos por la misma feligresía. Frente a esta realidad, la pastora tenía que ser condescendiente. Aunque otras veces "esta mujer vive a la defensiva, no sólo sepultando en muchos casos su propia vocación, sino que a la vez, por el sentido de precariedad, que su propia actitud le causa, construye murallas infranqueables para protegerse de los demás" (Deiros, 2006: 15).

Angelina Pacheco Lagos... esta humilde y sencilla mujer de Dios se caracterizó por su gran espíritu hospitalario ya que su hogar se convirtió en el hogar de todos sus hermanos que específicamente venían de los campos y disfrutaban de su cariño y atenciones... la casa pastoral era la casa de sus hermanos (RFP, 1988: 7)

En esta memoria de la hospitalidad se recuerda, rescata y transmite lo que en el presente es relevante y útil para la generación actual. ¿Por qué? Porque los valores de la hospitalidad y la confianza están desapareciendo mientras se resaltan y rescatan valores de crisis. Por ello "este proceso forja la memoria del grupo, lo que establece el continuo de su memoria, lo que forma una cadena de eslabones en lugar de desenrollar de una sola pieza un hilo de seda" (Yerushalmi, 1998: 19).

Elisa Cuevas Graniffo, nació en Santiago el 15 de septiembre de 1928. Ella tuvo la dicha de "nacer en cuna del evangelio"... fue una sierva de Dios, fue notoria en todo tiempo su grata hospitalidad, "su casa era el hogar de todos los hermanos". Pero también muchas veces del necesitado y desamparado, a los cuales el Señor nos llama a amar y auxiliar en sus necesidades materiales y espirituales... El Señor miró su jardín y tomó esta hermosa azucena, para hacerla reposar en su amoroso pecho por la eternidad. (RFP, 1991:19)

Un aspecto que se destaca es que la esposa del pastor es reconocida como sierva de Dios, un atributo que los pentecostales siempre dan al pastor. Pero se reitera la expresión: "su casa era el hogar de todos los hermanos". La pastora es representada en la metáfora floral de la azucena. Esta flor siempre fue significativa para los mitos religiosos. En este relato se aplica a las pastoras como símbolo de maternidad y fertilidad religiosa, pero también de pureza y santidad 5. De esta manera la simbología comensal está relacionada con la maternidad. Los feligreses que llegaban a la mesa de la casa pastoral eran los hijos-hermanos que la pastora engendraba a través de la predicación en la calle.

La Hermana María Rogelia Vda. de Pastor De Barrera, creyó en el Señor Jesucristo en el año 1935, en el pueblo de la Florida... desde entonces comenzó a servir al Señor con mucha gratitud, no importándole lo que le significaba caminar 14 kilómetros de ida y vuelta a casa, pero estaba en todos los servicios, ya sea de predicaciones o reuniones. Su esposo, también un buen cristiano, pasaba más tiempo enfermo que sano; ella afrontó la vida como una esposa ejemplar y madre abnegada luchando por sus hijos... su casa era la casa de todos sus hermanos de la iglesia; cuando iban a predicar a la Florida, su mensaje estaba siempre puesto para los siervos del Señor, atendiéndolo con lo mejor que tenía. (RFP, 1986:12).

Aparte del realce materno-conyugal, se enfatiza que "su casa era la casa de todos sus hermanos de la iglesia" y "los atendía con lo mejor que tenía". Así, la memoria enmarca y articula las corrientes de pensamiento que han sobrevivido a las múltiples peripecias del pasado, actualizándose y modificándose en función del presente (Duch, 2002; Pennebaker y Crow, 2000). La elaboración de la memoria de la pastora comensal, supone aspectos que la comensalidad de la pastora está en crisis. Ellas ya no quieren que su casa y hogar sea la extensión del templo y la iglesia, reclaman privacidad y no sólo quieren ser sirvientas sino también dirigentes.

Nuestra Amada Hermana Flora Rivera de Sánchez... la hermana Florita no pierde tiempo, empieza a realizar las labores de esposa de Pastor, sin dejar de ser madre de ocho hijos, y trabajando tenazmente se gana el respeto y cariño de las almas humildes de nuestros campos. Su casa es la casa de sus hermanos, su mesa recibe a todos con el mismo cariño y en ella siempre está la palabra de cariño, estímulo y aliento, sabe llorar con el que llora y comparte también las alegrías de su hermandad sobrellevando sus propias enfermedades... sabiendo que al final de la carrera está el premio (RFP, 2001:2).

