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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.24 no.41 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2014

 

ARTÍCULO

Religión y política en los orígenes del peronismo santiagueño: afinidades discursivas y pertenencias católicas de A. Mittelbach y C. Juárez

Religion and Politics in the origins of peronismo santiagueño: discursive affinities and Catholic belongings of A. Mittelbach and C. Juarez

 

José Vezzosi

CONICET- Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (INDES),

dependiente de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la

Universidad Nacional de Santiago del Estero

Av. Belgrano (s) 1912

josevezzosi@gmail.com

 

Fecha de recepción: 29 de octubre de 2012

Fecha de aceptación: 19 de noviembre de 2013


Resumen

La consideración del catolicismo en los orígenes del peronismo en las provincias argentinas ha sido con frecuencia reducida a una participación en términos continuista-conservadores. A partir del estudio de la cuestión en la provincia de Santiago del Estero, proponemos complejizar la perspectiva, entendiendo tal participación como la de uno de los varios elementos que confluyen en el intento de construcción de una alternativa simbólico-política en la provincia. Para mostrar el alcance y contenido de tales influencias, y luego de proponer un repaso por las condiciones estructurales de la política y la religión en la provincia, recurrimos al análisis de los discursos de asunción de mando de los dos primeros gobernadores peronistas y al repaso de algunos momentos claves de sus trayectorias militantes. Herramientas que nos permiten examinar no sólo su pertenencia a espacios militantes cruzados -políticos y religiosos- o referencias religiosas discursivas explícitas, sino también tácitas, que dan cuenta de una conexión simbólica entre algunos elementos circulantes en el catolicismo -local y nacional- desde la década de 1930 y las ideas, prácticas y políticas, del primer peronismo santiagueño.

Palabras clave: Peronismo - Catolicismo - Santiago del Estero

 

Abstract

When catholicism is taken under consideration within the origins of peronismo in Argentinian provinces, it is reduced to a participation defined as continuous-conservative. Through the study on this matter in Santiago del Estero, the author suggests making a more complex perspective, taking such participation as one of the elements, among others, that converge into the attempt of building up an symbolic in the province. To show the range and contents of such influences, just after proposing a review on the structural conditions of politics and religion in the province, the author appeals to a reconstruction of militants carrer paths and to the analysis of assumption discourses of the firts peronistas governors in the province. These tools allowes him to examinate not only belongings to crossed militant spaces -politics and religious- or explicit religious references, but also tacit one’s, which calls up a symbolic connection between some current elements in catholicism -local and national- since the thirties and also ideas, practices and politics of the first peronismo santiagueño.

Key-Words: Peronismo, catholicism, Santiago del Estero.


 

A modo de presentación

Estudiar los orígenes del peronismo implica adentrarse en uno de los tópicos más abordados por el conjunto de las ciencias sociales argentinas. Tal vez por las trasformaciones en la configuración estadual, cultural y social, por los clivajes sobre los que se montó y profundizó, por el problema irresuelto que -luego de su derrocamiento- significó durante décadas para el sistema político, por los intereses económicos, políticos e ideológicos suscitados a partir de sus interpretaciones, para el peronismo parece ser un recurso renovable la literatura producida. Los interrogantes en torno al peronismo llevan más de siete décadas de consensos mínimos y provisorios, de amplias diversidades y disidencias, recorriendo algunos cauces muy trabajados y otros que están actualmente bajo estudios incipientes. Este último es el caso de aquellos que indagan las configuraciones provinciales del peronismo, espacios caracterizados por escenarios políticos, sociales y económicos diferentes a los de las áreas metropolitanas. En una provincia como Santiago del Estero, cuya economía presentaba una estructura primarizada con altos niveles de sobreexplotación laboral ante la enorme oferta de mano de obra (absorbida fundamentalmente por los obrajes1), exiguos niveles de urbanización (estimados en el 30%), escasa sindicalización y expulsora de población; y cuyo movimiento político aspiró a construir una hegemonía sustitutiva a la sostenida por el modelo liberal, no podrá éste ser explicado a partir de los factores referenciados habitualmente2 ¿Qué actores, grupos, alianzas y/o tradiciones discursivas confluyeron en la articulación inicial y posterior consolidación del peronismo?

Comprender al peronismo santiagueño implica reconstruir las circunstancias estructurales en que se desenvolvía la vida política provincial en los 1940, los actores políticos, económicos y culturales, y las ideas que se venían asomando en el espacio público santiagueño, confrontando o congeniando -según las circunstancias- con quienes sostenían la estructura de dominación provincial. En estudios anteriores hemos abordado las ideas circulantes en el espacio público provincial en tiempos del peronismo, el rol de la prensa escrita y la situación de los partidos políticos3; en esta oportunidad abriremos una línea de análisis que busca comprender el rol del catolicismo en los orígenes del peronismo santiagueño.

Por su parte, la literatura especializada da cuenta de la profunda imbricación entre religión y política en el primer peronismo, particularmente en lo que respecta a la apelación que de ciertos elementos discursivos de la tradición católica hace el peronismo y al aporte de cuadros, cuyas trayectorias proyectan un sendero de mutuas pertenencias a espacios de militancia católica y gubernamental y/o partidaria. Lo que configurará un mapa de afinidades y trasvasamientos de ideas y actores, entre lo religioso y lo político que será central en la configuración originaria del peronismo (Forni, 1987)4. Nos proponemos también rastrear las afinidades y/o pertenencias religiosas católicas en el primer peronismo santiagueño a partir de la reconstrucción de trayectorias y del análisis de los discursos de asunción de mando de los dos primeros gobernadores peronistas de la provincia: Aristóbulo Mittelbach (1946) y Carlos A. Juárez (1949).

 

El problema de los orígenes: entre la patología y la continuidad

La cuestión de los orígenes del peronismo es un asunto incómodo para la academia. Los primeros estudios, surgidos en tiempos de prohibición y proscripción -y de búsqueda de cientificidad para la novel sociología (Neiburg, 1996)-, parecían reproducir los clivajes existentes en el ámbito de la militancia y los grupos políticos. Con el paso del tiempo, el crecimiento de los espacios académicos de reflexión sociopolítica dio lugar a la complementación de paradigmas y enfoques disciplinares. Las hipótesis interpretativas se diversificaron, sin poder mantenerse del todo al margen del devenir político nacional, que influirá sobre esas interpretaciones, articulando un proceso mutuo de condicionamiento académico de lo político y político de lo académico (Barry, 2009). Como resultante de ello, mucha literatura brinda contenido para un rico debate que agrupa las interpretaciones sobre los orígenes, en torno de una lógica pendulante entre la patología y la normalidad, la disrupción y el continuismo5.

Si las primeras interpretaciones darán cuenta del peronismo como una “patología” histórica asociada al modo en que los nuevos migrantes internos se habrían incorporado a la vida política y económica (Germani, 1962), la reconsideración de los procesos económicos que venían teniendo lugar en el país desde la década de 1930 (asincronía entre acumulación y distribución) y del rol desempeñado por la vieja guardia sindical (Murmis y Portantiero, 1971; Torre, 1990) dará lugar a la introducción paulatina de una lectura “normalizante”, que con el paso de los años se transformará en una tendencia generalizada en los estudios sobre el primer peronismo (Acha y Quiroga, 2009). Tendencia que buscará encauzarlo dentro de un relato historiográfico de corte socialdemócrata, destraumatizado, progresivo y progresista que habría tenido como principal consecuencia haber dejado en un segundo plano su carácter disruptivo: es en la década de 1930 -época de cambios políticos, sociales, económicos y culturales estructurales- cuando hay que buscar la génesis del peronismo que aparece así como la continuidad de aquellos. Sin embargo, quedaría un núcleo irreductible de domesticación, un aspecto inasimilable que el peronismo habría despertado entre las clases populares; y que implica un problema conceptual “que excede largamente las matrices de fe liberal-progresista con las que se quiso definir la democracia, en sede historiográfica, desde 1983” (Acha y Quiroga; 2009: 24). Así lo había hecho notar Daniel James (1987) destacando la disrupción simbólica que el peronismo significó para los trabajadores del conurbano bonaerense, forjando fuertes lazos identitarios que explicarían la perdurable adhesión al peronismo. Pero también, desde el campo de la sociología política venía desarrollándose, desde fines de 1970, una corriente que proponía pensar la dimensión ideológica del peronismo -en una década en la que el debate por su confluencia con ideas de izquierda profundizaría algunos clivajes- buscando recuperarlo en clave populista6. Esta línea de análisis inaugurada por Laclau (1978), indaga en el modo de construcción de las lógicas de identidades colectivas (2005: 9). Manteniendo vivo el cuestionamiento al dogma demócrata-liberal durante los años en que su triunfo parecía definitivo, retoma el carácter rupturista de los populismos y propone entenderlos como un complejo sintético-antagónico de la ideología dominante.

