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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.34 Rosario dic. 2017

 

RESEÑAS

Libro: Latin American Populism in the Twenty-First Century
Carlos de la Torre and Cynthia J. Arnson (Eds.)
Woodrow Wilson Center Press, Washington, D.C. / The Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2013 (416 pp.)

 

Martín Retamozo

Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. E-mail: martin.retamozo@gmail.com

Pues entonces se acerca el momento
en que suele aparecer el espectro.
(Hamlet. W. Shakespeare)

Sobre el populismo se han repetido hasta el hartazgo dos cuestiones: su elusividad como concepto y su eterno retorno. Quizás, la mejor figura que sintetiza ambos aspectos es la de “fantasma” que Marx usó para el Comunismo en 1848 y recuperaron Gellner y Ionescu1 en un libro fundacional sobre el tema. Como los espectros difíciles de definir en su naturaleza, poliformes y ubicuos, persistentes y acechantes, el populismo ronda entre nosotros perturbando a la academia como a Hamlet el fantasma de su padre. En los inicios del siglo XXI, la preocupación por el fenómeno en América latina cobró fuerza por emergencia de populismos de signo ideológico opuesto a los (neo) populismos neoliberales y, de cierto modo, más ligados a los populismos clásicos, en el marco del “giro a la izquierda” en la región. La atención de numerosos estudios y de organismos internacionales se posó sobre estos procesos emergentes para analizar sus condiciones de posibilidad, sus anatomías y, quizás, realizar sus autopsias.
En este contexto, el libro se ocupa centralmente de una de las obsesiones de buena parte de la academia norteamericana: la relación del populismo y (los gobiernos de izquierda) con la democracia liberal.2 El volumen es producto de un proyecto de investigación de The Wilson Center: “Democratic Governance and the ‘New Left’ in Latin America”3, que incluye a investigadores latinoamericanos, norteamericanos y británicos que vienen publicando sobre el tema, algunos de ellos considerados referencia ineludible en los estudios sobre la región en el mundo anglosajón.
El primer capítulo, Evolution of Latin American Populism and the Debates Over Its Meaning, oficia como la introducción a cargo de los compiladores y suministra valiosas pistas para pensar la construcción del campo de estudios sobre el populismo latinoamericano visto desde el mundo anglosajón y, particularmente, desde los Estados Unidos. Allí conceden que “The reemergence of populism as part of the discussion of contemporary politics in Latin America is, for the most part, a product of the regime and persona of Hugo Chávez” (De la Torre y Arnson, 2013: 2), algo que es una clave no sólo para comprender la óptica de algunos trabajos del libro, sino de una significativa mayoría de estudios sobre la temática que se han producido en los últimos años en Estados Unidos. En efecto, la obnubilación de la figura de Chávez suele eclipsar matices y diferencias entre lo que se engloba como populismo, tanto para hablar de los tres casos hermanos (Venezuela, Bolivia y Ecuador) como para la inclusión de otros casos de giro a la izquierda en cuyo caso su inclusión en “populismo” suele ser más debatida (Argentina, Uruguay, Brasil) o excluida Chile, Perú, Colombia. De la Torre y Arnson reconocen que entre los estudiosos norteamericanos sobre el tema hay un debate relacionado con la relación de estos populismos y la democracia (liberal). Mientras que para algunos autores, los populismos se encuentran en abierta oposición, otros recuperan aspectos “democratizadores” de las experiencias populistas como respuestas a la situación social instaurada por la ortodoxia neoliberal y las crisis en las formas de representación.   
En el campo académico, uno de los principales debates sobre el populismo es, sin dudas, la disputa por su definición. Más allá de que el libro contiene diferentes enfoques sobre el tema, los editores se inclinan por señalar algunas características centrales: “As a form of governance, discourse, and political representation, populism posits and fosters division between ‘the people’ and ‘the oligarchy’” (p.7), que a su vez se traduce en una lucha entre el bien y el mal, y la relación directa entre el líder y sus seguidores por sobre las mediaciones institucionales. Centrados en el objeto del libro, los autores reconocen que aún con tensiones con instituciones de la democracia liberal y los agentes del mercado, los gobiernos llamados populistas del siglo XXI han obtenido buenos resultados en cuanto a la reducción de la pobreza y la desigualdad en la región marcada por inequidades históricas y estructurales.
