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Bonplandia

Print version ISSN 0524-0476On-line version ISSN 1853-8460

Bonplandia vol.26 no.2 Corrientes Dec. 2017

 

ARTICULOS ORIGINALES

Etnobotánica histórica de grupos criollos de Argentina II: Puesta en valor, adscripción cultural y análisis de los usos no medicinales presentados por el gobierno argentino en la Exposición Universal de París de 1889

 

Gustavo F. Scarpa

Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" - CONICET. Av. Ángel Gallardo 470 (C1405DJR), C.A.B.A. E-mail: gscarpa@macn.gov.ar

DOI: http://dx.doi.org/10.30972/bon.2622547


Resumen

Se pone en valor, analiza y adscribe culturalmente el voluminoso corpus de usos no medicinales de las plantas que fueran registrados y exhibidos para la Exposición Universal de París de 1889. Se aplica la metodología propia de la etnobotánica histórica, considerando los datos del catálogo de dicha exposición como fuente de información primaria. A partir de sus referencias geográficas se infiere la adscripción bio-cultural estimada a siete pueblos criollos de la Argentina de cada uno de los 643 datos etnobotánicos registrados. Estos datos aluden a 173 taxones vegetales, principalmente a Prosopis nigra, Condalia buxifolia, Enterolobium contortisiliquum, Eugenia uniflora, Anadenanthera colubrina var. cebil y Prosopis alba. La mayoría de los usos corresponden a las categorías de tintóreas (89 datos); utensilios (87); mobiliario (87); alimentación (86); transporte (77); curtientes (52); viviendas (46); construcciones varias (35) y como combustibles. La mayoría fue referido para los Criollos de Valles Subandinos del ecotono Yungas-Chaco (246), para los Criollos de Misiones (142), para los Criollos del Chaco Húmedo (100) y para los Criollos del Chaco Árido y Serrano (91). Se destaca que varios de estos datos corresponden a usos poco relevados, o bien a grupos criollos cuya relación con las plantas todavía nos resulta incompleta o casi desconocida.

Palabras clave: Argentina, criollos, etnobotánica, siglo XIX, usos no-medicinales.

Abstract

A huge quantity of non-medicinal plant uses registered and exhibited during the Universal Exposition of Paris in 1889 is here put into value, analyzed, and culturally ascribed. Classic methods from historical ethnobotany were applied, considering the catalogue of the Exposition as a primary source of information. Estimated bio-cultural assignment of each one of the 643 ethnobotanical data was inferred from geographic references to seven Argentinian Criollos groups. These data refer to 173 plant taxa, mainly Prosopis nigra, Condalia buxifolia, Enterolobium contortisiliquum, Eugenia uniflora, Anadenanthera colubrina var. cebil, and Prosopis alba. Most plant uses belong to the following categories: dyes (89 data), utensils (87), furniture (87), food (86), transport (77), tanning (52), home building (46), other constructions (35), and fuel. Most data are referred to Criollos from Sub-Andean Valleys of Yungas-Chaco Ecotone (246), the remaining to Criollos from Misiones (142), Criollos from Humid Chaco (100), and Criollos from Arid and Mountainous Chaco (91). Much of these data correspond to little known uses or belong to Criollos groups whose relationships with plants are still incomplete or almost unknown.

Key words: Argentina, criollos, 19th century, ethnobotany, non-medicinal uses.

 

Recibido: 23 de mayo de 2017

Aceptado: 11 de septiembre de 2017


 

INTRODUCCIÓN

Si bien las investigaciones etnobotánicas en la Argentina han evidenciado un notable incremento desde mediados de 1990 hasta la fecha, las dedicadas a la etnobotánica histórica han mostrado un escaso desarrollo en nuestro país. Entre las obras señeras estrictamente enfocadas en esta temática merecen mencionarse los artículos de Vignati (1941) sobre el "pan" de los patagones protohistóricos, el de Martínez Crovetto (1963) sobre las noticias etnobotánicas de Augusto Guinnard, el de Arenas (1997) sobre las fuentes históricas para su estudio, la tesis doctoral de Cintia Rosso (2012) sobre la etnobotánica de los indígenas mocovíes en las fuentes históricas del jesuita Florian Paucke del siglo XVIII, el trabajo de Anconatani & Scarpa (2015) sobre la etnobotánica médica de los qom en fuentes documentales de religiosos franciscanos de principios del siglo XX y los de Scarpa & Rosso (2014a, 2014b) y Martínez Crovetto (2014†) sobre la etnobotánica de los mocovíes de la provincia del Chaco en los registros de este último autor.

