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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.24 no.42 Ciudad Autónoma de Buenos Aires oct. 2014

 

NOTA BREVE

 

De la articulación etnográfica al diálogo entre etnógrafas y entre etnografías

Irene Vasilachis de Gialdino

CEIL-CONICET

Saavedra 15, 4º piso, CABA

ivasilachis@ceil-conicet.gov.ar

Recibido: 30-4-2014

Aceptado: 7-7-2014


La lectura de la obra de Rosana Guber La articulación etnográfica. Descubrimiento y trabajo de campo en la investigación de Esther Hermitte (2013, Buenos Aires, Biblos) nos ha movido a realizar esta presentación, en particular, porque consideramos que ese texto se torna imprescindible para quienes intentan develar los misterios del trabajo etnográfico, conjuntamente con los problemas epistemológicos, teóricos, metodológicos, que la realización de ese trabajo suscita. Asimismo, es necesario destacar que en sus páginas se transmite con claridad la pertinencia de la utilización de  la  metodología cualitativa, especialmente de  carácter  etnográfico, para  la investigación de  fenómenos  religiosos y de  carácter  mítico-simbólico.

La autora nos lleva de la mano a recorrer el camino del descubrimiento realizado por Esther Hermitte pero, además y principalmente, Rosana Guber nos conduce por la senda de sus profundas y valiosas reflexiones y elaboraciones, verdaderas contribuciones en torno al proceso de investigación y a la construcción de conocimiento, de un conocimiento que ya no permanece centrado en el/la investigador/a y en su propia perspectiva.

El propósito de esta presentación es, entonces, proseguir esa senda e ir destacando, paso a paso, la arquitectura de lo que, entendemos, constituye un sólido fundamento tanto para la producción de investigación y de conocimiento en las ciencias sociales como para la legitimación de las diferencias y peculiaridades de sus formas de hacer ciencia.

Recorreremos algunas de las cuestiones mediante las cuales la autora nos asiste en el proceso de erigir los puntales de la actividad investigativa: la producción, la negociación del conocimiento; el lugar otorgado a la teoría y a quienes participan en su creación; el requerimiento y las condiciones del diálogo; el carácter relacional y la ubicación de la metodología; las precisiones acerca del itinerario que culmina en el descubrimiento.

La obra está conformada por la representación textual, y paralela, de dos investigaciones ejemplares. Se exhibe así, dramatúrgicamente, el diálogo entre dos investigadoras argentinas que han marcado con sus aportes el desarrollo de la antropología social: Esther Hermitte (1921-1990), la primera argentina diplomada como antropóloga social y que ejerció como tal y Rosana Guber, investigadora del CONICET en el IDES. Hermitte habla por vía de los escritos en los que relata los avatares y resultados de su indagación y Guber revitaliza la presencia de Hermitte escrutando en esos escritos lo que dicen y lo que callan las palabras.

Lo que Guber intenta es reconstruir la labor investigativa de Hermitte, comprender el proceso de conocimiento llamado "etnográfico" (2013: 315). Guber tiene por finalidad investigar a una investigación singular y concreta, revelar cómo fue realmente esa labor (2013: 202), y lo hace dirigiéndose retrospectivamente desde el final, desde el texto etnográfico, hacia el análisis de los datos, los informes, los cuadros, esto es, hacia los materiales de la investigación socioantropológica que realizó Hermitte como candidata doctoral en antropología en la Universidad de Chicago, entre 1959 y 1964.

El trabajo de campo de Hermitte tuvo lugar en la localidad de Pinola-Villa las Rosas, en los Altos de Chiapas, México, entre 1959 y 1961. Su tesis Poder sobrenatural y control social la publicó en 1970, en México, el Instituto Indigenista Interamericano. Como expresa Guber (2013: 65), desde las páginas iniciales del texto, podemos saber que el tema de Hermitte es el sistema de control social ejercido  mediante el poder sobrenatural, sobre los indígenas tzeltales y contemporáneos de Pinola; que la pregunta se refiere a la sobrevivencia de cierto tipo de control social basado en el ejercicio del poder sobrenatural en una estructura social cambiante y, además, que el problema es la permanencia de formas culturales tradicionales ante, y pese al cambio socioestructural.

