SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue24The right to a good StateLa tradición clásica al servicio de una pasión intelectual author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Temas y Debates

On-line version ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.24 Rosario Dec. 2012

 

ARTÍCULOS

Pragmatismo teórico-metodológico, interdisciplinariedad, construcción institucional y pasión democrática: los legados de Guillermo O'Donnell

Theoretical-methodological pragmatism, interdisciplinarity, institutional building and democratic pasion: the legacies of Guillermo O'Donnell

 

Carlos H. Acuña

Carlos H. Acuña es PhD en Ciencia Política, University of Chicago; Investigador Principal de CONICET y miembro del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Argentina. E-mail: chacu53@gmail.com


Resumen

La presentación refiere a tres grandes temas a resaltar en la obra de Guillermo O'Donnell. Primeramente, su pragmatismo teórico-metodológico; en segundo lugar, la relación entre su forma de pensar la sociedad y la política y su manera de actuar como constructor de instituciones; y, finalmente, sus desconfianzas y el estilo beligerante de su producción.

Palabras clave: Pragmatismo teórico-metodológico; Interdisciplinariedad; Construcción institucional; Democracia.

Summary

The presentation refers to three main themes to highlight of the work of Guillermo O'Donnell. First of all, his theoretical and methodological pragmatism, secondly, the relationship between his idea of society and politics and the institutions and, finally, his distrust and belligerent style of production.

Keywords: Theoretical-methodological pragmatism; Interdisciplinarity; Institutional building; Democracy.


 

