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Sociedad y religión

versão On-line ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.25 no.44 Ciudad Autónoma de Buenos Aires out. 2015

 

DOSSIER: Sociedad y Religión, 30 años.

Interrogantes, historia y poder en la producción

de conocimiento sobre el fenómeno religioso en América Latina

 

 

 

Preguntas para una disciplina que se piensa a sí misma

Questions fora discipline thatthinks about itself

 

Joaquín Algranti

CEIL-CONICET

Saavedra 15, 4to Piso, CABA.

jalgranti@hotmail.com

 

Mariela Mosqueira

CEIL-CONICET

Saavedra 15, 4to Piso, CABA.

marielamosqueira@gmail.com

 

Recibido: 3-07-2015

Aceptado: 28-08-2015


 

Es probable que el ejercicio crítico de objetivar constantemente las condiciones de producción de sus formas de conocimiento y el modo en que ellas construyen y se relacionan con los objetos de estudio, los métodos y prenociones, sea una de las metas más altas de la epistemología en las ciencias sociales. También lo son el análisis de la historia de las ideas que cargan a los conceptos con supuestos, juicios, temporalidades especificas; así como los debates que definen en una época precisa qué vale la pena ser estudiado -lo más importante, lo más urgente- mientras descartan, a su vez, los temas y enfoques en apariencia menores o a los que se considera sencillamente agotados en virtud de los criterios a veces institucionales pero otras personales de aquellos que están en condiciones de definir criterios. La posibilidad de explicitar estos puntos que hacen a la tarea práctica de la investigación, y por eso también a su naturalización irreflexiva, es un esfuerzo colectivo que excede las capacidades y trayectorias individuales, así como los límites estrictos de las academias de cada país. Requiere, por el contrario, de las fuerzas sociales de un pensamiento colectivo de impronta regional. Requiere, en síntesis, de la invención de una tradición propia.

Siguiendo este razonamiento, decidimos junto al Comité Editorial y en el marco de la celebración de los 30 años de la revista, proponer para el presente número de Sociedad y Religión un dossier especial cuyo objetivo fuera la reflexión en torno a tres ejes fundamentales de la disciplina. Los presentamos esquemáticamente por medio de las preguntas que abordan los siguientes temas: 1) los núcleos problemáticos de las ciencias sociales de la religión en América Latina, 2) la historia o periodización de los debates más importantes de los últimos años y 3) la cuestión del poder y la asimetría de relaciones que rige el intercambio con las academias anglosajonas y europeas. Estos interrogantes estuvieron dirigidos a un conjunto de prestigiosos investigadores del medio latinoamericano que accedieron a expresar analíticamente su punto de vista, bajo un formato de preguntas y respuestas que se asemeja a entrevistas breves. Los núcleos problemáticos, la historia y el poder se transformaron en disparadores o excusas para reunir un conjunto de reflexiones en las cuales la disciplina se piensa a sí misma.

También fueron incluidos -como preguntas optativas- otros temas sobre los que los entrevistados podían explayarse, como por ejemplo: la obsolescencia de teorías y conceptos, la omisión de perspectivas epistemológicas, el papel de los estudios comparados y las afinidades interdisciplinares que pone en juego cada investigador. Las respuestas nos permiten entrever un campo discursivo con numerosas recurrencias o puntos en común. La más significativa radica en un cierto consenso en calificar a la presente etapa como un momento de revisionismo de los horizontes de pensamiento heredados y reafirmación también de la necesidad de subordinar las perspectivas anglosajonas y europeas a los contextos de aplicación y a las discusiones locales. Sobre esta tendencia compartida aparecen distintos matices en cada entrevista. A continuación, presentamos brevemente cada una de las preguntas y las coordenadas generales que enlazan sus respuestas.     

La primera, como dijimos, se remite a los principales interrogantes de la disciplina: ¿Cuáles considera que son los núcleos problemáticos de las ciencias sociales de la religión en la actualidad? Esta pregunta -que podríamos calificar como genérica- tuvo el objetivo de explorar lo que los investigadores construyen como obstáculos, desafíos o límites de su campo de estudio y cómo responden a esa construcción. Allí surge, en la mayoría de los casos, la mención explícita a dificultades de orden empírico y de orden teórico. Las primeras señalan recurrentemente la conciencia de un pluralismo, una diversidad religiosa acentuada, tan difícil de conceptualizar en todo su alcance como de resumir una expresión dominante o someter a una lógica exclusiva de combinación. La conciencia de esta realidad plantea retos al proceso de construcción del objeto de estudio, a las técnicas de investigación y finalmente, al papel del intelectual en los debates públicos. En algunas respuestas, no en todas, este punto de vista dota también a las minorías y a los grupos subalternos ajenos a la tradición católica de una cierta superioridad heurística. Aparece en este último caso una mayor preocupación por el objeto de estudio en sí mismo, su escala y visibilidad, que por la relación que se construye con él. El segundo orden de dificultades se refiere a un cierto "malestar en la teoría" vinculado a la inadecuación teórico-metodológica que evidencian progresivamente las grandes matrices explicativas del fenómeno religioso en la modernidad. Se destaca sobre todo el paradigma de la secularización. Este modelo y sus consecuencias lógicas es el blanco de la crítica certera de al menos una generación de estudiosos formados en sus presupuestos e hipótesis de trabajo. En un sentido más amplio surge la disconformidad con el discurso anglo-europeo de lo universal en las ciencias o, para decirlo en los términos del materialismo histórico, la crítica a la operación lógica que hace pasar los intereses científicos particulares de una región por los intereses de la academia internacional. Es decir, se impone aquello que "vale la pena estudiar", las "preguntas importantes", los "supuestos, hipótesis y métodos consagrados", definiendo así una agenda y un camino pautado en el estudio de la religión. La encrucijada de los análisis latinoamericanos radica en la oscilación entre, por un lado, la tarea crítica de explicitar los límites y arbitrariedades de las grandes teorías extranjeras, sin perder el proceso de sus hallazgos ni el alcance de sus razonamientos; y por otro, el esfuerzo por comprender primero la situación de colonialismo intelectual que está en los orígenes de las academias periféricas, para reconocer, después, la necesidad de inventar una tradición propia, vernácula, capaz de unificar el lenguaje y los términos, en los que la disciplina se piensa a sí misma, se asigna metas y fines programáticos. 