Tal como lo manifiesta Hermitte en Poder sobrenatural y control social, lo que ella analizaes un sistema de control social que opera enteramente en el nivel conceptual. Describe un sistema moral que proporciona los mecanismos de la ley mediante los cuales se resuelven los conflictos, se eligen líderes legítimos para perpetuar ese sistema moral, y se establecen las formas de aplicar sanciones negativas a los transgresores. Procura marcar el carácter sobrenatural de ese sistema aseverando que si bien no es "realista", constituye para los pinoltecos una fuente efectiva de recompensas y castigos. Advierte que funciona con eficacia quizá porque existe sólo en las mentes de los indios, que permite conseguir un control social interno por un procedimiento totalmente inaccesible a la influencia de los ladinos que los rodean. Los pinoltecos comunes temen a las enfermedades, explica, cuando sospechan que van a ser embrujados por sus transgresiones a las normas indias o por determinados conflictos. La enfermedad es el signo que demuestra que los espíritus poderosos están actuando con éxito en su contra. El examen de sus datos le permite a Hermitte concluir que la visión pinolteca de lo sobrenatural, cuyo concepto central es la brujería, es como la matriz en la que se configuran las relaciones sociales dado que, en esa comunidad, la base del estatus es el poder o su carencia para embrujar. La brujería, en consecuencia, proporciona una forma sobrenatural de ordenar las relaciones en ausencia de la posibilidad de desarrollar un sistema terrenal de control social. Los que alcanzaron un estatus sobrenatural ocupan el poder en la comunidad, y la jerarquía sobrenatural de control social se mantiene en una esfera de acción separada de la organización política de los ladinos. Al "moverse hacia arriba" ha conseguido hacerse clandestina. De esta manera, la comunidad india puede mantener la solidaridad del grupo y la integridad de su cultura sancionando al pinolteco que se atreva a explorar las fronteras de su propia sociedad. Es preciso destacar aquí que este descubrimiento de Hermitte no se hubiese obtenido sin su profunda indagación acerca de los conceptos en los que se fundaba la creencia en seres sobrenaturales poderosos a través de los cuales operaba el control social. Los conceptos ontológicos de los pinoltecos, puntualiza (Hermitte, 2004: 166), la etiología sobrenatural de las enfermedades, su teoría de los sueños y la conceptualización de un consejo sobrenatural, son todos mutuamente reforzadores y constituyen el sistema esencial de pensamiento de los indios del lugar. Fue el desvelamiento de ese sistema de pensamiento el que le hizo posible a la investigadora mostrar el carácter sobrenatural del control social.

El objeto de conocimiento de Guber es averiguar cómo Hermitte descubrió "un sistema de control social con gobierno sobrenatural" (2013: 139), y cómo dio cuenta de ese hallazgo (2013: 321). Se trata, entonces, de un texto sobre el descubrimiento y la producción de conocimiento. Pero ¿Qué descubre Esther Hermitte? ¿Qué descubre Rosana Guber?

El descubrimiento de Hermitte radica en la existencia de un gobierno sobrenatural que esquivaba con cierto éxito los tentáculos del poderoso aparato estatal mexicano (2013: 35). Con palabras de hoy, diríamos que su narrativa evoca un proceso de resistencia frente a la explotación y subordinación del mundo indígena (2013: 156). De una resistencia que se caracteriza por un medio especial de acción, ejercida sólo por determinados actores situados diferenciadamente en la jerarquía social, y dirigida a quienes se han separado de las tradiciones culturales de la comunidad.

Las técnicas de recolección de datos de Hermitte se fueron convirtiendo en pautas de interacción de distinto tipo, y su descubrimiento no provino de aplicar ciertas técnicas predeterminadas, sino de su observación y necesaria participación en la vida cotidiana pinolteca, vida en la cual tanto la investigadora como aquellos con quienes se vinculaba podían elegir sus cursos de acción (2013: 272-273).

