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Sociedad y religión

On-line version ISSN 1853-7081

Soc. relig. vol.26 no.46 Ciudad Autónoma de Buenos Aires Dec. 2016

 

ARTICULO

Las redes en las élites. Un enfoque alternativo para abordar la construcción de poder intrainstitucional: el caso de la Conferencia Episcopal Argentina (1999-2005)

The elite networks. An alternative approach to study the intra-institutional construction of power: the case of the Argentina Episcopal Conference (1999-2005)

 

Gustavo Javier Motta

IDAES-UNSAM-CONICET

Campus Miguelete, 25 de Mayo y Francia

gustavojmotta@gmail.com

 

Recibido: 04-11-2015

Aceptado: 20-07-2016


Resumen

El artículo aborda la problemática de la construcción de poder en el marco de las elites religiosas. Partiendo desde la dimensión intrainstitucional, se aporta una variante metodológica aún poco explorada: el análisis de redes y espacios institucionales de sociabilidad. Se tomará como caso de estudio a la Conferencia Episcopal Argentina durante el periodo 1999-2005, apoyándose en una doble estrategia analítica: a. posicional-individual, abordando sus estructuras internas y la ocupación de espacios de decisión; y b. reticular, desplazando la mirada hacia las potenciales relaciones interpersonales. Se sostiene que el lugar exacto que ocupa cada obispo en el entramado institucional reviste un papel central, por cuanto representa la capacidad estructural -o plataforma institucional- a partir de la cual ellos logran condiciones privilegiadas para la movilización de recursos. En las conclusiones se comparan los resultados alcanzados mediante ambas perspectivas, precisando cuáles fueron los ámbitos episcopales que resultaron estratégicos para la incidencia política, y quiénes fueron los obispos que se constituyeron en actores clave durante el periodo. Se demuestra que el enfoque relacional, utilizado como complemento metodológico en el marco de una estrategia integral, aporta información valiosa para el abordaje del poder intrainstitucional de las elites religiosas.

Palabras clave: Red Social; Élite; Poder; Obispos; Argentina.

Abstract

The article addresses the issue of the construction of power in the framework of religious elites. Starting from an intra-institutional dimension, shall be provided a methodological variant that is little explored yet: network analysis and institutional spaces of sociability. It will be taken as a case study to the Episcopal Conference Argentina during the period 1999-2005, based on a double analytical strategy: a. positional-individual, addressing its internal structures and decision space occupation; and b. reticular, shifting his gaze to potential relationships. The basic hypothesis is that the exact place occupied by every bishop in the institutional framework assumes a central role, because it represents the structural capacity -or institutional platform- from which to reach privileged conditions for the mobilization of resources. In the conclusions the results obtained from both perspectives are compared, specifying what were the bishops were strategic areas for political intervention, and who were the bishops who constituted key players during the period. It showed that the relational approach, used as a methodological supplement as part of a comprehensive strategy, provides valuable information for addressing intra-institutional power of religious elites.

Key-words: Social Network; Elite; Power; Bishops; Argentina.


Introducción

El régimen de convertibilidad constituyó una caja de conversión que establecía una paridad cambiaria uno a uno entre el peso argentino y el dólar estadounidense. Esta medida terminó cristalizando los profundos cambios iniciados con la política económica de la última dictadura cívico-militar, cuyo contraste más dramático fueron los procesos de pauperización, precarización laboral, desempleo y pobreza estructural que terminaron eclosionando a fines de 2001, con una crisis inédita en la historia del país.

La agonía de este modelo no estuvo exenta de tensiones en el seno de los sectores dominantes, pues terminó desatando una disputa en torno a los posibles cauces de salida político-económica ante la percepción de su agotamiento. En ese contexto, los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) produjeron un extenso corpus documental en el que dejaron expresada la posición institucional acerca de los campos político y económico, sus agentes y prácticas (Bonnin, 2003; Arnoux y Blanco, 2004; Ameigeiras, 2009; Motta, 2012). Desde luego, las temporalidades de los actores involucrados en esta lucha no necesariamente coinciden, es decir, los caracteres, motivaciones y fines de sus acciones obedecen a plazos inscriptos en lógicas divergentes. Sin embargo, aún proviniendo del campo económico, político o religioso, todos comparten un elemento: la pertenencia a círculos diferenciados, bien delimitados y portadores distintivos de algún tipo de capital social. Ese capital, su principal activo, es reconstituido y puesto en acción sistemáticamente en torno a una serie de ámbitos privilegiados y redes sociales por medio de las cuales se propaga un determinado posicionamiento político. De allí que todos ellos son de alguna manera parte de una élite.

Para el caso de la CEA, se trata de una élite religiosa que es producto de un proceso de selección y competencia –con reglas autodefinidas- que justifica y fundamenta su legitimidad y lugar de privilegio. Este sitial se construye y reactualiza discursivamente a partir de un ethos (Charaudeau y Maingueneau, 2005) e involucra una serie de prácticas atravesadas por un denso terreno de ambigüedades y múltiples posibilidades interpretativas. Esta característica es la clave de su eficacia. Sus intervenciones necesitan sortear una instancia de negociación interna en la cual, como ocurre en todo cuerpo político, la lucha por la universalización de la individualidad es una constante.

Así, la dinámica intrainstitucional del poder pasa a ser una dimensión sociológicamente relevante, por cuanto permite desentrañar las lógicas procesuales que llevan al acceso diferenciado de ciertos actores de elite a una serie de posiciones, a partir de las cuales logran anteponer privilegiadamente sus propios posicionamientos políticos.

Este artículo dará cuenta del aporte que nos hemos propuesto, a partir de la representación analítica de las redes y ámbitos institucionales de sociabilidad que tuvieron lugar en la Conferencia Episcopal Argentina durante el período 1999-2005, mediante la utilización de una variante metodológica aún poco explorada para la comprensión de las motivaciones y fines que mueven a ciertos actores a disputar estos espacios. Para ello nos valemos de la Teoría de Redes Sociales (Mitchell, 1969; Requena Santos, 1989; Lozares, 1996; Lozares et al, 2011), inscribiendo esta perspectiva en una serie de preocupaciones planteadas en trabajos anteriores que abordaron la problemática de las redes socio-religiosas (Levita, 2007; Catoggio, 2010; Acha, 2011; Donatello, 2011 y Giorgi y Mallimaci, 2011).

Desde el punto de vista morfológico, el análisis de las redes intrainstitucionales permite posicionar a cada actor –obispo- en el lugar exacto que ocupó en todo el entramado, lo cual permite detectar los espacios institucionales que funcionaron como “puente” para el acceso a posiciones privilegiadas de acción. La hipótesis fundamental es que esta posición reviste un papel central, dado que la mayor o menor posibilidad de acción para la movilización de recursos está vinculada a si el actor ocupó posiciones relativamente centrales o periféricas en la red. De allí que la preponderancia central de un obispo debió estar relacionada con el grado de poder de negociación que ostentó. Es decir, al oficiar de linker privilegiado, poseyó mayor capacidad para la movilidad de recursos.

Este privilegio puede utilizarse en varios sentidos. Aquí hablamos de la ocupación de espacios institucionales como condición de posibilidad para el despliegue de recursos, es decir, un a priori basado en ámbitos de sociabilidades cognoscibles y no una comprobación ex post de las vinculaciones episcopales. En ese sentido, representa la capacidad estructural -o plataforma institucional- a partir de la cual se logra distribuir condiciones privilegiadas de vinculación.