A pesar del desarrollo de la etnobotánica argentina antes mencionado, el conocimiento de los usos y significaciones de las plantas para diversos grupos criollos de nuestro país todavía resulta escaso (Montani & Scarpa, 2016; Scarpa et al., 2016). Esto es lo que sucede, por ejemplo, con la etnobotánica de los criollos que habitan en los Valles Subandinos del ecotono entre las Yungas y el Chaco, así como con la de los criollos de la provincia de Misiones, a excepción de los realizados por Moreau (2006) y por Keller & Romero (2006), y la de los criollos del Chaco Árido y Serrano.

Scarpa et al. (2016) ya han reconocido, puesto en valor y analizado un voluminoso corpus de usos medicinales de las plantas exhibidos durante la Exposición Universal de París en 1889, correspondientes a la etnobotánica histórica de criollos del centronorte de la Argentina y que permanecían prácticamente olvidados. Debido a la imposibilidad de abordar la gran cantidad de datos etnobotánicos presentados durante dicha exposición en un solo artículo, este trabajo se presenta aquí como la segunda parte de aquella contribución. A pesar de que algunos de estos usos vegetales fueron publicados en la obra de Niederlein (1890), donde se describe la exhibición del pabellón argentino en dicha Exposición, la asignación geográfica, y por ende socio-cultural, de la mayoría de estos datos fueron ignorados. Dado el valor que la etnobotánica asigna actualmente a las peculiaridades culturales de cada pueblo en la significación y uso de las plantas, se vuelve significativa la asignación de la información antedicha a cada uno de los pueblos que entonces los refirieron, transformando de esta manera dicha información en datos etnobotánicos propiamente dichos.

El objetivo de esta contribución es describir el voluminoso corpus de usos no medicinales de las plantas que fueran registrados y exhibidos durante la Exposición Universal de París (EUP) de 1889, estimar su adscripción a cada uno de los complejos bio-culturales criollos a los cuales se refiere, y ponderar el valor que los mismos poseen para la etnobotánica argentina de acuerdo a su contexto histórico y cultural de referencia.

 

MATERIAL Y MÉTODOS

Los datos sobre usos no medicinales de las plantas exhibidos en el pabellón argentino de la EUP de 1889 fueron recabados por una organización de comisiones auxiliares provinciales coordinada desde la ciudad de Buenos Aires por el prestigioso botánico Gustavo Niederlein, quien dirigió y controló las identificaciones botánicas de los ejemplares que documentaron el corpus de datos presentado. Esta verdadera encuesta a nivel nacional fue desarrollada poco antes de 1889 por las comisiones que estuvieron apostadas, mayormente, en las capitales provinciales o de Territorios Nacionales de ese entonces y, en menor medida, en pequeñas localidades del centro-norte de la Argentina. Estos datos fueron publicados en el catálogo oficial de la EUP de 1889, que constituye la fuente histórica primaria de este trabajo, bajo el nombre de "Catalogue spécial. République Argentine. Esposition Internationale de 1889 à Paris", en idioma francés, en aquella misma ciudad y año. En tanto documento histórico extranjero de más de 125 años de antigüedad, y debido a la naturaleza no científica de la publicación, ya que corresponde a un simple catálogo de una exhibición, se comprende que este documento haya tenido escasa disponibilidad, difusión y/o repercusión en nuestro país. Allí se incluyen diferentes usos de las plantas, mencionadas por su nombre científico y su nombre vulgar, indicando para cada caso la provincia o territorio y, en varias ocasiones, la localidad específica de procedencia y el nombre completo de las personas que los refirieron. Esto último, sumado a lo indicado en otras fuentes históricas consultadas, que refieren la organización y preparativos para esta encuesta a nivel nacional (Departamento de Agricultura de la Nación Argentina, 1888), permiten inferir que todas las informaciones presentadas en dicha exposición fueron recogidas "de primera mano" por comisiones provinciales formadas ad hoc.