El segundo interrogante se propuso historizar y proyectar a la producción académica sobre el fenómeno religioso en Latinoamérica: ¿Cuáles han sido los principales ejes o momentos de debate en las ciencias sociales de la religión en América Latina durante los últimos 30 años? ¿Y cuáles piensa que se instalarán o persistirán en el futuro próximo? Las respuestas obtenidas ponen de manifiesto que los debates disciplinares se configuran en diálogo con las amplias dinámicas políticas, sociales y religiosas de cada época. De este modo, los investigadores expresan que durante las décadas de 1960 y 1970 los intereses de la investigación se orientaron a comprender el rol de las instituciones y creencias religiosas –especialmente la católica- en contextos políticos atravesados por el predominio de dictaduras latinoamericanas. Luego, con el retorno democrático, los entrevistados señalan que el pulso de los interrogantes estuvo marcado por la reconfiguración del campo religioso regional que implicó la emergencia de lo que se denominó "nuevos movimientos religiosos". Así, la agenda de investigación viró a los procesos de conversión y a la ponderación de la capacidad política de las minorías religiosas emergentes. En esta línea, existe consenso en destacar que el foco estuvo puesto especialmente en el estudio del pentecostalismo debido a su intempestiva expansión. Finalmente, los cientistas refieren que -en sintonía con las tendencias mundiales- los ejes de indagación de las primeras décadas del siglo XXI se centraron en los procesos de individuación, transnacionalización/globalización y desinstituciona-lización de lo religioso.

Dirigiendo la mirada al futuro, los investigadores entrevén la apertura de nuevos ángulos de indagación como por ejemplo la exploración de espiritualidades no abordadas, la dimensión generacional de la fe o los roles de las nuevas tecnologías en la configuración de comunidades religiosas. También vislumbran por otra parte, la persistencia de interrogantes clásicos como la articulación entre religión y política aunque añadiendo "nuevas" perspectivas como el género, la diversidad sexual, la interculturalidad o las problemáticas medioambientales.

Queda claro así que la trayectoria de la producción académica local sobre el fenómeno religioso habilita reflexiones que parten de y retornan hacia lo "religioso" para ponderar y comprender procesos socio-históricos complejos en escalas macro, mezzo y micro.

La tercera y última pregunta tiene como objetivo profundizar en uno de los problemas recurrentes de las entrevistas, relativo a los vínculos que se establecen con las academias centrales y el lugar que ocupa América Latina en este intercambio: ¿cómo definiría la relación de la academia latinoamericana con la academia europea y la anglosajona? En este sentido, ¿cuáles considera que son las ventajas y las desventajas de las ciencias sociales de la religión en América Latina? Es interesante señalar que las respuestas tienden a destacar, como una de las principales ventajas, las posibilidades de formación, a veces también de enseñanza y trabajo conjunto con equipos de investigación extranjeros. En lo que respecta a la producción de teoría y al uso del español, las posiciones son otras. Aquí aparece el problema de la lengua y una cierta división implícita del trabajo intelectual, como dos coordenadas constitutivas de las relaciones asimétricas entre ambas academias y por lo tanto como una de las principales desventajas de la producción de conocimiento desde América del sur. Hay una jerarquización lingüística del saber que coloca al español -pese a su masividad, su historia y trascendencia- en una condición relegada. Las cosas importantes se comunican en ingles, en francés y en más de un sentido los sistemas académicos latinoamericanos replican este criterio de desigualdad en sus métodos internos de evaluación.  Las jerarquías se expresan también en los aportes esperados de acuerdo con la procedencia de las investigaciones y la institución que las respalda. Las academias anglo-europeas son ciertamente más receptivas a las contribuciones empíricas de otras regiones, vale decir, al relevamiento y sistematización de datos, como informes o insumo de sus propios estudios, que a un desarrollo teórico alternativo de los modelos de análisis y de las tradiciones de fuerte impronta nacional. En la división del trabajo científico que gobierna el intercambio con otras partes del mundo, la elaboración de conceptos y teorías es un asunto de las academias centrales y su lengua es el inglés, el francés y, en menor medida, el alemán. Los términos de esta relación suelen ser más bien revalidados antes que enfrentados por las instituciones latinoamericanas. De ahí que las respuestas coincidan en la condición semicolonial o en el mejor de los casos pos-colonial de las ciencias sociales de la religión en América Latina.

En suma, guiados por el espíritu festivo y caviloso de tres décadas de edición ininterrumpida de Sociedad y Religión, el presente dossier se propuso tender puentes temporales, disciplinares y geográficos para propiciar una reflexión colectiva sobre los interrogantes, la historia y las relaciones de poder que atraviesan la producción académica sobre el fenómeno religioso en y desde Latinoamérica. Lejos de nuestra intención está que la conversación se cierre aquí sino -por el contrario- es nuestro deseo que los espacios de intercambio colectivo se multipliquen y que las ciencias sociales de la religión sigan pensándose y construyéndose a sí mismas.

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