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Revista Argentina de Salud Pública

versión impresa ISSN 1852-8724versión On-line ISSN 1853-810X

Rev. argent. salud pública vol.9 no.37 Buenos Aires dic. 2018

 

HITOS Y PROTAGONISTAS

El Cólera en la Argentina durante el siglo XIX

Cholera in Argentina during the 19th century

 

Abel Luis Agüero1,2, Marcos Isolabella2

1. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
2. Sociedad Argentina de Historia de la Medicina, Argentina.

 


El cólera, enfermedad originaria de la India, hasta los comienzos del siglo XIX raramente se había manifestado en Occidente. La razón era que por la agudeza de sus síntomas (diarrea, vómitos y deshidratación) los pacientes difícilmente podían alejarse de las regiones afectadas por la enfermedad, pues su muerte era inminente. La Revolución Industrial y sus consecuencias, entre las cuales se encontraba la velocidad en el traslado de pasajeros por tierra o por mar, produjo el efecto indeseado por el cual la enfermedad alcanzó el Mediterráneo y desde allí se esparció por todo Occidente. Clásicamente se describen cuatro pandemias coléricas en el siglo XIX. La enfermedad llegó por primera vez a la Argentina en forma epidémica en 1859. Desde esa fecha, en otras oportunidades el cólera ingresó al país y se expandió hacia el interior, causando graves trastornos, que a veces se sumaron a otros sucesos trágicos como la Guerra del Paraguay o la epidemia de fiebre amarilla.

PALABRAS CLAVE: Cólera; Epidemia; Pandemia
KEY WORDS: : Cholera; Epidemic; Pandemic


 

El cólera, enfermedad aguda de grave pronóstico y que sin la moderna medicación implicaba en tiempos pasados una muerte casi segura, era una entidad morbosa rara en el mundo occidental hasta el siglo XIX, En el territorio del Río de la Plata durante la época colonial, autores como Bessio Moreno no reportan casos de dicha enfermedad o de alguna patología morbosa que despertara sospechas de cólera, que no se hubiera diagnosticado por las limitaciones de la medicina de la época,

Desde los inicios del siglo XIX la invención de la máquina de vapor (patentada por James Watt en 1760) transformó a la sociedad desencadenando la Revolución Industrial, Una consecuencia de este cambio resultó ser la rapidez de las comunicaciones al inventarse el buque a vapor y la locomotora, Al mismo tiempo, los contactos de Europa con países periféricos aumentaron en gran escala, Ello se debió a la necesidad de los países

centrales de establecer colonias en las cuales colocar sus excedentes de producción que no eran consumidos por los mercados de las metrópolis,

Así pues el "progreso" que los europeos pregonaban como una ventaja para las sociedades coloniales y para sí mismos acarreó también algunos problemas no deseados, Uno de ellos fue la propagación de enfermedades exóticas, que se expandieron a Europa y luego al resto del mundo occidental,

El cólera fue una de las principales enfermedades que se difundieron debido a este proceso, En efecto, antes de la revolución de las comunicaciones el morbo colérico, cuyo reservorio estaba en el Ganges, no podía expandirse demasiado pues los pacientes que lo portaban generalmente fallecían al poco de contraer la infección quedando la enfermedad localizada en una determinada región o zona geográfica, La locomoción a vapor, por el contrario, favoreció el desplazamiento de los infectados fuera de su lugar de origen y la propagación de la epidemia, que por mar o por tierra alcanzó el Mediterráneo y desde allí se extendió por Occidente,

La Historia Universal de la Medicina, dirigida por Laín Entralgo, describe cuatro pandemias coléricas en el siglo XIX, La primera se desarrolló entre 1826 y 1837 y se extendió hasta América del Norte, La segunda pandemia (1840-1862) según el texto citado se vio favorecida por un movimiento de tropas británicas hacia la China para luchar en la primera Guerra del Opio y por las revoluciones europeas de 1848, Esta nueva epidemia también llegó a América, La tercera pandemia, producida en 1863 y finalizada en 1875, llegó hasta América del Sur y tuvo, como se verá, gran importancia en Argentina; lo mismo que la cuarta oleada de este mal, que se produjo entre 1883 y 1894, Mientras el mundo sufría las consecuencias de la última pandemia, Robert Koch (1883) al Vibrio cholerae como agente productor de la enfermedad justificando con ello la evidencia empírica de John Snow acerca de que el cólera era producido por el consumo de aguas contaminadas. Finalmente, el valenciano Jaime Ferrán ensayó en 1885 la primera vacuna anticolérica, que dotaba de un breve plazo de inmunidad.

