OBITUARIOS

Arturo Fernández in memoriam

Franco Bartolacci

Generosidad. Entre muchas otras palabras de admiración y agradecimiento, éste es un concepto que se repite sistemáticamente en cada evocación de Arturo Fernández, a quien despedimos con tristeza en julio de este año.
Arturo desempeñó con su entusiasmo distintivo, diversas tareas institucionales donde dejó su impronta. Así, presidió la Sociedad Argentina de Análisis Político entre 1993 y 1995. Con anterioridad, entre 1990 y 1993, se desempeñó como Decano de nuestra Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, de la que fue también Secretario Académico entre 1973 y 1974. A su vez, desde 2003 fue miembro de las Comisiones de los Doctorados de Ciencia Política, Relaciones Internacionales y Trabajo Social de nuestra casa de estudios, que será por siempre su casa.
Como investigador radicado en numerosas instituciones científicas y de educación superior, principalmente en la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad de Buenos Aires y la unidad ejecutora Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL-CONICET), Arturo dedicó sus esfuerzos de investigación a temas centrales de la vida política latinoamericana: movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos. Realizó en estos campos un relevante aporte, con una perspectiva comparada y transdisciplinar, ya que además de politólogo ‒doctorado en la Universidad Católica de Lovaina‒ era abogado y escribano, graduado en la Universidad de Buenos Aires. A lo largo de esta destacada e infatigable trayectoria, construyó consecuentemente una larga vida comprometida con la defensa de la Universidad Pública y la proyección nacional y regional de nuestra casa, particularmente alentando el desarrollo como investigadores de varias generaciones de profesores de la Facultad.
Es que, fundamentalmente, Arturo fue un maestro generoso. Un dedicado docente, cuyo paso por las aulas de grado y posgrado es recordado, atesorado por sus alumnos, de todas las épocas. Así como su predisposición en cada mano a mano, café de por medio, cada recomendación, cada correo electrónico. Un maestro preocupado por los grandes problemas de su tiempo, un humanista convencido de la necesaria participación de la Universidad Pública en los debates políticos y sociales, un cálido y extraordinario ser humano, capaz de contagiar la curiosidad y la vocación, de habilitar preguntas, de abrir puertas, de acompañar el desarrollo académico de jóvenes estudiantes y graduados, de todo aquel que se interesara por esta maravillosa disciplina que es la Ciencia Política.
Recordar significa volver a pasar por el corazón. Evocar su trayectoria, reparar en su invalorable y generoso aporte, no puede más que devolvernos la imagen del enorme aprecio y afecto con el que nuestra comunidad académica lo recordará siempre. Toda la educación es un gran acto de amor, y en Arturo, esa vocación marcó su irremplazable y permanente presencia en todos nosotros. Dedico estas sentidas líneas a su memoria, en agradecimiento a esa enorme generosidad y bonhomía de Arturo para con la Facultad toda.