Es merced a esa participación que Hermitte se va incorporando, paulatinamente, a la vida social y al entramado de sus relaciones habituales tejiendo laboriosamente diferentes vínculos y desarrollando distintas actividades: visita y es visitada, aconseja, protege, acompaña y, primordialmente, escucha. El velo que oculta el mundo sobrenatural se descorre por medio de relaciones de "confianza", de una confianza que fluye de relaciones sociales significativas (2013: 235). Como manifiesta Guber, la investigadora pudo acceder a ese mundo cuando dejó de percibir y tratar a los "informantes" como tales −mientras ellos mismos también dejaban de considerarse así-  para interpretar la relación como próxima al canon personal local (2013: 244).

El hallazgo de la investigación de Guber fue demostrar, por un lado, que Hermitte se volvía más sabia cuanto más la permeaban los pinoltecos, y más se reconocía afectada por ellos en sus recelos, simpatías, temores y, por el otro, que la investigación se tornaba más profunda cuanto más evidente le resultaba a Hermitte su propia ignorancia, y tomaba cauces más resueltos cuando admitía sus incertidumbres (2013: 38). Por eso, para Guber, el diario de campo es el registro de las capacidades crecientes de Hermitte para escuchar, ver, y comprender cada vez mejor (2013: 174).

El descubrimiento de Guber se sostiene, pues, en que no hay descubrimiento sin relaciones porque sin relaciones con otros no hay articulación de categorías académicas o teóricas y locales y sin ese diálogo no es posible crear nuevo conocimiento (2013: 183, 186, 190, 191). Afirma, por ende, que en una investigación no es sólo el investigador quien toma las decisiones y produce conocimiento; más aún, el conocimiento no se produce con y a pesar de los sujetos conocidos. La investigación antropológica de sustrato etnográfico requiere, implica y genera una adecuación negociada del investigador, sus nociones y procedimientos a los problemas locales que estudia (2013: 319).

Para Guber, en las ciencias sociales, especialmente en los enfoques cualitativos, la investigación se hace con gente y depende de ella en grado superlativo. De tal manera, reconceptualiza a la investigación como el resultado de decisiones que se toman en algún punto entre los estándares de la investigación científica y los estándares de la población, lo que le parece más consecuente con la investigación etnográfica y refleja más fielmente lo que en verdad ocurre. Estima, así, que es por esta razón que el trabajo de campo se torna tan crucial (2013: 205) y se constituye en más que "una mera recolección de datos": en "un proceso de resocialización y comprensión mutua" (2013: 252).

Esta especie de negociación cognitiva no depende sólo de las voluntades individuales de tales o cuales investigadores o informantes. Es por medio de las relaciones sociales situadas que se construyen los significados. Una perspectiva etnográfica requiere, para Rosana Guber, pasar desde los investigadores con sus métodos y decisiones muestrales a la relación con la población estudiada y entender cómo ambas perspectivas negocian y se articulan (2013: 205).

En el trabajo de campo etnográfico las verdaderas técnicas de recolección de datos son tales si surgen de la relación entre el investigador y la población en cuestión. Ese surgimiento que es negociación y aprendizaje constantes, tiene lugar a lo largo de la estadía del trabajador de campo y no es el resultado del imperio de un proyecto de investigación (2013: 275). Luego, la apertura que exige el trabajo de campo tanto en el nivel de la calidad y multiplicidad de las interacciones como en cuanto a los posibles e imprevistos hallazgos no podría, para Guber, verse coartada por la imposición de la estructura de un proyecto que instale la rigidez allí donde debería primar la flexibilidad.

La clave del conocimiento etnográfico, asevera Guber, no reside en "qué técnicas emplea" el investigador sino en "cómo logra aprender cómo y en qué circunstancias se producen y transmiten diferentes tipos de conocimiento de parte de las personas de las que desconocemos, a priori, quién es quién y el quién con quién" (2013: 256).

