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Sociedad y religión

versión On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.25 no.43 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo 2015

 

ARTÍCULO

"Navegar mar adentro”1 Las peregrinaciones lacustres del Nahuel Huapi: la Misión jesuita y la Virgen de los Poyas y Puelches

"Sail out to sea": The lake Nahuel Huapi pilgrimages: The Jesuit Mission and Our Lady of Poyas and Puelches

 

María Andrea Nicoletti

CONICET/Instituto de Investigaciones sobre Diversidad Cultural y Procesos de Cambio (IIDyPCa)/Universidad Nacional de Río Negro

B. Mitre 630 5º Piso (8400) San Carlos de Bariloche, Pcia. de Río Negro-Argentina

mariaandreanicoletti@gmail.com

 

 

Recibido:04-07-2014

Aceptado: 04-03-2015


Resumen

La misión del Nahuel Huapi (1670-1674 y 1703-1717) fue una prolongación del proyecto misionero jesuita con base en la isla de Chiloé. Los misioneros pusieron a la misión bajo el patronazgo de la Virgen María. Una construcción histórica local y la Iglesia barilochense actual, rescatan a la misión Nahuel Huapi a través de una narrativa que pone en tensión a la misión y su advocación mariana a partir de su supuesto hallazgo en la Iglesia de Santa María de Achao en el año 2003. Presentamos en este trabajo la peregrinación náutica de la Virgen del Nahuel Huapi o de los Poyas y Puelches en el lago Nahuel Huapi. Esta Virgen es el artefacto simbólico por excelencia que peregrina en la Bariloche turística del Lago y convoca a una comunidad de fieles heterogénea, donde se cruzan las identidades nacionales, regionales y barriales, a las que se suman un elemento distintivo: el turista. De esta construcción identitaria forma parte también la interacción de los diversos espacios devocionales que conforman territorios a partir de la peregrinación: el lago, la cordillera y ciudades lacustres de Chile y Argentina, poniendo en tensión los ámbitos locales, regionales y nacionales.

Palabras clave: jesuitas- Virgen María-misión-Nahuel Huapi-peregrinación

 

Abstract

The Mission of the Nahuel Huapi (1670-1674 and 1703-1717) was an extension of the missionary Jesuit project, based in the island of Chiloe. The missionaries put the mission under the patronage of the Virgin Mary. A local historical building and the Bariloche’s Church, rescue the Nahuel Huapi mission through a narrative betwen the mission and the Marian invocation from the supposed discovery in the Church of Santa María de Achao in 2003. We present in this paper the nautical pilgrimage of the Virgin of Nahuel Huapi or the Poyas and Puelches in the Nahuel Huapi Lake. This Virgin is a symbolic artifact that makes the pilgrimage in the Bariloche tourist of the Lake and invites a heterogeneous community of faithful, where we found national, regional and local, identities that add a distinctive element: the tourist. This identity construction also part the interaction of several devotional spaces comprising territories from the pilgrimage: the Lake, the mountains and The Lake cities of Chile and Argentina.

Keywords: jesuits-Virgin Mary-mission-Nahuel Huapi-pilgrimage

 


 

Introducción

La misión del Nahuel Huapi (1670-1674 y 1703-1717) bajo el patronazgo de la Virgen María, formó parte del conjunto misional jesuita de la Araucanía chilena en un proyecto con base en la isla de Chiloé. A través de la Iglesia, la Corona española se aseguraba tierras ocupadas sin enfrentamientos que desgastaran al ejército español con un gasto mínimo para las arcas reales. En el caso del Nahuel Huapi, este proyecto se adentraba del otro lado de la cordillera como avance hacia el Estrecho de Magallanes y el Atlántico.

El patronazgo mariano y su imagen material, constituyen el punto de tensión entre el pasado y el presente de la historia de la misión del Lago. Tras el incendio de la misión colonial por los indígenas de la zona (1717), las fuentes se contradicen sobre el paradero de los restos de la misión entre los cuales se hallaría esta imagen de la Virgen, según las crónicas rescatada del incendio, cubierta en cueros y abandonada a orillas del Lago. Mientras que los investigadores locales interpretan que la expedición que pasó a buscar los restos  de la misión los llevó desde el Nahuel Huapi a Chiloé y de allí a Concepción. Una segunda hipótesis elaborada por Ximena Urbina, sitúa el periplo de la expedición española con el jesuita Jaspers desde Nahuel Huapi a una reducción de Dogell en la jurisdicción de Valdivia, por la dependencia económica de Nahuel Huapi, “pero sobre todo, porque los naturales habían cortado toda comunicación entre el lago y Chiloé no quedando más vía de contacto que hacia aquella” (Urbina, 2008:6). Lo cierto es que esta búsqueda se reinició en el siglo XIX con la expedición de Fray Francisco Menéndez (Menéndez, 1896:52) y continuó en el siglo XXI, pero no se logró encontrar la imagen de la Virgen que relatan las crónicas jesuitas durante ese tiempo. En el año 2003, el diario regional Río Negro publicó la noticia del hallazgo de la imagen de la Virgen que entronizó el Padre jesuita Nicolás Mascardi en 1672 en la “Misión Nahuelhuapi” (1670-1717), en la Iglesia de Achao de Chiloé. La identificación de la Virgen de la misión con la Virgen de Loreto de Achao fue certificada por dos investigadores: Carlos De Mendieta de Villa La Angostura (Neuquén) y el director del Museo Histórico de Chiloé, Renato Cárdenas (Diario Río Negro, 21/2/2003). Este hallazgo impulsó una revisión de la historia de la misión que se plasmó en escritos de divulgación y especialmente en la fundamentación pastoral de las peregrinaciones lacustres que portaban la “imagen buscada y hallada”.

Presentamos en este trabajo la peregrinación náutica de la Virgen del Nahuel Huapi o de los Poyas y Puelches cuya imagen funciona como símbolo convocante de una comunidad de fieles heterogénea de diversas procedencias, incluyendo a los turistas. Su interacción a partir de la peregrinación, pone en tensión los ámbitos locales, regionales y nacionales a través de los espacios devocionales construyendo territorios en el lago, la cordillera y las ciudades lacustres de Chile y Argentina.

En este trabajo partiremos de una presentación de la misión colonial para analizar de qué modo a través de un “pacto colonial” se intentó someter y evangelizar a los indígenas del otro lado de la cordillera. La presencia de la Virgen María, a través del patronazgo de la misión, sus advocaciones (Virgen de los Poyas y Puelches y Virgen del Nahuel Huapi,) e imágenes (imagen del Vitral de la Catedral, imagen de bulto de la Virgen Loreto de Achao y su réplica barilochense), abrieron una nueva mirada al pasado colonial cordillerano en tensión al presente pastoral y social de la ciudad de Bariloche, que ese dirimió en el supuesto hallazgo de la imagen de la Virgen de la misión. Esta descripción basada en una revisión hermenéutica de los documentos coloniales, se pondrá en tensión con las fuentes generadas por la prensa regional, las investigaciones locales y la pastoral de la Iglesia barilochense actual.

Analizaremos la peregrinación náutica a partir del 2003, desde las distintas agencias estatales, sociales y eclesiásticas que generan una construcción identitaria desde su propio sentido social, político y religioso, visibilizando de la pertenencia social y turística de los peregrinos. La peregrinación lacustre nos posibilitará construir un espacio sagrado cultual, relacional dinámico y multiescalar en torno a esta devoción mariana, constituyéndose “en santuario de veneración a la imagen de la Virgen” (Rodríguez Segador, 2010:56).