El hecho de que la casa pastoral sea la extensión del templo, es algo que también hoy está en crisis, porque los pastores ya no viven cerca del templo y, cuando lo hacen, su hospitalidad ha experimentado cambios importantes influenciados por el medio social. Como destaca Lavabre: "el grupo de pertenencia del individuo le entrega los instrumentos para reconstruir su pasado y le proporciona... las palabras que expresan el recuerdo, así como las convenciones, los espacios y las duraciones que dan su significación al pasado" (Lavabre, 1996: 8), con el fin de resaltar lo que se consideraba importante en el pasado y se pretende que adquiera la misma relevancia en la actualidad.

nuestra hermana Carlota Vidal de Gutiérrez... Desde sus primeros días Dios la honró con cargos de importancia los cuales supo cumplir. No fueron impedimento sus diez hijos que crió; muchas veces llevando en sus brazos a alguno de ellos a la oración de la mañana, la predicación o a los campos... aunque quebrantada, a veces en su salud, nunca dejó la oración de la mañana, la atención de la hermandad, y de los menesterosos que acudían cada día a buscar su alimento a la puerta de la casa pastoral (RFP, 1995:2)

Esta normatividad social de la memoria, como se da en el pentecostalismo, se produce cuando el grupo ya ha vivido un largo tiempo y las nuevas generaciones desconocen los sacrificios del pasado, cuando se disfruta el beneficio del presente. Los muertos ilustres, las fechas relevantes para el grupo, símbolos y elaboraciones distintivas, que en la actualidad están en crisis, son los que se quiere revivir y revalorizar. "En el fondo, la selectividad de la memoria no es otra cosa que la capacidad de ordenar el sentido del pasado en función de las representaciones, visiones del mundo, símbolos o "nociones" que permiten a los grupos sociales pensar el presente" (Lavabre, 1996: 8).

Trabajo cooperativo

La cooperación, como destaca John Durston, "se trata de una acción complementaria orientada al logro de los objetivos compartidos de un emprendimiento común" (Durston, 2000: 4). En este caso la empresa común era el logro de nuevos conversos.

Juanita Vda. de Seguel. Con fecha 1° de julio de 1971, fue llamada a la presencia del Señor, falleció a los 64 años de dad, 40 años trabajó en la obra del Señor y 36 ayudó y colaboró con su esposo, quien fuera el respetado Presbítero (Pastor) Leopoldo Seguel Seguel (RFP, 1997: 12)

Ese es uno de los valores fundamentales que se destaca en la mujer, la cooperación y no la competición. Las mujeres nunca figuran en los conflictos separatistas que tanto caracterizan a los pentecostales, sobre todo en el pentecostalismo chileno. Por eso se resaltan las acciones: "ayudó y colaboró con su esposo". El concepto más apropiado es cooperación y no colaboración, porque para cooperar se necesita confianza y reciprocidad, en cambio la colaboración se relaciona sólo con "el intercambio de aportes entre aliados que tienen emprendimientos y objetivos diferentes aunque compatibles" (Durston, 2000: 4). Por lo tanto entre las mujeres se destaca la cooperación mientras entre los hombres, la colaboración. La función social de estos valores rescatados en la memoria de los pentecostales, específicamente los líderes, es la de suscitar una identidad convergente. Esto resulta complejo en los pentecostales, por el carácter iconoclasta de sus líderes, para evitar la idolatría. Resulta que a partir de la memoria hay que destacar los símbolos históricamente denostados. Por eso, ante la heterodoxia y la crisis de la identidad, urge una convención donde se revise el pasado, el presente y lo que se quiere en el futuro.