Estas afirmaciones se vinculan con la noción de validez ya que en lo que hace al registro del diario de campo  −con la consignación del tono del encuentro, de las incertidumbres, de las búsquedas, de los hallazgos, de los desconciertos, de los asombros- Guber entiende que constituye la plataforma que "dará validez a la investigación toda" (2013: 166) y que presenta por escrito el conjunto del material informativo que puede convertirse en dato. Muestra, al mismo tiempo, cómo Hermitte construye gradualmente esa plataforma con sus interlocutores e incluye estados anímicos, dudas, preguntas sobre los contenidos, pequeñas hipótesis sucesivas que pueden o no confirmarse.

El planteamiento reflexivo de todas estas materias nos permite señalar que el trabajo de Guber cuenta con una profunda base epistemológica cuyas preguntas latentes serían: ¿cómo, con qué y con quién conocemos? Los interrogantes que esboza Guber sirven como ejemplo de sus renovadas perplejidades: ¿cómo Esther vio lo que vio y no estaba preparada para ver? Y ¿cómo mostró la evidencia de ello? (2013: 158).

De igual modo, siguiendo la huella del descubrimiento de Guber, cabría preguntarse cómo percibió el proceso por medio del cual Hermitte vio lo que no se podía ver. Y, acompañando los progresivos avances de ambas investigadoras ¿cómo ven las lectoras y lectores lo que muestra Guber de lo que no muestra Hermitte?

Con paciencia y perseverancia, como Esther Hermitte, Rosana Guber desenrolla la madeja, sigue el hilo del pensamiento y de la lógica de Hermitte. Se identifica con ella para descubrirla, conjuntamente con sus especulaciones y cavilaciones. Pero lo que una descubre difiere de lo que descubre la otra porque ambas tienen distintos objetivos, distintas preguntas de investigación, distintas unidades de análisis, distintas estrategias de recolección y de análisis de los datos.

Guber plantea como hipótesis que el descubrimiento es un proceso gradual y ocurre en el campo (2013: 145) debido a que no se va al campo sabiendo lo que se va buscar. Lo novedoso de un grupo humano no reside, para ella, en sus manifestaciones peculiares sino, más bien, en la "interlocución teórica con la que abordamos esa realidad empírica permitiendo analizarla bajo una luz distinta" e iluminar, así, tanto otros aspectos de la vida social como las relaciones entre esos aspectos que, hasta el momento, no se habían observado articuladamente. Es la articulación entre conceptos académicos y experiencias locales lo que posibilita la novedad (2013: 181-182).

El conocimiento no puede, por consiguiente, ser impersonal, porque se sitúa entre las personas, entre las realidades y entre las distintas capacidades que desarrollan los seres humanos- no sólo los científicos sociales- para vivir y, como una de las capacidades vitales, para conocer (2013: 38).

Con respecto a la teoría Guber señala el esfuerzo del investigador por darle valor teórico a la información obtenida (2013: 41). Advierte que en el trabajo de Esther Hermitte las categorías y relaciones teóricas no eran la mera confirmación de categorías y relaciones teóricas preexistentes sino el resultado del diálogo con los pinoltecos (2013: 185). Ese diálogo le permite a Hermitte transitar desde un tema a un problema de investigación (2013: 184) adoptando la perspectiva de sus interlocutores (2013: 198), y pasar de examinar los procesos de cambio a estudiar la resistencia al cambio empleando términos situacionalmente insertos o a mitad de camino entre las categorías académicas y las locales (2013: 192). La variación temática se suscitó, pues, en el campo y modificó la denominación de los temas (2013: 192). En palabras de Guber: "cuando se trata de un verdadero trabajo etnográfico con trabajo de campo intensivo, el investigador aprende a mirar y a escuchar del modo en que lo hacen sus interlocutores o sujetos de estudio" (2013: 326).

Estos aportes de Rosana Guber nos aproximan a las que considera las características del quehacer reflexivo el que, lejos de operar en el aislamiento, se nutre de la reciprocidad. El investigador, destaca, aprende a redimensionar su propia reflexividad en el diálogo y la contrastación con la reflexividad de sus sujetos de estudio, pero este aprendizaje es sensible a cierta problemática que en esa coyuntura los moradores reconocen como relevante (2013: 326).