 

1. En busca de las raíces de la cristiandad: sellar el pacto colonial con las misiones en el Nahuel Huapi

La misión del Nahuel Huapi (1670-1674 y 1703-1717) fue una prolongación del proyecto misionero jesuita con base en la isla de Chiloé. Esta misión fue pensada como un soporte para la búsqueda de espacios estratégicos de parte de la Iglesia y la Corona española, con el objeto de ganar a los grupos indígenas transcordilleranos identificados por los misioneros jesuitas como “puelches y poyas” (Mascardi, 1670). Desde el año 2003, la Iglesia católica de Bariloche rescata a la misión jesuita del Lago, para introducir el culto mariano de la Virgen del Nahuel Huapi, bajo su original advocación de “Nuestra Señora de los Poyas y Puelches”, a través de peregrinaciones lacustres portando una réplica de una imagen de leño de la Virgen de Loreto de la Iglesia de Santa María de Achao. Investigadores locales consideran a esta imagen como la  original de la misión colonial. Este “supuesto hallazgo” de la imagen entronizada por el jesuita Mascardi en el siglo XVII, constituye el discurso que pone en tensión ambos momentos históricos.

La política de misiones de los siglos XVII y XVIII desde la Araucanía, se enmarcó en un proceso social y económico configurado por una economía emergente y una tenaz resistencia indígena. En el oeste cordillerano tras el alzamiento indígena de 1598, "el vínculo con Nahuelhuapi se tenía o pensaba tener desde Chiloé y no desde el Chile central, por impedirlo la frontera mapuche" (Urbina, 2008:6). “Se inauguraba con esto una etapa en las relaciones fronterizas inspirada en una suerte de ‘pacto colonial’ que se tradujo en una alianza de entre indígenas y españoles” (Pinto Rodríguez, 2003:29), "contra todos los enemigos" (De la Laguna, 1704:234), a cambio del bautismo, la  fidelidad y la condición de los indígenas como súbditos de las Corona.

Los jesuitas funcionales a este “pacto colonial”, apoyaron las relaciones pacíficas que resultaban convenientes para la expansión de sus misiones y de su propia economía. Políticamente, la fundación de una misión transcordillerana estaba unida a la estrategia de penetración desde la Patagonia hacia el Estrecho de Magallanes en la búsqueda de la salida al Atlántico para comerciar con España, "e impedir que los extranjeros formen alguna colonia en aquellas costas" (Villareal, 1762: 271). De la penetración jesuita en tierras transcordilleranas, la misión del Nahuel Huapi fue una prolongación del conjunto de  misiones chilotas fundadas entre 1692 y 1695 con las que la Corona se aseguraba tierras ocupadas sin enfrentamientos, que desgastaran al ejército español y con un gasto mínimo del erario público (Enrich, 1891:51).

La misión del Nahuel Huapi pasó por circunstancias difíciles, fue reconstruida a causa de incendios, los caminos de acceso estaban plagados de dificultades (De la Laguna, 1703: 233): la distancia con el centro misionero de Castro (Chiloé) y la dificultad para el transporte por tierra y por agua que los obligaba a navegar por dos lagos (Lago de Todos los Santos y Nahuel Huapi), en dalcas desarmables (Albornoz y Hajduk, 2001), entre  montañas y despoblados (Olivares, 1874). Podríamos establecer en la Misión del Nahuel Huapi dos etapas: El período del P. Mascardi (1670-74) y el que inicia el Padre Philliphi van den Meeren, traducido como Felipe de la Laguna en 1703, que termina con el incendio de 1717.

El padre Nicolás Mascardi, realizó cuatro viajes llegando al Estrecho de Magallanes, reconociendo distintos pueblos en busca de la ciudad de los Césares. Su entrada tenía el objeto de restituir a un grupo de indígenas poyas del Nahuel Huapi, esclavizados en Chiloé. La misión de Mascardi fue una incursión apostólica en la que hubo adoctrinamiento y administración sacramental en los recorridos, pero que difiere claramente del proyecto misionero posterior que concretó Felipe de la Laguna en 1703 y se desarrolló hasta 1717.

Tras el asesinato de Mascardi, lejos del Nahuel Huapi, en territorio santacruceño, las relaciones comerciales entre indígenas y españoles no se interrumpieron. En Nahuel Huapi, De la Laguna levantó una Iglesia y otro jesuita el Padre Guillelmo encaró definitivamente la construcción de la misión en 1704 (Enrich, 1891:58). Tras la muerte de De la Laguna, el jesuita Juan Guillelmo se hizo cargo de la misión, “construyóse también una nueva Iglesia en la misión (…) por no caber en la primitiva la mucha gente que concurría” (Enrich, 1891:73), tratando de lograr una suerte de autoabastecimiento con sembradíos y ganado “que compró de los indios del norte” (Enrich 1891: 73) y buscando la apertura de un antiguo paso que permitiera una comunicación más intensa con el Reino de Chile (Enrich, 1891:74). Su crecimiento se vio truncado en primer lugar por el abandono de la misión por parte de los caciques al comenzar la veranada y por la desconfianza de los indígenas al descubrir el padre Guillelmo el paso cordillerano de los Vuriloches en 1709, que mantenían en secreto los indígenas (Olivares, 1874: VII, 532). Según la crónica, los puelches incendiaron la misión y aunque todo se perdió, menos la imagen de una Virgen, Guillelmo salvó su vida.  A pesar del incendio, los jesuitas insistieron nuevamente con la misión del Nahuel Huapi y el Padre Manuel del Hoyo fue allí en 1712 para reconstruirla. Hacia 1714 del Hoyo volvió a Castro y asumió la misión nuevamente Guillelmo abriendo el paso de los Vuriloche. Según el testimonio de Olivares, Guillelmo fue envenenado en 1716 (Olivares, 1874: VII,532), probablemente a causa de la apertura de ese paso. Con la muerte de Guillelmo se hizo cargo de la misión el jesuita Francisco Elguea, que pereció posteriormente en el incendio de 1717 supuestamente por negarse a entregarles ganado a los indígenas (Enrich, 1891:100).

Las fuentes de la misión, las cartas de sus protagonistas y las crónicas de la Compañía de Jesús de los siglos XVIII, han sido contrapuestas con los relatos discursivos de la prensa local referidos a las peregrinaciones náuticas y con los textos de los investigadores locales sobre la Misión y el “supuesto hallazgo” de la imagen de la Virgen. Estos textos son la base para el discurso pastoral para la organización y desarrollo de las peregrinaciones lacustres.

Figura 1

Fuente: Urbina, María Ximena. (2008), “La frustrada misión estratégica de Nahuelhuapi, un punto en la inmensidad de la Patagonia”.

Magallania, Vol. 36, N° 1, pp. 5-30. http://www.scielo.cl/pdf/magallania/v36n1/art01.pdf. p.7.

Confección del Mapa: Daniel Jorquera V.

 

2. De la Virgen del Nahuel Huapi a la Virgen de Loreto y de los Puelches y Poyas

El libro de Carlos De Mendieta “La Misión Nahuelhuapi”, afirma que “la imagen de la Virgen de los Poyas, entronizada por Mascardi en su humilde Capilla (1672), representaría la primer presencia de la Iglesia Católica en forma permanente en nuestra Patagonia y resultaría con el correr de los siglos el testigo silencioso del sacrificio y martirio de aquellos misioneros”. Carlos De Mendieta relata la historia de la misión y asocia al asesinato y martirio del P. Elguea a la preservación “milagrosamente intacta (de) la imagen de Nuestra Señora del Nahuel Huapi” (De Mendieta, 2010:13).