Todos los datos presentes en dicho catálogo fueron ordenados y sistematizados para su análisis en una base datos según el programa MS-Access.

La metodología de análisis empleada considera a los datos del pasado como fuente de información primaria, a los cuales se aplica la metodología propia de la etnobotánica histórica (Medeiros, 2009; Rosso, 2012; Rosso & Scarpa, 2012; Scarpa & Rosso, 2014b). Según esta herramienta resulta imprescindible contextualizar y caracterizar desde el punto de vista histórico las fuentes (quién la realizó, con qué objetivos, en qué marco, etc.), para luego describir y analizar los datos etnobotánicos propiamente dichos.

La adscripción bio-cultural de los datos incluidos en la fuente primaria se estima tanto a partir de datos bibliográficos que refieran la conformación socio-cultural de los grupos humanos que se hallaban presentes en cada uno de los lugares de obtención y/o recopilación de los usos señalados en la EUP en los albores del año 1889, como por las características de la fitonimia y de los tipos de usos de las plantas allí referidos.

Se emplea como criterio metodológico el "axioma bio-cultural" explicitado por Toledo & Barrera-Bassols (2008), por el cual "cada cultura local interactúa con su propio ecosistema local y con la combinación de paisajes y sus respectivas biodiversidades contenidos en ellos, de tal suerte que el resultado es una compleja y amplia gama de interacciones finas y específicas". A partir de esto último se distinguen complejos bioculturales en función de la información disponible en el Catálogo de la EUP de 1889 y de las inferencias antes detalladas sobre la conformación socio-cultural de cada una de las fuentes de información allí referidas. De esta manera, los datos, por ende, sí pueden considerarse de naturaleza etnobotánica. Los nombres científicos de los taxones se actualizaron según las bases de datos Flora Argentina (2015) y Tropicos.org (2014) en función de su condición de "aceptado" y se cotejó la validez de su presencia en las regiones geográficas citadas según su distribución actual. Asimismo, se efectuó una estandarización de la nomenclatura de las aplicaciones específicas referidas para cada taxón.

 

RESULTADOS

A continuación se describen en términos generales los datos no medicinales presentados en la EUP de 1889, se caracterizan según las categorías de usos más importantes a las que pertenecen las aplicaciones específicas referidas, para luego analizarlos según su adscripción bio-cultural específica estimada. La contextualización histórica del documento utilizado como fuente de los datos, así como el destino del material vegetal de referencia que documentan los mismos, no son descriptos aquí en aras de la brevedad, debido a que ya fueron detallados en el trabajo que constituye el precedente inmediato a este (Scarpa et al., 2016).

El número total de datos provenientes de la fuente histórica fue de 732 usos no medicinales asignados a plantas identificadas desde el punto de vista botánico. Un total de 13 de estos datos fueron descartados por hallarse asignados a especies que, según las bases de datos actuales (Flora Argentina, 2015), no se hallan en territorio argentino; 3 de ellos por haber sido asignados a especies explícitamente excluidas de la Flora Argentina y 10 por corresponder a un binomio desconocido tanto para dicha flora como para la base de datos Tropicos.org. (2014). Asimismo, se han verificado algunas incongruencias entre el porte que presentan ciertos taxones citados y algunos de los usos que les son asignados. Entre ellas, figuran los usos maderables asignados a taxones de porte arbustivo tales como Condalia microphylla Cav. (Rhamnaceae), Acnistus australe (Griseb.) Griseb. (Solanaceae) (actualmente Iochroma australe Griseb.); Melochia sp. (Sterculiaceae) y Randia micrantha (Lillo) Bacigalupo (Rubiaceae). En el primer caso, el taxón referido sería indudablemente Condalia buxifolia Reissek, llamado vulgarmente "piquillín grande", pero de porte arbóreo, ya que no solo coincide la correspondencia entre género botánico y nombre vulgar, sino que además algunos de los mismos usos maderables aquí registrados son conocidos y citados en la bibliografía (Demaio et al., 2002) y su distribución coincide con la procedencia de los datos. Debido a esta homologación y por haber sido citados para esta última especie (Demaio et al., 2002), otros usos no maderables referidos para C. microphylla (i.e. "licores", "dulces", etc.) fueron también asignados aquí a C. buxifolia. Los usos referidos a Acnistus australe corresponderían a A. breviflora (actualmente Vassobia breviflora (Sendtn.) Hunz.), por constituir la otra especie del mismo género que tiene porte arbóreo, por ende pasible de poseer usos maderables, y por tener la misma distribución geográfica e idénticos usos citados para el mismo complejo bio-cultural por el catálogo aquí consultado. En cambio, tanto los usos referidos para Melochia sp. como para Randia micrantha fueron directamente descartados, ya que no concuerdan ni su porte ni su distribución actual con la referida en la fuente histórica de los datos aquí analizada.