En el capítulo 2, Parties and Populism in Latin America, Kenneth Roberts, uno de los principales estudiosos norteamericanos sobre partidos políticos en la región, parte de la preocupación por excelencia de los politólogos con respecto al populismo: su relación con los partidos (y los efectos sobre el sistema político) y la democracia. Roberts repone el argumento del populismo como un fenómeno originado en la debilidad de las instituciones que, especialmente en coyunturas críticas, funcionan de condición de posibilidad para la emergencia de líderes populistas. Allí un outsider de la política puede obtener réditos a partir de dos mecanismos: activación y conversión. Para el autor, la transición de América latina hacia el libre mercado durante los años ochenta y noventa tuvo un impacto desestructurador de los sistemas de partidos tradicionales que abrió espacio para la emergencia de nuevos líderes y movimientos populistas. No obstante, a diferencia del populismo clásico, estas expresiones políticas (y el autor cita fundamentalmente el caso venezolano y el ecuatoriano) tuvieron/tienen dificultades para consolidarse como partidos dependiendo, aún más, de la función unificadora del liderazgo carismático. Los efectos de esta baja institucionalidad se trasladan también al sistema político que tiene problemas para estabilizarse como un sistema plural y competitivo. En el plano de la representación política, sin embargo, el autor concede que el populismo es una forma de respuesta alternativa para la inclusión de intereses y sentimientos desatendidos por otras formas políticas, la cual, sin embargo, no considera capaz de resolver dicha crisis de representación. La excepción posible, para el autor, es Bolivia que debido al patrón de movilización (desde abajo hacia arriba) conviene a su juicio ser excluido del rótulo de populismo y ubicado bajo el de “movimiento de izquierda”. 
En Populism in Democratic Times: Populism, Representative Democracy, and the Debate on Democratic Deepening, el capítulo3, Enrique Peruzzotti analiza la relación entre la representación política y el populismo. En una dimensión descriptiva, el autor reconoce la presencia de tres tipos de democracias: minimalista, delegativa y populista. En consonancia con Roberts (cap. 2) pero menos preocupado por el desempeño de los partidos políticos, Peruzzotti pone como condición del populismo cierta imposibilidad de representación de intereses y demandas populares por parte de las instancias de mediación representativa en las democracias modernas. El populismo, entonces, ofrece una forma de construir identidades (el autor sigue en este punto a Ernesto Laclau), no obstante los controles (accountability) que contempla son mínimos y reduce las elecciones a una instancia de “autorización”. En consecuencia, tiende a socavar las instituciones de la democracia representativa, en particular aspectos liberales que a juicio del autor le son constitutivos como la preservación de derechos fundamentales, la separación de poderes y las mediaciones representativas (partidos, sindicatos, opinión pública). Radica allí el peligro del populismo y la razón por la que se lo ha vinculado a la idea de “democracia delegativa” de Guillermo O´Donnell. Para O´Donnell, sin embargo, aquello que en los años noventa se identificaba como democracias delegativas (y para otros “neopopulismo”) era sensiblemente diferente a los populismos clásicos, en particular en su gramática de movilización social. En una dimensión normativa, la propuesta de Peruzzotti es superar las versiones minimalistas, delegativas y populistas de representación, por un lado, a partir de la construcción de formas de representación democrática que institucionalicen un conjunto de mediaciones capaces de restituir el vínculo Estado y sociedad, y, por otro, una sólida trama de mecanismos de rendición de cuentas y accountability social. La pregunta abierta, como siempre en estos casos, interroga por los actores socio-políticos capaces de reinstituir los espacios de deliberación pública como semilleros de esas formas de representación que el autor postula como “realista” sin desarrollar su argumento.