Pero, ¿cómo dar cuenta de los orígenes del peronismo en contextos en los que no existían los actores, y los procesos socioeconómicos en función de los cuales suele ser explicado: el reciente migrante interno, el proceso de acumulación por parte de las clases económicas dominantes, el viejo obrero industrial? “En un universo donde la clase obrera era débil y el fenómeno inmigratorio nulo (...) el peso de los factores tradicionales fue central en la configuración del peronismo originario” (Macor & Tcach, 2003: 30).

Políticos conservadores, miembros de las fuerzas armadas, y actores vinculados a la Iglesia católica aparecen en los distintos estudios “extracéntricos” conformando el centro de un armado político-electoral-estatal que asumiría así características vinculables a un continuismo de tipo conservador en la mayoría de las provincias. Continuismo diferente al de las lecturas normalizantes en la medida en que aquellas buscan rescatar al peronismo de su carácter patológico, postulándolo distribuidor antes que disruptor, mientras que éstas parecerían dar cuenta de él como un movimiento conservador. Sin embargo, una lectura meramente continuista-conservadora de las perspectivas extracéntricas eclipsaría su aporte metodológico y epistemológico fundamental: la necesidad de elaborar lecturas situadas sobre el primer peronismo7, que den cuenta de las especifidades y complejidades suscitadas en cada espacio político, de ampliar los interrogantes en función de las escalas de análisis8.

 

Anti personalistas y católicos en los orígenes del peronismo santiagueño ¿disrupción o continuismo?

Retomando la discusión precedente, cabe preguntarnos entonces por los orígenes del peronismo santiagueño. ¿Cómo se articuló? ¿Los obreros provinciales, allende sus debilidades organizativas, jugaron algún rol? ¿Tuvieron preponderancia los “factores tradicionales de poder”? ¿Se produjeron cambios o rupturas en las estructuras de poder provincial? ¿Qué factores los hicieron posibles?

La literatura existente sobre los orígenes del peronismo santiagueño ofrece algunos indicios interesantes en una línea similar a la de las hipótesis “extracéntricas”. Tanto los trabajos clásicos de la historiografía provincial -que aportan una perspectiva histórica descriptiva (Alén Lascano, 1996; Castiglione, 2010), como algunos más específicos referidos a la situación de los trabajadores (Tenti & Salas, 1995)- y aquellos que aportan análisis sociológicos vinculados a determinadas coyunturas críticas de primer peronismo santiagueño (Martínez, 2007, 2008a, 2008b), dan cuenta de un panorama en el que la debilidad de las organizaciones obreras (circunscriptas al ámbito urbano -fundamentalmente ferroviarios, estatales y comerciales- al margen del mayor porcentaje de la PEA que trabajaba en el ámbito rural9)

termina sucumbiendo frente a las estrategias de dirigentes “más avezados en trances políticos” (Alen Lascano, 1996: 591). Estos provienen de diversos sectores del radicalismo -algunos yrigoyenistas, otros anti-personalistas- entre los que se terminarán definiendo las principales candidaturas a legisladores locales y nacionales-, salvo la del gobernador -que no se resolvió sino hasta último momento- por decisión del propio Perón, que optó por un outsider de la política santiagueña -buscando equilibrio entre las fuerzas en pugna-. La elección recayó sobre un hombre del riñón del GOU, Aristóbulo Mittelbach.

Si conforme al planteo de Mackinnon (2002) los años formativos del partido peronista estuvieron signados hasta 1950 por la disputa entre sindicalistas y políticos, en Santiago “la contienda parece en vías de zanjarse muy tempranamente, en las primeras elecciones de 1946, a favor de los caudillos radicales”, en gran medida por el rol desempeñado por la gran masa de trabajadores rurales no organizados, cuyos votos estaban “más ligados a la obtención de pequeños beneficios rurales (postas médicas o pozos de agua) y dependían de los antiguos caudillos conservadores reciclados en radicales y ahora en peronistas (Martínez, 2008a: 89). Pero rápidamente quedó al descubierto el verdadero clivaje en torno al cual se jugaría la feroz interna local: “entre los conser­vador/radicales y el grupo nacionalista social-católico”. Clivaje que pretenderá ser zanjado -nuevamente- recurriendo a una figura que se pretendía mediadora -esta vez a instancias del interventor del partido, Emilio Visca: Carlos Juárez, un ex dirigente de la Acción Católica local, de aceitadas relaciones políticas con los viejos dirigentes antipersonalistas.

De modo que ¿no es posible percibir cambios en la estructura de poder provincial a partir del peronismo? En anteriores trabajos (Martínez & Vezzosi, 2013; Vezzosi, 2012) hemos analizado la configuración inicial del peronismo local como un proceso complejo en el que además de la presencia de actores cuyas trayectorias leídas en clave procesual darían cuenta de un conjunto de continuidades, se evidencia un segundo tipo de factores (discursos, actores-trayectorias y decisiones políticas) que dan lugar a importantes rupturas en la estructura de dominación local. Entre otras cuestiones, por la reivindicación simbólica y material de los trabajadores de la provincia10, por la paulatina permeabilidad que mostró el campo político respecto del acceso a cargos electivos y de gestión11, por el tipo de políticas públicas desarrolladas en la provincia12, y por el tipo de clivajes discursivos sobre los que se montó y profundizó, generando importantes reacciones de actores centrales de la estructura de poder santiagueña, como por ejemplo del diario El Liberal13.

La clave analítica “ruptura/continuidad” no parece vincularse de manera excluyente a la hora de pensar el peronismo santiagueño, un proceso articulado en torno a viejos y nuevos intereses, que ha anulado hegemonías, consolidado otras y permitido la irrupción de nuevas, sobre la base de un sistema simbólico disruptivo montado sobre actores e ideas que venían asumiendo protagonismo desde la década del treinta (Martínez & Vezzosi, 2013). Por lo tanto, el abordaje del primer peronismo santiagueño implicará la construcción de una perspectiva alejada de esencialismos y simplificaciones, que permita dar cuenta de la complejidad del proceso, sus particularidades y momentos.

 

Catolicismo y peronismo: una contextualización

La clave patología/continuidad resulta útil como registro del desarrollo de los estudios sobre los orígenes del peronismo, pero poco aporta en relación con pensar el peronismo como fenómeno en sí mismo ¿continuidad de qué? ¿Patología, trauma o ruptura respecto de qué?

A partir de 1930, el modelo liberal hegemónico comienza a resquebrajarse dando lugar a la aparición de nuevas ofertas simbólicas(Mallimaci, 2001), entre las que reviven no sólo las anarquistas y socialistas sino también las católicas. Será el imaginario católico antiliberal y antisocialista el que, por diversos procesos que tuvieron lugar hacia dentro del campo religioso (Mallimaci, 1988; Cucchetti, 2005; Di Stefano & Zanatta, 2000) pero también en el campo militar y político, cimentará la construcción una nueva configuración simbólica inclusiva de sectores sociales hasta entonces excluidos política, social y económicamente. Este proceso ¿resulta análogo en las provincias? El catolicismo ¿aparece como un elemento de construcción simbólica alternativa o como un elemento tradicional de poder que coadyuva a la construcción de una alianza política que toma el poder, sin que se modifiquen las estructuras fundamentales?

Santiago del Estero no es la única provincia en la que la conformación originaria del peronismo estuvo marcada por la participación de actores provenientes de distintos sectores del catolicismo local; también podríamos mencionar el caso de Tucumán14, de Córdoba15 y de Santa Fe16, mas la clave factores tradicionales de poder ¿sirve para entender el lugar del catolicismo en la construcción originaria del peronismo? ¿Podemos limitar ese rol a una lectura en clave continuista conservadora? La literatura existente en la escala nacional registra el profundo vínculo entre catolicismo y peronismo17, planteando un panorama mucho más complejo que el de una participación unívoca del catolicismo en clave conservadora-continuista. Si bien gran parte del acervo popular del justicialismo encuentra antecedentes directos en las distintas ofertas existentes en el campo católico en los años 1930 y 1940, muchos de sus principales agentes utilizan aportes semánticos propios del mundo religioso, lo que junto a sus trayectorias cruzadas entre catolicismo y peronismo termina configurando un cuadro de complejas influencias religiosas católicas en la conciencia política del primer peronismo (Cucchetti, 2005: 5)18. El catolicismo aparece como un campo en sí mismo, donde la presencia de actores, agentes, tradiciones e instituciones disputan respecto de modos eclesiológicos, formas de vinculación con el Estado, la sociedad y la política. Por ello Mallimaci (2001) advierte acerca de los distintos catolicismos en el origen de la experiencia peronista, cuyas reacciones y posiciones no fueron uniformes: católicos liberales, católicos sociales, católicos integristas, católicos nacionalistas, se vincularán de manera diferente en los distintos momentos del peronismo.