Por último, de los 711 datos restantes se pudo verificar que un total de 68 referidos para localidades y/o provincias distintas pertenecían a un mismo complejo bio-cultural criollo, razón por la cual, no se consideran como datos diferentes desde la perspectiva etnobotánica y, por ende, se restan del total mencionado (ver más adelante).

En suma, se reconocen 643 datos etnobotánicos totales referidos a usos no medicinales de pueblos criollos de la Argentina correspondientes a 173 taxones pertenecientes a 56 familias botánicas. En la Tabla 1 se enlistan los usos no medicinales de estas plantas, las que se presentan ordenadas alfabéticamente por familia botánica y nombre científico, nombre criollo, aplicaciones no medicinales específicas, partes utilizadas, localidades y complejo bio-cultural estimado a los que hacen referencia.

 

Tabla 1. Datos etnobotánicos no medicinales por Complejos Bio-culturales Criollos estimados (CBC).

Table 1. Non-medicinal ethnobotanical data of Criollos bio-cultural complex (CBCE).

 

El 28,6% de los datos corresponden a la familia Fabaceae (183); 7,1% a Rhamnaceae (46); 6,2% a Myrtaceae (40); 5,3% a Anacardiaceae (34) y 4,8% a Rutaceae (31), entre las más importantes. En la Fig. 1 se grafica la participación relativa de las principales especies con usos no medicinales, según cantidad de datos referidos para cada una de ellas.

En la Fig. 2 se representa gráficamente la participación relativa de cada una de las categorías de usos de las plantas en la EUP de 1889, la cual incluye también la correspondiente a "medicinales", publicada en la primer parte de esta investigación (710 datos; 52,5%), con el fin de comparar todos los tipos de usos de manera integrada.

En la Fig. 3 se grafica la cantidad de taxones y de usos por taxón (como medida de versatilidad) para cada una de las subcategorías de usos no medicinales.

 

Fig. 1. Principales especies con usos no medicinales.

Fig. 1. Main plant species with non-medicinal uses.

 

Fig. 2. Cantidad de datos por categorías de usos medicinales y no medicinales.

Fig. 2. Number of data per medicinal and non-medicinal uses.

 

Fig. 3. Cantidad de taxones y de usos por taxón por subcategorías de usos no medicinales.

Fig. 3. Number of taxa and uses per taxa for each sub-category of non-medicinal uses.

 

Los datos etnobotánicos correspondientes a cada una de las aplicaciones específicas no medicinales de las plantas, ordenadas por categorías de uso, se contabilizan en la Tabla 2.

El Catálogo de la EUP de 1889 refiere datos etnobotánicos no medicinales correspondientes a 14 provincias (o territorios nacionales) de la Argentina. En la Fig. 4 se muestra gráficamente la cantidad y proporción de estos datos para cada una de ellas.

 

Tabla 2. Cantidad de datos por aplicación específica.

Table 2. Number of data per specific applications.

 

Fig. 4. Cantidad y proporción de usos no medicinales por provincia.

Fig. 4. Number and proportion of non-medicinal uses per province.