Para realizar esta investigación, contamos con material proporcionado por el episcopado nacional y la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA): declaraciones, comunicados, exhortaciones, publicaciones colectivas emanadas de la asamblea plenaria de obispos, de la comisión ejecutiva, permanente y de las restantes comisiones episcopales.

La metodología consistió en construir una serie de matrices CSV (comma-separated values), de dos tipos: modo 1 y modo 21. Estas matrices funcionaron como insumo básico para el posterior tratamiento mediante el software VISONE v.2.6.5., a través del cual pudimos revelar exactamente la distancia que separó a cada obispo del resto y, por lo tanto, su posición en la red episcopal.

El trabajo se encuentra dividido en dos grande bloques. En primer lugar, se abordará sucintamente a la CEA desde el punto de vista de su incidencia política en la historia argentina. Estudiaremos su adecuación a la categoría de élite en función del actual sentido sociológico. También veremos cómo, mediante una perspectiva analítica intuitiva, el análisis posicional-individual (espacios institucionales ocupados por cada obispo) poco puede aportarnos para develar estrategias individuales de construcción de poder intrainstitucional.

El segundo apartado estará basado en la perspectiva de redes, en donde desarrollaremos su derrotero conceptual y los niveles de aplicación para el caso de las redes socio-religiosas. Ofreceremos los resultados obtenidos a partir del tratamiento de las fuentes, divididos expositivamente en los dos trienios que ocupó nuestro recorte (1999-2002 y 2002-2005). En las conclusiones, compararemos los resultados alcanzados mediante ambas perspectivas. También precisaremos cuáles fueron los ámbitos episcopales que resultaron estratégicos por su poder de convocatoria y vinculación. Por último, desde el punto de vista interpersonal, descubriremos quiénes fueron los obispos que se constituyeron en actores clave durante la crisis y salida del régimen de convertibilidad, un período signado por la redefinición de las alianzas estratégicas y en el cual la CEA se erigió como un actor relevante.

Así, demostraremos que el enfoque propuesto, utilizado como complemento metodológico en el marco de una estrategia integral, es capaz de aportarnos valiosa información respecto de las posiciones y las condiciones de posibilidad de cada actor para el despliegue de sus estrategias de incidencia política.

 

1. La Conferencia Episcopal Argentina: apuntes sobre el poder e incidencia política

Anteriormente asociábamos el concepto de élite al cuerpo de obispos del país. Más allá de las discusiones categoriales y sus alcances empíricos, la noción remite automáticamente a una suerte de reducto, minoritario y privilegiado, respecto de un conjunto más amplio integrado por quienes carecen de recursos de dominación. Al menos, ese sería el único punto en común en la vasta producción académica sobre las élites. Dicho acuerdo proviene de la etimología latina del término: eligere (elegir), formado por el prefijo ex- (fuera) y el verbo legere (recoger, elegir, robar) (Soca, 2006). Usualmente se añade el componente meritocrático sustituyendo la “elección” externa por el esfuerzo individual a lo largo de una carrera.

En el sentido sociológico actual las élites contemporáneas se caracterizan por su capacidad de influencia en la arena política, en la que incluimos la económica. Este privilegio, tanto previo como en permanente construcción, se cristaliza en una determinada dinámica de grupo y en su relación con el entorno. Ambas dimensiones nos permiten examinar con mayor agudeza la vinculación entre una élite y el complejo problema de la construcción y ejercicio del poder, tanto en su interior como en el afuera. Al ser resultado de un proceso de selección y competencia que justifica y fundamenta su privilegio posicional en la sociedad, toda élite se constituye alrededor de al menos uno de estos atributos: valores, funciones y poder (Kaina, 2008).

De acuerdo con la autorrepresentación institucional y con la defensa de los “valores católicos” en tanto guía para la acción práctica, a la CEA podría caberle fácilmente el primero de ellos. En consonancia con otros momentos críticos del país, durante el período estudiado resultó inexpugnable a la jerarquía episcopal la utilización de metáforas biológicas para representar al país como un cuerpo enfermo y debilitado (Bonnin, 2003; Obregón, 2005, Motta, 2012).

La segunda proposición, funcionalista, en el caso de la CEA se encuentra subsumida en la primera. Para la institución su legitimidad no se halla en la virtud de un trabajo sobresaliente en su campo de acción dado que su fundamento no procede del orden práctico2. Los así pretendidos caracteres genético-católicos de la argentinidad resguardarían la función interventora legítima de la institución para discernir sobre el bien y el mal del conjunto social, clasificando las prácticas desde un inalcanzable escaño moral.

En cuanto al tercer atributo podríamos recurrir a Charles Wright Mills, quien en 1956 definió “élite de poder” como el círculo de personas que por sus posiciones en la estructura social accede a un marco de oportunidades políticas privilegiado. El poder, entonces, no es individual, así tampoco como lo es la riqueza o el prestigio, pues “requieren el acceso a las grandes instituciones, ya que las posiciones institucionales que los individuos ocupan determinan en gran parte sus oportunidades para conseguir y conservar esas valiosas experiencias” (Mills, 1987 [1956]: 18). No es necesariamente el hecho de detentar el poder directo lo que entraña la pertenencia a estos círculos, sino sobre todo la capacidad para desplegar una serie de vínculos o canales dentro de los cuales transitan elementos persuasivos y convincentes para la toma de decisiones.

Aquí reside la importancia de la perspectiva que proponemos. El cuerpo de obispos, debido a la heterogeneidad en su composición, debe esforzarse por disipar cualquier peligro de ruptura. Sus diferencias internas, que atraviesan un amplio arco ideológico, son el fundamento para la creación de cierto “efecto de universalidad desde lo particular” (Arnoux y Blanco, 2004:19). Esta universalización es producto de una intensa negociación desarrollada intramuros y que los obispos deben guardar en secreto3. La dimensión profundamente simbólica de sus prácticas hacen de éste un cuerpo político (Martínez, 2009), que tiene una profusa historia de intervenciones en diversos e importantes acontecimientos de la vida nacional: desde la emergencia de una “nueva cuestión social” que provocó la laicización de la política pública como objetivo prioritario de la agenda nacional en los albores del siglo XX (Soneira, 1989), pasando por la fuerte interpenetración entre un sector hegemónico del catolicismo y las FF.AA., denominado “integralismo católico” y caracterizado por la organización del laicado, la expansión del catolicismo de acción y el fuerte desarrollo de la territorialización institucionalizada de la Iglesia (Mallimaci, 1996; Esquivel, 2004; Giménez Béliveau, 2007). Todo esto permite explicar, al menos en parte, el beneplácito que mostró un sector de la CEA no bien derrocado el gobierno de Estela Martínez de Perón (Obregón, 2005), así como el ascenso al funcionariado autoritario de cuadros vinculados a la Acción Católica o de tecnócratas neoliberales integrantes de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, como Manuel Solanet4 y Enrique Folcini5 (Motta, 2014b).

Sin embargo, aquí deseamos detenernos en el otro plano analítico: la dimensión intrainstitucional del poder. Es decir, en el despliegue de toda una serie de estrategias individuales tendientes a alcanzar un mayor grado de incidencia política en el interior de la institución pero con una proyección extrainstitucional. Desde esta realidad, entender la ocupación de los espacios institucionales de acción como condición de posibilidad para la construcción de poder puede resultar una aproximación válida –desde luego no suficiente- para la comprensión de la dinámica interna de negociación.

Este abordaje puede realizarse desde dos perspectivas: la posicional-individual, en la que sólo se tiene en cuenta la ocupación de posiciones según el obispo analizado, y la relacional, en la cual la unidad de análisis se aleja del individuo y se posa en las relaciones potenciales que determinado lugar puede proporcionar a quien lo ocupe. La primera perspectiva será abordada a continuación, mientras que el enfoque relacional lo trataremos en el segundo bloque del trabajo.