Las epidemias coléricas en Argentina

Es probable, según el consenso de gran parte de los historiadores que se ocuparon del tema1, que la primera epidemia de cólera haya ocurrido en la ciudad de Bahía Blanca a partir de enero de 1856. En esa época se encontraban en Buenos Aires numerosos exiliados italianos que habían luchado en su patria por la unificación del país y que, condenados a diversas penas, se habían refugiado en esa ciudad. Entre ellos se destacaban algunos militares de calidad, como el coronel Silvino Olivieri. Los avatares de luchas internas entre Buenos Aires y la Confederación habían desatendido la frontera con los pueblos originarios, por lo cual el coronel Bartolomé Mitre, ideó un reclutamiento de italianos que debían asentarse en las afueras de Bahía Blanca como colonia agrícola militar en la cual los legionarios cultivarían la tierra y, al mismo tiempo, defenderían la frontera. Hecho el reclutamiento y nombrado jefe el coronel Olivieri, los primeros batallones de la legión partieron hacia su destino el 24 de enero de 185 62.

En el accidentado viaje hacia la zona austral se produjo la muerte sospechosa de uno de los reclutados y, posteriormente, llegados a destino los regimientos estuvieron apostados cinco meses y medio en la propia ciudad de Bahía Blanca3. Muchos de estos hechos se conocen gracias a que un joven teniente, llamado Pedro Hugony, llevó, aparentemente, un diario de los sucesos. Este diario (en la actualidad lamentablemente perdido) pudo ser leído por el Dr. José Penna, quien era hijo del capitán de artillería que integraba la legión. Gracias a la publicación de Penna sobre el cólera se pudo saber que tanto la legión

como los habitantes de la ciudad blancos, negros y aborígenes empezaron a desarrollar una dolencia aguda caracterizada por vómitos, diarrea, calambres, deshidratación y muchas veces la muerte. Ante esta noticia los jueces de paz de otras regiones, como por ejemplo Carmen de Patagones, ordenaron el cordón sanitario de Bahía Blanca e incluso una carta [hallada por Abel Agüero] producida por el juez de paz bahiense, dice textualmente: "no sé (...) qué demonio de enfermedad ha invadido este Pueblo que en un mes han muerto más de cien personas (...) que si no es cólera es algún pariente y bien cercano". Por todas estas causas es legítimo afirmar la sospecha ya anunciada de que esta fue la primera epidemia de cólera en Argentina. En cuanto a cómo llegó el morbo a la ciudad, no cabe duda de que fue con el arribo de la Legión Agrícola Italiana que fue transportada entre otros buques por el pailebot Antoñito, que posiblemente había recalado con anterioridad en algún puerto cercano al Brasil, donde la enfermedad era muy común.

La epidemia bahiense no tuvo la repercusión y la magnitud de los otros ataques de la enfermedad por ser localizada y estar lejos de otras poblaciones. La segunda aparición del cólera tuvo lugar entre los años 1867 y 1869 durante el desarrollo de la Guerra del Paraguay. El ambiente de esteros y lagunas, unido a la falta de higiene y al hacinamiento de los campamentos en el teatro de operaciones, resultó un caldo de cultivo propicio para la epidemia4. El cólera apareció por primera vez en el campamento aliado de Tuyutí el 26 de marzo de 1867 sin saberse bien si su origen era el haber sido llevado por un barco desde el Brasil hasta Corrientes; o si por el contrario, se debe a que un barco zarpado en Río de Janeiro desembarcó un paciente en Itapirú, donde se contagiaron las tropas brasileñas y luego las argentinas. La difusión del mal fue rápida e hizo colapsar las posibilidades de asistencia sanitaria. Solamente en los ejércitos de tierra -sin contar la escuadra-, los muertos fueron calculados en unos 4500 hombres. Si los paraguayos no vencieron en esa circunstancia a las tropas de la Triple Alianza fue solamente porque el 19 de abril el cólera atacó a sus propias tropas. Al no conocerse aún el origen del mal, poco era lo que se podía hacer al respecto pero cabe destacar que entre los argentinos se estimuló la rehidratación por medio del mate, ya que el agua al ser calentada mataba la todavía desconocida causa del mal, cosa que no ocurría entre los paraguayos, que tomaban tereré5,6.