La presencia mariana es el punto de inflexión de esta nueva narrativa pastoral que hunde sus raíces en los mártires del Nahuel Huapi y que desde el discurso pastoral se equipara a otras advocaciones marianas de raíces coloniales como la Virgen de Itatí, de Luján y del Valle2 A partir del año 2003, su concreción pastoral fue el traslado a la Catedral de una réplica de la supuesta imagen de la Virgen de la misión: una Virgen de Loreto, que se encontraba en la Iglesia de Santa María en Achao (Chiloé/Chile).  Si bien las fuentes nos indican que la imagen de la Virgen enviada a Mascardi por el Virrey del Perú (Mascardi, 1670: 132) posiblemente no sea la misma que trajeron los padres jesuitas en la segunda etapa de la misión (Enrich, 1891:61)3 ;

la narrativa actual de la Iglesia barilochense, identifica a esta imagen mariana con la enviada al jesuita Nicolás Mascardi por el Virrey del Perú, Conde de Lemus:

una bella imagen de la Purísima Virgen María, para que la colocase en la primera capilla que levantase entre los poyas. Este apreciable regalo llegó a su tiempo a manos del Padre Mascardi, que se complació con él en gran manera, sobre todo por la bella imagen de la Purísima, que colocó en su capilla del Nahuel Huapi, tomándola por patrona de su misión (Enrich, 1891: 742).

El mismo Mascardi relata el patrocinio y entronización de esta imagen mariana en la misión:

Esta es, Padres míos, la primera cosecha y primicias de esta cristiandad, que todas se deben al particular patrocinio y asistencia de la Virgen Santísima Nuestra Señora de Populo y ahora la llamamos Nuestra Señora de los Poyas. Y es increíble el efecto y mocíon (sic) que con su vista cría en los corazones de estos bárbaros, que apenas le ven cuando empiezan a voces a decir cada uno en su lengua: Madre mía, Madre mía limpiad mi corazón de todo pecado (Mascardi, 1670:132).

Esta misma advocación de Nuestra Señora del Popolo, recién vuelve a reaparecer en 1970 cuando “llega (a Bariloche) de Roma el óleo de la Madonna del Popolo que el profesor Luis Gredda regala a la Parrroquia (Inmaculada), como la primera imagen venerada desde 1669 a 1671 en la Misión Jesuítica del Padre Mascardi” (Archivo del Colegio “Don Bosco”, Crónicas de la Parroquia Inmaculada, Archivo folio 92, 26 de noviembre de 1970), a la que posteriormente se menciona en las crónicas de la Parroquia Inmaculada como “Virgen de Poyas”. Este documento se aproxima a lo que señala directamente Mascardi en su Carta Relación: “Nuestra Señora de la Asunción de los Poyas” (Archivo del Colegio “Don Bosco”, Crónicas de la Parroquia Inmaculada, Archivo folio 95, 8 de diciembre de 1970). La presencia de la Iglesia católica sufre un impasse entre el final de la misión colonial y la conquista de la Patagonia por el Estado argentino en 1879. Desde 1880, la presencia evangelizadora de la Congregación salesiana se centra en otras devociones marianas: la Inmaculada Concepción y María Auxiliadora4 . Pero ambas advocaciones se sitúan en un espacio alejado del Templo Mayor de Bariloche, posteriormente Catedral, desde la fundación de la diócesis. La construcción de la Catedral “Nuestra Señora del Nahuel Huapi” (1947), por Alejandro Bustillo tomó esta advocación “por estar situada junto al lago homónimo” (Atrio de la Catedral). La iconografía de esta Virgen, en el vitral de la nave central, fue un acuerdo entre Exequiel Bustillo y el entonces Obispo Esandi para introducir imágenes que “tuviesen vinculaciones regionales” (Vallmitjana,1996:1).

 

Figura  2. Vitral de Nuestra Señora del Nahuel Huapi en la nave central de la Catedral de SC de Bariloche (Enrique A. Thomas, 1947).

Foto del autor, 2012.

 

La advocación “del Nahuel Huapi”, resulta una construcción local que posiciona a la Virgen en torno al proyecto nacionalista y conservador del hermano del arquitecto Alejandro Bustillo, Ezequiel, que proyecta una ciudad de cara al lago y de espaldas a la población migrante mayoritariamente chilena que la constituía (Navarro Floria, 2008). Esta advocación vuelve a resignificarse tras el supuesto hallazgo de la imagen de la Virgen con la imagen de “Nuestra Señora de Loreto de Achao” y con la vuelta a la advocación original mencionada en las fuentes: “Nuestra Señora de los Puelches y Poyas” (Enrich, 1891: 55). En ese sentido, nos encontramos en medio de una resignificación identitaria mariana en torno a los pueblos que habitan la comarca del lago (Christian, 1981:154). También es interesante señalar como la creación de una advocación que comparten en este caso, conquistadores, misioneros e indígenas, haya permitido a los jesuitas dar “cohesión a las comunidades frente a la acción disgregadora de grandes desequilibrios” (Christian, 1981:181), como fue la colonización. Aunque la etapa territoriana, especialmente la de la construcción del Templo Mayor haya predominado la advocación de “Nuestra Señora del Nahuel Huapi” con la iconografía del vitral, ha sido la narrativa de la “búsqueda y hallazgo” de la imagen de la Virgen, la que resignificó su advocación, sus prácticas cultuales y la historia del catolicismo barilochense.

La revisión de esta historia se inició a partir de la destrucción de la misión, la muerte del P. Elguea y la expedición punitiva que de acuerdo a la crónicas provino de Chiloé al mando del sargento Uribe y Gamboa, a quien acompaña el jesuita Arnaldo Yaspers, para efectuar el rescate de los restos de Elguea y la misión (Enrich, 1891:101). Renato Cárdenas, historiador chilota y Carlos de Mendieta, de Villa La Angostura, sin documentos originales5 (De Mendieta, 2010: 328) y con argumentaciones contradictorias6 ( De Mendieta, 2010: 323), concluyen que la Virgen de la misión Mascardi, “bautizada como Nuestra Señora de la Asunción de los Poyas”, “fue recuperada luego de la destrucción de la Misión (1718) por el padre Arnold Yaspers y establecida finalmente en la Iglesia Santa María de Loreto, Achao, Chiloé, Chile” (De Mendieta, 2005:293).

 

Figura 4. Nuestra Señora de Loreto en Santa María de Achao, Chiloé, Chile.

Foto situada en el Panel del Atrio de la Catedral de Bariloche que ilustra el hallazgo de la Virgen de la Misión del Nahuel Huapi

Fotos de Florencia Galante, 2014.

 

En esta narrativa, la dimensión transitiva o transparente del enunciado, nos muestra una secuencia basada en la búsqueda de una imagen y certificada por los investigadores del lugar, pero en “su dimensión reflexiva u opacidad enunciativa” (Chartier, 1996), dicha imagen está cargada de una multiplicidad de sentidos: desde los misioneros, su preservación milagrosa tras el incendio, desde los indígenas su temor ante un objeto que seguramente consideraban mágico religioso7, el martirio de los misioneros y una advocación que pivotea entre el poder de la Corona y la Iglesia colonial en relación con la dominación sobre los pueblos originarios. El martirio sigue posicionando a estos pueblos como “infieles”, el relato vira a las “raíces de la evangelización” y no a las raíces indígenas. La representación transparente es la advocación mariana tradicional: la Loreto, que en su opacidad se resignifica como Virgen de los Poyas y Puelches, pero sólo se limita al nombre, resaltando en el poder constitutivo de la imagen el de la dominación colonial. Hemos observado como no sólo las advocaciones sino la imagen de bulto resultan el hilo conductor del discurso entre pasado y el presente para darle a la Iglesia barilochense el espesor histórico necesario que la completa como una de las Iglesias signadas por una antigua presencia mariana regada por la sangre del martirio, "que trata de comprender cómo las sociedades han construidos tramas en torno al culto a la Virgen, donde la ciudad y sus actores sociales constituyeron un escenario dinámico y mutable (Fogelman,2013:16). La Iglesia de Bariloche ha buscado revitalizar mediante la “religiosidad popular8vinculada con las estrategias institucionales de la Iglesia católica, la influencia del imaginario mariano (…) sobre las identidades individuales y colectivas, así como su estrecha relación con la legitimación del poder religioso como factor político” (Fogelman,2013: 10). La práctica religiosa concreta visibiliza estas problemáticas que desarrollamos en la organización y desarrollo de las peregrinaciones náuticas.