 

Posiciones individuales en torno a sus ámbitos de acción política: 1999-2002 y 2002-2005

La CEA está compuesta por 6 organismos: 1. asamblea plenaria; 2. comisión ejecutiva; 3. comisión permanente; 4. secretariado general; 5. comisiones episcopales y otros organismos; y 6. delegaciones episcopales.

La Asamblea Plenaria es el órgano primario y principal de la CEA y está integrada por la totalidad de sus miembros. La Comisión Ejecutiva ejerce la conducción ordinaria de la CEA, determinando la orden del día de las reuniones de la Comisión Permanente; completando si fuera necesario el temario de la Asamblea Plenaria y, en caso de no poder reunirse la Comisión Permanente, se encarga de resolver los asuntos urgentes, graves o imprevistos. La CE está integrada por un presidente, dos vicepresidentes y un secretario general. La Comisión Permanente mantiene una atención pastoral constante sobre la realidad argentina, procurando reconocer en ella los desafíos que presenta a la acción evangelizadora. Propone a la Asamblea Plenaria las grandes líneas u opciones pastorales para su consideración. Está compuesta por un presidente, dos vicepresidentes y el secretario general; los cardenales que son obispos diocesanos; el arzobispo de Buenos Aires; los presidentes de ciertas comisiones episcopales expresamente designadas por reglamento para integrarla6; un obispo diocesano elegido por cada una de las regiones pastorales que no sea miembro de la CP y el presidente del Consejo de Asuntos Económicos. El Secretariado General es la instancia dedicada a la coordinación comunicacional de cada acto de la CEA, a cuyo cargo tiene la oficina general, la tesorería, la oficina de prensa, la oficina del libro y la oficina de informática. Al frente están un secretario general, elegido por la Asamblea Plenaria, y un subsecretario ejecutivo.

Las comisiones episcopales, en sentido estricto, son ámbitos institucionales con funciones específicas integrados enteramente por obispos. Existen un total de 20 comisiones “estables”7. Además, está la Comisión Nacional de Justicia y Paz, que es la única no integrada en su totalidad por obispos. Por otro lado, existen dos consejos episcopales (de asuntos económicos y de asuntos Jurídicos), cuatro delegaciones (ante la CELAM, para la Pastoral de Santuarios, para las Causas de los Santos y para los Congresos Eucarísticos), y el Instituto Superior de Catequesis Argentino (ISCA).

Durante nuestro periodo de estudio hubo dos elecciones episcopales para la integración de las diferentes posiciones en la estructura jerárquica: la correspondiente al trienio 1999-2002 y a 2002-2005.

Para 1999-2002, la Comisión Ejecutiva estuvo integrada por Mons. Estanislao Esteban Karlic, arzobispo de Paraná (presidente); Mons. Eduardo Vicente Mirás, arzobispo de Rosario (vicepresidente 1°); Mons. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires (vicepresidente 2°); y Mons. Guillermo Rodríguez-Melgarejo, obispo auxiliar de Buenos Aires (secretario general). La Comisión Permanente en esa oportunidad estuvo integrada por 19 obispos8.

Durante el trienio 2002-2005 la Comisión Ejecutiva no sufrió grandes modificaciones. El presidente fue Mons. Eduardo Mirás, como vicepresidente 1° estuvo el ya Cardenal Jorge Mario Bergoglio, como vicepresidente 2° Mons. Domingo Castagna y continuó al frente del secretariado general Mons. Guillermo Rodríguez-Melgarejo (cuadros 1 y 2). La Comisión Permanente la completaron 22 obispos9.

 

Cuadro 1. Integrantes de la Comisión Ejecutiva (1999-2002 y 2002-2005). Biografías y trayectorias

Nombre

Referencia biográfica y trayectoria eclesiástica

Estanislao Esteban Karlic

Nació en Oliva, Córdoba, en 1926, fue ordenado sacerdote en 1954 y elegido obispo en 1977 por Pablo VI. Su consagración episcopal estuvo presidida por Mons. Raúl Francisco Primatesta, y como co-consagrantes estuvieron Mons. Cándido Rubiolo y Mons. Alfredo Disandro. El lema episcopal elegido por Karlic es “servire”.

Eduardo Vicente Mirás

Nació en Buenos Aires en 1928, fue ordenado sacerdote en 1952 y elegido obispo en 1984 por Juan Pablo II. Su consagración episcopal estuvo presidida por al Card. Juan Carlos Aramburu, y como co-consagrantes estuvieron Mons. Arnaldo Clemente Canale y Mons. Domingo Salvador Castagna.

Jorge Mario Bergoglio

Nació en Buenos Aires en 1936, fue ordenado sacerdote en la Compañía de Jesús en 1969 y elegido obispo en 1992 por Juan Pablo II. Su consagración episcopal fue presidida por el Card. Antonio Quarracino y sus co-consagrantes fueron Mons. Ubaldo Calabresi y Mons. Emilio Ogñénovich. Bergoglio fue promovido a arzobispo coadjutor de Buenos Aires en 1997, creado cardenal del título de San Roberto Belarmino por Juan Pablo II en 2001 y, finalmente, elegido Papa el 13 de marzo de 2013, tomando el nombre de Francisco e iniciando su pontificado el 19 de marzo. El lema episcopal elegido por Bergoglio proviene del Evangelio de San Mateo: “Miserando atque eligendo” (“lo miró con misericordia y lo eligió”).

Guillermo Rodríguez-Melgarejo

Nació en Buenos Aires en 1943, fue ordenado sacerdote en 1970 y elegido obispo en 1994 por Juan Pablo II. Su consagración episcopal estuvo presidida por el Card. Antonio Quarracino, y los co-consagrantes fueron Mons. Eduardo Miras y Mons. Héctor Villalba.

Domingo Castagna

Nació en General Lamadrid, provincia de Buenos Aires, en 1931, fue ordenado sacerdote en 1955 y elegido obispo en 1978 por Juan Pablo II. Su consagración episcopal fue presidida por el Card. Juan Carlos Aramburu, mientras que como co-consagrantes estuvieron Mons. Vicente Zarpe y Mons. Manuel Marengo. Su lema episcopal es “Reconciliatio et Pax” (“reconciliación y paz”).

Fuente: elaboración propia.

 

Cuadro 2. Posiciones individuales ocupadas en la estructura de la CEA en ambos períodos

Obispo

Posición individual-estructural

Estanislao Esteban Karlic

1999-2002: Presidente Comisión Ejecutiva, Presidente de la Comisión para el Gran Jubileo y miembro de la Comisión de Fe y Cultura

2002-2005: Presidente de la Comisión de Pastoral Universitaria y miembro de la Comisión de Fe y Cultura

Eduardo Vicente Mirás

1999-2002: Vicepresidente 1° Comisión Ejecutiva, miembro de la Comisión de Pastoral Universitaria y miembro de la Comisión para el Gran Jubileo

2002-2005: Presidente Comisión Ejecutiva y miembro de la Comisión Universidad Católica Argentina

Jorge Mario Bergoglio

1999-2002: Vicepresidente 2º Comisión Ejecutiva, Presidente de la Comisión Universidad Católica Argentina y miembro de la Comisión de Educación Católica

2002-2005: Vicepresidente 1º Comisión Ejecutiva, Presidente de la Comisión Universidad Católica Argentina

Guillermo Rodríguez-Melgarejo

1999-2002: Secretario General Comisión Ejecutiva, miembro de la Comisión redactora de las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización y Delegado ante el CELAM.