Desde el frente de batalla el cólera se trasladó con el transporte de enfermos siguiendo el curso de los ríos y el 8 de octubre la Revista Médico Quirúrgica alertó a Buenos Aires al respecto. Ese mismo mes aparecieron los primeros casos en la ciudad luego de haber dejado numerosas víctimas en las provincias del Litoral. Poco después la enfermedad se reportaba en Córdoba, Catamarca, San Luis y Santiago del Estero, llegando a existir casos en diez de las catorce provincias del país5.

En varias provincias del interior la situación era sumamente precaria por la falta de médicos y de estructuras sanitarias, y aun en la provincia de Buenos Aires -la ciudad todavía no era la capital del país- el tema era delicado. En la ciudad de Buenos Aires convivían tres gobiernos: el nacional, el provincial y el municipal y pese a las medidas tomadas la población estaba al límite del pánico. La cantidad de pacientes desbordó la capacidad de los hospitales de hombres y de mujeres y obligó al alquiler de otros locales. Pese a ello el 17 de diciembre una pueblada originó la renuncia de las autoridades municipales, que poco después fueron repuestas en sus cargos. El año siguiente el cólera siguió cobrando vidas y en enero produjo una grave situación política con la muerte del vicepresidente en ejercicio Dr. Marcos Paz. Con el Congreso en receso, el gobierno quedó acéfalo pues la Constitución no había previsto el tema sucesorio; el presidente Mitre tuvo que abandonar el comando de los ejércitos del Paraguay para hacerse cargo de la presidencia del país6.

La epidemia de los años 1867 a 1869 obligó a Buenos Aires a replantearse los sistemas de aprovisionamiento de agua. Se comenzaron los estudios del ingeniero irlandés John Coghlan acerca de su provisión desde el Río de la Plata, filtrada y purificada. El 4 de abril de 1869 se inauguraron los primeros surtidores públicos en la ciudad, si bien hubo que esperar hasta 1870 para que las primeras aguas corrientes domiciliarias llegaran a los barrios del centro bajo la conducción del ingeniero inglés Juan Federico La Trobe Bateman6. Sin embargo, los barrios periféricos quedaron retrasados en el abastecimiento de aguas; por fin recibió este beneficio el barrio de La Boca en el año 1905, siendo el director de las obras el ingeniero Benito Villanueva.

No hubo durante varios años nuevas epidemias de cólera en Argentina si bien existieron casos aislados que tuvieron un debido control por parte de las autoridades. Tal sería el caso del cólera traído a bordo del buque Po, que arribó a Buenos Aires con enfermos coléricos que fueron puestos en cuarentena o unos pocos pacientes que enfermaron en los años 1873 y 18747. Esta tregua producida por el morbo colérico evitó a Buenos Aires una más terrible catástrofe en 1871, año en el cual se produjo la epidemia de fiebre amarilla que fue la más letal de las epidemias que azotaron al país en ese siglo.

Sin embargo, un peligro latente acechaba la salud de la ciudad y desde ella la de todo el país a causa de la inmigración8. Fue en esta época en la cual alrededor de seis millones de personas emigraron de Europa para dirigirse a las costas argentinas. La mayoría de los recién llegados lo hacían en condiciones de inmigrantes pobres que pagaban un viaje en tercera clase. A su vez numerosas compañías navieras aprovecharon el negocio del transporte. Muy poco era lo que podían pagar los pasajeros de tercera clase, pero la ganancia estaba en hacinar la mayor cantidad de gente en el menor espacio y de hacer el viaje lo más rápidamente posible. Las condiciones higiénicas en las que llegaban los nuevos habitantes del país eran entonces francamente deplorables. Una vez arribados, los inmigrantes se iban ubicando en las casas señoriales del centro abandonadas por la epidemia de fiebre amarilla y convertidas en conventillos. Vale decir que a la falta de higiene del viaje había que agregar las tristes condiciones del conventillo, generalmente con un baño único para todos sus habitantes.