Como se puede observar, Rosana Guber alude, en variadas circunstancias y de diferentes modos, a la aplicación, a la creación, al lugar que se le otorga a la teoría antes, durante y después del proceso investigativo y, lo que es más, atribuye a los actores participantes en la indagación una función preeminente en el proceso de construcción teórica. Plantea que la investigación etnográfica y, en especial, la antropológica, recurre a la teoría creativamente, como parte de un diálogo profesional y con audiencias diversas, siendo a la vez académico, ciudadano y político-moral. Pero, precisa, el campo suele interponer cuestiones que la teoría académica puede no haber contemplado. Los interlocutores llamados "informantes", "respondentes", "sujetos de estudio", tienen un papel teórico y metodológico protagónico en ese proceso (2013: 318) que no suele ser ni reconocido ni exteriorizado en la transmisión de los resultados obtenidos.

Para Guber, la metodología no se justifica ni descansa en un acápite  o sección del texto: es el nervio que articula la teoría de Hermite con la teoría práctica nativa. Dado que esta investigadora avanza progresivamente en el reconocimiento de temas, términos y relaciones según la lógica de sus sujetos de estudio no puede proveer un núcleo metodológico ordenado a priori y externo a ellos (2013: 83). Lo que en otros contextos metodológicos es un punto de partida, especifica Guber, en el contexto etnográfico lo es, pero provisorio, y devendrá una construcción conceptual conjunta entre el investigador y la población, (2013: 87).

La justificación etnográfica de la metodología es que no descansa en un conjunto de técnicas per se sino en una relación entre lo que hace el investigador en tanto investigador y lo que sucede en el campo (2013: 88). La transformación de información en dato es, también, inherente a las situaciones en las que la información emerge y se construye como pieza de un rompecabezas analítico que culminará en el texto final (2013: 173).

Es menester poner de resalto que esta obra profunda, meditada, reflexiva, trata también sobre otro aspecto decisivo cuya elucidación hizo posible el descubrimiento y la producción de conocimiento: el de la identidad. Sin una noción de identidad que aborde su contenido trascendente no se hubiese podido desvelar la presencia de un "gobierno sobrenatural" (2013: 177). Se hacía, pues, necesario plantear la coesencia del nahual y el ser físico (2013: 195). Y es aquí donde este texto muestra que la actividad investigativa se mueve constantemente entre lo epistemológico y lo metodológico pero, básicamente, adentrándose en los problemas ontológicos ¿Hubiese podido Esther Hermitte llevar a cabo su descubrimiento sin desprenderse de la noción de identidad arraigada en el estructural-funcionalismo y en sus fundamentos biologisistas fuertemente vigentes en su contexto cognitivo de referencia?

Esta obra de Rosana Guber expresa acabadamente el sentido de un término que se reitera en su texto: el de "diálogo". Para ella sin diálogo no es posible crear nuevo conocimiento. Su diálogo no tiene por interlocutores a los pinoltecos sino a Esther Hermitte y a sus escritos. Pero las lectoras y lectores participan de ese diálogo, son parte de él, lo que les permite, al mismo tiempo, por una parte, recibir e incorporar nuevos conocimientos y, por otra, cuestionar unas formas de conocer y legitimar otras. Así como Guber redimensiona su propia reflexividad en el diálogo y la contrastación con la reflexividad de Hermitte, los lectores redimensionan su propia reflexividad en el diálogo y la contrastación con la reflexividad de Guber. Siguen el camino que les señala, aprenden los secretos que encierra la actividad investigativa pero es más, aprenden a ver lo que no veían y a descubrir lo que, hasta ayer, creían que se ocultaba a la mirada.

Hermitte, M. E. (2004 [1970]). Poder sobrenatural y control social. Buenos Aires: Antropofagia.

Guber, R. (2013). La articulación etnográfica: Descubrimiento y trabajo de campo en la investigación de Esther Hermitte. Buenos Aires: Biblos.

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