Memoria e identidad son dos aspectos de una misma moneda. La memoria, como destaca Giménez, es un elemento esencial de lo que en adelante se llama identidad individual o colectiva, cuya búsqueda es una de las actividades fundamentales de los individuos y de las sociedades de hoy, que se debaten entre la fiebre y la angustia (Giménez, 2009). Como señala Candau: "la pérdida de la memoria es pues una pérdida de la identidad. Sin memoria, el sujeto se hunde, vive únicamente en el instante, pierde sus capacidades conceptuales y cognitivas. Su identidad se desvanece." (Candau, 2001: 57). Para elaborar una identidad escrita, se requiere de la memoria para saber quiénes somos, quiénes queremos ser. Pero también para conciliar entre lo que se desea ser y lo que en realidad se es; por ello memoria e identidad resultan tan importantes.

nuestra apreciada hermana Sebastiana Miranda de Castillo, esposa de nuestro pastor Manuel Castillo...ésta sierva de Dios dispuesta a ayudarle, poniendo todos sus esfuerzos y contraponiéndose a las adversidades que tuviera que afrontar por amor a la obra de Dios... el 20 de abril de 1969 nuestro amado pastor es trasladado a Puerto Montt, pudiendo ella resignarse a acompañarle a esta amada Iglesia que un día le viera llegar obedeciendo a los designios de Dios. Como un ramillete de flores nos ha dejado un ejemplo de una fiel cristiana y su espíritu selecto de sumisión a la voluntad de Dios, la hizo una idónea esposa y fiel colaboradora de nuestro amado pastor... siempre la veíamos en constante comunión con el Señor en oración y ayuno hasta el día de su partida, en que terminó su carrera con un día de cadena de oración y ayuno (RFP, 1979:15)

Hay dos ideas que se reiteran: ayuda y colaboración. La ayuda es una condición social que todos los grupos religiosos defienden y resaltan, un deseo de compartir, apoyar y tener contacto con otras personas, pero que los grupos religiosos minoritarios y subalternos realizan con los pobres y marginales con la intención de convertirlos. Es una actitud que se destaca en las pastoras cuando se emocionan por situaciones de alegría, tristeza, enfermedad, dolor de estas personas desamparadas.

nuestra fiel y respetada hermana, Clarisa Suarez junto a su esposo en el año 1925, construyeron su casa habitación dedicando una pieza para alabar el nombre del Señor y luego empezaron a sembrar la preciosa semilla del Evangelio del Señor Jesucristo, trabajo que fue muy fructífero... Dios le dio la bendición espiritual, que en su casa naciera la iglesia de La Cisterna (RFP, 1983:16)

¿Qué beneficios buscaban o recibían estas mujeres para ser capaces de brindar su casa para construir una iglesia? Algunos podrían decir que se trata de un interés fundamentalmente económico, la búsqueda de los diezmos de la congregación. No obstante el pastor, la pastora y sus hijos invertían los recursos en la construcción inicial del templo, el pago de gastos, la ayuda que brindaban a los feligreses necesitados, la recepción de las visitas misionales. La persona que más sacrificio hacía en este trabajo, era la pastora. Algunos relatos sostienen que el pastor salía de su casa por varios días para ir a predicar a otros lugares dejando su casa sin provisiones, sólo confiando en el providencialismo. Entonces era la pastora la que se encargaba de proveer.

Biografía de Nuestra Amada Hermana María Bravo Vda. De Zúñiga (Q.E.P.D). Desde un principio abrazó de lleno el evangelio, a cuya predicación se dedicó con gran esmero, no escatimando su vida en este glorioso trabajo, ni las distancias fueron motivos para detenerla. Caminaba desde León Prado hasta Buzeta, llevando a aquellas almas sedientas la preciosa semilla del evangelio... junto a su esposo inicia distintas tareas, llena de virtuosidad con que Dios adorna a la mujer cristiana supo ser la ayuda idónea, la compañera leal y abnegada (RFP, 1991:19)

Los mismos pastores lo reconocen: no podrían haber logrado la instalación de una congregación, la construcción del templo o el crecimiento y expansión de la iglesia local sin la colaboración, cooperación y confianza de sus esposas. Pero también se necesitaba de la confianza y reciprocidad de las mujeres que formaban parte de las Dorcas y que trabajaban junto a la pastora. En esta memoria "el pasado, mitificado, sólo es convocado para justificar representaciones sociales presentes" (Lavabre, 1996: 8), y se resalta una "prosopopeya memorialista que se idealiza reconstituyendo personajes modelos, disimulando sus defectos y magnificando sus virtudes, seleccionando los rasgos considerados como dignos de imitación" (Candau, 2001: 140).