 

Tal como se afirma en el antecedente principal de este trabajo (Scarpa et al., 2016), a excepción de la provincia de Misiones, no resulta necesario efectuar un estudio histórico detallado a los fines de estimar que los grupos humanos presentes en las localidades de San Salvador de Jujuy, Salta, San Miguel de Tucumán, Córdoba y San Luis durante los albores de 1889, poseían una conformación mayoritariamente Criolla producto de un mestizaje pergeñado desde el siglo XVI. En efecto, desde fines del siglo XVII las poblaciones de dichas localidades quedaron definitivamente "separadas" de los núcleos mayoritariamente indígenas, ya sea por líneas de fortines -y ejecución de campañas punitivas durante todo el siglo XVIII- hacia el este, o por la inaccesibilidad de las áreas montañosas hacia el oeste donde aquellos quedaron encapsulados. Además de la ubicación geográfica de procedencia de los datos, esta inferencia resulta congruente tanto con los nombres vulgares asignados a las plantas -todos criollos- como con la naturaleza típicamente criolla de los usos referidos, según puede consultarse en Scarpa (2012a; 2012b). Respecto a los datos referidos a Misiones en la EUP de 1889, la procedencia socio-cultural de los grupos humanos que allí habitaban podría estimarse -aproximadamente según Scarpa et al. (2016)- a partir de los datos del Censo del Gobierno de Corrientes de 1879 (de quien dependía el distrito de Misiones en esa época). En efecto, según Queirel (1897), en 1879 la mayoría de la población (al menos sus 2/3 partes) correspondía a peones obrajeros, los cuales son explícitamente definidos en la misma fuente histórica como "tanto el nacido y criado allí, como el correntino, brasilero o paraguayo que allí vive y tiene los mismos hábitos y análogo carácter". Estos datos, conjuntamente con la suposición de que la comisión auxiliar haya tenido mayor posibilidad de intercambiar informaciones etnobotánicas con los peones obrajeros - sujetos a un régimen de trabajo asalariado- que con los integrantes de comunidades mbya -o eventualmente chiripá- guaraníes propiamente dichas -quienes a fines del siglo XIX habrían continuado viviendo en gran medida de los recursos del bosque-, nos permitirían inferir que las informaciones provendrían de la población que conformaría con el tiempo el criollo misionero propiamente dicho. Es decir, se trataría de mestizos cuya conformación socio-cultural sería de raigambre hispanoguaranítica, provenientes tanto de la provincia de Corrientes como de las vecinas Repúblicas de Paraguay y del Brasil.

Los usos no medicinales de las plantas referidos para el "Territorio de Misiones" son adscriptos -de manera estimada- al complejo bio-cultural "Criollos de Misiones", mientras que los datos referidos a "Jujuy", "Tucumán", "Catamarca" (que proceden de las comisiones auxiliares instaladas en sendas capitales provinciales) y Paclín (provincia de Catamarca) al de los "Criollos de Valles Subandinos del ecotono Yungas-Chaco". Los datos registrados en "Formosa" y en "Riacho de Oro" (provincias de Formosa y Chaco respectivamente) son asignados a los "Criollos del Chaco Húmedo". Los datos referidos para Córdoba, en cambio, son adscriptos estimativamente a dos complejos bioculturales distintos: los de "Córdoba", "Anejas Norte" y "Río Segundo" a los "Criollos del Chaco Seco", mientras que los de "Pocho" y "Minas" a los "Criollos del Chaco Árido y Serrano". A este último complejo también son asignados aquellos referidos a "San Luis". Los correspondientes a "La Pampa", "Mercedes" (provincia de Buenos Aires) y "Colonia Helvecia" (provincia de Santa Fe), pertenecerían al complejo bio-cultural de los "Criollos de la región Pampeana", mientras que los de "Mendoza", "Tunuyán" y "Guaymallén" (provincia de Mendoza) a los "Criollos de Cuyo". Por último, el único dato asignado a Santiago del Estero corresponde a los "Criollos del Chaco Seco", mientras que el de Tierra del Fuego queda sin adscribir.

La participación relativa de cada uno los complejos bio-culturales estimados en función de los datos no medicinales registrados en la EUP de 1889 se grafican en la Fig. 5.

 

Fig. 5. Cantidad y proporción de usos no medicinales por complejo bio-cultural criollo.

Fig. 5. Number and proportion of non-medicinal uses per criollos bio-cultural complex.

 

DISCUSIÓN

Entre las categorías de uso no medicinales citadas se destaca la valoración especial que ciertas aplicaciones de las plantas poseían hacia finales del siglo XIX. En efecto, acorde a este momento histórico, se observa la importancia que estas tenían en la construcción de viviendas ("ranchos"), vehículos de transporte y carga (carretas, carros y embarcaciones); en la confección de casi la totalidad de su mobiliario, de sus implementos de labranza, como tintes naturales, utensilios de uso cotidiano, así como la gran valoración de las especies curtientes derivada del papel descollante que tenía por entonces la utilización del cuero (tanto de animales de cría como de la fauna silvestre), importancia que entre los criollos argentinos ha sido especialmente destacada por Sarmiento ([1845] 2000) al caracterizar a estos grupos humanos como verdaderas "civilizaciones del cuero".