Hacer lecturas meramente continuistas de las perspectivas extracéntricas nos llevaría a caer en peligrosos reduccionismos; resulta necesario rescatar su potencialidad y aceptar el convite en torno a los nuevos cuestionamientos epistemológicos, metodológicos, teóricos y empíricos surgidos. En el fondo se trata de complementar y enriquecer lecturas, a partir de esa tensión siempre conflictiva entre el plano “nacional” y el provincial, regional o local, ponderando el desempeño que en cada uno de los espacios provinciales hayan tenido los actores, en este caso los políticos y religiosos (aunque no de manera excluyente).

Por ello, revisar las condiciones estructurales en las que se encontraba la provincia hacia 1940, preguntarnos por los actores, agentes y discursos que venían disputando el espacio público y cómo habrían jugado en la configuración originaria del peronismo resulta indispensable para pensar la relación entre religión y política en Santiago, donde -además- la diferenciación de campos (en tanto estructuras de autonomías relativas de espacios, posiciones y relaciones (Bourdieu, 1997)) asume particulares características por la escasa diversificación del trabajo social (Martínez, 2011). ¿Cuál era el lugar del catolicismo en el espacio social santiagueño? ¿Cómo jugó en relación con el primer peronismo?

 

El catolicismo en Santiago

Desde 1930, el espacio urbano santiagueño será arena de diferentes conflictos ideológicos que se profundizarán a partir de la segunda mitad de la década signada por la guerra civil española y la segunda guerra mundial. En esos clivajes, actores católicos entrarán en escena buscando disputar la hegemonía ideológica que mantenían liberales y socialistas en el espacio social santiagueño, en torno al divorcio, el voto femenino, o la cuestión educativa (Tenti, 2004; 2008).

Desde su restauración19 en 1910, la diócesis estuvo conducida por obispos de vasta trayectoria antiliberal: Juan Yañiz y Paz, fundador del diario Los Principios, y a partir de 1927 Audino Rodriguez y Olmos, de activa participación en la reacción contra la reforma universitaria en la ciudad de Córdoba. Será él quien impulse la creación de la Acción Católica en Santiago en el año 1931, pero su actuación pública más destacada será en la convención constituyente reformadora provincial de 1939 en la que participó encabezando la lista oficialista del gobernador radical anti personalista Montenegro20. La cuestión religiosa fue el tema más debatido en la convención (compuesta por numerosas figuras del ambiente intelectual y cultural santiagueño). El discurso católico, sostenido en la convención por el obispo y por Orestes Di Lullo21, se identificaba como la “religión verdadera” y “fundamento espiritual de la nación” a partir de una lectura propia de la conquista y la independencia (Martínez & Vezzosi, 2013).

Si la prédica laica sostenida por liberales y socialistas era apuntalada desde las páginas del diario El Liberal, la acción propagandística católica estuvo a cargo de la Acción Católica, desde las páginas del periódico El Momento22 (Tenti, 2004). Por allí pasaron los principales argumentos en los que se sostenía la intención de suprimir la palabra “laica” del artículo 111 de la constitución provincial referido a la educación. Según relata el libro Luchas por la libertad de enseñanza en Santiago del Estero (1940) -también de la Acción Católica, editado al poco tiempo de haber finalizado la convención- el “gesto heroico” del obispo de aceptar formar parte de la lista oficialista para convencionales tuvo su origen en un pacto con el gobernador en el que habrían acordado evitar la “desnaturalización” de los principios constitucionales esenciales de la cultura y tradición argentina23 encarnados en el “zurdismo docente”.

La postura católica logró imponerse en el artículo 10 acerca del sostenimiento del culto católico y en el preámbulo (redactado por el propio obispo) que mantenía a Dios como “fuente de toda razón y justicia”, pero el voto contrario de socialistas y liberales24 hizo naufragar el proyecto educativo católico. Al poco tiempo, Rodriguez y Olmos fue trasladado como arzobispo a San Juan pero el suceso abrió las puertas a la irrupción política del laicado militante católico en Santiago (Tenti, 2004). Por ello el episodio no debe ser leído como victoria ni como derrota para el catolicismo, sino ilustrativo del lugar que ocupaba en el espacio social santiagueño, una posición dominante en el ámbito religioso ligado a la fuerte presencia de un catolicismo difuso o popular, pero con grandes dificultades para abrirse espacio en las discusiones políticas -tarea de la militancia católica-, particularmente cuando estaban en juego algunas definiciones ideológicas innegociables para los actores políticos santiagueños cuya filiación liberal-socialista parecía hegemónica. 

Decimos que el catolicismo ocupa una posición dominante en el ámbito religioso local porque si bien su estructura institucional es menor que la de otras provincias25, la diversidad del espacio resulta escasa26, y su presencia entre los sectores populares, significativa. Así lo demuestran las masivas concurrencias a las celebraciones, actos y peregrinaciones (a la Virgen de Sumampa, al Señor de Mailín, entre otros)27. A la vez, la presencia mutua de autoridades civiles y eclesiásticas en actos y celebraciones religiosas y políticas, da la pauta de la buena relación que siempre mantuvieron jerarquía y gobierno28.

Tal vez en esas relaciones y en la fuerte presencia de ese catolicismo popular haya que buscar las razones por las que Montenegro recurrió al catolicismo buscando legitimar un proceso constituyente vaciado por los partidos políticos.

A partir de 1943 las huestes católicas ocuparán posiciones importantes en el estado provincial. La pertenencia a ciertos espacios del catolicismo militante resultaba un capital significativo a la hora de acceder a los cargos públicos29.

Algunos convencionales que habían defendido la posición católica en la convención de 1939 serán funcionarios de peso en las administraciones vinculadas al golpe de 1943, tal el caso de Di Lullo, intendente de la ciudad capital durante 1943. Sin embargo, no pareció modificar sustancialmente las cosas.

Cuando en las últimas horas de 1943 el gobierno de Ramírez promulgue la enseñanza religiosa en la escuela pública argentina, y el catolicismo local -con el nuevo obispo Weisman a la cabeza- asuma el reto pedagógico, feroces resistencias se desatarán entre los actores políticos y educativos provinciales que cuestionarán permanentemente las iniciativas. Tal el caso de la Federación del Magisterio santiagueño que sin empacho respondía a los autos episcopales del obispo en materia educativa (Auto episcopal 5/8/45 en Achával 1993: 224), con solicitadas en el diario oponiendo a la biblia, la constitución nacional30.

De modo que el espacio político santiagueño en tiempos del primer peronismo parecía todavía un lugar a conquistar por el catolicismo local, librando batallas desde una posición simbólica contraria a la de liberales y socialistas, que parecían dominar ideológicamente los ámbitos políticos y económicos provinciales31. Sin embargo, y tal como expondremos a continuación, los dos primeros gobernadores peronistas en la provincia mostrarán en sus trayectorias y discursos elementos vinculados al catolicismo, que habrían sido fundamentales a la hora de definir sus candidaturas; lo que insinúa la posibilidad de que esos factores hayan ido adquiriendo mayor peso relativo a medida que se fue construyendo y definiendo el armado peronista en Santiago. En tal caso, no resultaría útil pensar la influencia del catolicismo en el peronismo santiagueño en un sentido conservador-continuista, sino como un factor más dentro de los que se disputan la interna local, y que intervienen en la construcción de un espacio simbólico alternativo en la provincia. 

 

A. Mittelbach y C. Juárez, entre el cuartel, la Iglesia y el gobierno

Rastrear las afinidades y/o pertenencias religiosas católicas de los dos primeros gobernadores peronistas santiagueños -tarea que abordamos en este apartado, reconstruyendo indicios de sus trayectorias y analizando sus discursos de asunción de mando32 (cuya importancia y riqueza metodológica radica en el carácter programático de los mismos)-, permitirá vislumbrar algunos de los caminos surcados por agentes que confluyen y disputan en la interna peronista santiagueña, en cuyas coyunturas críticas -signadas (según se ha explicado) por la reyerta entre radicales antipersonalistas y nacionalistas católicos- aparecen poniendo en juego capitales que no les son propios, en el intento por apaciguar divisiones e intereses encontrados, a partir de decisiones tomadas en Buenos Aires, y que no siempre contaban con consenso local. Tales coyunturas críticas coinciden con momentos particulares de la tensión siempre irresuelta que pareció guiar la relación entre Perón y la Iglesia (Cucchetti, 2005). Si en 1946, cuando asume Aristóbulo Mittelbach (en adelante AM) vastos grupos del catolicismo alineados inicialmente con el golpe de 1943, comenzaron a ver con recelo al peronismo naciente por las dispares consideraciones respecto del modo de resolver la cuestión social -particularmente la organización de los trabajadores-y, decidieron seguir apostando por el peronismo debido al laicismo declarado de la UD; en 1949 -asunción de Carlos Juárez (CJ)- las diferencias fueron más profundas, y la no inclusión de la educación libre en la Reforma de la Constitución, significaría un parte-aguas en la relación (Caimari, 1995).