 

Figura 5. Réplica de Nuestra Señora de Loreto de Achao en la Catedral de Bariloche tallada por el escultor chilota Milton Muñoz.

 

3. Peregrinar en el Lago Nahuel Huapi

Las peregrinaciones son procesos rituales que ponen en acción valores y símbolos dominantes de la sociedad. Estas pueden ser entendidas como un ritual de tránsito liminal que conduce a las personas a un estado emocional que les permite introducirse en un espacio tiempo sagrado (Carballo,2009:32).

La peregrinación náutica del Nahuel Huapi construye y genera una construcción identitaria local más allá de la devoción. La Iglesia barilochense intenta salir de su joven historicidad construyendo memoria de larga duración. Sus tópicos responden a “la búsqueda de las raíces coloniales con los jesuitas e indígenas poyas y puelches”  (El cordillerano: 28 de enero de 2006. Entrevista al Obispo Fernando Maletti). Desde la diócesis se busca instalar a esta peregrinación como una  “nueva manifestación de fe y religiosidad popular” (Archivo del Obispado de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi. Invitación  de la comisión de la V Peregrinación”), en consonancia con los nuevos documentos de la Iglesia, como el Documento de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y el Caribe en Aparecida (Brasil, 13 al 31 de mayo de 2007) y en relación a la mención de los santos no canonizados. Se subrayan además a las étnias del Lago en la misión colonial, posicionando la acción evangelizadora de los jesuitas en  “defensa y liberación de los indígenas” (Archivo del Obispado de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi, Escrito sobre la V Peregrinación).

La Virgen del Nahuel Huapi o de los Puelches y Poyas, confiere identidad local y otorga historia y tradición mariana. Por su historicidad esta Virgen tiene

´primacía´ en relación a las advocaciones marianas que ha ido surgiendo en la Historia de la Iglesia en estas zonas (como son María Auxiliadora, la Inmaculada, las Nieves, Misionera, es también integradora en cuanto que llama a las raíces de la Evangelización primera, como características de esta Iglesia particular (Archivo de la Diócesis de Bariloche, Carpeta “Virgen del Nahuel Huapi”, “Nuestra Señora de los Poyas, agosto 2003, manuscrito de Yayo de Mendieta, 5-22-11).

La peregrinación, como acto performativo reiterado9 (Schechener, 2001:31) se posiciona como “una tradición de los fieles locales” (www.elciudadanobche.com.ar, 30/1/ 2006). La narrativa de la peregrinación gira en torno al martirio, ya que la fecha elegida de la primera peregrinación es la de la muerte del jesuita Mascardi en 1670 (Río Negro, sábado 23/1/ 2004). El motivo de la peregrinación es “hacer memoria de los primeros evangelizadores y comprometerse como comunidad eclesial a continuar la tarea de evangelización que ellos regaron con su sangre de discípulos y  mártires de la fe” (AICA, agencia informativa católica, http://aica.org/). No es lo mismo una misión que no logra el objetivo de “convertir infieles” y por ello termina incendiada y devastada, que una misión martirial, “protagonizada por hombres consagrados y comprometidos con la fe en esta porción de la Patagonia", como expresa un delegado de Prefectura Nacional (Bariloche 2000,  Viernes 4/3/2011). De esta manera, la Quinta Peregrinación, fue completamente dedicada a la “memoria de los mártires de la misión del Nahuel Huapi”, sintetizadas en la figura de Mascardi10 . Las diferentes postas se concentraron en cada uno de los jesuitas asesinados: De La Laguna y Guillelmo en Dina Huapi; Elguea y los laicos en Puerto Venado (Archivo del Obispado de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi, “V Peregrinación y tres visitas a Villa La Angostura 15 de febrero de 2009 memoria del P. Nicolás Mascardi).

Una cuestión a través de la cual se construye la organización de la peregrinación náutica es el supuesto hallazgo de una “imagen perdida”, envuelta en un halo de misterio y leyenda que resulta tan atractivo como el hecho mismo de la peregrinación lacustre. Las narrativas que promueven esta advocación y sus peregrinaciones se anteponen al análisis histórico y se convierten en afirmaciones para sostenerla y otorgarle autenticidad al relato. La aseveración: La Virgen está, "de regreso a casa" (Diario Río Negro 5/6/2004), es tan contundente como aquella que manifiesta que “la Virgen de Loreto de Achao perteneció al Nahuehuapi” 11 (El Llanquihue, miércoles 26/3/ 2003).

 

Figura 6. Diario Río Negro, 5/6/2004

 

 

Figura 7. El Llanquihue, miércoles 26/3/2003.

 

Comienzan así a afirmarse cuestiones que, como advertimos, necesitan un estudio hermenéutico y heurístico más profundo, tales como: la aseveración del sitio de la misión en Península Huemul12, la imagen recibida por Mascardi para la misión bajo la advocación de Loreto 13, la afirmación de que esa imagen es la que encuentra en 1724 el padre Arnoldo Yaspers y su identificación con la que “se veneraba en una de las Iglesias de Chiloé” (Diario Río Negro, 5 de junio de 2004)14. Y estas afirmaciones se reproducen en los medios locales y regionales:

Llegó ayer a la catedral de Bariloche, la réplica de la imagen de Nuestra Señora del Nahuel Huapi. Dicha imagen presidió la misión fundada por el P. Mascardi, llamada N S de los Poyas (1672/1717). La imagen se ubicó en febrero del 2003 en la isla Quinchao, archipiélago de Chiloé (Chile). Nuestra Señora de los Poyas y Puelches, como se la llamó cuando estuvo en la península Huemul, es la estrella de la primera evangelización en estas zonas y testigos de los primeros mártires patagónicos, laicos, poyas y sacerdotes jesuitas. (El Cordillerano, sábado 5 de junio de 2004).

Loreto, Reina de los Poyas, vuelves al Nahuel Huapi, Retratada de Alerce, de Bosque chilote cargada de navegación y peces. Construida de siembras y archipiélagos: Navegadora de los tiempos y tejedora de amistades. (Oración de la Portada, Revista Pan de Esperanza, julio 2004, n 21. Bariloche).

El Espacio sagrado que sustenta este ritual es el lago Nahuel Huapi por ello predominó la advocación toponímica (Nahuel Huapi) por sobre la advocación de la Misión colonial (Nuestra Señora de los Poyas y Puelches). Esta elección nos remite a la identificación de la advocación con el imaginario de la “Suiza argentina”, la ciudad postal que mira al Lago.

Encabezada por las embarcaciones Cau Cau y El Cóndor se realizó ayer en aguas del lago Nahuel Huapi la Segunda peregrinación Náutica en recordación de las primeras misiones en la zona (1670-1713) y en tributo a Nuestra Señora del Nahuel Huapi, también llamada la Nuestra Señora de los Puelches y de los Poyas. (Bariloche 2000, 22 de enero del 2006).