Resulta destacable tanto la cantidad de especies utilizadas para teñir (61 taxones) como la diversidad de colores que estas rinden según los datos referidos en la EUP de 1889, ya que su número es sustancialmente superior al registrado entre los criollos del norte argentino hasta la fecha en los trabajos etnobotánicos de Stramiglioli (2007), Palacio et al. (2007) y Trillo et al. (2007). Según estos autores, la gama de colores naturales más frecuentemente registrada corresponde a distintas tonalidades del marrón, amarillo, anaranjado y verde, la cual es mucho más reducida que la obtenida durante la época previa a la aparición de las anilinas. En este sentido, Stramiglioli (2007) admite que se han perdido fuentes naturales del color rojo y del azul, tales como la "grana" y el "añil". De la bibliografía antes mencionada, solo esta última autora cita plantas nativas utilizadas como fuentes del color azul: Indigofera suffruticosa Mill. e I. kurtzii Harms. Éstas eran empleadas a manera de sucedáneos del añil (I. tinctoria L.) cuando este dejó de comercializarse en nuestro país, para ser finalmente reemplazadas por la anilina industrial de dicho color. Por estas razones, la gran cantidad de taxones rescatados del catálogo de la EUP de 1889 como fuentes de extracción de tintes violáceos (11) y azulados (4) resulta altamente ponderable, no solo por su propia originalidad, derivada de haber sido registrados previamente a la aparición de las anilinas, sino por el potencial utilitario que los mismos revisten a futuro. Entre aquellos que brindarían una coloración azulada se cita la parte aérea del "iribú retimá" (Chromolaena laevigata (Lam.) R. M. King & H. Rob., Asteraceae) y los frutos de la "zarzaparrilla" (Smilax campestris Griseb., Smilacaceae) para los criollos de la provincia de Misiones, así como los frutos del "ñandipá" (Genipa americana L., Rubiaceae) para los criollos del Chaco Húmedo (Formosa). En el detallado estudio de Marzocca (1959) solo se cita el uso tintóreo de esta última especie para indígenas del Chaco Boreal (Guaná, Mbayá y Chamacoco), mientras que explicita que entre las "tribus sureñas" tal color se obtenía solamente con carbón de leña. Respecto a las fuentes del color violáceo, ninguna de las fuentes antes mencionadas (Marzocca, 1959; Palacio et al., 2007; Trillo et al., 2007; Stramiglioli, 207), cita planta tintórea alguna, a excepción de Demaio et al. (2002) quienes señalan que los frutos y corteza de Condalia buxifolia rinden un color punzó, que podría haberse homologado a dicho color (variando la concentración de la decocción a la que son sometidas tales partes durante la extracción del principio tintóreo). En cambio, en la EUP de 1889, se refieren como tales al duramen del "urundel" (Astronium urundeuva (Allemâo) Engl.), del "viraró" (Pterogyne nitens Tul.) y de la "cañafístula" (Peltophorum dubium (Spreng.) Taub.), así como a los frutos de la "pitanga" (Eugenia uniflora L.) y de la "zarzaparrilla" (Smilax campestris) para criollos de la provincia de Misiones, así como del duramen del "laurel negro" (Ocotea porphyria (Griseb.) van der Werff) para los criollos de Valles Subandinos Yungas-Chaco (Catamarca) y de la provincia de Misiones; la raíz del "piquillín" (Condalia microphylla Cav.) para los criollos de la Pampa (provincia de La Pampa), del Chaco Árido y Serrano (San Luis) y de los Valles Subandinos YungasChaco (Catamarca y Tucumán). El dato de la extracción de tinte violáceo de la corteza de Trichilia catigua A. Juss. por parte de los criollos del Chaco Húmedo tendría carácter dudoso, ya que para los criollos de Misiones es referido el color "pardo-rojizo" para la misma parte de la misma especie. El autor desconoce que estas aplicaciones de las plantas hayan sido informadas alguna vez en publicaciones científicas hasta la fecha para grupos criollos de la Argentina, razón por lo cual se considera prima facie como novedosas para nuestro país.