Francisco Panizza presenta el capítulo 4, What Do We Mean When We Talk About Populism? Allí parte de cierto acuerdo, en al menos una parte de la academia, sobre la centralidad del discurso dicotómico como característico del populismo en línea con lo apuntado por los editores del volumen. Al considerar al populismo en su aspecto discursivo, Panizza sugiere hablar de “intervenciones populistas” capaces de establecer procesos de identificación colectiva antes que calificar a actores o a regímenes con ese término. En consecuencia sostiene la importancia de analizar la relación entre discurso populista y las formas de representación, así como el contenido normativo, en ocasiones invisibilizado. En cuanto estrategia y forma del discurso político, el populismo tiene diferentes efectos constitutivos. Panizza distingue un tipo de populismo “de mayorías” fundamentalmente antagónico y polarizado de un populismo “bueno” que, a la vez que denuncia las exclusiones del sistema político, busca una ampliación de la democracia contribuyendo, incluso, al pluralismo. Esto implica repensar la relación entre populismo y democracia, el cual no puede realizarse, a juicio del autor, abstrayendo los contextos en los cuales los fenómenos populistas se desarrollan. Panizza expone, luego, un análisis de la figura del ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica, envuelto en un debate sobre las acusaciones de “populismo” que él mismo ha respondido con el giro “Más populista será tu Abuela”, que oficia de subtítulo al capítulo. De esta forma aporta al “caso Uruguayo” que no es contemplado en la sección de estudios de caso.
Populism and Social Policy in Latin America, el capítulo 5 a cargo de Kurt Weyland comienza con dos afirmaciones: América latina es una de las regiones más desiguales del planeta y la social democracia europea ha sido el modelo más exitoso en cuanto a crecimiento y bienestar. A partir de allí lanza el interrogante ¿por qué en América latina han sido escasos los pasos en esa dirección? Para Weyland, excepto Chile, Costa Rica y algunos pasos de Brasil bajo la presidencia de Cardoso, los proyectos que se plantearon superar las situaciones de exclusión han sido liderados por populistas (que califica como personalistas y plebiscitarios) con escasa capacidad de sustentabilidad para los cambios producidos a diferencia de las introducidas por variantes socialdemócratas. El modo de aportar evidencia empírica a esta afirmación es una polémica comparación entre las políticas de Chile (bajo la Concertación) y Brasil (bajo los gobiernos de Cardoso y Lula) como exponentes socialdemócratas, por un lado, y las políticas de Fujimori en Perú y Chávez en Venezuela, por el otro.
From the Peróns to the Kirchners: Populism in Argentine Politics de Hector E. Schamis, en el capítulo 6, propone una mirada algo diferente al resto de los autores y considera al populismo desde una concepción cercana a la que había tenido el estructural funcionalismo, por lo tanto como un momento histórico. Esto es: un movimiento político, nacionalista, multiclasista y corporativo, encabezado por un líder carismático que tiene un proyecto de industrialización por sustitución de importaciones que incluye a sectores excluidos y promueve reformas distributivas.  En consecuencia, para el autor, luego de la crisis del modelo ISI cualquier intento de reutilizar el concepto bajo una idea de “neo” o “nuevo” carece de sentido analítico. En una segunda parte Schamis ensaya un recorrido sobre del proceso de desmantelamiento del patrón ISI y la apertura de una fase “pospopulista” que resta a su juicio por conceptualizar. Con el concepto de populismo cuestionado como herramienta analítica para los procesos de las últimas cuatro décadas, el autor emprende una exposición de los avatares políticos de la Argentina desde la dictadura militar hasta el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner al que caracteriza por el clientelismo y la contracción de poder en un marco de un sistema político disperso.