Ante todo el agradecimiento a la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario y a la SAAP por la organización de este homenaje; realmente ha sido un día muy rico. Voy a referirme a la obra no solamente de un gran politólogo, sino también de un amigo y un maestro. Guillermo estuvo en las dos puntas de mi educación como politólogo: fue mi profesor ya desde el inicio de mi formación en la Universidad del Salvador y también fue parte de mi comité doctoral, más de veinte años después. Como a todos en nuestro caso, el trabajo de Guillermo nos ha formado desde muy chicos.
Debo destacar que en este momento tenemos un problema, porque estamos hablando en el último panel después de un día en el que se dijeron cosas muy ricas y, la verdad, que es osado suponer que podemos decir algo original después de todo lo que se dijo..., así que sugiero bajar las expectativas. Sean generosos y hablemos entre amigos. Ha sido un día muy rico y también, creo, un día con fuertes coincidencias. En mi presentación voy a referirme a tres grandes temas que para mí resaltan en Guillermo y su obra: su pragmatismo teórico-metodológico; la relación entre su forma de pensar la sociedad y la política y su manera de actuar como constructor de instituciones; y, finalmente, sus desconfianzas y el estilo beligerante de su producción. Les adelanto que estos temas, por su interrelación, seguramente surgirán entremezclados, apareciendo y reapareciendo en distintos momentos de mi presentación.
Como primera cuestión surge algo que ya destacaron varios expositores y, en parte, Lucas González en el panel anterior. Si pensamos en la obra de Guillermo, por supuesto empezó a ser reconocida con Modernización y Autoritarismo; al tiempo estaba escribiendo La democracia como un juego imposible. La democracia como... constituye análisis estratégico del más puro, en el que se enfrentan actores racionales con un resultado de su interacción colectivamente subóptimo y estable: la ausencia de democracia en la Argentina. En ese trabajo no se presenta a la Argentina como una sociedad donde pululan actores irracionales con problemas culturales (supuestos que predominaban en el entendimiento de la época sobre los problemas argentinos). Quizás el problema en la Argentina es que los actores son demasiado racionales y cuentan con demasiada información, por lo que es entonces una sociedad difícil para generar hegemonía y los actores empatan y se vetan mutuamente (previendo la dirección del proceso histórico). Sin quedarse ahí, inmediatamente avanza con pragmatismo en el uso de las herramientas metodológicas. Esta es una característica de gran pensador. La prioridad está en el objeto de estudio, en entender lo que preocupa, variando la estrategia metodológica cuando es necesario. Lo que pasa es que eso no es fácil de hacer. Lo que es fácil, cuando uno intenta hacer eso, es terminar en contradicciones y ser un confuso tonto. Para colmo, los cambios metodológicos llaman a las agresiones: "ese tipo se contradice, piensa de una manera y después de otra...". El problema es poder elaborar la articulación del uso de distintas herramientas metodológicas, articular axiomas de diversas teorías de manera consistente y eso implica brillantez.
Guillermo se corre del juego político y trabaja con Oscar Oszlak el tema del Estado y las políticas públicas, avanza sobre el tema de la burguesía, desarrolla, como nos recordaba Hugo Quiroga, Apuntes para una teoría del Estado, abandonando el individualismo metodológico tan propio del análisis estratégico para adoptar un enfoque holista, estructuralista. Trabaja, por supuesto, el autoritarismo burocrático, la sociabilidad en ¿Y a mi qué mierda me importa?, un artículo que pegó muy fuerte por su vigencia al hablarnos de Argentina complicada de gobernar porque muestra una estructura social bastante más igualitaria, menos vertical, que otros países latinoamericanos. Ya lo comenté otras veces: estoy cansado de escuchar que Chile es un ejemplo de calidad institucional y de una sociedad ordenada. ¿Qué ejemplifica la sociedad chilena?, ¿la producción de hegemonía?; ¿un orden socio-político clasista excluyente, donde después de que se disminuyó la pobreza a la mitad, no pudo afectar el 0,001 de su estructura desigual? Claro que Chile muestra capacidades macro económicas interesantes, así como también muestra solo el 3% de la clase obrera cubierta por convenios colectivos de trabajo. Eso también es institucionalidad; la institucionalidad no es solo la relacionada con la seguridad/certidumbre jurídica para el inversor, también es la relacionada con el trabajador, sus derechos e intereses. ¿Cómo evaluar la institucionalidad? ¿Cómo hacer ese tipo de comparaciones que nos interesan? Guillermo nos da las pistas.
Trabaja las transiciones autoritarias, tipos de democracia, ciudadanía, la última etapa con foco en el derecho, la ley y siempre la democracia. Cuando uno analiza la forma de trabajar de Guillermo, la puede calificar como ecléctica, cambiante. Hoy se argumentó varias veces, y es verdad, que Guillermo tenía una fuerte impronta weberiana. Pero tenía también una fuerte impronta clasista. Basta con leer Estado y alianzas. Por supuesto no olvidemos al ya mencionado Apuntes para una Teoría del Estado. Con espíritu poulantziano uno puede discutir cuánto se contrabandea en este texto, una lógica estructural funcionalista, con la que O'Donnell sin embargo confrontaba.