AM nace en marzo de 1896 (cinco meses después que Perón), en un pueblo del interior de la provincia de Santiago, Silípica. Hijo de un inmigrante alemán y de una santiagueña hermana del gobernador radical conservador Medina (1924-1928), y de quien fuera senador nacional por el primer peronismo, Justiniano de la Zerda33. Mittelbach se formó en el Colegio Nacional santiagueño, reducto de lo más conspicuo del pensamiento socialista y liberal local. Luego ingresó al Colegio Militar de la Nación, llegando a ser oficial de grado teniente coronel cuando el derrocamiento de Castillo en 1943 (Castiglione, 2010). Miembro activo del GOU, desempeñó el cargo de jefe de policía federal en 1945, por lo que estuvo al frente de la detención de Perón y del manejo de la policía durante las masivas jornadas de octubre (Rouquié, 1983). Su cercanía a la familia Medina, y particularmente al Cnel. De la Zerda habrían sido factores determinantes en la hora de sostener su candidatura frente a los sectores del radicalismo conservador, pero ¿qué lo hacía potable para los sectores nacionalistas católicos? La respuesta a tal interrogante está ligada a su pertenencia al ejército. Más allá de vínculos y amistades personales, los grupos nacionalistas católicos santiagueños verían con buenos ojos su pertenencia y desempeño en esa institución considerada -junto con la Iglesia- la reserva moral de la patria. Reproduciendo el militarismo antiliberal y antisocialista que los nacionalistas católicos santiagueños venían sosteniendo desde la década de 1930, tal como Tenti evidenció en relación con la línea editorial del periódico El Momento. En su discurso de asunción de mando34 AM pondrá a jugar ese linaje de pertenencia, reconociéndose como un soldado de la causa Revolucionaria, miembro de los oficiales del ejército que llevaron adelante la gesta de junio del ‘43 (“nosotros, los hombres de la Revolución”) -y postula el origen de su gobierno en “las inquietudes que determinaron el movimiento de Junio y los posteriores actos del Gobierno Revolucionario”- que llega al poder animado “por la serena firmeza que resulta de la consagración popular más rotundamente libre y categórica”. Sin embargo, parece consciente de la difícil tarea que deberá enfrentar:

“Nuestro principal empeño consistirá entonces en conservar incólume nuestro objetivo, evitando interferencias que puedan llegar a desnaturalizarlo, vengan ellas de donde vinieran” (AM 15-05-1946)

Esas interferencias se refieren a los grupos vencidos en la contienda electoral de febrero de 194635, pero también al convulsionado proceso interno de su propio partido, elementos que configurarían una situación sumamente compleja con la que AM deberá lidiar desde el inicio de su gestión. Si bien encara numerosas obras (sobre todo de infraestructura, a partir de 1947 cuando se comience a implementar el primer plan quinquenal), las controversias en el oficialismo se profundizan y el gobernador parecía decidido a no intervenir en ellas36. Al poco tiempo de asumir, se quiebra el bloque oficialista en la legislatura37, tornando prácticamente imposible la gobernabilidad. A menos de dos años de haber asumido el cargo, el gobierno será intervenido; las internas y la salud del gobernador (afectado por un cáncer estomacal) fueron determinantes. Falleció a mediados de 1948, cuando nuevamente los peronistas santiagueños jugaban sus fichas para decidir el próximo candidato a gobernador, y es el momento en el que comienza a tallar la figura de CJ.

Juárez nació en La Banda38, a principios de 1916. Hijo de un docente de reconocida trayectoria en el medio. Al igual que AM cursó sus estudios en el Colegio Nacional, y los relatos historiográficos insisten en mencionar que para poder costear sus estudios de abogacía en la ciudad de Tucumán tuvo que recurrir a numerosos y variados empleos (Castiglione, 2010; Alen Lascano, 1996), entre los cuales se destaca su temprana incorporación como funcionario público municipal en el año 1943 y su desempeño como profesor de religión. Tal vez este último cargo se deba a su activa participación como dirigente de la Acción Católica local, donde ocupa el cargo de vicepresidente de la juventud en 1944. En 1945, y luego de recibirse de abogado, ingresa al poder judicial de la provincia como empleado del juez del Crimen de 1a Nominación Juan Rodrigo, dirigente del Círculo Católico de Obreros39 y -luego- hombre clave en los sucesivos gobiernos de CJ40. Durante el gobierno de AM asumirá como contador general de la provincia, y posteriormente como ministro de Gobierno en las candentes negociaciones por sostenerlo, pero su presencia profundiza las diferencias41 y termina renunciando. Será convencional constituyente nacional en 1949 y ese mismo año -con 33 años- asume el cargo de gobernador.

Nuevamente la postulación del candidato peronista se resolvió en una feroz interna ilustrativa de un espacio provincial altamente conflictivo y un armado peronista atravesado por fuertes clivajes. La candidatura de Juárez surge luego de haberse bajado la de Orestes Di Lullo, figura sostenida por los sectores conservadores vinculados a De la Zerda, en alianza con nacionalistas y católicos (grupos que habían sostenido a AM hasta sus últimas horas), que a su vez era bien visto por los “independientes” por su probada autonomía de juicio y de conducta según los diarios de la época, debido a su desempeño como Intendente y a sus vínculos con la intelectualidad santiagueña mediante el grupo cultural La Brasa. Con la campaña electoral en marcha, y luego de un viaje a la Capital Federal del entonces candidato, la prensa local anuncia -sin confirmación oficial- que por diferencias en el armado de las listas a legisladores, Di Lullo renunciaba a su candidatura42. La historiografía local explica el episodio a partir de la negativa de Di Lullo a aceptar las imposiciones de Perón; podría pensarse también que el episodio responde a una disputa de intereses en el propio seno del peronismo en la búsqueda de un candidato que resguardara los de aquellos que garantizaban el caudal electoral necesario; aparece entonces la figura de CJ. Su campaña, además de ser breve, está atravesada por una fuerte conflictividad interna43. Su candidatura es proclamada en la radio44, acompañada por algunas declaraciones que dan cuenta del modo en que se resolvían los conflictos en el peronismo local, como la del Interventor del partido Emilio Visca: “El partido peronista es uno sólo y si el presidente ordena votar a Mongo hay que votarlo45.(Mongo era CJ).

Tal vez esa debilidad originaria sea uno de los motivos por los cuales CJ alude constantemente en su discurso de asunción de mando46 a las figuras de Perón y Evita. CJ se postula como un joven enérgico, decidido a “trabajar para redimir a esta sufrida y abnegada tierra”, que asume sus “cristianas convicciones”,  y se posiciona como un vigía local del accionar de Eva y Juan Perón: “la justicia social de Perón ha de tener en el Gobierno su vigía fiel e insospechado”. Contrariamente a AM quien solamente alude una vez en su discurso a Perón de manera elíptica47 y en ningún momento a Eva, CJ es recurrente en sus referencias48 y resalta haber sido “elegido”49 por ellos (también es cierto que hacia 1949 la exaltación de las figuras de Perón y Eva era mucho mayor que en 1946).

Pero además del reconocimiento en determinados linajes de pertenencias más o menos cercanas a las demandas de los grupos católicos santiagueños cercanos al nacionalismo, y de las distintas experiencias en sus respectivas trayectorias vinculadas al catolicismo militante, en la búsqueda de conexiones de sentido entre catolicismo y peronismo en el nivel de portavoces (en este caso políticos) ¿es posible detectar en sus respectivos discursos de asunción de mando elementos vinculables al catolicismo?

La respuesta a tal interrogante no podría ser lineal, en parte, por la complejidad del propio mundo católico señalada anteriormente. No obstante -y a modo de hipótesis- nos arriesgamos a proponer una respuesta afirmativa, sostenida en un conjunto de argumentos construidos en función de los elementos analíticos -en las escalas local y nacional- que hemos expuesto anteriormente, y que los agrupamos -a riesgo de caer en simplificaciones propias de todo planteo esquemático- en torno a cuatro ejes. El primero alude a referencias explícitas de Dios, los tres restantes dan cuenta de conexiones tácitas, de sentido, en torno a una construcción simbólica vinculada a imaginarios católicos circulantes desde la década del treinta, en oposición a las definiciones liberales y/o socialistas en crisis50; y -a la vez- en el medio de esa tensión filiación-herejía que caracterizó la relación entre Perón y la Iglesia (Cucchetti, 2005): democracia liberal o comunidad organizada (eje político), lucha de clases y posible revolución social a-religiosa o justicia social tendiente a la conciliación de clases (eje social), educación libre o laica (eje educativo).

Respecto del primer eje, en ambos discursos encontramos referencias explícitas a lo divino en sus párrafos finales, que no hacen alusión a definiciones propiamente católicas sino a menciones habituales en este tipo de discursos.