Biografía de la Hermana Kesia Rodríguez Osorno...su trabajo fue arduo, le gustaba estar en las predicaciones a la calle, trabajó en los espiritual codo a codo con su esposo; fue una mujer de bajo perfil, sencilla en su vestimenta pero tenía un tesoro de conocimientos guardados para dar a todos una respuesta...no era de grandes sermones pero le gustaba predicar de cara a cara, y decía: "las almas entienden mejor y quedan responsables de la Palabra de Dios (RFP, 2006.2)

Aquí se resalta la expresión "trabajar codo a codo" y "trabajo arduo". Las pastoras no hacían sólo trabajo doméstico en la casa pastoral, sino también en el templo. Ellas predicaban en la calle, y tomaban decisiones importantes para el destino de la congregación, junto al pastor. El relato destaca como algo positivo que ella haya sido una "mujer de bajo perfil", es decir sumisa, silente y subordinada al pastor y más aún que no luche para que las mujeres pastoras sean reconocidas como tales.

A nuestra hermana Juanita Crisosto de Inzunza... Le correspondió, pues, la dura tarea de predicar el evangelio junto su esposo, pero la tarea recayó principalmente en nuestra hermana Juanita, ya que su esposo debía trabajar en lo material para el sostén de la familia. Se le vio entonces, a ella con sus pequeños hijos, realizando la labor evangelista, predicando, por las calles de la ciudad, visitando enfermos, socorriendo al necesitado, compartiendo con sacrificio el sustento de su hogar... a comienzos del año 1964, el pastor Inzunza fue designado para suceder al pastor, Daniel Vega, en la Iglesia de Concepción y la hermana tuvo que ir con su esposo... a esto se le sumó que, deseando que la viuda del Pastor Venegas continuara ocupando hasta su muerte la casa pastoral existente, debieron vivir en casas arrendadas los tres primeros años (RFP, 1986:14)

Un argumento inaudito aparece aquí: que la esposa del pastor también "trabajaba en lo material" para proveer al hogar. Este era un trabajo expresamente masculino, no obstante se reitera que la pastora "compartía el sustento del hogar" y además "predicaba con sus hijos en las calles". Es decir, ella asumió responsabilidades de predicadora, proveedora del hogar y pastora, todas ellas compartidas con su esposo el pastor. Otro aspecto que se destaca es la precariedad que hereda la pastora-viuda. Ella deja de ser pastora; sólo es la viuda del pastor, la congregación se desprende de sus responsabilidades con ella y pasa a depender de la voluntad de los nuevos pastores.

Memoria arquetípica

En este caso la memoria destacada sobre las pastoras no difiere de la de otras mujeres ya que enfatiza su carácter moral en el doble espacio que ocupa: la iglesia y el hogar; ser pastora y esposa. En este plano encontramos algunos relatos que agrupamos y denominamos memoria simbólica y memoria menesteril.

Memoria simbólica

Ernst Cassirer ha dicho que el "hombre es un animal simbólico" (Cassirer, 2003: 47). Así, para entender la importancia de una persona y sus roles, hay que entender la importancia del objeto invocado. Si bien es cierto que a la mujer siempre se le asignan símbolos arquitectónicos fundamentales de las instituciones religiosas, familiares y educativas, no por eso cambia su rol subordinado, porque muchos símbolos asignados están referidos más bien a aspectos estéticos y éticos, antes que al poder de su palabra. Como destaca Zicri Orellana "los roles de las mujeres siempre son de servicio, manifestación de la división sexual del trabajo, típica de una sociedad patriarcal, que en este caso se mantiene y se refuerza cuando las mujeres se dedican a servir a Dios, a la Iglesia, a su familia y a su prójimo" (Orellana, 2009: 115). No obstante hay otros símbolos invocados, que asignan a la mujer su carácter pastoral.