La peregrinación náutica es la que territorializa y desterritorializa al espacio sagrado en su proceso de ritualización. Este territorio desde un enfoque regional político-cultural, resulta una construcción "a través de las formas en que los grupos sociales se identifican y manifiestan sus solidaridades a través del espacio (...) a partir de las prácticas culturales y materiales de la sociedad como procesos abiertos y contingentes. Enfoque que se vincula especialmente con las escalas intermedias (o regionales), (...) con las formas en que se construyen los sentimientos de pertenencia al lugar, con los modos elegidos por los grupos sociales para reivindicar sus formas de organización del espacio o su pertenencia a los lugares (y con) la dimensión simbólico-conceptual del territorio (Benedetti, 2011:66). Esta escala nos permite "acercarnos al estudio del fenómeno religioso, donde es posible registrar la atracción de focos religiosos y sus irradiaciones, donde se pueden visualizar las dinámicas de las peregrinaciones y los flujos de fieles o -simplemente personas- y grupos relacionados con el mercado y/o el espectáculo religioso, desde múltiples intereses: individuales, corporativos, culturales, comerciales, turísticos y políticos" (Fogelman, 2013:14). La peregrinación lacustre transforma a ese territorio profano en sagrado: "una peregrinación por el lago es navegar mar adentro de la mano de María, en la primera evangelización de estas zonas" (Bariloche 2000, 28 de enero de 2006):

La peregrinación se inició a hora temprana, y tras recorrer las costas del gigante espejo lacustre se detuvieron frente a Puerto Venado, el sitio donde fue asentada la primer misión del padre Mascardi” (Bariloche 2000, 22 de enero del 2006).

Navegadora de los tiempos y tejedora de amistades. Vuelve Loreto al lago a su historia trasandina. Pastora de Pampas y Archipiélagos. Trasandina y pescadora isleña. Madre Nuestra te dejamos en tu laguna ancestral” (Oración Revista Pan de Esperanza, julio 2004, n 21. Bariloche).

 

Figura 8. Poster de la II Peregrinación

Archivo del Obispado de SC de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi.

 

 

Figura 9. Poster de la III Peregrinación

Archivo del Obispado de SC de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi.

 

 

Sin embargo, la elección del espacio material y su transformación en espacio sagrado como es el Lago, modifica esta apropiación de estructuras ya que si bien son los peregrinos, quienes normalmente articulan “la frontera entre el espacio individual y el colectivo” en las peregrinaciones (Carvallo, 2009:32); en este caso, éstos no tienen acceso sino por medio de los agentes organizadores de la peregrinación quienes marcan los recorridos, los tiempos y momentos rituales15 y los circuitos16 sagrados 2009:46):

 

Figura 10. Parte del folleto de la II Peregrinación náutica y recorrido de la Tercera.

Archivo del Obispado de SC de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi.

 

Más que “circuitos sagrados” que pueden resultar más estructurantes y cerrados, las peregrinaciones “extienden su sacralidad informalmente a otros espacios más amplios: la ciudad que los alberga, las adyacencias, las mismas rutas durante la peregrinación, constituyendo un área sacralizada donde las prácticas religiosas (los cánticos, las oraciones individuales o colectivas durante el camino, las promesas, los exvotos y las limosnas en la llegada) se suman y se entretejen al modo de una red cultual que se vuelve más densa con el crecimiento de la devoción” (Fogelman:2013: 11). Desde esta perspectiva, podemos observar en estas peregrinaciones lacustres los siguientes momentos: la salida de la Virgen de la Catedral llevada por los agentes de Prefectura Nacional, la procesión de la imagen presidida por el Obispo y acompañada por los rezos de los fieles hasta el Puerto de San Carlos, la ceremonia de saludos y bienvenidas en el Puerto acompañada por la Banda del Ejército, el embarque de la imagen y los fieles, la navegación acompañada por animadores que motivan a los fieles a cantar y rezar, la parada frente a la Península Huemul, supuesto sitio de la misión, el acto de arrojar pétalos de flores al lago bendecido por el Obispo, el regreso al Puerto, la procesión a la Catedral de la imagen y los fieles para la Misa final. Este espacio sagrado imaginalis se transforma en círculo sagrado que “tendrá su tamaño determinado por el número de participantes (donde) las fronteras son definidas por la imaginación de los seguidores, sin asociarse el tamaño a una territorialidad definida” (2009:46).

 

Figura 11. Procesión tras la Peregrinación náutica a la Catedral (2011).

Foto del autor.

 

De acuerdo al estado del Lago Nahuel Huapi, esta peregrinación mariana varía cada año, tejiendo “una  geografía de complejas adaptaciones y transformaciones” (Carvallo,2009:20), que superponen espacios (el lago, el camino, el puerto, las ciudades), adaptan y reiventan rituales (la Misa, la procesión, los rezos y cánticos, los pétalos de rosa en el lago, etc) e imprimen al colectivo de fieles una identidad difusa y heterogénea (los turistas, los barilochenses pobres pertenecientes a los Barrios del Alto, los barilochenses más acomodados del Centro, los habitantes de la otra orilla, Villa La Angostura). "Las peregrinaciones de distintos sectores sociales (...) hacen de ese camino y de ese espacio sacralizado en los santuarios a los que arriban su propio escenario religioso. Es decir, durante un lapso variable de tiempo, se apoderan relativamente de ese espacio, convirtiéndolo en territorio para la expresión de su fe, sus tradiciones” (Fogelman, 2013:12).

 

Figura 12. Misa en la Catedral tras la peregrinación náutica, 2011.

Foto del autor     

 

Estas adaptaciones y transformaciones se advierten tanto en los espacios17 como en el  número de participantes 18 y la composición del grupo que peregrina.

 

Figura 13. Peregrinación 2011. 

 

Figura 14. Misa en el Puerto de Bariloche. Peregrinación 2012.

 

En relación a los espacios la peregrinación lacustre podría ser caracterizada desde la geografía de la religión como una peregrinación multiescalar. Su espesor histórico localiza esta advocación en un espacio sin límites políticos, como el espacio colonial del Nahuel Huapi, pero con fronteras ètnicas, sociales y religiosas: los españoles y los indígenas, los indígenas súbditos de la Corona y los “indómitos”, los jesuitas y sus misiones y los españoles y sus encomiendas, los “indígenas conversos” y los “infieles”. Estas fronteras son el resultado de una puja de poder entre agencias estatales y religiosas, en las que los indígenas se sitúan siempre en los márgenes territoriales y en la subalteridad, mientras que los españoles y los jesuitas disputan los territorios a estos grupos. Este marco se extrapola en la peregrinación transformando la frontera en límite nacional (Argentina y Chile), pero delimita esta pertenencia al ámbito local (barilochenses, habitantes de Villa la Angostura y chilotas). Debido a la procedencia de la “supuesta imagen encontrada” en Achao (Chiloé), se identifica a la Virgen como “tejedora de amistades entre chilotas y argentinos" (Oración de la Portada de la Revista Pan de Esperanza, julio 2004, n 21. Bariloche). 

Los chilotes ofrendaron la imagen replicada al pueblo de Bariloche con un documento que señala: somos isleños en peregrinación, atravesamos la cordillera de los Andes; atravesamos tres siglos de Historia. Desde que Chiloé y Nahuel Huapi fueron puestos en el mapa de la fe. Traemos el puente de estos dos pueblos: La Virgen de Loreto esculpida en un tronco de alerce de nuestros bosques tan antiguos como la Casa de Nazareth, tan antiguo como la Era cristiana. (Diario "El Llanquihue" domingo 3 de junio de 2004 n.3659).

Esta participación concluyó en el año 2009 con una peregrinación presidida por el P. Pascual Bernik, Rector Mayor de la Catedral de Bariloche,  que llevó una cruz tallada en madera por el artista Alberto Painetrú, como gesto de fraternidad entre ambos pueblos, a la Iglesia de Santa María de Achao (Bariloche 2000, 9 de diciembre del 2009).

En el plano de las creencias (Geertz, 2000:45), la multiescalaridad vuelve a tomar dimensión. La religiosidad popular chilota, en la que los mitos y las leyendas se funden en la religión católica, se superponen a un catolicismo que en la orilla barilochense y de la Villa que surgen en la época nacional y se reconocen como tales, aunque las peregrinaciones y los cambios de títulos de la advocación mariana sean matizadas con la procedencia indígena (De los Poyas y Puelches). Las advocaciones de esta Virgen son las que le proporcionan espesor temporal en la narrativa de la memoria histórica, que se identifica con la Loreto en los tiempos coloniales dentro del ámbito de la “cristiandad universal”; del Nahuel Huapi, en los tiempos nacionales cuando la impronta de la Nación en los territorios a través de Parques nacionales se hace más patente y de los Puelches y Poyas, rescatando una suerte de re etnización de la advocación original de la Misión.