“Que un permanente anhelo de justicia y afán de bienestar común os anime, y que Dios y los manes de nuestros antepasados os iluminen en vuestras deliberaciones”  (AM 15-05-46).

“He impetrado a Dios las luces de la justicia y de la prudencia, para gobernar con acierto a esta querida tierra de mi nacimiento y pido ahora que el Altísimo derrame iguales dones sobre vosotros, para que deliberéis sin enconos ni pasiones, poniendo siempre por encima de todos los intereses personales el interés supremo de la provincia y el sagrado bienestar de todos sus habitantes (CJ 21-05-49).

No obstante, CJ sí manifiesta sus convicciones cristianas

“Mensaje de concordia que proclamo con toda la sinceridad de mis cristianas convicciones, que me han enseñado a olvidar lo que es menester olvidar, para lograr la unión de los hombres por sobre todas sus pasajeras discrepancias y circunstanciales diferencias” (CJ 21-05-49)

Se trata de una mención particularmente llamativa por el momento en que fue emitida, en el que el peronismo parecía dispuesto a disputar el sentido del “verdadero cristianismo” con el catolicismo51. A su vez, resulta destacable que tales menciones (más CJ que AM) postulan a Dios como fuente de un interés que está por encima, más allá de la lucha política52. Tal observación nos introduce en el segundo eje: la puesta en juego de una concepción política que remite a una continuidad tácita de imaginarios propios del mundo católico, enfrentada a la concepción liberal de democracia. Desde la década del treinta, venían teniendo preponderancia en importantes sectores del catolicismo ideas que emparentaban la democracia liberal como generadora de divisionismos que atentaban contra la construcción de la Nación. Los partidos políticos aparecían como factores contrarios a la visión organicista armónica y totalizante que el catolicismo pretendía articular en torno a la construcción de la “nación católica”. Según describe Zanatta (1999) tales ideas habrían permeado significativas porciones del ejército, institución que se autodefinía como defensora de un interés o fin superior contenido en la idea de patria, más allá de las rencillas y divisiones partidarias. Estas ideas, también presentes en la postura de los nacionalistas católicos santiagueños en la reforma constituyente de 1939, habrían confluido en el modelo socio-político propuesto por el propio Perón, la “comunidad organizada” (Cucchetti, 2005, Mallimaci, 1988,  2001)53 .

Algunas de estas ideas están presentes en los discursos analizados, por ejemplo la invitación a dejar de lado los partidismos y las discrepancias pasajeras

“Os concito a trabajar sin desmayo en bien de la Provincia deponiendo en el seno del recinto toda diferencia surgida al calor de la lucha, como yo prometo gobernar, dentro de las ideas y propósitos de mi partido, pero sin partidismos, en un afán de bien común ajeno a odiosos exclusivismos. Que un permanente anhelo de justicia y afán de bienestar común os anime (...)” (AM 15-05-46)

“Mensaje de concordia que proclamo con toda la sinceridad de mis cristianas convicciones, que me han enseñado a olvidar lo que es menester olvidar, para lograr la unión de los hombres por sobre todas sus pasajeras discrepancias y circunstanciales diferencias” (CJ 21-05-49)

A su vez, el enunciador aparece como portador de un rol emancipador-mesiánico, inaugurador de un momento en el que se dará cumplimiento a una misión superior, redentora:

“Las masas de trabajadores, en la euforia de la consagración triunfal de sus anhelos, acaban de festejar alborozados el final de los escrutinios que constituirán en nuestra historia, el jalón demarcatorio de dos épocas. Su fervorosa alegría proviene de esa corporización de sus esperanzas, al ver aseguradas sus conquistas y abierto el camino que habrá de conducirlas a su elevamiento y emancipación” (AM 15-05-46)

 “Contando, por ello, con el aliento de auspicio tan privilegiado, afirmo decidida y rotundamente mi fe profunda en el destino superior de esta provincia, a la que presiento que le ha llegado, por fin la hora de sus magníficas realizaciones” (CJ 21-05-49)

En esa concepción política, al pueblo le cabe un rol ligado a la pasividad, a la espera paciente de la redención y emancipación:

“El pueblo, (...) llega hoy con sus legítimos mandatarios al poder con un claro sentido de su responsabilidad, firmemente dispuesto a cumplir las irrenunciables obligaciones que emanan de su nueva posición conscientemente activa. Y la primera obligación será la de observar una saludable disciplina que permita la realización meditada y serena de empresas constructivas” (AM 15-05-46)

En CJ este dispositivo de enunciación aparecerá con mayor claridad, el pueblo además de pasivo, está sumido en condiciones de vida paupérrimas, con un “índice cultural” bajo54, y -por ello- aguarda esperanzado ser redimido:

“Ante el dolor casi secular de un pueblo que espera anheloso la concreción de sus más caras esperanzas, no puede haber distingos de banderías ni diferencias de ideas que impidan la patriótica colaboración en la labor de bien común; sólo puede y debe haber santiagueños que aspiren a engrandecer la provincia y llevar el bienestar a todos los ranchos de esta tierra” (CJ 21-05-49)

Estas consideraciones sobre lo popular remiten al tercer eje propuesto, el modo en que es concebida la cuestión social: sólo será posible mantener la armonía social, solucionando los males a los que ha conducido el liberalismo extremo, pero sin caer en el comunismo ateo, objetivo que se logrará a partir de la búsqueda de la justicia social; construcción simbólica de un modelo de inclusión de las grandes masas populares, en la que el peronismo se apoya, recuperando -explícitamente en algunos casos- la doctrina católica contenida en las encíclicas Rerum Novarum y Quadragessimo Anno55. Tanto AM como CJ mencionan en sus discursos a las políticas de contenido social, dentro de las que aparece como un aspecto central, la política sanitaria, que tenía en el frente nacional a un ilustre santiagueño, Don Ramón Carrillo56, y la política habitacional57.

Por último cabe referirnos al eje educacional. Ya hemos hecho alusión a los debates respecto de la educación libre o laica en la provincia, y a las dificultades con las que se encontró la implementación de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas a partir de 1943. Para ambos gobernadores, parece ser una temática central y en efecto es el primer tema que aborda AM en su discurso:

“Procuraré elevar el nivel de los sueldos del magisterio provincial, verdadero apostolado educacional y proveer a las escuelas del material que torna más eficaz el celoso desempeño de los educadores. Juzgo necesario entregar la conducción de los asuntos educacionales a verdaderos educadores, haciendo así justicia a la importancia  fundamental de la materia (...)” (AM 15-05-46)

CJ también destacará la importancia que la cuestión tiene en la provincia, postulando a la educación como una aliada necesaria de la política social, inculcadora de los valores del hombre nuevo.

“La tendencia intelectualista de la enseñanza, debe ser reemplazada por una decidida orientación espiritual que forje en los educandos la noción de su destino, al hacerles comprender, como lo ha dicho con inspirada palabra nuestro insigne Presidente, que el fin de la vida no es la riqueza sino la virtud (...) El mundo ha necesitado y necesitará siempre de los hombres virtuosos más que de los hombres sabios. Por ello, mi preocupación tenderá a que las escuelas provinciales sean capaces de formar hombres eminentemente buenos” (CJ 21-05-49).

En el discurso de CJ las referencias a la confesionalidad de la educación son explícitas, dado que la verdadera nacionalidad tendría su propia fe:

“Por la escuela hemos de recuperar para nuestros hijos la fe pujante con que nuestros padres encendieron el alma inmarcesible de la nacionalidad. Así como la nueva conciencia argentina en marcha ha recuperado las escuelas para Dios, nosotros por la escuela trataremos de recuperar para Cristo las conciencias de quienes, según la frase evangélica, "tienen ojos y no ven, y tienen oídos y no oyen". (CJ 21-05-49)

La educación y la política social están íntimamente relacionadas. Nuevamente la lucha de clases aparece como un momento que debería ser evitado, al que se llegaría “por culpa de la política” y en cambio se impediría mediante la política social y la educación virtuosa dentro de la cual el componente espiritual -católico- es fundamental:

 “Así como la nueva conciencia argentina en marcha ha recuperado las escuelas para Dios, nosotros por la escuela trataremos de recuperar para Cristo las conciencias de quienes, según la frase evangélica, ‘tienen ojos y no ven, y tienen oídos y no oyen’. Aspiro, en suma, a la educación integral de la persona humana: educación física del cuerpo, y educación intelectual y moral del alma, que es su elemento inmaterial porque así y solamente así, por la caridad que es la expresión mística de la solidaridad social, se habrá concluido para siempre con la lucha de clases que cava abismos de odio y de sangre entre los hombres, y se llegará, como lo ansia y lo ha expresado el general Perón, a la existencia en el país de una sola clase de hombres: "la clase de los argentinos bien educados" (CJ 21-05-49).