Una tras otras las gruesas columnas que sostienen nuestra iglesia, van vacilando y tras algunas tentativas para recobrar la estabilidad perdida, caen a la tierra, la que dulcemente las recibe en sus brazos. Muchos robustos árboles plantados junto al arroyo, han cedido y obedeciendo a la voz superior que dice "basta" han entregado la mancera del arado, no para mirar a atrás, sino para mirarle a Él cara a cara y como Él es... El lugar de su conversión fue Cabildo. Desde entonces a esta fecha han pasado más de 20 años, durante los cuales ella fue una noble enseñadora de sus hijos y vecinos, refulgiendo siempre como faro en medio de las tinieblas. Más tarde estuvo en Calera y por último en Viña del Mar, donde el Señor la sorprendió con su llamado. Puedo decir que, como pocos, ella trabajó siempre en la Viña del Maestro "con amor" consciente de que todo lo que hacía, era para la Gloria del Señor. Como árbol plantado junto al arroyo, también ella dio su fruto en su tiempo (RFP, 1973:7)

En este párrafo encontramos tres metáforas referidas a las pastoras: metáfora arbórea, metáfora agricultora y metáfora fanal. Como señala Mircea Eliade "el árbol está cargado de fuerzas sagradas por su verticalidad, porque crece, pierde hojas, pero las recobra, es decir se regenera infinidad de veces" (Eliade, 2002: 399). En el centro y sur de Chile, considerado como el "cinturón pentecostal", lo que se deriva de los árboles es la resina, una sustancia secretada por los árboles, viscosa, adhesiva, de olor aromático y que se ablanda por el calor. De igual forma a las mujeres se les asignan estos atributos. La más conocida es la resina pinácea que tiene funciones de barniz, es decir proteger y embellecer, así como ser de fácil combustión.

Representada en esta metáfora la pastora adquiere tres roles: se constituye en una persona muy proclive y maleable a la acción del Espíritu Santo; es un vínculo entre lo profano y lo sagrado, lo terrenal y lo celestial, es decir un ser inherentemente mediador en el interior de los templos pentecostales; y se la concibe con una profunda acción protectora y reproductora de la comunidad por su acción anemófila, lo que ayuda a entender por qué su rol es importante en las comunidades pentecostales. Las congregaciones crecen por la acción fundamental de las mujeres, el trabajo dirigido por las pastoras: ellas son las que se entregan por la comunidad, son las que evangelizan, predican y ganan nuevos conversos. Se elabora así una memoria de la mujer con una exuberante capacidad de producción y reproducción simbólica y social y como destaca Zicri Orellana, la congregación crece y se expande gracias a la obra productiva de la mujer (Orellana, 2009 y 2010).

Una segunda metáfora significativa que aparece es la agricultora. Esta es una metáfora importante asignada a una pastora, ya que en lo campos chilenos siempre la persona que va en la mansera de un arado es el hombre, mientras que la mujer puede hacer otros trabajo más livianos como guiar la yunta de bueyes, colocar la semilla en el surco, el trabajo más frecuente, pero nunca andar en las estevas. Por lo tanto la asignación simbólica de que la pastora haya puesto su mano en las manceras y no haya desistido, significa que su trabajo fue igual al del pastor. No porque ella haya realizado el trabajo de un hombre, sino porque el trabajo religioso, fundamentalmente el pastoral, no es ni femenino ni masculino, sino una responsabilidad que un hombre o una mujer pueden asumir. Las representaciones contenidas en esta memoria resultan significativas, porque es lo que un grupo produce, conserva, elabora y transmite por medio de la interacción entre sus miembros. No se trata sólo de las huellas que el pasado ha dejado en el presente, sino de lo que se ha producido precisamente para ser transmitido a generaciones sucesivas (Rosa, Guglielmo & Bakhurst, 2000; Giménez, 2009).

En cambio la metáfora fanal es más pasiva. Porque el faro, si bien tiene un rol muy importante para los barcos en noches brumosas porque guía y alerta acerca del peligro, sólo está allí y sólo sirve en la noche y en la adversidad. Por lo tanto son los otros roles atribuidos en las metáforas vivas, y no en las metáforas pasivas, los que ayudan a entender y valorar mejor el rol de la pastora.