¿A dónde voy con esto? A reiterar el entendimiento de la obra de Guillermo como la de un intelectual comprometido con entender, explicar su objeto de estudio a través de un absoluto pragmatismo con respecto al tipo de herramienta metodológica y los puntos de partida de la explicación (las estructuras o los actores). Si uno le toma la foto a Estado y alianzas, uno le puede hacer una crítica por reduccionista. Recuerden que en el esquema de Estado y alianzas se tiene una estructura de clases que está determinada por una dinámica de división del trabajo internacional y, de esa estructura de clases, se derivan distintas alianzas, sistemas de alianzas que se forjan y desarticulan en función del momento en el ciclo económico, distribuyendo capacidades de veto que resultan en un Estado y en políticas públicas sin mayor autonomía ni estabilidad. Frente a un relato así uno se podría preguntar: ¿y las instituciones?; ¿y la ideología? Uno le podría hacer la crítica de que el trabajo constituye un reduccionismo estructuralista clasista y cerrar el análisis del autor. Salvo cuando se toma en cuenta que Estado y alianzas le sirvió como matriz para incorporarla dentro del Estado Burocrático Autoritario, donde sí hay instituciones, sí hay ideología, sí hay estrategias. ¿Está claro lo que argumento? Si uno toma varias fotos de los trabajos de Guillermo, se observa el uso de distintas herramientas metodológicas, distintos (y articulables) presupuestos en diversos momentos.
Como decía Lucas González, este gran desafío es poder decir "en el capítulo I hago econometría, en el II trabajo con un modelo de juegos y en el III me doy el lujo de usar estructuralismo histórico", por lo que alguien puede afirmar "¡¡es una locura!!". No Guillermo, porque estaba en condiciones de articular diversos enfoques teórico-metodológicos. Entonces uno encuentra en estas diversas lógicas analíticas una mezcla particularmente robusta, particularmente poderosa en términos explicativos y muy difícil de concretar de manera parsimoniosa.
Yo creo que todos los grandes pensadores tienen esta característica. Uno puede llegar a decir que Marx era un estructuralista, con tonos funcionalistas en algunos de sus trabajos. Sin embargo, se encuentra en una obra de Marx un holismo causal, en otra un holismo funcionalista y en otra análisis estratégico. En El 18 Brumario se observan actores que piensan, que se equivocan, que meten la pata. A Marx le interesaba explicar la lógica de la historia como motorizada por la lucha de clases y para explicarla, cambiaba de metodología, fue y vino. Yo puedo sacar una foto y en la Sagrada Familiacon Engels, encontrar una afirmación del estilo: "no nos interesa lo que la clase obrera quiere hacer. Lo que nos interesa es lo que la clase obrera se va a ver obligada a hacer. Su fin y razón histórica que es irrevocable". ¡¡Impresionante!! Una razón histórica para cuyo alcance la clase obrera se va a ver obligada irrevocablemente a comportarse de una manera determinada.
Es la lógica de la estructura la que explica comportamientos y procesos que persiguen una meta, un fin histórico; esto no solamente es estructuralismo sino que grita funcionalismo. Por otra parte en El capital desarrolla argumentos estructuralistas- causales y no funcionalistas. Son las idas y venidas de los grandes pensadores. Weber... mi tesis de maestría en metodología de la investigación está dedicada a criticar a Weber. Se llama La práctica metodológica de Weber y está dedicada a demostrar que la obra de Weber era tautológica, que no nos decía nada. Me llevó más o menos 20 años darme cuenta que algo decía. Un poco rebuscado, con muchas comas y listados, pero algo relevante decía. Soy burro. Hay gente que la ve más clara más rápidamente. En el momento que uno comprende lo que quiere decir individualista sociológico para Weber, reconoce que resulta algo mucho más complejo que los supuestos del individualismo metodológico, caminando un terreno en el que dialogan las estructuras y los actores como potenciales puntos de partida para comprender (explicar) lo social. Yo creo que eso es lo que pasa con los grandes pensadores. Y eso es muy difícil de hacer. Guillermo era eso. Un gran pensador. Martín D'Alessandro hoy decía algo en esta línea: Guillermo se corría de los paradigmas, usaba elementos de distintos paradigmas. Combinar elementos o presupuestos de distintos paradigmas parece estar destinado a la contradicción. Estamos de acuerdo en que los paradigmas pueden ser contradictorios. Sin embargo, es factible tomar la premisa 1 del paradigma 3 y la premisa 2 del paradigma 1, y articularlas de una forma que estrictamente no resulta contradictoria. El problema es que para poder hacer este tipo de ejercicios tengo que conocer muy bien a ambos paradigmas, tengo que entender el significado inmediato de cada una de las premisas y sus implicancias mediatas. Tengo que contar, en definitiva, con un entendimiento integral de posturas diversas y que se presentan como excluyentes. Eso demanda saber mucho y no solamente saber mucho. También demanda saber para qué uno se mete en ese baile, un baile particularmente costoso porque al abandonar la pureza paradigmática, la reacción usual de la comunidad académica es la agresión hacia el "desertor". Tiene algo de tirarse a la pileta. Guillermo abandonaba o cruzaba paradigmas y, al hacerlo, contaba con convocatoria.