Esta peregrinación náutica, nos hace entonces recordar nuestras raíces, hacer memoria de un acontecimiento muy importante que conformó una red entre lo cristiano y el ámbito precolombino que aquí existía con la presencia de los puelches y los poyas. Por eso se la llama también Nuestra Señora de los Puelches y de los poyas”. (Comentario del Obispo Fernando Maletti en Bariloche 2000,28 de enero de 2006).

La memoria de las raíces sigue operando en la reivindicación indígena. Desde la agencia eclesiástica, forman parte del pasado y la integración funciona sólo en ese plano: el de la construcción de la historia donde es la Iglesia la que aparece en su rol de protectora y mártir de la Fe:

Estos acontecimientos hablan de integración y respeto a las culturas aborígenes que poblaron territorios donde hoy está nuestra ciudad.  Esta imagen hace memoria de aborígenes y blancos que dieron sus vidas por ideales y principios que no aceptaban la explotación del hombre por el hombre y si la integración en la cultura del trabajo solidario que tenía como objetivo fundamental el Bien Común (Archivo del Obispado de Bariloche Carta de Pascual Bernik al intendente de Bariloche Alberto Icare. Bariloche, 28 de marzo de 2005).

Estas alusiones a las ètnias del Lago, pretenden ir más allá del proceso de “re etnización” y nos sugieren un reemplazo del “pacto colonial” por el del “pacto nacional”. “Ambas dimensiones y escalas (local-nacional), no se componen, sino que interaccionan a nivel individual y colectivo definiendo múltiples territorios pero en formas solidaria, aunque no necesariamente en forma homogénea” (Carvallo, 2009:30). La heterogeneidad es representada dentro de la peregrinación en su aspecto “comunitario y colectivo” de una comunidad religiosa particular” (Rosendahl, 2009:53), como un “símbolo de pertenencia social” (Carvallo, 2009:29). El sentido de pertenencia nacional y regional de las primeras peregrinaciones (argentinos y chilenos/chilotas y barilochenses), se va restringiendo en las siguientes al espacio y sociedad local, advirtiéndose allí fragmentaciones19 y transformaciones. 

¿Cuál es ese colectivo y esa pertenencia social que se encuentra representado en la peregrinación lacustre? La historia de las peregrinaciones del lago nos muestran la heterogeneidad y los cambios que a causa de la organización se van imponiendo en la composición del colectivo de fieles: la participación de los fieles chilotas en las primeras peregrinaciones, la imbricación entre los habitantes de las dos localidades del Lago (Villa La Angostura y Bariloche), el intento de participación de los sectores marginales de la ciudad de Bariloche, los feligreses de la Catedral y finalmente los turistas (Bariloche 2000, 29 de enero de 2006). La comisión organizadora de la Segunda Peregrinación evaluó que “se cumplió con el objetivo de que participen laicos comprometidos y laicos muy humildes que a pesar de vivir en Bariloche nunca habían experimentado un paseo en catamarán por el lago”. A la vez entre las propuestas futuras se busca alentar la participación de los turistas (Archivo del Obispado de Bariloche, Evaluación de la II Peregrinación náutica), que aumenta en desmedro de la participación de los “laicos muy humildes”. Debemos tener en cuenta que estos últimos para participar tienen además que trasladarse a la zona centro20. Poco a poco, esta peregrinación náutica comienza a formar parte del  “turismo religioso”21

Cuando este hecho se produce, la percepción de la sacralidad también se manifiesta en los comportamientos de los individuos en los lugares religiosos, donde generalmente hay códigos explícitos (vestuario, silencio, etc) e implícitos (reír, silbar etc) (Mougas Pocas Santos,2009:205), ya que “la peregrinación constituye una “experiencia”, que “proviene de lo que las personas atraviesan, de la multiplicidad de sus implicaciones en el plano personal como colectivo” (Carvallo,2009:22). “El no cumplimiento de estas normas, como puede ocurrir en aquellas situaciones en las que un lugar religioso también es un destino del turismo, llevará, desde el punto de vista de los creyentes, a una eventual disminución de la sacralidad del lugar por la falta de respeto que se le debe. La aceptación generalizada de estos preceptos de conducta, al contrario, reforzará la percepción del carácter sagrado del lugar (Mougas Pocas Santos, 2009:205).  “Con la imagen la actividad turística, que gracias a Dios provoca nuestra ciudad, encuentra un genuino reconocimiento para compartir, ofrecer y generar en la línea del Turismo religioso”.  (Archivo del Obispado de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi), Carta de Pascual Bernik al intendente de Bariloche Alberto Icare. Bariloche, 28 de marzo de 2005.

También se prevé la participación de turistas en una excursión que alimenta la vida espiritual de cada uno de nosotros", explicó el Padre Pascual, "que el traslado náutico será totalmente gratuito ya que se trata de un aporte desinteresado de distintas empresas turísticas a quienes se les pidió gratuidad, anonimato y un profundo sentido religioso". (El ciudadano, 18 de enero del 2005).

 “El nuevo paisaje religioso en construcción permanente, encapsulado en un sector de la ciudad y como fragmento desligado del resto de ella, incorpora año tras año nuevos componentes que lo fortalecen, dándole sentido a ese escenario en pos de lograr una escenificación pasible de ser consumida turísticamente” (Flores, 2013:138).

 

Conclusiones

La misión del Nahuel Huapi, de la que se desprende este culto mariano y su peregrinación, ha sido una misión breve y compleja que surgió fundamentalmente de un “pacto colonial” para someter y evangelizar a los indígenas del otro lado de la cordillera. Las circunstancias de los asesinatos de los jesuitas, están relacionadas no sólo con la resistencia a la evangelización, sino con a conflictos de intereses en relación al conocimiento del territorio y su explotación política y económica por parte de la Corona.

El supuesto hallazgo de la imagen de la Virgen de la misión abre una nueva mirada no sólo hacia el pasado colonial sino hacia el presente pastoral y social de la ciudad de Bariloche. Este “hallazgo” despierta controversias y contradicciones que se plasman en los diferentes títulos de la Virgen (Virgen de los Poyas y Puelches y Virgen del Nahuel Huapi,) y en el hallazgo y procedencia de su imagen de bulto (Nuestra Señora de Loreto de la Iglesia de Santa María de Achao en Chiloé). No se han hallado aun los documentos que autentiquen la cita en la que se basan estas investigaciones que  afirman que es la Virgen de Loreto de Achao la imagen que el jesuita Yaspers rescata de la misión incendiada en 1717 y que es esta imagen fue la enviada por el Virrey del Perú para la misión de Mascardi.  La narrativa nos presenta una secuencia basada en la búsqueda de una imagen certificada por los investigadores lugareños con diferentes título marianos, en la que se advierte el “pacto colonial”, el sometimiento y la resistencia indígena y una diócesis que hunde sus raíces en el cristianismo secular.

La práctica religiosa concreta de las peregrinaciones náuticas tras el “hallazgo”, visibiliza estas narrativas que entran en conflicto y justifican la presencia de esta devoción y su peregrinación náutica desde las distintas agencias estatales, sociales y eclesiásticas. Cada una de estas agencias genera una construcción identitaria desde su propio sentido social, político y religioso. La presencia jesuita con el martirio misional y el “retorno” de la imagen, constituyen la marca por excelencia en la nueva narrativa de la historia de Bariloche que busca identificarse con las “raíces de la cristiandad” y con los orígenes coloniales. Se resignifica entonces, el “pacto colonial”, subrayando la acción jesuita e intentando visibilizar a los indígenas que han quedado invisibilizados tras la advocación toponímica de la Virgen del Nahuel Huapi con la que se había sellado el “pacto nacional” de la etapa de Bustillo y la construcción del Templo Mayor.