2002-2005: Secretario General Comisión Ejecutiva, miembro de la Comisión de Actualización de las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, Presidente del Consejo de Asuntos Jurídicos, Delegado ante el CELAM, Delegado ante Mercosur y Cono Sur.

Domingo Castagna

1999-2002: Miembro de la Comisión de Fe y Cultura, miembro Comisión Vida Consagrada y Delegado ante Junta Institutos Seculares

2002-2005: Vicepresidente 2º Comisión Ejecutiva, miembro Comisión de Liturgia y Delegado Congresos Eucarísticos

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

Los cambios en la composición de la Comisión Ejecutiva de la CEA fueron mínimos en ambos períodos. De los cerca de 80 obispos diocesanos que en promedio han formado parte de la Asamblea Plenaria, sólo los cinco casos citados han comandado la conducción del episcopado.

En términos de las posiciones individuales que cada obispo ocupó en todo el entramado institucional, esta perspectiva no puede aportarnos muchos más datos que los hasta aquí expuestos. De hecho, en el período 1999-2002 sólo Jorge Mario Bergoglio logró ocupar el máximo de posiciones (tres) que registramos en ambos períodos (cuadro 2). Los restantes obispos se repartieron entre una y dos posiciones. En definitiva, teniendo en cuenta sólo esta perspectiva se podrá tener apenas un muestreo general de la distribución de los cargos. Si bien ocupar un cargo colegiado o unipersonal en cualquier institución reviste una importancia fundamental para la capacidad de incidencia en la formulación de las decisiones políticas, poco nos dirá respecto de las “estructuras de oportunidades” que se abren a cada obispo para desplegar sus estrategias y propagar sus ideas en torno al resto. Para eso necesitaremos recurrir al enfoque de redes.

 

2. La teoría de redes sociales: su aplicación al caso de estudio

2.1. Derrotero conceptual y variantes analíticas

La teoría de las redes sociales tiene orígenes diversos, aunque podemos encontrar por primera vez un uso riguroso y heurístico de “red social” en la producción de la antropología británica de mediados del siglo XX. A su vez, desde la psicología social, los trabajos de Jacob Levy Moreno (1953 [1934]) enfocados a relacionar las estructuras sociales con el bienestar psicológico adquirió el nombre de “sociometría”, mientras que a la representación gráfica de los individuos como nodos y a las relaciones entre ellos como líneas se la llamó “sociograma”. Otra de las grandes fuentes es la teoría matemática de grafos, principalmente gracias a los aportes de Cartwright y Zander (1953), Harary y Norman (1953), Bavelas (1948 y 1950) y Festinger (1949).

Desde mediados del siglo XX comenzaron a aparecer trabajos académicos en las ciencias sociales que tomaban a las redes como elemento central, aunque la mayoría de las veces se las asociaba a categorías como las de lazo social, actor social, nivel micro, etc., lo cual implicaba un escaso aprovechamiento analítico del concepto. Por lo general coexisten estudios de carácter técnico o estadístico que utilizan el término en sentido matemático y otros de carácter normativo que generalmente apelan al uso metafórico.

Puede definirse con más exactitud el concepto de red social como “una serie de vínculos entre un conjunto definido de actores sociales” (Requena Santos, 1989: 137). Estos vínculos tienen la capacidad de aportar información valiosa que ayude a interpretar la conducta social de los actores implicados en dicha red. Carlos Lozares (1996), por su parte, habla de “un conjunto bien delimitado de actores -individuos, grupos, organizaciones, comunidades, sociedades globales, etc.- vinculados unos a otros mediante una relación o un conjunto de relaciones sociales” (p. 108). Advertir que el centro del estudio de redes se posa en el vínculo entre los actores coloca a los atributos individuales en un segundo escalón. Sin embargo, hay que realizar un delicado equilibrio –del cual es muy fácil descentrarse- para no caer en explicaciones reduccionistas que olviden otros muy importantes elementos que tanto en la tradición sociológica como antropológica han sido estudiados y que conforman dimensiones analíticas tanto o más importante que la presentada aquí.Nada diremos, salvo excepciones, sobre los atributos individuales ni cualidades para el liderazgo, así como de la acumulación de poder respecto de otros actores políticos y religiosos10. Tampoco nos internaremos en las relaciones de poder y estatus en función de criterios como la antigüedad social para diferenciar aquellos miembros advenedizos –outsiders- de los establecidos –established- (Elías y Scotson, 1965)11. En definitiva, aquí sólo analizaremos la dimensión intrainstitucional a partir de la capacidad de construcción de redes personales. Estas redes, por las particularidades propias del campo empírico, no reflejan vínculos sino ámbitos potenciales de vinculación, que pueden interpretarse como condición de posibilidad para la construcción de poder intrainstitucional. Es decir, constituye apenas una de las tantas variantes metodológicas a implementar para ayudar a la comprensión de un fenómeno tan complejo como la relación entre élites, religión y poder.

 

2.1.1. Niveles de aplicación en el caso de las redes socio-religiosas

Para el caso específico de las redes socio-religiosas, existen algunos trabajos que, a pesar de contar con objetivos diversos, apelan al concepto de red social. El nivel de análisis que suele utilizarse es el ego-centrado12, donde se reconstruyen las relaciones entre nodos, trayectorias y adscripciones a partir del denominado “método biográfico” (Sautu, 1999). Éste incluye una serie de técnicas metodológicas basadas en la indagación no estructurada sobre las historias de vida, tal como son relatadas por los propios sujetos (Kornblit, 2004; Mallimaci y Giménez Béliveau, 2007).

De esta forma, trayectorias como las de Francisco Valsecchi13 pueden revelar aspectos relacionados con los cambios de la axiología católica en la Argentina y puede observarse la pertenencia a diversas redes como la Acción Católica, la Corporación de Economistas Católicos, el Grupo Bunge, etc. (Acha, 2011). Para analizar las mediaciones católicas en las decisiones económicas de empresarios y altos gerentes pertenecientes a la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, Luis Donatello (2011a) aborda seis trayectorias individuales, apelando a entrevistas e indagación de fuentes secundarias. A su vez, Gabriel Levita (2007) recorre la historia de vida de un pequeño empresario marroquinero de origen judío que fue presidente de la Cámara de la Industria Marroquinera Argentina durante los años 1960, con el objetivo de comprender la vinculación entre las redes sociales de origen religioso y el mundo económico.

Desde otra perspectiva, Giorgi y Mallimaci (2012) estudian diversas redes ego-centradas que, aunque no se inscriben como parte de una red total en sentido estricto14, se ven atravesadas por la dimensión católica como eje articulador. Los autores se proponen descubrir cómo durante el gobierno “cívico-militar-religioso” de Juan Carlos Onganía (1966-1970) distintas corrientes católicas, nacionalistas y comunitaristas, como el Ateneo de la República, la Ciudad Católica, los Cursillos de Cristiandad y la Democracia Cristiana, establecieron una serie de vínculos en torno a la creación del ministerio de Bienestar Social. En este caso, el análisis de redes sociales es utilizado para identificar e inscribir en estos grupos a altos funcionarios del gobierno, en especial los de la secretaria de Promoción y Asistencia de la Comunidad (SEPAC).