 Populism, Neopopulism, and the Left in Brazil: From Getúlio to Lula deLeslie Bethell, el capítulo 7 dedicado a Brasil, propone un recorrido historiográfico desde el populismo clásico (que Vargas comparte con Cárdenas y Perón) hasta el neopopulismo de Collor de Mello y la pregunta por la relación del populismo con Lula da Silva e incluso con su sucesora, Dilma Rousseff. En relación con este punto, el autor destaca la sólida presencia del Partido dos Trabalhadores y las políticas “responsables” en materia fiscal de Lula como rasgos distintos del populismo. Más allá de ser en ocasiones ligado populismo, Lula no tiene un discurso típicamente populista en tanto no lo construye sistemáticamente contras las elites o el imperialismo, aun cuando reivindica a “o povo”. En un sentido similar se inscribe el discurso de su sucesora, Dilma Rousseff.
Populism in Peru: From APRA to Ollanta Humala es el tema del capítulo 8, a cargo de Cynthia McClintock, en el que se analizan las figuras de renombrados populistas de distintas eras desde Haya de la Torre hasta Ollanta Humala en un país que tiene una rica tradición populista. A partir de la definición elaborada en la introducción al volumen, la autora repasa los momentos populistas en particular los gobiernos de Alan García, Alberto Fujimori y Humala. En referencia al populismo del siglo XXI, más allá de los antecedentes de Humala con un estilo populista en anteriores momentos políticos, para la autora la campaña de 2011 no se estructuró en esa lógica dicotómica y, mucho menos, es la orientación de sus políticas de gobierno luego de su asunción.
En el capítulo 9, Populism, Rentierism, and Socialism in the Twenty-First Century: The Case of Venezuela, Margarita López Maya y Alexandra Panzarelli realizan un interesante análisis de las condiciones de posibilidad del chavismo (la crisis de representación, la situación económica, las exclusiones y la dinámica insatisfecha). Para las autoras la emergencia de Hugo Chávez como expresión de demandas populares generó tensiones con el statu quo, las cuales fueron resueltas en favor del primero gracias a estrategias políticas pero también la autonomía relativa de un Estado capaz de aprovechar los recursos provenientes del petróleo. No obstante, luego de construir su hegemonía en la que parecía ampliarse la democracia, el liderazgo de Chávez comenzó, a juicio de las autoras, un proceso increyente de concentración de poder y autoritarismo.
En From the MNR to the MAS: Populism, Parties, the State, and Social Movements in Bolivia since 1952, el capítulo 10, John Crabtree realiza un estudio de la relación entre movimientos sociales, partidos políticos y el Estado en ese país durante los últimos sesenta años. Para el autor, la presencia de movimientos sociales (sindicales, campesinos, indígenas) fuertes, en contraposición a la matriz Estado-céntrica, le otorga al régimen boliviano especificidades en el contexto latinoamericano. Esta movilización y organización desde abajo ha marcado la relación entre Estado y sociedad en la historia reciente de Bolivia desde la revolución de 1952 hasta el gobierno de Evo Morales. En la actualidad, el legado populista en Bolivia, a su entender, es resignificado con una apelación hacia lo “popular” (como reivindicación de la movilización desde abajo) que ha permitido la apertura a una reconfiguración (en proceso) de la relación entre Estado, partidos y movimientos sociales en la Bolivia de hoy.
César Montúfar, un político opositor al presidente de Ecuador, escribe el capítulo 11, Rafael Correa and His Plebiscitary Citizens Revolution. A diferencia de los capítulos en que se abordan casos, aquí no se presenta una reconstrucción histórica del populismo en Ecuador sino un ensayo específico sobre el “correismo”, su estrategia de campaña permanente y el intento de refundar una legitimidad plebiscitaria. El autor sostiene que la Revolución ciudadana es una forma de populismo radical promovida desde arriba que busca destituir y reinstituir el régimen político autoritario, basado en la concentración de poder, la restricción de libertades individuales y contrario al pluralismo democrático.