El análisis de la peregrinación náutica nos permite "pensar un espacio (ni físico, no geográfico, ni económico), que podríamos denominar cultual y relacional: es un ámbito abordado desde una escala que permite vislumbrar cierta dispersión (de la religión católica) con una peculiar modalidad (la religiosidad mariana), en un conjunto donde las creencias y las prácticas circulan, se articulan y se ensamblan muchas veces a partir del claro señalamiento de las diferencias (por ejemplo étnicas) de quienes participan en este escenario común pero dinámico, fuertemente marcado por el momento histórico, en torno a una devoción y con todos sus matices” (Fogelman,2013:14). La peregrinación en el Lago dibuja un espacio sagrado multiescalar que lo territorializa y desterritorializa fijando fronteras lábiles más que límites precisos. En este campo, se superponen espacios, tiempos históricos, se adaptan y reiventan rituales que construyen identidades locales heterogéneas atravesadas por la incorporación de los turistas que presentan “una enorme fluidez (circulación de personas, flujos de limosnas, panfletos, cancioneros, estampas, objetos en cierta medida "sacralizados", señales identitarias, mercancías de tipo religioso, etc) y cuya dinámica necesariamente da vida y define los alcances cambiantes de esta región artificialmente establecida para nuestro estudio" (Fogelman,2013:14).

Esta heterogeneidad se visualiza en el aspecto colectivo de la peregrinación como símbolo de pertenencia social, en donde se advierten fragmentaciones y transformaciones, que se va adaptando al perfil turístico barilochense. La imagen de la Virgen funciona claramente como artefacto simbólico que distribuye poderes e identidades sociales. Las procesiones, como rituales religiosos, construyen territorialidad y exhiben para reforzar o desmarcar identidades sociales.

 

Notas

1. Lema de la segunda Peregrinación Náutica (2006).

2. En un panel que se expone en la Catedral de Bariloche, desde el año 2012, se muestra pintado el mapa de la Argentina con las cuatro advocaciones (Itatí, del Valle, Luján y Nahuel Huapi), ubicadas en los sitios de sus apariciones con el año correspondiente.

3. “(…)los PP habían llevado a Nahuelhuapi para vengar la muerte del P. Mascardi. Esto decían aludiendo a una hermosa imagen de Ntra Señora, que los PP había llevado allá pocos meses antes” (Enrich, 1891:61). Las fuentes jesuitas no manifiestan haber encontrado una imagen en la zona que recorrió Mascardi sino haber traído una “pocos meses antes”. Esta imagen que se salvó del incendio de 1717 fue envuelta en cueros y abandonada entre los restos de la misión y fue rescatada por una expedición española de la que formaba parte el Padre jesuita Arnoldo Yaspers y el Sargento Uribe. Las negritas son nuestras.

4. La Inmaculada es la primera capilla católica de Bariloche fundada por los Salesianos en 1908. Si bien la Patrona de los Salesianos es la Auxiliadora de Don Bosco, la Inmaculada es un título mariano muy caro a su fundador “por la especial veneración que le tenía y por el rol que tuvo en la Iglesia ” (Stella, 1981:154).

5. El hallazgo de Cárdenas y de Mendieta, tanto de la advocación de Loreto como de su rescate y traslado a Chiloé, se basa en la cita de un parte militar de la expedición del sargento mayor Martín de Uribe, a la que acompañó el jesuita Yaspers tras el incendio de la misión, citado a su vez del texto de Abraham Silva y Molina Historia de Chiloé. Este texto cita un documento procedente del Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, Volumen 487, T IV :61:  “penetrando diferentes riesgos, encontró la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Loreto, que estaba escondida entre unos pellejos”. Sin embargo, el texto de Silva y Molina que encontramos en el Archivo Nacional de Chile, se denomina “Tradiciones españolas” y corresponde a la sección Fondo Varios, tomos 138 a 141. Incluso el documento de Capitanía General 487  corresponden a un tomo dividido en fojas sobre encomiendas de indios de Chiloé. En este tomo, como en otros del mismo fondo documental (515, pieza 8 fojas 150 a 157;  525, pieza 23 foja 170; 54, 526 pieza 89 foja;593; pieza 23, foja 17 y 51 pieza 8 foja 150 a 157), Martín Uribe sigue apareciendo envuelto en cuestiones de encomienda, pero hasta el momento no hemos encontrado el documento que, tal como citan Silva y Molina y posteriormente de Mendieta, lo relacionen con la expedición de rescate de Yaspers que encontró la Virgen de la Misión bajo la advocación de Loreto. Archivo Nacional de Chile, Capitanía General 487, Fojas 229,231, 335,337.

6. El argumento del traslado de la imagen lo sostienen De Mendieta con el cierre de la Misión de Chequián y su transferencia a Achao “entre las cuales se encontraba una de las joyas artísticas más importantes de todo el sur del Reyno de Chile: la extraordinaria escultura de la Virgen de Loreto”, otrora Virgen de los Poyas y los Puelches, ya se encontraba entronada en la Iglesia de Achao como Nuestra Señora Santa María de Achao (De Mendieta, 2010:293). De Mendieta pasa por alto la crónica del jesuita Enrich (1891), que afirma que los padres jesuitas trajeron una nueva imagen a la misión de 1703. La conclusión de De Mendieta es que si todo lo llevado por Yaspers del Nahuel Huapi a Chile fue a parar a la misión de Chequián y al cerrarse ésta todo se traslado a la Iglesia de Achao, la imagen de la Virgen de Loreto es la imagen regalada a Mascardi, sin tener en cuenta la segunda imagen que trajeron los jesuitas en 1704 con la fundación de la misión (Enrich, 1891:61).

7. “Por este tiempo corrió entre los indios del norte y los pehuenches una epidemia de disentería; y consultados los machis respondieron ser la causa de ella una señora española, que los PP habían llevado a Nahuelhuapi para vengar la muerte del P. Mascardi. Esto decían aludiendo a una hermosa imagen de Ntra Señora, que los PP había llevado allá pocos meses antes” (…). “que la Santísima Virgen no era la causa del mal sino el uso inmoderado de la chicha u otra causa natural” (Enrich, 1891:61).

8. Entendemos a la religiosidad popular como “un fenómeno que emerge vinculado con la trama sociocultural y la vida cotidiana de los sectores populares de la sociedad, manifestándose tanto en forma individual como colectiva y explicitando tanto prácticas sociales y simbólicas como la existencia de un imaginario donde lo sagrado no aparece disociado de lo social” (Ameigeiras, 2008:19).

9. “La idea es que este sea un acto de promoción y que el mismo se concrete cada año” (Declaraciones del P. Pascual Bernik en El cordillerano, 8 de enero 2005).

10. En 1973 se envía a Roma al General de los Jesuitas P. Paolo Molinan material para iniciar la causa de beatificación del P. Mascardi. “Con fechas de fines de marzo y primeros días de abril ya llegaron dos relatos de gracias atribuídas al Padre Mascardi” (Colegio “Don Bosco”, Crónicas de la Parroquia Inmaculada, Archivo folio 181, 11 de abril de 1973).

11. Pasa inadvertido el hecho de que 1970 “llega de Roma el óleo de la Madonna del Popolo que el profesor Luis Gredda regala a la Parrroquia (Inmaculada). Fue la primera imagen venerada desde 1669 a 1671 en la Misión Jesuítica del Padre Mascardi” (Archivo del Colegio “Don Bosco”, Crónicas de la Parroquia Inmaculada, Archivo folio 92, 26 de noviembre de 1970).