El Señor la llamó a su presencia a quien fuera esposa y fiel compañera, Sara Chacana de Moreno, un baluarte y fiel compañera. Fue una sierva útil y fiel defensora de la justicia y la verdad... nunca supo quejarse de pobrezas ni de dificultades para servir al Señor, mientras pudo hacerlo como fiel soldado predispuesta al servicio que Dios le había encomendado en sus manos (RFP, 1981:16)

Aquí encontramos tres símbolos: metáfora ingenieril, metáfora adalid y metáfora castrense que dan cuenta del rol defensivo y ofensivo del trabajo pastoril de la mujer y además muestra la concepción que se tenía de la vida y la sociedad como una constante guerra en la cual hay que defenderse. En esta descripción se resalta el carácter difícil de la vida en Chile, pero también la intolerancia religiosa. En las minorías religiosas como el pentecostalismo, al igual que en "el protestantismo, la memoria se construye a partir del recuerdo de las persecuciones" (Candau, 2002: 118).

En la metáfora ingenieril se destaca que ella es un baluarte para la iglesia y el pastor. Sin la pastora la congregación estaría desamparada ante cualquier ataque externo o bien interno por parte de algún feligrés. En ese sentido los testimonios son bastante abundantes que son las pastoras las que advierten sobre aquellos miembros con intereses rupturistas. La metáfora adalid resalta el carácter de luchadora de la pastora en el interior de la congregación. De igual forma la metáfora castrense da a conocer el carácter de luchadora y defensora de la pastora.

Memoria menesteril

Aunque esto parezca una obviedad, la generalidad de los pastores pentecostales, por no decir todos, son casados, deben serlo. Esto significa que muchos se hacían pastores después de casados por los distintos espacios de movilidad social que tenían los pentecostales, pero además, el traslado del pastor no era nunca una decisión perentoria del hombre, sino que pasaba por la pastora.

Digno ejemplo de fidelidad. El día 19 de julio del presente año, Dios llamó a su presencia a la hermana Hortencia Díaz vda. de Tudesca quien deja en la iglesia un alto ejemplo de imitar... fue una esposa idónea y fiel obrera en la obra del Señor... pasó a ocupar un lugar en la Iglesia Triunfante. (RFP, 1987:12)

La idea que se resalta es la de "esposa idónea" y "fiel obrera", dos aspectos centrales para una esposa de pastor y para una pastora en última instancia. Pero el aspecto más relevante era ser obrera en un momento en que el trabajo manual y fabril eran muy importantes. El trabajo manual en la obra pentecostal resulta ser un aspecto muy significativo para la época. Lo que ayuda a entender también por qué las pastoras, como los pastores, aprendían su oficio en la práctica. En la tradición pentecostal, como en la protestante, no hay cuestionamiento cuando una mujer comienza a realizar trabajos pastorales; no obstante en la medida en que la congregación crece y el templo se va ampliando, se empieza a cuestionar su trabajo. A veces las mujeres, para evitar conflictos, prefieren hacer su trabajo desde el anonimato y la invisibilidad; otras veces se retiran a una postura más de ornamento eclesial y su trabajo es expropiado, suplantado por hombres o para resaltar más la figura del pastor. Y cuando los esposos-pastores se resisten a dejar en segundo plano o excluir a sus esposas-pastoras, son trasladados a otros lugares para comenzar un nuevo trabajo y repetir la historia.

Nuestra Amada Hermana Laurita Soto Coronado... al convertirse al Señor, se propuso orar y predicar su santo evangelio a sus padres y un tío, objetivo que se cumplió, pues el Señor salvó a sus padres y a su tío, ganándolo para Dios.... Dios la usó para predicar junto a su madre por los campos, llevando la semilla del evangelio...por el año 1952 comienza a sentir el llamado de parte de Dios a su santo ministerio; por hallar muy grande esta responsabilidad no quería, hasta que un día se le aparece en revelación... quien le dice: "Laurita, Laurita, ¿hasta cuándo te resiste? Sal de tu tierra y de tu parentela a la tierra que yo te mostraré", al vivir ella esta experiencia, dice a su esposo: "Si hemos de salir mañana, vámonos hoy y obedezcamos al Señor, arréglame cajas y maletas para llevar nuestros enseres" y así obedecieron al Señor. (RFP, 2001:2)

Hay dos aspectos son significativos en este relato: uno, que la esposa del pastor antes fue predicadora itinerante y de la calle, cosa que practicaba también en el interior de la familia. Así la conversión de una mujer significa la conversión posterior y paulatina de la familia. Este relato nos ayuda a entender que el traslado de un pastor de un lugar a otro pasa por la voluntad de la esposa. No por la rebeldía femenina, sino por todos los costos sociales, económicos y familiares que implica un traslado familiar. Pero como destaca Tarducci, "las mujeres pastoras saben que tendrán dificultades para ser aceptadas en todos los niveles: su familia y amigos, los miembros de la congregación, los otros pastores. Su historia del "llamado" les da fuerza para enfrentar un territorio que saben hostil" (Tarducci, 2005: 9). Por ello se resisten a cambiar de iglesia y lugar, porque implica una repetición de la historia, construir aceptación y legitimidad para su trabajo pastoral.