Mezclar paradigmas es difícil. Es difícil porque se necesita cabeza y un conocimiento enciclopédico. Pero además se necesita otra cosa. Yo creo que se necesita cierta valentía ¿Por qué? Porque un paradigma es un refugio que nos da certezas. Si yo soy un estructuralista duro (o cualquier otra cosa) es muy difícil que a mi me presenten algo que empírica o lógicamente me demuestre la falsedad de mi teoría. Lo sabemos: las grandes teorías permiten manipular el dato de manera tal que sobreviven. Son un refugio en el sentido que nos hacen sentir cómodos; nos mantienen dentro del circuito académico que, además, nos da de comer (lo que no es un tema menor), Además, si me creo el paradigma, ayuda a nuestra tranquilidad de conciencia. Hay cierta inocencia en mi convicción; de manera sincera pienso que entiendo mejor la realidad. Sin embargo, Guillermo era alguien que abandonaba refugios. Estaba dispuesto a abandonar certezas y efectivamente muchas veces dudaba de sus propios argumentos.
Entonces el primer punto que yo creo que a mi me impacta mucho de la obra de Guillermo, de la forma de pensar de Guillermo, es su capacidad de usar para esto la teoría de los juegos, para esto otro un estructuralismo histórico y para aquello algo de estadística; ¿cuál es el problema? ¿Qué problema surge si el producto que genero me permite explicar mejor lo que pasa? Creo que esta lógica analítica es muy útil, muy poderosa para entender lo que queremos entender: la sociedad, por qué pasa lo qué pasa y cómo lo podemos cambiar.
El segundo punto o cuestión que quiero destacar es sobre el objeto de estudio, de compromiso (y de insomnio) en la obra de Guillermo. O'Donnell podía mostrar esta capacidad de cambiar y articular métodos y teorías porque tenía muy claro cuál era su objeto de estudio y eso nunca lo perdió de vista. Yo creo que el objeto de estudio de Guillermo era la política y la acción política. Él dice explícitamente: lo que me preocupa es entender qué es la política y para qué es esto de la política ¿Estado, régimen, ciudadanía para qué? La pregunta sobre qué es la política y para qué es la política, como marcaron varios, es una pregunta analítica, teórica y normativa. Porque en el momento de preguntarse el para qué, uno se pregunta ¿qué sentido tiene esta producción teórica? Suponemos que hay algo más que una mera cuestión cognitiva. Como destacó Hugo Quiroga hoy a la mañana, en el momento que uno hace esa pregunta, que se interroga sobre esa conjunción, sobre qué es y para qué es esto, necesariamente la respuesta es una respuesta sin neutralidad. Necesariamente uno tiene que tomar posición. Es un análisis a partir de una postura, de una posición.
Esto quiere decir que, y esto voy a remarcarlo como tercer punto, la trayectoria de Guillermo siempre fue una trayectoria en conflicto y beligerancia. Siempre había alguien, una contraparte con respecto a la cual Guillermo estaba desarmando un argumento o posición en sus aspectos teóricos y en sus implicancias normativas. Y eso comprometía su palabra y apasionaba como tipo. Su estilo académico implicaba conflicto.
Guillermo puede haber variado axiomas o metodologías, pero nunca perdió de vista su objeto de estudio. Esto se reduce al análisis y la acción relacionados al poder, a su construcción y distribución. Cuando analizaba el estado burocrático autoritario o distintos tipos de democracia, analizaba quién contaba con poder y lo ejercía, quién lo ganaba o lo perdía y, sobre todo, por qué. Nos estaba hablando permanentemente de esta cuestión. Y esto le aseguró consistencia temática; le aseguró un sentido y un carácter conflictivo a su trabajo. En realidad, esto mantiene absoluta vigencia en términos del desafío que implica: gran parte de lo que es la elaboración de la investigación en ciencia política en este momento a lo sumo araña el poder y su entendimiento. Guillermo era muy explícito en este sentido. Hay actualmente un predominio neo-institucionalista que, aunque puede exhibir sofisticación en alguno de sus planteos, resulta un entendimiento bastante superficial, bastante angosto, que nos dice poco sobre las causas de los problemas y de la potencialidad de la política en nuestra sociedad. Esto no quiere decir que las instituciones no sean importantes. Yo creo que Guillermo, incluso al trabajar temas institucionales, nunca perdió de vista la necesidad de que su comprensión demandase miradas más integrales y flexibles.