A su vez las compañías navieras veían como un grave inconveniente todas las medidas de vigilancia epidemiológica que aplicaba Argentina en el puerto de Buenos Aires; la más temida era la cuarentena, que inmovilizaba un buque haciéndole perder la ganancia del viaje9. Por esta causa, la tensión entre compañías navieras tales como La Veloce y las autoridades sanitarias del puerto no eran una novedad para nadie10.

El cólera retornó en forma epidémica entre 1886 y 1887 siendo registrado el 1 de noviembre de 1886 el primer caso en el barrio de La Boca. Poco después los avatares políticos exigieron un traslado de tropas realizado desde el Litoral, llegando a Tucumán cinco soldados enfermos. Desde entonces la epidemia se extendió a Salta y Jujuy.

El origen de la llegada del cólera en esta etapa está en discusión. Muchos autores han imputado al vapor Perseo, arribado del puerto de Génova el 11 de octubre de 1886, como el causante de la epidemia11,12. Este buque tocó primero el puerto de Montevideo denunciando cuatro muertes en el transcurso del viaje con síntomas gastrointestinales. Pese a que el Uruguay puso en cuarentena al navío por unos pocos días, al llegar a Buenos Aires, el Perseo pudo desembarcar 1327 pasajeros y 119 tripulantes sin objeciones. De la polémica posterior en la cual se achacaba al Departamento Nacional de Higiene la falta de cuidados preventivos respecto de este buque, no se puede establecer con absoluta certeza que haya sido el responsable de la epidemia. Pero fuera el Perseo o cualquier otra nave, lo que es casi indiscutible es que la epidemia entró por el puerto.

En Buenos Aires se puso a prueba en forma exitosa la recién estrenada Asistencia Pública, organización municipal que tenía bajo su cuidado los hospitales, los médicos seccionales y, en general, la salud de la población capitalina13,14. Creada en enero de 1883, la Asistencia Pública quedó bajo la dirección de José María Ramos Mejía, a quien el Congreso Nacional dotó de poderes extraordinarios. El director ordenó la denuncia obligatoria de casos, el aislamiento de los pacientes y, pese a las dificultades de orden religioso, la cremación de los cadáveres. Se obtuvo así un control mucho más eficaz que en años anteriores. Esta epidemia y el otorgamiento de poderes especiales produjo un choque entre el intendente Torcuato de Alvear y Ramos Mejía, dos personalidades fuertes y celosas de su autoridad. Una vez logrado el control de la enfermedad, se produjo la renuncia del director de la Asistencia Pública, que fue desplazado de su cargo y reintegrado después por unos pocos meses más15,16.

La epidemia de 1887 produjo efectos graves en las provincias del norte. Fue bastante claro que los casos de cólera habían arribado a dichas provincias por medio del ferrocarril, razón por la cual los gobernadores de Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán decidieron imponer una cuarentena a los trenes que provenían de las provincias del Litoral. Esta medida no fue convalidada por el gobierno nacional, que la anuló y tuvo como consecuencia, por ejemplo, que el traslado de un regimiento hacia Tucumán iniciara una epidemia en esa provincia17.

En enero de ese año la enfermedad ingresó en Santiago del Estero y duró dos meses18. En Salta hubo cólera desde diciembre de 1886, que se presumió traído por los regimientos de línea llegados desde el Litoral.

Según menciona Pérgola los enfermos en Salta alcanzaron la cifra de 3566 casos. El 10 de diciembre el cólera se hizo presente en Tucumán, donde se registraron entre 5000 y 6000 enfermos. La epidemia fue declinando hacia finales de 1887.

Un pequeño brote ocurrido en Santa Fe entre 1894 y 1895 y atendido a tiempo por las autoridades sanitarias marcó el final de las epidemias de cólera del siglo XIX en la República Argentina16.

Caricatura del vapor Perseo con un verso alusivo al pie.

Fuente: Semanario Don Quijote, 16 de enero de 1887.12

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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