La elevada cantidad de datos etnobotánicos referidos por la EUP de 1889 respecto a la construcción de viviendas, confección de mobiliario, utensilios domésticos, útiles de labranza y a los combustibles, resulta comparable con la señalada oportunamente por Scarpa (2012a) para los criollos del Chaco Semiárido argentino. Exceptuando estas últimas, sin embargo, dichas referencias resultan ciertamente originales debido a la rareza de trabajos publicados que describan estas categorías de datos etnobotánicos para criollos de nuestro país en su preciso contexto cultural de referencia.

Por otra parte, también resulta destacable la gran diversidad de taxones y de tipos de aplicaciones referidas para la construcción de medios de transporte (carros, carretas y carretillas) que fueron, durante cerca de tres siglos, los únicos vehículos disponibles para la movilización de personas y de mercancías a lo largo y ancho de nuestro territorio, antes de ser reemplazados por camiones y ómnibus. La gran cantidad y diversidad de datos (78) referidos a numerosos taxones vegetales (46) empleados para la confección de cada una de las diferentes piezas constitutivas de estos antiguos medios de transporte (incluidas las embarcaciones, ver la Tabla 2), resultan totalmente novedosas e inéditas para la etnobotánica de nuestro país, debido a la inexistencia de trabajos que aborden esta temática. La gran cantidad de datos etnobotánicos para la categoría Mobiliario (70) asignados a un máximo número de taxones (62) para una misma aplicación específica, también resulta digna de mención.

Respecto al empleo alimentario de las plantas merecen destacarse los usos inéditos de las flores tostadas del "ceibo" (Erythrina cristagalli L.) para los criollos de Valles Subandinos Yungas-Chaco (Jujuy), así como el consumo de los frutos frescos del "ñandipá" (Genipa americana L.) para los del Chaco Húmedo (Formosa). Los usos asignados a esta última especie en mueblería (arcones y muebles) y en cajas de carretas también serían novedosos para nuestro país.

Por último, si bien las propiedades textiles de especies nativas tales como Trema micrantha (L.) Blume (Celtidaceae), Pavonia communis A. St.-Hil. (Malvaceae) y Urera baccifera (L.) Gaudich. (Urticaceae) son citadas por Luna Ercilla (1977) desde el punto de vista botánicoeconómico, esta sería la primera vez que estas lo son desde la perspectiva etnobotánica, es decir, al referirse sus aplicaciones específicas ("tejidos rústicos") en su respectiva adscripción cultural estimada ("criollos de la provincia de Misiones").

Entre las plantas con mayor cantidad de usos no medicinales referidos en el catálogo de la EUP de 1889 (Fig. 1) se citan árboles de reconocida utilización por criollos de varias zonas del país, como Prosopis alba, P. nigra. Enterolobium contortisiliquum, Geoffroea decorticans (Gillies ex Hook. & Arn.) Burkart, Sarcomphalus mistol, Zanthoxylon coco y Eugenia uniflora, entre otros. Sin embargo, también se destacan entre estos últimos otros cuya versatilidad de empleo no resulta tan difundida en la actualidad, como Condalia buxifolia (con 17 datos), Celtis ehrenbergiana (16) y Acacia caven (Molina) Molina (10 datos) con cantidades de usos sustancialmente elevadas.

La precisión de la estimación efectuada acerca de la adscripción cultural criolla de estos usos queda evidenciada al tener en cuenta los tipos de aplicaciones particulares de las plantas. Ejemplo de ello son los bienes culturales típicamente criollos (ver Scarpa, 2012a) referidos como "bolanchao" (bolillas elaborados con frutos de "mistol" molidos y espolvoreadas con harina de algarroba o de maíz); "patay" (torta seca y chata confeccionada con harina de algarroba apelmazada en molde circular y horneada); "añapa" (bebida resultante de filtrar el macerado en agua de frutos de algarroba molidos), "aloja" (bebida alcohólica resultante de la fermentación de la añapa); "sillas"; "muebles", "carretas" y "toneles", entre otros. Sin embargo, son referidos en el catálogo en cuestión cuatro usos referidos como "flechas", "arcos de flechas" y "veneno para flechas", los cuales constituirían claramente conocimientos criollos sobre usos indígenas de las plantas, con carácter de excepcionalidad.