¿A dónde lo llevó esta mezcla de métodos y articulación de elementos que pertenecían a distintos paradigmas? Lo llevó al análisis interdisciplinario. Les doy un ejemplo: en Modernización y Autoritarismo discute con Rostow cuando, claro, había otros autores que discutían la teoría del despegue. ¿Quiénes le dan pista para pensar distinto a Guillermo? Muchos, entre los que se encuentran economistas como Geschenkron, Albert Hirschman o Díaz Alejandro. Guillermo va a la historia de la economía, a leer a los economistas que planteaban que distintas etapas de la industrialización mostraban diversas relaciones con regímenes políticos o que los ciclos económicos argentinos tenían que ver con una estructura productiva de dos sectores: uno dinámico integrado al mercado internacional y el ligado al mercado interno. Economía, sociología, política, articuladas en un análisis interdisciplinario. ¿Qué resultó de esta forma interdisciplinaria de pensamiento? Una forma de repensar tanto su trabajo como la organización institucional de la investigación. Pasa por el Instituto Di Tella, funda el CEDES, Centro de Estudios sobre Estado y Sociedad, es cofundador de la Sociedad Argentina de Análisis Político, porque Guillermo sostenía que se debe convocar a la construcción de análisis colectivos a sociólogos, historiadores, economistas, politólogos, en definitiva la gente que hace desde distintas disciplinas análisis político. Una de las primeras cosas que hace en el CEDES, con Oscar Oszlak, Marcelo Cavarozzi, Jorge Balán, Shevy Jelin, es convocarlo a Adolfo Canitrot. Entiende, responde y nos enseña que nuestras disciplinas quedan chicas para ciertos objetos de estudio, cuando actúan solas. Hay ciertos temas que o los trabajamos en forma interdisciplinaria o no vamos muy le jos. Así pensaba él y así eran las instituciones que creaba y forjaba. Así se pensó la SAAP, así conformó el CEDES. Funda el Kellogg Institute en Notre Dame. ¿Qué producía el Kellogg? Investigación de economía, sociología, de historia y política. Su lógica de pensar fue también su lógica de construcción institucional. Él no hubiera armado el centro de estudios de los politólogos para que nos regodeemos y discutamos solamente la modificación del artículo 2 en la ley electoral. Claro que a temas de esta especificidad institucional hay que tomarlos en cuenta, pero él tenía una mirada más amplia sobre la política. Pensaba cosas grandes que, hasta cierto punto, se han perdido en la investigación que domina a la ciencia política de hoy. Cuando digo que se han perdido "cosas grandes" como objetos de estudio/ investigación, digo que ha perdido terreno una forma de pensamiento como la de Guillermo en la ciencia política.
Fuera de ámbitos como el que hoy compartimos, ¿no se discute la bondad y el aporte de la obra de Guillermo? De hecho sí se lo discute. El reconocimiento que se está llevando adelante en este ámbito y la capitalización de la lógica "odonnelliana" depende de una lucha teórico-metodológica en pleno auge (y del que el propio Guillermo fue partícipe). Es una lucha teórica, porque para importantes sectores que producen, que publican local e internacionalmente, O'Donnell es un pasado de poca utilidad presente para la disciplina. Somos parte de una academia más amplia que la que está representada en este encuentro. ¿Qué quiere decir amplia? Que hay académicos que piensan que el pragmatismo metodológico e interdisciplinario propio del análisis de Guillermo es una etapa superada de la ciencia política. Hace años que observamos un repliegue de las disciplinas sociales en sí mismas. Gran parte de los economistas cerraron su diálogo y, neoclásicamente, apuntaron a entender las relaciones sociales y todo comportamiento individual o colectivo, por su cuenta (con un aparataje teórico-metodológico formal, pequeño y reduccionista, como resultaron sus pobres explicaciones de lo político). Los politólogos nos encerramos dentro de nuestras propias escuelas y también perdimos diálogo no solo con los economistas, sino con los sociólogos y los historiadores. En medio de esto, lo que hay que rescatar es la lógica de pensamiento y construcción institucional de Guillermo. Su forma de pensar y su forma de construir instituciones, no han sido meramente un ciclo de una historia personal. Estas son cuestiones en plena discusión. Son parte de un debate vigente, de una pugna entre diversas teorías, axiomas, presupuestos y lógicas de organizar la producción del conocimiento.
Mi tercer argumento apunta a mezclar dos cuestiones a las que se hizo referencia y que son absolutamente verdad: Guillermo mostraba como indicador de su capacidad, su brillantez, en su reiterada capacidad de fijar agenda. También se dijo en estas jornadas, varias veces creo, que tenía la capacidad de ponerle nombres a las cosas y todo el mundo pasaba a llamarlas de esa forma. ¿Qué causaba estas capacidades? Para explicarlas creo que opera algo que decía al principio. Guillermo tendía a distanciarse de paradigmas establecidos. Tenía una tendencia a ser desafiante con las teorías dominantes y contaba con la capacidad de incorporar distintos ángulos en el análisis. Esto era la consecuencia de esta mirada multidisciplinaria y de una estrategia pragmática en el uso de herramientas metodológicas, a las que ya hice referencia. Veía cosas que el resto no veía, tanto por la calidad de su formación, como por una inteligencia excepcional.