Donatello (2002), por su parte, distingue tres niveles de interacción entre religión y política en la red de organizaciones, grupos e individuos que opusieron resistencia y plantearon alternativas a la constitución del neoliberalismo de los años 1990, dando cuenta de una conexión de sentido en torno a la tríada justicia social-nacional-popular. En un trabajo posterior (Donatello, 2011b), interpela las relaciones entre el catolicismo y las elites empresariales, indaga el rol que podría tener la dimensión católica en el ámbito empresarial a partir del análisis de veinticinco historias de vida, de las cuales dieciocho pertenecen a miembros de ACDE.

Por último, deseamos destacar la tesis doctoral de Mariela Mosqueira (2014) acerca de los procesos de construcción de lo juvenil en comunidades pentecostales en el área metropolitana de Buenos Aires, la cual representa un muy buen ejemplo de la utilización de una perspectiva analítica de las redes sociales -y de las potencialidades para futuras investigaciones- en el campo de la sociología de la religión.

 

2.1.2. Ventajas y límites de la teoría para el caso de la CEA

Respecto de la morfología y estructura de una red social, la posición o localización de un actor dentro de esta reviste un papel central. Esto es así dado que la mayor o menor posibilidad de acción para la movilización de recursos está, para este enfoque, vinculada a si el actor ocupa posiciones relativamente centrales o periféricas con relación al resto. Un actor ubicado en el centro de la red significa una menor cantidad de intermediaciones necesarias para llegar al resto, y a la vez el resto necesita pasar por él para comunicarse entre sí.

Sin embargo, conocer la posición de un actor determinado nada dice respecto de los atributos legitimados por el conjunto y que se consideran necesarios para acceder a dichos lugares, también denominados “vehículos de centralización” (Motta, 2014a).

No obstante esos importantes elementos atributivos, portados por los actores estudiados y valorados por el conjunto, la teoría de redes no los concibe como determinantes en la estructuración de la acción. Es decir, de estos dos polos analíticos -atributivo y relacional- sólo privilegia este último como productor y reproductor de pautas sociales. Pensamos que no se trata de visiones excluyentes sobre la realidad social, sino de dos perspectivas que responden a unidades analíticas distintas.

La imagen estructural representa, entonces, una “fotografía” de dicha red, y nada dice sobre las capacidades individuales, las específicas configuraciones institucionales que brindan mayores oportunidades a unos que a otros, las historias de vida ni de las confluencias ideológicas o políticas que atraviesan el campo de estudio.

 

2.2. Redes y ámbitos de las sociabilidades episcopales (1999-2002)

Si bien analizar cómo se completa cada lugar de la jerarquía eclesiástica argentina permite observar las posiciones individuales de los obispos en dicha estructura (ver 1.1.), en la teoría de redes recordemos que el objeto analítico central son las relaciones entre los actores o nodos. Se trata entonces de indagar cuáles fueron los ámbitos de sociabilidad (en este caso, comisiones y delegaciones episcopales) ofrecidos en su estructura institucional, y quiénes fueron los obispos que ocuparon y compartieron esos espacios. Así, es posible afirmar que un determinado obispo adquirió mayor centralidad en la red total del episcopado en la medida en que su posición institucional le permitió disminuir la cantidad de intermediaciones necesarias para llegar al resto de actores. En ese sentido, ocupar ámbitos numerosos y trabajar estratégicamente con individuos que, a su vez, tienen llegada a otros que quedaron marginados, parecería constituir un vehículo esencial para canalizar recursos y construir poder en la institución.

Es posible representar mediante un grafico la red total de obispos y ámbitos de sociabilidad que existió durante el trienio 1999-2002. Si representáramos a los obispos con una forma y color distintos de los ámbitos que ocuparon, arribaríamos a la red de modo 2 (obispos y espacios institucionales) del período (figura 1). En este caso, el color verde se refiere a los obispos, mientras que el celeste a los ámbitos. Además, este tipo de redes se caracteriza por la existencia de vectores (que representan las relaciones) unidireccionales, dado que van de los primeros a los segundos15.

 

Figura 1. Red episcopal de modo 2 (obispos y ámbitos de sociabilidad episcopales) para el trienio 1999-2002.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

Los obispos se distribuyeron en toda la red de manera diferenciada, según los ámbitos que cada uno logró ocupar durante el trienio. En la matriz ubicamos a todos los obispos de la CEA y distinguimos si participó o no en cada una de las instancias institucionales. Esta información, luego, se cargó y procesó en el software, el cual consiguió medir exactamente las distancias que separan a cada uno. De modo que la ubicación de cada nodo en la red no resulta azarosa, sino que refleja su exacta posición en todo el rizoma.

Como vemos, existió un grupo de obispos que ocupó posiciones centrales (figura 2), mientras que el resto se distribuyó en la periferia institucional. De este modo, no es la “cantidad” de cargos o de espacios que ocupó cada uno aquello que lo hace alcanzar centralidad. Se trata más bien de que en toda institución existen posiciones o espacios claves que permiten detentar un poder diferencial. Cuestiones como la centralidad de un actor en una determinada red (big linker) o, lo que es más interesante, las posiciones de ciertos “actores clave” (keyplayer) aún sin ser centrales, mucho nos pueden decir acerca de su capacidad de incidencia, en un doble sentido. Por un lado, el grado de control sobre la difusión óptima de recursos (ideas, objetos, etc.) a través de las “semillas” que lo rodean; por el otro, su capacidad para “perturbar” o “fragmentar” la red, restringiendo para ello la circulación hacia algunos de los restantes actores (Borgatti, 2013).

 

Figura 2. Red episcopal de modo 2 (obispos y ámbitos de sociabilidad episcopales) para el trienio 1999-2002. Detalle de las posiciones centrales.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

Los ámbitos que presentaron mayor centralidad debido a su capacidad de convocatoria (o densidad de la sociabilidad episcopal) y vinculación (o ámbito puente) fueron: 1) Comisión Permanente; 2) Comisión redactora para las líneas pastorales para la Nueva Evangelización; 3) Comisión Ejecutiva; 4) Comisión para el gran Jubileo; y 5) Comisión para el estudio de los estatutos.

Dado que los actores pertenecientes a la Comisión Ejecutiva integraron, a su vez, la Comisión Permanente, desde el punto de vista de la teoría de redes pierden importancia las comisiones episcopales que estatutariamente conformaron esta última, pues ya estuvieron inscriptas en ese ámbito. Eso explica que las comisiones (2), (4) y (5) ocupen posiciones centrales, debido precisamente al carácter estratégico para transformar a sus integrantes en actores centrales.

Ahora bien, si suprimiéramos los espacios institucionales y sólo tuviéramos en cuenta a los actores y sus vínculos, arribaríamos a la red total interpersonal de la CEA (figura 3). Esto se hace construyendo una matriz en la cual sólo se contemple a los obispos, identificando relaciones en el caso en que hubieran compartido al menos un espacio en común. De esta forma, quedan mucho mejor evidenciados los vínculos potenciales de interacción a partir del resultado de las elecciones del trienio.

 

Figura 3. Red interpersonal de modo 1 (sólo obispos) para el trienio 1999-2002.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

En las redes interpersonales se logran reflejar de una forma mucho más clara aquellos actores que detentaron posiciones centrales y periféricas. Incluso el grafo nos muestra el caso de dos obispos (figura 3, parte superior derecha) que aparecen absolutamente desconectados de la red episcopal: Emilio Ogñenovich y Jorge López. Esto es así dado que ambos sólo ocuparon espacios unipersonales en la estructura institucional, el primero fue delegado de bienes culturales de la Iglesia y el segundo consejero para la causa de los santos.