En el capítulo 12, Politicizing Insecurity: Uribe´s Instrumental Use of Populism, Ana María Bejarano explora la ausencia de populismo en Colombia (luego de las fallidas experiencias con distinta orientación por parte de Jorge. E. Gaitán y Gustavo Rojas Pinilla) y se pregunta por las particularidades del “fenómeno Uribe” en este aspecto. Uribe ha sido incluido en el “neopopulismo tardío” por su articulación de posiciones neoconservadoras y su fuerte liderazgo en el ejercicio de la presidencia. No obstante, para la autora más que hablar de Uribe como un populista es adecuado identificar las intervenciones populistas en su estrategia política de politizar la inseguridad y la violencia en un registro dicotómico de su discurso. Tomando la definición de Carlos de la Torre, la autora argumenta que si bien existen elementos populistas en el discurso de Uribe en cuanto a la dicotomía entre buenos y malos (en su caso, los grupos armados, fundamentalmente las FARC) éste no estructura un clivaje pueblo/oligarquía (ni de lucha de clases), no propone una política de redistribución inclusiva ni fortalece el Estado como agente de intervención, por lo tanto no completaría para la calificación de populismo.
Los debates sobre el populismo y el giro a la izquierda de la región han originado una fuerte polémica entre quienes reconocen en las experiencias populistas un proceso complejo de ampliación de la democracia y quienes propenden a señalar el déficit democrático-liberal. Por supuesto lo que está en juego en los análisis no es sólo la esquiva definición de populismo sino también la concepción de democracia que se sostiene. Como los mismos editores reconocen, la dimensión conceptual y analítica no está escindida de los juicios normativos y las legítimas preferencias ético-políticas de los autores. En ocasiones se ha asumido, sin discusión, una concepción liberal-procedimental de la democracia representativa como parámetro para juzgar a los populismos o “describirlos objetivamente” como autoritarismos, en muchos casos sin investigación empírica que sustente los argumentos. Este volumen, en sus mejores capítulos, logra evitar esta tentación. La inclusión de estudios de casos nacionales es una excelente iniciativa para quienes se aproximan por primera vez al tema, más allá del valor dispar de las contribuciones. No obstante, conviene no olvidar que las intervenciones académicas también son parte de una lucha política en la que los autores intervienen tomando posición (como es evidente en el caso de Ecuador, Argentina y Venezuela) y que cualquier acercamiento al tema requiere de incluir otras voces sobre los procesos políticos.
Por otro lado, el libro sirve para escudriñar los espejos puestos en otras latitudes –en este caso en el Norte aunque varios autores provengan del Sur– que buscan reflejar las realidades de América latina en movimiento, el giro a la izquierda, y los procesos políticos abiertos (¿el giro a la derecha?) Esos espejos nos enseñó Alicia son como nosotros y también esconden misterios interesantes de revelar.

Referencias

1 G. Ionescu and E. Gellner (eds.) (1969), Populism: Its Meaning and National Characteristics, New York, Macmillan.

2 Entre las compilaciones más recientes: F. Panizza & G. Philip (2011), The triumph of politics: The return of the left in Venezuela, Bolivia and Ecuador, Malden, MA, Cambridge, UK Polity; C. Mudde & C. Rovira Kaltwasser (2012), Populism in europe and the americas: Threat or corrective for democracy?, Cambridge, Cambridge University Press; K. Weyland, R. Madrid and W. Hunter (eds.) (2010), Leftist Governments in Latin America: Successes and Shortcomings, Cambridge, Cambridge University Press; S. Levitsky and K. Roberts (eds.) (2011), The Resurgence of the Latin American Left, Baltimore, Johns Hopkins University Press; C. de la Torre (Ed.) (2014), The Promise and Perils of Populism: Global Perspectives, Kentucky, University Press of Kentucky.

3 La presentación de los papers por parte de los autores puede consultarse en  https://www.wilsoncenter.org/event/populism-the-21st-century

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