Los datos etnobotánicos no medicinales rescatados del catálogo de la EUP de 1889 se hallarían claramente sesgados desde la perspectiva etnobotánica, si los comparamos con aquellos provenientes de otras investigaciones de este tipo con criollos argentinos. En primer lugar, se aprecia una sobreestimación de los usos y significados de las plantas de neto corte economicista, que no tiene en cuenta su participación en la simbología religiosa ni en las creencias de los pueblos, entre otros aspectos, de máximo valor según resultados preliminares de investigaciones sobre etnobotánica histórica de criollos del Chaco Húmedo a inicios del siglo XX (Scarpa & Rosso, inédito). En segunda instancia, la baja valoración de los forrajes silvestres, y de la ganadería misma, que se tenía hacia finales del siglo XIX por quienes organizaron la obtención de estos datos, sería la razón de su escasísima cantidad registrada para este ítem (4). Este desajuste sería ostensible teniendo en cuenta que la mayoría de los criollos consultados en ese entonces practicaban una ganadería tradicional en la cual los forrajes, según resultados de investigaciones etnobotánicas actuales con ganaderos criollos (Scarpa, 2007; Muiño, 2010), resultan de una máxima valoración. Ambos sesgos identificados habrían obedecido a que la finalidad del registro y exhibición de estos datos en la EUP de 1889 consistía en atraer productores agrícolas e inversores europeos hacia nuestro país, según las políticas propias de la élite gobernante de la Argentina entre 1880 y 1916, conocida como la "Generación del ‘80". Es decir, que el criterio de selección de los datos etnobotánicos para dicha exposición habría sido el de maximizar la exhibición de las potencialidades económicas, de tipo agrario-industrialista, que poseían los recursos naturales renovables vegetales de la Argentina, más que transmitir la valoración o significación que los criollos argentinos de ese entonces tenían de las plantas (criterio etnobotánico).

Por último, se comprueba que la proporción de datos para cada complejo bio-cultural estimado resultó similar a la hallada para los datos medicinales de la EUP de 1889 (Scarpa et al., 2016), es decir, valores máximos para los criollos de Valles Subandinos, seguidos por los criollos de Misiones, del Chaco Árido y Serrano, del Chaco Seco y de los Pampeanos. Se destaca que para los dos primeros grupos criollos mencionados, así como para los del Chaco Húmedo (Formosa y Riacho de Oro, provincia del Chaco), todavía no existen investigaciones etnobotánicas exhaustivas, lo cual, teniendo en cuenta la gran cantidad de datos aquí presentados para cada uno de ellos (148, 142 y 100, respectivamente), realza el valor de la presente contribución.

 

CONCLUSIONES

Se concluye que, entre los datos no medicinales aquí presentados y los medicinales publicados por Scarpa et al. (2016), se describen, ponen en valor y se analizan según su adscripción bio-cultural específica estimada un total de 1349 datos etnobotánicos exhibidos por el Gobierno de la Nación Argentina ante la Exposición Universal de París de 1889.

La gran cantidad y diversidad de información rescatada como datos etnobotánicos referidos a numerosas categorías de uso y aplicaciones específicas de las plantas para varios complejos bio-culturales criollos de la Argentina, permiten afirmar de modo concluyente el alto valor que posee el análisis de fuentes históricas desde la perspectiva de la etnobotánica actual. Su valor se incrementa aún más al considerar que muchos de ellos resultan novedosos o infrecuentes en la literatura etnobotánica de nuestro país, ya sea por referirse a categorías o usos poco relevados, o bien a grupos criollos cuya relación con las plantas todavía nos resulta incompleta o casi desconocida. Por último, se pone de relieve el alto valor histórico de los datos aquí compilados, en cuanto a su contribución al patrimonio material e inmaterial de los criollos considerados, así como su aporte a la comprensión de procesos históricos asociados a la conformación de sus respectivos acervos etnobotánicos y culturales.

 

AGRADECIMIENTOS

A la Dra. Cintia Rosso, por facilitarme bibliografía aquí citada. Al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

 

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