En función de la cantidad de lazos y los espacios de sociabilidad que sirvieron como puente, veintiséis obispos (figura 4) formaron parte de una densa red de relaciones ubicada en la parte central del entramado: Karlic, Giaquinta, Mirás, Villalba, Arancedo, Rodríguez-Melgarejo, Maccarone, Maulión, Primatesta, Bergoglio, Eichhorn, Radrizzani, Rovai, Castagna, García, Arancibia, Puíggari, Storni, Bianchi Di Cárcano, Cargnello, Di Stéfano, Colomé, Di Monte, Rodríguez, Mollaghan, Elizalde.

 

Figura 4. Red interpersonal de modo 1 (sólo obispos) para el trienio 1999-2002. Detalle de las posiciones centrales.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

2.3. Redes y ámbitos de las sociabilidades episcopales (2002-2005)

Antes de analizar las redes episcopales vale la pena situar esta elección en un contexto particularmente importante. Las autoridades para este trienio se eligieron durante la 84° asamblea plenaria, entre los días 11 y 16 de noviembre de 2002. Sin embargo, entre el plenario anterior y éste ocurrieron una serie de hechos que merecen atención por cuanto es necesario inscribir la elección en una coyuntura por demás compleja.

Entre los días 22 y 27 de abril de 2002 se había llevado a cabo la 83° Asamblea Plenaria, en un contexto de fuertes presiones sociales a raíz de la acuciante situación económica. Todas las fuerzas políticas eran depositarias del descrédito generalizado y las distintas fracciones de los sectores dominantes se disputaban porciones de poder en torno a un nuevo esquema de alianzas. Era el fin de la convertibilidad.

En su homilía de apertura, el día 22, Mons. Karlic había asegurado que la tarea “no ha sido fácil”, refiriéndose a la participación del episcopado en la Mesa del Diálogo Argentino16. Hacia el final de su alocución, anunció el inexorable distanciamiento de los obispos argentinos tomarían en la mesa del Diálogo. El documento final del plenario se tituló “Testigos del Diálogo”, en la cual denunciaron la existencia de “intereses sectoriales y corporativos” que impedían el arribo a los consensos, describiéndolos como “la gran enfermedad que padecemos los argentinos (…) Es necesario curar de raíz esta enfermedad” (§ 10). El alejamiento definitivo tuvo lugar en la asamblea plenaria extraordinaria que se celebró entre los días 25 y 28 de septiembre, en la que trataron exclusivamente el tema de la participación episcopal en la Mesa. El documento final se tituló “la nación que queremos”.

Es en este difícil contexto social, político y económico tuvo lugar la elección de nuevas autoridades de la CEA para el trienio 2002-2005. Como señalamos más arriba, fueron relativamente pocos los cambios en los niveles de la comisión ejecutiva y de la permanente. Sí hubo, en cambio, una reestructuración bastante importante de las restantes instancias, debido fundamentalmente a que en el trienio anterior se habían creado muchas comisiones con motivo del Gran Jubileo, las cuales ya no tenía sentido mantener17. Preferimos en esta oportunidad distinguir a los obispos de los espacios institucionales con diferentes colores y formas de las que utilizamos en la red del trienio anterior (figura 4). Los nodos de color rojo representan a los obispos, mientras que los de color celeste a los espacios de sociabilidad. Nuevamente, aparece la Comisión Permanente como el ámbito clave para alcanzar una mayor centralidad en la red total.

 

Figura 5. Red episcopal de modo 2 (obispos y ámbitos de sociabilidad episcopales) para el trienio 2002-2005.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

Los ámbitos que sirvieron estratégicamente como “puente” para este trienio fueron: 1) Comisión Permanente; 2) Comisión Ejecutiva; 3) Comisión de Asuntos Jurídicos; 4) Catequesis; 5) Consejo Episcopal Latinoamericano; 6) Pastoral familiar; 7) Universidad Católica Argentina; 8) Ministerios; y 9) Educación Católica (figura 5). Integrar dichas instancias representó la llave para alcanzar con una menor dificultad relativa al resto de obispos que ocuparon posiciones periféricas.

 

Figura 6. Red episcopal de modo 2 (obispos y ámbitos de sociabilidad episcopales) para el trienio 2002-2005. Detalle de las posiciones centrales.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

Como dijimos, el análisis reticular de las relaciones interpersonales (figura 6) nos permite observar con mayor precisión la red total de la jerarquía episcopal teniendo en cuenta sólo a los actores y sus vínculos potenciales. Esto es, hasta qué punto la ocupación de espacios institucionales representó un factor válido para posicionarse en el entramado colectivo, qué nos dice el análisis de redes respecto de la distinción entre comisiones que, a priori, sólo significan “un lugar más” en la estructura.

 

Figura 7. Red interpersonal de modo 1 (sólo obispos) para el trienio 2002-2005.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

En este trienio, casi todos los obispos han compartido ámbitos institucionales colectivos, salvo el caso de Rafael Rey (figura 6, parte inferior izquierda), dado que sólo ocupó el cargo de delegado para la pastoral penitenciaria, sin participar en ningún otro espacio. De hecho, los restantes 80 miembros de la CEA se relacionaron institucionalmente en este periodo con al menos otro prelado.

Sin embargo, se aprecia una densa red de relaciones en la parte central de la imagen (figura 7). Estos fueron obispos fuertemente cohesionados desde el punto de vista estructural, cuyas vinculaciones aparecieron cruzadas y conformando un complejo clúster capaz de irradiar (o frenar) la circulación de recursos hacia toda la red. El resto dependió de al menos un intermediario para llegar a dicha zona central. Esa es la ventaja de constituirse en big linker.

 

Figura 8. Red interpersonal de modo 1 (sólo obispos) para el trienio 2002-2005. Detalle de las posiciones centrales.

Fuente: elaboración propia en base a información proporcionada por el episcopado nacional.

 

En esta oportunidad, veintitrés obispos ocuparon posiciones privilegiadas. Quizás lo más importante sea comparar estos resultados con los del trienio anterior y, por el otro, demostrar que no basta con ocupar lugares dentro de la estructura si estos no ofrecen la posibilidad de brindar el marco espacial para alcanzar al resto de la red.

 

Conclusiones

En este trabajo hemos abordado el problema de la construcción de poder político a partir de un doble enfoque analítico: por un lado, el enfoque posicional/individual, por el otro, el relacional. Este último lo incorporamos en tanto alternativa metodológica todavía poco explorada dentro del campo de los estudios socio-religiosos. Tomamos como caso de estudio a una elite socio-religiosa con una histórica intervención en el campo político nacional y  demostramos que no basta con observar individualmente los cargos institucionales, dado que se pierde la oportunidad de estudiar el conjunto del entramado y, por lo tanto, la capacidad de distinguir analíticamente las periferias y el centro.

Volvemos a destacar, como lo hicimos al inicio, que esta mirada lejos está de arrojar sentencias categóricas e intentamos en todo momento no sobredimensionar los hallazgos obtenidos, dado que su potencialidad reside en la complementación con otras técnicas y enfoques, en el marco de un abordaje metodológico mucho más amplio.

Desde el punto de vista posicional/individual hemos comprobado que no existió una clara dispersión en cuanto a la distribución de espacios institucionales. Los cambios producidos en la Comisión Ejecutiva -tomando en cuenta los dos trienios- fueron mínimos y se concentró en tan solo cinco obispos. Solo en el periodo 1999-2002 se dio el único caso en que un obispo –Jorge Bergoglio- logró ocupar tres posiciones, pasando nuevamente a dos en 2002-2005. Para los restantes casos todos los obispos ocuparon entre una y dos. En definitiva, esta perspectiva apenas aporta algunos indicios, pero no logra transponer esa categoría dado que el análisis se vuelve prácticamente intuitivo y heurísticamente débil.