 

 A modo de conclusión 

En este trabajo hemos buscado aportar a la comprensión de las influencias católicas en los orígenes del peronismo santiagueño, rastreando las afinidades discursivas y las pertenencias a espacios militantes católicos de los dos primeros gobernadores peronistas; utilizamos como herramientas metodológicas la reconstrucción de trayectorias y el análisis de sus discursos de asunción de mando. En función de ese objetivo, hemos introducido la discusión sobre los orígenes del peronismo en espacios provinciales, contextos en los que no habrían tenido preponderancia los factores habitualmente referenciados para explicar la cuestión, sino -tal como lo postulan las corrientes explicativas extracéntricas- “factores tradicionales de poder”: viejos caudillos radicales antipersonalistas y conservadores, miembros de las FFAA y de la iglesia católica. En una dirección similar, la literatura existente sobre los orígenes del peronismo en Santiago del Estero aporta indicios que nos permiten pensar que las continuidades son mayores que las rupturas en los orígenes del peronismo santiagueño. Una situación análoga acontece con la participación del catolicismo en el surgimiento de los peronismos provinciales, habitualmente comprendida dentro de un modelo continuista-conservador. Empero, la complejidad de los vínculos desarrollados por el peronismo y el catolicismo en la escala nacional, junto con el análisis del lugar del catolicismo en el espacio social santiagueño en la década del treinta nos condujo cuestionar la utilidad de ese modelo como clave explicativa para el caso analizado, en el que elementos vinculados al catolicismo -actores, ideas, instituciones- aparecen participando en los orígenes del peronismo en tanto factores -entre otros- que coadyuvan a la construcción de un armado simbólico alternativo en la provincia (dada la preponderancia que liberales y socialistas mantenían en los ámbitos político, cultural e intelectual). Ya sea de manera directa o indirecta, los agentes, pertenencias, ideas y simbologías católicas asoman como capitales de peso en las distintas coyunturas críticas de esa construcción.

 Lo dicho no implica negar la centralidad histórica que el catolicismo conservaba en el campo religioso santiagueño, sino aportar al desarrollo de una perspectiva más compleja en la hora de pensar su participación en el espacio propiamente político, que asoma como una zona todavía a conquistar por el catolicismo. Es en esa línea que abordamos la reconstrucción de trayectorias y el análisis de los discursos de asunción de mando de los dos primeros gobernadores peronistas en la provincia, herramientas que nos permitieron profundizar algunas hipótesis acerca de los modos en que se articuló la influencia católica en los orígenes del peronismo santiagueño: no sólo a través de la múltiple pertenencia de los agentes (católicos peronistas o peronistas católicos), sino también contribuyendo a la construcción de un imaginario presente en los principales portavoces peronistas locales de las concepciones políticas, sociales y educativas. El proceso no puede ser planteado de manera lineal, ni meramente continuista, sino a la luz de lo que venía sucediendo en la provincia, frente a lo cual el peronismo santiagueño aparece como un movimiento complejo y variado, que habría dado lugar a continuidades pero también rupturas, y del que aún queda mucho por comprender.    

 

Fuentes

Acción Católica de Santiago del Estero, Junta Diocesana. (1940). Luchas por la libertad de enseñanza en Santiago del Estero, 1939. Buenos Aires: Difusión.

Diario El Liberal, ediciones del Sábado 8 de septiembre de 1945, del 25 de mayo de 1947 y del 23, 24 y 28 de marzo de 1949.

Discurso Pronunciado por el Sr. Gobernador de la Provincia de Santiago del Estero Cnel. (R) Aristóbulo E. Mittelbach ante la Honorable Legislatura provincial con motivo de la asunción del mando gubernativo. Santiago del Estero, 15 de mayo de 1946. Edición del Boletín Oficial de la Provincial.

Discurso Pronunciado por el Sr. Gobernador de la Provincia de Santiago del Estero Dr. Carlos A. Juárez ante la Honorable Legislatura provincial con motivo de la asunción del mando gubernativo. Santiago del Estero, 21 de mayo de 1949. Edición del Boletín Oficial de la Provincial.

 

Notas

1. Unidades de explotación forestal, basadas en la explotación indiscriminada del bosque nativo con distintos fines (combustible, durmientes, carpintería) y métodos laborales abusivos. Se trató de una institución económica, política, social y cultural fundamental durante la primera mitad del siglo XX en la Provincia.

2. Los migrantes internos, la vieja guardia sindical, los procesos de industrialización y acumulación sin distribución.

3.Cfr. Martínez & Vezzosi (2013); Vezzosi, 2012

4. Está claro que estas dimensiones no agotan la relación del peronismo con lo religioso en general y con el catolicismo en particular, y que ese vínculo traspasa los momentos iniciales. Al repecto ver Caimari, 1995; Cucchetti, 2005.

5. Los conceptos de “ruptura” y “continuidad” como claves analíticas para esquematizar las interpretaciones sobre el peronismo han sido utilizados por De Ipola (1989).

6. La vaguedad e indeterminación de la noción de populismo, habitualmente empleada para referirse a fenómenos de características muy disimiles lleva a Laclau (2005) a afirmar que en realidad se trata de un modo de constituir lo político, que se define por la manera en la que el discurso dominante de una determinada época es interpelado más allá de su contenido articulador (conservador, liberal, socialista). En una línea analítica similar se sitúan los trabajos de Groppo (2009) y Barros (2011).

7. El desarrollo de las corrientes explicativas extra céntricas permiten ver las dificultades que han tenido las ciencias sociales argentinas para asumir lecturas sobre los orígenes del peronismo comprensivas de contextos periféricos a los que esas propias ciencias se han desarrollado.

8. Los estudios de la política argentina en espacios sub-nacionales muestran vigorosa prosperidad, y resaltan la necesidad de desarrollar lecturas no sólo desde múltiples perspectivas, sino también desde diferentes escalas (local, provincial, regional). De esto modo “proponen un nuevo acercamiento a muchos de los temas de nuestra historia nacional -que ha sido tradicionalmente construida desde Buenos Aires- y han replanteado los problemas teórico-metodológicos que su abordaje implica” (Leoni & Solís Carnicer, 2012: 12), tendiente a enriquecer, matizar y reorientar la historiografía nacional.

9. Ya sea como migrantes temporarios en Provincias vecinas, o vinculados al obraje maderero.

10. Durante el período peronista cobraron vigencia las leyes laborales sancionadas en gobiernos anteriores, aumentaron los controles sobre empresas y obrajes, creció exponencialmente el nivel de sindicalización, de empleo y de distribución de la renta. 

11. Abriéndose a la posibilidad de participación a grupos tradicionalmente excluidos de dicho campo: por ejemplo trabajadores, cuya presencia en cargos y en listas legislativas -además de que no fueron las esperadas por el inicial laborismo- da cuenta de un cambio profundo al punto tal que en 1952 es electo gobernador Francisco Javier González, delegado regional de la CGT, dirigente bancario; pero también sectores medios y bajos que no provenían de familias tradicionalmente vinculadas a la política santiagueña, como el caso del mismo Carlos Juárez. También es destacable la incorporación de muchos actores provenientes de la corriente inmigratoria árabe a partir del peronismo, colectividad de gran poder económico pero que mostraba grandes dificultades para incorporarse a la sociedad y la política santiagueña. Respecto de la situación del campo político santiagueño en los momentos previos al surgimiento del peronismo ver Vezzosi y Martínez, 2013. Por otra parte, Martínez, Taboada & Auat (2011) han mostrado cómo hasta la segunda década del siglo XX (irrupción del radicalismo en la provincia) los cargos electivos provinciales y nacionales se circunscribían a un grupo selecto de familias.

12. Vinculadas a obra pública de infraestructura primaria como ser escuelas, caminos, construcciones hídricas, hospitales (aplicación del Primer y Segundo Plan Quinquenal).

13. Matutino fundado en 1898, desde principios de 1943, mostró una férrea prédica contraria a las principales políticas del gobierno revolucionario, y ya promediando la década del 40 sostendrá el armado local de la UD, y defenderá los intereses económicos a los que el peronismo parecía afectar con su política de control sobre obrajes y fábricas. Una vez instalado el gobierno peronista, el diario mantuvo su postura opositora por algunos meses para paulatinamente disciplinarse; a pesar de lo cual en 1950 sufrirá una clausura momentánea a manos de la Comisión Visca, que duró tres meses, que provocará su disciplinamiento definitivo. Sus propietarios (los hermanos Castiglione), siempre ocuparon importantes espacios en el espacio social santiagueño, además del poder mediático -eran propietarios de la única radio en la provincia-, su estudio jurídico estaba encargado de la defensa técnica de grandes empresas radicadas allí, participaban en política partidaria (dentro del radicalismo antipersonalista), en el Rotary Club y otras instituciones desde las cuales acumularían importantes cuotas de capital social y cultural. En las décadas siguientes a 1955, se constituirían en actores aún más trascendentes en la provincia,  ligados a la constitución de la Democracia Cristiana santiagueña, la universidad católica de Santiago del Estero, el canal de televisión, entre otras.