¿Por qué quiero rescatar la formación y la inteligencia? Yo creo que el análisis interdisciplinario es muy difícil y muy poderoso. Creo que no hay forma de evitarlo para entender ciertos objetos de estudio. Pero para hacer análisis interdisciplinario se tiene que entender a fondo la disciplina de uno; entender bien otras disciplinas para establecer un diálogo; y, después, estar en condiciones de producir articulando estos diversos lenguajes. Ese es un esquema bonito para dibujar en el pizarrón, pero de gran complejidad en su concreción. El análisis interdisciplinario es un análisis difícil, cuesta; es un análisis que demanda cierta valentía. Me muevo, me voy a ese otro lado y, yo diría, muy probablemente con estos movimientos se choca con la dureza y sanciones de los que sostienen los paradigmas vigentes.
No me quiero olvidar de otra cosa como parte de este tercer punto. En medio de sus desafíos, Guillermo dijo explícitamente que mantenía una profunda desconfianza hacia las teorías que llamaba "del norte". Se formó allá, trabajó allá, pero siempre mantuvo una saludable desconfianza hacia teorías que obturan el peso de la propia historia. Era una desconfianza fundada en términos teóricos e históricos. Él argumentaba que el problema con las teorías "del norte" es que algunas se nos presentan como si no tuvieran historia. Y para Guillermo el tema de la historia era fundamental en la comprensión de la política y las relaciones sociales. Dar sentido histórico, espacial y temporalmente a lo que está pasando, para él resultaba ineludible en la explicación. Sin este conocimiento no era posible sostener generalizaciones teóricas. Nos decía que la estructura social sintetiza un proceso histórico. Sostenía, de esta forma, que en esa producción fuera de la región, hay elementos que sirven y valen para capitalizar en la comprensión de nuestras realidades; y, por otra parte, también hay elementos que se nos presentan sin historia y, en realidad, están materializando supuestos sobre historias y estructuras sociales divorciadas de aquello que tratamos de entender en nuestro espacio-tiempo.
En la última etapa, cuando Guillermo encara los temas de la ley, democracia y ciudadanía, parece dar un giro a la agenda neoinstitucionalista. Sin embargo, cuando se analiza el texto, a la ley se la entiende en su articulación con la estructura social, por lo que lo que se lleva adelante es una búsqueda de las condiciones reales del ejercicio de los derechos formales. ¿El tema son los derechos formales? En parte sí, pero tan importante como éstos son las condiciones reales de su ejercicio. ¿Cuáles son las condiciones reales de su ejercicio y cómo se las entiende? Guillermo liga en el análisis elementos formales, en algunos aspectos muy teóricos casi filosóficos, con la estructura social y la historia en las que esos derechos formales se ejercitan, se frustran o se niegan.
Este análisis que articula los mecanismos institucionales y formales con la estructura social, en la obra de Guillermo articuló concepciones weberianas y clasistas, aunque manteniendo un acuerdo fundamental sobre la noción de instituciones. El acuerdo fundamental es que las instituciones resuelven problemas de coordinación, pero también resuelven conflictos de intereses.
El acuerdo Weber-Marx en el que siempre navegó la obra de Guillermo, es que para poder entender la política y el poder, hay que reconocer que el conflicto les es constitutivo a ambos. A Weber lo perseguía el fantasma de Marx, pero los dos estaban de acuerdo en que las instituciones resuelven conflictos. Esto tiene implicancias teóricas y políticas importantes. Por ejemplo, permite reconocer que reformas institucionales tendientes al mejoramiento de su calidad no necesariamente nos llevan a puntos Pareto superiores, aquellos donde alguien gana algo pero nadie pierde. A veces con las reformas se mejoran las instituciones y porque se mejoran las instituciones, alguien pierde porque hay ganadores, beneficiados, en una mala institucionalidad. Es, por la mejora de las instituciones que, a veces, se genera un escenario conflictivo. Y, como contracara, dadas ciertas condiciones es porque se mantiene una pobreza institucional que, en parte gracias a poderosos beneficiarios de esta pobreza, se reproduce un escenario poco conflictivo, de fácil reproducción "del orden público". No es como piensa North; no es como piensa el neofuncionalismo que hoy está tan presente en el análisis político y domina gran parte de la ciencia política internacional.
En ese sentido, por ejemplo, Guillermo estaba, como tantas veces, en un bando teórico en confrontación con otro. Guillermo mantenía su mirada de las instituciones del lado que las ligaba con las desigualdades, la estructura social y sus contradicciones de intereses, confrontando con miradas más funcionalistas, más formalistas, en las que el conflicto está fuera de lugar o se presenta como anomalía y la distribución de poder por lógicas estructurales incomoda, no encuentra un lugar analítico de peso.
Hasta aquí las tres cuestiones que quería marcar sobre Guillermo y su obra. Espero no haber sido demasiado repetitivo con respecto a los otros colegas. Muchas gracias.

Recibido: 06/08/12.
Aceptado: 20/08/12.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License