Sin embargo, demostramos que el enfoque de redes, aunque circunscripto a un plano analítico acotado y habiendo demostrado sus limitaciones, puede aportarnos valiosos datos respecto de las posiciones y las condiciones de posibilidad de cada actor para el despliegue de sus estrategias de incidencia política. No interesa, para esta visión, cuántas posiciones ocupó un determinado obispo, sino cuáles y qué capacidad de vinculación le ofreció ese lugar.

La construcción de matrices de datos utilizando material de archivo de la propia CEA significó el insumo fundamental para su posterior tratamiento mediante software. El programa logró medir exactamente las distancias que existieron entre cada uno de sus miembros, pudiendo reconstruir tanto las redes que identificaron actores y ámbitos de acción como las interpersonales. Veamos qué ocurre con la comparación diacrónica: con relación a los ámbitos episcopales estratégicos por su poder de convocatoria y vinculación (ámbitos puente), en ambos periodos aparecieron comisiones “estables” y otras que, a priori, podrían considerarse como marginales. Por ejemplo, la comisión permanente fue la de mayor capacidad de congregación y vinculación potencial, a la que se sumó por razones obvias la comisión ejecutiva, aunque sus integrantes también forman parte de la permanente. Sin embargo, notamos que desde el punto de vista de las redes episcopales, comisiones tales como la “redactora para las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización” (creada específicamente para el documento doctrinario que llevó ese título), la del “gran Jubileo” o la de “estudio de los estatutos”, fueron muy importantes para aquellos que las integraron, pues allí circularon obispos de las comisiones ejecutiva y permanente. Es decir, brindaron el puente institucional para alcanzar centralidad individual en la red total.

Por último, desde el punto de vista interpersonal podemos reagrupar a los actores en tres categorías: en primer lugar aquellos obispos que, ocupando posiciones centrales en la red total del periodo 1999-2002, la perdieron en el posterior: Puíggari, de Elizalde, Di Stéfano, García, Primatesta, Colomé, Di Monte, Arancedo, Eichhorn, Storni y Mollaghan. En segundo término, aquellos que alcanzaron posiciones centrales recién en el segundo trienio: Garlatti, Pozzi, Delgado, Martínez, Aguer, Ñáñez y Casaretto. Quizás la más interesante, aquellos obispos que se mantuvieron como big linkers en los dos periodos: Karlic, Mirás, Giaquinta, Maccarone, Maulión, Bergoglio, Villalba, Arancibia, Radrizzani, Rovai, Rodríguez-Melgarejo, Bianchi Di Cárcano, Cargnello, Castagna y Rodríguez. Desde luego, comparar solo dos trienios a partir de esta perspectiva no puede aportarnos más que indicios, ingredientes necesarios para la construcción de conjeturas que habiliten una posterior y más minuciosa investigación fundada en una estrategia de abordaje más amplia. Los cambios en las posiciones reticulares en torno a la CEA pueden obedecer a múltiples factores, más teniendo en cuenta la alta circulación endogámica de sus actores, precisamente debido al carácter vitalicio de las dignidades eclesiásticas estudiadas. Este último punto obliga a cualquier investigador social a contemplar recortes temporales mucho más amplios.

No obstante, el caso de Jorge Bergoglio, ubicado como actor central en todo el recorte, es llamativo y merece un estudio mucho más exhaustivo, dado que fue el presidente de la CEA por los siguientes dos periodos (2005-2008 y 2008-2011). A su particular incrustación institucional habría que adicionar, como han demostrado otros trabajos que se basaron en esta perspectiva (Motta, 2014c), que Bergoglio fue el único miembro de la CEA que durante la crisis y salida de la convertibilidad estableció vínculos y compartió diferentes ámbitos de sociabilidad con los empresarios nucleados en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa. Esta capacidad distintiva de Bergoglio para posicionarse estratégicamente en una determinada circunscripción de relaciones sociales, puede sin dudas constituir un elemento interesante para pensar su actual liderazgo mundial, ahora como papa Francisco. Y por qué no, el complejo proceso que lo llevó hasta allí.

 

 

 

Anexo

Tabla de códigos utilizada para la elaboración de las figuras 1 y 2 (obispos y ámbitos de sociabilidad) para el trienio 1999-2002

Código

Descripción

CEJEC

Comisión Ejecutiva

CPERM

Comisión Permanente

FEYCULT

Fe y cultura

CATEQ

Catequesis

MIN

Ministerios

VIDACON

Vida consagrada

LIT

Liturgia

PASTSOC

Pastoral social

EDUCAT

Educación católica

APOSLAIC

Apostolado laico

COMSOC

Comunicación social

MISION

Misiones

ECUM

Ecumenismo, relaciones con el judaísmo y otras religiones

PASTFAM

Pastoral familiar

PASTAB

Pastoral aborigen

IGLESORIEN

Iglesias orientales

AYUREGNEC

Ayuda a regiones más necesitadas

MIGRTURI

Migraciones y turismo

ORDENTERR

Ordenamiento territorial

UCA

Universidad Católica Argentina

PASTSAL

Pastoral de la salud

PASTUNI

Pastoral universitaria

CASUNTECO

Consejo de asuntos económicos

CAUSASANT

Consejo para la causa de los santos

CRLPNE

Comisión redactora para las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización

CARITAS

Cáritas

COMESTAT

Comisión para el estudio de los estatutos

COMESTCARI

Comisión para el estudio de Cáritas

CEJUBILEO

Comisión episcopal para el Gran Jubileo

CEPEREJUBI

Comisión especial para las peregrinaciones del Gran Jubileo

CENCUENTRO

Comisión para el Encuentro Eucarístico Nacional

CELAM

Consejo Episcopal Latinoamericano

JISA

Junta de Institutos Seculares de la Argentina

PASTPENIT

Pastoral penitenciaria

PASTSANT

Pastoral de santuarios

BIENESCULT

Bienes culturales de la Iglesia

CONGREUCAR

Congresos eucarísticos

Fuente: elaboración propia.

 

Tabla de códigos utilizada para la elaboración de las figuras 4 y 5 (obispos y ámbitos de sociabilidad) para el trienio 2002-2005

Código

Descripción

CEJEC

Comisión Ejecutiva

CPERM

Comisión Permanente

FEYCULT

Fe y cultura

CATEQ

Catequesis

MIN

Ministerios

VIDACON

Vida consagrada

LIT

Liturgia

PASTSOC

Pastoral social

EDUCAT

Educación católica

APOSLAIC

Apostolado laico

COMSOC

Comunicación social

MISION

Misiones

ECUM

Ecumenismo, relaciones con el judaísmo y otras religiones

PASTFAM

Pastoral familiar

PASTAB

Pastoral aborigen

IGLESORIEN

Iglesias orientales

AYUREGNEC

Ayuda a regiones más necesitadas

MIGRTURI

Migraciones y turismo

RECLAMOS

Comisión episcopal de reclamos

UCA

Universidad Católica Argentina

PASTSAL

Pastoral de la salud

PASTUNI

Pastoral universitaria

CASUNTECO

Consejo de asuntos económicos

CAUSASANT

Consejo para la causa de los santos

CALPNE

Comisión para la actualización de las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización

CARITAS

Cáritas

CASUNTJURID

Consejo de asuntos jurídicos

CPCOLEGIO

Consejo Permanente para el Colegio Sacerdotal Argentino en Roma

SEGLEGISL

Responsable de la Comisión Ad hoc de Seguimiento Legislativo

JUSTYPAZ

Asesor nacional de la Comisión Justicia y Paz

PASTJUVEN

Asesor nacional de la Pastoral de Juventud

CELAM

Consejo Episcopal Latinoamericano

JISA

Junta de Institutos Seculares de la Argentina

PASTPENIT

Pastoral penitenciaria

PASTSANT

Pastoral de santuarios

BIENESCULT

Bienes culturales de la Iglesia

SCOUT

Capellán nacional Scout

CONGREUCAR

Congresos eucarísticos

COMUBASE

Comunidades eclesiales de base

MERCONOSUR

Mercosur y Cono Sur

Fuente: elaboración propia.