14. Santos Lepera (2011) y Piliponsky (2012) han trabajado la cuestión mostrando la presencia de elementos católicos en la configuración originaria del peronismo. En el caso de Piliponsky, analizando el rol del integrismo católico en los orígenes del peronismo, a través de la publicación “Norte argentino”, mostrará cómo el laicado militante tucumano buscó influir y condicionar las principales líneas políticas del gobierno revolucionario, y posicionarse en el armado primigenio del peronismo local. Santos Lepera por su parte, muestra las coincidencias en materia educativa, universitaria y la presencia de cuadros católicos en los gobiernos del 43 al 46.

15. La prolífica obra de César Tcach (1991, 2003) refiere que el peronismo cordobés estuvo sostenido por tres vertientes constitutivas que “provenían de los sectores tradicionales”: un significativo sector del partido conservador, otro de corte nacionalista y la participación de la Acción Católica “cuya postura se vinculaba a una traslación mecánica de la situación europea de posguerra a la Argentina” (2003: 26), y por lo tanto invitaba a conquistar la justicia social para evitar la revolución.

16. Los estudios de Darío Macor referidos a la provincia de Santa Fe “confirman también la fuerte participación de sectores social y políticamente tradicionales en la formación del primer peronismo” entre los que señalan nacionalistas, yrigoyenistas y militantes católicos. Éstos últimos “ofrecían a Perón una lectura antimarxista del clivaje social que él había contribuido a exacerbar y que necesitaba mantener si pretendía alcanzar la mayoría electoral en las elecciones de 1946” (2003: 28).

17. Numerosos ensayos se han confeccionado sobre la temática desde distintos enfoques y perspectivas: en clave regalista (Bosca, 1997) pretendiendo ver en el peronismo el intento de la construcción de una Iglesia Nacional que permita someter a la jerarquía eclesiástica; entendiendo el peronismo como la mera continuidad y realización del “mito de la nación católica” (Zanatta, 1999), construcción ideológica que aspiraría  a identificar la Iglesia y el Ejército como las instituciones fundantes de la patria; comprender al peronismo en sí mismo como una religión política tendiente a monopolizar la producción simbólico-religiosa, y por ende a desplazar al catolicismo de ese rol (Plotkin, 1993); como dos proyectos totalizadores de la sociedad argentina que se alían provisoriamente pero luego se enfrentan (Bianchi, 2001); o bien como una relación dinámica, de acuerdos mutuos e intereses concordantes o disidentes, cuya armonía o conflictividad no dependió de otras causas que no fueran la mera contingencia y devenir de los acontecimientos (Caimari, 1995). Para una revisión crítica de la literatura referida a catolicismo y peronismo ver Lida, 2005; Cucchetti, 2003.

18. El trabajo de Cuchetti (2005), da cuenta de que los propios actores relevantes del peronismo dotaron de una carga semántica particular el aporte recibido del mundo religioso. Esto tiene como consecuencia la “desestructuración institucional a la vez que la rearticulación simbólica de lo religioso” ya que la utilización de los elementos católicos en el discurso peronista no fue pasiva sino que “llegó a desafiarle a la Iglesia Católica el monopolio legítimo del poder religioso”.

19. Santiago cobijó el primer obispado del territorio argentino que fue trasladado a Córdoba en 1699. Sobre el proceso de Restauración Cfr Tenti, 2008.

20. La mayor parte del arco político local (dos importantes sectores del radicalismo) no estuvieron de acuerdo con el llamado a la reforma, por lo que se abstuvieron de participar, esto determinó que sólo el 30% del padrón electoral concurriera a votar.

21. Un médico de destacada trayectoria política e intelectual en la provincia, miembro (hasta su alejamiento) del grupo cultural La Brasa, autor de numerosos libros (entre ellos El Bosque sin Leyenda), fundador del Museo Histórico local, Intendente durante el golpe de Estado de 1943, y pre-candidato a gobernador en 1949 por el peronismo, como veremos a continuación.

22. De muy corta duración, entre marzo y julio de 1939 (tiempo que duraron las sesiones de la convención)

23. Según Mercedes Tenti (2004:87) “El móvil subalterno que guiaba al oficialismo, de acuerdo con la misma publicación, era eliminar la prohibición de juegos de azar que establecía la constitución anterior -prohibición que en la práctica no se llevaba a cabo- con el propósito de transferir al Estado el control de dicha actividad y transformarla en una “industria oficial”.

24. Muchos de ellos miembros de la lista oficialista que encabezó el obispo.

25. Según consigna Achával (1993) datos de la Agencia Informativa Católica, en 1952, en Santiago del Estero, con una población de casi 700 mil habitantes y una superficie de 155 mil km2, había un total de 57 curas (entre clero secular y regular) sólo superando en ese número a las diócesis de Jujuy, La Rioja, San Juan y San Luis, todas mucho menos extensas y con menos cantidad de habitantes. La diócesis de Salta por ejemplo, con una superficie similar a la de Santiago, pero con 300 mil habitantes, tenía en total 128 curas; la de Corrientes, con una superficie menor, pero similiar en cantidad de habitantes, 118.

26. Algunos estudios han dado cuenta de la incipiente apertura del espacio religioso santiagueño en los años 1920, posibilitada por la debilidad de la recientemente restablecida diócesis católica. Este proceso habría sido cercenado por la reinstitucionalización católica local llevada a cabo durante el obispado de Rodríguez y Olmos, y por las persecuciones a las manifestaciones religiosas heterodoxas en la provincia en los tiempos de los gobiernos militares entre 1930 y 1932. Al respecto Cfr. Suarez (2013).

27. En las ediciones de la prensa escrita de la época son recurrentes las noticias respecto de las masivas concurrencias a estas celebraciones.

28. En efecto, en la década de 1930 se lleva adelante la construcción de la sede del obispado, mediante la dirección de Arquitectura de la Provincia (Tenti, 2004).

29. Relata Achával:  “a título anecdótico quiero señalar que en esos años, personalmente y colectivamente, ya que a muchos dirigentes y socios de la ACA les sucedió el ser detenidos en la calle por cualquier patán aspirante a engrosar la frondosa burocracia administrativa, para que se les informara dónde podrían adquirir los distintivos con la cruz azul acero sobre fondo de plata que identificaba a los socios de la ACA, porque creían entender que el llevarlo en la solapa podía abreviar y recomendar sus gestiones, ya que altos funcionarios de los gobiernos provincial y nacional, en ese entonces, lo usaban por ser socios activos de la entidad con largos años de militancia en las filas del catolicismo” (1993: 189)

30. Federación del Magisterio de Santiago del Estero (1945, 8 de septiembre). La Federación del Magisterio formula una declaración. Diario El Liberal, página 3.

31. Tal preponderancia liberal y socialista se circunscribía a los espacios de las élites urbanas que accedían al gobierno y mantenían importantes cuotas del poder económico en la provincia, ello no significa que tales manifestaciones ideológicas se reflejasen entre los sectores populares provinciales, más bien ajenos a este tipo de disputas, tal como se evidenció en la elecciones a convencionales constituyentes de 1939. Por otro lado, cuando se habla de liberales y socialistas, se hace mención a grupos que manifiestan principios de autoafirmación ideológica vinculados a definiciones en torno a derechos y libertades referidos a lo educativo (educación laica), lo político (democracia liberal y sufragio universal) y lo económico social (libertad de mercado en el caso de los liberales, mayor distribución e igualdad en el caso de los socialistas).

32. En lo sucesivo se utilizarán las referencias “AM 15-05-1946” y “CJ 21-05-1949” para referirnos respectivamente al discurso de asunción de mando como gobernador de la provincia de Santiago del Estero de Aristóbulo E. Mittelbach del 15 de mayo de 1946, y al discurso de asunción de mando como gobernador de la provincia de Santiago del Estero de Carlos A. Juárez del 21 de mayo de 1949.

33.   De la Zerda había sido jefe de policía y luego ministro de gobierno de Medina. Durante su desempeño en el ejército fue profesor de Perón, y en tiempos del armado peronista local manejaba importantes sectores del radicalismo antipersonalista, y había fundado una de las tantas versiones del Partido Laborista santiagueño (Martínez, 2008a)

34. Emitido a mediados de mayo de 1946 en la legislatura provincial: un discurso sobrio, sin demasiados recursos lingüísticos, con un lenguaje típicamente militar.