Biografía de Nuestra Amada Hermana Sebastiana Gómez Mamani...Ella predicó el evangelio, junto a su esposo el Pastor Braulio Mamani, en su idioma nativo, el aymara, dándole la fuerza para predicar juntos al suscrito una extensa región de la frontera chileno boliviana en un área de varios miles de Kms. Esto se hizo por amor al Señor, de a pie o en bicicleta. En aquél tiempo eran lugares vírgenes, inaccesibles, no habían hermanos pentecostales...no importaban las distancias, el frío, las incomodidades (muchas veces durmiendo a la intemperie) con el fin de que las almas al recibir la Palabra de Dios fueran salvadas. (RFP, 2005:2)

Los traslados de un lugar a otro significan también que el trabajo de predicación callejera, itinerante, la provisión del hogar, el establecimiento de la congregación, la construcción del templo y todos los costos sociales, económicos y simbólicos eran asumidos por ambos, por la pastora y el pastor. La elaboración de la memoria implica también una solidaridad con los muertos, no sólo para mantener viva su memoria o cohesionar la identidad grupal de hoy, sino también para que cuando mueran mañana los que viven hoy, permanezcan en la memoria de las generaciones venideras.

Conclusiones: recordadas y recordadores

El pentecostalismo ha elaborado una memoria fundacional olvidando el liderazgo femenino. Este olvido se sustenta en la ambigüedad y contradicción entre lo que se predica sobre la subordinación femenina y la práctica del liderazgo ejercido por las mujeres. El movimiento pentecostal, las congregaciones y los templos fueron construidos conjuntamente por pastoras y pastores: ambos predicaban, evangelizaban, edificaban el templo y trabajaban para mantener el hogar. Una vez que el templo se construye y establece la congregación, el pastor se transforma en la "cabeza de la iglesia" y el trabajo, antes realizado por la pastora, ahora es liderado por el pastor pero a cargo de distintos grupos de personas de la iglesia. En la práctica las pastoras efectúan todos los trabajos pastorales que ejecutan los pastores, pero en el discurso hablado y escrito ella sólo realiza, o debe realizar trabajos domésticos. Por lo tanto el trabajo pastoral femenino nunca queda escrito, salvo en situaciones ocasionales como hemos visto aquí. Recién cuando ellas mueren su tarea queda solapada en metáforas. Es una memoria sustentada por un reconocimiento ambiguo: sólo aparece en el testimonio, aunque en la práctica se incentive a las mujeres al silencio, al sometimiento y la subordinación. No obstante aquellas que tienen la fortuna de ser recordadas son parte de tres tipos de memoria.

Memoria fundacional. En general el nombre de pastora se deriva del hecho de ser esposa. Aunque el pentecostalismo ha sido históricamente una religión patriarcal y masculina en su jerarquía, la mujer ha tenido la oportunidad de ejercer un trabajo religioso como pastora. En la construcción del mito fundante del pentecostalismo chileno encontramos dos mujeres relevantes: Nellie Laidlaw y Mari Anne Hilton. Sobre la figura de Nellie Laidlaw se generó una leyenda de desprestigio y deslegitimación que la arrojó al olvido. Mientras, a Mari Anne Hilton la transformaron en la matriarca del pentecostalismo chileno, principalmente desde su rol de esposa. Hubo otras mujeres como Adela Gómez, Magdalena Anastasia de Venegas y Mercedes Gutiérrez de Umaña, que también fueron reconocidas como pastoras, pero han sido desalojadas del panteón de pastores vinculado al mito fundante.