 

Documentos de la Conferencia Episcopal Argentina utilizados para la confección de matrices

76° ASAMBLEA PLENARIA – 31 de noviembre de 1998: Nuevas autoridades de la CEA para el período 1999-2002.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 08 de noviembre de 2002: Temario.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 11 de noviembre de 2002: Homilía de apertura y Balance de Mons Karlic.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 12 de noviembre de 2002: Informe de prensa. Mons Eduardo Mirás, nuevo presidente.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 13 de noviembre de 2002: Informe de prensa. Elecciones por código de barras.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 14 de noviembre de 2002: Comunicado. Elección de la Comisión Permanente.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 15 de noviembre de 2002. Comunicado. Obispos asistentes a la 84a Asamblea Plenaria.

84° ASAMBLEA PLENARIA – 15 de noviembre de 2002. Nuevas autoridades de la CEA para el periodo 2002-2005.

 

Notas

1. En las de Modo 1 un mismo grupo se refiere a sí mismo dentro de un determinado espacio de interacción. En las de Modo 2 un grupo específico refiere directamente a otro universo. Para nuestro trabajo, las de Modo 2 tratan sobre los obispos y ámbitos en donde estos se relacionaron, mientras que las de Modo 1 representan los vínculos establecidos entre los mismos obispos, suprimiendo dichos espacios.

2. Un ejemplo claro lo constituye la publicación del documento doctrinario “Iglesia y Comunidad Nacional” (1981). Allí se afirmó que desde los orígenes de la Asamblea española la Iglesia Católica en la Argentina, mediante la predicación, el bautismo y los demás sacramentos “contribuyó a comunicar un espíritu cristiano y evangélico que penetró la raíz misma de la cultura en gestación” (1ra Parte, Punto I).

3. Exigencia que se encuentra expresamente establecida en el art. 56 de su Estatuto.

4. Secretario técnico del Instituto Nacional de Planificación Económica hasta el año 1981 y luego secretario de Hacienda de la Nación, bajo la órbita de Roberto Alemann.

5. Fue director del Banco Central durante la presidencia de Adolfo Diz, entre 1976 y 1981.

6. Formaron parte de la Comisión Permanente los presidentes de las siguientes comisiones episcopales: Fe y Cultura; Catequesis; Ministerios; Vida Consagrada; Liturgia; Pastoral Social; Educación Católica; Apostolado Laico y Comunicación Social.

7. Fe y Cultura; Catequesis y Pastoral Bíblica; Liturgia; Ministerios; Vida Consagrada; Pastoral Social; Educación Católica; Apostolado Laico y Pastoral Familiar (CELAF); Comunicación Social; Misiones; Ecumenismo, Relaciones con el Judaísmo, el Islam y las Religiones; Pastoral Aborigen; Iglesias Orientales; Ayuda a las Regiones Más Necesitadas; Migraciones y Turismo; Universidad Católica Argentina; Pastoral de la Salud; Pastoral Universitaria; Pastoral Penitenciaria; y Cáritas Argentina. Decimos “estables” dado que en la tarea pastoral o doctrinaria específica para un periodo pueden crearse comisiones ad-hoc con el fin de abocarse a esa especificidad.

8. Estanislao Karlic (Paraná), Eduardo Mirás (Rosario), Jorge Bergoglio (Buenos Aires), Guillermo Rodríguez-Melgarejo (Buenos Aires), José Rovai (Córdoba), Juan Carlos Maccarone (Santiago del Estero), José María Arancibia (Mendoza), Agustín Radrizzani (Neuquén), Mario Cargnello (Salta), Raúl Primatesta (Córdoba), Mario Maulión (San Nicolás), Luis Villalba (Tucumán), José María Arancedo (Mar del Plata), Rómulo García (Bahía Blanca), Domingo Castagna (Corrientes), Luis Eichhorn (Gualeguaychú), Carmelo Giaquinta (Resistencia), Ítalo Di Stéfano (San Juan) y Edgardo Storni (Santa Fe).

9. Eduardo Mirás (Rosario), Jorge Bergoglio (Buenos Aires), Domingo Castagna (Corrientes), Guillermo Rodríguez-Melgarejo (Buenos Aires), José Rovai (Córdoba), Juan Maccarone (Santiago del Estero), Emilio Bianchi Di Cárcano (Azul), Agustín Radrizzani (Lomas de Zamora), Alfonso Delgado (San Juan), Carmelo Giaquinta (Resistencia), Roberto Rodríguez (Villa María), Luis Villalba (Tucumán), Mario Maulión (San Nicolás), José Arancibia (Mendoza), Jorge Casaretto (San Isidro), Carlos Ñáñez (Córdoba), Guillermo Garlatti (San Rafael), Estanislao Karlic (Paraná), Juan Martínez (Posadas), Mario Cargnello (Salta), Juan Pozzi (Río Negro) y Héctor Aguer (La Plata).

10. Al respecto, ver por ejemplo Jones (2012) sobre la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), sus posicionamientos y construcción de poder político en torno a la reforma del Código Civil argentino, que ampliaba el derecho al matrimonio para las parejas del mismo sexo. Para un análisis general del estado actual de la producción académica respecto de la relación entre poder, instituciones e intelectuales, puede consultarse el excelente trabajo de Reneé de la Torre (2014). Centrándose en México, el trabajo retrata magistralmente el recorrido de los principales aportes de los estudios de la religión en las ciencias sociales, a partir del clivaje mencionado.

11. Un interesante uso empírico del par establecidos-marginados (junto con la teoría bourdiana de los campos sociales) puede encontrarse en Ceriani Cernadas (2014), cuyo trabajo de campo antropológico se centra en las comunidades toba del oriente formoseño y en grupos toba y wichí asentados en las localidades salteñas de Embarcación y Tartagal.

12. En sentido estricto, es una perspectiva dentro del análisis de redes que coloca su mirada principalmente en un individuo que se sitúa en el centro (ego) y varios individuos que establecen relaciones con él (alter), siempre dentro del marco de las redes personales.

13. Fundador y primer decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica Argentina.

14. La perspectiva de las redes totales supone una mirada más abarcadora y estructural que las ego-centradas.

15. El trabajo con matrices CSV obliga a la previa codificación con el fin de evitar errores ocasionados por nombres relativamente largos y compuestos. Recomendamos revisar la tabla de códigos (Anexo) con el fin de facilitar su lectura.

16. Una instancia multisectorial conformada por ONGs, corporaciones empresarias, sindicatos, grupos piqueteros, organizaciones populares, entre otros, luego del estallido de la convertibilidad. Su lanzamiento tuvo lugar el 14 de enero de 2002 en la Iglesia Santa Catalina de Siena de la ciudad de Buenos Aires y estuvo impulsada por el gobierno nacional, la Conferencia Episcopal Argentina y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

17. Estas modificaciones nos obligaron a realizar una nueva tabla de códigos para el trabajo con matrices en el software. La misma, correspondiente a las figuras 4 y 5, puede consultarse en el Anexo.

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