35. Por ejemplo, hace un llamado conciliador a la prensa local - el diario El Liberal y la radio LV 11, principales medios de la provincia-, hostil al peronismo, que dieron y su franco y explícito apoyo a la Unión Democrática y sus candidatos. “Espero para esta obra el concurso de los otros poderes, de los municipios, del pueblo y de la prensa, que interpreta su sentir y que para llenar tan alta misión debe actuar al par que en ejercicio de sus derechos —que en nuestro régimen democrático le son inalienables—, sujeta al sentido de la enorme responsabilidad que por tal función le corresponde” (AM 15-05-46)

36. Así lo manifestará también a mediados de mayo de 1947, al cumplirse un año de su mandato, afirmando que “las vicisitudes políticas (...) no podían ser obstáculos que me apartaran de mi norma de conducta y programa de gobierno”. Seguidamente el gobernador entenderá que las luchas partidarias “son fenómenos naturales de un proceso evolutivo” pero que de ellas no podían depender “el progreso de las instituciones, el mejoramiento económico de la Provincia y la felicidad inalienable e indefectible de su pueblo” (En su segundo mensaje de apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura Santiagueña, el 24 de mayo de 1947)

37. Entre “halcones” y “palomas”, los primeros formando el grupo Juan Domingo Perón, hostiles al gobernador, y los segundos sosteniéndolo.

38. Ciudad distante a unos 7km de la capital, sobre la orilla oriental del río Dulce.

39. No precisamente por su extracción obrera. Por las características del círculo en el nivel local -y también internacional- estaba más vinculado a una entidad de beneficencia antes que a una empresa gremial combativa, de allí que quienes ocupaban los cargos dirigenciales representaban a aquellos que se sumaban a “ayudar” a los trabajadores.

40. CJ gobernó por cinco períodos en la provincia, y fue otras tantas veces senador nacional, períodos en los cuales Juan Rodirgo ocupó distintos cargos: legislador, vice-gobernador, ministro, juez, secretario de gobierno.

41. El propio Juárez -siendo ministro de gobierno- habría estado detrás del Juicio político que la cámara le inicia al ministro de Hacienda Oberlander.

42. Cfr.: Renunciaría el candidato a gobernador del peronismo (1949, 23 de marzo) diario El Liberal, p. 3; Confirmada la versión sobre la renuncia del candidato peronista, nuestro ambiente político vivió un día de gran expectativa (1949, 24 de marzo) diario El Liberal, p.3.

43. Los grupos que sostienen la candidatura de Di Lullo están movilizados y son hostiles a Juárez. De la Zerda y el diputado nacional peronista Pedro Perea declaran a la prensa que no apoyan su candidatura, suceden denuncias por intervenciones foráneas en la política local y la policía asume la tarea de desmovilizar los sectores de Di Lullo. Cfr: Sería Inminente un nuevo cambio en la candidatura a gobernador del peronismo (1949, 27 de marzo) El Liberal, p.3.

44. LV11 Radio del Norte, propiedad de los hermanos Castiglione, en ese momento intervenida por el estado nacional.

45. Palabras emitidas frente a la movilización que vitoreaba a Di Lullo en la plaza central de la ciudad el día de proclamación de la candidatura de Juárez. Cfr. Fue proclamada la candidatura de Juarez y A raíz de un incidente debió darse por terminado un acto (1949, 28 de marzo) Diario El Liberal, p. 3.

46. Discurso de Asunción de Mando pronunciado en la Legislatura Provincial el 21 de mayo de 1949. Un discurso comparativamente más extenso que el de AM (1600 palabras, contra 3600 de CJ), en el que el orador, fiel a un estilo que lo acompañará a lo largo de su vida política recurre a las metáforas, las comparaciones, los adjetivos calificativos demostrando una riqueza lingüística destacable.

47. Cuando dice que abriga “una fe inquebrantable en la acción de las autoridades  de la Nación, a cuya cabeza se encontrará el líder de este movimiento de emancipación económica y social” (AM 15-05-46).

48.   “En honrosa plenipotencia afectiva, rindo al benemérito presidente de los argentinos general JDP el homenaje emocionado de toda una provincia que merced a su patriótica firmeza ha comenzado a ganar su gran batalla del agua” (CJ 21-05-49)

49. “Conceptúo sin temor a equívocos, que gobierno alguno de la provincia tuvo jamás que afrontar tan tremenda responsabilidad, medida no sólo por la magnitud de la tarea que enfrentamos, sino por la confianza en la gestión dispensada por las más altas autoridades de la Nación”. (CJ 21-05-1949)

50.   Al decir de Cucchetti (2005: 15) abrevando en el aporte de Forni (1987), “el peronismo tuvo esa capacidad de incorporar y hegemonizar selectivamente aportes por demás preciados tanto del catolicismo militante como del catolicismo difuso y popular. Y, a partir de esta plasticidad, construyó una red de alianzas y oposiciones con los grupos religiosos”.

51. Tesis de la doble dislocación -referencia anteriormente- de lo político-religioso, en relación a la pretensión del peronismo de querer disputarle a la jerarquía católica el sentido del ser cristiano, postulando al peronismo como el verdadero cristianismo (Cucchetti, 2005).

52. Aunque sin referencia explícita a la religión, Sigal y Verón (2003) abordan el esquema de enunciación peronista, desde un enfoque que resalta este aspecto, y que los autores llamarán el “modelo de llegada”, en el cual el enunciador se postula como un agente extra-político (en el caso de Perón, proveniente del mundo militar), configurando una relación de exterioridad entre el enunciador y el destinatario, asumiendo el primero un rol activo vinculado a un “deber” para con la patria, y el segundo, uno pasivo en espera de la “redención”. Este esquema discursivo comprendería para los autores la “anulación de la historia” de quiebre, de ruptura, “un momento que no formará ya parte de ese tiempo de la historia concreta donde el país se degrada, sino en un momento del tiempo a-histórico de la construcción de la Patria” (2003: 41). Esto implicará el vaciamiento del campo político, ya que los objetivos que definen el proyecto no son políticos sino patrióticos. La política es así el espacio de las luchas, las divisiones, y la patria es el lugar de la unión y la redención más allá de cualquier doctrina.

53. Al respecto resulta interesante la postura sostenida por Perón en su disertación en el Primer Congreso Nacional de Filosofía, en 1949.

54. “(...)en un medio donde la propia distancia y el índice cultural conspiran contra el éxito de las campañas sanitarias” (CJ 21-05-49)

55.   Al decir de Zanatta (1999:122) “(...) tanto para la Iglesia como para Perón, sólo un tenaz programa de justicia social permitiría derrotar al comunismo y nacionalizar al proletariado”.

56.   “Encararé la Sanidad de acuerdo con los modernos conceptos de la medicina social, luchando contra el morbo en forma integral y con criterio eminentemente preventivo. Orientaré esa lucha creando el clima propicio para la salud y que ello a su vez descienda sobre las masas sanas de la población. Propenderá a combatir la tuberculosis en particular —verdadero flagelo de nuestra campaña— considerando que para ello debe desaparecer el pauperismo e instalando en todo el territorio de la Provincia modernos dispensarios y sanatorios. Unificaré y modernizaré el comando sanitario cuidando en particular, no sólo la enfermedad ni los enfermos como objetos principal, sino la población sana de los riesgos de la morbilidad” (AM 15-05-46). Por su parte CJ también se referirá al tema: “La vieja ley de organización del Departamento de Higiene de la Provincia reclama ser modificada en su estructura a fin de crear un organismo con la amplitud de funciones y la organización adecuada, para actuar con autoridad y eficiencia e imponer una coordinada acción sanitaria en todos los establecimientos de la provincia (...)Con la nueva organización proyectada, el desarrollo de la medicina social y preventiva ha de adquirir así la importancia y trascendencia necesarias para luchar contra el morbo” (CJ 21-05-49)

57. Respecto de la cual AM hará una referencia casi al pasar (“la construcción de higiénicas viviendas populares, que es un imperativo de la hora impuesto por la Revolución del 4 de Junio”); mientras que CJ la abordará como un aspecto central de la política social del peronismo. “Consecuente con la ponderable acción social que desarrolla el Superior Gobierno de la Nación, al disponer la construcción de casas económicas en todo su territorio, con el propósito loable de asegurar a sus habitantes los beneficios de viviendas baratas, higiénicas y decorosas, empresa ésta que ha encontrado su abanderada insigne en la abnegada esposa del Exmo. Señor Presidente doña María Eva Duarte de Perón merced a cuya solícita preocupación y señalado afecto, Santiago del Estelo ostenta hoy con orgullo un hogar escuela, modelo en su género, y tres magníficos barrios obreros que ornan con singular atractivo a la rengada fisonomía edilicia de nuestra ciudad capital. Consecuente, repito, con tan extraordinaria labor social e intérprete de los anhelos superiores del Excmo. señor Presidente de la Nación y de su dignísima esposa, continuaré en las medidas de las posibilidades financieras, esa obra que nos alienta y estimula, a fin de llevar también a las ciudades más importantes del interior de la provincia, los beneficios de una obra doblemente trascendente en un momento de aguda crisis de viviendas” (CJ 21-05-49)

 

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