Pastoras memoriales. Algunas pastoras no han pasado al olvido gracias a sus esposos-pastores, que en un acto individual y familiar, las reconocieron como tales y escribieron sobre ellas, aunque no abiertamente como pastoras, sino solapadamente, mediante alegorías vinculadas con las memorias laborales de trabajos solidarios, trabajos hospitalarios y trabajos cooperativos. Por medio de las mujeres, y fundamentalmente de las pastoras, los pentecostales hicieron un trabajo asistencialista con los pobres, ya sea abriendo comedores, escuelas de alfabetización, asistencia a los hospitales y trabajo carcelario. Pero también el trabajo social de las pastoras se extendió a la casa pastoral, cuando recogían personas de las calles y las mantenían en su hogar hasta su "rehabilitación", ayuda a encontrarles un trabajo y un lugar donde vivir. El mismo hogar de las pastoras era una especie de comedor abierto para los hermanos más necesitados de la iglesia, una especie de hospicio para los distintos hermanos visitantes de otros lugares. Ellas también realizaron trabajos externos-remunerados para mantención y provisión de su hogar, cuando el pastor estaba fuera del hogar, o cuando el sueldo del pastor no alcanzaba a cubrir las necesidades del hogar. Por último también la pastora tenía que encargarse de salir a la calle a predicar, de los cultos en su hogar o en el hogar de otro hermano y de la iglesia en ausencia de su esposo.

Memoria arquetípica. Enfatiza el carácter moral en su doble espacio: la iglesia y el hogar; pastora y esposa. Aquí se resalta la memoria simbólica y la memoria menesteril. En relación con la memoria simbólica se destacan distintas metáforas: arbórea, agricultora, fanal, ingenieril, adalid y castrense. En ellas se identifica a la pastora como una persona muy proclive y maleable a la acción del Espíritu Santo, constituyéndola por un doble vínculo entre lo profano y lo sagrado, lo terrenal y lo celestial, es decir un ser inherentemente mediador en el interior de los templos pentecostales. Se pone énfasis sobre su una profunda acción protectora y reproductora de la comunidad. Se le asigna a la pastora un rol obreril y campesino, como mujer que realiza trabajos pesados, poniendo las manos en las manceras del arado, sin desistir, igualando así su trabajo con el del pastor. Pese que también aparecen metáforas pasivas, en su rol de guía moral, como el faro, hay otras que la representan como guía de la iglesia y no sólo se le asigna metáforas de trabajadora y guía, sino también aquellas que dan cuenta del rol defensivo y ofensivo del trabajo pastoril de la mujer, mostrando la concepción de la vida y la sociedad chilenas como una constante guerra en la cual hay que defenderse. En relación con la memoria menesteril se destaca su rol de obrera en un momento en que el trabajo manual y fabril era muy importante. Una pastora, como un pastor, al ser una obrera, una trabajadora manual de la obra pentecostal muestra un aspecto muy significativo para la época, lo que ayuda a entender también que las pastoras, como los pastores, aprendían su oficio en la práctica. La pastora era una predicadora de la calle, y también una predicadora itinerante, que permitía la creación de templos en otros lugares del país. Su misión estaba dirigida principalmente a convertir a otras mujeres, ya que la conversión de una mujer significa la conversión posterior y paulatina de la familia. Este relato nos ayuda a entender que el traslado de un pastor de un lugar a otro pasaba por la voluntad de la esposa.

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Notas

1 Palma (1988), Ossa (1990), Guevara (2009), Mansilla (2009), Mansilla (2010)

2 Para una comprensión del contexto socio histórico e introducción al estudio del pentecostalismo chileno, recomendamos las siguientes obras: Hoover (2008), Lalive d'Epinay (1968), Sepúlveda (1988 y 1999), Lagos & Chacón (1987), Lagos (1989)yOrellana (2008).

3 Dorcas es el nombre que reciben, en grupos pentecostales, las reuniones de mujeres. Para mayor información ver Andrade (2008).

4 Frente a la discriminación y violencia frete a los evangélicos consultar Guzmán (1999) y Mansilla (2009).

5 Como es el caso de la Grecia Antigua en donde se creyó que la azucena había nacido de la leche de los pechos de Hera, diosa del matrimonio y la fertilidad. También en la Edad Media, las creencias católicas, vincularon esta flor a la Virgen María y otros santos como Antonio de Padua.

 

 

 

 

 

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