12. En su último estudio, aun inédito, Hajduk y Braicovich afirman que los mapas debidos a los jesuitas Falkner y Cardiel la sitúan sobre la margen norte del lago en inmediaciones del actual Puerto Venado. La disyuntiva que se plantea si la Misión se emplazó en Puerto Huemul (Vignatti 1963) o bien en Puerto Venado no está aún resuelta. “El hecho de que en Pto. Huemul haya aparecido un cementerio indígena que denota influencias cristiana, no indica que necesariamente allí habríase localizado la Misión. No se descarta que ambos puertos pudieron ser ocupados por los padres jesuitas en forma complementaria” (Hajduk y Braicovich,2012:7).

13. "La veneración de la Virgen de Loreto, fue impulsada a comienzos del siglo SXVII por Diego  de Torres Bollo, jefe de la provincia jesuítica del Paraguay, Chile y Tucumán” (La Angosturadigital, 26 de febrero de 2008).

14. Esta es la única fuente que pone en duda estas afirmaciones. “La verificación de correspondencia entre la imagen que se venera en Achao y la que estuvo en la misión del Nahuel Huapi no pudo realizarse en términos de rigor histórico pero para los investigadores tampoco  existen contradicciones que invaliden la hipótesis. Para De Mendieta, las dudas han sido superadas, pero reconoce que "la historia de la Virgen se perdió durante diez años hasta que apareció en Achao" (Diario Río Negro, 5 de junio de 2004). "Estamos con algunas certezas de que se trata de la misma imagen, ya que hay muchas coincidencias históricas de que es así" -explicó el obispo (Bariloche 2000,28 de enero de 2006).

15. Señalamos los siguientes rituales: ceremonias con bendiciones, cánticos, rezos, procesiones, arrojo de pétalos de flores al lago, invocaciones religiosas, veneración de la Virgen en la Iglesia, celebración de la Misa. (El Cordillerano, 28 de enero de 2006, Bariloche 2000, 28 de enero de 2006, El andino, Bariloche, 15 de abril de 1007, Observación participante del autor, 6 de febrero de 2011, Observación participante del autor, febrero de 2012).

16. Cada peregrinación ha tenido un circuito diferente. Primera Peregrinación (2005): traslado por agua y por tierra de la imagen de la Virgen de Loreto desde la isla de Achao hasta Villa La Angostura y San Carlos de Bariloche. Segunda peregrinación (2006): desde la Catedral hacia el puerto San Carlos se navega por el lago hasta Villa La Angostura y se continua por el entorno del lago Nahuel Huapi pasando por puerto Pañuelo hasta Puerto San Carlos en Bariloche Bariloche 2000,28 de enero de 2006). Tercera Peregrinación (2007): Desde la Catedral a Puerto Venado. De allí se navega en dirección al brazo campanario frente a Isla Huemul y el extremo sur de la Península San Pedro continuando en dirección a Puerto San Carlos” (El Andino, Bariloche, 15 de abril de 2007). Cuarta Peregrinación (2008): La imagen va por tierra a Villa La Angostura y se queda allí una semana, retorna por tierra haciendo una parada con celebración en Dina Huapi y finaliza con la Misa en la Catedral (Bariloche 2000, 15 de febrero de 2005, El Andino 15 de febrero de 2008, p.10). Quinta Peregrinación (2009): se realizan tres postas: el 15 de febrero a Villa La Angostura (en memoria del martirio de Mascardi), el 22 de febrero a Dina Huapi (en Memoria de Felipe de la Laguna y Juan J. Guillelmo) y el 1 de marzo a Puerto Venado (en Memoria de F. Elguea y los laicos que lo acompañaban) (Archivo del Obispado de Bariloche, Carpeta Virgen del Nahuel Huapi, escrito sobre la Peregrinación). VI Peregrinación (2010): De Puerto San Carlos se navegó a Villa La Angostura. Se realizó una procesión por las calles de la Villa donde permaneció la imagen entre el 20 y 21 de febrero. De Villa La Angostura parte por tierra a Dina Huapi y tras una posta la peregrinación concluye en la Catedral de Bariloche (Bariloche 2000, 18 de febrero de 2010). Séptima Peregrinación (2011). El día 6 de marzo se realiza la navegación del Puerto San Carlos por Puerto Venado y Península Huemul y retorno al Puerto San Carlos (Bariloche 2000, lunes 7 de marzo de 2011). Octava peregrinación (2012). Por las condiciones del Lago se realiza una procesión con la imagen de la Catedral a Puerto San Carlos donde se oficia la Misa.

17. Primera Peregrinación (2005) procesión en vehículos y navegación del lago; Segunda Peregrinación (2006) navegación del Lago Nahuel Huapi; Tercera Peregrinación (2007) navegación del Lago Nahuel Huapi; Cuarta Peregrinación (2008) procesión en vehículos hasta Villa La Angostura y Dina Huapi y navegación del Lago; Quinta Peregrinación (2009) en vehículos hasta Dina Huapi y Puerto San Carlos y navegación a Puerto Venado; Sexta Peregrinación (2010) navegación a Villa La Angostura, procesión por las calles de la ciudad, regreso con vehículo a Dina Huapi; Séptima Peregrinación (2011); Octava Peregrinación (2012)

18. La participación de fieles varía. Desde la primera peregrinación con 500 personas (El cordillerano: 28 de enero de 2006) que aumenta en la  Segunda Peregrinación (2006) a más de 800 (Archivo del Obispado de Bariloche, Evaluación de la Segunda Peregrinación náutica); pero no se publican cifras en los periódicos para las siguientes.

 

Bibliografía y Fuentes documentales

 

Fuentes inéditas

Archivo Nacional de Chile (ANCH), Capitanía General 487, Fojas 229,231, 335,337, 515, pieza 8 fojas 150 a 157;  525, pieza 23 foja 170; 54, 525, 593,51, 526 pieza 89 foja; 593; pieza 23, foja 17 y 51 pieza 8 foja 150 a 157. Fondos varios volumen 141.

Archivo Nacional de Chile, Fondos Varios, vol 141, foja 61. Libro manuscrito de Abraham de Silva y Molina, Tradiciones españolas de C, Santiago de Chiloé, Santiago de Chile, Imprenta que pida mas barato,1904.

Archivo del Colegio “Don Bosco”. Crónicas de la Parroquia de la Inmaculada (Bariloche).

Archivo del Obispado de Bariloche. Carpeta Virgen del Nahuel Huapi.

 

Fuentes éditas

Enrich, F. (1891).Historia de la Compañía de Jesús en Chile. Barcelona: Rosales.

De la Laguna, F. [1703] Carta al Superior de la Nueva misión de la Compañía de Jesús en Sudamérica en Nahuel Huapi hacia el estrecho de Magallanes. Jun, J  (1930) El Río de la Plata visto por viajeros alemanes del siglo XVIII. Revista del Instituto geográfico del Uruguay,  7, 231-235.

Mascardi, N. [1670] Carta relación. Vignati, M. (1963) Antecedentes para la protoetnografía del Norte de la Patagonia. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 34 (2), 495-528.

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Entrevistas

Entrevista al sacerdote Pascual Bernik por autor e Inés Barelli, junio de 2012. Entrevista al sacerdote Vicente de Luca por autor, junio de 2012.

Observaciones participantes: Peregrinación febrero de 2011 y marzo 2012.

 

Publicaciones periódicas

Diario del Llanquihue, (Chile), marzo 2003.

Diario Río Negro, 21/2/2003.

El Andino,2008.

Laangosturadigital,2008.

El cordillerano 2004, 2005 y 2006.

Bariloche 2000 digital, 2004 a 2012.

Revista Pan y Esperanza, 2004.

 

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